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IIº CONGRESO INTERNACIONAL CELEHIS DE LITERATURA


Latinoamericana- Argentina- Española
Hotel ”13 de julio”( 9 de julio 2777- Mar del Plata)
25 al 27 de noviembre de 2004

¨JORGE AMADO Y EL CINE: DE GABRIELA A DOÑA FLOR”

LITERATURA Y CINE A TRAVES DE UNA MIRADA ANTROPOLÓGICA

Nombre: Gonzalo Besuschio

L.U.: 23.131.229

Lugar de trabajo: Adscripto de la Cátedra de Estética del cine y teorías cinematográficas, de la

carrera de Artes. Facultad de Filosofía y Letras. Universidad de Buenos Aires.


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Es nuestra intención en este trabajo revisar la obra del escritor brasileño Jorge Amado llevada al cine y

las relaciones entre ambas. El cine brasileño cortejó a Amado con la misma intensidad con que el

escritor se dejó seducir por San Salvador de Bahía, tomándola como espejo y carta de presentación de

Brasil. Jorge Amado fue su reflejo más certero, el que indagó en sus contradicciones más profundas, en

sus misterios de candomblé y en sus urgencias tercermundistas, obtuvo así como síntesis literaria las

parábolas culturales e ideológicas que fueron significando la identidad brasileña del siglo XX.

Sus criaturas siempre giraron alrededor de los marginados: obreros, pescadores, campesinos y

prostitutas que corporizaron las sagas épicas de su tierra, dominada, siempre también, por la

sensualidad y la opresión. Las particulares transposiciones al cine de varias de sus novelas intentaron

traducir este sincretismo cultural en imágenes.

La adaptación cinematográfica de una novela literaria implica expresar mediante imágenes y sonidos

algo que fue elaborado como propuesta escrita para la lectura individualizada. Esta adaptación

supone no tanto cuestionar los grados de fidelidad en relación con el contenido narrativo previo, sino

abordar los procedimientos pertinentes que en el film resulten acordes con las articulaciones

discursivas del original literario. Se trata, pues, de caracterizar la “traducción”: que consiste, en este

caso, en la reconstrucción cinematográfica, coherente o incoherente, de las técnicas del relato ya

presentes en la novela.

El propio Jorge Amado refiriéndose a las “adaptaciones” cinematográficas de sus novelas declaró: “en

todas las películas sobre mis obras preferí mantenerme al margen, porque una adaptación debe ser una

recreación; puede ser una síntesis, pero necesariamente debe convertirse en una obra diferente de la

versión literaria, con nuevos elementos, y en la que determinados aspectos adquieran mayor o menor

relevancia que en el libro. Nadie debe pretender que el cine repita el texto original: se conserva lo

fundamental, el sustento, y se concibe una nueva forma de contar la historia”.


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Ahora bien, el encuentro más apasionado entre el cine y Jorge Amado fue Doña Flor y sus dos

maridos (1976), así coincide la opinión crítica . La película de Bruno Barreto sigue siendo hoy en día

la más famosa y popular del cine brasileño; claro está, en términos de aceptación del gran público y de

repercusión internacional.

El film de Barreto levanta la narración en las coordenadas espacio-temporales a las que la novela se

refiere. Ya en el primer plano del film, antes de los credits, con un plano general de situación de la

plaza principal de San Salvador de Bahía, lugar donde se desarrollarán las acciones de los personajes,

se abre paso a un subtítulo: Salvador de Bahía, finales de carnaval, 1941.

De este modo Barreto respeta el momento y el tiempo histórico como también los lugares geográficos

de las novelas de Amado; creemos que al situar un determinado espacio en un tiempo establecido,

Amado y Barreto adhieren a una toma de partido, en el sentido de que no ahistorizan el relato, lo que

sería una forma de naturalizar las situaciones sociales, culturales y de poder. Por el contrario, al tener

en consideración la variable histórica (en Amado todas sus novelas están ancladas espacial y

temporalmente) se da cuenta de un determinado tiempo histórico denunciando las relaciones de poder

y las explotaciones entre los distintos sectores sociales. Es decir, que además de poner en descubierto

las relaciones mencionadas, la variable histórica es lo que permite pensar la posibilidad de cambio

social, lo que entendemos como un colocar frente al espectador una mirada crítica, no conformista,

desnaturalizando así las situaciones sociales.

De esta manera, no es casual que Amado sitúe sus novelas a comienzos del siglo XX, periodo marcado

por fuertes cambios económicos y sociales.

