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1.

Introducción

Al abordar el maltrato infantil nos vemos enfrentados a una serie de problemas. Por un
lado, existe un desconocimiento de la verdadera magnitud del fenómeno debido a que no se
cuenta con datos y que el tema, en muchos casos se remite a los espacios más íntimos de la
convivencia familiar. Por otro, las tradiciones culturales e históricas repercuten en la forma
con que cada sociedad afronta el problema. Por último, existen diversas opiniones en
cuanto a su definición y clasificación, así como también a las consecuencias que el maltrato
infantil pueda tener y su consecuente manejo terapéutico.

Estas son consideraciones que deben tenerse en cuenta para poder realizar un análisis
integral sobre dicha problemática.

El artículo 19 de la Convención sobre los Derechos del Niño establece que los países
“tomarán todas las medidas legislativas, administrativas, sociales y educativas adecuadas
para proteger al niño de toda forma de violencia física o mental, de traumatismos o de
maltratos, de descuidos o tratamiento negligente, de maltrato o de explotación, en especial
del abuso sexual, mientras se encuentre al cuidado de sus padres, del guardián legal o de
cualquier otra persona que esté al cuidado del niño”.

A pesar de esto, el maltrato infantil es un problema escondido en muchos países, tanto


desarrollados como en desarrollo. “En la región de América Latina y el Caribe, no menos
de 6 millones de niñas, niños y adolescentes son objeto de agresiones severas y 80 mil
mueren cada año por la violencia que se desata al interior del núcleo familiar”[1]. Cualquier
niño sin discriminación de edad, sexo o condición socioeconómica puede ser víctima de
maltrato infantil en cualquiera de sus formas.

2. Factores de riesgo para que se produzca una situación de maltrato

El maltrato infantil es un problema multicausal, determinado por múltiples fuerzas que


actúan en el individuo, en la familia, en la comunidad y en la cultura donde éste se
desenvuelve, impidiendo o dificultando su desarrollo integral.

“Son muchas las razones que inducen a creer que el maltrato y descuido de menores se
tornará todavía más común a medida que los países hacen la transición de economías
reglamentadas a economías de mercado más abiertas y con menos estructuras para el
bienestar social. Debido a que el crecimiento urbano recarga los servicios médicos y
sociales; debido a que las mujeres ingresan al mercado de trabajo cada vez en mayor
número; y debido a que por diversas causas más familias se ven desplazadas de sus hogares
y de su entorno cultural”[2]

Es importante, poder identificar cuales son las “condiciones adversas” en las que se
producen este tipo de situaciones, de forma tal de lograr una correcta detección del
problema. Para ello, hemos clasificado los factores de riesgo que pueden desembocar en un
caso de maltrato en tres grandes grupos:

Factores individuales
Factores familiares

Factores socioculturales y ambientales

a. Factores individuales

Algunas características individuales de los propios niños y niñas pueden ser causantes de
situaciones de maltrato infantil, como por ejemplo:

Embarazo no deseado

Niños prematuros

Niños con impedimentos físicos o psíquicos

Niños hiperactivos

También se pueden identificar, como factores de riesgo, características individuales de los


padres, como ha de ser su personalidad, la experiencia o inexperiencia de estos en la
crianza de niños, entre otros.

b. Factores familiares

Frente a situaciones de desequilibrio en el grupo familiar, muchas veces la primera víctima


suele ser el niño.

Los factores de riesgo para que se produzca una situación de maltrato dentro de una familia
están referidos tanto a la estructura de la misma como al funcionamiento y a la dinámica de
esta.

En cuanto a las condicionantes de tipo estructural se encuentran: número de integrantes de


la familia, familias monoparentales, padres adolescentes, entre otras.

Las malas relaciones y comunicación, la carencia de vínculos afectivos y la violencia


familiar, son factores de riesgo relacionados con el funcionamiento de la propia familia.

Por último, la inexistencia de límites o reglas familiares y la relación marital, pueden influir
de manera negativa en la dinámica familiar, contribuyendo a que se produzca una situación
de maltrato infantil.

c. Factores socioculturales y ambientales

La cultura y las tradiciones de cada país también influyen en la concepción que se tenga
sobre el maltrato infantil. Por ejemplo, las formas de crianza en distintas culturas nos
demuestran que cosas que nosotros hacemos y nos parecen naturales, en otras sociedades
están ausentes casi totalmente.
“Si el maltrato de los niños en nuestra sociedad, es parte de una cultura maltratante y una
cultura maltratante está hecha de rutinas y de prácticas cotidianas que son percibidas como
naturales, únicamente cambiando desde la vida cotidiana esas prácticas, podremos prevenir
y cambiar la situación de un niño”.[3]

Existen aún, en muchos países ideas tales como que los hijos pertenecen a los padres y que
ellos pueden decidir sobre su destino. La dependencia del niño respecto del adulto en
nuestra sociedad es también un factor de riesgo. Problemas tales como una situación de
desequilibrio en la familia, repercuten directamente en el niño, quien suele ser una de las
primeras víctimas.

Entre los problemas ambientales y socioeconómicos que pueden actuar como factores de
riesgo para que se produzca una situación de maltrato se encuentran:

Situación laboral: desempleo, inestabilidad laboral, excesiva carga horaria, entre otras.

Vivienda: hacinamiento, viviendas compartidas con otras familias, malas condiciones de


habitabilidad, etc.

Necesidades básicas insatisfechas, problemas de marginalidad, entre otras.

En primer lugar, es preciso señalar que los factores de riesgo anteriormente señalados dan
cuenta parcialmente del conjunto de “condiciones adversas” en las que se pueden generar
situaciones de maltrato infantil.

En segundo lugar, en la mayoría de los casos en que se producen situaciones de maltrato se


conjugan más de uno de estos factores.

Por último, para poder analizar la problemática y planificar toda acción a seguir, es
necesario asumir su multicausalidad.

3. La familia como microsistema del niño: ¿es la violencia doméstica un factor de riesgo
para su desarrollo?

Como primer punto, es importante establecer que cuando hablamos del “microsistema”
del niño, nos estamos refiriendo a las relaciones entre el niño y su medio ambiente
inmediato: la familia. Con el correr de los años, ésta ha sufrido grandes transformaciones.

“Se ha pasado de una familia extensa, viviendo dentro de un grupo social que desbordaba la
familia, y donde los sujetos estaban en contacto con una pequeña comunidad dentro de la
que mantenían lazos intensos, estrechos y continuos, a unidades familiares cada vez más
reducidas y más aisladas, y donde el contacto con otros individuos está más regulado por
factores externos que por las necesidades del individuo”.[4]
A pesar de estos cambios, los adultos continúan desempeñando un papel determinante en el
desarrollo del niño ya que son, en gran medida, quienes estimulan y crean las condiciones
para su desarrollo físico, intelectual y social.

Por esta razón, se debe prestar especial interés al conjunto de interacciones que se producen
dentro del núcleo familiar para poder detectar aquellos factores que no estén contribuyendo
al desarrollo armonioso del niño. Ahora bien, ¿cuáles son esos factores?

Según Garbarino, “el microsistema del niño se convierte en una fuente de riesgo para su
desarrollo cuando es socialmente empobrecido. Es decir, el desarrollo del niño sufre
siempre que el microsistema está limitado, ya sea porque hay muy pocos participantes o
muy poca interacción recíproca, patrones de interacción psicológicamente destructivos, o
alguna combinación de los tres”.[5]

Estos factores contribuyen a que se produzcan situaciones de violencia intrafamiliar, en


donde el niño o niña se ve afectado.

Según definición de la Fundación PANIAMOR la violencia intrafamiliar es “cualquier acto


u omisión llevado a cabo por miembros de la familia y cualquier condición resultante de
estas acciones que priven a otros miembros de la familia de iguales derechos y libertades o
que interfieran con su máximo desarrollo y libertad de elegir.

Es importante recordar que los padres que maltratan a sus hijos no siguen un patrón
determinado. Sin embargo, existen ciertas características de los mismos que los hacen más
vulnerables a tener conductas violentas con sus hijos.

A continuación se enumeran una serie de causales del maltrato infantil (clasificación no


exhaustiva) al interior de las familias:

La negligencia: desprotección, descuido y/o abandono

Cambios en la estructura familiar: cuando se rompe el equilibrio del funcionamiento


familiar se pueden dar casos de conductas violentas con los hijos.

Malos tratos como forma natural y habitual de relacionamiento. Barudy distingue cuatro
situaciones en las que se generan situaciones de violencia intrafamiliar:

a. Carencia de los padres de cuidados maternales en su medio social y familiar durante su


infancia

b. Carencia de los padres de una figura parental.

c. Carencias en la estructura familiar, alteraciones en la organización jerárquica de la


familia.

d. Carencia de intercambios entre la familia y su entorno.


Los casos de abuso en niños y niñas, son 15 veces más probable de ocurrir en familias en
las que la violencia familiar está presente.[6]

La violencia intrafamiliar hacia el menor, traducida en términos de abuso, de maltratos,


tanto emocionales como físicos o sexuales, es una de las fuentes de riesgo más importantes
para el desarrollo integral de niños y niñas.

Es difícil estimar con precisión sus costos personales y sociales, pero éstos se ven
reflejados a través de problemas psicológicos, adicciones, suicidios, presencia de
enfermedades recurrentes, ausentismo laboral, dificultades en la escuela y la falta de
satisfacción de las necesidades, principalmente las afectivas.

4. Datos estadísticos

a. Algunas consideraciones

A la hora de recolectar información que nos permita comparar y analizar datos estadísticos
sobre la real dimensión del problema a escala mundial, nos vemos enfrentados a una serie
de problemas.

En primer lugar, la metodología utilizada para recolectar y analizar los datos difiere de país
en país.

En segundo lugar, la información no siempre proviene del mismo organismo. En algunos


países es el propio Estado el encargado de registrar casos de denuncias de maltrato
infantil, mientras que en otros, dicha tarea se encuentra en manos de organizaciones no
gubernamentales u organismos privados.

Por último, no todos los casos de maltratos son denunciados, muchas veces éstos son
difíciles de detectar, ya que suelen tratarse de grupos que no mantienen contacto directo
con servicios públicos o son escondidos en los espacios más íntimos de la convivencia
familiar.

A pesar de esto, a través de datos recabados en algunos países a nivel mundial, se intentará
dar un panorama global de la situación del maltrato infantil.

b. Estados Unidos en cifras[7]

El Centro Nacional de abuso y negligencia para con la infancia de los Estados Unidos
(NCANDS) estimó que, según datos recogidos de 50 estados y el distrito de Columbia, en
1996, 1077 niños y niñas murieron a causa de abuso o negligencia, de éstos, un 77% tenía
tres años o menos de edad.

En 1996, se reportaron en los distintos servicios públicos de protección a la infancia de


Estados Unidos, 3 millones de casos de abuso o maltrato infantil. El 36% de éstos fueron
confirmados y el resto no pudo verificarse a causa de falta de información sobre el niño, la
familia o el supuesto abusador.
De los casos confirmados, el 52% correspondía a actos de negligencia, el 24% a maltrato
físico, el 12% a abuso sexual, el 6% correspondía a abusos emocionales y un 3% referían a
casos de negligencia médica. El restante 14% refería a “otros” tipos de maltrato como
abandono, amenazas e intoxicación con drogas, entre otros.

En cuanto a las edades de las víctimas, se encontró que más de la mitad eran menores de 8
años. El siguiente cuadro indica los distintos porcentajes de víctimas de maltrato según
edad.

Edad de la víctima
% de víctimas de maltrato

Menos de 1 año
6,7%

Entre 1 y 4 años
25%

Entre 5 y 11 años
41,6%

Entre 12 y 18 años
24,9%

El 77% de los casos de abuso y maltrato fueron perpetrados por los padres de la víctima.
Un adicional 11% correspondió a parientes del niño o niña maltratado y tan sólo un 2%
correspondía a otras personas relacionadas con el cuidado de los menores. El 10% restante
de los perpetradores fueron clasificados como no relacionados al cuidado de los infantes
(extraños, miembros del mantenimiento de la casa, amigos, vecinos, entre otros).

En promedio, según datos entre 1976 – 1993, ha habido un crecimiento anual del 9% en las
denuncias de situaciones de maltrato. Esto es atribuido principalmente a una mayor
sensibilización y concientización de la población sobre el fenómeno. Sin embargo, continúa
siendo mucho mayor el número de víctimas que los casos que llegan a ser realmente
denunciados.

c. Canadá en cifras

Los datos referentes a Canadá son sobre la base de la información publicada por el teléfono
de ayuda a la infancia: “Kids Help Phone”.[8]

Este servicio tiene como objetivo dar a niños, niñas y jóvenes toda la información que
necesiten para poder tomar sus propias decisiones, así como también, brindar ayuda en
caso que sea necesario. Dicho servicio está disponible para toda Canadá las 24 horas del
día, todos los días del año.
En 1999, la línea telefónica de ayuda a la infancia contestó llamados de casi 3 mil
comunidades rurales y urbanas de todo Canadá.

El gráfico a continuación muestra los motivos más relevantes por los que niños llamaron.

El 14% de las llamadas, en 1999, correspondieron a consultas en las que el niño o niña se
enfrentaba a conductas violentas o abusivas.

Si bien este dato es el único que hace referencia directamente a posibles situaciones de
maltrato infantil o violencia intrafamiliar, los problemas de relacionamiento, de abuso de
drogas, suicidios, entre otros, podrían ser alertas de que se está produciendo un caso de
maltrato infantil.

