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E] desplazamiento en “‘La muerte y la brajula a Muerte y la Brajula”,! uno de los textos borgeanos que més ha interesado a la criti- ca, se inscribe dentro de un grupo de rela- tos que en palabras de Nicolis Bratosevich exigen una lectura retrospectiva para encontrar pistas que le den sentido, una especie de lectura policial al revés para reconstituir un sistema narrativo carac- terizado por el enmascaramiento. Se lee una historia para descubrir que se ha accedido sin saberlo a otra historia disimulada en la primera, Este desplazamiento migratorio de la narrativa borgeana aparece analizado por Bratosevich en cuentos como “El Aleph”, ‘Las Ruinas Circulares”” y en un ensayo “Borges y Yo”. En ellos el eritico 1 Jorge Luis Borges, “La Muerte y la Brijula” en sus Obras Completes, seccion “ Axtificios”, Ei. Emecé, Bs. As. 1972. TNicolis Bratosevich, “El Desplazamiento como Meta fora en tres Relatos Borgeanos” en 40 Inquisiciones sobre Borges, Revista Iberoamericana Nums, 100-101, U. of Pits burg, 1977. Sobre esto dice Bratosevich, op. cit. pag. 549. “Estamos ante una literatura cuya iia certeza sobre el mundo es, excluyente y devastadoramente la propia litera tura, ya que el hombre vive desterrado en el universo de ps Inbras que 6! mismo ha ereado, y ya que las propias palabras configuran un sistema autosuficiente y, por lo tanto, dest ” Maria de las Nieves Alonso M. ver por siglos: la primera letra del hombre podria articularse en Islandia, la segunda, en Mejico; JLB, “Artificios” visualiza tres modalidades distintas de realizacién del recurso escritural que califica de metafora. EBs evidente que desde un primer momento nues- tro relato, “La Muerte y la Brijula”, da indicios de su caricter doble, en el que se producirin encuen- tros, entrecruzamientos y migraciones. En efecto, el cuento exhibe un peregrinaje temé- tico que nos ubica paralelamente en historias coexis- tentes y oculta claves que sirven para descifrar otros sentidos que s6lo se iluminan después de una lectu- raen la que la clave de las claves se relativiza, Este desfasaje temdtico existe también en otros niveles textuales, configuréndose un mensaje difuso ual o ajena, a la realidad que pretenden designar o descr e Un Jenguaje hasta cierto punto emancipado, y con 61 una escritura cuya Giniea certeza son las construcelones que ella misma inventa, es natural que tienda a revelar Ia preca- riedad de sus designaciones al mismo tiempo que las utiliza 6 las erea; y que junto con este desamparo designativo, toda fentidad sentida como tal, es decir toda aparente unidad 0 parente coherencia se vaya mostrando en Borges tiene de postulacién provisoria y se resquebr: se constantemente hacia otra cosa —otra unidad— otra post: + en un ejercicio imaginative que amenaza redueléndola a relatividad pura’ 27 ¥ diseminado que obliga al lector a construir y reconstruir para finalmente obtener postulaciones coherentes; pero que siempre permanecerdn provisorias, En “La Muerte y la Bréjula”* podemos distinguir una historia, que lamaremos Historia I, de cardcter policial. Se trata de la investigacién cuyo objeto es descubrir la secreta morfologia de la serie de crime- nes que culminan en la quinta de Triste Le Roy. Erik Lénnrot es aqui el protagonista. Este detecti- ve de “temeraria perspicacia” y “clara razon” logra descifrar la enigmética morfologia, anticipa el dlti- mo crimen de la serie; pero no logra evitarlo. Red Scharlach, quien juré venganza, ha creado el labe- into para matar al propio Lénnrot, en la historia, que llamaremos Historia II, de odio. Los primeros enunciados del relato prefiguran todo este proceso que veremos cesarrollarse en una escritura caracterizada como lo hemos indicado an- teriormente y cuyos miiltiples