Professional Documents
Culture Documents
Reflexiones desde el humanismo cristiano sobre la familia
Amor divino y amor humano. Reflexiones
desde el humanismo cristiano sobre la
familia
María Lacalle Noriega
María Lacalle es prof. En la Universidad Francisco de Vitoria,
Madrid (España)
Pontificia Accademia di San Tommaso – Società Internazionale
Tommaso d’Aquino © Copyright 2003 INSTITUTO
UNIVERSITARIO VIRTUAL SANTO TOMÁS Fundación
Balmesiana – Universitat Abat Oliba CEU.
Una de las características de la postmodernidad es el rechazo
de Dios. El hombre postmoderno ha desterrado a Dios, ha
decidido construir su vida de espaldas a Dios, como si Dios no
fuera más que un estorbo y una cortapisa a su libertad y a su
felicidad. Debido a este rechazo, el hombre ha quedado como
http://www.mercaba.org/ARTICULOS/R/amor_divino_y_amor_humano_Re.htm 1/16
17/2/2016 Amor divino y amor humano. Reflexiones desde el humanismo cristiano sobre la familia
¿Por qué se ha producido este rechazo? Se podrían apuntar
múltiples causas: filosóficas, ideológicas, políticas, económicas,
incluso eclesiales. Todas ellas han contribuido, en mayor o
menor medida, a alejar al hombre de Dios. Sin embargo, es
preciso reparar en una causa de esta crisis religiosa que tiene
una enorme importancia, y de la que se habla poco. Se trata
de la crisis de la familia.
La inmensa mayoría de los cristianos han recibido la fe de su
familia, de sus padres. Ahora la familia está en crisis. En
muchas familias no se transmite la fe a los hijos. En otras, ni
siquiera se transmiten los valores y actitudes básicos para
poder vivir en plenitud la fe cristiana: el amor verdadero,
incondicional, gratuito, irrevocable y exigente; la gratitud, la
obediencia, la comunión y entrega. Para poder creer hay que
aprender a amar. Y esto se aprende, principalmente, en la
familia: "La familia recibe la misión de custodiar, revelar y
comunicar el amor, como reflejo y participación real del amor
de Dios por la humanidad y del amor de Cristo por la Iglesia,
su esposa" [1]. Dios es Amor. Y todo amor auténtico es un
reflejo de Dios. Y conduce a Dios.
Filiación
Todos los seres humanos son "hijos". Todos han recibido el ser
de unos padres. Nadie se ha dado el ser a sí mismo. El hijo,
http://www.mercaba.org/ARTICULOS/R/amor_divino_y_amor_humano_Re.htm 2/16
17/2/2016 Amor divino y amor humano. Reflexiones desde el humanismo cristiano sobre la familia
La respuesta ante el reconocimiento de este don tan grande es
la gratitud. "Con todo tu corazón honra a tu padre, y no
olvides los dolores de tu madre. Recuerda que por ellos has
nacido, ¿cómo les pagarás lo que contigo han hecho?" (Si
7,2728). Evidentemente, es imposible "pagar" a los padres
por el don de la vida. La respuesta de los hijos debe ser de
gratitud inmensa ante este regalo, fruto de la generosidad y
del amor de sus padres.
Los padres no sólo dan lugar al hijo en cuanto origen, sino que
lo sostienen continuamente en el camino de la vida, lo
alimentan, lo educan, lo preparan y lo conducen hacia la
madurez. Y, en el caso de los padres cristianos, le transmiten
la fe [4]. Los padres sostienen y guían al niño en los primeros
años de su vida, enseñándole el camino de la verdad.
Representan el principio de autoridad. Y los hijos deben
responder con docilidad y obediencia verdaderas [5].
Santo Tomás habla de la piedad como la virtud que debe
presidir las relaciones de los hijos con los padres, y la describe
como: "el hábito o virtud sobrenatural que nos inclina a
tributar a los padres (…) el honor y serviciodebidos" [6].