Más de la mitad de las llamadas (54%) realizadas en 1999, correspondieron a jóvenes entre
15 y 19 años. Un 35% tenía entre 10 y 14 años, y un 10% más de 20 años. El restante 2%
correspondió a niños menores de 9 años.

d. Uruguay en cifras

Como indicador de la situación a la que se enfrenta Uruguay con relación al maltrato


infantil y la violencia intrafamiliar, se utilizaron datos proporcionados por el "Servicio
Telefónico de Apoyo a la Infancia ante situaciones de Maltrato: LÍNEA AZUL”, que
funciona en el local de la Sub Dirección Técnica y de la División Estudio y Derivación del
INAME.

Dicho servicio tiene como objetivo general el “brindar un servicio de atención telefónica de
acceso gratuito con el fin de recepcionar, informar, orientar e intervenir rápidamente ante el
conocimiento de situaciones de maltrato y amenaza o violación de los derechos de los niños
y jóvenes.”

La “Línea Azul” recibe un promedio de 250 llamadas por día entre las 0 y 14 horas, de las
cuales aproximadamente 7 corresponden a posibles casos de maltrato o abuso infantil.

Un 75% de las solicitudes de intervención recibidas desde enero de 1999 a junio de 2000,
provinieron de Montevideo y un 25% del interior del país.

La información aquí presentada, no pretende ser representativa de la dimensión de la


problemática en nuestro país, pero si es indicativa de la complejidad y magnitud de las
situaciones de maltrato infantil.

Según datos de enero de 1999 a junio de 2000, el porcentaje mayor de solicitudes de


intervenciones recibidas corresponde a casos por negligencia (38%). Lo siguen, en orden de
importancia, el maltrato físico, los niños en situación de calle y maltratos de tipo
psicológico (33%, 11% y 7% respectivamente).
En cuanto a la distribución por sexo, un 44% de las personas maltratadas son niñas, y un
55% son menores del sexo masculino.

El 45% de los niños y niñas maltratados tienen entre 6 y 12 años y un 20% es mayor de 12.
Por otra parte, casi dos de cada diez niños y niñas (18%) en situación de maltrato tienen
entre 3 y 5 años y un 8% es menor de 3. El 9% restante corresponden a casos en los que no
se especifica la edad.

Una vez realizada la intervención se constató en el 19% de los casos algún tipo de maltrato.
El 54% no pudo convalidarse, pero si se encontraron indicios que indicaban posibles
situaciones de maltrato. Por último, casi tres de cada diez intervenciones (27%) no fueron
convalidadas, por considerarse que no significaban situaciones de riesgo para el niño o
niña.

Muchas veces el servicio es usado por parte de la sociedad uruguaya para “otros fines”
además del de dar “conocimiento de situaciones de maltrato y amenaza o violación de los
derechos de los niños y jóvenes”.

Es por ello que se debe educar a la población para que ésta logre conocer con detalle los
beneficios que el servicio ofrece y utilizarlo de la forma más eficaz y eficiente posible.

Otros datos

En Brasil, 58% de los menores de 19 años viven en la pobreza. De éstos, 20% están
abandonados y viven en la calle. [9]

En Ciudad de México los niños de la calle oscilan entre 500.000 y un millón. En Santo
Domingo, República Dominicana, dos estudios mostraron tasas de maltrato de 58% y 33%,
respectivamente, mientras otro reveló que toda una población de niños impedidos estaba
sometida a algún tipo de maltrato.[10]

En Guatemala, de un total de 698 casos de maltrato registrados en los hospitales generales


(San Juan de Dios, Rooselvet e IGGSS) entre 1990 y 1995, el 47% correspondió a
maltratos físicos, un 36% a abandono y un restante 17% a casos de abuso sexual. Estos
registros no son representativos de la problemática en el país, pero si son indicativos de la
gravedad de la situación. [11]

5. El papel que juegan los medios de comunicación frente a la problemática del Maltrato
Infantil

Los medios de comunicación masivos tienen un rol fundamental como formadores de


opiniones. “Son una de las instituciones que proporcionan definiciones “oficiales” de la
realidad, conjuntamente con el sistema educativo y los estratos más elevados del sistema
legal”.[12]
El acceso a la información es un derecho esencial de todo individuo, y como tal se debe
lograr una representación plural y democrática de las distintas temáticas sociales que
involucran a nuestro país y al mundo.

Lamentablemente, en muchas ocasiones los medios realizan el abordaje periodístico desde


una óptica sensacionalista, y en otros casos el tema no es tratado en forma completa. Estos
son algunos de los problemas que ponen en riesgo la construcción democrática y plural de
la información, contribuyendo a que la sociedad civil se forme una visión sesgada del
tema.

En relación con la infancia, saber cuánto y cómo se aborda el tema parece ser un elemento
fundamental para pensar estrategias que promuevan y difundan su realidad en forma
integral.

Al referirnos específicamente al maltrato infantil, se identifican dos grandes problemas en


la forma en que los medios de comunicación masivos abordan la temática:

a. El problema del maltrato infantil no es abordado en todas sus dimensiones

b. El “modo” con que cada nota informa. Este aspecto refiere a los términos que se
utilizan en la escritura periodística para referirse a casos de maltrato.

En base al primer punto, se encuentra que “…el maltrato común no es noticia y que
aquellos casos en que la noticia se publica, el estilo utilizado es sensacionalista, parece ser
que interesa más el amarillismo que la denuncia de la situación”.[13]

Son muy escasas las oportunidades en que los medios se han involucrado en tareas de
prevención y de la difusión de información sobre las reales dimensiones del problema y sus
posibles consecuencias.

Con respecto al segundo punto, parece existir una diferencia substancial en el modo con
que cada nota informa dependiendo del universo al cual se refiera.

A modo de ejemplo, es interesante citar algunas de las interrogantes presentadas por José
Laso en su estudio “Prensa y Maltrato Infantil”:

- ¿Porqué se señala a unos con su nombre propio y a otros se los protege en el


anonimato?

- ¿Porqué se carga a los contextos físicos de estereotipos: suburbio: lugar de


violencia, barrio residencial: espacio protegido y apacible?

- ¿Porqué hay un tratamiento absolutamente diferenciado de los presuntos actores del


hecho: “distinguido profesional”, “fiesta rosada” que hace presumible su inocencia,
mientras los otros por el contexto y un “adjetivo” son condenados de antemano?
- ¿Porqué de unos se sacan conclusiones generales y los otros aparecen como casos
raros e insólitos?

- ¿Porqué se reduce el problema del maltrato a una sola de sus dimensiones, la


dimensión policial y porqué se clasifican los hechos como únicamente delictivos y
policiales?

Tanto la violencia intrafamiliar como el maltrato infantil son problemas comunitarios, y por
tanto, todos tenemos la obligación de asumir un protagonismo activo.

Las personas que trabajan en los distintos medios masivos de comunicación no escapan a
esta realidad, forman parte de nuestra sociedad y se encuentran mediatizados con la
estructura de la vida cotidiana.

Esto no significa en modo alguno justificar un tratamiento “sesgado” de la problemática,


sino que las personas que trabajan en los distintos medios de comunicación deben ser
conscientes de su propia realidad para poder afrontar los temas de la manera más objetiva
posible.

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[1] Datos Unicef: Oficina Regional para América Latina y el Caribe

[2] Protocolo para el estudio de maltrato físico interpersonal de los niños. OPS/OMS

[3] Laso, José: “Prensa y Maltrato infantil”, pág. 7.

[4] Delval J: “Algunas reflexiones sobre los Derechos del Niño”, Infancia y Sociedad 27-
28, pág28.

[5] “Los niños como protagonistas del proceso de abuso y abandono”, Revista Nosotros,
pág. 11, noviembre 1996.

[6] Stacy, W. y Shupe, A.: “The Family Secret”. Boston, MA. Beacon Press, 1983.

[7] Los datos correspondientes a EEUU fueron extraídos del “National Child Abuse and
Neglect Data System Project (NCANDS). Child Abuse and Neglect Data – American
Humane Association: www.Americanhuman.org/children/factsheets/data_abuse.htm

[8] http://kidshelp.sympatico.ca

[9] Novoa Sotta, Fernando; De la Barra Mac Donald, Flora y otros. Síndrome del niño
maltratado. Revista Chilena de Pediatría., Santiago de Chile,vol.63,1992. Pág.1-12.

[10] Idem.
[11] De León, E: “El maltrato infantil en Guatemala. Una visión global de la
problemática.” Revista Tejiendo la Red, pág. 44, Octubre 1997.

[12] Barrios, Marta Milena: “Violencia y Paz en los discursos de la prensa: Un análisis
desde la construcción social de la realidad”, Investigación y Desarrollo Nro. 11, pág. 43.

[13] Unicef. Violencia contra la mujer. Ausencia de una respuesta institucional. Guatemala.
1 Edición. 1992, pág.30. Citado por Monroy en: Maltrato y abuso sexual en niños y niñas.

http://www.e-mexico.gob.mx/wb2/eMex/eMex_Maltrato_Infantil
Maltrato psicológico y abandono infantil

Definición

El abandono infantil, también llamado maltrato psicológico, es una forma de maltrato a los niños y ocurre
cuando alguien intencionalmente no le colma al niño sus necesidades vitales o lo hace descuidando de
manera imprudente su bienestar. Tales necesidades abarcan alimento y agua para un crecimiento saludable,
vivienda, vestido y atención médica. El niño igualmente puede carecer de un ambiente seguro y de apoyo
emocional por parte de los adultos. Este conjunto de necesidades contribuye al desarrollo apropiado del niño.

Algunas autoridades consideran que el hecho de que los niños presencien actos de violencia entre los padres
o el maltrato severo entre los adultos es otra forma de maltrato psicológico.

Ver también: abuso sexual en niños, maltrato físico infantil.

Causas, incidencia y factores de riesgo

La incidencia del maltrato físico y emocional a los niños es difícil de definir.

El maltrato psicológico y el abandono infantil parecen coexistir con el maltrato físico aproximadamente en 50 a
75% de las veces. Los factores de riesgo para ambos son esencialmente los mismos y pueden abarcar
pobreza, otras situaciones de estrés en la familia, enfermedad mental o consumo de sustancias por parte de
los padres o personas a cargo. Los niños maltratados están en riesgo de convertirse en personas que
maltratan a otros como adultos.

Síntomas

Los niños que presentan el síndrome de retraso en el desarrollo están en riesgo de sufrir diversas formas
de abandono o maltrato emocional. El retraso en el desarrollo se caracteriza por niños que no logran crecer y
desarrollarse normalmente o que presentan una pérdida de peso inexplicable. En tales evaluaciones, es
conveniente considerar el maltrato infantil como un factor.

El maltrato psicológico se puede presentar con signos de depresión infantil, incluyendo:

• Quejas físicas vagas


• Trastornos del sueño
• Trastornos en la alimentación
• Diversas formas de comportamientos de rebeldía, incluyendo el hecho de aterrorizar o explotar a
otros
• Dificultades en la escuela

Signos y exámenes

Ver el artículo sobre retraso en el desarrollo para buscar los exámenes médicos comúnmente asociados con
la insuficiencia para crecer normalmente.

Los niños de los cuales se sospecha que han sufrido maltrato emocional deben ser evaluados por un
profesional en salud mental capacitado. Así mismo, es necesario evaluar a todos los niños que han padecido
maltrato psicológico o abandono en búsqueda de otras formas de maltrato infantil, dado que los problemas a
menudo coexisten.

Tratamiento

El tratamiento de los niños maltratados puede abarcar terapia nutricional y de salud mental.
Es posible que sea necesario retirar al niño del hogar para protegerlo de un maltrato posterior.

Cualquier persona que tenga sospechas de esta forma de maltrato infantil debe informar acerca del asunto a
los Servicios de Protección Infantil (Child Protective Services) o a la policía. Los trabajadores de la salud, los
empleados de las escuelas y los profesionales en cuidado de niños están en la obligación legal de informar si
hay sospecha de maltrato.

El objetivo de las agencias de protección infantil es reunir a las familias después de que la persona que ha
incurrido en maltrato haya recibido ayuda.

El tratamiento de estas personas que maltratan puede involucrar clases sobre la crianza, tratamientos de
salud mental y tratamientos médicos para casos de trastornos mentales o consumo de alcohol o drogas
psicoactivas.

Grupos de apoyo

Existen muchos grupos de apoyo disponibles tanto para las personas que incurren en maltrato como para los
niños maltratados, incluyendo:

Prevent Child Abuse America

200 S. Michigan Avenue

17th Floor

Chicago, IL 60604-2404 312-663-3520

www.preventchildabuse.org

Expectativas (pronóstico)

Con tratamiento, la mayoría de los niños y padres se pueden reunificar como familia. El resultado a largo
plazo depende de la severidad del maltrato, de su duración, del éxito de la psicoterapia tanto para el niño
como para el adulto y de la forma como funcionen las clases sobre la crianza.

Complicaciones

Como sucede con todas las formas de maltrato infantil, es posible que se presenten lesiones graves o la
muerte.

Otros problemas a largo plazo pueden incluir falta de confianza en sí mismo, depresión, comportamiento
rebelde y convertirse en una persona que maltratará a otros durante la vida adulta.

Situaciones que requieren asistencia médica

Se debe buscar asistencia médica si un niño parece deprimido, está perdiendo peso o no está creciendo o
desarrollándose normalmente. Es necesario recordar que se debe informar a las autoridades ante la sospecha
de cualquier forma de maltrato infantil.

