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ITINERARIO PARA CRECER EN EL AMOR

SEGUNDO ENCUENTRO

“MATRIMONIO, SACRAMENTO DE AMOR Y VIDA”

1. CHARLA - EL SACRAMENTO DEL MATRIMONIO

2. CHARLA - SEXUALIDAD EN EL MATRIMONIO

3. CHARLA - EL AMOR CONYUGAL: AMOR FECUNDO

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MATRIMONIO, SACRAMENTO DE AMOR Y VIDA

PRIMERA CHARLA

EL SACRAMENTO DEL MATRIMONIO

1. Creados para Amar

a) El amor de Dios, es el origen de todo amor humano.

 «Dios es amor, y quien permanece en el amor permanece en Dios y Dios en


él» (1Jn 4, 16). Estas palabras de la primera carta del apóstol san Juan, nos
enseñan que Dios es amor, y que el hombre debe permanecer en el amor si
quiere vivir unido a Dios: es decir, “permanecer en Dios y Dios en él”.

“El amor viene de Dios: y todo el que ama ha nacido de Dios y conoce a
Dios”.1 Jn 4, 7-11- o también - 1 Corintios 13, 1-9. 13

 El ser humano es la única criatura que ha sido creada a “imagen de Dios”. A


imagen de un Dios que es Amor. Por eso, el hombre ha sido creado para el
amor: para amar y ser amado. Sólo cuando ama el hombre realiza su propia
verdad alcanza su felicidad. Por eso, podemos decir que “el amor es la
vocación fundamental e innata de todo ser humano”.

 Dios que ha creado al hombre por amor lo ha llamado también al amor,


vocación fundamental e innata de todo ser humano. Porque el hombre fue
creado a imagen y semejanza de Dios (Gn 1,2), que es Amor (1 Jn 4,8.16).

 Habiéndolos creado Dios, hombre y mujer, el amor mutuo entre ellos se


convierte en imagen del amor absoluto e indefectible con que Dios ama al
hombre.

b) El Creador invita a la pareja humana a vivir en matrimonio:

“Dejar padre y madre”(Gn.2,24 a)

 Esta Palabra pronunciada por Dios desde el inicio, aparece como una
condición fundamental para formar una nueva familia. Dejar padre y madre,
es una invitación a ser autónomos, a no vivir en dependencia de las familias
de origen.

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 “Dejar padre y madre”, quiere decir asumir una responsabilidad que es sólo
de los dos, sin dependencia de las familias de origen. El matrimonio implica
total madurez humana para aceptar los desafíos de la nueva familia, con las
dificultades que esta nueva etapa de vida pueda presentar. Sólo quien es
capaz de asumir con libertad y responsabilidad las tareas que implica formar
una familia (procreación y educación de los hijos, sustento económico del
hogar, diálogo permanente, decisiones cotidianas…), puede contraer
matrimonio.

 Los nuevos esposos han de saber discutir y decidir lo que mejor convenga
con respecto a la crianza de los hijos, a la economía del hogar o a sus
proyectos matrimoniales, sabiendo escuchar consejos de sus parientes; pero
sin caer en dependencia de tales opiniones y evitando que sus padres u otros
familiares asuman roles que a ellos y sólo a ellos corresponde.

 No inmiscuir a los padres en sus problemas de pareja, ni pretender que


siempre ellos den solución a sus problemas será siempre algo bueno.
Aunque sin olvidarse de saber escuchar sus orientaciones y consejos cuando
haya necesidad. Igualmente, conviene reconocer el roll de los abuelos en la
familia, por lo que los nuevos esposos han de honrar siempre a sus padres,
de modo que los hijos reconozcan la honra que se debe a los abuelos. Ellos
tienen enseñanzas y experiencias significativas que comunicar a sus nietos
y son definitivos para fortalecer en los hijos el sentido de pertenencia a la
familia y muchas veces el fervor religioso y el respeto a las tradiciones y
valores humano cristianos.

“Y los dos serán una sola carne” (Gn.2, 24b)

 En Jesús conocemos cómo nos ama Dios y cómo debemos amarnos los
unos a los otros. (Con un amor que se hace entrega hasta la Cruz). Cada ser
humano está destinado a encontrarse personalmente con Cristo, y a
experimentar, por medio de Él, el amor de Dios. Y Jesús nos regala también
la capacidad de poder amar como Dios nos ama.

 El matrimonio es una sabia institución del Creador para realizar su designio


de amor en la humanidad. La unión conyugal tiene su origen en Dios, quien
al crear al hombre lo hizo una persona que necesita abrirse a los demás, con
una necesidad de comunicarse y que necesita compañía. “No está bien que
el hombre esté solo, hagámosle una compañera semejante a él.” (Gen. 2,
18).

“Dios creó al hombre y a la mujer a imagen de Dios, hombre y mujer los creó,
y los bendijo diciéndoles: procread, y multiplicaos, y llenad la tierra y
sometedla”.(Gen. 1, 27- 28). Desde el principio de la creación, cuando Dios
crea a la primera pareja, la unión entre ambos se convierte en una institución
natural, con un vínculo permanente y unidad total (Mt. 19,6).

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Por lo que no puede ser cambiada en sus fines y en sus características, ya
que de hacerlo se iría contra la propia verdad del hombre.

 El matrimonio para los bautizados es un sacramento que va unido al amor de


Cristo por su Iglesia, lo que lo rige es el modelo del amor que Jesucristo le
tiene a su Iglesia (Ef. 5, 25-32).

El matrimonio se define como la alianza por la cual, - el hombre y la mujer -
se unen libremente para toda la vida con el fin de ayudarse mutuamente,
procrear y educar a los hijos. (Estos son los dos fines del matrimonio).

 Esta unión, basada en el amor, que implica un consentimiento interior y


exterior, estando bendecida por Dios, al ser sacramental hace que el vínculo
conyugal sea para toda la vida.

