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Universidad Ort Uruguay

Instituto de Educación
Master en Educación

Evaluación Final (Entrega 1)

Materia: Teorías del Aprendizaje

Docente: Cristina Ravazzani

Lic. Evelyn Einhorn

N° de estudiante: 154328

23 de julio de 2018
En el libro Lo que hacen los mejores profesores de universidad (2007), Ken
Bain realiza una distinción entre tres tipos de estudiantes, en relación a cómo
se vinculan con el aprendizaje. Los aprendices superficiales son aquellos que
buscan evitar el error, “nunca se ponen en disposición de invertir lo suficiente
en ellos mismos para comprobar en profundidad un asunto, ya que temen al
fallo, y por tanto se conforman con ir arreglándoselas, con sobrevivir” (Bain,
2007, p. 28); su técnica consiste básicamente en memorizar y reproducir lo que
han oído. Por su parte, los aprendices estratégicos se sienten motivados por la
competición, por la posibilidad de destacarse: “interesados en sacar las
mejores notas, pero sin apenas voluntad de esforzarse en llegar lo bastante
profundo como para desafiar sus propias percepciones” (op. cit.). Se esmeran
para los exámenes, pero después descartan sistemáticamente los contenidos
para darle lugar a los siguientes, “'son', apunta Craig Nelson, profesor de
biología en Indiana, 'estudiantes bulímicos'” (op. cit.). Por último, Bain muestra
predilección por otro tipo de aprendizaje, el profundo, que ocurre cuando los
estudiantes se compenetran en la materia y la intentan “comprender en toda su
complejidad” (op. cit.).

El escenario de aprendizaje profundo escogido para este trabajo se desarrolla


en la película estadounidense, Freedom writters (Escritores de la libertad, en la
traducción al español), dirigida por Richard LaGravenese y estrenada en el año
2007. Está inspirada en hechos reales y se basa en el libro The Freedom
Writers Diary (1999) de la profesora de Literatura, Erin Gruwell, en el que
recopila los diarios personales de sus estudiantes.

Para poder fundamentar por qué se trata de un aprendizaje profundo y lograr


comprender las implicancias del mismo, se entiende que es de vital importancia
contextualizarlo. Esta postura se fundamenta en los postulados de autores
como Pozo (2008) y Martí (2015), quienes son contundentes en plantear que
para comprender las dificultades en torno a las actividades de aprendizaje no
podemos ignorar “el contexto social en que se generan” (Pozo, 2008, p. 28). En
palabras de Martí, “la propuesta de un desarrollo íntimamente ligado al
contexto cultural ofrece la ventaja de poder relacionar la educación, a la vez,
con el desarrollo y con la cultura” (2015, p. 171).

Asimismo, es menester aclarar que si bien se hará foco en los procesos de


aprendizaje y el cambio evolutivo de una estudiante en particular, tal como se
solicita en la consigna, la autora de este trabajo considera pertinente,
basándose en el carácter social del aprendizaje al que refieren autores como
Vygotsky, hacer referencia a la experiencia de aprendizaje de todo el grupo. “El
mecanismo del cambio evolutivo del individuo halla raíces en la sociedad y la
cultura” (Vygotsky, 1979, p. 26). Como quedará expuesto a continuación, los
procesos de aprendizaje de Eva Benítez, estarán fuertemente marcados por el
concepto de “zona de desarrollo próximo” acuñado por Vygotsky: estando con
“los otros” la estudiante podrá alcanzar ese nivel de desarrollo que hasta
entonces era potencial y que logrará madurar.

La historia del largometraje se produce en Los Ángeles, California, en 1992, en


un contexto convulsionado por una ola de violencia y disturbios por conflictos
interraciales, a los que se los conoce como: “la revuelta de Rodney King”. Y,

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más concretamente, la película nos narra las vivencias de un grupo de
adolescentes, de 14 y 15 años, los del “salón 203”, del Bachillerato Woodrow
Wilson de Long Beach. En este instituto abundan las pandillas, el alumnado
está dividido por su nacionalidad y/o procedencia cultural: latinos, asiáticos,
negros, entre otros. En palabras de Eva Benítez, una de las protagonistas del
film: “Nos peleamos por el territorio, nos matamos por raza, orgullo y respeto.
Peleamos por lo que es nuestro”.

