Professional Documents
Culture Documents
Y nosotros lo que pretendemos es terminar pronto y lo mejor posible con la obligación para
concentrarnos después en la devoción.
1. ¡A mover el cuerpo!
Cuando estás sentado la mayor parte del día, las energías se te van por el sumidero y el
estado de ánimo, también. Unos estiramientos o bailar un par de canciones bastan para
despertar las endorfinas, aunque lo ideal es hacer algo de ejercicio físico de manera regular.
2. Recordatorios de apoyo
3. El compañero de fatigas
Si tienes problemas para hacer lo que tienes que hacer, busca a alguien en una situación
parecida. La motivación a dúo funciona.
4. Compromiso público
Si a alguien le anuncias que vas a realizar un trabajo, esa presión te crea la urgencia de
ponerte manos a la obra. ¿No funciona? Espera, que hay más.
Hacer algo creativo a lo largo del día (tu hobby, por ejemplo) afecta de manera positiva a tu
estado de ánimo y eso ayuda a la hora de empezar con el trabajo duro.
6. Madrugar
La quietud del amanecer es estupenda para concentrarse y avanzar en las tareas más
penosas. Te las quitas pronto de en medio y eso es una alegría.
Obvio, cuando se madruga. Si eres un ave nocturna, acuéstate cuando te plazca, pero
asegúrate de dormir lo que tu cuerpo necesita.
8. Despejar el paisaje
La limpieza da tranquilidad. Dedicar unos minutos cada día a organizar y eliminar lo que
está estorbando no es una pérdida de tiempo. Después se trabaja mejor.
9. Desenchufar la televisión
Horas para ver la tele, las justas, que hay mucho por vivir.
Ponte con el trabajo de inmediato: sin pensarlo, sin anestesia, sin excusas ni quejas. ¡Ahí
voy!
Una vez trabajando, muchas veces te das cuenta de que no era para tanto.
Si llega una tarea obligatoria, ponle día y hora en tu agenda. Créale una parcela específica
donde no quepa otra cosa. ¡Y a cumplir!
Tú, que te conoces bien, organiza tu horario, tu esquema de trabajo y las herramientas que
utilizarás. Crea tu sistema personalizado.
La popular lista de lo que hay que hacer puedes incluirla en tu sistema. Motiva bastante ir
tachando las tareas concluidas.
En todo caso, unos minutos al iniciar o al terminar la jornada, a menos que sea vital para tu
trabajo que lo hagas.
Fíjate bien en qué debilidades te impiden cumplir con tu trabajo para ponerles remedio.
¿Dónde se te está yendo el tiempo?
18. Automatizar
Si existe la posibilidad de programar algo para que se haga por sí solo, hazlo. Esto vale,
sobre todo, para determinadas tareas que se hagan con el ordenador.
19. Delegar
No te eches más trabajo de la cuenta encima. Esto se ve, por ejemplo, en la organización
del hogar. Plantéate un reparto de tareas.
Un recurso sencillo, tanto para ponerte las pilas como para ayudarte con la concentración.
Libérate de la necesidad de hacer de la tarea una obra de arte. Simplemente, hazla; revisa
después los flecos y punto final.
Estar en lo que hay que estar, con todos los sentidos puestos en lo que se está haciendo,
tanto si se trabaja como si se descansa, puede ser complicado, pero se perfecciona cuanto
más se practica.
Cuando comienza tu día, decide qué tareas vas a realizar (que no sean demasiadas) y no
te salgas de ahí, salvo que haya un imprevisto.
26. Descansar
También se procrastina por cansancio. Ten claro que quien no descansa, no produce. Por
eso, deja de ser un tirano contigo mismo y date tus merecidos respiros.
27. La diversión
28. Desconectar
Desconectar del mundo para conectar contigo. Crea tu búnker antiestrés dedicando unos
minutos diarios a relajarte olvidándote del ruido exterior. ¿Qué tal 15 minutos de
meditación? Es un ejemplo.
29. No a la resignación
Retira frases como: Yo soy así. Soy vago de nacimiento. No puedo cambiar.
Si quieres acabar con la procrastinación, puedes hacerlo. Sólo inténtalo, cuantas veces sea
preciso, y ve probando hasta dar con lo que te funciona.