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Fernando Saravi
National University of Cuyo
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Introducción 1
La Biblia: ¿clara u obscura? 2
Hermenéutica y exégesis 2
Escuelas erróneas de interpretación 3
La interpretación literal 4
La preparación del intérprete 4
Herramientas: Básicas y avanzadas 5
El lenguaje y la traducción 6
Aproximación al texto bíblico 6
Exégesis literaria 8
Aspectos de la exégesis literaria 9
Gramática 10
Retórica y figuras del lenguaje 12
Modismos hebreos 14
Símbolos en la Biblia 16
Fábulas 20
Parábolas 20
Alegorías 22
Tipos 23
La interpretación de la profecía 24
El uso doctrinal de la Biblia 27
Bibliografía selecta 28
1 Interpretación Bíblica
Fernando D. Saraví
Introducción
2 Timoteo 3:16; 2 Pedro 1:21; Juan 10:35; Isaías 55:11; 1 Corintios 1:21;
Romanos 1:16; Mateo 5:17,18; Judas 3, Efesios 1:17,18; 3:10,18.
Conforme a esta declaración, el mensaje de la Biblia es para todos y en todos los tiempos, y el
mismo Espíritu Santo es quien ilumina la mente de la Iglesia – el pueblo de Dios – para que
perciba lo que Dios quiere decirle.
Ahora bien, la iluminación del Espíritu Santo en ningún modo debilita la
responsabilidad humana de estudiar concienzudamente la Biblia; simplemente nos capacita
para esta tarea. Sin el Espíritu Santo, el hombre más inteligente no podría llegar a comprender
cabalmente las verdades básicas de la Escritura. Por el contrario, cualquier persona de
inteligencia común puede alcanzar un conocimiento adecuado de las enseñanzas centrales de
la Biblia si es iluminado por el Espíritu.
La Iglesia comenzó su existencia como el cumplimiento de las profecías de la
Escritura, se nutrió de ella, y se tornó su auténtica intérprete y custodia. A la vez, las
Escrituras guiaron a la Iglesia, y toda vez que por una u otra razón el estudio bíblico serio fue
abandonado, el resultado fue confusión y sufrimiento.
En nuestra época, como cuando surgió el cristianismo, se oyen muchas voces con las
más variadas propuestas interpretativas sobre lo que somos, la realidad que nos rodea y cómo
habremos de vivir. Algunos de los proponentes rechazan la Biblia como un documento de
mero valor histórico, mientras que otros la emplean tendenciosamente para sus propios fines.
Como cristianos, no nos es posible hacer ninguna de estas dos cosas. Creemos que el
mensaje de la Biblia proviene de Dios, se dirige también a nosotros, y es la autoridad
suprema acerca de lo que debemos creer y lo que debemos hacer. En consecuencia, es de
máxima importancia que conozcamos, comprendamos y apliquemos las enseñanzas de las
Escrituras. No hay atajos para una vida cristiana madura y productiva.
Es el contenido y no el continente (lenguaje) lo que torna singular a la Biblia. Por esta
razón, el mensaje se conserva en cualquier traducción buena, aunque ninguna versión sea
perfecta. Si bien la Biblia es única como la revelación que Dios ha dado a la humanidad, en
otro sentido ella fue escrita en lenguaje humano, y por tanto debe ser interpretada según
principios que son comunes a la interpretación de toda obra literaria.
2 Interpretación Bíblica
Fernando D. Saraví
Como consecuencia de lo antedicho, una persona normal que cuente con una buena
traducción puede entender sin dificultad la mayor parte de lo que se dice en la Biblia. Los
reformadores del siglo XVI llamaron a esta propiedad de la Escritura su perspicuidad, que no
es sino una forma algo técnica de referirse a su claridad o inteligibilidad. En otras palabras,
para la mente humana iluminada por el Espíritu Santo las grandes verdades de las Escrituras
son claras y comprensibles. Alguien ha dicho, sin exagerar demasiado, que todo lo importante
de la Biblia es claro, y que todo lo claro es importante.
Cabe entonces preguntar por qué, si la Biblia es perspicua, se necesita un estudio
especial para su interpretación. Es una buena pregunta con varias respuestas que se
complementan entre sí.
Primero, si bien las verdades centrales de la Biblia están claramente formuladas,
existen muchas otras enseñanzas buenas y provechosas cuya comprensión exige un poco
más de esfuerzo. Martín Lutero dijo que estudiaba la Escritura como quien cosecha manzanas:
primero recogía las que habían caído al suelo, luego las que se observaban en las ramas y
finalmente levantaba cada hoja en busca de alguna manzana que hubiera quedado oculta.
Segundo, aunque en las Iglesias hay – gracias a Dios – pastores y maestros, es nuestra
responsabilidad asegurarnos que su enseñanza sea conforme a las Escrituras, como hacían
los cristianos de Berea con las enseñanzas del mismísimo apóstol Pablo. Los pastores y
maestros tienen mayor responsabilidad por su oficio, pero todo cristiano es en definitiva
responsable ante Dios.
Tercero, incluso dentro de las Iglesias cristianas existe disparidad de opiniones sobre
doctrinas no centrales. Muchas de las diferencias desaparecerían si simplemente
aplicáramos los mismos principios de interpretación de manera consistente a los textos
bíblicos relevantes (obviamente, algunas diferencias persistirían cuando la evidencia no es
concluyente).
Cuarto, existen innumerables sectas y grupos que tuercen las Escrituras para sus
propios fines, a veces de manera bastante sutil, y el cristiano debe estar preparado para
detectar el error y actuar en consecuencia.
Hermenéutica y exégesis
Se denomina hermenéutica a la ciencia y el arte de interpretar el texto bíblico. La
palabra “hermenéutica” proviene del griego hermeneuö, que significa “interpretar”. La
especificación “ciencia y arte” es necesaria porque si bien existen una serie de reglas que son
necesarias para la interpretación, la profundidad y amplitud de la Biblia requieren algo más
que principios científicos.
Una palabra relacionada es exégesis (del griego hezëgeomai, yo narro o explico), que
se refiere a la aplicación efectiva de la hermenéutica a la interpretación y explicación del texto
sagrado. En resumen, la hermenéutica proporciona los fundamentos necesarios para una
correcta exégesis.
3 Interpretación Bíblica
Fernando D. Saraví
Debe notarse cuidadosamente que el defecto común a todas estas escuelas es tornar absoluto
un principio relativo. En un sentido, cada una de ellas exagera, hasta deformarlo, un aspecto
válido de la hermenéutica.
Por ejemplo, el literalismo es la exageración de una buena exégesis literal (que se
describe más abajo). El alegorismo es malo no porque en la Biblia no haya alegorías, sino
porque va más allá y las busca en pasajes que deben tomarse literalmente.
El racionalismo tiene en su favor que ciertamente se requiere el uso de la razón para
entender la Biblia, pero olvida que la razón humana sola no basta. Finalmente, las doctrinas
establecidas deben guiar una interpretación seria, pero en el dogmatismo se les otorga
excesiva importancia, de modo que no se puede aprender nada nuevo ni modificar una
doctrina inadecuada a pesar de existir buena evidencia para hacerlo.