Benítez es una estudiante latina, desde muy pequeña tuvo que vivenciar
experiencias de injusticia social por su procedencia, por prejuicios. Dentro de
las vivencias traumáticas que marcaron su infancia, se destaca el hecho de que
a su padre se lo llevaron preso por un homicidio que no hizo. Desde entonces,
Eva se involucró en una pandilla. A ella nunca le interesó estudiar, lo hacía por
las consecuencias que podría implicarle no asistir al liceo: la enviarían a un
reformatorio militar. Esta motivación para ir al instituto educativo se puede
asociar con el concepto de “reforzador negativo” que empleaba el psicólogo
conductista Burrhus Frederic Skinner (1968). Skinner denominó reforzador a
todo estímulo tras una respuesta que incrementa la probabilidad de que ésta se
repita, el estímulo de Benítez para ir a estudiar era evitar otra opción que le
desagradaba (el reformatorio). Sin embargo, tal como plantean las críticas a
Skinner, esto no implica que la joven estuviera realmente aprendiendo.

Deci, Richard de Charms y otros han teorizado que las personas pierden mucha de su
motivación si creen que están siendo manipuladas por la recompensa externa, si
pierden lo que los psicólogos han denominado su sentido de «locus de causalidad» de
su comportamiento. En otras palabras, si la gente ve determinada conducta como un
medio para conseguir cierta recompensa o para evitar un castigo, entonces se
dedicarán a estas actividades sólo cuando «deseen las recompensas y cuando crean
que las recompensas llegarán tras el comportamiento». Si no desean ese beneficio en
concreto, o si la posibilidad de recompensa se elimina posteriormente, perderán
interés en esa actividad. (Bain, 2007, p. 23)

La adolescente entiende que las instituciones educativas no quedan al margen


de las dinámicas sociales, que las escuelas funcionan como las ciudades y
como las prisiones: divididas en “tribus” que disputan por los espacios de
privilegio”, y así es muy difícil enfocarse en el estudio. Con esa visión, muchas
veces se ausentaba a clase o cuando asistía no estaba enfocada en los
contenidos impartidos en el aula. Como se demostrará más adelante, la
“motivación intrínseca”, esa que procede del fondo de uno mismo, será la que
lleve a Benítez a consagrar el aprendizaje (Bain, 2014).

La situación de Eva, así como la de los demás integrantes de su clase,


comienza a cambiar a partir de la incursión de una nueva docente de Literatura,
Erin Gruwell, quien, desde un enfoque de enseñanza diferente al que
acostumbraban en dicho Bachillerato, repercute positivamente en los procesos
de aprendizaje de esta joven, dejando huella en la biografía de la estudiante. La
docente se empeñó en fomentar el aprendizaje profundo, no el superficial ni el
estratégico, procuró “ayudar a los estudiantes a ser mejores pensadores, y
animarlos a enfrentarse a asuntos de relevancia y a comprender conceptos”
(Bain, 2007, p. 40).

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De acuerdo con el epistemólogo, psicólogo y biólogo suizo, Jean Piaget, los
estudiantes del salón 203 se encuentran en el estadio de las operaciones
formales, la última de las cuatro etapas de su teoría del desarrollo cognitivo.
Este estadio coincide con el inicio de la adolescencia y de la inserción en el
mundo de la adultez. De acuerdo con Piaget, a medida que los adolescentes
entran en este período, adquieren la capacidad de pensar de manera abstracta
manipulando ideas en su mente (Inhelder & Piaget, 1958). Cuando Erin Gruwell
ingresa a la institución recibe comentarios muy desalentadores acerca de las
capacidades para aprender de sus estudiantes. Basándose en las
calificaciones, la Directora considera que los contenidos y materiales que la
docente tenía previstos para el curso eran “demasiado difíciles” para el
alumnado. También, por sus historias de vida, la Directora los considera
incapaces de lograr ciertos aprendizajes y propone el uso de materiales que se
suelen utilizar para niños más pequeños, asumiendo que estos alumnos no
habían logrado alcanzar el estadio de Piaget que se ha descripto. Esta visión
también la tenían los propios estudiantes, ya que en la primera escena dentro
del aula que se presenta en la película uno de ellos comenta: “Esta es la clase
de los tontos”. Esta mirada se construye en el tipo de escuelas que Howard
Gardner denomina “uniforme”, en las que hay una visión unidimensional e
incompleta de cómo evaluar a las personas; los test de inteligencia lógica y
lingüística miden capacidades y proporcionan predicciones acerca del éxito o
del fracaso en la escuela, pero no para fuera de ella, o sea para la vida
(Gardner, 1995). En una misma línea, en el libro Lo que hacen los mejores
estudiantes de la universidad (2014), Ken Bain rompe con la visión tradicional
que equipara la excelencia a acumular en el historial o el registro académico
notas perfectas y plantea que los mejores estudiantes son quienes se hacen
sensibles a la realidad que les rodea y agudos en la percepción de este
entorno, logrando idear soluciones a problemas reales con mayor eficacia. Y,
de hecho, en el transcurso de la película queda demostrado que los motivos
por los que estos jóvenes no estaban logrando obtener buenos resultados
académicos no tenían que ver con su desarrollo cognitivo, ni su capacidad ni su
inteligencia.

