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2001. 10.

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Título del sermón: La disciplina severa de Dios
Versículo de la Biblia: Hebreos 12:5-13

El mayor problema de los padres moderno es que


sobreprotejen a sus hijos. Bajo el nombre del amor no
rechazan los malos comportamientos ni reprenden para no
desanimarlos. Pero cuando ellos crezcan y se conviertan en
hombres sociales, no sabrán cómo sobrevivir a la
competencia y terminarán por vencidos.
Por otro lado respetamos y amamos a los padres quienes
fueron estrictos y severos con uno. Así también en la
escuela respetamos al maestro que nos enseñó con severa
disciplina y al pasar el tiempo agradecemos por sus
enseñanzas. También en nuestra vida cristiana, damos
gracias al Señor por sus disciplinas severas que nos
transforma verdaderamente en persona de Dios.
Si usted es una persona ya de edad avanzada y mira hacia
atrás entenderá lo que estoy diciendo. Tal vez muchas veces
fue tratado severamente por el Señor y se preguntará ¿por
qué me disciplina?
Primero debemos entender la razón de la disciplina. Pues
Dios tiene grandes expectativas hacia nosotros, de modo que
nos disciplina severamente. Así como los padres tienen
sueños e ilusiones por sus hijos. Tal vez trate de
alcanzar el sueño que él mismo no lo pudo alcanzar por
medio de su hijo. Para tal efecto los padres disciplinan y
exigen a sus hijos. Algunas veces le ayudan, reprenden y
otras veces los castigan. Lo cierto es que son deseos de
los padres. En Proverbios 13:24 dice “El que detiene el
castigo, a su hijo aborrece; mas el que lo ama, desde
temprano lo corrige”. Y en Deuteronomio 8:5-6 dice
“Reconoce asimismo en tu corazón, que como castiga el
hombre a su hijo, así Jehová tu Dios te castiga. Guardarás,
pues, los mandamientos de Jehová tu Dios, andando en sus
caminos, y temiéndole”. Luego nos hacemos las siguientes
preguntas ¿por qué Dios quiere que nosotros seamos como él?
Medito en ella, pero lo cierto es que por mucho que
nosotros tratemos de ser igual a Dios no será posible. Pero
entonces ¿por qué Dios pide que nos parezcamos a él? Lo
cierto es que los padres siempre desean que los hijos
crezcan de una manera que sean mejores que uno. Aunque los
hijos no puedan ser así, ellos no dejan a un lado la
esperanza. Siempre desea que su hijo sea el mejor, por
tanto lo disciplina severamente. También Dios desea que
nosotros crezcamos en la plenitud de Cristo. Por nosotros
mismos es imposible que crezcamos hasta la plenitud de
Cristo, mas Dios desea que nosotros crezcamos hasta la
plenitud de Cristo. Puesto que este es el sueño de Dios
hacia nosotros. De manera que nos disciplina y nos entrena
severamente.
En Efesios 4:13 dice “Hasta que todos lleguemos a la unidad
de la fe y del conocimiento de Hijo de Dios, a un varón
perfecto, a la medida de la estatura de la plenitud de
Cristo”. Así en Mateo 5:48 dice “Sed, pues, vosotros
perfectos, como vuestro Padre que está en los cielos es
perfecto”. Y en I Pedro 1:16 dice “Porque escrito está: Sed
santos, porque yo soy santo”. Piensen un momento, así como
Dios es perfecto desea que nosotros también lo seamos; así
como él es santo desea que también nosotros seamos santos.
¡Cuán alta y maravillosa meta! Si Dios no fuese nuestro
Padre Celestial, nunca nos pediría tales cosas. Porque
somos hijos legítimos, Dios desea que seamos los mejores.
Por eso Dios nos exige.
Cuando Dios nos disciplina tiene orden. Primero por medio
del Espíritu Santo nos habla a nuestra conciencia
suavemente diciéndonos “estas equivocado, esfuérzate más en
la Palabra de Dios” “Ora con más esmero” o tal vez nos diga
“pide el reino de Dios y su justicia con más esfuerzo y
vive centrado en Dios”. Nos habla repetidas veces a nuestra
conciencia, lo escuchamos siempre, sabemos que estamos en
caminos equivocados, pero no tratamos de corregirlo. Dios
no alza su castigo a buena primera, mas él sin cesar nos
hace darnos cuenta de nuestro error. Pero nosotros
ignoramos las advertencia y las acusaciones de la
conciencia, entonces Dios alzará su castigo. Él por medio
de acusaciones de la conciencia, de la circunstancia, y por
medio de Palabra nos reprende. “Cómo puedes hacer esto, no
debes seguir en este camino”. Sin embargo, si nosotros
cerramos nuestros oídos, entonces él alzará sus castigos.
Dios nos castiga de tal manera que hasta perdemos la
esperanza, su castigo no será fácil de sobrellevar, puesto
que nos castiga de modo que perdemos toda esperanza. Vean
el ejemplo con Jonás. Dios le habló con cariño al principio
que fuese a predicar la advertencia en Nínive. Pero Jonás
dejando la autoridad de Dios bajó a Tarsis. Se subió a una
barca que lo llevaba a dirección contraria, sintió
remordimiento y se escondió en el fondo de la barca y se
quedó dormido. Trató de toda manera ignorar la voz de Dios,
le dio la espalda a Dios. Entonces llegó una gran tempestad
que sin piedad azotó a la barca, consecuentemente Jonás fue
echado al mar y fue tragado por un gran pez. Estuvo en el
vientre del pez tres días y tres noche, perdió toda
esperanza a la vida.
Así dice en Job 5:17 “He aquí, bienaventurado es el hombre
a quien Dios castiga; por tanto, no menosprecies la
corrección del Todopoderoso”. ¿Por qué Dios nos disciplina?

