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OFICINA CENTRAL
Consideraciones preliminares:
A través del ejercicio profesional y del conocimiento del trabajo que actualmente
desarrollan los programas a nivel de intervención familiar, se reconoce lo complejo de trabajar
junto a los padres, madres y figuras cuidadoras en relación al llamado fortalecimiento de las
competencias parentales. Cómo concretar esta tarea en lo cotidiano, resulta un desafío que a
diario enfrentan Trabajadores sociales, Psicólogos y Técnicos Sociales en programas FAE PRO,
Residencias, PPF y PRM, entre otros que ejecuta la corporación, para el cual invierten varias horas
en buscar y preparar material didáctico dirigido a esta labor. Pensando en esto, a finales del año
pasado, la Administración Central se contactó con la Consultora Aprender a Crecer Ltda., quienes
crearon una batería de materiales y actividades orientadas al trabajo del fortalecimiento de las
competencias parentales: la “Caja de herramientas parental: Aprender a Crecer”. Además,
realizan capacitaciones dirigidas a habilitarse en el uso de estas herramientas. Se trata de un
material que una profesional de la red sistematizó a partir de su propia experiencia laboral,
reconociendo estrategias y técnicas que se constituyeron en buenas prácticas avaladas por su
aplicación y resultados. Tras una primera reunión en la Central en la cual participaron además de
la Directora Ejecutiva y dos de los Encargados de Programas, la psicóloga Carol Muñoz Giusti,
relatora de la consultora, se accedió a una capacitación que se dictó en Chillán y así se conoció a
través de la experiencia, la utilidad que puede prestar este material en el trabajo que desarrollan
los programas que abordan la intervención familiar. Posteriormente, cinco programas compraron
la “Caja de herramientas parental: Aprender a Crecer”, estando planificadas para el mes de mayo,
actividades de réplicas con los equipo, con el objetivo de que tras conocer el material lo utilicen en
el trabajo de intervención familiar. En ningún caso se busca eliminar o sustituir otras estrategias de
intervención en el fortalecimiento de las competencias parentales de padres y cuidadores, sino
que el objetivo es sumar esta nueva herramienta a las ya validadas en el trabajo empírico en cada
equipo, siempre enfocados en las necesidades de los padres, madres y adultos cuidadores y muy
especialmente, a la de los/as niños, niñas y adolescentes que participan en cada uno de los
programas.
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Ver antecedentes profesionales adjunto
profesionales de la dupla, sino que participan ambos, en distintas sesiones y, cuando lo amerite,
pueden estar presentes ambos.
Otra de las ideas planteadas por las autoras, se refiere a la necesidad de que los/as
profesionales que utilicen la Batería, la hayan “conocido” previamente, a través de la
autoaplicación del material, además del reconocimiento de sus paradigmas personales, ideas
asociadas al género en el ejercicio de los roles parentales, como también de las propias vivencias
asociadas a su ejercicio de la parentalidad, del vivir en familia, del haber sido hija/o. Esto por el
claro reconocimiento de la fuerte influencia que estos aspectos tienen en el trabajo que
desarrollamos, las expectativas, los sentimientos y emociones que esto genera. Así, se busca
favorecer la empatía y el ejercicio profesional desde un real paradigma de parentalidad positiva,
que no ubique al profesional desde el rol de experto y total/es responsable de los resultados de la
intervención. De este modo, reconociendo las propias limitaciones y vivencias, se busca mantener
un trabajo más respetuoso con madres, padres y cuidadores.
1.-Teoría de Apego (Bowlby, 1973; López y Ramírez, 2005): a modo de resumen, plantea el
reconocimiento de la necesidad de todo ser humano es establecer una relación íntima, emocional
y estrecha con otro. Fue desarrollada por el psicoanalista inglés John Bowlby, quien señala que
cuando se refiere a la presencia de la figura de apego quiere decir no tanto presencia real
inmediata sino accesibilidad inmediata. La figura de apego no sólo debe estar accesible sino
responder de una manera apropiada dando protección y consuelo al niños/a.
2.-Modelo de parentalidad social (Barudy Labrin, 1998) (Barudy & Dantagnan, 2005): este neuro-
psiquiatra, psiquiatra infantil y terapeuta familiar chileno, plantea la diferenciación entre la
parentalidad biológica, que tiene que ver con la procreación, y la parentalidad social, que tiene
que ver con la existencia de capacidades para cuidar, proteger, educar y socializar a los hijos. La
capacidad para ejercer este segundo tipo de parentalidad se adquiere principalmente en las
familias de origen de los padres ya través de sus historias de relación, especialmente con sus
propios padres, y es lo que llamamos competencias parentales (Cristina Sallés, Sandra Ger). Así, las
capacidades fundamentales serían la empatía y el apego y las habilidades estarían representadas
por los modelos de crianza y acceso a redes de apoyo familiares.
