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Monitorio: problemas procesales relativos a la pluralidad de demandados y sus distintas posturas

defensivas
Joan PERARNAU I MOYA
Magistrado de la Audiencia Provincial de Tarragona. Profesor Asociado de Derecho Procesal de la Universidad Rovira i Virgili
Diario La Ley, Nº 7069, Sección Doctrina, 3 Dic. 2008, Año XXIX, Editorial LA LEY
LA LEY 41282/2008

El autor analiza en el presente artículo los problemas, no resueltos y apenas tratados por la doctrina, en relación con la posible pluralidad de
demandados en el procedimiento monitorio.

POSIBILIDAD DE DEMANDAR A VARIOS SUJETOS EN EL PROCEDIMIENTO MONITORIO


1. LAS DISTINTAS POSTURAS DOCTRINALES
Tenía y tiene todavía dudas la doctrina sobre si en el procedimiento monitorio hay la posibilidad de demandar a varios sujetos, existiendo
tres posturas bien diferenciadas:

A) La que sostiene que la demanda monitoria sólo puede dirigirse contra un solo deudor, y no contra varios deudores, sin
que resulte de aplicación a dicho procedimiento especial la posibilidad de acumulación subjetiva de acciones a que se
refiere el artículo 72 LEC.

Los principales argumentos de esta postura son: A) La interpretación literal de la LEC, que cuando regula el procedimiento
monitorio (arts. 812 a 818) siempre habla en singular de «deuda» y «deudor», sin dedicar además precepto alguno a
resolver el problema de la pluralidad de demandados; B) Sin embargo, el principal argumento de esta postura es que,
permitir demandar a varios deudores sería incompatible con los trámites previstos para el procedimiento monitorio, toda
vez que cada uno de los deudores que han sido llamados a la litis pueden adoptar, durante el curso del procedimiento,
posturas más que diferentes: unos pueden pagar, otros guardar silencio, otros oponerse sin más, o pagar parcialmente
alegando pluspetición, y el juego del artículo 818 LEC, implicaría que, en un mismo proceso, podrían surgir diversos
juicios, con diferentes cuantías, y por ende, con reglas de postulación diferente, incluso darse la paradoja de que frente a
una resolución con fuerza de cosa juzgada en el proceso monitorio, podría asimismo concurrir una sentencia en el
procedimiento declarativo (verbal u ordinario) que podría ser desestimatoria de la pretensión del acreedor.

En este sentido, autos de la AP Castellón 28-04-05, AP Huelva 25-03-03 y AP Baleares 22-09-03, entre otros.

De la misma opinión es PÉREZ-OLLEROS SÁNCHEZ-BORDONA (1) .

B) La que sostiene que cabe la posibilidad de la acumulación subjetiva de acciones en el proceso monitorio, pero sólo
cuando los deudores residan o puedan ser hallados en el mismo partido judicial, de modo que debe rechazarse la
acumulación y la petición o demanda respecto de aquel deudor o deudores que no residan o puedan ser hallados en el
mismo partido judicial que el resto.

Los principales argumentos de esta postura son: A) La taxativa regla de competencia del art. 813 LEC, precepto que
excluiría por su carácter especial la aplicación del art. 53 LEC, y que dice que «será exclusivamente competente para el
proceso monitorio el Juez de Primera Instancia del domicilio o residencia del deudor o, si no fueren conocidos, el del lugar
en que el deudor pudiera ser hallado a efectos del requerimiento de pago por el tribunal, salvo que se trate de la
reclamación de deuda a que se refiere el número 2.º del apartado 2 del art. 812, en cuyo caso será también competente el
tribunal del lugar en donde se halle la finca, a elección del solicitante. En todo caso, no serán de aplicación las normas
sobre sumisión expresa o tácita contenidas en la sección 2.ª del capítulo II del Título II del Libro I»; B) La finalidad del
proceso, que trata de compatibilizar por un lado el otorgamiento de una protección rápida y eficaz del crédito dinerario,
permitiéndole al acreedor, aun careciendo de título, que pueda seguir una ejecución dineraria contra el deudor, y por otro,
permitirle al deudor que pueda oponerse, y ese fin sólo se puede alcanzar si se realizan las actuaciones procesales más
relevantes en el lugar en el que tiene su domicilio efectivo el deudor contra quien se insta la petición. La norma de
competencia territorial del artículo 813 LEC, debe interpretarse teniendo en cuenta el fin perseguido a través de este
procedimiento, que gira en torno a la presencia del deudor.

En este sentido, autos de la AP Tenerife, Sección 3, de 11 de marzo de 2008 y de 16 de abril de 2002; auto de la AP de
Murcia de noviembre de 2003; auto de la AP Logroño de 27 de febrero de 2004 y auto de la AP de Madrid de 7 de
septiembre de 2004, entre otros.

C) La postura mayoritaria, por el contrario, sostiene que el legislador no ha querido excluir el monitorio de la reclamación

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de deudas con pluralidad de deudores, y, por tanto, permite que en el procedimiento monitorio pueda dirigirse la
reclamación contra varios sujetos, siempre que su obligación nazca del mismo título o causa de pedir.

Los principales argumentos de esta postura son: A) Que el artículo 72 LEC permite la acumulación de acciones que uno
tenga contra varios sujetos, siempre que entre esas acciones exista un nexo por razón del título o causa de pedir, sin que
haya ninguna razón para excluir su aplicación en el juicio monitorio, por no estar legalmente prevista su exclusión, estando
por el contrario previsto en el artículo 21-4 de la Ley de Propiedad Horizontal, que el monitorio se dirija contra varios
demandados; B) Por razones de economía procesal, al ser preferible dar una solución conjunta y única a la reclamación
derivada de la misma causa de pedir; C) No ser obstáculo a la acumulación la distinta postura procesal que puedan
adoptar los demandados, por cuanto también en los procesos declarativos pueden ser distintas las posturas de los
diferentes demandados.

