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DE POR QUÉ EL VICEMINISTERIO PARA LA FELICIDAD SUPREMA TIENE MÁS QUE VER CON

FRANCISCO DE PAULA SANTANDER QUE CON SIMÓN BOLÍVAR

Oscar Ghersi Rassi


Profesor UCV

“El sistema de gobierno más perfecto es aquel que produce mayor suma de felicidad posible, mayor
suma de seguridad social y mayor suma de estabilidad política.”
Simón Bolívar, Discurso de Angostura, Febrero de 1819

Hace apenas unos meses, el llamado Plan de la Patria (PDLP) se presentaba como
la cara de nuestro futuro más inmediato. Anunciado como parte del “mandato”
que habría recibido HCF a raíz de su victoria electoral en octubre de 2012, el
PDLP se convirtió en una suerte de hoja de ruta para el gobierno entonces
reelecto. La fortuna de este plan es hoy día incierta. Fue poco nombrado en la
campaña electoral de Maduro y aun menos después de las elecciones de abril. El
plan se asoma de vez en cuando en alguno que otro discurso presidencial y es
enarbolado por algunos voceros como parte del legado de Chávez que Maduro
debe respetar.

Una emanación inesperada de este plan ha sido la creación de un Viceministerio


para la Felicidad Suprema, de cuya existencia ya han dado cuenta, no sin un
elemento de mofa, medios locales y extranjeros. La creación de este
Viceministerio y el PDLP encierran una ironía que me propongo comentar en
estas líneas: El referido departamento y el PDLP defienden principios de
moralidad política que Bolívar expresamente repudió y que fueron defendidos
con vehemencia por Francisco de Paula Santander, su archienemigo. Me refiero
al famoso principio de utilidad o principio de mayor felicidad.

La Mayor Felicidad para el Mayor Número

Poder Popular, Economía Social, Estado Comunal, lo “Nuestroamericano” y otros


términos del diccionario del Socialismo del Siglo XXI son protagonistas en el
PDLP. Sin embargo, ninguno de estos términos cumple un papel fundamental en
ese plan. Su función es cosmética. En el plan se encuentra articulada de diversas
maneras una idea de mucha mayor monta. Se trata de un principio de moralidad
política que corta transversalmente al PDLP y su estirpe es muy distinta.
“Principio de mayor felicidad” o “principio de utilidad” son los nombres que
recibe comúnmente. Es este el principio que evidentemente informa la creación
del novel Viceministerio, aunque quizá sea un asunto inadvertido para sus
creadores.

El Plan ubica como el segundo de sus cinco grandes objetivos históricos el de


“Continuar construyendo el socialismo bolivariano del siglo XXI, en Venezuela,
como alternativa al sistema destructivo y salvaje del capitalismo y con ello
asegurar la “mayor suma de seguridad social, mayor suma de estabilidad política
y la mayor suma de felicidad” para nuestro pueblo”. La referencia a la “mayor
felicidad” o “máxima felicidad” aparece en al menos seis ocasiones más, de modo
que la búsqueda de la felicidad es el axioma que justifica el programa en general.
De alguna manera imperceptible, el principio se convierte en la columna
vertebral del plan por el papel que juega en su justificación moral.

A pesar de que el programa no lo indica, el principio es tomado con toda


seguridad del Discurso de Angostura, en donde Bolívar lo empleó para, en
aquella ocasión, justificar sus propias ideas políticas. El principio o referencias al
mismo pueden hallarse en otras obras del Libertador. Ahora bien, con todo lo
original que pudo haber sido Bolívar en su pensamiento, el principio de mayor
felicidad no es creación suya. La idea la tomó prestada de quien por entonces era
percibido casi universalmente como el teórico en materia política y legal más
importante y fundador del Utilitarismo: el filósofo inglés Jeremías Bentham.

Se trata de un principio moral porque a través de él se pretende evaluar las


virtudes de cualquier decisión de naturaleza política. Toda medida
gubernamental debe ser mirada de acuerdo con la potencialidad de la misma
para generar más felicidad que infelicidad en el mayor número de personas. El
principio es la idea por la cual se hizo principalmente conocido su progenitor,
quien lo defendió en diversas publicaciones pero especialmente en su Principles
of Morals and Legislation. Para Bentham el principio de utilidad es la regla de oro
para medir la bondad o perversidad de cualquier decisión políticamente
relevante y lo empleó para analizar de manera sistemática y general a todo el
cuerpo de leyes y costumbres jurídicas inglesas y de otros países. De allí
nacieron numerosas ideas valiosísimas de reforma legislativa como por ejemplo
las llamadas leyes de pobres y propuestas legislativas sobre reforma
penitenciaria.

