You are on page 1of 10

PENSAMIENTO .

LATINOAMERICANO

9
88
SOBRE EL MARXISMO
LATINOAMERICANO
En recuerdo de
José Carlos Mariátegui
(1895-1930)
Rogelio Cedeño Castro

11
L
aasunción, con algunas re~ misma, de una serie de elementos
servas de nuestra parte, de lo particulares, visibles a partir de las
que podría ser considerado realidades propias de un subcontinen-
como la exteriorización de un te como es, en este caso la América
hecho social, de una naturaleza bas- Latina, podría conducirnos a una serie
tante singular: a saber, la pretendida de formulaciones erróneas acerca de
existencia de un marxismo latinoarne- una reqlonallzación, en términos geo-
ricano y la necesidad de identificar gráficos, de una serie de corrientes de
cuáles podrían ser algunos dejos ele- pensamiento que, si bien tuvieron su
mentos que lo caracterizan, nos ha origen en una determinada parte del
llevado a formular algunas apreciacio- mundo, han devenido en universales
nes sobre los aportes que José Carlos por la naturaleza, también universal,
Mariátegui (1895-1930) diera, a princi- de los problemas a los cuales intentan
pios de siglo, para que pudiera poner- dar respuesta, razón por la cual se las
se de manifiesto la existencia de un ha llamado "clásicas" (2). Esto, sin
pensamiento social, que asumiendo embargo, no implica el renunciar a una
implícitamente las determinaciones seria crítica del sociocentrismo cultural
geográficas y las particularidades so- y el racismo implícito en aquellas pos-
cioculturales existentes en cada país turas que intentan hacer pasar como la
de la región latinoamericana, tuviese cultura universal a todas las determi-
como su referente teórico más impor- naciones del pensamiento y la acción
tante al marxismo clásico y asimismo, que se originan a partir de la cultura
pusiera de manifiesto la influencia de europea y de matriz cultural-religiosa
otras corrientes sobre esta particulari- judeocristiana.
zada versión del pensamiento marxis- La identificación de las particula-
ta, a la que algunos han dado el nom- ridades socioeconómicas, los enormes
bre de "marxismo latinoamericano" (1). contrastes geográficos y la rica diversi-
El considerar la existencia, en sí dad cultural de un subcontinente mes-

12
tizo por excelencia están en la raíz de
lo que podríamos llamar un "marxismo
latinoamericano", especialmente con-
siderado a partir de su oposición a las
pretensiones exclusivistas del estali-
nismo y todas sus deformaciones que
llevaron, por extraños avatares, a la
conversión de la dialéctica hegeliano-
marxista en un nuevo dogma eclesial,
al que se le dio el un tanto equívoco
nombre de "marxismo soviético" (3).
Cuando José Carlos Mariátegui y
Víctor Raúl Haya de la Torre (1895-
1979) se enfrentan, en las primeras
décadas del presente siglo a la reali-
dad de su entorno geográfico y cultu-
ral, no pensándolo por cierto, en térmi-
nos de las determinaciones del Estado
nacional peruano, sino en una pers-
pectiva regional, se dan cuenta de las
enormes diferencias que presentan
estas sociedades en relación con las
que se habían venido gestando, du-
rante muchos siglos, en Europa. No
había, pues, una relación de corres-
pondencia entre los modos de produc-
ción y las particulares formaciones
económico-sociales de Europa con las
existentes en América Latina, de tal
manera que la utilización mecánica de
la secuencia "clásica" acerca de la
aparición sucesiva de una serie de
modos de producción, característica
del dogma estaliniano, no guardaba
relación alguna con la evolución de las
sociedades en esta parte del mundo, a