En este sentido, TSJ Cataluña, Sec. 1.ª, A 19-4-2007 y Autos AP Tarragona Secc. 3.ª, de 24-9-2008 y 1-10-2008;
AP Barcelona, Sección 13, Auto de 6 de julio de 2007 y Auto del 19 de octubre de 2007; AP de Valencia, sección 6.ª, de
25 de junio de 2001; AP Valencia, sección 11.ª, de 17 de enero de 2002; AP Guadalajara, número 79/2002, de 6 de
noviembre; AP La Rioja, número 133/2003, de 30 de octubre y número 135/2003, de 30 de octubre; AP Almería, sección
1.ª, número 45/2004, de 4 mayo; AP Almería, sección 2.ª, número 37/2004, de 24 de mayo; AP La Rioja, sección 1.ª,
número 85/2004, de 7 de junio; AP Almería, sección 2.ª, número 52/2004, de 20 de septiembre; AP Madrid, sección 12.ª,
número 193/2004, de 10 de marzo y sección 10.ª, de 7 de junio de 2005, entre otras muchas.

De la misma opinión es PICÓ I JUNOY (2) .

El problema que surge a continuación es determinar el juzgado competente territorialmente para conocer del procedimiento monitorio con
pluralidad de demandados.

2. JURISPRUDENCIA DEL TRIBUNAL SUPREMO AL RESPECTO


El Tribunal Supremo ha ido, fundamentalmente al resolver cuestiones de competencia, perfilando una jurisprudencia clara en orden a esta
cuestión, que podemos sintetizar de la forma siguiente:

1.- No hay problema alguno para que en el procedimiento monitorio puedan ser demandados varios sujetos, siempre que
su obligación nazca del mismo título o causa de pedir, es decir, utilizando la terminología literal del art. 72 LEC, siempre
que entre esas acciones exista un nexo por razón del título o causa de pedir al fundarse en los mismos hechos. Ello es así
para no dividir la continencia de la causa y por elementales razones de economía procesal.

2.- No es en absoluto preciso que todos los deudores demandados residan o puedan ser hallados en el mismo partido
judicial, siendo perfectamente posible que alguno o algunos de ellos residan o hayan pasado a residir en otros partidos
judiciales.

3.- Cuando se demanda a varios sujetos, será Juez competente territorialmente el del domicilio o residencia de cualquiera
de ellos, y en caso de desconocerse, el del lugar en que alguno de los demandados pudiera ser hallado y requerido de
pago, siempre a elección del actor, quedando desde este momento fijada la competencia del Juzgado, el cual no la puede
ya declinar en el futuro. Ello es así al establecerlo la regla general del art. 53-2 LEC, aplicable a estos casos, y cuya
exclusión sólo puede tener lugar cuando exista y se acredite fraude procesal. Dicho de otro modo, cuando se pide en el
monitorio la condena de varios demandados y no consta una situación de fraude, el actor puede elegir el fuero territorial de
cualquiera de ellos, sin que el Juzgado elegido pueda imponer el de otro, al establecerlo así el artículo 53-2 LEC, que es
norma general complementaria de la específica del artículo 813 del mismo Texto Legal.

4.- A los codemandados que residan o fueren hallados en lugar distinto al partido judicial del Juzgado competente, éste
debe hacerles el requerimiento de pago mediante el auxilio judicial correspondiente o exhorto.

5.- Una vez iniciado el proceso y fijado el fuero de competencia respecto al menos de uno de los codemandados —lo que
determinará ya la competencia territorial del Juzgado—, es de aplicación lo dispuesto en el artículo 411 LEC, la
«perpetuación de la jurisdicción», en cuanto que las alteraciones del domicilio de las partes «no modificarán la jurisdicción
y competencia, que se determinarán según lo que se acredite en el momento inicial de la litispendencia». Aserto lógico ya
que, en caso contrario, se podría variar la competencia de los Juzgados a voluntad del deudor mediante cambios
sucesivos de domicilio. Dicho de otro modo, habiéndose requerido de pago a uno de los codemandados, no es dable ya al
Juzgado declinar la competencia por el hecho de que otro u otros tengan su paradero en una circunscripción distinta.

Así, podemos citar el Auto TS Civil, sección 1, de 29 de mayo de 2008, que dice que, «fijado el fuero de competencia respecto de uno de
los codemandados a los que se le reclama la devolución de un préstamo efectuado conjuntamente a ambos, y máxime tratándose de
cónyuges de los que no consta estén separados, el conocimiento del tribunal ha de extenderse a los dos, sin que quepa dividir la
continencia de la causa por el hecho de que uno de ellos haya podido ser requerido de pago en una localidad de la circunscripción del
Juzgado, y el otro no, por tener su domicilio fuera del partido judicial en que se tramita el proceso. Por ello, y de conformidad con los arts.
813, 53.2, 72 y 76.2.º (para el caso de haberse seguido dos procesos) LEC, y un criterio de buen sentido, procede declarar la competencia
territorial del Juzgado de Madrid para conocer en un solo proceso, debiendo practicarse el requerimiento de pago al Sr. Gregorio mediante
el auxilio judicial correspondiente».

Auto TS Civil, sección 1, de 9 de febrero de 2007: «Por el Banco (...) se dedujo demanda de juicio monitorio contra D. Juan Antonio, con

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(

domicilio en Santa Cruz de Las Palmas y D. Guillermo, con domicilio en Guía de Isora. El art. 813 LEC establece como fuero territorial
prioritario para los juicios monitorios el del domicilio del demandado, por lo que, siendo varios los demandados, el actor podrá elegir el
tribunal del domicilio de cualquiera de ellos, tal y como establece la regla general del art. 53.2 LEC, cuya exclusión sólo puede tener lugar
cuando exista fraude procesal».

Auto TS Civil, sección 1, de 20 de marzo de 2007: «resulta obvio que cuando se pide la condena de varios demandados y no consta una
situación de fraude, el actor puede elegir el fuero territorial de cualquiera de ellos, sin que el Tribunal pueda imponer el de otro, y así se
establece en el artículo 53.2 de la Ley de Enjuiciamiento Civil que es norma general complementaria de la específica del artículo 813 del
mismo Texto Legal».

