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Carlos Figueroa Ibarra La travesía del salmón.

Artículos periodísticos y de coyuntura es una selección Facultad Latinoamericana de


de cientos de colaboraciones en diarios y revistas divulgativas que ha publicado Ciencias Sociales,
Doctor en Sociolo- Carlos Figueroa Ibarra. Sin embargo, todos ellos están sustentados en el quehacer flacso, Sede Académica
gía y profesor-in- académico y político de su autor. Como buena parte de la obra periodista y de Guatemala
vestigador del Pos- divulgación, los artículos compilados son reflexiones provocadas por las diversas
grado de Sociología coyunturas que se suceden en el mundo, en América latina y en particular en Gua- flacso-Guatemala inició sus activi-
en el Instituto de temala y México. Los artículos por tanto, han sido motivados por acontecimientos dades en 1987. El estatus de Sede
Ciencias Sociales y específicos de distinto orden y magnitud. Sin embargo por el oficio del autor, lo Académica constituye el ámbito
Humanidades “Al- que se ha escrito en el marco de una coyuntura, trata de estar asentado en una inter- institucional más importante que el

La travesía del salmón


fonso Vélez Pliego” pretación animada por la teoría, una perspectiva de largo plazo y una fundamen- sistema flacso otorga. Dicho esta-
de la Benemérita tación en datos que buscan sustentar el punto de vista expresado. Las reflexiones tus fue reconocido por el Estado de
Universidad Autó- del autor también tienen la impronta del diálogo y debate que mantiene con sus Guatemala en julio de 1998.

Artículos periodísticos y de coyuntura


noma de Puebla. compañeros y compañeras de las izquierdas guatemalteca y mexicana, a quienes
Ha sido académico visitante en la agradece el haber generado muchas de las ideas que están contenidas en las pági- Desde 1987 nuestras actividades han
Universidad de Stanford, maestro nas que siguen. El lector o lectora encontrará en La travesía del salmón entre otros tratado de responder a las necesida-
visitante en flacso Guatemala, The temas, la controversia con respecto al concepto del genocidio, terrorismo y terror des de conocimiento objetivo que
Evergreen State College, la Universidad estatal suscitado por el juicio general Efraín Ríos Montt; un balance de los acuer- la problemática social guatemalteca
de San Carlos de Guatemala, dos de paz de 1996; una reflexión sobre la trayectoria y perspectivas de las FARC demanda. Se trabaja en la investiga-
Universidad Nacional Autónoma de en Colombia con motivo de la finalización del conflicto; los saldos en Centroamé- ción de temas referidos a la historia,
México, Universidad Autónoma de rica de la guerra, neoliberalismo y narcotráfico; Trump, la globalización neoliberal al proceso de paz, la dinámica inte-
Tlaxcala y es Profesor investigador y el imperialismo; el lopezobradorismo en México; las movilizaciones de 2015 rétnica, los temas agrario, urbano/
emérito de flacso Guatemala. en Guatemala; los gobiernos progresistas en América latina y sus contratiempos; regional, gestión de riesgos, crisis
Especializado en estudios sobre vio- Venezuela y Cuba en el asedio imperial; izquierda y derecha hoy y, finalmente, medioambiental, relaciones inter-
lencia política, autor de varios libros obituarios y semblanzas de personas queridas y admiradas. El autor agradecerá nacionales, teoría de género y otros
entre ellos El proletariado rural en profundamente la paciencia de los lectores y lectoras por haberse tomado el traba- muchos enfoques, teorías y perspec-
el agro guatemalteco (Editorial Uni- jo de leer estas letras, que al igual que la travesía del salmón, han sido escritas en tivas analíticas.
versitaria, usac, 1980); El recurso del contra de la corriente.
miedo. Ensayo sobre Estado y terror
en Guatemala (educa, San José, Costa
Rica 1991 y F&G Editores Guatemala
2011); Paz Tejada. Militar y Revolu-
cionario (Editorial Universitaria, Uni-
versidad de San Carlos de Guatemala,
Guatemala, 2001 y segunda edición
F&G en 2004). Los que siempre esta-
rán en ninguna parte. La desaparición
forzada en Guatemala (gam), icsyh-
buap (ciidh). México, D.F. 1999. Su li-
bro más reciente es ¿En el umbral del
posneoliberalismo? Izquierda y gobier-
no en América latina, F&G Editores/
flacso-Guatemala, Guatemala 2010,
tiene ya una segunda edición por la
misma editorial en 2011.
La travesía del salmón
Artículos periodísticos y de coyuntura
Carlos Figueroa Ibarra

La travesía del salmón


Artículos periodísticos y de coyuntura
972.81 Figueroa Ibarra, Carlos
F54 La travesía del salmón. Artículos periodísticos y de coyuntura. /
2017 Carlos Figueroa Ibarra. -- Guatemala: FLACSO Sede Guatemala,
2018.
516 p. 22.86 cm
I.S.B.N: 978-9929-585-50-8
1. Guatemala – Historia – Siglo xx. -- 2. Guatemala – Historia
- 2015. -- 3. Violencia política. -- 4. Narcotráfico. -- 5. Neolibe-
ralismo. -- 6. Capitalismo. -- 7. Imperialismo.-- 8. Colombia. -- 9.
Venezuela. -- 10. Cuba. -- 11. México.--

© Carlos Figueroa Ibarra


© De la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales
3a calle 4-44 zona 10, ciudad de Guatemala
PBX (502) 2414 7444
htpp://www.flacso.edu.gt

Diseño de portada: Hugo Leonel de León Pérez


Corrección de estilo: Brenda Mejía/Hugo Leonel de León P.

ISBN: 978-9929-585-50-8

Editorial de Ciencias Sociales


3a calle 4-44 zona 10, ciudad de Guatemala
PBX (502) 2414 7444
htpp//www.flacso.edu.gt

Todos los derechos reservados. Queda prohibida cualquier forma de reproducción


parcial o total por cualquier procedimiento sin el permiso expreso del editor.

Impreso y hecho en Guatemala


Printed and made in Guatemala
Índice

Preámbulo 13

GENOCIDIO Y GUERRA EN GUATEMALA


La negación del genocidio en Guatemala 21
Ríos Montt, el ocaso del centauro 29
El Centauro, juicio de la historia 31
Genocidio y etnocidio en Guatemala 33
Pérez Molina y el genocidio en Guatemala 35
Genocidio de las conciencias, memoria arrasada 38
Gustavo Porras y el genocidio 40
Genocidio y propaganda negra 42
Contrainsurgencia contra memoria 44
Fiscalía general e ideología en Guatemala 47
Claudia, partida con gloria 49
El arte del asesinato político 51
La suerte de un esbirro 53
Las osamentas de Comalapa 55
Los que siempre estarán en ninguna parte 58
Terror, genocidio y empresarios 61
Revisando la historia de la infamia 63
A 60 años de la ignominia 65

Terrorismo y terror estatal


Terroristas y terrorismo en gran escala 69
Terror militar y violencia neoliberal 71
Del terrorismo de Estado al terrorismo psicológico 73
El terrorismo de Estado ahora y ayer 75
Tierra arrasada y democracia en Guatemala 78
Terror y rapacidad neoliberal 81
Terrorismo selectivo y corrección política. 83
El dolor de la otra parte 85
El genocidio en Palestina 88
Antisionismo y antisemitismo 90
En la mente de un terrorista 92
Mandela terrorista 94
Día inolvidable 96

7
Los acuerdos de paz de 1996
Los acuerdos de paz en Guatemala, veinte años después 101
Bibliografía y fuentes documentales 109

Centroamérica en la posguerra
Centroamérica, su deslucida independencia 113
El fracaso neoliberal en Centroamérica y las
próximas elecciones 115
El infierno en el Triángulo Norte 118
El avance de la izquierda en Centroamérica 120
Los Zetas en Guatemala 122
La expansión del narcotráfico a Guatemala 125
Violencia desbocada, ¿culpa del gobierno? 128
Pérez Molina: mano dura fallida 130
Honduras en el retorno de Mel Zelaya 132
Los dilemas de la resistencia hondureña 135
Honduras, dos años después 137
Honduras en vísperas de las elecciones de 2013 139
Honduras y México el mismo libreto 141
Margarita Murillo, mujer y luchadora excepcional 143
Costa Rica, fracaso neoliberal 145
Nicaragua, Nicaragüita 147

Guatemala, la crisis de 2015 y sus secuelas


Lo que retorna con Pérez Molina 151
Otto Pérez Molina y su agonía en Guatemala 154
Se fue Roxana, la Gruesa 158
La pareja presidencial 160
Políticos y ciudadanos, el escandaloso abismo 162
El espejismo Jimmy Morales 165
El saldo perverso de la política de la antipolítica 167
Yo, por Sandra 169
De la mano dura al ciudadano puro 171
Guatemala en el pos2015 173
El desprestigio de la política y la antipolítica 175
Refundar el Estado 177
Necesidad de la cicig en Guatemala 179
Guatemala, la crisis es de Estado 181
La cicig y el oscurantismo reaccionario en Guatemala 183

8
En defensa de flacso
flacso Guatemala, fin de un ciclo 187
Defender a flacso Guatemala. 189
Discurso pronunciado por Carlos Figueroa Ibarra con motivo
de recibir la distinción “Profesor Investigador Emérito
René Poitevin” por parte de la Sede Guatemala de la Facultad
Latinoamericana de Ciencias Sociales (FLACSO) 191

Cuba en el corazón
Cuba en el corazón 201
Cuba, después del Che 204
Fidel y Raúl 207
Cuba, verdad y mentira 210
Obama en Cuba antiimperialista 213
Fidel 215

Las farc en Colombia


Cuando las coyunturas arruinan la historia de los pueblos 219
Las farc y el largo camino hacia la paz con justicia social 221
farc: Adiós a las armas 228

Capitalismo neoliberal e imperialismo


El imperialismo hoy 233
Imperio desgarrado y enfermo 237
El imperialismo como tigre de papel 239
Pateando la escalera: mentiras neoliberales 241
El fracaso del capitalismo sin bridas 243
Capitalismo cada vez más salvaje 245
Neoliberalismo y calentamiento global 247
Capitalismo y socialismo, el azote del desempleo 249
Derechos humanos y barbarie neoliberal 252
El vaciamiento de los derechos humanos en la globalización 254
Violencia, neoliberalismo y migración 256
La hipocresía estadounidense frente a la migración 259
Capitalismo salvaje y persecución contra migrantes. 262
Neoliberalismo, carnicería de la juventud 264
El papa Francisco no es neoliberal 266

Narcotráfico
Narcotráfico y neoliberalismo 271
Guerra contra el narcotráfico 274
Narcoguerra en el traspatio 277

9
Narcomasacres, herencia del terror y la guerra que nos viene 280
Legalizar las drogas 283

Trump
Entre Hillary y Trump 289
Trump, déjà-vu fascista 291
Trump, tiempos sombríos 293
Adiós Barack Obama 295
Trump, fascismo contra neoliberalismo 297

Gobiernos progresistas y neoliberalismo


en América latina
Los gobiernos de izquierda y sus enemigos 303
Correa en Guatemala 305
Correa y el desarrollo 307
Correa, autoritarismo y democracia 309
Ecuador, soberanía y democracia mediática 311
Kirchner, en la hora de su muerte 313
Los arrestos de Cristina 316
Chile, grietas en el neoliberalismo 319
Chile en las vísperas de Bachelet 321
El nuevo golpismo y los nuevos fraudes en América Latina 323
Brasil, los contratiempos del lulismo 326
Golpe de Estado en Brasil 328
Los golpistas de Brasil, bola de corruptos 330
Evo y la democracia en Bolivia 332
Ecuador, el cisma desconcertante 334
No hubo golpe de estado 336

Venezuela y Hugo Chávez


Cinco mitos reaccionarios sobre Venezuela 341
El mito de la democracia prechavista 344
El mito del Chávez golpista 347
El mito de las turbas manipuladas en Venezuela 350
El mito del populismo chavista 353
Chávez, democracia o dictadura 356
Chávez, legado y posteridad 359
Venezuela, la Cuba de hoy 361
Venezuela, la técnica del golpe de Estado 363
La nueva batalla por la legitimidad 365
La hegemonía empieza por la comida. 367

10
México en tiempos de Morena
El fenómeno amlo en México 371
México, veinte años de zapatismo y tlcan 374
El liderazgo impresionante de López Obrador en México 376
El nacimiento de un nuevo partido 378
Morena en México, partido ascendente 380
Con paso firme 382
La honestidad como subversión 384
Morena, sectarismo y oportunismo 386
México, narcorrepresión y corrupción 388
Ayotzinapa: la verdad oficial demolida 390
La hidra mafiosa 392
México, 50 pasos para salvarlo 394

Izquierdas y derechas hoy


Añoranza por el comunismo 399
La política como arte 402
Decencia e ideología 404
¿Voto nulo? 406
Lecciones desde España 409
La derecha y el enemigo principal 411
Derecha sin vergüenza 413
Derecha. Soberbia sin fundamento 416
Breve taxonomía de la derecha 418
Neoliberales y “libertarios” 420
La izquierda, necesidad de una autocrítica 422
La otra izquierda en Guatemala 425
Derecha y cohesión social 427

Obituarios y semblanzas
Alfonso Solórzano, memoria de un mentor 433
Allende, cuarenta años después 449
Arbenz, en su centenario 451
Bauer Paiz, decencia e ideología 453
La muerte de un gran pedagogo 456
Manuel Colom Argueta, el gran líder 458
Mandela, el subversivo 460
Pedrito 462
Turcios 465
En memoria de Carlos Guzmán Böckler 467
Hasta siempre, querido Alfredo 470

11
Fidel, los hombres como tú no mueren 472
La muerte siempre llega tarde 474

Palabras finales
Crepúsculo en el horizonte 483
La brevedad de la vida 485
Un año más, un año menos 487

Anexo
Intelectuales y la izquierda en la encrucijada neoliberal.
Entrevista de Carlos Figueroa Ibarra
con Aldo Fabián Hernández Solís 491

ÍNDICE ONOMÁSTICO 501

12
Preámbulo

No puedo sino empezar este preámbulo al libro que el lector o lec-


tora tiene en sus manos, sin antes agradecer a flacso-Guatemala,
en particular a su actual director Dr. Virgilio Reyes, quienes lo han
hecho posible. La travesía del salmón. Artículos periodísticos y de
coyuntura, es una selección que he hecho de los cientos de colabo-
raciones para diarios y revistas de divulgación que ya obran en mi
haber. No es pues este libro, un conjunto de artículos académicos
sino de divulgación. Sin embargo, todos ellos se sustentan en mi
quehacer académico en el Posgrado de Sociología del Instituto de
Ciencias Sociales y Humanidades “Alfonso Vélez Pliego” de la
Benemérita Universidad Autónoma de Puebla, México.
Justo es también decir que los artículos contenidos en este
libro, también son producto de mi quehacer político que, en los
últimos años, estuvo avocado en la dirección estatal de Morena
en Puebla (2012-2015) y luego en la dirección nacional de dicho
partido (2015-2018). Por ello agradezco a mis colegas de la aca-
demia y a mis compañeros de luchas políticas el haber generado
con la discusión y el debate muchas de las ideas contenidas en
las páginas que siguen. “Mis reflexiones también están influidas
y motivadas por el diálogo que mantengo con mis compañeros y
compañeras de la izquierda guatemalteca y mexicana”.
Como buena parte de la obra periodista y de divulgación, los
artículos que he compilado son reflexiones provocadas por las di-
versas coyunturas que se suceden en el mundo, en América latina
y, en particular, en Guatemala y México. Por lo tanto, el motivo
de su escritura radica en acontecimientos específicos de distinto
orden y magnitud. Se incluyen, por ejemplo, la coyuntura particu-
lar que le tocó vivir a flacso-Guatemala entre 2012 y 2014. Este
es el motivo por el cual he considerado conveniente poner al final
de cada artículo la fecha en la que fue publicado. Sin embargo,

13
lo que escribí en el marco de una coyuntura, se asienta en una
interpretación animada por la teoría y se fundamenta en datos que
busquen sustentar el punto de vista expresado. Por ello, en los
textos siguientes los lectores y lectoras encontrarán referencias bi-
bliográficas citadas sin el rigor académico, así como muchos datos
que no tienen nota al pie de página.
Lo anterior no se cumple en el artículo que escribí acerca de
los acuerdos paz en Guatemala, con motivo de cumplirse los vein-
te años de su firma final. A propósito del logro de la paz después
de un conflicto armado interno de larga duración, he incluido tam-
bién, una sección acerca de las Fuerzas Armadas Revolucionarias
de Colombia (farc).
Los artículos seleccionados son reflexiones, muchas de ellas
con pretensiones de largo plazo, surgidos por coyunturas excep-
cionales y otras que no lo fueron. Por ejemplo, todos los artícu-
los contenidos en la sección dedicada al genocidio y la guerra en
Guatemala se relacionan con el que ha sido el principal tema de
investigación en mi vida académica: la violencia política y el te-
rrorismo de Estado. Pero tales reflexiones fueron marcadas por los
distintos sucesos de la justicia transicional en mi patria de origen,
Guatemala, particularmente el debate que surgió con motivo del
juicio que por genocidio se le hizo al general Efraín Ríos Montt.
El auge del terrorismo a nivel mundial, debido a la intervención
occidental en el mundo árabe, originaron mis reflexiones sobre te-
rrorismo y terror estatal que, además, se empalman con mi trabajo
sobre terrorismo de Estado. Los saldos en Centroamérica, resul-
tantes del estallido revolucionario que comenzó en Nicaragua en
enero de 1978, motivaron lo que escribí acerca de la región en la
época de la posguerra. El área centroamericana, con excepción de
Costa Rica, está marcada por los efectos de las guerras en con-
tra de las dictaduras militares, pero también por los efectos de la
implantación del nuevo patrón de acumulación capitalista que se
conoce con el nombre de neoliberalismo. Y en esto, ni Costa Rica
se salva, porque este modelo de acumulación de carácter global
afecta a todo el mundo.
La región centroamericana de la posguerra, particularmente
el Triángulo Norte, también está marcada por la emergencia del
narcotráfico, y ello está consignado en el libro. Por todo ello, hay

14
una sección de este libro que se dedica al capitalismo neoliberal
y al fenómeno del imperialismo en el momento actual. Y con res-
pecto de este último, era inevitable incluir una sección referente
a Cuba y su resistencia. En relación con el neoliberalismo, traté
de seleccionar aquellos artículos que destacan los efectos socia-
les del capitalismo actual como son la pobreza, la desigualdad,
el desempleo, la marginación juvenil, la degradación ambiental,
la migración y la violación de los derechos humanos. También
fue inevitable incluir una sección sobre el fenómeno Trump, el
cual es analizado como una reacción fascista a la globalización
neoliberal.
Como es sabido, el neoliberalismo ha sido mediocre o malo en
el cumplimiento de sus promesas (crecimiento económico y pros-
peridad social), pero ha tenido éxito ideológico. Esto es inexacto
en América latina, región en la cual desde 1999 se empezó a ob-
servar un período de grandes movimientos sociales que culmina-
ron en los llamados gobiernos progresistas, los cuales hoy enfren-
tan severos contratiempos o han sido derrotados o derrocados. El
arco de todo este proceso, es sucintamente tratado en los artículos
contenidos en la sección del libro referente a los gobiernos progre-
sistas. He separado el caso de Venezuela en una sección particular,
porque en ese país se observó uno de los procesos más radicales
de cuestionamiento al neoliberalismo. También porque la riqueza
en recursos naturales que dicho país tiene, lo ha convertido en un
territorio a recuperar por el imperio estadounidense y ha originado
una confrontación política notable. La crisis hegemónica neoli-
beral se ha manifestado de una forma notable en México, con el
surgimiento del movimiento lopezobradorista, hoy organizado en
el partido Morena. En un lapso aproximado de 15 años, Andrés
Manuel López Obrador pasó de ser un dirigente político ordinario,
a ser una figura extraordinariamente carismática, lo que ha valido
para el avance impetuoso de Morena y su voluntad posneoliberal.
Por ello, hay una sección en este libro en la que se ha compilado
los artículos que analizan este proceso. Asimismo, este auge de la
izquierda en América latina, que hoy observa tropiezos, ha moti-
vado también el que haya una sección destinada a analizar el tema
de las izquierdas y las derechas.

15
En Guatemala, parece ser que el fenómeno político más nota-
ble, en el contexto de los gobiernos civiles que surgieron después
de la finalización del conflicto armado interno, fue la crisis estatal
provocada en 2015 por las movilizaciones populares urbanas en
contra de la corrupción. Me permito opinar sobre este asunto en
la sección dedicada al respecto y a sus secuelas. La caída y en-
carcelamiento de quienes fueran el presidente y vicepresidenta,
Otto Pérez Molina y Roxana Baldetti, respectivamente, así como
de buena parte de los funcionarios de dicho gobierno, no fue solo
una crisis gubernamental. El que a 2015 le haya sucedido un 2017,
con un presidente también en situación crítica, refleja que la crisis
desencadenada hace dos años, no es una crisis gubernamental sino
una crisis de Estado.
El surgimiento de la antipolítica con una ciudadanía que bus-
caba a un “ciudadano puro” que se deslindara de los políticos ve-
nales, fue un hecho social notable como también notable es el des-
encanto ciudadano ante el fiasco que resultó ser Jimmy Morales.
Esta fue una decepción antecedida por una desilusión también no-
table: la esperanza en que una “mano dura” acabaría con el auge
de la violencia delincuencial. El hecho cierto es que Guatemala
vive los estragos que ocasiona un Estado corrupto y una sociedad
descompuesta por el fracaso neoliberal.
Casi termino este libro con una sección destinada a obitua-
rios y semblanzas de personajes que han resultado ser notables
en el mundo, o en todo caso, en mi vida personal. Por razones de
espacio, tuve que hacer una dolorosa selección que dejó fuera a
personas muy queridas para mí y sobre las cuales escribí en algún
momento. Queda constancia de que no fui indiferente de su paso
por mi vida, con el hecho de que diarios y revistas consignaron mi
admiración por ellos y pesar por su partida. Por ejemplo, en esta
sección he incluido un artículo publicado hace muchos años y que
está dedicado a mis padres, Carlos y Edna, asesinados por la dic-
tadura de Lucas García, en la Guatemala de 1980. Finalmente, hay
una sección dedicada a la reflexión sobre la brevedad de la vida
y su pequeñez ante el tamaño de nuestros sueños. Además, hay
un anexo con una entrevista a mi persona hecha por Aldo Fabián
Hernández Solís, la cual reseña mi vida política y académica.

16
La inmensa mayoría de los artículos compilados provienen
de lo que he publicado en el periódico guatemalteco La Hora,
entre otros reproducidos por las revistas electrónicas Con Nuestra
América y Narrativa y Ensayo Guatemaltecos. Aprovecho para
agradecer profundamente al director de La Hora, Pedro Pablo
Marroquín, el que me haya brindado las páginas de dicho medio
para expresar mis ideas en el marco del mayor de los respetos a la
libre expresión. Mi gratitud también se extiende a Oscar Clemente
Marroquín, uno de los animadores principales del periódico. Doy
gracias también a Rafael Cuevas Molina, Andrés Mora y Julio
Palencia, inspiradores y editores de Con Nuestra América y Na-
rrativa y Ensayo Guatemaltecos. Cuando alguno de los artículos
no fue publicado en los medios referidos, se explicita el periódico
o revista en el que originalmente fueron publicados. Mi gratitud
alcanza también a Hugo Leonel de León quien ha sido el encarga-
do del cuidado editorial de este libro.
Finalmente, agradezco a profundidad la paciencia de los lec-
tores y lectoras de las páginas que siguen, por tomarse el trabajo
de leer estas letras, que al igual que la travesía del salmón, han
sido escritas en contra de la corriente.

Carlos Figueroa Ibarra.


Heroica Puebla de Zaragoza, septiembre de 2017.

17
GENOCIDIO Y GUERRA
EN GUATEMALA
La negación del genocidio en Guatemala1

Hace unos días arribó a Guatemala Antonio Arenales Forno, quien


fuera el embajador de dicho país ante la Unión Europea. Regresó
para hacerse cargo de la Secretaría de la Paz (sepaz), dependencia
gubernamental que tiene a su cargo el Programa Nacional de Re-
sarcimiento (pnr). Es importante destacar esto porque el pnr es el
organismo dedicado a resarcir material y moralmente a víctimas y
familiares de víctimas de los crímenes de lesa humanidad durante
el conflicto interno (1960-1996).
Hoy el pnr es dirigido por el exmilitante revolucionario, quien
después se involucró en la contrainsurgencia, Jorge Herrera. Su
jefe inmediato es el embajador Arenales Forno, quien además de
ser activo participante por la parte gubernamental en los acuerdos
de paz, finalmente firmados en diciembre de 1996, también es un
firme convencido de que en Guatemala no hubo genocidio. Sus
argumentos que pueden encontrarse en el diario elPeriódico de
Guatemala, se reducen a dos elementos básicos: no hubo genoci-
dio porque no se cumplió lo que el Estatuto de Roma define como
tal: el exterminio de un grupo nacional, étnico, racial o religioso;
además porque en el caso guatemalteco debería demostrarse que
tal exterminio, si lo hubo, fue intencional (http://www.elperiodi-
co.com.gt/es/20120226/pais/208597/).
Para Arenales Forno resulta inaceptable comparar el caso
guatemalteco con lo que se observó en la Alemania nazi o en la
Ruanda de 1994. Pero como no se puede ocultar que en Guate-
mala hubo una matanza en gran escala con 150 mil ejecuciones
extrajudiciales y 45 mil desapariciones forzadas, Arenales Forno
afirma que: “Nadie niega, sin embargo, que en el país pudo haber
ejecuciones extrajudiciales, matanzas, masacres o asesinatos”.

1 Publicado por la revista Rebelión. 7 de marzo de 2012. http://www.rebelion.


org/noticia.php?id=145907

21
A su juicio, lo que debe demostrarse es que en Guatemala los
autores de la matanza hayan “tenido la intención de destruir total
o parcialmente a los grupos antes referidos”. Es decir, a los grupos
nacionales, étnicos, raciales o religiosos.
Los argumentos de Arenales Forno reproducen los de los ge-
nocidas y sus abogados defensores al agregar el hecho de que en
Guatemala se haya promulgado una amnistía para los delitos co-
metidos en el contexto del conflicto interno. El problema espinoso
para los genocidas y sus defensores es que la amnistía de 1996 no
comprende los delitos de genocidio, tortura y desaparición forza-
da. El tema del genocidio está teniendo en Guatemala una gran
actualidad, en tanto que durante la gestión de la actual fiscal gene-
ral, Claudia Paz y Paz, se han iniciado procesos judiciales contra
algunos de los mandos superiores de la matanza en Guatemala:
los generales Héctor Humberto Mejía Víctores (jefe de Estado du-
rante 1983-1986); Efraín Ríos Montt (presidente de facto durante
1982-1983); Héctor Mario López Fuentes (jefe del Estado Mayor
de la Defensa Nacional durante 1982-1983), además del exjefe
policíaco y connotado esbirro Pedro García Arredondo (jefe del
Comando 6 de la policía durante el gobierno del general Romeo
Lucas García 1978-1982). La actualidad del tema del genocidio
proviene también del hecho de que no solo algunos funcionarios
medios y altos (como el caso de Jorge Herrera) resultan afectados
por esta exigencia de justicia, sino el mismo presidente Otto Pérez
Molina tiene acusaciones similares en su contra.
Vive Guatemala una lucha sorda entre memoria y olvido. Para
los familiares de las víctimas, los activistas de derechos humanos
y los sectores progresistas, la memoria de la infamia pasa por la
justicia y la verdad. Para los que cometieron los actos criminales
y sus defensores el pasado debe olvidarse y resulta una irresponsa-
bilidad resurgir hechos oprobiosos del pasado cuando Guatemala
lo que necesita es olvidar y seguir adelante.

Genocidio: el huevo de la serpiente


Hace unos días mi querido amigo Carlos Cáceres R. me prestó el
libro del coronel retirado y licenciado Mario Mérida que lleva por
título “Venganza o juicio histórico. Una lectura retrospectiva del
informe de la ceh”. El coronel Mérida es un activo defensor del

22
punto de vista militar y portavoz de la Asociación de Veteranos
Militares de Guatemala (avemilgua). Quiero decir que respeto
profundamente a personas como él, que defienden con razones y
no con insultos sus puntos de vista. Advierto en él a un respetable
hombre de convicciones y no a un político convenenciero dispues-
to a cambiar sus creencias por un plato de lentejas. Su libro, en el
que trata de fundamentar lo que considera la parcialidad de la Co-
misión de Esclarecimiento Histórico (ceh), es una laboriosa reco-
pilación de puntos de vista en los cuales se intenta demostrar que
en Guatemala también los integrantes de las guerrillas cometieron
crímenes de lesa humanidad. Habrá que recordar que la ceh fue
creada entre el gobierno de Guatemala y la Unidad Revoluciona-
ria Nacional Guatemalteca (urng), en los acuerdos de Oslo del 23
de junio de 1994. No fue pues la ceh una instancia creada por los
insurgentes o “los comunistas”.
Pero el libro del coronel Mérida parte de un supuesto que de-
bilita sustancialmente sus argumentos. El conflicto interno que vi-
vió Guatemala durante la segunda mitad del siglo XX, se originó
porque surgió un grupo de gente que, como cáncer, se fue proli-
ferando por toda la sociedad: “los comunistas”. Es nuestro autor
fiel exponente del pensamiento de la guerra fría. Basta ver cómo
orgullosamente exhibe su cárdex de calificaciones en esa escuela
de genocidio que fue la Escuela de las Américas, en la cual fue
un buen alumno durante 1985. Impregnado de la ideología anti-
comunista, el coronel Mérida hace un análisis muy simple de las
causas del conflicto: los comunistas son los responsables de lo que
sucedió. No fue la dictadura militar, la injusticia, la expoliación, la
miseria social. Su acepción acerca del comunismo es muy amplia:
engloba a todos aquellos que se opusieron al régimen dictatorial y
la miseria imperante en Guatemala durante la segunda mitad del
siglo XX. El libro del coronel Mérida sigue la satanización de un
grupo de personas que bien ilustra en la portada: hay una mujer
indígena, un hombre con la hoz y el martillo en la espalda y un
sacerdote empuñando una lupa, que dirigen al ejército, a los co-
misionados militares y a los Patrullas de Autodefensa Civil (pac).
Michel Foucault escribió alguna vez que en los tiempos mo-
dernos en los que el Estado ya no solo hace morir y deja vivir,
sino hace vivir y deja morir, se necesitaba del racismo para matar

23
gente en gran escala (genocidio). El huevo de la serpiente del ge-
nocidio es construir una otredad negativa a la que hay que exter-
minar. En Guatemala, esas otredades negativas fueron “el indio” y
el “comunista”. El general Mérida agrega otra desde la portada de
su libro: “el cura comunista”. En el genocidio, no solo el Estado
es indispensable para matar a una gran cantidad de personas. Se
necesita también que la sociedad, o una parte de ella, comparta
ideológicamente la necesidad de exterminar al grupo o grupos que
atentan contra el orden imperante.
Algunos de los muchos comentarios que recibo por parte de
los lectores de mis artículos publicados en el diario guatemalteco
La Hora, me revelan la persistencia del huevo de la serpiente y las
potencialidades genocidas que siguen existiendo en Guatemala.
Por ejemplo este:
…A los “intelectuales socialistas” que discuten a la sombra de
Starbucks y en los salones hoteleros, comiendo y bebiendo de
gratis hablando de la “Internacional Socialista” cuyos “represen-
tantes” aquí han sido, son y serán un vómito, defecación, bazofia
como el patantaco que “dijo” que “presidió” (Álvaro Colom), la
salamandra hiena codiciosa usurpadora (Sandra Torres), el judío
stein (el ex vicepresidente Eduardo Stein) [...] Como ya Dios
nos olvidó, recurriremos al mismo Satanás y sus demonios para
acabar, terminar con los mareros drogadictos. Espacio me falta
para desenmascarar esa maldita patraña “comunista-socialista-
valemierdista”.
O bien, éste otro a propósito de mis artículos sobre Cuba: “y eso
es lo que usted quiere para Guatemala, casas vetustas, edificios
decrépitos, con vigilancia continua con tarjetas de racionamiento,
no señor yo no quiero eso para mi amada Guatebella, quiero lo
mejor a base de trabajo tesonero y honrado, es usted una alimaña
ponzoñosa por lo que quiere para la República […]”
Al leer estos comentarios, que resultan muy útiles para mis
trabajos de investigación sociológica, recordé el antisemitismo de
los nazis. Lo de “alimaña ponzoñosa” me recordó cómo el geno-
cidio de los tutsis por los hutus, en Ruanda en 1994, se vio pre-
cedida por una campaña radiofónica que calificaba a los primeros
como “cucarachas”.
No cabe duda, el huevo de la serpiente sigue allí.

24
¿Hubo genocidio en Guatemala?
Como se dijo al principio, en el último año el tema del genocidio
ha estado en las controversias que hemos observado en Guate-
mala. Los motivos son los que también ya se mencionaron, y la
respuesta no se ha hecho esperar. Lo que nos han dicho el candi-
dato y luego presidente, Otto Pérez Molina, los defensores de los
militares sindicados y los voceros de avemilgua, es que en el país
no hubo genocidio porque jamás hubo la intención de eliminar
parcial o totalmente al pueblo maya.
Como verdad histórica, el genocidio es la eliminación física
de personas en gran escala. Genocidio es pues una matanza de
grandes proporciones. Y esto es lo que hubo en Guatemala, al me-
nos entre 1960 y 1996: 150 mil ejecuciones extrajudiciales y 45
mil desapariciones forzadas. Durante el siglo xx hubo, al menos,
cuatro genocidios que se consideran los de mayor envergadura. El
primero de ellos lo cometió el Estado turco contra los armenios,
entre 1915 y 1917, en el contexto de la primera guerra mundial:
entre un millón y medio y dos millones de armenios asesinados.
El segundo gran genocidio lo cometieron los nazis contra los ju-
díos (aunque también contra los gitanos), fundamentalmente entre
1942 y 1945, 6 millones de judíos inmolados. El tercer evento fue
el genocidio, en 1965, de entre quinientos mil y un millón de per-
sonas en Indonesia, al calor de una vasta represión anticomunista.
Y el cuarto genocidio fue en 1994, cometido por los Hutus en
Ruanda, donde en tan solo unos cuantos meses, entre quinientos
mil y un millón de Tutsis fueron asesinados con el amparo del
Estado de Ruanda.
En la América contemporánea, probablemente los genocidios
más significativos fueron los observados en Guatemala (200 mil
personas aproximadamente entre 1960 y 1996) y en Argentina (30
mil personas entre 1973 y 1984). Pero en estos dos casos, la ver-
dad histórica se contrapone a la verdad jurídica porque el concepto
legal de genocidio se ampara en la Convención para la Prevención
y Sanción del Delito de Genocidio adoptada por la onu, el 9 de
diciembre de 1948. En términos sucintos, como lo recuerda Are-
nales Forno a propósito del Estatuto de Roma, la Convención de la
onu considera genocidio cuando se hacen acciones para eliminar

25
parcial o totalmente a grupos nacionales, étnicos, raciales o religio-
sos. Todavía en 1946, los ponentes de dicha resolución internacio-
nal incluían en la anterior lista a los grupos “políticos”, los cuales
fueron eliminados porque hubo oposición de la Unión Soviética y
otros países. En este vacío se sustenta la triquiñuela jurídica que
pretende escamotear para Guatemala, la categoría de genocidio que
se utiliza para calificar la matanza ocurrida en este país.
En efecto, a diferencia de los genocidios armenios, judíos o
tutsis, en Guatemala el genocidio no se enacaminó hacia la lim-
pieza racial, étnica o de algún grupo nacional. El sentido del ge-
nocidio fue el de una de sus variantes: el “politicidio”, es decir, la
eliminación de un grupo político: los comunistas (reales o supues-
tos). Desde ese punto de vista, apoyándose en un vacío jurídico
que tiene la Convención de la onu, en Guatemala no habría habido
genocidio. Pero el vacío jurídico, como lo señalan los especialis-
tas en el tema, origina una monstruosidad jurídica: la desigualdad
frente a la ley. Solo hay genocidio si se habla de grupos naciona-
les, étnicos, raciales o religiosos. Si se trata de grupos políticos no
se puede hablar de genocidio. Desde esta perspectiva el genocidio
en la Indonesia de los años sesenta, del siglo xx, no sería tal. Ni
tampoco lo sería la matanza en Guatemala…
Como verdad histórica, indudablemente, en Guatemala hubo
un genocidio. Pero también es posible demostrar que lo hubo en
el plano de la verdad jurídica. La inmensa mayoría de las víctimas
del genocidio en Guatemala fueron integrantes de algunos grupos
étnicos que existen en el país. Y en 1982, independientemente de
los ladinos que fueron asesinados, particularmente, un grupo ét-
nico fue atacado siguiendo todos los cánones del genocidio que
estableció en 1948 la onu: la etnia ixil en el departamento de Qui-
ché.
He aquí, algunos de los argumentos que tendrán que enfrentar
los genocidas guatemaltecos y sus defensores.

Ríos Montt y el genocidio en Guatemala


El jueves 26 de enero de 2012, la jueza Primero de Mayor Riesgo,
Carol Patricia Flores, después de escuchar las acusaciones de la
fiscalía del Ministerio Público, mp, contra el general Efraín Ríos

26
Montt, decidió dictarle una fianza de 500 mil quetzales y arresto
domiciliario como sentencia por los delitos de genocidio y críme-
nes contra la humanidad. Como sucedió con Al Capone, al gene-
ral Ríos Montt se le acusa por una parte mínima de los crímenes
de lesa humanidad cometidos durante su mandato entre marzo de
1982 y agosto de 1983: 11 masacres cometidas en la región ixil
del departamento de Quiché, en donde murieron 1 771 personas; 1
485 mujeres fueron violadas y 29 mil personas fueron desplazadas
de sus pueblos.
En términos jurídicos y de acuerdo con la Convención Para
la Prevención y Sanción del Delito de Genocidio de la onu, esto
es genocidio porque es una acción de liquidación de uno de los
cuatro grupos que tipifica el Artículo II de dicha resolución: un
grupo étnico. También es delito de genocidio porque según la
fiscalía cuando familias enteras huyeron hacia las montañas, el
ejército impidió que se le distribuyeran alimentos además de des-
truir los cultivos de los cuales vivían. La literal c del artículo II
de la Convención señala que parte del delito de genocidio es el
“Sometimiento intencional del grupo a condiciones de existen-
cia que hayan de acarrear su destrucción física, total o parcial”.
Según esta definición, dicho delito no solo implica matar parcial
o totalmente a un grupo nacional, étnico, racial o religioso, sino
crear las condiciones de existencia que provoquen su destrucción
física parcial o total.
Los genocidas y sus defensores esgrimen argumentos para
contrarrestar la acusación de genocidio. El presidente Pérez Mo-
lina ha repetido:
Lo dije cuando estaba de candidato y lo vuelvo a repetir hoy que
estoy de Presidente de la República, es que aquí en Guatemala
no hubo genocidio. Se tipifica el genocidio cuando hay un exter-
minio de una raza por razón de ser una raza. Aquí en Guatemala
lo que hubo fue un conflicto armado interno que la guerrilla lo
llevó al interior del país y quisieron involucrar a las poblaciones
mayas, pero aquí no hubo en ningún momento un exterminio por
razón de raza, ustedes pueden chequear los archivos del Ejér-
cito y ahí van a encontrar que en un 80 por ciento, o en un 70
por ciento, el Ejército estaba compuesto también por población
maya.

27
Pese a las argumentaciones de Pérez Molina y Arenales For-
no, cierto es que en Guatemala el ánimo genocida fue el politici-
dio (acabar con los comunistas reales o supuestos), y no el etno-
cidio, pero para realizarlo, se efectuó el aniquilamiento parcial de
kiches, kakchikeles, kekchies, ixiles y otras etnias más.
No es creíble que el general Ríos Montt no tuviera conoci-
miento directo de los crímenes que se estaban cometiendo en su
mandato como ha dicho su abogado defensor, Danilo Rodríguez.
Por el contrario, Ríos Montt fue un ejecutor de un plan trazado
por el alto mando del ejército y de ninguna manera fue un títere
en manos de dicha cúpula. Aunque el periodista Juan Luis Font
le cree al general (elPeriódico, 27/1/2012), el propio Ríos Montt
declaró cuando era presidente de facto: “si yo no puedo contro-
lar al ejército ¿Entonces qué estoy haciendo aquí?”(http://www.
youtube.com/results?search_query=si+yo+no+puedo+controlar+
Rios). También se ha dicho que la defensa del general podría ar-
gumentar la vigencia de la Ley de Reconciliación Nacional del 27
de diciembre de 1996, Decreto 145-96, que declara extinción de
responsabilidad penal a los delitos cometidos por guerrillas y ejér-
cito. No obstante, se ha dicho también que las amnistías no com-
prenden los delitos de genocidio, tortura y desaparición forzada.
Confieso que no puedo dejar de sentir pena por el general
Efraín Ríos Montt. Pudo terminar su vida asociado a generales
de la estirpe del uruguayo Liber Seregni pero hoy se le vincula
con Hitler. Tuvo la oportunidad histórica en 1974, de encabezar a
un vasto movimiento de reforma democrática después del fraude
electoral del que fue víctima en ese año por parte de la camarilla
militar del momento. En lugar de eso, aceptó un exilio dorado
como agregado militar, se refugió en el alcoholismo y después en
el fundamentalismo protestante. En 1982, los militares golpistas
lo sacaron de su casa o de su iglesia para ponerlo al frente del go-
bierno y se embarcó en la aventura genocida que hoy lo mancha.
Los recuentos de desaparecidos y ejecutados en 1982 colocan ese
año como la cúspide del terror masivo y selectivo contra el pueblo
guatemalteco.
Ríos Montt puede que gane la batalla de la verdad jurídica…
pero la de la verdad histórica, hace rato la perdió para siempre.

28
Ríos Montt, el ocaso del centauro

Triste es el fin de Efraín Ríos Montt. Su partido se eclipsó y él será


enjuiciado.
Tal es la reflexión al enterarnos de que a fines de enero de 2013,
un juez decidió que es imputable de los cargos de genocidio y por
tanto, junto a quien fuera su director de inteligencia, José Mauri-
cio Rodríguez Sánchez, sería llevado a juicio.
A sus casi 87 años, el anciano general tendrá que defender-
se de la grave acusación de ser autor intelectual de la muerte de
1771 indígenas de la etnia Ixil y de 15 masacres efectuadas en la
región con el mismo nombre durante el tiempo en que fue jefe de
Estado (1982-1983). La verdad histórica apunta a que durante los
años de su mandato, fueron más las masacres y las víctimas que
las que ahora se le imputan en la disputa por la verdad jurídica.
Durante su gobierno, la política de tierra arrasada, el terror masi-
vo y selectivo, no solo en el campo sino en las ciudades, alcanzó
su máxima expresión. No fueron esos años la primera vez que el
nombre de Ríos Montt se asoció a hechos represivos de seme-
jante calado. Hay que recordar que el 28 de mayo de 1973, los
periódicos dieron la noticia de que se había efectuado una masacre
de campesinos ladinos en el caserío de Sansirisay, Aldea de Palo
Verde en el municipio de Jalapa. Recuerdo muy bien las fotos del
entonces Jefe del Estado Mayor del Ejército, general Efraín Ríos
Montt, descendiendo del helicóptero en el cual sobrevoló la zona
en donde se había efectuado la masacre.
Este hecho no fue óbice para que una alianza de fuerzas pro-
gresistas encabezada por la Democracia Cristiana y distintas orga-
nizaciones socialdemócratas, incluso militantes del movimiento
revolucionario, le dieran su apoyo para la candidatura presiden-
cial de 1974 a través del Frente Nacional de Oposición. Algo de-
ben haber visto en el enérgico general, René de León Schlotter,

29
Manuel Colom Argueta y Alberto Fuentes Mohr, para pensar que
podría encabezar una candidatura viable de oposición. Este últi-
mo fue su compañero de fórmula, dándole a la misma un carácter
progresista.
Con dicha candidatura, Ríos Montt se estaba rebelando contra
la camarilla militar que dominaba al país, la cual junto al general
Carlos Arana Osorio, había decidido que el próximo presidente
sería Kjell Laugerud. Finalmente, eso ocurrió cuando se efectuó el
fraude electoral de aquel año. Imposible olvidar el desencanto que
causó el general Ríos Montt cuando en lugar de defender digna-
mente su triunfo, aceptó un exilio dorado como agregado militar
en España.
Ríos Montt, finalmente vio cristalizado su sueño presidencial
con el golpe de Estado de 1982. Pero no encabezaría un gobierno
progresista como el que habían soñado los opositores en 1974. En
lugar de ello encabezó una suerte de modernización estatal, lo que
convirtió a su gobierno en mitad humano (voluntad reformista) y
mitad bestia (masacres y terror estatal), que lo llevó a emular al
centauro Quirón que evocaría Maquiavelo en su obra “El Prínci-
pe”. En 1974, la grandeza tocó las puertas de Ríos Montt. Otro
habría sido su destino si las hubiera abierto. En 1982, sus puertas
sonaron nuevamente. Esta vez fue la infamia la que dio los alda-
bonazos. El General abrió su portón y la dejó entrar.
Por ello, un hombre que hubiera podido pasar a la histo-
ria como el Líber Seregni de Guatemala (el general uruguayo
que construyó el Frente Amplio), finalizó siendo una suerte de
Himmler, Göering o Hess, aquellos genocidas nazis que termi-
naron sentados en el banquillo de los acusados en los juicios de
Nuremberg.
Triste fin el del general. Pudiendo escoger la grandeza, prefi-
rió la ignominia.

4 de febrero de 2013

30
El Centauro, juicio de la historia

El 10 de mayo de 2013 pasará a la historia como el día en que la


impunidad en Guatemala sufrió un fuerte revés. Lo importante no
fue la condena dictada a Efraín Ríos Montt, sino el que un tribunal
guatemalteco haya aceptado que el genocidio es un delito que hay
que juzgar y que, al condenarlo, haya sentado jurisprudencia con
respecto de la existencia del genocidio en el país.
Más allá de la polémica que se generó en cuanto a la exis-
tencia o inexistencia de tal crimen imprescriptible, hoy sabemos
que, desde el punto de vista jurídico, el genocidio es la categoría
pertinente para calificar a la gran matanza observada en el país. El
camino para asentar dicha clase de delito en el caso guatemalteco
será largo, pero un hecho indiscutible es que más de 80% de los
asesinados y desaparecidos en Guatemala fueron personas perte-
necientes a algunas de las etnias indígenas. Y esto, hecho desde
la perspectiva de la verdad jurídica, resulta crucial en tanto que la
Convención para la Prevención y Sanción del delito de Genocidio
de la onu no considera la existencia del politicidio.
Más allá de la victoria jurídica y de la condena judicial a Ríos
Montt, está la verdad histórica y el juicio de la historia. La primera
dice que en Guatemala hubo genocidio en tanto que se observó
una matanza en gran escala que asesinó a 150 mil guatemaltecos
y desapareció de manera forzada a otros 45 o 50 mil más. Por en-
cima del veredicto del viernes 10 de mayo, el juicio de la historia
condenó a Efraín Ríos Montt por haber encabezado el gobierno
del Estado en el período en que la matanza llegó a sus puntos cli-
máticos. Desde el punto de vista jurídico en materia de derechos
humanos y crímenes de lesa humanidad, la teoría predominante es
que el Estado es el único responsable de dichos crímenes.
Los grupos particulares desde la sociedad civil, por ejemplo
las insurgencias guerrilleras, también pueden ser imputables pero

31
no por violaciones a los derechos humanos sino por una varian-
te que es llamada “violaciones al derecho humanitario”. Es des-
de esta perspectiva que la fiscalía enderezó el juicio contra Ríos
Montt y el énfasis se centró en su papel primordial en la cadena
de mando que ordenó los actos genocidas en la región ixil. Llama
la atención la absolución del general José Mauricio Rodríguez, la
cual puede ser explicable porque la condena radica en la respon-
sabilidad en el mando estatal.
Ríos Montt fue protagonista principal en un giro de la con-
trainsurgencia a partir de marzo de 1982. Aun cuando no fue el
organizador del golpe de Estado que lo llevó al poder, su concep-
ción jugó un papel decisivo o al menos coincidió con lo que el alto
mando del ejército concebía: que la derrota de la insurgencia no
solamente podía ser llevada por la bestialidad del terror sino que
había que ensayar un reformismo contrainsurgente. El General sa-
bía que la insurgencia se nutría de la injusticia social. Siguiendo
el precepto de Maquiavelo, se intentó dar al Estado una mitad
humana que se complementaría con la mitad bestial. Se trataba de
combinar los frijoles con los fusiles. Hacer del Estado un centauro
como lo he argumentado en mi libro “El Recurso del miedo. Esta-
do y terror en Guatemala” (f&g, 2010).
Nunca olvidaré al Ríos Montt de 1974, cuando junto con una
alianza de fuerzas progresistas, encabezó la posibilidad de darle
una salida a la crisis política guatemalteca instaurada por la con-
trarrevolución de 1954. Desgraciadamente, el general no pasará a
la historia como el reformista de aquel año, sino como el genocida
contrainsurgente de 1982.

12 de mayo de 2013

32
Genocidio y etnocidio en Guatemala

Los adversarios de caracterizar como genocidio la matanza de 200


mil guatemaltecos durante los años del conflicto armado interno,
coinciden en su argumento principal: en Guatemala “las atroci-
dades” se hicieron porque se quería acabar con la insurgencia, no
con un grupo étnico en particular. Por lo tanto en la medida en
que no hubo eliminación de grupos en función de su adscripción
étnica, no hubo genocidio. Esto es lo que he leído de manera burda
en los volantes y comunicados de la Fundación contra el Terro-
rismo; de manera indignada en las declaraciones del presidente
Otto Pérez Molina, Antonio Arenales Forno y los defensores de
Ríos Montt y Rodríguez y finalmente, de manera más elaborada
en las entrevistas y escritos de Gustavo Porras y de mi buen amigo
Adrián Zapata.
Con su inteligencia habitual, Gustavo estira todavía más el
argumento de la derecha insurgente: no hubo genocidio, no solo
porque no se intentó eliminar a una etnia, sino porque pensándolo
bien las etnias en Guatemala ni siquiera existen…
El origen del argumento de las derechas contra la existencia
del genocidio en Guatemala, en realidad no se sustenta en un exa-
men riguroso de la verdad histórica sino en una argucia legal. La
convención de la onu, de 1948, referente al genocidio, acordó que
por tal se entendía la matanza intencional, parcial o total de un
grupo nacional, étnico, racial o religioso. Se eliminó por falta de
consenso incluir un quinto grupo: el político.
Dicha omisión, derivada de la correlación de fuerzas heredada
de la Segunda Guerra Mundial se volvió precepto jurídico y sirve
de base cuando realizan acciones penales contra los genocidas. No
se sustenta en un rigor científico sino en una conveniencia políti-
ca. Desde esta perspectiva puede uno explicarse que el argumento
de que no hubo genocidio porque no hubo etnocidio lo puedan

33
usar los acusados y sus defensores, los que temen que en el futuro
se les implique en actos genocidas, los voceros de la derecha con-
trainsurgente. No así, quienes pretenden ser cientistas sociales y
fundamentar científicamente sus análisis.
En efecto, en Guatemala la intención del genocidio, que en
rigor histórico es toda matanza en gran escala, no fue la “limpieza
étnica”. El sentido general, en realidad, fue el politicidio y no el
etnocidio. Sin embargo, en momentos y en regiones, la matanza
de carácter anticomunista se volvió intencionalmente etnocida,
simple y sencillamente porque en la lógica perversa de los genoci-
das había que destruir a una etnia parcialmente –o si era necesario
totalmente–, porque se presumía que esa etnia, parcial o totalmen-
te, estaba controlada por la “subversión comunista”.
La intencionalidad contrainsurgente se mezcló de esa manera
con la intencionalidad etnocida. El genocidio se volvió etnocidio
en momentos y lugares precisos. Uno de esos momentos y lugares
fue lo acontecido en el triángulo Ixil en 1982.
Gustavo Porras argumenta que, en 1967, la matanza en el
oriente del país no afectó a pueblos mayas y que ello evidenció
que no hubo etnocidio. En la matanza en la Sierra de las Minas y
regiones aledañas, el genocidio contrainsurgente ciertamente no
se volvió etnocidio porque la población, que era la base social de
la guerrilla en aquella zona, era ladina o mestiza. El genocidio ne-
cesitó ser etnocidio cuando la insurgencia prendió en el altiplano
central y septentrional del país. Esto explica por qué para matar
en gran escala a los ixiles, el ejército pudo haber usado a soldados
que provenían de otras etnias. Además, explica la razón por la
cual más de 80% de los muertos y desaparecidos por la acción del
Estado fueron personas provenientes de las etnias mayas.
Negar el genocidio en Guatemala entonces, es bastante expli-
cable por conveniencia ideológica y política, no por honestidad o
inteligencia.

9 de mayo de 2013

34
Pérez Molina y el genocidio en Guatemala

En un medio electrónico, plazapublica.com.gt, tuve la oportuni-


dad de leer una reveladora entrevista al general Otto Pérez Moli-
na, actualmente el candidato a quien casi todos dan por ganador
en las elecciones del 11 de septiembre de este año. Ésta lleva por
título una provocación en la cual caigo: “Quiero que alguien me
demuestre que hubo genocidio”.
Dice el general Pérez Molina, “Creo que el tema de viola-
ciones a los derechos humanos hay que investigarlo y seguirlo
investigando; aquí no vamos a esconder a nadie. Ahora cuando
hablan de genocidio, yo quiero saber quién dijo que en Guatemala
hubo genocidio”. Ante la respuesta del entrevistador: “quien hace
tal calificativo es la ONU”, Pérez Molina contraataca ensayando
una definición de genocidio:
Exterminio de una población por razones de etnia o una religión.
Eso no sucedió. Eso no sucedió, de verdad. Aquí lo que sucedió
fue porque había gentes que estaban involucradas dentro de las
acciones y dentro del campo de batalla. Pero aquí no se fue a
decir ‘todos los kakchiqueles o los kichés o los ixiles van a ser
exterminados’. O ‘usted como es ixil va a ser exterminado’. Eso
no pasó. Y se lo puedo demostrar. Yo quisiera que me demuestre,
así como yo puedo demostrarle que no sucedió, que nos demues-
tren por qué dicen que hubo genocidio. Yo personalmente no lo
voy a aceptar porque yo sí estuve en el enfrentamiento armado
interno. Y jamás hubo una orden en esa dirección y si la hubiera
recibido jamás la hubiera cumplido. Que me dijeran que a los
ixiles de tal lugar hay que matarlos. No lo hubiera cumplido la
mayoría de oficiales.
Lo que hace el general Pérez Molina es manipular la definición de
genocidio de la onu, que es universal y jurídicamente aceptada.
Ello es evidente, porque la definición mencionada nos dice que
genocidio es toda acción violenta hecha desde el poder destinada a

35
hacer desaparecer a grupos nacionales, étnicos o religiosos. Pérez
Molina omite en su definición a “los grupos nacionales” y también
omite que el genocidio no solo implica acciones violentas sino
crear condiciones para su desaparición tales como el secuestro
de niños de dichos grupos, étnicos y religiosos, además de crear
condiciones de vida tan inhumanas que tienen como resultado la
desaparición total o parcial de tales grupos.
Por otra parte, la manipulación de la definición de la onu que
hace el candidato se hace evidente cuando nos percatamos que nos
dice que en Guatemala no hubo genocidio porque no hubo etnoci-
dio. Ciertamente el sentido del genocidio en Guatemala no fue el
de la limpieza étnica, como sí lo fue en la moribunda Yugoeslavia
en la última década del siglo xx, o como las monstruosidades que
ocurrieron en Ruanda en esa misma época. El sentido del genoci-
dio en Guatemala lo dictó la guerra fría: la aniquilación de comu-
nistas reales o inventados. Acá, lo ocurrido fue sobre todo politici-
dio. Cumplió, eso sí, con el necesario antecedente: la creación de
“otredades negativas”. Los nazis, antes de proceder al genocidio,
crearon una otredad negativa: el judío. En Guatemala, tales otre-
dades negativas fueron el “comunista” y el “indio”. El primero
pintado como apátrida y enemigo de la familia, de la propiedad y
al servicio de un diabólico poder extranjero. El segundo, integran-
te de una raza inferior, estúpida, perezosa, hipócrita y traicionera.
Ciertamente, el genocidio en Guatemala no tuvo un sentido
etnocida. Pero a esto hay que hacer dos precisiones sustanciales.
En primer lugar, la inmensa mayoría de los asesinados y desa-
parecidos por los genocidas guatemaltecos fueron personas que
pertenecían a las distintas etnias mayas del país. En segundo lugar,
además de la paranoia anticomunista, fue necesario un feroz racis-
mo para poder efectuar la matanza en gran escala que implica casi
siempre el genocidio.
Con su alegato en la referida entrevista, Pérez Molina
reveló que su mentalidad es muy parecida a la de los integrantes
de avemilgua. Independientemente de que las relaciones del
general candidato con dicha agrupación sean buenas o malas, es
similar su planteamiento con respecto de la verdad histórica de
lo sucedido en la segunda mitad del siglo xx. Este planteamiento
implica pretender tapar el sol con un dedo, y con ello, mantener

36
la impunidad de todos aquellos militares implicados en las
atrocidades innombrables.
No se necesita mucha inteligencia para saber los motivos de
Pérez Molina en su alegato. Lo que resulta preocupante es que
esta visión puede llegar a ser política gubernamental a partir de
enero de 2012.
18 de agosto de 2011

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Genocidio de las conciencias, memoria
arrasada

En un discurso que varios analistas de Guatemala califican como


insulso y mezcla de lugares comunes de superación personal
con atavismos de predicador, el nuevo presidente de Guatemala,
Jimmy Morales, descalificó la lucha por la memoria, la verdad y
la justicia. ¿Qué otra cosa se puede esperar de un mandatario que
es apoyado por los exmilitares interesados en el olvido, el ocul-
tamiento y la impunidad? El presidente Morales es continuador
de lo que pregonó el hoy encarcelado Pérez Molina. Después de
practicar la tierra arrasada se busca practicar la memoria arrasada
como lo dijera en un breve poema mi querida exalumna Ana Lucía
Ramazzini.
En Indonesia se arrasó el recuerdo del genocidio de 1965 y
éste es evocado como una guerra victoriosa contra el comunismo.
Los genocidas son vistos por la narrativa oficial como “héroes de
guerra”. En Guatemala, país de memoria débil pero no arrasada,
es posible arrestar a docena y media de exmilitares involucrados
en ejecuciones extrajudiciales y desapariciones forzadas. Hay una
lucha enconada entre la memoria y el olvido, y el relato de la co-
munidad de los derechos humanos define a los represores como
genocidas mientras que, el de la derecha insurgente, intenta retra-
tarlos como “presos políticos”.
Pero la tentativa de arrasar la memoria se sustenta en lo que
el cineasta Sergio Valdés Pedroni llama el genocidio de las con-
ciencias. El neoliberalismo adormece las conciencias a través del
consumismo, las frivolidades difundidas por los grandes medios
de comunicación, los entretenimientos diversos, entre ellos los
que difunden las redes sociales.
El ideal neoliberal es el mismo que denunció décadas atrás el
filósofo marxista Herbert Marcuse, cuando habló de “El hombre

38
unidimensional”, ese ser enajenado producto de la sociedad de
consumo. La búsqueda del olvido prende, principalmente, en las
clases medias que, por su condición, ven al capitalismo neoliberal
como el mejor de los mundos. Por eso es posible encontrarse en
las redes, mensajes como uno que acabo de ver en Facebook: “Soy
guatemalteco, a mí no me interesa si hubo o no genocidio. A mí
me interesa que dejemos de chingar con continuar un conflicto
que terminó hace mucho tiempo”.
Imagino la reacción de la comunidad judía si las execrables
palabras de ese mensaje fueran dirigidas hacia aquellos que nos
recuerdan constantemente el holocausto judío a manos del nazis-
mo alemán. O si lo mismo se lo dijeran a los armenios que sufrie-
ron una enorme matanza a manos de los turcos a principios del
siglo xx.
En Guatemala, el Museo de los Mártires languidece y podría
desaparecer si no se encuentra financiamiento para sostenerlo. En
Argentina, con el gobierno de Macri, el Memorial de la matanza
argentina ha empezado a sufrir embates. Pero Argentina es un país
de memoria fuerte y arrasarla allí será difícil.
El discurso inaugural de Morales, el fanatismo religioso que
muestran muchos de sus seguidores, el escándalo de la ministra
de comunicaciones contratista y funcionaria gubernamental a la
vez, es el anuncio de lo que veremos en los próximos cuatro años.

