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En primer lugar quiero agradecer a la Fundación Procuraduría General de la República, y en especial, a su Presidente,
el Procurador General de la República, Dr. Heitel Alvarado Rotundo, por la gentil invitación que me formularan para
intervenir en este Foro sobre "El Contencioso Administrativo a la Luz de la Constitución de 1999.
El tema de los Poderes del Juez Contencioso Administrativo, que es el que específicamente me corresponde analizar,
debe estudiarse considerando los orígenes mismos de la justicia administrativa y su vinculación con el principios de
separación de los poderes, legalidad y responsabilidad del Estado, bases fundamentales de moderno Estado de
Derecho.
La justicia administrativa es tan sólo un aspecto de la función jurisdiccional pero además una garantía del principio
de la legalidad que vincula no sólo la actuación de la Administración sino la del propio juez que ha de juzgarla.
En efecto, como parte de la función jurisdiccional, el estudio de la justicia administrativa está íntimamente vinculado
a la conceptualización de las funciones públicas y su división como principio de organización del Estado.
En este sentido, la justicia administrativa ha sido concebida de manera diferente en los distintos países, precisamente,
teniendo en cuenta las diferencias que se presentan en la manera como se concibe la división de los Poderes del
Estado.
Así encontramos en el derecho comparado una justicia administrativa de corte no judicialista, una justicia
administrativa independiente o autónoma y una justicia administrativa judicialista. Estos son en efecto, los tres
sistemas que el derecho comparado nos ofrece en materia de organización del contencioso administrativo.
El contencioso administrativo como parte de la actividad de la propia Administración –sistema no judicialista- fue
consecuencia específica de la realidad política francesa, pues es sabido razones de índole política ocasionaronque el
juzgamiento de la legalidad de las actuaciones de la Administración no fuesen parte de la función asignada a la rama
Judicial, sino que, un siendo función jurisdiccional se mantuviese en el ámbito del Propio Poder Ejecutivo,
traicionándose así –diría el profesor Luis H. Farías Mata- las ideas que dieron lugar a la elaboración del principio de
separación de los poderes con vista a una repartición meramente de las funciones del Estado.
Y este situación es muy importante porque ello determinó un sistema de control de la actividad administrativa de
naturaleza eminentemente objetiva, lógicamente la circunstancia de que el juzgamiento de la legalidad administrativa
lo realizase la propia Administración, imponía un sistema de "recursos" más que de "acción", es decir, un sistema de
impugnación del acto más que un sistema de demanda contra la Administración como sujeto de derecho.
Luego, encontramos el sistema de dualidad jurisdiccional o de justicia administrativa independiente, también de raíz
francesa, pues es producto de la evolución del contencioso francés, el cual de un sistema de justicia retenida (ejercido
por la propia administración) se pasa a un régimen de justicia delegada (es decir, a cargo de órganos independientes
de ésta, pero que a su vez no forman parte tampoco de la rama judicial).
Finalmente, tenemos el sistema judicialista, que es el que rige entre nosotros y conforme al cual el contencioso
administrativo no es propiamente una jurisdicción –término que aún se utiliza en el Texto Fundamental- sino parte de
las competencias que corresponde ejercer a la rama judicial.
En este sentido, de particular relevancia es que aún siendo parte del sistema judicial, la justicia administrativa
encuentre especial regulación en el texto Constitucional.
La Constitucionalización del contencioso administrativo por ello debe verse, más que como un aspecto vinculado al
principio de la separación de los poderes –con el cual obviamente lo está- como un aspecto que atañe a la importancia
de la legalidad como principio rector de un Estado que se proclama como Derecho y de Justicia, y que como tal
presupone, precisamente, la sujeción total y absoluta del Estado tanto en su actividad privada como en la Pública, en
todas sus manifestaciones, al Derecho (de allí un estado de derecho) y la garantía de la justiciabilidad del mismo, y
fundamentalmente de su Administración Pública, en la medida en que sus actuaciones sean contrarias a derecho (de
allí un estado de justicia).
Ahora bien, la circunstancia de en nuestro caso se adoptase un sistema distinto, el judicialista, no impidió que tales
bases tradicionales se nos trasladasen, lo cual de alguna manera explica la evolución del tema de los poderes del juez
contencioso administrativo en Venezuela.
Pero estas bases tradicionales a las que nos referimos son las que han impuesto en el contencioso administrativo del
control de legalidad de la actividad administrativa, de una parte, limitaciones al juez –derivadas de las prerrogativas
de la Administración- y, de la otra, poderes al juez contencioso administrativo, que lo distinguen del juez ordinario, y
que inciden en la actividad judicial que estos cumplen.
2.1.- La primera base tradicional del contencioso francés –un límite- es la prohibición de juzgar el mérito, la
conveniencia del acto, y aun en materia de legalidad, la prohibición de sustitución en la labor administrativa, lo cual
ha incidido negativamente en el tema de la ejecución de los fallos judiciales.
2.2.- La segunda, el carácter objetivo del control, lo que da lugar a un procedimiento en el que juez tiene poderes
inquisitivos –ampliación de sus poderes- al punto de que se admite la declaración de vicios de orden público no
denunciados.
2.3.- La tercera, los privilegios y prerrogativas de la Administración –límites también, en cuanto a la ejecución de los
fallos, privilegios probatorios, por ejemplo-, que a la vez han llevado al reconocimiento de poderes al Juez
contencioso para equilibrar la desventaja del particular recurrente y garantizar una tutela judicial efectiva, como sería
la actividad probatoria del juez, la solicitud de los antecedentes administrativos y los poderes cautelares, entre otros.
Se observa entre nosotros, sin embargo, una clara evolución de este contencioso objetivo a un contencioso subjetivo,
con lo cual las bases tradicionales mencionadas resultan ciertamente inadecuadas. Esta evolución ha sido no obstante,
de naturaleza eminentemente jusrisprudencial, de allí que nos encontramos en la práctica con un contencioso
administrativo cuyo marco regulatorio resulta totalmente divorciado de los avances que en esta materia se han venido
produciendo, que si bien en un primer momento resultaron beneficiosos y plausibles, hoy sin duda conspiran contra la
seguridad jurídica que un Estado de Derecho y de Justicia debe garantizar.
a) La solicitud de los antecedentes administrativos para la admisibilidad del recurso (art. 123 LOCSJ). Es potestad
discrecional del juez (sentencia de la SPA del 9 de julio de 1992.). Propio de un contencioso objetivo. En un
contencioso subjetivo, ello debería quedar como una simple carga probatoria de la Administración demandada.
En todo caso, es una carga procesal de la Administración en el sentido de que su no remisión apareja una presunción
desfavorable respecto de los vicios denunciados (sentencia de SPA 27-10-87).
b) Pronunciamiento sobre la admisibilidad o no del recurso (arts. 84, 115 y 124 LOCSJ). Puede rechazar el Juez in
limine litis y aun de oficio la demanda o el recurso si se producen los supuestos del artículo 84 y 124 de la LOCSJ. Es
un pronunciamiento sobre los presupuestos de la acción contencioso administrativa y por tanto debe estar motivado
(sentencias CPCA 5-12-85 y 6-12-84 SPA).
c) Potestad cautelar:
c.1) Suspensión de los efectos del acto administrativo (medida de específica, propia del contencioso administrativo y
en consonancia con el carácter objetivo del recurso, por ello no se admite la oposición sino la apelación, es decir que
no se da oportunidad de contradictorio en la instancia. En un contencioso subjetivo ello sería inadmisible. Entre
nosotros ha habido varios intentos dentro de esta subjetivización del contencioso de aplicar el procedimiento de
oposición de las cautelares también para la suspensión de efectos, pero aún no se ha impuesto esta tesis.
La suspensión no es sin embargo suficiente para un eficiente poder cautelar del juez, ello porque: (i) se prevé sólo
para el acto particular; (ii) debe recaer sobre un acto y por ende sólo procede como accesoria del recurso y no de otros
medios de impugnación (v.g.) recurso por abstención; (iii) Sólo afecta al acto recurrido –caso del juez destituido que
obtuvo al suspensión del acto recurrido, el de destitución, pero se le negó la petición de suspensión del llamado a
concurso para ese cargo por no ser el acto impugnado, sent. SPA 24-10-90); (iv) no procede –técnicamente- si el acto
ya se ejecutó, pues no sería suspensiva la medida sino restituoria; y (v) finalmente, no procede en el caso del acto
negativo por las mismas razones señaladas.
Todos estos aspectos, limitantes del poder cautelar del Juez se han ido superando, con base en la aplicación supletoria
del CPC para casos distintos a la mera suspensión, es decir, mediante la aplicación al contencioso de las medidas
cautelares innominadas que ha permitido, incluso, la suspendibilidad del acto general, no normativo, según precisó
posteriormente la jurisprudencia, previas algunas decisiones en sentido contrario. También esta ampliación se
produjo, esta vez mediante creación legislativa, a través del amparo conjunto, el cual bajo el nuevo Texto
Constitucional y con base a su sobrevenida exposición de motivos deberá ser eliminado por la ley. Hemos señalado
con anterioridad que el amparo cautelar en el contencioso, dadas las facultades cautelares innominadas, tendría
utilidad si se concibiese como un proceso de tutela provisoria, como lo admitió la CPCA en dos decisiones aisladas,
es decir, permitir el amparo como medida de urgencia suspensiva de efectos del acto, otorgando un plazo para su
impugnación posterior mediante el recurso.
Por otra parte, hoy esta misma tendencia de ampliación de los poderes cautelares se observa con la implementación
de las llamadas medidas cautelares provisionalísimas, que actúan como cautelares dentro de un proceso cautelar.
(SPA caso constructora Pedeca, 16-3-2000). Obsérvese que estas medidas provisionalísimas se fundamentan –según
el Alto Tribunal- entre otros, en los artículos 19, 26, 27 y 257 de la nueva Constitución, relativos a la garantía del
goce de los derechos humanos, de conformidad con Constitución, tratados y leyes; tutela judicial efectiva; garantía
del amparo constitucional; y eficacia y simplificación de los procesos y omisión de formalidades no esenciales).
Es evidente que no había necesidad ni era adecuado invocar la Constitución para justificar este tipo de medida.
c.2) Discrecionalidad para exigir y fijar caución para garantizar las resultas del juicio en el caso de la suspensión de
efectos (art. 136 LOCSJ).
Determinar el procedimiento aplicable (artículo 102 LOCSJ). Esta posibilidad se refiere a la escogencia de uno
existente en la ley que resulte más compatible, no a la facultad de inventar o crear uno, como lo ha hecho para el
amparo el TSJ, en Sala Constitucional.
Resolver en un momento dado, acerca de las personas que puede convocar al proceso. Si se publica o no el cartel en
el acto particular no así en el general en el que la norma lo impone (artículo 125 LOCSJ) . Hoy sin embargo, tal
publicación resulta casi obligatoria, sobre todo en los procesos sobre actos de índole jurisdiccional, pues siempre
habrá más de un afectado y en el otro tipo de actos, en salvaguarda de los interesados. También le corresponde la
apreciación de si se notifica o no al PGR, es decir si la naturaleza del acto lo justifica, y en el caso de los actos
particulares si notifica o no a la Administración, esto aun cuando no se prevé expresamente viene siendo suplido por
la solicitud de antecedentes, insuficiente e inadecuado en un proceso de naturaleza subjetiva al que supuestamente se
tiende.
Las potestades probatorias del juez:
c.1) Ya hoy la apertura del lapso se estima que es ipso iure pues aun cuando la LOCSJ señala que los interesados
podrán solicitar que la causa se abra a pruebas (art. 126 LOCSJ) lo que impuso en un principio esta obligación, hoy
en aplicación del CPC no hace falta solicitud ni pronunciamiento expreso al respecto.
c.2) La admisibilidad de las pruebas, conforme al artículo 128 LOCSJ, que no es sin embargo, vinculante para el juez
del mérito. Asimismo rige el principio de la libre admisión y la negativa sólo en base a su impertinencia o ilegalidad.
c.3) Puede solicitar declaraciones, por escrito y sin juramento, a las autoridades y representantes legales de la
República (art. 89 de la LOCSJ, esto se corresponde más con una prerrogativa de la Administración).
c.4) Puede declarar terminado el lapso de evacuación por haberse practicado las pruebas promovidas y admitidas, sin
tener que esperar el vencimiento total de dicho lapso (arts. 109, 129, 166 LOCSJ).
c.5) Puede prorrogar el lapso de evacuación de pruebas (arts. 127 y 165 LOCSJ).
c.6) Puede solicitar informes y evacuar las pruebas que juzgue convenientes (arts. 129 y 165 LOCSJ).
Puede reducir los plazos si así lo exige la urgencia del caso y decidir sin más trámite (art 135.) La calificación de la
urgencia del caso es potestad discrecional del juez (sente. SPA 25-07-85) si estima además del supuesto de ley, esto
es, que se trate de un conflicto entre funcionarios u órganos del Poder Público, si se refiere a un hecho que
notoriamente afecta intereses generales o de la colectividad o que del transcurso del tiempo pueda desprenderse que
una efectiva amenaza para tales intereses en caso de cumplirse los lapsos ordinarios. En todo caso debe haber una
motivación.
Declarar el asunto de mero derecho, es decir de mera doctrina jurídica, referido a la interpretación de un texto legal o
de una cláusula de contrato u otro instrumento público o privado sobre cuya validez no haya discusión (sentencia de
SPA 25.11.82), caso en el cual dictará sentencia sin relación ni informes. Ya la Corte, había señalado que en estos
casos se eliminará el lapso probatorio, lo que encuentra no sólo justificación en la lógica sino en la aplicación
supletoria del CPC.
Puede decidir antes de la definitiva alguna de las excepciones o defensas opuestas en juicio, para lo cual abrirá una
articulación probatoria conforme al 607 CPC (art 130 LOCSJ).
Puede decidir con las solas pruebas producidas por el actor (art. 129 LOCSJ). Inaceptable en un contencioso
subjetivo.