Auto TS Civil, sección 1, de 22 de febrero de 2007: «en el presente caso, se ejercita la acción de reclamación de cantidad líquida, por las
normas establecidas en los artículos 812 y siguientes de la Ley de Enjuiciamiento Civil, que al regular la competencia territorial, en el
artículo 813, la vincula de modo imperativo al domicilio o residencia de la parte o partes demandadas ("será exclusivamente competente")
pudiendo fijar la competencia cualquiera de ellas». Conforme alega el Juzgado de Primera Instancia número 2 de Mataró, la fiadora
solidaria demandada residía en Vitoria donde no se la requirió y el deudor principal demandado mudó su domicilio a Mataró, donde fue
requerido por exhorto debidamente cumplimentado, por lo que, ya en este sentido, la competencia recaería en el Juzgado de Primera
Instancia número 3 de Vitoria. Al requerir por exhorto al deudor y ser debidamente cumplimentado en fecha anterior al Auto de inhibición,
el Juzgado de Primera Instancia número 3 de Vitoria asumió la competencia por haber iniciado el proceso al haber citado y requerido con
éxito a uno de los deudores. Una vez iniciado el proceso, es de aplicación lo dispuesto en el artículo 411, la «perpetuación de la
jurisdicción», en cuanto que las alteraciones del domicilio de las partes «no modificarán la jurisdicción y competencia, que se determinarán
según lo que se acredite en el momento inicial de la litispendencia». Entendiendo la jurisprudencia del Tribunal Supremo (Auto de 3 de
diciembre de 2004) que el domicilio del demandado está fijado o al menos lo estaba al tiempo de presentarse la demanda, cuando en él
ha sido practicado el requerimiento de pago. Aserto lógico ya que, en caso contrario, se podría variar la competencia de los Juzgados a
voluntad del deudor mediante cambios sucesivos de domicilio. En este sentido es sumamente expresivo el Auto del Tribunal Supremo de
9 de Julio de 2004 al decir que: «habiéndose practicado el requerimiento de pago en Madrid... no cabe con posterioridad apreciar de oficio
una hipotética falta de competencia territorial de conformidad con lo establecido en el artículo 58 de la Ley de Enjuiciamiento Civil».

Igualmente los Autos del TS de 10 de enero de 2008 y 20 de abril de 2007.

PROBLEMAS RELATIVOS A LAS DISTINTAS POSTURAS QUE PUEDEN ADOPTAR LOS DIFERENTES
DEMANDADOS SOLIDARIOS
1. PROBLEMÁTICA
Resuelto, pues, el tema de la existencia de diferentes sujetos en la parte pasiva del procedimiento monitorio, y el problema relativo a la
competencia territorial del Juzgado competente, debe abordarse un problema de mayor complejidad: qué iter procesal debe seguirse en
caso de posturas defensivas diferentes entre los diferentes deudores solidarios demandados, tema éste que decantó incluso a alguna
doctrina a negar que pudieran ser demandados varios, como ya hemos visto.

Ciertamente, si los diferentes deudores demandados operan de consuno —pagando, no pagando u oponiéndose—, operan de hecho
como si hubiera un solo deudor demandado, por lo que basta, en estos casos, con aplicar literalmente lo que la LEC ya prevé para los
diferentes supuestos.

El problema surge cuando:

a) Un codeudor demandado paga totalmente la deuda mientras los demás se oponen, o no comparecen ni pagan;

b) Un codeudor demandado paga parcialmente la deuda mientras los demás no comparecen ni pagan;

c) Un codeudor demandado paga parcialmente la deuda mientras todos los demás o alguno de ellos se opone;

d) Cuando mientras que un demandado solidario se opone, otros demandados solidarios ni se oponen ni pagan.

El supuesto a), es decir, cuando un codeudor demandado paga totalmente la deuda mientras los demás se oponen, o no comparecen ni
pagan, no parece que pueda plantear demasiadas dudas, pues al quedar satisfecho el interés del demandante que instó el monitorio, éste
pierde su objeto, y la consecuencia no puede ser otra que la prevista en el art. 817 LEC: el archivo del procedimiento monitorio, pudiendo,
eso sí, los codeudores que se opusieron al pago, si el que pagó la deuda les reclama en la relación interna la parte que les corresponda,
plantear ante éste cuantos motivos de oposición y defensas hubieran podido plantear al acreedor de no haber aquél pagado. Basta
recordar que el art. 1144 CC sólo permite al acreedor dirigirse contra otros codeudores mientras no haya cobrado la deuda por completo, y
el art. 1145 CC dispone que el pago hecho por uno de los deudores solidarios extingue la obligación, pudiendo entonces reclamar éste de
los demás codeudores la parte que a cada uno corresponda en la deuda.

En el supuesto b), es decir, cuando un codeudor demandado paga parcialmente la deuda mientras los demás no comparecen ni pagan,
debe procederse a despachar ejecución contra todos por la parte de la deuda no pagada, pues se habría simplemente reducido el objeto
del procedimiento.

Más complejo es el supuesto c), es decir, cuando un codeudor demandado paga parcialmente la deuda mientras todos los demás o
alguno de ellos se opone. El pago parcial reduciría el objeto del procedimiento, pero ¿qué sucedería respecto de la parte de la deuda no
pagada, habiéndose alguno de los codeudores opuesto?

El mismo problema y la misma duda aparece en el supuesto d), es decir, cuando mientras que un demandado solidario se opone, otros

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demandados solidarios ni se oponen ni pagan.

Surge en estos casos el problema de qué procede hacer, si abrir ejecución contra los que ni se opusieron ni pagaron y procedimiento
declarativo contra el que se opuso —con lo que tendremos dos procedimientos, uno de ejecución y uno declarativo—, o bien denegar el
despacho de ejecución y abrir el procedimiento declarativo contra el que se opuso, o contra todos los demandados, se hubieran opuesto o
no, que en el caso de pago parcial sería obviamente por la cantidad no pagada.

2. LAS DISTINTAS POSTURAS DOCTRINALES


Este tema es, ciertamente, discutido en la doctrina, ante la laguna legal existente en la LEC, existiendo dos posturas claramente
diferenciadas:

A) La postura que opta por la apertura simultánea de los dos procedimientos —ejecución y declarativo—, al considerar
que, en el procedimiento monitorio, cuando unos demandados solidarios se oponen, y otros demandados solidarios ni se
oponen ni pagan, lo que procede es abrir ejecución contra los que ni se opusieron ni pagaron y procedimiento declarativo
—verbal u ordinario— contra los que se opusieron, siguiendo pues literalmente lo dispuesto en la LEC.