3.- Enfoque de parentalidad positiva (Martín Quintana & Rodrigo López, 2013): la parentalidad
positiva se refiere “al comportamiento de los padres fundamentado en el interés superior del
niño, que cuida, desarrolla sus capacidades, no es violento y ofrece reconocimiento y orientación,
que incluye el establecimiento de límites que permitan el pleno desarrollo del niño”. Esta se basa
en la Recomendación 19 del Comité de Ministros del Consejo de Europa (2006) a los Estados
Miembros sobre Políticas de Apoyo al Ejercicio Positivo de la Parentalidad. Los autores, plantean 4
áreas de competencias parentales: área educativa: Calidez y afecto en las relaciones. • Control y
supervisión del comportamiento infantil • Estimulación y apoyo al aprendizaje • Adaptabilidad a
las características del niño o niña); área de agencia parental: Autoeficacia parental • Locus de
control interno • Acuerdo en la pareja • Percepción ajustada del rol parental); área de autonomía
personal y búsqueda de apoyo personal : Implicación en la tarea educativa • Responsabilidad ante
el bienestar del niño o niña • Visión positiva del niño o niña y de la familia • Buscar ayuda de
personas significativas • Identificar y utilizar los recursos para cubrir las necesidades como madres
y padres y como adultos) y área desarrollo personal: Control de los impulsos y afrontamiento
estrés • Asertividad y autoestima • Habilidades sociales • Resolución de conflictos interpersonales
• Capacidad para responder a múltiples tareas • Planificación y proyecto de vida.
4.-Estilos de crianza parental (Ato Lozano, Galián Conesa & Huéscar Hernández, 2007; Franco
Nerín, Pérez Nieto 6 de Dios Pérez, 2014): a partir de los estudios hechos por la psicóloga
estadounidenses Diana Baumrind, autores han propuesto el carácter bidireccional de las
relaciones al interior de la familia entre adultos e hijos, denominándolo modelo de construcción
conjunta o de influencias múltiples (Palacios, 1999). Así, a partir de dos dimensiones
Afecto/comunicación y control/exigencia, los padres o cuidadores, se despliegan distintos estilos
de crianza hacia los hijos/as. Se han planteado 3 estilos de comportamiento parental que
constituyen 3 estilos de crianza parental:
*democrático o autoritativo: disciplina entendida como establecimiento de límites y normas
acorde a la edad y características del NNA, aunque son exigentes mantienen permanentes
manifestaciones de afecto y estar disponible frente a las necesidades de apoyo emocional de sus
hijos/as.
*estilo permisivo: los adultos esperan que los NNA autorregulen su conducta, no estableciendo
normas y reglas claras. Los padres exigen poco, tendiendo a involucrar a los hijos/as en decisiones
que no les compete o al plantear límites o normas entregan demasiadas explicaciones. La crianza
permisiva podría resumirse como aquel tipo de crianza en el que “los adultos exigen relativamente
poco, permiten que sus hijos expresen libremente sus sensaciones, emociones e impulsos, no
supervisan las actividades de sus hijos, y raramente ejercen control firme sobre su
comportamiento” (Shaffer, 2009).
Cabe señalar que no existen “estilos puros” ejercidos por los adultos, sino que existen
tendencias más marcadas hacia cierto estilo y además, con cada niños/a se despliegan estilos
diferentes, como también en diversas etapas del desarrollo se pueden ejercen estilos diversos.
5.-Modelo ecosistémico de Intervención familiar: este modelo fue planteado por el psicólogo
estadounidense Jay Belsky, proponiendo un modelo explicativo del maltrato infantil, en el cual
integra variables de los diferentes niveles ecológicos, para explicar. Así, a nivel de macrosistema se
consideran variables socioeconómicas, estructurales y culturales; en el exosistema engloba todos
aquellos aspectos que rodean al individuo y a la familia y que les afectan de manera directa, es
decir, las relaciones sociales y el ámbito laboral; por último, en el microsistema ubica las variables
referentes a comportamientos concretos de los miembros de la unidad familiar y las
características de su composición.
6.- Modelo traumatogénico de las agresiones sexuales infantiles: este modelo propuesto por
David Finkelhor y Angela Browne (1985), aporta elementos referidos a cómo se producen las
agresiones sexuales y permite comprender las consecuencias y sintomatología que genera en las
víctimas, siendo una importante guía en Chile, para la planificación de estrategias de intervención
terapéutica en esta área. Es así como plantean la presentación de las siguientes consecuencias:
sexualización traumática; traición, indefensión y estigmatización.