También el cuarto mandamiento indica a los hijos los deberes
que han de cumplir: "Honra a tu padre y a tu madre" (Ex
20,12). El cuarto mandamiento encabeza la segunda tabla de
la Ley: después de honrarle a Él mismo, Dios manda honrar a
los padres que son los transmisores de la vida.
Cuando se ha vivido en toda su profundidad y de manera
gratificante la experiencia de la filiación humana, la experiencia
de la filiación divina penetra en el hombre de forma natural. El
ser hijo, es decir, ser originado, permite comprender el
misterio de la creación y la condición creatural del ser humano.
Todos los seres humanos proceden de Dios, dependen de Dios
y son amados personalmente por Dios. Cada hombre y cada
mujer ha sido y es querido por Dios de una manera única y
completamente personal. La respuesta ante esta realidad
debería ser de amor, gratitud y obediencia. Sin embargo, qué
difícil le resulta al ser humano el reconocimiento de Dios como
Creador y Señor de todo lo que existe. Por eso la tentación
primera y mayor es la que aparece en el Génesis: "seréis como
http://www.mercaba.org/ARTICULOS/R/amor_divino_y_amor_humano_Re.htm 3/16
17/2/2016 Amor divino y amor humano. Reflexiones desde el humanismo cristiano sobre la familia
dioses" (Gén 3,5).
El pecado fundamental del hombre ha consistido siempre en el
rechazo de su condición de criatura, en su rechazo a reconocer
a Dios como Padre y Señor. El hombre rechaza a Dios porque
no quiere reconocer su autoridad, no quiere sujetarse a Él.
También rechaza su amor, por desconfianza: no quiere aceptar
que Dios, que sólo Él es Bueno, conoce perfectamente lo que
es bueno para el hombre, y en virtud de su mismo amor se lo
propone [7].
El problema, hoy, es que debido a la crisis de la familia los
hijos crecen sin sentir ninguna gratitud hacia sus padres y sin
reconocer en ellos autoridad ninguna. Los hijos no se sienten
"hijos", con todo lo que ello implica, de sus propios padres.
Luego es muy difícil que hagan la experiencia de sentirse hijos
de Dios. Esto es debido, fundamentalmente, a la "ausencia" de
la figura del padre en la vida de los hijos.
La obediencia es algo que hoy no está en absoluto de moda. A
todo el mundo le gusta ser dueño de su propia vida y no tener
que dar cuentas a nadie. Los términos "autoridad" y
"obediencia" están cayendo poco a poco en el desuso, incluso
en el ámbito familiar y en el escolar. Los padres no se atreven
a imponer nada a sus hijos, y tampoco los profesores. Los
niños crecen sin sujetarse a autoridad alguna y sin que la
palabra "obediencia" forme parte de su vocabulario. Para quien
no ha obedecido nunca, ni siquiera a sus padres y maestros,
resulta más difícil aceptar que el único camino hacia el Padre
pasa por el cumplimiento de su voluntad: "No todo el que dice
‘¡Señor, Señor!’ entrará en el reino de los cielos, sino el que
hace la voluntad de mi Padre" (Mt 7,21).
La obediencia es uno de los rasgos más sobresalientes en la
http://www.mercaba.org/ARTICULOS/R/amor_divino_y_amor_humano_Re.htm 4/16
17/2/2016 Amor divino y amor humano. Reflexiones desde el humanismo cristiano sobre la familia
vida de Jesús, el Hijo de Dios hecho hombre. Jesús se pasó la
vida obedeciendo. Obedeció a José y a María, a quienes dice el
Evangelio que les "estaba sujeto" (Lc 2, 51). Y obedeció
siempre a su Padre, hasta el punto de que Él mismo dice que
la obediencia es su alimento (Jn 4,34), y que Él ha venido al
mundo a obedecer, a cumplir una misión que el Padre le ha
encomendado (Jn 5,30). Jesús, el Hijo de Dios, hace de la
obediencia el motor de su vida.