Bentham fue, sobre todo, un reformador social. Un crítico radical de las


instituciones y costumbres inglesas a las que desnudó quirúrgicamente con una
prosa genial. Pero tenía aspiraciones que trascendían las fronteras de las islas
británicas. Quizás frustrado por el conservadurismo y la lentitud de las
instituciones de su país, y al mismo tiempo inspirado por las diversas
transformaciones sociales tanto en el continente europeo como en el americano,
el también fundador del University College of London tuvo un frenético
intercambio con revolucionarios franceses, con presidentes y legisladores
estadounidenses y independentistas latinoamericanos como Miranda, Rivadavia,
Santander y Bolívar.

Miranda, Bolívar y Bentham

El principio de mayor felicidad ha gozado históricamente de buena fortuna, y a


pesar de la resistencia que causó, Bentham poco a poco se convirtió en un autor
de relevancia mundial y gran parte de las discusiones políticas comenzaron a
girar alrededor de la obra de Bentham, bien para suscribirlas, bien para
oponerse a ellas.

La exposición de Bolívar a las ideas de Bentham muy probablemente se


originaron con ocasión de su viaje a Londres luego de los sucesos de Caracas en
1810. Como es sabido, Bolívar visitó a Miranda en esa ocasión, y a juzgar por la
correspondencia entre Bentham y Bolívar está claro que el caraqueño visitó la
residencia del filósofo. Para ese entonces, Bentham había comenzado a
embarcarse en un proyecto de reformas legales comprensivas para Venezuela
que serían llevadas al país en una hipotética segunda expedición de Miranda.
Cerca de ocho grandes pliegos manuscritos reposan en University College en
Londres, dedicados a la formación de una república Venezolana.

La impresión que dejó el inglés en el joven Bolívar parece haber sido profunda.
Se declaró su discípulo y en carta a Edward Blaquiere, ayudante de Bentham, lo
llamó “geómetra de la justicia” y es evidente que el inglés ocupó un lugar
importante en el desarrollo intelectual de Bolívar en los años subsiguientes. Un
lugar importante, mas no necesariamente central ni inamovible, como veremos.

Bolívar, Bentham y Santander

Enterado Bentham de la relevancia que había adquirido Bolívar en nuestra por


entonces joven república, comenzó una relación epistolar en diciembre de 1820.
Con algo de falsa modestia, Bentham ofrece sus obras como molde para la
fundación de una república y le informa sobre la influencia que las mismas ya
han tenido en otros países, notablemente, en algunos estados de la Unión
Americana. Sus escritos sobre libertad de expresión habían ya sido publicados
por Nariño en Bogotá en diciembre de 1811 en el diario La Bagatela.

Bolívar respondió, Bentham respondió y algún hiato sufrieron en su


correspondencia, retomando Bolívar la relación mediante carta del 15 de enero
de 1827, al responder con dos años de retraso la última de las misivas del radical
londinense. En esta última carta, Bolívar, además de deshacerse en elogios y
disculpas hacia Bentham, le pide nuevamente el envío de sus tratados sobre
legislación civil y penal, además de agradecer la oferta hecha por Bentham de
patrocinar los estudios de dos jóvenes colombianos en la escuela Hazelwood.

En esta carta, Bolívar admite no haber podido leer por diversas razones las obras
que el inglés le enviara (cosa que por cierto también había admitido de manera
implícita al menos en una carta más temprana, dirigida a Blaquiere, del 27 de
septiembre de 1822, en relación con un envío anterior de obras). La admisión
causa perplejidad, pues como vimos, El Libertador ya hacía suyo el principio de
mayor felicidad en 1819, el año del Discurso de Angostura. Quizá leyó otras
obras o quizá se nutrió de las ideas benthamistas a través de Miranda o
Santander. En todo caso, unos tres años más tarde, el 31 de diciembre 1822,
escribía a este último “…La soberanía del pueblo no es ilimitada, porque la
justicia es su base y la utilidad perfecta le pone término. Esta doctrina es del
apóstol constitucional del día.” Una evidente referencia al maestro inglés. Bolívar
conocía la inclinación benthamista de Santander y esta invocación era un
argumento de autoridad que pretendía explotar esa inclinación en horas en que
sospechaba que el Congreso votaría la separación de Venezuela.