En este sentido cabe citar:

AP Barcelona, Sección 13, Auto de 6 de julio de 2007 y Auto del 19 de octubre de 2007: «En cuanto a la posibilidad de
acumulación subjetiva de acciones en el juicio monitorio, es doctrina comúnmente admitida (Auto de 5 de abril de 2006, de
la Sección Primera de la Audiencia Provincial de Barcelona; entre las más recientes), que el artículo 72 de la Ley de
Enjuiciamiento Civil permite la acumulación de acciones que uno tenga contra varios sujetos, siempre que entre esas
acciones exista un nexo por razón del título o causa de pedir, sin que haya ninguna razón para excluir su aplicación en el
juicio monitorio, por no estar legalmente prevista su exclusión, estando por el contrario previsto en el artículo 21,4 de la
Ley de Propiedad Horizontal, que el monitorio se dirija contra varios demandados, y porque, por el contrario, por razones
de economía procesal, es preferible dar una solución conjunta y única a la reclamación derivada de la misma causa de
pedir, no pudiendo ser obstáculo a la acumulación la distinta postura procesal que puedan adoptar los demandados por
cuanto, también en los procesos declarativos pueden ser distintas las posturas de los demandados, dando lugar
allanamientos parciales ejecutables, o desistimientos susceptibles de ejecución en cuanto a las costas, estando en
cualquier caso previsto en la Instrucción 3/2001 del Pleno del Consejo General del Poder Judicial que, no habiendo
oposición del deudor, se produce la terminación y archivo del monitorio, y la apertura del proceso de ejecución, pudiendo
resolverse las oposiciones de los demás demandados en el declarativo que corresponda a la suma de sus cuantías por
aplicación de la norma del artículo 252,2.ª de la Ley de Enjuiciamiento Civil».

Y AP Asturias, Sección 1, Auto de 2 de marzo de 2006: «Se trata de determinar si una vez formulado el requerimiento a
que se refiere el artículo 815 de la LEC y opuesto uno sólo de los demandados, el actor puede solicitar que se despache
ejecución frente a los incomparecidos. El Auto de la Audiencia Provincial de Cáceres, Sección 1.ª, de 4 de abril de 2005
indica que la solución depende de la acción ejercitada, que en el caso concreto eran de reclamación de cantidad y la
directa del artículo 1597 del CC que aprecia como subordinada a aquélla. El Auto de la Audiencia Provincial de Badajoz,
Sección 3.ª, de 25 de enero de 2005 no ve obstáculo a que se despache ejecución frente a los incomparecidos, aplicando
el artículo 816 de la LEC, y operando el artículo 818 respecto al opuesto. La Revista Sepin (septiembre 2002, página 85)
considera que esa solución es insatisfactoria y que la causa de oposición de un obligado solidario aprovecha a los demás
e impide que se siga la ejecución frente a ellos pues, en otro caso, podría dar lugar a resoluciones contradictorias, por un
lado el auto de despacho y por otro una eventual sentencia absolutoria del deudor solidario.

Esta Sala, reconociendo que estamos ante una cuestión muy dudosa, con argumentos coherentes a favor de una u otra
postura, considera que es posible despachar ejecución frente al deudor que no se haya opuesto. La existencia de
deudores solidarios constituyó una apreciable ventaja para el acreedor en relación con la situación de un solo deudor o de
varios que se obligan mancomunadamente, ya que puede exigir el total de la deuda a cualquiera de ellos y las
reclamaciones hechas a un deudor no impiden dirigirse frente a los demás si aquél no ha satisfecho la deuda por completo
(artículo 1144 del Código Civil).

Si el acreedor podía dirigirse frente a uno de los deudores y la falta de oposición de éste acarrearía el despacho de
ejecución frente a él, no se aprecia obstáculo alguno que impida llegar al mismo resultado cuando se demanda a varios y
uno se ha opuesto. Si, llegado el caso, un obligado solidario obtuviere una sentencia favorable posteriormente y se
entendiese que éste debe beneficiar a los demás por la fuerza expansiva de la solidaridad, que hasta la promulgación de
la LEC tenía fundamento legal al venir recogido en el artículo 1252 del Código Civil, el deudor que hubiera pagado podría
dirigirse frente al acreedor para reclamar lo pagado de más».

De igual opinión es MARTÍN PASTOR (3) .

B) La otra postura doctrinal señala la imposibilidad de que existan dos procedimientos —uno de ejecución y otro
declarativo—, debiéndose incoar solamente el procedimiento declarativo -—verbal u ordinario— que corresponda. Esta
postura mantiene pues la imposibilidad de que existan los dos procedimientos —uno de ejecución y otro declarativo—,
considerando que no cabría despachar ejecución y solamente incoar el procedimiento declarativo —verbal u ordinario—
frente al demandado que se opuso, o, según alguna doctrina, obligatoriamente frente a todos los demandados del
monitorio, se hubieran opuesto o no.

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En este sentido cabe citar:

AP Vizcaya, Sección 5, Auto de 8 de abril de 2008: «qué sucedería si, en este caso, uno de los demandados se opone y el
otro no, a juicio esta Sala —y salvo criterio mejor fundado— la solución a tal cuestión no sólo es sencilla, sino fácilmente
integradora con los preceptos establecidos en la propia Ley de Enjuiciamiento Civil y, desde luego, no da lugar a ningún
problema de difícil encaje procesal. Y, de esta manera, si uno de los deudores paga y el otro no comparece, habrá de
procederse conforme establece el artículo 817 de la Ley de Enjuiciamiento Civil porque ambos demandados se encuentran
ligados por vínculos de solidaridad. Si ninguno de los deudores comparece, se aplicará el artículo 816 del mismo Texto
Legal. Y, finalmente, si uno de los deudores comparece y presenta escrito de oposición y el otro no comparece (al igual
que si ambos comparecen y presentan escrito de oposición), habrá de sustanciarse la oposición, respecto de los dos
deudores, conforme al artículo 818 de la Ley de Enjuiciamiento Civil, precisamente por la naturaleza del título en el que se
fundamenta la petición monitoria y por el vínculo de solidaridad existente entre los prestatarios. Este criterio es compartido
para un supuesto similar por la A.P. de Madrid Sec. 10.ª en su auto de 7 de Junio de 2005».