Es importante tener en cuenta que Jesús se presenta ante el
mundo como el Hijo. Luego, "para creer en el Hijo de Dios es
preciso encontrarlo como Hijo de Dios" [8]. Como el Hijo
predilecto. Como el Hijo amado que entrega su vida
voluntariamente por amor al Padre y por amor a los hombres
que el Padre ama. Como el Hijo siempre obediente.
El Hijo vive en una actitud de dependencia radical respecto del
Padre, siempre orientado hacia el Padre. El Hijo es obediente
en todo al Padre, pero no es su esclavo. Escucha todo lo que le
dice el Padre, pero esto no le convierte en su criado. Hace todo
lo que le dice el Padre que haga, pero es completamente libre.
Lo da todo y lo recibe todo. El Hijo no se siente en absoluto
humillado por esa perpetua dependencia, sino que recibe su
Ser como fruto de la alegría y del amor del Padre. Para
conocer a Jesús hay que tener presente que es el Hijo, y que
todo lo que hace lo hace por amor al Padre.
Por otra parte, no hay que olvidar la afirmación de Jesucristo:
"Nadie va al Padre si no es por mí" (Jn 14,6). Nadie va al Padre
si no es por el Hijo. Y porque Jesús es el Hijo, Dios puede ser
reconocido como Padre [9].
Cristo se presenta como el Hijo, y para llegar a Él hay que
reconocerle como Hijo, luego es importante haber vivido la
experiencia de la filiación. Y el Hijo conduce al Padre, por lo
que la experiencia de la paternidad humana es decisiva en el
encuentro con Dios.
Paternidad
Los padres son cooperadores del amor de Dios Creador [10] y
representantes de Dios ante sus hijos [11]. Aquí hay que ver la
grandeza de sumisión y también su inmensa responsabilidad.
Ellos son el primer nexo de unión entre sus hijos y Dios, y la
experiencia de su amor paternalmaternal será muy
importante en la vida espiritual de sus hijos.
http://www.mercaba.org/ARTICULOS/R/amor_divino_y_amor_humano_Re.htm 5/16
17/2/2016 Amor divino y amor humano. Reflexiones desde el humanismo cristiano sobre la familia
Muchos autores han señalado la pérdida del sentido de Dios
como Padre como una de las causas del ateísmo moderno
[12]. Resulta muy difícil dirigirse a Dios como Padre y
reconocer su bondad gratuita cuando no se ha tenido una
experiencia positiva de la paternidad humana. Se puede citar
como ejemplo el caso de Sartre, que nunca pudo ver a Dios
como Padre porque nunca vivió la experiencia fundamental de
la paternidad humana [13]. Los padres cristianos deberían
sentir en toda su profundidad la responsabilidad que tienen en
este sentido ante sus hijos: son los representantes de Dios en
su paternidad y los primeros en transmitirles la experiencia de
un amor incondicionado, gratuito e irrevocable, que permita a
los hijos responder con gratitud y obediencia.
El amor del Padre hacia los hombres no depende de la actitud
de éstos hacia Él. De ahí la predilección por el hijo pródigo. Un
hijo siempre es hijo de su padre: por muy mal que se porte,
por muy ingrato que sea, nunca deja de ser hijo de su padre.
Dios es Padre de todos los hombres, y nunca deja de serlo,
aunque le vuelvan la espalda. El hombre puede rechazar a Dios
pero no puede impedir que le siga amando. La bondad gratuita
de Dios es el centro del Evangelio, y el amor incondicional de
los padres debe ser el cauce que permita a los hijos
descubrirla.
Jesucristo ha revelado que Dios es Padre y que ama a los seres
humanos con un amor incondicional. Y el Espíritu que envía el
Hijo permite a los hombres decir: ¡Abba, Padre! (Rom 8,15).