4 Interpretación Bíblica
Fernando D. Saraví
La interpretación literal
Una hermenéutica destinada a hacerle justicia a la Palabra de Dios fue de las contribuciones
fundamentales de la Reforma del siglo XVI. El método de los reformadores se denomina
literal (no confundir con literalista) y también gramático-histórico o histórico-literario. Es
un justo tributo a los reformadores el hecho de que el método gramático-histórico que ellos
desarrollaron haya sido adoptado por la vasta mayoría de los intérpretes serios de la Biblia.
Aunque la Reforma se separó de la Iglesia Católica, tuvo una profunda influencia en su
hermenéutica. De hecho, aunque desde luego limitado por el dogmatismo, todos los
comentarios bíblicos católicos modernos emplean el método gramático-histórico.
La interpretación literal, o gramática-histórica, comienza con el texto en sí mismo,
analizando cuidadosamente el lenguaje y considerando el contexto y las circunstancias
históricas (el autor humano, los destinatarios, las circunstancias, los usos y la cultura de la
época del escrito). La interpretación literal pretende ante todo establecer lo que el texto
deseaba transmitir a sus destinatarios originales, antes de pretender emplearlo como base
para una doctrina o de aplicarlo a nuestra situación actual. En general, una buena
interpretación literal exige mucho más trabajo que cualquier otra, pero también brinda,
consecuentemente, resultados más seguros y provechosos.
Creer que la Biblia es la Palabra de Dios, estar en paz con Él y prepararse en oración son
requisitos preliminares para comprender de manera cabal las Escrituras. Entre las virtudes que
deben desarrollarse en un buen intérprete están la humildad, la diligencia, la paciencia y la
perseverancia.
La humildad es imprescindible para ser instruido por la Biblia, en lugar de insertar
nuestros preconceptos en ella. La diligencia se refiere a la actitud de leer y analizar el texto
bíblico con todos los medios a nuestro alcance. La paciencia debe ejercitarse toda vez que
nuestro resultado no sea satisfactorio, o que no logremos resolver aparentes discrepancias. En
fin, la perseverancia nos capacita para proseguir con nuestra tarea en el tiempo a pesar de
nuestras limitaciones. La perseverancia es con mucha frecuencia recompensada con una
comprensión renovada del texto bíblico a su debido tiempo.
5 Interpretación Bíblica
Fernando D. Saraví
Un diccionario español.
Un diccionario bíblico, como el Nuevo Diccionario Bíblico (Ed. Certeza, 1991).
Un comentario, como el Nuevo Comentario Bíblico (Casa Bautista de Publicaciones, 1977).
Una concordancia completa, como la de C.P. Denyer (Ed. Caribe, 1978). Una concordancia
es un libro que presenta una lista, en orden alfabético, de los sustantivos, adjetivos y verbos
que aparecen en una traducción de la Biblia y los versículos en los que se encuentran.
Otra obra que no es imprescindible pero sí muy útil es:
Diccionario expositivo de palabras del Antiguo y del Nuevo Testamento, W.E. Vine (Caribe).
Trabajo práctico Nº 1
1. Leer el texto varias veces (de ser posible en más de una versión).
2. Leer el contexto – los versículos que preceden y siguen.
3. Buscar el significado de las palabras y expresiones que desconozca y de aquellas de
cuyo significado no está seguro (puede además consultar una concordancia).
4. Ensayar una paráfrasis (escribir lo que entendió hasta aquí que dice el texto, con sus
propias palabras, antes de pasar al paso siguiente).
5. Consultar un comentario
6. Anotar en dónde realizaría modificaciones a su paráfrasis luego de consultar el
comentario.
6 Interpretación Bíblica
Fernando D. Saraví
El lenguaje y la traducción
Para alcanzar este noble objetivo, es obvio que el intérprete debe aproximarse a la
mente del autor, hasta llegar lo más cerca que le sea posible a pensar como pensó este
último. Si bien un mismo Espíritu inspiró toda la Escritura, tal inspiración no anuló las
características peculiares de cada autor humano, sino que las utilizó como vehículo de la
revelación divina en la historia humana.
Por lo antedicho, el intérprete serio deberá investigar minuciosamente lo que se sabe
del ambiente cultural del autor, de su historia personal, de sus hábitos de pensamiento, su
forma de expresarse, la ocasión en que escribió, su propósito y los destinatarios originales
de su obra. Ningún autor humano de la Biblia escribió impersonalmente, como una máquina.
Si no logramos, siquiera en parte, pensar como pensaron David, Isaías, Juan o Pablo, nuestra
labor como intérpretes dejará mucho que desear.
Precisamente, el conocimiento acerca de la estructura de la Biblia, de sus libros y
autores, de sus destinatarios y el ambiente cultural, de la preservación y transmisión del texto,
y de su reconocimiento canónico, que hemos estudiado como Introducción a la Biblia
(Antiguo y Nuevo Testamentos) tiene su mayor importancia como requisito previo para la
interpretación del texto bíblico. Por interesantes y legítimas que sean en sí mismas la
psicología y la historia, para el intérprete cristiano su principal papel es el de proporcionar una
información indispensable para comprender las Escrituras mismas.
Dado que los aspectos mencionados ya se han tratado con cierta extensión, en este
curso nos concentraremos en el estudio de los textos mismos, lo que corresponde al área de la
exégesis literaria.
Trabajo Práctico Nº 2
A cada estudiante se le asignará un texto diferente. Su tarea será:
Exégesis literaria
Cuando estudiamos un pasaje de las Escrituras, debemos ante todo leerlo varias veces,
notando su estructura y tratando de comprender su sentido general. Hay que prestar atención
al sujeto, objeto y verbos, considerando los tiempos verbales, los sustantivos, adjetivos,
preposiciones y conjunciones, la existencia de cláusulas aclaratorias y de recursos enfáticos.
Pero antes de un análisis detallado, es conveniente prestar atención a la forma literaria.
La Biblia es una pequeña biblioteca de 66 libros escritos por diversos autores, que vivieron en
diferentes circunstancias y emplearon una enorme variedad de recursos literarios. En el
presente contexto, la palabra “crítica” se refiere a una decisión basada en un juicio
fundamentado acerca de la forma literaria de un texto.
Determinar la forma literaria de un texto es un aspecto crucial de una buena
interpretación. Esto puede comprenderse si se consideran las diferentes formas literarias de
textos modernos, como artículos periodísticos, manuales científicos, tratados filosóficos,
novelas o recetas de cocina. Cada uno de ellos tiene una o más estructuras convencionales que
les son características. Por ejemplo, la receta de cocina comienza con el nombre del plato que
se ha de preparar, seguido por una lista de los ingredientes necesarios, y a continuación las
instrucciones para la preparación.
La crítica de las formas consiste en “el descubrimiento y descripción de las
manifestaciones orales o escritas que han pasado en formas fijas, estereotipadas, al lenguaje
corriente y a la literatura, y en la determinación de su intención literaria y de su contexto
histórico-existencial” (Gerhart Lohfink).
Debe notarse que, en manos de eruditos liberales, la crítica de las formas se ha
empleado para cuestionar la inspiración divina de las Escrituras. La aplicación indebida de
la crítica de las formas ha llevado, en su forma extrema, a considerar los libros bíblicos como
formados por partes originalmente desconectadas entre sí, sin unidad orgánica y unidas
meramente por la tradición oral, aparte de cualquier inspiración divina.
Lo anterior ha causado, comprensiblemente, una profunda desconfianza del método
en muchos intérpretes conservadores. No obstante, el reconocimiento sobrio de las formas
literarias es una ayuda válida para la interpretación bíblica. Es solamente el abuso de la crítica
de las formas para obtener conclusiones injustificadas lo que merece reproche.
