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Documento Conclusivo de la Semana Pastoral de Koinonia

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Documento Conclusivo de la Semana Pastoral de Koinonia

1. HOMILIAS DEL ARZOBISPO, MONSEÑOR


RICHARD DANIEL ALARCÓN URRUTIA
1.1.HOMILÍA EN LA EUCARISTÍA DE APERTURA,
MIÉRCOLES 15 DE JULIO DEL 2015

Queridos sacerdotes, religiosos, religiosas y hermanos todos en el


santo Bautismo, que alegría reunirnos esta mañana como Iglesia
Arquidiocesana. Vamos a dar inicio a la Semana Pastoral de nuestra
Arquidiócesis.

Quisiera dar un saludo de bienvenida a todas las delegaciones de


hermanos que están llegando de las diferentes comunidades parroquiales.
Estoy seguro que poco a poco irán integrándose otros hermanos más. Yo les
invito a vivir con alegría y espiritualidad esta experiencia de mirarnos como
comunidad de la Iglesia.

Que hermoso es ver a los hermanos reunidos. Esto es para nosotros


un signo de Dios, por eso este es un día importante. Hoy vamos a dar inicio
a un largo camino que nos llevará en primer lugar a una conversión pastoral,
que significa un mirar con otros ojos nuestra propia identidad como Iglesia,
nuestra misión y la tarea que tenemos como Iglesia de Jesucristo en esta
hermosa Arquidiócesis del Cusco; en este camino vamos a ponernos como
meta el lograr conseguir para nuestra Iglesia Arquidiocesana un Plan
Pastoral que nos permita la comunión y la participación de todos.

Vamos a empezar hoy con una profunda confianza en la presencia


del Señor, con una profunda confianza en saber que Él está con nosotros y
nos va acompañar siempre. Porque Jesucristo está vivo, está con nosotros y
lo que queremos hacer de este camino está dentro de su querer, dentro de su
voluntad. Lo hemos escuchado en el Evangelio: “que todos sean uno Padre,
como Tú y Yo somos uno”.

Para que el mundo crea, lo que predicamos y lo que anunciamos,


tiene que estar reflejado por la unidad de los seguidores de Jesús, con una

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profunda confianza en el Espíritu Santo. Sin la gracia del Espíritu nada


podemos hacer. Por eso esta semana tenemos que abrir nuestra mente,
nuestro corazón de par en par, para dejarnos conducir con las inspiraciones
que nos va a conceder el Espíritu para el bien de nuestra Iglesia
Arquidiocesana; pero también la presencia de Cristo y del Espíritu, está
enriquecida con la presencia maternal de María, ella que acompañó a los
apóstoles en los primeros tiempos, animándolos, fortaleciéndolos,
acompañándolos con su solicitud de Madre, ella también va estar
acompañándonos en este largo camino, para conseguir nuestra unidad y el
Plan Pastoral Arquidiocesano; como punto de partida está nuestro anhelo de
querer ser fieles a la misión que Jesucristo nos ha confiado, por eso quisiera
dar gracias a todos ustedes por su presencia.

Ustedes le han dicho sí al Señor. Dejando sus ocupaciones han


venido a participar de esta tarea. Esa es una riqueza por la que yo quisiera
darle gracias al Señor, porque el hecho de venir aquí significa ya, ese deseo
de ser fiel a la misión que Jesús nos ha confiado, y ¿cuál es esa misión?, es
evangelizar. La Iglesia existe para evangelizar; esa es nuestra convicción
como punto de partida. También tenemos que dar gracias a Dios, porque este
camino no lo hacemos de cero o no lo empezamos de cero; la Iglesia
Arquidiocesana con ese largo camino histórico, desde la primera vez que se
implantó el Evangelio, cuanto ha recorrido en todo este tiempo, para poder
decirle al Señor que bueno ha sido con nosotros.