21 de enero de 2016

39
Gustavo Porras y el genocidio

Hace unos días, una querida amiga me escribió desconcertada


desde Brasilia. Preguntaba si el Gustavo Porras de una entrevista
acerca del genocidio que ha circulado profusamente en internet,
era el hijo de don Juan Porras a quien ella había conocido años
atrás. Su desconcierto radicaba en que aquel joven que conoció
era un revolucionario y el entrevistado ahora tenían opiniones dia-
metralmente distintas. Le respondí que, en efecto, se trataba de
la misma persona: un revolucionario radical que se convirtió en
vocero de la derecha neoliberal. Confieso que escribo todo esto
con sentimientos mixtos porque, usualmente, mis afectos y mis
convicciones tienen autonomía y, desde hace años, no hago de-
pender mis amistades y afectividades de mis preferencias políticas
e ideológicas. De Gustavo quedará siempre mi admiración por su
inteligencia, su conversación aguda, su capacidad para captar el
humor y la picardía del ladino guatemalteco.
Pero no puedo sino manifestar mi desacuerdo con las ideas
que ha expresado en la referida entrevista que lleva por título
“Sholón Porras refuta perversa manipulación del delito de geno-
cidio”. El antaño joven trotskista convencido solía rebatir hasta
el cansancio la idea de los comunistas de la revolución por etapas
y blasonaba su convencimiento de que la revolución debería ser
permanente hasta llegar al socialismo. Y nos repetía lo que decían
sus correligionarios trotskistas de Nicaragua: “Es como si para
ir a Darío al pasar por San Benito y Las Maderas te quedás allí
chupando guaro”.
En una reciente entrevista reiteró tal aserción diciendo que
hay gente que sale para el puerto de San José y se queda bebiendo
alcohol en Palín. Y con su ingenio de siempre, recuerda que allí
está una cantina que se llama “Ya no fuimos al puerto”. Antaño
convencido de la revolución permanente, el Gustavo Porras de

40
hoy nunca salió de la ciudad de Guatemala, por lo tanto, ni siquie-
ra llegó a Palín.
Gustavo deplora la acción penal contra el genocidio repitien-
do el argumento de la derecha contrainsurgente: aceptar que la
matanza en Guatemala fue genocidio desencadenará de nuevo una
guerra interna. Además, agrega Gustavo, enojará al ejército y ter-
minará balcanizando a Guatemala como sucedió en Yugoeslavia.
Terrible es, según nos indica, que una idea que puede sumir a Gua-
temala en otro baño de sangre, se sustente en dos mitos. Repitien-
do los argumentos de la derecha contrainsurgente, nos indica que
el genocidio nunca existió porque nunca hubo intención de des-
truir a una etnia y porque las “atrocidades” no las decidió ningún
jefe de Estado. No fue genocidio el asesinato de 240 mil personas
en Hiroshima y Nagasaki porque la intención estadounidense era
rendir al Japón y no destruir a los japoneses y su cultura…
El segundo mito según, Porras, es el de la etnia. En realidad,
éstas no existen en Guatemala. Podrán existir aldeas en las que
se hable un mismo idioma, pero si se piensa que como “todos
hablan quiché, todos son quichés, es algo equivocado”. Los ixiles
en realidad no existen porque los ixiles de Chajul ni siquiera se
entienden con los de San Juan Cotzal.
Por ello, las 1 771 personas asesinadas no fueron, necesaria-
mente, parte de un mismo grupo. Olvidando que desde la verdad
jurídica genocidio es “la destrucción parcial o total de un grupo”,
Porras nos dice que no hubo genocidio porque no se asesinó a
“todo el pueblo Ixil”. Tampoco hubiera habido genocidio en el
caso de los judíos porque “solamente” fueron asesinados 6 millo-
nes…
Refutando la existencia de genocidio en Guatemala, rebatien-
do la existencia de las etnias, se nos quiere convencer que lo que
nos va llevar al abismo, en realidad es una farsa.
¿Dónde escuchamos esto de la farsa del genocidio?

2 de mayo de 2013

41
Genocidio y propaganda negra

En los últimos días, en la ciudad de Guatemala, particularmente en


la colonia Lourdes, se distribuyeron volantes de propaganda ne-
gra, o como se le dice en otras partes: de guerra sucia. Esta es una
estrategia que causa agitación por los distintos medios de comu-
nicación (radio, televisión, desplegados en periódicos, rumores o
simplemente, como es el caso, volantes) con mensajes tremendis-
tas, infamantes, cargados de mentiras, calumnias, con respecto de
una persona, una institución, una etnia, una nacionalidad o un país.
La propaganda negra es muy antigua. Un caso ocurrió en el
año 133 a.c. e hizo víctima a Tiberio Sempronio Graco, el Tribuno
de la Plebe que intentó hacer varias reformas en la Roma repu-
blicana, entre ellas una reforma agraria. Por ello mismo, se ganó
la enemistad a muerte del patriciado romano. Su muerte trágica a
manos de sus enemigos se vio precedida de una propaganda negra
difundida por rumores en la capital romana, en la que se le acusa-
ba de ser “un peligro para Roma”. Después de esta guerra sucia,
Tiberio fue asesinado a golpes junto a 200-300 de sus seguidores y
su cadáver arrojado al Tíber, una afrenta terrible para los romanos
y máxime para un integrante de las familias más acaudaladas.
En este caso, como en el de buena parte de los genocidios,
la matanza fue precedida de una guerra sucia en la cual se sata-
nizó a la persona o grupo que se quería aniquilar. Esto fue lo que
sucedió en el genocidio acontecido en 1994 en Ruanda, cuando
por la radio se pregonó que los Tutsis “eran cucarachas”. La es-
tigmatización terminó en una matanza en la cual en unos cuantos
meses fueron asesinados por los Hutus entre 800 mil y un millón
de Tutsis.
Desde hace un buen tiempo, la propaganda negra de la derecha
contrainsurgente guatemalteca se ha cebado contra países como
Suecia y Noruega, haciendo de la cooperación internacional de

42
estos, la fuente de retroalimentación de los activistas de derechos
humanos y sociales. Los volantes que se repartieron en las calles
de Guatemala alegan que el delito de genocidio nunca existió,
acusan a Noruega de estar financiando movimientos que colocan
al país al borde de otra guerra interna y recurre a un patrioterismo
barato de carácter xenófobo. Advierte, además, a los gobiernos de
Suecia y Noruega que “la gran mayoría de guatemaltecos” no se
dejarán usar como ratones de laboratorio ni se dejarán imponer
“sus retorcidos modelos” de justicia.
La búsqueda de un origen externo de los males de un país, es
un socorrido argumento de fascistas. Lo usaron los nazis con los
judíos. Pero hay ejemplos de antaño. En la Guatemala colonial
fue usado –tal como lo escribió en un estupendo trabajo Severo
Martínez Peláez–, desde principios del siglo xix cuando se insti-
tuyó el delito de “afrancesamiento”. Por éste se entendía adoptar
los principios de la Ilustración y la revolución francesa en el con-
texto oscurantista reaccionario de la época. Francia era considera-
da por la Corona Española como “exportadora” de la revolución
independentista y sinónimo de “lo exótico y disolvente de aquel
entonces”.
Durante la guerra fría, Moscú y La Habana fueron los causan-
tes de los males del país eludiéndose el examen de las injusticias,
desigualdades y autoritarismo imperantes. Hoy, la derecha contra-
insurgente busca otra fuente de importación de “ideas exóticas”
como son Suecia y Noruega. No puede dejar de mencionarse que
la propaganda negra expresada en los volantes mencionados, se
dan en el contexto del juicio por el delito de genocidio al que está
siendo sometido Efraín Ríos Montt.
Cuánta razón asistió a Luis Cardoza y Aragón cuando escribió
que las ideas eran exóticas solo para aquéllos que no tenían ideas.

11 de abril de 2013

43
Contrainsurgencia contra memoria

El martes 29 de noviembre de 2011, una organización llamada


“Asociación de Viudas de Militares y Especialistas del Ejército de
Guatemala”, presentó al Ministerio Público una demanda contra
32 supuestos guerrilleros por ser autores intelectuales y dirigentes
de hechos violentos ocurridos entre 1978 y 1982.
Tales hechos, a decir de los demandantes, fueron desaparicio-
nes forzadas, secuestros, asesinatos de empresarios y colocación
de bombas. Las noticias divulgadas por diferentes medios de co-
municación ofrecen un listado de las personas demandadas por
haber cometido, se supone, dichos ilícitos. Son los mismos 26 que
mencionaron en la demanda que presentó Ricardo Méndez Ruiz
Valdés, a los que ahora se agregan 6 personas más. Nuevamente,
llama la atención que la señora Esthela Vda. de Furlán insista en
una alianza inverosímil entre el Partido Guatemalteco del Traba-
jo (pgt) y el Ejército Guerrillero de los Pobres (egp). Así mismo,
llama la atención que en el listado de supuestos responsables de
actos violentos cometidos por la guerrilla, incluyan a personas fa-
llecidas y a un desaparecido.
La novedad en esta ocasión es que ese listado lo encabeza el
padre de Claudia Paz y Paz, exfiscal general y jefa del Ministerio
Público, Enrique Paz y Paz, quien falleció a mediados del año
pasado a una avanzada edad y en el contexto de las ocupaciones
que mantuvo durante durante varias décadas: la administración de
una pequeña finca de su propiedad ubicada en el oriente del país.
Tuve la oportunidad de conocer personalmente a don Enrique
Paz y Paz. Debido a mis intereses académicos en materia de
investigación de la historia reciente del país, era una fuente
interesante para reconstruir los acontecimientos de la Guatemala
de 1960-1962. Durante esos años Guatemala presenció la rebelión
militar del 13 de noviembre de 1960, cuyos integrantes fueron

44
recién resarcidos por la Secretaría de la Paz y el Programa
Nacional de Resarcimiento. Además, se observó el inicio del
accionar de los militares rebeldes y la efímera instauración en
marzo de 1962 de la primera guerrilla que actuó en Guatemala,
la del “Destacamento 20 de octubre”, encabezada por el teniente
coronel Carlos Paz Tejada, jefe de las Fuerzas Armadas durante el
gobierno de Juan José Arévalo.
Durante marzo y abril de 1962, se dio la gran movilización
popular y estudiantil contra el gobierno de Miguel Ydígoras Fuen-
tes. En ella confluyeron fuerzas de distinto orden, al extremo que
activistas del Movimiento de Liberación Nacional (mln) se invo-
lucraron. Mi padre alguna vez me contó cómo él y un activo joven
anticomunista, Guillermo Putzeys Álvarez, acordaron movilizar
uno de los mimeógrafos en los cuales se imprimían panfletos
contra Ydígoras. Don Enrique participó, en aquel momento, en
la fundación de un efímero movimiento llamado “Movimiento 12
de Abril”.
Después de esa participación, y desde mediados de los años
sesenta, don Enrique Paz y Paz se dedicó de lleno a su profesión
de ingeniero y posteriormente a trabajar en la modesta finca de su
propiedad. Alejado de la política, que no es lo mismo que de sus
convicciones, así permaneció a lo largo de muchas décadas hasta
que falleció. Cuando lo entrevisté hace unos diez años, pude cons-
tatar que sus recuerdos eran remotos y vagos. Mi experiencia en
entrevistas de trabajo de campo, me indicó que lo que sucedía es
que su memoria ya era imprecisa porque su alejamiento de la polí-
tica activa durante muchos años le había borrado la exactitud en la
memoria. Por ello me sorprendió encontrarlo en la lista presentada
por la asociación encabezada por la señora Vda. de Furlán.
La lista presentada por los demandantes, como ya se dijo, in-
cluye fallecidos, desparecidos y personas que podrían demostrar,
fácilmente, que no residían en el país en los años referidos. Para el
caso de don Enrique hubiera sido fácil demostrar que fue absolu-
tamente ajeno a los hechos que se le imputan. Pero hay un crimen
del cual no se puede defender al ahora extinto Paz y Paz: ser padre
de la Fiscal General Claudia Paz y Paz. Este es el verdadero moti-
vo por el cual se le ha puesto al lado de 31 supuestos guerrilleros.
El objetivo de todos estos movimientos es la Fiscal General, pero

45
también la búsqueda de impunidad para los participantes en accio-
nes genocidas. Finalmente, el objetivo es desarticular la lucha por
la memoria de la infamia que el Estado cometió durante muchos
años en el país.
Alguno de los lectores de mi columna dice que mi conoci-
miento de la historia de la insurgencia demuestra mi condición
de guerrillero y participante en actos terroristas. Hágame usted el
favor. Tengo conocimiento de este tema porque acerca de él versó
mi tesis de doctorado en Sociología, aprobada con honores en la
Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la unam. La acusación
es reveladora de la mentalidad contrainsurgente en el país. Acu-
saciones que eran peligrosísimas en el pasado se siguen haciendo
fácilmente. Ahora un hombre que le hacía honor a sus apellidos es
víctima de tales infundios.

8 de diciembre de 2011

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Fiscalía general e ideología en Guatemala

La derecha y el establishment en Guatemala recibieron con ale-


gría y alivio, la noticia de que Claudia Paz y Paz ya no seguirá al
frente de la Fiscalía General y del Ministerio Público. Entre los
ataques que recibió, en el contexto de la selección de su sucesor,
hay uno que me llamó la atención poderosamente. Algún colum-
nista vinculado al empresariado escribió que la carga ideológica
de Claudia le impedía ser imparcial y ecuánime. Quizá se refería
al hecho de que, durante su gestión, por primera vez en la historia,
un exjefe de Estado había sido juzgado por el cargo de genocidio
en su propio país.
Desde hace muchos años, la derecha neoliberal ha postulado
“el fin de las ideologías”, recurso retórico que ha servido en rea-
lidad para eludir el hecho indudable de la existencia de distintas
posturas: desde la extrema derecha hasta la extrema izquierda. El
defender el “fin de las ideologías”, sirve para eludir el calificativo
de “derecha” que la propia derecha considera peyorativo y tam-
bién para argumentar la necesidad de un pensamiento único disfra-
zado de objetividad. Atacar a Claudia Paz y Paz por su ideología,
es asumir que es posible para el ser humano no tenerla. El propio
articulista da muestra en sus textos y, particularmente el que ahora
comento, de una fuerte ideologización en sus argumentos. En sín-
tesis, todos tenemos una ideología y es imposible evitarla.
La Fiscal General electa, la abogada Thelma Aldana, tampo-
co es una excepción. Basta ver su trayectoria (el lector/a puede
buscarla en una reciente publicación del Centro de Medios Inde-
pendientes) para constatar que la nueva Fiscal es una persona de
derecha. Puede uno barruntar tal ideología cuando se sabe de sus
vínculos con la cúspide empresarial a través del Comité Coordi-
nador de Cámaras Agrícolas, Comerciales, Industriales y Finan-
cieras (cacif), desde sus años formativos hasta en la actualidad.

47
Asimismo, cuando se lee en algún informe del apoyo que ha reci-
bido de un personaje muy influyente en la abogacía guatemalteca,
el empresario Roberto López Villatoro, apodado “el rey del tenis”.
Por cierto, éste ha estado vinculado al partido y a la familia de
Efraín Ríos Montt. Finalmente, la propia abogada Aldana afirmó
en entrevistas de manera franca y valiente, ser de derecha.
Ningún funcionario público en ningún país está exento de
tener una carga ideológica. De los funcionarios públicos solo se
espera que tengan un equilibrio entre lo que Max Weber llamó “la
ética de la convicción” y “la ética de la responsabilidad”. En otras
palabras, esto significa ejercer sus funciones públicas sin abando-
nar los principios ideológicos, pero impidiendo que sean éstos los
que normen sus decisiones, sino las necesidades del Estado y la
sociedad en cuestión.
La historia empieza a colocar en el justo lugar que merece
a Claudia Paz y Paz. Es de esperarse que Thelma Aldana, en el
contexto de su ideología, sea una digna sucesora de quien ha em-
pezado a ser llamada la Fiscal de la Dignidad.

15 de mayo de 2014

48
Claudia, partida con gloria

No pude publicar estas líneas la semana pasada cuando hubiese


sido más oportuno. El feriado que aproveché para asistir a la mar-
cha del uno de mayo en Guatemala, lo impidió. Recordé cómo los
dos años anteriores mis compromisos académicos me ubicaron
en Honduras y tuve la oportunidad de marchar en las calles de
Tegucigalpa y escuchar a Xiomara Castro y a Mel Zelaya. Esta
vez, al desfilar con el contingente de la Escuela de Historia de la
usac, pude ver emocionado cómo jovencitos y jovencitas se para-
ron frente al lugar doloroso en el cual Oliverio Castañeda de León
fue asesinado hace ya más de 35 años. Y también con emoción
escuché los gritos que combativos evocaron a aquel muchachito
de 22 años que se volvió un símbolo de heroísmo.
Y también pensé en aquellos momentos en que la Comisión
de Postulación, al dar la lista final de seis candidatos –entre los
cuales el presidente Pérez Molina habría de elegir al nuevo Fis-
cal General–, había eliminado a una mujer extraordinaria: Claudia
Paz y Paz. Ella declaró que se sorprendió al quedar eliminada de
la lista final. Yo no me sorprendí y las personas con las cuales ha-
blé en los días previos a la noticia, tampoco.
El prestigio de Claudia es tan grande en Guatemala y en el
campo internacional que, según se dice, había que quitarle al pre-
sidente la responsabilidad de no nombrarla. Razones para que la
hubiese elegido sobraban. La gestión de Claudia Paz y Paz fue
eficiente. Desde el principio, el narcotráfico fue prioridad funda-
mental de su gestión. Los resultados fueron visibles: el combate
a los Zetas y a los capos locales de la droga (Guayo Cano, Juan
Ortíz, los Lorenzana), al contrabando, pandillas y otras formas del
crimen organizado; se mejoró, notablemente, la evaluación de los
fiscales y las agencias del Ministerio Público, y la productividad
de los primeros se elevó en el último año significativamente.

49
Lo que la derecha en el país no le perdonó ni le perdonará,
fue el haber llevado a juicio a algunos de los responsables de los
crímenes de lesa humanidad del período del conflicto armado in-
terno, particularmente, al más notable de ellos: Efraín Ríos Montt.
Este hecho no solo fue importante porque enjuició a una de las
cabezas del genocidio, sino porque la fiscalía lo acusó de tal delito
y el tribunal encabezado por otra gran mujer, Yassmín Barrios, lo
encontró culpable. Por ello no importó que los méritos académi-
cos, profesionales y humanos de Claudia la hubiesen llevado a la
segunda calificación más alta, tampoco importó que la entrevis-
ta que le hizo la referida comisión postuladora hubiese sido muy
buena, y que la misma comisión reconociera su honorabilidad.
A mi parecer, desde el momento en que la Corte de Constitu-
cionalidad acortó su período, estaba claro que el establishment la
iba a marginar.
Como alguna vez lo pregonó un editorial del periódico mexi-
cano La Jornada, Claudia fue una fiscal incómoda para los gran-
des poderes en Guatemala. Su partida es por ello, con gloria.

8 de mayo de 2014

50
El arte del asesinato político

En su libro acerca del homicidio de monseñor Juan Gerardi, Fran-


cisco Goldman postuló que el arte del asesinato político no solo
radica en su impecable ejecución, sino también en la fabricación
de motivos que encubren a las reales causas y hechores. Resulta
irónico que hoy hagamos uso de dicho postulado para analizar el
asesinato de quien la justicia guatemalteca encontró culpable de la
muerte del obispo referido.
Durante los 16 años en los que Byron Lima permaneció en-
carcelado, amasó un poder y una fortuna extraordinarios. Se con-
virtió en el amo y señor del sistema penitenciario; extendió sus
redes en los distintos poderes del Estado; financió a diversos par-
tidos políticos; convirtió a muchos de los reos en trabajadores de
las empresas que estableció al interior de los reclusorios; controló
la parte esencial de los negocios ilícitos en las prisiones (armas,
drogas, traslados de reos etc.); colocó a 36 de sus allegados en
puestos clave de las distintas cárceles del país. Byron Lima entró
y salió de los reclusorios en donde estuvo, como si estos fueran
hoteles. Fiestas, mujeres, visitas importantes, celdas con todas las
comodidades, acceso a las redes sociales y, finalmente, preten-
siones presidenciales, fueron parte de la vida de este hombre de
notable y perversa inteligencia.
Sin embargo, esa inteligencia no basta para explicar todo el
poder y fortuna de Byron Lima. Detrás de ello pudo haber estado
el premio a su silencio en torno al asesinato de Gerardi y, además,
el apoyo de las organizaciones criminales que actúan en las pistas
subterráneas de la política guatemalteca.
Por ello, resulta increíble que su muerte haya sido debida a
una rivalidad intracarcelaria con un asesino vinculado al cártel
mexicano de los Zetas. Mario Montiel Marín, alias el “Taquero”,
es una figura secundaria en las redes del narcotráfico. Aunque

51
haya sido cierto que él y sus hombres hubieran sido los autores
materiales del crimen, resulta inverosímil que fueran los autores
intelectuales del mismo.
El ámbito del poder de Lima iba mucho más allá de un reclu-
sorio. Un día antes de su asesinato, uno de los diarios del país lo
acusó de estar planificando el asesinato del influyente periodista
José Rubén Zamora y de la Fiscal General Thelma Aldana. Lima
pudo haberse convertido en un serio obstáculo en la agenda esta-
dounidense para combatir el crimen organizado dentro del Estado
y, también, haber tenido pretensiones desmesuradas en las ganan-
cias que obtienen los poderes ocultos como son las organizaciones
criminales comandadas por antiguos militares, tales como La Co-
fradía, El Sindicato y ahora La Línea. Pudo estar chantajeando a
sus antiguos protectores con toda la información que tenía.
La fulgurante carrera de este hombre que terminó a los 47 años
de edad, es expresión de la descomposición social en Guatemala.
Corrupción sin límites en el seno del Estado; crimen organizado
en el interior del mismo; poderes ocultos determinantes; empresa-
riado voraz y sin espíritu estatal; clase política fundamentalmente
mercenaria; narcotráfico galopante; violencia delincuencial ram-
pante. He aquí algunos elementos de la ecuación que explican a la
figura fascinantemente perversa de Byron Lima.

28 de julio de 2016

52
La suerte de un esbirro

El 19 de enero de 2015, quien fuera el temible jefe del Comando


6 de la policía guatemalteca en los años de la dictadura militar,
recibió una nueva condena. El tribunal que lo juzgó, lo condenó
a purgar 90 años de prisión por el incendio de la embajada de Es-
paña, ocurrida en enero de 1980 y, además, por el asesinato de los
estudiantes Gustavo Hernández y Jesús España durante los actos
fúnebres de las víctimas inmoladas en la embajada. Esta sentencia
se agrega a la de 70 años que recibió el 21 de agosto de 2012 por
la desaparición forzada del estudiante Edgar Sáenz Calito. Muy
probablemente, quien fuera uno de los esbirros más conocidos de
la dictadura encabezada por Romeo Lucas García, pasará en pri-
sión el resto de sus días.
He contado ya que participé como perito en el juicio por los
acontecimientos vinculados al incendio de la embajada españo-
la. Tuve oportunidad de ver de cerca al terrible policía quien, de
acuerdo con el testimonio de Elías Barahona (insurgente infiltrado
en el Ministerio de Gobernación de aquellos años), habría esta-
do vinculado al asesinato de mis padres. Envejecido, disminuido,
agobiado y con la mirada perdida, distaba mucho de aquel hombre
obeso, ensombrerado, de anchos y largos bigotes y patillas, quien
metralleta en mano, diligentemente, participó en múltiples asesi-
natos y desapariciones. He evocado al García Arredondo de ayer
y al de hoy. Y he pensado en que la suerte de los esbirros muchas
veces no es la misma que la de sus patrones.
Otro jefe policiaco de la dictadura luquista, Manuel Valiente
Téllez, terminó sus días manco, tuerto y habiendo perdido a su
hija y a su esposa por un atentado que se atribuye a su rivalidad
con el mismo García Arredondo. Donaldo Álvarez Ruiz, minis-
tro de gobernación durante el incendio de la embajada, hoy vive
prófugo, enfermo y en la pobreza. Y otro esbirro policiaco de esa

53
época, Germán Chupina Barahona, terminó sus días perseguido
por la justicia internacional por los delitos de genocidio y terro-
rismo de Estado.
Los esbirros, generalmente de extracción humilde, se embria-
gan con el poder que le dan sus dueños. Creen que la impunidad y
los privilegios que se ganan llenándose las manos de sangre, nun-
ca terminarán. Y a veces tienen suerte. Pero es usual que terminen
linchados por la furia popular, o ejecutados, encarcelados, prófu-
gos y despreciados. Sus amos los olvidan y los abandonan, como
estuvo a punto de sucederle a Ríos Montt. Son muy pocos los que
llegan a tener el liderazgo político que él tuvo. Son escasos los que
tienen la fortuna de llegar a tener la riqueza suficiente como para
equipararse a quienes los contrataron. La mayoría vuelve a ser lo
que eran una vez que dejan de ser necesitados y el régimen que
defendieron colapsa: seres insignificantes.
La condena de un asesino como fue Pedro García Arredon-
do, es un acto de justicia que ocasiona alegría. Sin embargo, para
aquellos que fuimos sus víctimas y sobrevivimos, este tiempo de
alegría debe ser tiempo de reflexión. De una reflexión que nos
aleje del odio y de la sed de venganza.

22 de enero de 2015

54
Las osamentas de Comalapa

A lo largo de estas semanas me referí al tema del genocidio y de


las violaciones a los derechos humanos en Guatemala. He recibido
comentarios críticos de lectores y lectoras que me recriminan el
olvidar que “los guerrilleros no eran blancas palomitas”. En efec-
to, no lo eran porque si lo hubieran sido no se habrían enfrentado a
tiros con uno de los ejércitos contrainsurgentes más avezados del
continente. Pero, al mismo tiempo que recibía estos comentarios,
que agradezco, la familia del ingeniero Sergio Linares Morales
me hizo llegar información acerca de las condiciones en las cuales
se encontraron sus restos en las inmediaciones del destacamento
militar de Comalapa, Chimaltenango.
En 2003, según me dicen, Rosalina Tuyuc recibió informacio-
nes de que en algún lugar, a 300 metros de dicho destacamento,
posiblemente existían cementerios clandestinos. En el informe
oficial del caso de Sergio, la Fundación de Antropología Forense
de Guatemala (fag) indica que en ese año comenzó las labores de
exhumación y encontró los restos óseos de 220 personas. Los res-
tos de Sergio fueron encontrados en una de las 52 fosas ubicadas
en el lugar, junto a los restos de otras cinco personas, las cuales
se presume fueron asesinadas al mismo tiempo y lanzadas a dicha
fosa. Una de esas osamentas, además de la de Sergio Linares Mo-
rales, corresponde a quien en vida fuera Amancio Villatoro, líder
sindical de la fábrica de chicles Adams. Se presume que los otros
restos humanos pueden corresponder a los de algunos de los 183
capturados que aparecen registrados en el llamado Diario Militar.
En la inmensa mayoría de países del planeta, este macabro
hallazgo hubiera sido noticia espectacular y por largo tiempo. En
un país de memoria débil como Guatemala, esta monstruosidad,
rápidamente pasa al olvido. Pero el hecho de haber encontrado en la
cercanía inmediata de un destacamento del ejército guatemalteco,

55
los restos de 220 personas es un estremecedor indicio de la
magnitud del genocidio en este país.
Un lector de esta columna, Manuel Aler, me hizo la aguda
observación de que la diferencia entre los crímenes cometidos por
el ejército y las policías, y los cometidos por la insurgencia es
que, para el caso de los primeros correspondía a una estrategia,
mientras que, para los segundos, fueron actos viles productos de
decisiones individuales o de pequeños grupos pero nunca parte de
una estrategia.
En efecto, la estrategia de la guerrilla enmarcada en “la gue-
rra revolucionaria del pueblo” o “guerra popular revolucionaria”
implicaba el conjunto de acciones políticas y militares para con-
vertir la lucha armada en una lucha armada de masas. Para ello,
flaco favor le hubiera hecho a la contrainsurgencia una política de
masacres y ejecuciones para amedrentar a la población. Lo que se
buscaba era generar simpatías en esta última y posteriormente el
involucramiento de la misma en la guerra contra el régimen.
Para el caso de la contrainsurgencia, el objetivo fundamental
era “quitarle el agua al pez”. Entre 1978 y 1982, la torpeza del
régimen de Lucas García hizo que las ejecuciones extrajudiciales
selectivas y el terror masivo (las masacres) se convirtieran en el re-
curso fundamental para lograrlo. Entre 1982 y 1983, el terror selec-
tivo y masivo se alternó con medidas políticas y hasta de contenido
social. Este fue el sentido de la concepción de “Fusiles y frijoles”,
“Techo, tortilla y trabajo”, y este fue el inteligente aporte del go-
bierno de Ríos Montt. Si la gran burguesía y el alto mando del
ejército no hubieran sido tan obtusos, hubieran hecho entre 1978
y 1982, un recambio apelando a liderazgos históricos como los de
Manuel Colom Argueta y Alberto Fuentes Mohr. Este recambio le
hubiera quitado parte importante de simpatías a la insurgencia. En
lugar de ello, la dictadura militar los asesinó y creó condiciones
para el auge insurgente que se observó entre 1979 y 1982.
En conclusión, independientemente de los repudiables actos
que pudiera haber cometido la guerrilla, asesinatos, masacres y
terror no fueron los recursos idóneos para lograr sus objetivos.
En el caso de la contrainsurgencia, no se puede decir lo mismo.
El terror estatal se convirtió en una necesidad ineludible ante un
proceso de insubordinación social que se le fue escapando de las

56
manos. El triunfo de la revolución en Nicaragua, en julio de 1979,
la irradiación revolucionaria hacia El Salvador y las noticias que
de ello se tenían en campos y ciudades de Guatemala, fueron fac-
tores decisivos en la sublevación no solo en la ciudades, pero más
importante aún, en regiones de población indígena y campesina.
Como siempre ha sucedido en la historia, era necesario aho-
gar en sangre y de manera ejemplar aquella rebelión. Con mayor
razón cuando ésta no era solo de clases medias y pobres urbanos,
sino la más grande insurrección indígena y campesina de la histo-
ria contemporánea del país.
He aquí pues, la causa de por qué fueron asesinadas y enterra-
das 220 personas en los terrenos aledaños al destacamento militar
de Comalapa.

12 de enero de 2012

57
Los que siempre estarán en ninguna parte

Hace algunos años publiqué un libro que actualmente es distribui-


do por f&g editores que lleva un título desesperanzador: Los que
siempre estarán en ninguna parte. Con ello, lo que quise decir es
que los desaparecidos rara vez aparecen. Por lo menos, esto es
lo que ha sucedido en Guatemala con la inmensa mayoría de las
45 mil víctimas de desaparición forzada. La inmensa mayoría de
estos desaparecidos lo son porque fueron secuestrados, tortura-
dos y ejecutados extrajudicialmente por las diversas agencias del
Estado guatemalteco. La gran tragedia es que la mayoría de éstos
desaparecen nuevamente porque no tienen rostro; se han vuelto
una estadística. En no pocas ocasiones a sus familiares les da ver-
güenza o temor que se sepa que cuentan con familiar desapareci-
do. Las autoridades gubernamentales negaron y niegan cualquier
información acerca de ellos y, paulatinamente, su memoria se va
disolviendo. Terminan estando en ninguna parte.
No todos los desaparecidos corren igual fortuna. Una parte
importante de ellos son recordados y enarbolados como bandera
por sus familiares e instituciones como el Grupo de Apoyo Mutuo
(gam) y Familiares de Desaparecidos de Guatemala (Famdegua).
Y de otros, muy pocos, acaso contados con la mano, han apareci-
do sus restos.
Recuerdo muy bien, el caso de mi amigo y colega Jorge Ro-
mero Imery, desaparecido en 1981 y cuyos restos fueron encontra-
dos meses después en algún lugar de la costa sur del país. Ahora
sabemos del caso de Sergio Saúl Linares Morales, un joven in-
geniero de 30 años, quien fue capturado el 23 de febrero de 1984
por las agencias represivas del gobierno del general Héctor Hum-
berto Mejía Víctores. Los esbirros de la dictadura militar fueron
el mismo día de su desaparición forzada a la casa de su madre y
la golpearon, complementando su acción represiva con el saqueo.

58
Los restos de Sergio fueron encontrados en 2003, en la fosa
IX del antiguo destacamento militar de San Juan Comalapa y fue
identificado el 1 de noviembre por medio de  sus restos óseos y la
coincidencia de adn con sus familiares. Sergio fue parte de la or-
ganización estudiantil frente, miembro del Consejo Superior Uni-
versitario de la usac en 1977, y cuando fue capturado trabajaba en
el Instituto de Fomento Municipal. Su caso es relevante porque es
uno de los 182 capturados que aparecen en el llamado Diario Mi-
litar, en las fichas elaboradas por los aparatos represivos. Por una
de esas fichas sabemos que Sergio permaneció en manos de sus
victimarios hasta el 29 de marzo de 1984, fecha en la cual fue eje-
cutado. No podemos sino imaginar, como lo hizo el padre Ricardo
Falla en la misa de su sepelio, el infierno de torturas y sufrimiento
que Sergio vivió hasta el momento en que lo asesinaron.
Me enteré que los hijos de Sergio continuaron sus vidas y que
se convirtieron en personas de bien. Alejandra es abogada y Ser-
gio Alfonso es ahora un ingeniero mecánico con una maestría en
la Universidad del Valle. Sergio Alfonso, quien nunca conoció a
su padre, porque Sandra su madre estaba encinta cuando desapa-
recieron a Sergio, lleva los nombres de su padre y de su abuelo
materno, Julio Alfonso Figueroa, asesinado también por la dic-
tadura de Lucas García, en marzo de 1980. A ellos, como a sus
madres, les deseo que lleven una vida con alegría y sin rencores.
El odio que podemos llevar los sobrevivientes o familiares de las
víctimas de la represión estatal siempre se revierte en una amargu-
ra propia, en un resentimiento estéril. Estoy convencido que hay
hechos más odiosos aun que los victimarios de los 45 mil desa-
parecidos y los 150 mil ejecutados que dejó el conflicto armado
interno. La miseria de millones de guatemaltecos, las insultantes
desigualdades, los aberrantes privilegios, la corrupción, la impu-
nidad son algunos de ellos. No tener odio en el corazón no implica
que no estemos convencidos de que, para que haya un nunca más,
debe haber Memoria, Verdad y Justicia.
Ahora que sabemos que Sergio, muy probablemente, fue eje-
cutado en el destacamento militar de Comalapa, porque sus restos
fueron encontrados allí, es inevitable que surjan preguntas: ¿quién
era el comandante de dicho destacamento en marzo de 1984?

59
¿Quiénes eran sus subalternos? Quizás allí empiece el hilo de una
tenebrosa madeja que acaso pase por la sección de inteligencia
del ejército, por el Estado Mayor Presidencial o por cualquier otra
sección de las fuerzas armadas y que, inevitablemente, termine en
la presidencia de facto del general Mejía Víctores.

22 de diciembre de 2011

60
Terror, genocidio y empresarios

Buena parte de los análisis que se han realizado sobre el terroris-


mo de Estado en Guatemala –el cual califican de genocidio por sus
características en algunos momentos y regiones–, destacan la par-
ticipación de las fuerzas armadas y policiacas en dichos crímenes
de lesa humanidad. La mayoría, si no es que todos los enjuiciados
y condenados por tales hechos, han sido militares en retiro y ex-
policías. La participación de los civiles en el terror estatal y en los
actos de genocidio se destaca poco y, principalmente, en los estra-
tos sociales más bajos; por ejemplo, los integrantes de las llamadas
Patrullas de Autodefensa Civil. Si bien esto es cierto, hay también
algunos civiles relevantes que tienen procesos penales a nivel in-
ternacional, como es el caso del exministro de gobernación, Do-
naldo Álvarez Ruiz, quien por ello hoy vive escondido y temeroso.
No obstante, corre un silencio ominoso sobre un actor social
que tuvo gran importancia en todos los años del conflicto armado
interno y, particularmente, en aquellos en que éste se manifestó
como guerra sucia. Me refiero a la cúspide empresarial, principal
beneficiaria de la contrainsurgencia.
Por todo lo anterior, considero de gran mérito el reportaje he-
cho por Martín Rodríguez Pellecer, publicado en el medio elec-
trónico Plaza Pública y que lleva el nombre de “Los militares y
la élite, la alianza que ganó la guerra” (véase http://www.plazapu-
blica.com.gt/content/los-militares-y-la-elite-la-alianza-que-gano-
la-guerra). Ese reportaje ha sido difundido profusamente a través
de internet y esto sucede porque relata con nombres, hechos y
detalles lo que es sabido pero poco difundido: que en la guerra
contrainsurgente en sus dimensiones internacionales, políticas,
económicas y propiamente militares, una parte importante del em-
presariado local participó de manera activa. Baste citar una frase
del referido reportaje para sintetizar su entero contenido:

61
La alianza que ganó la guerra en los años ochenta tuvo en su
centro a militares y empresarios. Empresarios que se involucra-
ron en distintos niveles. Desde tecnócratas de centro, medios de
comunicación, patrulleros de autodefensa civil, ciudadanos que
delataban o se hacían de la vista gorda cuando miraban o escu-
chaban crímenes de lesa humanidad hasta empresarios que vola-
ron sus propias avionetas y lanzaron bombas.
Es indudable la participación empresarial en el holocausto gua-
temalteco. Participaron en el llamado Consejo de Estado, en el
cabildeo internacional para romper el aislamiento de la dictadura
militar, en la reticente y tacaña contribución económica al finan-
ciamiento de la contrainsurgencia y, finalmente, en la vinculación
directa de algunos empresarios, de sus aviones y de sus pilotos
en el bombardeo en las áreas de conflicto. Tal es el planteamiento
hecho en el reportaje aludido.
El ejército guatemalteco llegó a tener gran autonomía y un
enorme poder en todos los años de la dictadura militar. Ríos Montt
y su camarilla militar es ejemplo de ello. Pero, al final, solo fue un
instrumento en manos de los grandes intereses empresariales cuyo
proyecto, en última instancia, defendían. Tal proyecto fue la re-
producción ampliada del orden excluyente impuesto con el derro-
camiento de Jacobo Arbenz en 1954. Dicho orden excluyente, que
se nutrió de un orden latifundista, expoliador y con supervivencia
de formas serviles de explotación en el campo, de una inmensa
pobreza rural y urbana, de una minoría privilegiada e insensible
y de una exclusión política que organizaba regularmente fraudes
electorales, y que persiguió de manera sanguinaria a demócrata
cristianos, socialdemócratas, comunistas, demócratas, nacionalis-
tas revolucionarios o, simplemente, inconformes.
Más allá de la participación directa de empresarios en los
bombardeos en Quiché, de los cuales ahora nos enteramos, lo que
acaso resulte más importante recordar es que el origen del terror
estatal y el genocidio en Guatemala fue la defensa a ultranza de
un orden injusto del cual fue beneficiaria la cúspide empresarial.

29 de agosto de 2013

62
Revisando la historia de la infamia

Al repasar la historia del genocidio perpetrado por los nazis du-


rante los años de la Segunda Guerra Mundial, las cifras conven-
cionales indican que, aproximadamente 6 millones de personas,
murieron en los campos de concentración y exterminio que se
instalaron dentro y fuera de Alemania. La batalla por la memoria
de esta infamia ha sido ganada por el mundo humanitario y por la
comunidad judía internacional. Y parte de este triunfo de la me-
moria se debe al trabajo que Hollywood ha hecho a través de se-
ries televisivas y películas memorables, entre ellas, las realizadas
por Steven Spielberg.
La memoria del holocausto ha sido perpetuada, sobre todo,
por las investigaciones históricas hechas por académicos especia-
lizados en el tema y por los films documentales que, con en base
en estos estudios, se han hecho. Hoy resulta un hecho incuestio-
nable que seis millones de personas, fundamentalmente judías,
fueron asesinadas en los campos de la muerte de los nazis. Hay
que agregar que siendo los judíos el grupo étnico fundamental en
el genocidio nazi, también fueron eliminados gitanos, españoles
republicanos que habían llegado huyendo de la victoria del fran-
quismo, comunistas, socialdemócratas, cristianos antifascistas,
homosexuales.
En Europa surgió, desde hace años, una corriente histórica
revisionista que pretende cuestionar la existencia del holocaus-
to o Shoá. Se dice que las cifras millonarias de asesinados son
exageradas y que no se podría haber asesinado a seis millones de
judíos porque no había ni siquiera esa cantidad en toda Europa. Se
arguye que las películas que se han visto con las montañas de ca-
dáveres en los campos de concentración son solo parte de algunos
hechos deplorables pero aislados. Lo que resulta verdaderamente
impactante, es lo deplorable que resulta que en Europa se hayan

63
vuelto a sostener tan infames opiniones. Negar el genocidio en
ese continente puede incluso significar acciones penales y, en todo
caso, es parte de lo políticamente detestable. No cabe duda que la
memoria de la Shoá forma parte de la gran victoria cultural mun-
dial sobre el fascismo.
En Guatemala estamos muy lejos de esto todavía. La reciente
polémica que suscitó el juicio por genocidio contra Efraín Ríos
Montt, las enconadas reacciones de los sectores ultraderecha, el
surgimiento de organizaciones como la Fundación contra el Te-
rrorismo, nos revelan que en este país la batalla por la memoria y
contra el olvido tiene todavía un largo camino por andar. El geno-
cidio observado en Guatemala, que implicó 150 mil ejecuciones
extrajudiciales y 45 mil desapariciones forzadas, se niega en pri-
mera instancia como calificativo. Las “atrocidades”, según dice la
derecha contrainsurgente y sus voceros viejos y nuevos, no califi-
can como genocidio. Pero hoy podemos observar que lo argumen-
tos pueden ir todavía más allá. Pude saber en Washington durante
el congreso de la Latin American Studies Association (29 mayo-1
de junio de 2013), que ya hay más de algún académico estadouni-
dense que ha empezado la labor de poner en duda las cifras a las
que llegó la Comisión de Esclarecimiento Histórico. Ya no se trata
de destruir el calificativo de genocidio respecto a lo sucedido en
Guatemala. Se trata ahora de decir que, en realidad, no hubo tan-
tos muertos ni tantos desaparecidos durante todos aquellos años.
Para mi caso en particular, tuve la oportunidad de revisar una
base de datos de 4 042 casos de desapariciones forzadas entre
1960 y1996. Esta fue recopilada por el Grupo de Apoyo Mutuo
(gam) y el Centro Internacional de Investigación para los Dere-
chos Humanos (ciidh). Esta es una fuente sólida en la disputa de
la verdad histórica.
No cabe duda que la batalla contra el olvido requerirá de más
investigaciones. Las necesitan la memoria de lo acontecido, la
verdad que debe prevalecer y la justicia imprescindible.

13 de junio de 2013

64
A 60 años de la ignominia

En Indonesia, la matanza de 200 mil personas acusadas de ser


comunistas se recuerda como una epopeya patriótica. Los geno-
cidas son considerados héroes de guerra. Los comunistas, reales
o supuestos, son recordados como un cáncer que los patriotas ex-
tirparon de tajo. Por supuesto, fuera de Indonesia la ignominia
se perpetúa de otra manera. Los especialistas evocan lo sucedido
en la Indonesia de 1965, como uno de los grandes genocidios del
siglo xx.
En Guatemala, a diferencia de Indonesia, la memoria está
dividida y la división se manifiesta abiertamente en los últimos
tiempos. Las derechas recuerdan el derrocamiento del presidente
Jacobo Arbenz como una gesta patriótica que salvó a Guatemala
de las garras del comunismo. Por ello, el acontecimiento es con-
cebido como una “liberación” y hasta nombraron así un boulevard
de la ciudad de Guatemala. La ultraderecha se apropió de la noble
palabra “liberación” y los anticomunistas se convirtieron en “li-
beracionistas”.
Por supuesto, los especialistas en tal acontecimiento miran la
contrarrevolución de 1954 con otros ojos. Lo consideran como el
parteaguas que sumió a Guatemala en un conflicto cruento que
a la larga habría de costar la vida a 200 mil guatemaltecos. Los
ideólogos anticomunistas concibieron al conflicto que terminó
derrocando a Arbenz, como la lucha de la “democracia contra el
comunismo” o de la “civilización cristiana y occidental contra el
ateísmo totalitario y materialista”. En realidad el conflicto que
dividió a Guatemala durante muchas décadas fue entre un pro-
yecto oligárquico que buscó defender los privilegios e injusticias
del capitalismo agroexportador heredado de la reforma liberal de
1871, y un proyecto de nación que se enmarcó en los límites de
un capitalismo democrático, asentado en el mercado interno y la

65
industrialización. Por ello, la derecha anticomunista a través de la
contrainsurgencia no solo asesinó a comunistas y revolucionarios
radicales, sino también a socialcristianos, socialdemócratas, na-
cionalistas revolucionarios o demócratas a secas.
El 27 de junio de 2014 se cumplirán 60 años de la ignominia
que ha marcado a Guatemala hasta hoy. En lugar de un sistema
democrático con un ejército apegado a la institucionalidad y un
sistema de partidos estable, durante la segunda mitad del siglo
xx vivimos una dictadura militar y genocida aliada a un bloque
de partidos de extrema derecha. Asimismo, en lugar de un desa-
rrollo nacional sustentado en el desenvolvimiento agrario, expan-
sión del mercado interno, campesinado en dignidad y prosperi-
dad, industrialización de alguna envergadura, soberanía política
e independencia económica, lo que vivimos fue un capitalismo
agroexportador asentado en el latifundio y la expoliación, una in-
dustrialización frágil y limitada al mercado común centroamerica-
no y la exclusión de una gran parte de la población.
Hoy, Guatemala es una sociedad descompuesta. Al capitalis-
mo excluyente le ha sucedido la calamidad neoliberal. Los anhe-
los destruidos en 1954 siguen vigentes, pero ahora se le suman los
derivados de una sociedad con mayor marginalidad desigualdad,
y corrupción. Y con una violencia delincuencial que en número de
víctimas pronto será igual a la del genocidio.
Conmemoremos lo perdido. También lo que hubiéramos ga-
nado.

26 de junio de 2014

66
Terrorismo y
terror estatal
Terroristas y terrorismo en gran escala

La lucha contra la impunidad en Guatemala y las reacciones que


ésta despertó, generaron también una disputa en el terreno de los
conceptos. Dos de ellos han sido escenario de una agria controver-
sia: genocidio y terrorismo. Con respecto de este último, postulé
que la acepción de terrorismo que me parece correcta es la que lo
califica como todo acto violento o amenaza de éste que no hace
discriminación entre objetivos militares y población civil, y cuyo
objetivo es infundir un miedo extremo sobre aquellos sectores so-
bre los cuales se ejerce. El 6 y el 9 de agosto se cumplieron 68
años de haberse perpetrado los, probablemente, actos terroristas
más grandes en la historia de la humanidad. Me refiero a las bom-
bas atómicas lanzadas contra las ciudades japonesas de Hiroshima
y Nagasaki que costaron, en el primer caso 260 mil muertos (50-
75 mil al momento del estallido), y en el segundo, 100 mil muer-
tos (39 mil en el momento del estallido). (Ernesto Limia Díaz,
Hiroshima y Nagasaki: de la diplomacia atómica al genocidio).
¿Fue este bombardeo atómico un acto terrorista? De acuerdo
con lo que dijo en las horas siguientes al bombardeo de Hiroshi-
ma el presidente estadounidense de aquel momento, Harry S. Tru-
man, la respuesta sería afirmativa: “Si los japoneses no se rinden,
la humanidad observará los más grandes actos de terror nunca an-
tes vistos”. Independientemente de la confesión de Truman, las
bombas atómicas sobre Hiroshima y Nagasaki no distinguieron
un objetivo militar (la rendición de Japón y sus fuerzas militares)
de la población civil: hombres, mujeres, niños, jóvenes y viejos
realizaban pacíficamente su vida cotidiana cuando, de repente, un
mar de fuego se les vino encima.
El pretexto de ese ataque sobre Hiroshima y Nagasaki era evi-
tar que medio millón de estadounidenses murieran si Japón no se
hubiera rendido. Lo cierto es que, para el momento del bombardeo

69
atómico, la Unión Soviética había accedido declararle la guerra
a Japón y eso hubiera generado su rápida derrota. El objetivo de
las bombas atómicas no fue derrotar a ese país sino advertirle a
la URSS qué le esperaba en el marco de la guerra fría. Según la
verdad histórica, dicha matanza en gran escala debería conside-
rarse genocidio. La verdad jurídica al restringir los genocidios a
matanzas de grupos nacionales, étnicos, raciales y religiosos hace
que los perpetradores de esta infamia queden impunes.
Mucho se recuerda los inmisericordes bombardeos nazis so-
bre Londres. Pero lo sucedido en Hiroshima y Nagsaki solo le dio
continuidad a lo hecho por las fuerzas aliadas con su bombardeo
de Hamburgo en julio de 1943, que mató a 35 mil personas y
dejó 125 mil heridos, y el bombardeo sobre Dresde, en febrero de
1945, en el que 4 mil toneladas de bombas mataron entre 22 y 35
mil personas. Al convertir a ciudades en objetivos militares de los
bombardeos, en lugar de limitarlos a instalaciones y fuerzas mi-
litares, los aliados convirtieron la guerra en un gigantesco crimen
de guerra, en terrorismo de gran escala. Además de derrotar a los
nazis, el objetivo de los bombardeos fue desmoralizar al pueblo
alemán por lo que los mismos fueron, premeditadamente, dirigi-
dos a la población civil.
El uso ignorante o ideologizado del concepto “terrorismo”
nos lleva a olvidar estos grandes actos de criminales, en este caso,
de terrorismo de Estado. Este uso elude confrontar que si a terro-
rismos vamos, los más infames actos de este tipo han sido come-
tidos por los Estados mismos. En América Latina, Guatemala y
Argentina tienen el primero y segundo lugar en el infame podio
del terrorismo de Estado. En el mundo, Estados Unidos de Améri-
ca y Alemania son los campeones.

14 de agosto de 2013

70
Terror militar y violencia neoliberal

Durante las últimas semanas, Guatemala y el mundo han sido con-


mocionados por las noticias del juicio que se le sigue al general
Efraín Ríos Montt por genocidio. Los reportes diarios que recibo
con respecto de los testimonios de las víctimas de las atrocidades
del ejército en la región ixil, en Quiché, en 1982, son estremecedo-
ras. He aquí algunos fragmentos de los desgarradores testimonios:
los soldados arrojaron a mi papá, mi mamá, mis hermanos y a
otras personas al río”; “a mis hermanos les quitaron la ropa y los
echaron en el fuego”; “a los adultos les disparaban y los tiraban
al río, a los niños solo los tiraban al río y de plano se ahogaban y
morían”; “en el grupo de gente que mataron había dos señoritas,
y que los soldados las llevaron a la iglesia y después solo se oía
que gritaban, me imagino que fueron violadas”; “me llevaron y
me metieron en un salón grande en el que había mucha sangre y
había un montón de caites, zapatos y botas, tal vez de las perso-
nas que habían matado.
Los testimonios también hablan de la otra parte del genocidio: la
muerte de los sobrevivientes fugados de las masacres y que mu-
rieron por las privaciones en la inhóspita montaña: “ante la luz del
mundo digo que mucha gente murió de hambre, de frío, de sed,
durante tres meses que vivimos en la montaña cuando huimos de
los soldados”. Soldados y oficiales involucrados en la matanza
también mataron a niños: “Qué culpa tenían los niños de tres me-
ses, ellos decían que eran guerrilleros”.
Durante el período de gobierno de facto de Ríos Montt, se
observó el terror estatal masivo como lo fueron las masacres de
las comunidades indígenas. También el terror selectivo en la des-
aparición forzada y ejecución extrajudicial de activistas sociales
y militantes políticos. El terrorismo estatal en Guatemala siempre
existió y, a partir de 1963, no cesó de crecer. A fines de los años

71
setenta, el terror selectivo se combinó de manera cada vez más
creciente con el terror masivo, hasta llegar a su máxima expresión
durante los 17 meses de Ríos Montt. Las cifras indican que esta
combinación de terror masivo y selectivo se mantuvo durante el
gobierno de Mejía Víctores. A partir de 1986, durante los gobier-
nos civiles, la represión volvió a ser selectiva.
El terror militar tuvo como objetivo el aniquilar la insurgen-
cia guerrillera. Hoy, la democracia neoliberal recurre de nuevo al
terror selectivo necesario para disciplinar a la población que se
resiste a la rapacidad del gran capital. El Estado guatemalteco,
ahora a través del gobierno de Pérez Molina, es actor de este terror
selectivo por comisión (matanza de la cumbre de Alaska) o por
omisión.
Sean agentes estatales encubiertos o escuadrones de la muer-
te amparados en la impunidad, nuevamente vivimos la elimina-
ción sistemática de dirigentes sociales: el asesinato del dirigente
campesino Tomás Quej (28 de febrero); del dirigente Ch’ortí Ig-
nacio López Ramos (5 de marzo); del dirigente popular Carlos
Hernández (8 de marzo); del líder Tz’utujil Jerónimo Sol (12 de
marzo), la captura arbitraria del activista de los derechos humanos
Rubén Herrera (15 de marzo), el secuestro de cuatro dirigentes del
pueblo Xinca y el asesinato de uno de ellos (Exaltación Ucelo, 17
de marzo); los asesinatos de la sindicalista salubrista Santa Alva-
rado (21 de marzo); la sindicalista municipal Kira Enríquez (22 de
marzo). A esto hay que agregar allanamientos, amenazas de muer-
te, intentos de secuestro. Entre enero y octubre de 2012 organiza-
ciones de derechos humanos registraron 254 ataques a defensores
de derechos humanos y sociales.
Bueno es recordar y castigar el terror militar. También lo es
denunciar la violencia neoliberal.

2 de junio de 2013

72
Del terrorismo de Estado al terrorismo
psicológico

En un lapso relativamente corto, la autodenominada Fundación


contra el Terrorismo logró colocarse en una posición relevante en
la vida política de Guatemala. Los motivos son fáciles de encon-
trar. Cuenta con apoyo financiero notable que procede, probable-
mente, de un sector empresarial que comparte su paranoia antico-
munista, su extremismo reaccionario y su vocación terrorista con
Ricardo Méndez Ruiz Valdés y su grupo. Expresa, además, una
línea de pensamiento que resulta cara a un sector importante de la
sociedad guatemalteca y que tiene profundas raíces en la historia
del país. En efecto, lo que no puede negársele a dicha Fundación,
es que a diferencia de los partidos políticos de la derecha neolibe-
ral, como bien lo dijo Irma Alicia Velázquez Nimatuj, cuenta con
una ideología definida la cual es heredera de lo más extremista del
mal llamado Movimiento de Liberación Nacional (mln) encabeza-
do por el histórico Mario Sandoval Alarcón.
En ese sentido la Fundación contra el Terrorismo cuenta con
una ideología, una identidad y con una solidaridad entre sus mi-
litantes y adherentes. En palabras del politólogo italiano Angelo
Panebianco, esa fundación esta agrupada, básicamente, en torno a
“incentivos colectivos”, lo cual la diferenciaría del resto de parti-
dos derechistas que estarían articulados, como la inmensa mayoría
de los partidos políticos en Guatemala, en torno a los “incentivos
selectivos”: poder, status y bienes materiales.
Esa Fundación expresa la cultura del terror que hizo posible el
genocidio en Guatemala. Dicha cultura del terror tiene raíces co-
loniales en la construcción de la otredad negativa del “indio”, en
el hábito explotador de la fuerza de trabajo y en el oscurantismo
reaccionario. En el siglo xix se nutrió con el culto a la figura dic-
tatorial, y en el siglo xx, desde la insurrección en El Salvador de
1932, se articuló con el anticomunismo y la construcción de una

73
nueva otredad negativa: “el comunista”. Racismo, clasismo y os-
curantismo fueron componentes indispensables para legitimar la
represión a cualquier forma de disidencia y, conforme se agudizó
el conflicto interno en el país, para legitimar las acciones de terror
estatal hasta culminar en la legitimación del genocidio.
Hasta el momento, la Fundación contra el Terrorismo y sus
sostenedores en los medios empresariales y medios de comuni-
cación, tienen las manos atadas para efectuar acciones de elimi-
nación física de todos los que considere sus enemigos. En lugar
de ello, como también lo señaló Irma Alicia, procede a efectuar
acciones de terror psicológico elaborando listas de supuestos te-
rroristas. Y aun cuando la referida fundación no suscribió el docu-
mento “Los Rostros de la Infamia”, tal pasquín refleja un punto en
común con Méndez Ruiz y su grupo: considerar como enemigos
desde la fiscal general Claudia Paz y Paz hasta el embajador es-
tadounidense Arnold Chacón. Los documentos que ha producido
esta Fundación recuerdan a los que publicaba La Mano Blanca
en los años sesenta del siglo pasado y a las listas de muerte que
publicó El Ejército Secreto Anticomunista en los años setenta y
ochenta de la misma centuria.
Como por el momento no se puede aterrorizar matando, la
Fundación contra el Terrorismo procede a la difamación como lo
hizo con Irma Alicia. No hay ahora una dictadura militar que haga
sistemático terror estatal selectivo y masivo. En lugar de ello, la
referida fundación se encarga de recordarnos a todos los que di-
sentimos del extremismo reaccionario, que cualquiera de nuestras
opiniones puede ser castigada con un difamatorio campo o suple-
mento pagado. Que tales difamaciones pueden ser la antesala de
algo peor.
El fantasma del terror recorre a Guatemala. La Fundación
contra el Terrorismo, en sentido contrario a su nombre, lo está
propalando.

24 de julio de 2013

74
El terrorismo de Estado ahora y ayer

El pasado 13 de diciembre, el ciudadano guatemalteco Theodore


Plocharsky Rehbach presentó ante el Ministerio Público una ter-
cera demanda que le da continuidad a las que presentaron Ricardo
Méndez Ruiz Valdés y la “Asociación de Viudas de Militares y
Especialistas del Ejército de Guatemala (avemilgua)”. Por lo visto
las demandas son parte de una estrategia de avemilgua para en-
frentar los procesos iniciados contra los supuestos implicados en
el genocidio en Guatemala. Puede pensarse que de seguir las cosas
como están, habrá posteriores demandas presentadas por personas
en lo individual o por organizaciones diversas. Y que el número
de demandados crecerá conforme se vayan presentando estas nue-
vas demandas. Para este caso, el señor Plocharski aumentó la lista
de demandados a 52. Nuevamente se advierte el descuido con el
que la lista de demandados se elaboró. Otra vez aparecen personas
inimputables porque han muerto, personas que no estaban en el
país en el momento en que se efectuaron los delitos que se denun-
cian. Asimismo, aparecen personas que eran niños o muy jóvenes
como para cometer los delitos que se les endilgan.
De este nuevo listado, me llama particularmente la atención
los nombres de Iduvina Hernández y Marielos Monzón. Como
bien lo dijo en su columna Magaly Rey Rosa, de ser ciertas las
acusaciones que se le hacen a Marielos, debió ser una delincuente
o subversiva de enorme precocidad: entre los 6, 9 y 15 años ella
debería haber estado asesinando, asaltando y secuestrando. Todo
eso mientras era una linda estudiante del Colegio Monte María…
Iduvina, por su parte, de acuerdo con el señor Plocharski, debió
ser un prodigio de delincuencia temprana; tendría que haber teni-
do diez años de edad en el momento en que estaba haciendo los
delitos que el demandante le imputa. En resumen, un verdadero
disparate.

75
Además de ser un arma de presión cada vez más inefectiva
contra la Fiscal General de la Nación, las demandas son la ela-
boración de un lista de amenazados en el más rancio estilo de la
Mano Blanca y el Ejército Secreto Anticomunista, las estructuras
de terror paramilitar y clandestino de los años sesenta y ochenta
respectivamente.
El listado de Plocharsky, que en realidad no es de él sino de los
que están detrás de él, es una enumeración de guerrilleros muer-
tos hace décadas y de personalidades que, desde distintos ámbitos
de trabajo, luchan por los derechos humanos y la justicia social.
También es un listado que contiene a personas que, provenien-
tes de la izquierda revolucionaria, han participado en los distintos
gobiernos que se han sucedido desde 1986 o, como sucede con
Yolanda Colom, es simplemente pariente. Me pregunto, ¿por qué
el listado elaborado por los exmilitares contrainsurgentes no in-
cluye a figuras como el actual defensor de Ríos Montt, el abogado
Danilo Rodríguez o el de Jorge Herrera cuyo nombre se mencionó
ya como futuro titular de la copredeh?
Hecho desde una perspectiva contrainsurgente, el listado no
es una seria enumeración de quienes, de manera plausible, podrían
ser sindicados de haber cometido delitos en el marco del conflicto
interno. Más bien, se trata de la mención de personas que en el
pasado muy bien podrían haber sido colocadas en un listado de
condenados a muerte por el terrorismo de Estado. Y esto es así
porque el listado de marras incluye a personas que pudieron haber
formado parte en el pasado del movimiento revolucionario, pero
cuyo pecado fundamental es continuar, en mayor o menor grado,
comprometidas con la justicia y contra la impunidad.
Ver esas listas me hace recordar similares, publicadas en los
años sesenta y luego a finales de los años setenta y los ochenta del
siglo pasado. Recuerdo muy bien que eran listados hechos sin nin-
gún rigor. Basta ver los boletines de La Mano Blanca y notar en
ellos al eminente humanista Jorge Luis Arriola, como para ver que
la paranoia anticomunista no tenía escrúpulos para criminalizar a
lo mejor de este país con tal de sembrar el terror. Esta tradición
criminalizante de la cultura del terror es la que está presente en los
listados de las tres demandas presentadas por la contrainsurgencia
actual.

76
No es justicia lo que persiguen los exmilitares contrainsur-
gentes, sino lo que mejor saben hacer: amedrentar. Hoy, lo hacen
desde la sociedad civil. Ojalá que con el próximo gobierno lo que
hoy es terror desde ese sector de la población, no se vuelva como
en el pasado: terror clandestino desde el Estado.

6 de enero de 2012

77
Tierra arrasada y democracia en Guatemala

Decidí interrumpir la serie de artículos sobre Venezuela que inicié


hace tres semanas. Me siento profundamente impactado con las
imágenes fotográficas y crónicas que recibí sobre el desalojo vio-
lento de varias comunidades en el Valle del Polochic, en el muni-
cipio de Panzós, tristemente célebre desde la masacre que efectuó
allí la dictadura de Romeo Lucas García. En las fotos aparecen
efectivos de la policía y del ejército arrasando las comunidades de
Miralvalle y Agua Caliente. Humildes ranchos de caña de maíz y
paja incendiándose; igualmente derruidas aparecen viviendas de
madera, lámina y plástico; sembradíos de frijol y maíz emergen
arrasados por tractores implacables y, principalmente, la indig-
nante imagen de un hombre joven, pobremente vestido y des-
calzo, tendido en el suelo con la cabeza ensangrentada. Éste fue
asesinado por las fuerzas de seguridad de un tiro en la cabeza. Se
llamó Antonio Bed Ac, campesino K’ekchí, y hoy figura entre los
innumerables muertos que ha ocasionado la voracidad capitalista
legitimada ahora por la democracia neoliberal.
Las imágenes dejan muy mal parado al gobierno de la une
y, en particular, al presidente Álvaro Colom. Son imágenes que
recuerda la política de tierra arrasada que las dictaduras militares
practicaron en los años setenta y ochenta del siglo xx. Fotografías
y crónicas evocan la masacre de Sansirisay, en Jalapa, en mayo
de 1973 y la de Panzós en mayo de 1978. Masacres pioneras de
los cientos que habrían de escenificarse en los primeros años de
la década siguiente. Masacres precursoras en las que estuvieron
involucrados personajes como Carlos Arana Osorio, Efraín Ríos
Montt y Romeo Lucas García. Todos ellos artífices de la política
contrainsurgente de tierra arrasada que colocó a Guatemala en el
primer lugar de los genocidios observados en la América contem-
poránea.