13
a que un estudioso francés ha califica- explicitados en este particular "rnarxis-
do, recientemente y, con gran acierto, mo" que se convierte, asimismo en
como el "extremo occidente" (4). Am- una recusación de aquel marxismo de
bos van a intentar entonces hacer una los últimos años del siglo XIX, de fuerte
caracterización más precisa de estas raigambre positivista yfirmemente con-
realidades regionales utilizando para vencido de la ineluctabilidad del fin del
ello categorías de análisis provenien- mundo capitalista, a partir de los desig-
tes del marxismo "clásico", pero asi- nios de unas leyes invariables del de-
mismo otras que responden a tradicio- sarrollo histórico, en casi nada disími-
nes intelectuales diferentes. les a las del materialismo mecanicista
En el caso de José Carlos Mariá- de los siglos anteriores y a las del
tegui resulta, de suyo evidente, adver- positivismo de Comte, Spencer y Dur-
ti r la rica presencia de diversas corrien- kheim.
tes del pensamiento social contempo- En el autor de los SIETE ENSA-
ráneo, especialmente del vitalismo YOS DE INTERPRETACION DE LA
encarnado en el elan vital bergsoniano REALIDAD PERUANA se perciben,
y en toda la reacción antipositivista con diversas tonalidades, los ecos del
que se da en este período, a partir de pensamiento soreliano con su exalta-
la obra de autores como Wilhelm Dil- ción de la violencia, como única vía
they, Friedrich Nietzsche, MaxWeber, que tiene el proletariado moderno para
George Sorel y el mismo Henri Berg- poner fin a la dominación burguesa, a
son. La exteriorización de este tipo de la decadencia moral y cultural de ésta,
influencias presentes en la construc- es decir, de la violencia que, aparece
ción de ese "marxismo latinoamerica- como el único medio real con vistas a
no" que, según Carlos Franco, habrían sustraer a los proletarios, ya no sólo de
fundado en los años veinte José Car- una dominación como la apuntada sino
los Mariátegui y Víctor Raúl Haya de la de la de los burócratas "socialistas",
Torre se pone de manifiesto en la es- partidarios de la convivencia con el
pecial importancia concedida al volun- liberalismo burgués, al asumir éstos
tarismo, a la subjetividad y a los ele- un camino consistente en la transfor-
mentos de carácter mítico en la con- mación gradual de la sociedad capita-
creción de una acción revolucionaria, lista, recurriendo a la acción parlamen-
capaz de trastocar profundamente un taria y a la participación en los gabine-
orden social basado en la dominación tes burgueses para lograr ese propósi-
señorial de los descendientes de los to. Esto implica, además, el atribuir
antiguos conquistadores europeos, una especial significación del papel

14
q e cumple el voluntarismo (idea tan man una parte esencial de sus mani-
cercana a la del espontaneísmo en las festaciones culturales su considera-
acciones de las masas en la lucha ción juega un papel de primer orden
revolucionaria, al que tanta importan- para poder interpretar y transformar, al
cia atribuía Rosa Luxemburgo, 1870- mismo tiempo, la realidad social de
1919) en la acción revolucionaria pues, acuerdo con los cánones del marxis-
a diferencia de las pretensiones "cien- mo clásico.
tificistas" del marxismo de factura posi- Una región en la cual, a la llegada
tivista, a la usanza del cultivado por los de los europeos, existían formaciones
socialistas argentinos de la década de sociales tales como la del comunismo
1890 y siguientes, Mariátegui va a con- del incario, que constituía la exteriori-
ceder una gran importancia a las ac- zación de un modo de producción en
ciones de los actores concretos del esencia distinto al de la feudalidad
proceso revolucionario que no nece- prevaleciente por entonces en el Viejo
sariamente encajan dentro de marcos Continente y cuya implantación, en
preestablecidos. Se trata de que la esta parte del mundo traerá conse-
revolución, en sí misma, no consiste cuencias catastróficas para las pobla-
en la mera constatación del cumpli- ciones campesinas, constituyen el pun-
miento de unas leyes de la economía y to de partida del planteamiento maria-
la sociedad sino de la determinación teguista acerca de dos problemas que
del sujeto revolucionario de actuar so- él identifica, en los hechos, como uno
bre la realidad en que ordinariamente solo: el problema del indio y el proble-
se encuentra, sin esperar que se den ma de la tierra.
todas las "condiciones" preestableci- Al contrario de todas las posicio-
das para el "éxito" de la acción revolu- nes indigenistas que, por entonces,
cionaria. buscaban ubicar estos problemas fue-
El elemento mítico va a jugar un ra del contexto de la realidad social y
papel esencial en la conformación de económica concreta, el Amauta (5) fue
este marxismo latinoamericano, pues- claro en señalar que, en esencia, el
to que será precisamente el mito de la problema del indio es el problema de la
revolución socialista y no las leyes tierra, de la cual ha venido siendo
científicas las que moverán a las ma- despojado desde la época colonial y
sas oprimidas de la región a seguir un de manera aún más intensa, durante el
curso de acción revolucionaria, según período republicano. El paso de una
Mariátegui. En un ámbito geográfico sociedad comunista como la del impe-
en donde los elementos míticos for- rio incaico, basada en el ayllu como

