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Cinco Puntos de Inflexión

en la Guerra del Pacífico.

Rafael Mellafe Maturana

Artículo publicado en el libro “La Guerra del Pacífico 1879 – 1884: Ampliando miradas en
la historiógrafa chileno-peruana”, Chaupis, Jose / Tapia Claudio, Editores. Editorial
Legatum, Santiago 2018.

Introducción

Al estudiar con detenimiento los conflictos humanos, que no son necesariamente las
guerras sino que puede ser de cualquier tipo, nos damos cuenta que en todos ellos se
producen hitos o acciones que marcan el devenir de los acontecimientos. Estos hitos,
normalmente marcados por fechas, nos entregan un antes y un después en el desarrollo del
objeto del estudio. Por tanto representan puntos de inflexión donde los hechos toman
rumbo de acuerdo a la decisión adoptada o sometida en ventaja de uno u otro actor
presentes en la disputa.

En el campo de la historia militar, específicamente en el estudio de las batallas, existen


cientos de ejemplos que claramente avalan lo anteriormente señalado ya que es
relativamente sencillo medir causa – efecto de una acción en particular sobre el curso de los
acontecimientos que se produce a raíz del resultado de un determinado hecho de armas. Por
tanto podemos decir que la batalla de Stalingrado, donde las fuerzas alemanas sufren su
primer gran revés y empieza el repliegue alemán hacia el oeste pasando de la ofensiva a la
defensiva, establece un punto de inflexión en el Teatro Europeo de la Segunda Guerra
Mundial. Lo mismo que la Batalla de Midway, ocurrida en el océano Pacífico, en la cual la
fuerza aeronaval norteamericana logra hundir cuatro portaviones japoneses moviendo el
balance de poder definitivamente hacia los Estados Unidos y este país pasa a la ofensiva de
esa gran campaña militar de la Segunda Guerra Mundial y que concluye con la rendición
del Imperio del Sol Naciente. También se podría mencionar las batallas de Austerlitz y
Waterloo que marcan en cenit y el ocaso de la era napoleónica.

1
En el estudio de la Guerra del Pacífico, distinguimos cinco grandes puntos de inflexión, ya
que como veremos, el resultado y las consecuencias de las batallas y/o campañas que son
objeto del presente estudio, provocaron cambios decisivos y definitorios, que fueron
condicionando las acciones y resultados posteriores, estas son: Combates Navales del 21 de
mayo de 1879, Campaña de Tarapacá, Batalla de Tacna, Batallas de Chorrillos y Miraflores
y Batalla de Huamachuco.

Debemos destacar que la Guerra del Pacífico está enmarcada en lo que actualmente se
denomina Guerra de Segunda Generación1, es decir, las acciones bélicas están
condicionadas a la industrialización y la capacidad para mover grandes contingentes
mediante medios mecánicos. Además, nos gustaría agregar que las batallas se dan en un
espacio físico acotado, ya sea por obra militar o accidentes naturales del terreno y está
claramente determinado tanto el inicio como el término de la misma.

1
. Lind, William. Comprendiendo la Guerra de Cuarta Generación, en Military Review Enero- Febrero 2005,
página 12 et al.

2
1.- Combates Navales del 21 de mayo
La acción militar que da inicio a la Guerra del Pacífico es el desembarco chileno en el
puerto boliviano de Antofagasta, reivindicando ese territorio como parte de Chile. Es así
que el 1° de marzo de 1879 Bolivia le declara la guerra a Chile, el 5 de abril nuestro país
hace lo propio contra Perú y Bolivia.

Desde ese momento vemos que el Gobierno de Chile –el estamento político-, comienza a
elaborar una serie de planes para bloquear económicamente al Perú y para un eventual
avance de las tropas chilenas hacia territorio peruano. Es por lo segundo que Antofagasta se
comienza a transformar en un gran almacén de acopio de soldados y toda clase de
bastimentos que serán utilizados posteriormente. Sin embargo, antes de pensar en algún
desplazamiento de hombres había que asegurar el control de las rutas marítimas, condición
basal para efectuar no solo acciones ofensivas, sino que también para tener la capacidad de
abastecer correctamente a la fuerza expedicionaria.

Como referencia al tamaño de las Escuadras, presentamos los siguientes cuadros con datos
de las armadas al inicio de la guerra, dejando en claro que de los países aliados en la Guerra
del Pacífico Bolivia no tenía navíos de guerra, el Perú contaba con la siguiente fuerza
naval:

Escuadra Peruana
Total
Buque Desplaz. Armamento Peso por % del % de la
en toneladas Principal Andanada Buque Tonelaje Andanada
Fragata Blindada Independencia 2.004 1 de 250 250
1 de 150 150
12 de 70 Lbs. 840 1.240 37,57% 38,32%
Monitor Huáscar 1.130 2 de 300 Lbs. 600
2 de 40 Lbs. 80 680 21,18% 21,01%
Corbeta Unión 1.600 2 de 100 Lbs 200
12 de 68 Lbs 816 1.016 30,00% 31,40%
Cañonera Pilcomayo 600 2 de 70 Lbs 140
4 de 40 Lbs. 160 300 11,25% 9,27%
Total 4 buques capitales 5.334 38 cañones 6.153 3.236 100,00% 100,00%

Intencionalmente hemos dejado fuera del listado de buques peruanos al Atahualpa y Manco
Capac por ser considerados baterías flotantes y no aptos para navegar distancias. De hecho
el primero de ellos permaneció toda la guerra en El Callo y fue hundido por su propia
tripulación el 16 de enero de 1881, después de las batallas de Chorrillos y Miraflores. En
cuanto al “Manco”, corrió igual suerte luego de la toma del Morro de Arica por parte de la
fuerza chilena.