Segundo, debemos entender cuál es la razón de la disciplina.


Dios nos disciplina con la finalidad de que entremos a un
profundo arrepentimiento y nos volvamos a acercarnos a Dios.
Porque nosotros nos alejamos de Dios a propósito o sin
darnos cuenta poco a poco, entonces Dios con firmeza nos
acusa a la conciencia, pero si esto no funciona nos
castiga; porque somos hijos legítimos no desea que sus
hijos vayan por el mundo de perdición. Si su hijo está
vestido con el mejor vestido que usted le compró y está
jugando en el lodo qué haría usted. Si fuera padre legítimo
le reprendería y lo sacaría de allí, pero si no fuera padre
no le importaría mucho. Pues, así también nuestro Dios, nos
disciplina para que con un corazón limpio y arrepentido
regresemos a Dios.
En Joel 2:12 dice “Por eso pues, ahora dice Jehová,
convertíos a mí con todo vuestro corazón, con ayuno y lloro
y lamento”. No es fácil regresar a Dios, el que estuvo
apartado de Dios por largo tiempo necesitará de mucho
arrepentimiento. En Apocalipsis 3:19-20 dice “Yo reprendo y
castigo a todos los que amo; sé, pues, celoso, y
arrepiéntete. He aquí yo estoy a la puerta y llamo; si
alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré a él, y cenará
con él, y él conmigo”.
Dios nos dice que nos esforcemos y nos arrepintamos; porque
él nos ama. Aunque él fue rechazado y echado fuera de su
vida, quiere regresar y volver a ser Rey y Señor para usted.
Vean el ejemplo del hijo pródigo. Guiado por la codicia
tomó parte de su herencia y se fue lejos de la casa de su
padre. Consecuentemente padeció mucho. Cayó gran hambre en
esa tierra y devoró la tierra. Fue al campo para apacentar
los cerdos y se alimentaba de las algarrobas que comían los
cerdos por hambre. Él había perdido en medio de tribulación
la personalidad, salud y dinero. Cuando estuvo en tinieblas
de desesperanza y depresión se acordó de la casa de su
padre donde los jornaleros de la casa de su padre estaban
en mejores situaciones que él. Arrepentido regresó a su
padre. Pero si el hambre no hubiese azotada esa tierra, él
nunca hubiese regresado a la casa de su padre, se hubiera
ido aún más lejos. Pero gracias a Dios llegó el hambre y su
vida de tinieblas se convirtió en luz, amanecía con cerdos,
padecía de enfermedades y entonces se acordó de su padre y
regresó a él. El hombre que se aparte de Dios, si no recibe
la corrección de Dios, caerá eternamente. Dios dejará al
descuido a los que no son sus hijos. Pero a los escogidos
nunca los dejará desamparados. Porque si los deja al
descuido tal vez caiga hasta el infierno. Esto es la
disciplina del Señor. Lo quebranta, lo moldea hasta que
aprende a obedecerle. Destrozar un huevo es fácil, porque
la cáscara de éste es blando; así también el que está
humilde ante Dios con solo una retada de Dios se arrodilla
ante Dios y clama por perdón. Son personas que siempre
están tratando de vivir centrado en la palabra de Dios,
pero por error o por debilidad caen de vez en cuando, mas
cuando le tocan como el huevo se quebrantan fácilmente y
regresan. Pero el problema consiste en que endurecen sus
corazones y rechazan la disciplina de Dios. Se convierten
tan duros como nuez. Para quebrar una nuez necesitará de un
martillo, un hombre apartado de Dios, su corazón está tan
dura como una nuez que no entiende la advertencia de Dios y
cuando Dios empieza a corregirle los hace derramar lágrimas,
clamar y ayunar. Solamente así se quebrantarán, luego los
transformará en hombre de fe, santificado y justo. Desviste
la ropa del mundo y le viste espiritualmente. El hombre
interior estaba como muerto por el hombre viejo que lo
estaba rodeando, no entendía la voz de Dios, ni oraba, ni
entendía la palabra de Dios; entonces la disciplina de
Dios llega al momento para quebrantarlo y renovarlo. Cuando
llega la disciplina de Dios es el momento de volver a
respirar, orar y leer la palabra de Dios.
En Efesios 4:23-24 dice “Y renovaos en el espíritu de
vuestra mente, y vestíos del nuevo hombre, creado según
Dios en la justicia y santidad de la verdad”. Para que el
hombre interior se vista de justicia, verdad y santidad,
deberá quebrantar al hombre exterior. Si el hombre exterior
es frágil será fácil quebrantarlo, pero si es tan dura como
la nuez no será fácil. Entonces ¿qué actitud debemos tomar
cuando Dios nos disciplina?