De manera semejante a los escritos modernos, en la Biblia encontramos una variedad
de formas literarias, como narraciones, colecciones de leyes, poesías, profecías y epístolas. Es
obvio que identificar la forma literaria es un paso importante en la correcta interpretación.
Por ejemplo, el lenguaje poético del salmista está lleno de expresiones figuradas, en tanto que
las instrucciones para construir el tabernáculo son exactas y precisas. La naturaleza histórica
del libro de Hechos nos muestra la realidad de una manera muy diferente que el modo
adoptado por Juan en el Apocalipsis.
Se denomina “género literario” a una categoría o tipo de literatura caracterizada por
una forma, estilo o contenido particular. Una enumeración de los principales géneros literarios
de la Biblia incluye:
Dentro de un mismo género, como la narración, podemos hallar formas diferentes. Por
ejemplo, un relato histórico, como la historia de José, pertenece a una forma distinta que una
parábola, aunque ambos sean narraciones. El propósito del relato es dar a conocer los hechos,
mientras que la parábola pretende enseñar algo mediante una narración ficticia.
Incluso dentro de un mismo libro bíblico, es posible encontrar una variedad de
formas. Por ejemplo, gran parte de los libros proféticos están escritos en lenguaje poético; el
Salterio incluye Salmos de alabanza, arrepentimiento, acción de gracias, duelo nacional, etc.;
los Evangelios contienen narraciones, enseñanzas, parábolas, etc.
Léxico
El aspecto lexicográfico se refiere a las palabras precisas empleadas por el autor. Debe
tomarse nota de cualquier palabra que no nos sea familiar o de cuyo significado no estemos
seguro. Henrichsen enuncia los siguientes principios (capítulo 3):
11. Las palabras deben ser interpretadas según su significado en tiempos del autor
12. Cada palabra debe ser interpretada según la frase y el contexto
Los diccionarios y léxicos bíblicos nos permiten explorar los significados de las
palabras. Cada palabra tiene un significado etimológico –cómo se ha formado –, un
significado usual y, a veces, un significado específico determinado por el contexto. Por
ejemplo, la palabra “iglesia” es en griego ekklësia. Etimológicamente ekklësia proviene de ek
(fuera) y klesis (llamamiento). El significado usual en el mundo griego era el de una
asamblea de ciudadanos (como en Hechos 19:39). En la traducción griega del Antiguo
Testamento (Septuaginta) se empleó con referencia a la congregación de Israel (también en
Hechos 7:38). En el Nuevo Testamento, se la emplea con mayor frecuencia con referencia al
conjunto de los creyentes en Cristo (Mateo 16:18) o a una congregación cristiana local
(Mateo 18:17, Hechos 20:28, etc).
Si bien los significados etimológicos y usuales en la cultura proporcionan datos
importantes, en hermenéutica el significado debe determinarse por el uso bíblico, comparando
los diferentes matices de significado en diferentes pasajes. Muchas palabras, como sarx
(carne) tienen un rango de significados relacionados entre sí pero diferentes. En estos casos, el
contexto del pasaje es generalmente decisivo para determinar el significado preciso. Un
principio derivado es el siguiente:
Gramática
Por importante que sea el análisis del léxico bíblico, hasta su consideración minuciosa es
insuficiente para una interpretación adecuada. El léxico de un autor guarda con el texto
producido una relación semejante a la que guardan los materiales de construcción con el
edificio terminado. Un montón de ladrillos, hierro, cemento y vidrio no es un edificio, y una
colección de palabras aisladas no es un libro. Con los mismos materiales se pueden hacer
construcciones muy diversas, según el propósito y la destreza del arquitecto. Es por tanto
fundamental examinar no sólo con qué palabras está formado un texto, sino su estructura.
Esta es la tarea de la exégesis gramatical.
En este punto es necesario recordar que el intérprete no debe prestar mayor atención a
las divisiones de los libros en capítulos y versículos, pues tales divisiones no forman parte del
texto bíblico original y no se encuentran en los manuscritos. La división en capítulos y
versículos es tardía y a menudo arbitraria. Por ejemplo, el más famoso pasaje de Isaías
sobre el Siervo del Señor comienza en el versículo 13 del capítulo 52 y se extiende a todo el
capítulo 53. Otro tanto ocurre en diversos pasajes del Nuevo Testamento, cuya división en
versículos fue realizada por Robert Estienne (Stephanus) en una edición impresa de 1551.
En el mismo sentido, deben tomarse con cautela los subtítulos que proporcionan
muchas ediciones modernas de la Biblia. Estos subtítulos no se encuentran en los manuscritos
y, si bien a menudo son útiles, no pueden reclamar inspiración divina. De hecho, los
subtítulos varían en contenido y posición entre una versión y otra. Dicho sea de paso, el
intérprete serio debe ser muy cauteloso con las versiones anotadas de la Biblia. Las Biblias
con notas son útiles cuando ellas se refieren a variantes del texto o proporcionan etimologías y
datos históricos, como la Biblia de Estudio de Sociedades Bíblicas; pero hay Biblias con notas
interpretativas que no siempre le hacen justicia al texto, y que es preferible evitar (la más
famosa es la Biblia Anotada de Scofield).
El intérprete debe analizar cada frase y su relación con las previas y posteriores para
entender su propósito y sentido, del mismo modo que el examen detallado de un edificio nos
informa de su naturaleza y de la función de cada una de sus partes. Para quienes desconocen
las lenguas originales de la Biblia (hebreo y griego), este aspecto de la interpretación es
generalmente el más difícil. Esto se debe a que cada idioma tiene formas peculiares de
expresión, que en muchos casos es muy difícil de preservar en la traducción. De todos modos,
11 Interpretación Bíblica
Fernando D. Saraví
el empleo de buenas traducciones con otras herramientas a nuestro alcance permite un análisis
adecuado para la mayoría de los fines.
Se ha dicho hasta el cansancio, con respecto a la predicación, que “un texto fuera de contexto
es un pretexto”. Este aforismo es particularmente cierto en la interpretación. En las sectas
derivadas del cristianismo es muy común el empleo de “textos de prueba” disociados de su
contexto para probar doctrinas extrabíblicas. Lamentablemente, los cristianos evangélicos
somos culpables del mismo error con cierta frecuencia. Henrichsen formula una regla que
puede enunciarse como sigue.
Trabajo Práctico Nº 3
A cada estudiante se le asignará un texto diferente. Su tarea será:
Los lenguajes diseñados expresamente para ser precisos, como el de las matemáticas o los de
computación, son relativamente recientes. Todas las lenguas humanas son menos precisas y
por esto mismo más ricas y ambiguas en su expresión. Un aspecto importante de ellas es el
uso de lenguaje figurado. En la interpretación de textos literarios en general, y de la Biblia en
particular, es muy importante identificar correctamente las figuras del lenguaje. A
continuación presento algunas de las más importantes. Como veremos en varios ejemplos, en
algunos textos se emplea simultáneamente dos o más formas de lenguaje figurado.
Símil
Metáfora
En una metáfora también se propone una comparación o semejanza, pero de manera implícita.
