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“El sistema de gobierno más perfecto es aquel que produce mayor suma de felicidad posible, mayor
suma de seguridad social y mayor suma de estabilidad política.”
Simón Bolívar, Discurso de Angostura, Febrero de 1819
Hace apenas unos meses, el llamado Plan de la Patria (PDLP) se presentaba como
la cara de nuestro futuro más inmediato. Anunciado como parte del “mandato”
que habría recibido HCF a raíz de su victoria electoral en octubre de 2012, el
PDLP se convirtió en una suerte de hoja de ruta para el gobierno entonces
reelecto. La fortuna de este plan es hoy día incierta. Fue poco nombrado en la
campaña electoral de Maduro y aun menos después de las elecciones de abril. El
plan se asoma de vez en cuando en alguno que otro discurso presidencial y es
enarbolado por algunos voceros como parte del legado de Chávez que Maduro
debe respetar.
La impresión que dejó el inglés en el joven Bolívar parece haber sido profunda.
Se declaró su discípulo y en carta a Edward Blaquiere, ayudante de Bentham, lo
llamó “geómetra de la justicia” y es evidente que el inglés ocupó un lugar
importante en el desarrollo intelectual de Bolívar en los años subsiguientes. Un
lugar importante, mas no necesariamente central ni inamovible, como veremos.
En esta carta, Bolívar admite no haber podido leer por diversas razones las obras
que el inglés le enviara (cosa que por cierto también había admitido de manera
implícita al menos en una carta más temprana, dirigida a Blaquiere, del 27 de
septiembre de 1822, en relación con un envío anterior de obras). La admisión
causa perplejidad, pues como vimos, El Libertador ya hacía suyo el principio de
mayor felicidad en 1819, el año del Discurso de Angostura. Quizá leyó otras
obras o quizá se nutrió de las ideas benthamistas a través de Miranda o
Santander. En todo caso, unos tres años más tarde, el 31 de diciembre 1822,
escribía a este último “…La soberanía del pueblo no es ilimitada, porque la
justicia es su base y la utilidad perfecta le pone término. Esta doctrina es del
apóstol constitucional del día.” Una evidente referencia al maestro inglés. Bolívar
conocía la inclinación benthamista de Santander y esta invocación era un
argumento de autoridad que pretendía explotar esa inclinación en horas en que
sospechaba que el Congreso votaría la separación de Venezuela.
Divorcio y desilusión
La adopción del principio de utilidad por parte de Bolívar lucía forzada desde el
principio. Su cercanía por autores como Rousseau hacían improbable un
matrimonio feliz con Bentham, mucho más devoto de la libertad que el filósofo
ginebrino. La prohibición revela una ironía no despreciable: la única obra de
Bentham impresa en Colombia fue precisamente un escrito relativo a la libertad
de expresión.
Como cabría esperar, el incidente agrió la relación entre Bolívar y Bentham que a
partir de entonces congeló por completo sus relaciones con el caraqueño. La
relación con Santander, en cambio, se hizo cada vez más estrecha y reavivó su
influencia en la capital colombiana. En su visita a Londres en julio de 1830,
Santander fue invitado a cenar a casa de Bentham, por entonces de ochenta y dos
años. La tertulia seguramente se paseó por diversos temas mundanos, y el más
mundano de todos debe haber sido su intercambio sobre Bolívar a quien
Santander ya identificaba como una amenaza para la paz y la libertad en
Colombia.
FUENTES
John Lynch, Simón Bolívar: A Life, Yale University Press, New Haven, 2006.
www.archivodellibertador.gob.ve
www.proyectobentham.blogspot.com
www.ucl.ac.uk/Bentham-Project