Con relación al análisis de algunos de los elementos de la puesta en escena, esto es la descripción de la

forma y composición de los elementos que aparecen en el encuadre, creemos que, con respecto a Doña
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Flor y sus dos maridos, la forma en que los personajes hacen aparición en la pantalla son parte

esencial de su propuesta de sentido.

El personaje de Vadinho nos es presentado en el film en una situación de juerga con amigos, al

exterior, en la calle: lugar público, abierto, asociado esto con las caracteristicas del personaje; amante

de la libertad, el juego, las mujeres, despreocupado por cualquier tipo de compromisos familiares, un

hombre de la pequeña burguesía sin dinero. Así, en estado de ebriedad y bailando, feliz, encontrará su

muerte una madrugada de carnaval.

Por otro lado, el personaje de Doña Flor se nos presenta bajo el marco de la puerta de su casa, en

escorzo, lo cual traduce su lugar de pertenencia en contraposición al de Vadinho: aquí ya es el espacio

cerrado, el hogar, y sus anhelos personales y sociales, que se pueden traducir en el siguiente sintagma:

casa-familia-estabilidad económica-armonía sentimental. Asociado también a esto, al lado de esa

misma puerta se puede leer el cartel de su escuela de cocina “Sabor y Arte”, lo cual potencia las

significaciones asociadas a la figura de Doña Flor con el fogón de la cocina como metáfora del calor

del hogar, del espacio familiar y cotidiano, y la comida como transacción erótica, antecedentes de

Cómo agua para chocolate de Laura Esquivel y de Gabriela, clavo y canela del propio Jorge Amado.

De esta manera, ya en su secuencia inicial previa a los credits de presentación, Barreto mediante

procedimientos meramente visuales, y sin necesidad de valerse de relatos en off explicativos, nos

presenta las características, la situación y el universo de los personajes más representativos.

El personaje del Dr. Teodoro, es un hombre honesto, pequeño burgués con todos los prejuicios de su

clase. Dueño de una prospera farmacia de San Salvador de Bahía, que resiste el avance de la

industrialización, se nos presenta en el film con un plano medio en contrapicado y a través de los

cristales de una balanza de farmacia por la que lo vemos con su impecable delantal blanco. De esta

manera, a partir de este único plano encontramos elementos significantes de su personalidad; podemos

asociar la balanza de cristal con “lo medido”, “lo justo”, “el equilibrio” que son características también
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del Dr. Teodoro. Al igual que su delantal blanco nos remite a lo aséptico y ordenado que lo

caracterizan en contraposición al personaje de Vadinho, que ya caracterizamos. Otro elemento de esta

puesta en escena que funciona simbólicamente es el fagot del Dr. Teodoro, con el cual ejecuta su

repertorio de música llamada clásica dirigido a su circulo de allegados de su misma condición social.

En contraposición a la figura del fagot podemos tomar ahora, pero en relación con la figura de

Vadinho, el guitarrillo de su amigo y compañero de ruta Carlinhos Mascarenhas, el cual podemos

asociarlo con los sectores populares y el carnaval.

De este modo, Doña Flor y sus dos maridos es además de una historia de amor, una historia moral, que

para comprenderla es necesario intentar entrever los imbricados prejuicios sociales y morales de los

distintos sectores sociales. Este desafió a la moral pequeño burguesa es una constante en todas las

novelas de Jorge Amado, tema dominante sobre el cual hace circular sus historias.

Es así como en la obra de Bruno Barreto se puede rastrear la esencia del maestro bahiano a través,

creemos, de un análisis de la puesta en escena donde sus elementos cobran un sentido simbólico que

recrea la poética de Jorge Amado, que convoca a los cinco sentidos: colores, sonidos, perfumes,

sabores y texturas.

LO “LATINOAMERICANO” COMO CONNOTACIÓN COLONIALISTA:

Si hay una marca que caracteriza a la obra de Jorge Amado es la de relativismo cultural. Existe en su

obra un especial énfasis por dar cuenta de las diversidades, diferencias y desigualdades socioculturales,

categorías centrales de la disciplina antropológica. Jorge Amado descarta una mirada globalizadora y

simplificada de sociedad y por el contrario muestra el complejo imbricado de la misma: las diferencias

de clase, étnicas, de sexo, de religión, la relación centro-periferia, las disputas de poder dentro de los
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distintos sectores sociales, en definitiva, todo esto, descripto desde una mirada que rescata la

pluralidad y la diversidad cultural del Brasil.

Fiel a sus convicciones, Amado no adhiere a ninguna doctrina, lo que refleja una actitud reflexiva y no

ortodoxa. Pese a su inicial adhesión al partido comunista, plantea una revisión crítica, ya que, según

sus propias declaraciones para comprender a Brasil y sus consecuencias políticas, no se puede partir de

un punto ideológico estricto, de un análisis marxista o de un análisis equis. Se pueden tomar diversos

elementos de análisis pero no se puede tener el menor sectarismo.