En esta película queda plasmado cómo el contexto en que se desarrolla el


aprendizaje es determinante. No se puede ignorar la batalla interracial que se
está disputando a nivel social pues ésta repercute directamente en el salón de
clase; ignorarla sería inútil, por el contrario, si se parte de ella y se la considera
en las estrategias de enseñanza, tal como logró hacerlo finalmente Erin
Gruwell, se logrará que los aprendizajes se asimilen con mayor facilidad y,
además, éstos serán aprendizajes con una utilidad para el entorno comunitario.
En tal sentido, Martí (2005) hace referencia a “las ayudas intencionales”, que
se canalizan a través de la educación y portan contenidos culturales, y señala
que tienen un objetivo claro: incorporar a los sujetos en formación a los grupos
de pertenencia, adaptándose a su entorno cultural.

En un inicio Gruwell, quien estaba teniendo su primera experiencia como


docente, comienza con un enfoque muy clásico de enseñanza, consiguiendo
muy poca predisposición de los estudiantes hacia el aprendizaje. A medida que
va tomando consciencia del contexto en el que están insertos los estudiantes y
comienza a considerar la incidencia de los factores culturales en el aprendizaje,

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le da un vuelco a su enfoque de enseñanza. Asimismo, conforme pasaban los
días y lograba conectar con los jóvenes, impulsando procesos de aprendizaje
profundos, se le fue develando el rol destacado de la educación como vía de
aculturación. En otras palabras, la docente identificó que “el conjunto de formas
de ayuda mediante las cuales un grupo social trata de asegurar que sus
miembros adquieran la experiencia cultural socialmente elaborada e
históricamente acumulada de dicho grupo es, precisamente, lo que
denominamos educación” (Miran & Onrubia, 1998, en Martí, 2005, p. 172).

Hay un hecho, que involucra a varios estudiantes de la clase, que marca un


punto de inflexión en este sentido. Eva Benítez presencia el asesinato de un
joven asiático, por parte de un compañero latino, que logra escapar, y, en su
lugar, ella acusa a un chico de la comunidad negra que estaba allí. Este suceso
sensibilizó mucho a toda la clase y, en especial a Benítez, quien tiene
dualidades acerca de si debe defender a alguien de “su sangre” o debe ser
honesta (como no lo fueron en el caso de su padre). El día posterior al
incidente, en un ambiente convulsionado por lo ocurrido, uno de los jóvenes
realiza un dibujo, que circula por la clase de Literatura, para burlarse de Jamal,
estudiante afrodescendiente. Cuando Erin Gruwell lo encuentra se indigna y lo
utiliza como disparador para hablar de las caricaturas que hacían los nazis de
los judíos y los interpeló: “La pandilla más famosa de la historia puso estos
dibujos en los diarios. Ustedes piensan que saben de pandillas, son unos
amateurs, esta pandilla los avergonzaría. (…) Ustedes se apoderan de los
barrios, ellos se apoderaron de países”. Allí comenzó un debate sobre
discriminación y racismo a raíz del cual Eva cuestiona los saberes que se
enseñan en la escuela y desafía a la profesora acusándola de enseñarles
sobre gramática mientras ellos tienen que volver a salir a la calle donde el
peligro los azota y cuestionándole qué hace la docente para que su vida sea
diferente. En algún punto este planteo de Benítez se vincula con la propuesta
de Gardner acerca de la “escuela centrada en el individuo”. Entendiendo a la
inteligencia como “la capacidad para resolver problemas o para elaborar
productos que son de gran valor para un determinado contexto comunitario o
cultural” (Gardner, 1995, p. 25), el autor entiende que la escuela debería
comprometerse a fomentar el conocimiento para que los alumnos sean
capaces de resolver los problemas y realizar las tareas a las que tendrán que
enfrentarse en su comunidad.