15
unidad productiva y familiar, a institu- existente y abrir a uno nuevo, en el cu
ciones de carácter feudal que, en la sus antiguas instituciones comu= ta-
zona andina o sierra peruana, aporta- rias jugarán un papel esencial. La
ron incluso residuos esclavistas al for- inexistencia de una verdadera burgue-
zar a una población esencialmente sía capaz de llevar hasta sus últimas
agrícola a trabajar, en durísimas con- consecuencias la revolución libera'-
diciones, en las explotaciones mine- burguesa terminó por dar origen a una
ras, única actividad que interesó al república oligárquica, en la cual van a
europeo hispánico en esa región, a la predominar los intereses de la casta
cual siempre vio con recelo a diferen- terrateniente de origen colonial, total-
cia de la costa en donde prefirió esta- mente incapaz de dar impulso a las
blecerse, implicó un retroceso en to- transformaciones que dieran paso a
dos los órdenes de la estructura pro- una verdadera formación social-eco-
ductiva y de las condiciones de vida de nómica capitalista. La clásica solución
una gran población campesina, lo que de la naciente Europa burguesa que
llevó en un corto lapso a una catástrofe primero disolvió la gran propiedad feu-
demográfica. dal y posteriormente dio origen a una
Como puede apreciarse, este auténtica clase de propietarios agríco-
marxismo latinoamericano, desde su las, imbuidos del "espíritu del capitalis-
nacimiento, se ubica en el problema de mo" (6), no llegó jamás a la España de
la interpretación de las características ultramar y tampoco a las falsas repú-
de una formación social y económica blicas que surgieron después de la
específica, en tanto condición indis- revolución de independencia. Una de-
pensable para poder asumir una pos- mostración de la validez de las afirma-
tura frente a ella y determinar la natu- ciones de Mariátegui se encuentra en
raleza de las transformaciones socia- el hecho de que cuando una reforma
les a realizar. A diferencia de las socie- agraria, a la manera liberal, llegó muy
dades europeas, el más que incipiente tardíamente a la sierra peruana, a fi-
proletariado difícilmente podría con- nes de los años sesenta durante el
vertirse en el sujeto revolucionario en gobierno del general Juan Ve lasco AI-
algún país latinoamericano y, en el varado (1968-1975), no hizo sino pre-
caso de la región andina (particular- cipitar el gran aluvión humano con que
mente bolivio-peruana), va a ser el los serranos terminaron por sepultar a
campesinado indígena que, imbuido la vieja capital virreinal.
del mito de la revolución socialista, En la escena contemporánea ese
terminará por trastocar el orden social "marxismo latinoamericano" de que

16
hemos venido hablando, conoció mo- Mariátegui, cuya muerte prematura lo
mentos gloriosos en los primeros tiem- apartó del camino de la acción revolu-
pos de la revolución cubana, clara- cionaria y los del primer Haya de la
mente aprehensibles en los conteni- Torre (no otro que el exiliado, en el
dos de la Segunda Declaración de La éxico posrevolucionario de los años
Habana, de febrero de 1962 y en algu- veinte, que formula entonces algunas
nas intervenciones del comandante de sus más lúcidas consideraciones
Ernesto "Che" Guevara (1928-1967), acerca de la naturaleza y las caracte-
de grata memoria, aún y cuando se vio rísticas de la formación social-econó-
después acorralado por los recetarios mica latinoamericana, especialmente
dogmáticos de la nomenclatura del cuando indicaba, en EL ANTIIMPE-
Kremlin que se encargaría, hace unos RIALlSMO y EL APRA Y otras obras
pocos años, de sepultar las últimas que, la primera fase del capitalismo en
conquistas de la revolución de octubre Indoamérica es el imperialismo, en una
que quedaban. Sus llamados a la lu- clara antinomia frente a la postura leni-
cha revolucionaria sin esperar a que nista sobre el tema) estaban ahí pre-
se dieran todas las condiciones mate- sentes, aún y cuando el segundo de
riales, su dramática apelación a cam- ellos obsesionado por sus disputas
biar las condiciones de vida de los más ideológicas con el estalinismo y las
desesperados del continente, su ape- concesiones ideológicas que tuvo que
lación al sentido más preciso de una hacer con el paso de los años, solo
moral revolucionaria cuando se seña- quería ver tiranía en aquella noble
laba que: "El deber de todo revolu- empresa de los oprimidos de siempre
cionario es hacer la revolución", en la mayor de las Antillas.
agregando que "el papel de Job no En su estrepitosa caída aquel
cuadra con el de un revoluciona- "marxismo soviético" nada dialéctico,
rio", marcaron en esta región una épo- pero capaz de adueñarse hasta de las
ca que, a pesar de los desvaríos de la palabras que sirven de vehículo a la
posmodernidad, no puede ser olvida- posibilidad de una expresión de una
da sobre todo si echamos una mirada dialéctica real de la lucha de aquellos
hacia las no condiciones de vida de la condenados de la tierra de que habla-
gran mayoría de los latinoamericanos, ba el martiniqués Franz Fanon (1925-
hoy infinitamente peores a las de los 1961 ), pareció arrastrar ante los ojos
primeros años de la década del sesen- de los más poderosos del planeta y los
ta. Allí estaban y continúan estando los de muchos, algunos de ellos desapren-
ecos del pensamiento de José Carlos sivos y desinformados como de otros