3
En tanto la Armada de Chile contaba con los siguientes buques de guerra:

Escuadra Chilena
Total
Buque Desplazamiento Armamento Peso por % del % de la
en toneladas Principal Andanada Buque Tonelaje Andanada
Fragata Blindada Almirante Cochrane 3.560 6 cañones de 8". 1.500
4 cañones de 4.7". 128 1.628 26,65% 26,46%
Fragata Blindada Almirante Blanco
Encalada 3.560 6 cañones de 8". 1.500
4 cañones de 4.7". 128 1.628 26,65% 26,46%
Corbeta Abtao 1.600 4 de 4,7" 128
1 de 5,8" 150 278 11,98% 4,52%
Corbeta Chacabuco 1.101 3 de 7" 450
2 de 70 Lbs 140
4 de 40 lbs 160 750 8,24% 12,19%
Corbeta O'Higgins 1.101 3 de 7" 450
2 de 70 Lbs 140
4 de 40 lbs 160 750 8,24% 12,19%
Cañonera Magallanes 950 1 de 7" 115
1 de 64 Lbs 64
2 de 4" 40 219 7,11% 3,56%
4 de 32 Lbs.
Corbeta Esmeralda 854 (largo) 128
16 de 32 Lbs 512 640 6,39% 10,40%
Goleta Virjen de Covadonga 630 2 de 70 Lbs 140
3 de 40 Lbs 120 260 4,72% 4,23%
Total 8 buques flota de guerra 13.356 63 cañones 3.236 6.153 100,00% 100,00%

Por tanto, la Armada de Chile poseía ocho buques de guerra que sumaban un total de
13.356 toneladas, con 63 cañones y capaces de disparar un peso total de proyectiles de
6.153 libras.

El análisis de los números nos indica que la flota chilena era 2.5 veces superior en tonelaje,
1.66 veces más en número de cañones y 1.90 veces en el peso de la andanada. Por tanto, y a
simple vista, nos damos cuenta de la superioridad de la Armada de Chile sobre su símil
peruana, que sin embargo, representaba una amenaza real sobre las rutas de
desplazamientos marítimos.

A fines de marzo de 1879, el Gobierno de Santiago presenta un plan de ataque al puerto del
Callao y luego un desembarco en Iquique. De esta manera se pretendía dar un golpe rápido
y decisivo a los países aliados. Sin embargo, el Comandante del Ejército Expedicionario
general Justo Arteaga Cuevas y el Comandante de la Escuadra contralmirante Juan
Williams Rebolledo, se oponen tenazmente a ese plan aduciendo la total carencia de

4
recursos, tanto materiales como humanos, para llevarlo a cabo. Williams llega a afirmar
que “…carecía de un transporte carbonero para emprender el viaje al Callao2”.

A contar del día 5 de abril de 1879 –mismo día en que Chile declara la guerra a Perú y
Bolivia- la Escuadra chilena comienza el bloqueo al puerto peruano de Iquique,
interrumpiendo el flujo comercial del salitre y desarrollando acciones ofensivas sobre los
puertos de Pisagua, Huanillos Pabellón de Pica a fin de destruir las instalaciones portuarias
para el embarque de huano y minerales. Con estas acciones se pretendía ahogar
económicamente al Perú –haciéndole insostenible el gasto de guerra- y obligar a la
Escuadra de ese país abandonar sus fondeaderos y salir al encuentro de la chilena. La dura
realidad indica que ninguna de las dos acciones dio el resultado esperado.

Mientras el bloqueo al nortino puerto se mantiene inalterable, el Gobierno peruano


abastecía por mar la ciudad de Arica en espera de acontecimientos. Estos movimientos de
la Armada peruana y lo estático de la chilena, provocaron inquietud en Chile.

El día 15 de mayo, el contralmirante Williams Rebolledo efectúa cambios en los mandos de


algunos buques de la Escuadra: Manuel Thompson es relevado como comandante de la
Esmeralda -quedando al mando de la Abtao-, designando al capitán de fragata Arturo Prat
en ese puesto y Carlos Condell al mando de la Covadonga.

De esta manera el día 16 de mayo de 1879, la Escuadra chilena abandona el puerto de


Iquique tomando rumbo norte y teniendo como objetivo el Callao. Quedan a cargo del
bloqueo3, la corbeta Esmeralda y la goleta Covadonga.

Tres días después –y sin haberse avistado-, entra en el puerto de Arica una flotilla de
transportes peruanos escoltados por los blindados Huáscar e Independencia. En uno de los
buques iba el Presidente del Perú don Marinado Ignacio Prado, quien es informado de lo
siguiente:

• El grueso de la Escuadra chilena había zarpado desde Iquique, no teniéndose


mayores noticias de ésta4.
• El bloqueo a Iquique era mantenido solo por dos naves de escaso valor combativo.
• Desde Valparaíso había zarpado un convoy con 2.500 soldados con dirección a
Antofagasta5.

2
Bulnes, Gonzalo. Guerra del Pacífico Tomo I. Sociedad Imprenta y Litografía Universo, Valparaíso 1911.
Página 196
3
Los dos buques chilenos son la última defensa hacia el sur de nuestro litoral. No había más protección para
Caldera, Valparaíso o el Estrecho de Magallanes.
4
La información surge desde el mismo Iquique el día 17 de mayo y es transmitida. También hay reportes
desde Mollendo donde se avistaron humos hacia el norte. Información trasmitida a Arica.

5
El Presidente Prado elabora un plan para que el contralmirante Miguel Grau lo llevase a
cabo en forma inmediata. Este consistía en lo siguiente:

• El 21 de mayo caer sobre el puerto de Iquique, destruir a las naves chilenas ahí
apostadas y levantar el bloqueo para poder enviar salitre a los mercados europeos.
• El 22 de mayo atacar y hundir al convoy que transportaba a 2.500 soldados chilenos
hacia Antofagasta. Esto sería un durísimo golpe, no solo al Ejército chileno en
campaña sino que también al Gobierno.
• Luego, bombardear y destruir todas las máquinas “resacadoras6” de agua de
Antofagasta y alrededores condenando así a cerca de 5.500 soldados acantonados en
esa ciudad a morir de sed.

El plan de acción elaborado por el Presidente peruano es correcto, basado en elementos


reales y con tiempos perfectamente ejecutables, sin embargo el destino diría otra cosa.

Para poder entender a cabalidad los dos combates navales del 21 de mayo de 1879,
primeros debemos hacer referencia a los buques y sus características ya que de esta manera
se explica mejor la misión encomendada a estas cuatro naves y las consecuencias, tanto
inmediatas como de más largo plazo, de aquellos encuentros navales.