AP Las Palmas, Sección 4, Auto de 1 de junio de 2006: «cuando sean varios los titulares de un piso o local la deuda
nacida del impago de la obligación ex lege de contribuir al pago de los gastos comunes no se divide entre ellos sino que es
solidaria frente a la Comunidad de Propietarios. De modo que si por uno de los codemandados se produce el pago no
podría continuar el monitorio respecto de los demás y, por igual razón, la oposición que uno formula ha de poner fin al
juicio monitorio, ya que en otro caso se estaría dando lugar a dos procesos diferentes respecto de una misma deuda, uno
declarativo y otro de ejecución que podría llevar a resoluciones contradictorias o a la duplicidad del pago por lo que, en
supuestos como el de autos, ha de entenderse que la oposición de un deudor solidario aprovecha a todos los deudores
demandados en juicio monitorio unidos ex lege por el mismo vínculo jurídico».

AP Sevilla, Sección 5, Auto de 12 de mayo de 2006: «En cuanto a las dificultades que se podrían presentar en el supuesto
de que algún deudor se opusiera, en los términos que establece el artículo 818 de la Ley de Enjuiciamiento Civil, no se
plantearía si uno de los deudores paga, porque en tal caso, de conformidad con lo establecido en el artículo 1.145 del
Código Civil, el pago realizado por uno de los deudores solidarios extingue la obligación. Cuestión distinta sería el
supuesto de que al menos uno de los demandados se opusiere y los demás no, pero no pagan. Es sabido que cuando no
comparece el deudor requerido se establece, artículo 816 de la Ley de Enjuiciamiento Civil, que se siga adelante la
ejecución, dicha norma no sería aplicable a los presentes autos, porque si al menos uno de los demandados se opone y
los demás no comparece obviamente habría de aplicarse lo dispuesto en el artículo 818, es decir, habría de ventilarse la
cuestión en el juicio que corresponda».

J Mercantil Vizcaya, Auto de 7 de abril de 2006: «La cuestión que aquí se analiza es lo que acontece cuando las
posiciones procesales de los requeridos de pago son diversas, siendo la obligación solidaria. Uno de ellos se ha opuesto
(...). En situación especial queda entonces el otro deudor requerido de pago, que dejó transcurrir el término de veinte días
que dispone la LEC sin presentar escrito de oposición.

En tales casos el art. 816.1 LEC dispone que se dictará auto por el que se despache ejecución por la cantidad adeudada,
respecto al deudor que nada opuso, y el art. 818 que se siga el procedimiento declarativo que proceda, respecto del que sí
lo hizo. En el caso del procedimiento de ejecución, el art. 816.2 dispone que proseguirá conforme a lo dispuesto para la de
sentencias judiciales, pudiendo formularse la oposición prevista en estos casos, sin que el solicitante y el opositor puedan
pretender ulteriormente la cantidad o su devolución. En definitiva, que puede existir una sentencia y un auto que despache
ejecución o que resuelva oposición, de contenidos contradictorios, todo ello por unos mismos hechos, algo inadmisible en
el ordenamiento jurídico, pues atenta contra las exigencias de seguridad jurídica que dimanan del art. 9.3 de la
Constitución.

En efecto, al tratarse de una deuda solidaria, y al haber oposición del otro obligado, la situación que puede derivar de
ambos procedimientos, si es que son procedentes, obliga a actuar con cautela, pues han de conciliarse las exigencias del
Código Civil y las procesales.

Así resulta que el art. 1.143 CC dispone que la novación, confusión o emisión de la deuda, hecha por cualquiera de los
deudores solidario extingue la obligación, sin perjuicio de la facultad de repetición. En consecuencia, si la oposición que ha
planteado el deudor solidario que se opuso triunfa, beneficiará al otro. No es coherente admitir, por ello, que habiendo sido
puesta en cuestión la existencia misma de la obligación, como ocurre con el escrito de oposición de uno de los deudores,
se despache ejecución contra los demás.

Por otro lado el art. 1.145 CC supone también que el pago hecho por un deudor solidario extingue la obligación. Si se
despacha ejecución contra el deudor que nada dijo, y se encuentran bienes suficientes y se satisface la deuda, quedaría
sin contenido el procedimiento ordinario a que da lugar la oposición. Además según este mismo precepto, el deudor
ejecutado que viera afectado su patrimonio y abonara al ejecutante, podría a través de la acción de regreso frente al
deudor solidario la parte que correspondiera, con lo que estaría perjudicando al deudor que sí se ha opuesto, esgrimiendo
causas de oposición tan serias como la inexistencia de la deuda.

Por último cabría la eventualidad de que el proceso de ejecución continuara y luego se desestimara la demanda en el
juicio declarativo, que evidentemente tendría que influir en la ejecución, ya que así lo autoriza el art. 1.148 CC. De esta
manera el deudor ejecutado si ha pagado, tendría que recurrir a las previsiones sobre el cobro de lo indebido de los arts.

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1.895 y 1.901 CC, o debería dirigirse contra el codeudor para reclamar su parte, oponiéndole éste la sentencia
desestimatoria de la pretensión del acreedor.

Que la obligación sea solidaria y que el art. 1.144 del Código Civil permita al acreedor dirigirse frente a uno, varios o todos
los obligados de esta forma, no significa que la obligación no sea única. (...)

Como dice la STS de 10 de julio de 1990, "la obligación solidaria presupone una pluralidad de sujetos, activos, pasivos o
mixtos, una unidad de objeto, una duplicidad en las relaciones obligacionales, tanto vinculantes externamente entre los
acreedores y el deudor, o entre el acreedor y los deudores, como internamente de unos y otros entre sí, y finalmente una
identidad de la causa común obligacional; la unidad de la prestación hace a la misma indivisible, sin posibilidad de
fraccionar el crédito o la deuda, de forma que se debe la totalidad o se es acreedor del todo". Otro tanto mantiene la STS
de 15 de marzo de 1982 (RJ 1982\1377), que declara también que la jurisprudencia "ha prestado acogida a la concepción
actual de la obligación solidaria poniendo de relieve que aunque los créditos de los particulares deudores puedan
desarrollarse hasta cierto grado con independencia, permanecen no obstante unidos entre sí a través de la unidad de fin
de las prestaciones que es el estar destinadas en común a la satisfacción del interés del acreedor".