Prevención

Los programas escolares diseñados para mejorar la crianza, la comunicación y la propia imagen son
importantes en la prevención del maltrato futuro y pueden llevar a la identificación de niños maltratados.
Las clases acerca de la crianza son muy útiles y se invita a los adultos recién casados, que no tengan niños, a
tomar dichas clases antes de que cada niño nazca, dado que la dinámica del hogar cambia con el aumento
del número de niños.

Los programas de visitas domiciliarias por parte de enfermeras y trabajadoras sociales en los primeros dos
meses de vida pueden ayudar en la identificación de las familias que están en riesgo. Dichos programas se
están volviendo más comunes en los Estados Unidos y ya son populares en muchos países europeos.

Review Date: 2/18/2005

Reviewed by: John Goldenring, M.D., MPH, Department of Pediatrics, Children's Hospital, San Diego, CA.
Review provided by VeriMed Healthcare Network.

http://www.walgreens.com/library/spanish_contents.jsp?doctype=5&docid=007225
Abandono Infantil

La familia es a los niños y las niñas como un segundo útero en el que se terminan de
gestar, porque cubre sus necesidades básicas, de alimentación, abrigo, seguridad,
cuidado y amor. En un contexto de protección, los niños crecen y desarrollan sus
potencialidades, el problema es cuando estas seguridades básicas no existen y la
cercanía vital es desconocida para los niños.

Pequeños que por su edad y percepción extremadamente sensible, identifican el grado


y tipo de atención que reciben, sobretodo cuando experimentan, el rechazo y el
abandono.

¿Qué es el abandono infantil?

El abandono no es exclusivamente, lo que reportan los medios de comunicación


cuando aparecen recién nacidos o niños pequeños en las calles. El abandono infantil
tiene otro matiz, más sutil y que viven los niños y las niñas en el hogar y consiste en
todo comportamiento que provoca descuido y desatención de las necesidades básicas,
así como la ausencia de los derechos humanos de los niños y las niñas.

El abandono infantil es una actitud de negligencia y descuido de los adultos a los


pequeños y se observa en la falta de alimentación, vestido, higiene personal, atención
médica y vivienda; desinterés en todo lo referente a su educación; y además incluye
exponer a los niños a la violencia de la pareja.

Consecuencias del abandono infantil

Las consecuencias del abandono infantil son muy graves porque todos los seres
humanos para su crecimiento necesitan ser tocados, mecidos en brazos afectivos,
escuchados y mimados. No es raro encontrar que estos niños, son los que tienen
mayores problemas de salud y de integración social y por lo tanto poseen menos
recursos para enfrentar la vida.

La desprotección infantil es una vivencia que los niños y las niñas identifican con el
desamor, la no aceptación y el rechazo. Aunque el abandono infantil esta relacionado
con la pobreza, esto no significa que en otros sectores sociales, los niños no sean
abandonados.

El abandono infantil tiene diferentes expresiones, asociadas generalmente con la


dinámicas familiar, la falta de redes de apoyo a la madre; la migración de las zonas
rurales a las grandes ciudades, etcétera.

Las causas del abandono infantil son múltiples: una expulsión de los niños por parte de
la familia; en otros casos son los menores difíciles de educar; el hijo o hija problema
que no tienen límites, que presentan ausentismo o deserción escolar; que se fugan del
hogar, que se encuentran expuestos a drogas, violencia sexual y callejerización.

Trastornos emocionales que padecen los pequeños que han sufrido el


abandono

Los niños y niñas que se encuentran en esta situación, al carecer del afecto familiar no
pueden establecer vínculos cercanos y estables durante su vida, les será muy difícil
relacionarse, en razón de que no tienen la estructura emocional necesaria para
vincularse. Y probablemente cuando sean adultos y tenga hijos, también los
abandonarán.

El abandono infantil como conducta vinculada a la ausencia de maternidad o


paternidad se repetirá, por los menos tres generaciones sucesivas reconocidas como
tales, porque poseen un referente común: un pasado de abandono infantil.

Es necesario trabajar desde diferentes espacios para evitar el abandono infantil, cada
persona lo puede hacer desde la familia y la comunidad, apoyándose en especialistas
con los conocimientos y experiencia suficiente para atender este tipo de problemas.

El fortalecimiento de la familia para erradicar el abandono infantil

La familia requiere de fortalecer sus capacidades para proteger y cuidar a los niños y
las niñas, el lugar más importante en el crecimiento de un niño es su familia, donde al
menos, una persona mayor le proporcione cuidados y una relación estable, de manera
que puedan crecer en un entorno familiar protegido. En su familia el niño tiene sentido
de pertenencia y crece de acuerdo a sus raíces sociales, religiosas y culturales.
Como trabajador o prestadora de servicios a la comunidad, es necesario apoyar a la
familia y coordinar la asistencia social e impulsar estancias infantiles; aprovechar los
servicios educativos y de salud que existen en las comunidades para a través de ellos
organizar pláticas, cursos, talleres, dónde se fomente la importancia del cuidado y
buen trato a los niños y las niñas.

http://www.ecienciaytecnologia.gob.mx/wb2/eMex/eMex_Abandono_infantil
Las diferentes caras del abandono infantil en Uruguay

El abandono infantil tiene tantas caras como niños lo padecen. Si bien


la pobreza es un factor que se repite en las madres que
deciden desvincularse de sus hijos, no son las carencias
económicas las que lo explican. Para muchos esa opción
puede ser un acto de amor. Para otros, la peor de las actitudes
a las que puede llegar una mujer. En Perspectiva recorrió las
principales instituciones que trabajan con los niños
abandonados para conocer cómo es esa realidad. Informe de
Mauricio Erramuspe.

En Perspectiva - Espectador.com 03.10.2005

Si comenzamos por el final, en el caso de que un niño es abandonado hace todo el recorrido
institucional que, según insisten todos los consultados, es el único que preserva las garantías tanto
de las familias biológicas como de las adoptivas, termina en el Instituto de Legitimación Adoptiva y
Adopción (Ilaya). Ese es el organismo del Instituto del Niño y el Adolescente del Uruguay (INAU)
encargado de llevar el registro de las familias que quieren un niño y de recibir los niños
abandonados luego que se comprobó la inexistencia de un vínculo biológico capaz de llevar
adelante su desarrollo.

La encargada del Ilaya, Ana María Brisco, explicó cómo es que trabajan: El equipo técnico del
hogar donde es derivado el niño hace el estudio de su situación y cuando detecta que no hay un
vínculo familiar, eleva un informe donde se numera las veces que se ha citado a la familia, si lo han
ido a visitar. Entonces el Ilaya entrega ese niño y en 48 horas debe comunicarlo a un juez para que
se concrete la separación definitiva de la familia biológica.

El caso de los recién nacidos es un poco distinto. "El camino es que cuando nace un niñito en un
hospital y su progenitora desea entregarlo en adopción, el equipo del servicio social de ese hospital
lo comunica al juzgado especializado de familia quien toma una resolución que puede ser o bien
internarlo por 30 días o bien derivarlo inmediatamente a una familia. ¿Por qué hablo de 30 días?
Porque el artículo 134 nos dice que no será válido el consentimiento de la madre de un niño que no
haya nacido, o dentro de los primeros días de su nacimiento... De consentimiento me refiero a
entregarlo en adopción por tanto debemos esperar 30 días y ese juez de ese recién nacido dispone
si esos 30 días los ha de esperar internado o lo ha de esperar ya en el seno de una familia",
explicó Brisco.

Brisco de esta manera da la pauta del camino que siguen los niños abandonados en Uruguay.
Demos una primera cifra: un promedio de 50 niños llegan a ser adoptados por esta vía en nuestro
país por año. Los abandonados son muchos más y la complejidad de situaciones que rodean una
decisión de este tipo dificultan decir una cifra concreta ya que muchos casos nunca llegan a la
esfera oficial.

El origen de esta historia son los nacimientos. Un referente hegemónico es el Hospital Pereira
Rossell donde nacen unos 8.000 niños por año lo que lo constituye como la principal maternidad
del país. Allí, la cifra histórica de incidencia de los abandonos es del 0,7% del total de nacimientos.
Ahora, estiman que incluso ha bajado. Esos son los abandonos que se dan dentro de la institución.
Muchas veces, la madre da al recién nacido una vez que sale del Hospital y esos casos no integran
la estadística.
María Canavessi es la jefa del Servicio Social del Hospital Pereira Rossell. Un servicio que tiene 20
integrantes. Sólo 20 para un lugar donde casi todos los que se atienden requieren de algún tipo de
asistencia social además de médica.

Sin duda son muchos los factores que rodean una decisión de abandonar un hijo. Entre ellas, la
económica juega pero no es la principal, según dijeron todos los consultados para este informe.
Canavessi dio algunos patrones que se repiten en los abandonos. La historia personal de la madre
es el más relevante.

"(La) historia personal, puede ser producto de una relación totalmente circunstancial. Puede ser
producto de una violación que son los más rechazados. Puede ser producto de una relación laboral
también. Puede haber llegado a quedar embarazada en un período interginésico muy corto y la
llegada de ese niño implicaría un detrimento, un deterioro en la atención de los anteriores. Ahí hay
un posicionamiento estratégico de la madre, porque está evaluando su situación y determina que si
ingresa uno más, a los otros... Muchas veces no está dentro del proyecto de vida que tienen el
tener un hijo. Muchas veces hubiesen sido abortos", dijo Canavessi.

El abandono, según Canavessi, es una constante en las vida de estas madres: "La historia
personal yo la pondría en primer lugar. Son madres con múltiples abandonos, abandono de su
núcleo familiar, de su pareja, abandono de la sociedad... abandono de todo tipo. Hay madres que
ni siquiera existen legalmente. Ese el peor de los abandonos. Es un ser humano que está en esta
sociedad y no existe y de repente ha pasado por 20 instituciones y jamás logró saber quién es".

La pobreza, entonces, no es la principal explicación para el abandono. Si lo fuera, la cifra sería


mucho más significativa ya que, justamente, es en las capas sociales más bajas donde más niños
nacen.

Además del abandono del 0,7% de los niños que nacen en el Pereira Rossell –estadística que,
recordemos, estaría bajando- podemos manejar otra. En seis años, el Centro 4 del INAU –que es
la puerta de entrada de ese instituto para los niños abandonados - ha atendido tres abandonos en
la calle.

"Estadísticamente no es significativo. Es significativo emocionalmente para la sociedad por lo que


implica (...) La madre que abandona es una lacra social para la sociedad. El imaginario la ubica
como la peor de las personas porque hay un mito. En la acera contraria está el que quiere adoptar
que es la mejor de las personas, que también es un mito", sostuvo Canavessi.

A esto que decía Canavessi se suman otros mitos que rodean esta problemática, según los
técnicos del Pereira. Se trata de preconceptos que no se confirman en la realidad. Por ejemplo, las
madres adolescentes son las que menos abandonan, ya que en la mayoría de los casos hay otras
figuras en el núcleo familiar que se hacen cargo de ese nuevo integrante. Generalmente, las
abuelas toman el rol de mamá.

Otra idea social que no se confirma es que el primer hijo es el abandonado. Esos son los menos.
Estadísticamente se trata de mujeres que ya tienen otros hijos y desisten de tener con ellas otro
más.

La doctora Ima León, directora del Hospital de la Mujer del Pereira Rossell explicó: "Otro mito que
a mí me sorprendió cuando entré al hospital fue que no es el primer hijo el que se abandona. Uno
tiene en el imaginario, por las películas o las comedias, que es el primer hijo no deseado el que se
abandona. Y acá en el hospital una de las cosas que se ha demostrado estadísticamente es que
no es el primer hijo el que se abandona. Por lo general, si bien es muy relativo y en cada uno de
los casos hay que analizarlo como tal, hemos visto que más que el problema económico lo que
está es un período interginésico muy corto, en el cual la madre queda embarazada de otro hijo y
tiene que de alguna manera establecer una estrategia de supervivencia en la que llevar otro hijo al
hogar implicaría no seguir con el tratamiento que le venía dando a los anteriores o con la calidad
de núcleo familiar que se espera para su familia".

Para los técnicos del Pereira Rossell ese abandono puede ser un acto de amor. Y allí hablan de
respetar el autodiagnóstico que hace la madre acerca de su imposibilidad de tener ese otro hijo. No
aborta, continúa con el embarazo pero dejando claro que luego dará ese hijo en adopción.

"Yo considero que este abandono que se hace, que es el consensuado, el meditado, el pensado,
en definitiva, es un acto de amor por ese hijo aunque no lo pueda entender la sociedad en su
conjunto. Es un acto de amor. Yo tengo estas incapacidades, mi núcleo familiar tiene estas
incapacidades... No nos podemos hacer cargo de este niño para seguir todo su desarrollo. Por eso
yo te hablaba de la importancia del autodiagnóstico, es fundamental en esto. (...) Que no lo quiere
a ese niño, que no lo puede asumir directamente por equis factores, no económicos
exclusivamente y que decide que lo va a tener y que el mejor lugar para ese niño es otra familia",
explicó Canavessi.

Una vez que la madre comunica esa decisión comienza todo un periplo para el bebé. Sin embargo,
no siempre el abandono se hace en el ámbito formal. Cuando esa decisión se da y se comunica en
el ámbito institucional, comienza para ese niño una serie de pasos que, como decíamos al
principio, se espera que termine en una adopción con alguna de las parejas anotadas en el Ilaya.
Esto si se sigue la vía formal que es la que estamos describiendo en este informe. Los técnicos
como todos nosotros saben de la existencia de otros mecanismos, no formales. La doctora León y
Canavessi hablaron de esas "listas paralelas".