La respuesta adecuada al amor del Padre es el espíritu de
infancia, pues la infancia es la edad en que se tiene una
conciencia espontánea y muy clara de la gratuidad del amor. El
niño sabe que sus padres le aman, le cuidan y le protegen y
que, pase lo que pase y haga lo que haga, no van a dejar de
quererle. ¿Por qué? Sencillamente, porque son sus padres. El
que ha vivido esa pertenencia amorosa a sus padres está
http://www.mercaba.org/ARTICULOS/R/amor_divino_y_amor_humano_Re.htm 6/16
17/2/2016 Amor divino y amor humano. Reflexiones desde el humanismo cristiano sobre la familia
El amor de Dios representa, principalmente, la idea de amor
misericordioso, pero también la de exigencia. El amor es
siempre exigente porque no se resigna al mal del amado. Hay
mucha gente que identifica el amor de Dios con la mera
condescendencia. Más que un padre, les gustaría tener un
abuelo en el cielo, "una benevolencia senil que disfruta viendo
a sus criaturas pasándolo en grande, un Dios que dijera de
todo cuanto nos gustaría hacer: ‘¿qué importa lo que hagan, si
están contentos?’" [15]. Pero el amor de Dios no es así,
sencillamente porque el amor verdadero no es así. El amor es
exigente.
La gran belleza del amor está precisamente en el hecho de ser
exigente, porque de este modo constituye el verdadero bien
del hombre y lo irradia a losdemás [16]. Un amor exigente es
siempre una fuente fecundísima de enriquecimiento de la
persona.
Un amor que no es exigente no es amor. Los padres son
exigentes por que aman. Obviamente, tiene que ser una
exigencia razonable y adecuada, pero el amor verdadero
siempre tiene que ser exigente. Unos padres que consienten
todos los caprichos, que no exigen nada, que no tratan de
sacar lo mejor de sus hijos, no les aman realmente. Han
optado por la postura más cómoda, no por e lamor verdadero.
Sólo educando con un amor exigente se puede engrandecer
alos hijos y conducirlos hacia la madurez. El amor blando es un
amor superficial, que no busca el verdadero bien de la
persona.
Y no hay que olvidar que tras la exigencia viene el perdón. Así
debe ser el verdadero amor: el que ama de verdad exige
porque quiere lo mejor para la persona amada, pero cuando
esa persona comete un error, entonces perdona. El amor es
"paciente", es "servicial", "todo lo soporta" (1 Co3 13, 4.7). Es
necesario que los hombres de hoy descubran ese amor porque
en él está el fundamento verdaderamente sólido de la familia
[17]. Además, ese amor conduce al amor de Dios, pues nadie
ama a los seres humanos más que Él, nadie les exige más, y
http://www.mercaba.org/ARTICULOS/R/amor_divino_y_amor_humano_Re.htm 7/16
17/2/2016 Amor divino y amor humano. Reflexiones desde el humanismo cristiano sobre la familia
ama a los seres humanos más que Él, nadie les exige más, y
nadie les perdona más. Jesucristo amó a los hombres "hasta el
extremo" (Jn13,1). Y puso muy alto el listón de su
seguimiento: "Sed perfectos como mi Padre celestial es
perfecto" (Mt 5,48). Pero, al mismo tiempo, ofrece el perdón a
todo aquél que se acerque a Él con humildad y arrepentimiento
(Lc 7,48).
Amor
Lo primero que hay que decir es que el amor siempre es
fecundo en el más amplio sentido de la palabra, ya que
siempre va más allá de sí mismo y supone una entrega
generosa. Dios es Amor, y por eso crea el mundo: para darse y
comunicarse. El motivo fundamental de la creación es el amor
desinteresado, ese amor que encontrará su expresión
filosóficateológica en la frase de Santo Tomás de Aquino:
Bonum est diffusivum sui [18]. Dios crea no sólo porque es
omnipotente, sino porque es Amor [19].