 Casarse por la iglesia, no es sólo realizar un contrato, sino una alianza de


amor, en la que ambos contrayentes se comprometen a amarse y a procrear
y educar los hijos. Por este sacramento los esposos quedan como
consagrados a Dios. Este acto es elevado por Cristo a la DIGNIDAD DE
SACRAMENTO.

 El SACRAMENTO DEL MATRIMONIO es el medio por el cual Cristo se hace


presente y forma parte central de la nueva realidad que constituyen los
esposos cristianos. A través del sacramento del matrimonio, Jesucristo nos
comunica de manera eficaz su gracia: su vida, su amor, su Espíritu.

 Cristo hace que los esposos cristianos puedan ser capaces de amar de una
forma radicalmente nueva: con el mismo amor de Dios. Mediante el
sacramento del Matrimonio Jesucristo se compromete a acompañaros para
hacer de la vida conyugal un camino y un medio de salvación.

 Ser una sola carne, implica un reto constante para los contrayentes. Es un
ideal de comunión en el amor, que con la ayuda del Señor, los esposos van
haciendo posible. Esto lo realizaran en las diversas dimensiones de esa
comunión: Ser esposos, amantes, padres, amigos, socios, servidores de
comunidad, entre otros.

b) El sacramento del Matrimonio tiene una dimensión eclesial


 Los cónyuges celebran el sacramento como miembros de la Iglesia. Son los
ministros del sacramento del Matrimonio. Actúan como sacramento de
Cristo, porque forman parte del Cuerpo de Cristo, que es la Iglesia.

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 Los esposos se dan el mutuo consentimiento ante Cristo y ante la Iglesia.
Manifiestan su consentimiento ante el ministro de la Iglesia, remarcando el
carácter eclesial de su matrimonio.

 Los esposos asumen, como miembros de la Iglesia, la misión de hacer


presente en medio del mundo el amor de Cristo a su Iglesia.

 A partir del día de la boda, para el desempeño de su tarea de esposos y


padres, los esposos reciben, de parte de Dios, a través del sacramento del
Matrimonio, una triple gracia: la gracia santificante (una mayor unión con
Cristo, que nos santifica, que nos hace capaces de amar como Él),

 La gracia de la caridad conyugal (participación en la caridad conyugal de


Cristo por su Esposa la Iglesia, que le llevó hasta dar su vida por Ella en la
Cruz) .

 Las gracias actuales (para superar las dificultades que los esposos
encuentren a lo largo de vuestra vida). Todo este caudal de gracia repercute
no sólo en los cónyuges, sino en sus hijos y en cuantos les rodean.

2. El Matrimonio, sacramento de Amor

a) La vocación al amor está inscrita en el mismo cuerpo humano

 La persona humana es corpórea, es un “espíritu encarnado”. Y el cuerpo es


lenguaje de la persona, porque el espíritu humano se expresa a través del
cuerpo. Nuestro cuerpo nos permite relacionarnos con los demás.
Concretamente, el cuerpo humano nos capacita para expresar el lenguaje
del amor.

 El cuerpo tiene capacidad de expresar el amor. La llamada al amor, que


resuena en el corazón del hombre, no es meramente espiritual. Dios ha
inscrito la vocación al amor en toda la persona, y por consiguiente, también
en el cuerpo.

 El cuerpo es masculino o femenino: posee una dimensión sexuada,


inseparable de la persona. El sexo no es un simple atributo, sino el modo de
ser de la persona humana, que afecta al núcleo íntimo de la persona en
cuanto tal. La sexualidad humana, por tanto, forma parte integrante de la
capacidad de amor inscrita por Dios en la persona humana, hombre o mujer.

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 La diferencia sexual, los complementa y atrae. Ser hombre y ser mujer es
“ser para el otro” de forma recíproca. Contiene una llamada a vivir en amor y
comunidad.

b) Los cuatro niveles del amor humano: (Juan Pablo II, F.C)

Nivel corporal-sensual (atracción física)

 Es el nivel más elemental, y común con la naturaleza animal. Se da una


reacción peculiar: el deseo ante el cuerpo de una persona de sexo opuesto
que es complementario al nuestro. La persona es vista bajo la perspectiva de
los valores corporales-sensuales que posee. Puede generar reacción genital
(excitación sexual), que conlleve el deseo de unión corporal. De satisfacerse
la necesidad que genera, se apaga dicho deseo o excitación. Por
consiguiente, por sí solo, este nivel no basta para fundamentar un amor
humano de verdad, aunque, si está ausente, la cosa no marchará bien. Sin
embargo, implica el riesgo de que la otra persona pueda ser considerada
como un “simple objeto” de apetito sexual.

 Nivel afectivo-psicológico (enamoramiento). Ahora lo que reacciona no es el


cuerpo, sino el mundo interior de los sentimientos y afectos. Ante valores
como la alegría, la fortaleza, la simpatía de la otra persona… la persona
enamorada reacciona “emocionándose”. Se genera una empatía mutua,
“sintonía” entre los dos, que hace que estén a gusto juntos, que sientan una
complementariedad afectiva. Cuando el estado anterior no ha sido eliminado
del todo, sino que se encuentra en su justo nivel, implica que la atracción del
cuerpo continúa, pero integrada ahora en una atracción mucho más
profunda, más humana y enriquecedora. “Enamorarse” no es un acto “libre”:
es algo espontáneo. La persona no decide cuándo puede o no puede
enamorarme. Es un nivel más profundo, aunque no basta todavía para un
amor completo.

 Nivel espiritual (amor maduro). Es superior al enamoramiento, porque ya no


es sólo un proceso emocional espontáneo. Ahora el amor se transforma en
una decisión, tomada consciente y libremente, de entregarse al otro,
amándolo tal y como es. El amor maduro implica un tipo de placer muy
distinto a los dos anteriores. Ya no es un “gozo” que nace de la necesidad de
satisfacer una carencia (física o afectiva), sino de la apreciación del valor de
la persona tal como es. El amor acepta a la persona entera, tanto con sus
cosas buenas, que la enriquecen y la hacen amable, como con sus defectos
que molestan.