Miremos ese don, que hemos recibido para esta Iglesia de Cusco. Su
obispo, sacerdotes, religiosas, religiosos y los diferentes laicos
comprometidos en una serie de ministerios al servicio de la Iglesia. La
catequesis, la educación cristiana, los grupos parroquiales, los grupos de
diferentes carismas al servicio de la niñez, juventud y familia. Mis
hermanos, Dios ha sido bueno con nuestra Iglesia del Cusco y nos ha
regalado esta multiplicidad de ministerios, carismas y servicios, pues no
arrancamos de cero y tenemos que vernos con una mirada positiva, tenemos
que ver la riqueza que tenemos. Los materiales están listos para empezar a
construir, todos con un solo objetivo y una sola finalidad, tenemos que
cumplir la misión que Jesús nos ha confiado: evangelizar, no para atrás, sino

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para adelante. Nuestra mirada siempre tiene que ser para adelante, por lo
tanto, esta Semana Pastoral nos va ayudar a lograr este vínculo que nos tiene
que unir a todos nosotros.

El Papa Francisco en su Evangelii Gaudium, permanentemente nos


recuerda esta expresión cuando el habla de la Iglesia: ver a la Iglesia como
una comunidad evangelizadora. Grabémonos esta frase, es la visión de
nuestro Papa Francisco, ahora en esta renovación que quiere de nuestra
Iglesia; son dos palabras que no pueden ir separadas, aisladas, pueden ir
intercaladas “comunidad evangelizadora”, tienen que caminar juntas.

Ciertamente todos queremos evangelizar y muchas veces


empezamos preguntándonos, ¿qué tenemos que hacer para evangelizar? Yo
sé cuánto anhelo tienen ustedes; colaboran con la Iglesia, hacen vuestras
actividades en torno a la Pastoral queriendo cumplir con la misión del Señor;
porque siempre nos preguntamos, ¿qué tenemos que hacer? El Papa nos
pone un orden: “comunidad evangelizadora”, porque hermanos, podemos
hacer muchísimas cosas hermosas; pero si se da que los sacerdotes van por
aquí o por allá, o las religiosas van por aquí y por allá, etc… toda esa
multiplicidad de maravillas que podemos hacer, aparece de repente
desarticulada y nos olvidamos de la primera palabra que es “comunidad”.
La Iglesia debe ser en primer lugar “comunidad evangelizadora”. Por eso es
importante empezar esta Semana Pastoral no preguntándonos ¿qué debemos
hacer?, sino tenemos que preguntarnos, ¿cómo debemos evangelizar?, el
cómo, se irá respondiendo estos tres días, donde vamos a reflexionar y
mirarnos a nosotros mismos, como cuando miramos el modelo de Dios, de
la Santísima Trinidad (Padre, Hijo y Espíritu Santo).

Como decía Jesús en el Evangelio: “Que todos seamos uno, como Tú


y Yo, y Yo en Ti, para que el mundo crea”. Entonces trabajar el tema de
comunidad es prioritario, siempre debe acompañar nuestra evangelización;
porque si evangelizamos sin estar unidos a la comunión, entonces no
tendremos los efectos de esta Iglesia que quiere el Papa Francisco, de esa
Iglesia que quiere Jesucristo para estos tiempos que estamos viviendo. En
este sentido esta primera Semana Pastoral, nos va ayudar a estrechar

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nuestros vínculos. Por eso les pido a todos que abran su mente, su corazón
para una conversión pastoral; tenemos que cambiar el enfoque, la mirada y
el corazón, para luego establecer la Koinonia en nuestra Iglesia.

“Todos eran uno”, lo hemos oído en la Primera Lectura. Todos eran


uno, todos tenían un solo corazón, todos tenían una sola alma, y todos
compartían en común. Tenemos que sembrar, trabajar y regar este espíritu
para que luego dé frutos. Compartir ahora la alegría y volver a sus
comunidades parroquiales para ver todo con otros ojos; y así unirnos en un
esfuerzo común toda la Diócesis, sacerdotes, religiosos, religiosas, laicos,
todos unidos con su obispo, planteando y pensando en un camino común,
tenemos que ser una Iglesia de Comunión, de Koinonia. El Papa San Juan
Pablo II, cuando miraba la Iglesia del tercer milenio la proyectaba como una
Iglesia de Comunión y él decía según la espiritualidad de Comunión: mis
hermanos, por muchas tareas pastorales o evangelizadoras que hagamos, sin
una espiritualidad de Comunión cualquier obra evangelizadora se convierte
solo en una máscara, en una careta evangelizadora, porque en el fondo
seguimos divididos; por eso esta semana vamos aprender a pasar del “YO”
al “NOSOTROS”, de pasar de lo mío a lo nuestro, esto debe quedar bien
grabado en nosotros.