78
En aquellos terribles años, la dictadura hizo las masacres en
nombre de la lucha contra el comunismo y por la defensa de la de-
mocracia. Hoy, la democracia en Guatemala hace tierra arrasada
en defensa de la acumulación capitalista desenfrenada. Hasta el
momento de escribir estas líneas, habían sido devastadas ocho de
las 16 comunidades asentadas en terrenos propiedad de la fami-
lia Widmann y el fracasado ingenio Chabil Utzaj: Agua Caliente,
Miralvalle, Quinich, Río Frío, 8 de agosto, El Sauce, El Recuerdo,
Bella Flor. Restaban San Pablo I y II, Paraná, San Miguel Cotxja,
Santa María Cotoxja, El Paraíso, Las Tinajas y El Rodeo.
Pese al cuantioso préstamo otorgado a la familia Widmann
por el bcie, en tiempos en que su pariente político Oscar Berger
era el presidente de la república, al parecer, fracasó en llevar ade-
lante el referido ingenio. Los terrenos fueron ocupados por una
masa de campesinos K’ekchís agobiados por la pobreza, con lo
cual afectaron tierras que resultan valiosísimas en el marco de los
megaproyectos y expansión capitalista en toda la región.
La violencia efectuada por el Estado el 15, 16 y 17 de mar-
zo a través del gobierno del presidente Colom refleja la miseria
campesina por la ausencia de una reforma agraria en el país y los
procesos de despojo que en distintos lugares de Guatemala, Cen-
troamérica y América Latina se observan por la expansión de las
fronteras de inversión capitalista.
Resulta revelador que un gobierno que se inscribe dentro de
la nueva época de democracia y gobiernos civiles, haya sido el
instrumento del Estado en una violencia que tiene fines espurios.
Resulta revelador también que un gobierno que se presenta a sí
mismo como alternativa socialdemócrata y solidaria ante la mano
dura, sea artífice de un hecho tan deleznable como el que ahora
comentamos. Pero seamos justos. El gobierno de Colom solo ex-
presa las limitaciones profundas que tiene una democracia asen-
tada en un modelo de capitalismo salvaje como el que ahora se
vive en el mundo. Durante su gobierno ha ocurrido exactamente
lo que sucedió durante el de Oscar Berger: han sido amenazados,
agredidos y asesinados activistas sociales en contra de los mega-
proyectos, activistas de derechos humanos y ambientalistas.

79
De nada sirve presentarse como expresión de una cohesión
social asentada en la justicia social, si no se tiene la fuerza para
enfrentar los intereses empresariales que hoy mantienen realmen-
te el poder.

20 de marzo de 2011

80
Terror y rapacidad neoliberal

Durante los años del conflicto armado interno, el mayor Otto Pé-
rez Molina fue activo participante en la violencia estatal que tenía
como objetivo aplastar la oleada revolucionaria que se observó
en Guatemala. Hoy, como presidente, encabeza un gobierno en-
cargado de ejecutar una violencia estatal con cometido distinto:
limpiar la mesa para que los grandes capitales puedan llevar a
cabo inversiones en minería, hidroeléctricas, sistemas de fluido
eléctrico y proyectos petroleros, cultivos de gran demanda inter-
nacional (commodities), proyectos carreteros etc.
El sentido del terror estatal a finales de los años setenta y
principios de los ochenta era diferente al que ahora estamos pre-
senciando. En el pasado, la violencia estatal tenía carácter contra-
insurgente y se enmarcaba en el espíritu de la guerra fría. En la
actualidad la violencia de Estado tiene un carácter estrictamente
capitalista y se enmarca en el espíritu de la rapacidad neoliberal.
Antes se buscaba a través del terror instaurar la estabilidad polí-
tica de una dictadura que velaba por los intereses de la oligarquía
agroexportadora y los de Washington en la región. Hoy se busca a
través del terror aplastar la resistencia de la población para facili-
tar los negocios de las transnacionales y el capital local interesa-
dos en acumular vorazmente riqueza.
Los sentidos de la violencia estatal como terrorismo de Estado
son distintos. Los actores encargados de ejecutarla son los mismos,
no solo en términos de sujetos sociales, sino en personajes que
se han reciclado y siguen cumpliendo su función de represores
al servicio del gran capital. Allí está el ministro de gobernación,
Mauricio López Bonilla, anunciando que se llevarán a cabo 40
órdenes de captura contra los pobladores de Santa Cruz Barillas en
Huehuetenango. Como Pérez Molina, López Bonilla fue un oficial
contrainsurgente que ahora diligentemente ejecuta la represión

81
necesaria para realizar los grandes proyectos del capitalismo
depredador en los municipios del norte de Huehuetenango: San
Juan Ixcoy, Soloma, Santa Eulalia, Barillas, San Mateo Ixtatán
y Nentón. Q´anjob´ales, chujs, poptis y ladinos pobres de esos
municipios fueron reprimidos con la presencia de policías,
destacamentos antimotines, bombas lacrimógenas y helicópteros.
Una publicación difundida por internet con artículos de Car-
men Reyna, Santiago Bastos y Quimmy de León, nos da una idea
de la sistemática represión que en la región se observa. El 7 de
abril de 2013, fue asesinado Daniel Pedro Mateo, líder q´anjob´al
de Santa Eulalia opuesto a la instalación de la hidroeléctrica; el 7
de mayo, secuestraron al líder Maynor López; el 27 de agosto, se
produjo una nueva detención de Saúl Méndez Muñoz y Antonio
Rogelio Velázquez, quienes había sido liberados después de ocho
meses de prisión; el 11 de septiembre, la jueza Patricia Busta-
mante dejó en libertad a los acusados del atentado del 1 de mayo
de 2012 y abrió la posibilidad de acusar a uno de los heridos en
dicho atentado; el 28 de septiembre ocurre el nuevo secuestro de
Maynor López en Barillas; el 29 de septiembre, ante la protesta de
la población, realizan el despliegue represivo en San Juan Ixcoy,
Santa Eulalia, Barillas y San Mateo Ixtatán.
A la represión ocurrida en la zona norte de Huehuetenango,
hay que agregar la observada durante 2012. Es evidente que lo
que se hace por parte del gobierno de Pérez Molina, es una guerra
de desgaste contra la población para agotarla moralmente y hasta
rendirla ante el embate de inversionistas locales y empresas como
la petrolera canadiense Loon Energy Corporation, la colombia-
na Empresa Transportadora de Energía Centroamericana (trecsa)
del Grupo Energía Bogotá, la minera canadiense Creso Resources
y la ya conocida Ecoener Hidralia Energía/Hidro Santa Cruz S.A.
En Huehuetenango se vive una guerra de baja intensidad. No
se hace en nombre del anticomunismo sino del gran capital. Los
motivos son distintos, los represores son los mismos.

10 de octubre de 2013

82
Terrorismo selectivo y corrección política

Si algún mérito tiene el campo pagado que se publicó hace unos


días en Guatemala y que tiene el revelador título de “Traicionar la
paz y dividir a Guatemala”, es que expresa de manera sintética y sin
ambages, lo que un grupo de exfuncionarios de gobiernos de la de-
recha neoliberal considera que debe ser lo políticamente correcto.
En tanto que algunos de los firmantes son intelectuales or-
gánicos de esta derecha, el documento tiene el mérito de expre-
sar ideas que pretenden imponerse como ideología dominante en
Guatemala. He aquí pues las líneas generales de la corrección po-
lítica en el país expresadas en cinco mandamientos: 1. Equiparar
la paz a la renuncia a la lucha por la memoria, la justicia y la
verdad; 2. Nunca usar la palabra genocidio, aunque en Guatemala
haya habido una matanza en gran escala que le costó la vida a
200 mil personas; 3. Renunciar al castigo a los genocidas y vio-
ladores de derechos humanos porque eso pone en serio peligro la
paz y divide a Guatemala; 4. Asumir que los militares genocidas
representan al Estado guatemalteco. 5. Valorar el hecho de que en
Guatemala la violencia política ya no existe.
Vemos así, a un grupo de burócratas e intelectuales de la
derecha neoliberal repitiendo argumentos de la derecha contra-
insurgente: la acusación de genocidio implica el peligro de la
reaparición de la violencia política; es producto de una minoría
irresponsable, esta minoría es ajena a las víctimas de “las atrocida-
des ocurridas durante el enfrentamiento interno”. Aunque, formal-
mente, el documento acepta el derecho de las víctimas a enderezar
procesos judiciales contra los responsables de tales atrocidades,
contradictoriamente el elemento vertebral del argumento es que
hacerlo pone en peligro a la paz, divide a Guatemala y, como lo
han expresado los volantes de propaganda negra de la derecha
contrainsurgente, se está provocando una nueva guerra interna.

83
No entiendo la indignación de los firmantes del documento
porque una acusación de genocidio se convierta en una acusación
contra el Estado. Esos militares actuaron en un período en el cual
el Estado guatemalteco ejerció el terrorismo y realizó matanzas
a gran escala. En el momento actual, esos militares no deberían
representar al Estado como no lo hacen los delincuentes de poca o
mucha monta en cualquier país.
Sorprende también, la aseveración sin rubor alguno de que
en Guatemala no existe violencia política. Basta recordar el terror
selectivo que agentes del Estado y sicarios al servicio de grupos
empresariales nacionales y extranjeros han dirigido contra los ac-
tivistas de derechos humanos en los últimos doce años. Organiza-
ciones proderechos humanos registraron, entre enero de 2000 y
febrero de 2011, 2 285 agresiones a defensores de derechos huma-
nos y sociales. Entre enero y octubre de 2012, tal cifra llegó a 254.
Estas agresiones comprendían desde asesinatos hasta amenazas
telefónicas, pasando por detenciones ilegales, persecuciones, ro-
bos y violaciones sexuales. Entre fines de febrero y mediados de
abril de 2013 fueron asesinados, de manera cruel, ocho luchadores
sociales, el último de ellos el líder q’anjob’al de Santa Eulalia
(Huehuetenango) Daniel Pedro Mateo.Durante la dictadura mili-
tar, es decir, la etapa genocida del Estado guatemalteco, el terror
selectivo fue una constante. Se combinó con las tres grandes olas
de terror masivo de 1954, 1966-1969 y 1981-1984. En la actuali-
dad, la democracia neoliberal crecientemente le ha dado continui-
dad al terror selectivo. El Estado es cómplice por omisión o por
comisión de ese terror.
La diferencia con respecto de la dictadura militar, es que hoy
la democracia neoliberal cuenta con adalides ideológicos. Estos
adalides, en nombre de lo políticamente correcto, nos demandan
obediencia y silencio ante lo que sucedió en el pasado y compla-
cencia ante lo que sucede en el presente.

25 de abril de 2013

84
El dolor de la otra parte

Las demandas de la Asociación de Viudas de Militares y Espe-


cialistas del Ejército de Guatemala y la presentada por Ricardo
Méndez Ruiz Valdés, son movimientos políticos que buscan la de-
fenestración de la Fiscal General de la Nación, la impunidad para
los militares y civiles involucrados en el genocidio en Guatemala
y echar el manto del olvido con respecto de dicho genocidio. Con-
sidero que el propósito de tales demandas no es la justicia sino el
impacto mediático y los efectos políticos. La poca pulcritud jurí-
dica de las demandas mencionadas me ha llevado a pensar en ello.
Pero es un ejercicio ético ineludible hacer lo que el sociólogo
Max Weber recomendaba como método de su sociología compre-
hensiva: practicar la empatía. Esto quiere decir, tratar de colocarse
en el lugar del otro e imaginar sus raciocinios y sentimientos para
poder entender su subjetividad y por lo tanto sus motivos. El que
ahora los veteranos del ejército propicien el surgimiento del grupo
denominado Familiares y que haya una estrategia para demostrar
que la guerrilla cometió crímenes igualmente censurables a los
cometidos por el ejército, me lleva a imaginar el dolor de la otra
parte. El dolor de las viudas de oficiales y soldados del ejército, así
como de policías muertos durante el conflicto armado interno, los
actos censurables cometidos por los insurgentes durante los largos
años de violencia política en el país.
Sin embargo, no es posible comparar los actos cometidos por
unos cuantos miles de alzados, por más deleznables que hayan
sido algunos de ellos, a los que realizaron sus enemigos: los cua-
renta mil efectivos que llegó a tener el ejército guatemalteco y el
casi millón de integrantes de las llamadas Patrullas de Autode-
fensa Civil. Aunque fuera solamente por razones cuantitativas los
actos no se pueden equiparar y, por ello, 95% de las ejecuciones
extrajudiciales y desapariciones forzadas han sido atribuidas al
Estado y a sus aparatos represivos.

85
No obstante, si hemos procurar memoria, verdad y justicia,
no podemos ignorar a la minoría de actos reprobables cometidos
por los insurgentes. Enfrentados a un formidable aparato esta-
tal, apoyado financieramente por sectores de la clase dominante
guatemalteca y por Washington, los insurgentes plantaron frentes
rurales y organizaron comandos urbanos. En los frentes rurales,
en ocasiones, se observaron actos reprobables contra la población
civil, algunos de ellos casi tan cruentos como los realizados por
el ejército. Los comandos urbanos se dedicaron a hacer atentados
contra figuras emblemáticas de la ejecución extrajudicial y la tor-
tura (Ranulfo González, Bernabé Linares, Jorge Córdova Molina,
Máximo Zepeda, Rafael Arriaga Bosque, entre otros); también ul-
timaron a policías de a pie, gente humilde que se ganaba el salario
vistiendo uniforme. Hubo crímenes, para mí, inolvidables, como
el caso del pequeño hijo de un coronel Oliva, que murió a media-
dos de los años sesenta porque iba en el auto con su padre en el
momento en que éste fue ejecutado. Muertes de civiles como la
del periodista Isidoro Zarco, quien era un activo opinante en con-
tra de la guerrilla, pero de quien no se podía decir que estuviera
involucrado en actos de crueldad represiva. No olvido el relato
que me hizo el embajador Fernando Sesenna sobre el asesinato
del dirigente liberacionista Mario López Villatoro ante los ojos
de su hijo. Más aun, hubo muertes execrables cometidas por la
insurgencia contra sus propios militantes, como aquéllos que fue-
ron ultimados en Nicaragua. Por razones de amistad, tengo muy
presente la ejecución de Julio Eduardo Fuentes Rosales, el “Cha-
to”, quien fuera ejecutado en el marco de diferencias políticas por
sus compañeros del Frente Comandante Ernesto Che Guevara, en
Huehuetenango.
El expresar esto no me hace compartir la teoría de “los dos
demonios” que los publicistas y voceros de los militares involu-
crados en el conflicto han propalado. La misma teoría que ha ex-
plicitado el académico estadounidense David Stoll: la población
civil tuvo terribles y similares verdugos tanto en el ejército como
en la guerrilla. Por ello me ha llamado la atención un artículo
(“Derrotados por la historia”), publicado por Martín Rodríguez
Pellecer en uno de los principales rotativos. Martín nos hacer ver
la paradoja de un ejército victorioso militarmente pero derrotado

86
por la historia. Y esta derrota ante la historia tiene un motivo muy
simple: si la guerrilla cometió actos repudiables el ejército los co-
metió en una escala incomparablemente mayor.
Los nazis en Alemania fueron derrotados militarmente por los
aliados pero, principalmente, fueron derrotados por la historia.
Hoy, el nombre de Hitler y la esvástica son la justa encarnación
del mal. El ejército guatemalteco ganó la guerra pero perdió la his-
toria, porque para ganar la guerra se involucró en el genocidio más
grande de la América contemporánea. No se puede olvidar esto.
Pero para no perder nuestra condición humana, para no equi-
pararnos con los monstruos que engendró la contrainsurgencia, no
podemos ser insensibles ante el dolor de la otra parte.

Diciembre 15 de 2011

87
El genocidio en Palestina

En el momento en que escribo estas líneas, Israel ha matado a 472


palestinos en lo que va del mes, y herido a otros tres mil más en la
franja de Gaza. El motivo aducido por el gobierno israelí es que
los bombardeos e incursión terrestre (particularmente en el ba-
rrio Sheijaya de ciudad Gaza) buscan aniquilar a la organización
Hamás, la cual gobierna la franja y atacó en este mismo mes, el
territorio de Israel lanzando unos 140 rudimentarios proyectiles
de corto alcance y escasa capacidad destructiva.
La franja de Gaza acaso sea el territorio más poblado del mun-
do pues cuenta con un millón ochocientos mil habitantes en un
territorio de apenas 360 kilómetros cuadrados. Las condiciones
de vida en ese lugar son de extrema precariedad, pues los recursos
de la Autoridad Nacional Palestina no son grandes y, además, los
territorios de Gaza y Cisjordania son permanentemente asediados
por el hegemonismo israelí. Hoy, la franja de Gaza también es
el campo de concentración más grande del mundo, porque aun
cuando formalmente es parte del Estado Palestino (reconocido en
1988), las condiciones de asedio, cercamiento, hostilización y ma-
tanza colectiva son tan execrables que más que un país, el lugar se
asemeja a un campo de exterminio.
Nunca será excesivo recordar la ironía de la historia en la cual
un pueblo como el judío, sometido al genocidio más memorable
del siglo xx, sea ahora como Estado el autor de otro genocidio, en
este caso, el que se comete contra el pueblo palestino. Y para ello
hay que recordar que, aquí, la verdad jurídica coincide inequívo-
camente con la verdad histórica.
La Convención para la Prevención y Sanción del Delito de
Genocidio –aprobada por la onu el 9 de diciembre de 1948– es-
tablece que genocidio es la destrucción total y parcial de grupos
nacionales, étnicos, raciales o religiosos a través de la matanza,

88
lesión física o mental severa, sometimiento intencional al grupo a
condiciones de existencia que lo destruyan físicamente de manera
total o parcial y, finalmente, las medidas para impedir el nacimien-
to de niños del grupo o el traslado de niños a otro grupo. Todo esto
ha hecho Israel como Estado con el pueblo palestino y explica la
violencia que como acto de resistencia llevan a cabo sectores del
pueblo palestino contra Israel.
Aquí hay que recordar la famosa frase atribuida a Peter Us-
tinov, el gran actor inglés: “El terror es la guerra de los débiles
contra los fuertes, mientras que la guerra es el terror de los fuertes
contra los débiles”. Si los palestinos han efectuado actos terroris-
tas contra Israel e israelíes, el Estado Israelí ha lanzado “bombas
racimo” contra población civil palestina. Solo en julio de 2014,
que todavía no termina, 472 palestinos hombres, mujeres, niños
y ancianos (la inmensa mayoría civiles) han sido asesinados por
Israel.
No olvidemos que terrorismo es la muerte indiscriminada de
civiles y militares en un conflicto. Exactamente esto es lo que ha
hecho Israel en este mes y desde tiempo atrás.

25 de julio de 2014

89
Antisionismo y antisemitismo

Cuando se cumple un mes del inicio de la ofensiva genocida de


Israel contra el pueblo palestino en Gaza, los bombardeos israelíes
han matado a 1 814 palestinos, de los cuales casi 300 son niños.
Casi nueve mil heridos, muchos de ellos mutilados horriblemente,
yacen en hospitales que también han sido atacados; diez de los 32
hospitales que funcionan en la franja se encuentren devastados.
Asimismo, casi 60 mil palestinos están sin casa, mientras la planta
procesadora de aguas negras y la planta de energía eléctrica tam-
bién fueron destruidas. Los israelíes prohíben la importación de
materias de construcción con el pretexto de que Hamás los utiliza
para hacer túneles militares, lo cual no es cierto, en tanto que el
uso de esos materiales se encuentra supervisado por la onu.
El campo de concentración más grande del mundo enfrenta
así una estremecedora crisis humanitaria: casi dos millones de pa-
lestinos viven con energía eléctrica y agua limitadas, mientras las
aguas negras se hacinan sin poder ser procesadas. El bombardeo
y las restricciones israelíes impiden la reparaciones de los daños
que los crímenes de guerra de Israel ocasionan. En este contexto,
64 israelíes, buena parte de ellos soldados, han perdido la vida.
Así las cosas, leo que los actores Javier Bardem y Penélope
Cruz están siendo atacados por judíos radicales y también por el
establishment de Hollywood que es predominantemente judío. La
pareja española cometió el crimen de firmar un memorial junto a
Pedro Almodóvar y otros artistas, en el que condenan el genocidio
que Israel está cometiendo contra el pueblo palestino. Entre los
que atacan a Bardem y a Cruz se encuentra el actor Jon Voight, cu-
yas declaraciones son verdaderamente infames: lamenta con dolor
el antisemitismo de los actores españoles y diagnostica que Israel
es el único país democrático de Medio Oriente.

90
Cuando llevo ya varios años enseñando a mis alumnos de pos-
grado en sociología lo que fue el genocidio de judíos por los nazis
me pregunto: ¿acaso ser antisionista significa lo mismo que ser
antisemita? Confundir los dos conceptos ha sido la trampa que el
Estado de Israel ha construido para enfrentar los ataques de los
que puede ser objeto debido a los actos genocidas que, desde hace
muchos años, ha cometido contra los palestinos. El horror que nos
causa a todo el mundo el genocidio de 6 millones de judíos por
los nazis, origina en muchos el temor de ser estigmatizados como
antisemitas por el hecho de condenar los crímenes de guerra israe-
líes. La falacia que confunde el antisionismo con el antisemitismo
fácilmente se desploma cuando uno sabe que en el propio Israel
existen muchos judíos que se movilizan contra los crímenes que
está cometiendo su Estado. Soy antisionista porque hoy sionismo
es sinónimo de un racismo que busca destruir al pueblo palestino.
Eso no me convierte en antisemita porque también creo en el de-
recho del pueblo israelí a un territorio y a un Estado.
Es seguro que Javier Bardem y Penélope Cruz suscribirían
mis anteriores palabras, pero hoy, por hacerlo, es probable que sus
carreras estén en peligro.

14 de agosto de 2014

91
En la mente de un terrorista

En menos de una semana, hemos visto dos muestras de la barbarie


terrorista: el martes 22 de marzo de 2016, dos atentados terroristas
en Bruselas, en un aeropuerto y una estación de metro, cobraron la
vida de 35 personas e hirieron a casi 200 más. Días después, en la
ciudad de Lahore, Pakistán, un grupo talibán mató a 72 personas
e hirió a más de 350, en otro atentado suicida. En menos de siete
días, dos actos de infamia innombrable.
Cuando acontecen hechos monstruosos como estos, no pue-
do dejar de preguntarme qué es lo que pasa por la cabeza de una
persona que se coloca un chaleco lleno de bombas, va a un lugar
público y mira a la gente que está a su alrededor. La inmensa ma-
yoría de las personas que están en esos lugares, si no es que todas,
viven sus vidas sin estar involucrados en nada con los agravios
que llevan al terrorista a cometer su infamia. El terrorista o la te-
rrorista, quizás vea muchas de sus caras en los segundos antes de
que también deje de existir como consecuencia de su acto. Mirará
niños corriendo y jugando de manera inocente como en el parque
Gulshan Iqbal de Lahore; parejas tomadas de la mano disfrutando
de la vida sin saber que, un segundo más tarde, ya nada sería igual.
Padres e hijos disfrutando del sol. Viajeros parados frente a sus
maletas mientras hacen fila para los trámites necesarios previo a
abordar un avión.
La subjetividad del terrorista no le compete a él solamente.
Tiene que ver, probablemente, con una vida llena de resentimien-
tos provocados por los agravios que ha vivido, y que generalmen-
te son producto de injusticias que conciernen a muchos de sus
congéneres.
Alguna vez tuve oportunidad de ver en un documental la vida
cotidiana de los palestinos en los territorios de Gaza y Cisjorda-
nia. Esos lugares gigantescos siempre me han parecido campos de

92
concentración en los que la población vive en medio del hambre
y las privaciones. Las posibilidades del odio son enormes cuando
se vive en tales circunstancias. Y más, si de cuando en cuando
sufre los ataques terroristas que comete el Estado israelí con los
bombardeos en donde mueren, en su mayoría, personas civiles.
El terrorista vive una biografía que alimenta una ira personal
que es reproducida colectivamente. No se trata necesariamente
de condiciones de vida execrables en territorios ocupados. Bas-
ta, como ahora se observa, que viva en suburbios de las ciuda-
des europeas en condiciones de racismo y marginalidad. La base
material de la existencia se ve complementada con una dosis de
creencias enraizadas en el fanatismo. En la creencia de una recom-
pensa después de la muerte, en la gloria eterna con que se paga el
sacrificio máximo por una causa.
No olvidemos que, como alguna vez dijo el actor inglés Peter
Ustinov: “el terror es la guerra de los pobres y desvalidos. Y que la
guerra es el terror de los ricos y poderosos”. Recordémoslo cuan-
do horrorizados condenemos el terror.

31 de marzo de 2016

93
Mandela terrorista

En el último libro de Eduardo Galeano, Los hijos de los días (Si-


glo xxi Editores, 2012), el lector o lectora puede leer con sorpresa
uno de los minúsculos capítulos que lo componen. Por su breve-
dad citaré completamente el capítulo Julio 1 (cada uno lleva un
día del año como nombre), titulado “Un terrorista menos”: “En
el año 2008, el gobierno de los Estados Unidos decidió borrar a
Nelson Mandela de la lista de terroristas peligrosos. Durante se-
senta años, el africano más prestigioso del mundo había integrado
ese tenebroso catálogo” (p. 213). Lo expresado por Galeano me
recuerda de nuevo, el abuso del calificativo de “terrorista” que la
extrema derecha o derecha contrainsurgente acostumbra. Según se
percibe, este abuso nace del criterio tan arbitrario que el gobierno
estadounidense tiene para hacer clasificaciones y calificativos.
Nadie podrá negar que es cierto lo que dice Galeano. La ho-
norabilidad de Mandela muy pocos la cuestionan. Jefes de Estado
y personalidades luminosas consideran un honor tomarse una foto
con él. La última que he visto ha sido con Hillary Clinton, durante
un tiempo titular de la dependencia que hasta en 2008, clasificaba
a Mandela como terrorista.
¿Qué fue lo que entonces ocurrió para que, según el gobierno
estadounidense, Mandela haya estado entre los terroristas peligro-
sos del mundo? El prócer sudafricano, desde la década de 1950,
se perfiló como el líder nato del Congreso Nacional Africano
(cna), la organización que encabezó la lucha contra el apartheid
en Sudáfrica. Ésta tuvo un tiempo inspiración gandhiana hasta que
el pueblo y dicha organización empezaron a sufrir las más bruta-
les represiones. Es decir, fueron objeto del terrorismo de estado.
Fue entonces cuando el cna decidió organizar un brazo armado
(La Lanza de la Nación), para atacar instalaciones de importancia
económica o que tuvieran un valor simbólico siempre y cuando

94
dichas acciones no cobraran vidas humanas. Este fue uno de los
motivos por los cuales Mandela fue encarcelado en 1962 y conde-
nado a cadena perpetua en 1964. En 1990, tras 27 años en prisión,
Nelson Mandela fue liberado por la lucha victoriosa del pueblo
sudafricano y, tiempo después, se convirtió en el primer presiden-
te de una Sudáfrica libre de apartheid.
En 1985, en el contexto de una fuerte presión internacional y
de una lucha de masas impresionante en el interior de Sudáfrica,
el agonizante régimen racista, a través de su presidente Pieter W.
Botha, le ofreció a Mandela la libertad. Esto sucedería a cambio
de que Mandela condenara a la lucha armada. Por supuesto que
Mandela rechazó tal ofrecimiento y esto le costó cinco años más
de cárcel. En un comunicado dijo: “¿Qué libertad se me ofrece
mientras sigue prohibida la organización de la gente? Sólo los
hombres libres pueden negociar. Un preso no puede entrar en los
contratos.”
El gobierno estadounidense, por supuesto, nunca tuvo entre su
lista de terroristas a Harry S.Truman por haber ordenado la muerte
de más de 200 mil japoneses con bombas atómicas en Hiroshima
y Nagasaki. Tampoco enlistó a Winston S. Churchill, pese a que
durante la Segunda Guerra Mundial contempló la guerra química
contra Alemania, monstruosidad que no se hizo por la férrea opo-
sición de las fuerzas armadas británicas.
Según nos cuenta Galeano en la obra referida, en 1919, cuan-
do presidía el British Air Council, Churchill dijo lo siguiente: “No
consigo entender tantos remilgos sobre el uso del gas. Yo estoy
muy a favor del uso del gas contra las tribus incivilizadas. Eso
tendría un buen efecto moral y difundiría un perdurable terror”.
(p. 38)
Estimables lectores y lectoras, ¿a quiénes les gustaría enlistar
como terroristas? ¿A Mandela, a Truman o Churchill? Sería un
buen ejercicio para dejar de hacer un uso ignorante del califica-
tivo.
31 de marzo de 2016

95
Día inolvidable

El 2 de octubre de 2014, efemérides inolvidable en México, tuve


una de las experiencias más importantes de mi vida. Comparecí
como perito en el juicio por el incendio de la Embajada de Es-
paña en Guatemala, ocurrido el 31 de enero de 1980. El acusado
es el exjefe policiaco Pedro García Arredondo. Quimy de León,
de Prensa Comunitaria, me envió fotos de tan memorable acon-
tecimiento para mí. En ellas se pueden ver diversas imágenes del
juicio: a la fiscalía y a los adherentes querellantes entre los cuales
está Rigoberta Menchú Tum, y también a los abogados de la de-
fensa y al acusado.
Ver a García Arredondo en el banquillo de los acusados fue
para mí una experiencia conmovedora. De acuerdo con el testi-
monio que alguna vez me dio el inolvidable Elías Barahona (infil-
trado insurgente en el Ministerio de Gobernación), el asesinato de
mis padres Carlos y Edna, ocurrido el 6 de junio de 1980, fue una
orden del alto mando del ejército que instrumentó el entonces mi-
nistro de Gobernación Donaldo Álvarez Ruiz, a través de los jefes
policiacos Manuel Valiente Téllez y Pedro García Arredondo.
Hoy Valiente Tellez está muerto, García Arredondo encarce-
lado y Álvarez Ruiz vive prófugo y miserable. El hecho de la po-
sible implicación de García Arredondo en el asesinato de mis pa-
dres, indudablemente no influyó en mi peritaje. En los últimos 34
años he tratado de estudiar el terrorismo de Estado en Guatemala
con la mayor frialdad y objetividad posibles. No albergo ningún
odio por la terrible experiencia que mi familia y yo vivimos en
aquellos aciagos días de 1980. Mi padre siempre me inculcó que
el enemigo era social no personal.
Lo que me sucedió en el juicio fue más bien una suerte de con-
miseración. Pude ver al terrible esbirro que fue García Arredondo,
avejentado, disminuido. En uno de los recesos aquel 2 de octubre,

96
una joven mujer y un hombre también joven (probablemente sus
hijos) se le acercaron y con ternura lo acariciaron y abrazaron.
Para mí fue inevitable evocar el planteamiento de Hanah Arendt
acerca de la banalidad del mal. Pude observar la mirada del otrora
temible García Arredondo mientras yo comparecía. A diferencia
de sus abogados, García Arredondo parecía no entender lo que
yo explicaba. Su mirada se perdía en el vacío y su cabeza parecía
estar en otro lado.
Ese día, de lejos pude ver a la parte de Guatemala que se en-
sangrentó las manos defendiendo los intereses de un puñado de
expoliadores. También pude ver a la otra Guatemala, aquella que
levanta la Memoria, la Verdad y la Justicia. Abracé a Rigoberta y
también a Elías Barahona quien, con un pie en la tumba, tuvo la
fortaleza espiritual para ese mismo día rendir su testimonio.
Y salí de la Torre de los tribunales con paz y serenidad. Sin
ánimo de venganza ni dolor desgarrador. Más bien salí feliz, feliz
porque mi quehacer académico ha servido de algo.
Es lo que hubieran querido mis padres. Y es lo que hoy com-
parte mi familia.

8 de enero de 2015

97
Los acuerdos de paz de 1996
Los acuerdos de paz en Guatemala,
veinte años después2

El 29 de diciembre de 1996, el gobierno de Guatemala y la Uni-


dad Revolucionaria Nacional Guatemalteca (urng), firmaron en el
Palacio Nacional el Acuerdo de Paz Firme y Duradera con lo cual
terminó el conflicto armado que azotó al país durante 36 años. En
el momento en que estamos celebrando que en Colombia haya sido
posible la firma de un acuerdo semejante entre el Gobierno de Co-
lombia y las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (farc),
los acuerdos de paz arriban a su veinte aniversario. Son dos motivos
para que se intente hacer un balance de los saldos que en el país han
dejado los acuerdos a dos décadas de haberse firmado.
Guatemala comparte con Colombia procesos paralelos que
merecen destacarse. Las bases del conflicto armado guatemalteco
se originaron al igual que en Colombia con un hecho traumático: el
derrocamiento del gobierno revolucionario de Jacobo Arbenz Guz-
mán (1951-1954). Para el caso de Colombia, no es posible desvin-
cular la emergencia de fuerzas guerrilleras de las consecuencias
que tuvo en el país el asesinato de Jorge Eliecer Gaitán en 1948.
Al igual que en Colombia, el conflicto guatemalteco tuvo larga du-
ración y dejó un saldo cuantioso de muertos y desaparecidos. En
los dos países, la confrontación dio origen a la aparición de grupos
paramilitares que con vínculos vergonzantes con el Estado, reali-
zaron execrables crímenes contra la población. A diferencia de Co-
lombia, la confrontación armada y la insurgencia retroalimentaron
la emergencia de una dictadura militar que disfrazada de gobierno
constitucional, hizo del terrorismo de Estado una mediación sus-
tancial entre Estado y sociedad. El resultado fue el genocidio más
grande de la América contemporánea: 150 mil ejecuciones extraju-
diciales y 45 mil desapariciones forzadas. En el caso guatemalteco,
el Estado fue el principal responsable con 90% de tales ejecuciones

2 Publicado en lasa forum, Winter 2017, Vol. XLVIII: issue I.

101
y desapariciones (odha, 1998; ceh, 1999; Ball et al, 1999). Al igual
que en Colombia, los acuerdos de paz fueron rechazados en mayo
de 1999, por una minoría de votantes (18.6%) que, mayoritaria-
mente, votó en contra de las reformas constitucionales necesarias
para implantar los mismos (Galicia, 2015).
El conflicto guatemalteco surgió tras el derrocamiento de Ar-
benz con la instauración de un régimen anticomunista que, pau-
latinamente, se convirtió en una dictadura militar que, a su vez,
incrementó su carácter terrorista (Figueroa, 2011). La dictadura
militar reprodujo de manera amplia un orden de capitalismo ex-
cluyente sustentado en una enorme concentración agraria, cifras
notables de miseria y un orden de privilegios asentado en el ra-
cismo contra los pueblos indígenas, que constituyen 60% de la
población. Los acuerdos de paz buscaron desmantelar las causas
del conflicto que podríamos resumir de manera esquemática en
dos: la inexistencia de un orden democrático debido a la dictadura
militar y una sociedad marcada por la pobreza, la desigualdad y
el racismo. Para lograr esto, gobierno e insurgencia iniciaron en
1987 rondas de conversaciones que culminaron hasta finales de
1996. El punto de partida para la búsqueda de la paz fue la sus-
cripción del Acuerdo de Esquipulas II, el 7 de agosto de 1987, por
los presidentes de Guatemala, El Salvador, Honduras, Nicaragua
y Costa Rica, para definir el procedimiento que permitiría esta-
blecer la paz firme y duradera en Centroamérica, con base en la
Declaración de Esquipulas y el Acta de Contadora para la Paz y la
Cooperación en Centroamérica (url, 1997). En suma, nueve años
de un proceso de arduas negociaciones, en una compleja situación
interna que, como ya se dijo, contó con adversarios fundamental-
mente ubicados en la extrema derecha.
Al igual que en Colombia, en donde la negociación de paz
entre el gobierno y las farc cuentan con la oposición de una fuerza
política ubicada en ese lugar de la geometría política, los nego-
ciadores en Guatemala tuvieron una oposición proveniente de los
sectores que temían ser más afectados por dichas negociaciones: la
extrema derecha en las fuerzas armadas y en las cúspides empre-
sariales. Durante las negociaciones en el período presidencial de
Jorge Serrano Elías (1991-1993), las partes negociadoras y sus fa-
miliares fueron amenazadas de muerte “por traicionar a la patria y

102
por comprometer el honor, el honor, la dignidad y la integridad del
glorioso Ejército de Guatemala” (Aguilera, s/f). Esta fue una de las
tantas presiones que se recibieron en el curso de las negociaciones,
lo que no impidió, sin embargo, que las partes llegaran en esos nue-
ve años a trece acuerdos: nueve sustantivos o de “agenda larga”,
cinco operativos o de “agenda corta” y uno de naturaleza ad-hoc
o resumen. Estos acuerdos se plasmaron en aproximadamente 300
compromisos, los cuales se deberían cumplir en un plazo de cuatro
años (Aguilera, s/f). Algunos analistas consideran que tal plazo era
muy corto. En efecto, seis años después el balance que se hacía era
que faltaban por cumplir muchos de los compromisos y aquellos
que se habían cumplido habían generado otros más de “segunda
generación”, por lo que en 2002, se acordó un plazo adicional de
cuatro años más para cumplirlos (Aguilera, s/f).
Los acuerdos sustantivos fueron los siguientes:
• Acuerdo marco sobre democratización para la búsqueda
de la paz por medios políticos (Acuerdo de Querétaro).
• Acuerdo global sobre derechos humanos.
• Acuerdo para el reasentamiento de las poblaciones desa-
rraigadas por el enfrentamiento armado.
• Acuerdo sobre el establecimiento de la Comisión para el
esclarecimiento histórico de las violaciones a los dere-
chos humanos y los hechos de violencia que han causado
sufrimientos a la población guatemalteca.
• Acuerdo sobre identidad y derechos de los pueblos indí-
genas.
• Acuerdo sobre aspectos socioeconómicos y situación
agraria.
• Acuerdo sobre fortalecimiento del poder civil y función
del Ejército en una sociedad democrática.
• Acuerdo sobre el definitivo cese al fuego.
• Acuerdo sobre reformas constitucionales y régimen elec-
toral.3

3 Los distintos acuerdos de paz en Guatemala pueden ser consultados en la


publicación de la Secretaría de la Paz de la Presidencia de la República de
Guatemala (sepaz, s/f), Los Acuerdos de Paz en Guatemala, http://www.se-
paz.gob.gt/images/Descargas/Acuerdos-de-Paz.pdf

103
Desde la izquierda, los acuerdos de paz también tuvieron
críticas por considerarse que la insurgencia hizo concesiones in-
aceptables, principalmente con respecto de los acuerdos sobre
derechos humanos, aspectos socioeconómicos y cuestión agraria
(Reyes, 2013). Independientemente de que se hubiese podido lo-
grar más, hay que recordar que los acuerdos de paz de Guatemala,
como los de El Salvador alcanzados en 1991, se firmaron en un
contexto internacional muy adverso para las insurgencias debido
al colapso soviético, la crisis terminal del Estado de bienestar de la
socialdemocracia clásica y el auge rampante del neoliberalismo.
Entre los nueve acuerdos sustantivos, seis resultan decisivos
para la resolución del conflicto. Los temas de estos siete acuerdos
son: el restablecimiento de la democracia, el retiro del ejército de
las funciones gubernamentales, el respeto a los derechos huma-
nos, el respeto a la identidad y derechos de los pueblos indígenas,
la solución a la problemática socioeconómica y agraria y el esta-
blecimiento de una comisión para la verdad histórica. Y en rela-
ción con la problemática social dos temas parecen estar irresueltos
y redundan en que veinte años después de haber sido firmados los
acuerdos, la desigualdad social y la pobreza en Guatemala siguen
siendo notables. Estos dos temas son la reforma agraria y la refor-
ma tributaria, que habrían de cumplir funciones de redistribución
social en el campo y la ciudad.
Los acuerdos de paz contemplaban una base económica para
poderlos cumplir. En primer lugar, un crecimiento económico que
partía de la base del cálculo optimista de que en 2000, Guatemala
alcanzaría una tasa de 6%. En segundo lugar, otra visión igual-
mente optimista de que en el mismo año la carga tributaria alcan-
zaría 12% del pib (Aguilera, s/f). Ninguna de las dos expectativas
se cumplió debido a los avatares económicos del país y también
a la resistencia política que los grupos empresariales siempre han
manifestado ante el posible aumento de la carga impositiva.
Se arguye que la reforma agraria, una necesidad profunda en
el país no estaba contemplada en los acuerdos de paz y por lo
demás hasta los mismos negociadores gubernamentales la han
deplorado, como explícitamente lo dijo alguna vez una de ellas,
Raquel Zelaya: “los acuerdos de paz no contemplaron la reforma

104
agraria sino crear condiciones que propiciaran cambios como la
democratización del crédito en el área rural” (Barreto, 2011).
Ocho años después de la firma de los acuerdos de paz, la tasa
de crecimiento económico en Guatemala estaba en 3%, exacta-
mente la misma que tenía en 1996 cuando ocurrió la firma. Y la
tasa de tributación de 12%, objetivo modesto para lo que debe ser
una tasa tributaria efectiva, estaba lejos de alcanzarse para esas fe-
chas (Aguilera, s/f).4 Durante años, la carga tributaria estuvo abajo
de 10% y no sería sino hasta 2013 cuando apenas alcanzaría 11%
(cnap, 2014; icefi, 2015).
El resultado de esta combinación de factores políticos y eco-
nómicos es que, tras veinte años de haberse firmado los acuer-
dos de paz, los objetivos planteados para los aspectos socioeco-
nómicos y situación agraria distan mucho de haberse cumplido.
El Censo Agropecuario de 2003 evidencia una alta concentración
agraria. El minifundio en el que se asienta 92% de los producto-
res agrícolas del país, en números redondos tiene solo 22% de la
tierra cultivada, mientras que los grandes propietarios que repre-
sentan 8% de los productores, concentran 78% de la misma. Esto
significa que la situación después de los acuerdos de paz no ha
variado en lo más mínimo con respecto de la que existía antes del
conflicto armado interno, porque en ésa época 2% de los grandes
terratenientes acaparaban 62% de la tierra. El resultado es que la
desigualdad en el campo guatemalteco es muy grande, como lo
muestra el índice de Ginni de 0.84. Según la Encuesta Nacional
de Condiciones de vida de 2014 –encovi–, citada en enap, 2015,
en Guatemala hay 15.6 millones de habitantes de los cuales 59%
están en condiciones de pobreza, 8% más de lo que se había re-
gistrado en 2006. La pobreza en el área rural es de 76% y entre la
población indígena alcanza 79%. Los pueblos indígenas son los
más pobres entre los pobres; mientras que entre los ladinos (mes-
tizos) la extrema pobreza alcanza 23%, en la población indígena
llega a 40%.
En un balance y sus conclusiones acerca del cumplimiento de
dichos acuerdos, hecho por el Parlamento Europeo en 2007, se ex-
plica la situación anteriormente reseñada: a diez años de la firma
4 Una tasa tributaria para que haga del Estado un ente verdaderamente efectivo
debe estar en alrededor del 20%.

105
de los acuerdos de paz los avances eran mínimos y esa situación
se debía a la falta de voluntad de “los sucesivos gobiernos y de las
élites políticas”. Lo fundamental, de acuerdo con dicha conferen-
cia, era hacer realidad una reforma fiscal y una reforma agraria,
las cuales resolverían de manera significativa la pobreza rural y
urbana. El mismo cumplimiento del acuerdo sobre identidad y
derechos de los pueblos indígenas, dependía de la realización de
dichas reformas que facilitarían el cumplimiento del acuerdo so-
bre la situación socioeconómica y cuestión agraria (pe, 2007).Sie-
te años después, el Consejo Nacional para el Seguimiento de los
Acuerdos de Paz (cnap, 2014) arribaba a conclusiones similares
aun cuando advertía avances que no pueden desconocerse.
Asimismo, se implantó la Comisión Internacional Contra la
Impunidad en Guatemala (cicig) que fue creada mediante acuerdo
entre la onu y el gobierno de Guatemala en 2006, y empezó a fun-
cionar en 2007. Desde entonces, la cicig ha significado un cambio
en la aplicación de la justicia en el país, participando en la solu-
ción de casos de alto impacto y sus investigaciones son determi-
nantes para el desmantelamiento de la red de corrupción criminal
que atravesó al gobierno de Otto Pérez Molina (2011-2015). Estas
investigaciones como se sabe culminaron con el encarcelamien-
to del presidente y la vicepresidenta de la república además del
arresto de decenas de funcionarios de periodo.
De igual manera, puede decirse que el acuerdo sobre el forta-
lecimiento del poder civil y acotamiento del ejército en las funcio-
nes públicas es el acuerdo que menos rezagos tiene. Las fuerzas
armadas hoy han dejado de ser el eje vertebral del Estado y el alto
mando militar no es ya el lugar donde se toman las decisiones
políticas esenciales para el país, rasgos primordiales de la dicta-
dura militar. Hoy, el problema radica en la debilidad del sistema
de partidos políticos y la corrupción que impera en el sistema ju-
dicial y el poder legislativo. Lo anterior, sumado a la penetración
del crimen organizado en el Estado ha dado como resultado una
democracia de muy baja calidad.
En materia de derechos humanos, Guatemala dista en la
actualidad de tener el Estado que encabezaba a través del terror
y las violaciones a los derechos humanos, y que funcionaba
como un gigantesco criminal que violaba la legalidad nacional e

106
internacional. Por el contrario, hoy se cuenta con una comunidad
de derechos humanos que funciona eficazmente como grupo de
presión y que ha logrado alianzas con el Ministerio Público para
llevar a proceso judicial a violadores significativos de derechos
humanos, entre ellos, decenas de antiguos jefes militares. El caso
emblemático es el juicio por genocidio al que fue sometido el general
Efraín Ríos Montt, por las ejecuciones masivas llevadas a cabo
durante su mandato (1982-1983). Funciona también el Archivo
Histórico de la Policía Nacional (ahpn), que ha logrado rescatar
y digitalizar millones de documentos que han servido, además,
para fines académicos y en los juicios a los violadores de derechos
humanos. Otro aporte significativo es que las aseveraciones de
los informes de la Oficina de Derechos Humanos del Arzobispado
(odha, 1998) y de la Comisión de Esclarecimiento Histórico (ceh,
1999) se han constituido en la verdad histórica de lo acontecido
durante el conflicto armado.5
Sin embargo, veinte años después de haber finalizado el
conflicto armado en Guatemala, la situación del país dista mucho
de ser lo que muchos imaginaron que vendría después. Hoy
Guatemala es presa del crimen organizado al igual que los otros
dos países del triángulo norte de Centroamérica. La violencia
delincuencial es rampante como consecuencia de la desigualdad
y pobreza que fomentan el neoliberalismo y la descomposición
social que alienta el narcotráfico. Al respecto, un informe del Grupo
de Apoyo Mutuo señala que, según sus recuentos, entre 1996 y
2013, aproximadamente 80 mil personas habían sido asesinadas
(gam, 2014), y un informe más de la misma organización,
contabilizaba más de 25 mil desapariciones forzadas entre 2003 y
2014 (gam, 2015). En materia de ejecuciones extrajudiciales, las
cifras anteriores indican que el promedio anual de las mismas es
mucho más alto hoy (6 667) que en la época del conflicto armado
(4,167). Los llamados megaproyectos que impulsan la minería
a cielo abierto, los grandes proyectos carreteros, los cultivos
de exportación (commodities) e hidroeléctricas, tienen guardias

5 Es importante recordar que el informe de la odha Guatemala Nunca Más le


costó la vida al Obispo Juan Gerardi, su más importante promotor. El asesi-
nato de Monseñor Gerardi nos recuerda que los procesos de paz están tam-
bién salpicados por inauditos hechos de violencia.

107
blancas que asesinan y atacan sistemáticamente a los activistas
que se oponen a los mismos.No obstante, el surgimiento de una
fuerte comunidad de derechos humanos que ha presionado por los
juicios a los violadores de derechos humanos, ha generado una
actividad muy fuerte de la derecha contrainsurgente organizada en
la Asociación de Veteranos Militares de Guatemala (avemilgua) y
la Fundación Contra el Terrorismo.
El que se hayan firmado los acuerdos de paz en Colombia da
la oportunidad para hacer balances de otros acuerdos similares.
La lección de Guatemala indica que no basta con haber logrado
un acuerdo de paz. Es necesario construir también una correlación
de fuerzas favorable para posteriormente poder hacerlos realidad.

108
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110
Centroamérica en
la posguerra
Centroamérica, su deslucida independencia

En este septiembre los países centroamericanos conmemoraron


el 192 aniversario de su independencia respecto de España. Y ha
coincidido la celebración del 15 de septiembre con el que por mo-
tivos académicos haya tenido que revisitar La patria del criollo,
la grandiosa obra de mi maestro y amigo, Severo Martínez Peláez.
Por ese magnífico libro podemos saber que la historia de bronce
nos presenta a los próceres de la independencia centroamericana
como si entre ellos no hubiera habido proyectos esencialmente
distintos para el país. José Cecilio del Valle, Mariano de Larrave y
Mariano de Beltranena representaron el proyecto reaccionario que
al final se impuso: una independencia que no fue sino la continua-
ción del orden colonial sin España. Por el contrario Pedro Molina,
Dolores Bedoya, Manuel José Arce y Francisco Barrundia fueron
miembros conspicuos de una corriente política liberal que aspira-
ba a ver una Centroamérica independiente y con cambios revolu-
cionarios. El proyecto revolucionario tuvo entre sus antecedentes
las sublevaciones de 1811 y 1814 en El Salvador, la conjura de
Belén en Guatemala de 1813, y los movimientos de León y Gra-
nada en 1811-1812.
El encono entre los dos bandos fue tan grande que el 30 de
noviembre de 1821 un grupo de hombres armados al mando de
Mariano de Larrave terminó asesinando en la ciudad de Guatemala
a ese extraordinario joven revolucionario Mariano Bedoya,
hermano de Dolores Bedoya. Terminaba así una corta y fecunda
vida llena de cárcel y sufrimientos en pos de una Centroamérica
libre de España y de la oligarquía criolla. Este ideal tuvo en
Mariano Gálvez y Francisco Morazán esforzados continuadores
y sería finalmente derrotado con la disolución de la Republica
Federal Centroamericana en 1839, y el fusilamiento de Morazán
en 1842. Hay pues una continuidad reaccionaria observada desde

113
la independencia de 1821, al extremo de que hoy se considera
prócer de la independencia al capitán general Gabino Gaínza, un
militar que combatió con ferocidad a los independentistas en Chile.
La independencia de Centroamérica fue un acuerdo palaciego y
urbano entre las autoridades españolas y los criollos que ignoró al
resto de Centroamérica. El proyecto reaccionario de independencia
se consolidó con la disolución de la federación centroamericana
y el control conservador. En el caso de Guatemala, ese control
se encarnó en la figura de Rafael Carrera, el antiguo y analfabeta
criador de puercos, figura plebeya usada por la oligarquía criolla
para mantener el orden conservador.
En 1871, al fin conquistaron el poder los herederos de la anta-
ño pequeña burguesía liberal que había propugnado una indepen-
dencia con revolución. Ahora eran una emergente oligarquía cafe-
talera que aliándose a los herederos de los criollos, constituyeron
la clase dominante que le dio sustento al orden liberal. El mismo
que se convirtió en el orden reaccionario que tanto combatieron
los Molina, Bedoya, Gálvez y Morazán. Mutatis mutandis, pervi-
ve la poderosa oligarquía criolla, enriquecida por los emergentes
cafetaleros de la revolución liberal de 1871, modernizada y hasta
globalizada en la segunda mitad del siglo xx. El intento serio de
desarticular el orden reaccionario que establecieron fue derrota-
do en nombre del anticomunismo con la ayuda de Washington en
la Guatemala de 1954. Y en el contexto regional, también con la
imprescindible ayuda de Washington, logró sobrevivir al embate
revolucionario que se observó en Nicaragua, El Salvador y Guate-
mala durante los años ochenta del siglo pasado.
Engels escribió alguna vez que en muchos casos, los pueblos
transitaban por “el lado malo de la historia”. Tal parece ser el caso
de Centroamérica y, en particular, de Guatemala. La persistencia
del orden oligárquico cuya raíz más remota viene de la colonia
intocada por la independencia, se manifiesta en la Centroamérica
de hoy. Esa que nos duele tanto y que no hemos podido cambiar.

19 de septiembre de 2013

114
El fracaso neoliberal en Centroamérica y las
próximas elecciones

En las elecciones de septiembre de 2011, el elector en Guatemala


tendrá en las boletas electorales una mayoría de candidaturas en-
tusiastas del neoliberalismo, una con una muy moderada voluntad
posneoliberal y otra más que es crítica del neoliberalismo. Esta
última, representada por la alianza del Frente Amplio de la urng-
ann-mnr y el Movimiento Político Winaq, muy probablemente
tendrá una exigua votación.
La candidatura de distancia moderada con el neoliberalismo,
representada por Sandra Torres, ni siquiera es seguro en estos mo-
mentos que pueda participar en el proceso electoral. El dogma
neoliberal seguirá pues sin cuestionamientos serios en el plano
electoral. A diferencia de lo que sucede en los países circundantes
a Guatemala, en donde a la crisis objetiva del neoliberalismo, la
acompaña una crisis de hegemonía en el mismo. En Guatemala
la preocupación fundamental es el de la violencia delincuencial
y la inseguridad ciudadana. No se articulan las mismas al fracaso
económico social que el neoliberalismo está observando en buena
parte del mundo.
Paradójicamente, el fracaso neoliberal es tan evidente que la
derecha neoliberal prefiere de manera vergonzante asumir el ape-
lativo de “libertaria”. Acaso el nombre suene más bonito pero re-
presenta lo mismo: una política económica y concepción del mun-
do fracasada y responsable de un enorme sufrimiento humano.
Los saldos neoliberales en Centroamérica son impresenta-
bles. En el plano productivo el neoliberalismo sustituyó el modelo
desarrollista de agroexportación combinado con una industriali-
zación sustentada en el mercado común centroamericano por un
modelo sustentado en remesas, exportaciones no tradicionales, tu-
rismo, maquilas y narcotráfico. El crecimiento promedio del PIB
en Centroamérica y Panamá entre 2002 y 2011 es un mediocre

115
3.5%. Cifra que se beneficia del crecimiento del pib en Panamá
que estuvo entre 10 y 12% antes de la crisis mundial. Pero el cre-
cimiento de Panamá no se sustenta en una economía real sino en
la presencia en él de un centro financiero que atrae capitales que
no tienen ninguna incidencia productiva en el país.
Después de 2008, las cifras del pib son negativas y revelan
el fiasco productivo del neoliberalismo. Los datos de pobreza y
extrema pobreza de la sieca en 2010, revelan también el fiasco
social del neoliberalismo: en Guatemala 46% de la población es
pobre o miserable; en Honduras 54%, mientras que en Nicaragua
la cifra es de 57%. Pero estas cifras están hechas desde la compla-
cencia, pues la sieca entiende que pobreza es vivir con 60 dólares
al mes, mientras que extrema pobreza lo es vivir con 30 dólares.
Desde esta perspectiva, los guatemaltecos que ganan 100 dólares
(aproximadamente 750 quetzales) formarían parte de las clases
medias… En todo caso, no le veo muchas ventajas a un modelo
económico que, después de dos décadas, mantiene en la pobreza y
la miseria a entre el 40 y 60% de la población. En Guatemala, casi
25% de los niños están por debajo de la talla acorde de su edad y
50% por debajo de su peso. No lo digo yo, lo afirma la cepal.
En las próximas elecciones el pueblo de Guatemala acudirá
a votar desesperado por el rampante crecimiento de la violencia
delincuencial. Buena parte votará por la mano dura y auguro que
si gana Pérez Molina, dentro de cuatro años el país estará ensan-
grentado por la aplicación de una política de seguridad sustentada
preferentemente en la violencia del Estado y la violencia delin-
cuencial continuará. Porque el problema de la violencia delin-
cuencial y la inseguridad pública no es un problema imputable
solo a un mal gobierno. Es el resultado de una política neoliberal
que no ha dado resultados en empleos, elevación de la calidad de
vida, eliminación de la pobreza y alternativas para los jóvenes.
El problema que llevará a buena parte del electorado a votar por
Pérez Molina no es un problema de Guatemala.
Hoy el Triángulo Norte de Centroamérica (Guatemala, El Sal-
vador y Honduras) es la región más violenta del mundo. Datos
recogidos por el Sistema de Información Estadística de la Orga-
nización Mundial de la Salud (whosis, por sus siglas en inglés)
nos indican que en el segundo lustro de la primera década del

116
siglo xxi la violencia delincuencial creció a pasos agigantados en
dicha región. El Salvador, que en 2005 registraba una tasa de 48.8
homicidios por cada 100 mil habitantes, subió en 2006 a 55.3. En
dos años, Guatemala subió de manera espectacular sus índices de
violencia porque entre 2004 y 2006 pasó de 28.5 a 45.2. Honduras
se comportó de similar manera porque en 2004 su tasa de homici-
dios fue de 31.9 por cada 100 mil personas, mientras que en 2005
subió a 35.1, en 2006 a 42.9 y en 2007 49.9, y en 2009, un estudio
la ubicaba en 57.9.
Disculpen los lectores este artículo lleno de cifras. Pero he-
chos son amores y no buenas razones. Y los hechos indican hoy
el fracaso rotundo de una política se llame libertaria o neoliberal.
Y ningún puño amenazante resolverá los severos efectos de dicho
fracaso.

20 de julio de 2011

117
El infierno en el Triángulo Norte

Hoy, la región más violenta del mundo de todas aquellas en las


cuales no existe guerra, es la que conforma Guatemala, El Sal-
vador y Honduras. Los cascos urbanos capitalinos en los prime-
ros dos países, eventualmente, son lugares invivibles como con-
secuencia de la violencia delincuencial. Y en Honduras, la costa
atlántica es un lugar infernal. Las estadísticas son espeluznantes.
En ese país, la tasa de homicidios por cada 100 mil habitantes en
1999 era de 42.1; en 2012 tal tasa llegó a 90.4. Pero en San Pedro
Sula, acaso la ciudad más violenta del mundo, tal cifra llegaba
en ese año a 187 por cada 100 mil habitantes. Las causas de la
descomposición social en el Triángulo Norte de Centroamérica
exceden, por supuesto, las pretensiones de un pequeño artículo
periodístico. Pero es evidente que el narcotráfico está jugando un
papel importante en ese incremento exponencial de la violencia.
El narcotráfico es un negocio capitalista que también ha cre-
cido geométricamente en México y los tres países centroameri-
canos. Es ya un rubro importante en su crecimiento económico
de éstos últimos países. Tiene un potente motor: el mercado de la
droga más boyante en el mundo. En Estados Unidos, aproxima-
damente 20 millones de personas son consumidores de opiáceos,
tranquilizantes y estimulantes. Muchos millones más son habitua-
les consumidores de marihuana y la heroína en los últimos años
ha vuelto a ser una droga de gran consumo. He aquí pues, la causa
última del crecimiento de las Organizaciones Criminales Transna-
cionales, como ha llamado Steven Dudley, codirector de Insight
Crime, a los grandes cárteles del narcotráfico que operan en la
región, principalmente el cártel de Sinaloa, los Zetas y el cártel
del Golfo.
La organización de la producción y el trasiego de la droga,
según Dudley, podría tener varios niveles. La cúspide estaría

118
integrada por los grandes cárteles mexicanos, los cuales todavía
continúan actuando pese a los continuos golpes a sus principales
capos. Un segundo nivel, los cárteles locales en los tres países
centroamericanos, serían una suerte de socios menores encargados
del transporte y la producción local. Finalmente, habría un tercer
nivel constituido por pandillas, entre ellas las maras, cuyo negocio
sería el llamado narcomenudeo.
Secuestros y extorsiones son los otros negocios asociados al
narcotráfico y a menudo también son operados por las ligas meno-
res del crimen organizado. La violencia callejera, la que sufre el
ciudadano común y corriente, provendría en gran medida de este
nivel delincuencial, el cual estaría más cercano a la vida cotidiana
de la población. El choque entre las grandes corporaciones, por
ejemplo la guerra que se ha observado entre el cártel del Golfo
y los Zetas, o la que se pueda observar entre los cárteles de se-
gundo nivel, complementa el mundo de la violencia en México y
en el norte centroamericano. Actualmente, las masivas maras no
pueden ser desligadas del gran crimen organizado y, por lo tanto,
tampoco de la corrupción en los distintos niveles del gobierno.
He aquí pues, algunas pinceladas del infierno en el Triángulo
Norte de Centroamérica.