 Nivel teologal (amor conyugal cristiano). La otra persona de sexo opuesto


nos atrae no solo por sus valores corporales o afectivos, o por la riqueza de
su misma persona, sino porque en ella se descubre un Misterio que la
trasciende, pero que en ella misma se halla presente: es el Misterio de Dios.
Se produce una reacción que va dirigida no solo a la comunión con la

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persona, sino también a la comunión amorosa con Dios. Ese amor de los dos
en el amor de Dios se traduce en la capacidad otorgada por la gracia del
sacramento del matrimonio, y en el compromiso, de amarse con una entrega
total y para siempre, “hasta que la muerte los separe”. De modo que “ya
no son dos, sino una sola carne» (Mt 19, 6; cf. Gén 2, 24), una sola vida.
Romper esta unión significaría mutilar la vida interior de cada uno de los
cónyuges. La grandeza y dignidad del amor conyugal El amor de los esposos
o amor conyugal es una de las formas más hermosas de realizar la vocación
fundamental e innata al amor, que es propia de todo ser humano.

 Es un amor que responde al proyecto de Dios para el hombre: «No es bueno


que el hombre esté solo. Voy a hacerle una ayuda adecuada» (Gn 2,18). El
amor matrimonial, purificado y elevado por la gracia de Dios se convierte en
un reflejo del amor de Cristo a su Iglesia. La Palabra de Dios nos dice que
los esposos deben amarse «como Cristo amó a su Iglesia. Él se entregó a sí
mismo por ella» (Ef 5, 25-26). Y “entregarse” es convertirse en “don
verdadero”, amando hasta el extremo (cf. Jn 13, 1), hasta las últimas
consecuencias. Ese es el amor que los esposos deben vivir y reflejar.

 El amor de los esposos cristianos es fruto de un “don” de Dios. Por eso, los
esposos están capacitados, si acogen el don de Dios, para superar con éxito
todas las dificultades que se presenten, llegando hasta el heroísmo si es
necesario.

3. El Amor de los esposos

 La verdadera naturaleza y nobleza del amor conyugal se revelan cuando


éste es considerado en su fuente suprema, Dios, que es Amor, "el Padre de
quien procede toda paternidad en el cielo y en la tierra"(1Jn.4,8) .

 Por el matrimonio sacramental, los esposos asumen un nuevo modo de vivir


que tiene como modelo el amor oblativo y sacrificial de Cristo por la Iglesia,
la amó y se entregó por Ella. Viviendo en la lógica del don de sí, los esposos
comienzan a formar una comunidad de vida y amor. El amor debe ser el
principio y la fuerza de esta nueva comunidad. Se “deben“ amor el uno al
otro, ya que por el matrimonio se han convertido el uno para el otro en
verdadera parte de sí mismo.

 Este amor conyugal tiene unas exigencias y características:

a) Es un amor plenamente humano:

 Esto quiere decir que es sensible y espiritual al mismo tiempo.

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 El amor conyugal no es por tanto una simple efusión del instinto y del
sentimiento sino que es también y principalmente un acto de la voluntad libre.
Está destinado a mantenerse y a crecer mediante las alegrías y los dolores
de la vida cotidiana, de forma que los esposos se conviertan en un solo
corazón y en una sola alma y juntos alcancen su perfección humana.

 Es amor sensible porque pasa a través de los sentidos. O como decimos a


veces: “todo entra por los ojos”. Adán se asombra ante la belleza de Eva
diciendo: “ésta sí que es hueso de mis huesos…” El amor conyugal se
expresa a través del cuerpo, se vuelve caricia, ternura, que encuentra su
mayor expresión en el acto sexual.

 El hombre ama como hombre cuando ama con todo su ser: es decir, con su
cuerpo, su pasión o sensibilidad y con su alma (con su voluntad espiritual).
Desde este punto de vista, descartar cualquiera de las dimensiones del ser
humano es un terrible enemigo del amor matrimonial. Cuando se pretende
dar el afecto pero no la capacidad de procrear, se está cercenando la
entrega; igualmente cuando escasean los afectos; cuando los esposos no se
acompañan espiritualmente; cuando la unión es sólo corporal pero las almas
están distantes... No es, pues, amor auténticamente humano y conyugal el
que busca principalmente (menos aún si busca solamente) el goce sexual o
carnal.

 Sin embargo, la cultura hedonista a la que asistimos hoy se ha enfocado en


mostrar la sexualidad solamente como una forma de gratificación y
autocomplacencia individual desligada de toda responsabilidad, por eso las
relaciones duran lo que dura el acto sexual; debido a este placer efímero es
que se busca la constante repetición de actos donde el respeto por el otro ya
no es la norma sino la excepción. Esta forma de vivir la sexualidad es la que
cosifica al otro, sobre todo a la mujer. Si hay algo que daña profundamente
una relación conyugal, es la cosificación del otro en el matrimonio.

b) Es un amor fiel y exclusivo:

 Así lo conciben el esposo y la esposa el día en que asumen libremente y con


plena conciencia el empeño del vínculo matrimonial. El amor conyugal
exige fidelidad y exclusividad. La fidelidad es la palabra empeñada, es el
Sí incondicional que se expresan los esposos el día de su boda. La fidelidad
solo puede expresarse a través de la libertad, por eso su exigencia no es una
carga pesada, sino agradable y placentera.

 Cuando los esposos expresan sus afectos en la interioridad de su amor


conyugal, la fidelidad es la que da la seguridad a dicho acto expresado en un
amor sin límites. Un matrimonio necesita seguridad pero no a fuerza de
imposición sino de la entrega incondicional a un amor que supera nuestro
entendimiento, el amor de Dios.

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 La fidelidad no solo es connatural al matrimonio, sino también manantial de
felicidad profunda y duradera. El amor conyugal exige plenitud en el tiempo,
de lo contrario no es verdadero amor.

