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e-aquinas
Año 1 - Número 5 Mayo 2003 ISSN 1695-6362
Aula Magna:
LYDIA JIMÉNEZ, El Espíritu en la vida familiar 2-23
Documento:
JUAN JOSÉ PÉREZ-SOBA, Amor conyugal y vocación a la
santidad 24-78
Publicación:
ANGELO SCOLA, Hombre-mujer. El misterio nupcial 79-82
Noticia:
Una vez más en España. V visita apostólica del Papa Juan Pablo II a
España 83-89
Foro:
¿Tiene relación la comunión hombre-mujer con el misterio de la 90
Iglesia?
Amor conyugal
y vocación a la santidad
Juan José Pérez-Soba
Profesor del Pontificio Instituto Juan Pablo II de la Familia
1. Amor y santidad
1
H. IBSEN, Brand, acto 1, Teatro Completo, Aguilar (Madrid 1959) 668.
p. 24
e-aquinas 1 (2003) 5
'Todavía hay una oposición más profunda entre los dos amores que se
realizan en dos ciudades: «Terrenam scilicet amor sui usque ad contemptum
Dei, coelestem vero amor Dei usque ad contemptum sui».
'La Edad Media se dividió entre los partidarios del amor físico y los del
amor extático, y en el siglo de las luces, Bossuet ha combatido los excesos del
amor puro."3
2
Cfr. C.S. LEWIS, Los cuatro amores, Rialp (Madrid 1994) 16: "Lo dicho por San Juan
-«Dios es amor»- quedó contrapuesto duranto mucho tiempo en mi mente a esta
observación de un autor moderno: «El amor deja de ser un demonio solamente cuando
deja de ser un dios» (Denis de Rougemont)."
3
G. GILLEMAN, Erôs ou Agapè. Comment centrer la conscience chrétienne, en NRT 72
(1950) 4.
4
C.S. LEWIS, Los cuatro amores, cit., 12.
p. 25
JUAN JOSÉ PÉREZ-SOBA, Amor conyugal y vocación a la santidad
Hay que destacar que la dualidad antes reseñada entre un amor pleno
divino y otro mundano, es una característica que nace con el cristianismo5.
Hasta entonces el amor no se consideraba como un elemento de máxima
importancia, sino como uno más entre otras cualidades: el poder, la fuerza, etc.
Con el cristianismo al pasar a ser un elemento principalísimo se convierte en un
problema:
"Eros que era un dios para los Antiguos, es un problema para los
Modernos. El dios era alado, elegante y secundario; el problema es serio,
complejo y encumbrado."6
Para ello hay que comprender que entrar en el tema del amor supone
salir de determinados prejuicios que impiden conocer toda su radicalidad y
descubrir algo verdaderamente original.
5
Cfr. M.C. D'ARCY, The Mind and Heart of Love. Lion and Unicorn a Study in Eros and
Agape, Faber and Faber Limited (London 1954).
6
Cfr. D. DE ROUGEMONT, Les mythes de l'amour, Gallimard (Paris, 1961) 11.
p. 26
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7
R. GUARDINI, Amor y luz sobre las parábolas de la primera epístola de San Juan, en
Verdad y orden III, Ediciones Guadarrama (Madrid 1960) 84.
8
Ibidem, 85 s.
p. 27
JUAN JOSÉ PÉREZ-SOBA, Amor conyugal y vocación a la santidad
inicial de este amor. El amor no puede ser algo simplemente pensado y mucho
menos deducido. El amor originario, si es libre, no sólo da lugar a un principio
original e indeducible sino a una verdadera historia. La revelación del amor
cristiano no es alcanzar una idea de amor, sino introducirnos en una historia de
amor de la que somos invitados a ser protagonistas.
"Porque ¿qué significa amar en serio? La seriedad del amor aparece sólo
cuando -si se puede usar en este diálogo una palabra que realmente no
podemos pensar unida a Dios, pero que, a pesar de todo, nos aproxima a
aquello de que se trata- cuando el amor se hace destino del que ama. ¿Cómo
puede surgir semejante amor por tan inadecuado objeto?
Por eso tengo ocasión de decir una vez más y con mayor razón: Esa
expresión del amor de Dios es un enigma. .../...
Pero tan pronto como una persona se vuelve a otra con la seriedad del
amor, desaparece ese límite entre ambos. ... Cuando el hombre y la mujer están
unidos en auténtico amor, cada cual toma al otro consigo: «Él, y por tanto yo
también». Lo que le ocurre al otro se convierte en destino propio para el que
ama...
La revelación del amor es que Dios tiene una historia de amor, de amor
en serio, con cada uno y que se ha de realizar de modo personal. El amor no es
entonces un mero impulso cósmico o una actitud hacia otro, sino una luz que
permite interpretar la propia vida en las circunstancias más diversas. Esta
interpretación desde el amor de Dios de nuestra vida es la que sin duda alguna
se puede denominar santidad.
"Si ahora el hombre quiere amar de nuevo a Dios debe hacerlo «en
verdad»; con la seriedad de lo auténtico (1ª Juan, 3, 18); en la Historia, tal como
ésta ha llegado a ser por él, y tal como se va haciendo cada día. Ese amor
9
Ibidem, 88-90.
p. 28
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10
Ibidem, 114 s.
11
Cfr. D. VON HILDEBRAND, Ética, Encuentro Ediciones (Madrid 1983) 77.
p. 29
JUAN JOSÉ PÉREZ-SOBA, Amor conyugal y vocación a la santidad
Con ello se integra este principio radical con una globalidad del
universo. El principio de toda tendencia y movimiento responde a una
intención originaria que tiene en sí ese principio de transcendencia de
responder a ese amor primero: todo ser naturalmente ama a Dios sobre todas
las cosas, es decir, más que a sí mismo: "no sólo el hombre o el ángel, sino cualquier
creatura ama más a Dios que a sí misma"13. Es un afirmación muy importante
porque rompe la visión de un doble movimiento: uno natural y egoísta y otro,
sobrenatural altruista. La intención básica de la creación acaba en Dios.