En esa oportunidad se enfrentan los dos mayores buques peruanos, Independencia7 y


Huáscar8, que entre ambos representan el 58.76% del tonelaje total de la flota de ese país y
el 58.04% del peso de la andanada. Además, ambos buques fueron construidos en hierro y
su blindaje reforzado mediante planchas de fierro en puntos principales o especialmente
vulnerables. En cambio, los buques que presentó la Armada de Chile aquel día, eran los dos
más antiguos y en peor estado de toda la flota. La Esmeralda9 representaba el 6.39% del
tonelaje de la flota y el 10.4% del peso de la andanada; la Covadonga10 era más pequeña
aun, sólo el 4.72% del tonelaje y el 4.23% del peso de la andanada. Por tanto, entre ambos

5
La prensa chilena siempre fue una importante fuente de información para los peruanos durante todo el
conflicto. Publicaban la hora de zarpe, destino y la dotación de los convoyes desde Valparaíso al norte en
todos los diarios de la época.
6
Las máquinas resacadoras de agua eran artefactos que extraían agua de mar, la hervían para desalinizarla y
hacerla bebestible.
7
La Independencia fue construida en Inglaterra en los astilleros Samuda Brothers. Los trabajos se inician en
junio de 1864 y es entregado a la Marina de Guerra del Perú el 17 de febrero de 1866.
8
Este ariete blindado fue construido en los astilleros Laird & Brothers del Reino Unido. Fue lanzado al mar el
7 de octubre de 1865 e ingresado al listado naval peruano el 17 de enero de 1866.
9
La corbeta Esmeralda fue construida en madera por los astilleros Henry Pitcher Nothfleet, Reino Unido
entre diciembre de 1854 y septiembre de 1855. Fue asignada a la Armada de Chile el 18 de septiembre de ese
mismo año.
10
Esta nave fue construida en los astilleros del Arsenal de la Carraca, Cádiz, España. Asignada a la Armada
española el 8 de octubre de 1858 y capturada por Chile en el Combate Naval de Papudo el 26 de noviembre
de 1865, dentro del marco de la Guerra contra España.

6
buques de madera hacían el 11.11% del tonelaje total de la flota chilena y el 14.63% del
peso de la andanada.

Como se aprecia, las naves que se enfrentarían procedían de generaciones distintas en el


desarrollo de la ingeniería naval y, claramente, la Marina de Guerra peruana contaba con la
ventaja de construcción, armamento y artillería.

Creemos que no es necesario describir los Combates Navales del 21 de mayo de 1879, solo
diremos que ambas naves peruanas son avistadas a eso de las 07:00 horas y que a las 08:20
horas el Huáscar hace el primer disparo contra los buques chilenos.

Cerca de las 09:20 horas la Covadonga maniobra para pasar por la Isla Iquique y tomar
rumbo sur, mientras que la Esmeralda, prácticamente inmovilizada por fallas en su
maquinaria propulsora, permanece en la rada. Es en este momento cuando separamos el
Combate Naval de Iquique del Combate Naval de Punta Gruesa.

En el primero vemos que un poco después de las 11:00 horas, y ante al embestida del ariete
blindado Huáscar, capitán Prat salta al abordaje falleciendo en su cometido. A las 11:30
hora, el contralmirante Grau arremete por segunda vez contra la corbeta chilena,
provocándole graves daños y siendo cerca del medio día, por tercera vez el Huáscar clava
su espolón por el costado de estribor de la Esmeralda provocando que a las 12:10 horas el
buque chileno se hunda en el mar y junto con ella 153 marinos de los 202 hombres de la
dotación inicial.

El segundo combate de ese día se gesta con la navegación hacia el sur por parte de la
Covadonga perseguida por la fragata blindada peruana Independencia. Esta persecución los
lleva por Cavancha, caleta Molle, bahía de Chuiquinata para terminar en Punta Gruesa
alrededor del medio día. Es en ese lugar donde el comandante del buque peruano, Juan
Guillermo More, intenta espolonear a la pequeña embarcación chilena por la popa, sin
percatarse que justo en esos momentos una roca atraviesa su buque por la línea de crujía
provocando su varamiento y posterior destrucción. La Covadonga, en tanto, logra sortear el
arrecife y continúa su navegación rumbo a Antofagasta.

La consecuencia inmediata de los combates navales de aquel 21 de mayo la vemos en el


plano netamente militar ya que la armada peruana pierde su nave de mayor importancia, la
que representaba el 37.57% del tonelaje y el 36.35% de la capacidad artillera. A cambio,
Chile solo ve disminuido su capacidad naval en una mínima fracción con el hundimiento de
la Esmeralda.

En el plano estratégico vemos que la porfiada resistencia de los buques chilenos desbarata
el plan ideado por el Presidente Prado en relación a hundir el convoy con 2.500 hombres
7
que debía llegar a Antofagasta, como también el de la destrucción de las máquinas
desalinizadoras de agua que daban de beber al Ejército en campaña.

Si bien es cierto que el Combate Naval de Punta Gruesa fue una victoria impensada e
impresionante para Chile, levantando la figura del capitán Carlos Condell y su tripulación a
alturas impensadas, la gesta de Prat11 y sus hombres adquieren dimensiones mitológicas.
Eso es particularmente importante en el plano social ya que a medida que se van
conociendo detalles de lo ocurrido en el nortino puerto, el sentimiento del pueblo chileno
hacia la guerra cambia drásticamente desde una lejana apatía a un fervor inconmensurable
que traspasa todos los niveles de la sociedad.

Vemos como una inmensa mayoría de hombres en edad de portar armas –incluso algunos
más pequeños, como también mujeres- se presentan voluntariamente a los cuarteles para
completar las dotaciones de los Batallones Cívicos Movilizados. De esta manera se explica
el drástico aumento de la dotación del Ejército Expedicionario que para inicios de mayo de
1879 era cercano a los 5.500 efectivos a los más de 15.00012 para fines de octubre de ese
año, es decir prácticamente se triplicó el número de efectivos.

Pero este masivo aumento trae aparejado una serie de necesidades, como vestuario,
alimentación, armamento y proporcionalmente una disminución de la masa laboral en el
centro – sur del país. Sin embargo, vemos que toda la sociedad se vuelca en el esfuerzo de
la guerra, lo que se ha denominado: “una nación en armas”.

11
La imagen de Arturo Prat después del Combate naval de Iquique está muy bien estudiada en el libro del
profesor William Sater “La Imagen Heroica en Chile. Arturo Prat Santo Secular”. Centro de Estudios
Bicentenario, Santiago, 2005.
12
Esta cifra incluye los efectivos que estaban en las unidades en formación.