Muy a pesar de la relación epistolar entre Bolívar y Bentham, y a las muestras de


admiración mutuas, todo apunta a que Bolívar no fue realmente un apóstol de las
ideas benthamistas (así como Bentham tampoco fue un convencido
bolivarianista) sino que las empleó para darle peso a sus posturas políticas
cuando lo encontraba prudente o necesario. Es reveladora, por ejemplo, una
carta dirigida al mismo Santander en junio de 1822, en la cual relata su
entrevista con San Martín y en ella indicó que el argentino “…tiene ideas
correctas de las que a Vd. le gustan…”. De nuevo, la referencia es a las ideas de
Bentham pero es de notar que las describe como las ideas que le gustan a
Santander, no como las ideas que el propio Bolívar suscribiría. La muestra clara
de repudio por parte de Bolívar a Bentham, sin embargo, se encarnaría en una de
sus decisiones más reprobables, que materializó en un decreto de marzo de
1828, como veremos.

Divorcio y desilusión

En 1825, Santander decretó que los tratados de Bentham serían de instrucción


obligatoria en las universidades colombianas. La difusión de la obra benthamista
causo escándalo entre los sectores más conservadores y particularmente en el
clero. La reacción era comprensible. Bentham era un radical liberal y sus obras
contenían no pocas críticas a las religiones y a las costumbres. Causa sorpresa,
sin embargo, que habiendo Bolívar dado muestras de admiración directa al
propio Bentham, tan pronto el respaldo a las obras del inglés le provocaron
problemas decidió abjurarlas. En Marzo de 1828 emitiría un decreto en que se
prohibían los Tratados de Legislación hechos obligatorios tres años antes.

La adopción del principio de utilidad por parte de Bolívar lucía forzada desde el
principio. Su cercanía por autores como Rousseau hacían improbable un
matrimonio feliz con Bentham, mucho más devoto de la libertad que el filósofo
ginebrino. La prohibición revela una ironía no despreciable: la única obra de
Bentham impresa en Colombia fue precisamente un escrito relativo a la libertad
de expresión.

Como cabría esperar, el incidente agrió la relación entre Bolívar y Bentham que a
partir de entonces congeló por completo sus relaciones con el caraqueño. La
relación con Santander, en cambio, se hizo cada vez más estrecha y reavivó su
influencia en la capital colombiana. En su visita a Londres en julio de 1830,
Santander fue invitado a cenar a casa de Bentham, por entonces de ochenta y dos
años. La tertulia seguramente se paseó por diversos temas mundanos, y el más
mundano de todos debe haber sido su intercambio sobre Bolívar a quien
Santander ya identificaba como una amenaza para la paz y la libertad en
Colombia.

El General habría de reinstituir la enseñanza en Colombia de los tratados en


1835, decisión que le provocó no pocos dolores de cabeza. Sin embargo, mantuvo
su decisión a pesar de las fuertes críticas y consideró que la enseñanza de las
obras de Bentham, aun cuando podrían acarrear alguno que otro equívoco,
merecía una defensa en virtud de los beneficios generales que traería. En carta
de noviembre de 1835, comentando las críticas que recibió por la reinstauración
de Bentham en las universidades, comentó lo siguiente “…me he propuesto no
dar paso retrógrado, indigno de mi país, y de mi propio honor y (…) estoy
decidido a morir en la contienda, me he tenido en mis 13 y les he hecho entender
que por amenazas y clubes de fanatismo no me hacen suprimir a Bentham.”
Santander, que no Bolívar, fue un vehemente defensor de la obra Benthamista y
del principio de utilidad. De modo pues que resulta bastante discutible que el
principio de mayor felicidad forme parte del ideario bolivariano. Antes bien, a
juzgar por hechos concretos, pareciera que Santander estaría mucho más a gusto
con la creación del Viceministerio para la Felicidad Suprema que el propio
Bolívar.

FUENTES

Armando Rojas, La Batalla de Jeremías Bentham en Colombia, Revista de Historia


de América, No. 29 (Jun., 1950), pp. 37-66.

John Lynch, Simón Bolívar: A Life, Yale University Press, New Haven, 2006.

P. Schwartz y C. Rodríguez Braun, Las Relaciones entre Jeremías Bentham y S.


Bolívar, Bolívar y Europa, I, 445-460.

Theodora McKennan, Jeremy Bentham and the Colombian Liberators, The


Americas, Vol. 34, No. 4 (Apr., 1978).

www.archivodellibertador.gob.ve

www.proyectobentham.blogspot.com

www.ucl.ac.uk/Bentham-Project

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