Así Dios, movido de amor, crea al hombre. También el hombre,
siguiendo el ejemplo del amor del Padre, "crea" nueva vida, es
fecundo. Pues el amor de los esposos es una participación
singular en el misterio de la vida y del amor de Dios mismo
[20]. Por eso el amor conyugal lleva consigo, de forma natural,
el deseo de prolongarse, de dar fruto, de dar la vida a otro ser
humano. El amor conyugal no se agota dentro de la pareja,
sino que hace a los cónyuges capaces de la máxima donación
posible, por la cual se convierten en cooperadores de Dios en
el don de la vida a una nueva persona humana. De este modo,
los cónyuges, a la vez que se dan entre sí, dan, más allá de sí
mismos, la realidad del hijo; reflejo viviente de su amor, signo
permanente de la unidad conyugal y síntesis viva e inseparable
del padre y de la madre [21].
La fecundidad es un mandato claro de Dios al matrimonio
"sed fecundos y multiplicaos" (Gn 1,28) y es también una
bendición. Por eso el cometido fundamental de la familia es el
servicio a la vida, el realizar a lo largo de la historia la
bendición original del Creador, transmitiendo en la generación
la imagen divina de hombre a hombre [22].
La realidad, hoy, es que impera una mentalidad antilife que
no ve la vida como una bendición, sino como un peligro del
que hay que defenderse [23]. Se ha discutido mucho sobre las
http://www.mercaba.org/ARTICULOS/R/amor_divino_y_amor_humano_Re.htm 8/16
17/2/2016 Amor divino y amor humano. Reflexiones desde el humanismo cristiano sobre la familia
causas de la disminución del número de hijos. Se habla, sobre
todo, del progreso económico y de los cambios de las
condiciones de vida que ese progreso ha traído consigo. Miedo,
angustia, egoísmo, ignorancia, todo esto ha contribuido al
nacimiento de la mentalidad antivida que desconoce o rechaza
la inmensa riqueza espiritual de la vida humana. Pero la razón
última de esta mentalidad es, como dice Juan Pablo II, la
ausencia de Dios en el corazón de los hombres, cuyo amor es
más fuerte que todos los miedos del mundo juntos, y los
puede vencer [24].
La fecundidad es el fruto y el signo del amor conyugal, el
testimonio vivo de la entrega plena y recíproca de los esposos
[25]. Y el amor conyugal se muestra así como una
participación del amor creador de Dios, que es esencialmente
don, gratuidad.
El amor de Dios hacia los seres humanos es un amor
incondicionado, y es siempre fiel. Dios no los necesita, y podía
no haberlos creado, pero ha decidido libremente amarlos y
crearlos y se ha comprometido con una alianza eterna a no
retirar nunca su amor. En cierto sentido, se puede decir que la
alianza se establece al mismo tiempo que la creación. Y se
establece por el mismo motivo fundamental: el amor
desinteresado. El amor es motivo de la creación y el amor es
motivo de la alianza. Todo está presidido por la "lógica del
amor" [26].
También es irrevocable, aunque hoy en día son mayoría los
que lo rechazan, el amor con el que un hombre y una mujer se
entregan mutuamente en matrimonio. Efectivamente, el amor
mutuo entre el hombre y la mujer es imagen del amor
absoluto e indefectible con que Dios ama al hombre [27]. Entre
el matrimonio y la alianza de amor de Dios y los hombres se
da una analogía interior cuya revelación tiene lugar
progresivamente hasta llegar a su plenitud de manera
definitiva con Jesucristo [28].
La Revelación presenta la historia de la salvación con una
alianza de amor de Dios con Israel. El amor de Dios llega hasta
tal extremo que se compromete para siempre con su pueblo y
se obliga a sí mismo a permanecerle fiel, a pesar de la
infidelidad y de la dureza de corazón de Israel. El amor de Dios
por su pueblo se presenta muchas veces en la Biblia con
imágenes conyugales: el mismo impulso que un esposo siente
http://www.mercaba.org/ARTICULOS/R/amor_divino_y_amor_humano_Re.htm 9/16
17/2/2016 Amor divino y amor humano. Reflexiones desde el humanismo cristiano sobre la familia
hacia su esposa; el mismo amor ardiente que un joven
experimenta hacia una joven, así es el amor de Dios hacia
Israel [29].