 Exclusividad quiere decir de uno con una, no existe otra alternativa. El amor
humano generalmente inicia a través de una mirada (un flechazo) en el que
generalmente, el hombre se asombra ante la presencia de una mujer, aun
habiendo muchas a su alrededor. En el entorno hay muchos hombres y
mujeres, pero cuando se ama, solo se ama a una persona al mismo tiempo.
No caben dos en el corazón. Lo exclusivo es lo único, así lo conciben el
esposo y la esposa, por esta razón son capaces de darlo todo.

 La intimidad conyugal no es posible ser compartida más que solamente con


el otro en un acto de amor que sobrepasa los límites humanos, límite que
solamente Dios supo atravesar a través de Jesucristo y mostrarnos un amor
en una nueva dimensión, el amor en la dimensión de la cruz. Por lo tanto,
todo amor conyugal para que sea verdadero exige de los esposos fidelidad y
exclusividad que es fuente de armonía y felicidad para los cónyuges, por eso
cuando se da la infidelidad en el matrimonio se resiente profundamente. La
armonía existente se vuelve caos que afecta no solo a los esposos, sino a
toda la familia y se hace muy complicado su reparación pero no imposible de
realizarlo.

 Ser fiel implica posesionar al otro en el puesto que le corresponde. El


cónyuge es la persona más importante. Y esa relación debe cuidarse de
modo cotidiano, cuidando que las relaciones con parientes, amigos o
compañeros no ocupen ese lugar privilegiado. La fidelidad implica
salvaguardar el tiempo que exige esta relación de dos, cuidando que los
afanes cotidianos, el exceso de trabajo, los compromisos sociales, el cuidado
de los hijos, los ideales académicos, no le resten el tiempo que se merece.

c) Es un amor Indisoluble

 Dijo el señor: “de manera que ya no son dos sino una sola carne, por tanto
no debe separar el hombre lo que Dios ha unido”. (Mc.10, 8-9). Con esta
frase, Nuestro señor, manifiesta claramente la indisolubilidad del
matrimonio, es decir mantenerse juntos hasta la muerte.

 Y esta permanencia del matrimonio, va unida a la otra propiedad del


matrimonio, que es la unidad.(“una sola Carne”). El amor llega a ser
indisoluble en la medida en que los esposos cuidan diariamente su ideal de
comunión en el amor. Los esposos están llamados a permanecer juntos,
revisando constantemente las diversas dimensiones de su unión:

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- Los esposos son socios: es decir los unen unos mismos bienes que
están llamados a saber administrar para bien de ellos y de su prole.
Por ello, conviene saber tomar decisiones juntos: proyectos de
inversión, ahorros, pago de deudas, compras y ventas, etc.
- Los esposos son amantes: comparten un lecho nupcial, que han de
cuidar muy bien con el paso del tiempo. Habrán de crecer mutuamente
en esta experiencia de plena comunión, en la que poco a poco han de
ir descubriendo que el acto sexual no sólo es un encuentro de mutuo
placer, sino el encuentro íntimo de dos personas con toda su realidad.
- Los esposos son Amigos: el compartir tantas cosas a lo largo de su
vida, les permite tener un conocimiento cada vez más avanzado de
las cualidades y limitaciones del otro. Han de mirarse y tratarse con
mayor compasión y comprensión. Han de ser confidentes y esforzarse
por sacar tiempo para recrearse juntos y compartir ciertas afinidades.
- Los esposos son padres: comparten el amor y las responsabilidades
por los hijos. Saber decidir en aquello que conviene a la educación
integral de sus hijos a lo largo de cada una de las etapas de la vida,
será siempre una tarea, tantas veces difíciles, pero hermosa y llena
de satisfacciones. Evitar imponer los criterios propios y escuchar al
otro en su posición frente a ciertos temas tan delicados en el proceso
de formación de los hijos, ayudara mucho a la estabilidad familiar.
- Los esposos son servidores de Dios: quienes se casan son dos
bautizados, dos hijos de Dios, llamados a edificar una Iglesia
doméstica, una iglesia en miniatura, en donde toda la vida ha de estar
guiada por la fe , con l ayuda de la oración y la vivencia de los
sacramentos. Pero también han de convertirse en fieles servidores de
Dios en el compromiso con las necesidades de los hermanos
necesitados, o en el compromiso con el apostolado parroquial. Es
mucho el bien que pueden hacer a la iglesia y a la sociedad en
general, un matrimonio bien constituido y fiel en el Señor.

d) Es un amor total y definitivo.

 El amor conyugal es una forma singular de amistad personal, con la cual los
esposos comparten generosamente todo, sin reservas indebidas o cálculos
egoístas.

 Todo amor conyugal debe ser total. Esta totalidad no implica que el otro
pierda su libertad sino que la da voluntariamente, ésta es la grandeza del
matrimonio sacramental, donde uno entrega todo de sí mismo, entrega que
no implica sometimiento sino el don de sí a sabiendas que no perdemos nada
sino que en retribución recibimos al otro también como don.

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 Esta reciprocidad es la que no permite desconfiar del otro, es acá donde la
promesa matrimonial se patentiza. Asimismo, esta totalidad solamente se
puede dar entre un hombre y una mujer, en su masculinidad y su feminidad
donde su estructura natural está destinada para dar y recibir.

 Es total porque se ama al otro por lo que es en sí mismo, con todas sus
fortalezas y debilidades, con sus cualidades y defectos. Se acepta al otro con
su historia, su pasado, su entorno. Se acoge al otro como un don de Dios y
se acepta desde toda su realidad.

 La antítesis del amor conyugal es el egoísmo, por cierto muy difundido hoy
en nuestra sociedad e incluso dentro de la vida matrimonial. Egoísmo que va
permeando todas las realidades, también la matrimonial. Por eso
encontramos hoy los que optan por uniones sin compromisos (amantes
eternos), o los matrimonios desechables, es decir los que duran hasta que el
otro me incomoda.

 El amor verdadero no pone condiciones, no exige demás, no pretende


cambiar al otro, sino que le acepta, lo promueve. Por ser amor auténtico, se
hace generoso. Comprende la realidad del cónyuge, tolera y soporta con
amor. (Ef.4,2)

 Este amor es definitivo porque esa unidad interpersonal que se ha formado


a todos los niveles no puede ser algo que dure solamente por un tiempo.

