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ADVERTENCIA PREVIA
transitoria segunda del mismo que exigía la publicación en el BOE del nombramiento
del Presidente por el Rey. Por su parte, el artículo 18 del Estatuto autonómico murciano
dispone que la Comunidad asume no sólo las competencias, sino también los medios,
recursos y servicios que legalmente corresponden a la Diputación Provincial una vez
disuelta conforme a las disposición transitoria segunda del Estatuto de autonomía.
Con la perspectiva que nos ofrece el actual momento de evolución y, a salvo de
lo que pueda deparar el futuro más inmediato (en especial con la resolución de los
recursos planteados ante el Tribunal Constitucional frente a diversos Estatutos de
Autonomía) podemos afirmar que las Administraciones de las Comunidades Autónomas
se caracterizan por disponer de un acervo competencial más o menos homogéneo
aunque no uniforme, especialmente si tenemos en cuenta la disparidad que se ha
generado en los últimos años como consecuencia de los recientes procesos de reforma
estatutaria que han tenido lugar en Cataluña, Valencia y Andalucía.
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Por su parte, el art. 152 del Texto Constitucional, en relación con las
Comunidades Autónomas cuya vía de acceso fue el art. 151 establece que su
organización institucional se basará en
* una Asamblea legislativa, elegida por sufragio universal, con arreglo a un
sistema de representación proporcional que asegure, además, la representación de las
diversas zonas del territorio;
* un Consejo de Gobierno con funciones ejecutivas y administrativas, así como
un Presidente elegido por la Asamblea de entre sus miembros, al que corresponderá la
dirección del Consejo de Gobierno, la suprema representación de la Comunidad
Autónoma y la ordinaria del Estado en aquélla;
* un Tribunal Superior de Justicia que, sin perjuicio del Tribunal Supremo,
culminará la organización judicial en el ámbito territorial de la Comunidad Autónoma.
A/ El Consejo de Gobierno
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Las funciones del Consejo son similares a las reservadas para el Consejo de
Ministros en el ámbito estatal. En concreto, el art. 32 EARM dispone que el Consejo de
Gobierno es el órgano colegiado que dirige la política regional, correspondiéndole la
función ejecutiva, el gobierno y administración de la Región y el ejercicio de la potestad
reglamentaria en materias no reservadas por el Estatuto a la competencia normativa de
la Asamblea Regional. Más específicamente, entre otras funciones le corresponde según
el art. 22 de la Ley 6/2004:
* aprobar los proyectos de Ley;
* aprobar los Decretos-Legislativos;
* dictar los Decretos y ejercer la potestad reglamentaria con esa forma;
* autorizar la celebración de contratos cuando supere la cuantía máxima fijada en
favor de los Consejeros o se trata de cuantía indeterminada;
* acordar el nombramiento y cese de los altos cargos de la Administración
autonómica con categoría igual o superior a la de Director General;
* acordar la interposición de los recursos de inconstitucionalidad y el
planteamiento de los conflictos competenciales en los términos previstos en la
legislación del Tribunal Constitucional.
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C/ El Vicepresidente
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Al igual que sucede en el caso estatal, la dirección de cada uno de los sectores
político-administrativos de carácter sectorial corresponde a los integrantes del Consejo
de Gobierno, es decir, a los Consejeros.
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6/2004):
* proponer y presentar al Consejo anteproyectos de Ley y proyectos de Decreto
relacionados con las materias de su competencia, así como refrendar estos
últimos, una vez aprobados;
* desarrollar la acción del Gobierno regional en el ámbito de sus consejerías, de
conformidad con las directrices del Presidente o del Consejo de Gobierno;
* proponer al Consejo de Gobierno el programa de actuación de su Consejería;
* proponer al Consejo de Gobierno los nombramientos y ceses de los altos
cargos dependientes de su Consejería.
* formular ante la Consejería competente en materia de Hacienda y de acuerdo
con las directrices emanadas de la misma, la propuesta de anteproyecto del
presupuesto anual de su Consejería;
* cualesquiera otras que les atribuya la normativa vigente.
* la representación de la Consejería;
* la superior dirección e inspección de la misma y de los organismos públicos
que le están adscritos, así como la superior autoridad sobre el personal de la
Consejería;
* la potestad reglamentaria, en los términos previstos en la Ley del Presidente y
del Consejo de Gobierno de la Región de Murcia;
* la ejecución de los acuerdos del Consejo de Gobierno en el marco de sus
competencias;
* la resolución de los recursos administrativos y reclamaciones que les
correspondan, la declaración de lesividad de los actos administrativos anulables,
la revisión de oficio de los actos nulos, todos ellos emanados de los órganos
integrados en la Consejería, así como la resolución de los procedimientos de
responsabilidad patrimonial;
* la resolución de los conflictos de competencias entre los órganos de su
Consejería, así como suscitar los que procedan con otros departamentos;
* las que le corresponden como órgano de contratación de la Administración
General, celebrando en su nombre los contratos que, en el ámbito de su
competencia, le correspondan, de conformidad con la legislación de contratos de
las administraciones públicas;
* la concesión de subvenciones, sin perjuicio de la autorización del Consejo de
Gobierno, cuando proceda;
* la propuesta de ejercicio de acciones en vía jurisdiccional, así como del
desistimiento y allanamiento.