"Es algo contra lo que hemos luchado mucho en este hospital y nos hemos visto enfrentadas
muchas veces: las listas paralelas (...) Las listas paralelas son personas que por un prestigio
social o un prestigio académico también tiene listas de padres que están deseosos de adoptar hijos
y que por el Ilaya estarían en un lugar mucho más abajo. Existen otros mecanismos en los cuales
durante el embarazo se puede contactar a la madre, entonces ya se le dice que no se produzca el
abandono institucional en el Pereira, la madre sale con el niño y afuera se hace la adopción",
sostuvo León. Canavessi agregó: "...No se hace un papel en donde se le da tenencia".

Las instituciones referentes de esta problemática son: el Centro de Observación Nº 4, que es lo


que podríamos denominar como la "puerta de entrada" del INAU para los niños abandonados. El
otro, más conocido para la audiencia de la radio, sobre todo a partir de varios móviles de Rosario
Castellanos, es el Hogar Retoño.

Al comienzo del informe la encargada del Ilaya, Ana María Brisco, contaba que eran los distintos
hogares del Inau o con convenio con ese organismo los que deben realizar la investigación para
ver si hay un vínculo familiar que se pueda rescatar o decidir recomendar el pase de ese niño en
adopción. En esa línea, fui al Centro de Observación Nº 4 o "Centro 4", como se lo conoce. Allí
actualmente viven 40 chicos, entre cero y cinco años. Por año pasan por este centro entre 100 y
150 niños y poco más del 50% de ellos regresa con su familia biológica.

Este es un hogar de ingreso donde los niños, idealmente, no deberían permanecer mucho más de
un mes. Sin embargo, muchas veces permanecen allí más tiempo antes de ser derivados a otros
hogares, ya sean institucionales o familiares.

La encargada de este servicio, Mónica Nicolassi, explicó cuál es la finalidad del Centro 4: "Nuestra
finalidad es hacer el diagnóstico integral de vulnerabilidades para estudiar la situación en forma
global. Con la intervención de educadores y técnicos estudiamos la situación y nuestra prioridad,
una vez que tenemos el estudio, es retornar ese niño a su núcleo natural que es la familia si en el
momento de nuestra intervención están dadas las condiciones. Si no puede hacerse cargo la
familia en el momento que el chico está con nosotros, lo que hacemos son los informes técnicos
derivados a la división a la que pertenecemos que es Protección Integral de Tiempo Completo
-porque los niños viven las 24 horas con nosotros- para buscarle un hogar de acuerdo a sus
características que puede ser oficial o por convenio".

El Código de la Niñez y la Adolescencia fija que el objetivo inicial de cualquier intervención en un


abandono es buscar los mecanismos para restituir a ese niño a su familia biológica, preservando lo
que se llama "el interés superior del niño". Es decir, el niño es el centro de las acciones y se busca
restablecer esos lazos familiares ya que la mejor de las opciones es que el niño crezca en su
núcleo original. Esto muchas veces no es posible dado que esa familia no puede apoyar su
desarrollo por distintas causas, según nos lo explicó Nicolassi.

"Acá nosotros no somos quienes para juzgar sino que tenemos que ser un puente para reconstruir
eso vínculos e ir restituyendo esos derechos que han sido violados por alguna razón. En caso de
que tendemos todos esos lazos, no se puedan hacer esos encuentros, evidentemente que el sujeto
de derechos acá es el niño. Lo que importa, por supuesto que nos importa la familia, pero el niño
es el epicentro de todo el trabajo y de las soluciones dignas para que ese niño pueda criarse en
una familia, aceptado, querido y para eso trabajamos", indicó Nicolassi.

Esa definición también está presente en el trabajo del Hogar Retoño. La asistente social de esa
institución, Anabel Saucedo, llamó la atención sobre lo difícil que a veces es para los padres
entender que pese a las excelentes condiciones que tienen el hogar, para el niño sería mejor estar
con su familia.

"A veces que las condiciones acá sean casi excelentes en cuanto a que no tienen carencias ni de
alimentación ni de vestimenta ni de socialización porque se los lleva a pasear, hay mucha gente
que colabora y que hace posible todo esto, a veces ellos piensan y hay que explicarles que...
Porque creen que acá está mejor. Ellos te dicen: `yo no voy a poder darle todo esto´. Entonces les
decís que no es así porque el niño realmente lo que quiere estar es con su madre o su padre. Ojo
cuando esto es posible. Si tu tenés una situación de maltrato o de abuso sexual no vas a estar
fomentando que se los lleven. Es cuando tu ves que es gente que tiene esa limitación. A veces ves
mamás que vienen llorando o se van llorando, que el niño queda mal en el momento de la
separación. Lamentablemente son los mínimos de los casos, lo que hay es exactamente lo
contrario", explicó Saucedo.

Saucedo sostenía que esos casos de presencia de los padres son los menos en las intervenciones
que hacen en ese hogar. Al hablar de otras formas de ingreso de los niños a la institución, afirmó
que desde la crisis de 2002 cambió el perfil de atención pero no aumentó significativamente el
número de casos. Sí, comenzaron a verse realidades nuevas, más problemas psiquiátricos y
adicciones. Aquí aparece una sustancia mencionada en cada uno de los informes sobre alguna
problemática social: la pasta base.

"Nosotros pensábamos que iba a aumentar más. No en relación a lo económico. No creo que haya
una familia que por una razón económica se pueda desvincular de su hijo. Tu ves gurises arriba de
los carros, ves en un ranchito de dos por dos toda una familia entera como pueden salir adelante.
Lo que sí, a partir de la crisis y de todo eso asociado que trajo, sí de pronto gurisas o mujeres más
en calle y asociado a toda esa problemática. Acá lo que más está incidiendo es el consumo de
pasta base", explicó Saucedo.

Actualmente en Retoño viven 70 niños. Desde que comenzó a trabajar en junio de 1999, han
pasado por allí 235. 102, es decir el 43%, fueron adoptados, mientras 52, el 22%, volvieron con su
familia original.
Si se analizan las fichas con las historias familiares de los niños internados en el Hogar Retoño,
que Saucedo proporcionó sin los nombre de los niños, la palabra que más se repite es "ausente".
En los casos en los que se ha logrado algún contacto con la madre o el padre, se describen
situaciones de consumo de distintas drogas, problemas psiquiátricos, personas portadoras de VIH
sin atención, violencia doméstica. Últimamente, dijo Saucedo, una de las situaciones que más se
repite es la fuga de la madre del hospital sin que quede ninguna referencia.

En esas situaciones puede llegar a configurarse la desvinculación definitiva del niño de su familia
biológica y, en definitiva, concretar una adopción. Ahora aunque se insiste mucho en la búsqueda
de recomponer los lazos biológicos, se intenta que se aceleren los trámites de adopción. Una
resolución del INAU tomó los 30 días que marca el nuevo código para que los recién nacidos sean
dados en adopción. Allí el organismo toma la decisión de derivarlo a una familia sustituta, mientras
siguen corriendo los trámites judiciales. Es importante que se actúe rápido una vez configurado el
abandono para que ese niño pase el menor tiempo posible institucionalizado. Por más excelentes
que sean las condiciones de un hogar nunca igualarán el trato de una familia deseosa de tener
hijos y comprometida con ellos.

Saucedo contó un caso de una demora de más de nueve meses pese a la expresa voluntad de la
madre de dar a su hija en adopción: "El jueves pasado fui a una audiencia con una mamá que el
niño nació en noviembre. Yo no la conocía a la mamá. Estaba citada ella y nosotros. Y me imaginé
que era ella y le digo: ‘tu sos ...?’. Me dice: ‘sí’. Llorando la gurisa y le digo: ‘Nunca te imaginaste
que a esta altura seguías en vueltas y que la niña no estuviera...’ Me dice: ‘Yo firmé para que se
entregara a una familia y no puedo creer que a nueve meses, diez meses la niña siguiera
internada’. La jueza le preguntaba: ¿Tu no lo querés?. "No". "Qué querés?" "Que esté en una
familia y que le dé lo que yo no le puedo dar".

Esos problemas ahora se terminarían ya que el INAU busca acelerar los procesos. En tal sentido,
el Pereira Rossell, el INAU y el Poder Judicial están elaborando un protocolo que permita ordenar
las acciones y acelerar los procesos para que el niño que se haya comprobado que fue
abandonado pase el menor tiempo posible en las instituciones. Las parejas que quieren adoptar en
general pretenden que se les dé un bebé y si los niños permanecen mucho tiempo
institucionalizados corren el riesgo de no ser adoptados.

Canavessi, la jefa del servicio Social del Pereira Rossell es bien clara en cuanto a qué debe primar
en estas acciones: "El interés superior del niño es lo que debe primar en esto. Acá lo principal es el
interés superior del niño y hay artículos en el Código del Niño que lo resaltan, que frente a
determinadas cosas lo que prima es eso. Bueno, no manipulemos con el interés superior del niño.
Realmente el interés superior del niño es criarse en una familia, recibir afecto, tener un nombre y
un apellido, estar incluido en la sociedad y no estar excluido".

Finalmente, cerramos con los números de teléfono de los hogares. Advertimos que ninguno de
ellos hacen adopciones directa, porque muchos me dijeron que cuando escuchan estos informes
las parejas van pidiendo niños. Los teléfonos del Hogar Retoño son: 304 71 01 y 336 77 83. El del
Centro 4 es: 200 34 43.

http://www.audic-uruguay.org/content/view/87/84/
El maltrato infantil: un problema mundial

Rosalinda Santana-Tavira, M.C.,(1) Roberto Sánchez-Ahedo, M.C., M. en E.M.,(1)

Emilio Herrera-Basto, M.C.(2)

Santana-Tavira R, Sánchez-Ahedo R,

Herrera-Basto E.

El maltrato infantil: un problema mundial.

Salud Publica Mex 1998;40:58-65.

Resumen

Al abordar el maltrato infantil se presentan diversos problemas: desconocimiento de la


verdadera proporción de dicha problemática; raíces culturales e históricas profundas;
diversidad de opiniones en cuanto a su definición y clasificación; dificultades en la
investigación y, finalmente, una diversidad de consideraciones sobre sus repercusiones y su
manejo terapéutico. En el presente artículo se estudia el maltrato infantil desde sus
antecedentes históricos, así como sus clasificaciones, sus definiciones y su epidemiología.
Asimismo, se revisan las repercusiones y se plantean las alternativas de tratamiento que en
la bibliografía existente se han manejado como fundamentales para enfrentar este fenómeno
cada vez más alarmante. Queda subrayada la necesidad de unificar criterios en cuanto a la
definición y clasificación de información científica en torno a datos demográficos que,
finalmente, hablarán de la realidad del problema, de los avances relacionados con sus
causas, su diagnóstico, sus medidas preventivas y su tratamiento. Es fundamental utilizar
medidas tendientes a prevenir el maltrato, pues una gran parte de los problemas en el niño
se ven reflejados en la vida adulta. Se comparan las distintas clasificaciones en torno al
tema, así como las características tanto del agredido como del agresor en los distintos tipos
de maltrato.

Palabras clave: maltrato a los niños; abuso sexual infantil; México


Santana-Tavira R, Sánchez-Ahedo R,

Herrera-Basto E.

Child abuse: A worldwide problem.

Salud Publica Mex 1998;40:58-65.

Abstract
Several problems are encountered in the study of child abuse: ignorance of its real
proportions, deep cultural and historical roots, diversity of opinion as to its definition and
classification and, finally, very diverse considerations on its repercussions and therapeutic
management. The present study approaches child abuse from its historical precedents, its
classifications, definitions and epidemiology. In addition, repercussions are reviewed, and
treatment alternatives considered which are held as fundamental to confront this alarmingly
increasing phenomenon. It is important to unify criteria as to the definition and
classification of scientific information surrounding demographic data which, in the end,
will situate the problem, the progress related to its causes, diagnosis, preventive measures
and treatment. It is extremely important to prevent child abuse by all possible means, since
this harm is reflected in the adult life of the child. Various classifications are considered, as
well as characteristics of the abuser and of the abused.

Key words: child abuse; child abuse, sexual; Mexico

A
ctualmente vivimos inmersos en un ambiente lleno de violencia, situación de la que
desafortunada
presencia es cada vez más evidente. Por esto es necesario difundir el conocimiento sobre
este problema en todos los ámbitos, con la finalidad de prevenirlo, identificarlo e iniciar su
abordaje terapéutico temprano, evitando de esta forma las consecuencias y los efectos tan
intensos que tiene sobre el ser humano.

mente no escapan los niños. El maltrato infantil (MI) ha llegado a ser un problema que se
incrementa en forma alarmante. Aun cuando no se tienen cifras precisas de la magnitud del
mismo, se infiere que su

(1) Profesor, Facultad de Medicina, Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).

(2) Jefe de la Unidad de Investigación Nezahualcóyotl, Facultad de Medicina, UNAM.

Fecha de recibido: 17 de julio de 1997 · Fecha de aprobado: 4 de noviembre de 1997

Solicitud de sobretiros: Dra. Rosalinda Santana Tavira. Av. Valle del Don 104-2, Valle de
Aragón 3a. sección, 55280 Ecatepec, Estado de México.