 Dice el Papa Pablo VI: “Los esposos, como tales, han de compartir
generosamente todo, sin reservas y cálculos egoístas. Quien ama de verdad
a su propio consorte no ama solo por lo que de él recibe, sino por sí mismo,
gozoso de poderlo enriquecer con el don de sí“ (HV, 9).

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SEGUNDA CHARLA

SEXUALIDAD EN EL MATRIMONIO

En este tema reflexionamos sobre el sentido y las características de la sexualidad


humana y de manera particular de la sexualidad matrimonial. Es muy conveniente
que los novios conozcan el pensamiento de la Iglesia con cierta profundidad y se
les desmonten los prejuicios y errores en materia sexual que han ido adquiriendo a
lo largo de su vida, bien por falta de educación sexual en su familia y en el colegio,
bien por la influencia de los medios de comunicación, bien por las experiencias
frustrantes que hayan podido tener hasta este momento.

1. DIFICULTADES PARA HABLAR DE SEXUALIDAD.

 En primer lugar, lo que han aprendido en los medios de comunicación social


(programas de TV, revistas, cine...), que les ha hecho tomar una posición
ante la sexualidad y adquirir unos conocimientos. No todo lo que se afirma
en los medios es verdadero.

 Las experiencias sexuales que han tenido en la infancia, adolescencia,


juventud en el ámbito familiar y escolar, determinan la concepción que tienen
sobre la sexualidad. La ausencia de una educación sexual positiva en cada
etapa de la vida y con el lenguaje adecuado, el aprendizaje guiado de la
curiosidad y con personas de su mismo entorno y edad, les lleva a carecer
de conocimientos precisos en materia sexual.

 Habitualmente niegan la autoridad de la Iglesia sobre sexualidad. Arrastran


muchos prejuicios creyendo que para la Iglesia todo es pecado o todo está
prohibido; pero realmente desconocen el planteamiento de la Iglesia. Esto es
debido a la falta de una fe formada y madura, que sea consecuente con la
norma moral cristiana

 Señaladas todas estas dificultades, es importante invitar a los novios a abrir


el corazón sin prejuicios y conocer la verdad y el significado de la sexualidad.

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2. GENITALIDAD Y SEXUALIDAD

Comenzamos distinguiendo dos conceptos fundamentales que se confunden hoy


día al hablar de la sexualidad:

 Genitalidad: cuando hablamos de genitalidad, nos estamos refiriendo a los


órganos genitales del hombre y de la mujer, que son distintos físicamente y
que están llamados a complementarse (Ej. La llave y la cerradura). A menudo
se reduce la sexualidad al uso indiscriminado de los genitales con el fin de
obtener el máximo placer posible, como sea y con quien sea, sin ningún
límite.

Sexualidad: Es una dimensión esencial que invade a toda la persona en su


unidad de cuerpo y espíritu. Más que una facultad del ser humano se trata
de una dimensión que configura a la persona en la diversidad de sus
facultades, y condiciona profundamente su existencia como varón o como
mujer. Lo masculino y lo femenino, en efecto, son dos modos de ser y dos
maneras diferentes de relacionarnos con los demás. Nacemos con un sexo
determinado que afecta no sólo a nuestros órganos genitales, sino a todo
nuestro cuerpo sexuado, a nuestra psicología (masculina o femenina), y a
nuestra manera de ser, de amar, de entregarnos.

3. DIMENSIÓN PERSONAL DE LA SEXUALIDAD.

 La sexualidad humana, como acabamos de afirmar afecta a toda la persona


(cuerpo y espíritu) y por lo tanto, impregna toda la vida personal. El sujeto
que sustenta la sexualidad no son los órganos genitales sino la propia
persona, la cual tiene como tarea o vocación realizarse como varón o como
mujer.

 La sexualidad humana posee un carácter evolutivo y dinámico. Se trata de


una realidad que acompaña el crecimiento de la personalidad y que atraviesa
distintas etapas. Este crecimiento evoluciona desde el narcisismo (interés
centrado en uno mismo), hacia la heterosexualidad adulta y madura. Este
proceso se realiza a través de cambios continuos, en el cual a veces se dan
regresiones y manifestaciones de la propia inmadurez

 La sexualidad humana posee también un carácter natural que es necesario


respetar para que ésta alcance su desarrollo. El cuerpo revela al hombre,
expresa a la persona, y por eso, es el primer mensaje de Dios al hombre

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mismo. La verdad de la sexualidad humana se manifiesta en las propias
inclinaciones de su naturaleza, según el proyecto creador de Dios.

 En correspondencia de la pertenencia simultanea del ser humano al mundo


espiritual, psíquico y corpóreo, la persona humana posee fundamentalmente
tres facultades o dinamismos operativos, a través de los cuales el sujeto
actúa.

 Nivel físico o corporal: donde se encuentran las raíces biológicas de la


sexualidad, en las que se halla el placer sexual, que forma parte de la
naturaleza del hombre y ha sido puesto por Dios para favorecer la comunión
personal y la procreación.

 Nivel psicológico o afectivo: que corresponde a los aspectos psicológicos


del amor humano y que comúnmente se denomina mundo de los
sentimientos. En este nivel, la comunicación profunda de los sentimientos es
imprescindible para el crecimiento en el amor de la pareja. Cuando se da en
el matrimonio aumenta el placer en el nivel físico. Por el contrario, cuando se
encuentra ausente, se perjudica el amor en su expresión corporal que suele
ser pospuesta y no deseada. Muchos de los fracasos matrimoniales de
nuestros días, vienen por la falta de ternura en la relación y la falta de
comunicación de los sentimientos.

 Nivel espiritual: En este nivel la sexualidad tiende a la amistad y a la


comunión interpersonal, y alcanza su verdadera dimensión personal cuando
sirve a la comunión y a la complementariedad. Se trata de la dimensión
natural más alta de la sexualidad humana y del amor conyugal, por medio de
la cual el varón y la mujer se eligen voluntariamente de forma exclusiva.