Jesucristo nos ha enseñado a hablar de nosotros, de lo nuestro; la


Iglesia es una comunidad que evangeliza. Es hora que pensemos en dos
figuras, y arranquemos con esto la Semana Pastoral de la Koinonia, como
una orquesta y un ramillete de flores. Una orquesta, para que se pueda
ejecutar una hermosa melodía, que está conformada por diversos
instrumentos, cada uno diferente. Todos ejecutan una sola tonada desde sus
diferencias, y unida, se oye una hermosa melodía, una sinfonía, que logra
ser una sinfonía bella, una diferencia y una unidad; cada uno con lo suyo,
pero al final todos, manifestando y expresando una armonía y una belleza
musical. Un ramillete de flores, porque está conformado por muchas flores
de diferentes tamaños, formas, colores, con la que se arma una figura
hermosa; diferentes flores que conforman un conjunto bello, hermoso;
nosotros también somos como una orquesta y un ramillete. En la medida que
nos unamos lograremos conformar una hermosa sinfonía entre todos,

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daremos la imagen de una Iglesia hermosa, unida fuertemente en un solo


ideal, y cada uno con lo suyo, pero buscando esta interpretación de una
alegoría de Comunión, de Espiritualidad, de Koinonia.

Pongo en las manos de María Santísima esta semana, y les ruego a


todos ustedes que vivan la experiencia, pues no están viniendo a un cursillo,
a una conferencia, no queridos hermanos, hemos sido convocados para vivir
la hermosa experiencia de ser la comunidad de Jesucristo: “uno en Él y Él
en nosotros”.

Que María Santísima nos acompañe en estos días.

1.2.HOMILÍA EN LA EUCARISTÍA DE ENVÍO,


MIÉRCOLES 15 DE JULIO DEL 2015

Durante estos días hemos vivido la comunión eclesial, por eso hoy no
clausuramos nada porque nada se termina. Por eso le damos gracias a Dios por
todo lo que hemos recibido y salimos como los discípulos, a anunciar, a dar
testimonio de lo que hemos visto y oído. Le pido al Señor, y se lo he pedido
muy de corazón en estos dos días, tanto estando en Paucartambo, como esta
mañana en Huarocondo, delante de la imagen de María, Madre de la Iglesia, de
esta Iglesia que peregrina y camina ya más de dos mil años, y está ahí
caminando en todos los rincones del mundo, que todo lo que hemos recibido en
estos días en mis hermanos sacerdotes, en mis hermanas religiosas, en cada uno
de los laicos, no se guarde como un bonito recuerdo, no se guarde solo escrito
en los cuadernos como un conjunto de conocimientos, sino que se convierta en
compromisos, porque estamos iniciando una etapa nueva en el largo caminar de
nuestra Iglesia Arquidiocesana. Y esta nueva etapa nos invita, hoy más que
nunca, a ser una Iglesia que viva la Comunión, la cual le va a dar la garantía del
mensaje de salvación del evangelio que vamos a predicar. Por eso, este llamado
del Señor del primer día: que todos sean uno, como Tú y yo somos uno para que
el mundo crea, hoy lo asumimos como un compromiso. Esta misa terminará con
el envío. No es una misa de clausura, es una misa que nos pone en actitud de
salida, en una dimensión misionera, por lo tanto, arrancamos de aquí llevando
de esta semana pastoral dos cositas: semillas y piedras.