7.-Modelo ecológico en el maltrato infantil: planteado por Jay Belsky y Garbarino, en base al
modelo de Urie Bronfrenbenner, por lo cual el maltrato infantil resulta comprendido desde el
paradigma que incluye las características de los padres, las características de los/as hijos/as,
disfunciones en los patrones familiares, el estrés y las influencias de las condiciones sociales y
patrones culturales que estimulan el empleo de la violencia. Además consideran que estos
sistemas están en constante interacción, viéndose influidos de manera dinámica.
8.-Modelo dinámico maduracional del apego: fue propuesto por la doctora en psicología Patricia
Critteden, planteando desde la teoría del apego una teoría referente al origen de patologías
experimentadas por los/as adultas, derivadas de patrones de apego aprendidos durante la
infancia. Propone 5 ideas fundamentales:
1. Los patrones de apego (Ainsworth, Blehar, Waters, & Wall, 1978) son estrategias auto-
protectoras.
2. Las estrategias auto-protectoras se aprenden en la interacción con las figures protectoras
(figuras de apego, generalmente los padres).
3. Los síntomas son aspectos funcionales de la estrategia diádica (por ejemplo, acting out,
inhibición) o son consecuentes con una estrategia (por ejemplo, conductas ansiosas).
4. Las estrategias cambiarán cuando los individuos (a) perciban que no encajan con el contexto (b)
tienen respuestas alternativas para ofrecer, y (c) ambos creen y sienten que es seguro
comportarse de maneras alternativas.
5. Por lo tanto, el foco del tratamiento debería estar en posibilitar a los individuos el reflexionar
sobre las condiciones en torno a sus conductas, en practicar nuevas respuestas de forma segura, y
por último en aprender a encajar la estrategia al contexto para procurar un confort y una
seguridad máximos.
9.- Teoría de la mente: también llamada mentalización, ha sido abordada por autores como
Lecalennier, Gómez Echeverry, y se refiere a la capacidad o mecanismo automático que
desarrollamos las personas para atribuir estamos mentales a los otros y a uno mismo, para poder
comprender y predecir su conducta. Esta habilidad está a la base de nuestra adaptación social y
personal (Lecalennier, 2004). Según estudios, esta capacidad está desarrollada a la edad de cuatro
años, sin embargo esto dependerá de diversos factores. Las principales funciones de la teoría de
la mente son:
1.-Permite poder comprender y predecir la conducta de los otros. La conducta se hace regular y
coherente al atribuirle estados mentales a sus rasgos observables (Premack & Woodruff, 1978).
2.-Permite engañar y mentir a los otros. El engaño y la mentira suponen que yo quiero influir no en
la conducta del otro, sino en su mente (Chandler, Fritz & Hala, 1989).
3.-Me permite “jugar con la realidad”. Es decir, que puedo pasar de la ficción a la realidad, e
incluso confundir las dos (Fonagy & Target, 1997).
4.-Me permite una mejor comunicación con los otros, y una mayor adaptación social y contextual.
Esto ya que se infiere mejor el significado intencional de la palabra y la situación (Dunn & Brown,
1994).
12.- Temperamento: el general es definido como las características individuales que se asume
tienen una base biológica o genética, que determinan las respuestas afectivas, atencionales y
motoras en diferentes situaciones, y que tienen un rol en las interacciones sociales subsecuentes y
en el funcionamiento social. Aunque se han planteado distintas dimensiones del temperamento,
Rothbart y Bates (2006) consideran tres dimensiones principales: extraversión (se refiere al afecto
positivo, la búsqueda de sensaciones, la sociabilidad y un alto grado de energía); afecto negativo
(incluye la ira, frustración e impulsividad por un lado, y tristeza y retraimiento por otro) y control
intencional o esforzado (refiere a la autorregulación de la reactividad emocional o
comportamental, es decir, de la intensidad y duración de la activación inicial de una emoción o
comportamiento (Rothbart & Bates, 2006) en la que intervienen tanto factores genéticos como
ambientales). Por su parte Thomas, Chess y sus colegas identificaron nueve dimensiones del
temperamento: nivel de actividad; regularidad en el funcionamiento biológico; facilidad para
aceptar nuevas personas y situaciones (aproximación– evitación); adaptabilidad al cambio;
sensibilidad a los estímulos sensoriales; disposición de ánimo; intensidad de respuestas; nivel de
distracción y períodos de atención y persistencia.
Una lista revisada que refleja la nueva investigación incluye: extraversión, que está relacionada
con afecto positivo, nivel de actividad, impulsividad y toma de riesgos; afecto negativo, que está
relacionado con temor, enojo, tristeza y malestar; y control esforzado, que está relacionado con
cambio y mantenimiento de atención, sensibilidad perceptual y control inhibitorio y activacional.