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Edmund Husserl

Nació en 1859 en Moravia, provincia del Imperio Austro-Húngaro. Su familia era de origen judío.
Estudió Física, Matemática y Astronomía en Léipzig y Berlín, se doctoró Viena en 1883 con un texto titulado
Contribuciones al cálculo de variaciones.
Trabajó un tiempo en Berlín como Ayudante de Cátedra, pero al poco tiempo (1884) retornó a Viena
para estudiar Filosofía con el famoso profesor Franz Brentano (1838-1917). Brentano transmitió a Husserl
un concepto que sería clave en su filosofía: la intencionalidad de la conciencia. Cuando conocemos,
conocemos algo; cuando amamos, amamos algo; cuando sentimos, sentimos algo.
En 1900 Husserl fue convocado como profesor extraordinario a la Universidad de Göttingen. Allí tuvo
como discípulos a Max Scheler y Edith Stein, entre otros. En 1913 fundó el Anuario de Filosofía e
investigación fenomenológica, que se publicó hasta 1930 y en el que aparecieron: su propia obra Ideas
para una fenomenología pura y una filosofía fenomenológica; El formalismo en la Ética, de Scheler; y Ser y
tiempo, de Heidegger.
En 1916 fue convocado para hacerse cargo de la Cátedra de Filosofía de la Universidad de Friburgo.
Allí tuvo como discípulos y colaboradores a Eugen Fink y Martin Heidegger y permaneció hasta su
jubilación, en 1928. Cuando, en 1933, el nazismo tomó el gobierno de Alemania, Husserl, por su condición
de judío, se vio privado de muchas de sus viejas amistades y encontró consuelo visitando un convento
benedictino en el que era muy bien recibido. Muere el 26 de abril de 1938.
Husserl es el fundador de la escuela fenomenológica. Se propone llevar a cabo una reforma en la
filosofía a fin de llevarla a la categoría de ciencia rigurosa; ni positivista ni psicológista.
El positivismo exige atener a lo dado en la experiencia y jamás rebasar ese límite. La ciencia se limita
a comprobar con rigor los hechos. Para Husserl la experiencia constituye solo un momento del trabajo
científico, por lo cual sustituye el concepto de experiencia por el de intuición. La experiencia no es el único
acto en que se dan los objetos; en ella sólo se muestra la realidad natural u objetos materiales. Ello, lleva a
Husserl a proclamar el grito de guerra “Hay que volver a las cosas mismas”.
La psicología, como ciencia experimental, conlleva sus propias limitaciones. La lógica no es una rama
de la psicología. Las leyes de la lógica poseen una exactitud absoluta; son a priori, irreductible a las ciencias
empíricas. Ni la psicología ni las ciencias naturales cuestionan la validez de la experiencia. Para Husserl la
idea de ciencia entraña universalidad y fundamentación absoluta, valores absolutos, intemporales; que una
vez descubiertos se incorporan al saber de toda la humanidad.
La filosofía como ciencia estricta no se reduce a la cosmovisión o a la sabiduría, ni a las direcciones
o escuelas en el seno de la filosofía. La pluralidad de sistemas contradice la idea de una filosofía científica,
pero no invalida su posibilidad. (La filosofía como ciencia estricta pág. 104-106).
Si la idea de ciencia conlleva la exigencia de fundamentación rigurosa, la posibilidad de una filosofía
como ciencia reside en poner marcha que cuestione los datos, los conocimientos que proporcionan las
ciencias, la religión, la cosmovisión, la imagen del mundo, garantiza la existencia de una filosofía científica,
que no da nada por supuesto.
Husserl espera del ejercicio del método: a) rechazar todo conocimiento no fundamentado y b)
conocer los objetos cara a cara “en persona” de modo que se alcance la verdad, el saber objetivo.

Intencionalidad:

1900, publicó Investigaciones lógicas. Estudia el problema de la intencionalidad de la conciencia.


