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2. REORGANIZACIÓN POLÍTICO-INSTITUCIONAL
Desde un primer momento, la Dictadura estaba pensada como una solución política provisional para solucionar
los males del país; pero con el tiempo la voluntad de Primo de Rivera de crear un nuevo estado que sustituyera
al anterior sistema liberal se fue confirmando. Por ello se suele dividir el régimen primorriverista en dos etapas:
Directorio Militar y Directorio Civil.
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La primera de ellas, el Directorio Civil, era una solución temporal. Primo de Rivera concentró en sí mismo todos
los poderes, asumió personalmente la dirección del Estado, ejerció las funciones legislativas y llegó a tomar
atribuciones judiciales; lo que convertía al régimen en una dictadura aunque el Estado siguiera siendo
monárquico. Las primeras medidas adoptadas durante esta época fueron la suspensión de la Constitución, la
disolución de las Cortes, la persecución contra los nacionalistas… pero las más destacables son la formación de
un somatén nacional, cuyo objetivo era implicar a la sociedad en el Gobierno para obtener un apoyo social
masivo, y la finalización del conflicto marroquí en el desembarco de Alhucemas (1925), el cual sería el punto de
inflexión entre las dos etapas políticas del régimen.
Tras el desembarco de Alhucemas, Primo de Rivera decidió modificar el Directorio sustituyendo a casi todos los
militares por civiles: daba así comienzo la etapa del Directorio Civil. El proyecto más ambicioso de esta etapa fue
el intento de destrucción del sistema parlamentario liberal, y toda ella se basó sobre tres pilares fundamentales.
Éstos fueron: la formación de la Unión Patriótica (UP) que pretendía ser un partido político único que
favoreciese la movilización de apoyos a favor del dictador; la Asamblea Nacional Consultiva en sustitución a las
Cortes y un vivo reflejo del corporativismo, de manera que los partidos políticos quedaban excluidos de la toma
de decisiones; y el intento de crear un nuevo texto constitucional que legalizase todo lo anterior; esta nueva Ley
basada en el corporativismo, el catolicismo, la unidad nacional… no llegaría a proclamarse debido a la
decadencia en la que ya se encontraba el régimen en 1929, fecha en la que se terminó.
3. INTERVENCIONISMO ECONÓMICO-ESTATAL
El primer tercio del s.XX fue en España una época de crecimiento económico que estuvo marcada por la pérdida
de las colonias en 1898, los efectos de la Primera Guerra Mundial y el crack bursátil de 1929. La teoría y la
práctica dominantes fueron el nacionalismo económico, encaminado a conseguir la protección y la
autosuficiencia económica del país. Como consecuencia, los gobiernos se vieron presionados para aumentar la
intervención estatal en la economía. Las intervenciones estatales más importantes en la política económica se
centraron en el control de los sectores productivos, la supervisión de las actividades económicas, la creación de
monopolios, el fomento del turismo, la concesión de ayudas económicas a empresas privadas, un intenso
proteccionismo arancelario, la diversificación industrial, la implantación de una política hidráulica…
Los resultados que esta intervención económico-estatal supuso variaron desde un ámbito positivo, como la
realización de obras públicas y el aumento de los niveles de producción; a un ámbito más bien negativo al
endeudar en exceso al Estado debido a la ausencia de reformas fiscales que ampliaran los ingresos estatales, y al
aparecer algunos casos de corrupción y favoritismo.
El intervencionismo estatal también se dejó ver en el ámbito social. Las transformaciones económicas tuvieron
un efecto muy considerable en la evolución demográfica y social: la mortalidad descendió, aumentó la
natalidad, se produjo una intensa emigración a ultramar y la sociedad, aunque seguía siendo rural, presentaba
núcleos obreros importantes. Pero sin duda, uno de los grandes triunfos del régimen en este ámbito se produjo
con la creación de los Comités Paritarios, compuestos por representantes de patronos, obreros y gobierno y
cuya función era resolver los conflictos laborales del sector industrial para evitar enfrentamientos y posibles
huelgas. Para que este sistema, similar al Sindicato Vertical italiano, funcionase el Gobierno logró la colaboración
de los socialistas y de los Sindicatos Libres (como UGT); por el contrario, CNT y PCE fueron marginados e
ilegalizados.
Como uno de los efectos más importantes de esta política social podemos señalar la drástica disminución del
número de huelgas por parte de la clase obrera y la aparición de un movimiento que sería de vital importancia a
partir de entonces en la historia española: el feminismo.
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4. OPOSICIÓN A LA DICTADURA
En 1928 se inició el proceso de declive de la dictadura de Primo de Rivera, la cual apenas había prohibido las
formaciones políticas ni había reprimido con dureza la oposición. El dictador perdía popularidad a pasos
agigantados y el régimen se iba deshaciendo debido a razones como el distanciamiento entre el dictador y el
monarca, la pérdida de apoyo del Ejército, la reaparición de las huelgas y los conflictos sociales y la fuerza
creciente de los grupos de oposición política.
Poco a poco se fueron perfilando importantes grupos de oposición que serían más que importantes para la
llegada de la Republica. Estos eran los antiguos partidos de la Restauración, los republicanos históricos (Lerroux)
y los nuevos (Azaña), algunos de los sectores del Ejército, el nacionalismo catalán, la CNT y el PCE.
Pero, sin duda alguna, uno de los factores que más perjudicó a la dictadura fue su propio dictador, quien fue
perdiendo poco a poco su popularidad entre los españoles al mismo tiempo que empeoraba su estado físico,
que le hizo verse obligado a presentar su dimisión en 1930 y exiliarse a París hasta su muerte.
Tras la dimisión del dictador, Alfonso XIII confió el poder al general Dámaso Berenguer, dando paso a una etapa
de gobierno que se conoce como la dictablanda en contraposición a la dictadura. Berenguer intentó retomar la
normalidad constitucional de 1876 pero fracasó y fue sustituido en 1931 por el almirante Juan Bautista Aznar. El
nuevo gobierno anunció la convocatoria de elecciones municipales y a Cortes. Por su parte, los partidos
republicanos se reunieron y firmaron el famoso Pacto de San Sebastián (1930) por el que se comprometían a
llevar a cabo una insurrección que instaurara la República. Pero la II República no llegó a través de un
pronunciamiento sino a través de una victoria electoral en las elecciones municipales convocadas por Aznar
para abril de 1931. Tras ellas el rey, falto de apoyos, partió al exilio dejando a un país acostarse monárquico
y levantarse republicano.