Para el hombre y la mujer en el matrimonio "su vínculo de
amor se convierte en imagen y símbolo de la alianza que une a
Dios con su pueblo" [32]. El matrimonio se funda en una
alianza de amor y, por eso mismo, es señal de la antigua
alianza, y, por la misma razón, es sacramento de la nueva
alianza, es decir, significación de la unión en el amor del alma
y del cuerpo entre Cristo y su Iglesia. Por eso dice San Pablo:
"Maridos, amad a vuestras mujeres como Cristo amó a la
Iglesia y se entregó a sí mismo por ella" (Ef 5,25).
Los esposos tienen en Cristo un punto de referencia y una
ayuda imprescindible para su amor conyugal. "¿Acaso se
puede imaginar el amor humano sin el Esposo y sin el amor
con que Él amó primero hasta el extremo? Sólo si participan en
este amor y en este "gran misterio", los esposos pueden amar
"hasta el extremo": o se hacen partícipes del mismo, o bien no
conocen verdaderamente lo que es el amor y la radicalidad de
sus exigencias" [33].
El pacto o alianza conyugal es un acto de voluntad de los
contrayentes por el que se entregan mutuamente para
siempre. Entregarse equivale a comprometer toda la vida para
buscar el bien de otra persona, su perfección y su felicidad. Y,
paralelamente, aceptar el amor de esa persona, dejarse querer
por ella, pues se está entregando de igual modo. Ese acto de
voluntad "es un compromiso de amor que convierte en
comprometido al amor. Los amantes son los que se quieren,
los esposos los que, además, se comprometen a quererse"
[34].
Esta afirmación resulta incomprensible para todos aquellos que
conciben la libertad como una fuerza indeterminada, desligada
de cualquier obligación, fidelidad y compromiso, o como una
fuerza autónoma de autoafirmación que no tiene en cuenta a
http://www.mercaba.org/ARTICULOS/R/amor_divino_y_amor_humano_Re.htm 10/16
17/2/2016 Amor divino y amor humano. Reflexiones desde el humanismo cristiano sobre la familia
los demás y sólo busca su propio bienestar egoísta [35]. Sin
embargo, el compromiso conyugal no es una pérdida de
libertad, sino el ejercicio más completo de la misma. Es la
dimensión más profunda y grande dela libertad del hombre
que, precisamente porque es libre, en el sentido de ser dueño
de sí, puede entregarse totalmente a alguien y comprometer el
amor como deuda conyugal [36].
Muchos autores se han planteado la dificultad de hablar del
amor en términos de deber. Así, Max Scheler considera que
hablar del amor como un mandato sería una contradicción.
Pero él se refiere al amor como algo espontáneo, puramente
emotivo. Ciertamente, el amorsentimiento puede
desaparecer. Pero el amor conyugal no es sólo ni sobre todo
sentimiento. Es esencialmente un compromiso con la otra
persona que convierte el amor en amor debido: en deber de
amarse, para siempre.
El amor no es un mero sentimiento. El amor es apertura a los
demás, es comunicación, apertura, don, entrega. Una de las
principales aportaciones de la familia es la experiencia de
comunión y participación que debe caracterizar su vida diaria
http://www.mercaba.org/ARTICULOS/R/amor_divino_y_amor_humano_Re.htm 11/16
17/2/2016 Amor divino y amor humano. Reflexiones desde el humanismo cristiano sobre la familia
[38]. La familia es una comunidad de personas unidas en el
amor. Desde esta perspectiva es fácil comprender que el
modelo originario de la familia hay que buscarlo en Dios
mismo, en el misterio trinitario de su vida [39].
El hombre y la mujer sólo pueden encontrar su propia plenitud
en la entrega sincera [40] porque han sido creados a imagen
de Dios que es Amor. "Dioses Amor y vive en sí mismo un
misterio de comunión personal de amor. Creándola a su
imagen y conservándola continuamente en el ser, Dios inscribe
en la humanidad del hombre y de la mujer la vocación y
consiguientemente la capacidad y la responsabilidad del amor
y de la comunión. El amor es, por tanto, la vocación
fundamental e innata de todo ser humano" [41].