Esto tiene una novedad radical: el amor se comprende como una unión
de dos realidades el amante y el amado. Es lo que se denomina "unión afectiva"
que es el modo como el amado está en el amado. Es un modo original de
presencia en cuanto es intencional y fundado en una primacía del amado en cuanto
este atrae al amante hacia sí y toda dinámica amorosa tiene esa característica de
ser "extática" en cuanto intencional y tendencialmente acaba en el amado.
12
Cfr. B.J. DIGGS, Love and Being, S.F. Vanni (New York 1947) 17: "Antes del
movimiento parece haber una tendencia o inclinación hacia el objeto amable que
todavía no es el movmiento. Esta tendencia o inclinación precede a la vez a la moción y
a la posesión del objeto."
13
S. TOMÁS DE AQUINO, Quodlibet I, q. 4, a. 3.
p. 30
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"El amor que tiende a unirse con lo que ama, es deseo, el que lo tiene y lo
goza alegría; el que huye de lo que le contraría, es temor, y el que siente que le
llega esto es tristeza"14.
"Amar a algo o a alguna persona significa dar por bueno, llamar bueno a
ese algo o ese alguien. Ponerse de cara a él y decirle: Es bueno que tú existas, es
bueno que estés en el mundo."16
14
S. AUGUSTINUS, De Ciuitate Dei, 14, 7 (CCSL 48, 422).
15
Cfr. M.C. D'ARCY, The Mind and Heart of Love, cit., 241: "La unión que desea el
animal puede ser la muerte. La muerte es un dicho en el lenguaje de los amantes, pero
si no es una oscura pasión la muerte significa que la línea divisoria entre el 'yo' y el 'tú'
se ha cruzado, o diré mejor, aparentemente cruzado."
16
J. PIEPER, El amor, Rialp (Madrid 1972) 39.
p. 31
JUAN JOSÉ PÉREZ-SOBA, Amor conyugal y vocación a la santidad
El amor tal como se define sólo se atribuye a las personas. Se trata de una
definición que se puede denominar con exactitud como un amor interpersonal18.
Sólo así por medio del amor podemos asumir en nosotros mismos toda la
radicalidad del amor de modo consciente y que el amor rija nuestra vida
razonablemente. Es el próximo tema que hemos de ver.
Amor y libertad:
17
CG, l. 3, c. 90 (n. 2657): "in hoc praecipue consistit amor, quod AMANS AMATO
BONUM VELIT".
18
Creemos que también es una definición interpersonal del amor la siguiente:
DIONYSIUS, De Divinis nominibus., c. 4 § 12 (PG 3, 709 d): "virtud uniiva y concretiva
de los diferentes".
19
S. TOMÁS DE AQUINO, In Div. Nom., c. 4, lec. 11 (n. 448).
p. 32
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absolutamente infinito. Con eso, ciertamente, siguió siendo finito, pero perdió
la conexión con su origen. Entonces la confianza degeneró en soberbia y el
ánimo se convirtió en temor. La finitud que antes se percibió como algo
precioso, se presentó ahora a la conciencia como algo problemático; la
inconmensurable amplitud de lo posible se convirtió en vacío y suspensión."20
"Así pues hay tres malestares sobre la modernidad que quiero destacar
en este libro. El primero es sobre lo que podemos llamar una pérdida de
sentido, el borrarse los horizontes morales. El segundo trata del eclipse de los
fines, en favor de una imperante razón instrumental. Y el tercero es la pérdida
de la libertad."21
Esta pérdida de libertad está en relación directa con los otros dos factores
y es, en el fondo, un consecuencia de la pérdida de la perspectiva del amor
como la luz de las acciones. Es una situación paradójica, la de un mundo que
exalta la libertad como un absoluto, pero que luego llega a negarla en su
realización práctica.
20
R. GUARDINI, La aceptación de sí mismo. Las edades de la vida, Ediciones
Cristiandad (Madrid 41979) 28 s.
21
Ch. TAYLOR, The Ethics of Authenticity, Harvard University Press (Cambridge,
Massachusetts 1992) 10.
p. 33
JUAN JOSÉ PÉREZ-SOBA, Amor conyugal y vocación a la santidad
dejado entonces, de ser objeto de iluminación racional para dejarlo en las manos
del mundo subjetivo de los sentimientos.
Esto parecería ser una aproximación a una moral del amor, pues sitúa el
sentimiento en una posición central en la moral, pero no es cierto. Hume, el
máximo representante de esa concepción no realiza una moral del amor, sino
sólo de la simpatía. Veremos a continuación la diferencia que existe entre esos
conceptos.
22
Cfr. G. ABBÀ, Quale impostazione per la filosofia morale?, Las (Roma 1996) 129-141.
23
Cfr. H.W. GLASER, Transition between Grace and Sin: Fresh Perspectives, en
"Theological Studies" 29 (1968) 261 s.: "el hombre se estructura en una serie de círculos
p. 34
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los distintos niveles que expresan una mayor o menor intimidad en la medida
en que estén más o menos cerca del "yo personal".
- El nivel más íntimo, el más cercano al "yo", sería el nivel de los valores.
En estos se da por definición una presencia del núcleo personal que se ve
llamado por el valor, sólo así éste alcanza una de sus cualidades que es la de ser
significativo. Con esto libra al "yo" de la fluctuación del sentimiento que podría
dejarnos en el nivel anterior con la búsqueda de lo meramente satisfactorio24. En
p. 35
JUAN JOSÉ PÉREZ-SOBA, Amor conyugal y vocación a la santidad
estado donde nos sometemos al instinto, y tiende a destronar nuestro libre centro
espiritual."