* las demás atribuciones que le confieran las leyes y reglamentos.
El resto de los órganos departamentales guardan una similitud muy intensa con
los ministeriales. En algunas Comunidades se ha instaurado la figura del Viceconsejero
con una finalidad análoga a la del Subsecretario, correspondiéndole funciones de ámbito
doméstico y la jefatura del personal de la Consejería. Por su parte, el Secretario General
se concibe como una figura similar a la del Secretario General Técnico, de manera que
sus funciones básicamente se refieren a la realización de labores de asesoramiento y
proposición de reformas normativas y organizativas. En el caso de la Región de Murcia,
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los Secretarios Generales están asistidos por un Vicesecretario con las funciones
enunciadas en el art. 20 de la Ley 7/2004.
Los Secretarios Sectoriales tienen carácter excepcional por cuanto sólo podrán
constituirse cuando el volumen de responsabilidad política o de gestión de una
determinada Consejería exija la agrupación sectorial de algunas de sus Direcciones
Generales, o cuando lo requieran la dirección y coordinación de acciones sectoriales.
Así pues, presenta una configuración similar a sus homónimos estatales y a los
Secretarios de Estado, justificándose como instrumentos para la intensificación de la
acción política en un área departamental. En la CARM se les denomina Secretarios
Autonómicos, de conformidad con lo dispuesto en el art. 18 de la Ley 7/2004.
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reservan al Estado.
La determinación de la amplitud que deba concederse al título competencial
ahora analizado debe partir de una interpretación que nos permita integrar de manera
conjunta la noción de bases y la extensión material del régimen jurídico de las
Administraciones públicas, teniendo en cuenta la finalidad constitucional que justifica la
reserva de esta función en favor de las instancias centrales. Partiendo de estas
coordenadas podemos afirmar que la competencia estatal debe limitarse a la fijación de
los aspectos esenciales de la organización, potestades, relaciones y funcionamiento de
las diversas Administraciones públicas que resulten imprescindibles para garantizar un
tratamiento similar a todos los administrados en los aspectos fundamentales de su
relación con cualquier persona jurídico-administrativa o, en palabras del propio Tribunal
Constitucional, los elementos esenciales que garanticen un régimen jurídico unitario
aplicable a todas las Administraciones públicas1.
Al hilo de la formulación propuesta debemos resaltar en primer lugar que el
término esencial como equivalente a lo básico debe entenderse en un sentido relativo
que plantearía la necesidad de reducir la competencia estatal a aquellos aspectos del
régimen jurídico de las Administraciones públicas que, de no recibir una regulación
unitaria con independencia del ámbito administrativo al que se refieran, imposibilitarían
el tratamiento común que reclama el Texto Constitucional. No obstante, este último
condicionante no ha de valorarse como una exigencia absoluta por cuanto en las
materias donde hayan asumido competencias las Comunidades Autónomas no puede
garantizarse una radical igualdad de trato, pues de hacerlo se estaría vulnerando su
autonomía para dictar, respetando los límites constitucionales y estatutarios, la
regulación que consideren más apropiada para satisfacer sus intereses peculiares, de ahí
que deba limitarse a los aspectos más relevantes que garanticen una misma posición
jurídica en los aspectos fundamentales de su relación con cualquier Administración
Pública.
Por lo que se refiere al ámbito material sobre el que debemos proyectar la
necesidad de una regulación idéntica en sus aspectos esenciales, parece imprescindible
que en todo caso se extienda a la composición, estructura y funcionamiento de las
Administraciones públicas, especialmente en lo referente a la configuración de las
diferentes clases de personificación administrativa que se admitan con una correlativa
fijación del tipo de régimen jurídico aplicable y de las potestades que, en cada caso
pueden asumirse, potestades cuya configuración elemental también debería ser precisada
con carácter básico. Sin embargo, tal y como ha precisado el Tribunal Constitucional, el
alcance de la normativa estatal básica no puede ser el mismo en todas las materias
referidas por cuanto la intensidad de dicha regulación debe guardar proporción con la
incidencia externa que cada una de ellas puede tener sobre las esfera jurídica de los
administrados, debiendo ser menor “en aquellas cuestiones que se refieren
primordialmente a la organización y al funcionamiento interno de los órganos de las
Administraciones públicas [...] aunque ciertamente no cabe trazar una distinción tajante
entre unos aspectos y otros”2. No obstante, aunque es preciso reconocer la corrección de
este razonamiento, en la medida que viene exigido por la finalidad constitucional que
justifica una cierta uniformidad en la regulación del régimen jurídico de las
Administraciones públicas, el Alto Tribunal debería al menos haber intentado precisar el
1
STC 50/1999, de 6 de abril, f.j. 3.
2
STC 50/1999, de 6 de abril, f.j. 3.
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