21 de julio de 2016

119
El avance de la izquierda en Centroamérica

En América Latina, la crisis del neoliberalismo provocó desde fe-


brero de 1989 (con el llamado caracazo en Venezuela) una ola
de movilizaciones sociales y sublevaciones populares que tuvie-
ron efectos políticos sustanciales: la emergencia de gobiernos de
centro izquierda e izquierda, los cuales se deslindaron del neoli-
beralismo de manera moderada o decidida y han constituido una
voluntad posneoliberal.
Durante algunos años, algunos analistas expresaron que tal
oleada posneoliberal nunca alcanzaría a Centroamérica. Motivos
que fundamentaran tal aseveración no faltaban. La región era con-
siderada un bastión de la dominación imperialista estadounidense.
Es de Centroamérica de donde, fundamentalmente, surgió el este-
reotipo de la “Banana Republic”, suerte de régimen semicolonial
con regímenes oligárquicos. Con el fin de la Guerra Fría y el auge
neoliberal, el estallido revolucionario de los años ochenta fue apa-
gado. Los sandinistas fueron derrotados en 1990 y los acuerdos de
paz en El Salvador en 1992, y en Guatemala, en 1996, expresaron
la correlación de fuerzas en la que quedaba la región en el contex-
to de un mundo unipolar.
Pero tal parece que las grietas que comenzó a mostrar el
neoliberalismo con la sublevación de Caracas en 1989 y la rebelión
zapatista en enero de 1994, han aparecido de manera consistente
en Centroamérica. El regreso del fsln al gobierno en 2006 y su
nuevo triunfo electoral en 2011, el triunfo electoral del fmln en
2009, el surgimiento del Frente Nacional de Resistencia Popular
y el Partido Libre como la segunda fuerza electoral en Honduras
en las elecciones de 2013, son muestras de la crisis hegemónica
neoliberal en la región. Es de destacar en este contexto, el
surgimiento del Partido Acción Ciudadana (pac) en Costa Rica,
fundado en 2000, al igual que el Libre en Honduras, logró romper

120
el bipartidismo con 26% de los votos en 2002 y obtuvo un empate
técnico en las elecciones de 2006 con 40% de los sufragios.
Las elecciones en El Salvador y en Costa Rica del 2 de fe-
brero de 2014, confirman que la crisis neoliberal que comenzó
en Sudamérica llegó a implantarse también en Centroamérica. El
fmln logró superar el desgaste del hacer gobierno, sus diferencias
internas y un excomandante guerrillero de las Fuerzas Populares
de Liberación, Salvador Sánchez Cerén, ganó la primera ronda
electoral con 49% de los votos. En Costa Rica, el pac con Luis
Guillermo Solís, ganó la primera ronda electoral con 30%, lo cual
origina que por primera vez en la historia, no triunfe un partido
del bipartidismo tradicional (Liberación Nacional y Unidad Social
Cristiana). En mi perspectiva, lo más notable ha sido el surgimien-
to de una fuerza a la izquierda del pac, el Frente Amplio que con
José María Villalta ha obtenido 17% de los votos.
El posneoliberalismo en Centroamérica ha tenido que ser ne-
cesariamente moderado. Con economías pequeñas, vulnerables y
geográficamente ubicadas en el patio trasero de los Estados Uni-
dos de América, no es posible observar procesos como los de Ve-
nezuela, Bolivia y Ecuador. Más aún, en Nicaragua la gestión de
Daniel Ortega muestra signos de incongruencia y hasta de autori-
tarismo. Pero en el concierto latinoamericano, el gobierno sandi-
nista se ha ubicado en la alba y ha sido un activo en el concierto
que Hugo Chávez logró en la región.
Si el centro izquierda y la izquierda unen fuerzas para la se-
gunda ronda en Costa Rica, algo nuevo podría surgir en dicho país.
Si el fmln logra mantener a la derecha dividida en El Salvador
para la segunda vuelta, logrará un segundo período y un margen
de tiempo adicional para sus pretensiones de gobierno progresista.
Y lo que parecía imposible años atrás, un mundo distinto al
neoliberal, tendrá alguna posibilidad.

6 de febrero de 2014

121
Los Zetas en Guatemala

Hace unos días, México se conmocionó de nuevo con las noti-


cias de la tragedia que viven los 300-400 mil migrantes, principal-
mente centroamericanos, que atraviesan anualmente el país. Un
grupo numeroso que viajaba el 16 de diciembre en el “Tren de la
Muerte”, fue interceptado en primera instancia por las autoridades
de migración y posteriormente por un grupo de encapuchados, el
cual secuestró a un buen número de ellos.
Las noticias indicaron que los secuestradores probablemente
eran integrantes de los grupos delictivos la Mara 13 o Zetas. Las
dos organizaciones criminales tienen claros antecedentes en esta
actividad que se ha convertido en un jugoso negocio en México.
Los informes de Amnistía Internacional dan cuenta de que alrede-
dor de 20 mil migrantes son secuestrados al año. Y los testimonios
de los migrantes revelan que se cobran rescates de entre mil y
3 mil dólares. Esto indicaría que se trata de un jugoso negocio
que podría rendir dividendos de entre 20 y 60 millones de dólares
anuales.
No es casual entonces que los Zetas y otras organizaciones
criminales hayan decidido ampliar sus negocios hacia el secuestro
de migrantes y que esta actividad haya ocasionado tragedias ma-
sivas como la masacre de 72 migrantes en Tamaulipas, en agosto
de 2010, y la desaparición de al menos medio centenar de ellos.
Resulta inverosímil la afirmación del gobierno mexicano de que
la aparición de los Zetas en Guatemala se debe al éxito del gobier-
no de Felipe Calderón en el combate al narcotráfico. En realidad,
lo que presenciamos en Guatemala es la expansión de una orga-
nización criminal que crece exponencialmente en unos cuantos
años. Como seguramente lo saben los lectores de La Hora, los
Zetas nacieron como brazo armado del cártel del Golfo. Su núcleo
inicial estuvo conformado entre otros elementos por exkaibiles

122
reclutados incluso mediante anuncios radiofónicos. La expansión
del poderío militar del antaño brazo armado hizo que los Zetas
empezara a disputarle el territorio del estado de Tamaulipas a la
organización que los hizo nacer. Hoy le disputa toda la zona del
Golfo de México. Probablemente influyó el que el cártel del Golfo
fuera severamente golpeado con la captura y extradición de sus
primeros capos: Juan García Abrego, Osiel Cárdenas y reciente-
mente el hermano de éste.
La causa de la expansión de los Zetas hacia Guatemala es es-
tratégica. Así lo demuestra que su objetivo inicial, cuando en 2007
planificaron su implantación en Guatemala, haya sido el control
de la zona de Sayaxché en Petén, Cobán en Alta Verapaz y Za-
capa. Se trataba de controlar la zona septentrional del país para
lograr una amplia zona de corredores hacia México.
En enero de 2008, los Zetas ingresaron al país, y en marzo de
ese año eliminaron en cruenta matanza de diez personas al capo
local del narcotráfico Juan León Ardón, alias “Juancho”. Fue esta
una muestra de la violencia usada para eliminar la competencia y
conquistar el territorio guatemalteco. Paulatinamente han doble-
gado, asimilado o establecido alianzas con los cárteles guatemal-
tecos y hoy pueden ser el cártel más importante en el país. Los
últimos informes de la dea y del Centro de Estudios Internaciona-
les Woodrow Wilson indican que los Zetas controlan el negocio
del narcotráfico en Petén, Huehuetenango, Quiché, Alta Verapaz,
Izabal y Zacapa. Controlando el narcotráfico en 75% del territorio
nacional y haciendo el trasiego anual de entre 250 y 300 tonela-
das de cocaína, los Zetas deben ser vistos como una organización
criminal notablemente exitosa. Esto lo han logrado en tres años
solamente.
México es hoy un país asolado por la fracasada guerra
contra el narcotráfico. Éste es un monstruo de mil cabezas y la
violencia desatada en dicho país que ya tiene un costo de 30 mil
muertos en los últimos cuatro años, al parecer no ha servido de
mucho. Con altibajos, siguen operando los cárteles de Sinaloa,
de Tijuana, de Juárez, del Golfo, del Milenio, de La Familia y de
los Beltrán Valencia. Probablemente, los golpes propinados por
el Estado mexicano a las organizaciones del narcotráfico, rompen
equilibrios y atizan la competencia sangrienta que los distintos

123
cárteles mantienen entre sí. Esto explicaría la violencia creciente
y cada vez más cruel que se observa en México.
Hay informes de que el menos golpeado de los cárteles mexi-
canos, el de Sinaloa, está penetrando a Guatemala por la costa del
Pacífico. Si esto fuera cierto, el país corre el riesgo de que en poco
tiempo, su territorio sea la prolongación de la disputa sangrienta
que éstos mantienen en México. La delincuencia común, la de
los carteristas, los que roban celulares, asaltan a transeúntes, es
preocupante. Sobre todo si esta delincuencia común empieza a
ser socia menor de la delincuencia organizada. Pero ésta última,
el crimen de altos vuelos, el que tiene la capacidad de penetrar
hasta las altas esferas del Estado y la iniciativa privada, es la que
amenaza de verdad a la sociedad y a la viabilidad de Guatemala
como nación.

28 de diciembre de 2012

124
La expansión del narcotráfico a Guatemala

Se llamó Feliciano Tagual Ovalle, era guatemalteco y su cuerpo es


uno de los 120 cadáveres que se encontraron en los primeros quin-
ce días de abril, en las fosas clandestinas localizadas en el muni-
cipio de San Fernando, Tamaulipas. Seguramente, el lector recor-
dará a dicho municipio, porque fue ahí en donde las fuerzas de
seguridad mexicanas encontraron en un rancho a 72 migrantes sin
vida, presumiblemente, asesinados por los Zetas. Hoy, este triste-
mente célebre lugar vuelve a ser noticia de un hecho que revela
cómo el narcotráfico ha rebasado a las autoridades mexicanas.
Hace unas semanas, el presidente Barack Obama dijo a uno
de los medios de comunicación en México que después de cuatro
años de guerra contra el narcotráfico, éste se encuentra más pode-
roso que nunca. De manera elíptica Obama reconoció el fracaso
de la política del gobierno de Felipe Calderón que ha ensangrenta-
do al país con más de 35 mil ejecuciones y ha causado dolor entre
los familiares de víctimas inocentes que son vistas como “daños
colaterales”. Lo que resulta descorazonador ante estos hechos es
que se trata de una guerra inútil. El narcotráfico mexicano, a quien
ya se considera uno de los más poderosos del mundo y, definiti-
vamente, el más poderoso de América Latina, no solo no se ha
replegado sino, más bien, se ha expandido hacia Centroamérica y,
en particular, a Guatemala.
Desde hace dos años se sabe que una de las organizaciones
criminales más importantes de Guatemala, el cártel de los Lo-
renzana, es el socio local del más poderoso cártel mexicano: el
de Sinaloa, dirigido por Joaquín “el Chapo” Guzmán Loaera. La
expansión de los cárteles mexicanos a Guatemala ha sido inter-
pretado de manera autocomplaciente por el gobierno de Calderón:
arrinconados por la ofensiva gubernamental los cárteles mexica-
nos no habrían tenido más remedio que replegarse a Guatemala.

125
La lectura del libro de la periodista mexicana Anabel Her-
nández, Los señores del narco, publicado hace poco por Grijal-
bo, podría dar la clave de lo que en realidad está sucediendo. La
guerra contra el narcotráfico en México no ha sido tal: ha sido
una guerra entre narcotraficantes. No puede observarse sino con
suspicacia que el cártel de Sinaloa no ha sido golpeado con la
muerte o captura de sus capos. Es dudosa la muerte de uno de ellos
el año pasado. El cadáver que se suponía era de Ignacio “Nacho”
Coronel no correspondía en edad, complexión y huellas dactilares
al del famoso capo de dicho cártel. En cambio los capos Beltrán
Valencia, los Arellano Félix (Tijuana), los García Abrego y Cár-
denas Guillén (el Golfo), los Carrillo Fuentes (Juárez) y Nazario
Moreno González (la Familia Michoacana), han sido muertos o
capturados y extraditados. Gozan de éxitos, riqueza, libertad y au-
reola legendaria los otros líderes del cártel de Sinaloa: Joaquín
el “Chapo” Guzmán, Juan José Esparragoza el “Azul”, Ismael el
“Mayo” Zambada. El año pasado la revista Forbes declaró a “el
Chapo” uno de los hombres más ricos del mundo con una fortuna
de mil millones de dólares.
Así pues, la parte victoriosa de la guerra entre los distintos
cárteles, ha sido el cártel de Sinaloa, que logró doblegar a su anti-
guo enemigo (el cártel del Golfo), que ahora es su aliado. El cártel
de Sinaloa cuenta desde hace aproximadamente diez años con el
apoyo de decisivas instancias del gobierno mexicano: ni más ni
menos que las encargadas de la seguridad del país. Con ese apo-
yo se ha golpeado severamente a los cárteles de Tijuana, de los
Beltrán Leyva, de Juárez y la Familia Michoacana. Estos triun-
fos se presentan como del gobierno mexicano cuando en realidad
son del cártel de Sinaloa. El único cártel que ha podido enfrentar
militarmente al de Sinaloa es el de los Zetas. Si no hubiera sido
por la ayuda de sus socios gubernamentales, el cártel de Sinaloa
habría sido duramente golpeado por la efectividad militar de un
grupo que nació con la asesoría de militares mexicanos y kaibiles
guatemaltecos.
La autocomplaciente interpretación del gobierno mexicano
respecto de la expansión del narcotráfico hacia Centroamérica, se
viene a los suelos cuando se observa que no han sido los cárteles

126
más golpeados los que están ya en Guatemala. Es el cártel de Los
Zetas quien controla el narcotráfico en el 75% del territorio gua-
temalteco. Y es el cártel de Sinaloa , el cual está entrando por el
Pacífico, el que le empieza a disputar al primero su hegemonía.
¿Acaso Guatemala será la continuación de la guerra entre
cárteles que ha ensangrentado a México?

13 de abril de 2011

127
Violencia desbocada, ¿culpa del gobierno?

El candidato Otto Pérez Molina ganó las elecciones de 2011, bá-


sicamente porque logró convencer a buena parte de la ciudadanía
de que con mano dura se acabaría con la violencia delincuencial
que azota a Guatemala. También ganó las elecciones porque con-
trastó exitosamente su imagen de hombre recio y enérgico con la
blandengue y vacilante del entonces presidente Colom. Supuesta-
mente el carácter dubitativo de éste, había permitido la violencia
desbocada.
Buena parte de la propaganda negra que corrió en los meses
anteriores a las dos vueltas electorales, fue que el presidente Co-
lom no mandaba sino que en realidad lo hacía su cónyuge. No
ocurriría eso con el don de mando que blasonaba el general. Al
evaluar la presencia de la súper vicepresidencia ustedes dirán si
ahora también existe o no, una pareja presidencial. Con esa ima-
gen de hombre fuerte que tanto ama buena parte de los guatemal-
tecos, Pérez Molina logró ser electo sustentándose en gran medida
en 71% de los votos de la zona metropolitana. Es explicable este
triunfo: los cascos metropolitanos de Guatemala y El Salvador y
la costa atlántica de Honduras son las regiones más violentas del
mundo.
En los siete meses de este año 2012, el monto de homicidios
comparado con el de 2011 en efecto bajó un 7%. Magra disminu-
ción para las expectativas que generó el candidato y su staff de mi-
litares retirados avezados en el arte de la represión. Lo que resulta
impactante de acuerdo con las cifras del Ministerio de Goberna-
ción y el área de transparencia del Grupo de Apoyo Mutuo (gam),
es la gran ineficiencia de la mano dura de Pérez Molina: durante
2012, el ejército y la policía nacional realizaron 10 205 operati-
vos conjuntos para abatir a la delincuencia común y organizada.
Resultados: 145 capturas, 40 armas incautadas, 32 autos y motos

128
recuperadas. La ineficiencia gubernamental puede verse nítida si
se sabe que en Guatemala, según cálculos de fuentes estadouni-
denses, circulan entre 1.2 y 1.8 millones de armas ilegales, razón
por la cual 86% de los crímenes se cometen con armas de fuego.
En los mismos siete meses se denunciaron 3 139 casos de extor-
sión y solamente se realizaron 444 capturas. Las mismas fuentes
aseveran que por cada homicidio se cometen entre 20 y 40 hechos
de violencia delincuencial sin consecuencias fatales. Habiendo
sido asesinadas 3 405 personas hasta julio de 2012, si fuera certe-
ro dicho cálculo, podríamos decir que en Guatemala han ocurrido
entre 68 y 136 mil hechos de violencia delincuencial durante este
año. Ante esta mayúscula cifra, los centenares de capturas hechas
por la mano dura, resultan ridículas.
Los lectores y lectoras de esta columna seguro saben que el
gobierno de Pérez Molina no ocupa el primer lugar entre mis afec-
tos y afinidades. Pero tratando de ser objetivo, diré lo mismo que
cuando analizaba el fenómeno de la violencia delincuencial du-
rante el gobierno de Álvaro Colom: la violencia que azota a los
países del Triángulo Norte de Centroamérica no es solamente un
problema de mal gobierno. En lo esencial es un problema de Es-
tado. Es la combinación de cifras de pobreza que oscilan entre 50
y 70%; informalidad que abarca entre 50 y 60% de la Población
Económicamente Activa (pea); policías y sistemas judiciales co-
rruptos, y la ventaja o desgracia geográfica del triángulo referido
como puerta de entrada para 90% del tráfico de cocaína.
Contrario a lo que pregonó el candidato Pérez Molina, la
mano dura no está funcionando. En gran medida porque ha sido
ineficiente. Pero justo es decirlo: también porque la violencia de-
lincuencial tiene raíces estructurales no imputables al gobierno de
turno, sino a la descomposición que ha generado el proyecto his-
tórico de la derecha.

13 de septiembre de 2012

129
Pérez Molina: mano dura fallida

Recuerdo muy bien las acervas críticas que recibieron Álvaro


Colom y su gobierno desde muy pronto y, sobre todo, a partir
de la mitad de su período. Entre ellas estaba el que la esposa del
presidente tenía una presencia hipertrofiada y que la violencia
delincuencial estaba desbocada. Ambos hechos contribuyeron a
consolidar la imagen de Colom como la de un hombre blanden-
gue. En el imaginario de amplios sectores fue el caldo de culti-
vo para que el slogan de campaña de Otto Pérez Molina (“mano
dura”) finalmente penetrara en la población. Recuerdo, además,
haber visto en las instalaciones electorales del hotel Tikal Futu-
ra, cómo la votación metropolitana para Pérez Molina se disparó
hasta en 70% del total de votos. Y esto resultaba comprensible en
una población que estaba desesperada y lo sigue estando ante la
imbatible delincuencia, particularmente la común que es la que la
asuela. El gobierno de Colom también fue acusado de corrupción
e ineficiencia.
Por ello, al leer los balances de dos años de gobierno de Pérez
Molina, que han hecho circular el Programa de Opinión Publica de
la Universidad Rafael Landívar (“Evaluación del segundo año del
gobierno de Otto Pérez Molina”) y un comunicado de la Fundación
Mirna Mack (“¿Cómo y dónde estamos?”), no puedo sino pensar
en las ironías de la historia. Una síntesis de estos dos documentos
permite concluir lo siguiente: el gobierno de Pérez Molina no ha
podido abatir la corrupción pese a las leyes de transparencia; es
en la adjudicación de obras públicas, soborno mediante, donde
dicha corrupción aparece de manera clara; la rampantemente
creciente corrupción en el Congreso tiene que ver con la omisión
gubernamental para combatirla; la ineficiencia gubernamental
se observa en seguridad, justicia, salud y educación. Evidencia
de ello es el subejercicio presupuestal: en noviembre de 2013, el

130
presupuesto gubernamental se había ejercido solamente en 79.1%
y el Ministerio de Desarrollo solo lo había ejecutado un 52%. El
decomiso de droga bajó en relación con el gobierno anterior. ¿Y
la “mano dura”? Como resultado de medidas implementadas por
Colom, hasta el 2012 el número de homicidios tendió hacia la
baja. Pero esta tendencia se revirtió en el segundo cuatrimestre de
ese año y se deterioró aún más en 2013.
Digna de atención resulta la evaluación del desempeño de la
vicepresidenta Roxana Baldetti: carece de reflexión política me-
surada o es francamente imprudente y, la hipertrofia de su poder,
lleva a uno de los analistas entrevistados en la evaluación hecha
por la Universidad Landívar, a la conclusión de que estamos ante
un gobierno bicéfalo: muchas de las decisiones tienen que ser
consensuadas con la vicepresidenta con lo cual Pérez pierde li-
derazgo. No cabe duda de que si con Colom teníamos una pareja
presidencial, con el de Otto Pérez Molina tenemos otra más.
He escrito desde el momento en que el general Pérez Molina
fue electo, que su gobierno tendría atavismos contrainsurgentes y
vocación neoliberal. Las evaluaciones referidas coinciden en otros
términos con mi caracterización: este gobierno ha sido un aliado
en la imposición de las mineras e hidroeléctricas y en el despojo
territorial que ello implica. Ante el conflicto que este despojo des-
ata, el Gobierno ha privilegiado la defensa del orden público en
detrimento de los derechos humanos. Esto hace previsible que la
conflictividad social se va a incrementar.
En suma, al término de este periodo es previsible que una vez
más el partido oficial en turno se encuentre desgastado y que con-
tinúe la rutina de la alternancia en el contexto de la ausencia de
un sistema de partidos estable. El partido Patriota empezará a ser
historia y se extinguirá.
Y la estridencia de la “mano dura” será un proyecto fallido
más.

13 de enero de 2014

131
Honduras en el retorno de Mel Zelaya

Después de cinco semanas y de regreso de Buenos Aires, he te-


nido la oportunidad de estar nuevamente en Honduras. Una parte
muy importante de la población está eufórica y con grandes ex-
pectativas. Las apreciaciones de cuantos fueron a recibir a Zelaya
al aeropuerto de Toncontín son variadas. Cálculos hechos por el
Frente Nacional de Resistencia Popular hablan de medio millón
de personas. Estimaciones más conservadores hablan de 100 mil,
mientras hay quienes, expresando su antipatía, aprecian tal monto
en 30 mil personas.
Hace unas semanas se podía sentir que José Manuel Zelaya
Rosales, regresaría a Honduras menos de dos años después de
haber sido derrocado merced a un golpe de estado. Juristas y au-
toridades judiciales se apresuraron a decir que pese a los planes
del presidente Porfirio Lobo, la decisión de dejar en suspenso los
cargos contra el expresidente, no implicaba que no se reactivaran
en cuanto Zelaya pusiera un pie en Honduras. Al parecer, las ame-
nazas de la derecha no pudieron cumplirse y Mel Zelaya retornó a
Honduras el 28 de mayo, exactamente un año y once meses des-
pués de que fue sacado de su casa en pijama y puesto en un avión
que lo llevó al destierro.
Los motivos de Pepe Lobo para apoyar ese retorno resultan
claros: Honduras estaba entrando en una asfixia económica debido
a la suspensión de financiamientos que acarreó su expulsión de
la oea. Al actual gobierno le urgía el regreso de Zelaya, lo cual le
abriría las puertas de la misma. Los motivos de Lobo se convierten
en los motivos del lobo, porque el Presidente está interesado en
una asamblea constituyente que haga un trabajo a modo del Partido
Nacional. La reelección es ansiada por varios expresidentes.
Artífices del pacto que retornó a Zelaya, plasmado en el
Acuerdo de Cartagena de Indias, han sido el presidente venezolano

132
Hugo Chávez y el colombiano Juan Manuel Santos. Los motivos
de Chávez resultan claros: con Zelaya de regreso en Honduras se
incrementan las posibilidades de voltear la balanza centroamericana
a su favor. Los motivos del presidente colombiano no me resultan
diáfanos, pero es evidente que Venezuela y Colombia buscan dejar
atrás los desencuentros que provocó el expresidente Álvaro Uribe.
Pasada la euforia del retorno, las incertidumbres son varias.
Una de ellas es si Mel podrá mantener el enorme capital político
que ha ido forjando su liderazgo carismático. Zelaya es hoy el
líder político más influyente en Honduras y la cúpula del Partido
Liberal lo sabe muy bien. Pese a que buena parte de esa cúpula,
empezando por Roberto Micheletti, participó en el golpe de junio
de 2009, no se han atrevido a expulsarlo de sus filas. Por lo con-
trario, hoy le hacen cantos de sirena para que vuelva al partido y
los ayude a ganar las elecciones de 2013, y así arrebatarle la pre-
sidencia al gobernante Partido Nacional. En el interior del fnrp se
exige que no vuelva a su partido y que consolide su posición como
máximo conductor de dicho frente. La estrategia de Zelaya es cla-
ra: se ha declarado “liberal y socialista”. Por un lado, quiere con-
solidar su arraigo en las bases del partido liberal y, por otro lado,
quiere mantener su influencia en las del fnrp, las cuales, por cierto
se mezclan, porque buena parte de las bases de la resistencia son
las bases liberales. Contrario a las dudas de los más radicales del
fnrp, los refundacionales y/o insurreccionales, Zelaya se prepara
para participar en las elecciones de 2013 y se habla de agregar al
fnrp un Frente Amplio que sumaría a las distintas expresiones de
los liberales en resistencia y al partido Unificación Democrática,
grupos pequeños pero acaso decisivos para conquistar la mayoría
electoral en dicho año.
Uno de los dilemas de la resistencia son los tiempos para la
Asamblea Constituyente. Otro, los alcances de ésta. Un sector mi-
noritario pero muy activo del fnpr, que pugna por una autoconvo-
catoria constituyente, la cual organizaría y politizaría a grandes
sectores del pueblo hondureño. Pero un proceso constituyente sin
el consenso de todas las fuerzas políticas del país no tendría más
que un valor simbólico. Algo que seguramente no apreciará un
político como Zelaya, educado en la marrullería de la realpolitik.

133
La astucia es la esencia del arte político. Pero deja de tener
sentido si no se guía por principios y objetivos estratégicos. En
Honduras los principios y objetivos del gran movimiento político
que de manera insólita y acaso imprevista desencadenó Zelaya,
son los de empezar a construir el camino del posneoliberalismo y
de una democracia participativa.

16 de junio de 2011

134
Los dilemas de la resistencia hondureña

El domingo 26 de junio de 2011 se celebrará en Honduras la Asam-


blea Nacional del Frente Nacional de Resistencia Popular. Dicha
asamblea, ha sido precedida de la reunión de la Coordinación y
Comité Político del fnpr, celebrada el 10 de junio recién pasado.
Tanto este evento como el que se celebrará próximamente, han
sido marcados por la presencia del Coordinador del FNRP, José
Manuel Zelaya Rosales, líder indiscutible del vasto movimiento
social y político que se ha venido gestando en Honduras desde
hace aproximadamente cinco años.
El movimiento de masas más palpitante de Centroamérica, y
uno de los más notables de la América latina de hoy, discutirá
posibles alternativas a buena parte de los dilemas que en la ac-
tualidad se presentan en el contexto del regreso de Mel Zelaya
a su patria. El primero de ellos lo tiene el propio Zelaya. Figura
conspicua del Partido Liberal. Su movimiento va mucho más allá
de dicho partido por lo que pensar en la lucha política encasillada
en el mismo sería mutilar significativamente a dicho movimiento.
Por otro lado, no es posible soslayar que buena parte de la base
del fnrp procede de las filas del liberalismo y que la lucha por
conseguir la mayoría electoral atraviesa por la negociación con las
diversas tendencias liberales, excepto aquellas que fueron belige-
rantemente golpistas, como las que encabeza Roberto Micheletti.
¿Abandonará Zelaya el Partido Liberal, como se lo demanda el
sector más beligerante del movimiento? ¿O bien caminará entre
dos aguas, como lo anunció al declararse “liberal y socialista”?
Otros dilemas han sido dejados atrás por el propio curso de
los acontecimientos. Por ejemplo, durante los seis meses que si-
guieron al golpe de Estado, el sector más radical de la resistencia
hondureña consideraba que se estaba desperdiciando el momen-
to para desatar una insurrección que condujera a la resistencia al
poder. Una insurrección atraviesa por un acopio significativo de

135
armas, una decisión de amplios sectores del pueblo de enfrentarse
violentamente al poder establecido y de una fractura significativa
del ejército gubernamental. Hasta donde puedo ver, ninguna de
esas condiciones existían en Honduras.
Acaso el dilema más importante de la resistencia hondureña
en el momento actual es con respecto a la Asamblea Constituyente.
En este asunto, el heterogéneo movimiento que es la resistencia,
se ha expresado en tres tendencias: una vería el proceso constitu-
yente como algo reducido a los partidos políticos tradicionales y
sin una mayor participación de los amplios sectores populares que
le ha dado vida a la resistencia; la tendencia del “espacio refunda-
cional” ve el proceso constituyente como “autoconvocado”, como
proceso de educación política y organización de amplios sectores
populares y como una vía para tomar el poder; una tercera ten-
dencia, coincidiría en la necesidad de educación y organización
de los de abajo, pero se manifiesta escéptica de que un proceso
constituyente autoconvocado tuviera efectos vinculantes, porque
se haría sin el concurso de todas las fuerzas políticas hondureñas
y esto incluye a la derecha.
Otro dilema se refiere al proceso electoral de 2013. ¿Es este
proceso electoral la prioridad del fnpr o es el proceso constituyente
autoconvocado que decidió la Asamblea Nacional de febrero pasa-
do? Podría pensarse que ambos procesos no son excluyentes pero es
realista dudar si coinciden los tiempos políticos para impulsarlos. El
“espacio refundacional” insiste que deben mantenerse las condicio-
nes para la participación electoral del fnrp acordadas en la Asamblea
Nacional antes mencionada: retorno de Zelaya, la autoconvocatoria
de la Asamblea Constituyente y una nueva ley electoral.
Seguramente Zelaya que convalidó estas decisiones ahora lo
esté repensando. Como político educado en la realpolitik sabe que
las coyunturas electorales suelen ser volátiles. ¿Estarían en 2017
las mismas condiciones que se observan ahora y de cara al 2013?
Resulta evidente que si la resistencia quiere darle perspectiva
al gran movimiento desatado por el entusiasmo generado por
el Zelaya gobernante y la indignación generada por el Mel
derrocado, tendrá que crear un camino consistente que la lleve de
nueva cuenta a ser gobierno.
23 de junio de 2011

136
Honduras, dos años después

Recientemente tuve el gusto de estar nuevamente en Honduras.


Sucedió porque bajo los auspicios de la Fundación Friedrich
Eberth fui a presentar el número 17 de Bajo el Volcán, la revista
del posgrado de Sociología de la Benemérita Universidad Autóno-
ma de Puebla. La misma ha sido dedicada a Honduras y contiene,
además de cuatro artículos escritos por académicos hondureños
acerca del proceso político en dicho país, entrevistas con ocho
dirigentes representativos de la resistencia hondureña. Ésta se ha
transformado sustancialmente en el partido Libertad y Refunda-
ción (Libre). Al igual que en 2011, tuve la oportunidad de parti-
cipar en el desfile del 1 de mayo en Tegucigalpa. Y no pude sino
recordar que era lo que acontecía hace dos años y contrastarlo con
lo que hoy sucede.
En aquel momento el país, y en particular el Frente Nacional
de Resistencia Popular (fnrp), se encontraba en vilo ante la posibi-
lidad del regreso del exilio del derrocado presidente José Manuel
Zelaya. Recuerdo haber marchado por las calles de Tegucigalpa
y culminado esa marcha en el parque central, en donde tuve la
oportunidad de escuchar el discurso de Xiomara Castro, la esposa
de Zelaya, convertida en una personalidad de la resistencia. Las
discusiones que se observaban en aquel momento las recogí en
un artículo publicado en La Hora de Guatemala, el 16 de junio de
2011. ¿Podría Zelaya conservar su capital político al regresar del
exilio? ¿Abandonaría el partido liberal y escogería un camino dis-
tinto? ¿O por lo contrario, seguiría enzarzado en la lucha interna
dentro el bipartidismo hondureño? ¿Era adecuado participar en las
elecciones de 2013 o dedicarse solamente a la resistencia social?
¿Xiomara Castro estaría a la altura de los acontecimientos y sería
candidata presidencial?

137
Hoy, buena parte de estas interrogantes han sido resueltas.
Mel Zelaya sigue siendo el líder indiscutible de la oposición anti-
neoliberal en Honduras y cuenta con una popularidad asombrosa.
Ha abandonado el Partido Liberal y junto a cientos de miles de
hondureños se encuentra en el camino de afianzar un partido pro-
pio. Desde su regreso a Honduras fue explícito en la necesidad de
participar en la contienda electoral de noviembre de 2013. Final-
mente, Xiomara Castro fue electa, sin discusión, candidata presi-
dencial de Libre. Sus perspectivas son buenas: en las elecciones
primarias que realizaron los partidos Nacional, Liberal y Libre
para elegir a su candidato presidencial, Xiomara Castro fue la más
votada con más de 560 mil votos.
Ciertamente los dos grandes partidos históricos de Honduras
tuvieron cada uno de ellos más votos en esas primarias que las
que obtuvo Libre. El partido Nacional alcanzó más de un millón
de votos, el Liberal sumó 720 mil, mientras que Libre alcanzó casi
600 mil votos. Pero se ha acusado a los primeros dos partidos de
inflar sus votos, como siempre sucede, para mostrar una fuerza
que pueda influir en la elección de los votantes en la contienda
presidencial. Particularmente en el Nacional, las acusaciones de
fraude y prácticas ilegales no se hicieron esperar de parte del can-
didato derrotado Ricardo Álvarez, contra el ganador Juan Orlando
Hernández.
En el interior del partido Libre, las elecciones internas mos-
traron cómo la influencia de las bases liberales es decisiva. La
tendencia que proviene de la izquierda revolucionaria y los mo-
vimientos sociales alcanzó, aproximadamente, 30% de los votos,
mientras que las diversas corrientes de liberales en resistencia ob-
tuvieron el 70% restante. En este 1 de mayo tuve la oportunidad
de escuchar a un Mel Zelaya afianzado en una postura de centro
izquierda y enarbolar la bandera del “socialismo democrático”.
Una nueva Honduras está naciendo. Paradójicamente, la ha
hecho nacer el golpe reaccionario de junio de 2009. Lección que
debería aprender la derecha extremista.

19 de mayo de 2013

138
Honduras en vísperas de las elecciones de
2013

El 24 de noviembre de 2013, Honduras elegirá al nuevo presidente


de la república, a 128 diputados y a sus gobiernos municipales. Si
las elecciones son limpias y libres, Honduras recuperará la norma-
lidad de la democracia liberal y representativa, rota en ocasión del
golpe de Estado que depuso a José Manuel Zelaya a fines de junio
de 2009. Novedoso en este proceso electoral es el surgimiento de
Libertad y Renovación (Libre), encabezado por Mel Zelaya y su
esposa, la candidata presidencial Xiomara Castro. Cualquiera que
sea el resultado de dicho proceso electoral, algo no podrá ser evi-
tado: se habrá roto el bipartidismo Liberal-Nacional.
Los candidatos viables son Xiomara Castro por Libre, Juan
Orlando Hernández por el Nacional y Mauricio Villeda del Libe-
ral. En las últimas encuestas ha repuntado un candidato neoliberal,
quien con su partido Anti Corrupción ha ganado una parte no in-
significante de las preferencias electorales. Pero todo apunta a que
la presidencia de la república se dirimirá entre Xiomara Castro
y Juan Orlando Hernández. Xiomara Castro ha estado bastante
adelante en las encuestas, aun cuando una realizada en octubre
hecha por cid-Gallup apuntaría a un empate técnico entre ambos
candidatos. El domingo 24 de noviembre, si las elecciones son
incuestionables, la verdad se impondrá.
Independientemente de los resultados, el hecho de que
Xiomara Castro esté donde está en las encuestas significa ya
un triunfo. El partido Libre es producto de un proceso lleno de
adversidades: el golpe de Estado de 2009; el surgimiento del Frente
Popular de Resistencia Nacional en medio de un auge represivo
que ha cobrado la vida de cientos de sus activistas; la discusión
interna entre sus adherentes y militantes con respecto a si el fprn
debería convertirse en partido y participar en estas elecciones;

139
el proceso de convertirse en un partido inscrito en medio de la
represión y ofensiva mediática. ¿Cuáles son las razones de su
éxito? Indudablemente el hecho de que Mel Zelaya se convirtiera
en un líder carismático y de gran arraigo popular.
Pero también hay que destacar lo que Jake Johnstone y
Stephan Lefebvre han dicho en su informe, auspiciado por el Cen-
ter for Economic and Policy Research en Washington d.c. Entre
2006 y 2008 (hay que recordar que Zelaya gobernó entre 2006 y
2009) el crecimiento del pib fue de 5.7%, mientras que en 2010-
2013 fue de 3.5; la desigualdad se redujo con Zelaya y ahora Hon-
duras tiene la mayor desigualdad de Latinoamérica; durante el
gobierno de Zelaya el gasto social (salud y educación) aumentó
como porcentaje del PIB, mientras el gobierno de Porfirio Lobo lo
redujo significativamente; las tasas de pobreza y pobreza extrema
tuvieron una caída de 7,7 y 20.9%, respectivamente, durante el
gobierno de Zelaya. Entre 2010 y 2012, la tasa de pobreza tuvo un
aumento de 13.2%, mientras que la tasa de pobreza extrema tuvo
uno de 26.3%. La tasa de desempleo ha aumentado desde un 6.8%
en 2008 hasta un 14.1% en 2012 y la situación empeora, porque
el porcentaje de personas que trabaja tiempo completo pero que
no percibe el salario mínimo aumentó de 28.8% en 2008 hasta
un 43.6% en 2012. Hay que recordar, que durante el gobierno de
Zelaya, el salario mínimo real aumentó al doble. Honduras tenía
buenas condiciones para recuperar el crecimiento cuando Porfirio
Lobo asumió la presidencia en 2010, pero esto no ha sucedido. Es-
tos son los tristes saldos del neoliberalismo golpista en Honduras.
El neoliberalismo se impuso en Honduras a través de la vio-
lencia golpista. Hoy el cuestionamiento al mismo se hace a tra-
vés de la reivindicación de la democracia. Lo nacional popular se
vuelve senda democrática. Vaya paradoja.

11 de noviembre de 2013

140
Honduras y México el mismo libreto

Al recibir las noticias acerca de las elecciones en Honduras del


domingo 24 de noviembre de 2013, no pude sino recordar mi pri-
mera experiencia de fraude electoral. Sucedió en la Guatemala de
marzo de 1974, cuando a Efraín Ríos Montt y al Frente Nacional
de Oposición, la dictadura militar, les robó las elecciones. Ese lu-
nes 4 de marzo era cierta la derrota del candidato de la dictadura,
Kjell Laugerud García. Paulatinamente, la tgw (la radio del Go-
bierno) empezó a propalar que la mayoría de los guatemaltecos
estaban equivocados, que el ganador era quien sabíamos perdedor.
Aquel fraude se dio en otro contexto. Ese año de 1974, Ríos Montt
fue el candidato de un arco amplio de fuerzas democráticas y re-
volucionarias que buscaba abatir electoralmente a la dictadura. El
fundamento de su elección como candidato opositor fue el refrán
que reza: “no hay peor cuña que la del mismo palo”.
Lo que en verdad me recuerda Honduras, es lo acontecido
en México en julio de 2006 y 2012. El contexto del fraude es
el mismo: el surgimiento inesperado de una fuerza opositora de
carácter antineoliberal, con vocación nacional popular (el partido
Libre). Por lo tanto, mutatis mutandis, el libreto es similar en
ambos países. En México en 2006, el neoliberalismo a través del
pan se robó las elecciones. En 2012, por medio del pri las compró.
He aquí el repertorio del fraude hondureño (el cual traduciré a
la jerga política mexicana cuando sea posible), que en México
resultará familiar: ofensiva mediática contra Xiomara Castro
como campaña del miedo a través de los principales medios de
comunicación; llamadas telefónicas, mensajes de texto, internet;
además de apagones en Tegucigalpa, principalmente en los
barrios opositores (“guerra sucia”); difusión de encuestas que
desvirtuaban la tendencia ganadora de Xiomara, y anuncio de
violencia poselectoral por parte de sus partidarios (“encuestas

141
copeteadas”); distribución de alimentos y otras provisiones 
(“operación despensa”); pagos en efectivo (“compra del voto”);
repartición de la tarjeta “cachureco”, canjeable por descuentos
o provisiones en supermercados (“operación monex”); electores
impedidos de votar porque ya otras personas lo habían hecho en
su nombre; electores imposibilitados de firmar el registro electoral
para propiciar la doble votación; electores impedidos de votar
porque no aparecían en el padrón electoral o estaban oficialmente
muertos (“electores rasurados”); electores que votaron varias veces
(“operación carrousel”); cambio de locaciones de urnas sin aviso
a los electores (“ratón loco”); urnas a las cuales ya se les habían
insertado papeletas (“urnas embarazadas”). Finalmente hay que
mencionar la sustitución ilegal de delegados de Libre en algunas
urnas por representantes del oficialismo, así como impedimento
en otras más de la llegada de observadores electorales. Por tanto,
fácil anulación de votos que favorecían a Libre.
A lo anterior hay que agregar la violencia observada en los
días previos, como lo evidenció el asesinato de dos activistas de
Libre la noche anterior, amenazas y detenciones de miembros de
dicho partido y de organizaciones sociales. Pero lo que verdade-
ramente ensombrece el proceso electoral, es lo que podría ser el
“fraude cibernético”: el lunes 25 no aparecían contabilizadas mil
900 actas electorales (400 mil votos y 19% de las actas), porque
el Tribunal Supremo Electoral consideró que tenían “inconsisten-
cias”. Otro candidato, Salvador Nasralla, denunció el robo de una
gran cantidad de computadoras y módems para enviar actas elec-
torales falsas y adulterar los resultados.
El jefe de observadores de la oea dijo que las elecciones en
Honduras podrían “reparar la fractura creada por el golpe de Esta-
do”. Esto ya no sucedió. Solo sucederá si, como ha planteado José
Manuel Zelaya, se revisan las elecciones a través de un recuento
de “acta por acta, urna por urna, pueblo por pueblo”. Inevitable
es que recuerde la consigna lopezobradorista de 2006: “voto por
voto, casilla por casilla”.

28 de noviembre de 2013

142
Margarita Murillo, mujer y luchadora
excepcional

Conocí a Margarita Murillo en ocasión de mi participación como


conferencista magistral en el II Congreso Nacional de Sociología
en San Pedro Sula, Honduras, en mayo de 2011. Además de esta
actividad, me encontraba preparando el número 17 de la revis-
ta Bajo el Volcán, del posgrado de Sociología de la Beneméri-
ta Universidad Autónoma de Puebla. Indagué cuáles luchadores
políticos y sociales podía entrevistar para que dieran testimonio
sobre las luchas hondureñas de antes y después del golpe de Esta-
do de junio de 2009. Mis amigos y colegas hondureños Eugenio
Sosa y Marco Tinoco me orientaron. Me hablaron en particular
de una mujer excepcionalmente valiente y honesta, cuya voz era
indispensable en la revista, cuyo eje temático central sería el gol-
pe contra Mel Zelaya y la resistencia antigolpista. Por fortuna, el
proyecto se logró y el lector o lectora puede acceder a la revista
a través de la red de revistas científicas Redalyc (http://www.re-
dalyc.org/toc.oa?id=286&numero=25451).
Cuando tuve la fortuna de conocer a Margarita, era la coordi-
nadora general del Frente Nacional de Resistencia popular en el
departamento de Cortés y también parte de la Coordinación Na-
cional del mismo Frente. Posteriormente, habría de ser fundadora
del partido Libre que encabeza el expresidente Zelaya y, además,
candidata a diputada por dicho partido en el mismo departamento
de Cortés. En el transcurso de la conversación, pude darme cuenta
que Margarita tenía una larga trayectoria de lucha, que arrancaba
desde las luchas sociales hondureñas de los años setenta, y que
había sido sobreviviente de la resistencia revolucionaria contra la
dictadura militar hondureña en los años ochenta. Fue fundadora y
dirigente de la Central Nacional de Trabajadores del Campo y par-
ticipó en la solidaridad con la lucha revolucionaria nicaragüense.

143
Por ese motivo fue encarcelada y torturada. Su compañero de vida
de aquel momento –Fredy Nolasco–, fue comandante de las Fuer-
zas Populares Revolucionarias Lorenzo Zelaya y, cuando ocupaba
ese cargo, fue asesinado en marzo de 1987. En ese contexto salió
al exilio y regresó en la década de los noventa para nuevamente
incorporarse a las luchas sociales y políticas. En el momento del
golpe contra Zelaya en junio del 2009, Margarita encabezó y or-
ganizó la resistencia en Cortés y, particularmente, en San Pedro
Sula. Su hijo Samuel fue secuestrado en esos días.
Margarita no concebía la lucha por un nuevo orden social
como algo que se agotaba en lo político-electoral. La entrevista
que le hice fue momentos antes de una actividad del Foro Social
del Valle de Sula, en el cual ella participaba. Su muerte se debió
a esta trayectoria y por la última lucha que encabezó: una recupe-
ración de tierras, hecha por la organización que presidía, la Aso-
ciativa Campesinos de Producción Las Ventanas. Fue sorprendida
y acribillada por hombres encapuchados mientras se encontraba
laborando en una parcela en el municipio de Villanueva en Cortés.
Como me ha escrito Eugenio Sosa: “El movimiento popular
y el pueblo hondureño han perdido a una de sus mujeres más va-
liosas”. Juan Orlando Hernández debe responder por este crimen.

4 de septiembre de 2014

144
Costa Rica, fracaso neoliberal

Durante décadas, Costa Rica se distinguió del resto de Centroa-


mérica en que fue expresión del Estado de bienestar y la economía
keynesiana. Independientemente de sus diferencias, la socialde-
mocracia y la derecha socialcristiana coincidieron en preservar el
legado de la revolución de 1948, que encabezara José Figueres.
Desde antes, durante el gobierno de Rafael Calderón Guardia con
el apoyo de la Iglesia católica y el Partido Comunista se promul-
garon las garantías sociales en la Constitución y el Código de Tra-
bajo. Por ello, los índices sociales son diferentes al del resto de la
región. Con su democracia y Estado de bienestar, Costa Rica fue a
menudo llamada “la Suiza de Centroamérica”. Esta situación em-
pezó a sufrir cambios sustanciales a partir de 1982 y, particular-
mente, durante el primer gobierno de Oscar Arias (1986-1990). La
hegemónica socialdemocracia en el partido Liberación Nacional,
siguiendo la tendencia universal socialdemócrata de reorientarse
hacia el neoliberalismo (Tony Blair y la tercera vía), empezó a
desmantelar su propia obra. El partido comenzó a dividirse y el
pueblo costarricense a apartarse de los partidos tradicionales.
Esto fue evidente desde las luchas en 2000 por defender la
Caja del Seguro Social y particularmente en la lucha contra el tlc
durante 2006, que culminó en un disputado referéndum en 2007.
Surgió el Partido Acción Ciudadana (pac) que con Othón Solís
estuvo a punto de ganarle la presidencia a Oscar Arias en 2006.
El bipartidismo tradicional de Costa Rica se rompió y se hizo evi-
dente que Liberación Nacional, como el pri en México, estaba en
crisis por abandonar su proyecto histórico.
He aquí los antecedentes sucintos de lo que ha sucedido con el
retiro del candidato liberacionista Johnny Araya para la segunda
vuelta de las elecciones presidenciales de 2014. La declinación in-
cluso contraviene el artículo 138 de la Constitución costarricense,

145
pero los indicios para Araya eran devastadores: se había gastado la
mayor parte del dinero de la campaña en la primera vuelta y había
perdido; las encuestas lo colocaban, a lo sumo, con un 30% de las
preferencias, mientras Luis Guillermo Solís del pac contaba con
un 65-70% de las mismas. Lo sucedido en esas semanas reveló el
fracaso neoliberal en Costa Rica: dos fuerzas políticas (el pac y el
Frente Amplio), que han sido críticas del neoliberalismo (en grados
distintos) ascendieron vertiginosamente; el bipartidismo histórico
fue quebrado; la socialdemocracia neoliberal de Liberación Nacio-
nal está en bancarrota; la derecha socialcristiana del pusc tiende a
la irrelevancia (6% de los votos en la primera vuelta).
En síntesis, los que se opusieron a la privatización del seguro
social en 2000 y al tlc en 2007 han resultado ganadores en 2014.
El neoliberalismo se encuentra desfundado en Costa Rica, pero
la gran pregunta es si el posneoliberalismo podrá abrirse paso.
He aquí, pues, el gran reto que tiene el pac en Costa Rica. ¿Se
aliará al Frente Amplio con su 17% de los votos y 9 diputados?
¿O resolverá el pleito de familia con Liberación Nacional y sus 18
diputados? Pronto sabremos la respuesta a estas preguntas.

9 de marzo de 2014

146
Nicaragua, Nicaragüita

Recientemente he regresado de Nicaragua después de participar


en el XV Congreso Centroamericano de Sociología. Al recorrer
las calles de una remozada Managua, evoqué las veces que an-
teriormente estuve en la patria de Darío, Sandino y Fonseca. La
primera vez sucedió en diciembre de 1979, cuando la revolución
nacía y el país estaba lleno de sueños. Managua, Masaya, Monim-
bó y otras ciudades mostraban todavía los estragos de las cruentas
batallas de la gran guerra que derrocó al dictador Anastasio Somo-
za. Viajando en un avión de carga de regreso de una breve estadía
en Cuba, estuve una segunda vez en marzo de 1980.
Finalmente, en julio de 1989, asistí a la celebración del dé-
cimo aniversario de la revolución. Managua era una ciudad ca-
lurosa, polvorienta y poco urbanizada. Participé en el desfile
conmemorativo que culminó en un mitin presidido por los nue-
ve comandantes, en el cual Daniel Ortega pronunció una suerte
de primer discurso de campaña. Aludiendo a la Unión Nacional
Opositora (uno) que postulaba a Violeta de Chamorro, Daniel co-
menzó su discurso diciendo “Uno es ninguno”. No era cierto. En
febrero de 1990, el fsln fue derrotado y un abatido Ortega aceptó
su revés mientras era abrazado por su esposa Rosario Murillo. La
Revolución había sido derrotada por la guerra de baja intensidad
y lejos quedaba la bellísima canción de Carlos Mejía Godoy: “Ay
Nicaragua, Nicaragüita… ahora que ya sos libre, Nicaragüita, yo
te quiero mucho más”.
Mucho ha acontecido desde entonces. Managua es hoy una
ciudad llena de bulevares hermosos, adornados por árboles metá-
licos monumentales, que iluminados en la noche resultan especta-
culares. Lo que fue la plaza central ahora alberga un monumento
con las tumbas de Carlos Fonseca Amador y Santos López, a las
que hoy se les ha unido la de Tomás Borge, a quien en 1989 vi

147
dando un vibrante discurso en el centro de convenciones. Los san-
dinistas se han reciclado y combinan un resuelto pragmatismo con
evocaciones discursivas del sandinismo de las décadas pasadas.
Rosario Murillo se convirtió en alguien reputada como el poder
detrás del trono y las imágenes de la pareja presidencial aparecen
en todo el país. “Nicaragua, cristiana, socialista, solidaria”, reza
el afiche. Nadie duda de que en las elecciones presidenciales del
6 de noviembre el fsln ganará ampliamente. La principal fuerza
de oposición, el Partido Liberal Independiente (pli), convertido
en paraguas de otros partidos y la disidencia sandinista, fue des-
pojada de su representación legal por lo que el fsln tendrá fácil la
victoria. El régimen sandinista es visto como autoritario, pero el
presidente Ortega, según el Latinobarómetro, es el segundo más
popular de América latina después de Rafael Correa.
¿Forma parte Nicaragua de los gobiernos progresistas? La
respuesta es ambigua, los índices de pobreza bajaron entre 2009
y 2015 de 44.7 a 39% y la pobreza rural de 67.8 a 58.8%. Buena
parte de los productos básicos son subsidiados. Un hecho cierto
es que hoy Nicaragua es con Costa Rica el país más seguro de
Centroamérica. El discurso antiimperialista se combina con prag-
matismo hacia Washington.
He aquí la patria de Sandino hoy, saque usted sus conclusiones.

22 de octubre de 2016

148
Guatemala, la crisis de
2015 y sus secuelas
Lo que retorna con Pérez Molina

Ante el desconcierto de la comunidad internacional, particular-


mente la que está informada de la historia contemporánea de Gua-
temala, la mayoría de los votantes guatemaltecos ha elegido como
presidente de Guatemala para el período 2012-2016, al general
Otto Pérez Molina. La victoria del exmilitar implicará el retorno
al gobierno de la cúspide empresarial que ha sido denominada
“tradicional”. Es decir, la burguesía heredera de la más rancia oli-
garquía guatemalteca, que vuelve a tener una injerencia directa en
el gobierno del Estado. Esto no significa que con los gobiernos
de Alfonso Portillo (2000-2004) y de Álvaro Colom (2008-2012)
haya estado alejada del poder del Estado. Retorna al gobierno la
parte más conspicua de la clase dominante en el marco de un am-
plio abanico de alianzas políticas y sociales. Al menos, tres dere-
chas estarán presentes en el gobierno de Pérez Molina. La primera
de ellas será la derecha neoliberal, en tanto que es hoy el neolibe-
ralismo la ideología orgánica de los sectores dominantes del país.
Estará acompañada de los resabios de la derecha anticomunista,
ya que que el anticomunismo sigue siendo un atavismo de las de-
rechas guatemaltecas. Finalmente, a este concierto se ha unido la
vertiente del propio Pérez Molina, la derecha contrainsurgente,
expresada sobre todo en el grupo de exmilitares que han estado
implicados en crímenes de lesa humanidad.
Y en las cañerías de todo este tinglado estará presente uno de
los grandes poderes ocultos que existen en el país: el Sindicato.
Esta organización clandestina, concierto de militares genocidas y
crimen organizado, se ha reputado como originada en la promo-
ción 1973 de la Escuela Politécnica, a la que pertenece el propio
Pérez Molina. Es el Sindicato, rival de la Cofradía, grupo similar
que estuvo presente en el gobierno de Portillo y que fue partí-
cipe del triunfo de Colom en las elecciones de 2007. Conviene

151
recordar el mundo subterráneo de la política guatemalteca, porque
pareciera olvidarse y adjudicarse este hecho a una imaginación
paranoica. No ha faltado quien me pregunte si en verdad existen
esos poderes ocultos, pregunta que demuestra precisamente el éxi-
to de su actuar.
Con Pérez Molina retorna al gobierno la visión autoritaria y
represiva de la gestión del Estado que tiene una añeja tradición
en Guatemala. El mito del hombre fuerte que con mano férrea (o
dura) acaba con el caos social e impone el orden ha beneficiado
a Pérez Molina, como en un determinado momento benefició a
Efraín Ríos Montt. Es el fantasma del dictador Jorge Ubico (1931-
1944) el que retorna a través del imaginario de la derecha más
recalcitrante en Guatemala. Justo es decir que la descomposición
social en Guatemala, la rampante violencia delincuencial del cri-
men callejero y plebeyo, además del crimen organizado, han crea-
do las condiciones para un voto masivo a favor de Pérez Molina
en el área metropolitana del país (más de 71%). Fueron los cascos
urbanos y sus periferias las que le dieron la victoria Pérez Moli-
na, mientras el interior del país, principalmente los departamentos
más depauperados y con mayor población indígena se inclinaron
por Manuel Baldizón, quien obtuvo allí 52% de los votos. Pérez
Molina y sus partidarios supieron capitalizar el apetito punitivo de
las clases medias y sectores populares urbanos ideologizados por
los grandes medios de comunicación, las universidades privadas
neoliberales y las megaiglesias protestantes. Dentro de ese abani-
co de alianzas, el núcleo duro de la derecha radica particularmente
en esas clases medias urbanas, animadas por un pensamiento re-
accionario sustentado en el dogma neoliberal que se ha vuelto una
suerte de sentido común. El resto lo hizo la ineficacia guberna-
mental para hacer decrecer el ritmo de la violencia delincuencial
en el país. Hoy, los cascos metropolitanos de Guatemala y El Sal-
vador y la costa Atlántica de Honduras, forman parte de la región
más violenta del mundo si medimos este hecho por el número de
homicidios por cada 100 mil habitantes. Todo esto anima una de
las bases del triunfo de Pérez Molina: el clamor por medidas fé-
rreas contra la delincuencia.
La victoria electoral de Pérez Molina no implicará, por su-
puesto, el retorno de los militares al poder. La dictadura militar

152
terrorista no tiene las condiciones externas e internas que le dieron
origen en 1963. Sí implicará el retorno de una mentalidad contra-
insurgente aliada al oscurantismo reaccionario propio de la clase
dominante guatemalteca. Implicará el retorno de la voluntad de
impunidad que anima a todos los genocidas en el país y que tienen
hoy como blanco inmediato a la fiscal general Claudia Paz y Paz.
Ésta se ha ganado el odio por el procesamiento de los altos man-
dos del terror estatal en un período: los generales Humberto Mejía
Víctores y Héctor Mario López Fuentes, además de otros implica-
dos de menor estofa. La demanda hecha por Ricardo Méndez Ruiz
Valdés, poco sustentada en términos jurídicos y factuales, tiene a
la Fiscal como objetivo de ataque y no a sus supuestos secuestra-
dores en 1982. Basta ver la disparatada lista de los 26 imputados
para advertirlo.
El peor de los imaginarios autoritarios ha retornado con Pérez
Molina. El tiempo dirá cuánto durará antes de desinflarse.

10 de noviembre de 2011

153
Otto Pérez Molina y su agonía en Guatemala

El jueves 16 de abril me encontré en la sede de una fundación in-


ternacional situada en una hermosa casa de la colonia Polanco del
Distrito Federal. El objetivo de mi estancia allí era reunirme con
los representantes de once organizaciones de derechos humanos
de Guatemala, agrupados en la Convergencia por los Derechos
Humanos. Discutiríamos, como en efecto lo hicimos, sobre los
distintos escenarios que se podían prever para la Guatemala de
los próximos años. Pero ese día había sucedido algo inusitado.
La Comisión Internacional Contra la Impunidad en Guatemala,
organismo dependiente de la onu, había develado la existencia de
La Línea, una red criminal de contrabando aduanero que llegaba
hasta el secretario privado de la vicepresidencia de la república.
Avezados analistas de la coyuntura diaria en ese país, los diri-
gentes de las organizaciones de derechos humanos con los cuales
me encontraba, inmediatamente advirtieron que el hecho no era
menor y en el intercambio que tuvimos ya en la sesión de trabajo,
prefiguraron buena parte de lo que ha estado sucediendo en Gua-
temala en estas últimas semanas: una crisis política de grandes
proporciones y un debilitamiento terminal del gobierno del presi-
dente Otto Pérez Molina.
Lo revelador del caso es que la develación de la red criminal
se hizo cuando Pérez Molina y el establishment conservador de
Guatemala estaba considerando no renovar el mandato de la cicig
en Guatemala. El discurso oficial era que la cicig había agotado
su ciclo en el país y que éste no necesitaba de un organismo inter-
nacional para combatir la impunidad con la que opera el crimen.
La crisis política que originaron las develaciones de la cicig han
ocasionado la renuncia de la vicepresidenta Roxana Baldetti, la
captura de los presidentes del Banco de Guatemala y del Instituto
Guatemalteco de Seguridad Social, las renuncias del Ministro de

154
Gobernación, la del Ministro de Energía y Minas y la de la Mi-
nistra de Medio Ambiente. Dos decenas de personas, entre ellas
varios funcionarios medios han sido capturados. El gobierno de
Pérez Molina se está derrumbando como lo revelan las manifesta-
ciones multitudinarias del 25 de abril, 16 y 30 de mayo, y la última
hasta el momento, la del 6 de junio.
El partido oficial, el Patriota (pp), está moribundo. La agonía
se revela en la renuncia de su candidato presidencial, Alejandro
Sinibaldi. La muerte rondaba al Patriota desde antes de este escán-
dalo por la imagen de corrupción e ineficiencia que tenía. La mano
dura contra la delincuencia, bandera que hizo ganar las elecciones
a Pérez Molina en 2011, por supuesto que no resolvió este pro-
blema. Más bien, la delincuencia de cuello blanco es evidente en
este gobierno. La “mano dura” fue en realidad “mano larga”. Si la
delincuencia común es un problema estructural que no se resuelve
con medidas punitivas, el crimen organizado y su presencia en
el Estado guatemalteco también lo es. La llamada Línea es con-
tinuación de la red Moreno que fue asociada a Pérez Molina y al
general Francisco Ortega Menaldo, también reputados cabecillas
de las dos logias de exmilitares asociados al crimen organizado: el
Sindicato y la Cofradía.
La historia de Guatemala muestra que cuando al descontento
popular se suman las clases medias y la actuación de una parte de
la clase dominante, las consecuencias pueden ser impredecibles.
Esto fue lo que sucedió en 1920, cuando fue derrocado Manuel
Estrada Cabrera, en junio de 1944 cuando cayó el dictador Jorge
Ubico, en octubre de ese año cuando fue derribado su sucesor
Federico Ponce Vaides, en marzo y abril de 1962 cuando el go-
bierno de Miguel Ydígoras Fuentes comenzó su debacle y, final-
mente, en mayo-junio de 1993, cuando se derrotó al “serranazo”
(la desaparición del poder legislativo dispuesta por Jorge Serra-
no Elías, quien finalmente fue derrocado). La investigación de la
cicig detuvo sus indagaciones hasta la cercanía inmediata de la
vicepresidenta Baldetti. Pero en el imaginario guatemalteco re-
sulta difícil creer que Baldetti era ajena a la organización criminal
que hacía contrabando aduanero. Desde antes de este escándalo,
la imagen de Roxana Baldetti estaba asociada a una corrupción y a
un enriquecimiento inexplicable. Y en tanto que Baldetti tiene una

155
inextricable cercanía con Pérez Molina, el Presidente también se
encuentra enfangado y resulta inverosímil lo que ha expresado en
su discurso con motivo del escándalo: que se encuentra sorprendi-
do, indignado y enojado con lo sucedido.
Las multitudinarias manifestaciones de las últimas semanas
tienen dos planteamientos: el repudio a la corrupción guberna-
mental y la renuncia de Pérez Molina. La irrupción ciudadana,
expresada sobre todo en clases medias urbanas, se debe a que el
gobierno de Otto Pérez Molina y, particularmente, la vicepresi-
denta Baldetti, se convirtieron en la encarnación de la corrupción.
Lo que unió a gente de las más diversas ideologías y posturas po-
líticas en las tres manifestaciones que ha habido no fue que estén
contra de los proyectos de minería a cielo abierto, que estén hartos
de la violencia delincuencial, que estén en contra del desempleo y
la informalidad, que estén a favor de que se enjuicie por genocidio
a los represores del pasado. Lo que quiere la gente que se manifes-
tó, sea de derecha, de centro o de izquierda, es que la corrupción
gubernamental se acabe.
Sin embargo, en las últimas dos manifestaciones a las deman-
das de la renuncia de Pérez Molina se han agregado la del recién
designado vicepresidente Alejandro Maldonado. Maldonado ha
sido puesto allí para garantizar la continuidad del establishment
neoliberal en el caso de la renuncia del presidente Otto Pérez Mo-
lina. Otras demandas evidencian que el ánimo ya no se queda en el
enojo contra la corrupción: suspensión del proceso electoral, refor-
ma urgente de la Ley Electoral y de Partidos Políticos, la extinción
de dominio con enfoque social, y algo que no es menor: la deman-
da para convocar a una Asamblea nacional Constituyente. La caída
de Pérez Molina sería un triunfo popular. Pero si esta crisis termina
allí, sería el triunfo del gatopardismo: “que todo cambie para que
todo siga igual”. El estremecimiento político que ha vivido Guate-
mala debe culminar en una profunda reforma política.
Cuando se escriben estas líneas, llega la noticia de que la Su-
prema Corte de Justicia por unanimidad autorizó al Congreso que
evalúe si retira la inmunidad al Presidente por un escándalo de co-
rrupción que estalló en el Instituto Guatemalteco de Seguridad So-
cial. Esto implicaría que sería sometido a un juicio por corrupción.
Abandonado por el poder empresarial –la Cámara de Industria era

156
su último apoyo y lo abandonó–, Pérez Molina probablemente no
esperará a ser sometido a un juicio. Se especula que no tardará
mucho en presentar su renuncia.