En el Salmo 18:2 hay varias metáforas aplicadas a Dios: “El Señor es mi roca, mi baluarte y
mi libertador; mi Dios, mi roca en quien me refugio; mi escudo y el cuerno de mi salvación,
mi altura inexpugnable.” A los fariseos que le pidieron a Jesús que hiciera callar a los
discípulos, Jesús les contestó: “Os digo que si estos callan, las piedras clamarán.” Pueden
hallarse otros ejemplos en Salmos 34:16; Marcos 9:36-37; Lucas 12:49-50; Juan 15:1-2.
Henrichsen formula las siguientes reglas:
Metonimia
En esta figura, se emplea una palabra o expresión por otra que es sugerida por la primera. Por
ejemplo, se emplea la causa por el efecto, el continente por el contenido, o el símbolo por lo
simbolizado. Por ejemplo, en Lucas 16:29 dice “A Moisés y los profetas tenéis: oídlos.” No se
refiere a las personas de Moisés y los profetas del Antiguo Testamento (que habían muerto
hacía siglos), sino a sus escritos, el Pentateuco y los libros proféticos. Pablo manda a los
tesalonicenses “No apaguéis el Espíritu.” (1 Tesalonicenses 5:19). El lector atento notará que
aquí hay una metáfora (“apagar”), pero también una metonimia, pues Pablo se refiere a no
anular los dones del Espíritu Santo. En 1 Corintios 10:16, Pablo habla de “beber la copa”
cuando en realidad se refiere a su contenido, el vino.
Sinécdoque
La sinécdoque es una figura del lenguaje en la cual se emplea una parte para referirse a un
todo, o el todo para referirse a una parte. Por ejemplo, cuando en el Padrenuestro el Señor nos
enseña “Danos hoy nuestro pan cotidiano” (Mateo 6:11) el pan es una sinécdoque por los
alimentos, y tal vez por todas nuestras necesidades materiales. En el Salmo 16:9, David
13 Interpretación Bíblica
Fernando D. Saraví
afirma “mi carne reposará segura”, pero no se refiere a sólo sus músculos, ni siquiera
meramente a su cuerpo, sino a todo su ser. En Daniel 12:2 dice “muchos de los que duermen
en el polvo de la tierra despertarán”. La dormición es una metáfora de la muerte, pero además
hay una sinécdoque, pues el texto se refiere a la resurrección general. En Lucas 2:9 leemos
que el emperador mandó “un censo de todo el mundo habitado”, pero en realidad se refiere al
Imperio Romano.
Pleonasmo
El pleonasmo es una figura que involucra redundancia. Se emplean más palabras de las
necesarias para establecer el sentido, con el objeto de enfatizar un punto, con lo cual se
aumenta la expresividad de lo que se dice. “Lo vi con mis propios ojos” es un ejemplo clásico.
En la Biblia se emplea el pleonasmo con cierta frecuencia. Un ejemplo es Génesis 42:2, “para
que vivamos, y no muramos”. Otro es “los llevó aparte, solos” en Marcos 9:2.
Ironía
Es una figura en la cual se expresa una idea mediante el enunciado de la idea contraria, para
demostrar por el absurdo lo que se desea decir. Por ejemplo, a quienes pretenden darle una
explicación simple para lo que le pasa a Job, él les dice: “con vosotros morirá la sabiduría”
(Job 12:2). Reprochando a los corintios porque cuestionaban su autoridad apostólica, Pablo
escribe: “Me he vuelto insensato...”. Pueden verse otras ironías en 1 Reyes 18:27; Juan 10:32;
1 Corintios 4:8.
Preguntas retóricas
En esta figura consiste en afirmar algo mediante una pregunta cuya respuesta es obvia. Por
ejemplo, Jesús preguntó: “Pues, ¿de qué le sirve al hombre ganar el mundo entero y perder su
alma? Pues ¿qué dará un hombre a cambio de su alma?” (Marcos 8:36,37). Las respuestas son
evidentes: No le servirá de nada, y nada hay que pueda dar a cambio de su alma. En Gálatas
4:16, Pablo pregunta: “¿Me he vuelto, por tanto, vuestro enemigo al deciros la verdad?” Otros
ejemplos de preguntas retóricas pueden verse en Amós 3: 4-6, 8; Mateo 6:25-27; 2 Corintios
12:17.
Hipérbole
Es la figura que consiste en emplear una exageración deliberada y evidente para dar fuerza a
la idea que se quiere expresar. A los hipócritas dijo el Señor: “¿Y por qué miras la mota que
está en el ojo de tu hermano, y no te das cuenta de la viga que está en tu propio ojo?” La mota
y la viga son metáforas de un defecto pequeño y otro muy grave, respectivamente, pero
además una viga es un objeto enorme con respecto al tamaño de un ojo, lo que indica una
hipérbole. Otros ejemplos de hipérbole se hallan en Números 13:33; 2 Crónicas 28:4; Mateo
18:24-35; Marcos 10:25.
Apóstrofe
Prosopopeya
Elipsis y braquilogia
La elipsis es la omisión de palabras que completan una frase pero no son imprescindibles para
entender el significado. En el Salmo 90:13, Moisés clama: “Vuelve, Jehová: ¿hasta cuándo? Y
compadécete de tus siervos.” Obviamente quiere decir “¿hasta cuándo te tardarás?” o “¿hasta
cuándo tendremos que esperar?”, pero la forma breve le da una sensación de mayor urgencia.
Otros ejemplos son Éxodo 32:32 y 1 Corintios 6:13. La braquilogia es similar; se omite
repetir palabras que se pueden sobreentender por el contexto. Por ejemplo, en el siguiente
versículo la omisión de las palabras entre corchetes es una braquilogia: “Si recibimos el
testimonio de los hombres, mayor [que el de los hombres] es el testimonio de Dios” (1 Juan
5:9). Ver también 1 Corintios 15:55, que ya vimos como ejemplo de preguntas retóricas y
apóstrofes.
Litotes
Consiste en afirmar algo mediante una negación. Por ejemplo: “Al corazón contrito y
humillado no despreciarás tú, oh Dios.” (Salmos 5:17). Véase otro ejemplo en Isaías 42: 2-4.
Eufemismos
Los eufemismos son figuras en las que se expresa algo, generalmente duro, con palabras más
suaves. Por ejemplo, en Levítico 18, “descubrir la desnudez” se refiere a relaciones sexuales
incestuosas; en Hechos 7:60, “durmió” es un eufemismo por “murió”.
Modismos hebreos
Las figuras del lenguaje que se han mencionado no se limitan a la Biblia o a la literatura
derivada de la Biblia, como los libros apócrifos o los escritos de autores cristianos postapos-
tólicos, sino que se encuentran en numerosos escritos de diversas culturas. Por otra parte, la
mente hebrea posee, además de estas, ciertas formas de expresión que le son particulares. El
pensamiento hebreo antiguo, al igual que el de otros pueblos semitas, transcurre por lo
concreto más que por lo abstracto. Por esta razón expresa ideas abstractas mediante metáforas
físicas. McFall da, entre otros, los siguientes ejemplos: “duro de cerviz” significa obstinado;
“duro de rostro” se le dice al desvergonzado (compárese nuestro “caradura”); y el infeliz es
“amargo de alma”. El ojo significa cuidado o alerta (Salmos 33:18), la espada representa una
matanza (Salmo 78:62), “decir en el corazón” es simplemente pensar (Salmos 10:6), “levantar
los ojos” es mirar, y los “ojos soberbios” representan arrogancia u orgullo desmedido
(Proverbios 6:17).