En virtud de tal "unidad de fin", si uno cualquiera de los obligados niega, como es el caso, la existencia de la obligación a
partir de cierta fecha, lo que se resuelva afectará al título, que es único, y a la obligación, también única, que nace de
aquél. Por ello mismo el propio Código Civil dispone varias normas que permiten a cualquier deudor solidario beneficiarse
de los actos impeditivos, extintivos o de cumplimiento de los demás obligados (arts. 1.143, 1.145, 1.146 y 1.148).

Ante tal unidad, y pese a que la oposición sólo se formula por un deudor, el tratamiento de esa misma oposición tiene que
ser también unitario. El Auto AP Zaragoza de 13 de abril de 2004, dice al respecto que "considera la Sala que, en evitación
del claro perjuicio que se puede irrogar al recurrente, cuando no indefensión, al no permitirse la ejecución contra el
demandado no opuesto, ni tampoco en principio conforme a un criterio estrictamente formal entablar contra el mismo juicio
ordinario, deberían arbitrarse los medios oportunos para acumular al ordinario ya incoado contra el otro demandado
opuesto una eventual demanda de esta clase de juicio que pudiera presentarse contra la otra demandada, al objeto de
evitar aquella posible indefensión y permitir dirigir la acción contra ambos demandados en un procedimiento común con
una sola Sentencia que resolviese el asunto conflictivo y que alejase así el peligro de posibles resoluciones
contradictorias".

Es decir, que el tratamiento de la oposición de un solo deudor solidario debe ser unitario, y en consecuencia, la demanda
que el art. 818.1 LEC obliga a presentar habrá de serlo contra ambos deudores. No se oculta que con ello el deudor que
nada opuso puede resultar perjudicado, pues se verá abocado a un procedimiento que puede provocar una condena en
costas. Sin embargo esa dificultad puede ser matizada a través del allanamiento, y en todo caso también puede acontecer
que si la oposición prospera, la posición para dicho deudor que no se opuso sea más favorable que la actual.

En definitiva, la demanda de juicio ordinario que la SGAE debe presentar habrá de serlo frente a los dos deudores
solidarios, pues la oposición de uno obliga a ello».

Del mismo criterio es DÍAZ MARTÍNEZ (4) .

3. POSICIONAMIENTO AL RESPECTO
1.º.- IMPOSIBILIDAD DE LOS DOS PROCEDIMIENTOS —UNO DE EJECUCIÓN Y OTRO DECLARATIVO—.

No obstante reconocerse la complejidad del tema y los buenos argumentos de las distintas posturas doctrinales, según mi opinión, para
resolver la laguna legal, debe rechazarse totalmente que puedan incoarse los dos procedimientos —uno de ejecución y otro declarativo—.

Y ello por las siguientes razones:

1.ª Parece claro que la propia LEC excluye la posibilidad de la existencia de los dos procedimientos —ejecutivo y
declarativo— pues el art. 816-2 LEC dispone que, «despachada ejecución, proseguirá ésta conforme a lo dispuesto para la
de sentencias judiciales, pudiendo formularse la oposición prevista en estos casos, pero el solicitante del proceso
monitorio y el deudor ejecutado no podrán pretender ulteriormente en proceso ordinario la cantidad reclamada en el
monitorio o la devolución de la que con la ejecución se obtuviere». Por tanto, este precepto cierra la puerta a la existencia,
una vez abierta la ejecución, de cualquier otro procedimiento ordinario sobre el mismo objeto, pues expresamente le priva
de toda eficacia respecto a lo resuelto en el de ejecución, ya sea al acreedor-ejecutante para cobrar lo que no ha obtenido
en el procedimiento de ejecución, como al deudor-ejecutado para que el acreedor-ejecutante le devuelva lo que éste
hubiera obtenido de más en dicho procedimiento de ejecución. En definitiva, lo que resulte del proceso de ejecución será
ya inamovible para las partes del mismo, de manera que si en el procedimiento declarativo entablado entre el ejecutante y
los otros deudores que se opusieron se dictara sentencia firme que declarara la inexistencia de la deuda o que debe
pagarse menos de lo obtenido por el acreedor-ejecutante en el procedimiento de ejecución, no podría ya el deudor-
ejecutado accionar contra el acreedor-ejecutante para que le devolviera todo o parte de lo que hubiera obtenido éste en la
ejecución, no tendría pues ninguna eficacia lo resuelto en el declarativo respecto a lo resuelto en el de ejecución.

2.ª No parece razonable ni lógico que en un procedimiento se ejecute un título o derecho al mismo tiempo que en otro
procedimiento —en el declarativo— se esté precisamente cuestionando tal título o derecho, más aún teniendo en cuenta la
precariedad del título ejecutivo derivado del art. 816-1 LEC, pues no debe olvidarse que el monitorio no se funda en un

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título ejecutivo ab initio, sino que éste nace con y por el impago y no oposición de los demandados, y teniendo igualmente
en cuenta que la ejecución que deriva del monitorio no es provisional, sino definitiva, como establece el art. 816-2 LEC.

3.ª Atenta al principio de economía procesal que para el cobro de un título o derecho puedan seguirse dos procedimientos
no acumulables —uno de ejecución y uno declarativo—.

4.ª Los problemas, tanto procesales como simplemente prácticos, que puede acarrear la existencia de dos procedimientos
de distinta naturaleza, son numerosos y de difícil solución, atentando algunos de ellos contra el principio de seguridad
jurídica, constitucionalmente garantizado, y del que el Derecho Procesal es uno de sus pilares fundamentales.

5.ª Uno de tales problemas sería la diferencia entre los medios de defensa que pueden tener los distintos deudores, pues
mientras que en el procedimiento de ejecución solamente cabrá oponer por el deudor-ejecutado los motivos del art. 556
LEC [a) pago o cumplimiento de lo ordenado, que habrá de justificarse documentalmente; b) caducidad de la acción
ejecutiva; c) pactos y transacciones que se hubieren convenido para evitar la ejecución, siempre que consten en
documento público] y los procesales del art. 559 LEC, en el procedimiento declarativo no habrá limitación en los motivos
de defensa que puedan oponer los deudores-demandados.