El MI es un fenómeno que surge con el hombre, por lo que es tan antiguo como la
humanidad.1,2 También es un problema universal,3 y al respecto Manterola afirma: "El
maltrato a los niños no es un mal de la opulencia ni de la carencia, sino una enfermedad de
la sociedad".4

El MI se ha convertido en un conflicto al que actualmente se enfrentan las diferentes


disciplinas implicadas en su abordaje, puesto que no se presenta en forma aislada sino que
involucra una gran variedad de factores biopsicosociales.5,6
Durante siglos la agresión al menor ha sido justificada de diversas formas; se les ha
sacrificado para agradar a los dioses o mejorar la especie,1,7 o bien como una forma de
imponer disciplina.1,3,7-11

En la historia encontramos mitos, leyendas y descripciones literarias referentes a la actitud


de exterminio y maltrato hacia los menores. En la mitología se relata que Saturno devora a
su progenie y que Medea mata a sus dos hijos para vengarse de Jasón. En la Biblia se relata
el caso de Abraham, quien estuvo a punto de sacrificar a su hijo Isaac, así como la matanza
de los inocentes ordenada por Herodes.1,7 En la historia, 400 años a.C., Aristóteles decía:
"Un hijo o un esclavo son propiedad, y nada de lo que se hace con la propiedad es
injusto".1,12 En el siglo IV d.C., en la antigua Grecia, las niñas eran sacrificadas, en tanto
que en Jericó los niños eran empotrados en los cimientos de las murallas, muros de los
edificios y puentes, para supuestamente fortalecerlos.13 El Códice Mendocino describe
diversos tipos de castigos que se imponían a los menores como pincharlos con púas de
maguey, hacerlos aspirar humo de chile quemado, dejarlos sin comer, quemarles el pelo,
largas jornadas de trabajo, etcétera.1 Asimismo, un rey de Suecia llamado Aun sacrificó a
nueve de sus 10 hijos con el afán de prolongar su vida. El infanticidio también fue una
forma de eliminar a los niños con defectos físicos; durante el nazismo se ordenaba matarlos
con el fin de alcanzar la supuesta pureza de la raza, y en algunos países como China, se
usaba para controlar la natalidad.1,13

Margaret Lynch13 describe casos de maltrato mencionados por el médico griego Soranus en
el siglo II, en tanto que otros fueron identificados en los siglos XVII, XVIII y XIX; por
ejemplo, el de la pequeña Mary Ellen (1874), quien era cruelmente golpeada y encadenada
por sus padres adoptivos. Ante esta situación sus vecinos decidieron llevarla a los
tribunales, pero tuvo que ser representada por la Sociedad Protectora de Animales al no
existir instancia legal alguna que la defendiera. A raíz de este suceso surge en Nueva York
la primera Sociedad para la Prevención de la Crueldad en los Niños, y posteriormente se
crearon sociedades
semejantes en varios países;7,12 no obstante, el síndrome del niño golpeado fue descrito por
primera vez en 1868 por Ambrosie Tardieu, catedrático de medicina legal en París, luego
de realizar las autopsias de 32 niños golpeados y quemados.1,14 Posteriormente, en 1946
Caffey describió la presencia de hematomas subdurales asociados con alteraciones
radiológicas de los huesos largos en los pequeños.1,7,12,14 Henry Kempe y Silverman, en
1962, crearon la expresión síndrome del niño golpeado, con base en las características
clínicas presentadas por los casos que ingresaban al servicio de pediatría del Hospital
General de Denver, en Colorado.15,16 Este concepto fue ampliado por Fontana al indicar que
estos niños podían ser agredidos no sólo en forma física sino también emocionalmente o
por negligencia, de modo que sustituyó el término golpeado por el de maltratado; 7 desde
entonces se ha publicado una serie de artículos sobre el concepto, que trata de abarcar las
diferentes modalidades que existen en cuanto a la acción de lesionar a un niño, mismas que
se describen a continuación.

Definición y clasificación
Es primordial establecer una definición adecuada del MI para elaborar un diagnóstico y un
tratamiento apropiados, pues además es el fundamento para establecer un marco legal,
proceso que no es fácil dada la complejidad del problema.17-19

La definición se ha modificado y enriquecido con las aportaciones de los investigadores


que se han abocado al tema, a partir de la primera emitida por Kempe en 1962, quien
originalmente define el MI como el uso de la fuerza física no accidental, dirigida a herir o
lesionar a un niño, por parte de sus padres o parientes.15 Posteriormente se incluyen la
negligencia y los aspectos psicológicos como partes del MI;7,12 para Wolfe es "la presencia
de una lesión no accidental, resultado de actos de perpetración (agresión física) o de
omisión (falta de atención por parte de quienes están a cargo del niño y que requiere de
atención médica o intervención legal)".17 La Comisión Nacional de Derechos Humanos
(CNDH) propone la siguiente definición: "Todo acto u omisión encaminado a hacer daño
aun sin esta intención pero que perjudique el desarrollo normal del menor".20 El Sistema
Nacional para el Desarrollo Integral de la Familia (DIF) define a los niños maltratados
como: "Los menores de edad que enfrentan y sufren ocasional o habitualmente, violencia
física, emocional o ambas, ejecutadas por actos de acción u omisión, pero siempre en forma
intencional, no accidental, por padres, tutores, custodios o personas responsables de
ellos".21 Kieran y O'Hagan hacen una

diferenciación entre maltrato emocional y psicológico; en relación con el primero indican:


"Es la respuesta emocional inapropiada, repetitiva y sostenida a la expresión de emoción
del niño y su conducta acompañante, siendo causa de dolor emocional (p.e., miedo,
humillación, ansiedad, desesperación, etc.) lo cual inhibe la espontaneidad de sentimientos
positivos y adecuados, ocasionando deterioro de la habilidad para percibir, comprender,
regular, modular, experimentar y expresar apropiadamente las emociones produciendo
efectos adversos graves en su desarrollo y vida social".

El maltrato psicológico en cambio es "la conducta sostenida, repetitiva, persistente e


inapropiada (violencia doméstica, insultos, actitud impredecible, mentiras, decepciones,
explotación, maltrato sexual, negligencia y otras) que daña o reduce sustancialmente tanto
el potencial creativo como el desarrollo de facultades y procesos mentales del niño
(inteligencia, memoria, reconocimiento, percepción, atención, imaginación y moral) que lo
imposibilita a entender y manejar su medio ambiente, lo confunde y/o atemoriza haciéndolo
más vulnerable e inseguro afectando adversamente su educación, bienestar general y vida
social".22

En relación con la clasificación del MI, los investigadores que se dedican al estudio de este
tema proponen varias formas de clasificación, mismas que se encuentran en el cuadro
I.1,2,18,23,24

Consideramos además que las investigaciones sobre el MI abren nuevas líneas que se
precisarán en su momento en aspectos considerados hoy poco comunes o poco analizados
como son: los niños de la frontera y de la guerra, el maltrato étnico, así como el
denominado ritualismo satánico, entre otros, donde además de los problemas
socioeconómicos subyace un fenómeno transcultural.1,25 Otro ejemplo muy claro es el caso
del
maltrato fetal, que puede ser considerado como un rubro específico e incluido en una nueva
clasificación, por la importancia que tiene y el análisis que requiere.1,26-29

Etiología

Los estudios realizados en varios países señalan que el MI es un problema multicausal, en


el que intervienen las características del agresor, el agredido, el medio ambiente que les
rodea y un estímulo disparador de la agresión.1,6,7,12,17,30-32

Se han realizado diversas investigaciones con el propósito de determinar el perfil del


agresor y de la víctima. Al respecto se ha encontrado que la figura parental que más agrede
es la madre.30-34 Se describen algunas características del agresor, tales como: autoestima
baja, individuos deprimidos o con tendencia a la depresión, neuróticos, ansiosos,
alcohólicos, drogadictos, impulsivos, hostiles, con poca tolerancia a la frustración, con una
percepción inadecuada respecto al niño y con antecedentes de maltrato en su niñez.1-
3,12,17,35,36

En relación con las características del menor agredido, frecuentemente se presentan:


problemas de salud (congénitos o adquiridos); niños hiperactivos, en su difícil manejo, con
bajo rendimiento escolar, y generalmente, hijos no deseados.1,3,12,14,17,30

El disparador de la agresión puede ser una mala relación de pareja, problemas económicos,
desempleo, vivienda inadecuada, etcétera.1,3,11,17,30,37-39

Santos,40 citando a De Paul y Arruabarrena menciona las características físicas y


conductuales de los niños con síndrome de maltrato infantil, así como de sus agresores. En
el cuadro II sugerimos los indicadores del agredido y del agresor frente a diferentes tipos de
maltrato.

Cuadro I

Clasificación del maltrato infantil según diversos autores

Autor T i p o d e m a l t r a t o

Físico Sexual Emocional Psicológico Social Negligencia Otros

Loredo 1 Agresión física Abuso sexual Deprivación emocional Formas poco comunes:
Síndrome de

Munchausen en niños, abuso fetal, abuso de

tipo ritual o religioso, niños de la guerra y

de la calle
Martínez 2 Físico Sexual Deprivación afectiva Descuido

Claussen 18 Físico Psicológico Negligencia

Suárez 23 Físico Psicológico Social

Milling 24 Físico Abuso sexual Psicológico Negligencia

Epidemiología

En su informe anual de 1996 la Organización de las Naciones Unidas para la Infancia


(UNICEF, por sus siglas en inglés) establece: en Africa occidental y central se estima que
hasta un 20% de los niños se encontraban desarrollando actividades diversas de tipo
laboral; en Africa oriental y meridional se observa que "va en aumento el número de
familias cuyo jefe es un niño", y este organismo intensifica estrategias tendientes a la
protección especial de niños víctima de negligencia, maltratados, prostituidos y niños de la
calle. En Asia oriental y el Pacífico los cambios sociales acontecidos se relacionan con un
incremento explosivo de niños que requieren de protección debido a que se ven obligados a
trabajar o a irse a las calles. En Asia meridional los niños que trabajan oscilan entre los 35 y
88 millones, muchos de los cuales laboran en situaciones peligrosas y de explotación. En
América y el Caribe se observa que en países como Argentina,
Ecuador, México, Uruguay y Venezuela, debido al aumento de las tensiones
socioeconómicas y del des-empleo y a la disminución del salario, se incrementaron los
índices de violencia, a tal grado que en países como Colombia y Guatemala éstos
constituyen una de las principales causas de defunción en el grupo de 5 a l4 años de edad.
Los disturbios socioeconómicos en Europa central y oriental, en estados independientes y
bálticos, se han reflejado en una menor cantidad de matrimonios, incremento de divorcios y
aumento de la violencia en el hogar. "Una elevada inflación siguió asolando lospaíses
eslavos de la ex Unión Soviética y des-

articulando cada vez más la trama social de Belarús, la federación de Rusia y Ucrania. Las
mujeres y los niños fueron las principales víctimas del Cáucaso, así como en algunos
sectores de las repúblicas de Asia central, donde las instituciones del Estado no pudieron
sufragar los costos de los servicios imprescindibles".41

En nuestro país no se conoce la prevalencia de niños con MI; los estudios que existen sólo
muestran
Cuadro II

Tipo de maltrato infantil. Indicadores del niño y características del agresor

AgredidoAgresor

Tipo de Indicadores Características


maltrato

Físico

Sexual

Psicológico

Emocional

Negligencia

Físicos

Huellas del objeto agresor (cinturón, lazo, zapato, cadena, plancha, etc.)

Eritema, equimosis, inflamación, deformación de la región, fractura, ruptura visceral.


Ingresos frecuentes a hospital por lesiones cuya causa no es clara

Presencia en genitales y/o ano de: equimosis, laceraciones, sangrado, prurito, inflamación,
himen perforado (niñas), dificultad para caminar, semen, infecciones, somatización. En
adolescentes y adultas, dispareunia

Retraso psicomotor

No juegan, se aíslan, se observan silenciosos y tristes

Higiene deficiente, desnutrición en grado variable, aspecto enfermizo, ropa inadecuada para
el lugar o clima. Habitación inadecuada. Sin asistencia médica oportuna, astenia y adinamia
permanentes
Comportamiento

Actitudes agresivas, destructivas, rebeldes, hiperactividad o apatía, timidez, miedo,


ansiedad, aislamiento, culpa, sentimiento de ser malos. En el ámbito escolar es frecuente la
inasistencia y el bajo rendimiento

Miedo, ansiedad, culpa, desconfianza, enojo.