25
Es la postura de: B. HÄRING, La moral y la persona, Herder (Barcelona 1973) 157:
"La norma central de la ética de los valores es la norma de la debida preferencia (no
identificada nunca, sin embargo, plenamente con el bien absoluto) en las situaciones
humanas de conflicto y en los deseos conflictivos del hombre. Los dos principios
fundamentales son: primero, en tus opciones fundamentales debes preferir siempre los
valores superiores a los inferiores; segundo, en la situación concreta puedes preferir la
opción más urgente y vital, pero de tal forma y con tal actitud que se ponga de
manifiesto tu constante preferencia por los valores que en sí mismos son superiores en
dignidad y en esplendor." En cambio esta posición no la defiende: D. VON
HILDEBRAND, Ética, cit., 51: "Cualquier intento de explicar el comportamiento
moralmente incorrecto como la preferencia de un bien que posee un valor inferior
sobre otro bien dotado de un valor superior, está condenada al fracaso. En primer
lugar, no cabe interpretar toda acción como nacida de un acto de preferir. Hay muchos
casos en los que se elige un fin desatendiendo un valor, sin que quepa hablar de
preferencia alguna. ... sería una interpretación errónea totalmente caprichosa decir que
este hombre prefiere la satisfacción de su venganza a la vida de su enemigo. ... Hay
simplemente una decisión de satisfacer su deseo de venganza, sin ocuparse de ninguna
manera del valor de la vida humana."
26
De hecho, un modo de interpretar esta división ha sido la de la denominada
"opción fundamental" que ha criticado la Veritatis splendor: cfr. L. MELINA, Moral entre
p. 36
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3º Consecuencias en la libertad
la crisis y la renovación, EIUNSA (Barcelona 1996) 70: "Únicamente sobre la base de esa
sensación interior [de profundidad] (nunca será un conocimiento temático pleno), y no
sobre la base de criterios objetivos relativos a las elecciones realizadas de hecho, cada
uno decidirá por sí solo si está en gracia de Dios o no, si puede acercarse a la Eucaristía
o no incluso después de un acto malo en sí mismo realizado con pleno conocimiento y
libertad."
27
Cfr. H.U. VON BALTHASAR, Las nueve tesis, en COMISION TEOLOGICA
INTERNACIONAL, Documentos 1970 -1979, CETE (Madrid 1983) tesis 7, 3 ad 1um: "el
hombre despierta al «cogito-sum» como a la identidad entre el hecho de aparecerse a sí
mismo por una parte y, por otra, la realidad total. Sin embargo, esta identidad, en
cuanto despertada, es experimentada como no absoluta, porque es recibida."
p. 37
JUAN JOSÉ PÉREZ-SOBA, Amor conyugal y vocación a la santidad
p. 38
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4º Solución en la interpersonalidad
"Mi persona no es la conciencia que yo tengo de ella. ... Sino que mi persona
en cuanto tal está siempre más allá de su objetivación actual, supraconsciente y
supratemporal, más vasta que las perspectivas que tengo de ella, más interior que
las construcciones que intento."30
28
H.U. VON BALTHASAR, ibidem.
29
Cfr. H.U. VON BALTHASAR, El camino de acceso a la realidad de Dios, en
Mysterium Salutis, II: La historia de la salvación antes de Cristo, Ediciones Cristiandad,
(Madrid 31992) 29: "El niño pequeño adquiere conciencia de sí al ser llamado por el
amor de la madre. Esta ascensión del espíritu hasta la clara posesión de sí mismo es un
acto de única y simple plenitud, que sólo mediante abstracciones puede
descomponerse en diversas fases y aspectos. ... Y precisamente porque sabemos desde
el principio que el tú de la madre no es el o del niño, sino que ambos centros vibran
dentro de la misma elipse de amor; porque conocemos también desde el principio que
este amor es el bien supremo y absolutamente suficiente, más allá del cual no se puede
esperar a priori nada más alto; porque en este yo-tú se encierra fundamentalmente
(como en el paraíso) la plenitud de la realidad".
30
E. MOUNIER, Manifeste au service du personnalisme, en Œuvres, I, Éditions du
Seuil (Paris 1961) 529.
p. 39
JUAN JOSÉ PÉREZ-SOBA, Amor conyugal y vocación a la santidad
Esta relación inicial tiene un contenido propio que significa y realiza esa
relación inicial de la conciencias, se trata del amor. Por eso el amor es una
experiencia originaria y se puede presentar con la radicalidad de un nuevo
"cógito" que conforma la personalidad desde dentro:
"El acto de amor es la más certeza más fuerte del hombre, el cogito
existencial irrefutable: Yo amo, entonces el ser existe y la vida vale la pena de
ser vivida."32
Esta verdad incial del amor es el modo como el hombre puede encontrar
su propia personalidad y dirige la libertad desde dentro. La libertad nace de un
amor primero y tiende a un amor final que es la comunión de las personas:
"La libertad, pues, tiene sus raíces en la verdad del hombre y tiende a la
comunión."33
31
E. LEVINAS, Totalité et Infini. Essai sur l'exteriorité, Martinus Nijhoff (La Haye
1965) 230.
2
32
E. MOUNIER, Le personnalisme, Presses Universitaires de France (Paris 21950) 41.
33
Veritatis splendor, n. 86.
p. 40
e-aquinas 1 (2003) 5
que permite hablar del amor como una vocación. Es uno de los elementos
fundamentales de la antropología propuesta por Juan Pablo II:
34
Juan Pablo II, Ex. ap. Familiaris Consortio, n. 11.
35
E. MOUNIER, Manifeste au service du personnalisme, en Œuvres, I, Éditions du
Seuil (Paris 1961) 528.
p. 41
JUAN JOSÉ PÉREZ-SOBA, Amor conyugal y vocación a la santidad
Una vocación que tiene que ver con la actuación del hombre y que éste
descubre en la medida en que se realiza en su actuación, éste es el modo como
el amor puede ser el contenido de la vocación del hombre.