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En primer lugar, semillas. Esa semillita, tan importante y tan


significativa, que muchas veces hemos predicado en la parábola de la semilla
de mostaza, pequeñita, que luego va creciendo y expandiéndose hasta
convertirse en un árbol, tan alto y generoso, que acoge a todos y da posibilidad
a todos. Esa semillita se la llevan ustedes a sus diferentes comunidades
parroquiales, a sus grupos, a sus familias, al lugar donde se desempeñan como
Iglesia, dentro de la Iglesia y fuera de la Iglesia, hacia la sociedad, porque la
Iglesia es servidora de la sociedad. Hagan crecer esa semilla con las
herramientas que estos días ustedes han recibido. El Señor, el Espíritu, han
confiado a cada uno ese compromiso de ser instrumentos de comunión, y la
comunión, para que sea realidad, necesita alimentarse profundamente. Grande
puede ser nuestro entusiasmo, pero el entusiasmo se puede ir, como se van las
luces en los castillos de las fiestas… hermosos, bonitos en un momento, pero
unos momentos después, solo quedan cenizas. No queremos que el compromiso
de la comunión se dé de esa forma. Ustedes se llevan estas semillas, para que
las alimenten, para que las fortalezcan, para que las hagan madurar, para que
las hagan crecer, para compartirlas. ¿Y cómo las hacemos crecer, como la
hacemos madurar, como la compartimos? Tenemos un camino de profunda
responsabilidad para incrementar nuestra espiritualidad. El amor que hemos
escuchado en la primera lectura, la fe en Jesucristo Vivo y Resucitado, su
presencia en la Eucaristía, para nosotros, son fundamentos de la comunidad.
Estoy muy seguro que en estos días ustedes han recibido estos instrumentos
necesarios, para que esta comunión, estas semillas de comunión, no se mueran,
sino que germinen, crezcan y den fruto. Necesitamos, y queremos, una Iglesia
unida, una comunidad parroquial unida, un presbiterio unido, una CONFER
unida, una organización de todas las comisiones pastorales y administrativos de
nuestro arzobispado unidos. Comunión por todos los rincones de la
Arquidiócesis. Ustedes hagan crecer esas semillas para convertirse en ese
instrumento de comunión.

La segunda figura que les digo: somos piedras de un edificio. Ahora nos
toca ir construyendo la comunión en nuestra Arquidiócesis, y cada uno debe
aportar lo bueno y hermoso que Dios le ha concedido con sus gracias, con sus
cualidades, con sus carismas, con sus ministerios. Cada uno es un instrumento
de Dios en esta hermosa sinfonía para la evangelización de nuestra Iglesia. Por
tanto, seamos constructores de la comunión y no pongamos piedras a quienes
quieren construir. No pongamos obstáculos a quienes quieren levantar este

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edificio con esfuerzo y sacrificio. Por eso, para ser buenos constructores, hay
que aprender dos palabras claves: NO y SI. Y tenemos que salir con una firme
convicción para contagiar esta convicción a los hermanos de nuestras
comunidades. En primer lugar, decir no a las competencias, a las desigualdades,
a la división, a los enfrentamientos que tanto daño hacen a la Iglesia y alegran
el corazón del enemigo de la Iglesia que la quiere ver destruida. Nunca
olvidemos esta hermosa imagen de María pisando la cabeza de la serpiente.
Aprendamos a decir no y abramos bien los ojos, el corazón y los oídos porque
el tentador no va a descansar. Yo estoy seguro que ahora está remordiéndose de
rabia por este compromiso que vamos a tomar, porque cuando una Iglesia se
divide, se debilita, cuando una Iglesia se enfrenta, se debilita y da paso a toda
la influencia del mal que destruye en vez de construir. No. Dilo para ti, dilo para
tu familia, dilo para tu grupo, dilo para tu parroquia, dilo para nuestra Iglesia
Arquidiocesana. Aprendamos a decir que no a todo aquello que nos divide, nos
separa y nos enfrenta. No debe ser así.