Publicado en Reforma Internacional,


México D.F. 11 de junio de 2015

157
Se fue Roxana, la Gruesa

En enero de 2011, Julio Ligorría hizo una entrevista televisiva a


la entonces poderosa jefa de bancada del partido Patriota, Roxa-
na Baldetti. Resulta estremecedor ver esa entrevista hoy, cuando
Baldetti ha renunciado a la vicepresidencia de la República, en
medio de un escándalo mayúsculo de corrupción y un enorme re-
pudio popular. En aquella entrevista, cuando su destino político
era prometedor, Baldetti expresó que no había algo más dignifi-
cante que salir con la frente levantada después de haber ocupado
la más alta magistratura del país. Ella tenía dos poderosas razones
que avalaban su voluntad de lucha contra la corrupción: sus dos
hijos. Quería salir de sus funciones públicas sintiéndose orgullosa
de sus hijos y que sus hijos se sintieran orgullosos de ella. Por ello,
solo una cosa le había pedido al eventual candidato del partido
Patriota a la presidencia de la República: que al llegar a la misma,
le permitiera contar con un equipo de cuarenta funcionarios que
se dedicarían a fiscalizar a los integrantes del futuro gobierno de
Pérez Molina. ¿Fue ese equipo incapaz de advertir que su propio
Secretario Privado era el cabecilla de la organización criminal que
hacía contrabando aduanero?
En cuatro años y medio la mujer que buscaba afanosamente
proyectar una imagen de incorruptible, se convirtió en el imagi-
nario social guatemalteco en la encarnación de la corrupción que
hundirá a Pérez Molina y al pp. Baldetti es llamada La Gruesa en
las redes sociales, coloquialismo de origen mexicano que la de-
nota como poderosa, temible, turbia y peligrosa. El reportaje del
periodista José Rubén Zamora de abril de 2013, fue devastador.
Ahora, sale de la Vicepresidencia por la puerta de atrás, defenes-
trada por la cúspide empresarial, el Congreso, la Corte Suprema
de Justicia y finalmente la Corte de Constitucionalidad. El destino
judicial de Baldetti es negro si unimos a lo anterior el mensaje de

158
Joseph Biden, vicepresidente de los Estados Unidos de América,
quien viajó en marzo con su esposa a Guatemala para sacar del
protocolo a la entonces vicepresidenta. La especial deferencia y
agrado con que en abril fue recibida Rosa Leal de Pérez en Wash-
ington completó el mensaje imperial: Washington quiere la cabeza
de Baldetti.
La mayoría de Guatemala también la quiere. ¿Por qué una
mujer con poder puede llegar a ser tan odiada? Durante la Re-
volución Francesa, María Antonieta lo fue por “austriaca” y por
adjudicársele decir tonterías sobre los pobres que sufrían la esca-
sez de pan (“que coman pasteles”). Guardadas las proporciones,
Baldetti ha sido objeto de escarnio por sus lapsus verbales. Y de
odio, porque se piensa que su poderío e impunidad deriva de una
ilegítima relación sentimental con el presidente Pérez Molina. El
rechazo legítimo que se le dispensa por su prepotencia y presu-
mible enriquecimiento ilícito, podría estar complementado por la
misoginia que es feroz hacia ciertas conductas en la mujer. Y por
una solidaridad de género: ¿Cuántas mujeres no se identifican con
la Primera Dama?
La mano dura de Pérez Molina se ha convertido en un par de
manos sucias. ¿Seguirá soportando Guatemala la corrupción?

14 de mayo de 2015

159
La pareja presidencial

No me estoy refiriendo en lo fundamental a la alegada pareja sen-


timental que conforman el presidente Pérez Molina y la ex vi-
cepresidenta Roxana Baldetti, ahora encarcelada. Me refiero a la
pareja que constituye el objetivo central del perverso equipo que
formaron desde hace varios años: el poder y el dinero. Pérez Moli-
na y Baldetti pasarán a la historia como encarnación de la corrup-
ción en la historia reciente de Guatemala. Puede decirse que en
el imaginario guatemalteco probablemente ya desplazaron al ex
presidente Alfonso Portillo cuya imagen de corrupto está asociada
ahora a la enorme popularidad que tiene.
Pérez Molina y Baldetti se parecen mucho a la pareja que apa-
rece en la serie estadounidense de televisión House of Cards, que
versa precisamente sobre el poder y el dinero. La diferencia es que
el protagonista de dicha serie desprecia profundamente a los que
estando en el poder, privilegian la búsqueda del dinero, porque
según él, los verdaderos ganadores son los que acumulan el poder.
Pérez Molina y Baldetti privilegiaron la búsqueda del dinero, una
jugosa tajada de 14 mil millones de quetzales anuales según dicen
las informaciones periodísticas. Lo que no entiendo es por qué se
expresa tanto asombro. ¿Es en realidad una sorpresa que ahora sea
denunciado por el Comisionado de la cicig como el número uno de
la banda criminal de contrabando aduanero denominada la Línea?
Siempre supimos la catadura del hoy presidente en desgracia. Pé-
rez Molina era el reputado “número uno” de la logia criminal y
clandestina llamada el Sindicato. Su mala reputación ha sido tan
grande como la del general Francisco Ortega Menaldo, el también
reputado jefe de la otra logia criminal y clandestina: la Cofradía.
La noche del 6 de noviembre de 2011 pude ver –en el hotel de
la ciudad de Guatemala que sirvió como centro de cómputo– a todo
el establishment neoliberal celebrando gustosamente el triunfo de

160
Pérez Molina en la segunda vuelta electoral. Incluidos algunos
de los que después fueron sus ministros y ahora indignados están
renunciando. ¿Ignoraban acaso que el General además de represor
era corrupto? ¿No sabían cómo se conducía su pareja y compañera
de fórmula electoral? En el contexto de la guerra contrainsurgente
se fueron constituyendo equipos que servían para cumplir
funciones financieras, logísticas y operativas que fueron el huevo
de la serpiente para el surgimiento de La Red Moreno, el Sindicato
y la Cofradía. Y estas estructuras criminales se volvieron los
actores de las pistas subterráneas de la política nacional. Acaso
los espacios donde se tomaban decisiones esenciales en muchos
aspectos.
Los nazis en la Alemania de la Segunda Guerra Mundial, los
militares argentinos y chilenos durante la guerra sucia, son ejem-
plos de cómo el terror contrainsurgente está íntimamente asocia-
do a la corrupción. Esto sucedió también en Guatemala y marcó
inevitablemente la transición hacia una democracia corrupta y de
muy mala calidad. Los civiles organizaron partidos políticos que
se convirtieron en grupos afanosos de ganar el gobierno para po-
der acumular dinero.
Y el sistema de partidos políticos en Guatemala se volvió vo-
látil y avieso.

27 de agosto de 2015

161
Políticos y ciudadanos, el escandaloso
abismo

Escribo estas líneas cuando el Congreso de la República le ha


quitado la inmunidad al presidente más repudiado en su historia
republicana. Cuando después de ello un juez ha emitido una orden
de captura. Cuando ese presidente que es el de Guatemala y se lla-
ma Otto Pérez Molina ha tenido que renunciar y, al día siguiente,
acudir al juzgado en donde tendrá que enfrentar la ley acusado
de defraudación aduanera y asociación ilícita. Finalmente, escribo
estas líneas desde un hotel en la colonia Nápoles de la ciudad de
México, en vísperas de mi viaje a Guatemala, en donde un pre-
sidente que ya no lo es por haber perdido su inmunidad, es hoy
un reo ubicado en un cuartel militar en donde le espera una larga
temporada. Y no puedo dejar de imaginar al altivo general ex Kai-
bil, pasando la primera noche de las muchas que pasará en prisión.
Acaso ni Manuel Estrada Cabrera en 1920, ni Jorge Ubico en
1944, hayan tenido el desprecio tan extenso que hoy tiene  Otto
Pérez Molina. Estrada Cabrera fue derrocado tras una insurrec-
ción sangrienta que duró más de una semana. Ubico renunció des-
pués de que un movimiento cívico se pronunciará en las calles y
cuando los más diversos sectores del país, principalmente en la
ciudad de Guatemala, lo repudiaron. Otto Pérez Molina renunció
después de meses de manifestaciones callejeras, la última de las
cuales, la del jueves 27 de agosto, indudablemente ha sido la más
multitudinaria de las últimas décadas.
Pero en Guatemala pareciera haber dos sintonías: la de la so-
ciedad, la del ciudadano común y corriente, y la de la clase políti-
ca que tiene sus propios intereses. La primera está asentada en la
rabia e indignación que ha provocado el colmo del Estado fallido:
un presidente y su vicepresidenta evidenciados como un par de ca-
pos mafiosos que encabezaron a una banda criminal. La segunda

162
está sustentada en el cinismo de los cálculos políticos de quienes
no viven para la política sino viven de ella. En esto se  sustentó el
pacto entre el moribundo partido Patriota y el ascendente partido
Líder que encabeza el candidato presidencial Manuel Baldizón.
Fue ese  pacto hecho en función de que no se suspendieran las
elecciones, de que no hubiera una reforma política sustancial, lo
que permitió que Pérez Molina no fuera desaforado, enjuiciado y
encarcelado desde meses atrás. Estos objetivos hasta el momen-
to no se han logrado. La reforma a la ley electoral y de partidos
políticos que exige la ciudadanía para eliminar los aspectos más
odiosos de una partidocracia corrupta no ha sido realizada. Y todo
apunta que el domingo 6 de septiembre se realizarán las tan cues-
tionadas elecciones presidenciales.
El divorcio entre políticos y ciudadanos es un fenómeno mun-
dial. En Guatemala probablemente se presenta de manera más
acusada, porque ni siquiera existe un sistema estable  de parti-
dos políticos. La mayoría de los partidos son grupos de bribones
que le apuestan a llegar al gobierno o negociar con quien llegue
a éste para saquear durante cuatro años las arcas nacionales. Esto
explica la volatilidad de las agrupaciones políticas y el transfu-
guismo parlamentario (hoy el Líder cuenta con 62 diputados, 48
de los cuales abandonaron sus partidos originales al ser compra-
dos). Y también la ausencia de un proyecto consistente de nación.
En Guatemala la mercantilización neoliberal se ha expresado en
una extrema mercantilización política. No nos extrañemos, pues,
que Pérez Molina y Baldetti estén involucrados en un proyecto de
delincuencia organizada, algo totalmente divorciado del espíritu
público que en teoría los políticos deben tener. No son los únicos
ni los primeros. Y como bien lo dijo el defenestrado presidente, la
corrupción también impera en el empresariado.
Y en este contexto, en el cual la elite política ha ignorado
la demanda de la suspensión de las elecciones y la reforma a la
ley electoral, las elecciones del domingo 6 de septiembre, acaso
tengan un fuerte componente abstencionista y de anulación. El
partido con mayor capacidad de compra de voto y acarreo de vo-
tantes, el Líder, se verá beneficiado con ello. Ya Baldizón ha dicho
a los alcaldes que controla, que quien no le presente 50% o más
de los votos a favor de su candidatura que ni se le acerque…  Así

163
las cosas, el escenario más negativo para Guatemala sería que,
habiendo culminado las históricas jornadas de movilización social
que comenzaron en el mes de abril, con la renuncia de Pérez Mo-
lina, el epílogo fuera unas elecciones en las que el primer lugar lo
tuviera el propio Baldizón, un personaje que tiene una imagen ín-
timamente asociada a la corrupción. Sólo faltaría que el partido de
la derecha contrainsurgente que ha lanzado a un cómico de la tele-
visión, se cuele en el segundo lugar. Si esto resultara así, para los
guatemaltecos la opción en la segunda vuelta electoral sería como
escoger entre el entre cáncer y el sida. Un escenario que abri-
ría alguna esperanza sería que los dos punteros en las elecciones
del próximo domingo fueran el propio Baldizón y Sandra Torres,
candidata de una opción socialdemócrata moderada. Si esto fuera
así, cabría la posibilidad de que Torres pudiera capitalizar toda la
energía social desplegada en los últimos meses y aglutinando a
todos los sectores políticos y sociales que repudian a Baldizón, lo
derrotara en la segunda vuelta.
Más que en otros países, Guatemala necesita del represtigio
de la política. La inédita e histórica participación ciudadana puede
lograrlo. Ojalá sea este el resultado de esta gran crisis política.
Esto dependerá de lo que resulte el próximo domingo.

Publicada en la Revista electrónica Mundo Nuestro,


3 de septiembre de 2015

164
El espejismo Jimmy Morales

Las elecciones presidenciales del 6 de septiembre en Guatemala


han sido tan sorprendentes como sorprendente es la historia del
país en los últimos cinco meses. Las revelaciones de la Comisión
Internacional Contra la Impunidad en Guatemala, cicig, del 16 de
abril y las del 21 de agosto, desencadenaron una movilización so-
cial que ha tenido un profundo impacto político. Un movimiento
pluriclasista, en el cual las clases medias tuvieron un papel impor-
tante, culminaron con la movilización y paro nacional del 27 de
agosto último.
Es un lugar común decir que después de estas intensas jorna-
das cívicas, la ciudadanía guatemalteca será otra y que una nueva
etapa del acontecer político ha comenzado. Al menos esto es lo
que me ha dicho mucha gente con la que he hablado recorriendo
las calles de la ciudad de Guatemala y visitando algunos centros
de votación este domingo recién pasado.
Entusiasmos aparte, el hecho cierto es que las manifestacio-
nes ciudadanas no lograron una reforma política que empezaba
por la reforma a la ley electoral, ni pudieron conseguir que se
pospusieran las elecciones para aprovechar la coyuntura y lograr
una reforma del Estado. El presidente Otto Pérez Molina renunció
y fue sucedido por un personaje proveniente de la ultraderecha,
y que en la Corte de Constitucionalidad ha cumplido un papel
sumamente controversial. Y en las elecciones del domingo pasado
hemos estado a punto de que la alternativa fuera entre un exco-
mediante sin experiencia alguna, que tiene detrás a un grupo de
exmilitares contrainsurgentes y sectores evangélicos fundamenta-
listas, y un demagogo que encarna la corrupción, el autoritarismo
y alegados vínculos con el crimen organizado. Todavía no se sabe
a ciencia cierta en el momento de escribir estas líneas, si será Ma-
nuel Baldizón o Sandra Torres quienes pasen a la segunda vuelta
electoral del 25 de octubre para enfrentarse a Jimmy Morales.

165
Como quiera que sea, el gran perdedor de esta contienda elec-
toral ha sido Baldizón quien llegó a estar casi en 40% de las pre-
ferencias electorales y en estas elecciones no llegó al 20%. Ni su
multimillonaria campaña, ni la estructura de acarreo y compra de
voto, le sirvió para contrarrestar el efecto indeseado de un Jimmy
Morales capitalizando la indignación ciudadana de los últimos
meses contra la clase política en su conjunto y contra su venalidad.
Hoy, un candidato y un partido que hace algunos meses eran
una realidad marginal, caminan con paso firme hacia la presiden-
cia de la república en la segunda vuelta electoral del 25 de octubre.
Jimmy Morales se ha convertido en la encarnación del ciudadano
que ajeno a la política y los odiados partidos políticos puede llegar
a gobernar. Si su oponente en la segunda vuelta fuera Baldizón su
triunfo sería incuestionablemente predecible. Acaso con Sandra
Torres no se pueda decir lo mismo, pero igualmente capitalizará
el espejismo de una imagen fresca e impoluta.
Detrás de Jimmy Morales estará lo peor de la derecha contra-
insurgente, estará un sector importante de ese empresariado que
repudió la movilización ciudadana. Es un espejismo y pronto se
verá.

16 de septiembre de 2015

166
El saldo perverso de la política de la
antipolítica

En efecto, algo cambió en Guatemala. Resulta sorprendente ver


cómo parientes, amigos, personas en general que nunca tuvieron
participación política, hoy cuentan alborozados su presencia en
las decenas de manifestaciones y concentraciones que desde me-
diados de abril hasta principios de septiembre se observaron en
el país. El repudio a la corrupción y a la clase política fueron la
causa fundamental de la voluntad que animó estas históricas jor-
nadas. La “antipolítica”, que es común encontrar en otros países,
paradójicamente hizo participar en política a cientos de miles de
guatemaltecos. Porque fue política lo que hicieron durante estos
últimos meses. Fue la política que repudia a la política y a los par-
tidos políticos. Como también sucede en otros países, este repudio
a la política tiene razones sustentadas.
Pero la paradoja no termina allí. La antipolítica tuvo varios
frutos. Logró el encarcelamiento de varios funcionarios públicos,
la renuncia y arresto de la vicepresidenta Baldetti e igualmente la
renuncia y encarcelamiento del presidente Pérez Molina. También
el rechazo electoral a lo que en el imaginario popular fue visto
como la encarnación del político corrupto: Manuel Baldizón. Pero
finalmente tuvo un resultado perverso: quien capitalizó electoral-
mente la antipolítica fue un político que fue exitoso al disfrazarse
de ciudadano a secas: Jimmy Morales. Hoy en México se tiene un
fenómeno similar, un candidato independiente –que en realidad
no lo es–, ganó la gubernatura de Nuevo León.
En realidad, Jimmy Morales, hoy lo sabemos bien, tiene
varios años de estar participando en política. Como suele suceder
con los políticos de Guatemala en el contexto de un sistema de
partidos débil y volátil, Morales lleva ya tres partidos en su haber:
Acción de Desarrollo Nacional de Adela Camacho de Torrebiarte;
Nación, fundado por él, y ahora el Frente de Convergencia

167
Nacional fundado por exmilitares contrainsurgentes y empresarios
ultraderechistas. Su triunfo es también resultado del apoyo que
le dio el Partido Patriota del hoy encarcelado Pérez Molina.
Se ha alegado que la estructura y financiamiento del otrora
delfín del expresidente, Alejandro Sinibaldi, fueron puestos al
servicio del propio Morales. También un sector de evangélicos
fundamentalistas lo respalda. Y el apoyo explícito que recibió
desde la cárcel de parte de Byron Lima, el asesino convicto de
Monseñor Gerardi, no tiene desperdicio. Si llega a gobernar, lo
hará con una alianza vergonzante de las bancadas del partido
Líder, el Patriota y el propio fcn, el cual solamente cuenta con
poco más de una decena de diputados de los 158. Representa así,
a lo más extremista de la política nacional, Morales será rehén de
la clase política tradicional y de la derecha contrainsurgente.
Veremos entonces a los veteranos militares y la Fundación
Contra el Terrorismo ensoberbecidos. A la justicia transicional
con un contexto todavía más adverso. Será una continuidad de lo
observado con Pérez Molina: vocación contrainsurgente y funda-
mentalismo neoliberal. Y temiendo esto, no puedo sino recordar a
una bella muchacha en una de las manifestaciones callejeras con
una pancarta que decía: “si protestamos como leones no votemos
como burros”.

17 de septiembre de 2015

168
Yo, por Sandra

En los días anteriores a mi viaje a San Petersburgo, tuve la opor-


tunidad de asistir en Quito al Encuentro Latinoamericano Progre-
sista, evento organizado por el gobierno ecuatoriano. Allí tuve la
oportunidad de conocer al senador colombiano por el Polo De-
mocrático, Iván Cepeda. Él es hijo de quien fuera senador por la
Unión Patriótica, Manuel Cepeda Vargas, asesinado en 1994 en
el contexto del plan de exterminio de dicha agrupación política,
que le costó la vida a miles de sus militantes. Es significativo que
para la segunda vuelta de las elecciones presidenciales de 2014,
tuvo que apoyar a Juan Manuel Santos en contra del candidato de
Álvaro Uribe, Oscar Iván Zuluaga. Santos representa todo lo que
Iván tendría sobrados motivos para deplorar: el establishment que
presenció con indiferencia la ola de asesinatos que mató a su pa-
dre, el neoliberalismo que tiene a Colombia alineada con los Es-
tados Unidos de América. Pero Iván Cepeda optó por Santos fren-
te a Zuluaga, porque si hubiera perdido las elecciones se habría
cancelado la posibilidad de una solución negociada para terminar
la guerra que ha vivido ese país, particularmente con las Fuerzas
Armadas Revolucionarias de Colombia.
Iván Cepeda me contó todo esto mientras viajábamos en un
pequeño autobús del aeropuerto al hotel en donde nos hospeda-
mos mientras duró el evento. No pude dejar de asociar la disyun-
tiva ante la que se vieron sometidas las fuerzas progresistas en
Colombia, con la que se vive hoy de cara a las elecciones presi-
denciales en Guatemala el próximo 25 de octubre. Prefiero ver en
la presidencia de Guatemala a Sandra Torres que a Jimmy Mora-
les. Y cualquiera puede saber las virtudes y defectos de Torres:
personalidad enérgica, adicta al trabajo y autoritaria. Partidaria
del asistencialismo; hoy ha girado hacia el centro para granjearse
el apoyo empresarial sin el éxito que esperaba. Aun así, ha sido

169
apoyada por empresarios emergentes y caciques locales que de
triunfar su candidatura pasarán su factura para recibir el pago co-
rrespondiente.
Pero Jimmy Morales no es mejor sino todo lo contrario. Ha
hecho su campaña capitalizando la antipolítica que emergió de
las manifestaciones ciudadanas. La imagen de candidato ciuda-
dano que blasona se sustenta en una mentira pues representa a lo
más extremo de la derecha guatemalteca. Ha recibido el apoyo de
personajes tenebrosos como el asesino convicto de Monseñor Ge-
rardi, el de los sectores representados por la Asociación de Vete-
ranos Militares de Guatemala (avemilgua) y la Fundación Contra
el Terrorismo. Casi 40% de su financiamiento declarado proviene
de exmilitares vinculados con la guerra sucia y la corrupción. Y
es un hecho que la parte fundamental del establishment guatemal-
teco, es decir cúspides empresariales, grandes medios de comuni-
cación, cúpulas políticas de la derecha (entre ellas el moribundo
partido Patriota de Pérez Molina) lo están apoyando y financian-
do. Morales puede ser una buena persona, le doy el beneficio de
la duda, pero no está preparado para gobernar y los intereses que
representa son los que han sumido a Guatemala en la situación en
que se encuentra.
Por todo ello, yo, por Sandra.

22 de octubre de 2015

170
De la mano dura al ciudadano puro

El pueblo guatemalteco ha hablado a través de las urnas el pasado


domingo 25 de octubre de 2015. Y resulta inequívoco su man-
dato: poco más de 67% de los electores se pronunciaron a favor
de Jimmy Morales dejando en distante segundo lugar a Sandra
Torres (32%). En el departamento de Guatemala que contiene al
principal casco metropolitano, Morales ganó abrumadoramente
con 83% de los votos. En 2011, Otto Pérez Molina despertó en-
tusiasmo similar aún cuando no tanto como el que ahora generó
Morales: triunfó en segunda vuelta con 54% de los sufragios y en
el departamento de Guatemala obtuvo 66%. Hace cuatro años, la
ciudadanía guatemalteca se dejó llevar por la ilusión de la mano
dura con la delincuencia. Hoy es arrastrada por la fantasía del ciu-
dadano puro.
A la ciudadanía no le importó que haya sido evidente que Mo-
rales no cuenta con la experiencia y las capacidades para gober-
nar, que no llega a la presidencia con equipo sólido de gobierno,
que no tiene programa gubernamental estructurado y que no cuen-
ta con una bancada mayoritaria en el Congreso que haga viable
su gestión. En lugar de eso, buena parte de las manifestaciones de
apoyo a Morales que he podido detectar en las redes sociales se
sustentan en la fe: Jimmy contaría a su favor con la más poderosa
de las armas, el poder de la oración y la ayuda de Dios. Con el
mayor respeto a los creyentes: eso será insuficiente.
Desde mi perspectiva, resulta aún más revelador de la con-
ciencia ciudadana en Guatemala, el que le haya importado menos
los intereses oscuros que se encuentran detrás del candidato vic-
torioso. Para empezar, el empresario de radio y televisión Luis
Rabbé y su hermano, el general retirado Alfredo Rabbé, quien es
ubicado como cercano a la ultraderechista Fundación Contra el
Terrorismo. Luego siguen connotados integrantes del ejército, una

171
institución que se corrompió en el contexto de la guerra contra-
insurgente. En primera línea, el teniente coronel retirado y hoy
diputado Edgar Ovalle, quien fuera jefe de la S2 en la base militar
de Cobán en aquel tenebroso 1983. Hoy, en esa base militar se
han encontrado más de 500 osamentas de personas, buena parte
de ellas desaparecidas forzosamente en aquel año. Ovalle, al igual
que los generales retirados José Luis Quilo Ayuso y Felipe Mi-
randa Trejo, son conspicuos integrantes de la Asociación de Vete-
ranos Militares de Guatemala (avemilgua). Como los anteriores,
otras figuras connotadas de la contrainsurgencia, como el general
Ricardo Bustamante, los coroneles César Cabrera Mejía y Mario
Mérida son reputados partidarios de Morales. El círculo se com-
pleta con el apoyo de la cúspide empresarial que no pudo ser atraí-
da por el vicepresidenciable de Torres, el azucarero Mario Leal.
La mayor parte de la ciudadanía, que con sus movilizaciones
despertaron la admiración del mundo, limitó su indignación en la
corrupción de la clase política. El triunfo de Jimmy Morales es la
continuación de esas movilizaciones.
Idealizaciones aparte, he aquí el saldo de lo que se vivió du-
rante cinco meses.

29 de octubre de 2015

172
Guatemala en el pos2015

La semana recién pasada, tuve la oportunidad de participar en


Guatemala en actividades académicas en la Escuela de Historia
de la usac y en la flacso. Tuve la fortuna también de ser invitado
a conversatorios y disertaciones con varios de los colectivos que
surgieron o se consolidaron en las intensas movilizaciones que se
observaron en el país, particularmente en su capital, entre abril y
agosto de 2015. Hoy, las grandes preguntas que surgen respecto
de las reflexiones que han suscitado dichas movilizaciones tienen
que ver con sus causas, su contenido y finalmente sus consecuen-
cias.
He revisado el libro de Miguel Ángel Sandoval, publicado
cuando todavía no concluían las movilizaciones que culminaron
con la renuncia del presidente Pérez Molina, la vicepresidenta
Baldetti y su encarcelamiento, así como el de diversos funciona-
rios del gobierno y otros notables. Publicado en junio de 2015, el
libro de Miguel Ángel es un texto que exuda entusiasmo por la
gran movilización. En su título lleva esperanza: El 25 de abril y la
revolución moral del siglo xxi. Hace unos días recibí el No. 48 de
la Revista El Observador, con dos textos importantes, escritos por
Carmen Reina y Marco Fonseca. Finalmente, mi querido amigo
Virgilio Álvarez Aragón me regaló su último libro La revolución
que nunca fue. Un ensayo de interpretación de las jornadas cí-
vicas de 2015. No puede dejar de mencionarse los textos perio-
dísticos de Mario Roberto Morales. He aquí pues varios textos,
seguramente habrá algunos más que no conozco, que son las pri-
meras sistematizaciones sobre los acontecimientos históricos del
año pasado en Guatemala.
No he podido dejar de oír, con sorpresa, que una interpretación
de los acontecimientos, adjudica a Washington el papel de gran
conspirador y, en esencia, autor de todos los acontecimientos

173
políticos sucedidos el año pasado. No se dice sino una verdad
muy conocida cuando se afirma que el gobierno estadounidense
ha actuado siempre como un actor fundamental en los
acontecimientos de países como Guatemala. Pero me parece muy
limitado interpretar todo lo sucedido con base en esa variable.
Hace algunos años tuve la oportunidad de entrevistarme con el
embajador estadounidense de aquel entonces, el memorable
Stephen Macfarland, y en su sobriedad diplomática pude
entrever que había dos elementos centrales en las preocupaciones
estadounidenses para Guatemala: la penetración del crimen
organizado en el seno del Estado y la necesidad de impulsar un
programa de justicia transicional que castigara a los violadores de
los derechos humanos. Y lo sucedido en los últimos años revela
que dicha agenda se ha venido cumpliendo en niveles que no
imaginábamos que era posible.
Pero las movilizaciones sociales de 2015 no fueron espurias.
Evidenciaron el nivel de conciencia de un conjunto pluriclasista,
mayoritariamente dominado por las clases medias urbanas, que
expresaron el rechazo a la corrupción e inclinación por la antipo-
lítica. El gobierno actual de Guatemala es el resultado orgánico
de esa subjetividad. Esperemos que los textos interpretativos aquí
anunciados sean el inicio de una reflexión que haga caminar a la
indignación a peldaños más elevados.

14 de abril de 2016

174
El desprestigio de la política y la antipolítica

El año de 2015 se vivieron en Guatemala momentos notables pro-


ducto de la indignación ciudadana frente a la corrupción y molicie
de la clase política del país. Los resultados fueron asombrosos,
pese a un final decepcionante, aunque congruente con el grado de
conciencia que se mostró durante todas las movilizaciones. Me
pregunto cuál es la causa del desprestigio de la política que origi-
na a su vez a la antipolítica. Buena parte de las encuestas realiza-
das en toda Latinoamérica muestra que los partidos políticos son
las instituciones más desprestigiadas en la región. Más aun que las
policías, las cuales en una parte muy importante están integradas
por elementos corruptos y funcionan más como un dispositivo al
cual hay que temerle, que uno con el cual la ciudadanía debería
sentirse segura.
La causa del desprestigio de la política bien podría radicar en
que las clases políticas de buena parte del mundo no son guiadas
ni por la ética de la convicción ni por la ética de la responsabili-
dad. Ambas categorías fueron pensadas por Max Weber y resultan
de gran utilidad para todo aquel que hace política de la buena. La
mayoría de los políticos y políticas no tienen ninguna de estas dos
éticas y se mueven por lo que el politólogo italiano Angelo Pane-
bianco ha llamado “los incentivos individuales”, entre los cuales
están, sobre todo, el poder y el dinero. En un momento en que
en México se están eligiendo gobernadores en doce estados, los
escándalos de corrupción se agregan a los que ya se han vivido
en tiempos relativamente recientes. En 2014 y 2015, un escán-
dalo involucró al presidente de México, Enrique Peña Nieto, al
saberse que su esposa había adquirido con muchas facilidades una
lujosísima residencia (la casa blanca) de los mismos empresarios
que habían sido beneficiados con la concesión de una mayúscula
obra pública. En este momento, el escándalo se centra en Miguel

175
Ángel Yunes, candidato a gobernador de Veracruz por la coali-
ción pan-prd, quien fue denunciado por poseer inmuebles por 498
millones de pesos (aproximadamente 30 millones de dólares). Y
está circulando en los medios de comunicación, que el candidato
oficial a gobernador de Puebla, José Antonio Gali, tiene empresas
por un valor de más de 116 millones de pesos (casi 7 millones de
dólares).
Lamentablemente, el resultado de estos escándalos cotidianos
son el escepticismo y el fatalismo. El escepticismo se sintetiza
con la frase de: “todos son lo mismo”. El fatalismo lo hace con la
que dice: “para qué vamos participar si de todos modos, todo va
a seguir igual”. Pese a todas las limitantes que podamos adver-
tir, lo sucedido en Guatemala durante 2015 revela el potencial de
cambio que tiene el acabar con el fatalismo que impide la movi-
lización ciudadana. Los grandes cambios se han dado cuando el
sentimiento de que lo que se vive ya no puede seguir existiendo y
se combina con la aparición de una fuerza política coherente.
Se vive entonces el tránsito de la antipolítica a la política al-
ternativa.

28 de abril de 2016

176
Refundar el Estado

Probablemente ya poco se pueda agregar a todo lo que se ha veni-


do diciendo durante mayo respecto de la refundación del Estado.
Acaso el reactivar esa discusión, haya sido el único mérito que
haya tenido la iniciativa del expresidente Jorge Serrano Elías al
convocar a un “Frente Amplio de Refundación”, que busca preci-
samente eso: refundar el Estado. Entre las personas que la prensa
ha mencionado como parte de esa iniciativa se encuentran dos
figuras prominentes, provenientes de la contrainsurgencia, el ca-
pitán Oscar Platero Trabanino y el teniente coronel Otto Bernal.
El primero fue vicepresidente de la Fundación contra el Terroris-
mo y el segundo, además de su trayectoria militar, tuvo efímeras
pretensiones presidenciales por medio del partido Corazón Nueva
Nación. También se encuentran dos figuras históricas de la insur-
gencia, los comandantes Pablo Monsanto y César Montes. En días
pasados estos personajes y otros más se reunieron en Panamá con
el expresidente Serrano Elías para organizar las acciones que, se-
gún ellos, podrían dar como resultado la refundación del Estado
en Guatemala.
Advierto en la iniciativa dos inconvenientes. En primer
lugar, cualquier iniciativa encabezada por Jorge Serrano Elías,
seguramente, es un proyecto que nacerá muerto. El desprestigio
de Serrano Elías es muy grande desde que, imitando a Alberto
Fujimori, encabezó una suerte de autogolpe el 23 de mayo de
1993, al disolver el Congreso de la Republica, la Corte Suprema de
Justicia y la Corte de Constitucionalidad. A diferencia de Fujimori,
la jugada autoritaria no le salió bien y Serrano fue derrocado siete
días después, por lo que tuvo que salir al exilio en Panamá. En ese
lugar vive y de ese lugar quiere regresar a Guatemala. Es probable
que toda esta iniciativa refundacional sea una jugada política para
poner fin a su destierro. Agregado a esto, no me causa ningún

177
entusiasmo que alguien proveniente de una organización de
extrema derecha encabece un proceso refundacional. En segundo
lugar, para que no sea espuria la refundación del Estado, ésta tiene
que ser antecedida por un vasto movimiento político y social que
busque una transformación esencial del orden existente. Esto
es lo que el teórico italiano Antonio Negri ha llamado el poder
constituyente.
Ese poder fue lo que observamos en los procesos políticos
que culminaron en procesos de este orden en Venezuela, Ecuador
y Bolivia, y ese poder es precisamente el que no se advierte en
Guatemala. Las grandes movilizaciones de 2015 en Guatemala es-
tuvieron limitadas a la antipolítica y culminaron en la elección de
Jimmy Morales, epílogo anticlimático de un ciclo de cinco meses
de movilizaciones en los cuales se pusieron muchas esperanzas.
La refundación del Estado, para que tenga un sentido pro-
gresivo, tiene que asentarse en una correlación de fuerzas en la
cual lo popular tenga un peso determinante. Si eso no sucede, la
refundación tendrá un desenlace reaccionario e involutivo. Una
asamblea constituyente en Guatemala en estos momentos muy
probablemente terminaría en una profundización de la voluntad
neoliberal que es muy fuerte en el seno de los poderes facticos en
el país.
Así las cosas, ¿para qué propiciar una regresión?

26 de mayo de 2016

178
Necesidad de la cicig en Guatemala

Desde hace varios meses, en mis intercambios con algunos de mis


amigos en la derecha, he percibido un creciente malestar en contra
de la Comisión Internacional Contra la Impunidad en Guatemala.
Resulta paradójico que hoy, personas que estuvieron de acuerdo
con todas las medidas intervencionistas de los Estados Unidos de
América en Guatemala, incluyendo por supuesto el derrocamiento
de Jacobo Arbenz (que vivieron cuando eran pequeños infantes
pero que avalan siguiendo la narrativa familiar), ahora sean furi-
bundos críticos del embajador Todd Robinson y de lo que consi-
deran abusivas intromisiones en la vida política del país. No les
falta razón en esos señalamientos, pero hubiera sido bueno que,
congruentemente, siempre hubiesen defendido la soberanía nacio-
nal ante la injerencia estadounidense. El discurso “antiimperia-
lista” llega a extremos del anticomunismo delirante: los Estados
Unidos de América defienden ahora políticas socialistas y de ello
se aprovechan los antiguos insurgentes que se alían a la cicig y a
la Fiscal Thelma Aldana para lograr los objetivos que no pudieron
conseguir con las armas en la mano...
No resulta extraño que estos sectores ahora estén apoyando
al presidente Jimmy Morales en su decisión de expulsar del país
al comisionado Iván Velázquez. El Presidente de Guatemala tiene
motivos personales para querer hacerlo, al estar la cicig involu-
crada en investigaciones que han incriminado y encarcelado a su
hermano y a su hijo. Ahora, dicho órgano está investigando un
eventual financiamiento ilícito a su partido y a su campaña y, junto
al Ministerio Público, han solicitado un antejuicio contra Morales
que lo colocaría en la senda hacia el mismo destino del hoy encar-
celado Otto Pérez Molina. Resulta por ello hilarante el discurso de
gran patriota que Morales ha esgrimido en su alocución en la que
declaró non grato a Velázquez. En realidad, se trata de disfrazar

179
como razón de Estado una sobrevivencia personal y la búsqueda
de impunidad a la corrupción estatal imperante.
El grave problema que tiene esta iniciativa es que se enfren-
ta al poderío de una Casa Blanca en sumo grado interesada en
desterrar la infiltración en el Estado del crimen organizado y dar-
le viabilidad a uno de los países que, con su descomposición y
expulsión migratoria, atenta contra los intereses estadounidenses
en la región. No cabe duda de que detrás de la cicig se encuentra
Washington. Pero lo observado en estos días, muestra que sería
una simpleza reducir la fuerza de la cicig a la injerencia estadou-
nidense. La decisión de Morales ha provocado una crisis guberna-
mental con la destitución del canciller, la renuncia de la Ministra
de Salud y de varios viceministros. La mayoría del cuerpo diplo-
mático no apoya la decisión del Presidente, la Conferencia Epis-
copal tampoco, y los más diversos sectores de la sociedad civil
también la deploran.
La razón es muy sencilla. La descomposición política y social
existente es tan grande, que es evidente que sin la existencia de la
cicig no habría viabilidad para la justicia en el país, la impunidad
sería rampante y Guatemala profundizaría el camino que hoy la
tiene en vísperas de ser un Estado fallido.

31 de agosto de 2017

180
Guatemala, la crisis es de Estado

En el momento de escribir estas líneas leo la noticia de que el Con-


greso de Guatemala integró una comisión pesquisidora que analiza-
rá el antejuicio contra el presidente Jimmy Morales. Al enterarme
del acontecimiento, no puedo dejar de evocar los acontecimientos
de 2015, cuando estalló el escándalo de corrupción que llevaría a la
destitución y encarcelamiento del gobierno de Otto Pérez Molina.
La decisión de Morales de pedir la expulsión del Comisionado de la
Comisión Internacional Contra la Impunidad en Guatemala (cicig),
no solo no evitó que el proceso que podría llevarlo a la cárcel se
detuviera, sino evidenció su aislamiento y lo debilitó políticamente.
Y en medio de la crisis gubernamental, el 4 de septiembre entró en
vigor la renovación del mandato de la cicig por dos años más, que
el Presidente había solicitado meses atrás.
Recordemos. Morales llegó a ser presidente de una manera
totalmente imprevista. Antes de que en abril de 2015 estallara el
escándalo que destruyó al gobierno de Pérez Molina, el antaño
cómico era una figura menor, por no decir marginal, en la vida
política nacional. Fue el sentimiento de repulsión hacia la clase
política de la ciudadanía guatemalteca lo que lo llevó a ganar las
elecciones. Fue exitosa la imagen que vendió de que no era po-
lítico, que no era corrupto ni tampoco ladrón. Era evidente que
lo primero era mentira, pues venía haciendo política desde años
atrás. Hoy lo de corrupto y ladrón se está poniendo en duda, en
tanto que las investigaciones de la cicig lo han colocado en las
puerta de un antejuicio.
La crisis en la cual está sumido el gobierno de Jimmy Mora-
les, no es solo una crisis gubernamental. El que el expresidente
Alfonso Portillo haya sido encarcelado, extraditado y haya per-
manecido en cautiverio cinco años, y que una situación similar
la esté viviendo el expresidente Pérez Molina, se une ahora a la

181
precaria situación del presidente actual de Guatemala. Y todo ello
evidencia que la crisis política que se vive en Guatemala no es la
crisis de un gobierno. Lo que hoy se vive en el país es una crisis de
Estado, que evidencia que la transición de las dictaduras militares
a los gobiernos civiles está marcada por una corrupción sin límites
que pone en duda la viabilidad de lo público en el país.
Al igual que México, en Guatemala se necesita una refun-
dación del Estado. A diferencia de México, en Guatemala al pa-
recer todavía no nace una fuerza política renovadora que lleve
con éxito a buen puerto tal refundación. Harto de los políticos y
de las políticas, el pueblo de Guatemala le apostó en 2015 a la
antipolítica. Si Jimmy Morales cae, ese pueblo habrá quemado el
cartucho de la opción ciudadana, que en realidad fue un espejis-
mo para el caso del hoy agobiado presidente de Guatemala. ¿Qué
seguirá entonces? ¿Otro espejismo con un rostro y membrete nue-
vo? La crisis de Estado es obvia, como la inexistencia de la fuerza
política que la tendría que resolver.

7 de septiembre de 2017

182
La cicig y el oscurantismo reaccionario en
Guatemala

Guatemala sufrió el genocidio más grande de la América contem-


poránea; sus cifras son espeluznantes: 150 mil ejecuciones extra-
judiciales y 45 mil desapariciones forzadas. La derecha extrema
guatemalteca, al igual que el revisionismo histórico en la Europa
del genocidio judío, hoy pone en duda esta verdad histórica, la
minimiza y combate la caracterización de genocidio sobre lo su-
cedido en la segunda mitad del siglo xx. Para poder hacer el geno-
cidio, la clase dominante y el Estado construyeron dos “otredades
negativas”: el “indio” (sucio, haragán, hipócrita, traicionero) y el
“comunista” (apátrida, destructor de familia, propiedad, libertad y
religión). Esas falsedades conformaron la cultura del terror, os-
curantismo reaccionario que se nutrió de las tradiciones autorita-
rias, racistas y anticomunistas construidas a lo largo de la historia
de Guatemala. Esa cultura legitimó la existencia de la dictadura
militar más feroz de América Latina, la aparición de los escua-
drones de la muerte, las más de 600 masacres en las áreas rurales,
la ejecución extrajudicial de dirigentes políticos democráticos o
revolucionarios, líderes sociales o activistas estudiantiles.
El intento de Jimmy Morales de expulsar al Comisionado
de la cicig en Guatemala –acto que combina un interés personal
como el del grupo de exmilitares que lo asesora–, ha desatado
nuevamente la paranoia anticomunista, propia de la guerra fría, la
misma que bañó en sangre al país. Esa paranoia asesinó a Manuel
Colom Argueta, Alberto Fuentes Mohr y a Adolfo Mijangos Ló-
pez, a quienes puso en el mismo costal que a la insurgencia guerri-
llera. Escribo todo esto, porque está circulando en redes sociales
un anónimo manifiesto, digno de esa cultura del terror y paranoia
anticomunista. Según dicho manifiesto, Guatemala está a punto de
ser destruida (acaso el país no llegue a las próximas elecciones)
por una izquierda populista, guerrillera, comunista y socialista

183
que, paulatinamente, está cooptando las instituciones del Estado
(la Corte de Constitucionalidad, Procuraduría de Derechos Huma-
nos, la Administración Tributaria, la Corte Suprema de Justicia,
el Ministerio Público, la usac, la cicig etc.). Con tremendismo,
afirma que la Universidad ya está impartiendo seminarios de pen-
samiento chavista y la prensa escrita y televisiva, “vendidas”, ya
difunden el socialismo del siglo xxi. Los autores de esta conjura
comunista son Iván Velázquez (cicig), la Fiscal Thelma Aldana,
y una larga lista de partidos políticos (Encuentro por Guatema-
la, une, winaq, Semilla por ejemplo) y de organizaciones sociales
(Somos, Soy 502, codeca etc.,). Me sorprendió que no se incluya
al embajador estadounidense.
Guatemala no está siendo destruida por los comunistas y sus
aliados, sino por la corrupción en las altas esferas políticas y en
ciertos círculos empresariales. En el pasado, los oscurantistas agi-
taron la paranoia anticomunista para defender un orden excluyen-
te y dictatorial. Hoy agitan la misma paranoia para defender un
orden igualmente excluyente, profundamente corrupto y lleno de
impunidad. Guatemala necesita un cambio que la salve del abismo
en el que está a punto de desplomarse. No son los rojos abiertos
o encubiertos los que la van a destruirla, son los delincuentes de
cuello blanco que la han estado gobernando.

14 de septiembre de 2017

184
En defensa de flacso
flacso Guatemala, fin de un ciclo

El próximo 21 de julio de 2012, el actual director de la Sede Guate-


mala de flacso, Dr. Virgilio Álvarez Aragón terminará su gestión.
No será sustituido por un nuevo director, porque como es sabido,
una maniobra intervencionista realizada desde el Ministerio de Fi-
nanzas y avalada por el presidente Otto Pérez Molina, impidió que
el candidato electo por el Consejo Académico y luego avalado por
la propia cancillería, Dr. Óscar López, le sucediera en el cargo. Será
el propio Secretario General electo de flacso, Dr. Adrián Bonilla,
quien tome las riendas de la gestión de flacso Guatemala, al me-
nos durante algunos meses, mientras nombra a un delegado de la
Secretaría General. El intervencionismo del gobierno de Pérez Mo-
lina causó un daño significativo a flacso, entre otras cosas porque
provocó una fractura interna en la institución. Por ello, cabe esperar
que si se nombra a un nuevo delegado o delegada, la persona selec-
cionada no sea parte del conflicto sino de la solución.
Al final de la gestión del Dr. Virgilio Álvarez cabe hacer un
balance de la misma, la cual estuvo marcada por su espíritu em-
prendedor y por una cabeza que actuó siempre como una fábrica
de ideas. Virgilio recibió a flacso con una maestría y un doctorado
en ciencias sociales, al final de su gestión se cuenta con seis maes-
trías, dos de ellas recientemente aprobadas por el Consejo Supe-
rior en su sesión en mayo recién pasado en la ciudad de Quito. Me
refiero a la maestría en estudios de género y la de psicología social
y violencia. En la maestría y el doctorado en ciencias sociales se
dio la presencia de maestros nacionales y visitantes del extranjero
de alto nivel. Se crearon, además, dos nuevos programas: el de es-
tudios de género y el de migración. Este último en asociación con
el prestigioso Colegio de la Frontera Norte de México. En materia
editorial, hay que decir que flacso instituyó la Feria Internacional
del libro de las ciencias sociales, se crearon varias colecciones de
libros, se regularizó el mensuario diálogo, se duplicó el número
de títulos de libros y se creó un programa de radio en la tgw. Otro

187
esfuerzo muy importante, idea del propio Virgilio, fue la convoca-
toria a un conjunto de científicos sociales nacionales y extranjeros
para escribir una historia reciente de Guatemala, la cual abarcará
el período 1954-1996, aunque varios de los capítulos escritos lle-
van su examen hasta principios del siglo xxi. Ya se encuentran en
proceso de edición al menos cinco tomos de esta magna obra que,
indudablemente, será fuente de consulta obligada para los estudio-
sos del proceso histórico contemporáneo de Guatemala.
En lo que se refiere a la administración de los recursos de la
institución, me parece que un logro importante de la gestión del
Dr. Álvarez es que flacso Guatemala pagó el edificio con el que
cuenta en la zona 10 de la capital con tres años de anticipación.
Además, se lograron ahorros significativos que le crean a la ins-
titución un colchón para hacerle frente a una situación financiera
que se presenta como compleja para el año entrante, cuando fuen-
tes de financiamiento con las cuales se había contado, dejarán de
existir. Después de varios años de esfuerzos, finalmente el Con-
greso de la República tuvo a bien otorgarle a flacso una asigna-
ción presupuestaria de mediano monto, la cual hasta donde llega
mi información no se le ha entregado a la institución.
Independientemente de estos logros, lo más importante en mi
perspectiva, es que durante estos años, flacso le dio continuidad
a un espíritu plural, independiente y crítico. Albergó en su seno
diversas tendencias teóricas, metodológicas y políticas. Abrió el
espacio para la reflexión sobre los movimientos sociales desde
el punto de vista académico y se adhirió a las causas progresistas
del país y del mundo. Todo ello en el marco de la moderación que
debe tener una institución como lo es flacso. Indudablemente, la
forma traumática en la que se interrumpió lo que debería haber
sido el proceso normal de sucesión en la dirección de flacso, ha
tenido consecuencias que esperamos sean resueltas bajo la con-
ducción de la Secretaría General.
Hemos titulado este artículo usando la expresión “fin de un
ciclo”. Esperemos que este final de ciclo tenga un sentido pro-
gresivo y no el regresivo que pretendió el actual gobierno con su
desafortunada actuación.
12 de julio de 2012

188
Defender a flacso Guatemala

El miércoles 13 de agosto de 2014, fui honrado por el Consejo


Académico de la Sede en Guatemala de la Facultad Latinoameri-
cana de Ciencias Sociales, con la distinción de “Profesor Investi-
gador Emérito René Poitevin”. No me toca discernir los motivos
por los cuales las autoridades de la Sede tuvieron a bien honrarme.
Pero esto sucedió en el preámbulo de agotadoras semanas de ne-
gociación con el gobierno de Guatemala. Participé como acompa-
ñante de la Sede en la comisión que tenía por objetivo resolver la
crisis institucional generada con motivo de la elección de Director
o Directora de la misma. A reserva de que acaso no se haya dicho
la última palabra en relación con dicha crisis, el hecho cierto es
que no fue posible llegar a ningún acuerdo con el gobierno de Otto
Pérez Molina. Por ello, el decano del Consejo Superior de flacso,
Dr. Francisco Rhon, no tuvo más remedio que declarar fallida a
la comisión.
Recibo la “Distinción Profesor e Investigador Emérito René
Poitevin” en un momento crucial de la historia de flacso Gua-
temala, el cual puede tener repercusiones para todo el sistema
flacso. Se trata de preservar el espíritu que ha animado al mismo
y el cual pude percibir en los cuatro años que tuve el honor de
ser Consejero a título individual en su Consejo Superior. Se trata
de un espíritu fuertemente apegado a lo institucional, respetuoso
del Acuerdo constitutivo de flacso y de los distintos reglamentos.
También a los usos y costumbres que rigen al ya mencionado sis-
tema flacso. Esa Facultad es un organismo internacional, autóno-
mo y también intergubernamental. Esto implica un sistema en el
cual el consenso es la norma y la imposición algo impensable. La
democracia tal como es concebida en la institución es una demo-
cracia de consenso.

189
Los Consejos Académicos de las Sedes, y los órganos de
decisión respectivos en los Programas y Proyectos, son actores
fundamentales como también lo son los gobiernos signatarios del
Acuerdo flacso. La autonomía de flacso implica la libertad para
elegir los temas de investigación, los enfoques teóricos que deben
guiarlos y la libertad de cátedra en el caso de los proyectos docen-
tes. flacso no deber ser refugio para funcionarios gubernamenta-
les temporalmente desempleados, sino el espacio para profesores
e investigadores de carrera con estabilidad laboral, críticos y autó-
nomos en su pensamiento.
Si bien es cierto que flacso como institución tiene que ser
ajena a todo tipo de militancia, también hay que recordar que no
puede ser tratada como un ministerio. El Director/a de flacso no
es funcionario del Presidente. Su relación con el Estado y con los
gobiernos de turno es de respeto y coadyuvancia en la solución
de los problemas nacionales y sociales, independientemente de
la ideología de dichos gobiernos. La relación del Estado y los go-
biernos de turno con flacso debe ser de respeto a su autonomía y
de cumplir con el acuerdo gubernativo para financiar sus activi-
dades.
Al parecer esto nunca lo entendió el gobierno actual. Y esa
incomprensión puede ser el preludio de la imposición.

14 de agosto de 2014

190
Discurso pronunciado por Carlos Figueroa
Ibarra con motivo de recibir la distinción
“Profesor Investigador Emérito René
Poitevin” por parte de la Sede Guatemala
de la Facultad Latinoamericana de Ciencias
Sociales (flacso)
Guatemala, Guatemala 13 de agosto de 2014.
Doctor Virgilio Reyes, Director Encargado
de la sede Guatemala de la
Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales

Estimables integrantes del Consejo académico de la flacso


Guatemala.

Colegas, compañeros y compañeras trabajadores y


demás integrantes de la comunidad de flacso en Guatemala.

Amigos y amigas presentes en este día y en este evento.

Quiero, en primer lugar, agradecer de manera sentida y profunda


a los colegas de flacso que tomaron la iniciativa de otorgarme
la distinción cuya entrega nos tiene ahora reunidos. Mi agradeci-
miento va en particular a los integrantes del Consejo Académico
de flacso Guatemala y, en particular, a la doctora Beatriz Zepeda,
directora de la institución en el momento que se tomó la iniciativa
de otorgarme la distinción “Profesor e Investigador Emérito René
Poitevin”. Confieso que fue algo inesperado para mí, cuando a
través de Virgilio Reyes, el Consejo Académico me comunicó te-
lefónicamente que había decidido honrarme con tal distinción. En
realidad pasaron unos días antes de que internalizara plenamente
lo gratificante que ha resultado para mí tal reconocimiento. Y la
razón de la demora es muy sencilla: la noticia me fue comunicada
en los primeros días de junio de 2014, cuando todavía procesá-
bamos los acontecimientos de las sesiones del Consejo Superior
y la Asamblea General de flacso de los días 29 y 30 de mayo. Y

191
cierto es que la situación de la Sede Guatemala con motivo de
los avatares que ha implicado la elección de un nuevo Director o
Directora, no me han permitido saborear plenamente el honor que
he recibido.
Para empezar, no tuve cabeza sino hasta el lunes en la tarde
para empezar a invitar a amigos, familiares y seres queridos al
evento que hoy nos reúne. Así que los amigos y amigas, y familia-
res que me acompañan hoy lo hacen a pesar de la premura con que
fueron invitados. Les agradezco a todos su presencia.
La noche de ayer, mientras caminaba desde el campus central
de la Universidad de San Carlos de Guatemala hacia la colonia El
Carmen, donde se encuentra lo que es mi casa cuando estoy en
Guatemala –el hogar de mis amigos y hermanos Alfonso Batres
y María Isabel Galindo de Batres–, pude darme cuenta de algo
que no había leído con detenimiento sino hasta ayer. Y eso es que
la distinción que hoy me ha conferido flacso Guatemala lleva el
nombre de un querido colega que ya no está con nosotros. Me
refiero a quien fuera su Director, el doctor Rene Poitevin. “Poite”,
como cariñosamente lo llamábamos hace unos 40 años, en 1974.
Eso era cuando la Escuela de Ciencia Política apenas arrancaba y
personas que hoy se han convertido en auditorios, centros de do-
cumentación y distinciones, como el propio René y también Jorge
Romero Imery, empezaban su carrera profesional como cientistas
sociales. Evoqué aquella pequeña escuela, ubicada en uno de los
edificios de la Ciudad Universitaria de la usac, a la cual estudian-
tes y profesores llamaban coloquialmente el Gallinero, y pensé
en todo lo que a las ciencias sociales les ha acontecido en estas
cuatro décadas. Para empezar, poco tiempo después de 1974, en
alguno de mis viajes a Guatemala –pues me encontraba estudian-
do el posgrado en la Universidad Nacional Autónoma de Méxi-
co–, pude ver cómo René Poitevin, Víctor Gálvez Borrell, Mario
Luján, Jorge Romero Imery, Raúl Zepeda, entre otros, celebraban
jubilosamente que, finalmente, el Consejo Superior Universitario
de la usac, había aprobado la creación de la Escuela de Ciencia
Política con las carreras de ciencia política, sociología y relacio-
nes internacionales.
Vivíamos en aquellos años la plenitud de la dictadura
militar. Pero era una dictadura militar en la que la represión

192
había menguado. Finalmente, el primer ciclo insurgente había
terminado. El país atravesaba una calma que después supimos, solo
fue un breve interregno entre dos grandes tormentas represivas.
Además, el gobierno de turno buscaba legitimarse después del
fraude electoral de 1974. Fue en ese breve espacio en el cual nació
la Escuela de Ciencia Política, aunque las ciencias sociales en
Guatemala habían nacido mucho antes.
No puede olvidarse la aparición de la antropología culturalis-
ta, a la cual le debemos los primeros estudios acerca de los pueblos
indígenas de Guatemala e incluso las primeras reflexiones acerca
de las relaciones entre indígenas y ladinos en el país. Las ciencias
sociales en Guatemala se empezaron a cultivar, probablemente, en
el Seminario de Integración Social de Guatemala, pero también en
diversos espacios de la usac. Entre ellos, en la Facultad de Cien-
cias Jurídicas y Sociales, en la Facultad de Humanidades y aun
en la Escuela de Trabajo Social y, poco después, en la naciente
Escuela de Historia. No había surgido con plenitud la Escuela de
Ciencia Política cuando el mundo intelectual de Guatemala resul-
tó impactado por el libro de Carlos Guzmán Böckler y Jean Loup
Herbert, Guatemala una interpretación histórica social (1969),
y poco tiempo después, con la aparición de La patria del criollo
de Severo Martínez Peláez (1970). Hoy acaso se pueda decir que
con el debate que aquellos dos libros generaron en el primer lustro
de la década de los años setenta del siglo xx, despegó la reflexión
desde las ciencias sociales en Guatemala.
Probablemente, algo más estaba ocurriendo en el resto de
Centroamérica, y particularmente en Costa Rica, donde un régi-
men democrático y más abierto a lo que acontecía en el mundo,
propiciaba un desarrollo de las ciencias sociales superior al del
resto de los países centroamericanos. En dicho país se encontraba
EdelbertoTorres-Rivas y su presencia impulsó el Primer Congre-
so Centroamericano de Sociología, celebrado en aquel hermoso
lugar llamado La Catalina, en Heredia, y poco tiempo después
el xi Congreso Latinoamericano de Sociología, que se volvió un
hito de las ciencias sociales latinoamericanas. Esto sucedió, por-
que allí se debatió a fondo la teoría de la dependencia a través de
figuras memorables como Agustín Cueva, Theotonio dos Santos,
Vania Bambirra y Ruy Mauro Marini.