En adolescentes y adultos: atracción homosexual, anorgasmia, pérdida o disminución de la


libido, autodevaluación

Deterioro de facultades mentales, principalmente en el área cognitiva, autodevaluación y


bajo rendimiento escolar
Apatía, retraimiento, aislamiento, depresión, poco sociables, problemas para relacionarse
con los demás, callados, poco expresivos, tímidos, sensación de no ser queridos, de ser
rechazados, bloqueo emocional

Retraimiento, apatía, depresión, timidez, asistencia irregular a la escuela, bajo rendimiento


escolar, indiferencia al medio ambiente externo
Particulares

Incapaces de controlar sus impulsos, se observan enojados, al más mínimo estímulo


responden con agresión física

Impide amistades con el menor del sexo opuesto. Estimula o excita sexualmente al menor
usando revistas, películas o por exhibición

Devalúa constantemente al menor en público o en privado. Lo culpa de todo lo malo que


sucede. No se muestra cariñoso. Constantemente amenaza o aterroriza al niño

Es rechazante, poco tolerante, no presta atención, no dedica tiempo al niño

Apático, desinteresado, ve al menor como una carga


Generales

Frustración

Hostilidad

Alto potencial de agresión

Antecedente de haber sido maltratado

Presencia de algún tipo de adicción

Tienden al aislamiento

No se autorreconocen como maltratadores

Incapacidad de buscar ayuda profesional

Idea distorsionada del niño

Exigen más de lo que el niño puede hacer

Tiende frecuentemente a la depresión

Problemas de adicción: alcohol, drogas


Problemas en la relación de pareja

Problemas económicos

facetas parciales de este problema,1,6,30,34 por lo que es necesario establecer estrategias de


investigación adecuadas para su detección. En 1995, la UNICEF estimaba que la población
menor de 19 años en México representaba 47% del total de los habitantes del país y que el
grupo de 0 a 4 años correspondía al 25.8%, por lo que su preocupación "son los niños y las
niñas que viven en condiciones de extrema pobreza y/o que pertenecen a etnias,
principalmente los pequeños menores de cinco años por ser la población infantil más
vulnerable a enfermedades infecciosas, a desnutrición, al abuso y al maltrato".42

En 1993 la Procuraduría General de Justicia del Distrito Federal informaba que el abuso
sexual ocupaba el segundo lugar de los delitos notificados en esta institución; la incidencia
era de 24.1%, del cual casi el total (23.9%), correspondía a agresiones que habían sido
perpetradas hacia menores de 13 años.43

Levav y colaboradores11 afirman que en 1991, en Estados Unidos de América (EUA), se


notificaron 2.7 millones de casos de niños maltratados o desatendidos; citando a Tonella y
Zuppinger mencionan que "en Suiza, país que ha pasado siglos enteros sin guerras, un
tercio de los padres imponen castigos corporales a sus hijos".

Martínez,2 citando a Gallayher, refiere: "La frecuencia de maltrato infantil es alta, 18% de
todos los niños están sujetos a alguna forma de maltrato, muchos mueren y otros quedan
lisiados de por vida. En EUA 4 000 niños mueren al año debido a lesiones causadas por un
adulto".

En España, Verdugo44 informa que 11.5% de los niños intelectualmente discapacitados son
víctima de diferentes tipos de maltrato y que el más frecuente es la negligencia física.

Teresinha45 refiere que "en Brasil la miseria, el hambre, las enfermedades, los malos tratos,
el abandono, la prisión ilegal, la tortura física, la permanente amenaza de muerte y el
asesinato es a lo que se enfrentan cotidianamente, sobre todo en las últimas décadas,
millones de niños, adolescentes y jóvenes en edad escolar que viven en la calle. Todas estas
formas de violencia les dificulta o impide frecuentar la escuela". En este país se identifica a
los niños de la calle o a aquel que realiza un trabajo informal con el concepto de niño
carente, abandonado, sin hogar o pivete, porque necesariamente es un menor que se vale de
la violencia para sobrevivir en la ciudad; es el pequeño ladrón, traficante o delincuente, por
lo que algunos grupos de empresarios se han vinculado con los "escuadrones de la muerte"
para exterminarlos, afirmando que "cuando se mata un pivete se está haciendo un beneficio
a la sociedad". De enero de l987 a julio de
1988 se notificaron 1 397 casos de asesinatos de niños, adolescentes y jóvenes, en su
mayoría varones de 11 a 18 años de edad, negros y mulatos.
Como podemos observar el problema es universal, y a pesar de ello seguimos
desconociendo la prevalencia de esta enfermedad en cada uno de los países.

Repercusiones

Existe una estrecha relación entre los diferentes tipos de maltrato y el desarrollo
biopsicosocial del niño así lo demuestran los estudios realizados en estas áreas, lo que
puede traducirse en problemas escolares, tanto en el plano cognitivo como en el de la
interacción social,46-50 y en alteraciones de la conducta manifestadas por agresión y
retraimiento.10,49,51 Luntz y colaboradores52 además relacionan esto con el abuso de
sustancias tóxicas, delincuencia, criminalidad y los suicidios. Gracia53 establece que existe
un desajuste personal y social en estos niños. El abuso sexual se asocia con problemas de
somatización, ansiedad, hostilidad, miedo, rechazo, depresión y desconfianza.54-57
Valenzuela y colaboradores43 refieren en sus investigaciones una mayor frecuencia de
problemas psicosomáticos y diversas alteraciones del comportamiento sexual en personas
que tienen antecedentes de abuso sexual en la niñez, en tanto que otros autores lo
relacionan con trastornos de la personalidad más severos.58

Destaca en este aspecto lo desarrollado a partir del análisis del maltrato fetal y su
repercusión en el vínculo afectivo que se establece en el binomio madre-hijo desde la etapa
preconceptiva. 26,29,59-61

Tratamiento

Se requiere de un tratamiento integral no sólo de la víctima sino también de su agresor y de


la familia, para lo cual es necesario un equipo multidisciplinario que se encargue de esta
problemática y aborde los aspectos biológicos, psicológicos y legales pertinentes, por lo
que se necesita de la planeación y la coordinación de estos servicios y de personal
profesional capacitado.6,62-64 La terapia familiar está dirigida primero a reconocer el
problema, establecer una adecuada comunicación entre los integrantes de la misma,
modificar los patrones conductuales de los padres eliminando las tácticas punitivas o
coercitivas y sustituyéndolas por métodos positivos más efectivos.62 Wolfe17 propone un
plan de intervención y prevención cuya meta sea restablecer la integridad, así como el
funcionamiento efectivo intrafamiliar, y cuyos objetivos sean: a) adquirir destrezas en la
educación de los niños con el fin de manejar problemas típicos y difíciles relacio

nados con ellos; b) promover el uso de métodos de control positivos hasta eliminar el
castigo; c) desarrollar estrategias para solucionar problemas en situaciones críticas y que
sean operativas para la familia; d) regular las respuestas violentas y el comportamiento
impulsivo que lesionan a la familia, y e) promover la interacción social de los miembros de
la misma, reduciendo su aislamiento físico y psicológico del resto de la comunidad.

Foncerrada30 señala que cuando la psicodinamia familiar está muy alterada y no existen
vínculos afectivos o están muy deteriorados, lo más conveniente es que el menor no regrese
a su hogar por el riesgo de sufrir una nueva agresión; pero cuando existen vínculos
afectivos que en el momento se encuentran debilitados, lo ideal es tratar de preservar la
integridad familiar proporcionando apoyo a la familia mediante la colaboración de otro
miembro de la misma capaz de modelar los cuidados parentales; promover visitas
domiciliarias por parte de personal especializado que actúe como "conciencia moral";
favorecer el contacto físico entre padre, madre e hijo; mejorar el apego afectivo, y orientar
a los padres sobre las características conductuales del niño según su etapa de desarrollo.
Todo lo anterior aumenta la confianza y los recursos del agresor para responder a las
necesidades del niño, así como su capacidad de control para enfrentar los problemas. La
combinación de la terapia individual, conyugal y de grupo contribuye a generar
autoaceptación, impulsando hacia el cambio.

Por su parte Maher13 considera que no sólo es necesario prestar atención al menor, la
familia y las circunstancias que los rodean, sino también al equipo multidisciplinario
profesional, su funcionamiento y su problemática, con el fin de que el sistema trabaje
eficazmente y ofrezca protección infantil "sin causar el mínimo daño a la familia"; por este
motivo, según Maher debe tomarse en cuenta el compromiso, preparación profesional en el
manejo del MI, la cooperación, comprensión y conocimiento profundo de la dinámica
familiar.

Consideramos que en nuestro país se requiere de una mayor interacción de los organismos
encargados de la protección del menor maltratado, así como destinar más recursos
financieros y humanos (equipo multidisciplinario capacitado) para abordar el problema en
forma integral y proporcionar alternativas de solución cada vez de mayor calidad.62 Como
Bertolli 65 señala, es necesario continuar con las diferentes líneas de investigación a fin de
establecer las estrategias metodológicas más adecuadas para conocer la realidad de este
problema.

Conclusiones

Las raíces históricas, culturales y sociales constituyen un reto a vencer al enfrentar el MI.25
Las diversas definiciones y clasificaciones de este fenómeno muestran las dificultades para
abordarlo principalmente en dos terrenos: primero, las distintas facetas que el problema
posee, y segundo, sus implicaciones éticas y legales. Llama la atención el surgimiento de
aspectos y perspectivas distintas que presentan el problema de la clasificación como un
proceso en un momento de gran inmadurez. Es fundamental reunir a los investigadores y
expertos del área para trabajar en este aspecto particular, principalmente en torno a lo
psicológico y emocional; una alternativa sería la formación de un grupo de consenso
respecto al MI en nuestro país. En cuanto a la etiología, profundizar en las características
del agresor, agredido, disparador de la agresión y de su interacción permitirá establecer
estrategias preventivas que impidan maltratar al menor.

Pensamos que en el terreno de la epidemiología la investigación tiene un reto


preponderante; una vez superados los aspectos históricos y culturales, será posible contar
con definiciones claras y precisas que nos permitan obtener un registro confiable y una
visión más real del problema.

El estudio de las repercusiones abre otro panorama que ofrece aclarar aspectos del
desarrollo de la personalidad y de las alteraciones de la conducta en el adulto, quien hoy
puede generar un niño agredido, y mañana, otro agresor. Esta es otra motivación importante
para continuar con el desarrollo de la investigación en el área, lo que irá de la mano con la
exploración de distintas alternativas para su manejo y ofrecer resultados más congruentes
con la realidad.

Proponemos un cuadro que tendrá que modificarse con experiencias posteriores; describe
diversos aspectos del maltrato que deben ser urgentemente abordados. Asimismo,
constituye una herramienta eje para el diagnóstico (cuadro II).

Siendo el MI un fenómeno multicausal y universal, consideramos que la divulgación,


instrucción y educación de la población en general sobre el mismo son estrategias
prioritarias que pueden permitir hacer conciencia a todos; es necesario dar a conocer que no
sólo el trauma físico lesiona a un niño, sino que también los otros tipos de maltrato, como
el emocional, el psicológico y la negligencia, deterioran la personalidad del pequeño, y de
aquí la importancia de identificar cada uno de estos indicadores. Coincidimos con otros
investigadores citados en que el abordaje terapéutico es integral e incluye a todo un equipo
especializado en

la solución de esta problemática. También es necesario precisar desde dónde un acto puede
ser considerado como maltrato, es decir, unificar criterios en cuanto a la definición y la
clasificación del MI, así como promover y realizar investigaciones en nuestra población,
con nuestros niños, debido a que son pocas las que se hacen en este terreno, entre las que
destaca el trabajo que dirige el doctor Loredo Abdalá, quien desde hace muchos años se ha
preocupado por los diversos aspectos del maltrato. Se requiere, como lo menciona Osorio,12
de recursos económicos tendientes a defender y proteger en forma real a los pequeños.

Recuérdese que: "El niño maltratado de hoy es el adulto conflictivo de mañana".

Agradecimientos

Expresamos nuestro más sincero agradecimiento a los doctores: Víctor Manuel Mendoza
Núñez, por su valiosa asesoría, motivación, y por compartir su experiencia en el campo de
la investigación; José Luis Esquinca, por su asesoría; Miguel Ángel Fernández Ortega,
Ulises A. Guzmán García, Arnulfo Irigoyen Coria y Jaime Bárcenas Trejo, por su apoyo en
la realización de este trabajo.

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http://www.insp.mx/salud/40/401-9.html
La violencia y sus repercusiones en la salud; reflexiones teóricas y magnitud del
problema en México

Martha Híjar-Medina, C.D., M.S.P.,(1) María Victoria López-López, M.M.S.,(1) Julia


Blanco-Muñoz, M.S.P.(2)

Salud Publica Mex 1997;39:565-572.

Resumen

El problema de la violencia se ha analizado a través de distintos enfoques caracterizados


todos por la fragmentación, pues cada disciplina ha impreso su punto de vista, de acuerdo
con propósitos particulares sin que se hayan integrado los avances alcanzados en cada una.
Las tres grandes vertientes a través de las cuales se ha hecho un intento por aproximarse al
fenómeno son las ciencias sociales, las penales y, recientemente, la salud pública. E n este
trabajo se discuten, de manera general, las perspectivas teóricas que plantea cada una de
esas vertientes y se destaca el impacto que sobre la salud tiene este problema, mediante la
revisión de trabajos realizados en México sob re mortalidad y morbilidad debida a hechos
violentos.

Palabras clave: violencia; salud pública; México

(1) Centro de Investigación en Sistemas de Salud, Instituto Nacional de Salud Pública (INSP), México.

(2) Centro de Investigación en Salud Poblacional, INSP, México.

Fecha de recibido: 7 de enero de 1997 · Fecha de aprobado: 19 de agosto de 1997

Solicitud de sobretiros: Mtra. Martha Híjar Medina. Centro de Investigación en Sistemas de


Salud, Instituto Nacional de Salud Pública.Av. Universidad 655, colonia Santa María
Ahuacatitlán, 62508 Cuernavaca, Morelos, M éxico.

Híjar-Medina M, López-López MV, Blanco-Muñoz J.

Violence and health effects. Theoric analysis and problem magnitude in Mexico.

Salud Publica Mex 1997;39:565-572.

Abstract

Our understanding of violence gains from perspectives contributed by several different


disciplines. The differences among goals and points of view are often reflected in their
vocabularies and interfere in to integrate the advances by e ach of them.Three big
disciplines have been studies violence, those are: Social Sciences, Criminal Justice and
most rescentlly Public Health this paper present discuss the theoric perspectives by
discipline and try to dimensionated the Violence problem me asure by Mortality and
Morbidity by Intentional Injuries in México.

