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PRESCHOOL
…Por estos días he pensado en una serie de realidades. Esta es una reflexión que he
desarrollado sobre cómo recuperar el papel de nosotros como adultos en la formación
de los niños y jóvenes. Recuperarlo, porque en teoría lo cumplimos, pero en la práctica
estamos asistiendo a lo que podríamos llamar el “eclipse del adulto”. Algo le está
sucediendo a nuestros adultos que hace que tengan menor incidencia en la vida de los
niños y jóvenes y por diversas razones.
Vamos a partir de una afirmación: “Los niños y los jóvenes necesitan de adultos
significativos”: Significativo implica que tengan una significación profunda en sus vidas
para que puedan sostenerlos en el milagro de su crecimiento.
Los adultos tienden a dejar a los niños y jóvenes a su suerte. Algunas veces por no
estar físicamente en sus vidas, por estar todavía pendientes de ellos mismo, ocupados
en entenderse a sí mismos, salvándose a sí mismos y otras veces, aunque no los
hayan abandonado físicamente, están ahí al lado, pero su presencia no es formadora
ni educadora. Son adultos en la penumbra, no se notan porque no están incidiendo en
la formación de los niños.
Por ejemplo: la disciplina pasó de moda. La madre le dice al hijo: “no le hales el pelo a
tu hermanita… que no y punto”, esa es la de los 60´s. En el 2.000, “no le hales el pelo
a Marianita… Luquitas si le halas el pelo le va a doler…”, se lo hala y le dice: “viste…
me hiciste llorar a la niña”. Porque además se llenan de explicaciones innecesarias,
que hacen perder la autoridad y la firmeza.
El adulto ha ido desapareciendo del entorno social, no porque no haya gente de edad
adulta, sino porque la adultez como rol social, especialmente como rol formativo ha ido
desapareciendo. Una cosa es tener la edad y otra ejercer la función que corresponde y
más como adultos educadores y significativos en la vida de los niños y jóvenes.
El adulto es necesario como modelo de identidad: ¿Para qué están los adultos?
Para que se identifiquen con nosotros. Para que digan: “cuando yo sea grande quiero
ser como ese adulto”. Los adultos somos los que damos una imagen, un modelo de
adultez.
La labor del adulto es estar ahí. Hay que jugársela con el hijo, acompañarlo en todo
momento, estar con él, jugar con él, contar cuentos, sudar con ellos, ver televisión con
ellos. Lo primero es estar ahí para ser sostén, soporte, fuente de la confianza.
PARA RECORDAR:
• Claridad
• Coherencia
• Constancia
• Consistencia
• Comunicación