8
2.- Campaña de Tarapacá
Dado que efectuar acciones ofensivas sobre la ciudad de Lima era una tarea casi imposible
por múltiples razones13, el Gobierno de Chile decide en septiembre de 1879, invadir el
departamento peruano de Tarapacá y utilizarlo como moneda de cambio en alguna futura
negociación para el cese del conflicto, tal como lo indica el historiador Gonzalo Bulnes:

“No era ya un misterio que lo que se jugaba al azar de la guerra en 1879 era por
parte del Perú Tarapacá; por la de Bolivia el territorio del Norte i Sur del 23°; por
la de Chile toda su rejion salitrera hasta el Sur del 26°, aspiracion que no habia
ocultado la prensa de aquellos paises. Hasta el momento a que hemos alcanzado en
esta obra el Gobierno de Chile no pensaba anexarse Tarapacá en caso de vencer,
sino exijirlo como garantia de una fuerte indemnización de guerra.”14

Esta vasta región estaba defendida por el Ejército del Sur al mando del general Juan
Buendía y Noriega e integrado por cerca de 11.000 efectivos de los cuales 3.000 eran
bolivianos y el resto soldados peruanos. A esta fuerza se le debería sumar una división
comandada por el propio presidente de Bolivia general Hilarión Daza que partió de Arica el
día 11 de noviembre al frente de 2.300 soldados bolivianos. Esta última fuerza nunca llega
a su destino ya que el general Daza decide retornar a su origen en la Quebrada de
Camarones.

Por su parte, el Alto Mando chileno dispone de una fuerza cercana a los 12.000 hombres
que serán llevados desde Antofagasta al norte.

Las acciones bélicas se inician el 2 de noviembre con la operación anfibia sobre el puerto
de Pisagua. Una vez tomada esa locación se procede a la penetración del territorio enemigo
con la intención de asegurar los pozos de agua, avanzar hacia el sur y ocupar la ciudad de
Iquique.

El 19 de noviembre se produce la Batalla de Dolores (o San Francisco) que es el punto de


quiebre de la campaña, en la cual se enfrentan 5.950 efectivos chilenos contra 9.24715
aliados. Si bien es cierto que es la única batalla donde los aliados toman la ofensiva, el
resultado de la misma es un duro revés para ellos.

13
Dentro de las razones esgrimidas, la que tomó más peso fue que la línea de comunicación y logística entre
Antofagasta y Lima se hacía demasiado larga y difícil de proteger.
14
Bulnes, Op. Cit. página 507.
15
Las dotaciones de soldados de ambos bandos con un compendio de la información de Machuca, Francisco
Las Cuatro Campañas y la investigación de Mauricio Pelayo basada en las Revistas de Comisarios de la
época.

9
La primera consecuencia de este hecho de armas es que las fuerzas bolivianas emprendan
una retirada en completa dispersión hacia el altiplano dejando abandonado al aliado
peruano que no tiene otra alternativa que agrupar sus fuerzas en la Quebrada de Tarapacá –
incluyendo a la División Ríos que se encontraba acantonada en Iquique- y emprender el
largo camino a Arica16.

Para cerrar las acciones bélicas, diremos que el 27 de noviembre se libra la Batalla de
Tarapacá en la quebrada homónima, entre una división chilena comandada por el coronel
Luis Arteaga y las fuerzas de Buendía con una resonante victoria aliada, pero este hecho no
cambia la decisión del general peruano de marchar al norte abandonando el territorio17.

El 23 de ese mes, el Ministro de Guerra en Campaña Rafael Sotomayor, toma en nombre


del Gobierno de Chile la ciudad de Iquique, capital del Departamento de Tarapacá y
designa como Jefe de Plaza al capitán de navío Patricio Lynch, quien tenía como prioridad
lograr que la industria salitrera volviese a funcionar. El 5 de enero de 1880 envía un
telegrama a La Moneda indicando el embarque de 1.164 quintales de salitre, cuyos
beneficios económicos ahora eran para Chile. Los siguientes cuadros nos dan las cifras que
representó esa industria.

• Exportación de Salitre entre 1879 y 1880 en toneladas métricas18.

Año Toneladas
1879 145.406
1880 223.974
1881 359.718
1882 492.246
1883 589.720
1884 558.900
1885 435.988

• Ingresos al Fisco por Derechos de Salitre y Yodo y porcentaje que representa sobre
la Renta de la Nación19.

16
Aunque fue muy criticado en la época, vemos que el general Buendía no tenía otra alternativa ya que no
contaba con línea de comunicación alguna con el Cuartel General en Arica, como tampoco con reposición de
los bastimentos necesarios para proseguir en la defensa de la zona..
17
En rigor la “Batalla de Tarapacá” debiese denominarse “Combate de Tarapacá” ya que su resultado no tiene
importancia alguna en el desarrollo ulterior de la campaña.
18
Los datos de los dos cuadros presentados fueron extraídos de: Hernández, Roberto. El Salitre: Resumen
históricos desde su descubrimiento y explotación. Fisher Hermanos, Valparaíso 1930. Páginas 177 a 190.
Incluye a la Compañía de Salitre y Ferrocarril de Antofagasta.
19
Ibid.

10
Año Derechos Salitre y Yodo Renta de la nación %
1880 $ 6.879.047 $ 124.593.780 5,52%
1881 $ 29.279.066 $ 146.649.285 19,97%
1882 $ 48.919.733 $ 182.284.719 26,84%
1883 $ 59.419.725 $ 197.971.665 30,01%
1884 $ 57.312.515 $ 170.928.708 33,53%
1885 $ 43.160.431 $ 127.810.734 33,77%

Aunque esta fue la campaña más corta de toda la Guerra del Pacífico –dura solo 25 días-
sus consecuencias marcan el desarrollo del resto del conflicto. En el plano bélico la derrota
en ésta es un duro golpe a los aliados que trae aparejado consecuencias políticas de suma
importancia: la caída del gobierno del general Mariano Ignacio Prado en Perú y lo mismo
sucede con el general Hilarión Daza en Bolivia; ambos mandatarios deben abandonar sus
países en busca de la seguridad de tierras extranjeras. Esto trae aparejado que la idea
original del Gobierno chileno de utilizar el territorio de Tarapacá como moneda de cambio
en futuras negociaciones ya no era válida, dado que los nuevos gobiernos de Perú y Bolivia
deciden continuar con la guerra.

En el plano económico vemos que el hecho de que Chile se hiciese con los territorios
salitreros, permitió financiar sin mayores problemas, los siguientes años de enfrentamiento
bélico.

11
3.- La Campaña y Batalla de Tacna

Una vez afianzado el dominio chileno en el Departamento de Tarapacá, el Gobierno de


Santiago comenzó a planificar las acciones a seguir, tanto político-diplomáticas como
bélicas. En lo primero vemos intentos de acercamiento por parte de Chile hacia los países
aliados, enviando emisarios que manifestasen la buena disposición de nuestro país a
personas cercanas a los círculos de poder. Sin embargo, los recientemente nombrados
mandatarios de Perú y Bolivia –Nicolás de Píerola y Narciso Campero20- hacen caso omiso
de esto.