Key words: violence; public health; Mexico

Desde la perspectiva de la salud pública, el análisis de la violencia debe partir de la base de


que se trata de un fenómeno predecible y, por lo tanto, prevenible. Existen barreras sociales
que impiden detectar los efectos de la violencia sobre las condiciones de salud de la
población; los homicidios, altercados, luchas y violaciones, entre otros, se encuentran
categorizados, de acuerdo con su frecuencia, en orden decreciente como: ocurridos entre
miembros de una misma familia, amigos, familiares y extraños;1,2 en ese sentido la
relación, a veces tan cercana, entre agresores y agredidos ocasiona que muchos de esos
hechos no se denuncien y, en consecuencia, no se registren.

A fin de analizar y controlar el fenómeno de la violencia, la salud pública establece que


debe considerarse como un problema de salud que se traduce en muertes, enfermedad y
disminución en calidad de vida.3 Lo anter ior ha permitido la identificación de grupos de
alto riesgo y, en consecuencia, la puesta en marcha de programas y estrategias de
prevención.

Por otro lado, se han establecido las categorías de lesiones accidentales y lesiones
intencionales con la finalidad de diferenciar los mecanismos que subyacen a su
presentación.4 Sin embargo, algunas veces dichos mecanismo s no son fácilmente
identificables; así, existen lesiones aparentemente accidentales que son el resultado de
actitudes deliberadas de producir daño físico, mientras que otros tipos de violencia
interpersonal (como el homicidio involuntario o imprudencial) no traen aparejada la
intencionalidad.5

Expertos en el área6 sugieren que la violencia debe entenderse como la interacción entre
factores que tienen que ver con el desarrollo psicosocial de los individuos, sus diferencias
neurológicas y hormonales y los p rocesos sociales que se dan a su alrededor.

Existen tres grandes vertientes a través de las cuales se ha intentado con mayor interés
aproximarse al análisis del fenómeno de la violencia: las ciencias sociales, las penales y la
salud pública. El objetivo de este trabajo es discutir las perspectivas teóricas que plantea
cada una de esas vertientes, así como analizar el impacto de la violencia sobre la salud, a
través de la revisión de trabajos realizados en Méxic o sobre mortalidad y morbilidad por
hechos violentos.

Consideraciones teóricas

La violencia se ha definido tradicionalmente como: hechos visibles y manifiestos de la


agresión física que provoca daños capaces de producir la muerte.7 Asimismo, se ha
conceptualizado como las formas de agresi& oacute;n de individuos o de una comunidad
que no se traducen necesariamente en un daño físico.
Con frecuencia se piensa en la violencia como hechos imprevisibles, inmodificables y
prácticamente inevitables; se asume que a lo más que se puede llegar es a registrar su
magnitud, tratar de restaurar los daños cau sados y, en el mejor de los casos, a sugerir
algunas prácticas preventivas, básicamente en el ámbito de la conducta individual. Desde
esa perspectiva, la violencia se ha considerado como algo cotidiano, un hecho rutinario con
el cual se ha aprendido a vivir y que sólo impacta cuando se es la víctima o cuando, por su
magnitud y gravedad, adquiere proporciones espectaculares y causa daños físicos
visibles.8,9 Sin embargo, cuando se considera que la violencia, más que un hecho "natural"
es el resultado de la aplicación de la fuerza por ejercicio del poder de un individuo sobre
otro, sobre un colectivo o sobre sí mismo,10 se ha dado un paso más en el conocimiento.
En este caso, la vi olencia queda caracterizada como un proceso histórico social cuya
génesis y ejecución están mediadas por una serie de condicionamientos individuales y
sociales que la constituyen en algo más que un hecho que provoca da&n tilde;os capaces de
causar la muerte.

Distintas disciplinas han proporcionado diversas maneras de abordar el problema de la


violencia; no obstante, prevalece la fragmentación pues cada una de ellas proporciona su
visión particular en la cual no están in tegrados todos los avances logrados en el
conocimiento sobre esta materia.

Así, para la sociología el fenómeno de la violencia se ubica en el marco de las relaciones


macrosociales, donde violencia y poder parecen ser conceptos inseparables. Como
instrumento de dominación, el Estado organiza el poder mediante el uso legítimo de la
fuerza,11 y la violencia, como medio de dominio, es expresión de subyugación y de
correlación de fuerzas. Si bien la violencia es un instrumento fundamental del Estado para
perpe tuarse y mantener la organización social, también los sectores que se oponen a
determinadas directrices o situaciones recurren a ella. Como producto de hechos que
trascienden las voluntades de los agresores, la violencia se constituye en pro ceso histórico.
Además, como lo expresan algunos teóricos, no toda forma de violencia es negativa pues,
en múltiples ocasiones, ha servido para acelerar procesos económicos y sociales de
innegable valor histórico. 12

La sociología identifica dos formas de materialización de la violencia: a) la manifiesta, que


afecta la vida o integridad física de individuos o grupos, de manera que sus manifestaciones
son cuantificables; en ella se inscriben actos como el homicidio, los golpes, la violación,
etcétera; y, b) la estructural, cuya causalidad se encuentra en las condiciones estructurales
de la sociedad y cuyas consecuencias no se pueden atribuir a sujetos específ icos;13 esta
violencia expresa la capacidad de la organización social para disponer, a la vez, de una gran
capacidad de integración y de una fuerte exclusión en el modelo social de desarrollo y se
evidencia cuando la vida polít ica y social aísla y margina del bienestar social a importantes
sectores.14

Desde el punto de vista legal, la violencia reviste interés en tanto sea un hecho criminal, es
decir, una violación a la ley. Desde esa perspectiva no todo hecho violento es criminal y no
todo hecho criminal es violento. P or ejemplo, un policía que mata a un delincuente en su
ejercicio profesional o un individuo que agrede a otro en defensa propia, no son
considerados como criminales (tampoco se considera criminal el suicidio, aunque es un
hecho violento). Del mismo modo, un robo en el que no existe agresión física al individuo
se considera criminal para las leyes, pero no se concibe como violento. Además, para la ley
es fundamental la determinación de la intencionalidad, entendida &eacut e;sta en un preciso
sentido de premeditación; de manera que el establecimiento de si hubo o no intención en la
comisión de un acto violento es un elemento fundamental para la atribución de
culpabilidad5 y aquellos actos en que concurren premeditación, alevosía y ventaja se
consideran y sancionan de diferente manera que aquellos en los que no se dan estas
condiciones. Así, la violencia en la perspectiva legal se concibe como un proceso producto
de la volunta d individual, lo que permite a los legisladores atribuir la responsabilidad en la
ejecución del acto violento; como consecuencia lógica de lo anterior, el interés de aquéllos
se ha centrado sobre todo en el agresor y no en la v íctima. En este sentido existe, por
ejemplo, una categorización del homicidio en culposo y doloso; el primero se refiere a todo
aquel que haya sido responsable de la muerte de alguien (que incluye desde al que atropelló
hasta al que u só arma de fuego) y el segundo al que, además, huye para evadir la
justicia.15

La perspectiva legal, si bien constituye un marco para mantener el orden social, es limitada
en la medida en que aísla el hecho violento del contexto social en el que éste se genera. Así,
las acciones legales relaci onadas con la violencia son fundamentalmente punitivas (aunque
se consideran preventivas en el sentido de que son formas de disuadir a posibles criminales
o que, al recluir a algunos de ellos, se disminuye el número de delitos que los mismos
habr&i acute;an cometido en caso de estar en libertad) y no tanto correctivas o preventivas.

Desde la perspectiva de la salud pública, la violencia se percibe como problema porque los
actos violentos ocasionan daño físico, discapacidad, secuelas, un gran número de años de
vida potencial perdid os y disminución de la calidad de vida.

La investigación en este campo se ha centrado en el estudio de la frecuencia y gravedad de


las lesiones producidas por hechos violentos, la delimitación de grupos de riesgo y el
impacto que tienen dichas lesiones con respe cto a los servicios de salud.

Metodológicamente las lesiones se han dividido en intencionales y en accidentales o no


intencionales. Al respecto, las investigaciones han estado limitadas por problemas
derivados de la Clasificación Internacional de Enfer medades y Causas de Muerte, ya que
comúnmente se describen las lesiones como accidentes y violencias en conjunto, incluso se
tiene una clasificación suplementaria de "Causas Externas de Traumatismos y
Envenenamientos" que engloba las causas accidentales y las intencionales en un solo
grupo;16 sin embargo, unas y otras obedecen a causas diferentes, tienen distinto impacto y
su diagnóstico y prevención deben enfocarse en aspectos distintos del quehacer social. Por
otra parte, el análisis respecto a morbilidad se ha basado en las lesiones que son objeto de
demanda en los servicios de salud, desconociéndose la magnitud real del problema que
incluye, además, todas aquellas que no llegan a los servicios o que se ocultan como otras
causas.
El papel de los servicios de salud se ha centrado, sobre todo, en la atención del daño físico,
mientras que los aspectos relacionados con la salud mental (en el agredido y en el agresor)
y con la prevención d e la violencia han quedado relegados.

Magnitud de los daños a la salud provocados por hechos violentos

En este trabajo, las repercusiones de la violencia en la salud se agrupan en dos grandes


capítulos: homicidio y suicidio. Por otra parte, se desarrolla un apartado sobre las
repercusiones de este problema en los servicios de salud.

Homicidio

Los diversos tipos de violencia pueden desencadenar un homicidio, que es la


materialización última de aquéllos. En 1986, México presentó la mayor tasa de homicidios
respecto a otros países d el Continente Americano.17 La tasa de muerte por esta causa en
México ha pasado de 17.5/100 000 habitantes en 197918 a 19.1/100 000 habitantes en
1992, constituyendo la primera causa de muerte dentro del capítulo de lesiones accidentales
e i ntencionales y la primera en la población en edad productiva. Estas tasas presentan
importantes variaciones regionales que van de 3.0/100 000 en Yucatán, hasta 57.0/100 000
en Guerrero.19

Entre 1979 y 1992,20 se observó una tendencia ligeramente descendente en la tasa de


homicidio (b= -0.007); el sexo masculino tuvo un riesgo 10 veces mayor que el femenino y,
tomando como grupo de referencia el de 10 a 14 añ ;os, aquellos que presentaron mayor
riesgo relativo (RR) fueron los de 35 a 49 años y los de 45 a 49, con RR 15.4 (IC 95%
14.9-16.0) y 14.5 (IC 95% 14.0-15.0), respectivamente. El RR de los ancianos de 75 y más
años fue muy similar al de los jóvenes de 30 a 34 años; cabe señalar que el maltrato y el
homicidio en ancianos no ha sido suficientemente abordado en México; es necesario
realizar estudios específicos, sobre todo si se toma en cuenta el hecho de que, como
consecuencia del rápido envejecimiento que se observa en la pirámide poblacional, en
México el grupo de 65 años y más es el segmento de población que más rápidamente está
aumenta ndo en términos relativos.

Asimismo, el problema de los homicidios en niños merece una especial mención; en


México, de 1979 a 1990, murieron por esta causa 2 939 niños, y la tendencia de la
mortalidad en este grupo específico es al incremento (b= 0.129); mientras que en 1979 el
promedio era de un niño asesinado cada dos días, para 1990 fue de uno diario.21

Hay, además, estudios que comprueban22 que en 34 a 35% de las muertes por homicidio en
niños existen eventos previos de maltrato infantil o abuso sexual y son los menores de un
año los que tienen el riesgo má s alto de morir tras dichos eventos.23,24 Más allá del dato
estadístico, de un lugar entre las 10 primeras causas de muerte, es necesario reflexionar que
los homicidios en niños son una y la más terrible de las manifes taciones del maltrato
infantil, el cual tiene un impacto definitivo sobre sus condiciones de salud debido a las
secuelas físicas y mentales que provoca.
En el caso de los ancianos y de los niños es necesario profundizar en el análisis de
situaciones de maltrato,4,21,25 en el entendido de que el problema no compete sólo a los
defensores de los derechos humanos sino a los sectores encargados de brindar seguridad,
administrar justicia y dar atención a la salud física y mental tanto de los afectados como de
sus agresores.

En la población joven, del sexo masculino y en edad productiva, el homicidio refleja la


existencia de factores de riesgo que van desde el consumo de alcohol3 y drogas hasta
cuestiones de rol social, y las muertes se presentan pri ncipalmente en la vía pública. En un
estudio sobre homicidio en México se encontró que en 56% de los casos la víctima había
ingerido bebidas alcohólicas.26 Estudios sobre diversas manifestaciones de violenc ia
(robos, violaciones, asaltos e intentos de homicidio) han demostrado que en muchos de
estos hechos, al menos alguno de los dos protagonistas (víctima o agresor) habían ingerido
alcohol, presentándose esta característica en a mbos, sobre todo en los casos donde el
agresor era un amigo o conocido.27-29

Para el caso concreto del consumo de alguna droga, se ha notificado que se actúa en dos
sentidos; por un lado, algunos eventos violentos, como los robos, son perpetrados con el fin
de obtener dinero para adquirir la droga; por el otro, la existencia de mercados ilegales de
droga produce violencia dirigida a expander y controlar dichos mercados.6

En las mujeres, el riesgo de morir a manos de su pareja o de un familiar es más elevado que
en el hombre y la mayoría de las muertes femeninas suceden en el hogar.30 Estos
fallecimientos constituyen la manifestación extrema de la agresión y la violencia contra la
mujer, problema poco reconocido por los sectores de salud y desarrollo, pese a que es un
hecho frecuente y una causa significativa de morbilidad y mortalidad femenina.31 La
violencia contra la mujer incluye desde la agresión y la violencia doméstica hasta la
violación y el hostigamiento sexual. Tradicionalmente este tipo de violencia se ha
considerado como un asunto de carácter privado, íntimo o vergonzoso que, de r esolverse,
se resuelve entre los involucrados.32 Además, la persistencia de los mitos sobre las
agresiones hacia la mujer (p.e., el de que la mujer desea en secreto ser golpeada o violada y
que provoca a su violador) ha obstaculizado la denuncia, e l desarrollo de investigaciones y
la adopción de medidas de prevención al respecto. Todo lo anterior es una consecuencia de
la forma como se construyen socialmente la masculinidad y la feminidad, de los diferentes
papeles sociales asignados a hombres y mujeres, los cuales entrañan, a su vez, relaciones de
poder que se reflejan en el patrón de las muertes por homicidio en ambos sexos.1,33-35 Es
preciso, pues, desarrollar investigaciones sobre el tema de la violencia desde la per spectiva
de género.