¿Y a qué decir SI? Es la palabra tan hermosa que pronunció María


cuando el Ángel le propuso ser la madre del salvador: Fiat. Que aprendamos a
decir fiat. SI Señor. Al amor, al perdón, a la reconciliación, al aceptarnos como
hermanos, a aceptar nuestras diferencias. Dialogar, ponernos de acuerdo,
reconciliarnos, mirar hacia adelante, estrechar nuestras manos, abrazarnos. Mis
hermanos, la obra de Dios camina por el SI, que debemos decir desde nuestro
corazón para toda ocasión. Este camino de comunión solo se puede conseguir
si cada uno permanentemente se esmera en decirle SI al Señor, desde las cosas
más pequeñas, hasta las cosas que más demandan responsabilidad, ya sea en la
familia, en la parroquia, en nuestra congregación, en nuestro presbiterio y en
nuestra organización arquidiocesana.

El Señor y María Santísima nos ayuden en esta etapa, en este camino


que vamos a iniciar. No es nada fácil, pero estamos llenos de esperanza, de gozo
de alegría, sabemos que si es posible. Si es posible. Esa es la esperanza de la
resurrección. Cristo resucitado, nos dice que, si es posible superar el mal, el
pecado. Cualquier cosa que atente contra la Iglesia se puede derrotar, superar.
Para eso estamos aquí, para ser manos de Cristo. De aquí en adelante, iremos
hacia la próxima semana pastoral, y encontraremos más razones para poder
trabajar en comunión, unidos. Solo así podremos proyectar un mañana lleno de
esperanza.

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Que el Señor derrame muchas bendiciones a todos y cada uno de


ustedes. Al padre Arturo, que estos días nos ha compartido sus reflexiones. Hoy
se va de viaje. Encomendarlo en nuestra oración, pedir mucho también por
todos los que no han podido venir por equis razones. Son nuestros hermanos y
ahora debemos compartirles lo que hemos recibido.

Este camino nadie lo va a parar, y nosotros pondremos todo nuestro


esfuerzo para que sea un camino que nos lleve el día de mañana a una Iglesia
Arquidiocesana que tenga un plan, que nos conduzca, unidos todos, a cumplir
con la tarea que Cristo nos ha confiado: vayan por todo el mundo, enseñen lo
que yo les he enseñado, pero vivan como hermanos, para que el mundo crea.

Preguntas para reflexionar en comunidad


 En nuestra parroquia, movimiento, o grupo. ¿Qué hace falta para
realmente seamos una comunidad evangelizadora?
 ¿Cómo podemos ser semillas y piedras vivas de comunión en nuestra
Arquidiócesis?
 Hagamos un listado de las cosas a las que debemos decir NO, y de las
cosas debemos decir SI, en el camino de construir la comunión en nuestra
Arquidiócesis.

2. RESUMEN DE LAS PONENCIAS


Ponente: Padre Arturo Purcaro, O.S.A.

Primer día, Miércoles 15 de julio

El Padre Arturo Puccaro desarrolló el tema: Fundamentos Bíblicos


de la Espiritualidad de Comunión, destacando la importancia de vivir una
verdadera Espiritualidad de Comunión en la Iglesia local del Cusco. Destacó
lo importante que es vivir en comunión, y como esta debía de ser transmitida
todos por igual, pues todos los bautizados estamos llamados a vivir en
comunión y que esta comunión se debe expresar en el servicio al prójimo, a
ejemplo de la trinidad. Lanzó una pregunta: ¿cómo adquirir la santidad? La

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respuesta: la espiritualidad, es decir, vivir en comunión. Puso como ejemplo


de autosuficiencia la torre de Babel.

El Señor Jesús manifiesta el gran sueño de la unidad en la última cena


(Jn 17, 20-23; 15, 4-7; 6, 44-51). La comunión incluye a todos, hay que
permanecer en el amor. La espiritualidad de comunión es un estilo de vida.
Las características son: la comunión con el Padre por medio de Jesucristo;
el Espíritu Santo realiza la comunión (Hch 4, 32); el compromiso con los
necesitados (Rom 12, 13; 15, 26). En esta espiritualidad todo es prestado,
hay que creer que todo es regalo y Dios nuestra herencia (Hch 2, 42-47).

En este estilo de vida no se trata de ganar, sino de amar. Para amar


hay que nacer de nuevo (Jn 13, 1-21). Hay que aprender a amar de Cristo
(Flp 2,5-11). La novedad del amor tiene implicaciones personales, sociales
e institucionales.

