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De ahí que uno de los modos en los que acontece la verdad es en el ser de la
obra , en palabras del autor “Levantar un mundo y traer aquí la tierra supone la
disputa de ese combate -que es la obra- en el que se lucha para conquistar el
desocultamiento de lo ente en su totalidad” (40), el ser de la obra consiste en
mantener el desocultamiento de lo ente, congela las presencias en un presente,
es más, en un instante, en el que todo parece tener sentido, no porque las
presencias aquieten nuestra inseguridad acomodándose a nuestros deseos y
exigencias, sino porque las cosas aparecen tal cual son, la obra de arte hace
patente la naturaleza de los entes, suspende el fluir de lo ente en el claro,
suspende la lucha entre tierra y mundo, la descubre , la hace evidente.
Al hacer una lectura del ser utensilio de las botas nos encontramos con que las
botas sirven para calzar los pies, para protegerlos de lo agreste de la tierra en la
que el hombre habita ¿Cuál es la tierra que el hombre habita? Está pregunta es
determinante a la hora de entender la configuración de la botas, el uso al que
están destinadas. Derrida hace conversar a Heidegger y Meyer Shapiro. El
primero le adjudica las botas a una campesina mientras que el segundo se las
adjudica a un citadino, y no a cualquiera porque incluso llega a decir que las botas
le pertenecen al mismo Van Gogh. No es lo mismo decir que esas botas están
informadas por el pie de una campesina labriega, que se despierta y se las pone
para irse a trabajar diariamente al campo para conseguir el sustento propio o de
su familia. A decir que esas botas son las de un citadino que las utiliza para ir a
trabajar a una fábrica en la ciudad; o a decir que son de un citadino que las utiliza
de vez en cuando para ir a caminar al campo. Y aunque no es lo mismo, las botas
de Vincent Van Gogh no nos dan mayor indicio del lugar en el que están, o de
quienes son sus propietarios, es más Derrida duda de que sean un par, pues le
parece que las botas tienen por finalidad calzar el mismo pie, el izquierdo,
entonces ya no se podría hablar de un propietario sino de varios. Aunque esto se
podría relacionar con una falta en la obra, más bien se puede suponer que orienta
la interpelación que se le ha de hacer a la obra.
En un primer momento, cuando citaba que para Heidegger era necesario ver
siempre los zapatos siendo utilizados, para comprender el ser utensilio, pensaba
que caía en una de las interpretaciones que el mismo denunciaba al detenerse en
hablar de la forma (el pie de la campesina) que iba a ocupar la materia (la bota).
No obstante, comparto al final la necesidad de ver los zapatos con alguien, con
cualquier hombre que tiene que habérselas a diario con el mundo, que tiene que
laborar, en términos de Hanna Arendent para lograr vivir, cubrir sus necesidades
básicas.
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https://www.vangoghgallery.com/es/catalogo/pinturas/378/Un-par-de-zapatos.html
y que no poseía antes, cosas grandes e intensas” (Van Gogh, 79). Esa intensidad
es un rasgo que supera los elementos técnicos de la formación del artista, dando
paso a un escenario de contemplación y dramatización que será distribuidito por
tonalidades. Van Gogh es un artista de colores oscuros que iluminan su mensaje.
Así lo expone en las cartas a Théo, su hermano. “Por lo que se refiere a mi propio
color , no encontrarás en mi obra de aquí tonos plateados, sino más bien tonos
oscuros (por ejemplo, betún y bistre); no dudo que algunos me los criticarán.
Pero ya los verás tú mismo, cómo son, cuando vengas” (118). Van Gogh escribía
que los colores oscuros servían para algo más; no solo daban cuerpo a sombras y
contrastes sino que tienen una personalidad, “hacen claro” algo de la obra: “Un
color oscuro puede parecer o más bien «hacer claro»; esto, en el fondo, es aún
más una cuestión de tono (…) He pensado más de una vez que cuando se habla
del color se quiere decir en realidad el tono” (120). Esta cuestión del color y el tono
fue estudiada con precisión por Van Gogh no solo en el marco de su acercamiento
a las bases de formación artística sino en su mirada sobre la tradición artística y
la producción del arte del que era contemporáneo.
Es decir, Van Gogh prestó atención a la manera en la que se hacía arte buscando
la oscuridad, los tonos que llevan cosas grandes e intensas. Su mirada precisa
que la oscuridad es color porque su intensidad remite a otra cosa; expresa algo
distinto. Van Gogh quiere golpear con el color, busca afectar con su obra: “Quiero
hacer dibujos que golpeen a ciertas personas (…) contienen directamente alguna
cosa de mi propio corazón” (73). Este es el problema de expresión que interesa
resaltar en este punto alrededor de Un par de zapatos: no se trata solo de un
asunto de tonos, de pintar la oscuridad, sino que también compele la relación de la
expresión con el dolor y el golpear. Van Gogh no estima que hayan temas en el
arte más dolorosos que otros porque,
Esto nos lleva a otra condición de la obra de Van Gogh: su relación con los objetos
del arte. Reside allí un acto contemplativo que le entrega modos de expresión al
arte. Para él, “Es una cosa admirable mirar un objeto y encontrarlo bello,
reflexionar sobre él, retenerlo y decir en seguida: me voy a poner a dibujarlo y a
trabajar entonces hasta que esté reproducirlo (67). Este acto contemplativo es
relacionado con su capacidad para encontrar los modos de expresar la oscuridad,
los golpes, el dolor. Ya no se trata de los temas nacionales, del arte como historia
o moral, del arte como medio pedagógico porque hasta los animales más
comunes, vistos con esa mirada firme que contempla el mundo, pueden dar pistas
sobre tonos, colores, y demás: “Por aquí y por allí, algunas vacas flacas de
exquisitos colores, y más a menudo, corderos y cerdos” (105).
Van Gogh no está solo con esta disposición con la que se enfrenta al mundo de
arte, su postura es compartida por quienes él entiendo como interlocutores. Ese
camino hacia los temas “bajos” del arte como modos de expresión – los zapatos
viejos, los aldeanos, las vacas, los cerdos, las patatas, las botellas-, ya lo
encontraba en Millet y en De Groux, de quienes decía:
(..) nos han mostrado con su ejemplo que tenían carácter y que sabían no
preocuparse de reproches como: «-sucio, grosero, lleno de barro, hediondo,
etc...i>.y tan sólo dudar de ellos sería una vergüenza. No, hay que pintar a
los aldeanos como si fuéramos uno de los suyos, sintiendo y pensando
como ellos mismos. Como si no se pudiera ser de otro modo. Yo pienso a
menudo que los aldeanos son un mundo aparte, y en muchos puntos,
mucho mejor que el mundo civilizado (139)
Con esa intensión de golpear se relaciona un carácter firme para llevar lo sucio, lo
que está lleno de barro, al lugar del arte, que sea el arte mismo. El artista tiene
que ser sucio, estar lleno de barro, ser un aldeano, sentir y pensar como él: ser
oscuro. Ese es el lugar de Un par de zapatos, una naturaleza muerta (225) que, a
su vez, es un estudio de color (147) que dice algo más que un tono. Por tanto,
resalto que en Van Gogh la obra se compone por una contundente relación con el
color que está acompañada de una intensión expresiva cuya fuerza, en el caso de
Los zapatos, rebosa de una oscuridad que golpea. Él busca expresar su lugar en
el mundo, su desgarramiento,
Conclusiones
Gogh, Vincent Van. Cartas a Théo. Barcelona: Colección Idea Universitaria , 1998.