Suicidios

En el caso de las muertes por suicidio, algunos autores han mantenido actualizada la
información y la discusión al respecto desde una perspectiva cuantitativa.36,37

Como el suicidio es más frecuente en personas con problemas de salud mental, los
especialistas en ese campo han sido los que más han trabajado en el manejo y prevención
de estas alteraciones, con un punto de vista c línico.38-41
Existe más información sobre muertes que sobre lesiones no fatales, consecuencia de un
intento de suicidio, ya que legalmente no es necesario notificarlo, mientras que el suicidio
consumado es de notificación obliga toria. Lo anterior explica el hecho de que las fuentes
oficiales informen un mayor número de muertes por suicidio que de intentos, lo que difiere
de las estimaciones que indican que los intentos son 70 veces más frecuentes que los
suicidios consumados.42

Por otra parte, el registro de las muertes por suicidio depende generalmente, de la
certificación de un médico legista, quien con frecuencia se ve sometido a presiones de los
familiares y/o sociales,43,44 que tratan de ocu ltar el hecho. En consecuencia, analizar las
lesiones autoinfligidas a través de los datos oficiales sobre suicidio da cuenta sólo de una
parte del problema.

Durante 1979 a 1993 en México se registró un total de 23 669 muertes por suicidio.45 En
conjunto, la tendencia de la mortalidad por suicidios es ligeramente ascendente (b= 0.035).
Los hombres presentan un riesgo cinco vece s mayor que las mujeres, y los grupos de edad
con el mayor riesgo relativo son, para el sexo masculino, el de 70 y más con RR 7.07 (IC
95% 6.06-7.51), y para el femenino, el de 20 a 24 con un RR de 4.10 (IC 95% 3.93-4.29),
siendo el grupo de refere ncia el de 10 a 19 años.

Tomando como referente al Distrito Federal (D.F.), la zona del sureste del país es la que
presenta los mayores riesgos destacándose el estado de Tabasco con un RR de 3.97(IC 95%
3.74-4.21).

Las variaciones en las tasas dependiendo de la edad y el sexo sugieren la necesidad de


reflexionar acerca del contexto social en el que los suicidios se están produciendo. Así, para
el sexo masculino el problema se da con mayor frecuencia en los ancianos debido a los
trastornos depresivos asociados con la involución física inherente al proceso de
envejecimiento y, también, con patrones socioculturales que conducen al anciano a
situaciones de soledad, a islamiento y pérdida de la autoestima al cesar las actividades
consideradas socialmente productivas,46-48 situación que no se presenta en las ancianas,
quienes tienen un papel en la red de apoyo social de la familia. Por el contrario, entre las
mujeres, son las jóvenes entre 20 y 24 años las que corren mayor riesgo de suicidarse.

Las diferencias entre sexos se extienden a la selección del medio para producir la muerte.
Se ha visto que las mujeres utilizan con más frecuencia medios más "suaves" que los
hombres, lo que remite nuevamente a cues tiones de género que determinan lo que es
socialmente aceptable para unas y otros y el acceso a dichos medios.49,50 El uso de medios
menos letales explica la menor frecuencia de muertes por suicidio en las mujeres, ya que la
ideación suicida y los intentos son más frecuentes en ellas.51-53

Por otra parte, las variaciones en los estados del país ponen de manifiesto la necesidad de
analizar el problema a la luz de las mismas, lo que permitirá entenderlo en el amplio
contexto cultural mexicano.

Servicios de salud
En general la cifra de lesiones intencionales atendidas en unidades de salud supera a la
notificada a las autoridades.5 El trabajador de la salud desempeña un papel muy importante
en el diagnóstico y tratamiento de dic has lesiones. Sin embargo, el reconocimiento médico
y la notificación legal de las mismas no se llevan a cabo, en la mayoría de las veces, por las
implicaciones que tienen para el paciente y su familia. Cabe recordar lo ya mencionado
respecto a la relación entre victimario y víctima y sobre la ocultación que se hace del
suicidio. Algunos médicos sostienen que el hecho de denunciar a la justicia estas agresiones
no redunda en una solución real del pro blema sino que, por el contrario, lo puede empeorar
ya que se debe acusar a los padres o familiares del paciente, sobre todo en los casos de
maltrato infantil y violencia doméstica.33,34,54

Cuando se presentan lesiones graves, los servicios hospitalarios de urgencias son el primer
sitio a donde acuden las víctimas. Es innegable el impacto de este tipo de demanda en la
organización y funcionamiento de estas un idades. A continuación se describe la situación
que se encontró en un estudio realizado en los 24 hospitales de urgencias ubicados en la
Ciudad de México.55

De la demanda por lesiones a servicios de urgencias de estos hospitales, 13.6% corresponde


a lesiones intencionales, generalmente de gravedad alta, de tal manera que el porcentaje de
este tipo de lesionados que requieren hospitalizaci&o acute;n es mayor al de los que
presentan las lesiones accidentales. El sexo masculino es más afectado que el femenino en
una relación 3:1. En 67% de los casos, principalmente entre los que suceden en el fin de
semana, existe el antecedente d e ingesta alcohólica. Las tres cuartas partes de los que se
presentan en el sexo femenino suceden en el hogar, mientras que en el masculino ocurren
en la vía pública.

Pero no son sólo estos servicios los que deben tomarse en cuenta para conocer la magnitud
real del problema. Las áreas de psicología, psiquiatría, salud mental y ginecobstetricia son
ámbitos importante s en la detección oportuna de individuos que son o pueden ser víctimas
de la violencia. En esos servicios es donde se puede promover el cuidado de la salud y la
detección oportuna de este problema. Por otro lado, las áreas de t erapia intensiva y de
rehabilitación también forman parte de los servicios que atienden a víctimas de lesiones
intencionales. Desafortunadamente, al momento de elaborar este trabajo, no se encontró
bibliografía respecto a estudios realizados en México que den cuenta del impacto de la
violencia en los costos de la atención médica. En relación con el indicador de años de vida
saludable perdidos (AVISA), en 1994, debido a homicidios, se pe rdieron 791 000 AVISA,
correspondiendo 61% a muertes prematuras y 39% a años vividos con discapacidad.56

Mención aparte merece el capítulo relacionado con la atención prehospitalaria, pues a lo ya


dicho en el párrafo anterior cabe agregar el papel definitivo que tienen este tipo de servicios
en la letalidad del problema, sobre todo en lo que se refiere a las lesiones intencionales
ocurridas en la vía pública.

Las muertes como consecuencia de una lesión grave, intencional o no, tienen, de acuerdo
con algunos autores,57,58 una presentación trimodal: aproximadamente la mitad se
presentan dentro de los primeros minutos de ocurrida la lesión y se denominan muertes
inmediatas; generalmente son inevitables, aun con el mejor servicio. Siguen las
denominadas muertes tempranas, que ocurren dentro de las dos horas siguientes a la lesión
y que corresponden aproximadamente al 30%. El resto (20%), las llamadas muertes tardías,
se presentan durante las dos o tres semanas posteriores a la lesión y usualmente son
resultado de sepsis o síndrome de falla orgánica múltiple. En este sentido se han re alizado
estudios59 para determinar cuántas de esas muertes pueden prevenirse y bajo qué
circunstancias. Los resultados apuntan a que aproximadamente 20% son prevenibles y que
las principales causas de defunción son el retraso en la at ención quirúrgica y el
desconocimiento de la intervención indicada para cada caso.

Por otro lado, es importante recalcar el impacto de este tipo de demanda en el servicio de
rehabilitación, que está cada vez más involucrado en la atención temprana de pacientes
lesionados.60 Esta situaci&oac ute;n obliga a organizar los servicios de tal forma que se
brinde una respuesta real al problema.

La participación de las unidades hospitalarias en la atención oportuna y adecuada de


pacientes lesionados, en la identificación de grupos de riesgo y, por lo tanto, en la
prevención del problema, deja claro e l impacto de la violencia en los servicios de salud.

Consideraciones finales

Una de las consecuencias más visibles de la violencia es la disminución en la calidad de


vida de la población, que se ha visto obligada a tomar actitudes que van desde el no
caminar por la calle o no salir de no che aun en su misma colonia o vecindario, hasta
destinar parte de su ingreso familiar a la adquisición de sistemas sofisticados de seguridad.

Las muertes violentas y los incidentes menores, que no necesariamente se traducen en


daños físicos visibles, se han convertido en fuentes constantes de miedo y de desconfianza
ante la incapacidad del sistema de protecci&oa cute;n y procuración de justicia para
controlar y prevenir la violencia manifiesta.

La intención de este trabajo no es presentar una revisión exhaustiva ni un análisis teórico y


de investigaciones sobre el tema, sino llamar la atención sobre el hecho de que el campo de
la salud no pue de seguir postergando su participación en el conocimiento real del problema
que representan la violencia y sus repercusiones, así como en el planteamiento de medidas
de solución. Cabe también insistir en la necesidad de que el abordaje de dicho problema
deba hacerse bajo una perspectiva multi e interdisciplinaria (legisladores, sociólogos,
trabajadoras sociales, médicos, antropólogos, economistas, etc.) en la que también deben
participar el personal que labora en los servicios de salud, los investigadores, los
académicos y los sanitaristas.

Lo anterior hace necesario resaltar nuevamente que el estudio de las repercusiones sobre la
salud del fenómeno de la violencia debe verse como problemática de patología social y
pese a la complejidad de la situaci&o acute;n es urgente asumir actitudes reflexivas y
propositivas al respecto que rescaten, en el análisis, la participación de factores más
amplios que los del daño físico o psíquico.
La identificación de los factores de riesgo presentes en cada uno de los tipos de causas que
provocan lesiones intencionales orientan hacia la aplicación de intervenciones que ayuden a
la solución del problema socia l e individualmente. Entre ésas se podrían plantear las
siguientes.

• En el campo de la legislación, la elaboración y puesta en marcha de leyes que


controlen la utilización de la violencia en los medios de comunicación masiva, el
abuso en el consumo de alcohol, el consumo d e drogas y el uso de armas de fuego.
Además, es necesario revisar los aspectos técnicos y conceptuales de las leyes
respecto a la violencia para que no sólo penalicen sino que también tiendan a
disminuir sus causas.
• En el campo de la educación son necesarios la selección de grupos blanco
(escolares, adolescentes, etc.); la identificación de riesgos y mejoramiento de las
condiciones de seguridad en su entorno social; y, los programas de educación que
incorporen adecuadamente la problemática de la violencia en cada uno de los
niveles en que se presenta.
• En el campo de los servicios de salud son necesarios la identificación de grupos de
alto riesgo que permita la puesta en marcha de programas educativos, de apoyo y
terapia específicos; el mejoramiento de técnica s quirúrgicas y programas de
atención prehospitalaria que aseguren una intervención oportuna, así como la
vigilancia epidemiológica.
• En la investigación, debe realizarse investigación multidisciplinaria tendente a
profundizar en el conocimiento de causas y determinantes de la violencia, así como
sus consecuencias en términos de discapa cidad, secuelas y muerte en los distintos
grupos sociales, su costo social, recomposición de roles en grupos e incidencia
psicoafectiva, entre otros.
• En cuanto a la formación de recursos humanos para la salud es necesario insistir en
la necesidad de reconocer los hechos violentos y sus manifestaciones como un
problema de todos y no sólo de algunas áreas del c onocimiento.

Por último, algunos sectores insisten en considerar que las lesiones intencionales son
problemas eminentemente individuales o de grupos sociales específicos sobre los cuales
poco se puede incidir para su prevención. Por el contrario, estos hechos son resultado de un
proceso que tiene que ver con la forma en que el ser humano organiza su vida, con valores
culturales respecto a la vida, la enfermedad y la muerte, con las relaciones familiares, con la
seguridad f&iacut e;sica de la vivienda, los estilos de vida y las características del individuo
o del grupo.9 Frente a todo esto se puede hacer mucho para evitar la enfermedad y muerte
por estas causas;61,62 es importante analizar críticamente la interpretac ión común y la
acción tradicional.

En conclusión, se considera que es necesario y urgente trabajar en propuestas que aporten


una visión más completa del problema a fin de que las diversas vertientes aquí presentadas
hagan converger y concretar en propuestas específicas los hallazgos, producto de
investigaciones en cada una de ellas; asimismo, reconocer que en este quehacer se tiene que
contar con los aportes de otras disciplinas y con medidas educativas, sociales y políticas
que toquen las raíces de tan seria problemática.
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