17
que pretenden no serlo tan- la explotación del hombre
to, el fin del marxismo ge- por el hombre están conde-
neral. Para ellos, entonces, nadas al fracaso, a pesar
no tendría sentido alguno de los castillos de fuegos
hablar de un marxismo lati- artificiales con que hace
noamericano cuando el pocos años se pretendió
marxismo, aquel fantasma celebrar el triunfo absoluto
que asustó a las burgue- del "liberalismo sin libera-
sías durante siglo y medio, lismo" de los ideólogos de
no existe más. Habría que la era reaganiana y mien-
decir, sin embargo, que no tras Cuba intenta desespe-
hay nada más peligroso radamente resistir los em-
que las conclusiones apre- bates del imperialismo del
suradas, obtenidas a partir Norte (revuelto y brutal que
de una lectura superficial y nos desprecia, como decía
cortoplacista de los acon- José Martí en su carta a
tecimientos, sobre todo te- Manuel Mercado), el Perú
niendo en cuenta que el donde naciera hace cien
pensamiento marxista en- años el Amauta se mueve
riquecido con los aportes en las turbulentas aguas
del Amauta, del Che Gue- de un "sendero luminoso"
vara y otros revoluciona- -equívoca utilización de
rios contemporáneos, no una expresión literaria de
podrá ser reducido jamás a Mariátegui, por parte de un
ser la doctrina oficial de la filósofo terrorista y lector de
casta gobernante de nin- Kant- y el sendero omino-
gún estado, como en vano so de un ingeniero de ori-
pretendió la nomenclatura soviética, gen japonés, tecnócrata de raigambre
mientras no se decidía a saltar del autoritaria al decir del español Raúl
capitalismo de Estado al capitalismo Morodo (7), estamos seguros de que
"salvaje", totalitarios ambos, en procu- el marxismo latinoamericano, a partir
ra de ensanchar los privilegios y las de su naturaleza sincrética, no podrá
libertades de unos pocos. La dialéctica estar ausente de las nuevas luchas
de la historia con su enigmático rostro que habrá que dar en los próximos
se encargará de mostrarles a unos y a años por la dignidad y la justicia en
otros que las sociedades basadas en esta parte del mundo.

18
NOTAS

1. Carlos Franco. ~8surgimiento del marxismo al extremo occidente. Siglo XXI Editores,
latinoamericano: Haya de la Torre y Mariáte- éxico, D.F., 1991.
gui". Historias. Número 2, octubr~embre,
1982, México, D.F. 5. Nombre aplicado, en este caso, al propio José
Carlos Mariátegui, en el sentido que se le da
2. No se trata, en todo caso, de retomar las en lengua quechua según Raúl Morodo. Es
discusiones de LeopoIdo Zea y Augusto SaJa- decir, sabio, guía, maestro u hombre preví-
zar Bondy acerca de una pretendida origina- denciaJ.
lidad del pensamiento filosófico latinoameri-
cano. 6. La influencia del pensamiento social de Max
Weber sobre su obra es explícitamente reco-
3. Ver al respecto, entre otras obras, Herbert nocida por José Carlos Mariátegui, especial-
Marcuse. El marxismo soviético. Alianza Edi- mente en el prólogo de sus Siete Ensayos de
torial, Madrid, 1969, que constituye un notable Interpretación de la Realidad Peruana.
balance de una forma particular de "marxis-
mo". 7. Raúl Morodo. "Sendero Luminoso y Sendero
Ominoso". Esta Semana, del1 al 7 de setiem-
4. Alain Rouquié. América Latina: introducción bre de 1992, San José, Costa Rica.

19

You might also like