Se decide entonces continuar con la guerra efectuando un desembarco del Ejército


Expedicionario chileno en el puerto peruano de Ilo, dando con esto inicio a la Campaña de
Tacna y Arica.

El primer punto de inflexión de esta Campaña, la vemos en la organización del Ejército


chileno, el cual implica un cambio doctrinario en medio del conflicto armado.

La guerra franco prusiana de 1870 había evidenciado con toda claridad que la formación de
unidades autónomas dentro de un ejército no solo era necesaria cuando se manejaba una
cantidad importante de hombres y recursos, sino que también eficiente para los mismos.
Esto se hizo patente luego del Combate de Tarapacá y antes de iniciar los movimientos de
tropas, el Ministro en Campaña, don Rafael Sotomayor vislumbra la necesidad de modificar
la organización y estructura del mando del Ejército Expedicionario, tal como lo expresa el
historiador Gonzalo Bulnes:

“La formación de las divisiones fue el problema más serio de la


reorganización i en concepto de los entendidos en materias militares el mas urgente.
El combate de Tarapacá había patentizado la necesidad de que hubiera divisiones
organizadas con prioridad. Era indispensable concluir con el sistema de llamar a un
jefe como se había hecho con el Coronel Arteaga, confiarle una división con un
objeto determinado i ponerlo en el caso de marchar con los elementos que recibía,
sin que le incumbiera la responsabilidad, en que no estuviese arreglada la sección de
movilidad, ni el arrastre del a o de los víveres.
Mui distinta cosa fuera si cada división disponía de sus servicios
complementarios i si su jefe tenía la responsabilidad de que nada le faltara. si tal
cosa hubiera existido antes de Tarapacá es casi seguro que este combate se habría
desarrollado en otra forma.

20
Piérola asume como Jefe Supremo de la República del Perú el 23 de diciembre de 1879, en tanto que
Narciso Campero es designado por una junta de notables de La Paz como Presidente Constitucional de
Bolivia el 19 de enero de 1880.

12
A raiz de Sotomayor manifestó a Pinto cuan necesario era proceder a adoptar
esa medida i el Presidente acojiendo la idea pero temiendo que la resistiera el
Cuartel Jeneral, hizo que el Ministerio de la Guerra enviara una nota a1 Ministro
diciéndole que el Gobierno queria que el ejército se fraccionara en divisiones
autónomas pero dependientes del Jeneral en Jefe.

“Diciembre 5. En esa nota, le escribia Pinto, se te indicarála conveniencia de


organizar el ejército en divisiones. Aunque tú tienes esta idea hemos creido
oportuno para allanarte el camino por si se presentaren dificultades, indicártelo
tambien.”21

Esta reorganización implicaba que cada división contaba con elementos de las tres armas22
más Servicio Generales, en otras palabras el Comandante en Jefe del Ejército ya no tenía
comando directo sobre cada unidad, sino que debía pasar por un Jefe divisionario el cual
era responsable, no solo de su gente, sino que de cumplir los objetivos asignados.

Los siguientes diagramas ilustran la nueva organización.

• Organización original del Ejército Expedicionario

Comandante en Jefe

EEMM

Infantería Caballería Artillería

• Nueva organización propuesta por el Gobierno a través del Ministro Sotomayor.

21
Bulnes, Gonzalo. Guerra del Pacífico Tomo II de Tarapacá a Lima. Sociedad Imprenta y Litografía
Universo, Valparaíso 1914. Página 54.
22
Se refiere a. artillería, infantería y caballería.

13
Comandante en Jefe

EEMM

1ra. División 2da. División 3ra. División 4ta. División

Infantería Infantería Infantería Infantería

Artillería Artillería Artillería Artillería

Caballería Caballería Caballería Caballería

Por supuesto que esta nueva organización no cayó para nada de bien en la jefatura del
ejército chileno, la cual se opuso, en un principio tenuemente ralentizando lo cambios hasta
una total desaprobación y enfrentamiento con la autoridad política. Esto, sumado a otros
factores gatillan la renuncia del general Erasmo Escala y el nombramiento del general
Manuel Baquedano como comandante en Jefe del Ejército Expedicionario, el cual aplica
esta nueva organización, este nuevo cambio de doctrina del ejército de Chile, en la Batalla
del 26 de mayo de 1880: Tacna.

En este nuevo hecho de armas, se enfrentan 13.251 soldados chilenos contra 11.956 aliados
en la meseta del cerro Intiorko, denominado por los aliados “Campo de la Alianza”, con
una nueva victoria para las armas chilenas.

La consecuencia inmediata es el abandono definitivo por parte de Bolivia a su participación


en la Guerra del Pacífico; los que habían arrastrado al Perú a una aventura bélica sin
precedentes en América Latina, lo abandonan en medio de la guerra, dejándolo como único
oponente a Chile en el conflicto. Con esa acción, la Alianza peruano boliviana quedaba, en
los hechos, definitivamente rota.

La tercera consecuencia del resultado de la Batalla del Campo de la Alianza es la ocupación


de todo el departamento de Tacna por fuerzas chilenas que empieza el mismo día de la
batalla y termina el 28 de agosto de 1929 en concordancia con el tratado Chileno Peruano

14
del 3 de junio de 1929 donde se estipula que la ciudad de Tacna vuelve al Perú y Arica
queda en manos chilenas a perpetuidad23.

23
El tratado de Ancón, firmado el 20 de octubre de 1884 que pone fin a la Guerra, dice en su Artículo 3º que
los territorios de Tacna y Arica serán administrados por Chile y luego vía plebiscito se decidirá cuál de los
dos países se queda con esos territorios. En definitiva ese artículo nunca se cumple llegando al arreglo
definitivo en el tratado de 1929.

15
4.- Las Batallas por Lima
Para noviembre de 1880, se había tomado y consolidado para Chile el Departamento
peruano de Tacna, es decir, desde el río Ilo al sur todo el territorio estaba en manos
chilenas. También se habían producido las conversaciones de paz de Arica, auspiciadas por
los Estados Unidos de América, las cuales habían resultado en un rotundo fracaso.