6.ª Otro de tales problemas sería la posibilidad de resoluciones contradictorias, posibles tanto por la diferencia de los
medios de defensa que caben, como por la propia actividad procesal y probatoria de las partes, problema éste muy grave
y que por sí solo ya debería excluir la opción de los dos procedimientos. Es más, se llegaría al absurdo que para una
misma deuda tendríamos dos títulos ejecutivos: el derivado de la no oposición al monitorio (ex art. 816-1 LEC) y el
derivado de la sentencia que ponga fin al declarativo, con el riesgo incluso de doble ejecución de la misma deuda.

Podría objetarse que en el declarativo contra el codeudor que se opuso únicamente se resolvería la condición de deudor
de este demandado, pero lo cierto es que éste perfectamente podría oponer no solamente motivos de oposición
personales si no también de fondo, que pueden afectar a la deuda en sí y a todos los codeudores —falsedad de la factura
reclamada, simulación de la deuda, por ejemplo—.

7.ª Si bien es cierto que en los procedimientos en los que existe pluralidad de sujetos en la parte pasiva éstos pueden
tener distintas posturas con consecuencias distintas para unos que para otros, ello es bien distinto a incoar
simultáneamente frente a tales sujetos, obligados por un mismo título o causa, procedimientos distintos y de distinta
naturaleza, como sucede si se abre ejecución para unos y procedimiento declarativo para otros.

8.ª Por la propia naturaleza de la obligación solidaria que vincula a los demandados, de forma que la oposición de uno de
tales obligados beneficia a los demás (art. 1141 CC), al igual que la acción ejercitada contra uno perjudica a los demás, lo
que debe tener también cierta eficacia y alcance procesal, como indudablemente la tiene en orden, por ejemplo, en la
litispendencia o la llamada al proceso. Este efecto expansivo que la solidaridad tiene entre los codeudores debe alcanzar
necesariamente al iter procesal, dando un tratamiento unitario a la parte pasiva del proceso, e impidiendo en consecuencia
que puedan incoarse simultáneamente los dos procedimientos distintos por la misma deuda, con mengua pues de los
derechos de defensa de los distintos deudores solidarios.

2.º PROCEDIMIENTO A SEGUIR

Llegados a este punto negando que puedan seguirse los dos procedimientos, surge un nuevo problema: ¿Qué procedimiento debe ser el
que se siga, el de ejecución o el declarativo? ¿Y contra quién?

Tres posibilidades existen:

1.ª.- Despachar siempre, necesariamente y de oficio ejecución contra los codeudores que no se opusieron ni pagaron, ex
art. 816 LEC.

2.ª.- Incoar siempre, necesariamente y de oficio, ex art. 818 LEC, el procedimiento declarativo —verbal u ordinario— frente
al demandado que se opuso y, al ser una deuda solidaria, frente a alguno o a todos los demás codeudores, según el actor
los quiera demandar también o no.

3.ª.- Dejar que sea el demandante el que pueda optar por seguir un procedimiento u otro, a su elección e interés.

De estas tres posibilidades, la 1.ª (despachar siempre, necesariamente y de oficio ejecución contra los codeudores que no se opusieron ni
pagaron) parece fácilmente rechazable, pues al haber también una oposición por parte de uno o varios codeudores solidarios, no parece
razonable que la Ley quiera ni pueda optar, de forma necesaria y sin contar ni siquiera para nada con la voluntad del demandante, por
ejecutar un título —que puede ser incluso fabricado por el acreedor, conforme al art. 812 LEC (5) — que está siendo precisamente
cuestionado en el mismo procedimiento monitorio, título que deriva pues en litigioso, con los gravosos efectos además que toda ejecución
supone, ni tan siquiera contra los codeudores solidarios que no comparecieron ni pagaron ni se opusieron, pues éstos, en cierta forma y a
priori por el efecto expansivo de la solidaridad, quedan alcanzados por la oposición del deudor solidario que cuestionó la validez del título
del acreedor. Igualmente, debe tenerse en cuenta que el título inicial del monitorio —el documento al que se refiere el art. 812 LEC— no
es en absoluto ejecutivo, y sólo el hecho del impago y la falta de oposición lo transforman ex lege en ejecutivo.

La 2.ª posibilidad (incoar necesariamente y de oficio, ex art. 818 LEC, el procedimiento declarativo que corresponda —verbal u ordinario—
frente al demandado que se opuso y, al ser una deuda solidaria, frente a alguno o a todos los demás codeudores, según el actor los
quiera demandar también o no), parece, en principio, razonable. Ello es así porque con la oposición no deja de haberse cuestionado por la
parte deudora el título o crédito del demandante, naciendo pues una controversia o litigio, por lo que de alguna forma debe poder

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resolverse, y sin mengua alguna de posibilidades de defensa, tal oposición planteada, tal litigio.

La 3.ª posibilidad (dejar que sea el demandante el que pueda optar por seguir un procedimiento u otro, a su elección e interés), merece
especial atención, por ser muy interesante.

Así, el demandante podría optar entre solicitar al Juzgado que se despache ejecución frente a los codeudores que no se opusieron ni
pagaron ex art. 816 LEC, o bien optar por pedir que se resuelva la oposición planteada en el declarativo que corresponda ex art. 818 LEC,
demandando en este último caso necesariamente al deudor que se opuso y pudiendo, al ser una deuda solidaria, demandar si quiere a
alguno o a todos los demás codeudores, pues la solidaridad impide siempre el litisconsorcio pasivo necesario (art. 1144 CC).

Ciertamente, el demandante puede tener interés en optar por uno u otro procedimiento, pues basta pensar en los casos en que sepa o
prevea que unos deudores serán insolventes —por ejemplo, los que puedan ser ejecutados, con lo que el procedimiento de ejecución para
nada le serviría y ningún interés para él tendría—, y otros en cambio solventes —por ejemplo, el que se opuso y debe ser demandado en
el declarativo, por lo que el acreedor tendrá mucho interés en optar en este caso por el declarativo—; o bien que, siendo todos ellos
solventes o insolventes, la mejor opción que supone a priori para sus intereses el procedimiento de ejecución frente al declarativo, aun
cuando en dicha ejecución no se pueda dirigir contra el codeudor que se opuso y la deba limitar al resto de codeudores que ni se
opusieron ni pagaron.