En Jesús se descubre el modelo del "hombre para los otros", es
decir, del hombre que se realiza no en el cierre egoísta del
propio individualismo, sino en el don generoso de sí mismo.
Conforme a la paradoja evangélica, la vida es para entregarla.
Jesucristo lo enseñó con sus palabras y con su ejemplo:
"habiendo amado a los suyos que estaban en el mundo, los
amó hasta el extremo" (Jn 13,1) y se entregó a sí mismo por
ellos. Jesucristo enseña y proclama que la vida encuentra su
centro, su sentido y su plenitud cuando se entrega [42].
El ser humano que viva y asuma el amor familiar y reconozca
los valores personales y el don pertenecientes a dicho amor
estará predispuesto a comprender las enseñanzas de Cristo y a
llevarlas a la práctica.
El mundo necesita de Dios
Alcanzar un mundo mejor, más humano y humanizador, es de
todo punto imposible sin Dios porque el ser humano necesita
absolutamente a Dios. La fe en Dios es necesaria para
descubrir y desarrollar la entera humanidad del hombre. Y la
familia es el lugar privilegiado para la transmisión de la fe
porque es el lugar privilegiado para vivir y experimentar el
amor auténtico: es la primera escuela de amor.
Vivir así la familia no siempre resulta fácil. La experiencia
demuestra que a consecuencia del pecado todo resulta
trabajoso, y especialmente las relaciones interpersonales. La
herida del pecado aparece especialmente en el amor conyugal,
que vive amenazado por el egoísmo, el espíritu de dominio,
infidelidad, celos y conflictos que pueden conducir hasta el odio
http://www.mercaba.org/ARTICULOS/R/amor_divino_y_amor_humano_Re.htm 12/16
17/2/2016 Amor divino y amor humano. Reflexiones desde el humanismo cristiano sobre la familia
y la ruptura [43].
El pecado supone, ciertamente, un obstáculo de la inteligencia,
un endurecimiento de la voluntad, una fijación de las pasiones.
Esta es la raíz escondida de muchos de los factores de la
fragilidad del amor. Con mucha frecuencia el deber de fidelidad
resulta difícil, y aparecen muchos motivos que incitan a
dejarlo, y muchos obstáculos que dificultan su realización. La
vida matrimonial y familiar es dura, y el entorno cultural actual
no resulta precisamente una ayuda para superar los problemas
que se presentan. El mensaje que proclama la sociedad es más
bien de signo contrario: si tienes problemas, no te esfuerces,
¡déjalo! ¡abandona!
Sin la ayuda de Dios el hombre y la mujer no pueden vivir la
verdad de la familia. Su auxilio es necesario. El amor es la
verdadera fuente de unidad y fuerza del matrimonio y de la
familia [44]. Y para hacer posible el amor auténtico es preciso
recurrir a Dios con la certeza de recibir su ayuda. Porque el
amor verdadero y "hermoso" es don de Dios [45]. El amor sólo
puede ser vivido con profundidad por el Amor, aquel Amor que
es "derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que
nos ha sido dado" (Rom 5,5).
La familia necesita a Dios para poder vivir el amor en toda su
autenticidad, y se podría decir que Dios "necesita" a las
familias para atraer más fácilmente a los hombres hacia sí. La
experiencia de la filiación, de la paternidad, del amor
incondicional y gratuito, permiten insertarse en el misterio de
Dios que es Amor, porque "la familia misma es el gran misterio
de Dios" [46].
Notas
1 Juan Pablo II, Exhortación apostólica Familiaris consortio, 17.
2 Juan Pablo II, Carta a las familias Gratissimam sane 19.
3 Juan Pablo II, Homilía , 28 de enero de 1979, en CELAM,
Puebla, Edica, Madrid 1979, pp. 4647.