15 Interpretación Bíblica
Fernando D. Saraví
Dado que la Biblia fue escrita por judíos –con excepción de Lucas, que de todos
modos conserva muchas expresiones típicamente hebreas – es importante considerar los
principales modismos hebreos:
En Génesis 29:31 dice “Vio el Señor que Lea era aborrecida...” Sin embargo, el
versículo anterior (30) evidencia que se trata de algo relativo: Jacob “amó más a Raquel que a
Lea”. Véase también Proverbios 8:10; Lucas 14: 12-14, 26.
Modismo de filiación
Modismos de tiempo
Las expresiones “perpetuo” o “para siempre” han de tomarse muchas veces en sentido
literal; son ejemplos Génesis 3:22; Éxodo 3:15; Deuteronomio 33:27. No obstante, a veces se
emplean con un sentido más limitado, en forma similar a la expresión de algo relativo como si
fuera absoluto. Por ejemplo, en Éxodo 12:14 se establece la cena del cordero pascual como
“ordenanza perpetua”, pero a la luz del Nuevo Testamento entendemos que “perpetua” debe
entenderse como permanente en tanto estuviese vigente el Antiguo Pacto. Otros ejemplos
pueden verse en 2 Samuel 7:13-17 e Isaías 60:15.
Antropomorfismos
Superlativos
Trabajo Práctico Nº 4
A cada estudiante se le asignará un texto. Deberá analizarlo como ya se ha indicado, pero
además describirá todas las figuras del lenguaje y modismos hebreos que encuentre en el
pasaje. Debe además buscar ejemplos similares en otros textos.
Símbolos en la Biblia
En la Biblia aparecen numerosos símbolos. Un símbolo es toda cosa animada o inanimada,
real y visible, que representa otra invisible. Dado que se trata de cosas reales y visibles, es
necesario asegurarse que tengan verdaderamente significado simbólico en el texto estudiado.
El significado de algunos símbolos bíblicos es más o menos fijo, y por tanto una
comparación del uso del mismo símbolo en diferentes pasajes es una guía adecuada para la
interpretación. Por ejemplo, el Nuevo Testamento el agua simboliza vida eterna (Juan 4:13-
14; Apocalipsis 2:1), la palabra de Dios (Efesios 5:18) y el Espíritu Santo (Juan 7:38).
No obstante, en la mayoría de los casos el significado del símbolo debe determinarse
por el contexto. En la interpretación correcta de un símbolo es crucial determinar el punto de
comparación, es decir, qué aspecto de la entidad invisible es representado por lo visible (el
símbolo).
Tratar sobre la simbología bíblica requeriría un tratado. Aquí solamente es posible dar
algunas indicaciones generales. Bernard Ramm indica un principio importante: “Aquellos
símbolos que son interpretados por las Escrituras son el fundamento de todos los estudios
adicionales sobre simbolismo. Cuando la Escritura interpreta un símbolo, entonces nos
hallamos en terreno firme.”
Animales y objetos
Por ejemplo, en el capítulo 7 del libro de Daniel aparecen unas bestias, que simbolizan
reyes o reinos paganos, poderosos e impíos, según se explica en el mismo capítulo. Cuando
encontramos otras bestias semejantes en la visión de Apocalipsis 13, cuya interpretación no se
proporciona, podemos confiar en que representan la misma idea general.
Sin embargo, la primer bestia de la visión de Daniel era un león, probablemente
representando el imperio neobabilónico; pero en Apocalipsis 5:5 se le llama a Jesucristo “el
león de la tribu de Judá”. Por otra parte, en 1 Pedro 5:8 se compara a Satanás con un león
rugiente. Estos ejemplos ilustran la plasticidad de los símbolos.
El Señor se refirió a los creyentes como corderos (Juan 21:15), pero Juan el Bautista se
refirió a él como “el cordero de Dios que quita el pecado del mundo” (Juan 1:29), y en
Apocalipsis 5:6 Jesús resucitado es visto en la forma de “un cordero ... como inmolado”. Ver
también 1 Pedro 1:19.
De igual modo, una roca puede representar fuerza, fortaleza o seguridad, tropiezo u
obstáculo, y hasta al mismo Señor Jesucristo (1 Corintios 10:4; 1 Pedro 2:4-7).
17 Interpretación Bíblica
Fernando D. Saraví
El aceite puede representar una medicina (Lucas 10:34), alegría (Isaías 61:3; Hebreos
1:9), limiparse del pecado (Hebreos 9:22) o el Espíritu Santo (1 Juan 2:20).
La sangre puede simbolizar homicidio (Génesis 4:10; Apocalipsis 6:10) pero también
purificación y salvación a través de los sacrificios (ver Hebreos 9:19-28; 1 Pedro 1:19).
En Mateo 13:4, 19 las aves representan a Satanás porque roban la semilla del
Evangelio, mientras que las aves a las que se refiere la parábola de la semilla de mostaza
(Mateo 13:31,32) se mencionan simplemente para indicar que la planta de mostaza alcanza
una altura y follaje considerables.
Colores
Metales
El oro se menciona cientos de veces en la Biblia, en muchos casos con significado simbólico.
Puede representar codicia (Ezequiel 7:19), lo perecedero (1 Pedro 1:18) y la obscena
ostentación de riqueza mal habida (Apocalipsis 17:4). No obstante, también se empleó
ampliamente en el tabernáculo y el templo de Salomón y por tanto puede relacionarse con
atributos divinos. En la visión que Juan tuvo de Cristo glorioso abunda el oro (Apocalipsis
1:12-13). El Señor aconseja a la Iglesia de Laodicea que compre de él oro refinado
(Apocalipsis 3:18). La Jerusalén celestial era de oro purísimo (Apocalipsis 21:18). Las obras
perdurables de los cristianos son como oro, plata o piedras preciosas (1 Corintios 3:12,13; ver
Proverbios 17:3; Zacarías 13:9). Los ancianos ante el trono de Dios llevan coronas de oro
(Apocalipsis 4:4). El sufrimiento por Cristo purifica a los creyentes como el fuego purifica el
oro (1 Pedro 1:6,7).
La plata también se empleó liberalmente en el tabernáculo y el templo. Especialmente
en el Antiguo Testamento, simboliza riqueza o valor material (Job 3:15; Isaías 60:17), aunque
al igual que el oro tiene menos valor que la sabiduría que viene de Dios (Job 28:15;
Proverbios 3:14, etc). La pureza de la Palabra de Dios y los dichos sabios son comparados con
la plata (Salmos 12:6; Proverbios 25:11). La plata corrompida es símbolo de decadencia
espiritual (Isaías 1:22; Jeremías 6:30; Santiago 5:3). El refinamiento de la plata es símbolo de
juicio y purificación divinas (Salmos 66:10; Isaías 48:10).
El bronce, junto con el hierro, puede ser símbolo de rebeldía, obstinación y juicio
(Deuteronomio 28:23; Isaías 48:4), pero también de fuerza (Deuteronomio 33:25; Daniel
4:15, 23). Los pies de Jesucristo glorificado se comparan con el bronce incadescente
(Apocalipsis 1:15). El hierro es frecuentemente símbolo de fuerza (Job 40:18; 41:27;
Jeremías 1:18). El desarrollo de una mente aguda mediante el diálogo se compara con la
18 Interpretación Bíblica
Fernando D. Saraví
acción de afilar hierro con hierro (Proverbios 27:17). Gobernar “con vara de hierro” es una
figura de inflexibilidad (Salmos 2:9; Apocalipsis 2:27; 12:5; 19:15). El bronce y el hierro se
contrastan con el oro y la plata para representar la corrupción de Israel en Jeremías 6:28. En
Daniel 2, los cuatro reyes o reinos sucesivos se simbolizan por oro, plata, bronce y hierro,
indicando menor valor pero fuerza creciente (ver también Daniel 7:7).