36
Cfr. J.J. PÉREZ-SOBA DIEZ DEL CORRAL, Dall'incontro alla comunione: amore del
prossimo e amore di Dio, en Livio MELINA-José NORIEGA (eds.), Domanda sul bene e
domada su Dio, Pontificia Università Lateranense-Mursia (Roma 1999) 118: "El breve
análisis de la unión afectiva dentro de la estructura de la acción nos lleva al interior de
una dinámica personalista más amplia que la del puro encuentro, dentro del trinomio:
presencia, encuentro y comunión. Se pueden considerar como tres fases, precedente,
existencial y final de un dinamismo moral que nace de la primera experiencia de una
unión interpersonal desde su inicio."
p. 42
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Los tres pasos tienen un paralelo existencial con los "tres momentos"
fundamentales de la vocación personal como son: el hecho de ser hijo (la
presencia), el de ser esposo (el encuentro) y el de ser padre o formar una familia
(la comunión). La vocación al amor marca desde dentro la historia o biografía
de la vida de cada hombre.
Por eso mismo nunca se puede considerar el amor como algo "dado" esto
es a modo de la naturaleza que una vez "dada" se puede deducir de ella todas
sus propiedades naturales y experimentar reglas empíricas a base de
repeticiones. El amor no es algo dado, sino un "don", esto es, algo dinámico
p. 43
JUAN JOSÉ PÉREZ-SOBA, Amor conyugal y vocación a la santidad
"El hombre no puede vivir sin amor. Él permanece para sí mismo un ser
incomprensible, su vida está privada de sentido sin no se le revela el amor, si no
se encuentra con el amor, si no lo experimenta y lo hace propio, si no participa
en él vivamente."37
Esto, de ningún modo quiere decir que ese amor originario sea arbitrario,
que Dios juegue con nosotros sin más. No. Sólo nos afirma que la verdad del
amor procede de Otro que es la Verdad misma y que, por medio de un acto de
amor nos la quiere comunicar. Por eso mismo, el amor se convierte en un medio
de discernir la manifestación de la verdad: sí "sólo el amor es creíble"38.
Con ello nuestra experiencia del amor se une a dos condiciones que
marcan internamente el amor humano en cuanto vocación. El amor del hombre
nace de un amor incondicionado, esto es, de un amor que no pone condiciones
para su permanencia, sino que él sustenta cualquier otro amor. Por ello es
permanente: "la misericordia de Dios permanece para siempre" y es la
posibilidad de cualquier otro "permanecer en el amor". La razón de esta
incondicionalidad es precisamente su carácter originario, es un amor anterior a
cualquier condición contraria.
37
JUAN PABLO II, C. enc. Redemptor hominis, n. 10 §1.
38
Cfr. H.U. VON BALTHASAR, Glaubhaft ist nur Liebe, Johannes Verlag (Einsiedeln
1963).
p. 44
e-aquinas 1 (2003) 5
Este "amor debido" es el que ilustra el mandato mismo del amor y que ha
escandalizado a algunos39.
El doble mandato del amor: el amor a Dios sobre todas las cosas y el
amor al prójimo como a uno mismo es, entonces, el correlato moral del
descubrimiento del amor originario como la auténtica revelación del amor.
Formulación evangélica
1) Ambientación:
39
Max Scheler considera que hablar del amor como un "mandamiento" sería una
"contradictio in terminis" en cuanto el amor se refiere siempre a lo espontáneo. Es
debido a que interpreta esto desde una concepción emotivista de los valores.
p. 45
JUAN JOSÉ PÉREZ-SOBA, Amor conyugal y vocación a la santidad
comunidad. Nos permitirá ver lo específico del mandato del amor que hace
Jesucristo.
p. 46
e-aquinas 1 (2003) 5
3) Análisis de Marcos
Pero ante todo hemos de ver como en este texto se nos enseña el
"mandamiento del amor" como un verdadero "mandato originario" que es un
comprobación de la característica del amor originario en el plano normativo.
No lo es por la pregunta misma, pues era una cuestión tratada por los
rabinos: la de buscar una racionalidad entre los preceptos que sirviera para
ordenarlos internamente40. Pero no los modificaba internamente.
40
Cfr. E. LEVINE, Un judío lee el Nuevo Testamento, Ediciones Cristiandad (Madrid
1980) 190 s.: "Se dice que, en cierta ocasión, se presentó a Hillel un gentil con una
petición desacostumbrada: «Enséñame la Torá en el tiempo que soy capaz de
sostenerme sobre una pierna y me convertiré en prosélito». El mismo pagano se fue
junto a Sammaí con idéntica proposición, y los discípulos de éste lo despidieron con
desaire y malos modales. La respuesta de Hillel llegó a ser célebre: «Toda la Torá está
contenida en este precepto: No hagas a nadie lo que no quieres que te hagan; el resto
son comentarios, Ahora ¡ve y estúdiala!»"
p. 47
JUAN JOSÉ PÉREZ-SOBA, Amor conyugal y vocación a la santidad
Por eso al poner el eje de la moral en el mandato del amor, propone una
moral que no está fundada en la simple obligación ni se puede entender como
un mero cumplimiento. La relación con Dios que se desprende no es la de la
obediencia servil, sino la relación amorosa.
p. 48
e-aquinas 1 (2003) 5
1º se citan como dos preceptos, pero los expresa como si fueran insepara-
bles, no destaca (como hace Mateo) una jerarquía entre ellos, más bien los une
diciendo (v. 31): "mayor que estos preceptos no hay";
2º el escriba en su respuesta los cita unidos (v. 32 s.).
3º Cristo los resume en el Reino de Dios (v. 34).
p. 49
JUAN JOSÉ PÉREZ-SOBA, Amor conyugal y vocación a la santidad
Este modo de concentrar toda la moral en los dos mandatos del amor va
a ser una constante en la primera tradición eclesial como lo muestran los
documentos patrísticos.41
41
Cfr. Didaché, ; CLEMENTE DE ALEJANDRÍA, El pedagogo.
42
Cfr. A. QUERALT, Todo acto de amor al prójimo ¿incluye necesariamente el amor a
Dios? Investigación crítica del pensamiento de Sto. Tomás sobre la caridad, en "Gregorianum"
55 (1974) 273-317; JANG DE JONG, A New Commandment. The Unity of Love of Neighbor
and Love of God in Recent Theology, Priest of the Sacred Herat (Hales Corners, Wisconsin
1974).