 Nivel sobrenatural: Este nivel de la sexualidad expresa el amor en la


donación de sí mismo, sin límites ni condiciones por medio de la gracia
liberadora de Cristo que sana, perfecciona y eleva al corazón humano,
haciéndole partícipe de la caridad conyugal mediante el Sacramento del
Matrimonio. Con este amor, el matrimonio puede hacer frente a cualquier
situación conflictiva y vencer el poder del pecado que lleva a la sexualidad al
individualismo y al egoísmo (cf. GS 48; FC 13, 19, 56).

Todos los niveles o dimensiones guardan una relación y continuidad entre sí. Lo
importante es lograr la integración entre ellos, de manera que construyan – como si
de un edificio se tratara - la personalidad del sujeto y garanticen las bases de una
verdadera comunión y promoción de la vida.

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4. DIMENSIÓN RELACIONAL DE LA SEXUALIDAD.

 La sexualidad es una forma específica de relación interpersonal vinculada


estrechamente con la atracción natural entre los dos sexos diferentes, que
se constituye en una fuerza dialogal al servicio de la comunicación amorosa
y del encuentro personal íntimo.

 La sexualidad es una forma de lenguaje que viene a expresar y a realizar el


amor entre las personas. El cuerpo, en este lenguaje, sirve de mediación
para el encuentro interpersonal. El cuerpo se hace lenguaje de amor a través
de todos sus gestos: la mirada, el beso, el abrazo, las caricias, la íntima unión
sexual. Entre todos ellos la relación sexual genital expresa el nivel más pleno
de comunicación amorosa.

 Esta íntima unión sexual ha de estar siempre precedida por un auténtico


amor entre los esposos, y ser, en sí misma, realización plena de ese mismo
amor. Para ello es necesario respetar la dignidad personal del otro y no
tratarlo como mero objeto de placer. Exige la fidelidad y requiere estar abierto
a la vida, como índice de entrega total y medio de prolongar el mismo amor.

 La íntima unión sexual, como forma privilegiada de encuentro personal y de


amor conyugal, no se agota en el ámbito de lo privado, sino que tiene una
dimensión social y pública. Este amor expresado en la unión de los cuerpos
requiere un carácter definitivo y exclusivo; por esto mismo, este encuentro
íntimo es propio de los esposos que han manifestado ante la sociedad su
voluntad de pertenencia y su compromiso de fidelidad. Por eso, la familia
tiene su origen en el matrimonio y es considerada la célula primera y vital de
la sociedad.

5. ASPECTOS MORALES DE LA RELACIÓN SEXUAL CONYUGAL.

 Es conveniente al afrontar este tema, reafirmar la bondad de las relaciones


sexuales llevadas a cabo rectamente en el contexto del amor conyugal (cf.
GS 49. 2), y salir al paso de quienes consideran las relaciones sexuales en
el matrimonio como un mal que se tolera, o una concesión al instinto de cara
sólo a la procreación.

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 Conviene también, poner de manifiesto la importancia de la comunicación de
los cuerpos, signo de la comunión interpersonal, superando dos actitudes
equivocadas:

 La falta de confianza de los esposos y la resistencia al placer y al gozo


de la unión sexual.

 Los que despersonalizan la relación sexual y se obsesionan con la


búsqueda del placer a toda costa, buscando continuamente nuevas
técnicas y olvidando otros valores personales: el cariño, la ternura, el
amor...en la relación.

 Para que el encuentro sexual conyugal sea ejercido en su verdad, ha de


reunir las siguientes condiciones:

 Que sea un encuentro verdaderamente humano: la relación sexual no es


el resultado de la unión instintiva de dos cuerpos, sino el encuentro entre
dos personas, varón y mujer, a través de todo lo que ellos son: alma,
corazón y cuerpo, inseparablemente unidos.

 Debe ser también, un encuentro entre iguales: La iniciativa corresponde


indistintamente tanto al hombre como a la mujer, ya que ambos pueden
sentir la necesidad de comunicación. Esta igualdad exige que el
encuentro sexual se realice en un contexto de amistad y no sea un acto
de dominio o de abuso del otro, utilizándolo como objeto de placer; por
ello es necesario aprender a dominarse y a procurar el bien del otro.

 Un encuentro de dos psicologías diferentes: En el ejercicio de la


sexualidad el varón y la mujer se manifiestan muy distintos, ya que tienen
sus propias peculiaridades, sus exigencias y modos de realización; de tal
manera, que será necesario conocer y educar los modos de reacción de
cada uno para adaptarlos a los del otro.

 Que este encuentro sea expresión del amor conyugal: La unión sexual es
la expresión más profunda del amor conyugal. Se entregan sin reservarse
nada, hasta con su cuerpo... en cuerpo y alma. Por eso, es un momento
privilegiado de la comunión entre los esposos, la más bella y profunda
expresión de su amor exclusivo y total.

 Que sea siempre un acto responsablemente abierto a la transmisión de la


vida: En el acto que expresa su amor conyugal, los esposos están

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llamados a la donación plena de sí mismos, sin reservarse nada en dicha
entrega. La Iglesia enseña esto, fundándolo en la conexión inseparable
que Dios ha querido, y que el hombre debe respetar, entre los dos
significados del acto conyugal: el significado unitivo y el significado
procreador (cf. HV 11 y 12).

 De esta forma, cuando se da la presencia de ambos significados, los


esposos no pueden ni separar arbitrariamente, ni querer promocionar uno a
consta del otro, porque precisamente por esto, no fomentarán ninguno de los
dos. Por ejemplo, aquellos esposos que, movidos en su intención a querer
que su amor conyugal crezca mediante el acto sexual íntimo, si excluyen la
fertilidad actual del mismo a través del recurso a algún método artificial
(contracepción, esterilización, onanismo), por esto mismo, su entrega mutua
no será plena ni total, y, por consiguiente, al excluir de su amor el carácter
fecundo, no hacen crecerlo genuinamente, pues se trata de una entrega a
medias, no plena (cf. FC 32). Porque los esposos no han respetado el
significado procreador, por esto mismo, no han respetado verdaderamente
tampoco el significado unitivo. Y viceversa, aquellos esposos que en su
comportamiento sexual quisieran de forma unilateral fomentar el significado
procreador, a costa del significado unitivo, por esto mismo tampoco
fomentarían ninguno de los dos.