La sociedad chilena estaba convencida de que para lograr la paz, se debía necesariamente
incursionar sobre la capital del Perú, los gritos de “A Lima, a Lima”, se hacían cada vez
más fuertes en los pasillos políticos nacionales.

En el Perú las cosas no eran muy distintas, el Presidente peruano Piérola había declarado
después de la derrota en Tacna que:

“Nuestros recursos están intactos; los de ellos agotados. Han jugado en un golpe
de fortuna que les es completamente mortal, que los postra y nos hace levantarnos
más vigorosos y resueltos que antes.”24

Con lo anteriormente dicho se asegura que el Perú seguiría en la lucha. Dado este
escenario, se planifica y ejecuta una operación militar que lleva a casi 26.000 soldados
chilenos al sector de Lurín, unos pocos kilómetros al sur de la capital peruana sin oposición
alguna, tal como lo relata el general Cáceres:

“Desde entonces ya nadie dudaba que los chilenos pretendían atacar Lima por el
sur, lo cual se confirmó días después con el avance de las tropas desembarcadas
en Pisco, las cuales atravesaron Cañete, cometiendo todo género de atropellos.
Mientras estas fuerzas marchaban por tierra, el grueso del Ejército enemigo se
embarcaba en Arica en los buques de su escuadra y transportes requeridos, y en
número de 26,000 hombres se aproximaban a las costas de Lima. El 22 de
Diciembre llegaba ese Ejército a la rada de Curayacu, cerca de Lurín, donde
desembarcó empleando varios días en esta operación, sin que nadie se lo
impidiera. Ese mismo día recibí una urgentísima orden para trasladarme a Lima,
y sin dilación alguna púseme en marcha con mis tropas hacia la capital. Aquí
pude enterarme de que ante la presencia de los chilenos en Curayacu, se
preparaba aceleradamente la organización de la defensa de Lima por el lado sur,
por donde se veía seriamente amenazada. Se trataba, pues, nada menos que de un
verdadero cambio de frente en la defensa, y el desconcierto que reinaba con tal
motivo en el mando supremo era realmente desconsolador. En tales
circunstancias, el dictador expidió un decreto refundiendo los dos Ejércitos del

24 Bulnes, Op. Cit. p. 351

16
norte y del centro en uno solo, llamado Ejército de Línea (que de tal sólo tenía el
nombre) y que constaría de cuatro cuerpos de Ejército. Como lo había previsto y
expresado oportunamente el dictador, los chilenos preparaban el ataque a Lima
por el sur, y habían marchado tranquilamente por tierra desde Pisco y
desembarcado, por último el grueso de sus fuerzas, a las puertas de la capital, sin
impedimento alguno.”25

El Gobierno peruano había establecido dos líneas defensivas al sur de Lima. La primera
comenzaba en el Océano Pacífico, específicamente en la caleta La Chira, a los pies del
Morro solar; trincheras y fosos se prolongaba por más de 12 kilómetros hacia el este. La
segunda se situaba unos siete kilómetros al norte de la primera, comenzando en la costa de
Miraflores y extendiéndose diez u once kilómetros hacia Monterrico, enlazando diez
reductos defensivos los que estaban artillados y distanciados entre 700 a mil metros. Como
última defensa se estableció un fuerte en la cumbre del cerro San Cristóbal de Lima, que
domina toda la capital del Perú y situado a ocho kilómetros más al norte que la línea
defensiva de Miraflores.

La primera batalla por Lima se libra el día 13 de enero de 1881 en el sector denominado
San Juan, donde una fuerza de 26.169 soldados chilenos se enfrentan a las posiciones
defensivas peruanas fuertes en 21.661 hombres. Luego de casi diez horas de arduos
combate, la victoria vuelve a ser para las armas chilenas. Dos días después, se desata una
nueva batalla por la ciudad peruana, esta vez en el extremo derecho de la línea defensiva de
Miraflores sorpresivamente ataca a la 3ra. División chilena, creando gran confusión y
gracias a la llegada de refuerzos de la 1ra, División, se logra nuevamente la victoria.

La primera consecuencia directa de la derrota peruana en ambas batallas es la desaparición


del Ejército del Perú ya que Nicolás de Piérola, en su calidad de Jefe Supremo de la Nación
y antes de abandonar Lima emite un decreto con el cual disuelve el Ejército. Al día
siguiente la Marina de Guerra peruana quema y hunde sus naves. Por tanto el objetivo
militar de destruir a la fuerza enemiga se había cumplido.

Dado lo anterior, el Gobierno de Chile decide desmovilizar gran cantidad de contingente,


sin embargo el general Baquedano discrepa de la medida y en un oficio dirigido al ministro
Vergara le expresa lo siguiente:

“Oficio N° 502
Cuartel General
Lima, 6 de febrero de 1881

25
Andrés Cáceres, La Guerra del Pacífico, sus Campañas (Memorias). Editorial e Imprenta DESA, Lima,
1972. página. 67.

17
“Señor Ministro:
Refiriéndome a las dos conferencias que hemos celebrado para cambiar ideas sobre
la reducción del ejército de operaciones, creo oportuno manifestar a US. por
escrito cual es la opinión que sobre este punto me he formado después de maduras
reflexiones.

Creo, como US., que después de destruido como está el poder militar del Perú, ha
llegado el caso de reducir en lo posible los gastos que ocasiona a la República el
mantenimiento de un numeroso ejército. Pero de acuerdo en el fondo, no sé si
también lo estamos en la apreciación oportuna de esta medida y en el modo de
conseguir aquel resultado.

Par mí, la reducción del ejército de ocupación no es oportuno por el momento. Sin
que la campaña haya llegado aún al término natural de la paz afianzada por
tratados, el licenciamiento de algunas tropas sería para el enemigo indicio de que
nuestras fuerzas o nuestros recursos se habían agotado y le serviría de estímulo
para no apresurar las negociaciones ya iniciadas. Presumiendo, fundamentalmente,
que nuestra fatiga era ya grande, esperaría que fuera mayor para sacar ventaja de
esa situación.”

Luego agrega: “A mayor abundamiento, permítame US. recordarle que, no siendo


la presente la época en que se necesitan en Chile los brazos para las faenas
agrícolas, la repatriación de un considerable número de soldados que no hallarán
ocupación pronta, sería hasta cierto punto inconveniente.

Por todas estas razones, que me limito a señalar, sin explayarlas, es mi opinión que
se aplace el licenciamiento proyectado de algunas tropas hasta que no tengamos
garantía efectiva de paz”26.