Habiendo concluido necesariamente el proceso monitorio, y debiéndose iniciar un nuevo proceso (el de ejecución o el declarativo), no
parece pues que puedan existir muchos óbices a que sea el actor el que pueda optar por instar uno u otro, según cuáles sean sus
intereses, tal y como sucede, por ejemplo, en las reclamaciones indemnizatorias derivadas de los accidentes de tráfico, que pueden ser
reclamadas bien mediante la ejecución derivada del título de cuantía máxima, o bien mediante un procedimiento declarativo. El principio
de seguridad jurídica debe impedir la duplicidad de procedimientos por los efectos perniciosos que ello puede acarrear precisamente a esa
seguridad jurídica, pero no puede mermar las legítimas opciones procesales que la LEC permite al acreedor.

Se podría objetar que:

a) La LEC no prevé tal posibilidad de opción, pero lo cierto es que la LEC no regula el problema, por lo que decae la
objeción. En cambio, la LEC sí que contempla las dos situaciones objeto de la opción en los arts. 816 y 818
respectivamente;

b) El lenguaje imperativo que utiliza la LEC para los dos casos, así, en caso de incomparecencia dice el art. 816 LEC que
el Juzgado «dictará auto en el que despachará ejecución», y en el caso de oposición dice el art. 818-2 LEC que si procede
el verbal el Juzgado «procederá de inmediato a convocar a vista», y si procede el ordinario «si el peticionario no
interpusiera la demanda correspondiente dentro del plazo de un mes desde el traslado del escrito de oposición, se
sobreseerán las actuaciones», sin embargo, tal lenguaje imperativo afecta a la consecuencia jurídica prevista legalmente
para cada uno de los dos supuestos, pero no excluye en absoluto que el demandante pueda instar del juzgado para que
proceda de una forma o de la otra, debiendo entonces el juzgado dar el efecto, uno u otro, que tan imperativamente la Ley
establece. Además, tal lenguaje imperativo es utilizado tanto para un supuesto como para el otro, por lo que a LEC no se
decanta por ninguna de las dos opciones posibles;

c) Que se rompería el tratamiento procesal unitario a todos los deudores solidarios, sin embargo, debe tenerse en cuenta
que la solidaridad, que es fundamentalmente sustantiva y no procesal, y que jamás crea litisconsorcio, se establece en
beneficio del acreedor, no de los deudores, por lo que su eficacia queda anulada frente a las diferentes opciones que
pueda tener legalmente dicho acreedor para el cobro de su crédito, el cual, conforme al art. 1144 CC, puede dirigirse
contra cualquiera de los deudores solidarios para el cobro, utilizando obviamente las distintas vías procesales que la Ley le
confiere. Dicho de otro modo, la solidaridad pasiva debe impedir, procesalmente hablando, consecuencias automáticas y
necesarias de la Ley cuando ésta establece diferentes opciones posibles, impidiendo que se decantante de forma
automática y necesaria por una u otra, consecuencias pues al margen de la voluntad del acreedor demandante y único
beneficiado por ella, pero en modo alguno puede privar a dicho acreedor de las diferentes opciones procesales que pueda
tener legítimamente para el cobro, pues las mismas las garantiza tanto el art. 1144 CC como la propia LEC, al darle, por
una parte, la posibilidad de reclamar a su elección contra cualquiera de los deudores solidarios, y, por la otra, la posibilidad
de utilizar para ello de distintos procedimientos (declarativo ex art. 818 LEC; ejecutivo ex art. 816 LEC), por lo que no
puede la doctrina resolver las lagunas legales en perjuicio del acreedor precisamente beneficiado por la solidaridad de sus
deudores, en un sentido pues contrario a los intereses del acreedor beneficiado por dicha solidaridad.

En conclusión, en los casos en que un codeudor demandado paga parcialmente la deuda mientras todos los demás o alguno de ellos se
opone, o cuando mientras que un demandado solidario se opone, otros demandados solidarios ni se oponen ni pagan, debería dejarse
que sea el demandante el que pueda optar por seguir un procedimiento u otro, a su elección e interés, es decir, que pudiera optar entre
solicitar del Juzgado que se despache ejecución contra los codeudores que no se opusieron ni pagaron, ex art. 816 LEC, o bien que se
incoe, ex art. 818 LEC, el procedimiento declarativo —verbal u ordinario— frente al demandado que se opuso y, al ser una deuda
solidaria, frente a alguno o a todos los demás codeudores, según el actor quiera demandarlos también o no.

(1)
PÉREZ-OLLEROS SÁNCHEZ-BORDONA, FRANCISCO JAVIER: «¿Cabe la acumulación subjetiva de acciones o el litisconsorcio pasivo en el
procedimiento monitorio ordinario?» Diario La Ley. N.º 5775. Sección Tribuna, 7 May. 2003, Año XXIV, Ref. D-108, Editorial LA LEY.

(2)

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PICÓ I JUNOY, JOAN: «La tutela judicial del crédito. Estudio práctico de los procesos monitorio y cambiario», J. M.ª. Bosch Editor, Barcelona, 2006, pág.
60.

(3)
MARTÍN PASTOR, JOSE: «La acumulación de acciones en el procedimiento monitorio». Revista General del derecho Procesal n.º 10, septiembre 2006,
p. 15.

(4)
DÍAZ MARTÍNEZ, MANUEL: «Problemas prácticos del procedimiento monitorio». Revista General de Derecho procesal. N.º 14 Enero 2008: «Admitida la
acumulación de acciones en el procedimiento monitorio, somos de la opinión de que, en el supuesto de obligaciones solidarias, si los distintos deudores
adoptasen posturas diferentes frente al requerimiento de pago que se les realice (p. ej. un deudor se opone y otro guarda silencio), el acreedor tendría la
carga de seguir el proceso declarativo que corresponda frente a todos los deudores, aun cuando no todos se hayan opuesto, sin que se pueda despachar
ejecución contra los que no hayan formulado oposición, precisamente por la naturaleza unitaria del título en el que se fundamenta la petición monitoria y
por el vínculo de solidaridad existente entre los deudores».

(5)
PERARNAU MOYA, JOAN: «La base documental del proceso monitorio: necesidad de documentos originales o admisibilidad de las copias». Diario LA
LEY n.º 6847, de 24 de diciembre de 2007. Editorial LA LEY.

DIARIO LA LEY

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