43
Para ver la evolución del concepto de prójimo en el A.T.: cfr. P. CODA, L'agape
come grazia e libertà. Alla radice della Teologia e prassi dei cristiani, Città Nuova Editrice
p. 50
e-aquinas 1 (2003) 5
(Roma 1994) 29 -36. En la que se destaca su progresiva universalización: ibidem, 32: "En
primer lugar se debe destacar que el amor se dirige al otro en cuanto es un hombre-
prójimo, no a sus cualidades... esta restricción, desde su inicio, está siempre
tendencialmente superada en una perspectiva dinámica, que lo abre también al
forastero."
44
Por eso es correcto decir como este autor judío: D. FLUSSER, Jesús en sus palabras
y en su tiempo, Ediciones Cristiandad (Madrid 1975) 85: "En el doble mandamiento del
amor tenemos uno de los muchos ejemplos en los que el lector no iniciado cree
encontrar una enseñanza especialmente característica de Jesús, mientras que no se da
cuenta de la importancia de palabras verdaderamente revolucionarias. De todos
modos, no se puede negar que palabras del señor como las del «gran mandamiento»
tienen una importante función dentro del conjunto de la predicación de Jesús. Se
podría componer todo un Evangelio a base de los documentos judíos de la época, sin
citar una palabra que procediese del mismo Jesús. Esto solamente es posible, claro está,
gracias a que poseemos los Evangelios."
p. 51
JUAN JOSÉ PÉREZ-SOBA, Amor conyugal y vocación a la santidad
Esto no es sino una confirmación del valor existencial del amor, no sólo
se habla de él sino que se vive. La originalidad de la predicación de Jesucristo es
su propia vida. Si esto es cierto en toda persona, en la de Cristo adquiere unas
dimensiones del todo singulares que cambien internamente la dinámica del
amor.
En general se insiste en una razón nueva de amar que surge del corazón
misericordioso de Cristo que se dirige a los más necesitados.
p. 52
e-aquinas 1 (2003) 5
Jn 13,34: "Un precepto nuevo os doy: que os améis los unos a los otros;
como yo os he amado, así también amaos mutuamente." O, también:
45
S. PINCKAERS, EL Evangelio y la moral, EIUNSA (Barcelona 1992) 66; cfr. S.
TOMÁS DE AQUINO, In Ep. ad Rom, c. 13, lec. 2 (n. 1056): "Pues se entiende por el
nombre de prójimo todo aquél que practica con alguien la misericordia, según lo de Lc.
X (36): '¿Quién crees que fue prójimo del que cayó en manos de los ladrones? Y le dijo:
El que obró misericorida, etc. Y porque el prójimo es próximo a su prójimo, en
consecuencia también se llama prójimo al que recibe de alguien la misericordia."
46
S. TOMÁS DE AQUINO, De Caritate, q. un., a, 7, ad 18.
47
Cfr. 1 Jn 2,8; 3,16; 4,10 ss.; D. MUÑOZ LEÓN, La novedad del Mandamiento del
amor en los escritos de San Juan: Intentos modernos de solución, en La Ética Bíblica. XXIX
Semana Bíblica Española (Madrid, 22 -26 Sept. 1969), CSIC (Madrid 1971) 193 -231.
p. 53
JUAN JOSÉ PÉREZ-SOBA, Amor conyugal y vocación a la santidad
48
Cfr. S. TOMÁS DE AQUINO, In Ev. Io., c. 15, lec. 2 (n. 2009): "'Nadie tiene mayor
amor que el que da la vida por sus amigos.' Aquí muestra la eficacia del amor, que es el
soportar la muerte por los amigos, lo cual es signo del máximo amor.
'Pero se podría objetar lo siguiente, que sería un amor mayor el dar la vida por
los enemigos, lo cual hizo Cristo, Rom. V (8): 'Dios nos demuestra su amor, en cuanto
cuando todavía eramos pecadores, a su tiempo, Cristo murió por nosotros.'
'A lo que hay que decir, que Cristo no dio su vida por nosotros enemigos, para
que permaneciéramos enemigos, sino para que fuésemos convertidos en amigos: de
modo que aunque no fuesen amigos como amantes, eran amigos como amados."
p. 54
e-aquinas 1 (2003) 5
3º) Se manda, no cualquier amor, sino el amor mutuo: "amaos los unos a
los otros". Porque el máximo amor no es el amor que no pide correspondencia,
sino el amor de comunión. Sólo este amor que se vive en la amistad con Cristo es
la revelación plena de la Comunión que es la misma vida divina.
Por eso el primer testimonio de la Iglesia es vivir este Amor nuevo que la
conforma interiormente como una unión en la fe, esperanza y caridad con un
fundamento trinitaria. Por eso se puede decir:
49
D. MUÑOZ LEÓN, o.c., 230.
50
M. PONCE CUELLAR, La naturaleza de la Iglesia según Santo Tomás. Estudio del
tema en el comentario al "Corpus paulinum", EUNSA (Pamplona 1979) 162.
p. 55
JUAN JOSÉ PÉREZ-SOBA, Amor conyugal y vocación a la santidad
51
Cfr. J. L'HOUR, La morale de l'Alliance, Cerf (Paris 1985).
p. 56
e-aquinas 1 (2003) 5
evangélicos y un estado común del resto de los fieles que no estarían llamados a
la santidad, sino sólo a la salvación.
52
Uno es San Francisco de Sales con el "Tratado del amor de Dios" (1616): cfr. B.
LAVAUD, Amour et perfection chrétienne selon saint Thomas d'Aquin et saint François de
Sales, Les Éditions de l'Abeille (Lyon 1941) y también San Alfonso María de Ligorio con
la "Práctica del amor a Jesucristo" (s. XVIII) en donde dice: "Dios quiere a todos santos,
y cada uno en su estado, el religioso de religioso, el secular de secular, el sacerdote de
sacerdote, el casado de casado..."