Puede reservarse –el Presidente sustanciador- algunos asuntos para mejor proveer dentro de un término de 10 días
hábiles (término mayor al ordinario de 3 y 5 días según la naturaleza del caso) (art. 99 LOCSJ).
d.1) Declarar desistido el recurso y ordenar el archivo del expediente por la no consignación del cartel de
emplazamiento a que se refiere el artículo 125 de la LOCSJ.
d.2) Declarar de oficio la perención de la causa que haya estado paralizada por más de 1 año. (art. 86LOCSJ).
d.3) La declaratoria de la perención breve a los procesos de naturaleza similar a las demandas, querellas.
Seguir conociendo de la causa perimida o la apelación desistida si la misma viola el orden público (art5 87 LOCSJ).
Nótese que sólo se refiere al desistimiento en la apelación, lógicamente en el desistimiento del recurso expreso o por
no consignación del cartel, no cabría esta posibilidad.
Control difuso de la constitucionalidad (art. 20 del CPC y con rango Constitucional: art. 334 CN). Cabe observar que
en el Contencioso, por vía de jurisprudencia se ha admitido la facultad del Juez, con base el mismo artículo 20 del
CPC para desaplicar Reglamentos ilegales u otros actos normativos de la Administración contrarios a la ley.
Consecuencia del carácter objetivo del recurso, la ley ha determinado que la declaratoria de contrariedad a derecho
que hace el juez contencioso administrativo, apareja la anulación o nulidad del acto, según la entidad del vicio
(nulidad absoluta o relativa). El juez anula no confirma ni revoca, pues estas son decisiones de la Administración.
Ahora bien, los arts. 119 y 131 de la LOCSJ prevé la posibilidad del juez de fijar los efectos de su decisión en el
tiempo. Con base a estos poderes, habiendo nulidad absoluta pueden darse efectos sólo extunc y habiendo relativa
incluso exnunc, es decir hacia el pasado (Casos jueces y profesor universitario).
En el recurso sólo cuando procede la nulidad caben las otras pretensiones de condena (sentencia SAP 8-07-93, caso
Master Breaker Iluminado), las cuales deben ser solicitadas, rige el principio dispositivo, recuérdese el caso Amable
Socorro, en el que al haber pedido tan sólo la nulidad del acto de destitución, eso fue lo único que la Corte acordó.
Estas pretensiones –poderes del juez- de condena son:
Condenar al pago de sumas de dinero (órdenes de dar) prestaciones dinerarias debidas en virtud de un contrato o
relación de servicio público.
Restablecer las situaciones jurídicas subjetivas lesionadas, mediante: - Ordenes de hacer frente a abstenciones o
negativas; - Prohibiciones a la Administración; - Ordenes de no hacer, ej: abstenerse de realizar o continuar
realizando una conducta o actividad ilegal o lesiva; Ordenes de deshacer, v.g. demoliciones.
El tema del restablecimiento, como poder del juez contencioso administrativo da lugar al análisis de esa base
tradicional que antes mencionábamos que es la imposibilidad de sustitución en la Administración. Entre nosotros este
ha sido un aspecto muy contradictorio y tratado hasta con cierta hipocresía por la propia jurisprudencia.
Si bien en muchas decisiones se ha negado la posibilidad del juez de sustituirse en la Administración (casos
Depositaria Judicial, Fincas Algaba de la SPA, Sofimerca Vs. Procompetencia de la CPCA), en otros simplemente el
juez se sustituye sin hacer justificación expresa al fundamento de ello, (lo ha hecho sin duda en los procesos sobre
actos de índole jurisdiccional, casos laborales donde determina la calificación del despido; Recadi que ordena el
registro cuando anula la negativa, y otros en los que si justifica la sustitución (casos sentencia 20.06.1990, Radio
Rochela-Los Fantásticos, 14.03.91 Philip Morris, en la cual se indica: "que conforme al artículo 206 de la
Constitución y 131 de la LOCSJ la función jurisdiccional de los Tribunales Contencioso Administrativos es plena y
no limitada únicamente al aspecto declarativo de la nulidad de las decisiones administrativas ilegales).
Hoy en un evidente retroceso a esto se observa la nueva regulación en materia de Arrendamientos inmobiliarios que
prohibe al juez contencioso la nueva fijación del cánon, estableciendo que de anularse el acto administrativo que la
habría determinado, el juez debería ordenar a la Administración una nueva fijación.
El restablecimiento y el contencioso subjetivo impone nueva visión sobre ello, pues no hay duda y así lo ratifica la
Constitución del 99 que nuestro Texto Fundamental impone como poder del Juez contencioso –como indican el
profesor español Tomás Ramón Fernández- la decisión en toda su integridad de los conflictos que se planteen entre la
Administración y los ciudadanos.
De allí que –como señala el mencionado autor- el tema de la sustitución deba resolverse en el plano estrictamente
material o puramente físico. El juez podrá operar la sustitución en la medida en que se le suministren por las partes
elementos de juicio suficientes, en cuyo caso la situación jurídica debe ser restablecida directamente por el juzgador,
o de no haberlos, indirectamente, sentando en la propia sentencia las bases para su ulterior ejecución, porque así lo
exige la efectividad de la tutela judicial que la Constitución garantiza.
Su fundamento es constitucional, deriva también de la tutela judicial efectiva y de la efectividad del principio de
responsabilidad del Estado. Hasta ahora esta base constitucional ha permitido interpretaciones y aplicaciones
supletorias que tienden a mejorar este aspecto, talón de Aquiles del Contencioso (sentencia caso Parque Nacional
Mochima N° 2 del 22-11-1990).
Por otra parte, la ejecución efectiva de los fallos deriva no sólo de la facultad restablecedora del juez contencioso,
sino de la autonomía e independencia que presupuesta el Poder Judicial como verdadera rama del Poder Público y
equilibrio frente a los otros poderes que está llamada a controlar.
Pero los límites a la ejecución de los fallos se hallan no sólo en la dificultad de coaccionar a una Administración
renuente, sino en materia dineraria en dos principios, uno de índole igualmente constitucional y otro de rango legal y
cuya nulidad por inconstitucionalidad se halla hoy día pendiente de decisión en el TSJ. Nos referimos a:
Se otorga un plazo prudencial a la Administración para que cumpla voluntariamente, por lo general 10 días hábiles.
Si no se cumple, se ordena la ejecución forzosa, permitiéndose aún a la Administración indicar la forma en que
cumplirá el fallo.
Se le concede una oportunidad a la parte actora para oponerse a la propuesta de cumplimiento formulada o para
aceptarla. Si es rechazada se concederá nuevo plazo para modificar la propuesta original.
Si la propuesta no es presentada dentro del lapso o si es rechaza por la actora otra vez, la Administración deberá
incluir en la Ley de Presupuesto del ejercicio fiscal siguiente el monto respectivo para el pago de la cantidad a la que
ha sido condenada. De no cumplir con tal orden se procederá a ejecutar el fallo forzosamente, aun en contra de los
bienes del ente público.
4.- Aportes de la Constitución de 1999 a los Poderes del Juez Contencioso Administrativo:
(i) Específicamente, puede decirse que aporta la posibilidad de resolver las reclamaciones que se presenten en materia
de servicio público, pues el artículo 259. Que hoy consagra la jurisdicción contencioso administrativa innova al
incluir este aspecto como parte de sus competencias.
Debe sin embargo decirse ya esta materia, en algunos casos estaba en el ámbito de conocimiento del contencioso (en
el caso de actos o contratos en materia de servicios públicos, que por administrativos estaban bajo el ámbito de tal
jurisdicción). Pero esta nueva regulación sin duda ahora lo ampliaría a otros aspectos que presentaron dudas en el
pasado y que eran conocidos por la jurisdicción ordinaria (caso amparo en materia de servicios, recuérdese amparo
CSB vs. Electricidad de Caracas).
(iii) También –en el tema de las competencias- la sujeción al contencioso electoral –si aún puede considerarse como
parte del contencioso administrativo y no de manera autónoma, dado el surgimiento de un nuevo Poder Electoral), de
las materias relativas a los procesos electorales de Sindicatos, gremios y partidos políticos y otras organizaciones de
la sociedad civil.
Partidos políticos y sindicatos se hallaban en el pasado en una especie de limbo, pues eran rechazados por el
contencioso administrativo y no encontraban cabida en la jurisdicción ordinaria,
(iv) En materia de responsabilidad aporta, la precisión que se hace respecto a que ella abarca tanto el funcionamiento
normal como anormal del servicio y cualesquiera actuaciones públicas, no sólo administrativas, sino también
judiciales, legislativas, ciudadanas o electorales, precisión que si bien no hizo el artículo 140, se encuentra en la
exposición de dudosa legitimidad.
(v) Aporta el reconocimiento de la legitimación de los intereses colectivos o difusos (art. 26).
(vi) Aporta la garantía de la oportunidad de la justicia al eliminar la dilaciones indebidas y los formalismos
innecesarios y reposiciones inútiles (artículo 26), lo cual debe contribuir a flexibilizar el contencioso, sin que se
lleguen a excesos como algunos casos que se han presentado (v.g. la determinación de la competencia por la
Casación Social en una demanda laboral, en la cual ordenó al TCA diera un plazo al recurrente y le indicara como
debía plantear la querella) y que dieron lugar a la precisión del TSJ en distinguir ente las formalidades y los
formalismos, cosa distinta.
(viii) Aporta mayor independencia cuando da autonomía presupuestaria al Poder Judicial, en general, y le confía el
régimen administrativo y disciplinario al Máximo Tribunal.
5.- El nuevo rol que el juez ha asumido y entiende justificado en la Constitución del 99.
La creación de una Jurisdicción constitucional ha planteado desde ya en sus inicios, en su estreno, un problema que
no le es exclusivo, pero que ha sido ya reconocido en otros países (Colombia, Italia) como una verdadera
deformación de las funciones que al órgano jurisdiccional corresponden en un estado de derecho.
En nuestro caso aún más grave ello resulta, desde que tal deformación, no sólo atañe a la jurisdicción constitucional,
sino que abarca al Poder Judicial ordinario y especialmente al contencioso administrativo que ha entendido incluidos
dentro de sus poderes una aplicación directa de los postulados constitucionales en materias que exceden la tutela de
los derechos fundamentales y aun en ausencia de la necesaria legislación.
Sobre el problema de un Corte Constitucional legislando, es decir, produciendo sentencias que se erigen en fuente del
derecho de rango similar a la ley, se afirma –Sandra Morelli- que su improcedencia deriva del querer acercarnos al
sistema del common law en un régimen constitucionalista, que presupuesta el imperio de la ley y por ende en el que
el ejercicio de la función normativa de tal naturaleza se atribuye como garantía al órgano de legislación, único
representante legítimo de la voluntad popular.
Como indica la profesora Morelli en esos casos la Corte merece el reproche negativo que se le viene propinando, no
porque "legisle", sino porque suplanta los órganos democráticos, esto es el Congreso y el Gobierno, con la
consecuente vulneración del principio de separación de poderes y lo más grave: la proscripción del principio
democrático.
Si bien puede afirmarse que las desviaciones del pasado, cuando el juez, mediante una supuesta interpretación en
verdad legislaba, fueron respuesta a la inercia del legislativo, quien sin duda es el mayor responsable de la crisis
jurídica que ha acompañado a la crisis política, económica y social de los últimos tiempos, es lo cierto bajo el imperio
de esta nueva Constitución, el juez no ha dado al órgano legislativo ni siquiera la oportunidad de desempeñar el rok
que le corresponde.
La doctrina Constitucional señala que el Poder Judicial se concibe como Poder Político sólo cuando éste tiene:
Potestad para la solución de los conflictos constitucionales de los órganos de los poderes públicos.
Todas estas competencias se han atribuido, precisamente, a la Sala Constitucional, pero en el marco de un estado de
Derecho, el ejercicio de ese Poder Político debe realizarse con apego a la función que justifica su existencia, esto es la
"jurisdicción". De allí que el Juez, aun el juez constitucional, debe ser un juez para la ley.
"El juez –indica Dromi- debe ser el verdadero ministro de la ley como portavoz del Derecho para la realización de la
justicia." En este sentido, el juez tiene tan sólo una función integradora del derecho, pues le corresponde interpretarlo,
hasta cubrir de ser necesario las posibles lagunas legales, y una función vivificadora del derecho, al, mediante la
interpretación, adecuar su aplicación a las nuevas circunstancias de la realidad social.
Pero la jurisprudencia en su relación con el derecho debe ser, a lo más, suplemento y complemento de la legislación,
pero, en ningún caso, sustituto de aquella. Al juez no le compete, en un sistema de división de poderes, la elaboración
del derecho original, no le compete, en síntesis la realización de actividad legislativa.
Y más grave todavía es que esta tendencia creadora y derogatoria del ordenamiento jurídico la asuman los jueces
contencioso-administrativos, bien a través de un inadecuado ejercicio del control difuso, bien, a través de la
pretendida aplicación inmediata de los dispositivos constitucionales, sin esperar el necesario desarrollo legislativo.
Se conspira con este proceder con la función integradora que la Constitución plantea respecto del ordenamiento
jurídico. Invocando nuevamente a la profesora Morelli puede decirse que esta legislación jurisprudencial, mediante
regulaciones derogatorias, innovativas y desaplicaciones fuera de contexto, producen una desagregación y por ende
violan ese principio Constitucional. Ejemplos de ello; La desaplicación del artículo 185, única instancia a los
procesos ante Corte Primera, en una declinatoria de competencia, esto no es control difuso, nada tenía que ver con el
fondo del asunto; desaplicación del 181 al indicarse que los jueces superiores pueden controlar también ilegalidad y
no deben declinar en la SPA pues corresponde a todis los órganos contencioso-administrativos controlar la
contrariedad a derecho y ello incluye la inconstitucionalidad, cuando es lo cierto que la SPA es, precisamente un
órgano de esta naturaleza con lño que la ley habría hecho un simple reparto de competencias que no le correspondía
modificar al juez constitucional. Finalmente y para no extenderme, esta desaplicación que ha hecho la CPCA sobre el
agotamiento de la vía administrativa y la caducidad cuando se demanda la nulidad absoluta, siendo que la Exposición
de motivos expresamente exhorta a que ello lo haga el Legislador, quien debía discriminar lo que esto abarca y si ello
comprendida los procedimientos previos, que más que una carga pueden ser vistos como una posibilidad indudable de
solución extrajudicial de los conflictos.