• Primero: amar como a mí mismo (otro=yo). Comprende amarte y


aceptarte cómo eres. El amor a mismo es la medida de mi actitud hacia el
prójimo. Revisar Mt 22, 34-40; Lc 10, 29-37.
• Segundo: amar como a Cristo (otro=Cristo). Cristo se ha identificado con
todo ser humano de manera particular. Revisar Mt 25, 35-45; Hch 9, 1-5.
• Tercero: amar como Cristo lo ama (yo=Cristo). Es adelantarse en el amor.
Amar hasta dar la vida y gratuitamente. Revisar Jn 3, 12-17; 15, 12-17.

Segundo Día, Jueves 16 de julio

Este día estuvo dedicado a la Koinonia en el Magisterio de la Iglesia,


con el tema: “La llamada Universal a la Santidad”. Nos recordó que todos
tenemos algo que dar y nadie es tan pobre que no tenga nada que ofrecer,
teniendo siempre cuidado con el asistencialismo y el paternalismo. Hizo
referencia a la comunión en base a la Lumen Gentium del Concilio Vaticano
II (nn. 9; 11; 40; 32; 39; 42).

La Iglesia es obra de la Trinidad. Por tanto, en ella no existen aislados


ni conectados, pues es un misterio de comunión. La Iglesia comunión es

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modelo para la sociedad y tiene que transformar el mundo desde dentro.


Puebla exige unir la libertad y la solidaridad (DP n. 273), de modo que la
brecha entre pobres y ricos se estreche cada vez más.

Indicó también que la estructura eclesiástica de las parroquias tiene


que cambiar. La parroquia parece un “grifo sacramental”, carece de espacios
de participación, procesos de formación y propuestas de pertenencia.

Haciendo referencia a la espiritualidad de comunión, dijo que se debe


hacer de la Iglesia la casa y la escuela de comunión, desafío que tenemos en
este milenio que comienza, si queremos ser fieles al designio de Dios y
responder también a la profunda esperanza del mundo (NMI n. 43).

También se refirió a la tarea de los pastores y la conversión pastoral


(DA n. 368), al trato que la iglesia brinda a los afligidos (LG n. 8). Dio
lectura a las 15 enfermedades que debilitan el servicio al Señor, parte del
discurso que Francisco diera a la curia romana el 22 de diciembre del 2014.

Tercer Día, Viernes 17 de julio

Con la ponencia titulada: “7 Criterios para construir la Iglesia-


Comunidad”, fueron reforzados y complementados los aportes de los días
anteriores. En este sentido, debe tomarse en cuenta que las estructuras
ayudan a alcanzar una santidad comunitaria, indicando que la doctrina es la
eclesiología de comunión, y desarrollando la espiritualidad de comunión y
el estilo de vida y acción pastoral (LG nn 7.17).

Con esto, se refirió a la espiritualidad de las estructuras pastorales.


Se trata de un modelo o estilo de organizar la vida de acuerdo a unos valores.
La función de las estructuras es expresarnos, y son válidas porque sirven
para comunicar experiencias. La comunión y la participación, la unidad en
la diversidad están presentes para demostrar la primacía de la caridad.

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El proyecto de renovación pastoral tiene que ver con el modo de vivir


la fe, buscando la santidad comunitaria. La estructura que comunica tiene 3
características:
• Es auténtica. Tiene identidad, es transparente, coherente y abierta.
• Es funcional. Sirve, es práctica y dinámica.
• Es flexible. Es abierta y revisable. Tiene que pasar de la masa (anónimo)
al pueblo.
Así, los criterios son señales en el camino para vivir la espiritualidad
de comunión, y son como sigue:

1. Siempre invitar a todos. Siempre convocar a todos sin desfallecer y sin


excepciones; si algunos no responden, respetemos su libertad y que sean
ellos los que decidan (EG nn.15 y 31). Está forma de invitar es un
ministerio del Pueblo de Dios y debe ser personal, cara a cara. Se trata de
un mensaje que debe ser transmitido por una red de mensajeros que está
compuesta por todos los bautizados.