53
PC, n. 1: "el seguimiento de la caridad perfecta por los consejos"; n. 2, a): "Siendo
el seguimiento de Cristo tal como se propone en el Evangelio la norma última de la
vida religiosa, ésta ha de ser tenida por todos los institutos como regla suprema."
54
Cfr. LG, n. 40: "todos los fieles, de cualquier estado o condición, están llamados a
la plenitud de la vida cristiana y a la perfección de la caridad, santidad con la cual, aun
en la sociedad terrena, se promueve un modo de vivir más humano."
55
Cfr. F. GIL HELLÍN, Constitutionis Pastoralis "Gaudium et spes". Synopsis historica,
I: De Ecclesia et vocatione hominis, EUNSA (Pamplona 1985).
p. 57
JUAN JOSÉ PÉREZ-SOBA, Amor conyugal y vocación a la santidad
56
"Specialis cura impendatur Theologiae morali perficienda, cuius scientifica
expositio, doctrina S. Scripturae magis nutrita, celsitudinem vocationis fidelium in
Christo illustret eorumque obligationem in caritate pro mundi vita fructum ferendi".
Cfr. J. FUCHS, Theologia Moralis perficienda: Votum Concilii Vaticani, en "Periodica de re
morali, canonica et liturgica" 55 (1966) 499 -548.
57
L. MELINA, Moral entre la crisis y la renovación, EIUNSA (Barcelona 1996) 110.
58
L. MELINA, o.c., 125.
p. 58
e-aquinas 1 (2003) 5
59
Para este tema: cfr. J. NORIEGA, "Guiados por el Espíritu". El Espíritu Santo y el
conocimiento moral en Tomás de Aquino, Mursia (Roma 2000).
60
L. MELINA, Amore, desiderio e azione, en L. MELINA y J. NORIEGA (eds.),
Domanda sul bene e domanda su Dio, Mursia (Roma 1999) 108.
p. 59
JUAN JOSÉ PÉREZ-SOBA, Amor conyugal y vocación a la santidad
2. Amor conyugal
61
Así lo clasifica: C.S. LEWIS, The Four Loves, cit., que añade un amor genérico a la
naturaleza que no es del caso; también en: E. FROMM, El arte de amar, Paidós
(Barcelona 1988) en la que habla de "amor fraternal" en vez de amor de amistad, pero
que interpreta en ese sentido (ib., 52): "Por él se entiende el sentido de responsabilidad,
cuidado, respeto y conocimiento con respecto a cualquier otro ser humano, el deseo de
promover su vida." Aunque lo hace desde una perspectiva centrada en el carácter
psicológico y no personalista.
p. 60
e-aquinas 1 (2003) 5
62
Cfr. D. VON HILDEBARND, El corazón. Un análisis de la afectividad humana y
divina, Palabra (Madrid 1997).
63
Para ver su importancia en toda la antropología: cfr. J. CHOZA y J. VICENTE
ARREGUI, Filosofía el hombre. Una antropología de la intimidad, Rialp (ICF) (Madrid
31993).
64
Un estudio de estos puntos se encuentra en: J. DE FINANCE, De l'un et de l'autre.
Essai sur l'altérité, Editrice Pontificia Università Gregoriana (Roma 1993); E. LEVINAS,
Autrement qu'être ou au-delà de l'essence, Martinus Nijhoff (La Haye 1974).
p. 61
JUAN JOSÉ PÉREZ-SOBA, Amor conyugal y vocación a la santidad
Es cierto que uno puede vivir una vida entregada a los demás en donde
ponga el corazón. Pero, si no es recibida también en su totalidad y corporalidad
esta entrega aun siendo verdadera no es perfecta y no puede denominarse
todavía vocación.
65
Es lo que estructura la obra de: H.U. VON BALTHASAR, Gli stati di vita del
cristiano, Jaca Book (Milano 1985).
p. 62
e-aquinas 1 (2003) 5
"El celo no es otra cosa que el amor que rechaza el compartir el amado"66.
Con ello se quiere expresar, por una parte una intensidad especial en el
amor que expluye otro objeto, pero sobre todo la singularidad personal del amado
que sólo así es reconocido en su originalidad insustituible.
66
S. ALBERTO MAGNO, Super Dionysium De divinis nominibus, c. 4 (n. 131).
p. 63
JUAN JOSÉ PÉREZ-SOBA, Amor conyugal y vocación a la santidad
Por eso los dos significados propios del acto conyugal la unión de los
esposos y la apertura a la vida son inseparables y conforman internamente el
amor conyugal de los esposos.
Esto es así de tal modo que un amor que no incluya como un elemento
de comunicación el acto conyugal no es propiamente un amor conyugal. Por
eso el matrimonio rato y no consumado, que se han comprometido pero no han
realizado un acto conyugal67 puede ser roto el vínculo porque no ha constituido
un matrimonio perfecto.
67
Hay que recordar que unas relaciones sexuales anteriores no son conyugales.
68
Cfr. H.-D. SIMONIN, Autour de la solution thomiste du problème de l'amour, en
"Archives d'Histoire Doctrinale et Littéraire du Moyen Age" 6 (1931) 174 -272; TOMÁS
DE LA CRUZ, El amor y su fundamento ontológico según Santo Tomás. Estudio previo a la
teología de la caridad, Pontificium Athenaeum "Angelicum" de Urbe (Roma 1956); A.
WOHLMAN, Amour du bien propre et amour de soi dans la doctrine thomiste de l'amour, en
"Revue Thomiste" 81 (1981) 204 -234; A. SCOLA, Identidad y diferencia. La relación hombre
y mujer, Ed. Encuentro (Madrid 1989).
p. 64
e-aquinas 1 (2003) 5
69
Cfr. A. SCOLA, o.c., 17 s.: "El primero, lo hemos insinuado ya, es la immutatio una
modificación importante en el sujeto... Es la transformación característica que sufre el
enamorado". También se la denomina "informatio". Es lo que llama: J. ORTEGA Y
GASSET, Estudios sobre el amor, en Sobre el amor, Editorial Plenitud (Madrid 1957) 351:
"El «enamoramiento», en su iniciación, no es más que eso: atención anómalamente
detenida en otra persona."