Brasil es un país que no responde a las mismas coordenadas que los otros países de América latina, por

su vocación continental, por el idioma, por su conformación étnica, cultural y económica, por su

proceso de colonización y descolonización. Es por eso que Amado declara que “... la literatura

latinoamericana no existe, existen literaturas, y hablar de “literatura latinoamericana” es una expresión

que tiene una connotación colonialista. Y cuando es utilizada por ibéricos, sobre todo por españoles,

tiene una connotación imperialista; y cuando nosotros la aceptamos, nos ubicamos en una situación de

colonizados (...). Tengo poca estima por la ideología, creo que siempre conduce al sectarismo, a una

falsificación de la realidad: se plantea la realidad según los cánones de la ideología, sin analizarla a

partir de ella misma” (Raillard: pags. 74 y 106).

SINCRETISMO RELIGIOSO:

Esta marca de relativismo cultural, siempre presente en la vida y la obra del maestro brasileño, la

encontramos en Doña Flor y sus dos maridos cuando doña Flor recurre a los saberes de Dionisia de

Oxóssi para hacer un ebó, una operación mágica del candomblé para deshacerse de la presencia de

Vadinho. Así, Doña Flor, una mujer perteneciente a la pequeña burguesía bahiana recurre a los saberes

populares, internándose en los barrios marginales de una Bahía en la que conviven el progreso y la
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miseria, la ciencia y la magia, la industrialización y la tradición. Amado captura de esta manera el

sincretismo cultural y religioso que es una marca de la identidad bahiana y brasileña.

Actualmente hay una especificidad brasileña, una identidad brasileña en el candomblé y en lo que

nace del candomblé. En él, el origen africano se mezcla y adquiere una identidad brasileña. Una

identidad que es el sincretismo en el terreno cultural y religioso

Recordemos que no fue sino hasta después de 1946 que los cultos afro brasileños como el candomblé

fueron autorizados. Amado como diputado de la Asamblea constituyente, lucho para hacer aprobar en

la constitución de 1946 un articulo que garantizaba la libertad religiosa en Brasil, dando así una

garantía de igualdad y libertad religiosas completas. Anterior a esto la persecución religiosa era

cotidiana y violenta; la policía invadía los terreiros de candomblé, arrestaba a la madre o al padre de

santo y se ejercía la tortura. A partir de los logros de Amado en este terreno se le otorgaron títulos en el

candomblé bahiano, gozando de una estima debida a su lucha contra las persecuciones y contra todas

las manifestaciones de racismo.

AMADO Y EL CINE:

Es conocida la pasión de Jorge Amado por el cine, no es casual su inclusión en sus novelas,

recordemos que en Gabriela, clavo y canela, el cine representa el espacio por excelencia donde la

protagonista se libra a sus deseos, hecho que se manifiesta, creemos, al quitarse los zapatos y

despojarse de todas las imposiciones de clase que su marido Don Nacib le quiere imponer. El cine, de

esta manera es el lugar de los sueños.

En Doña Flor y sus dos maridos también esta presente el cine, y se podría pensar la figura de Vadinho

en su regreso después de su muerte, como una fantasmagoría, una proyección análoga al doble que

caracteriza Edgar Morin como una de las características inherentes al cine. Así, en el encuentro

alucinatorio de la mayor subjetividad y de la mayor objetividad, en el lugar geométrico de la mayor


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alineación y de la mayor necesidad, se halla el doble, imagen-espectro del hombre. Esta imagen es

proyectada, alienada, objetivada hasta tal punto que se manifiesta como ser o espectro autónomo,

extraño, dotado de una realidad absoluta. Esta realidad absoluta es al mismo tiempo una suprarealidad

absoluta: el doble concentra, como si en él se hubieran realizado, todas las necesidades del individuo, y

en primer lugar su necesidad más objetiva: la inmortalidad.

ETHOS BAHIANO Y CINEMA NOVO:

Encontramos en la obra de Amado un abordaje sociocultural del Brasil análogo al desarrollado por el

antropólogo Clifford Geertz, quien define el concepto de cultura como esencialmente semiótico.

Define al hombre como un animal inserto en tramas de significaciones que él mismo ha tejido,

considera que la cultura es una urdimbre y que el análisis de la cultura ha de ser por lo tanto, no una

ciencia experimental en busca de leyes, sino una disciplina interpretativa en busca de significaciones.

De este modo, lo que se busca es cierta explicación, interpretando para ello expresiones sociales que

son enigmáticas en su superficie, en su manifestarse.