2. Apoyar la Acción de Dios en su Pueblo. Dios nos invita a descubrir su


presencia en lo bueno que hay en el pueblo y sus costumbres para
apoyarlo (EG nn. 35; 69-70). No se trata de empezar por lo que nosotros
creemos que es bueno, sino de los signos de la presencia de Dios en su
pueblo. Al descubrir esta presencia, hay que pasar del “para el pueblo” al
“desde el pueblo”. La historia personal y comunitaria es un momento de
salvación (Cf. DA n.367).

3. Ponernos al alcance del más sencillo. La señal de que una Iglesia es fiel
a Jesús, es que hace llegar la Buena Noticia a los pobres (EG nn. 48; 200).
¿Quiénes son los protagonistas del plan pastoral? Hay que dejarse
evangelizar “desde” los pobres. Ser discípulos antes que maestros.
¿Tomamos en cuenta a los más humildes? ¿Qué más se puede hacer para
incluir a los humildes? Hay que desplazarse voluntariamente para
convivir y sufrir con los pobres.

4. Distribuir responsabilidades. Hay muchas personas dispuestas a


colaborar y nadie es tan pobre que no tenga nada que ofrecer; no se trata

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de que pocos hagan mucho, sino de que muchos hagan poco, trabajar en
equipo (EG nn. 88; 120). ¿Qué es mejor? ¿Que una persona de 100 pasos
o que 100 personas den un paso? En relación a los colaboradores hay que
pasar de una actitud de seguridad a una actitud de confianza. ¿Cómo
distribuir las responsabilidades? Hay que consultar y discernir según la
sabiduría popular. Tenemos que ayudar a que sean responsables,
preparando y formando a las personas en la acción. Hay que pasar de
colaboradores ocasionales a colaboradores habituales.

5. Respetar todo sin destruir nada. No destruir nada de lo que existe, más
bien orientarlo todo, (personas y asociaciones) hacia el objetivo y hacia
una Iglesia de comunión y participación (EG nn.11; 209). Es la tarea de
reorientar, esto significa acompañar y no remplazar. Sembrar lo que se
quiere cosechar.

6. Siempre caminar juntos. El crecimiento de la comunidad zonal y


parroquial sigue un recorrido lento y progresivo, igual que la maduración
de las plantas y las personas. Nada nace ni crece de golpe. Es necesario
respetar el ritmo de crecimiento del pueblo (EG nn. 33; 113). El proceso
es lento (el ritmo que impone el pueblo), progresivo (con coherencia entre
vida y fe) y global (con la participación de todos). Hay que dar más y más
según el proceso. Debemos pasar de una forma individualista e
inmediatista a una forma de conjunto, comunitaria y planificada.

7. Hacia un futuro mejor. El Plan Pastoral se debe construir no solo sobre


el pasado, ni simplemente sobre los problemas del presente, sino sobre el
futuro deseado y querido (EG n. 278). Debemos pasar de ser repetidores
a ser soñadores. El plan mira el futuro deseado y querido. El premio esta
prometido, hay que tener los ojos fijos y nada de distracción. Es la pasión
por el reino la que nos hace soñar.

Preguntas para reflexionar en comunidad


 Cómo Iglesia Arquidiocesana ¿Qué debemos hacer para vivir la
espiritualidad de comunión?

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 Cómo Iglesia que busca la santidad comunitaria ¿Qué debemos hacer


para que algunas parroquias dejen de parecer “grifos sacramentales”?
 ¿Cómo estamos poniendo en práctica los 7 criterios para vivir la
espiritualidad de comunión en nuestra parroquia o comunidad?

3. CONCLUSIONES Y ORIENTACIONES SOBRE LA


KOINONIA PARA CONTINUAR EL PROCESO DE
RENOVACIÓN HACIA EL PLAN PASTORAL
1. La eucaristía es fuente y culmen de la vida eclesial, y la Iglesia es
comunión. El participar de la eucaristía, como lo hacían las primeras
comunidades, sigue siendo un signo desafiante de comunión. Preocupa
la poca participación en ella, pues es importante para fortalecer la
comunión de nuestra Iglesia Local.