70
Cfr. J. PIEPER, Las virtudes fundamentales, Rialp (Madrid 1988) 520: "es una
especie de arrebato o encantamiento. esta última palabra, como ya dijimos al principio
de nuestro trabajo, significa literalmente «ser arrastrado con violencia» fuera del estado
en que normalmente uno se encuentra. Y la frase corriente con qye suele designarse el
fenómeno: «está fuera de sí», no es mala para expresar el mismo contenido."
71
El comienzo histórico de la corriente romántica moderna es el libro de J.W.
GOETHE, Las desventuras del joven Werther, Francfort (1773), junto con la línea del
"Sturm und Drang".
p. 65
JUAN JOSÉ PÉREZ-SOBA, Amor conyugal y vocación a la santidad
éxtasis al vértigo y la fragilidad que se esconde tras los ímpetus afectivos que
necesariamente son cortos.
72
Cfr. C.S. LEWIS, Los cuatro amores, Rialp (Madrid 1994) 124: "Cuando los
enamorados dicen de algún acto que nosotros podríamos censurar, «El amor nos llevó
a hacerlo», debe advertirse el tono en que lo dicen. Un hombre que dice: «Lo hice
porque estaba asustado» o «Lo hice porque estaba enfadado», habla de modo muy
diferente. Está adelantando una excusa por algo que, según él, necesita disculpa. Pero
los enamorados rara vez hacen eso. Notremos que trémulamente hasta con devoción,
pronuncian la palabra «amor», no tanto alegando una «circunstancia atenuante», sino
como apelando a una autoridad. La confesión casi puede llegar a ser ostentación.
Quizás pueda haber en ella incluso un matiz de desafío. Se «sienten como mártires». En
casos extremos lo que expresan sus palabras es, en realidad, una recatada pero
inamovible adhesión al dios del amor."
p. 66
e-aquinas 1 (2003) 5
afectivo con el mismo que tiene dos momentos que se mueven en una
circularidad73:
73
Cfr. A. ROLDÁN, La metafísica del sentimiento, CSIC (Madrid 1955).
74
Cfr. A. SCOLA, o.c., 18: "El segundo estadio del que habla el Aquinate es la
coaptatio. Es el reconocimiento de la existencia de una especie de armonía entre el sujeto
que sufre la passio afectiva y el objeto apetecible. No se trata de una correspondencia
casual sino de una verdadera y propia armonía preestablecida, por robarle la expresión
a Leibniz, una afinidad y una correspondencia de sentidos amorosos entre el amante y
el amado."
75
Cfr. Ibidem, 18 s.: "El tercer estadio de la respuesta afectiva, que es el principal, es
la complacentia. Este término debería traducirse con la palabra española deseo, por
desgracia bastante desgastada. Es la característica sobresaliente del afecto, hasta tal
punto que Tomás la usa para definir el tipo más sencillo y elemental de respuesta
afectiva, lo que él llama amor naturalis. ... Sobre este aspecto del problema la confusión
hoy es enorme, porque la naturaleza que desea el afecto enmascara frecuentemente el
hecho de que el amor puede acompañarse de coacción, de violencia y de fuerza. Como
el afecto implica el deseo se ha llegado a creer que todo lo que pide el amor es siempre
expresión de libertad y de liberación."
76
Cfr. M.C. D'ARCY, The Mind and Heart of Love. Lion and Unicorn a Study in Eros
and Agape, Faber and Faber Limited (London 1954) 41: "La Dama de sus sueños
permanece en su estado inviolable y es más un sueño o una visión que una mujer de
carne y hueso."; I. LEPP, Psychanalyse de l'Amour, Bernard Grasset Éd. (Paris 1959) 176:
"Pero el amor cortés se dirigía siempre a la esposa de otro, la propia esposa por
definición no podía ser objeto erótico."
p. 67
JUAN JOSÉ PÉREZ-SOBA, Amor conyugal y vocación a la santidad
77
D. DE ROUGEMONT, L'amour et l'Occident, (Paris 1939).
78
P.ej. ya en I Cor, en la que se ven ambos aspectos: la búsqueda de los carismas
más "espirituales". junto con una vida desarreglada de la sexualidad. San Agustín
encontró en el maniqueismo un modo de justificar sus pecados sexuales; igualmente
los iluminados del s. XVI. Cfr. I. LEPP, Psychanalyse de l'amour, cit., 263: "Cuando una
mujer y un hombre se aperciben del nacimiento de una amistad, deben saber que el
progreso normal de la intimidad de los espíritus les conducirá a desear también, más o
menos pronto, la intimidad carnal."
79
Es la "fidelidad creadora" de: G. MARCEL, La fidelité créatrice, en "Revue
International de Philosophie" 2 (1939-1948) 96: "Pero así mismo se ve que en la
fidelidad no interviene sólo la constancia entendida como inmutabilidad. Implica otro
elemento mucho más difícil de controlar que yo llamaría la presencia [personal]".
80
Cfr. K. WOJTYLA, Mi visión del hombre, Palabra (Madrid 1997) 82 s.: "Es
necesario, sin embargo, observar que los valores espirituales, aunque objetivamente
superiores, en un cierto sentido son más débiles que los valores materiales que son, sin
embargo, objetivamente inferiores. El hombre siente de una manera más intensa y
p. 68
e-aquinas 1 (2003) 5
directa lo que es material, lo que cae bajo los sentidos y los satisface. Se explica así la
fuerza de los valores materiales en el sujeto que es el hombre, su fuerza subjetiva. /..