Retomando el episodio de la película, esta es la primera vez que vemos a esta


joven participar en clase e involucrarse con la información que le presenta la
docente, y lo hace desde el cuestionamiento. Pozo (2008) considera que
justamente ese es el enfoque que debe tener el aprendizaje en la escuela,
puesto que dar cuenta de la parcialidad de los saberes, cuestionarlos e
interpretarlos es la clave para comprenderlos. “La cultura del aprendizaje
dirigida a reproducir saberes previamente establecidos debe dar paso a una
cultura de la comprensión, del análisis crítico, de la reflexión sobre lo que
hacemos y creemos” (Pozo, 2008, p. 49). Desde este punto de vista, el autor
entiende que una forma de estimular esta manera de concebir el aprendizaje es
tomar al constructivismo como perspectiva filosófica y psicológica: “Se defiende
en la actualidad la concepción constructivista como la forma más compleja de

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entender el aprendizaje y la instrucción y la mejor forma de promoverlo” (op.
cit., p. 50).

Ante esta temática los estudiantes comenzaron a participar de forma


compenetrada, argumentando y otorgándole un nuevo sentido a la información
que les proporcionó la docente. De acuerdo con Bain:
La gente aprende mejor cuando responde a una pregunta importante que realmente
tiene interés en responder (…) Si no tiene interés, no intentará reconciliar, explicar,
modificar o integrar el conocimiento nuevo con el antiguo. (…) Sólo cuando su
memoria genere preguntas estarán preparadas para cambiar las estructuras de
conocimiento. (2007, p. 22)

Luego de un debate acalorado, uno de los estudiantes retomó la dicho por la


docente al inicio, preguntando “¿qué fue eso del holocausto?”, el aprendizaje
estaba ocurriendo. En este sentido, podemos referirnos a los postulados de
Ausubel, e identificar a éste como un escenario de “aprendizaje por
descubrimiento”, puesto que el contenido no se dio en su forma final, sino que
fue reconstruido por los alumnos antes de ser aprendido e incorporado
significativamente en sus estructuras cognitivas. Esta forma de aprendizaje se
diferencia con la de “recepción”, en la que el contenido sí se les presenta a los
sujetos en su forma final y se les exige que internalicen el material de tal modo
que puedan reproducirlo, tal cual, en un momento posterior (Ausubel, D.,
Novak, J. & Hanesian, H., 1983).

En relación a esta escena, también se pueden considerar los conceptos de


“aprendizaje significativo” y de “asimilación” del mismo autor. La teoría del
aprendizaje significativo plantea que el aprendizaje del alumno depende de la
relación entre la nueva información y su “estructura cognitiva previa” (conjunto
de conceptos e ideas que el individuo ya posee en un determinado campo de
conocimiento, así como su organización). Los nuevos contenidos pueden ser
aprendidos significativamente en la medida en que otras ideas, conceptos o
proposiciones estén claras y disponibles en la estructura cognitiva de la
persona y funcionen como un punto de "anclaje" con los primeros, de tal modo
que las nuevas informaciones adquieren un significado y son integradas de
manera no arbitraria (Ausubel et al., 1983). Ausubel lo sintetiza de esta
manera: “Si tuviese que reducir toda la psicología educativa a un solo principio,
enunciaría este: el factor más importante que influye en el aprendizaje es lo
que el alumno ya sabe. Averígüese esto y enséñese consecuentemente”
(Ausubel et al., 1983, p. 1). Y justamente esto es lo que hace Erin Gruwell,
parte del conocimiento que ellos ya tienen para que eso funcione como nexo
para lograr el aprendizaje del nuevo contenido: los prejuicios y la discriminación
que ellos vivencian cotidianamente, los ayuda a aprender sobre el holocausto
perpetrado por los nazis en el marco de la Segunda Guerra Mundial. La
docente aprovechó el desconocimiento de los alumnos sobre este suceso
histórico para activar su curiosidad y desarrollar una temática que en sí ya se
encontraba instalada en los estudiantes. Mediante el principio de asimilación, la
interacción entre el nuevo material que fue aprendido y la estructura
cognoscitiva existente originó una reorganización de los nuevos y antiguos
significados para formar una estructura cognoscitiva diferenciada. Al respecto
Ausubel recalca: "Este proceso de interacción modifica tanto el significado de la