Debemos propender a que el entusiasmo no impida la existencia de un verdadero estado de justicia como hoy se
proclama, pues no se logra la eliminación de un estado de injusticia cuando se acepta el ejercicio arbitrario de la
función jurisdiccional. Recuérdese que la Constitución del 99 claramente indica (art 253) que los órganos judiciales
deben actuar en el marco de sus competencias –que determina la ley (art. 137) y "mediante los procedimientos que
determinen las leyes..."
6.- Los métodos alternativos de solución de los conflictos en el contencioso administrativo (conciliación,
composición, transacción y arbitraje).
Para finalizar quisiera hacer referencia a este aspecto, que en verdad se ha venido planteando en los últimos tiempos y
que en esta misma tónica innovativa ha aplicado la SPA y la CPCA, concretamente, a través de la conciliación, pero
que consideramos debe ser materia de la regulaciones que en el futuro se dicten para regir el contencioso
administrativo.
Y es que lo que Garrido Falla califica como la huida del Derecho Público hacia el Derecho Privado también puede
dar cabida a la asunción de estos mecanismos en el contencioso administrativo.
Hasta ahora ha sido con base al principio de legalidad que se ha negado la transacción por ejemplo en el recurso
contencioso-administrativo y la posibilidad de someter las controversias al respecto al arbitraje.
Pero como dijo la profesora Morelli recientemente en una conferencia el que se haya estado sustituyendo la idea de
Administrar Justicia por la de impartir justicia puede dar lugar a una verdadera revolución que admita la necesidad de
la alternatividad de mecanismos para resolver los conflictos, debidamente regulados en la ley, sólo así hay garantía de
que estos no se conviertan en una fuente de desconocimiento del interés general o de corrupción. Ya nosotros
tenemos como en materia de concesiones la ley admite estos mecanismos en ciertos casos, también la LOASDyGC
prevé la conciliación.
Pero hay que destacar lo que ha ocurrido con la conciliación que no sólo toca el aspecto de procedimiento sino el de
la legalidad, por lo que estimamos su regulación legal es imperativa y no puede deducirse –como se ha hecho- con la
simple invocación de la aplicación inmediata de la nueva Constitución.
Así, por ejemplo, la profesora Morelli, señaló que en su opinión la la conciliación, como acuerdo, como modo de
solución de los conflictos entre las parten en materia de Derecho Administrativo debe circunscribe para casos
particulares y en relación con conflictos patrimoniales dado que, precisamente se supone que el principio de legalidad
no puede ser objeto de transacción, de acuerdo, de pacto y en esa medida está proscrito.
Concluyo refiriendo estas sentencias que han aplicado la conciliación a manera de evidenciar lo antes expuesto:
Así, en el caso Pedeca del 7-07-2000, la SPA fundamentó el llamado a las partes a conciliación antes de pronunciarse
sobre medida cautelar de amparo solicitada conjuntamente con recurso de nulidad en:
"Que la justicia es un hecho democrático, social y político, y que el Poder Judicial es un elemento de equilibrio entre
los Poderes del estado, y un factor para la convivencia y la construcción de una sociedad justa y amante de la paz",
todo lo cual deduce de los artículos 2 y 3 de la Constitución.
Que está "...reconocido constitucionalmente el derecho de acceso a la justicia y a la tutela judicial efectiva, con base a
las reglas de imparcialidad, idoneidad, transparencia, equidad, sin dilaciones indebidas ni formalismos (artículos 26,
27 y 257 de la Constitución).
"Que la concepción de justicia material significa la búsqueda por parte del Estado, y en especial del Poder Judicial, de
reglas de armonía entre los distintos componentes que conforman la sociedad, pudiendo a tal efecto utilizar la
conciliación, la mediación y cualquier otro medio de resolución de conflictos, que permita un justo equilibrio entre
los intereses que se debaten en un caso, siempre que no afecte el orden público." (Lo cual deriva del artículo 258 de la
Constitución, que debe decirse señala que "La ley promoverá el arbitraje, la conciliación, la mediación y cualesquiera
otros medios alternativos para la solución de conflictos.").
"Que siendo el proceso un instrumento fundamental para la realización de la justicia, el Juez propenderá a la
simplificación, uniformidad y eficacia de los trámites; y el juez, como rector del proceso debe ser un facilitador de la
justicia como valor y de la resolución de conflictos." (Que fundamenta en los artículos 253, 254 y 256 de la
Constitución).
Que el artículo 257 del Código de Procedimiento Civil es aplicable supletoriamente con base al artículo 88 del CPC y
de manera especial para el procedimiento de amparo de acuerdo con los artículos 27 de la Constitución y 48 de la Ley
de la materia.
Se exhorta entonces, sin razonar cómo resultan estos mecanismos compatibles con el proceso de nulidad, pues la
aplicación supletoria presupone la compatibilidad, como lo ha desarrollado por cierto la extinta CSJ al negar la
perención breve del CPC en los recursos de nulidad, a los accionantes y al accionado a que comparezcan ante la
Presidencia de la SPA para que participen en el acto alternativo de resolución de controversias en la causa referida al
procedimiento de nulidad y amparo.
Insistimos, los poderes del juez contencioso no pueden ser el producto de los que el mismo considere le
corresponden, so pretexto de la aplicación inmediata de la nueva Constitución, pues éste también se halla sometido al
límite de la legalidad, principio igualmente de rango constitucional y base del Estado de Derecho.
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INTRODUCCIÓN
1[1] Abogado egresado de la Universidad Católica Andrés Bello, Caracas-Venezuela. Especialista en Derecho
Administrativo, Universidad Católica Andrés Bello, Caracas-Venezuela. Especialista en Derecho Laboral,
Universidad Católica Andrés Bello- Centro Occidental Lisandro Alvarado, Barquisimeto-Venezuela. Postgraduado
en Derecho Tributario por la Universidad de Salamanca, Salamanca, España. Profesor de Pre y Postgrado de la
Escuela de Derecho, Universidad Católica Andrés Bello, Caracas-Venezuela, desde 1994. Profesor de Pregrado en la
Carrera de Contaduría Pública, Universidad Centro Occidental Lisandro Alvarado, Barquisimeto, 1999 (Profesor por
Concurso de Oposición). Profesor de Postgrado en la Universidad Fermín Toro. Ex-Magistrado Principal de la Corte
Primera de lo Contencioso Administrativo. Juez Temporal del Juzgado Superior Civil y Contencioso Administrativo
de la Región Centro Occidental. Ex Jefe de la División de Asistencia al Contribuyente de la Gerencia de Tributos
Internos de la Región Centro Occidental perteneciente al Servicio Nacional Integrado de Administración Aduanera y
Tributaria (SENIAT).
representa el eje fundamental para su estudio y su desarrollo, es la materia Contencioso
Administrativa y específicamente el proceso por el que se desenvuelve. Ya sea debido a
la transitoriedad de más de veinte años que ha tenido la Ley Orgánica de la Corte
Suprema de Justicia (en adelante LOCSJ) que supletoriamente trata de regular la
materia, o a las grandes lagunas existentes en dicha legislación, el Contencioso
Administrativo se ha nutrido primordialmente de la jurisprudencia, de ahí la abundante
doctrina jurisprudencial que cunde en esta materia y la fuente de actualización constante
que la caracteriza como signo distintivo de otras áreas del derecho.
2[2] Afortunadamente, la jurisprudencia si ha sabido como internalizar la nueva sustancia que el texto
constitucional aporta al contencioso administrativo, lo que ha llevado a que se produzcan fallos en los que se concibe
al contencioso administrativo como un proceso verdaderamente subjetivo; lo cual han llegado incluso a señalar
expresamente, como sucede en sentencias como la emitida por la Sala Constitucional de Tribunal Supremo Justicia,
en fecha 23 de octubre de 2.002, recaída en el caso “Gisela Anderson y otros contra El Presidente de la República,
Ministerio de Infraestructura y CONATEL”, en la cual se sostuvo:
La argumentación anterior ya comienza a dibujar el problema que motiva esta
investigación, el estudio de los poderes del juez contencioso administrativo, a la luz de
la legislación vigente, el pronunciamiento jurisprudencial así como su previsión en los
nuevos textos legales por dictarse, todo ello por cuanto en algunos casos esos poderes
son desconocidos por justiciables y jueces o en otros sencillamente no son ejercidos por
la magistratura.
En primer lugar, los poderes generales que poseen los jueces los encontramos
directamente en el texto constitucional, así de conformidad con el artículo 253
corresponde al juez:
Así tenemos que, de la simple lectura de las atribuciones que el artículo 259 de la Constitución otorga a la
jurisdicción contencioso-administrativa, se aprecia que los justiciables pueden accionar contra la Administración a
los fines de solicitar el restablecimiento de situaciones jurídicas subjetivas lesionadas por la actividad de la
Administración aunque se trate de vías de hecho o de actuaciones materiales. El referido precepto constitucional
señala como potestades de la jurisdicción contencioso-administrativa, no solo la anulación de actos administrativos,
la condena de pago de sumas de dinero por concepto de indemnización de daños y perjuicios y el conocimiento de
las reclamaciones relativas a la prestación de los servicios públicos, sino también, el restablecimiento de situaciones
jurídicas subjetivas lesionadas por la actividad material o jurídica de la Administración.
Resulta claro que la jurisdicción contencioso-administrativa, no está limitada a asegurar el respecto de la legalidad
en la actuación administrativa, ya que el artículo 26 de la Constitución concibe a toda la justicia, incluyendo a la
contencioso-administrativa, como un sistema de tutela subjetiva de derechos e intereses legítimos, por lo tanto, a
partir de la Constitución de 1999, la jurisdicción contencioso-administrativa no puede concebirse como un sistema
exclusivo de protección de la legalidad objetiva a que está sometida la administración -a pesar de que la ley
Orgánica de la Corte Suprema de Justicia, regula procedimientos objetivos, cuya finalidad es declarar la nulidad del
acto impugnado - sino un sistema de tutela de situaciones jurídicas subjetivas, que no permite reducir, limitar o
excluir las lesiones producidas por actuaciones materiales o vías de hecho. (negritas nuestras)
Paolini, caso: Delia Zavarce de Antón aclaró la situación negando la posibilidad de
la aplicación de este extraordinario Recurso a la materia Contencioso
Administrativa, en resumen la Sala señaló:
Así, pretender impugnar las decisiones dictadas por los tribunales con
competencia contencioso administrativa, mediante el ejercicio del recurso de
casación conculca el principio de legalidad, toda vez que, a un órgano
jurisdiccional no le es dado resolver un asunto para el cual no tiene una
atribución legalmente establecida.
Sin embargo, además de estos poderes generales o típicos de este juez, la ley le ha
proporcionado una serie de poderes que consideramos especiales o extraordinarios, con
los cuales lo que se busca es tratar de equilibrar la debilidad del particular que discute la
legalidad de un acto administrativo, y la fuerza de la Administración Pública, es decir,
que con la intervención del juez lo que se busca salvar esa desigualdad existente entre
ambas partes.
El juez debe en todo caso, armonizar el interés colectivo con el interés individual,
para así tratar de mantener la estabilidad en el orden jurídico que se ha visto afectada
con la ilegalidad de la actividad administrativa.
Artículo 259:
Sin embargo, como ya fue señalado, la ley que regula la jurisdicción contenciosa
administrativa no ha sido dictada hasta la actualidad, por lo que la jurisprudencia en esta
materia se presenta muy fructífera y vasta, la cual ha estado representada por avances
detenidos en algunos casos por retrocesos que con el tiempo se han vuelto a superar.
Es precisamente allí donde estriba la justificación del estudio de los poderes del Juez
Contencioso Administrativo en relación con los avances que han tenido las decisiones
(interpretaciones) de nuestro más alto tribunal, estando una vez mas a la espera de que
la Ley que regule la jurisdicción contencioso administrativa sea dictada definitivamente,
respetando claro está no solo la experiencia tenida en tanto tiempo sino dándole dentro
de ella un lugar privilegiado al momento de constituirse como fuente del derecho
administrativo.
Es imperioso señalar de manera breve por su conexidad con el punto que se trata, lo
referente a un principio tradicional en materia procesal y es que el derecho lo sabe el
juez, por lo tanto, el Juez Contencioso como contralor de la legalidad, en su análisis del
caso, podrá encontrar normas violadas, no alegadas. En otras palabras, el Juez está
obligado a saber el derecho y a aplicarlo; en consecuencia no necesariamente debe
ceñirse y limitarse al derecho que alega el recurrente, exclusivamente, y podrá buscar
otras normas jurídicas que, por ejemplo hayan sido vulneradas y pronunciarse sobre su
legalidad, así lo ha establecido la Corte Primera de lo Contencioso Administrativo (en
adelante CPCA) en fecha 10-12-84.
Por otro lado, la jurisprudencia reconoce la posibilidad que tiene el juez en apreciar
otros vicios distintos a los alegados por el recurrente (CPCA: 27-03-85). Esta
posibilidad de pronunciamiento del Juez, la jurisprudencia la ha referido a los vicios de
orden público en virtud del cual el Juez Contencioso tiene el poder y el deber de
declararlos aun de oficio (CPCA: 6-12-82, 21-3-85, 24-10-85), vincula la
jurisprudencia como uno de los vicios de orden público, los vicios de nulidad absoluta,
los cuales no pueden ser convalidados, ni por la administración ni por los interesados y
mucho menos por los jueces Corte Suprema de Justicia, Sala Político-Administrativa 5-
12-85 (en adelante CSJ-SPA); CPCA 10-12-87.
De lo anterior resulta obvia una primera conclusión y esta es la siguiente: que si bien
en materia contencioso administrativo rige el principio dispositivo, tratándose de un
juez de la legalidad y existiendo el principio de que el juez conoce el derecho, este es
libre de elegir el derecho que considere aplicable según su ciencia y conciencia, no
atándose por errores y omisiones de las partes.