193
No es posible desligar a las ciencias sociales del contexto po-
lítico y social en el que se desenvuelven. Es verdad de perogrullo
afirmar que cualquiera que haga una historia del desenvolvimien-
to de las ciencias sociales, tiene que vincular el mismo a la socie-
dad en la que se desenvuelven. Y en este tenor, hay que recordar
el contexto del despegue de las ciencias sociales en Guatemala.
Ya mencioné un interregno entre dos oleadas represivas. A nivel
latinoamericano lo que se observaba era un desplazamiento hacia
el norte de América latina de figuras fundamentales de las cien-
cias sociales, como los cientistas sociales que ya he mencionado y
otros más, como René Zavaleta, Sergio Bagú, Clodomiro Almei-
da, entre otros.
Con satisfacción, puedo decir que me beneficié de todo esto
como estudiante de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales
en la unam. Este desplazamiento hacia el norte de América latina
fue consecuencia del golpe de Estado que derrocó al gobierno de
Salvador Allende en septiembre de 1973. Y en el contexto que
vivimos hoy en la Sede Guatemala de flacso, hace que conven-
ga recordar que los congresos centroamericano y latinoamericano
celebrados en Costa Rica en 1974, se realizaron en el momento
en que la ferocidad pinochetista acosaba a flacso en Chile. Ésta
terminaría cerrando sus actividades ahí, porque el oscurantismo
dictatorial que combinaba neoliberalismo con anticomunismo,
consideraba a flacso como un reducto del marxismo que amena-
zaba la cultura cristiana y occidental.
Aun en aquel interregno que he mencionado para Guatema-
la, los que empezábamos a hacer ciencias sociales teníamos que
andar con pies de plomo en la investigación social y en la docen-
cia. Nunca olvidaré a aquel librero español que llegó a buscar-
me indignado, porque el libro que había pedido yo para mi clase
de Introducción a la Sociología en la Facultad de Derecho en la
usac, había sido retenido en la aduana guatemalteca y el Gobierno
se negaba a entregarlo. El libro versaba sobre sociología marxis-
ta y en aquel año de 1974 gobernaba Carlos Arana Osorio y era
ministro de Educación Alejandro Maldonado Aguirre. El librero
español no era un fervoroso marxista indignado por la ausencia
de libertad de pensamiento en Guatemala, simplemente era un co-
merciante que veía evaporarse sus ganancias, porque el lote de

194
libros que yo había pedido corría el riesgo de podrirse en una de
las bodegas de la Aduana Central. Por fortuna para el librero y
para los estudiantes de derecho de aquel año de 1974, a instancias
de dicho librero y también de las mías, el ministro Maldonado
Aguirre emitió un dictamen en el que establecía que Guatemala
era un país democrático y con libertad de pensamiento y que, por
lo tanto, se autorizaba que el libro de sociología marxista pudiera
ser llevado a la librería y libremente distribuido.
Pocos años después el contexto había cambiado radicalmente.
Centroamérica vivía el estallido revolucionario iniciado en Nica-
ragua y que se propagaba a El Salvador y Guatemala. La insurgen-
cia se expandía en Guatemala y la dictadura militar volvió a ser
terrorista. Una de las organizaciones revolucionarias del país se-
cuestró al hijo de uno de los más prominentes empresarios del país
y, además de dinero, pidió que se publicara un manifiesto en los
diarios del país. Como lo supimos en aquel momento, a los ana-
listas del ejército de Guatemala les pareció que aquel manifiesto
manejaba muy bien las categorías usuales en las ciencias sociales
y concluyó que el mismo solo podría haber salido de la Escuela de
Ciencia Política de la usac. Y con tal conclusión obró en conse-
cuencia. Por medio del Ejército Secreto Anticomunista amenazó
de muerte a siete académicos, en cuenta a quien hoy les habla.
Tres de los siete académicos, Jorge Romero Imery, Ricardo Juárez
Gudiel y Julio Alfonso Figueroa, finalmente, fueron asesinados.
Los otros cuatro nos salvamos porque pudimos salir al exilio. La
anécdota acaso valga para ilustrar lo que probablemente pensaban
los funcionarios civiles y militares de las dictaduras militares lati-
noamericanas: que las ciencias sociales eran subversivas. Algunos
hechos le daban fundamento al prejuicio: en aquel momento el
marxismo era una teoría muy influyente en las ciencias sociales y
en Centroamérica en particular, buena parte de los cientistas so-
ciales habían tomado partido teórica o prácticamente por un cam-
bio revolucionario. ¿Cómo olvidar al sociólogo nicaragüense Blas
Real Espinales muerto en combate contra la agonizante dictadura
somocista?
Recuerdo muy bien una conversación telefónica con Edelberto
Torres-Rivas en 1987. Me contaba que se había fundado la Sede
Guatemala de flacso y que su primer director era el muy querido

195
amigo y economista Mario Aníbal González. Además de sus
méritos profesionales, que son muchos, Mario Aníbal había sido
electo como Director de aquella incipiente flacso Guatemala,
porque su perfil acaso le daba un margen mayor de seguridad
personal en un contexto como el guatemalteco.
flacso Guatemala se fundó cuando estaba naciendo el primer
gobierno civil, lo que no quería decir pleno estado de derecho y
militares en sus cuarteles. Por tanto, en un país que había vivido el
asesinato de 400 universitarios en un lapso de unos tres o cuatro
años, el tema de la vulnerabilidad mayor o menor de su direc-
tor era algo a considerar. Por fortuna, la violencia política se fue
apaciguando y desgraciadamente empezó a ser sustituida por la
violencia delincuencial que hoy vivimos. Cabe recordar que hay
estimaciones que consideran a la ciudad de Guatemala como una
de las diez ciudades más peligrosas del mundo.
Ha pasado algún tiempo desde que las ciencias sociales eran
consideradas subversivas. Hoy es un lugar común en Guatemala
decir que hay ciencias sociales críticas y también hay ciencias so-
ciales sistémicas. Hay enfoques teóricos que buscan conservar lo
establecido y otros que buscan transformarlo. Desde un horizon-
te académico, todas las teorías son legítimas y con capacidad de
producir conocimientos nuevos. Es en el marco de este horizonte
académico, que en sus poco más de 27 años de existencia, flacso
Guatemala ha dado aportes fundamentales a las ciencias sociales
en Guatemala. Tuve la fortuna de ser profesor en la maestría y
el doctorado del Programa Centroamericano de Ciencias Socia-
les que funcionó en la Sede. Y pude observar un nivel académico
envidiable.
La producción editorial de flacso Guatemala es notable. Los
eventos académicos que ha realizado son muy importantes. En sus
27 años de existencia, flacso se ha convertido en una referencia
para el pensamiento crítico en Guatemala. Y el clima teórico y
metodológico que inspira a sus trabajadores intelectuales es
ampliamente plural. Pero la violencia política no ha desaparecido
ni tampoco los imaginarios oscurantistas que la propician. Por
eso no resulta sorprendente advertir la imagen que los sectores
más conservadores de Guatemala han empezado a difundir de la
Sede: según éstos flacso es una institución en la cual no existe

196
pluralismo (¿existe en la Universidad Francisco Marroquín?), es
un reducto de antiguos subversivos y es un centro de activismo
de los movimientos sociales. Es esta una imagen que solamente
es explicable por la cultura política dominante en Guatemala, la
cual tiene sus raíces en el oscurantismo colonial, en el despotismo
decimonónico y oligárquico y, finalmente, en la guerra fría.
Recibo la distinción “Profesor e Investigador Emérito René
Poitevin” en un momento crucial de la historia de flacso Guatema-
la, el cual puede tener repercusiones para todo el sistema flacso.
Se trata de preservar el espíritu que ha animado al mencionado
sistema flacso y el cual pude percibir en los cuatro años que tuve
el honor de ser Consejero a título individual en su Consejo Supe-
rior. Se trata de un espíritu fuertemente apegado a lo institucional,
respetuoso del Acuerdo constitutivo de flacso y de los distintos
reglamentos. Un espíritu apegado también a los usos y costumbres
que rigen el desenvolvimiento de todo el sistema.
flacso es un organismo internacional y autónomo, pero tam-
bién es concebido como un organismo intergubernamental. Esto
implica un sistema en el cual el consenso es la norma y la impo-
sición algo impensable. La democracia tal como es concebida en
la institución es una democracia de consenso. Los Consejos Aca-
démicos de las Sedes, y los órganos de decisión respectivos en los
Programas y Proyectos, son actores fundamentales como también
lo son los gobiernos signatarios del Acuerdo flacso.
La autonomía de flacso implica la libertad para elegir los te-
mas de investigación, los enfoques teóricos que deben guiarlos y
la libertad de cátedra en el caso de los proyectos docentes. flacso
no deber ser refugio para funcionarios gubernamentales temporal-
mente desempleados, sino el espacio para profesores investigado-
res de carrera con estabilidad laboral, críticos y autónomos en su
pensamiento. Si bien es cierto que flacso como institución tiene
que ser ajena a todo tipo de militancia, también hay que recordar
que no puede ser tratada como un ministerio. Su relación con el
Estado y con los gobiernos de turno es de respeto y coadyuvancia
en la solución de los problemas nacionales y sociales, indepen-
dientemente de la tesitura política de dichos gobiernos. La rela-
ción del Estado y los gobiernos de turno con flacso debe ser de

197
respeto a su autonomía y de cumplir con el acuerdo gubernativo
para financiar sus actividades.
Finalizo estas palabras reiterando mi gratitud flacso Guate-
mala, por la distinción recibida y hago votos porque los próximos
tiempos de esta institución, que ya ha cumplido 27 años, cumpla
muchos más, caminando ascendentemente pero en el sendero que
ha venido transitando.

198
Cuba en el corazón
Cuba en el corazón

Año nuevo en La Habana. Momentos después de las doce de la


noche del 31 de diciembre de 2011, y luego de abrazar a mis seres
queridos, he salido al portal de la vetusta casa que habita mi fami-
lia política en el barrio de Luyanó. La gente del barrio también ha
salido a los portales y balcones de las casas decrépitas que recuer-
dan una belleza ya ida. Algunos tiran cubetadas de agua hacia la
calle para espantar a los malos espíritus y para que el año nuevo
sea propicio. La música de salsa retumba en todo el vecindario,
mientras es posible escuchar los 21 cañonazos con los cuales se
saluda al nuevo año desde la Fortaleza de La Cabaña. Los barcos
en el puerto de La Habana, relativamente cercano al populoso ba-
rrio en donde he pasado los últimos días, suenan sus sirenas dán-
dole a la noche un paradójico aire melancólico porque contrasta
con la algarabía que hacen los ruidosos habitantes del lugar.
En las puertas de alguna de las casas de la calzada de Luyanó
en donde me encuentro, veo que hay una pequeña fogata en la que
se incendia todo aquello que se quiere desechar del año que ya
se fue. Año nuevo en Luyanó, barrio ancestral de mi familia en
Cuba, junto con Regla, uno de los dos “barrios rojos” desde antes
de la revolución de 1959. Zona de influencia política del que fuera
el partido comunista de Cuba, el Partido Socialista Popular. No
podía ser de otra manera. Luyanó y Regla fueron barrios de esti-
badores y obreros portuarios, parte importante de la clase obrera
cubana durante la primera mitad del siglo xx.
Recostado en el barandal del portal veo venir caminando por
la calle de Guasabacoa a dos muchachas, una de ellas de panta-
lones ajustados, andar majestuoso y ombligo a la vista. Cada una
jala una maleta con ruedas encabezando una pequeña comitiva
que le da la vuelta a la manzana. Esto quiere decir que esperan
que el año que se inicia les traiga el viaje que ellas tanto desean.

201
Y en la Cuba de hoy, esa Cuba que sobrevive a 53 años de
bloqueo y agresiones estadounidenses, viajar casi siempre quiere
decir migrar. Mientras admiro el sinuoso andar de las muchachas
cubanas maleta en mano, reflexiono sobre ese migrar “al yuma”
(al norte) que forma hoy parte importante de la vida cotidiana en
Cuba.
Cuba ha vivido con severas limitaciones durante los 53 años
de su revolución. Errores de conducción de la dirigencia cubana
explican estas limitaciones. Pero me parece un análisis ideologi-
zado, soslayar que esas dificultades proceden sustancialmente del
bloqueo terrible al que ha sido sometida la isla desde Washington.
Cuba tuvo que bregar con la suspensión de compras de azúcar, su
principal exportación, desde los primeros tiempos de la revolu-
ción. Tiene que comprar medicinas a alto precio porque los Esta-
dos Unidos de América no se las han vendido. Algunos farmers
han logrado conseguir vender alimentos a Cuba después de traba-
josas negociaciones y al estricto contado. Las empresas estadouni-
denses tienen prohibido realizar transacciones con Cuba. Las que
no lo son enfrentan severas sanciones si realizan negocios con la
Isla. El turismo estadounidense aquí está prohibido y fuertemente
multado. Y en todo este contexto, a Cuba se le vino abajo 80% de
su comercio exterior cuando la Unión Soviética y toda su periferia
se derrumbó en 1991 por su podredumbre interna. Y si todo esto
fuera poco, la Isla ha tenido que enfrentar la constante actividad
terrorista que han propiciado los exiliados cubanos y la cia. Desde
1997, el Departamento de Estado ha erogado 201 millones de dó-
lares para financiar actividades subversivas. Fidel Castro ostenta
el Record Guiness de atentados fallidos en estos 53 años: 638. Así
como lo lee estimado lector o lectora: seiscientos treinta y ocho. Y
lo del Record Guinness no es broma. Cifra que habla de la eficacia
de los servicios de inteligencia cubanos y en menor medida de la
torpeza de los conspiradores.
Con todas estas limitaciones, obviamente hay mucha gente
que se quiere ir del país. ¿Cómo retener, por ejemplo, a una mano
de obra altísimamente calificada con salarios de a lo sumo 50 o
60 dólares mensuales? No obstante, no olvidemos que en los años
pasados, entre 300 y 400 mil centroamericanos (particularmente
oriundos del Triángulo Norte) intentan llegar a los Estados Unidos

202
de América pasando por México. Y en México la cifra anual de
migrantes ha oscilado entre 300 y 500 mil personas. Pero mexi-
canos y centroamericanos no tienen los privilegios migratorios
que Washington ha concedido a los cubanos. Si un cubano llega
a poner un pie dentro de los Estados Unidos de América, pronto
conseguirá el “green card” y trabajo, y a los dos años puede estar
de regreso visitando a sus familiares.
Año nuevo en Cuba. Un año más de penurias. Pero también
de resistencia.

19 de enero de 2012

203
Cuba, después del Che

En los primeros días de enero de 2012 estuve con Myrna Torres


Rivas en su casa en el Reparto Kohly de La Habana. Myrna, mujer
extraordinaria, bella a sus 82 años, rebelde como siempre. Crítica
de cualquier forma de autoritarismo. Digna hermana de Edelberto
y sobre todo digna hija de ese gigante ético que fue don Edelber-
to Torres, memorable mentor en Guatemala y patriarca moral del
sandinismo nicaragüense.
Me siento en una de las salas de su casa y me veo junto a Lisett
mi esposa, junto a Mario René el remachón Chávez, el veterano
revolucionario, quien se encuentra de visita en la Isla. Finalmente,
junto a mi amiga de muchos años, Mélida Turcios Lima, quien es
residente en Cuba desde hace 35 años. La plática es amena y viva.
Myrna nos cuenta de su activa vida social en los últimos días de
2012, visitas de gente de diversas partes del mundo, sus impresio-
nes críticas y preocupación sobre su siempre amada Guatemala.
No puedo dejar de ver en ella a la bella jovencita, balletista de la
Escuela Nacional de Danza en Guatemala, en el primer lustro de
los años cincuenta. Esa muchacha que tanto impresionó al joven
médico argentino Ernesto Guevara, quien escribió en uno de sus
diarios que Myrna “rompía corazones”.
Myrna habla del comandante Ernesto Che Guevara no como
tal. Ella lo recuerda como el guapo y desaliñado joven que vivió
en la Guatemala de Arbenz. El Comandante, icono mundial, para
ella es simplemente “Ernesto”. Pero “Ernesto” junto a Fidel, Ca-
milo Cienfuegos y Julio Antonio Mella –el joven líder estudiantil
asesinado en México por el dictador Machado–, son las grandes
figuras morales en Cuba. El legado moral del Che es incuestiona-
ble. Su austeridad, probidad, congruencia entre haceres y decires,
temeridad en el combate, voluntad internacionalista, rebeldía e
irreverencia lo hacen el prototipo de algo que siempre propugnó:

204
el “hombre nuevo”, que sería el arquitecto de una Cuba y un mun-
do nuevo. Muerto a los 40 años, el Che será por siempre el joven
revolucionario absolutamente congruente. Nadie lo verá encane-
cido, con bolsas en los ojos, embarnecido, asentado en un cargo
y viviendo merecidamente los honores de su entrega a la causa
revolucionaria en Cuba.
Y contrasto esta imagen eternamente joven del Che y sus
ideales con la Cuba de ahora. En los años sesenta, congruente con
su idealismo moral, el Che fue un adalid de los “estímulos mora-
les” para todos aquellos hombres y mujeres que hicieran aportes
a la revolución. Congruente con su realismo, el brillante econo-
mista proveniente del Partido Socialista Popular (comunista),
Carlos Rafael Rodríguez, expresó que eran imprescindibles los
“estímulos materiales”. Hoy lo políticamente correcto en Cuba es
decir que ambos son necesarios. Pero después de décadas de pri-
vaciones y penurias, advierto en una parte importante del pueblo
cubano la legítima aspiración a una vida sin limitaciones. Me ha
tocado hacer fila para comprar algo y ver cómo la persona que
va delante de mí se lleva lo que yo quería comprar. La prolife-
ración del “cuentapropismo”, el surgimiento de diferenciaciones
sociales, la aparición incipiente de una capa social acomodada,
la presencia de la hasta ahora imbatible corrupción me hacen ver
que “el hombre nuevo” del Che es una lejana utopía. Dicho sea
de paso, la corrupción denunciada por Fidel desde 2005 y ahora
recalcada por Raúl en su discurso en la clausura del período de
sesiones de la Asamblea Popular, dista del cielo a la tierra con
respecto a lo que he visto en México y Centroamérica.
De todos modos, hoy en Cuba el reino de la necesidad se está
imponiendo. Miles y miles de cubanos se están registrando como
cuentapropistas y miles también se están dando de baja porque no
hay materias primas accesibles o porque simplemente sucumben
a las leyes del mercado y no tienen éxito en sus microempresas.
Bienvenidos a la lógica implacable del capitalismo. Hoy el interés
individual, lentamente, se convierte en un poderoso motor de la
actividad económica. Hay quienes tienen éxito, están ubicados en
la franja de negocios de la Isla con el extranjero, están metidos en
el lugar correcto para hacer dinero. No debe extrañarle al visitante
que los restaurantes de alta calidad como el que lleva el nombre de

205
“Los Nardos” (frente al capitolio) esté lleno de cubanos de la isla
y no de Miami. Igualmente se puede decir de los centros comer-
ciales (“Shoppings”). Hoy Cuba ha liberalizado la venta de auto-
móviles y viviendas, en tres años se ha cuadruplicado el número
de personas que tienen un celular (1 millón 200 mil) y lánguida-
mente surge el equivalente a una clase media acomodada.
El Che imaginó al hombre nuevo en una Cuba, en el que co-
existía el capitalismo con el socialismo real. Se esperaba que este
último con todos sus vicios ganara la batalla. Hoy Cuba es una isla
que sigue buscando una sociedad justa contra un planeta neolibe-
ralizado y lleno de infamias.
Así de sencillo.

2 de febrero de 2012

206
Fidel y Raúl

Desde 1996, por motivos familiares, he viajado muchas veces a


Cuba. Mi perspectiva de lo que en la Isla sucede es la de un asiduo
visitante que se va a vivir a alguno de los barrios de La Habana
y que platica con familiares, amigos y conocidos. Que lee per-
manentemente con atención cuanto material le llega a las manos,
con mayor razón los que puede obtener durante sus estancias en el
país. No es la perspectiva de quien vive a Cuba desde un hotel y
a través de tours. Ciertamente mi visión de Cuba es predominan-
temente habanera y eso la hace parcial, por más que jocosamente
los habaneros digan que “Cuba es La Habana y lo demás son áreas
verdes y paisaje”. He visto pues el transcurrir de los hechos en
Cuba durante los últimos 16 años.
La novedad ahora son los timbiriches que han empezado a
proliferar en La Habana y demás ciudades. Son los puestos de
ventas que, por ejemplo, se han expandido en la calzada de Lu-
yanó aprovechando los portales que abundan en la misma. Ca-
feterías, pizzerías, cerrajerías, plomerías, electricistas, ventas de
discos y películas piratas, combustible para encendedores, ropa,
frutas y verduras, y muchas cosas más. Todo esto se une a los
llamados paladares, pequeños restaurantes privados que desde
hace varios años han estado funcionando. Hoy, la nueva política
económica aprobada por el VI Congreso del Partido Comunista de
Cuba en abril de 2011, les ha permitido aumentar sus dimensiones
y cobertura. La gran novedad desde la última vez que estuve en
Cuba en septiembre de 2009, es el trabajo por cuenta propia, el
“cuentapropismo”.
Las Regulaciones sobre el ejercicio del trabajo por cuenta
propia y los procesos de reducción de plantillas infladas, publi-
cadas en septiembre de 2011 nos dan cuenta de más 200 activi-
dades autorizadas por medio de las cuales los cubanos ejercen el

207
autoempleo. Desde la perspectiva neoliberal, esto es el paraíso
de las microempresas. Desde el pensamiento crítico, esto sería el
infierno de la economía informal. En Cuba es más lo primero que
lo segundo, porque el Estado se cuida bien de regular todas estas
actividades y de que paguen los impuestos respectivos.
Caminando por la calzada de Luyanó, transitando por la calle
de Obispo en La Habana Vieja, recorriendo varios lugares de La
Habana, evoqué mi primera visita por motivos familiares a la Isla.
Recordé al joven José Luis Véliz, secretario ideológico del pcc en
el municipio de Melena del Sur. Me contó que en el Partido se es-
taba leyendo el libro del exembajador soviético Vitaly Vorotnikov.
El libro lleva por nombre Mi Verdad y la tesis que sostiene es
que Gorbachov había fracasado porque había ensayado la apertura
política e ideológica (Glasnost) al mismo tiempo que la apertura
económica (Perestroika). Había sido un error político haber con-
juntado ambas aperturas, error que en China por supuesto no se ha
cometido. Cuando el avezado cuadro del partido me contó que el
principal promotor de la lectura de este libro era Raúl Castro, intuí
que detrás de ello había un proyecto político.
La derecha, empezando en Miami y terminando en todas par-
tes, ha procurado una visión de Raúl como una especie de “herma-
no pequeño y obsecuente del dictador cubano”. En realidad, una
lectura sutil, como la que suelen hacer los opositores inteligentes
desde La Florida, lo ven como un dirigente con una visión pro-
pia, que ha tenido una relación compleja con un líder que es un
héroe nacional y al que la inmensa mayoría del pueblo cubano
admira y quiere. Cuando estuvo a cargo del ejército, Raúl hizo
autosuficiente desde el punto de vista económico a las Fuerzas
Armadas Revolucionarias. Y desde 2006 cuando Fidel enfermó y
fue relevado en los hechos de la conducción, su estilo paulatina-
mente se empezó a imponer. Acabó con “los grupos de apoyo del
Comandante”, suerte de fuerzas de tarea a cargo de Fidel que a
veces entrecruzaban sus funciones con las de los ministerios, e in-
cluso, tenían más autoridad y operatividad que éstos. Ha abierto el
arrendamiento de tierras para fines productivos privados. Figuras
que fueron importantes durante los últimos años de Fidel, Carlos
Lage y Felipe Roque, fueron defenestrados. Ahora ha comenzado
una nueva política económica muy parecida a la que desde hace

208
17 años estaban recomendando Julio Carranza, Luis Gutiérrez y
Pedro Monreal en su libro “Cuba, la reestructuración de la econo-
mía” (1995). Irónicamente, fue un anatema lanzado por el propio
Raúl el que hizo caer en desgracia a estos economistas y a otros
integrantes del Centro de Estudios de América. Fidel ha apoya-
do con su enorme autoridad moral los cambios introducidos por
Raúl, pese a que es sabida su gran reticencia por las consecuencias
ideológicas que estos cambios tendrán.
Al parecer no hay alternativa. Cuba enfrenta el bloqueo, la
ausencia de la Unión Soviética y la crisis mundial del capitalismo.
Dicen que Raúl ha dicho –vaya usted a saber si es cierto–, que “a
Fidel el pueblo le perdonaba todo, a nosotros no nos perdonará
nada.”

26 de enero de 2017

209
Cuba, verdad y mentira

En los primeros días de 2012, con mi familia hemos salido a cami-


nar por el malecón de La Habana. Este lugar y La Habana Vieja,
son los lugares que más disfruto de la capital cubana. El sol es
luminoso y el olor a mar penetrante. El viento frío de esa época
del año nos azota en la cara. Mis hijos caminan sobre el pequeño
muro del malecón mientras sus padres los siguen sobre la acera
unos metros atrás. A lo lejos se mira la fortaleza de El Morro,
figura emblemática de la ciudad. Pasamos enfrente de la Oficina
de Intereses de los Estados Unidos de América, luego enfrente de
la Tribuna Antiimperialista y, finalmente, enfrente de la estatua de
José Martí que sugiere una evocación a aquellos momentos en que
el país del norte escamoteaba el devolverle a su padre el “balse-
rito” Elián González. Martí tiene a un niño en un brazo mientras
que con el otro señala acusadoramente hacia el lugar donde se
encuentra la oficina estadounidense. Me gusta la escultura pero a
Lisett, mi esposa, le parece panfletaria.
Panfletos aparte, ¿cuál es la verdad o mentira sobre Cuba? La
derecha que me ha tocado escuchar, leer y ver directamente, la de
México y Centroamérica, repite las tonterías que han propalado
los adversarios más recalcitrantes de la revolución cubana. Esta
versión nos cuenta que Cuba está dirigida por una dictadura
encabezada por uno de los más feroces dictadores del mundo:
Fidel Castro. Que el pueblo cubano vive muerto de hambre y
aterrorizado por un régimen totalitario y ese terror totalitario es
la explicación por la cual la férrea conducción de los Castro se
ha mantenido. Que enfermo el hermano grande, el nepotismo
coreano del régimen ha puesto en su lugar al pequeño, un hombre
gris que ha vivido a la sombra de su hermano. Que Cuba es un
fracaso económico, un ejemplo vivo del precipicio al que se
conduce a un país cuando se abraza el estatismo comunista. En

210
el resto de América latina se dice más o menos lo mismo y muy
probablemente la parte más ignorante de la derecha europea repita
tales sandeces.
Como siempre sucede con las ideologizaciones, para que sean
eficaces es necesario articular elementos verdaderos con una bue-
na cantidad de mentiras. Para empezar el análisis hecho desde la
derecha y, sorprendentemente, también el hecho desde una parte
de la izquierda, ignora la verdad contundente e insoslayable del
bloqueo económico que ha ocasionado a Cuba pérdidas que pro-
bablemente hoy se estén acercando a 90 mil millones de dólares.
Las demandas de democratización del régimen cubano igno-
ran olímpicamente el asedio político y militar que ha vivido la isla
durante sus 53 años de existencia. Olvidan que la mayor potencia
del mundo, sintiéndose amenazada por los atentados terroristas de
2001, promulgó ese año la llamada Ley patriótica una monstruo-
sidad jurídica que viola derechos humanos y libertades civiles.
En Cuba ciertamente existe un régimen férreo. Se observa lo
que alguna vez dijo San Ignacio de Loyola “En fortaleza asediada
cualquier disidencia es traición”. Por ello, pese a las opiniones
críticas de algunos lectores, la prensa cubana repite básicamente
las verdades oficiales. No existe una democracia multipartidaria.
El nivel de consenso hacia el régimen probablemente haya baja-
do después del derrumbe soviético que acrecentó las privaciones.
Hoy parece remoto el éxito de masas que tuvieron series de televi-
sión como En silencio tenía que ser (Jesús Cabrera, 1979) y la pe-
lícula El hombre de Maisinicú (Manuel Pérez, 1973), en las cuales
el actor Sergio Corrieri personificaba a infiltrados que sacrificaban
absolutamente todo en aras de la patria y la revolución.
Pero la oposición al régimen en Cuba es minúscula,
oportunista en muchos de sus integrantes y, además, está infiltrada
por la seguridad del Estado. La economía cubana creció este
último año en 2.7%, un 0.3% menos de lo esperado, producto del
incumplimiento de metas en la producción de alimentos, materiales
de construcción y transporte público. Lo que la derecha no puede
explicar es cómo un régimen con tan desgarradoras dificultades no
ha sucumbido ante un embate popular. Esto sucede porque Fidel
es esencialmente distinto a Pinochet o a Ríos Montt, porque no
hay terrorismo de Estado, desapariciones forzadas, ejecuciones

211
extrajudiciales ni tortura, porque la salud, la educación y el
deporte se mantienen: este año la tasa de mortalidad infantil en
Cuba bajó a 4.9 por cada mil niños nacidos vivos, la más baja de
América junto a la de Canadá. El porcentaje del pib invertido en
salud es de más de 10%, mucho más alto que lo que se invierte en
casi todo el continente.
Cuba, ciertamente, enfrenta el relevo generacional en su con-
ducción y corre contra el tiempo. La generación de 1959 ha enve-
jecido o ya se está muriendo. Blas Roca, Carlos Rafael Rodríguez,
Celia Sánchez, Haydée Santamaría ya son recuerdo. Y nos hemos
ido enterando de la muerte de Juan Almeida, Vilma Espín y Julio
Casas Regueiro.
He aquí uno de los tantos dilemas de esa revolución que resiste y
sobrevive.

9 de febrero de 2012

212
Obama en Cuba antiimperialista

El 21 y 22 de marzo de 2016, el presidente Barack Obama vi-


sitará Cuba. Es un hecho histórico porque implica un paso más
en la normalización de las relaciones entre la Isla y el imperio
estadounidense. No hay que equivocarse con el sentido de esta
visita. Es solo una adecuación a las circunstancias actuales de la
política imperialista de los Estados Unidos de América, con res-
pecto de Latinoamérica y Cuba en particular. Llama la atención
que en la reanudación de las relaciones entre ambos países y aún
en el cese del embargo, incluso el ultraderechista Donald Trump
esté de acuerdo. Terminada la guerra fría, Washington ha tardado
mucho en desideologizar las relaciones con La Habana porque ha
tenido en la extrema derecha republicana y cubana en Miami una
férrea oposición.
Así las cosas, el restablecimiento de las relaciones diplomá-
ticas entre ambos países y la visita de Obama es un signo de los
tiempos y una derrota para el fundamentalismo anticomunista de
un sector de los cubanos asentados en Miami. No ha sido poca
cosa la influencia de este sector en la política interior de Estados
Unidos, en tanto que ha sido un factor muy importante en el voto
en Florida, lo cual resulta decisivo cuando las elecciones presi-
denciales se tornan reñidas como sucedió en la contienda entre Al
Gore y George Bush en 2000.
Obama ha expresado de manera clara la agenda del imperio.
Restablece las relaciones con Cuba y espera que el embargo sea
levantado en la próxima presidencia, independientemente de que
el ocupante de la Casa Blanca sea demócrata o republicano. Saldrá
de Cuba hacia Argentina donde abrazará al presidente de la restau-
ración neoliberal en Argentina, Mauricio Macri, a cuyo gobierno
ha elogiado. Más aún, ha deplorado que la anterior presidenta,
Cristina Fernández, se haya quedado atrapada en el discurso de

213
“los setenta y ochenta” al reivindicar una independencia frente a
Estados Unidos de América. Obama también ha extendido un año
más la absurda disposición de que Venezuela es una amenaza para
Estados Unidos y ha expresado esperanzas de que pronto haya un
cambio de gobierno, es decir, que la derecha venezolana retome el
control del gobierno en ese país.
La última vez que un presidente estadounidense estuvo en
Cuba fue en 1928, cuando Calvin Coolidge le estrechó la mano
al “asno con garras”, el dictador Gerardo Machado. Eran los años
de la Enmienda Platt que estipulaba que los Estados Unidos de
América podía intervenir unilateralmente en los asuntos internos
de Cuba. Si América latina ha sido considerada por Washington
como su patio trasero, el Caribe ha sido considerado por el go-
bierno estadounidense casi como una posesión colonial. Por ello,
la visita de Obama, buena para su país y para Cuba, no está exenta
de esta vocación imperialista.
Conviene recordarlo y repetir con Martí lo que dijo en su car-
ta póstuma a su amigo mexicano Manuel Mercado: que la inde-
pendencia de Cuba sería un freno para las intenciones de Estados
Unidos de América para todas las Américas.

17 de marzo de 2016

214
Fidel

La noche del 21 de noviembre de 1957, Fidel Castro arribó a un


departamento en la colonia Condesa de la Ciudad de México. Allí
estaban algunos de los participantes de la expedición del Gramma
destinada a llevar a Cuba la lucha guerrillera contra el dictador
Batista. La situación era comprometida, la Policía Federal le es-
taba pisando los talones a los combatientes cubanos en México y
el viaje a Cuba tenía que precipitarse porque de lo contrario no
saldría. Caminando de un lado para otro, mientras afinaba detalles
organizativos, Fidel dijo: “Si salgo llego, si llego entro, si entro
triunfo”. Tres días después de llegar a la Isla, el naciente ejército
revolucionario fue diezmado y dispersado: de los 82 expedicio-
narios, quedaron aproximadamente veinte. La férrea voluntad del
Comandante revolucionario una vez más surgió: predijo que el fin
de la dictadura batistiana había comenzado.
Desde entonces, la figura de Fidel se ha vuelto gigantesca. Es
sin duda uno de los grandes estadistas del siglo xx. A pesar de las
mayores adversidades, Cuba bajo su conducción es hoy ejemplo
de justicia social y dignidad. Hasta los que lo acusan de encabezar
una dictadura, no pueden sino rendirse ante su imponente figura.
Recuerdo muy bien una crónica periodística que relataba cómo
un grupo de derechistas diputados mexicanos del pan corrieron a
fotografiarse con él en una visita oficial a Cuba. Y también un ar-
tículo periodístico del expresidente guatemalteco Ramiro de León
Carpio, que rememoraba cómo en una de las cumbres presidencia-
les, Fidel se sentó a su lado en un autobús y le dio consejos –que
el mandatario atendió–, para resolver una situación crítica en su
gobierno.
Fidel encabezó una revolución que ha tenido un impacto mun-
dial. Lector insaciable y perenne insomne, no pocos testimoniaron
haber recibido sus visitas de trabajo en horas de la madrugada.

215
Convertido en héroe nacional, sus maratónicos discursos tuvieron
un efecto pedagógico en el pueblo cubano de la naciente revo-
lución. Y encabezándolo, salió triunfante en la invasión contra-
rrevolucionaria de Playa Girón de 1961 y la crisis de los misiles
en 1962. Ha sido paradigma para varias generaciones de revo-
lucionarios en América Latina, África y Asia. Desde La Habana
dirigió batallas en Nicaragua o en Angola. La intervención cubana
en Angola y Etiopía cambió la historia en el África Subsahariana
y contribuyó a la caída del apartheid sudafricano. No fue casual el
gran afecto que le tuvo Nelson Mandela y la recepción de héroe
que le brindó el parlamento sudafricano. Bajo su conducción, al
decir de su amigo Gabriel García Márquez, Cuba hizo “política de
gran potencia”. Hoy Fidel cumple 90 años, después de sobrevivir
al asalto al cuartel Moncada y al combate de Alegría del Pino, a
once presidentes estadounidenses, aproximadamente 640 planes e
intentos de asesinarlo, al acoso imperialista de Washington.
Liderazgos como el de Fidel surgen de cuando en cuando. Sus
enemigos lo llaman “Castro”. Los que lo analizan a distancia lo
nombran “Fidel Castro”. Los que nos identificamos con su causa,
reconocemos su talla mundial y lo admiramos, lo llamamos sim-
plemente Fidel.

18 de agosto de 2016

216
Las farc en Colombia
Cuando las coyunturas arruinan la historia
de los pueblos

En algún pasaje de la magistral novela de Mario Vargas Llosa


Conversación en La Catedral (1969), su personaje principal Za-
balita pregunta “¿En qué momento se jodió el Perú?”. Esa pre-
gunta deberían hacérsela todos aquellos que viven en países que
se encuentran en una mala situación. La reflexión viene a cuento
porque hace unos días recibí de manera indirecta un breve mensa-
je de la filósofa y economista colombiana Gloria Gaitán. Gloria es
todo un personaje, es la hija del gran líder populista colombiano
Jorge Eliecer Gaitán. Además de sus méritos políticos y académi-
cos, cuenta con una historia de vida envidiable. Baste decir que
desde 2007, sabemos por su propio testimonio, que tuvo una re-
lación sentimental con el presidente Salvador Allende. Gloria era
asesora económica de Allende y tuvo que salir huyendo de Chile
con un hijo del prócer en sus entrañas. Infortunadamente este hijo
finalmente no llegaría a nacer por causas naturales.
El motivo de la comunicación que me ha hecho llegar Gloria
son los artículos que escribí sobre las Fuerzas Armadas Revolu-
cionarias de Colombia, los cuales han sido publicados también
en las revistas Rebelión y Con Nuestra América. Su opinión es
que las raíces del conflicto interno colombiano no están en 1948
cuando su padre fue asesinado, sino en 1946, cuando las bases
gaitanistas empezaron a ser asesinadas en Boyacá. Le he respon-
dido que pese a lo infame y doloroso de estos hechos, no tuvieron
la repercusión que tuvo el asesinato de Jorge Eliecer Gaitán el 9
de abril de 1948. El mismo provocaría una sublevación en Bogotá,
que se conoce como el Bogotazo. El asesinato de Gaitán, una estu-
pidez política, además de un crimen, inició la violencia desmedida
que ha vivido Colombia desde entonces.
Igual pregunta a la de Zabalita nos deberíamos hacer en el
caso de otros países de América Latina, atendiendo a que su nivel

219
de deterioro es diferenciado: ¿en qué momento se jodieron Méxi-
co, Haití, Guatemala y todos los que a esta lista se sumen? Haití
inició su tragedia social cuando la revolución de independencia
culminada en 1804 desarticuló la economía basada en la esclavi-
tud. A esto se sumó el aislamiento internacional a la que fue so-
metido el país por las potencias colonialistas quienes no aceptaron
que un país fuera dirigido por antiguos esclavos negros. Me queda
claro que la descomposición de México se inicia con el desman-
telamiento a partir de 1982, del proyecto nacionalista revolucio-
nario de la revolución mexicana. A ello hay que agregar ahora la
errónea política contra el narcotráfico del gobierno de Calderón
(2006-2012) que ha sumido al país en un mar de sangre.
En el caso de Guatemala, la pregunta ha sido hecha y debatida
por quienes somos los coordinadores de la colección en cinco to-
mos de Guatemala: Historia Reciente, que ha sido auspiciada por
la flacso de ese país. La tragedia de Guatemala, de la que no sale
todavía, comenzó con la contrarrevolución de 1954 que derrocó
a Arbenz. La derecha ha dicho que en realidad comenzó con la
muerte del jefe de las fuerzas armadas, coronel Francisco Javier
Arana, en 1949. En ese caso podríamos decir que comenzó con los
50 complots que tuvo que enfrentar el primer gobierno de la re-
volución, el de Juan José Arévalo (1945-1951). Uno de ellos cul-
minaría con la muerte del coronel Arana al resistirse a su arresto.
Hay coyunturas que salvan y arruinan en el largo plazo la vida
de los pueblos. Acaso una buena manera de empezar a componer
lo que está arruinado, sea el identificar aquellos momentos cru-
ciales y las causas que los generaron, para poder establecer un
programa de reconstrucción nacional.
¿Podremos algún día juntar la voluntad política para hacerlo?

22 de noviembre de 2012

220
Las farc y el largo camino hacia la paz con
justicia social

Después de 48 años de guerra, las Fuerzas Armadas Revolucio-


narias de Colombia (farc) y el gobierno colombiano anunciaron
que iniciarán un proceso de negociación con miras a lograr un
acuerdo de paz. Es una buena noticia porque esa guerra, que tiene
sus raíces más cercanas en 1964, pero que en realidad se remonta
a 1948, podría tener un curso interminable. El anuncio hecho for-
malmente en Oslo, a mediados de octubre de 2012, solo oficializó
un proceso que se había iniciado en los comienzos del gobierno
de Juan Manuel Santos en 2010. Con una carta discreta dirigida al
Secretariado de las farc, el presidente Santos reconocía de manera
implícita el fracaso de la estrategia de guerra total ensayada por la
presidencia de Álvaro Uribe en sus dos períodos, que abarcan de
2002 hasta 2010. Es importante el anuncio a todo el mundo de ese
proceso de negociación. De manera velada, el gobierno colombia-
no reconoce entonces, que las farc no es uno más de los cárteles
de la droga, como la propaganda reaccionaria y los propios Esta-
dos Unidos de América los ha pintado. A partir de ahora, las farc
serán tratados de manera vergonzante de la misma manera que las
ha calificado Venezuela: como fuerza beligerante.
Tendrían las farc que lavar la imagen que tienen de ser una
organización terrorista. Así las consideran 31 países del mundo,
entre ellos la Unión Europea. Y algo que es muy importante, así
las ve una buena parte de la población de Colombia. Son las farc
un caso curioso de una organización insurgente cuyo poder militar
es inversamente proporcional a su convocatoria política fuera de
sus áreas de influencia y particularmente en las ciudades de Co-
lombia. Les ha acontecido exactamente lo contrario de lo que le
sucedió al Ejército Zapatista de Liberación Nacional en México.
Con una guerrilla pobremente armada, localizada y que hubiera

221
podido ser fácilmente arrasada, los zapatistas se convirtieron en
una referencia no solamente nacional sino universal.
En los próximos años veremos una larga negociación. En la
misma, la guerra se verá combinada por ambas partes con la bús-
queda de apoyo en el campo político y en la arena internacional.
Las farc tienen una ventana de oportunidades para cambiar su
imagen de narcoterroristas y aparecer como una fuerza con obje-
tivos plausibles.

La política como continuación de la guerra


Hace unos años, durante mi estancia académica en la Universidad
de Stanford, aprendí que en la ciencia política estadounidense que
analizaba conflictos, existía la expresión “the best second choice”
(“la segunda mejor opción”). La primera mejor opción en un con-
flicto, sobre todo si se trata de una guerra, es aniquilar al enemigo
para que su rendición sea incondicional. La segunda mejor opción,
en la medida en que ninguno de los bandos resulta derrotado, es la
negociación y los acuerdos de paz. Eso es exactamente lo que su-
cedió en Nicaragua, El Salvador y Guatemala después de los san-
grientos años ochenta del siglo pasado. Esto es lo que parece estar
ocurriendo ahora en Colombia. Obviamente las Fuerzas Armadas
Revolucionarias de Colombia (farc), tras 48 años de guerra de
guerrillas, no pudo derrotar al gobierno colombiano fuera de sig-
no liberal o conservador, ni tampoco impulsar una revolución por
la vía violenta. Tampoco el Estado colombiano, a través de sus
distintos gobiernos, pudo derrotar a las farc. Después de un inten-
to de solución negociada durante el gobierno de Andrés Pastrana
(1998-2002), que tuvo como epicentro una “zona de distensión”
en la región del río Caguán, su sucesor Álvaro Uribe (2002-2010),
intentó resolver el conflicto mediante la aniquilación de las farc.
El intento resultó ser un fiasco, pese a estar sustentado en el
Plan Colombia y en el segundo período de Uribe (2006-2010),
con una inversión de 12 mil millones de dólares. La ofensiva tuvo
éxitos en la captura y aniquilamiento de varias de las principales
figuras de las farc: Simón Trinidad capturado en 2004 y el aba-
timiento en combate o bombardeos de Raúl Reyes (2008), Jorge
Briceño el Mono Jojoy (2010) y Alfonso Cano (2011).

222
Las ofensivas no lograron desarticular a las farc, las cuales
en este momento tienen, aproximadamente, 18-20 mil efectivos
distribuidos en decenas de frentes guerrilleros. Pese a la balandro-
nada gubernamental de que las farc han accedido a negociar por-
que ya están derrotadas, cualquier analista de medio pelo puede
avizorar que lo que está sucediendo es que la lógica del “second
best choice” ha empezando a privar en el gobierno de Santos. Des-
lindándose discretamente de su antecesor, Santos ha vuelto a abrir
el camino de las negociaciones, inauguradas oficialmente en Oslo
a mediados de octubre de este año, pero que comenzaron con una
carta dirigida por Santos a la comandancia de las farc al inicio de
su gobierno.
El gobierno de Santos procurará golpear militarmente a las
farc mientras se sienta a la mesa de las negociaciones. Lo cortés
no quita lo valiente cuando de negociaciones de conflictos arma-
dos se trata. Las farc harán lo mismo con el mismo objetivo de es-
tar en la mesa de negociaciones con la mejor de las correlaciones
de fuerzas. Lo que viene a la par de las negociaciones de paz, es
un recrudecimiento de los combates militares. Siendo la guerrilla
militarmente más exitosa en la historia de América Latina, hemos
dicho que, políticamente, las farc no tiene la mejor de las imáge-
nes. Ha estado involucrada en una política de secuestros que tenía
como objetivo negociar la libertad de combatientes y comandan-
tes capturados, se le relaciona con los cárteles de la droga y se les
endilga acciones terroristas de consecuencias políticas discutibles.
Las farc intentarán mejorar su imagen con posturas razonables.
En voz de Rodrigo Granda, miembro del Secretariado, pondrán
sobre la mesa de negociaciones la apertura democrática, el cese
del asesinato de los activistas políticos y sociales, reforma agraria,
soberanía nacional y políticas de salud, educación, vivienda, eco-
logía. Además, una solución integral al problema del narcotráfico.

Guerrilla y narcotráfico
La mayoría de los análisis que se realizan sobre las farc en los Es-
tados Unidos de América, las presentan como uno de los cárteles
del narcotráfico que actúan en dicho país. Es imagen muy difundi-
da y aceptada. Basta ver la entrada sobre las farc que existe en la
versión en español de la enciclopedia electrónica Wikipedia, para

223
ver lo generalizado del aserto. La apreciación más equilibrada que
he escuchado en relación con ello, se la oí al muy estimable colega
colombiano Alejo Vargas, en ocasión de una conferencia imparti-
da en la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla: el que las
farc haya establecido negociaciones con los distintos cárteles del
narcotráfico que han operado en Colombia no los vuelve parte de
ellos ni desvirtúa que dicha organización tenga un planteamiento
político para su país y aun una dimensión utópica en sus objetivos.
Las negociaciones de paz entre el gobierno y las farc, anun-
ciadas oficialmente en Oslo hace unas semanas, involucrarán el
tema del narcotráfico en su agenda. El gobierno de Juan Manuel
Santos pondrá sobre la mesa el involucramiento de las farc con
los narcotraficantes colombianos. Y es que en efecto, es de sobra
conocido el pacto al que llegaron las farc con dichos delincuentes.
En las zonas en las cuales esta guerrilla colombiana ejerce el con-
trol territorial, a los narcotraficantes se les permite el cultivo de
coca, mariguana y el funcionamiento de las llamadas “cocinas”,
que no son sino los laboratorios en los cuales se procesa la hoja
de coca para convertirlo en cocaína. Además, las farc permiten a
esos cárteles el trasiego de la droga por los territorios controlados
por la guerrilla. A cambio de esto se les cobra el llamado “impues-
to de guerra”, el cual les genera ingresos que algunos analistas co-
lombianos estiman en decenas sino es que centenares de millones
de dólares al año.
El tema del narcotráfico y la guerrilla colombiana debe ser
visto sin hipocresías. Es el narcotráfico un actor indudable en la
política colombiana y su dinero se difunde por toda Colombia.
Los paramilitares colombianos –ejército irregular de extrema de-
recha que actúa como contraguerrilla– obtienen financiamiento
del narcotráfico de manera parecida o peor a la de la guerrilla.
Las campañas electorales de los más diversos signos se nutren
también de este dinero sucio. Y algún expresidente colombiano
dijo en corto, que no había habido presidente de dicho país que no
hubiera hecho alguna negociación con el narcotráfico.
Las farc arguyen que en este momento lo que circula en el
mundo por concepto de narcotráfico son 670 mil millones de dó-
lares, de los cuales regresan a América Latina 20 mil millones,
y a Colombia, reputada productora del 80% de la cocaína, solo

224
regresan 4 mil millones de dólares. Resulta claro que el dinero del
narcotráfico irriga las finanzas estadounidenses y del mundo. Otro
enorme negocio son los precursores químicos y el armamento que
se producen, fundamentalmente, en el primer mundo. Las farc
consideran perdida la guerra contra el narcotráfico –con simila-
res argumentos a los de Pérez Molina en Guatemala– y por ello,
desde 1999, el líder histórico Manuel Marulanda Tirofijo, propuso
un plan para sustituir los cultivos ilícitos, que considera puede
tener vigencia y aplicación para América latina. Para las farc el
narcotráfico es un fenómeno económico, político, militar, social,
y tiene un componente moral, pero su solución es esencialmente
económica y social.
La relación de las farc con el narcotráfico tiene una larga his-
toria. Han sido enemigos literalmente a muerte. Desde los años
ochenta, las farc han concluido que el narcotráfico no es un pro-
blema militar ni tampoco los narcotraficantes son su enemigo a
vencer.
Las farc nacieron oficialmente el 27 de mayo de 1964, en
medio de una vasta ofensiva del ejército colombiano contra las
llamadas “Repúblicas independientes”. Éstas no eran sino zonas
de dominio de las autodefensas campesinas en Marquetalia, Río
Chiquito, El Pato y El Guayabero en los departamentos de Tolima,
Cauca y Caquetá. Desde el asesinato del líder antioligárquico Jor-
ge Eliecer Gaitán, el 9 de abril de 1948, la violencia se enseñoreó
en Colombia y de ella fueron víctimas bases campesinas liberales
y comunistas en diferentes regiones del país. Quienes deploran la
violencia que llevan a cabo las farc, deberían reconocer que esta
violencia tiene su origen en la violencia del Estado a partir de
1948 y luego con la ofensiva de mayo de 1964. Las autodefensas
campesinas de todas estas regiones que lograron sobrevivir a la
ofensiva iniciada en mayo de 1964, terminaron influenciadas por
el Partido Comunista Colombiano y, finalmente, se constituyeron
en las Fuerzas Armadas Revolucionaria de Colombia-Ejército del
Pueblo (farc-ep). A partir de 1993, con motivo de su octava con-
ferencia, las farc alzaron vuelo propio y son una organización con
raíces en el pcc pero independiente del mismo.
Durante muchos años, las farc conservaron un discurso que las
identificaba con un marxismo ortodoxo, aun cuando no pudieron

225
evitar la impronta de la realidad campesina de la que provenían.
En julio de 1964, en medio de la ofensiva lanzada por 16 mil efec-
tivos del ejército colombiano, las farc proclamaron su programa
agrario, básicamente una reforma agraria para los campesinos sin
tierra y arrendatarios a partir de la confiscación de tierras de los
latifundios, respeto a la propiedad de los campesinos ricos que
trabajaran su propiedad, créditos blandos y asistencia técnica, sis-
temas sanitarios para atender la salud pública rural, precios bási-
cos garantizados para los productos agropecuarios, protección a
las comunidades indígenas y alianza en todo este proyecto con el
movimiento sindical.
En abril de 1993, las farc emitieron la Plataforma para un
Gobierno de Reconstrucción y Reconciliación Nacional que hoy
hasta podría ser el proyecto de los gobiernos de izquierda en Amé-
rica Latina: control del Estado de los sectores estratégicos de la
economía nacional; fomento del mercado interno; autosuficiencia
alimentaria; estímulo a la pequeña, mediana y gran industria pri-
vada; fomento a la autogestión, microempresa y economía solida-
ria; 50% del presupuesto invertido en bienestar social; 10% en in-
vestigación científica; proteccionismo estatal frente a la desigual
competencia internacional; establecimiento de un gobierno plu-
ralista, nacional y democrático; división de poderes y parlamento
unicameral.
Muchos de estos elementos programáticos serán enarbolados
por las farc en el contexto de las negociaciones con el gobierno,
que apenas comienzan. Su planteamiento general para las nego-
ciaciones es el de una paz con justicia social y respeto a la sobera-
nía. Ello implica un desarrollo agrario que ponga freno al despojo
que están sufriendo los campesinos colombianos por los grandes
capitales invertidos en megaproyectos mineros e hidroeléctricos,
eliminación de las bases militares estadounidenses, defensa de los
recursos naturales nacionales, eliminación del Tratado de Libre
Comercio, garantías a la vida de los luchadores sociales y de los
eventuales guerrilleros desmovilizados, solución integral y no pu-
nitiva al problema del narcotráfico, medidas en contra de la co-
rrupción.
En voz de los integrantes del Secretariado Rodrigo Granda e
Iván Márquez, las farc expresan que no irán a las negociaciones

226
a buscar “una revolución por contrato”. No esconden sus ideales
socialistas y afirman que hasta ahora han tenido que pelear con
las armas por estos ideales porque no han tenido opción. Lo que
quieren ahora es hacerlo pacíficamente, pero exigen garantías de
que no se va a repetir la historia de la Unión Patriótica, ese fren-
te amplio en el que participaron las FARC entre 1985 y 1990, y
que fue aniquilado en cinco años, al ser asesinados 5 mil de sus
militantes y sus dos candidatos presidenciales.
Colombia tiene una oportunidad para la paz, pero el camino
será largo.
Publicado en Rebelión el 30 de Octubre de 2012

227
farc: Adiós a las armas

El 27 de junio de 2017 arribó a su fin el proceso de paz iniciado


hace algunos años entre el gobierno colombiano y las Fuerzas Ar-
madas Revolucionarias de Colombia-Ejército del Pueblo (farc-
ep). En Mesetas, departamento de Meta, se realizó la ceremonia
mediante la cual la insurgencia entregó sus últimas armas al Go-
bierno.
Las farc surgieron en 1964 después de la ofensiva guber-
namental contra la insurgencia que se acantonaba en la zona de
Marquetalia. Ciertamente la guerrilla después conocida con di-
chas siglas venía de los grupos campesinos de autodefensa surgi-
dos en 1948 cuando la violencia empezó a devastar Colombia. El
asesinato del líder Jorge Eliécer Gaitán ese año, descompuso por
décadas el panorama político colombiano. Uno de esos campesi-
nos, Pedro Antonio Marín, organizó las primeras autodefensas y,
posteriormente, encabezó la vinculación de éstas con el Partido
Comunista Colombiano. Marín habría de hacerse famoso tiempo
después con el seudónimo de Manuel Marulanda Vélez Tirofijo.
Así las cosas, las farc y su accionar se convirtieron en la gue-
rrilla más antigua de América Latina. Fueron aproximadamente
68 años de lucha guerrillera que finalmente concluyeron el 26 de
septiembre de 2016, cuando se firmó el acuerdo final de paz entre
el Gobierno y la guerrilla. Lo que sucedió el 27 de junio fue la
ceremonia del desarme final insurgente, con la que comienza un
nuevo ciclo para la insurgencia. La guerrilla que encabezó Ma-
nuel Marulanda Vélez no sólo llegó a ser la más antigua de la
región, sino acaso, la más poderosa militarmente. En un momento
contó con entre 15 mil y 20 mil efectivos, distribuidos entre apro-
ximadamente 60 batallones, con presencia en 24 de los 32 depar-
tamentos de Colombia. La gran paradoja de las farc fue que su
influencia y prestigio político fue inversamente proporcional a su

228
poderío militar. Tuvo un indudable arraigo social en las regiones
rurales en donde actuó, pero en las ciudades su prestigio fue muy
bajo. Cometiendo errores en algunas de sus acciones y secuestran-
do por largos años a policías, soldados y civiles, las farc fueron
fácilmente satanizadas por los grandes medios de comunicación y
el establishment colombiano. Se les pintó como terroristas, extre-
mistas y narcotraficantes.
Después de la muerte natural en 1990 de Jacobo Arenas y en
2008, también por causas naturales de Tirofijo, la comandancia
sufrió bajas sensibles merced a un perfeccionamiento de la con-
trainsurgencia. En el mismo 2008 fue abatido Raúl Reyes en un
bombardeo en territorio ecuatoriano. En 2010, cayó en combate
Jorge Briceño, conocido como Mono Jojoy. Posteriormente, en
2011, el sucesor de Marulanda, Alfonso Cano, también fue abati-
do. Estas bajas y el estancamiento del conflicto armado, paulatina-
mente llevarían a considerar una solución negociada.
Hoy las farc inician su vida como movimiento político. El
fantasma trágico de la Unión Patriótica, su expresión política en-
tre 1985-2002, que actuó legal y electoralmente estará presente:
imposible olvidar que sus dos candidatos presidenciales, ocho
congresistas, once diputados, setenta concejales, once alcaldes y
cinco mil militantes fueron asesinados.
Hagamos votos porque a las farc, hoy convertidas en fuerza
política, no les suceda lo mismo.

29 de junio de 2017

229
Capitalismo neoliberal
e imperialismo
El imperialismo hoy

En la última semana de mayo de 2017, el presidente estadouni-


dense Donald J. Trump visitó al Medio Oriente. Desde el punto
de vista geopolítico, la visita es crucial para poder mantener la su-
premacía mundial de los Estados Unidos de América. Como una
suerte de continuación de la guerra fría, la región sigue siendo
estratégica para la Casa Blanca. No solo porque en esa zona se en-
cuentran las reservas petrolíferas más grandes del mundo (además
de la que se encuentra en Venezuela), sino porque allí se escenifica
la política estadounidense de contención y con pretensiones de
doblegamiento hacia Rusia y China.
Washington fue en mayo a reafirmar su alianza con Israel y
Arabia Saudita a efecto de consolidarlos como parapetos en su
política expansionista que buscaría cercar sobre todo a Rusia. Hay
que reconocer que Estados Unidos ha tenido avances importantes
en este aspecto al lograr controlar Irak y Libia, y promover en la
zona las llamadas primaveras árabes a efecto de instalar gobiernos
afines a sus intereses. No han podido arrebatarle a Rusia el control
de Siria e Irán sigue como aliado de Moscú. Congruente con su vi-
sión de política exterior, Trump busca afianzar el involucramiento
de otros países en la política exterior de Washington y al mismo
tiempo hacer negocios. El gran negocio de esta gira de Trump es
la venta de armas de diverso tipo a Arabia Saudita por la cantidad
de 110 mil millones de dólares, ni más ni menos 18% de lo que
se calcula es el gasto anual en armamento de los propios Esta-
dos Unidos (607 mil millones de dólares). Este éxito comercial
no sólo servirá para reactivar la economía estadounidense sino
convertirá en una potencia militar regional a Arabia Saudita.
En América latina, Washington ha logrado éxitos en los últi-
mos tiempos. Valiéndose de las oscilaciones de los precios de los
hidrocarburos y la disminución de la demanda china de materias

233
primas y alimentos, la Casa Blanca aliada a las derechas locales
ha logrado provocarles contratiempos a los gobiernos progresistas
de la región. La derecha neoliberal ha retornado el gobierno en
Argentina y a través de un golpe de Estado blando lo ha hecho
también en Brasil. Siguiendo el manual de desestabilización del
Comando Sur y la teorización de Eugene Sharp en su libro La
política de la acción no violenta (1973), hoy observamos en Ve-
nezuela la irrupción de una rebelión de la oposición de la derecha,
la cual a través de manifestaciones en las que a menudo se hace
uso de la violencia, está proyectando la imagen de un gobierno
dictatorial que ha provocado hambre y caos en su país, que se
sostiene solo a través del asesinato sistemático de integrantes de
la oposición. No es la lucha por la democracia lo que está detrás
de la intervención estadounidense en este conflicto. Una vez más
es el petróleo, en tanto que Venezuela posee una de las reservas
más grandes del mundo. Derrocar al gobierno chavista implicaría
el control de dicha reserva y cambiar la geopolítica en toda Amé-
rica del Sur, colocando a la defensiva a los gobiernos de Bolivia
y Venezuela y consolidando los triunfos derechistas en Argentina
y Brasil.
En su libro El Imperialismo fase superior del capitalismo
(1916), Lenin hizo la primera teorización marxista sobre la natu-
raleza de la expansión capitalista mundial por parte de los países
más desarrollados. Seguía la huella de otros autores no marxis-
tas (por ejemplo Hilferding y Hobson), quienes habían advertido
cómo la acumulación capitalista rebasaba las fronteras nacionales
y provocaba extensas dominaciones territoriales. Resulta curioso
que hoy, cuando el fenómeno imperialista presenta mutatis mu-
tandis los rasgos esenciales que Lenin percibió, desde hace algu-
nos años se han observado teorizaciones que argumentan que hoy
la expansión capitalista presenta características tan inéditas, que
solo una visión dogmática y anquilosada puede seguir hablando
de imperialismo.
Desde la derecha neoliberal se argumenta que hoy vivimos una
globalización que hace absurdas las resistencias nacionales a las
dominaciones de los países centrales. Según esta interpretación,
la división mundial del trabajo habría provocado una integración

234
económica en lo esencial armoniosa en la que los distintos países
participarían con sus respectivos nichos de mercado y ventajas
comparativas.
En la izquierda observamos a autores como Michael Hardt y
Tony Negri, los cuales en su libro Imperio (2000) argumentan que
hoy la dominación mundial no está centrada en un país en espe-
cífico sino es un fenómeno difuso en todo el planeta. Otro autor,
William I. Robinson en Una teoría sobre el capitalismo global
(2013), sobre la base de una teorización marxista, llega a conclu-
siones parecidas a las de Hardt y Negri: la globalización ha hecho
desaparecer a los Estados-nación y a las burguesías globales. Ro-
binson plantea que hoy caminamos con paso firme hacia el Estado
global y hacia la existencia de una burguesía global que iría más
allá de adscripciones nacionales.
Independientemente de que la expansión imperialista ha cam-
biado en los cien años transcurridos desde la publicación de la
obra de Lenin, podemos hacernos las siguientes preguntas a la
luz de los planteamientos antes reseñados: ¿Representa un mundo
armónico para el sur seguir siendo proveedor de recursos natura-
les al norte desarrollado? ¿Es posible una suerte de mundo feliz
en que dicha división mundial del trabajo no implique un drenaje
de riqueza hacia los países centrales? ¿Cómo nos explicamos el
imperio descentrado del cual nos hablan Hardt y Negri, cuando
siguen siendo Washington, Londres y Berlín los centros neurálgi-
cos de la dominación mundial? ¿Si caminamos hacia el Estado y
la burguesía global, cómo nos explicamos las luchas por la hege-
monía mundial entre Washington, Moscú y Beijing?
Lo cierto es que los países centrales siguen viendo a los pe-
riféricos como fuentes de riquezas y eso explica su política de
dominación a estos últimos. Los terroristas árabes no se equivo-
can y no lanzan sus ataques en una perdida aldea de la periferia
capitalista sino han escogido Nueva York, Washington, Londres,
Berlín o Madrid para hacer sus deleznables actos. Y no veo a una
burguesía rusa y china teniendo una perfecta comunidad de intere-
ses con la estadounidense, alemana e inglesa porque todas forman
parte de la burguesía global.

235
Y viendo la conducta de Trump como presidente estadouni-
dense, ante todas estas interpretaciones, seguramente expresaría
la de la globalización benéfica para todos y secretamente pensaría
que Lenin tiene la razón…

Publicado en diálogo, Revista electrónica de


flacso-Guatemala, 3 de julio de 2017

236
Imperio desgarrado y enfermo

La imagen que los Estados Unidos de América proyectan al mun-


do podría condensarse, acaso, en dos ideas básicas: es un país li-
bre y democrático y el sueño americano está al alcance de los que
trabajan duro. Imagen autocomplaciente que no se condice con la
vida cotidiana en el imperio. Hace unos días, un afroamericano
enloquecido por la rabia que le provocó el asesinato de dos afroa-
mericanos por policías en Luisiana y Minnesota, tomó un fusil de
asalto mató a cinco de ellos y dejó heridos a otros seis. El racismo
ha provocado una ola de asesinatos de negros a manos de policías.
Un veterano de la guerra de Afganistán tomó venganza en una
marcha de protesta contra los execrables crímenes.
Ya es un tema común en las ciencias sociales analizar la de-
cadencia estadounidense. Agobiado por sus necesidades militares,
endeudamiento, estancamiento productivo, crisis provocadas por
el capital ficticio (financiero), el imperio ve crecer a China, a la
Unión Europea (Alemania particularmente) y cada vez más pare-
ce ser un gigante enfermo. Pero su decadencia también se expresa
en sus entrañas. Los Estados Unidos de América es el país con el
mercado para la droga más grande del mundo. Eso arrastra al abis-
mo a México, al Triángulo Norte de Centroamérica y otros países
en Sudamérica. En 2010 se calculaba que el 6.3% (aproximada-
mente 19 millones) de la población mayor de 12 años, consumía
opioides, tranquilizantes y estimulantes, y 78 millones aceptaban
haber fumado mariguana alguna vez. Días atrás en Ottawa, Oba-
ma le pidió a Peña Nieto que redoblara el combate contra la pro-
ducción de Amapola. Peña Nieto seguramente no le dijo a Obama
que combatiera el creciente consumo de heroína en su país: 11 mil
estadounidenses murieron por sobredosis de heroína en 2014, en
comparación con los 3 mil en 2010 y 1 842 en 2000. La causa de
ello es la creciente prescripción de opiáceos a pacientes con dolor,

237
lo cual constituye un negocio notable para las empresas farma-
céuticas.
Micah Johnson, el desquiciado veterano que mató a los cinco
policías en Dallas, no es un caso aislado. Más de ocho mil vete-
ranos de guerra se suicidan anualmente en los Estados Unidos de
América: 22 al día. Estos se suman a los que se han suicidado en
la misma guerra en Irak o Afganistán. Novecientos mil veteranos
se encuentran desempleados y setenta y cinco mil son indigentes
callejeros. El Departamento de Veteranos recibió en 2014, 849 mil
llamadas telefónicas de veteranos desesperados y en el umbral del
suicidio. Triste fin de aquellos y aquellas a los que les dijeron que
viajarían miles de kilómetros para defender la democracia y la
libertad en su país.
Toda esta locura acontece en un país donde se pueden com-
prar armas de grueso calibre en un supermercado. Donde en Texas
ya es posible para cualquier ciudadano exhibir públicamente el
armamento que fácilmente ha podido comprar. Y donde perturba-
dos con armas entran en escuelas, centros comerciales, trenes del
metro y conjuran sus frustraciones matando a discreción.
No cabe duda, es un imperio enfermo y desgarrado.