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nueva información como el significado del concepto o proposición al cual está
afianzada" (op. cit., p. 120). A lo largo de la película puede observarse cómo los
jóvenes le otorgan un gran sentido a lo que aprenden sobre este y otros
episodios de discriminación, logrando que se modifiquen muchas de sus
creencias previas al respecto.

Desde esta clase la docente empleó otro tipo de prácticas educativas


tendientes a generar en los estudiantes aprendizajes profundos y se puede
establecer que los recursos didácticos que utiliza se enmarcan dentro de la
teoría de las inteligencias múltiples de Gardner. Este autor propone “una visión
pluralista de la mente”, puesto que considera que las personas tienen
diferentes potenciales cognitivos, oponiéndose a la noción de inteligencia
tradicional. Desde su punto de vista, las personas somos colección de
aptitudes más que dueños de una única. Cada inteligencia opera de acuerdo
con sus propios procedimientos, bases biológicas, sistemas y reglas, lo que
implica que cada una aporta para la adaptación cultural y ejecución de
actividades diversas, sin haber una inteligencia superior a otra (Gardner, 1994).
En la película se puede identificar la estimulación de los siguientes tipos de
inteligencia para promover el aprendizaje de los estudiantes:

 Verbal-Lingüística:
o La docente les entrega a cada uno un diario para escribir. El uso
que comienzan a hacer del diario denota que no se trata de un
aprendizaje superficial ni estratégico: aprenden Literatura
contando sus propias historias. Incluso tienen la posibilidad de
usarlo de la forma que a cada uno le quede más cómoda: relatos,
dibujos, canciones, poemas, etc. La profesora no los califica, las
historias de cada uno no merecen una nota mayor o menor que la
del otro.
o La lectura se vuelve parte de la cotidianidad de los estudiantes.
Libros que se conectan con las experiencias de estos jóvenes
como los son “Calle Durango”, sobre un pandillero, o el Diario de
Ana Frank, son la vía para que aprenden vocabulario, gramática,
poesía.
o En vez de hacer un reporte sobre el libro de Ana Frank, a partir de
la fascinación que despertó la figura de Miep Gies (quien
escondió a Frank), los estudiantes le escriben una carta
expresando lo que sienten y contándole sus propias experiencias;
las escriben desplegando todos sus conocimientos aprendidos
sobre redacción y literatura.
 Lógico-Matemática: para poder conocer en persona a Miep Gies tuvieron
que organizar actividades para recaudar fondos. Esto implicó un trabajo
previo de resolver el problema de cómo hacerlo y realizar los cálculos
correspondientes.
 Musical: la docente traía a clase canciones de rap que escuchan los
propios estudiantes como vía para comprender recursos literarios como
la rima.
 Visual – Espacial: con la excursión a Centro Simon Wiesenthal, museo
en memoria del holocausto, los jóvenes pudieron salir del aula, habitar