Principios justos ratificados por el más alto tribunal en materia Contencioso
Electoral (contencioso especial) en los casos PETARE (CSJ-SPA: 11-12-90) y SUCRE
i BARINAS, igualmente del Supremo Tribunal acogiendo la tendencia de no
taxatividad de las causales establecidas en la Ley para impugnar actos e igualmente la
de la Teoría Integral de la Causa (Casos: Radio Rochela "La Escuelita" y Farmacia
Unicentro, 1-8-91 y 31-5-90 respectivamente).
CAPÍTULO I
Artículo 135. A solicitud de parte y aún de oficio, la Corte podrá reducir los
plazos establecidos en las dos Secciones anteriores, si lo exige la urgencia del
caso, y procederá a sentenciar sin más trámites.
El segundo supuesto, es la decisión del asunto como de mero derecho cuando no sea
necesario traer probanzas al juicio, sino sólo subsumir el o los actos impugnados con la
norma presuntamente agredida y verificar su violación.
(...omissis...)
En este proceso de alzada, señala esta Corte, podrá hacerse uso de la facultad
de reducción de plazos (…), ello para las causas que a juicio de la Corte, no
revistan mayor complejidad, no requiera mayor trámite, por su urgencia o por
la sencillez de los hechos a demostrar o, por ser cuestiones de mero derecho,
que de tramitarse un procedimiento como el que se analiza sin reducirse los
plazos en él previsto, se atentarían contra la celeridad y prohibición de
dilaciones, y por tanto contra el fin último de la tutela judicial efectiva, lo cual
se logra cuando se conjugan, entre otros, los elementos de prontitud y brevedad,
tal y como está previsto en los artículos 26 y 257 del texto constitucional.
(…omissis…)
Por ello, no sólo sobre la base del mandato expreso constitucional de celeridad
procedimental sino de la interpretación lógica del artículo 170
eiusdem[LOCSJ], respecto a reducción de lapsos en segunda instancia, y
atendiendo a la facultad de esta Corte de aplicar analógicamente potestades o
facultades señaladas de forma expresa para el proceso contencioso en primer
grado de jurisdicción, entre ellas la potestad contenida en el artículo 135
eiusdem, de acortar plazos cuando existiera urgencia o la tramitación fuera de
mero derecho; y, teniendo el juez de alzada, en este y en casos similares, plena
posibilidad de decir el derecho (plena jurisdicción) esto es, la posibilidad de
analizar la cuestión de hecho (quaestio facti) y de derecho (quaestio iuris)
sometido a su examen; todo lo cual hace que se pueda cumplir con el sistema de
suficiencia previsto en los artículos 81 y 102 eiusdem[LOCSJ], estima esta
Corte que en segunda instancia pueden reducirse los plazos de acuerdo al caso
que se tramite. (subrayado de la Corte)
Ejecutoriado el auto de admisión de pruebas correrá un lapso de cuatro días (4) días
prorrogable por cuatro (4) días más, para su evacuación.
Entendemos que esta habilitación que da la norma podría tener como factor
condicionante o de procedencia el hecho de que la parte afectada no le sea concedida
medida cautelar o que esta no sea suficiente para evitar los efectos perjudiciales de la
tramitación de la causa, en la que como es sabido uno de los extremos es el Periculum
in Mora que podría producir el transcurso normal del proceso judicial; esto, claro está,
para el caso en que los lapsos no sean reducidos de oficio por parte del juez.
Por otra parte, en cuanto a la decisión del asunto como de mero derecho la Sala, en
decisión reseñada anteriormente de fecha 15 de mayo de 2001, caso: Vinicio Espinoza
Gámez estableció:
Además, otro de los poderes con que cuenta nuestro juez contencioso administrativo
en esta fase del proceso, es lo que un sector de la doctrina denomina la potestad de
emplazamiento, que radica básicamente en la capacidad que posee de seleccionar a que
persona se va a llamar al proceso, y que se encuentra estipulada en los artículos 106,
116 y 125 de la Ley Orgánica de la Corte Suprema de Justicia.
Sobre esta facultad podemos decir que le corresponde al juez decidir, en el auto de
admisión, si emplaza o no a los terceros mediante carteles, tal como lo estipula el
artículo 116 de la Ley que rige a la Máxima Instancia judicial del país, para el caso de
las acciones de nulidad contra actos administrativos de efectos generales, tomando en
cuenta que puede haber en este tipo de actos más de un afectado.
Aquí es necesario hacer la salvedad de la imprecisión que utiliza la ley para referirse
al llamado de los terceros. En efecto, el texto del artículo habla de “citación” a los
terceros o interesados por medio de carteles, en donde por la misma naturaleza del acto
impugnado y por el tipo de contencioso del cual se trata-objetivo- no resulta posible
aplicar el término de citación.
Por otro lado, si es exigido por el artículo que se notifique al Presidente del cuerpo o
al funcionario que haya dictado el acto; y vale la pena señalar que tal orden no se
encuentra estipulada en el texto de la ley cuando se refiere a las acciones de nulidad
contra actos administrativos de efectos particulares y en donde hubiese sido importante
que estuviera un mandato de este tipo; no obstante en la práctica procesal se ha venido
efectuando tal notificación al funcionario que emitió el acto impugnado.
B. Poder Cautelar.3[3]
Dentro de los especiales poderes que posee el juez contencioso administrativo, uno
de los más relevantes es el poder que éste tiene para suspender los efectos del acto
administrativo impugnado4[4], sin embargo, este poder cautelar no debe limitarse a
dicha suspensión ni concebirse solo dentro del recurso contencioso administrativa
contra actos administrativos, sino que el juzgador tendrá la facultad de dictar todas
aquellas medidas que considere pertinentes con la finalidad de garantizar la ejecución de
3[3] El desideratum de la nueva constitución previsto en su exposición de motivos para el régimen cautelar es el
siguiente:
La legislación deberá dotar al juez contencioso administrativo de todo el poder cautelar necesario para
decretar de oficio o a instancia de parte, cualquier tipo de medida cautelar que fuese necesaria para
garantizar la tutela judicial efectiva de los administrados y el restablecimiento de sus situaciones jurídicas
infringidas mientras dure el proceso de que se trate, bien sea a través de la suspensión del acto
administrativo correspondiente, o a través de ordenes de hacer o no hacer, incluyendo el pago de sumas de
dinero que se impongan a la administración dependiendo del caso concreto.
4[4] Llegando inclusive el juez en sus decisiones cambiar la calificación jurídica que las partes han dado a sus
pretensiones –como ocurrió en el fallo recaído en el caso Mochima emitido por la Sala Político Administrativa el 16
de noviembre de 1989 y en la sentencia dictada en el caso Alberto Soto Luzardo por la misma Sala en fecha 12 de
mayo de 1992- ello debido al principio “Iura Novit Curia” que implica que el juzgador conoce el derecho, razón por
la cual no esta sometido a la calificación jurídica que realicen las partes, ni en los hechos, ni en las pretensiones de su
acción.
la sentencia definitiva, e incluso para lograr restituir la situación jurídica subjetiva
lesionada in limini litis por la actividad de la administración, sea cual sea la acción que
se intente.
En ese último sentido, debe destacarse que las medidas cautelares en los
procedimientos contenciosos administrativos - y en éstos incluidos los de contenido
económico -, se encuentran orientadas por las garantías de la tutela judicial efectiva y
de la universalidad de control de los actos administrativos (Arts. 26 y 259 CRBV),
pues, ésta no se agota, simplemente, con el libre acceso a los órganos de
administración de justicia, que los juicios sean expeditos, y a la posibilidad de hacer
efectiva la ejecución de un fallo, sino también, a la posibilidad de obtener protección
anticipada de los intereses y derechos del justiciable cuando se encuentren apegados a
la legalidad, y sin que el transcurso de tiempo obre contra quien tiene la razón.
Sería imposible entonces limitarse a la suspensión de los efectos del acto impugnado,
porque de lo contrario “…comportaría una limitación insalvable a los poderes cautelares
de los jueces contenciosos administrativos cuya titularidad ejercen por disposición
constitucional (Arts. 26 y 259 CRBV).” (Sent. Citada, caso: BBO Financial Services,
INC.)
Este último criterio no ha sido acogido por el Tribunal Supremo de Justicia, ni por
otros tribunales de instancia, por cuanto concebir la posibilidad de limitar la aplicación
de las medidas cautelares innominadas por parte del juez contencioso administrativo, no
sólo estaría cercenando los amplios poderes que éste posee, sino que además estaría
violando el derecho de acceso a la justicia y de obtener una tutela judicial efectiva.
La suspensión de efectos del acto recurrido, nos han dicho desde nuestras aulas de
estudio en la facultad de Derecho, se presenta como una excepción a los principios de
ejecutividad y ejecutoriedad que rigen a los actos administrativos, por lo que su
procedencia en el marco de un procedimiento debe estar sometida al cumplimiento de
algunas condiciones exigidas por el legislador, esto es, según la norma:
Por otra parte, en cuanto al requisito del peligro de que por el transcurso del proceso
pueda causarse un daño irreparable o de difícil reparación para el recurrente, esa Sala ha
señalado la necesidad de “que el daño irreparable que se alegue esté fundamentado en
un hecho cierto y comprobable que provoque en el juzgador la certeza que de no
suspenderse los efectos del acto, se le ocasionaría al interesado un daño irreparable o de
difícil reparación por la definitiva. Por ello no será suficiente, a juicio de la Sala, que los
accionantes fundamenten la solicitud de suspensión en la presunción de un daño
eventual que no se sabe si se va a producir.” (Sentencia N° 3 de 20 de enero de 2000
con ponencia del magistrado Hermes Harting, caso: Farmacia Aeropuerto, C.A.)
6[6] Según se ha dicho, la regla general consiste en que los actos administrativos surten siempre sus plenos efectos.
Ahora bien, tales efectos no son interrumpidos por la interposición de una acción en el contencioso administrativo,
sin embargo la Ley Orgánica de la Corte Suprema de Justicia contempla la excepción a ésta regla general en su
artículo 136 el cual prevé la posibilidad de suspender los efectos jurídicos del acto administrativo. Cabe agregar, que
tal potestad establecida en la recién comentada norma, fue producto de la jurisprudencia de nuestro Máximo Tribunal,
el cual ante la evaluación de determinados casos, llegaba a la conclusión de que en ciertas oportunidades el tiempo
que duraba el proceso podía devenir en un perjuicio para el particular que atravesaba toda la vía judicial con un acto
plenamente eficaz, razón por la cual se pronunció por primera vez sobre este aspecto en sentencia de fecha 4 de
diciembre de 1967 en el caso “Lanman & Kemp Barclay & CO, de Venezuela” en donde tomando cofciencia de lo
aquí planteado se dispuso:
“Observa la Corte que tal situación configura un conflicto entre una autoridad judicial y
una administrativa, el cual exige la decisión de la cuestión previa planteada por la
demandante, pues de no hacerse así en esta oportunidad, la ejecución de la resolución
impugnada podría acarrear un gravamen irreparable para el caso de que la decisión que
dicte este supremo tribunal al resolver el fondo del asunto sea favorable a las
pretensiones de la actora.
Por las razones anteriormente expuestas, La Corte Suprema de Justicia en Sala Político-
Administrativa, administrando justicia en nombre de la República y por autoridad de la
ley, acuerda suspender los efectos de la Resolución N° 7 de fecha…”
En general han sido sólo estos dos requisitos, el peligro de que la sentencia definitiva
sea inejecutable y la presunción del derecho que se reclama, los necesarios para la
procedencia de la medida de suspensión de efectos; sin embargo, a estas dos
circunstancias la Sala le ha agregado en algunos casos dos requisitos mas, los cuales
son, la ponderación7[7] de intereses y el peligro de daño o peligro en la demora
específico exigido anteriormente solamente para las cautelares innominadas, al respecto
ha señalado la Sala “...un requisito extra en materia de medidas cautelares en el
contencioso-administrativo [y no distingue cuales], cual es la ponderación de intereses,
tomando en cuenta el efecto que la concesión de la medida cautelar innominada pueda
tener sobre el interés público o de terceros, relacionando muchas veces esta ponderación
de intereses con el periculum in mora.” (Vid. Sentencia Nº 155 de 17 de febrero de
2000, caso: Alcaldía del Municipio Autónomo Villalba)
7[7] Considerar la ponderación de intereses como uno más de los requisitos que deberán siempre necesariamente
ser analizados por el juez de lo contencioso administrativo al momento de emitir pronunciamiento en relación a una
medida cautelar solicitada. Ello, se afirma en fallos como el verificado en fecha 30 de mayo de 2.000, en el caso
“Hugo Urdaneta Navarro contra el Ministerio de Trasporte y Comunicaciones”, en donde la Sala afirmó:
“Mediante pacífica y reiterada jurisprudencia de esta Sala, ha sido asentado que la medida cautelar
prevista en el artículo 136 de la Ley Orgánica de la Corte Suprema de Justicia se encuentra regida por los
principios que rigen la procedencia de toda medida que se repute como cautelar; estos son, la verificación
e indagación: (i) del peligro en la mora (periculum in mora); (ii) la apariencia del buen derecho (fumus
bonis iuris) y, -en virtud de recientes construcciones jurisprudenciales y doctrinarias- (iii) la ponderación
de intereses en conflictos (de los intereses públicos en juego contrapuestos con los del accionante o, sólo
entre los particulares cuando se trate de un procedimiento cntencioso administrativo subjetivo) y, (iv) el
peligro en el daño (periculum in damni)... (omissis)
Por su parte, la ponderación y examen sobre el conflicto de intereses no se verá agotado por la clásica valoración en
cuanto, al daño que ocurriría al interés público en caso de acordarse la medida y a la situación a que se expondría el
particular –considerado singularmente- en caso de no acordársele, sino también en cuanto al sopesamiento de la
situación de la otra parte involucrada en el conflicto para los casos en que se trate de un procedimiento contencioso
administrativo que detente características o peculiaridades subjetivas. (El procedimiento económico, laboral, agrario,
inquilinario, etc.). De allí que, sea dable al juez contencioso, proceder a la suspensión parcial del acto haciendo uso
del artículo 136 de la Ley Orgánica de la Corte Suprema de Justicia.” (Subrayado nuestro).