Ser disciplinado por Dios significa ser azotado, por tanto


no piense ligeramente sobre la disciplina de Dios. Hay
algunos que piensan ligeramente sobre la disciplina de Dios
y le dan la espalda, se rebelan y se quejan. Pero si
piensan ligeramente el castigo de Dios, entonces la
disciplina será aún más dura para sobrellevarla. Por tanto
no piense a la ligera la disciplina de Dios. Pues, cuando
Dios nos discipline debemos con temor arrepentirnos de
nuestros pecados y humillarnos ante él. Porque esto es la
manera de mostrar el respeto a Dios. No trate de
justificarse ni de explicar que las cosas se hicieron por
necesidad. Porque todo aquello será inútil ante Dios. ¿Por
qué Saúl fue reprendido y abandonado? Llegó Samuel y
reprendió al rey diciéndole “¿Por qué el rey no obedeció la
orden de Dios y destruyó a los amalecitas?, ¿por qué dejó
con vida al rey de Amalec y tomó botín de los ganados?” Y
le respondió Saúl diciendo que lo había hecho para
sacrificar lo mejor a Dios, en lugar de arrepentirse de su
pecado de desobediencia empezó a justificarse. Entonces
cayó la ira de Dios sobre él. Y contestó Samuel
“Ciertamente el obedecer es mejor que los sacrificios, y el
prestar atención que la grosura de los carneros” “Por
cuanto tú desechaste la palabra de Jehová, él también te ha
desechado para que no seas rey”. Samuel dijo porque el rey
desechó la palabra de Dios, también Dios desechó al rey.
Saúl pensó muy ligeramente en cuanto a la disciplina de
Dios, él empezó a justificar sus faltas. Sin embargo, David
siendo rey como Saúl, cometió pecado aún más abominable.
Pues había tomado a la mujer de Urías, y envió a éste al
frente en lo más recio de la batalla y lo mató. Él había
cometido dos grandes pecados, el uno fue el asesinato y el
otro la adulteración. Pero cuando llegó el profeta Natán y
le reprendió, bajó de su trono y arrodillado confesó sus
pecados. En Salmos 51 podemos leer las oraciones de David
que hizo público sus pecados. Entonces Dios habló a David
por medio de Natán que le perdonaría sus pecados. Si teme
la disciplina de Dios y se arrepiente de sus pecados, Dios
tendrá misericordia de él. Pero si piensa ligeramente la
advertencia de Dios y empieza a rebelarse y quejarse,
entonces el castigo será aún más severo. Pero si aún con la
disciplina no se arrepiente será desechado eternamente. La
confesión de David lo hallamos en Salmos 51:11-12 “No me
eches de delante de ti, y no quites de mí tu santo Espíritu.
Vuélveme el gozo de tu salvación, y espíritu noble me
sustente”; él rogó a Dios con todo su corazón. Pues, cuando
sea disciplinado arrepiéntase y obedezca a Dios.
En Salmos 119:71 dice “Bueno me es haber sido humillado,
para que aprenda tus estatutos”. Así confesó David que el
haber sido disciplinado fue para él de provecho. Así habló
el salmista que antes había desobedecido, pero ahora es
obediente.
Leí el testimonio del diácono Lee Yong Soo del distrito
Yongdeung-po. Él testificó que por medio de tribulaciones,
él aprendió a obedecer a Dios. Su madre estaba sufriendo de
esquizofrenia y de parálisis, estaba internado en un
hospital y todos los miembros de la familia estaban atentos
a la necesidad de ella, pero como si esto fuera poco, él
tuvo un accidente automovilístico. El carro se había
quedado tan arrugado como un papel desecho, y él perdió la
conciencia. Cuando recuperó los sentidos estaba en el
hospital, en la sala de emergencia. Pensaba que tenía una
vida digna de Dios, y lo único que hizo ante Dios fue
quejarse “Oh Dios, ¿por qué me está sucediendo esto? Mi
madre está enferma con parálisis y esquizofrenia, y ahora
yo en esta situación, por qué esta tribulación?” Meditaba