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otros espacios, y entrar en contacto con representaciones visuales de lo
que estaban estudiando, fotos y videos.
 Intrapersonal: la redacción de los diarios impulsó un autodescubrimiento
de cada uno de los estudiantes, al empezar a contactar con sus propias
emociones y sentimientos, y dejarlos aflorar. Asimismo, las charlas que
tuvieron con los sobrevivientes del holocausto los sensibilizó
promoviendo que, por ejemplo, uno de los estudiantes tire su arma u
otro comience a abrirse a través de la escritura. Todo esto contribuyó
también para desplegar la siguiente inteligencia, la interpersonal.
 Interpersonal: se desarrolló a partir de las distintas propuestas grupales
que realizaron. Poco a poco comenzaron a reconocer al otro, conocerse
entre todos, integrarse, respetarse y apoyarse. Dinámicas como la de
acercarse o alejarse a la línea en función de si sentían identificados con
lo que decía la docente o la propuesta de cada uno realice un brindis por
el cambio, fueron fundamentales para impulsar el uso de esta
inteligencia. En estos ejemplos podemos ver en acción el concepto de
“zona de desarrollo próximo” de Vygotsky y apreciar cómo el aprendizaje
es social. En palabras del autor: “Dicha zona define aquellas funciones
que todavía no han madurado, pero que se hallan en proceso de
maduración, funciones que en un mañana próximo alcanzarán su
madurez y que ahora se encuentran en estado embrionario” (Vygotsky,
1979, p.133-134), y que en la interacción con el otro logran
desarrollarse. Con la ayuda de la docente pudieron alcanzar
aprendizajes que estaban dentro de su potencialidad. Asimismo, estos
procesos se produjeron a partir del vínculo entre los propios
compañeros. Algunos ejemplos de ello, en relación a la trayectoria de
aprendizaje de Eva Benítez, son:
o En el “brindis por el cambio” varios de sus compañeros comparten
la puesta en práctica de sus aprendizajes del último año, logrando
calar hondo en Eva, impulsándola a generar cambios personales.
o En la película se muestra que Benítez estaba muy compenetrada
con la historia de Ana Frank, preguntando y tratando de adivinar
cómo iba a ser el final. Cuando descubre que los nazis la
encontraron y muere, se enoja, le grita a la docente y la culpa por
hacerla leer un libro que cree que no le sirvió para nada. En ese
momento, uno de sus compañeros le da un punto de vista
distinto, le dice que para él no está muerta, y le hace un
paralelismo con sus amigos que han muerto y no se escribió nada
al respecto. Allí la joven cambia su punto de vista, comenzando a
concebir esta historia desde el aprendizaje.
o En su visita, Miep Gies los hace reflexionar y, entre otras cosas,
les aclara que ella no es un héroe, sino que hizo lo que tenía que
hacer. Esta apreciación repercute en Eva pues la relaciona con la
situación que ella está atravesando con respecto al asesinato del
que fue testigo. Este aprendizaje se consumó al, finalmente,
declarar la verdad ante el juzgado.

La diferenciación de las inteligencias entre sí representa para Gardner (1994)


divisiones establecidas para el estudio científico del tema. No obstante, en su
desempeño en sociedad, la persona hace uso de las diversas inteligencias en

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simultáneo. Gardner explica que los objetivos se logran integrando dichas
habilidades, existiendo pocas excepciones en las que se ejecuta una
inteligencia única y de forma pura. En tal sentido, se observa cómo la mayoría
de las prácticas educativas recién descriptas involucran más de una
inteligencia. Lo relevante de estas actividades, más allá de su creatividad, son
las repercusiones que tienen en los estudiantes, quienes comienzan a
interactuar de otra forma con el conocimiento, tomando en sus manos el control
y la responsabilidad de su propia formación y comenzando un proceso de
autoconocimiento. Al conocer cómo funcionan sus mentes, los estudiantes
lograron canalizar sus emociones y dar lugar a los aprendizajes profundos. Una
de las conclusiones de la investigación desarrollada por Bain (2014) es que el
autoconocimiento, que cada persona conozca cómo funciona su mente, qué es
lo que ya sabe y cuáles son sus fortalezas y debilidades, favorecen el
aprendizaje. Esto se puede relacionar con el concepto de “aprendizaje
significativo” de Ausubel ya definido. En definitiva, en los planteos de ambos
autores aparece la importancia de conocer el aprendizaje previo, solo que el
enfoque de Ausubel está centrado en que el docente lo conozca para poder ser
más efectivo en su enseñanza, mientras que Bain, durante toda su obra, hace
hincapié en la responsabilidad que tiene el propio aprendiz de su aprendizaje.

Como proyecto final de la materia, la profesora propuso convertir sus diarios en


un libro. Esta actividad significa para cada estudiante la consagración de sus
procesos de aprendizaje y se visualiza con claridad cómo ponen en práctica
sus diversas inteligencias. De hecho, Eva Benítez señala que aunque nadie lo
leyera, nadie les podría quitar esa experiencia y aprendizaje. Desde el punto de
vista de William Perry, este grupo llegó al nivel de compromiso, en donde “los
estudiantes se hacen pensadores independientes, críticos y creativos” (Bain,
2007, p. 30). Como dice uno de los titulares de un periódico local, éste se tornó
en un curso catártico de Literatura, donde los estudiantes aprendieron narrando
sus propias historias.