Además, vale acotar que, el criterio sostenido por la Sala Político Administrativa en relación a la estimación de la
ponderación de intereses como uno de los requisitos de obligatorio análisis al momento de sentenciar en materia de
cautelares, sigue siendo sustentado hasta los actuales momentos por la Sala Constitucional del Tribunal Supremo de
Justicia, como en efecto se evidenció en el fallo dictado por dicha Sala en reciente fecha, concretamente el 17 de
junio de 2.003, en el caso “El Calvario”, donde se ratifico tal criterio
(iii) la ponderación de intereses en conflicto y por último, la situación que precisamente
ocupa a la Sala en el caso presente, que no es otra que; (iv) la posibilidad de que el
operador judicial, en aras de mantener el debido equilibrio entre la tutela judicial
efectiva del particular y los fines públicos, opte por acordar la medida cautelar - entre
éstas la suspensión de los efectos del acto de acuerdo al artículo 136 de la Ley
Orgánica de la Corte Suprema de Justicia - pero condicionada resolutoriamente, a que
el particular otorgue garantía suficiente sobre las resultas del juicio interpuesto, esto
es, que en caso de que resulte infundada su pretensión judicial, la Administración tenga
la oportunidad de acometer la ejecución expedita del acto administrativo que,
temporalmente, le ha sido suspendida por una orden judicial.
Por otra parte, la Sala Político Administrativa ha expuesto su criterio en cuanto a las
medidas cautelares nominadas, específicamente el embargo preventivo de los bienes de
la Administración Pública y la necesaria ponderación que ha de realizarse entre los
intereses del recurrente y los intereses colectivos. Al respecto encontramos una decisión
de fecha 18 de mayo de 2000 con ponencia del magistrado José Rafael Tinoco, caso:
Hidro Suply Yacambú, C.A., en la cual llegó a las siguientes conclusiones:
En otro orden de ideas debemos esbozar que ha sido aceptado por la jurisprudencia
de forma general el amplísimo poder que tiene el juez, no sólo para suspender los actos
administrativos, sean de efectos particulares o generales, en este sentido la Sala ha
resaltado lo siguiente:
(...)
Visto lo anterior debe esta Sala afirmar la potestad del Juez Contencioso-
Administrativo para acordar las denominadas “medidas provisionalísimas”
como mecanismo idóneo dentro de la tutela cautelar para garantizar el tantas
veces mencionado principio de la tutela judicial efectiva.
Este tipo de actuación consisten en medidas cautelares que son tomadas dentro de
otro proceso cautelar, pero que dada la naturaleza del caso, se requiere que el juez se
pronuncie de inmediato sobre la procedencia o no de ésta que cumplirá su función
mientras se desarrolle el cautelar “principal”, por llamarlo de una manera; y que una vez
decidido éste, si es declarada con lugar esa medida cautelar solicitada con urgencia, la
misma devendrá en una medida cautelar normal; en el caso contrario -ser declarado sin
lugar- tal medida provisionalísima decaerá. En éste tipo de medidas, la urgencia pasa a
ser uno de los requisitos fundamentales que va a examinar el juzgador -en conjunto con
los ya clásicos- para poder acordar lo más pronto posible la procedencia o no de la
medida solicitada.
Otra muestra de los amplios poderes cautelares que posee el juez contencioso
administrativo lo ha representado la acción de amparo cuando es ejercida conjuntamente
con recurso de nulidad, el cual a la luz del anulado artículo 22 de la Ley de Amparo,
renacido en el nuevo artículo 27 de la Constitución de 1999, le da la facultad al juez de
restablecer “inmediatamente” la situación jurídica infringida cuando de violación de
derechos o garantías constitucionales se trate, pudiendo inclusive anticipar los efectos
de la decisión definitiva si esto es indispensable para proteger el bien jurídico lesionado.
Han sido incontables las sentencias al respecto pero dentro de las mas importantes
podemos señalar las siguientes: en la Corte Primera de lo Contencioso
Administrativo, caso: Colegio de Abogados del Distrito Federal-03/02/2000; caso:
Unidad Educativa Colegio Batalla de la Victoria- 27/04/2000; caso: LINACA-
11/05/2000; en la Sala Político-Administrativa, caso: PEDECA-16/02/2000; caso:
Instituto Educacional Henry Clay-10/04/2000.
Asimismo, la sentencia citada adaptó la forma como tramitarse este juicio, señalando
que en primer lugar y antes de remitir el expediente al Juzgado de Sustanciación, se
admita por parte del Magistrado Ponente, el recurso de nulidad intentado “...salvo la
apreciación que luego de las resultas de la posible cautela haga el Tribunal de
Sustanciación de esta Corte.” Decreta inmediatamente la medida cautelar, ordenando
luego la notificación para la audiencia constitucional, en caso de intentarse un amparo
constitucional.
Este criterio fue temporalmente abandonado por esa Corte, siendo retomado
actualmente en sentencia de 9 de agosto de 2002 con ponencia del magistrado Juan
Carlos Apitz Barbera, caso: Mary Briceño de Villegas, donde señaló lo siguiente:
Esta opción cautelar criticada por algún sector de nuestra doctrina patria
finalmente fue adoptada por la Sala Constitucional del Tribunal Supremo de Justicia
en sentencia de fecha 18 de Diciembre de dos mil uno caso TIM INTERNATIONAL
B.V., domiciliada en la ciudad de Ámsterdam, Reino de los Países Bajos, contra la
sentencia dictada el 26 de octubre de 2001, por la Corte Primera de lo Contencioso
Administrativo.
En este caso si bien se cambió el criterio por parte de esa Sala respecto a quien debe
conocer de los amparo contra sentencia cuando ésta tiene naturaleza cautelar,
atribuyéndole la competencia al tribunal que conocería de la apelación, se estableció
además el poder cautelar por un juez incompetente y la posibilidad de luego declinar;
poder que tiene todo juez y mas aún el contencioso. En su dispositiva la referida Sala
estableció:
Es por las razones que anteceden, que esta Sala Constitucional del
Tribunal Supremo de Justicia, administrando justicia en nombre de la
República y por autoridad de la Ley, declara:
Vale aclarar que la potestad del juez no radica en crear un nuevo procedimiento,
como lo ha venido haciendo la Sala Constitucional, sino que el juzgador debe
seleccionar para ventilar la acción propuesta algún procedimiento existente en la ley o
en otras leyes y que considere que sería apto para tramitar la acción que esta
conociendo.
Artículo 102. Cuando ni esta Ley, ni en los códigos y otras leyes nacionales se
prevea un procedimiento especial a seguir, la Corte podrá aplicar el que juzgue
más conveniente, de acuerdo con la naturaleza del caso.
En tal sentido, nada obsta a que en virtud del poder cautelar que tiene el juez
contencioso-administrativo, le sea posible decretar una medida precautelativa a
propósito de la violación de derechos y garantías constitucionales, vista la
celeridad e inmediatez necesarias para atacar la transgresión de un derecho de
naturaleza constitucional.
Con tal objeto, y en tanto se sancione la nueva ley que regule lo relacionado con
la interposición y tramitación de esta especial figura, la Sala Político-
Administrativa estima necesaria la inaplicación del procedimiento previsto en
los artículos 23, 24 y 26 de la Ley Orgánica de Amparo sobre Derechos y
Garantías Constitucionales, por considerar que el mismo es contrario a los
principios que informan la institución del amparo, lo cual no es óbice para que
la Ley continúe aplicándose en todo aquello que no resulte incongruente a la
inmediatez y celeridad requerida en todo decreto de amparo. En su lugar, es
preciso acordar una tramitación similar a la aplicada en los casos de otras
medidas cautelares.
La parte contra quien obra la medida podrá hacer la correspondiente oposición, una
vez ejecutada la misma, siguiendo a tal efecto el procedimiento pautado en los
artículos 602 y siguientes del CPC.
En este sentido, la Sala resumió el trámite del procedimiento del amparo cautelar de
la siguiente manera:
A propósito del conflicto de autoridades debemos reseñar que tenemos que el propio
texto constitucional, diferencia las controversias que se plantean entre entes del Poder
Público, en razón de la naturaleza de las mismas, existiendo de esta forma controversias
de naturaleza constitucional y controversias administrativas, debiéndose concluir
entonces que, una controversia será administrativa cuando su resolución no implique la
aplicación de la normativa constitucional al menos de manera directa, sino la de normas
de rango legal o infraconstitucional.
Ahora bien, cuando el ordinal 9° del artículo 336 de la Constitución se refiere a los
órganos del Poder Público debe entenderse que hace alusión a los previstos en el
artículo 136 eiusdem, el cual consagra la división del Poder Público tanto en el plano
vertical como horizontal; entendiendo que el conflicto debe ser entre órganos y no entre
los funcionarios de los mismos; resultando legitimado para el planteamiento del
conflicto, el director o la persona que preside dicho órgano.
8[8] Vid. Ley 30/1992, modificada por la Ley 4/1999 BOE n° 12 de 14 de enero de 1999 corrección de errores en
BOE n° 16 de 19 de enero de 1999, sobre el Régimen Jurídico de las Administraciones Públicas y del Procedimiento
Administrativo Común (LRJAP-PAC). España.
controvertido, ante la jurisdicción contenciosa administrativa, para así evitar
conflictos que pudieran producirse por decisiones simultáneas y contradictorias
de las autoridades administrativas y judiciales sobre un mismo acto
administrativo.
Por otra parte, en cuanto al procedimiento aplicable para tramitar los casos de
reclamación contra las vías de hecho de la Administración, la Corte Primera de lo
Contencioso Administrativa, en voto salvado del autor del presente trabajo en
expediente N° 00-22925, señaló que frente a la actuación material o vía de hecho de la
Administración deben ser eliminados todos los privilegios procesales, por lo que reseñó:
Ahora bien, siendo que todos los habitantes de la República tienen derecho a la
protección de la salud, es necesario recalcar que la actuación del organismo
administrativo al emitir su decisión de cierre del referido centro ambulatorio
contradice y menoscaba dicha protección, lo que se traduce en violación de
dichos derechos, por cuanto impide a los habitantes de la localidad de Los
Teques el uso de los medios dirigidos al resguardo de dicho bien, por ello esta
Corte vista la relevancia de los derechos denunciados como violados, considera
imperioso declarar la procedencia de la presente pretensión de amparo
constitucional
En este sentido la Corte acordó tutela constitucional preventiva por medio de la cual
se ordenó al presunto agraviante el restablecimiento inmediato del servicio, advirtiendo
que en contra de dicha orden cabe oposición de conformidad con la aplicación analógica
de los artículos 602, 603 y 604 del CPC.
Por último, somos de la tendencia que sostiene que el poder judicial venezolano se
encuentra en mora en cuanto a la aplicación de la oralidad en los procesos judiciales ya
que, conforme a la tesis de la aplicación inmediata de las normas constitucionales, ha
debido aplicarse por vía analógica el procedimiento oral previsto en el CPC,
especialmente en estos casos de reclamación por la prestación de servicios públicos.
En este sentido podemos señalar la sentencia líder en esta materia dictada por la Sala
Constitucional del Tribunal Supremo de Justicia en el caso: Asociación Civil Deudores
Hipotecarios de Vivienda Principal (ASODEVIPRILARA) [créditos indexados] de
fecha 22 de agosto de 2001, en la cual señaló lo siguiente:
9[9] atribuyó tal facultad al Consejo de la Judicatura, la cual en su artículo 119, estableció: “ El Consejo de la
Judicatura queda autorizado para que, dentro del plazo de un año, desde la publicación de esta Ley, determine
mediante resolución las Circunscripciones Judiciales y los tribunales en que entrarán en vigencia las disposiciones del
procedimiento oral, contenidas el Título XI del Libro Cuarto del Código de Procedimiento Civil. Igualmente queda
autorizado el Consejo de la Judicatura para extender la aplicación del procedimiento oral o procedimiento breve
previsto en el Título XII del Libro Cuarto del Código de Procedimiento Civil, a las materias que considere
conveniente, sin consideración a la cuantía”.
contenciosa administrativa debería ser aplicado el procedimiento mas afín representado
por el procedimiento establecido en la Ley del Estatuto de la Función Público ello como
facultad que tiene establecida el Juez contencioso administrativo como ya se han
analizado.
Es así como dentro de los poderes probatorios del juez se encuentra, según lo
dispone el artículo 126 de la Ley de la Corte Suprema de Justicia la posibilidad que
tiene de declarar mediante un auto expreso el inicio de la fase probatoria; sin embargo,
tal situación se ha interpretado por la jurisprudencia en el sentido de abrir de pleno
derecho el referido lapso probatorio.
Igualmente debe el juez decidir sobre la admisión de las pruebas que le sean
promovidas en el juicio (artículo 128 de la Ley Orgánica de la Corte Suprema de
Justicia), facultad desde luego para cualquier juzgador y no exclusiva del contencioso
administrativo. Sobre éste punto conviene destacar que si bien es cierto que en cuanto a
la promoción y evacuación de las pruebas el artículo 127 de la Ley que rige al Máximo
Tribunal señala “cinco audiencias para promoverlas y quince para evacuarlas”, resulta
necesario que tales lapsos probatorios incluyan también los respectivos plazos
procesales para que las partes puedan hacer oposición a las pruebas presentadas, de
considerarlo necesario y además debe existir el lapso u oportunidad para que el director
del proceso decida sobre tal oposición -en caso de que esta fuere hecha- o simplemente
de decidir sobre la admisión de las mismas. Esto resulta necesario, sobre todo en la
parte referida a la oportunidad para oponerse a las pruebas debido a que mediante esa
oportunidad procesal se preserva uno de los derechos fundamentales más importantes en
materia judicial, como lo es el derecho a la defensa, consagrado en el artículo 49
constitucional. Bajo este espíritu los diversos plazos de la fase probatoria deben quedar
de la siguiente manera: cinco (5) días para la promoción de las pruebas necesarias; tres
(3) días para que las partes puedan realizar oposición formal a las pruebas que fueron
promovidas en el proceso; otros tres (3) días para que el juez decida sobre la admisión o
no de las mismas y por último quince (15) días para la evacuación de éstas.