14 de julio de 2016

238
El imperialismo como tigre de papel

En 1956 el movimiento comunista internacional veía con opti-


mismo la situación mundial. La Segunda Guerra Mundial había
terminado con una derrota del fascismo y la Unión Soviética
emergía como una potencia que convertía al mundo en bipolar. La
expansión del ejército soviético había favorecido la instauración
de regímenes prosoviéticos ubicados en el campo del socialismo
real. En 1949 triunfa en China una revolución socialista y diver-
sos movimientos de liberación nacional surgen en Asia y África.
En Vietnam los comunistas dirigían un movimiento de liberación
nacional que terminó derrotando a los franceses en Dien Bien Phu
en 1954. En 1960 Nikita Jruschov predijo que en 1980, el pib so-
viético superaría al estadounidense y la urss estaría transitando
del socialismo al comunismo. Las clases obreras de Europa Oc-
cidental estaban organizadas en poderosos sindicatos en el marco
del Estado de Bienestar.
El mundo parecía seguir la ruta señalada por la revolución
bolchevique de 1917 y muchos pensaron que se estaba en un largo
tránsito hacia la desaparición del capitalismo. Fue en ese contexto
que en julio de 1956, Mao Zedong dijo lo siguiente: “En la ac-
tualidad, el imperialismo norteamericano exhibe una gran fuerza,
pero en realidad no la tiene. Políticamente es muy débil, porque
está divorciado de las grandes masas populares y no agrada a na-
die; tampoco agrada al pueblo norteamericano. Aparentemente es
muy poderoso, pero en realidad no tiene nada de temible: Es un
tigre de papel. Mirado por fuera parece un tigre, pero está hecho
de papel y no aguanta un golpe de viento y lluvia. Pienso que Es-
tados Unidos no es más que un tigre de papel”.
Que Mao expresara esto en aquel momento ya era discutible.
Pero que hoy, cuando ese mundo de las décadas anteriores a la
de los años ochenta del siglo xx ha desaparecido, minimizar
la ofensiva imperial de Washington, simplemente parece un

239
despropósito. Por ello resulta sorprendente que en el contexto
de la crisis en Venezuela, los intelectuales de izquierda que
son críticos de la revolución bolivariana ignoren la ofensiva
imperialista en sus análisis de los acontecimientos en dicho país.
O bien, que expresen que hay una exageración del papel de la
Casa Blanca en dichos acontecimientos. Por muchos errores de
conducción política y económica que haya cometido la Revolución
Bolivariana es imposible ignorar que la oposición venezolana
está apuntalada por los intereses estadounidenses en la región.
Venezuela probablemente tenga una de las reservas petroleras
más grandes del mundo, en todo caso la reserva petrolera más
grande y cercana a los Estados Unidos de América. Sus reservas
en oro equivalen a 39 veces el PIB de Alemania y son notables
sus recursos naturales, entre ellos el agua y diversos minerales.
Venezuela es uno de los siete países con reservas de Coltán
(mineral utilizado en microelectrónica, telecomunicaciones y en
la industria aeroespacial).
La intelectualidad crítica de izquierda arguye que mencionar
la conspiración imperialista contra el chavismo es una suerte de
ideologización que oscurece sus errores. Si esto es cierto, verdad
es también que el imperialismo no es ningún tigre de papel.

24 de agosto de 2017

240
Pateando la escalera: mentiras neoliberales

En 1841, el economista alemán Friedrich List (1789-1846), publi-


có un libro que llevaba por título The National Sistemy of Political
Economy en el que criticó duramente a economistas y políticos
que como Adam Smith y William Pitt (el Viejo), sostenían que
el libre cambio era el camino del éxito en el desarrollo industrial.
En realidad, lo que había practicado Inglaterra era lo contrario: el
proteccionismo industrial evitando la competencia de otros países
industriales en el propio país. Lo que hacían los defensores del
libre cambio, que además recetaban o imponían a los países no in-
dustrializados, no era sino “patear la escalera” por donde ellos ha-
bían subido al éxito económico. En su libro Pateando la escalera
(2002) (la traducción española es de Juan Pablos Editor, México
2011), el profesor de origen coreano de la Universidad de Cam-
bridge, Ha-Joon Chang, no ha hecho sino seguir las huellas de List
en el contexto del combate al neoliberalismo en el siglo xxi.
Chang demuestra en su texto que, con la excepción relativa
de Suiza, Bélgica y Holanda, todos los demás países alcanzaron
el estatus de países del primer mundo o países desarrollados, ha-
ciendo exactamente lo contrario de lo que ahora nos ha recetado
el Consenso de Washington y lo que se impone en los Tratados
de Libre Comercio. El camino de la industrialización de Inglate-
rra, Estados Unidos, Alemania, Francia, Japón, España, Suecia,
Austria, Dinamarca y recientemente Corea del Sur y Taiwan no
se asentó en el libre cambio y la ausencia de intervención estatal
como han pregonado los historiadores económicos neoliberales.
La obra de estos últimos no son sino verdades parciales en el me-
jor de los casos, mentiras plenas en el peor de los mismos. Lo que
originó el desarrollo industrial de los actuales países del primer
mundo, fue una combinación de proteccionismo a su industria na-
ciente y una activa intervención estatal en lo que Chang llama

241
“Políticas intervencionistas en Industria, Comercio y Tecnología”
(pict).
Inglaterra en el siglo xviii y luego en la tercera década del xx,
Estados Unidos en el siglo xix, Alemania, Suecia, España a fines
del xix y principios del xx, Francia, Corea y Taiwan en el siglo xx,
combinaron altos impuestos a productos industriales que prove-
nían de otros países y un intervencionismo estatal que se expresó
en políticas tales como: inversiones públicas en infraestructura
vial e industrial, creación de empresas estatales, inversiones mix-
tas entre Estado e iniciativa privada; prohibición de emigración a
trabajadores calificados, prohibición de exportación de maquina-
ria con tecnología de punta; fuerte inversión en educación públi-
ca e investigación; espionaje industrial dirigido desde el Estado,
patentes de inventos hechos en otros países (plagio); eliminación
de impuestos a materias primas y maquinaria usadas en las in-
dustrias nacientes, protección a monopolios, creación de cárteles,
planificación estatal, créditos dirigidos a industrias; prohibición
de exportación de materias primas que servían a las industrias a
otros países. Quienes resultaron más proteccionistas en toda esta
historia fueron Inglaterra y Estados Unidos.
Ahora estos países “patean la escalera” y sermonean a la pe-
riferia capitalista subdesarrollada que todo lo que ellos hicieron
no son sino “malas políticas económicas”. El neoliberalismo nos
lo pregona en los grandes medios de comunicación electrónicos e
impresos, y la mentira repetida millones de veces se convierte en
el dogmatismo neoliberal. El mundo ideal de la globalización neo-
liberal es que la periferia capitalista se desangre entregando sus
recursos naturales, ofreciendo mano de obra barata y dedicándose
a producir en el mejor de los casos bienes de consumo.
El mérito de Ha-Joon Chang es que en un libro relativamente
breve, desmantela de manera demoledora las patrañas neolibera-
les. Agrega argumentos para construir un programa nacional po-
pular y nos ofrece claves para entender lo que actualmente acon-
tece en Latinoamérica.

7 de noviembre de 2017

242
El fracaso del capitalismo sin bridas

He leído sin parar uno de los libros del geógrafo inglés David
Harvey. Se trata de Breve historia del neoliberalismo (2005), el
cual vendría a ser un antecedente fundamental del libro de Naomi
Klein, La Doctrina del Shock (2007). Al igual que lo haría Klein,
Harvey interpreta el surgimiento y posterior auge de un capitalis-
mo al cual llama “capitalismo desembridado”. Es decir, el capita-
lismo que galopa cual caballo desbocado y en su estampida arrasa
a la humanidad y al medio ambiente.
Durante un período efímero (unas cuatro décadas) en el pri-
mer mundo, en su historia de aproximadamente 500 años, el ca-
pitalismo tuvo riendas y estas fueron las que le dio el capitalismo
fordista y keynesiano: rectoría del Estado, sindicatos, seguridad
social, medidas redistributivas, pleno empleo, salarios etc. Fue
el capitalismo de la socialdemocracia clásica antes de que fuera
arrasada por el neoliberalismo y fuera desvirtuado por Clinton en
los Estados Unidos de América, y Blair en el Reino Unido. Desde
Pinochet en Chile en el plan piloto del neoliberalismo, y después
con Thatcher y Reagan, el capitalismo inició su neoliberal etapa
desbocada. Fue la crisis y fracaso del capitalismo socialdemócrata
y del socialismo real, lo que fundamentaría el auge neoliberal que
hemos observado en los últimos 35 años. Durante este tiempo, los
países centrales del capitalismo, aquellos que alguna vez fueron
parte del campo socialista y todos los de la periferia capitalista
(muchos de los cuales nunca vivieron el capitalismo socialdemó-
crata), entraron en la loca carrera neoliberal.
Lo que el libro de Harvey confirma, puesto que ha sido cons-
tatado por otros analistas del capitalismo a nivel mundial, es el
fracaso global del neoliberalismo. El gran argumento neoliberal
fue que la privatización y la mercantilización aumentaría la efi-
cacia productiva. Esta sería el sustento de la prosperidad de la

243
sociedad en general. La realidad es otra. Durante las décadas de
1960 y 1970, las tasas promedio de crecimiento global fueron de
3.5 y 2.4% respectivamente. En la década que comenzó en 1980
fue de 1.4%, en la de 1990 llegó a 1.1% y en la primera década del
siglo XXI apenas ha llegado a 1%, o probablemente menos, como
consecuencia de la crisis mundial iniciada en 2008.
Ciertamente, el capitalismo ha sido fructífero para acrecen-
tar la riqueza de las grandes cúspides capitalistas en el mundo.
O para crear burguesías en donde no las había (por ejemplo en
Rusia y China), como lo demuestra la existencia en China de un
millón de millonarios (más de 15 millones de dólares) y 63 500
multimillonarios (más de 150 millones de dólares). Pero salvo en
China e India, ha aumentado la desigualdad y la pobreza en todo
el mundo. En lo único en que ha sido exitoso el neoliberalismo es
en lo ideológico: la zanahoria del éxito individual y el aliciente del
consumo impera en los que tienen la suerte de tener un empleo.
Para todos los demás está la labor estupidizante de los grandes
medios de comunicación.
He aquí pues los magros saldos de la gran mentira neoliberal.

15 de junio de 2015

244
Capitalismo cada vez más salvaje

Por las actividades académicas en la que estoy involucrado, leí


de nuevo el libro del teórico inglés Ralph Miliband, que lleva por
título El Estado en la sociedad capitalista, que fue publicado en
inglés en 1969 y, posteriormente en español en 1970. Siendo es-
tudiante de licenciatura en sociología, recuerdo haber leído ese
texto en el ya lejano 1972. Como siempre sucede, cada vez que
uno vuelve a leer un libro, sobre todo si lo hace años después, en-
cuentra perspectivas nuevas y acaso inimaginables en el anterior
momento. El lector o lectora se acerca a un texto con toda la carga
valorativa y de conocimientos que lleva adentro. Además, el texto
adquiere una iluminación distinta dependiendo del momento his-
tórico en que se esté leyendo.
Lo anterior lo he pensado ahora que leo el libro de Miliband,
44 años después de mi primera lectura. Y con sorpresa advier-
to, cuán profundamente ha cambiado el capitalismo –particular-
mente en el mundo desarrollado– en este último medio siglo. La
sociedad capitalista y el Estado que analiza el teórico, tenía la
impronta de las luchas obreras que arrancaron en el siglo xix y
el miedo al comunismo que se materializaba en una emergente
Unión Soviética y, en general, en los países del socialismo real.
El resultado fue que, en los países centrales, surgió el capitalismo
keynesiano y el Estado benefactor. Sus rasgos fueron: sindicatos
fuertes, negociación salarial mediada por el Estado, seguridad so-
cial amplia, pleno empleo, contratos colectivos, seguridad laboral,
distribución progresiva del ingreso. Todo esto lo relata Miliband
en su libro, para pasar a refutar los argumentos legitimadores que
generaba este tipo de capitalismo: contrario a lo que Marx había
postulado, el Estado no era propiedad de una clase sino expresión
de un poder plural compartido por grupos diversos, la desigualdad
había disminuido, así como la pobreza y las clases sociales esta-
ban desapareciendo por todo lo anterior.

245
Lo que hoy vivimos dista mucho de ese retrato que ya era
idílico en aquella época. Los sindicatos han sido desarticulados;
la seguridad social se ha recortado drásticamente y se está pri-
vatizando y convirtiendo en mercado; el desempleo ha crecido
espectacularmente, así como la precariedad laboral; el Estado se
ha reducido al mínimo pero es mucho más represivo; los salarios
han descendido. La pobreza y la desigualdad han crecido tanto,
que hasta economistas ajenos al marxismo como Thomas Piketti
(El capital en el siglo xxi, 2013), están recomendando altas tasas
impositivas a los grandes capitales para detener la catástrofe so-
cial que el salvaje capitalismo neoliberal está originando.
Ralph Miliband murió en 1994. Tuvo ocasión todavía de pre-
senciar cómo el Estado y el capitalismo que analizó estaba tenien-
do cambios drásticos. Lo paradójico es que se siguen repitiendo
muchos de los argumentos que él combatió y que habían surgido
de la fuerte presencia estatal y avances sociales de la socialdemo-
cracia clásica. Hoy se sigue repitiendo que la pobreza disminuye,
que las clases sociales ya no existen y que el Estado es ajeno al
poder de una oligarquía cada vez más acentuada.

28 de enero de 2016

246
Neoliberalismo y calentamiento global

La derecha neoliberal más recalcitrante persiste en tapar el sol


con un dedo. Niega que el planeta esté sufriendo un calentamiento
global y considera la anterior aseveración una patraña ideológica
de los enemigos del progreso y del desarrollo. En el fondo, con-
sideran la angustiante advertencia de científicos y ecologistas una
maniobra izquierdista, además de anticapitalista.
Hace unos meses, un grupo de 831 expertos de 35 países,
constituido en el Grupo Intergubernamental para el Cambio Cli-
mático (Intergovernmental Panel on Climate Change- ipcc), ha
presentado un escalofriante informe, denominado el ar5. Cierta-
mente, no puede acusarse a esa multitud de científicos y expertos
convocados por la onu de ser un grupo de delirantes izquierdistas.
El informe –presentado en Estocolmo en septiembre de 2013–, lo
preparó el ipcc para presentárselo a los gobernantes del mundo, de
cara a un acuerdo multilateral vinculante para la reducción de la
emisión de gases invernadero que se firmaría en 2015 y que empe-
zaría a tener vigencia en 2020. Lo que parece asombroso son los
tiempos que se están tomando los gobernantes locales para frenar
el calentamiento global dadas las conclusiones del informe ar5.
Dicho informe plantea que, aunque se detuvieran las emisio-
nes de Dióxido de Carbono (co2), entre 15% y 40% de dichas
emisiones se quedarán en la atmósfera durante siglos y durante
todo ese tiempo las temperaturas del planeta permanecerán eleva-
das. La manifestación más nociva del calentamiento global es el
calentamiento de los océanos, los cuales han aumentado su tem-
peratura aceleradamente a partir de 1971, desde la superficie hasta
los 700 metros de profundidad. Al calentarse los océanos, los gla-
ciares y las capas de hielo (bloques de Groenlandia y Antártico)
se están reduciendo, el nivel del mar se está elevando y lo seguirá
haciendo a un ritmo más rápido que el experimentado en los úl-

247
timos 40 años. Se estima que para 2100, el aumento estará en un
rango de 26 hasta 82 centímetros.
Las últimas décadas han sido cada vez más calurosas y, si
entre 1880 y 2012 el aumento de la temperatura fue de 0.85 gra-
dos, a fines de siglo tal aumento será de 1.5 y en el escenario más
catastrófico de 4.8. El planeta se está inundando de co2, metano y
óxido nítrico. El co2 en la atmósfera ha crecido en un 40% desde
los tiempos preindustriales y ha sido absorbido por el mar en 30%,
provocando su acidificación.
Los interesados en leer este informe, especialmente recomen-
dado a los dogmáticos del neoliberalismo, pueden obtenerlo en
http://ep00.epimg.net/descargables/2013/09/27/5177839cc4f67
9dff4e035ebae96503b.pdf No se necesita ser un izquierdista re-
domado para estar consciente de que la humanidad se encamina
a un desastre. Tuve la oportunidad de escuchar una conferencia
del exvicepresidente de los Estados Unidos de América, Al Gore,
quien de una manera didáctica y gráfica nos informó de la catás-
trofe que se avecina. Pero en algo tiene razón el dogma neoliberal
en su anatema hacia aquellos que investigan e informan sobre el
calentamiento global: no hay futuro ambiental (tampoco para la
humanidad) con el capitalismo y especialmente con el capitalismo
neoliberal. Mientras la producción siga orientada hacia la ganan-
cia y no a la satisfacción de las necesidades sociales, el planeta se-
guirá envenenándose y la basura (incluso la tóxica) nos inundará.
Fue esta convicción la que llevó a Karl Marx hace más de 150
años a escribir en El Capital lo siguiente: “Ni siquiera toda una
sociedad, una nación o, es más, todas las sociedades contemporá-
neas unidas son propietarias de la tierra. Solo son sus poseedoras,
sus usufructuarias, y deben legarla mejorada, como buenos padres
de familia, a las generaciones venideras”.
El neoliberalismo nunca podrá dejar este legado a las genera-
ciones venideras.

23 de enero de 2014

248
Capitalismo y socialismo, el azote del
desempleo

Un fantasma recorre el mundo entero, el fantasma del desempleo.


Y el hecho resulta significativo, entre otras cosas, porque el paro
laboral corroe el mito derechista de que quien es trabajador se
hace rico y quien es holgazán termina en la pobreza. Millones y
millones de personas en el planeta dejan su vida en extenuantes
jornadas laborales, terminan su vida como desechos humanos y
en la miseria. Y no todos los que viven en el mundo de la riqueza
son ejemplos de la ética protestante de la que habló Max Weber,
aquella que se rige por la máxima de que “el tiempo es oro”. Las
clases opulentas están llenas de parásitos que viven de las rega-
lías que generan los integrantes de sus familias que viven su vida
como diligentes empresarios.
Independientemente de lo falaz que es la asociación entre tra-
bajo y riqueza, el hecho cierto es que el desarrollo tecnológico
en el contexto del capitalismo lanza al desempleo a millones de
personas. Desde el siglo xix, Marx acuñó en su obra las categorías
de “ejército industrial de reserva” y “superpoblación relativa”, las
cuales demuestran cómo la instalación de maquinaria y métodos
de producción cada vez más sofisticados desplazan a la fuerza de
trabajo y lanzan al desempleo intermitente o definitivo a impor-
tantes segmentos de la clase trabajadora. En la actualidad, la auto-
matización de la producción hace que cada vez se produzca más y
más riqueza con menos cantidad de trabajadores.
Desde el surgimiento del neoliberalismo hace unos 30 años,
el mundo ha vivido aproximadamente cien crisis financieras hasta
llegar a la más severa que se ha vivido desde 1929 y que comenzó
en septiembre de 2008. Estas crisis agudizan el terrible azote del
desempleo. Si en 2008 había 190 millones de desempleados en el
mundo, hoy se estima tal cifra entre 230 y 240 millones. A esto

249
habría que agregar los 1 400 millones de trabajadores pobres (los
que ganan menos de dos euros al día y que constituyen 45% de la
Población Económica Activa mundial).
En los Estados Unidos de América, el total de desempleados
asciende a 15 millones, los subempleados llegan a casi 30 millo-
nes y si se preveía para 2009 una tasa de desempleo de 10%, la
misma se calcula hoy en 17%. En la Unión Europea tal número
asciende a 17.5, casi 2 millones más que en 2008. En España,
40% de los jóvenes está desempleado; en México se estima en
7 millones a los “ninis” (jóvenes que ni estudian ni trabajan). En
Sudamérica, en 2009 se registraba un aumento de 2.4 millones de
desempleados. En China se anunció en febrero de 2009, que en
los últimos meses de 2008, 20 millones de chinos habían perdido
su trabajo y no tenían muchas perspectivas de recuperarlo para los
años siguientes. En Guatemala la situación también es muy mala,
según nos lo informa el ministro de trabajo del gobierno actual.
De los 4.9 millones en que se calcula la Población Económica-
mente Activa, solo un millón tienen un empleo formal. Esto quiere
decir que 75% de la pea en el país vive en la economía informal
y la crisis ha lanzado al desempleo a 150 mil guatemaltecos de la
industria y la construcción.
En el capitalismo, la producción se rige por la búsqueda de
la máxima ganancia y esto legitima el que millones de personas
estén desempleadas. En el socialismo se supone, aunque la expe-
riencia del siglo xx demostró lo contrario, que la producción se
rige por la satisfacción de las necesidades sociales y el espíritu
solidario. He aquí el dilema que hoy enfrenta Cuba. Como con-
secuencia de la crisis mundial y el bloqueo, la economía cubana
tiene un excedente de un millón de trabajadores. En los próximos
meses, medio millón de ellos serán despedidos. Al contrario de lo
que sucede en el capitalismo, el socialismo cubano buscará en-
contrarle acomodo a ese medio millón en el negocio por cuenta
propia, en las cooperativas, en la agricultura y la construcción. No
será fácil y el éxito no es seguro. Pero el que se plantee esta meta
revela que a pesar de los imperativos de tipo capitalista que la
rodean, Cuba sigue empeñada en buscar una salida sin desvirtuar
sus objetivos socialistas.

250
La crisis mundial afecta por igual a sociedades que tienen
sistemas distintos. En el sistema dominante, el capitalismo neoli-
beral, el desempleo es asumido de manera despiadada y sin sen-
sibilidad para los millones de vidas que quedan destruidas por la
pobreza y la falta de realización personal. En las sociedades que
trabajosamente buscan vivir el posneoliberalismo, que pretenden
un mundo más justo, el desempleo no puede ser asumido con esa
crueldad. El derecho al trabajo, a una vida digna, debe ser uno de
los elementos de ese mundo nuevo que está por construirse.

21 de octubre de 2010

251
Derechos humanos y barbarie neoliberal

El 10 de diciembre de 1948, con la ominosa y reciente sombra


del holocausto judío, la onu aprobó la Declaración Universal de
los Derechos Humanos. Dos años después, en 1950, una nueva
Asamblea General de la onu declaró esa fecha como Día de los
Derechos Humanos. En el contexto de esta efeméride me pregun-
to si el desenvolvimiento del mundo actual es el contexto más
favorable para la observancia de los derechos humanos. Vivimos
hoy un planeta globalizado por el neoliberalismo, que es la fase
más depredadora y expoliadora del capitalismo en toda su histo-
ria. Ciertamente, esta forma productiva y sus correlatos políticos
e ideológicos, han sido en su desenvolvimiento atroces con la hu-
manidad. No en balde Marx en El Capital, particularmente en el
capítulo dedicado a la acumulación originaria, sentenció que si el
dinero nacía con manchas de sangre en una mejilla, “El capital
viene al mundo chorreando sangre y lodo por todos los poros,
desde los pies a la cabeza”.
En su historia de aproximadamente medio milenio, solo en un
lapso de unos treinta o cuarenta años, el capitalismo ha buscado
combinar la máxima ganancia con una redistribución de la rique-
za que beneficie a las masas trabajadoras. Fue lo que se observó
durante la etapa fordista y keynesiana, que inspiró a la socialde-
mocracia clásica iniciada en la segunda posguerra y hasta los años
setenta y ochenta del siglo pasado. Esta forma benévola del capi-
talismo se limitó a algunas regiones del mundo, principalmente
las desarrolladas. Y justo es decir, que fue una respuesta a la crisis
mundial de 1929 y a la emergencia de la Unión Soviética y su área
de influencia. Fuera de ello, el capitalismo se asentó en el geno-
cidio provocado por el colonialismo en América, Asia y África,
en la expoliación de millones de seres humanos durante su fase
manufacturera e industrial y, finalmente, en la fase actual, la de la
globalización neoliberal que es la peor de todas.

252
El neoliberalismo ha vivido la etapa en la que privatizó la
propiedad estatal, aniquiló los derechos sindicales y globalizó los
mercados; ahora se encuentra en un segundo momento, en el que
realiza el despojo territorial y el extractivismo depredador. Nece-
sidades de acumulación voraz como éstas, lo que menos necesitan
son de democracia y derechos humanos. La barbarie neoliberal
conculca los derechos políticos y civiles porque necesita crecien-
temente de la represión para maximizar ganancias y despojo; por
la misma razón, arrasa con los derechos económicos y sociales.
De igual manera actúa con los derechos culturales, porque en la
fase expropiatoria en la que hoy se encuentra, ambiciona los te-
rritorios en manos de los pueblos indígenas. La cultura y las artes
le interesan solo si pueden convertirse en mercancías de precios
apetecibles. En un artículo anterior, expresé que no hay lugar para
la democracia en la fase actual del capitalismo. Hoy agrego que
no lo hay porque en dicha fase los derechos humanos necesitan
pisotearse.
El capitalismo actual ha convertido en utopía el contenido de
la Declaración Universal de los Derechos Humanos.

11 de diciembre de 2014

253
El vaciamiento de los derechos humanos en
la globalización

Me encuentro en San José, Costa Rica, en el xxx Congreso Lati-


noamericano de Sociología, organizado por la Asociación Lati-
noamericana de Sociología. Magno evento de miles de estudiantes
y académicos interesados en las ciencias sociales y, en particu-
lar, de la sociología. Asistí con particular interés a la conferencia
magistral del Dr. Franz Hinkelammert, un economista, teólogo y
sociólogo alemán de gran valor académico. Solo el nombre de
la conferencia era atractivo: “El vaciamiento de los derechos hu-
manos en la estrategia de la globalización”. Desde hace tiempo,
en mis artículos académicos y periodísticos he planteado que al
neoliberalismo se le ha vuelto una camisa de fuerza la democracia
liberal y representativa y el respeto a los derechos humanos. Esto
acontece porque el neoliberalismo es una manera de acumulación
capitalista que expande la pobreza y profundiza las desigualda-
des, desciudadaniza a millones de personas y ahora en el contex-
to del impulso al extractivismo, ha profundizado el despojo de
tierra y territorios de comunidades rurales. La acumulación por
desposesión, como lo ha apuntado el teórico inglés David Harvey,
expropia y privatiza los bienes comunes que no son solo tierra,
territorios, sino también logros sociales obtenidos durante la etapa
keynesiana y desarrollista del capitalismo. Una situación como
ésta implica un recrudecimiento del autoritarismo y de la repre-
sión, aun cuando esto se haga en nombre de la democracia y del
estado de derecho.
Escuchando a Franz Hinkelammert, un teórico que ha estu-
diado profundamente a los padres fundadores del neoliberalismo,
Ludwig Von Mises, Friedrich Hayek y Milton Friedman, puede
uno constatar que el vaciamiento de los derechos humanos en
el contexto de la globalización neoliberal, no solo procede de la
práctica depredadora del neoliberalismo sino que comienza en las

254
mismas bases teóricas neoliberales. Hinkelammert ha recordado
en este congreso de sociología, cómo Von Mises teorizó acerca de
lo que consideraba un error extendido: el creer que la naturaleza
le ha concedido a los seres humanos derechos inalienables por el
sólo hecho de haber nacido. Y también recordó cómo Hayek ex-
presó que una sociedad “libre” tendría que aceptar pautas morales
en las que se debería sustentar que es necesario preservar las vidas
de los seres humanos “pero no todas las vidas”. Estos razonamien-
tos son tan brutales que nos hacen recordar lo que alguna vez dijo
el líder falangista español José Antonio Primo de Rivera: “Cuando
escucho la palabra humanidad me dan ganas de sacar la pistola”.
El neoliberalismo desmanteló al Estado de bienestar y ahora
criminaliza, no solo al comunismo, sino a la socialdemocracia clá-
sica. Hoy, el primer ministro británico David Cameron, considera
al líder actual del laborismo Jeremy Corbyn (socialdemócrata de
izquierda), un peligro para la nación, la economía y la familia bri-
tánicas. Y en la propia Costa Rica nos informa Hinkelammert, el
antiguo proyecto social de José Figueres es visto como de extrema
izquierda.
Por caminos distintos, neoliberalismo y fascismo empiezan
a coincidir. La gran paradoja de los tiempos venideros es que la
izquierda luchará por banderas que la derecha abandonó.

3 de diciembre de 2015

255
Violencia, neoliberalismo y migración

La tragedia ocurrida el 22 y 23 de agosto de 2010 en el municipio


de San Fernando, del estado de Tamaulipas en México, puso los
ojos del mundo en la lacerante realidad del tránsito de migran-
tes por el territorio mexicano. Como es sabido, en esos días, un
grupo de 76 migrantes centroamericanos y sudamericanos fueron
secuestrados y acribillados a balazos por un comando de sicarios
del cártel de la droga los Zetas. Hubo dos sobrevivientes, un ecua-
toriano y un hondureño, y por ellos hemos sabido el drama en el
cual los indocumentados terminaron sus días.
Pero el horrible crimen cometido contra los migrantes, en-
tre ellos cuatro guatemaltecos, es solo una terrible anécdota de
una crimen mucho más vasto: la trituración de la humanidad que
ha estado provocando el capitalismo neoliberal en los últimos 30
años. Desde 1990, el fracaso neoliberal, en términos de empleo y
calidad de vida, ha obligado a 35 millones de personas en todo el
mundo a cambiar de residencia, y a buscar la sobrevivencia en los
países centrales del sistema capitalista. La migración, sobre todo
la de personas indocumentadas, es un fenómeno social de rampan-
te crecimiento. En 2006, las remesas en todo el mundo ascendían
a 180 mil millones de dólares, lo que significaba un crecimiento
de las mismas en un 600% en relación con el mencionado año de
1990.
Entre las regiones expulsoras de migrantes más notables en
el mundo se encuentra América latina, que lanzó a la migración a
cuatro millones de personas entre 2000 y 2005. De esa cifra, 50%,
o sea dos millones, fueron mexicanos. El Estado mexicano ha sido
enérgico en señalar los abusos que son cometidos por la migración
estadounidense en relación con sus connacionales. Pero no son
pocos los analistas o funcionarios mexicanos, como el que fuera el
anterior procurador de los derechos humanos en México, Dr. José

256
Luis Soberanes, o uno de los grandes especialistas en el tema de
migración, el Dr. Jorge Bustamante, que han señalado de manera
vigorosa la incongruencia de los distintos gobiernos de México
al ser cómplices por comisión u omisión en las violaciones a los
derechos humanos de los migrantes que atraviesan este país desde
el sur o el Caribe. En efecto, las autoridades migratorias mexica-
nas han calculado que cada año, entre 300 y 400 mil migrantes
pasan por México en pos del sueño americano. Cuando se haga
la historia de estas dos últimas décadas, el drama de los migrantes
centroamericanos, caribeños y sudamericanos en México se com-
parará a las peores páginas de sufrimiento humano provocadas por
el desenvolvimiento capitalista.
Los migrantes del sur y del Caribe sufren en México privacio-
nes, tragedias y violencias que resultan inauditas. Son asesinados,
torturados, violados, secuestrados, extorsionados, robados, esta-
fados y explotados por una amplia gama de depredadores. Entre
ellos se encuentran algunas de las autoridades locales o regionales
del Instituto Nacional de Migración, policías federales, estatales,
ministeriales, municipales, elementos del ejército y la marina, y
autoridades municipales.
Además del crimen y corrupción realizados desde los distin-
tos niveles del Estado, los migrantes sufren similares violencias
por parte de las redes de polleros, bandas locales de asaltantes y
secuestradores, sicarios de los cárteles de la droga (particularmen-
te los Zetas) y las maras salvatrucha y 18. Particularmente vulne-
rables a los accidentes y violencias son los migrantes del estrato
más bajo: aquellos que no consiguen dinero para ser trasladados
por alguna de las redes de polleros y deciden hacer el viaje por su
cuenta y riesgo. Son este tipo de migrantes los que vencidos por
el sueño, el cansancio o la debilidad caen de los trenes en cuyos
techos y pescantes viajan, terminando muertos o mutilados.
No quiero que estas líneas sirvan para documentar el anti-
mexicanismo que he observado en Guatemala. Justo es agregar
que existen muchos testimonios dados por los infortunados mi-
grantes indocumentados, de las innumerables muestras de solida-
ridad de la que son objeto por parte la gente de los poblados que
atraviesan. Tengo muy presente el caso de la señora Concepción
Moreno Arteaga, de la comunidad de El Ahorcado en Querétaro,

257
quien sufrió dos años y medio de cárcel por darles comida y cobijo
a unos migrantes hondureños. La acusaron de ser parte de una red
de polleros y tuvo que dejar solos a sus cinco hijos cuando fue
recluida en prisión hasta que fue liberada por la inconsistencia de
los cargos que se le hacían. Hay que agregar la loable labor que
hacen sacerdotes y laicos que atienden los más de dos decenas de
Centros de Atención al Migrante que funcionan en todo el territo-
rio. También es justo agregar que existen testimonios de migran-
tes centroamericanos que han expresado que han sufrido similares
abusos en su paso por Guatemala.
Si es el caso de dirigir el encono contra algo o alguien, ha-
bría que hacerlo en contra esa política económica y concepción
del mundo, el neoliberalismo, que hoy, día a día, tritura a la
humanidad.

20 de septiembre de 2010

258
La hipocresía estadounidense frente a la
migración

El día 10 de abril del presente año, alrededor de cien migrantes


encarcelados en el Centro de Detenciones del Noroeste, ubica-
do en Tacoma, estado de Washington, se declararon en huelga de
hambre. En los días transcurridos desde el inicio de la protesta,
varios centenares más de estos prisioneros se sumaron a la huelga
y llegó a hablarse de 700 ayunantes. Las demandas de los prisio-
neros fueron las siguientes: agilización del proceso judicial (los
detenidos tienen que esperar hasta dos meses para ser presentados
a un juez); mejoría en la higiene de la ropa y acceso a atención
médica oportuna; mejoría en la comida (que se reduce arroz y
frijoles); bajar los precios en la comisaría (tienda de raya), y de
los costos exorbitantes por llamadas telefónicas. Piden también el
incremento del pago de un dólar diario por el trabajo que hacen en
la cárcel. A los detenidos, en ocasiones, se les ofrece una bolsa de
papas fritas por horas de trabajo. El Centro de Detención del No-
roeste (nwdc por sus siglas en inglés) alberga a 1 500 de los más
35 mil inmigrantes presos que usualmente mantienen los Estados
Unidos de América.
Dicho centro es uno de los más grandes del país y está ubi-
cado en un sector industrial con contaminantes tóxicos sin sali-
das de emergencia adecuadas. En el nwcd, dos terceras partes de
los detenidos son mexicanos, mientras que el 30% restante son
salvadoreños, guatemaltecos, hondureños y ecuatorianos, además
de 7% de otras nacionalidades. El lugar es una  de las cárceles
privatizadas del grupo geo, por lo que las condiciones de campo
de concentración que mantienen los prisioneros son debidas a cri-
terios de rentabilidad propias de una empresa capitalista. Siendo
los proveedores de sus familias, la prolongación del cautiverio no
solamente castiga a los migrantes sino a sus familiares que se ven

259
sumidos repentinamente en una situación de absoluta precariedad
económica.
Resulta insoslayable la hipocresía de los distintos gobiernos
estadounidenses que persiguen ferozmente a los migrantes y, al
mismo tiempo, los necesita como fuerza de trabajo. La perse-
cución feroz no es solo una política del gobierno de Trump, por
mucho que este haya agitado esa bandera durante su campaña
electoral y en los primeros meses de su presidencia. He aquí los
números que muestran que la cacería y deportación de migrantes
es una política de Estado, desempeñada por la Casa Blanca, sea
demócrata o republicana: George H. Bush (1989-1993) deportó en
cuatro años a 160 mil inmigrantes; William Clinton (1993-2001),
en ocho a 860 mil; George W. Bush (2001-2009), en igual perío-
do, expulsó a dos millones y, finalmente, Barack Obama (2009-
2017), también en ocho años, deportó a 2.8 millones.
Lo que busca la cacería es colocar a los migrantes en una
situación tal de vulnerabilidad que facilita su precariedad laboral,
explotación inmisericorde a través salarios miserables. La crimi-
nalización de los migrantes que han hecho los gobiernos estadou-
nidenses y que ahora encabeza Trump, persigue en realidad la es-
clavización del trabajo migrante.
Los Estados Unidos de América y los países centrales del ca-
pitalismo mundial necesitan a los migrantes mientras el trabajo
humano sea necesario para la reproducción capitalista. Acontece
que la población nativa no hispana en Estados Unidos muestra
una tendencia a disminuir. La dinámica demográfica estadouni-
dense puede verse en los libros de Win Dierckxsens, y también
en uno de Alejandro I. Canales (E Pur si Muove, Universidad de
Guadalajara/MAPorrúa, 2015). En 1970 la tasa de natalidad era
de 2.5 hijos, mientras que en 2013-2014 llegaba a 1.8. En los Es-
tados Unidos de América y, en general, en los países centrales,
observamos bajas tasas de natalidad y mortalidad y un aumento
de la expectativa de vida que redunda en un envejecimiento de la
población.
En pocas palabras, la dinámica demográfica está poniendo
en peligro la reproducción de la sociedad de los países centra-
les y, por tanto, la reproducción del capital. Los países centrales
necesitan de la migración del sur para poder darle continuidad a

260
ambas reproducciones. Pero esta necesidad tiene repercusiones en
la composición étnica de estos países. En los Estados Unidos de
América, la población de origen latino pasó de 14.6 millones en
1970 a más de 50 millones en 2010 y en 2040 ascenderá a 120
millones, lo cual constituirá 30% de la población estadounidense,
mientras que la población blanca no latina representará 49% de
dicha población.
En pocas palabras, de persistir las actuales tendencias demo-
gráficas, a mediados del siglo xxi, los blancos será una minoría
en los Estados Unidos de América. Esto fue lo que percibió con
horror Samuel Huntington en su libro El choque de las civilizacio-
nes y el reordenamiento del mundo global (1996), y esto es lo que
perciben con horror los supremacistas blancos y los partidarios de
Trump.
He aquí la contradicción que explica la dinámica actual en el
país del norte y también en el resto de los países centrales: el capi-
talismo y la sociedad en su conjunto necesitan a los migrantes para
no morir de inanición por falta de fuerza de trabajo, pero la migra-
ción con su fecundidad amenaza la composición mayoritariamen-
te blanca de dichas sociedades. En Estados Unidos de América,
pero también en Gran Bretaña, Francia, Austria, Bélgica, Holanda
y Alemania, la crisis que ha provocado la globalización neoliberal
y la marea migratoria del sur de piel morena, ha desencadenado un
auge de los partidos neofascistas que recuerda al auge fascista en
Alemania e Italia después de la gran crisis de 1929.
Esta es la razón por la cual la lucha de los migrantes y el
acompañamiento que le den diversas organizaciones sociales y
políticas tienen un valor estratégico en la actualidad. Contraria-
mente a su discurso democrático, la globalización neoliberal ha
desencadenado lo que Antonio Gramsci llamó “los fenómenos
más morbosos”: el resurgimiento del neofascismo, el creciente
autoritarismo estatal, el racismo, el armamentismo y la creciente
esclavización del trabajo. Buena parte de estos fenómenos morbo-
sos los recienten los migrantes.
Resulta claro entonces, este nuevo sendero de lucha.

14 de abril de 2017

261
Capitalismo salvaje y persecución contra
migrantes

La semana pasada tuve el gusto de estar en Vancouver, Seattle,


Bellinhan y Tacoma en la Columbia Británica, Canadá, y en el
estado de Washington en Estados Unidos de América. Fui invita-
do por los comités de Morena de Seattle y Vancouver en mi cali-
dad de secretario nacional de derechos humanos de dicho partido.
Fue una experiencia magnífica convivir con Nestora Salgado, la
Comandanta de la Policía Comunitaria de Olinalá (Guerrero, Mé-
xico) y con Bethi y Lupita, dos integrantes de Las Buscadoras,
agrupación de 420 madres de personas desaparecidas en el norte
del estado de Sinaloa.
Escuchar el testimonio de Bethi y Lupita fue estremecedor.
La primera de ellas encontró los restos de su hija, después de tres
años de estarla buscando. La segunda, ha pasado infructuosamen-
te los últimos cinco años buscando al suyo. Nestora está exiliada
en los Estados Unidos de América, después de haber cumplido
una condena de casi tres años por haber encabezado una organiza-
ción de autodefensa en contra del crimen organizado que asolaba
su región. Es notable que la policía comunitaria haya logrado erra-
dicar casi en su totalidad el crimen en ese lugar. La recompensa
para Nestora fue ser encarcelada, acusada falsamente de homici-
dio y secuestro.
Fue verdaderamente impactante entrar en el Centro de Deten-
ción del Noroeste en la ciudad de Tacoma. La cárcel de Tacoma
es una de las 637 cárceles para migrantes que existen en Estados
Unidos, en las cuales permanecen 325 mil reclusos, principal-
mente mexicanos y centroamericanos. La mayor parte de estas
cárceles son regenteadas por empresas privadas que se rigen en
su administración por la premisa capitalista de hacer inversiones
mínimas y obtener máximas ganancias. Esto redunda en que es-
tos centros de detención para migrantes son verdaderos campos

262
de concentración, en los cuales se da a los internos comida de
mala calidad, llamadas telefónicas carísimas, acceso a tiendas que
venden artículos a precios abusivos, deficiente calefacción y aire
acondicionado, y pésima atención médica. Entre 2003 y 2016, 155
reclusos murieron en los centros de detención referidos y no pocos
de ellos han cometido suicidio.
Es de hacer notar que para las empresas capitalistas carcela-
rias es un pingüe negocio el incremento de la persecución y en-
carcelamiento de migrantes. Por ello, el triunfo de Trump, con su
fascista discurso antimigrante hizo que subieran los precios de las
acciones de dichas empresas en la bolsa de valores. Mientras más
migrantes presos, mayores las ganancias de empresas como el geo
Group Inc., concesionario de la cárcel de Tacoma.
Hace unas semanas estalló una huelga de hambre de internos
en la cárcel de Tacoma. Mientras escribo estas líneas ha estalla-
do otra más, esta vez de mujeres reclusas con dos demandas: ali-
mentación comestible y nutritiva y agilización de los trámites de
deportación por parte de la Agencia de Migración y Aduanas del
gobierno estadounidense (ice por sus siglas en inglés). Cada año
entre 300 y 400 mil centroamericanos y, aproximadamente, 500
mil mexicanos viajan al norte con grandes esperanzas. Acaso el
infierno que los espera es mejor que el que viven sus países.

22 de junio de 2017

263
Neoliberalismo, carnicería de la juventud

He revisado el informe de la Organización Internacional del Tra-


bajo (oit), que recién se ha dado a conocer y que lleva por título
Trabajo decente y juventud en América latina. Políticas para la
acción. El lector interesado lo puede bajar de la red con facili-
dad. Es un trabajo muy completo y fuente indispensable para los
estudiosos de los procesos sociales y políticos en la región. Los
datos que ofrece dicho informe son estremecedores y confirman
mi percepción de que esta forma de capitalismo salvaje que hoy
vivimos, el neoliberalismo, mata de manera significativa las espe-
ranzas de la mayoría de la gente, pero muy especialmente las de
la juventud.
Lo que me parece más estremecedor del mundo que vivimos
es que una parte significativa de los jóvenes tiene cerradas las
puertas para el estudio y el trabajo. El neoliberalismo ha propi-
ciado un crecimiento significativo del desempleo y de la informa-
lidad laboral. Al reducir los gastos sociales del Estado, especial-
mente los referidos a la salud y la educación, ha propiciado una
fuerte restricción del acceso a la educación media y superior.
Hoy, las universidades públicas practican exámenes de admi-
sión en los que una parte brutalmente significativa de los jóvenes
que los practican resultan rechazados. Los exámenes de admisión
no buscan la excelencia académica en los estudiantes que se ad-
miten en la universidad, sino son un medio para mantener la oferta
educativa en un bajo nivel cuantitativo y con ello ahorrarse el gas-
to público destinado a las universidades. La operación es perver-
sa: al existir una cantidad considerable de jóvenes que se quedan
sin poder entrar a las universidades públicas, hay mercado para las
universidades privadas, muchas de las cuales son de una calidad
académica deplorable.

264
El informe de la oit es importante porque ofrece datos que
sostienen lo dicho líneas arriba. En América latina y el Caribe
existen en la actualidad 108 millones de jóvenes, entendiéndose
por tales a la población comprendida entre los 15 y 24 años de
edad. El 14% de estos jóvenes se encuentra desempleado y re-
presenta 40% del total de desempleados en América latina. Poco
más de 20% de estos 108 millones de jóvenes ni estudia ni trabaja
(los llamados NiNi’s) lo que significa que hay casi 22 millones de
jóvenes en esta situación en la región.
Los países más afectados por esta situación son Honduras
(27.5%), Guatemala (25.1%) y El Salvador (24.2%), es decir, el
Triángulo Norte de Centroamérica y la región más violenta del
mundo. Uno de cada 20 jóvenes ni estudia, ni trabaja y ha renun-
ciado a buscar empleo, lo que lo convierte en potencial integrante
de las infanterías de la delincuencia común y organizada. Las ci-
fras de desempleo que nos ofrece la oit, deben completarse con
el hecho de que 56% de los jóvenes tiene un empleo informal, lo
que “significa bajos ingresos, inestabilidad laboral, desprotección
y violación de derechos laborales”. El desempleo juvenil azo-
ta de manera más cruel a la población más pobre (casi 26% de
desempleados). Lo que resulta verdaderamente triste es que aun
los jóvenes con educación superior tienen pocas esperanzas en el
mundo neoliberal: 43% de los jóvenes con educación universitaria
son empleados informales.
Lo más impactante de estos datos es que probablemente la
realidad sea peor. El informe de la oit habla de casi 22 millo-
nes de NiNi’s en toda América Latina y el Caribe, pero los datos
de la ocde indican que solamente en México hay 7.3 millones de
ellos. El neoliberalismo ha pregonado que su mundo es una tierra
de oportunidades para todos aquellos (especialmente los jóvenes)
que tengan ganas de trabajar. En realidad, el neoliberalismo es una
carnicería de la juventud.

20 de febrero de 2014

265
El papa Francisco no es neoliberal

He visto con escepticismo las esperanzas que surgieron cuando


Jorge Mario Bergoglio fue nombrado como el papa Francisco.
Y este escepticismo ha nacido de dos hechos. Primeramente, su
obsecuente actitud como sacerdote jesuita frente a la dictadura
militar argentina, que no fue sino parte de la deplorable conducta
de la Iglesia católica argentina frente a los genocidas. Y luego, la
postura de enfrentamiento que tuvo con los gobiernos progresistas
del kirchnerismo. Todo ello unido a que provenía de las entrañas
del Vaticano, de los reaccionarios Wojtila y Ratzinger, me hizo
estar convencido que era remoto un papa como Juan xxiii o como
lo que se empezaba a observar con el efímero Juan Pablo I. Pole-
micé con amigos y colegas sobre lo que consideraba optimismo
exagerado respecto de las posibilidades del papa Bergoglio. En
efecto, sus antecedentes eran discutibles.
Dicho esto, no puedo sino agregar que estoy agradablemente
sorprendido con el discurso de Francisco ante el Encuentro Mun-
dial de Movimientos Populares en la Aula Vieja del Sínodo el 28
de octubre de 2014. Su postura es meridianamente enfrentada a la
calamidad mundial que ha generado el neoliberalismo. Francisco
deplora el asistencialismo o cualquier otra forma de caridad que
solamente anestesia o domestica a los pobres y en cambio cele-
bra el que los pobres luchen contra la injusticia. “Qué lindo es
en cambio cuando vemos en movimiento a Pueblos, sobre todo,
a sus miembros más pobres y a los jóvenes. Entonces sí se siente
el viento de promesa que aviva la ilusión de un mundo mejor.
Que ese viento se transforme en vendaval de esperanza. Ese es mi
deseo”. Le parece absurdo que se tilde al papa de comunista, solo
porque exige para la humanidad doliente Tierra, Techo y Traba-
jo. El papa deplora el acaparamiento de tierras, la deforestación,
la apropiación del agua, el uso de los agrotóxicos, la destrucción

266
de la comunidad rural y urbana, las ciudades llenas de gente sin
vivienda o vivienda sin los servicios mínimos, el desempleo juve-
nil, la informalidad y la falta de derechos laborales, los ancianos
tratados como desechos, niños con hambre y abandonados, el con-
sumismo (“la cultura de los sobrantes”). Y repudia a la sociedad
que pone a los beneficios económicos por encima del hombre. En
suma rechaza a la sociedad en la que en el “centro del sistema
económico está el dios dinero” y no el ser humano.
Acontece que si nos basamos en su discurso del 28 de octu-
bre, el papa está repeliendo a la sociedad neoliberal. Si es cierto
lo que el teólogo José Antonio Pagola dice en su libro Jesús. Una
aproximación histórica (ppc Editorial, México 2013), la visión
antineoliberal de Francisco no debería ser una sorpresa. Los prin-
cipios humanistas que ahora enarbola el papa, se derivan de lo
que los estudiosos de Jesús nos indican eran su pensamiento y
obra. El neoliberalismo es anticristiano porque es inhumano. Así
de sencillo.
Neoliberales católicos pongan sus barbas en remojo: el papa,
máximo jerarca de su iglesia, repudia al neoliberalismo.

6 de noviembre de 2014

267
Narcotráfico
Narcotráfico y neoliberalismo

He sostenido en esta columna que el combate al narcotráfico es


un proceso integral que va mucho más allá de simples medidas
punitivas de carácter policiaco o militar. El Estado de sitio para
Alta Verapaz, decretado el 19 de diciembre del año pasado, hace
pensar que podríamos estar en Guatemala ante el inicio de un nue-
vo escenario de guerra, adicional al que se observa en México.
Después de cuatro años de combate al narcotráfico en dicho país,
los balances de buena parte de los especialistas en el tema puede
resumirse en lo que el editorial del rotativo La Jornada publicó
el domingo 9 de enero de este año: “el hecho es que ni la perse-
cución gubernamental ni las mortíferas disputas entre estamentos
delictivos, o entre éstos y las fuerzas públicas, han hecho mella en
los grupos criminales que bañan de sangre el territorio y desafían
al Estado en forma cada vez más inequívoca y resuelta.” En pocas
palabras, pese a los más de mil muertos mensuales, en México se
está perdiendo la guerra contra el narcotráfico.
La razón de ello estriba en que el narcotráfico no es solo un
hecho que concierne a los criminales que lo organizan y ejecutan.
El narcotráfico se nutre de todas las perversidades del sistema ca-
pitalista, particularmente acrecentadas con el modelo neoliberal.
Para empezar, con su enorme poder financiero, el narcotráfico ha
penetrado en el Estado y la iniciativa privada. No es posible des-
conocer que buena parte de las ganancias generadas por el narco-
tráfico nutren al sistema financiero mundial.
A principios del siglo xxi, los especialistas colombianos y de
otros países calculaban que Colombia exportaba anualmente 400
toneladas de cocaína que redituaban a los narcotraficantes alre-
dedor de 50 mil millones de dólares al año. Estos especialistas
calculaban que el monto de dinero generado por el narcotráfico
y lavado de dinero a nivel mundial, oscilaba entre 400 y 700 mil

271
millones de dólares. Agregaban que el lavado de dinero introducía
buena parte de esas monstruosas cifras en bancos e instituciones
financieras y, por lo tanto, se convertía en buena parte de la esta-
bilidad financiera mundial. No resulta desdeñable para México,
por ejemplo, el monto de 29 mil millones de dólares que se lavan
anualmente ahí.
El narcotráfico resulta imbatible también porque al final de
cuentas es un magnífico negocio. El que sea una mercancía prohi-
bida y con un enorme mercado eleva de manera extraordinaria las
ganancias de sus productores y comercializadores. Y como es ló-
gico que suceda en un sistema como el capitalista, que se rige por
la búsqueda de la máxima ganancia, una mercancía de alto precio
y extenso mercado incrementa exponencialmente su producción y
comercialización.
En 1976, la exportación de cocaína a los Estados Unidos de
América oscilaba entre 14 y 19 toneladas. En 1982, tal monto as-
cendía a 45. Al finalizar el siglo xx y comenzar el actual, la ex-
portación había llegado a las 400 toneladas referidas líneas atrás.
Pero el narcotráfico no solo resulta funcional al capitalismo neo-
liberal que vivimos, al extremo que algunos analistas han hablado
de que vivimos una suerte de “narcocapitalismo”. El narcotráfico
también se vuelve una alternativa de ganancias fáciles para un
sector de empresarios. Hace algunos años, un asesor del Ministe-
rio de Gobernación me relataba que el uso de pistas de aterrizaje
ubicadas en fincas, para uso de avionetas cargadas de droga y en
tránsito hacia los Estados Unidos de América, se pagaba en varios
miles de dólares.
Si esto es así para algunos integrantes del empresariado, tam-
bién sucede lo mismo en los amplios sectores populares, tanto en
las urbes como en el campo. El narcotráfico se ha convertido en
fuente de empleo para miles de jóvenes urbanos a los cuales el
neoliberalismo ha mandado al desempleo o al empleo mal paga-
do y sin prestaciones. A principios del siglo XXI el narcotráfico
generaba en México 335 mil empleos y era fuente de ingreso en
80% de los municipios más pobres del país. En Colombia el nar-
cotráfico generaba alrededor de 40 mil empleos directos. Miles
y miles de campesinos en México, Guatemala, Colombia, Perú
y Bolivia, entre otros países, consideran mucho más redituable

272
sembrar marihuana, amapola y coca que productos alimenticios.
Con mayor razón, porque las políticas neoliberales han destrozado
con sus políticas de libre importación a cientos de miles de ellos.
El consumo de drogas es un flagelo para la humanidad. Su
prohibición ha generado a la mafia de empresarios criminales que
invierten en su producción y comercialización. Esa prohibición y
un amplio mercado elevaron el precio de la droga de manera des-
comunal, así como la producción y ganancias. El boyante negocio
del narcotráfico ha hecho crecer el contrabando y uso de armas de
alto calibre, la industria del secuestro, extorsión y el reclutamiento
para actividades delictivas de un número grande de personas. Y
con todo ello, ha llevado a niveles inauditos a la violencia delin-
cuencial. Ello condujo a Milton Friedman, uno de los padres del
neoliberalismo, a aseverar que para erradicar todos estos males
había que legalizar a la droga.
Habría que abrir el debate sobre el razonamiento friedmanita.

20 de enero de 2011

273
Guerra contra el narcotráfico

Desde el 19 de diciembre de 2010, el Estado guatemalteco ha


iniciado una ofensiva contra el narcotráfico en el país. En otras
palabras, estamos asistiendo al inicio de una guerra contra el nar-
cotráfico con todo lo que ello implica. Lo más grave de este asunto
es que la ofensiva se sustenta en el decreto del Estado de sitio en
el departamento de Alta Verapaz y que se vislumbre una medida
similar para los departamentos de Izabal, San Marcos y Zacapa.
Ello implica que se suspenden los derechos ciudadanos de liber-
tad de acción, detención legal, interrogatorio a detenidos o pre-
sos, libertad de locomoción, derecho de reunión y manifestación
y portación de armas. El asunto es que en función del combate al
crimen organizado esta suspensión de derechos y garantías afecta-
rá también a todos los movimientos sociales que se resisten a los
megaproyectos y a cualquiera de las otras políticas públicas que
impulsadas por el actual gobierno resultan lesivas para los secto-
res más vulnerables del país.
No puedo sino expresar mi escepticismo respecto de los resul-
tados de las guerras contra el narcotráfico. En Colombia los resul-
tados fueron importantes en lo que se refiere a la desarticulación
de los ahora legendarios cárteles de Cali y de Medellín. Pero el
narcotráfico sigue operando allí, ahora a través de organizaciones
criminales que no tienen la envergadura de los ya mencionados
cárteles pero que resultan igualmente eficaces en el cultivo, tra-
siego de estupefacientes y los dividendos que dichas actividades
rinden.
En México, después de cuatro años de guerra contra el nar-
cotráfico, los resultados tampoco son buenos. Puede concederse
que determinados cárteles como el de la Familia Michoacana y el
de los Beltrán Valencia han resultado particularmente afectados
por la ofensiva militar y policiaca que el gobierno de Calderón

274
desató desde 2006. Pero en términos generales, los cárteles si-
guen operando y algunos hasta expandiéndose hacia el sur como
ciertamente los guatemaltecos lo saben con el caso de los Zetas.
Más de 30 mil muertos ha causado en México la guerra contra el
narcotráfico y es muy probable que el gobierno actual se vaya en
2012 en el contexto de un evidente fracaso.
Por ello es que no me impresionan los resultados que se han
dado a conocer en los primeros días de la ofensiva gubernamental
contra el narcotráfico en Alta Verapaz. Las capturas de sicarios
y operadores, el decomiso de armas y aeronaves, son noticia co-
rriente en México y sirven más como propaganda gubernamental
que como medida efectiva contra el narcotráfico. Es indudable que
la guerra contra un enemigo interno puede convertirse en un arma
política y de legitimación, de incremento de popularidad para el
gobernante en turno. El presidente Álvaro Uribe lo logró exito-
samente en Colombia y las Fuerzas Armadas Revolucionarias de
Colombia con sus excesos y errores lo ayudaron grandemente.
Llegado a la presidencia de México después de unas elecciones
de pésima calidad, sino es que en el marco de un fraude electoral,
Felipe Calderón en México usó la guerra contra el narcotráfico
con la esperanza que le rindiera los mismos resultados que a Uri-
be en Colombia. Pero al parecer no fue así. Uribe logró modificar
la constitución colombiana y con ello una reelección. La fuerza
política que lo apoyó ha logrado la continuidad con el actual pre-
sidente Juan Manuel Santos. En México, nadie duda que el pan
perderá las elecciones presidenciales en 2012 y que es probable
que el pri vuelva a gobernar. Calderón se ha ido quedando sólo,
pues los grandes poderes empresariales tienen la mira puesta en el
recambio del 2012.
Atacado desde la derecha por ser poco enérgico con la delin-
cuencia, el presidente Álvaro Colom, indudablemente, está tra-
tando de proyectar un cambio de imagen con la guerra que aho-
ra ha declarado al narcotráfico. Personeros de algunas cámaras
empresariales ya han empezado a aplaudirlo. En un año electoral
como el que ahora comenzamos, es imposible dejar de hacer la
asociación de esta ofensiva contra el narcotráfico con los afanes
de continuismo del gobierno actual.

275
Con estados de sitio en Alta Verapaz y probablemente en otros
departamentos, con noticias reiteradas de capturas y decomisos,
la imagen blandengue del gobierno actual puede contrarrestarse.
Pero el narcotráfico podrá resistir dicha ofensiva, mientras la ofen-
siva militar y policiaca no se complemente con otras medidas de
fondo, como el fortalecimiento del Estado dotándole de mayores
recursos (lo que implica una reforma fiscal progresiva), una efec-
tiva política contra la corrupción y el lavado de dinero, la creación
de fuentes de empleo para amplios sectores de la población y una
política efectiva para resolver la miseria campesina.
Peor aún, como ha sucedido en otros países, podrá crear una
base social aprovechando su enorme poder financiero para mani-
pular las necesidades sociales de la población en las regiones en
las cuales opera. Es necesario que entendamos que el combate a la
delincuencia de todo tipo es de carácter integral.