'Por eso resulta comprensible que el hombre deba defenderse de semejante
derrota, que deba hacer todo lo que está en su poder para asegurar la victoria a los
valores que experimenta de modo más débil, que lo atraen y lo involucran menos de
forma directa. Debe hacer, por tanto, que los valores más débiles se hagan en él más
fuertes, dado que son objetivamente más poderosos y más importantes. Con los valores
inferiores, en cambio, debe moderar en parte su fuerza de atracción que reciben de los
sentidos, y que no está conforme con la verdad objetiva del bien. Para poderlo hacer,
para colocar todos los valores vividos por el hombre en su puesto más apropiado, es
necesario un esfuerzo particular: este esfuerzo se llama precisamente ascética."
81
Cfr. Ibidem, 19: "De la complacentia se pasa a la intentio, es decir, a la tendencia
efectiva hacia la posesión de la realidad deseada. La última fase de proceso de
respuesta afectiva es el gaudium que sigue a la posesión del objetivo deseado y que
representa en un cierto sentido el restablecimiento de la quies, esto es, de una situación
de reposo, resolviendo así la immutatio."
82
Cfr. A. WOHLMAN, L'elaboration des éléments aristotéliciens dans la doctrine
thomiste de l'amour, en "Revue Thomiste" 82 (1982) 253 s.: "Ciertamente al término de su
reflexión sobre el egoísmo, Aristóteles viene a afirmar que, en nombre de la amistad, el
virtuoso puede llegar hasta el sacrificio de sí mismo... Una vida según la belleza,
incluso si es corta, es preferible a una larga vida vivida en la mediocridad... Todo el
párrafo esta inspirado en la excelencia de ese exceso del egoísmo virtuoso... Lo esencial
de la valentía no es el placer que encuentra en morir, sino en «morir en la belleza»."
p. 69
JUAN JOSÉ PÉREZ-SOBA, Amor conyugal y vocación a la santidad
83
Cfr. PSEUDODIONISIO, De divinis nominibus, c. 4 § 13 (PG 3, 712 a): "El amor
divino causa el éxtasis, pues no deja ser amadores de sí mismos, sino de los amados."
p. 70
e-aquinas 1 (2003) 5
Por último, tras haber visto cómo es la dinámica interna del amor
conyugal y cómo en ella se expresa y se realiza la vocación a la santidad de todo
hijo de Dios, hay que ver cómo no es una vocación separada del resto de las
vocaciones en la Iglesia. Sólo la articulación de todas las vocaciones en la Iglesia
permite la realización adecuada de la "plenitud de vida de Cristo".
p. 71
JUAN JOSÉ PÉREZ-SOBA, Amor conyugal y vocación a la santidad
84
Cfr. J.J. PÉREZ-SOBA DIEZ DEL CORRAL, Dall'incontro alla comunione: amore del
prossimo e amore di Dio, cit., 109-130.
p. 72
e-aquinas 1 (2003) 5
"Quien quiera vivir, tiene en donde vivir, tiene de donde vivir. Que se
acerque, que crea, que se deje incorporar para ser vivificado. No rehúya la
cohesión con los miembros, no sea un miembro podrido que merezca secarse,
no sea un miembro torcido del cual se avergüence; que sea bello, sea apto, sea
sano, que se adhiera al cuerpo, viva a Dios de Dios; trabaje ahora en la tierra,
para reinar después en el cielo"85.
El don de sí que hace Dios al hombre no está separado nunca del don de
sí de los propios hombres como nos recuerda la Gaudium et spes, n. 24: "El
hombre, la única criatura en la tierra que Dios ha querido por sí mismo, no
puede encontrarse a sí mismo, sino en la entrega sincera de sí."
85
S. AUGUSTINUS, Tract. in Ioh., tract. 26, 13 (CCSL 36, 266 s.).
p. 73
JUAN JOSÉ PÉREZ-SOBA, Amor conyugal y vocación a la santidad
Por eso el don de Dios se hace realidad en el donarse del hombre. Tal
don se dirige en el caso conyugal a fundar un lugar. En el fondo toda comunión
de personas contruye un lugar donde se produce su comunicación. En el caso
de la comunión conyugal se trata del hogar.
Además de todo esto, la analogía del amor conyugal permite una mejor
comprensión de la realidad de la naturaleza de la Iglesia. Es una manifestación
especial de su condición de Esposa de Cristo y, en cuanto tal, supone que la
Iglesia sólo puede realizar en plenitud su misión recibida de su esposo con la
ayuda de los matrimonios cristianos. Por eso que no se puede entender el
matrimonio como una realidad ajena a su estructura o simplemente para
86
Tertuliano, Ad uxorem, 2,9. CEC, n. 1642.
p. 74
e-aquinas 1 (2003) 5
p. 75
JUAN JOSÉ PÉREZ-SOBA, Amor conyugal y vocación a la santidad
87
BAUDOIN DE LA TRINITÉ, Nature de l'amitié selon Saint Thomas d'Aquin,
Collegium Internationale O.C.D. de Urbe (Romæ 1960) 27: "En la amistad el «nudo» de
los amigos no se eleva por encima de la imagen. La unidad que les une, no es la
realidad vivida por su acto de amor, pues cada uno vive su propio act, y esto hace dos
amores, dos actos de amar."
p. 76
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Otra es la vida familiar. La relación entre los cónyuges debe ser el alma de
la familia, ésta debe de fundarse en la caridad conyugal y fomentarla por el bien
común de la familia. Pero es posible que alguno de los cónyuges, en especial la
mujer pueda buscar una compensación afectiva en los hijos del cariño que no
recibe de su marido. Esto es una espiritualidad desviada el amor conyugal debe
ser primero. La educación de los hijos o es una labor conjunta o es algo que
puede llegar a enfrentar a los cónyuges.
88
Cfr. J. LAFFITTE y L. MELINA, Amor conyugal y vocación a la santidad, Ediciones
Universidad Católica de Chile (Santiago 1997).
p. 77
JUAN JOSÉ PÉREZ-SOBA, Amor conyugal y vocación a la santidad
p. 78