Por eso Amado puede ser considerado como un etnógrafo de su propia cultura, por la claridad con que

supo captar y transmitir el ethos del pueblo bahiano, ampliando de esta manera el universo del discurso

humano. Lo que se fija en la escritura de Amado no es el hecho de hablar, sino “lo dicho” en el hablar,

y entendemos, por “lo dicho” en el hablar, siguiendo a Geertz, el “pensamiento”, el “contenido”, la

“intención” del hablar. Se trata de la significación del evento del habla, no del hecho como hecho en sí.

Y si bien en el campo cinematográfico brasileño Bruno Barreto fue quien más apasionadamente supo

adaptar su obra, creemos que es de la mano de la obra de Nelson Pereira Dos Santos y de Glauber

Rocha, quienes a través de sus trabajos cinematográficos nos devuelven al Amado más político en

términos de compromiso social.


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Ambos autores pertenecientes al Cinema Novo, movimiento de renovación surgido en los

revolucionarios años 60, e inspirado en la Nouvelle Vague francesa y otras cinematografías

independientes, entre ellas las tercermundistas como África e India. El Cinema Novo representó la

utopía de una generación de cinéfilos con formación universitaria, ideológicamente de izquierdas y

adversos al modelo standard del cine de Hollywood, sustentado en un monolítico concepto de

producción.

En palabras del mismo Amado, “...Glauber Rocha es el Brasil, es la personificación del Brasil,

sabiendo interpretar y transmitir los distintos aspectos de la cultura nordestina y bahiana”.

Encontramos así, en la obra de Jorge Amado en el campo de la literatura y en la de Nelson Pereira

Dos Santos y Glauber Rocha en el campo del cine, una vocación antropológica cuya intención

esencial, al igual que la de una antropología hermenéutica, no es dar respuestas a nuestras preguntas

más profundas, sino darnos acceso a respuestas dadas por otros, y así permitirnos incluirlas en el

registro consultable de lo que ha dicho el hombre.

Ambos autores conservan la huella de Jorge Amado, de sus ideas y de su pensamiento. El cual nos

enseña un Brasil áspero, semifeudal, mestizo y mágico.

Como señala Alice Raillard, los relatos de Jorge Amado son revelaciones de la realidad. Poseen la

complejidad de la realidad. El milagro Jorge Amado está sujeto a este encuentro efervescente y mágico

entre las cosas vistas y lo imaginario. Sus novelas son las de un visionario.
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Bibliografía:

-Amado, J. Conversaciones con Alice Raillard. Ed. Emecé. Buenos Aires, 1992.

-Aumont, J. / Bergala, A. / Marie, M. / Vernet, M. Estética del cine. Ed. Paidós. Barcelona, 1985.

-Carmona, R. Como se comenta un texto fílmico. Ed. Cátedra. Madrid, 2002.

-Costa, A. Saber ver el cine. Ed. Paidós, Barcelona, 1985.

-Geertz, C. La interpretación de las culturas. Ed. Gedisa. Barcelona, 1987.

-Morin, E. El cine o el hombre imaginario. Ed. Seix Barral. Barcelona, 1972.

-Piault, M.H. Antropología y cine. Ed. Cátedra. Madrid, 2002.

-Stam, R. Teorías del cine. Ed. Paidós. Barcelona, 2001.


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Resumen:

En este trabajo se abordará la transposición de la poética del novelista brasileño Jorge Amado al

cine, a través de la producción del cineasta Bruno Barreto.

Se trabajará sobre dos de sus obras literarias que consagraron definitivamente a Amado como

novelista: Gabriela, clavo y canela (1958) y Doña Flor y sus dos maridos (1966). Estas dos obras

fueron llevadas al cine por Bruno Barreto en 1983 y 1976 respectivamente, y se podrían clasificar

como crónicas de costumbres provincianas, en las que se da cuenta de un periodo de la cultura

brasileña que Barreto transpone al cine fielmente, sabiendo traducir la poética y el lirismo de Jorge

Amado a través de imágenes integrales de la vida brasileña y reflejando un Brasil mestizo, en el que

se funden el ¨progreso¨ y lo ¨primitivo¨, la ¨razón¨ y la ¨magia¨. En definitiva una sociedad

pluriétnica, en constante movimiento y de la que tanto Amado como Barreto sabrán dar cuenta del

ethos del pueblo bahiano de la primera mitad del siglo XX; de la conformación de sus identidades,

como así también denunciando las alienaciones y explotaciones de su gente; dotando de esta manera

a sus obras de un comprometido contenido político y de una mirada humanista.

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