Por otra parte a diferencia del juez y el sistema del proceso civil, que tienen carácter
dispositivo, el juez contencioso administrativo tiene amplios poderes inquisitivos en lo
referido a la investigación de la verdad y de los hechos.
10[10] Principios Generales del Derecho Procesal Administrativo. Vadell Hermanos Editores, C.A. Valencia.
Venezuela. 1998.
Igualmente vale la pena destacar que los medios de los que dispone el juez para
recabar las pruebas que juzgue necesarias no se encuentran limitados, ya que de una
simple lectura del artículo se puede evidenciar que no se refiere o reduce a unos medios
probatorios en específico; lo cual desde luego, facilita en gran medida la tarea que el
juzgador debe realizar. Sin embargo, tal artículo -129- se encuentra establecido en la
Sección Tercera del Capítulo III, Título V, sección esta titulada “De los Juicios de
Nulidad de los Actos Administrativos de efectos particulares”; razón por la cual
debemos entender que la potestad probatoria aquí comentada sólo es aplicable por los
jueces en dichas acciones. No obstante, en el Capítulo I del mismo título referido a las
“Disposiciones Generales de los Procedimientos” se establece en el artículo 96 la
posibilidad de que se verifiquen, luego del acto de informes, los llamados autos para
mejor proveer, contemplados en el artículo 514 del Código de Procedimiento Civil, lo
cual debe interpretarse de que en igual manera resulta aplicable lo dispuesto en el
artículo 401 eiusdem, que plantea las llamadas diligencias oficiosas, que en definitiva
consagran facultades probatorias de las que el director del proceso puede disponer para
emitir su fallo.
Desde el punto de vista del derecho procesal civil la carga de probar lo alegado
corresponde a la parte que afirma (actori incumbit onus probandi); al demandado
sólo le incumbe la prueba de las excepciones por él opuestas. Quien pida la
ejecución de una obligación debe probarla y quien pretenda que ha sido libertado de
ella debe por su parte probar el pago o el hecho que ha producido la extinción de su
obligación. (Articulo 1354 Código Civil Venezolano (en adelante C.C.V).
En este sentido, el criterio que ha señalado que dado el carácter revisor del
proceso contencioso administrativo donde normalmente el particular asume la
posición de demandante y por ende le incumbe al administrado la total carga de la
prueba, debe ser revisado. Esta errada corriente afirma, que la total carga de la
prueba está atribuida a quien afirma que el acto impugnado es ilegal, independiente -
mente del carácter constitutivo, impeditivo, extintivo o excluyente de los hechos que
fundamentan la pretensión. Pareciera también, por cuanto no existe norma expresa, que
incumbe al reclamante la “carga de la prueba” de los hechos de los que derive su
derecho y no resulten del expediente administrativo. Por otra parte, tanto en el
procedimiento de gestión como en el de solución de reclamaciones, quien haga valer su
derecho deberá probar los hechos normalmente constitutivos del mismo. Todo ello
como vimos debe ser re-estudiado.
valoración)
La primera etapa: Es la etapa investigativa que se inicia algunas veces con la
providencia de investigación fiscal y es llevada a cabo por las Divisiones de
Fiscalización de todas las Gerencias Regionales del Tributos Internos del SENIAT
y por algunas otras Administraciones que se rigen por el Código Orgánico
Tributario. Esta primera etapa culminaría con un acta de reparo, para
posteriormente, si hay allanamiento por parte del contribuyente, liquidar
sanciones y multas. También algunos procedimientos de reparo abreviado o de
imposición de multas sumarial culminan con esta etapa por lo que no será
necesario la segunda etapa que se expone de seguidas.
Esta sentencia viene a ratificar un viejo criterio que señalaba que los actos
administrativos tributarios tienen que estar precedidos de una Acta Fiscal, es decir,
de una comprobación por parte de funcionarios públicos, de determi nados hechos,
que luego motivaron un acto administrativo posterior, generalmente de carácter
sancionatorio o de liquidación de impuestos. Dichas actas fiscales, constituyen el
elemento probatorio de legitimidad y de veracidad de los hechos que en ellas se
consignan y es al recurrente a quien corresponde producir en el debate procesal la
prueba adecuada de la incorrección, la falsedad o la inexactitud de aquellos
hechos. Mientras esto no se pruebe por el particular, esos hechos tienen pleno
valor probatorio por virtud de la presunción de legitimidad del Acta Fiscal. 17[17]
Es por las razones anteriormente expuestas que podemos concluir que aunque el
contribuyente haya alegado en los descargos o en la etapa recursiva hechos y razones en
15[15] Sentencia emitida en fecha 05-04-94, por la extinta Corte Suprema de Justicia en
Sala Político Administrativa, Especial Tributaria, en el caso La Cocina, C.A.
Esta facultad para hacer evacuar de oficio las pruebas20[20] que sean consideradas
oportunas para obtener el conocimiento de los hechos planteados, tanto por el actor
como por el demandado, puede ser utilizado en cualquier estado del proceso, por lo que
se observa en la jurisprudencia de nuestro Tribunal Supremo múltiples autos para mejor
proveer, lo que es la practica común para conseguir la sentencia mas ajustada a derecho.
Encontramos autos de solicitud de recaudos, incluso a los fines de la admisibilidad del
recurso, a manera de referencia podemos señalar un auto de 18 de diciembre de 2001
sentencia N° 03020 en un recurso de nulidad conjunto con acción de amparo contra una
decisión tacita confirmatoria de medida destitutoria dictada por la DISIP en el cual la
Sala Político Administrativa dictó auto para mejor proveer a objeto de que sean
19[19] Ley que es anterior al Código de Procedimiento Civil cuyo reforma fue publicado en la Gaceta Oficial N°
4.209 de 18 de septiembre de 1990.
20[20] También se encuentra prevista en el Art.276 del Código Orgánico Tributario, no obstante en los procesos de
2da Instancia Tributarios, la aplicación del Art. 129 señalado tiene plena vigencia.
remitidas algunas actas administrativas. De dicho auto se desprende que los motivos que
llevan al tribunal a solicitar dichas documentaciones surge debido a que “…los
documentos cursantes en autos, acompañados al escrito del recurso, resultan
insuficientes, así como confusa la narrativa, respecto de los recursos interpuestos por el
actor y las respectivas decisiones administrativas, fundamentales e imprescindibles a los
fines de la admisibilidad del recurso contencioso de nulidad y la acción de amparo
cautelar aquí ejercido.”
Considera la Sala que esta facultad de solicitar todos los documentos y medios de
prueba necesarios para la correcta resolución de la causa, nacen “…en interés de
procurar la tutela efectiva de los derechos e intereses de las personas que acceden a la
administración de justicia y a obtener con prontitud una decisión, de conformidad con
el mandato previsto en el artículo 26 de la Constitución vigente…” (vid. AMP-0022 de
fecha 24 de septiembre de 2002).
De la lectura de bastantes autos para mejor proveer dictados por la Sala Político
Administrativa hemos observado que el juez ha hecho uso de esta amplia facultad de
solicitar pruebas de oficio, primordialmente a la Administración, sobre todos aquellos
puntos y hechos en los que haya deficiencia o lagunas.
21[21] Ley Orgánica de Procedimientos Administrativos publicada en la Gaceta Oficial N° 2.818 de 1 de julio de
1981.
acto es anulable, generalmente los efectos de su nulidad correrán hacia el futuro –visión
bipartita de los efectos de la nulidad o anulabilidad de los actos en sede administrativa-
sin embargo, el juez en su decisión de nulidad puede disponer la solución que considere
mas adecuada a la circunstancia fáctica planteada –lo que se conoce como los efectos
tripartitos de la nulidad decretada por el Juez Contencioso Administrativo-.
En este sentido, para Rondón de Sansó la posibilidad de precisar los efectos de una
sentencia en el tiempo, sobre todo con relación a los actos particulares, revela la
presencia de una amplia discrecionalidad del juez contencioso administrativo en el
momento en que se cierra la fase de cognición del núcleo del recurso. En esta
oportunidad, el Juez adquiere el poder de tutela del orden administrativo.
Esta potestad de disponer los efectos temporales de la sentencia por parte del juez
contencioso, se encuentra establecida, ya no en la Constitución sino en la LOCSJ en el
artículo 131, que señala lo siguiente:
Esta previsión está contenida dentro de las disposiciones comunes a los juicios de
nulidad de actos tanto de efectos generales como de efectos particulares, sin embargo, el
artículo 131 de la misma ley, señala el mismo concepto en el artículo 119 contenido
específicamente dentro del juicio de nulidad de actos de efectos generales.
(…)
Por otra parte debemos señalar el análisis que ha hecho la Sala Político
Administrativa sobre la fijación de los efectos en el tiempo de las sentencias, así la Sala
ha hecho la siguiente apreciación a la hora de adaptar su aplicación en otros casos, así
en sentencia de fecha 2 de mayo de 2000, caso: Construcciones ARX, C.A, -que aun
cuando se analizó un acto del Poder Público con rango de ley, su aplicación debería ser
similar para el caso de actos administrativos generales de efectos normativos o no- esta
sentencia señaló lo siguiente:
(…)
Además de no establecer el dispositivo de la sentencia los efectos de su decisión
en el tiempo, y menos aun, al no establecer efectos ex tunc, mal podría darse
este por sobreentendido, ya que el Poder del Juez debe ejercerse en los límites
que ley le haya facultado (art. 119 de la Ley Orgánica de la Corte Suprema de
Justicia), y de no hacerlo debe entenderse que la nulidad tan sólo produce
efectos hacia el futuro y así se declara.
(…)
“Ha sido señalado precedentemente que la sentencia anulatoria extinguió la norma por
considerarla viciada, sin limitar, de conformidad con lo dispuesto en el artículo 131 de la
Ley Orgánica de la Corte Suprema de Justicia, los efectos de la anulación en el tiempo,
en razón de lo cual, este efecto es ex tunc, es decir hacia el pasado; opera desde el
momento mismo en que la norma fue dictada”.
del Código Orgánico Tributario de 1994, la procedencia de las circunstancias
atenuantes alegadas a favor de la contribuyente referentes a no haber tenido la
intención de causar el hecho imputado y a la ausencia de comisión de violación
de normas tributarias durante los tres años anteriores aquél en que se cometió
la infracción y, en consecuencia, fija la multa impuesta por disminución
ilegítima de ingresos tributarios en un sesenta por ciento del tributo omitido. Así
se declara.
Otro de los poderes del juez, en cuanto a los efectos de la sentencia es la posibilidad
de condenar a la Administración al pago de sumas de dinero como indemnización por
los daños ocasionados en la responsabilidad administrativa. En este sentido, la
jurisprudencia ha sido muy fructífera siendo condenada la Administración a prestar una
indemnización por los daños ocasionados, entre las sentencias mas resaltantes podemos
señalar: N° 02130 de 9 de octubre de 2001, caso: Hugo Betancourt; N° 01386 de 15 de
junio de 2000, caso: ELEORIENTE; N° 15439 de 2 de mayo de 2000, caso:
ELECENTRO; entre otras.
Sin embargo, esta situación ha sido modificada posteriormente debido a que la Sala
Constitucional en sentencia de 24 de abril de 2002 (caso SINTRACEMENTO) declaró
nula con efectos generales y pro futuro la norma contenida en el artículo 43 de la
LOCSJ, en lo que respecta a que la competencia para el avocamiento reposa
exclusivamente en la Sala Político Administrativa de conformidad con el ordinal 29 del
artículo 42 de esa misma ley, por ende esta competencia ya no es exclusiva de dicha
Sala sino que es de todas las salas según la conexión con la materia que se esté
discutiendo. Esta facultad de avocamiento respecto a jueces de instancia en materia
contenciosa administrativa –pero no exclusiva en esta área del derecho- en ciertos
casos se constituía como una herramienta válida de control de criterios y de aplicación
uniforme del derecho administrativo.
Artículo 102. Solicitud. Cuando se pretenda que una de las Salas reciba y tramite el
avocamiento, el interesado presentará una solicitud al Tribunal Supremo de
Justicia en la Sala afín con la naturaleza del juicio que motiva la solicitud, en la
que debe expresar en manera clara y concisa los hechos que justifican el
avocamiento. Junto con la solicitud debe acompañar un medio de prueba que
constituya presunción grave de haberse infringido el orden jurídico.
F. Ejecución de la Sentencia.
En esta fase del proceso es donde el particular evidencia con más fuerza una
contención donde existe una gran desigualdad de su persona con respecto a su
contrincante,33 ya que en este punto nos encontramos con la barrera de dos principios
que protegen a la Administración y en los cuáles a menudo se escuda para
desentenderse de las condenas que le son impuestas por los jueces. Tales principios son
el de Legalidad Presupuestaria, establecido en el artículo 314 constitucional y el de
Inembargabilidad de los bienes públicos, previsto en el artículo 16 de la Ley de
Hacienda Pública y también en el artículo 73 del decreto con rango y fuerza de Ley
Orgánica de la Procuraduría General de la República.