Tanto Martí (2015) como Pozo (2014) reflexionan acerca de la diferenciación e


integración de los conceptos de “educación formal” y “educación informal”.
Siguiendo la propuesta de Valsiner, Martí presenta algunos de los contrastes
entre estas dos modalidades. En el caso de la educación informal, quien
enseña puede ser cualquier persona que “participa en el entorno social
inmediato (padre, madre, hermana mayor, vecino, compañera de juego, etc.);
en la educación formal, personas especializadas y socialmente certificadas por
las instituciones competentes” (Martí, 2005, p. 184). La educación informal
ocurre en las diversas actividades y lugares en los que está presente cada
persona (parque, hogar, casa de amigos, barrio), mientras que la educación
formal se da en espacios creados especialmente. En cuanto a la relación que
tienen estas prácticas con el contexto local, en el caso de la educación informal
es estrecha. Sin embargo, en el caso de la educación formal suele haber “una
cierta discontinuidad con las tradiciones sociales y con los conocimientos que
en ellas se generan” (op. cit., p. 185). A su vez, Pozo, tomando ideas de
Bransford y Hager, plantea que la informal se centra más en el aprendiz que en
los contenidos y que privilegia las actividades prácticas. En cambio, la formal
tiende a enfocarse en saberes y pautas universales, promoviendo aprendizajes
descontextualizados.

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Una vez caracterizadas estas dos modalidades, se puede dar cuenta de que si
bien los procesos de aprendizaje de la película se dan en un marco formal, la
docente adopta estrategias asociadas a las características de la educación
informal. Esto no es de extrañar puesto que algunos autores, entre los que se
destacan Tharp y Gallimore, señalan lo siguiente:

La escuela tiene mucho que aprender de la pedagogía informal de la vida cotidiana.


Los principios de una buena enseñanza no son muy diferentes en la escuela o en el
hogar y la comunidad. Cuando una buena enseñanza aparece en la escuela, se
observan los mismos principios que muestra la enseñanza en los entornos informales
(Tharp y Gallimore, 1988, en Martí, 2005, p. 187).

“Los procesos de cambio fuera y dentro de la escuela interactúan


constantemente y pueden generar síntesis, contradicciones y elaboraciones
conjuntas que son las que interesan cuando queremos captar el alcance del
desarrollo humano” (Martí, 2015, p. 187). En otras palabras, las prácticas
educativas formales (como la escolarización) y las informales (pensemos en
prácticas educativas en el seno de la familia), coexisten y se relacionan.
Asimismo, junto al contexto familiar y escolar, emergen “otros dos ámbitos que
se consideran también contextos de desarrollo y en los que se configuran
igualmente un conjunto de prácticas sociales, algunas de ellas claramente
educativas: el grupo de iguales y los medios de comunicación” (op. cit., p.183).
En el caso de estudio, el entorno social de Eva Benítez le estaba transmitiendo
enseñanzas muy distintas a las que estaba recibiendo en la clase de Literatura.
La influencia ejercida por su familia y su grupo de pares estaba pujando para
que la adolescente opte por declarar ante el juzgado de forma irresponsable y
deshonesta. Aquí vemos la importancia de la educación formal, al dar cuenta
que la educación que estaba recibiendo de su entorno promueve actitudes y
aprendizajes que no son los adecuados para salir adelante y sobreponerse a
las problemáticas interraciales actuales. Desde el punto de vista de Pozo
(2014), la complejidad de las sociedades contemporáneas requiere ir más allá
de los modelos de aprendizaje informal, y generar aprendizajes intencionales.
Siendo que la mente y la cultura se construyen mutuamente, no todo puede
aprenderse en contextos de aprendizaje informales. En otras palabras, para
acceder a algunas funciones cognitivas complejas, es necesario estar inmerso
en contextos sociales que las favorezcan (constructos de aprendizaje formal
diseñados para tales fines). “Esa debe ser una de las funciones esenciales de
la educación formal no solo extender, sino modificar y reconstruir las mentes de
los alumnos” (Pozo, 2014, p. 395). Los aprendizajes adquiridos por Eva Benítez
tuvieron una “influencia permanente en la forma en que posteriormente piensa,
actúa o siente la estudiante” (Bain, 2007, p. 20).
A partir del curso de Literatura, la vinculación de Eva Benítez con el
conocimiento y la vida académica dio un giro significativo. La estudiante
comienza un proceso de aprendizaje profundo que deriva en un cambio
evolutivo, es decir, un cambio que se destaca por su carácter irreversible y su
capacidad para reorganizar el funcionamiento psicológico de la persona. Para
comprenderlo es indispensable considerar los aportes de Martí respecto a la
relación entre los conceptos de desarrollo, cultura y educación. En la actualidad
es imposible concebir un cambio evolutivo sin tener en cuenta los aportes
educativos. De la misma forma, los cambios educativos no se pueden concebir
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sin los aportes evolutivos. En definitiva, los cambios que se producen a nivel
biológico y cultural están interrelacionados a través de la educación, que
funciona como puente, como nexo (Martí, 2005).