Tema aristotélico-medieval. Para Brentano, de quien lo heredó, la intencionalidad tiene un marcado
carácter psicológico: intencional: referido-a.
Para Husserl, la conciencia tiene un carácter trascendental: condición de posibilidad de objetividad
de los objetos, fundamento. El contenido objetivo de los objetos intencionados no depende del ámbito
psicológico, sino a otro orden.
1931, Meditaciones cartesianas. Para Husserl, siguiendo a Descartes, el camino de constitución del
método debe comenzar con la duda, no psicológica, sino metódica: “negar que la evidencia y sentido de la
realidad presentada por el sentido común y las ciencias, sea apodíctica”. Es decir, el sentido común y las
ciencias no poseen un fundamento que la torne indubitable. Sin embargo, la duda metódica consiste en la
búsqueda de un fundamento apodíctico: ego cogito.
El método fenomenológico exige emanciparse de interpretaciones previas (sentido común o
científicas), mediante una intuición intelectual (conocimiento directo, aprehensión inmediata o visión no
enturbiada por prejuicios).
Al dudar sobre la imagen del mundo, siempre permanece un sustrato último: el yo que duda. Este yo
no es psicológico, sino trascendental o puro. Éste es producto de la epojé (acción de suspender o poner
entre paréntesis).
Niveles de la epojé
1) Epojé filosófica: abstenerse por completo de juzgar acerca de las doctrinas de
toda filosofía anterior y en llevar a cabo todas nuestras descripciones dentro del marco de esta
abstención
2) Epojé fenomenológica: sustituir la actitud natural ante los objetos (suponer la
existencia de los objetos), por peculiar disposición de abstención. (No se afirma ni niega la
realidad, solo se suspende el juicio acerca de la existencia espacio temporal del mundo, la tesis
subsiste pero neutralizada, fuera de acción).
3) Reducción eidética (eidos, esencia): después de poner entre paréntesis las
opiniones de filósofos y científicos, todo el saber que aporta la tradición, estamos en condiciones
de acceder al fundamento de toda verdad: la visión directa de las cosas mismas: cuando se
ofrecen los objetos a la intuición intelectual y nos atenemos a lo que así nos es dado, en ellos se
revelan las esencias. Todo objeto individual alberga una esencia, y a toda esencia corresponden
hechos individuales. La esencia solo se revela en el hecho; pero mientras que los hechos coexisten
en el espacio y se modifican en el tiempo, es decir, son contingentes; lo contrario ocurre con las
esencias. Estas son objetivas, no son creaciones arbitrarias del sujeto cognoscente. Constituyen la
estructura fundamental del hecho; se caracterizan por su idealidad, nota que involucra los rasgos
de intemporalidad, identidad, inalterabilidad, universalidad y necesidad absolutas. La esencia
excluye lo accidental, los predicados que no pertenecen necesariamente al hecho.
Para llegar a la esencia a partir de los hechos no hay que comparar y concluir, inducir o deducir, sino
reducir, es decir purificar el hecho de todo aquello que sea inesencial: reducción eidética.
La intuición eidética se vale de un procedimiento para acceder a las esencias: el de las variaciones: 1)
partir de un objeto particular; 2) en presencia de él y haciendo abstracción de su existencia, lo someto a
una serie de manipulaciones mentales; 3) modificar atributos, aumentarlos, disminuirlos, formarlos,
deformarlos, preguntándose si sigue perteneciendo a su clase (los predicados no pueden sufrir
modificaciones sin que se destruya al objeto).
Esta reducción fija su atención en el yo trascendental o conciencia pura, en el yo en cuento
absolutamente existente en sí y para sí. Para esta conciencia pura, ningún ser real es necesario, su propia
existencia quedaría intacta así se aniquilase el mundo de las cosas. Tiene el sentido de ser absoluto, es
irrelativa.
Toda realidad es fenómeno del yo, es realidad porque lo es para el yo como fundamento. Este
carácter de ser-para de la realidad es su ser fenómeno (fainómeno, lo que aparece).
La vivencia mientras se realiza, es un dato absoluto. Volviéndose reflexivamente hacia esta
conciencia, el fenomenólogo describe lo que hay en ella, lo que queda después de haber practicado las
reducciones precedentes.
Pero la reducción trascendental no entraña una pérdida del mundo. La totalidad del mundo se halla
sumergida en el flujo de lo vivido, pues la conciencia se define en términos de intencionalidad, de su
referencia a un objeto. La conciencia no tiene realidad alguna fuera de la relación que establece con el
objeto. Todo su ser se agota en el hecho de ponerse en relación con algo que no es ella misma; su
existencia consiste en la intencionalidad, en dirigirse, en tender hacia un objeto.

Bibliografía

Vera Margarita, Fenomenología en ¿Qué es filosofía? Ed. ANUIES-Edicol. México, 1977

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