Debe entenderse que la ejecución de las sentencias forma parte del debido proceso al
que todo ciudadano tiene derecho a obtener de parte de los organismos judiciales,
siendo además la ejecución de la sentencia elemento fundamental de la función
jurisdiccional, función ésta que no puede entenderse como limitada a conocer de
determinada acción propuesta y decidirla conforme a derecho; sino que la misma se
hace extensiva hasta la consecución material del derecho declarado, es decir, abarca
necesariamente la ejecución de la sentencia. En efecto, para que la función ejercida por
los operarios de justicia cumpla en realidad con su finalidad, vale decir, para que pueda
considerarse como una verdadera función, debe materializar lo dispuesto por el
ejercicio de la facultad decisoria de la que los jueces han sido investidos por la
República; lo contrario sería concebir a la función jurisdiccional como un ejercicio
vacío, abstracto y carente de sentido alguno. Por demás la inejecución de la sentencia
implicaría una violación al derecho constitucional al debido proceso, a la luz de los
avances jurisprudenciales comentados.23[23]
33 Tal inquietud se puede ver reflejada en el libro “Hacia una Nueva Justicia
Administrativa”, escrito por Eduardo García de Enterría quién dedica varios capítulos
de su obra a tal tema, para tratar de explicar como es tratado ese tópico en el Derecho
Español e incluso en el Derecho Francés.
23[23] Por ello, el verdadero thelos de la función judicial, se consuma precisamente en el momento de que el
fallo es llevado a la realidad, haciendo efectivos los derechos de los ciudadanos; y ello afortunadamente ha sido
entendido así, tanto por la doctrina nacional y extranjera como por la jurisprudencia; y para ejemplo de ello se pueden
citar las palabras del maestro García de Enterría, quién señala:
“Que sólo puede hablarse de jurisdicción verdadera si el vencedor de un proceso puede imponer al vencido la
ejecución forzosa de la Sentencia es una obviedad. Otra, que el contencioso no puede limitarse a procesos puramente
declarativos y retóricos, sino que ha de incluir procesos de condena bien en vía principal o subsidiaria, esto último,
al menos, para poder imponer la ejecución de un fallo y que dicha ejecución no quede remitida a la buena voluntad
de los funcionarios administrativos o entendida como un mero deber moral, como una <<obligación natural>> (no
civil), en sentido técnico, esto es, completamente incohercible.” Prólogo de la Obra de Miguel Beltrán
Además, el deber aquí comentado para los jueces, se encuentra de igual manera
reflejado en textos legales como lo es el caso de los artículos 21 del Código de
Procedimiento Civil y el artículo 2 de la Ley Orgánica del Poder Judicial, los cuáles
establecen:
24[24] Cuestión que se había comenzado a forjar en sentencia de fecha 18 del mes de
mayo del año 1995, caso Plásticos el Guárico C.A, donde se dejó sentado lo siguiente:
Ha reiterado la Sala que la potestad tanto de juzgar como de ejecutar las decisiones
corresponde exclusivamente al Poder Judicial, lo cual también tiene justificación de
rango legal; así la Ley Orgánica del Poder Judicial en su artículo 2 establece que “el
ejercicio de la potestad jurisdiccional de juzgar y hacer ejecutar lo juzgado, corresponde
exclusivamente a los tribunales…” pudiendo hacer uso de cualquier medio legal
coercitivo, incluso hacer uso de la fuerza pública para cumplir este cometido.
Es por todo lo anterior que no nos queda más que concluir y asegurar que la
ejecución de la sentencias constituye un derecho fundamental de todo ciudadano que
accede a los órganos de la administración de justicia en búsqueda de ésta, formando de
igual manera, una de las manifestaciones del derecho constitucional a la tutela judicial
efectiva; consolidándose así, la verdadera finalidad última del proceso; la justicia
material; ya que “Un sistema de tutela judicial efectiva no es sólo un sistema que
permita abrir los procesos y en cuyo seno se produzcan sentencias ponderadas y
sabias. Estas sentencias tienen también que ser efectivas ellas mismas y, por tanto
deben necesariamente poder ejecutarse. El derecho a la tutela judicial efectiva incluye
necesariamente el derecho a la ejecución de las sentencias contra la
Administración.”25[25]
Una vez que han quedado brevemente aclaradas las bases que tiene el derecho a la
ejecución de las decisiones judiciales en el ordenamiento jurídico venezolano, se hace
necesario hacer un recorrido por las tendencias que ha tenido nuestro máximo tribunal
en relación a la ejecución de las sentencias condenatorias que sean dictadas en contra de
la República. A este respecto observamos que ha sido reiterada la utilización, en cuanto
sea aplicable, del procedimiento de ejecución de sentencias establecido en la LORM,
siguiendo los lineamientos de la extinta Corte Suprema de Justicia. Sólo a manera de
ejemplo podemos señalar dos sentencias de la Sala Político Administrativa de fecha 15
de junio de 2000 ambas con ponencia del magistrado Carlos Escarrá Malavé N°s 01384
y 01389, en las cuales se decretó la ejecución de la sentencia de la siguiente manera: -Se
ordenó notificar al Procurador General de la República para dar cumplimiento
voluntario a la sentencia en un lapso de diez (10) días hábiles contados a partir de su
notificación, a los fines de que el Ejecutivo Nacional determine los términos en que
haya de cumplirse lo sentenciado. –En caso de no cumplirse voluntariamente la
sentencia, se procederá a la ejecución de la misma aplicando por analogía lo dispuesto
en el artículo 104 de la LORM, “…respetando los principios de la Constitución de la
República Bolivariana de Venezuela y los privilegios del Fisco.”
25[25] García de Enterría, Eduardo: “Hacia una Nueva Justicia Administrativa. Madrid. Editorial Civitas. 1992. P
152
dada la carencia de una formula de ejecución propia en lo Contencioso
Administrativo, los tribunales de esta especial sede han recurrido
sistemáticamente a las disposiciones del Código de Procedimiento Civil y al
artículo 104 de la Ley Orgánica de Régimen Municipal para lograr ejecutar lo
fallado, ello en virtud de la aplicación supletoria que ordena el artículo 88 de la
Ley Orgánica de la Corte Suprema de Justicia.
Empero esta Corte evidencia que ninguna de las formula previstas en los
artículos 528 al 531 del Código de Procedimiento Civil, recoge una formula
directamente aplicable para el caso en cuestión, por cuanto la que está prevista
para las obligaciones de hacer en el área civil -artículo 529-, prevé la ejecución
por sustitución, a costa del deudor y en caso de su imposibilidad prevé el pago
por equivalente, con lo cual no se cumpliría el mandato de "que se realice la
reincorporación del accionante a su condición de Profesor Ordinario de esa
Casa de Estudios".
A la misma conclusión hay que llegar con disposición del artículo 104 de la Ley
Orgánica de Régimen Municipal por cuanto no resuelve plenamente el
problema. (…)
Por ello estima esta Corte que no existe formula de ejecución prevista
legalmente que canalice casos como el presente, existiendo solamente el artículo
11 de la Ley Orgánica del Poder Judicial
- En primer lugar se requerirá una proposición de ejecución por parte del ente
administrativo.
- Para ello podrá hacer uso de la fuerza pública si fuere necesaria, tal y como lo
pauta el artículo 11 de la Ley Orgánica del Poder Judicial.
Sostuvo la Corte en este caso que cuando conjuntamente a la obligación de hacer se
haya condenado a una obligación de dar, la vía idónea para la ejecución del fallo
“…estaría representado por la ejecución contra la partida a la que se refiere artículo 42
de la Ley Orgánica de Régimen Presupuestario…” [hoy Ley Orgánica de
Administración Financiera para el del Sector Público]26[26]
Así pues se considera que la vía instrumentalmente idónea para el caso sub-
iudice es la expuesta anteriormente referente a la obligación de hacer, pero
conminando al Consejo de Dirección de la Universidad Nacional Experimental
"Rafael María Baralt" para que ejecute voluntariamente lo fallado por esta
26[26] existen otros bienes pertenecientes al Estado, que perfectamente podrán ser objeto de tales medias, por no
implicar entorpecimiento de la actividad administrativa ; como lo sería el caso del embargo determinadas partidas
presupuestarias que no afecten directamente la prestación de servicios públicos y el cumplimiento de los cometidos
fundamentales de la actividad administrativa del entes u organismo ejecutado; tal como lo sería, por ejemplo,
aquellas partidas destinadas a la realización de eventos sociales, o las partidas destinadas a agasajos en los
organismos públicos, dependiendo de la actividad que el mismo desarrolle; cuestión que a su vez se ve favorecida
dada la característica de fungibilidad con la que cuenta el dinero. También pudiera darse el caso de que se
practiquen medidas, ejecutivas en aquellos bienes públicos de uso privado siempre y cuando los mismos no
repercutan de manera negativa en el normal y buen funcionamiento de sus tareas.
27[27] Estos poderes se tienen que ver con otros generales a la de todo juez. Así podemos ver que el artículo 14 del
Código de Procedimiento Civil, prevé que el Juez es el director del proceso y que debe impulsarlo de oficio hasta su
conclusión por una parte, y por la otra, cuando se analiza la tesis del despacho saneador contenida en el artículo 206
de la Ley de Formas, que le impone al Juez el deber de procurar la estabilidad de los juicios, evitando o corrigiendo
las faltas que puedan anular cualquier acto procesal, debe entenderse que el Juzgador asume un papel fundamental,
con potestades suficientes para obtener el fin común del Estado y del Derecho, que es la Justicia.
Por ello, las figuras “del juez rector del proceso“ y “del despacho saneador” deben reinterpretarse a la luz de la
Constitución de la República Bolivariana de Venezuela. En consecuencia, el juzgador puede y debe corregir de
oficio, o a instancia de parte, los errores u omisiones que existan en los diferentes actos procesales, siempre que no se
cambie la naturaleza de ellos.
Corte tal y como lo dispone el artículo 524 del Código de Procedimiento Civil,
por cuanto esa oportunidad no se ha fijado, y así se declara.
Ese Consejo deberá cumplir lo fallado por esta Corte en sentencia de fecha 26
de mayo de 1999; de haberlo hecho informará la forma como lo cumplió; si
manifestare la forma de cumplimiento, el comisionado remitirá las resultas de
su gestión a esta Corte; en caso contrario, procederá ese mismo tribunal a
hacer cumplir lo fallado, tal y como se señaló ut-supra; verificando a todo
evento la incorporación en nomina del ciudadano Onelio Ruz Arrieta, así como
su inclusión dentro de la plantilla de profesor ordinario de la Universidad
Nacional Experimental "Rafael María Baralt, ante esa misma autoridad o ante
la autoridad competente dentro de esa universidad. Para cumplir con lo
anterior podrá hacer uso de la fuerza pública, si fuere necesario.
En este mismo orden de ideas la misma Corte, pero esta vez en sentencia de la
magistrada Luisa Morales Lamuño, en el caso William Fernando Uribe Regalado vs.
UCV, expediente N° 00-23579 señaló lo siguiente:
“Los tribunales para la ejecución de sus sentencias y todos los actos que
decreten o acuerden, pueden requerir de las demás autoridades el concurso de
la fuerza pública que de ella dependa, y, en general valerse de todos los medios
legales coercitivos de que dispongan.
Ahora bien, dada las normas del Código Procedimiento Civil-en adelante CPC son
aplicables de forma supletoria a los recursos contencioso administrativos de
conformidad con el artículo 88 de la ley que rige la materia, ha sido práctica tanto del
Tribunal Supremo como de los tribunales de instancia, aplicar las normas relativas a la
ejecución de la sentencia prevista en dicho código. En este sentido tenemos que la Sala
en sentencia N° 01804 de fecha 03 de agosto de 2000 con ponencia del magistrado
Levis Ignacio Zerpa, caso: Galco, C.A. vs. Diques y Astilleros Nacionales C.A,
(Dianca) señaló: (ver también sentencia N° 01404 de fecha 15 de junio de 2000, caso:
Constructora Odra, C.A. vs. Hidroccidental)
Para concluir no podemos dejar de hacer una breve reseña respecto al procedimiento
para la ejecución de las sentencias previsto en el Derecho con rango y fuerza de Ley
Orgánica de la Procuraduría General de la República de 2001. En primer lugar se debe
señalar que cuando la República es condenada deberá ser notificado el Procurador
General de la República el cual contará con un lapso de 60 días para informarle al juez
encargado de la ejecución, la forma y la oportunidad para su ejecución. Luego de la
notificación el procedimiento, en resumen, será el siguiente:
En caso de ser rechazada la propuesta, el Tribunal debe fijar otro plazo para
presentar una nueva propuesta.
Otro de los poderes especiales que posee el juez contencioso administrativo, que lo
separa tajantemente del juez civil, el cual es la posibilidad de analizar los requisitos de
admisibilidad del recurso o acción en cualquier estado y grado de la causa.
1.- Del análisis efectuado a los escritos presentados por las partes, debe esta
Sala pronunciarse de forma preliminar sobre los puntos controvertidos
referentes al agotamiento o no de la vía administrativa y de la inepta
acumulación, aspectos éstos denunciados por los apoderados de la empresa
CADAFE, a cuyo efecto, niegan la verificación del silencio administrativo
advertido por los recurrentes para el caso de marras; revisión ésta susceptible
de efectuarse en cualquier estado de la causa, no sólo por la aludida denuncia
formulada, sino también, por el imperativo que impone el que los requisitos de
admisibilidad de los recursos sean de orden público.
28[28] Cuyo antecedente de la misma Sala fue la sentencia de fecha 4 de julio de 2.000, en el caso
“Petrozuata”
intente contra la República, sin que se acredite el cumplimiento de las
formalidades del procedimiento previo a que se refieren los artículos
anteriores, o el contemplado en la Ley Orgánica de la Hacienda Pública
Nacional, según el caso."
Como se evidencia de este texto, el órgano jurisdiccional se encuentra
procesalmente imposibilitado para dar curso a cualquier demanda que se
intente contra la República, sin que el actor o interesado hubiere intentado
previamente el antejuicio administrativo previo.
Por tales razones considera esta Sala, y de ahí que se abandone el criterio
sostenido por la Sala Político-Administrativa de la extinta Corte Suprema de
Justicia, que cuando el Juzgado de Sustanciación de la Sala admite una
demanda sin haberse demostrado el cumplimiento del antejuicio administrativo
previo, lo procedente no es la oposición de la cuestión previa de prohibición de
admitir la acción propuesta (ordinal 11° del artículo 346 del Código de
Procedimiento Civil), sino la apelación del auto de admisión dictado por el
Juzgado de Sustanciación, a fin de que la Sala se pronuncie en relación a los
requisitos de inadmisibilidad sobre los cuales la parte afectada por el auto de
admisión, consideró que no fueron debidamente analizados al momento de
producirse la admisión de la demanda o la solicitud.