4 Catecismo de la Iglesia Católica, 2220.
5 Ibid., 2216.
6 Santo Tomás de Aquino, Suma Teológica, 22 q. 101 a. 3.
http://www.mercaba.org/ARTICULOS/R/amor_divino_y_amor_humano_Re.htm 13/16
17/2/2016 Amor divino y amor humano. Reflexiones desde el humanismo cristiano sobre la familia
7 Juan Pablo II, Carta Encíclica Veritatis splendor, 41.
8 Durwell, F. X., Il Padre. Dio nel suo mistero, Roma 1998 (2ª
ed), p. 20. Cfr. Scola,Angelo, Hombremujer. El misterio
nupcial, Encuentro, Madrid 2001, p. 312.
9 Scola, Angelo, op. cit., p. 314.
11 Juan Pablo II, Carta a las familias Gratissimam sane, 15.
12 Cfr. p. ej., Vives, Josep, Creer el Credo, Sal Terrae,
Santander 1986, pp. 27 ss.; Scola,Angelo, op. cit., pp. 307 ss.
13 Cfr. Sartre, Jean Paul, Les mots, Paris 1964. Cfr. Scola,
Angelo, op. cit., pp. 307 y ss.
Carmelo, Burgos 2000, p. 79.
15 Lewis, C.S., El problema del dolor, Rialp, Madrid 1999, p.
47.
16 Juan Pablo II, Carta a las familias Gratissimam sane, 14.
17 Juan Pablo II, Carta a las familias Gratissimam sane, 14.
18 Santo Tomás de Aquino, Suma Teológica, I q.5 a.4 ad 2,
BAC, Madrid 1964 (3ª ed),
tomo I, p. 377.
21 Ibid., 14.
22 Ibid., 28.
23 Ibid., 6.
http://www.mercaba.org/ARTICULOS/R/amor_divino_y_amor_humano_Re.htm 14/16
17/2/2016 Amor divino y amor humano. Reflexiones desde el humanismo cristiano sobre la familia
24 Ibid., 30.
25 Ibdi., 28.
27 Catecismo de la Iglesia Católica, 1604.
28 Concilio Vaticano II, Constitución pastoral Gaudium et spes,
48.
29 Cfr, p. ej., Cantar de los cantareşOs 2,21; Jer 6,13; Is, 54.
30 Concilio Vaticano II, Constitución pastoral Gaudium et spes,
22.
31 Catecismo de la Iglesia Católica, 1612.
33 Juan Pablo II, Carta a las familias Gratissimam sane, 19.
35 Juan Pablo II, Exhortación apostólica Familiaris consortio, 6.
36 Cfr. Juan Pablo II, Discurso al Tribunal de la Rota Romana,
21I1999, n. 5.
37 No hacerlo es siempre un engaño, como observa San Juan
de Ávila: algunos son tan ofuscados que "creen que si el
corazón los mueve a cualquier obra, la deben hacer aunque
sea contraria a los mandamientos de Dios; dicen amarlo tanto
que, aun infringiendo sus mandatos, no pierden su amor.
Olvidan de esta manera que el Hijo de Dios predicó con la
propia boca exactamente lo contrario: el que tiene mis
mandamientos y los guarda, ése es el que me ama (Jn 14,21);
si alguno me ama, guardará mi Palabra (Jn14,23). Y el que no
me ama no guarda mis palabras". Consejo Pontificio para la
Familia, Sexualidad humana: verdad y significado.
Orientaciones educativas en familia, n. 20.
http://www.mercaba.org/ARTICULOS/R/amor_divino_y_amor_humano_Re.htm 15/16
17/2/2016 Amor divino y amor humano. Reflexiones desde el humanismo cristiano sobre la familia
39 Juan Pablo II, Carta a las familias Gratissimam sane, 6.
Constitución pastoral Gaudium et spes, 24.
42 Juan Pablo II, Carta Encíclica Evangelium vitae, 51.
43 Catecismo de la Iglesia Católica, 1606.
45 Juan Pablo II, Carta a las familias Gratissimam sane, 20.
46 Ibid., 19.
http://www.mercaba.org/ARTICULOS/R/amor_divino_y_amor_humano_Re.htm 16/16