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Guerra González Pedro.

310082712.

¿Amistad?

Resumen:

Las reflexiones en torno a la amistad que más poder han cogido en su andar por la historia,
han sido legadas por los griegos, primeramente en mano de Platón y posteriormente, en la
de su discípulo, Aristóteles. El texto presente expone de manera breve los argumentos sobre
los cuáles ha sido construida esta visión de la amistad y asimismo, a través de una lectura
del segundo capítulo de políticas de la amistad, muestra las inconsistencias y paradojas de
ésta [la amistad]. La crítica a los presupuestos de la noción clásica de amistad abre un
nuevo espacio de reflexión, que nos invita a pensar las relaciones humanas bajo una óptica
totalmente distinta.

La noción clásica de amistad.

Platón, aproximándose al final del controvertido primer capítulo de su Politeía expone una
imagen, una supuesta situación que nos servirá para comprender cómo era entendida la
amistad en el pensamiento clásico. Me refiero aquí a la figura de los bandidos:

–Y lo haces muy bien; pero ahora dime esto, también para complacerme: ¿te parece que un Estado o
un ejército, o una banda de piratas o de ladrones, o cualquier otro grupo que se propusiera hacer en
común algo injusto, podría tener éxito si cometieran injusticias entre sí?
–No, por cierto.
– ¿Y si no las cometieran ¿sería más probable que tuvieran éxito?
– Seguramente
–En efecto, Trasímaco, la injusticia produce entre los hombres discordias, odios, disputas; la justicia,
en cambio, concordia y amistad. ¿No es así? 1

La amistad, es, cuando menos, un resultado de la justicia en el sistema ético de Platón.


Podríamos decir, la justicia es la condición de posibilidad para que se genere un vínculo de
amistad entre dos o más individuos. Pero, ¿qué es la justicia para Platón? Como él mismo
señala en La República, la justicia consiste en que cada parte realice de la mejor manera
posible su función dentro de una comunidad. La armonía de la totalidad, la concordancia
entre el todo y sus partes es lo que Platón define como “Bien”.

1
Platón, Republica. 351 C – D.
Guerra González Pedro.
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De esta manera, Platón subordina la idea de amistad a la idea de justicia, y por


consiguiente, de bien. Es decir, el bien, la armonía del todo con sus partes es una relación
que antecede a la relación entre individuos. La praxis de los sujetos dentro de un estado o
una comunidad, está orientada hacia el bien de esa unidad. Actuar de forma contraría al
bien, es actuar en contra de la totalidad, de la armonía, de la unidad. Es el sujeto injusto
aquel que atenta contra el orden de la totalidad. Dicho de otro modo, aquél individuo que
actúa con base en el egoísmo, el beneficio personal, el interés atenta contra el principio de
cohesión del Estado. Siendo consecuente con el pensamiento platónico, parece plausible
afirmar que para éste, la amistad sólo puede darse entre iguales, entre aquellos que tienden
al bien, dicho de otra manera, entre hombres justos. Está afirmación está en consonancia
con la idea socrática de que el mal produce necesariamente más mal.

La amistad se da entre hombres justos… ¿Y no existe una amistad fuera de estos


parámetros? Según Aristóteles sí. Existen diversos tipos de amistad, una amistad orientada
a la utilidad y una amistad orientada al placer y, por último, una amistad orientada al bien o
la virtud. Para el filósofo estagirita las dos primeras formas de la amistad ven en el Otro un
medio, en este caso por la utilidad que nos reporta el vínculo y en aquél por el placer que
nos produce dicha relación. No obstante, la tercera forma de la amistad, la amistad
orientada hacia el bien o la virtud, es considerada por Aristóteles como la forma más alta de
la amistad, la amistad perfecta.

La amistad perfecta ve en el otro un fin en sí mismo. Es una amistad que no desea un


beneficio, sino el bien por sí mismo. El bien, como en Platón, es para Aristóteles, universal,
no remite únicamente a los objetos actuales, dicho de otra manera, al individuo “amigo” en
cuestión, sino a la disposición ética del individuo a la virtud. La amistad perfecta, el desear
el bien del otro, es el deseo del bien en sí mismo.

Si bien, Aristóteles toma en consideración los diferentes móviles y tipos de la amistad,


considera que la única amistad verdadera, o la amistad superior, es sólo aquella que tiene al
bien.

Esta idea de bien, homogeniza (aniquilando la diferencia) a los individuos que participan en
esta relación de amistad y asimismo, configura a la comunidad como un encuentro entre
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igualdades. Este tipo de relación, de amistad, de comunidad, tiene su fundamento en lo que


permanece, en lo que es idéntico a sí mismo, en la cercanía de lo semejante.

La amistad anacorética.