Se hizo caso omiso de lo expresado por Baquedano y es así como en marzo el General y
6.000 hombres desembarcan en Valparaíso, entro los vítores de la población.

En el plano político, la ocupación de Lima, y por extensión el resto del Perú, tenía como
objetivo obligar al gobierno peruano a conversar términos de paz favorables a Chile. Esto
no se logró ya que como dijimos, al momento de la victoria chilena en Miraflores, Piérola
huye a la sierra peruana, logra establecerse en Jauja y desde esa localidad intenta
reorganizar políticamente a su país, pero sin entenderse con el invasor. Dado ese escenario,

26
Zauritz, Waldo. La Campaña que se pudo evitar. En: Anuario de la Academia de Historia Militar N°26, año
2012. Página 29

18
el Gobierno chileno de ocupación impulsa un Cabildo para elegir una autoridad con el cual
se pudiera tratar. Es nombrado el Sr. Francisco García Calderón como Presidente
Provisional de la República, pero tampoco es la solución buscada por Chile y la anarquía
política sigue reinante en el Perú.

En concreto, no hay con quien entenderse por lo que el objetivo político-diplomático de


alcanzar la paz, está lejos de haberse logrado. Además desde el mismo instante en que las
tropas chilenas ocuparon la capital del Perú, se empezó a gestar un movimiento de
resistencia al invasor que se tradujo en una larga y penosa campaña que se prolongó casi
tres años.

19
5.- Huamachuco

Han pasado más de dos años y medio desde que las fuerza chilenas ocuparon la ciudad de
Lima tomando el control de la costa peruana y de algunos sectores interiores. El ámbito
político peruano seguía desordenado; el Dictador Piérola renuncia a su cargo el 28 de julio
de 1881 abandonando el país hacia Europa; también había caído el gobierno de García
Calderón el 28 de septiembre de 1881 siendo este último apresado y enviado a Chile,
quedando sólo el contralmirante Lizardo Montero en Arequipa con el cargo de Presidente
Provisional de la República.

Además de lo anterior, en la sierra central peruana el general Andrés Alfredo Cáceres


Doregaray27 había logrado levantar un Ejército irregular que había enfrentado con éxito a
las expediciones del comandante Letelier28 y luego la que inicia el coronel Gana y que
termina el coronel Del Canto entre enero y julio de 188229. Todas las acciones bélicas
emprendidas por el general peruano y sus montoneras30 pueden encasillarse perfectamente
en lo que hoy se denomina Guerra Asimétrica, donde un grupo de milicias mal entrenadas y
modestamente armadas, hacen frente a un ejército organizado causándole numerosas bajas,
desmoralización y ocasionalmente derrotas.

Se había designado al contralmirante Patricio Lynch como Comandante en Jefe del Ejército
de Ocupación en Lima y con el correr del tiempo, el Chile central había caído en una
especie de letargo en lo concerniente a la guerra, se pensaba que al haber conquistado
Lima, la contienda estaba virtualmente ganada; los soldados que se encontraban destacados
en Perú, eran definitivamente los “Batallones Olvidados”. Pero el Combate de Concepción
hace recordar a toda la nación, a toda la población chilena que aún hay compatriotas
combatiendo por nuestro país en el Perú, que aún hay muertos y heridos y, lo más
importante, que la guerra aún no termina. La sociedad chilena despierta y levanta la voz en
demanda de una solución definitiva para una guerra que ya se arrastraba por cinco largos
años.

27
La fe de bautizo Cáceres figura con los nombres de Andrés Alfredo, pero hay que destacar que nació en el
día de los Avelinos y la costumbre de la época indicaba que se usara como nombre el que marcaba el santoral.
28
La Expedición Letelier sube a la sierra peruana en abril de 1881 bajando en julio de ese año.
29
En esta segunda expedición destacan los combates de Concepción y Tarma Tambo.
30
Se denomina “montoneras” a formaciones militares irregulares, generalmente constituidas por civiles de
una misma localidad y que siguen a un determinado caudillo en pos de una causa. El vocablo puede venir de
“montón” o “gente del monte”.

20
El 31 de agosto de 1882 surge una luz de esperanza al salir a la luz pública el denominado
“Manifiesto de Montán” firmado por don Miguel Iglesias Pino de Arce31. Parte de su
proclama reza:

“Aprovechar de las angustias nacionales para conservar una autoridad punible,


para seguir fomentando los odios de facción y explotando la sangre del pueblo, es
horroroso. Inténtese, alguna vez, con fe y sinceridad, la concordia de la familia
peruana. Depónganse las pasiones mezquinas, siquiera sea para salvar unidos del
común peligro.”

“Se habla de una especie de honor que impide los arreglos pacíficos cediendo un
pedazo de terreno y por no ceder ese pedazo de terreno que representa un puñado
de oro, fuente de nuestra pasada corrupción, permitimos que el pabellón enemigo
se levante indefinidamente sobre nuestras más altas torres, desde el Tumbes al Loa;
que se saqueen e incendien nuestros hogares, que se profanen nuestros templos, que
se insulte a nuestras madres, esposas e hijas. Por mantener ese falso honor, el
látigo chileno alcanza a nuestros hermanos inermes; por ese falso honor, viudas y
huérfanos de los que cayeron en el campo de batalla, hoy desamparados y a merced
del enemigo, le extienden la mano en demanda de un mendrugo.”

“¡Ah! Guerreros de gabinete, patriotas de taberna, zurcidores de intrigas


infernales! ¡Cobardes, mil veces cobardes, autores de la catástrofe nacional!.
¡Basta! Que no me lleve el corazón demasiado lejos. He creído de mi deber explicar
a los pueblos la razón de la conducta que voy a seguir. Ya lo he hecho.”32

Este es quizás, uno de los gestos de mayor trascendencia y valor político en la historia
latinoamericana.