Es el caso, por ejemplo, de aquel cónyuge que impusiera por la fuerza al otro
cónyuge su deseo de tener un hijo, yendo en contra de su voluntad. Si esto
ocurriera, porque el hijo no ha sido fruto de un gesto de amor conyugal
verdadero (no ha respetado el significado unitivo del acto sexual), por esto
mismo, se transmitiría la vida humana de forma indigna, y sería ilícita; no ha
respetado tampoco el significado procreador (significado ético).

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TERCERA CHARLA

EL AMOR CONYUGAL: AMOR FECUNDO

Cuando un hombre y una mujer “entran en relación”, decimos que han recibido la
llamada del amor. Con ello queremos indicar el punto de partida de un camino que,
pasando por las etapas del noviazgo y del matrimonio, está llamado a prolongarse
durante toda la vida. Este amor, considerado como origen y causa del
noviazgo y del matrimonio, constituye también su verdadero fundamento. Más allá
de otros intereses, lo que da estabilidad a la vida de la pareja es el amor mutuo y la
voluntad de procurarse el bien. Contando con esta base, uno se puede arriesgar a
llevar adelante la más sublime de las aventuras: el matrimonio, origen de la familia.

Unido a los dos aspectos anteriores, el amor es también la meta que persigue la
vida conyugal. El noviazgo es una etapa de preparación y crecimiento que tiende a
formar de las dos personas, hombre y mujer, una íntima comunión de vida y amor.

NATURALEZA DEL AMOR CONYUGAL

El amor conyugal es una variante del amor humano. Este amor no se agota en el
mutuo deseo entre los esposos, ni siquiera en la voluntad recíproca de procurarse
el bien. Lo propio del amor conyugal es el don de sí mismo, la donación mutua de
las personas en todo lo que ellas son, alma, corazón y cuerpo. Lo expresó Pablo VI
cuando, refiriéndose al matrimonio dice: “Los esposos, mediante su recíproca
donación personal, propia y exclusiva de ellos, tienden a la comunión de sus seres
en orden a un mutuo perfeccionamiento personal, para colaborar con Dios en la
generación y en la educación de nuevas vidas” (HV 8).

Ahora bien, si la esencia del amor conyugal consiste en la donación mutua y plena
de las personas, esto requiere de cada uno de los esposos el don de sí mismo y la
acogida incondicional del otro.

CARACTERÍSTICAS DEL AMOR CONYUGAL

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1. Es un amor plenamente humano.

 El “amor conyugal “es, ante todo un amor plenamente humano; es decir,


sensible y espiritual al mismo tiempo. No es por tanto una simple efusión del
instinto y del sentimiento, sino que es también, y principalmente, un acto de
la voluntad libre, destinado a mantenerse y a crecer mediante las alegrías y
los dolores de la vida cotidiana, de forma que los esposos se convierten en
un solo corazón y en una sola alma y juntos alcanzan su perfección humana”.

 El amor conyugal, precisamente por ser humano, abarca todas las


dimensiones de la persona: física, afectiva y espiritual, ordenadas según una
jerarquía de valores. Este amor tiene como meta la comunión y la relación de
persona a persona en la que interviene tanto el cuerpo como el espíritu.

 La relación entre los sentimientos y la voluntad. El amor conyugal es


“principalmente” un acto de la voluntad libre; ello indica que amar a alguien
es una decisión. Esta decisión libre, que conlleva el don de sí mismo, puede
ser sostenida por el paso del tiempo y, por eso, puede ser motivo de pacto
entre aquellos que deciden unirse en matrimonio.

 No se trata de un bien estático, que se consigue de una vez para siempre. El


amor conyugal, como toda realidad humana, está sometido a su propio
dinamismo de crecimiento o involución. Por esto necesita ser cultivado y
puesto en ejercicio, de tal manera que pueda alcanzar su plena madurez: la
comunión plena en la que los esposos se convierten “en un solo corazón y
una sola alma”.

2. Un amor total.

 Esta característica del amor conyugal expresa el sentido radical de la


donación mutua: “Es un amor total, esto es, una forma singular de amistad
personal, con la cual los esposos comparten generosamente todo, sin
reservas indebidas o cálculos egoístas. Quien ama de verdad a su propio
consorte no lo ama sólo por lo que de él recibe, sino por sí mismo, gozoso
de poderlo enriquecer con el don de sí” (HV 9).

 La verdad de este amor consiste en ser una donación personal recíproca, y


en cuanto que la persona es un ser unitario, es una donación total. Esta

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donación y entrega con carácter de totalidad lleva a los esposos a vivir en
pertenencia, que no es otra cosa que llevar a cumplimiento la amistad
conyugal.

3. Un amor fiel y exclusivo.

 La fidelidad no hay que verla sólo como una respuesta a un compromiso


adquirido, sino, sobre todo, como la lógica consecuencia que se deriva del
amor total, de la recíproca donación personal sin reservas ni límites. Un amor
con estas características no puede menos que ser exclusivo y para siempre.

 La fidelidad conyugal abarca un doble aspecto: el no traicionar al propio


cónyuge y la plenitud del mismo amor. La fidelidad es la respuesta de quien
ama con amor total, la expresión de la vida en pertenencia, la única actitud
adecuada ante quien nos obsequia con el don de sí mismo.