desplazamientos nos obligan a un movimiento ocular e imaginativo que equiere situarse, al menos, en una doble perspectiva, La historia ofrece una dimensién dual. Por una parte, es el relato de la dilucidacién de un enigma para el detective y por otra, es la realizacién de una venganza para el criminal, ‘Asi lefda, “La Muerte y la Brijula” es en su ni- vel mas evidente un relato de obtencién de un obje- to. Objeto que es el criminal para Lénnrot, en la Historia I, y la victima para Scharlach, en la Histo- ta II, En este punto el texto muestra la unidad: se busca un hombre, ‘Tenemos una Historia I, cuyo eje tematico es la ilucidacién de un enigma’ Seguido el proceso para ello, el enigma se resuelve, Paralela y subterrinea- mente se teje una Historia II, cuyo eje temaitico es la coneretizacién de una venganza, culminando en el cumplimiento de ésta. La Historia I ha enmasca- rado a la Historia IT que emerge en el momento de la obtencién del objeto. Lénnrot encuentra al eri- minal, éste atrapa a su victima. El detective debe morir para que se cumpla la venganza. La perfecta construccién del esquema policial hace posible el 28 logro de ésta, posibilitada por el azar y las erradas conjeturas de Lénnrot sobre la muerte que inicia la serie de crimenes.* La excesiva imaginacion es uti- lizada por Scharlach para tender la celada.$ Centrado el desarrollo del proceso textual en los dos agentes necesitamos revisar las acciones y carac- teristicas de quienes sostienen las simultaneas se- ccuencias de las historias dependientes y vinculadas, pero diferentes. Erik Lénnrot (rey rojo), “se creia un puro razo- nador, un Auguste Dupin, pero. algo de aventurero y tahur habia en é1” (pag. 505). Red Scharlach (rojo escarlata), el Dandy, “ese criminal (como tantos) habfa jurado por su honor la muerte de Linnrot, pero éste nunea se dejé inti- midar” (pag. 505). Presentados los agentes, observamos sus acciones y caracteristicas. Linnrot se define como un Augus- te Dupin, un puro razonador. Sin embargo, hari justamente aquello criticado por el detective de Poe y causa de fracaso para el oficial de policia en “The Murders in the Rue Morgue": “He erred con- tinually by the very intensity of this investigation, He impaired his vision by holding the object too close. He might see, perhaps, one or two points with unusual cleaeness, but in’so doing he necessa- rily, lost sight of the matter as a while”. Lénnrot vio “one or two points with unusual cleamess “La secreta morfologia de la serie (pag. 499) y ‘4 “BI primer término de Ia serie me fue dado por el azar. ‘Yo habia tramado con algunos colegas, entre ellos, Daniel Azevedo, el robo de los zafiros del Tetrarca, Azevedo nos traicioné: se emborraché ‘con el dinero que le habfamos adelantado y acometié Ia empresa el dia antes. En'el enor. 4 habfa puesto a escribir. Verosimilmente redactaba un ar! teulo o unas notas sobre el nombre de Dios, habla escrito ya las palabras: La primera letra del nombre ha sido articu- lada. Azevedo te intimid6 silencio; Yarmolinsky alargo la ‘mano hacia el timbre que despertarfa todas las fuerzas del hotel; Azevedo le dio una sola pufalada en el pecho”. Bor- 5, op. cit, pg, 507. £ “Comprendf que Ud. conjeturaba que los Hasidim ha- ‘fan sacrificado al rabino; me dediqué a justifiear esa con- jetura™. Borges, op. cit., pag. 507 también previé el cuarto crimen (ibid) pero, en cambio, “Lost sight of the matter as a whole”, ni adiviné que la muerte de Yarmolinsky habia sido fortuita, ni consiguié evitar el cuarto asesinato”.