A lo largo de la película vemos la gran influencia que el contexto cultural y su


entorno ejercen en las cosmovisiones y en el proceso de desarrollo de Eva
Benítez. El ámbito de educación formal, mediante el proceso de aprendizaje
que comienza en su clase de Literatura, interpela a la estudiante a cuestionarse
esas “verdades” arraigadas que tenía hasta entonces. Las prácticas educativas
“desempeñan un papel esencial en el proceso de aculturación de la persona,
favoreciendo, a través de sus formas organizadas de estructurar las
actividades, la ayuda que permite a las personas ser miembros de la
comunidad cultural de referencia” (Martí, 2005, p. 172). Lo interesante de este
caso es que la educación formal y la educación informal que estaba recibiendo
Benítez estaban velando por intereses diametralmente diferentes, es decir, las
lógicas para ser parte de la “tribu” latina chocaban con los aprendizajes que
debía desarrollar para poder integrarse al grupo de pertenencia que se estaba
forjando en la clase 203. Es por eso que podemos observar la diversidad de
reacciones que va teniendo la joven en el transcurso del proceso de
aprendizaje, siendo las resistencias las que primaron en un inicio. Sin embargo,
siguiendo los postulados de Bruner, una cultura está constantemente en
proceso de ser recreada y debe funcionar más bien como “un foro para
negociar y renegociar el significado. (…) La educación debería ser, uno de los
principales foros desde donde realizar esa función” (Bruner, 1986, en Martí,
2005, p. 172). En el escenario de aprendizaje que se desarrolla en clase de
Literatura, esta estudiante logra modular de qué manera iba a participar en las
prácticas sociales, generando discrepancias, tensiones y reestructuraciones
que dieron lugar a “resultados personales únicos y novedosos para el grupo de
referencia” (Martí, 2005, p. 173). Tal como lo considera Pozo (2014), el
aprendizaje humano no se explica meramente por factores internos del sujeto o
por factores externos, sino que es multifactorial. “En el desarrollo de los seres
humanos, los procesos de socialización y de individualización aparecen como
las dos caras de una misma moneda” (Coll, 1990, en Martí, 2005, p. 177).
Concluyendo, este film nos muestra la “metamorfosis” de Eva Benítez, quien
pasó de ser una estudiante apática a una que aprende en profundidad, con el
entusiasmo, la capacidad y actitud de analizar, comprender significados
subyacentes, cuestionarse y crear (Bain, 2014).

Expertos de esta clase gozan enfrentándose a lo desconocido e intentan resolver


problemas de los realmente difíciles. Disfrutan y saben cómo improvisar, cómo
inventar y cómo sortear obstáculos inesperados. Nuestra sociedad necesita expertos
flexibles, ya sea para enfrentarse a los estragos climáticos, para arreglar una
economía hundida o para acabar con las guerras. (Bain, 2014, p. 53)

En su propia realidad, Benítez pudo dar fin a una guerra, la que se daba en su
interior; y, junto con el grupo de la clase 203, en donde todos descubrieron el
goce del aprendizaje profundo, alcanzaron un cambio evolutivo, logrando
contribuir en apaciguar los conflictos barriales interculturales de Long Beach de
la época, teniendo su aprendizaje una función social.

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Referencias

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