4. Un amor fecundo.

El amor conyugal no se agota en la comunión entre los esposos, sino que


está destinado a prolongarse suscitando nuevas vidas. (cf. GS 50). La razón
última de este amor fecundo podemos verla en la conexión entre el precepto
del Creador “creced y multiplicaos” (Gn 1, 28) y su voluntad de que los dos
sean “una sola carne” (Gn 2, 24). Ambos elementos, comunión y procreación
(o apertura a la vida), están intrínsecamente unidos como exigencia del
mismo amor conyugal. Este, al consistir en la donación personal recíproca,
reclama la unión de las personas en su condición sexuada, la cual se ejerce
de manera singular a través de los actos propios para promover nuevas
vidas. Así pues, la comunión total de los esposos, que alcanza su más alto
nivel de expresión amorosa mediante el acto de unión sexual, es, a la vez, la
fuente de la misma procreación. De esta manera queda patente el carácter
fecundo del amor conyugal y la inseparable conexión que posee el mismo
acto conyugal entre el significado unitivo y el procreador.

EL AMOR CONYUGAL: ETAPAS Y CRISIS

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 El itinerario de crecimiento en el amor conyugal conoce sus propias crisis e
involuciones. Son las pruebas necesarias que conducen al fracaso de la
relación o colaboran a construir la pareja desde un amor más real.

 La consolidación del amor durante el noviazgo cristaliza en una sólida


amistad. Partiendo de ella los novios deciden responsablemente unir sus
vidas mediante el sacramento del matrimonio, lo que supone la confirmación
social de su amor. El matrimonio celebrado ante la Iglesia y la sociedad,
ratifica su compromiso de amor y les sitúa en un nuevo estado: ser marido y
mujer, que reclama el don recíproco de sus personas.

 En los primeros pasos de la vida matrimonial es decisiva la adaptación a la


vida de pareja; ello supone:

 Abandonar la mentalidad de solteros y algunos de sus hábitos.


 Amoldarse el uno al otro y acostumbrarse a un ritmo de vida
compartida.

 En el primer año de casados suele suceder lo que se denomina la crisis de


la realidad. Durante el noviazgo juegan un papel importante el sueño y la
imaginación. La vida de pareja, en cambio, supone el paso a la realidad de
la convivencia diaria, al encuentro sexual continuado... En esta situación los
cónyuges han de quitarse las máscaras, han de adaptarse a los gustos,
aficiones y deseos de cada uno. Para afrontar esta nueva realidad necesitan
poner en práctica su capacidad de diálogo y de amor sincero.

 La aparición de los hijos es otro momento crucial en la vida de todo


matrimonio, y de manera especial, el nacimiento del primero. Su presencia
origina un replanteamiento serio de la vida de la pareja, que si no es
afrontado con lucidez puede provocar una crisis de la relación amorosa. Debe
ser una gran oportunidad para descubrir cómo ha de ser la relación entre los
esposos ante esta nueva situación, cual su actitud y dedicación al hijo o a los
hijos, y cómo hay que reajustar la relación con el mundo exterior a la familia:
abuelos, tíos, primos, amistades. Cumplir con la vocación de padres no
significa olvidar la importancia de la vida en pareja. Lo decisivo ante la
realidad de los hijos, es aprender a guardar el justo equilibrio entre la
dedicación a ellos y el cultivo necesario de la relación amorosa entre los
esposos.

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 La vida larga de todo matrimonio supone otras etapas en las que pueden
hacerse presentes la rutina, los conflictos, la falta de ilusión, la tentación de
la infidelidad; las propias crisis personales, o las que dependen de las
mismas etapas de la vida: la menopausia, la emancipación de los hijos, la
vejez, la viudedad, etc.

 A estas situaciones hay que añadir los problemas propios derivados de la


limitación de la existencia humana o de la condición social: problemas de
salud, de trabajo, dificultades económicas, conflictos familiares... Todo ello
forma parte del bagaje de la vida y conviene ser considerado de una manera
realista antes de iniciar el matrimonio.

 En cualquiera de las circunstancias, siempre será necesario recordar las


palabras del Apóstol Pablo, y descubrir que cuando el amor es verdadero en
el matrimonio estas palabras se cumplen en la historia que Dios va realizando
con cada uno de los que han sido llamados al amor en el matrimonio: “el
amor es paciente... no toma en cuenta el mal. Todo lo excusa. Todo lo cree.
Todo lo espera. Todo lo soporta. El amor no pasa nunca” (1ª Cor 13, 4-8).

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PARA COMPARTIR EN GRUPOS
SOBRE LA FAMILIA Y EL MATRIMONIO

a) Lea cada una de las frases que siguen


b) Escoja las que más le llame la atención y diga por qué
c) Conparta con sus compañeros las frases escogidas

1. La familia cristiana está fundada en el sacramento del matrimonio entre un


varón y una mujer, signo del amor de Dios por la humanidad y de la entrega
de Cristo por su esposa, la Iglesia (Benedicto XVI)

2. El amor y la entrega total de los esposos, con sus notas peculiares de


exclusividad, fidelidad, permanencia en el tiempo y apertura a la vida es
el pilar de esta comunidad de vida y amor que es el matrimonio (Benedicto XVI).

3. Sólo la roca del amor total e irrevocable entre el hombre y la mujer es capaz de
fundamentar la construcción de una sociedad que se convierta en una casa
para todos los hombres (Benedicto XVI)

4. El futuro de la humanidad se fragua en la familia (Juan Pablo II)

5. "Todos los pueblos para dar un rostro verdaderamente humano a la sociedad


no pueden ignorar el don precioso de la familia, fundada sobre el matrimonio
(Juan Pablo II)

6. La Iglesia no puede dejar de anunciar que, de acuerdo con los planes de Dios
(Mt 19,3-9), el matrimonio y la familia son insustituibles y no admiten otras
alternativas (Juan Pablo II).

7. Una familia iluminada por el Evangelio es una escuela de vida cristiana. Allí
se aprende la fidelidad, la paciencia y el sacrificio (Papa Francisco)

8. La santidad exige cada día la entrega con sacrificio; por eso el matrimonio es
un camino para ser santo (Papa Francisco)

9. El reto de los esposos cristianos: estar juntos, aprender a amarse para


siempre y buscar el modo de que el amor crezca (Papa Francisco)

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