2. La familia, como Iglesia Doméstica, sigue siendo un lugar privilegiado


para la vivencia de la Comunión.

3. La religiosidad popular, que representa una riqueza para la Iglesia


Cusqueña, es un espacio de comunión que merece una especial
atención. Deben aplicarse las orientaciones que sobre ella hace el
magisterio de la Iglesia.

4. Existen una serie de barreras culturales que nos permiten alcanzar la


unidad a plenitud. El idioma es una de estas. Se percibe un deseo sincero
de parte de nuestros hermanos quechua hablantes de poder recibir la
eucaristía, la palabra y el magisterio en su idioma materno.

5. Se aprecia la preocupación por un testimonio de vida coherente de parte


de todos los agentes pastorales, que permita, además de dar razón de su

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fe, que más hermanos deseen vivir la experiencia de la comunión en


nuestra Iglesia.

6. Una preocupación de nuestra Iglesia Local es que las parroquias


acompañen a las comunidades, y así fortalecerlas, mediante un trabajo
más organizado entre los sacerdotes y los laicos, hasta desarrollar una
verdadera pastoral de conjunto.

7. Como pueblo de Dios, la centralidad de Su Palabra debe ponerse en


práctica, como lo hicieron las primeras comunidades cristianas, en las
que a partir de la palabra se vivía la unidad, el amor al prójimo, el
perdón, las obras de misericordia, es decir, el compromiso misionero
mediante el testimonio de vida.

8. La comunicación, el diálogo y la escucha son elementos fundamentales


en el camino hacia la comunión, y que están ausentes en muchos
consagrados y laicos. Hace falta un cambio de actitud desde la caridad.
Existe la percepción de que la comunión entre consagrados, laicos y
entre todos tiene muchas debilidades. Los consagrados deben realizar
los esfuerzos de integración y participación según la espiritualidad de
comunión en la Iglesia Local. Es importante que los párrocos y todos
aquellos que tienen tareas sepan compartir su responsabilidad con
nuestros hermanos laicos. Por su parte los laicos tienen que comprender
que además de la confianza, es fundamental la formación bíblico -
doctrinal.

9. Un signo característico de la comunión es poner todo en común, no solo


lo material, también los compromisos y las responsabilidades. Es
importante que nuestros párrocos y todos aquellos consagrados en los
que el Señor ha confiado un servicio directivo pastoral, sepan compartir
su responsabilidad con nuestros hermanos laicos. Por su parte nuestros

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Documento Conclusivo de la Semana Pastoral de Koinonia

hermanos laicos han de comprender que además de la confianza, es


fundamental la preparación, pero sobre el compromiso que han de
mostrar en el desarrollo de la misión que se le encomendase.

10. En el deseo de vivir la espiritualidad de la comunión, es importante que


se constituyan los Consejos Parroquiales, Pastorales y Económicos o el
fortalecimiento de los mismos. Estos consejos son signo de comunión
de nuestra Iglesia Particular del Cusco y contribuyen a que nuestra
pastoral se desarrolle en comunión. Esto conlleva a que nuestro plan
pastoral contemple acciones que fomenten un sentimiento de
pertenencia a la Iglesia, con un compromiso activo y una comunión
fraterna.

11. Se debe ampliar la comunión más allá de las fronteras de nuestras


parroquias, para comenzar a ver a todos como parte de nuestra Iglesia.
Esto nos ayudara a que las comunidades de nuestras parroquias vivan la
espiritualidad de la comunión con las comunidades de otras parroquias,
dando como fruto un trabajo comunitario en la decanatura. A su vez esta
comunión fortalecerá el compromiso de todos los integrantes de las
comunidades para organizar la evangelización en una acción pastoral de
conjunto.

Preguntas para reflexionar en comunidad


 Además de estas orientaciones y conclusiones ¿Quisieran proponer otras?
¿Cuáles?
 ¿Estas conclusiones se presentan de alguna forma cuando se revisa la
problemática en la preparación de las Asambleas Zonales?

Para cualquier consulta:


pastoral@arzobispadodelcusco.org

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