Nombres propios
Números
En la Biblia aparecen muchos números y cifras que son literales; no obstante, también hay
una importante simbología numérica. Aunque el simbolismo numérico se ha prestado a
interpretaciones fantasiosas (cuyo extremo es la pseudociencia llamada gematría), pueden
establecerse algunas generalidades.
El uno es básico en el concepto monoteísta (Deuteronomio 6:4). Puede referirse
también a la unidad entre Cristo y el Padre (Juan 10:30). La humanidad es una (Hechos
17:26). Por un hombre, Adán, entró el pecado al mundo y por otro, Cristo, tenemos salvación
(Romanos 5:12-21). La Iglesia, como cuerpo de Cristo, es una (Efesios 4:4-6).
Dos puede representar, paradójicamente, tanto división como unión. Como ejemplo
de disyuntiva, puede citarse los dos caminos (Mateo 7:13,14). La espada de dos filos puede
representar por un lado juicio, y por otro salvación (Hebreos 4:12; Apocalipsis 1:16). Como
símbolo de unión, puede citarse la unidad de ser humano, varón y mujer (Génesis 1:26,27), y
por tanto del matrimonio (Génesis 2:20, 24); al arca de Noé las personas y los animales
entraron de a dos. Dos fueron las tablas de la Ley, y es también el número mínimo de testigos
válido (Deuteronomio 17:6, etc.; compárese Juan 8:17,18; Apocalipsis 11:3-12).
Tres puede emplearse como una forma de expresar lo superlativo, como por ejemplo,
la santidad de Dios (Isaías 6:3; Apocalipsis 4:8). Samuel fue llamado tres veces, Elías se
inclinó 3 veces sobre el hijo de la viuda, 3 fueron las tentaciones de Jesús y 3 las negaciones
de Pedro y su rehabilitación posterior (Juan 21:15ss). Jesús resucitó al tercer día.
Cuatro también tiene a menudo significación simbólica. Cuatro letras tiene el nombre
de Dios (Jehová o Yahveh = YHWH). En la Biblia se mencionan cuatro ríos del Edén, cuatro
vientos, los 4 rincones de la tierra, y Pedro en su visión vio cuatro extremos en el mantel
(Hechos 10:11). El número cuatro aparece reiteradamente en la descripción del tabernáculo
(Éxodo 25 al 27) y en las visiones de Zacarías (1:8, 18-20; 6:1-3) y Daniel (2:36-45; 7:1-7).
Cuatro seres rodean el trono de Dios (Ezequiel 1:1-26; Apocalipsis 4:6,7). Cuatro son los
jinetes en Apocalipsis 6. El múltiplo de cuatro, cuarenta, es el de los años de peregrinación
de Israel, de la opresión periódica en Jueces, del reinado de David y Salomón; 40 son los días
19 Interpretación Bíblica
Fernando D. Saraví
del diluvio, del ultimátum a Nínive (Jonás 3:4), del ayuno de Moisés, Elías y Jesús, y del
tiempo entre la Resurrección y la Ascensión.
Cinco se emplea menos con sentido simbólico. Cinco son los libros del Pentateuco, las
secciones de los Salmos y los libros llamados colectivamente Megilloth (5 rollos) en la Biblia
hebrea: Cantar, Lamentaciones, Eclesiastés, Ruth y Esther. La fiesta de las Semanas dura 50
días, y el jubileo debía celebrarse cada 50 años. La samaritana de Juan 4 había tenido cinco
maridos; en la parábola de la boda (Mateo 25) había 5 vírgenes sabias y 5 necias. Jesús
alimentó a 5000 con 5 panes.
Seis no se emplea mucho, pero es el número de los días de la creación, y el hombre es
creado en el sexto día. El número de la Bestia en Apocalipsis 13:18 es 666.
Siete es el número simbólico más importante, y según Birch aparece en casi 600
pasajes. La historia de la creación transcurre en 7 días. El ciclo de 7 días con descanso en el
séptimo se modela según ella. Cada 7 años debía dejarse la tierra en barbecho y liberar a los
esclavos. El 7 tiene gran importancia en el ritual (Génesis 21:29,30; Éxodo 29:30; 34:18;
Levítico 12:2-3; 14:7; 16:14; Números 28:11) y en el tabernáculo y el templo (Éxodo 25:31-
37, 1 Reyes 7:17; Ezequiel 40:22; 41:3). Jacob trabajó 7 años por Raquel y se postró 7 veces
ante Esaú. Hubo 7 años de prosperidad y 7 años de sequía en tiempo de José. Los israelitas
rodearon 7 veces a Jericó, con 7 sacerdotes y 7 trompetas (Josué 6).
En el Nuevo Testamento, sobraron siete canastas de pan tras alimentar a los cuatro mil
(Mateo 15:34-37). De María Magdalena fueron expulsados 7 demonios (Lucas 8:2). Se
establecieron 7 diáconos en la Iglesia de Jerusalén (Hechos 6:3ss). Pedro pregunta si debe
perdonar hasta 7 veces y Jesús le responde que 70 veces siete. El Señor envió 70 discípulos
(Lucas 10:1). El 7 es particularmente usado en Apocalipsis: 7 iglesias, 7 candeleros, 7
estrellas, 7 ángeles, 7 lámparas, 7 espíritus de Dios, 7 ojos y 7 cuernos del cordero; 7 sellos en
el Libro; 7 ángeles con siete trompetas; un dragón y una bestia con 7 cabezas; las 7 últimas
plagas y los 7 tazones de oro.
Ocho y nueve no tienen mayor uso simbólico.
Diez se emplea como un número significativo, más que “unos pocos”. Es el número de
los mandamientos (Éxodo 20:2-17). El 10 y sus múltiplos aparece con frecuencia en la
descripción del tabernáculo y del templo (Exodo 26; 2 Crónicas 4; Ezequiel 45). Hubo 10
patriarcas antediluvianos y 10 postdiluvianos, 10 plagas contra Egipto, 10 pruebas del Señor
en el desierto (Números 14:22). Si en Sodoma hubiera habido 10 justos, la ciudad no hubiera
sido destruida (Génesis 18:32). Jesús sanó a 10 leprosos, y empleó el 10 en sus parábolas
(Mateo 25:1-13 y Lucas 15:8-10). En Apocalipsis 2:10, se profetizan 10 días de tribulación
para la Iglesia de Esmirna. El 10 aparece varias veces más en el mismo libro (Apocalipsis
12:3; 13:1; 17:3, 7, 12, 16).
Doce era un número importante para las culturas del Cercano Oriente. Doce fueron las
tribus de Israel, los pilares erigidos por Moisés (Éxodo 24:4), las joyas del pectoral del sumo
sacerdote (Éxodo 28:11), los panes del santuario (Levítico 24:5), las varas de los jefes
(Números 17:2), las piedras en el Jordán (Josué 4:9) y en el altar de Elías (1 Reyes 18:31).