sobre la situación y cayó en autoconmiseración y lloró
muchas veces. Pero su mujer no decía nada ni quejaba, mas
cuidaba de la suegra y a su marido sin decir una sola
palabra, como si fuera poco cuidaba de los niños y atendía
hasta la oración de madrugada. Estando ellos también en
situación económica no muy buena, ofrendaron por la mudanza
del Aposento de oración de su distrito. Gracias a la
oración fervorosa de la mujer, él empezó a recuperarse
rápidamente, y a la dos semana le dieron de alta. Pero él
padecía de ulcera estomacal y con el accidente se había
hecho una abertura de un 4cm. Y en el hospital le había
dicho que debería realizar cirugía y tratar como seis meses,
y le volvieron a hospitalizarlo; al momento había fallecido
su madre. No teniendo tiempo para hospitalizarse tuvo que
atender el funeral de su madre. Pero después del funeral en
lugar de dirigirse al hospital, se dirigió a la montaña de
oración, allí oró de corazón con arrepentimiento y clamor.
Luego de orar fervorosamente tuvo la certeza que sanaría.
Entonces bajó con gozo y visitó al hospital para realizar
un examen y el doctor encargado quedó boquiabierto. Porque
el estómago que tenía una abertura de 4cm. estaba cerrado y
la úlcera también había desaparecido. Desde aquella
experiencia supo que Dios está vivo. Y todo el miembro de
la familia llenos de Espíritu Santo, de la gracia y de
obediencia sirven a Dios. Por tanto, pudo confesar que la
disciplina fue para él de provecho. Cuando sea
disciplinados recibirá el mismo nivel o igual bendición de
Dios. De manera que debemos aceptar la disciplina de Dios y
perseverar en él, no se queje de la disciplina de Dios, mas
recíbalo con gozo.
En Proverbios 3:11-12 dice “No menosprecies, hijo mío, el
castigo de Jehová, ni fatigues de su corrección; Porque
Jehová al que ama castiga, como el padre al hijo a quien
quiere”. No menosprecie la corrección de Dios, porque Dios
al que ama castiga. Por tanto, con sumo gozo debemos
aceptar la corrección de Dios. Y tenemos algunas cosas que
debemos hacer mientras somos disciplinados.
En Hebreos 12:12 dice “Por lo cual, levantad las manos
caídas y las rodillas paralizadas”. Significa que debemos
servir voluntariamente. Antes que fuésemos disciplinados no
participábamos en obras de Dios voluntariamente, vivíamos
siguiendo a las pasiones del mundo, a las pasiones de la
carne y la vanagloria de la vida; pero ahora que somos
tratados, debemos usar nuestras manos para servir a Dios.
Debemos levantar las manos caídas, porque esta es la
voluntad de Dios.
En I Pedro 4:10 dice “Cada uno según el don que ha recibido,
minístrelo a los otros, como buenos administradores de la
multiforme gracia de Dios”. Tenemos los dones de Dios que
él mismo otorga a sus escogidos, tales como don de consuelo,
de evangelización y de ayuda. De manera que debemos usar
estos dones para que la disciplina de Dios no sea en vano.
También la Palabra dice que levantemos las rodillas
paralizadas. Significa que debemos orar fervorosamente.
Antes de ser disciplinados debemos estar presto a la
oración. No justifique su falta de oración ante Dios, mas
dedíquese más tiempo a la oración. Levante las rodillas
paralizadas y recupere la vida de oración. Si aun siendo
disciplinado y no renueva su vida de oración, todavía la
disciplina no está dando efecto en su vida. Porque cuando
uno es disciplinado, recupera también la oración.
En II Crónicas 7:14 dice “Si se humillare mi pueblo, sobre
el cual mi nombre es invocado, y oraren, y buscaren mi
rostro, y se convirtieren de su malos caminos; entonces yo
oiré desde los cielos, y perdonaré sus pecados, y sanaré su