Este suspenso, la inmanencia de una interrupción, se lo puede llamar lo otro, la revolución o el caos,
el riesgo, en cualquier caso, de una inestabilidad. Lo inestable o lo no-fiable, es aquello que, decían
Platón y Aristóteles, no es bébaios (no firme, constante, seguro y cierto, fiable, creíble, fiel). Aunque
sea en su forma última o mínima, la inestabilidad de lo no fiable consiste siempre en no consistir, en
sustraerse a la consistencia y a la constancia, a la presencia, a la permanencia o a la sustancia, a la
esencia o a la existencia, como todo concepto de la verdad que les esté asociado. […] Aquí se
requiere de lo inestable, al igual que su contrario, lo estable o lo fiable de la constancia (bébaios), era
indispensable a la filosofía platónica o aristotélica de la amistad. Para pensar la amistad con el
corazón en la mano, es decir, para pensarla en su mayor proximidad con su contrario, hay quizá que
poder pensar el quizá, es decir, ser capaz de decirlo y de hacer, de ese decir, un acontecimiento:
quizá.2

Platón y Aristóteles. La filosofía moral de la virtud. Ambos, como he mostrado con


anterioridad, orientan la actividad humana hacía el bien. El bien entendido como orden,
estabilidad, fiabilidad, igualdad, equivalencia.

El bien está asociado a la presencia, a la permanencia de lo mismo, a lo idéntico consigo


mismo. El mal, por el contrario, está asociado al azar, a lo contingente, a lo que no es o no
ha sido aún, al desorden, al caos.

La amistad en términos clásicos, está directamente relacionada con la semejanza, con la


igualdad entre las partes que se involucran en el contacto. Para que esto funcione, es
necesario sostener la existencia de un rasgo común del cuál participen aquellos que
pertenecen a dicha relación. La amistad se da entre semejantes, entre iguales, entre aquellos
que se suscriben a la idea del bien, aquellos que son virtuosos. Como se dijo con
anterioridad, no se desea el objeto individual que es el sujeto en cuanto tal, sino el bien, la
virtud, la pretensión universal de una idea. El bien que es el mismo para todos.

Parece ser, que esta idea de la amistad, no desea la presencia del otro, sino, el otro como
una manifestación del sí mismo o de uno mismo. No es una posición altruista, de la

2
DERRIDA, Jacques. Políticas de la amistad. Trotta, Madrid. PP. 47.
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alteridad, que coloque el bien del Otro en el centro, sino una posición egoísta que ve su
propia realización en la subsunción del otro, o bien, en la equiparación el otro a sí mismo.
Otro la materialización.

La comunidad o bien, la amistad, encuentra su fundamento en el egoísmo, en la


perpetuación del lo Mismo. Lo que motiva esta relación, no es el amor, el deseo de
proximidad con el otro, sino la satisfacción que produce la ispseidad.

¿Y qué pasa con aquellos que no son el semejante? Son excluidos como lo ajeno.

Esas son las consecuencias de una comunidad edificada sobre preceptos tales como
“pertenencia” “igualdad” “semejanza”. Ante este problema, Derrida nota la importancia de
tener en cuenta el factor contradictorio que negaron como elemento de la comunidad los
clásicos: lo no-idéntico, lo diferente, lo abrupto. No se entienda con esto, que Derrida se
posiciona sólo del lado del "mal" de lo azaroso. Lo que pretende es mostrar cómo opera la
paradoja de la amistad. Que la amistad, en sí misma, acarrea una contradicción. Para esto,
se sirve de la frase tan conocida de Aristóteles, usada también por Cicerón y Montaigne
“oh, amigos, no hay amigos”. La amistad, para Derrida, es posible cuando se cae en cuenta
de su imposibilidad. Sólo sabiendo que el vínculo de semejanza es un vínculo excluyente,
asumiendo la imposibilidad de esta relación, se hace posible pensar de otra manera, se
genera un limita que abre una amplia gama de quizás.

En pocas palabras, Derrida propugna por una amistad de la distancia, de la imposibilidad,


que no pretenda subsumir bajo sí misma al otro, ni siquiera que lo comprenda, de la
completa aceptación del Otro, de lo completamente diferente, de lo que no es causa de sí
mismo, sino irrupción, acontecimiento: “Amigos completamente diferentes, amigos
inaccesibles, amigos solos, en tanto que incomparables y sin medida común, sin
reciprocidad, sin igualdad. Sin horizonte de reconocimiento, pues. Sin parentesco, sin
proximidad, sin oikeiótes”3

3
Ibid. PP 53.
Guerra González Pedro.
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BIBLIOGRAFIA.

- Platón, República. Madrid, Gredos. 1986.

- DERRIDA, Jacques. Políticas de la amistad. Trotta, Madrid.

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