En el Nuevo Testamento, Jesús llama 12 apóstoles y se mencionan las doce tribus
(Hechos 26:7; Santiago 1:1). En Apocalipsis se menciona con frecuencia (7:4-8; 12:1; 21:12,
14, 16, 21; 22:2) y se relaciona con el número completo de la elección divina, de Israel en el
Antiguo Pacto y de la Iglesia, como nuevo Israel de Dios, en el Nuevo; los 144 000 sellados
representan el cuadrado de 12 multiplicado por mil.
Mil y sus múltiplos en el Antiguo Testamento “a menudo se emplea como un número
redondeado o hiperbólico para una gran cantidad ... y para números incontables” (Birch).
Dios muestra misericordia a millares; su poder es como miles y miles de carros (Salmos
68:17), y un día en sus atrios es mejor que mil fuera de ellos (Salmos 84:10). La diferencia
20 Interpretación Bíblica
Fernando D. Saraví
entre la escala temporal humana y divina se expresa en Salmos 90:4. Para el Señor, mil años
son como un día, o una noche (ver también 2 Pedro 3:8).
Nuevamente, Apocalipsis emplea 1000 y sus múltiplos con frecuencia. Los ángeles en
torno al trono son “miríadas de miríadas, y millares de millares” (5:11). Los sellados son
144000; en un terremoto mueren 7000 (11:13). Desde luego, es muy conocido y discutido el
pasaje que habla de un período de mil años (Apocalipsis 20:4-6).
Trabajo Práctico Nº 5
A cada estudiante se le asignará un texto. Deberá analizarlo como ya se ha indicado, pero
además describirá los símbolos que encuentre y deberá indicar su uso en otros textos bíblicos.
Fábulas
Las fábulas son narraciones ficticias donde se atribuyen a plantas o animales acciones
humanas. No abundan en la Biblia, pero la historia de los árboles que querían un rey y a falta
de un mejor candidato coronaron a la zarza ilustra la locura de coronar a Abimelec en Jueces
9. Véase también 2 Reyes 14:9-10.
Parábolas
La palabra parábola proviene del griego y significa arrojar una cosa al lado de otra, como para
comparar ambas. Una parábola es básicamente un símil extenso. En efecto, el símil es una
comparación formal breve, mientras que la parábola es una comparación más elaborada. La
parábola es un recurso frecuente para enseñar algo importante por comparación. En el
Antiguo Testamento, la parábola más conocida es la de Natán (2 Samuel 12:1-7). Otras
parábolas pueden verse en Isaías 5:1-7 y Ezequiel 17:22-24.
En el Nuevo Testamento, la parábola fue uno de los principales recursos didácticos de
Jesús, que empleó tanto comparaciones muy breves (a veces llamadas “dichos parabólicos”)
como de extensión moderada o larga. El propósito de la enseñanza mediante parábolas es
doble, y el mismo Señor lo describe (Mateo 13:11-17; Marcos 4:10-12; Lucas 8:8-10). Por
una parte es una forma de revelar el Reino de Dios a quien realmente quiere aprender (el que
“tiene oídos para oír”). Por otra, las parábolas ocultan la enseñanza a quienes no están
dispuestos a ser enseñados, lo que los torna responsables ante Dios.
Dado que todas las parábolas son comparaciones más o menos elaboradas, es
necesario tener en cuenta los siguientes aspectos (Ramm):
La principal guía para la recta comprensión de las parábolas proviene del mismo
Señor, quien interpretó dos de ellas para sus discípulos: la parábola del sembrador y la
parábola del trigo y la cizaña (Mateo 13). Sobre la base de estas interpretaciones inspiradas
del mismo Autor, estamos de acuerdo con la siguiente regla enunciada por Henrichsen:
16. En las parábolas debe tenerse en cuenta sólo los aspectos principales
Jesús comenzó su ministerio con el siguiente anuncio: “El tiempo se ha cumplido y el reino de
Dios se ha acercado: arrepentíos y creed en el Evangelio” (Marcos 1:15). El reino de Dios (o
reino de los cielos) es el tema central del evangelio. Este reino es ya una realidad presente,
pero todavía no se ha consumado.
Por eso las parábolas enseñan acerca de diversos aspectos presentes del Reino, como
la necesidad de tomar la decisión de seguir a Jesús y entrar en el Reino, como también sobre
aspectos futuros relacionados con su consumación escatológica, como el juicio final. Por esta
razón Dodd tituló Las parábolas del Reino a su libro clásico sobre el tema. Cualquier
interpretación que se sale de este foco es francamente sospechosa. Toda interpretación
genuina de las parábolas ha de tener en cuenta lo que ellas enseñan sobre el Reino y su Rey.
Joachim Jeremias concluye su erudito libro sobre las parábolas con las siguientes
declaraciones:
Si intentamos recuperar el sonido primitivo de las parábolas, hay una cosa que
ante todo se nos presenta clara: todas las parábolas de Jesús obligan a los oyentes
a tomar posición sobre su persona y sobre su misión. Pues todas están llenas del
«misterio del reino de Dios» (Marcos 4:11), a saber, la certeza de la «escatología
que se realiza». La hora del cumplimiento ha llegado; ésta es su nota fundamental.
El fuerte está desarmado, las fuerzas del mal tienen que ceder, el médico viene a
los enfermos, los leprosos quedan limpios, la gran deuda es perdonada, la oveja
perdida es conducida a casa, la puerta de la casa paterna está abierta, los pobres y
los mendigos son llamados al banquete, un señor de una bondad muy profunda
paga el jornal completo, la gran alegría domina los corazones. Ha comenzado el
año de gracia de dios. Pues ha aparecido Aquél cuya oculta majestad centellea tras
cada palabra y tras cada parábola: el Salvador.
funcionario que tiene una deuda, dos hombres que asisten al templo a orar, una planta que
crece, una boda, una red arrojada por un pescador, una mujer que pierde una moneda, un
joven que quiere “disfrutar la vida”, etc. Por esta razón, para interpretar correctamente las
parábolas es muy importante conocer cómo era la vida cotidiana en los tiempos de Jesús. En
este sentido es muy importante la contribución de Joachim Jeremias, cuya obra citada antes
provee abundante información sobre detalles de las ideas y costumbres judías del siglo I, que
permiten apreciar mejor las parábolas. Las obras de Daniel-Rops, Gower, Jeremias (Jerusalén
en tiempos de Jesús) y Miller y Miller citadas en la bibliografía proporcionan el contexto
cultural para comprender mejor las parábolas.
Debe distinguirse en una parábola la ocasión, la narración y la aplicación. Las parábolas son
situadas en una ocasión particular, y esta ocasión es una pista importante para comprender la
comparación que se desea hacer, pues proporciona el contexto inmediato. Si no se identifica
la ocasión, se corre el riesgo de hacer decir a la parábola algo que en realidad no dice. Por
tanto, lo primero que hay que preguntarse es ¿por qué Jesús narró esta parábola?
La narración en sí debe analizarse según reglas ya indicadas acerca de la situación que
describen, considerando en particular cómo la habrían entendido sus primeros oyentes.
La narración debe compararse en primer lugar con otras versiones de la misma
parábola, si estas existen. Hay parábolas que aparecen en más de un Evangelio, y las
diferencias entre ellas son una ayuda importante para discernir qué cosa es fundamental y qué
cosas son accesorias.
También es necesario revisar las cosas mencionadas en la parábola en comparación
con acontecimientos u objetos similares en el Antiguo Testamento. Por ejemplo, las
higueras, los viñedos, las cosechas, las bodas y los banquetes con frecuencia tienen
significado simbólico en el Antiguo Testamento.