Si la representación de la República demandada no ejerciere ese derecho de
apelar contra el auto de admisión emanado del Juzgado de Sustanciación, la
propia Sala quedará autorizada -de oficio- para pronunciarse en relación al
auto proferido por dicho Juzgado y, consecuentemente, también quedará
autorizada para revocar el referido auto de admisión y declarar inadmisible esa
demanda en razón del carácter de orden público del procedimiento
administrativo previo que prevé la Ley Orgánica de la Procuraduría General de
la República, tal y como lo presupone el artículo 212 del Código de
Procedimiento Civil. Así se declara.
Es así que, finalmente, esta Sala considera con base a los razonamientos
señalados, que el auto de admisión dictado por el Juzgado de Sustanciación de
la Sala en fecha 26 de febrero de 1998 - el cual admitió la demanda interpuesta
por el ciudadano JUAN EDUARDO ADELLÁN -, debe ser revocado por este
órgano jurisdiccional y, en consecuencia, debe declarar inadmisible la demanda
interpuesta contra la REPÚBLICA DE VENEZUELA. Así se decide.
En ese sentido debe afirmarse que los recursos en sede administrativa no fueron
concebidos por el legislador para imponer una carga al administrado, sino más
bien, como un medio garantizador de la esfera jurídica de los particulares.
(…)
Por todos los razonamientos expuestos, considera esta Sala que el agotamiento
de la vía administrativa exigido en el artículo 124 ordinal 2º de la Ley Orgánica
de la Corte Suprema de Justicia, no vulnera en modo alguno el precepto
constitucional establecido en el artículo 26 de la Carta fundamental. Así se
declara.
Ahora bien, de las actas que conforman el presente expediente se observa, que
el recurrente en vista de la falta de respuesta de la Administración al recurso
jerárquico por ella interpuesto en fecha 18 de abril de 2000, acudió a este
Órgano Jurisdiccional por haber operado la ficción legal del silencio
administrativo negativo, lo que habilita al administrado para interponer el
correspondiente recurso contencioso de nulidad.
Esta Sala considera, que el lapso de noventa (90) días, establecido para que el
Ministro decida el recurso jerárquico debe ser computado por días
consecutivos, conforme a lo dispuesto por el artículo 134 de la Ley Orgánica de
la Corte Suprema de Justicia, por cuanto es dicha norma la que habilita al
administrado para acudir al la jurisdicción contenciosa administrativa, y siendo
que la ficción legal del silencio administrativo se construye como una garantía a
favor de éste, no puede quien decide señalar que el lapso establecido debe ser
computado por días hábiles – como pretende la recurrente-, en virtud de que
haría mucho más extensivo el lapso de que dispondrían los administrados para
acudir al contencioso administrativo, obstruyendo de esta manera la garantía
señalada ut supra. Esta Sala en anteriores oportunidades se ha pronunciado en
el sentido de que los 90 días deben ser computados en días consecutivos, tal
como lo señalan las decisiones de fechas 13 de abril de 2000 (Caso: Rafael José
Parra contra el Ministerio de Justicia) y 4 de octubre de 2001 sentencia Nº
02128. Así se decide.
Resulta concluyente entonces, que el lapso para interponer el recurso ante esta
Sala feneció el día 18 de enero de 2001, fecha en la cual se cumplieron los seis
meses continuos, contados a partir del 18 de julio de 2000, fecha en la cual se
cumplió el lapso de 90 días consecutivos en que el Ministro debió resolver el
recurso jerárquico, y siendo que el presente recurso se interpuso el 22 de
febrero de 2001, es decir extemporáneamente, debe forzosamente esta Sala
confirmar el auto dictado por el Juzgado de Sustanciación de fecha 19 de junio
de 2001, que declaró inadmisible, a tenor del ordinal 2° del artículo 84 de la
Ley Orgánica de la Corte Suprema de Justicia, en concordancia con el ordinal
4° del artículo 124 eiusdem, el presente recurso de nulidad, por cuanto resulta
evidente de autos la caducidad de la acción intentada. Así se decide.
En el artículo 4 no sólo se limita la actuación oficiosa del juez para iniciar los
procedimientos, a los casos en que les esté permitido por la ley, sino que ahora podrá
hacerlo en aquellos casos en que se encuentre involucrado el orden público. El artículo
señalado establece lo siguiente:
En este punto debemos recordar que de conformidad con el artículo 194 de la Ley
Orgánica de la Corte Suprema de Justicia, dicho Tribunal puede de forma oficiosa
iniciar un procedimiento, en los casos que se trate de la interpretación en casos
concretos en cuanto a la inteligencia, alcance y aplicación de la misma ley. En este
Anteproyecto esta amplia facultad ha sido suprimida.
Dictar las órdenes de hacer y fijar el plazo para cumplir lo dispuesto, en los
casos de omisiones, abstenciones o carencias, de los órganos del Poder Público;
En este punto debemos hacer referencia de forma comparativa a lo que son los
poderes del juez contencioso inquilinario quien podrá, además de hacer uso de todos
los poderes del juez contencioso que anteriormente han sido analizados, hacer uso de
un poder especial en esta materia el cual es reponer el procedimiento al estado de
volver a dictar el acto regulatorio declarado nulo de conformidad con lo establecido
en la sentencia, para lo que se deberá comenzar un nuevo procedimiento
administrativo en el cual tendrán pleno valor jurídico todas las actuaciones acordes
con la sentencia y que no hayan sido declaradas nulas por ésta. Esta facultad le está
dada al juez contencioso inquilinario en virtud de que éste no podrá en ningún
momento establecer la regulación del canon impugnado dado que estaría actuando
fuera del ámbito de su competencia, sustituyendo a la Administración usurpando por
tanto las funciones del Poder Público.
Asimismo observamos que los poderes de reducir los lapsos por razones de urgencia,
cuando las partes convengan en ello o cuando el asunto sea de mero derecho, así como
la facultad de solicitar de oficio todas aquellas pruebas que considere pertinente, han
sido mantenidos en el citado anteproyecto de ley, como se desprende de los artículos
115 y 116.
En este sentido establece la ley el procedimiento a seguir para ejecutar los distintos
tipos de sentencias que pueden ser dictadas por el sentenciador. Así cuando se trate de la
ejecución forzosa de sentencia condenatoria al pago de sumas de dinero el anteproyecto
reafirma el procedimiento que ha sido claramente esbozado por la jurisprudencia que en
todo caso es el siguiente:
Esta norma del anteproyecto encuentra su antecedente en otras leyes vigentes, por
ejemplo en la Ley sobre el Derecho de Autor está previsto que el agraviado pueda
obtener y ejecutar con anterioridad al juicio cualquier medida (de un amplio catálogo
prevista en este ley) en el caso de que la urgencia así lo requiera, ofreciendo un lapso
de 30 días continuos contados después de la ejecución de la misma para intentar la
demanda. Asimismo, en el Código Orgánico Tributario están establecidas, de forma
curiosa, medidas preventivas previas al procedimiento, sin embargo varían en que
éstas son solicitadas por la Administración, además de que no se establece un lapso
para intentar el juicio. Por último debemos reseñar la suspensión de suspender las
ordenanzas municipales por un lapso de 60 días, con anterioridad al inicio del
proceso judicial, dentro del especial recurso de reconsideración establecido para este
tipo de actos, previsto en los artículos 176 y siguientes de la LORM. Establece esta
ley, que la solicitud de reconsideración no suspende los efectos de la ordenanza, sin
embargo si el Concejo se pronuncia sobre la reconsideración dentro del lapso de 60
días, la ordenanza quedará suspendida ofreciéndole al interesado igual lapso (60
días) para intentar el recurso de nulidad ante el Tribunal Supremo de Justicia. La
Sala Político Administrativa deberá pronunciarse sobre la nulidad solicitada dentro
del lapso de 30 días, de lo contrario la suspensión de la ordenanza cesará, al igual
que si no se intentara la nulidad en el lapso previsto.
En primer lugar debemos señalar que los poderes de aplicar el procedimiento que
considere conveniente en caso de ausencia de uno aplicable al caso concreto, reducir los
lapsos en caso de urgencia y declarar la causa como de mero derecho son mantenidos en
este anteproyecto elaborado por la Sala Político Administrativa del Tribunal Supremo
de Justicia.
Por otra parte, establece el anteproyecto la facultad del sentenciador para acordar,
además de la suspensión de los efectos de los actos, todas aquellas medidas cautelares
que pueden ser de carácter conservatorio o anticipativo, estableciendo como requisitos
de procedencia los establecidos en el artículo 588 del CPC.
Dispone una cautelar, que denominamos especial, que se acordará en los casos de
negativa de admisión del accionante en un concurso o procedimiento análogo, y que
consistirá en la orden de admisión provisional de éste en dicho concurso.
Por otra parte, las medidas anticipativas son aquellas que están destinadas a
adelantar la satisfacción de la pretensión principal, lo que como fue señalado
anteriormente, ha sido aplicado por la jurisprudencia además de que se encuentra
establecido en algunos procedimientos especiales. (Obligación alimentaria, Ley de
Expropiación, entre otras) Conforme al anteproyecto son medidas anticipativas:
Del mismo modo el juez podrá otorgar la medida solicitada, sin necesidad del
cumplimiento de los requisitos señalados cuando el solicitante constituya garantía que
sea considerada “idónea” por el juez.
Por último señalaremos que se encuentra establecido en el anteproyecto un
procedimiento para el trámite de las medidas cautelares, el cual de forma general es el
siguiente:
Por otra parte debemos reseñar lo relacionado con la ejecución de las sentencias en la
justicia administrativa, señalando que todas las personas y entidades públicas y privadas
están obligadas a prestar su colaboración al órgano jurisdiccional para la debida
ejecución de sus fallos.
Como punto relevante dentro de este ítem es una excepción del privilegio de la
inembargabilidad de los bienes de la República, señalando que sólo aquellos bienes
afectados al uso público, servicio público o las percepciones fiscales, quedan
exceptuadas de embargo preventivo o ejecutivo.
Asimismo, una vez que hayan transcurrido los plazos establecidos para el
cumplimiento de la sentencia sin que la autoridad haya dado cumplimiento a la
misma, el Tribunal podrá adoptar, entre otras las siguientes medidas:
En relación a los efectos de la sentencia prevé esta norma que en caso de declararse
con lugar el recurso, el tribunal podrá tomar las siguientes decisiones:
- La forma de evacuación de las pruebas es conforme a las reglas del juicio ordinario,
siempre que los trámites no choquen con la brevedad. Sin embargo, se establecen en
este procedimiento algunas especificaciones en materia probatoria, a saber:
Los testigos no podrán ser tachados, sólo las partes en las conclusiones podrán
hacer las observaciones que sean oportunas sobre sus circunstancias personales y
sobre la veracidad de sus manifestaciones.
- Antes de darla por terminada la vista las partes podrán exponer oralmente lo que
crean conveniente.
- El juez contará con un plazo de 10 días desde la celebración de la vista, para dictar
la sentencia.
- La constancia del juicio no se llevará a través de un expediente, sino extendiendo un
acta, en la que se hará constar, entre otros puntos:
Breve resumen de las alegaciones de las partes, medios de prueba propuestos por
ellas, declaración expresa de su pertinencia o impertinencia, razones de la
denegación y protesta, si es el caso.
- Por último el Juez resolverá cualquier observación que se hiciera sobre el contenido
del acta, firmándola seguidamente en unión de las partes y de sus representantes o
defensores y de los peritos.
El último punto que quisiéramos resaltar sobre esta ley es el relacionado con la
ejecución de las sentencias, al respecto puntualizaremos lo siguiente:
- El juez podrá reponer al Estado exigido por el fallo y determinar los daños y
perjuicios ocasionados por el incumplimiento, en caso de que la Administración
realice alguna actividad en contravención a los pronunciamientos del fallo.
- En materia tributaria y funcionarial los efectos de una sentencia firme que hubiera
reconocido una situación jurídica individualizada en favor de una o varias personas
podrán extenderse a otras, en ejecución de la sentencia, cuando: los interesados se
encuentren en idéntica situación jurídica que los favorecidos por el fallo, el Juez
fuera también competente, por razón del territorio, para conocer del reconocimiento
de la situación jurídica individualizada o sea solicitada dicha extensión de los
efectos de la sentencia en el plazo de un año desde la última notificación.
CAPÌTULO IV
CONCLUSIONES
Si bien es cierto que los poderes del juez contencioso administrativo han sido
acogidos y ampliados por la jurisprudencia administrativa, insistimos que por la
ausencia de una ley especial que regule esta materia, se ha ocasionado cierta
inseguridad jurídica, porque como se ha observado del análisis realizado, la
aplicación de cada poder ha variado de magistrado a magistrado y conforme a las
tendencias de la doctrina contemporánea en el momento histórico. No obstante ello,
esta omisión ha tenido como contrapartida el florecimiento, a través de la
jurisprudencia, de criterios importantes en el devenir del contencioso administrativo.
RECOMENDACIONES
BIBLIOGRAFÍA
Araujo, José. (1997). Principios Generales del Derecho Administrativo Formal. (3ra.
ed.). Valencia: Vadell Hermanos Editores.
Couture, Eduardo. (1951). Crisis del Derecho Procesal. Revista de Derecho Procesal.
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Cuenca, Humberto. (1994). Derecho Procesal Civil. (6 ed. Vol. 1). Caracas:
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De la Rua, Fernando. (1991). Teoría General del Proceso. Buenos Aires: Ediciones
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Garciá De Enterria Eduarn et Alli (1995), Curso de Derecho Administrativo. I. Ed.
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República de Venezuela. No. 5.266. Extraordinaria. Octubre 2 de 1998.
Sayaguez Lazo Enrique. (74 4), Enrique Sayaguez Lazo, Tratado de Derecho
Administrativo. Impreso en Talleres Gráficos, Barreiro y Ramos. Montevideo.