Este manifiesto tuvo una profunda y positiva repercusión en Chile, tanto que el Presidente
Domingo Santa María hace esfuerzos de acercamiento con Iglesias para acercar posiciones.
Es así que el 3 de mayo de 1883 se acuerda y firma un Convenio Preliminar entre Iglesias
y Lynch, que comienza de la siguiente manera:

“Yo me comprometo formal y solemnemente a celebrar con la República de Chile


un tratado de paz, tan pronto como el plenipotenciario de ese país me reconozca a
nombre de su gobierno como Presidente del Perú”

31
Miguel Iglesias, acaudalado hombre del norte del Perú, fue Ministro de Guerra durante el gobierno de
Nicolás de Piérola. Tuvo a su mando un Cuerpo de Ejército durante la Batalla de Chorrillos. Es enviado por
Baquedano a entrevistarse con Piérola para acordar un cese al fuego, pero la respuesta del dictador fue
negativa, y en un valioso gesto de hidalguía que lo enaltece, retorna al campamento chileno para informar al
General en Jefe del resultado de su misión.
32
Bulnes, Gonzalo. “Guerra del Pacífico tomo III: Ocupación del Perú - la paz”. Sociedad Imprenta y
Litografía Universo. Valparaíso, 1919. página 350

21
El primer artículo de este convenio dice:

“1.- Cesion en favor de Chile, perpetua e incondicional, del departamento de


Tarapacá, esto es por el Norte hasta la quebrada de Camarones, pasando ese
territorio en consecuencia bajo la soberania absoluta de Chile.” 33

Se entenderá que para una parte del Perú y en especial para el general Cáceres, el
Manifiesto y la posterior firma del Convenio enunciado, no cayó bien. El gobierno de
Montero, afincado en Arequipa se propuso destruir la imagen de Iglesias, tratándolo de
traidor y agente pagado por Chile, mientras que Cáceres con su gente parte hacia
Cajamarca para imponerse por la fuerza, saliendo a principios de abril de 1883 desde el
poblado de Canta, cercano al norte de Lima y distante a unos 650 kilómetros de su destino.

El gobierno de Santa María ordena a Patricio Lynch que apoye al general Iglesias y que
destruya, de una vez por todas, a las fuerzas de Cáceres. Es así como después de marchas,
contra marchas y persecuciones por la sierra peruana llegamos a la Batalla de Huamachuco
el martes 10 de julio de 1883.

En ésta se enfrentan 1.551efectivos del Ejército de Chile comandados por el coronel


Alejandro Gorostiaga contra aproximadamente unos 2.000 a 2.200 montoneros de Cáceres.
A pesar de la notoria diferencia de efectivos a favor de Cáceres, la victoria final es para las
armas chilenas y se produce, principalmente por un error en el aparato logístico en el
abastecimiento de municiones a la tropa, lo que condujo a que en medio de la refriega se
quedaran sin balas que disparar, momento que fue inteligentemente aprovechado por
Gorostiaga para lanzar un fulminante ataque y así obtener la victoria definitiva.

Luego de la batalla, las fuerzas de Gorostiaga, siguiendo la perentoria y estricta orden del
Gobierno de Chile34, procede a ultimar a los montoneros que quedaron caídos en el campo
de batalla y fusilar los que fueron hechos prisioneros, calculándose entre 800 y 1.000 los
fallecidos, aunque Andrés Cáceres logra escapar.

El acto de fusilar a los prisioneros es fuente de controversia desde sus inicios hasta el día de
hoy, por lo que debemos plantearnos si era necesario ultimar a los soldados ya rendidos o
prisioneros. La respuesta a lo anterior la debemos buscar en la cultura social de la segunda
mitad del siglo XIX, y bajo ese prisma se puede comprender lo obrado por el mando
chileno, que en definitiva era privar a Cáceres de seguir manteniendo un ejército, coartando
la capacidad de obtener recursos económicos, físicos y lo más importante, privarlo del
33
Bulnes, Op. Cit., t. III, pp. 420-422.
34
La orden era clara: exterminar a Cáceres y su fuerza, según se desprende de una nota enviada por Lynch a
Gorostiaga el 10 de junio; “Este grupo de montoneros, sin mandato, ni propósito, debe ser considerado y
tratado como una banda de piratas terrestres, fuera de toda ley y derecho, pues, olvidando lo que deben a su
propia patria y a la humanidad, son la rémora permanente de la paz” (en Machuca, Francisco. Las cuatro
Campañas de la Guerra del Pacífico. Tomo IV Página 402.)

22
elemento humano dispuesto a enrolarse en pos de su caudillo, es decir, destruyendo la
voluntad de combatir.

Por último, las fuerzas de Cáceres no estaban reconocidas como combatientes regulares ni
por el gobierno chileno ni por extranjeros, por lo que no aplica la convención de Ginebra35

Claramente la derrota definitiva de Andrés Cáceres marca el fin de toda resistencia armada
al invasor. De esta manera se consolida el gobierno de Miguel Iglesias el que abre el
camino a la paz con la firma del Tratado de Ancón y la posterior desocupación del Perú por
parte de Chile, la que se empieza a hacer efectiva el mismo día de la firma del tratado
mencionado, vale decir el 20 de octubre de 1883 y concluye en agosto de 1884.

35
La Convención de Ginebra de 1864 establece una serie de normas y protocolos en referencia al trato de los
heridos y prisioneros por parte del Ejército vencedor hacia el Ejército vencido.

23
Bibliografía
Ahumada Moreno, Pascual (1884-1892). Guerra del Pacifico. Recopilación completa de
todos los documentos oficiales, correspondencia y demás publicaciones referentes a la
guerra que ha dado a luz la prensa de Chile, Perú y Bolivia, conteniendo documentos
inéditos de importancia. (8 Tomos y Apéndice). Valparaíso: Imprenta del Progreso.

Bulnes, Gonzalo (1911). Guerra del Pacifico. (3 Tomos). Valparaíso: Imprenta y


Litografía Universo.

Cáceres, Andrés (1973). La Guerra del Pacífico, sus Campañas (Memorias). Lima: Milla
Batres.

Hernández, Roberto (1930). El Salitre: Resumen históricos desde su descubrimiento y


explotación. Valparaíso: Fisher Hermanos

Lind, William (2005). Comprendiendo la guerra de Cuarta Generación. Military Review

Machuca, Francisco A. (1926). Las Cuatro Campañas de la Guerra del Pacífico. (4


Tomos) Valparaíso: Imprenta Victoria.

Mellafe Maturana, Rafael (2011). Combates Navales del 21 de Mayo de 1879. Santiago:
Globo Editores.

Mellafe Maturana, Rafael (2013). Tacna. La Batalla Trascendental. Santiago: Editorial


Legatum

Mellafe Maturana, Rafael (2013). Las Batallas por Lima. Santiago: Editorial Legatum.

Mellafe Maturana, Rafael (2013). Huamachuco, la última Batalla. Santiago: Editorial


Legatum.

Querejazu, Roberto (1979). Guano, Salitre y Sangre: Historia de la Guerra del Pacifico.
(La Participación de Bolivia). La Paz: Los amigos del Libro.

24

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