tierra”. Pues, la oración mueve el corazón de Dios. Mueve
las manos de Dios. El Diario Kook Min junto con la
Asociación de los Ministros Cristianos realizaron una
encuesta basado sobre la vida espiritual de los cristianos
con respecto al terrorismo ocurrido en la ciudad de Nueva
York. Y según ellos el terrorismo fue una advertencia de
Dios y esto dio motivo para valorar más a los miembros del
hogar y arrepentirse de la vida negligente en cuanto a la
práctica de la fe. Un 47.8% contestaron que fue una
advertencia de Dios, un 46.4% contestaron que pensaron
sobre la vida y la muerte, un 32.8% contestaron estar
seguros de la salvación. En cuanto a la asistencia de la
iglesia un 36.4% contestaron estar más dedicado al
ministerio, un 23% la importancia de asistir al servicio, y
un 60% que sintieron que la importancia de fidelidad a la
fe. Viendo el ataque terrorista un 10.2% contestaron que
estaban más dedicado a la oración personal, un 45.8% que
aumentaron un poco la importancia de la oración personal, y
un 78.2% la importancia absoluta de los miembros del hogar.
Y si a usted le sucede esta situación a quién llamaría
primero, un 82.2% contestaron que primero al esposo, o a la
esposa. Pero un número muy pequeño contestaron que llamaría
a los padres. Hermanos cuando nos sucede cosa tan horrenda
como el terrorismo nos ponemos a pensar y la Palabra dice
en Hebreos 12:13 “Y haced sendas derechas para vuestros
pies, para que lo cojo no se salga del camino, sino que sea
sanado”. El cojo significa cojo para el reino de Dios. Es
decir tiene un pie en el mundo y el otro en el reino de
Dios. Mas dice el Señor que si es disciplinado que enderece
su pie. Que saque su pie del mundo y entre al reino de Dios.
En I Juan 2:15-16 dice “No améis al mundo, ni las cosas que
están en el mundo. Si alguno ama al mundo, el amor del
Padre no está en él. Porque todo lo que hay en el mundo,
los deseos de la carne, los deseos de los ojos, y la
vanagloria de la vid, no proviene del Padre, sino del
mundo”. No viva amando y centrado al mundo. No podemos
estar fuera del mundo, pero tampoco debemos amar las cosas
del mundo. Ame solamente al Señor Jesús, no ame al mundo,
los honores, las famas y riquezas, enderece el pie cojo y
camine rectamente.
En Amós 5:14-15 dice “Buscad lo bueno, y no lo malo, para
que viváis; porque así Jehová Dios de los ejércitos estará
con vosotros, como decís. Aborreced el mal, y amad el bien,
y estableced la justicia en juicio; quizá Jehová Dios de
los ejércitos tendrá piedad del remanente de José”. Por
tanto, debemos caminar en senda derecha y no torcida. Es
cierto que la disciplina nunca será una experiencia
agradable, es una experiencia muy dolorosa. Pero porque
Dios nos ama, nos corrige para que seamos prosperados. A la
final para llevarnos al reino de Dios. De manera que cuando
seamos tratados demuestra que somos hijos legítimos. Somos
su pueblo escogido, tengamos certeza en ella y presentemos
nuestra acción de gracias. Porque por medio de disciplina
experimentaremos arrepentimiento sinceros y desvestiremos
de las ropas mundanas para restaurar en nosotros paz y gozo.

Oración
Dios llenos de amor y santo, es cierto que la disciplina no
es agradable, lo cierto que causa mucho dolor y lágrimas.
Oh Padre, sabemos que no hay hijos tuyos que no hayan sido
disciplinados. Porque al hijo que ama corrige. Así también
porque tú nos ama nos corrige. Nos disciplina para que
volvamos a recuperar tu imagen perdida, y así poder
llevarnos al reino de Dios. Oh Señor, que llevemos frutos
atravesando estas disciplinas, frutos de paz y de justicia.
Oramos en el nombre de Jesús. Amén.

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