Alegorías
La palabra “alegoría” proviene del griego allo agoreuô, que significa literalmente “decir otra
cosa” (que aquélla a la cual en realidad se refiere el autor). La alegoría guarda con la metáfora
la misma relación que la parábola con el símil. En otras palabras, puede decirse que la
alegoría es una metáfora ampliada, una comparación implícita de cierta extensión. Un
ejemplo clásico es el libro El progreso del peregrino, de John Bunyan. Una característica de
las alegorías es que la mayoría de sus detalles tiene importancia, a diferencia de lo que ocurre
las parábolas.
En la Biblia hallamos alegorías, por ejemplo, en Salmos 80:8-19; Eclesiastés 12:1-7;
Juan 10:1-16; Gálatas 4:21-31 y Efesios 6:10-17. El examen de estos textos y su contexto
muestra que se refieren a realidades espirituales, aunque no se establece explícitamente que
se trata de una comparación. Por el contrario, el intérprete debe evitar confundir con alegorías
otras formas literarias, en particular las parábolas. La interpretación de las alegorías sigue las
mismas reglas generales que se aplican a otras formas literarias: nuestro objetivo es
determinar qué quiso decir el autor.
Trabajo Práctico Nº 6
A cada estudiante se le asignará una parábola. Deberá analizarlo como ya se ha indicado, e
indicará la enseñanza principal de la parábola y enseñanzas relacionadas. Debe además buscar
otros textos no parabólicos que presenten la misma enseñanza.
23 Interpretación Bíblica
Fernando D. Saraví
Tipos
La palabra griega typos significa la impresión causada por un sello. En sentido técnico, un
tipo bíblico es una persona, un lugar, un objeto o un acontecimiento histórico que prefigura o
anuncia otra realidad posterior en el desarrollo de la historia de la salvación. Esta fase
posterior se denomina antitipo y puede ser una recapitulación o un cumplimiento del tipo.
Por ejemplo, la liberación de la nación de Israel de la esclavitud en Egipto se tornó en
un tipo de otros actos liberadores de Dios ya en el mismo Antiguo Testamento (ver Isaías 43
entre otros textos). Con este antecedente, en el Nuevo Testamento hallamos numerosas
alusiones a tipos tomados del Antiguo. Debe notarse que un tipo no es meramente un símbolo.
El tipo posee una realidad histórica propia, pero además prefigura una realidad superior,
también histórica. Hendriksen presenta la siguiente regla:
20. Los hechos históricos son además simbólicos (típicos) sólo cuando esto se dice en la
Biblia.
La interpretación de la profecía
La profecía es, en sentido amplio, una declaración de la palabra de Dios, ya fuera con respecto
a una situación actual en el momento en que fue anunciada, o con respecto al futuro. Lo
primero ofrece relativamente poca dificultad, pero no ocurre otro tanto con las profecías
predictivas de acontecimientos futuros para el profeta y sus destinatarios. Probablemente
ningún aspecto de la exégesis es más complejo y controvertido entre los cristianos bíblicos
que la interpretación de las profecías predictivas. Hendriksen ofrece las siguientes reglas:
El entendimiento literal de las profecías (reconociendo, claro, las figuras del lenguaje)
es el punto de partida que debe gobernar una interpretación adecuada. No obstante, el
intérprete deberá a menudo decidir si debe apartarse de este sentido literal, y en qué medida.
Ningún intérprete competente entiende las profecías predictivas de manera estrictamente
literal ni estrictamente espiritual. Henrichsen enuncia una regla que es muy importante aquí:
En la historia del cristianismo, el libro de Apocalipsis ha sido la obra del Nuevo Testamento
que más se ha malinterpretado. No es posible aquí tratar el tema en detalle, pero conviene
proporcionar algunas líneas generales.
En primer lugar, el autor del libro lo califica como una profecía, pero ésta se presenta
en la forma de visiones. Las escenas que el libro describe son en gran medida metáforas de
realidades espirituales, y es necesario comprenderlas en este sentido (no lo que se describe,
sino la realidad que se intenta describir en la visión).
En segundo lugar, debe procurarse, más que en otros libros, intentar entender qué
mensaje quiso transmitir el autor a los destinatarios originales, es decir, los cristianos
perseguidos de fines del siglo I. Cualquier interpretación que desconozca este aspecto está
despistada.
En tercer lugar, aunque el libro no tiene ninguna cita directa del Antiguo Testamento,
está repleto de alusiones a éste. Es imposible comprender Apocalipsis si no se ha estudiado
antes el Antiguo Testamento, en particular Génesis, Éxodo, Isaías, Ezequiel, Daniel y
Zacarías.
En cuarto lugar, a pesar del ambiente reminiscente del Antiguo Testamento,
doctrinalmente el libro supone lo enseñado en el resto del Nuevo, en particular con su foco
27 Interpretación Bíblica
Fernando D. Saraví
profundamente cristológico. Por tanto, para entenderlo es necesario conocer también el resto
del Nuevo Testamento. En resumen, el libro se refiere primariamente a Cristo y su Iglesia, y
está adecuadamente ubicado al final de la Biblia no sólo porque se refiere a las últimas cosas,
sino también porque no puede entenderse ni aprovecharse su mensaje sin una comprensión de
la historia de la salvación revelada en el resto de las Escrituras.
En quinto lugar, el análisis textual permite discernir una estructura cuidadosamente
ejecutada, que permite dividir la obra en siete secciones más una introducción y un epílogo.
La atención a la estructura interna del libro es otra clave importante para su correcta
interpretación.
Trabajo Práctico Nº 7
A cada estudiante se le asignará un texto profético. Deberá analizarlo como ya se ha indicado,
con especial atención al contexto original y al tiempo y modo de cumplimiento de la profecía.
Debe además buscar ejemplos similares en otros textos.
En otras palabras, debemos estudiar y comprender la Biblia para saber qué debemos creer y
cómo debemos vivir. Esta actitud es lo opuesto a la de diversas sectas que buscan apoyo en la
Biblia para sus propias ideas preconcebidas. Esto les lleva a torcer el sentido de las Escrituras
para acomodarlas a sus propias creencias. Nosotros debemos hacer exactamente lo contrario.
Ahora bien, antes de que podamos caracterizar como conforme a las Escrituras una
determinada enseñanza, debemos asegurarnos de atender la advertencia de Henrichsen:
22. Una doctrina es bíblica si considera todo lo que la Biblia dice sobre el tema
23. Si dos enseñanzas parecen contradictorias hay que aceptar ambas con paciencia
28 Interpretación Bíblica
Fernando D. Saraví
24. Una enseñanza implícita sólo puede aceptarse si es corroborada por otros pasajes
Trabajo Práctico Nº 8
A cada estudiante se le asignará un texto bíblico. En esta práctica se requiere que elabore una
interpretación teniendo en cuenta todos los aspectos considerados en las prácticas previas.
Bibliografía selecta
La literatura acerca de la Biblia y su interpretación es interminable e inabarcable. A
continuación proporciono una lista seleccionada principalmente por la utilidad que la mayoría
de estas obras han tenido para mí. Por razones obvias, me he concentrado en obras disponibles
en castellano (aunque indico algunas importantes en inglés). Actualmente existe muchísima
información disponible en la Internet, por ejemplo en www.biblegateway.com, www.irr.org,
www.desarrollocristiano.com, y www.recursosteologicos.org
Hermenéutica
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