* Lénnrot realiza asi la primera desviacién de su rol de policfa razonador (desviaci6n indicada lesde los primeros enunciados del texto). ‘También sabemos que Dupin vence a su contrin- cante en “The Purloined Letter” en virtud de su capacidad para asumir el intelecto razonador de éte. En “La Muerte y la Brijula”, es Scharlach, e bandido, quien hace lo mismo logrando atrapar a Lénnrot al intuir y comprender los razonamientos y conjeturas de éste. Es decir, aqui es el asesino el que se identifica con el intelecto del policia. Todo lo anterior plantea una inversion parédica del relato policial. Al cambiar los roles del detecti- ve y del malhechor anula las distancias y admite como posible el triunfo del dltimo sobre el primero, transgrediendo la convencién clisica del verosimil policial segiin el cual todo criminal debe ser castiga- do. El cambio ha sido posible, pues Scharlach se identifica con Lénnrot, de algtin modo ha sido él o ges que simplemente era 1 mismo, el otro? Esta idea, la del doble, se confirma al revisar la onoméstica del cuento. En efecto, lo prefigurado en el doble nombre del detective y del criminal: Erik Lénnrot, rey rojo y Red Schariach, rojo escar- lata,” se acentita en el Hermes de dos caras de la quinta de Triste Le Roy (y se invierte nuevamente en la correccién final que Linnrot hace a Scharlach), yen aquellos enunciados que describen las sensa- ciones de Scharlach “llegué a abominar de mi cuer- po, Hegué a sentir que dos ojos, dos pulmones, dos manos, son tan monstruosos como dos caras” (pag. 508). © Marfa Luisa Bastos, “Literatura yTrasposiciOn. Las Re- percusiones incalculables de lo verbal”, en 40 Inquisiciones sobre Borges, pp. 543, 544, 545. 7 Sobre la onomistica del texto ver Nicolfs Rosa, “Bor- aes 0 la Ficcidn Laberintica”” en Nueva Novela Letinoame- icana 2, Bs. As., Edit, Paid6t, pp. 166, 167, 168, Por otra parte, tal identidad final est, segin Marfa Luisa Bastos, anticipada por la aproximacion de Azevedo y Yarmolinsky cuyas oposiciones son s6lo “formas antitéticas en que se manifiesta una semejanza basica: la misma raza, las muertes iguala- doramente violentas”.* Por demis estas semejanzas se subrayan en un simbolo que adquiere dos for- mas: la gran capa anacrénica de Yarmolinsky con- vertida luego en el poncho de Azevedo, portador de un apellido obviamente judio. “Por lo demis, la secreta identidad de los opues- tos es tépico deliberado en la literatura de Borges y en el contexto de “La Muerte y la Brdjula”, la aproximacién entre Azevedo y Yarmolinsky’ es como un ensayo de la identificacién final de Lénn- rot y Scharlach”.* ¥ es indicio aqui de lo que he- mos venido afirmando: Estamos ante una historia cuyo eje se desplaza, manteniendo unadependencia que da a sus agentes el carter de compromisitarios, Antes de concluir el anilisis de este aspecto, re- ferido fundamentalmente a los agentes, queremos sefialar que Lénnrot, victima de las hipdtesis inte- resantes, cometié errores distintos del ya mostrado, Por una parte, no aeaté los razonamientos pricticos de Trevinarius, una especie de Watson al revés,'° y, or otra, no consideré las amenazas de Scharlach, cayendo en la celada tendida por éste, ‘Todo lo antes dicho nos permite asegurar el do: ble rol agencial desempefiado por Linnrot y Schar- lach: El perseguidor es persoguido y el perseguido perseguidor, El que debe ejercer justicia es ajus- ticiado y viceversa, trastocéndose como ya dijimos, el canon policial y obligéndonos a una nueva leetura, “Una segunda lectura aplicada”* que, como ha indi- § Bastos, op, cit., pg. 599. 9 Basios, op. cit. pag. 539. 1 Indice de un huevo desplazamiento del relato policial cean6nico, Aqui es Watson “el imbécil constante"’ el que 50> Dbrepasara a Lénnrot Sherlock Holmes, visualizando la tram- pay avisando al detective de ella. BI hombre Trevinarius es fabrieado sobre Ia palabra latina tresviri, el comisario es tres en uno, reuniendo earacteristicas del comisario y detec: tive cldsicos, 29

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