16 de enero 2011

276
Narcoguerra en el traspatio

Hace unos días, el Director del fbi, Robert Mueller, anunció que
la dependencia a su cargo ha creado una nueva unidad especial
destinada a recabar información, procesarla y, además, intercam-
biarla con las autoridades mexicanas. El motivo de todas estas
medidas es que el gobierno de Estados Unidos de América ve con
preocupación que la violencia desatada por la guerra contra el nar-
cotráfico en México está cruzando la frontera y se expande hacia
el primero de estos países. La noticia me confirma la sospecha de
que los Estados Unidos de América apoyan con entusiasmo dicha
guerra, pero no les gusta que ésta se realice en su propio territorio.
Prefieren que se mantenga en su traspatio.
El tráfico de drogas comienza con su producción en países
como Colombia y Perú y ha hecho de México, Centroamérica y
el Caribe sus rutas predilectas hacia el gran mercado, ubicado en
los Estados Unidos de América. Como suele suceder en el capita-
lismo, el poderoso incentivo para la producción de una mercancía
radica en la amplitud del mercado de destino. En el caso de las
drogas producidas en América Latina, el mercado fundamental
está en el país del norte.
Alrededor de 5.3 millones de habitantes de dicho país son con-
sumidores de cocaína y sus derivados. Con esa enorme demanda,
que significa alrededor de 2.1% de la población estadounidense,
la droga, en particular la cocaína, tiene precios altísimos y rinde
extraordinarias ganancias a sus traficantes. El sentido común obli-
ga a pensar que los cárteles de la droga tienen socios en el interior
de Estados Unidos. La pregunta, también obligada es ¿por qué los
estadounidenses no desencadenan en su propio territorio una gue-
rra sin cuartel a sus propias organizaciones criminales? La razón
parecería ser que saben que el costo humano, social y político es
muy grande. No puede sino pensarse que prefieren que esa guerra

277
se lleve a cabo afuera de sus fronteras, en países productores como
Colombia, Bolivia y Perú, y en los de tránsito como México, Be-
lice, Honduras y particularmente en Guatemala.
El asunto del trasiego de drogas en Guatemala y en Centroa-
mérica es tan crítico que la Junta Internacional de Fiscalización de
Estupefacientes (jife), subsidiaria de la Organización de las Na-
ciones Unidas, ahora encabezada por el embajador mexicano Jor-
ge Montaño, ha enviado una misión a Guatemala para examinar
la creciente importancia de la región centroamericana como lugar
de paso de droga con destino a los Estados Unidos de América. Se
ha anunciado que dicho organismo emitirá un informe en marzo,
pero los datos que contendrá y que ya han sido anunciados resul-
tan estremecedores. Se calcula que 90% de la cocaína con destino
al gran mercado estadounidense pasa por México y Centroaméri-
ca, y que en Guatemala se trasiegan al año, aproximadamente, 300
toneladas. Más aún, el cártel mexicano de los Zetas ha expandido
sus operaciones hacia el control de la anfetamina producida en
Bangladesh e India y que pasa por Guatemala y Belice. En efecto,
es mayúsculo el problema que tiene el Estado guatemalteco y en
particular el gobierno del presidente Colom.
Pero ahora que Guatemala ha comenzado una ofensiva contra
el narcotráfico, que se combinará con la que se observa en Mé-
xico, de nuevo cabe preguntarse respecto al papel de los Estados
Unidos de América en todo este asunto. A mi parecer, no se trata
solo de dar financiamiento y asesoría para que otros derramen su
sangre en el combate a un flagelo que tiene su raíz en los más de
5 millones de consumidores de droga en dicho país. El problema
se complica porque en Estados Unidos el tráfico de armas es le-
gal. Y es legal porque es un gran negocio y se ha convertido en
una bandera de la derecha estadounidense. Fácil es recordar la
campaña que hizo el ya fallecido actor Charlton Heston, pagado
por la National Rifle Association para preservar el derecho de los
estadounidenses a tener en sus casas no solo armas de cacería sino
armas ofensivas de cualquier tipo. La proliferación de venta de
armas en todo el territorio estadounidense crea las mejores con-
diciones para un masivo contrabando de éstas hacia México. Ese
mercado dota a los narcotraficantes de un poderoso arsenal con el
cual pueden enfrentarse con éxito al ejército y policías mexicanas.

278
El combate al narcotráfico implica muchas más medidas que
establecer un Estado de sitio e iniciar una guerra que llena de san-
gre a los países en los cuales se efectúa. Si no es espurio el mensa-
je al presidente Colom, difundido por una radio en Alta Verapaz,
cabe pensar que este año de 2011 veremos morir a muchos inocen-
tes como producto del narcoterrorismo. Además de las medidas
políticas y sociales que países como México y Guatemala debe-
rían tomar, los Estados Unidos de América tendrían que combatir
con energía a sus propias mafias criminales, resolver el problema
de sus millones de consumidores y acabar con el contrabando de
armas hacia al sur del río Bravo.

24 de diciembre de 2011

279
Narcomasacres, herencia del terror y la
guerra que nos viene

La guerra planteada por los Estados Unidos de América al nar-


cotráfico es algo que debe darse fuera de sus fronteras nacionales.
En México, el gobierno de Calderón quiso matar a dos pájaros
de un tiro cuando aceptó embarcarse en una guerra animada por
Washington: por un lado se congraciaba con la gran potencia al
cumplir la agenda que ésta le planteaba y, por otro, creaba una
bandera por medio de la cual buscaría una legitimidad que había
perdido cometiendo el fraude electoral de 2006. Casi cinco años
después, México se ha sumido en un baño de sangre con casi 40
mil ejecuciones, 16 mil secuestros y 6 mil desapariciones forza-
das. Cuando Calderón se vaya de la presidencia en 2012, dejará al
país anegado en sangre y con los cárteles del narcotráfico actuan-
do como siempre. Más aún, dos de ellos, el cártel de Sinaloa y el
cartel de los Zetas, serán notablemente poderosos.
Pero hoy sabemos que la estrategia estadounidense es expan-
dir la guerra hacia el sur de México y llevarla hacia el Triángulo
Norte de Centroamérica: Guatemala, El Salvador y Honduras. El
jefe del Comando Sur, general Douglas Fraser, ha instado a Cal-
derón a abrir un frente de guerra en la frontera sur de México y de
esta manera terminar de controlar el istmo, corredor del narcotrá-
fico. “El Triangulo Norte de Centroamérica, dijo Fraser, es la zona
más letal del mundo fuera de las zonas activas de guerra”. No le
falta razón. En efecto el Triangulo Norte es la región más violenta
del mundo: 51 homicidios por cada 100 mil habitantes. Pero la
Casa Blanca tiene otras razones vinculadas con lo que considera
amenazas a su seguridad nacional: por el Triángulo Norte pasan
al año entre 250 y 300 toneladas de cocaína con destino a los Es-
tados Unidos de América. Del Triángulo Norte proceden también
los 300-400 mil centroamericanos que intentan llegar a dicho país
para no morirse de hambre. Y en la zona aledaña a Guatemala,

280
en Chiapas, se encuentran yacimientos petrolíferos, una enorme
riqueza en biodiversidad y los zapatistas…
Hay motivos pues, para que la guerra con el pretexto del nar-
cotráfico se expanda hacia Guatemala, Belice, Honduras y El Sal-
vador. Cables noticiosos dieron cuenta que el 15 de abril, jefes
militares estadounidenses y canadienses se reunieron en la fron-
tera sur de México con funcionarios gubernamentales de este país
además de Guatemala y Belice. Abordaron temas de narcotráfico
y trata de personas (migrantes). Los acuerdos no fueron divulga-
dos como se debe hacer cuando se prepara una guerra.
Este es el contexto en el cual se da la terrible masacre de la
finca de Los Cocos en Petén. Llama la atención que el gobierno
guatemalteco esté repitiendo los argumentos del gobierno mexi-
cano: los narcotraficantes acorralados se van a otro lugar y deses-
perados cometen infamias como las que ahora nos conmocionan.
La masacre de la finca de Los Cocos, perpetrada por los Zetas
tiene la marca del terror del narco: después de asesinar a Haroldo,
el hermano de “Juancho” León, los Zetas le mandaron un men-
saje de terror al dueño de la finca, a quien consideran del lado de
sus rivales. Mensaje que a su vez tiene la marca que los kaibiles
guatemaltecos imprimieron en los Zetas cuando, junto a militares
mexicanos, los organizaron y entrenaron. Es la herencia del terror
que las dictaduras militares y las fuerzas armadas propiciaron du-
rante los años de las masacres y de tierra arrasada. Pero en aquella
época, el ejército era el ejecutor del terrorismo de Estado. Ahora
es el narcotráfico quien manda el mismo mensaje de terror a sus
rivales y al mismo gobierno. No es un signo de debilidad sino de
prepotencia lo que hace el narcotráfico cuando efectúa la masacre
y hace estallar bombas en un mercado en Petén en el momento en
que el presidente Colom llegaba al lugar de la tragedia. El mensaje
es claro: si se siguen metiendo con nosotros anegaremos en sangre
este país.
En México muy pocos dudan que Calderón perdió ya la
guerra contra el narcotráfico. Obama mismo ha reconocido que
los cárteles mexicanos están “más poderosos que nunca”. El
poeta Javier Sicilia ha levantado un vasto movimiento social que
cuestiona la guerra inútil del gobierno y ésta es tan impopular por

281
inefectiva, que el partido gobernante será severamente derrotado
en las elecciones del año entrante.
Por lo demás, es doloroso e indignante que 27 jornaleros, en-
tre ellos dos mujeres y tres menores, hayan encontrado tan terrible
fin en una masacre que comenzó a las 7 de la noche y terminó a
las 3 de la mañana. Con un desprecio absoluto por la vida, los
Zetas hicieron tal infamia solo para enviar un mensaje de muerte
y poder.

21 de mayo de 2011

282
Legalizar las drogas

“Los narcotraficantes son empresarios, emprendedores. La gente


que lleva el tráfico de drogas no son distintos del resto, excepto en
que tienen más iniciativa empresarial y menos preocupación por
dañar a otros. En ese sentido, son más irresponsables. Pero tienen
un negocio y tratan de obtener tanto como pueden”. Esta afirma-
ción la hizo en 1991 uno de los economistas más famosos y con-
trovertidos del siglo xx. Nunca me ha simpatizado, pero no puedo
dejar de reconocer que la postura de Milton Friedman en relación
con las drogas, era perfectamente congruente con su ideario neoli-
beral. Y también reconozco su valor civil al expresar una postura
que no era políticamente correcta, que tampoco era popular y que
podía llevar a malas interpretaciones.
En entrevista hecha a Friedman por el periodista Randy Paige,
en un programa llamado Foro Americano sobre las Drogas, el
economista neoliberal más importante de la segunda mitad del si-
glo xx agregó: “Legalizaría las drogas sometiéndolas exactamente
a las mismas normas que existen hoy día para el alcohol y el taba-
co. El consumo de alcohol y tabaco causa más muertes que el de
las drogas, con mucho, pero muchas menos víctimas inocentes. Y
las principales víctimas inocentes, en esos casos, son los muertos
por conductores borrachos. Y tenemos que hacer cumplir la ley
contra conducir bebidos, igual que tenemos que hacer cumplir la
ley contra las conducción bajo la influencia de la marihuana, lo
cocaína o cualquier otra droga”. Y agregó sobre la violencia que
generaba el tráfico de drogas: “La violencia se debe a la prohibi-
ción y nada más. ¿Cuánta violencia hay alrededor del mercado del
alcohol? Alguna, sólo porque prohibimos la venta de alcohol a los
niños, que debe hacerse, y también porque establecemos impues-
tos muy altos y, como consecuencia, se incentiva el contrabando.
Pero no hay más violencia en su entorno”.

283
Milton Friedman no solo hablaba sustentado en su paradig-
ma neoliberal. Lo hacía también desde su propia experiencia de
vida. Como adolescente había vivido la prohibición del alcohol en
los Estados Unidos de América. Tenía 21 años de edad en 1933,
cuando se levantó la absurda prohibición. Ésta, al generar el tráfi-
co ilegal del alcohol, hizo ricos a muchas personas, entre ellas al
después glamoroso clan Kennedy. Por todo ello y por sus investi-
gaciones, Friedman sabía que el consumo de alcohol no se incre-
mentó exponencialmente cuando cesó la prohibición. Sí cesaron
las muertes de personas que consumían alcohol adulterado, des-
aparecieron las tabernas clandestinas regenteadas por el crimen
organizado, disminuyó drásticamente el contrabando de licores,
como también las muertes violentas asociadas a la comercializa-
ción y consumo de una sustancia que había sido criminalizada.
No soy adicto al alcohol ni al tabaco, ésta última es la droga
más adictiva. Considero dichos productos fuentes de muchos ma-
les y pienso que la humanidad sería mejor si no los consumiera.
Todos los países ahorrarían mucho dinero en la medicina y salud
para curar los males que generan. Miles y miles de personas mue-
ren al año como consecuencia de su consumo. Pero me parecería
una tontería que el día de mañana se prohibiera su consumo, por-
que el resultado sería el mismo que con respecto a las drogas: su
precio se elevaría, se convertiría en una actividad apetecida por
inescrupulosos empresarios ávidos de ganancia de los que habló
Friedman, se formarían mafias alrededor de su producción y co-
mercialización clandestina y éstas se convertirían en fuente de una
gran violencia. Al igual que con el crack, se producirían sucedá-
neos del alcohol más baratos y más nocivos para la salud.
Friedman se equivocaba en pensar que con solo legalizar las
drogas, abaratar su precio y regular su producción y distribución
se resolvería el problema. En efecto, la legalización de la droga la
volvería más barata porque el trabajo empleado en producirla y
comercializarla disminuiría notablemente. Pero quedaría pendien-
te la disminución del mercado de consumidores de droga que tam-
bién influye hoy en su elevado precio. Además, el abaratamiento
de las drogas generaría otros problemas que habría que enfren-
tar, pero no está entre ellos el que la gente las consumiría más.
En lugares donde la droga se ha legalizado no necesariamente su

284
consumo ha aumentado. Probablemente, el problema más grande
sería el que cesaría la derrama económica de centenares de miles
de millones de dólares en el mundo entero. Y esto afectaría par-
ticularmente a los países de la periferia capitalista que de manera
vergonzante hacen del narcotráfico uno de sus ingresos importan-
tes. Cientos de miles de campesinos que producen amapola, coca
y mariguana se verían afectados. Cientos de miles de personas que
hoy son empleados por el narcotráfico quedarían desempleados.
Al contrario de lo que pregona el neoliberalismo, la legaliza-
ción de las drogas implicaría una vigorosa ingerencia del Estado
en la regulación de su producción, distribución y consumo, en el
fomento de actividades económicas que suplieran a un negocio
que ya no tendría tantos dividendos como los que deja ahora. Nue-
vos problemas y retos surgirían, pero al menos nos alejaríamos del
mar de sangre en el que ahora nos estamos sumiendo.

23 de enero de 2011

285
Trump
Entre Hillary y Trump

El sistema bipartidista estadounidense ha decidido quiénes serán


los contendientes para la justa presidencial del 8 de noviembre
de 2016. Para mi gusto, hubo dos grandes novedades en la ca-
rrera por las candidaturas presidenciales que desafiaron al esta-
blishment de Estados Unidos de América. En la derecha surgió
una candidatura que parecía una broma al principio y que se ha
convertido un dolor de cabeza, no sólo para los demócratas sino
también para los mismos republicanos. Hoy, Donald Trump se ha
acercado peligrosamente en las encuestas a Hillary Clinton y ya
no resultaría sorprendente que terminara ganando las elecciones.
Desde la izquierda, surgió Bernie Sanders, con un planteamiento
demócrata y antineoliberal que resulta radical para los parámetros
estadounidenses. Con un avance insospechado que resultó amena-
zante para la candidata demócrata del sistema, Sanders fue la gran
revelación en las primarias demócratas. Lo que también parecía
improbable en mayo de 2015, terminó siendo un gran movimiento
que enarboló la necesidad de una “revolución política”.
Al final, el establishment demócrata se impuso a través de no
pocas manipulaciones de la dirigencia partidaria que se supone
tendría que haber sido imparcial en el proceso. En el lado republi-
cano no sucedió así. Ha ganado la nominación un candidato muy
incómodo para el Partido. Trump resulta el candidato ideal para
la base blanca y ultraderechista del Partido, pero inviable para la
necesidad de los republicanos que han mostrado una declinación
en los últimos 25 años. Estados Unidos de América ha cambiado
cultural y demográficamente como para que un candidato reaccio-
nario, racista, sexista, antiinmigrante y atrabiliario sea representa-
tivo de lo que es hoy el país.
No obstante, Trump ha avanzado de manera insospechada. La
razón de ello estriba en la última gran crisis en que se ha sumido

289
el gran imperio desde la debacle financiera de 2008. Como suce-
dió en la Alemania de los años veinte y principios de los treinta,
cuando la crisis hizo avanzar a los comunistas pero también a los
fascistas, en Estados Unidos la crisis explica el fenómeno San-
ders, pero también el fenómeno Trump.
Hoy Trump ataca al Tratado de Libre Comercio y la apertura
neoliberal que ha desmantelado la industria nacional que huye a
la periferia capitalista para aprovechar sus ínfimos salarios y altas
tasas de explotación. Ha atacado el expansionismo imperial que
tiene hundido al país en una inmanejable deuda pública que lo
está convirtiendo en un gigante enfermo. Trump ha aprovechado
el descontento de los trabajadores, especialmente los blancos, y
ha encauzado dicho enojo en el chauvinismo, la xenofobia y el
aislacionismo, desde siempre latente en la ultraderecha estadou-
nidense.
El problema es que Clinton no genera confianza. Ha defen-
dido demasiadas posturas de la derecha como para ahora gene-
rar entusiasmo en los partidarios de Sanders. Es una entusiasta
imperialista, más aún que Obama. Se deslinda del “gran dinero”
mientras recibe 48 millones de dólares de ese sector. Como su
marido, es una política de múltiples discursos. Aun así, concuerdo
con Bernie Sanders: la llegada a la Sala Oval del impredecible
Trump puede tener consecuencias insospechadas.

4 de agosto de 2016

290
Trump, déjà-vu fascista

La visita de Donald Trump a México resultó ser un auténtico de-


sastre para el gobierno mexicano. Se ha divulgado que la visita se
hizo a insistencia de Luis Videgaray, el influyente Secretario de
Hacienda y con la oposición de la canciller, Claudia Ruiz Mas-
sieu. El 85% de los mexicanos reprobaron la invitación al vocife-
rante candidato republicano. La situación se ha agravado porque
la candidata demócrata ha rechazado ir a México, acaso molesta
por las repercusiones que la visita de Trump está teniendo en las
preferencias electorales. Es difícil ver qué ventajas pudo haber
visto el gobierno mexicano en hacer en plena campaña electoral
estadounidense, una invitación a ambos candidatos presidencia-
les. Más difícil de entender es por qué el gobierno de Peña Nieto
aceptó que Trump fuera a México sin antes estar seguro de que
Hillary Clinton también iría. Si Peña y sus asesores pensaban que
las visitas de los candidatos detendrían su notable caída de popu-
laridad (62% en marzo de 2013-22% actualmente), el resultado va
a ser el inverso.
Trump ha logrado, al menos momentáneamente, atenuar su
imagen salvaje en algún sector del electorado estadounidense.
Pero no nos equivoquemos, el magnate representa el crecimien-
to de los sentimientos filo-fascistas en una amplia proporción de
dicho electorado. La crisis de 2008 con las pérdidas de empleos,
viviendas y ahorros ha enfurecido a una porción importante de la
ciudadanía que se ha dejado seducir con la retórica fascista del
ahora candidato republicano. A principios de los años treinta del
siglo pasado, Hitler sedujo a millones de alemanes desquiciados
por las secuelas de la Primera Guerra Mundial y la gran crisis de
1929. El líder nazi y sus lugartenientes, escogieron a los judíos
como los causantes de todos los males y enarbolaron el racismo
para deportar a los más de nueve millones que vivían en Europa.

291
Cuando esto se tornó inviable, porque los países escogidos para la
deportación no quisieron aceptarlos y porque enviarlos a Mada-
gascar era inviable económicamente, los jerarcas nazis empezaron
a planificar desde julio de 1941 la “solución final de la cuestión
judía”.
Hoy en Estados Unidos de América ha surgido un vociferan-
te líder que ha escogido a los migrantes, especialmente a los de
origen mexicano, como los causantes de los males de dicho país.
Planea construir un muro que cubra la totalidad de la frontera con
México, dice que financiará el mismo con la confiscación de las
remesas de migrantes mexicanos. Ha enarbolado un discurso que
los pinta como delincuentes y asesinos, busca la deportación de
aproximadamente seis millones de personas a México, dice que
endurecerá las penas de cárcel a los indocumentados y que mul-
tará hasta con un millón de dólares a aquellas empresas que los
empleen. Finalmente, ha insinuado que si México no colabora con
sus planes, hará uso de la guerra para llevarlos a cabo.
Trump es un desquiciado que nos pondrá en peligro a todos
si llega a la Casa Blanca. Lo preocupante es que millones de esta-
dounidenses lo estén apoyando. He aquí el fascista déjà-vu (ya lo
hemos visto) que hoy vivimos.

8 de septiembre de 2016

292
Trump, tiempos sombríos

La primera vez que tuve plena conciencia de que la elección de


un presidente en Estados Unidos de América, podría poner en pe-
ligro la vida de todo el mundo fue en noviembre de 1968. Me
encontraba de vacaciones en casa de unos amigos en San Antonio
Suchitepéquez, un poblado de la costa sur de Guatemala. Escuché
esa noche decir a la amiga de mis padres y madre de mis amigos,
que se nos venían tiempos terribles: Richard Nixon había sido
elegido presidente del imperio. En 1980, cuando Ronald Reagan
triunfó, siendo yo un joven adulto, supe nuevamente que tiempos
ominosos nos acechaban. En 2000, cuando George W. Bush ganó,
tuve la misma sensación. No nos equivocamos los que la tuvimos:
Nixon escaló la guerra de Viet Nam, derrocó a Allende y encabe-
zó una presidencia autoritaria e inmoral. Reagan desencadenó el
capitalismo salvaje y condujo un imperialismo feroz. Bush llevó
la guerra sin límites al Medio Oriente.
El triunfo de Trump nos lleva a presagios ominosos. En esta
elección ha perdido la mala y ha ganado el peor. Hillary ha apo-
yado causas por votos y no por principios (matrimonio gay y
migración por ejemplo); apoyó las guerras en Afganistán e Irak;
impulsó la intervención en Libia y los golpes de Estado en Hon-
duras (2009), las tentativas golpistas en Bolivia (2009) y Ecuador
(2010) y, por supuesto, el asedio a Venezuela. Estuvo de acuerdo
con el muro que ya se ha levantado en la frontera con México y
con la deportación de niños migrantes. Pero Trump es peor. Hará
cosas parecidas pero además estimulará el racismo fascista y la
misoginia de los millones que son su voto duro. Alimentará el
odio a los migrantes y, con ello, a millones de indocumentados
les esperan días infernales. Será un impredecible desquiciado que
tendrá en sus manos el maletín nuclear.

293
Trump ha ganado porque ha capitalizado la ira del trabajador
blanco que se ha quedado sin empleo con la desindustrialización
de los cuatro estados del norte del medio este y otros lugares más.
Ha tenido también el voto en las pequeñas ciudades y medio rural.
Ha sido exitoso en culpar a los migrantes del rampante desempleo
que ha disparado la crisis mundial y ha tenido un voto duro que,
como siempre, se ha beneficiado del abstencionismo: en 2012,
126 millones votaron por los dos principales contendientes y hoy
lo han hecho menos de 120. Ha ganado porque los simpatizantes
de Bernie Sanders no le hicieron caso y prefirieron abstenerse o
votar candidaturas marginales en lugar de hacerlo por una can-
didata que les genera una comprensible desconfianza. Su triunfo
también se debe a que en Estados Unidos de América no elige el
voto popular sino el electoral. Como en 1824, 1876, 1988 y en
2000, en 2016 el presidente electo no ha sido el que más votos ciu-
dadanos ha tenido, sino el que más votos electorales ha obtenido.
Una vez más, los estadounidenses han elegido la peor opción.
Pero también eligieron un azote para el resto de la humanidad.

10 de noviembre de 2016

294
Adiós Barack Obama

La noche del triunfo de Barack Obama será inolvidable. En un país


que esclavizó a cientos de miles de africanos y a sus descendien-
tes, que a mediados del siglo xx todavía era un país de apartheid
racial abierto o vergonzante, en donde en la década de los años
sesenta los afrodescendientes luchaban por ser ciudadanos, el que
el 4 de noviembre de 2008 un afroamericano ganara la presiden-
cia de la república resultó profundamente conmovedor. Recuerdo
muy bien el discurso victorioso de Obama aquella noche en una
de las plazas de la ciudad de Chicago. Un hombre moreno y her-
moso con voz de barítono, electrizó a la multitud eufórica que lo
rodeaba a él y a su familia. Allí estaban Christine King Farris, la
hermana del prócer Martin Luther King, llorando incontenible-
mente. La acompañaban en el llanto el reverendo Jesse Jackson
y muchos otros veteranos de las luchas por los derechos civiles.
El país entero se conmocionó ante el espectáculo del triunfo.
En Nueva York, en la famosa esquina de Times Square, una multi-
tud enloqueció de alegría cuando una pantalla gigantesca anunció
el triunfo del hijo de un inmigrante africano y una estadouniden-
se blanca. En Atlanta, en la Iglesia Ebanezer, la de Luther King,
aproximadamente mil personas lloraban y cantaban a la vez. Oba-
ma enumeró los desafíos que el cambio que representaba habría
de resolver: la crisis mundial desencadenada ese año en Estados
Unidos de América, las guerras de Irak y Afganistán, entre otros.
Desde antes del triunfo, sus partidarios recordaban la historia
personal de Obama: brillante estudiante en las universidades de
Columbia y Harvard, dejó un tiempo el futuro prometedor de la
abogacía para dedicarse al trabajo social por los desamparados, y
luego dedicarse a la defensa jurídica de los derechos civiles. Un
hombre así, no podía ser malo.

295
Y estoy seguro que no lo es. Con una familia linda, Barack
Obama encarna el prototipo del buen ciudadano, buen esposo y
buen padre. Sin embargo, consciente de los excesos del estructu-
ralismo sociológico, no puedo sino decir que una cosa es ser un
buen hombre y otra es serlo, y al mismo tiempo, ejercer las fun-
ciones de la presidencia del todavía más poderoso imperialismo
en el mundo. Y con todo su encanto, Obama cumplió con creces
ese papel. Hemos leído relatos sobre sus reuniones con el alto
mando de la seguridad imperial para decidir sobre qué personas
y objetivos se iban a dirigir drones y bombas inteligentes con las
consiguientes “bajas colaterales”. No pudo Obama desmantelar
el centro de tortura en Guantánamo, ni tampoco pudo evitar me-
terse en nuevas guerras como en Libia y en Siria, no le tembló el
pulso, agarrado de la mano de Hillary Clinton, para propiciar las
tentativas golpistas en Bolivia (2008) y Ecuador (2010), el golpe
de Estado en Honduras (2009) y posteriormente el de Paraguay
(2012). Su rechazo al capital financiero no pudo evitar que al final
con entusiasmo neoliberal le hiciera concesiones y terminó depor-
tando a 2.8 millones de indocumentados.
Adiós Barack Obama, solamente Trump hará que te extrañe-
mos.

19 de enero 2017

296
Trump, fascismo contra neoliberalismo

Es probable que muy pocos candidatos presidenciales estadou-


nidenses hayan sido tan inmunes como Donald J. Trump a los
efectos de algún traspiés en lo políticamente correcto. Su racismo,
homofobia y misoginia no lo hundieron en toda la campaña presi-
dencial. Lo que hace un año parecía un chiste, hoy se ha converti-
do en una sombría realidad: el vociferante y desquiciado magnate
se ha convertido en el 45 presidente estadounidense. No lo afectó
sustancialmente el haber perdido los dos debates presidenciales
con su oponente Hillary Clinton, ni el que se hayan develado su
evasión de impuestos o sus procaces comentarios sexuales acerca
de mujeres. En apariencia, los debates revelaban que los grandes
temas políticos, económicos y sociales, ocupaban un lugar secun-
dario para el pueblo estadounidense.
Al parecer no fue así. Trump ganó la presidencia (que no el
voto popular) porque capitalizó la ira del trabajador blanco que se
ha quedado sin empleo con la desindustrialización de los cuatro
estados del norte del medio este y otros lugares más. La crisis de
2008 con las pérdidas de empleos, viviendas, ahorros ha enfure-
cido a una porción importante de la ciudadanía que se ha dejado
seducir con la retórica fascista del ahora presidente republicano.
Trump ganó la presidencia, porque se montó en el descontento
acumulado por el neoliberalismo. El mismo que se empezó a apli-
car en su país desde que Reagan llegó a la Casa Blanca. Las políti-
cas neoliberales desmantelaron el sueño americano (casita propia,
trabajo estable, auto, vacaciones pagadas y jubilación decorosa).
La crisis de 2008 que empezó en Estados Unidos de América
y se propagó mundialmente, acabó de enterrar ese sueño. Desde
antes de dicha crisis se observaba la tendencia que llevó a más
de 64 mil establecimientos industriales a cerrar por la quiebra o
porque sus propietarios llevaron sus inversiones a países de mano

297
de obra barata. El desempleo no ha cesado de crecer y hoy llega a
17 millones de personas en paro y muchos millones más en preca-
riedad laboral y sueldos miserables. Casi dos terceras partes de los
estadounidenses tienen una capacidad de ahorro ínfimo y buena
parte de los estudiantes universitarios al egresar están endeuda-
dos por años para pagar su educación. En 2011, tres millones de
personas habían perdido sus casas desde el comienzo de la crisis
y millones más las perderían en los años siguientes. Las aventuras
bélicas imperialistas contribuyeron a un endeudamiento astronó-
mico: 60 billones de dólares a fines de 2013, 25% de la deuda
mundial.
Pero no nos equivoquemos. Detrás de su retórica contra la
globalización neoliberal, el magnate representa el crecimiento
de los sentimientos filo-fascistas en una amplia proporción del
electorado estadounidense. A principios de los años treinta del
siglo pasado, Hitler sedujo a millones de alemanes desquiciados
por las secuelas de la Primera Guerra Mundial y la gran crisis de
1929. El líder nazi y sus lugartenientes escogieron a los judíos
como los causantes de todos los males y enarbolaron el racismo
para deportar a los más de nueve millones que vivían en Europa.
Cuando esto se tornó inviable, porque los países escogidos para la
deportación no quisieron aceptarlos y porque enviarlos a Mada-
gascar era inviable económicamente, los jerarcas nazis empezaron
a planificar desde julio de 1941 la “solución final de la cuestión
judía”, es decir el holocausto. Al igual que Hitler, Trump ha agi-
tado los peores sentimientos chauvinistas y ha prometido ser el
conductor del renacimiento de un imperio que acertadamente ha
caracterizado como decadente. Como lo hicieron Hitler y el fas-
cismo con una Alemania agraviada con el humillante Acuerdo de
Versalles de 1919, Trump ha enarbolado el discurso que presenta
a los Estados Unidos de América como víctimas del mundo. En lo
inaudito de sus inauditas aseveraciones, ha dicho que México se
ha aprovechado de su vecino del norte, como si la historia de los
siglos xix y xx, no fuera un elocuente ejemplo de que lo sucedido
es precisamente al revés.
Al igual que Hitler y el fascismo lo hicieron con los judíos
y comunistas, Trump y sus partidarios han construido otredades
negativas a las cuales se les imputan los males que vive el país:

298
migrantes mexicanos, centroamericanos y musulmanes, forman
parte en su imaginario de los diversas malignidades cancerosas
que están destruyendo “la grandeza de América”. Ha enarbola-
do un discurso que los pinta como delincuentes y asesinos, busca
la deportación de aproximadamente seis millones de personas a
México, y las directivas que su gobierno ha emitido a través de
la Dirección Nacional de Seguridad indican que endurecerá los
causales de la deportación, las redadas, las penas de cárcel a los
indocumentados y penalizaciones a aquellas empresas que em-
pleen indocumentados. Su rechazo a la globalización neoliberal
(el tpp, el tlcan, la misma Unión Europea) también se muestra
en el proteccionismo que amenaza con elevar los impuestos de
importación de las mercancías mexicanas y chinas, además de las
presiones para que empresas automotrices estadounidenses y ja-
ponesas abandonen sus planes de instalarse en México y lo hagan
de nueva cuenta en los Estados Unidos de América.
Por lo anterior, Donald J. Trump está enfrentando enemigos
poderosos. Uno de ellos es él mismo con su vociferancia chauvi-
nista, racista y xenófoba que le ha ganado ya crecientes adversa-
rios internos. Pero el más poderoso adversario que tiene son las
grandes empresas beneficiarias de la globalización neoliberal que
le están haciendo la guerra y que lo pueden defenestrar. Para Mé-
xico y Centroamérica el peligro de la propaganda antimigrante
y las deportaciones de la administración Trump es, que en poco
tiempo, las cifras de deportados superen las tasas de deportación
anual que tuvieron los últimos cuatro gobiernos estadounidenses.
Ni México, ni el Triángulo Norte se encuentran preparados para
absorber a los cientos de miles de retornados que vendrán en la
mayor de las vulnerabilidades y en la mayor de la desesperaciones.

Publicado en diálogo, revista electrónica


de flacso-Guatemala, enero de 2017

299
Gobiernos progresistas
y neoliberalismo
en América latina
Los gobiernos de izquierda y sus enemigos

Cuando se habla del fin de ciclo de los gobiernos de izquierda,


llamados genéricamente “gobiernos progresistas”, me ha tenta-
do hacer un balance de quienes han sido sus enemigos a lo largo
de este tiempo. Indudablemente, el enemigo principal de dichos
gobiernos ha sido la derecha neoliberal. Es la fuerza política e
ideológica más eficaz en términos de convocatoria en la lucha de
calles y también electoralmente. Hoy tiene victorias en Argentina,
Brasil y Venezuela y ha retomado la iniciativa en Bolivia y en
Ecuador. Salvo errores puntuales, como la tontería de llamar a
la abstención en las elecciones parlamentarias de Venezuela en
2005 –lo que benefició al chavismo al dejarle el control completo
del poder legislativo–, la derecha generalmente no se equivoca en
visualizar quien es su enemigo principal.
Por eso mismo, los gobiernos progresistas también han tenido
adversarios en la izquierda. Por un lado se encuentra una izquier-
da doctrinaria inspirada en el marxismo, para la cual dichos go-
biernos no cumplen sus expectativas porque no están decididos a
impulsar una revolución socialista. Lo que resulta curioso, es que
una parte de esta izquierda doctrinaria, en ocasiones, ha preferido
aliarse con la derecha neoliberal sea en movilizaciones sociales o
en coyunturas electorales. Por otro lado, se encuentra una izquier-
da posmoderna y autonomista para la cual los referidos gobiernos
son impresentables porque no han abandonado el extractivismo ni
la ilusión del desarrollo, además de que son autoritarios y ajenos a
los movimientos sociales. Tanto para la izquierda dogmática como
para la posmoderna, los gobiernos progresistas son farsantes (se
presentan como de izquierda cuando en realidad son de derecha)
y son traidores (han traicionado al marxismo o han traicionado
a los movimientos sociales). Los enemigos de izquierda de los
gobiernos progresistas han sido electoralmente insignificantes y

303
tienen resonancia solamente en los cenáculos doctrinarios o en
medios académicos.
No obstante, cuando después de tres lustros de avance progre-
sista en América latina, ésta empieza a tener traspiés, es urgente
examinar el núcleo de verdad que tienen las críticas de izquierda
a los gobiernos progresistas. Siendo el extractivismo una realidad
ineludible, hoy se advierten de manera clara las consecuencias de
no haber encontrado un sendero para empezar a salir de él (resulta
claro en Venezuela, aunque no necesariamente es así en Bolivia).
Habiendo combatido eficazmente la pobreza y beneficiado a las
clases medias, ha faltado un vigoroso trabajo ideológico que reali-
ce lo que Gramsci llamó “la reforma intelectual y moral”.
Hoy constatamos que buena parte de los beneficiados del
posneoliberalismo votan por la derecha neoliberal. Como lo ex-
presara Rafael Cuevas Molina en reciente artículo, esto resulta
más preocupante cuando se leen noticias sobre el desfile de modas
Coco Chanel –agreguemos el entusiasmo popular por la filmación
de Rápido y furioso– en La Habana.
Las crisis son buenas cuando se extraen enseñanzas de ella.
Por ello Marx alguna vez dijo de las revoluciones del siglo xix
que se autocriticaban constantemente y volvían sobre sus pasos
para recomenzar lo que parecía terminado. Habrá que empezar a
hacerlo.

12 de mayo de 2016

304
Correa en Guatemala

Cuando supe que el presidente Rafael Correa iría a Guatemala


invitado por el V Foro Regional de Esquipulas, no pude sino intuir
que sería un acontecimiento memorable. Por ello me di el trabajo
de escuchar atentamente y resumir el largo discurso del mandata-
rio ecuatoriano. Mi conclusión es sencilla: Correa habló una hora
con 45 minutos en un país cuya clase dominante ha transitado del
fundamentalismo anticomunista al fundamentalismo neoliberal.
En pocas palabras, habló de la soga en casa del ahorcado. Porque
su discurso fue una muy fundamentada exposición de carácter po-
lítico y académico acerca del fracaso neoliberal a nivel mundial
y latinoamericano. Correa es hoy un brillante político, pero antes
fue un brillante académico. Es un hombre apasionado en la expo-
sición, con un conocimiento extraordinario en términos teóricos
y un sustento formidable en datos estadísticos. También un hom-
bre de contrastes, como lo evidencia su progresismo económico
y social y su conservadurismo en materia de género y diversidad
sexual.
Los datos de Correa fueron apabullantes. Ecuador ha salido de
la noche neoliberal y el posneoliberalismo ha logrado frutos im-
presionantes. Entre 2006 y 2013, la pobreza cayó de 37.6 a 25.6%
y, por primera vez, la extrema pobreza se mide en un dígito pues
bajó de 16.9 a 8.6%. Bajó la desigualdad, pues disminuyó en un
8% la concentración del ingreso, mientras el porcentaje del pib
destinado a la deuda social subió de 4.8 a 11.4% entre 2006 y
2013. Durante los gobiernos de Correa, la pea cubierta por la se-
guridad social pasó de un 26 a un 43%. Los salarios han crecido
al extremo de que hoy se ha equiparado al salario mínimo con el
salario digno, aquel que hace vivir a las familias con dignidad.
La falacia neoliberal de que es necesario incrementar la ri-
queza para luego distribuirla, se ve refutada cuando se sabe que

305
Ecuador ha crecido en promedio 4.3%, mientras la tasa de des-
empleo está en 4.3%. Esto se ha logrado aumentando los ingresos
públicos a través de tres medidas: combatiendo la evasión fiscal
(sin subir impuestos se ha triplicado la recaudación), se percibe
un porcentaje mucho mayor de la renta petrolera que antes se en-
tregaba al capital transnacional y el servicio de la deuda se redujo
de 24 a 5% entre 2006 y 2013. En el largo plazo, Ecuador le está
apostando a la educación, la ciencia, la tecnología y la calidad
de vida. En todos estos años la inversión en educación subió 4.3
veces y en salud otras 4.6. Hoy el porcentaje del pib destinado a
la educación es 2%, más alto que el de los países de la ocde. Otra
falacia neoliberal ha caído: la de que el mercado es la solución. En
Ecuador el Estado tiene una tasa impositiva de 20% del pib y la
tasa de inversión pública más alta de la región: 15% del pib.
La derecha en Guatemala ha destacado que en Ecuador no
existe libertad de prensa. Vana defensa ante datos tan apabullan-
tes. Hoy Correa camina con paso firme y señala el camino.

20 de agosto de 2014

306
Correa y el desarrollo

En su conferencia impartida el 19 de agosto en el marco del V


Foro Regional de Esquipulas en Guatemala, el presidente Rafael
Correa habló en diversos momentos sobre el desarrollo. Este con-
cepto tiene una multivocidad notable y ha sido usado desde la
derecha (como lo usó Walter Rostow en su famoso Las etapas del
crecimiento económico: Un manifiesto no comunista) o desde la
izquierda (utilizado por la teoría de la dependencia). Correa hizo
un uso inequívoco antineoliberal del concepto y, por tanto, desde
lo que hoy es la izquierda: en la etapa de desarrollo en que se en-
cuentra Ecuador, el mejor indicador no es la tasa de crecimiento o
“la tontería del riesgo país” (que no es sino la capacidad de pagar
la deuda externa). Para el sanguíneo Correa, el mayor indicador
del desarrollo no es la tasa de crecimiento, sino la disminución de
la pobreza y pobreza extrema.
La economía es algo vinculado a las relaciones de poder (es
decir es economía política), lo que se entiende por desarrollo y lo
que se impulsa como tal está determinado por quiénes son los que
mandan a nivel mundial o en un determinado país. En tanto que la
Revolución Ciudadana cambió las correlaciones de fuerzas entre
los distintos actores que se disputan el poder en el Estado. Hoy en
Ecuador se está entendiendo por desarrollo no solo el crecimiento
económico sino la disminución de la pobreza y la desigualdad.
Esto es alcanzar el buen vivir que para Correa es ajeno al “infan-
tilismo primitivista” que lo concibe como premodernidad y a la
miseria indígena como folklore.
En esta parte de su discurso el presidente entró de lleno en
lo que es uno de los debates sustanciales en su país y en América
latina. No se trata de quedarse en la premodernidad, sino de lle-
gar a la modernidad cambiando la matriz productiva que saque a
la periferia capitalista del rol de productor de bienes ambientales

307
dependiente de los conocimientos científico-tecnológicos. Se tra-
ta de salir del neodependentismo y el neocolonialismo y de una
injusta división internacional del trabajo. Invirtiendo en tecnolo-
gía, ciencia y talento humano superaremos el extractivismo pero
debe usarse el extractivismo para salir de él. Para Correa es ab-
surdo no aprovechar nuestros recursos, debemos ser conscientes
de nuestras limitaciones para cambiar un injusto orden mundial,
pero tampoco podemos aceptar pasivamente la nueva división de
trabajo internacional.
He aquí la idea del desarrollo de Rafael Correa, que tiene en
su antiguo colaborador Alberto Acosta, a su principal crítico. En
lo que podemos estar de acuerdo, es que si el extractivismo es
un instrumento para lograr el desarrollo, no puede envenenar las
aguas, destruir los bosques, despojar a campesinos e indígenas e
imponerse a sangre y fuego, como lo está haciendo en Guatemala,
en México y en muchos otros países. La idea misma de desarrollo
está en discusión y la idea del buen vivir cuestiona los patrones
occidentales y capitalistas de la calidad de vida.
He aquí el dilema del rumbo de Latinoamérica.

28 de agosto de 2014

308
Correa, autoritarismo y democracia

La visita de Rafael Correa tuvo gran impacto en Guatemala. Y


esto pudo deberse a varios hechos. En primer lugar, la capacidad
política y administrativa del mandatario. Luego, su brillantez ex-
positiva y articulación discursiva. Finalmente, la atención que han
despertado los llamados gobiernos progresistas en Latinoamérica,
particularmente en los países andinos. Indudablemente entre ellos,
el proceso ecuatoriano ha generado críticas furibundas y grandes
admiraciones. Y lo que los medios guatemaltecos expresaron re-
vela que personalidad y gobierno de Correa son controversiales
allí también. La inmensa mayoría de la izquierda y el centro iz-
quierda guatemaltecos quedaron impactados por la contundencia
discursiva asentada en datos incontrovertibles. La derecha no
tuvo más que insistir en un Rafael Correa dictatorial y enemigo
de la libertad de prensa. Un periodista (José Rubén Zamora) que
no representa a lo más ultramontano del país, sintetizó sin em-
bargo lo que la derecha dijo del mandatario: “No me gusta y me
parece censurable su autoritarismo, su mesianismo caudillista, su
caciquismo disfrazado, que nos muestra una democracia, que más
parece la fachada eficaz de una dictadura, que tiene como eje su
afán de reelección indefinida”. Más aún: “Correa se muestra a sí
mismo como un “iluminado”, que tiene el monopolio del saber y
cierto gusto por el caciquismo totalitario, que tanto daño ha cau-
sado a Latinoamérica”.
Mucho se ha dicho de la personalidad autoritaria del
presidente. De su obstinación en imponer lo que considera correcto
para Ecuador. Imposible olvidar su chantaje de renunciar si su
partido aprobaba la despenalización del aborto en la Asamblea
Nacional. Pero a los neoliberales que reducen la democracia
y la participación ciudadana a las elecciones, convendría
recordarles lo siguiente: el mandatario ha ganado tres elecciones

309
presidenciales con 57% de los votos (2006), 52% (2009) y 57%
(2013). El oficialismo y particularmente Alianza País, ha ganado
además diez procesos electorales. Y las acusaciones de coartar la
libertad de prensa se deben en lo sustancial a su enfrentamiento
con los grandes poderes fácticos que en Ecuador mantenían una
dictadura mediática como la que observamos en otros países. La
Ley de Comunicación promulgada finalmente en 2013, que define
la comunicación como servicio público, da un espacio a empresas
privadas pero también a públicas y comunitarias (contrariamente
a México recientemente) y da un amplio espacio al derecho de
respuesta y multa el linchamiento mediático.
Es simplismo el calificar a los gobiernos de Correa como una
democracia de fachada. En Ecuador se observa que con Correa,
una fuerza política pluriideológica y multiclasista ha impuesto su
hegemonía en el sentido más gramsciano del término. No existe
terrorismo de Estado, ejecución extrajudicial, desaparición forza-
da, tortura, Estado de excepción en Ecuador. Son respetadas las
formas de la democracia liberal y representativa.
Pero extraño en Ecuador la profundización de la democracia
participativa que Chávez impulsó en Venezuela a través de los
consejos comunales. O la movilización popular en contra o a fa-
vor del gobierno que se observa en Bolivia. Y es esta participación
activa y autónoma de los de abajo, lo que verdaderamente revolu-
ciona a una sociedad.

18 de septiembre de 2014

310
Ecuador, soberanía y democracia mediática

Todo aquel o aquella que conozca de cerca la realidad mexica-


na puede saber del poderío que pueden llegar a tener los gran-
des medios de comunicación, principalmente, los electrónicos. A
ese poderío que da la capacidad de difundir imágenes e ideas de
manera masiva, se une el hecho de que los grandes medios de
comunicación forman parte de las cúspides empresariales. Esto
significa que cuando se habla del poderío de los grandes medios
de comunicación, lo que generalmente se hace es un eufemismo
que esconde lo que en realidad es: el gran poder fáctico que ejerce
la clase dominante en un país.
Esto es exactamente lo que sucede en México, en donde el
duopolio Televisa-tvAzteca ha sido capaz de linchar a políticos
(como sucedió con Cuauhtémoc Cárdenas en 1999, en ocasión del
asesinato del conductor Paco Stanley), borrar de videos la imagen
de otros (como le sucedió al político del pan Santiago Creel), en-
trarle a la guerra sucia en plena campaña electoral (como le suce-
dió a Andrés Manuel López Obrador en 2006 y 2012) y finalmen-
te, construir una imagen y lograrla poner en el sillón presidencial
(como sucedió con Enrique Peña Nieto en 2012).
La Sociedad Interamericana de Prensa olvida estos hechos y
pone el grito en el cielo cuando los gobiernos de izquierda o cen-
tro izquierda (llamados progresistas) buscan poner remedio a esa
dictadura mediática. Entonces se unen al coro neoliberal denun-
ciando las “leyes mordaza” que en realidad buscan democratizar
el acceso a los medios de comunicación y frenar el poder fáctico
burgués-mediático.
El 14 de junio de 2013, después de mucho tiempo de discu-
sión y 14 meses de congelamiento en la Asamblea de Ecuador, se
aprobó La Ley Orgánica de Comunicación, la cual junto a la Ley
de Medios Audiovisuales aprobada en Argentina, constituyen dos

311
grandes hitos en la lucha por la democratización de la informa-
ción. En el caso de la ley ecuatoriana podemos observar aspectos
loables como los siguientes: la comunicación social concebida
como un servicio público; la no censura previa pero responsabi-
lidad ulterior con respecto a lo que se publica; la prohibición de
la precarización laboral de los trabajadores de la comunicación;
criterios laborales de equidad en materia de género, intercultura-
lidad, discapacidad e intergeneracionalidad; la redistribución de
las frecuencias radiofónicas a tres tercios entre medios privados,
medios públicos y medios comunitarios; eliminación de los mo-
nopolios en radio y televisión; reversión de concesiones si son mal
usadas por los concesionarios. Además, existirá la obligación de
destinar 60% de la programación en el horario apto para todo pú-
blico, a la difusión de contenidos de producción nacional y regula-
ciones para el pago de derechos de autor que favorecen al mismo.
Lo anterior implicará un avance democrático, porque una de-
mocracia con dictadura mediática es una democracia de baja ca-
lidad. Además, Ecuador está dando muestras de una ejemplar vo-
cación de soberanía. Los Estados Unidos de América ha mostrado
su vocación imperial en el caso de Edgar Snowden. Hace algunos
meses el titular del Departamento de Estado, John Kerry, repitió
la expresión ya en desuso de que “América Latina es el traspatio
de los Estados Unidos”. A Evo Morales, varios países le impidie-
ron aterrizar hace unos días cuando venía de regreso de Europa
hacia su patria. Y ahora, ante las amenazas estadounidenses de
suspenderle a Ecuador las preferencias arancelarias (aptdea) –si
le concede asilo a Snowden–, el gobierno de Correa ha decidido
renunciar a dichas preferencias y ofrecer a Washington los costos
arancelarios de dichas preferencias para una capacitación en ma-
teria de derechos humanos…
Democracia y soberanía nacional, he aquí la divisa que ha
estado guiando a Ecuador de hoy. Imposible olvidar que esa divisa
ha resultado cara a muchos países de Latinoamérica.

18 de julio de 2013

312
Kirchner, en la hora de su muerte

Alguna vez le escuché decir a Ludolfo Paramio, brillante ideólogo


del Partido Socialista Obrero Español, que cada vez que escucha-
ba a alguien decir que ya no existían ni la izquierda ni la derecha,
pensaba que ese alguien era de la derecha. No es Ludolfo preci-
samente alguien colocado en una visión radical de izquierda, más
bien está ubicado en la versión moderada de la socialdemocracia
europea. Y fue otro socialdemócrata moderado, el eminente po-
litólogo italiano Norberto Bobbio, quien en su libro Izquierda y
derecha nos dio una de las argumentaciones más sólidas de por
qué la geometría política de izquierda y derecha sigue siendo in-
soslayable. He recordado todo esto porque ha muerto Néstor Kir-
chner, un oscuro político provinciano, quien terminó siendo un
formidable estadista, comparado a la hora de su muerte con el
mismo Franklin Delano Rooselvelt.
Y dicha transición de Kirchner es, precisamente, porque se
jugó por el lado izquierdo en un momento crucial de la historia
argentina. Así como existen izquierda y derecha, también existen
gradaciones de dichas posiciones políticas. Tampoco fue Kirchner
alguien ubicado en la parte más radical de la izquierda. Es cono-
cido lo que alguna vez le dijo a Hugo Chávez: “Hugo, dejáte de
joder con el socialismo”. Hoy cuando ha muerto, los balances que
se hacen sobre su gestión y su influencia en el actual gobierno de
Cristina Fernández son controversiales y hasta contradictorios.
Los balances desde la izquierda sobre Kirchner arguyen
que no se apartó en lo sustancial de las políticas económicas del
Consenso de Washington, que su gestión en la unasur no sirvió
para impulsar decididamente la creación del Banco del Sur, que
no abatió sustancialmente la pobreza ni la precarización laboral
que alcanza 40% de la Población Económicamente Activa, que
la inflación no pudo ser contenida y que los datos del Instituto de

313
Estadística y Censos (indec) son sumamente cuestionados en lo
que se refiere a su veracidad. Que tampoco impulsó una reforma
fiscal progresiva y en cambio propició la megaminería provocando
el saqueo de recursos y contaminación de poblaciones enteras.
Hay que recordar, sin embargo, que Néstor Kirchner llegó en
2003 a la presidencia cuando Argentina estaba despedazada por
el fracaso neoliberal al que la condujo Carlos Saúl Menem. Esto
hizo que su presidencia coincidiera con uno de los períodos más
difíciles de dicho país y en cuatro años su gestión hizo renacer las
esperanzas en la viabilidad del mismo. Hay quien se atreve a decir
que Argentina tiene ahora uno de los crecimientos económicos
más notables del mundo y una estabilidad económica que dura ya
casi una década.
El gobierno de Kirchner se benefició de los efectos de la su-
blevación popular de 2001, momento climático de una ascendente
protesta popular comenzada con el motín de Santiago del Estero
en 1996. Ello creó condiciones para que hiciera cosas que paula-
tinamente lo fueron enfrentando a los grandes poderes mundiales
y locales: renegoció la deuda externa y canceló la deuda de 10 mil
millones de dólares con lo cual el país salió de la dictadura del fmi;
se opuso a que se incluyera el tema del Acuerdo de Libre Comer-
cio de las Américas (alca) en la agenda de la Conferencia de Pre-
sidentes de América de Mar del Plata en 2005; propició con ello la
búsqueda de la integración latinoamericana y un replanteamiento
de las relaciones con los Estados Unidos de América en coinci-
dencia con Hugo Chávez y Lula; reformó la Corte Suprema de
Justicia; revocó la amnistía a los genocidas del pueblo argentino y
encarceló a varios de ellos; se adhirió a la construcción de la me-
moria de la infamia cometida por los militares y civiles argentinos
comprometidos con las dictaduras; recuperó el control público de
Correos, de Aguas y Aerolíneas; suprimió el uso especulativo de
los fondos de pensiones y jubilaciones al acabar con las Adminis-
tradoras de Fondos de Jubilaciones y Pensiones (afjp); abolió la
neoliberal Ley Federal de Educación de Menem y propició otra
que tiene un carácter democrático e inclusivo; emitió una ley de
medios que busca contener en su país la dictadura de los grandes
medios de comunicación.

314
Comparando todo lo anterior con lo que en nuestro país ha su-
cedido en el gobierno de Álvaro Colom, no cabe duda que eviden-
cia las limitaciones de éste en cuanto a su ubicación en la izquier-
da del espectro político. Justo es decir que Guatemala no tiene el
potencial económico de Argentina, ni ha vivido una sublevación
popular masiva contra el neoliberalismo, como la que observamos
en la Argentina, cuando miles y miles de personas le gritaron a la
clase política “¡Que se vayan todos!”. Estado, gobierno y políticas
públicas casi siempre expresan las correlaciones de fuerzas que
existen en la sociedad. Acaso cuando esta correlación de fuerzas
cambie en Guatemala, podremos hablar en otros términos y surja
un estadista como Kirchner lo fue.

4 de noviembre de 2010

315
Los arrestos de Cristina

Un lector de esta columna, de nombre Leonel, me ha escrito pi-


diéndome una opinión sobre la reciente expropiación que ha he-
cho el gobierno encabezado por Cristina Fernández en el seno de
la empresa petrolera argentina, Yacimientos Petrolíferos Argenti-
nos (ypf). Hay que aclarar que esta medida anunciada por la pro-
pia mandataria el 16 de abril de 2012, no expropia 100% de la
empresa como lo hizo el gobierno de Lázaro Cárdenas en México
en 1938, sino solamente busca tener el control de dicha empresa
al expropiar 51% de la misma. Hay que recordar que la empre-
sa Repsol de España poseía 57% de ypf, mientras que un grupo
empresarial argentino, Petersen, tiene 25.4%. Lo que ha hecho el
gobierno argentino es enviar una iniciativa al Congreso en el que
se expropia 51% del 57% que estaba en manos de la empresa es-
pañola. La medida expropiatoria debe tener popularidad en Ar-
gentina si nos atenemos al pronto apoyo que brindó a la misma
el arquitecto de la privatización argentina, el expresidente Carlos
Menen.
Además de la solicitud de Leonel, lo que me ha motivado a
pronunciarme en este espacio sobre el tema, es la solidaridad neo-
liberal de Felipe Calderón y Pérez Molina con Repsol y España.
También el leer algunas columnas que desde el neoliberalismo a
ultranza se han pronunciado sobre dicha expropiación. Algunas
de estas últimas afirman, sin sonrojo, que la expropiación se dio
cuando Repsol había llevado a ypf a una situación boyante. Según
el neoliberalismo a ultranza, el “estatismo” siempre es voraz con
las empresas que la iniciativa privada saca adelante. Ignoran, por
lo visto, que la motivación fundamental del gobierno argentino
para la expropiación fue su descontento ante la caída en la pro-
ducción de hidrocarburos que obliga a realizar importaciones y
erosiona el superávit comercial. Ignoran que Repsol se limitó a

316
extraer el recurso natural, no hizo inversiones y remitió sus utili-
dades al exterior.
El manido argumento neoliberal no hace más que reiterar la
falsa ecuación de empresa estatal=corrupción + ineficiencia. La
derecha y la cúspide empresarial mexicana tienen años de que-
rer engullirse el jugoso negocio del petróleo mexicano. Y arguyen
que la administración estatal ha llevado al atraso y a la ruina a la
empresa estatal pemex. Esconden que pemex se encuentra en esta
situación porque las cuantiosas ganancias del petróleo mexicano
se han convertido en la sustentación del gasto público por el hecho
de que en México, al igual que en Guatemala, la tasa de recauda-
ción fiscal es bajísima. La derecha neoliberal mexicana (cúspide
empresarial, pri y pan) se han negado a construir refinerías y Mé-
xico vende naranjas para comprar jugo de naranja. Es decir vende
petróleo para comprar gasolina.
Al igual que lo hizo con el gas Evo Morales en Bolivia, Cris-
tina Fernández pretende que una de las industrias fundamentales
de su país sea controlada por el sector público para que sea la na-
ción y no un grupo privado el que controle ese recurso estratégico.
El neoliberalismo en Argentina entregó a la iniciativa privada la
energía eléctrica y el resultado fue que ésta agobió a los argentinos
(ricos y particularmente sectores medios y pobres) con tarifas leo-
ninas. No fue sino hasta después de la gran crisis provocada por
el neoliberalismo en 2001 y 2002 cuando se empezó a frenar este
abuso. Y basta con que alguien viaje a México para que vea cómo
las tarifas del monopolio telefónico de Carlos Slim (telmex) son
verdaderamente abusivas.
En un contexto mundial de dominio del fundamentalismo de
mercado que postula que todo debe volverse mercancía e iniciati-
va privada, la medida tomada por el gobierno de Cristina Fernán-
dez es valiente. Tiene en mente los intereses de la nación argenti-
na que no necesariamente son los de la gran cúspide empresarial
globalizada. Está sustentada en el principio de que el desarrollo
de cualquier nación, y en especial de las latinoamericanas, debe
sustentarse en un equilibrio entre lo que controla el mercado y la
iniciativa privada y lo que el sector público debe gestionar. Es el
Estado y no la iniciativa privada, el que debe controlar aquellos
sectores de producción que resultan estratégicos para una nación.

317
Entre otras cosas para mantener la soberanía de la misma frente a
los intereses particulares nacionales o extranjeros. Es la sociedad
civil, a través de la democracia, la que debe controlar los eventua-
les abusos y corrupciones de ese Estado.
No es posible ignorar el fracaso del estatismo a ultranza que
se practicó en los países del socialismo real. Pero es imposible
ocultar que el endiosamiento de lo privado, del mercado, de la
avariciosa ganancia que olvida el bien común, ha llevado al Pla-
neta a la crisis mundial integral que hoy sufrimos y que ojalá so-
brevivamos.

26 de abril de 2012

318
Chile, grietas en el neoliberalismo

Cuando escribo estas líneas, recién regreso de Chile. Tuve la for-


tuna de ser invitado por la Universidad arcis, en Santiago de Chi-
le, para dictar unas conferencias sobre México y Centroamérica.
Visitar Chile por tercera ocasión en estos días del otoño austral
es un privilegio. También caminar por las calles húmedas y frías
de un Santiago nublado y neblinoso. Para mí, Chile es la patria
de Salvador Allende, Pablo Neruda, Violeta Parra, Nicanor Parra,
entre otros. Es el país desgarrado por el golpe encabezado por Au-
gusto Pinochet, que truncó décadas enteras de historia republicana
y democrática. Es el lugar en donde, en 1970, se intentó hacer una
transición pacífica y democrática hacia el socialismo. Esta es mi
referencia. En realidad, bajo el mandato de Pinochet, Chile entró
en una reconfiguración de gran envergadura que incluso cambió
culturalmente al país.
Al día siguiente del golpe de Estado, un grupo de economistas
chilenos seguidores de la escuela neoliberal de Chicago, algunos
de ellos egresados de la Universidad de Chicago en donde reinaba
Milton Friedman, entregaron al flamante dictador un voluminoso
legajo. Era la política económica que debería adoptar el nuevo
régimen. Al grueso documento se le llamó El ladrillo y contenía
una exposición detallada del recetario neoliberal que los Chica-
go Boys recomendaban a Chile. A mediados de la década de los
años setenta del siglo xx, fue el Chile pinochetista el pionero en
el experimento neoliberal, el más exitoso en América latina en
términos de crecimiento económico e incluso de contención de
la pobreza. No así en términos de desigualdad pues Chile es hoy
uno de los países más desiguales del mundo. Lo más importante,
en Chile se desmanteló la memoria progresista y se sustituyó por
una cultura neoliberal de mercados, consumidores endeudados y

319
construcción de un recuerdo del período de Allende (1970-1973)
como un período de anarquía.
Los distintos gobiernos de la Concertación, la coalición de
socialistas, radicales, demócrata cristianos y una disidencia del
Partido Comunista, encabezó el retorno a la democracia pero le
dio continuidad al modelo neoliberal. Una parte importante de la
antigua Unidad Popular de Allende, siguió así la corriente predo-
minante en el mundo y en el propio Chile. En un contexto latinoa-
mericano de crisis del neoliberalismo, hablar en esos términos en
Chile parecería un contrasentido. Ha sido así desde el gobierno de
Patricio Alwyn hasta el actual de Sebastián Piñera. Pero la rebe-
lión de los pingüinos en 2006 y las rebeliones estudiantiles que se
observaron en 2011-2012 han mostrado las grietas de la aparente
hegemonía neoliberal.
He caminado por un Santiago en el que varias de las univer-
sidades y centros educativos se encuentran tomados por los estu-
diantes. La educación neoliberal en Chile es privada, muy cara
y en gran medida de baja calidad. Los estudiantes universitarios
chilenos pagan cuotas altísimas hasta en las universidades públi-
cas, como es la Universidad de Chile, y durante muchos años se
quedan endeudados usurariamente con los bancos. Muchos de
ellos han optado por estudiar en Perú o Argentina porque les sale
más barato.
Así las cosas, si como se predice, Michelle Bachelet gana las
elecciones, tendría que emprender –como se rumora–, una reforma
educativa y para financiarla una reforma tributaria. Sería uno de
los síntomas de un posneoliberalismo que todavía aparece como
algo imposible en el Chile de hoy. A los pingüinos (estudiantes se-
cundarios) les sucedieron las movilizaciones estudiantiles de 2008
y las de 2011-2012. El rostro bello de Camila Vallejo, una de sus
dirigentes, se volvió un ícono de un malestar subterráneo que ha
ido creciendo debajo de la hegemonía neoliberal.
Hoy he caminado en un Santiago lleno de rebeldía estudiantil.
Hay grietas en el neoliberalismo chileno. No cabe duda.

19 de junio de 2013

320
Chile en las vísperas de Bachelet

Recién regresé de Chile, en donde participé en el xxix congreso


organizado por la Asociación Latinoamericana de Sociología. He
tenido, pues, el privilegio de estar en los últimos meses dos ve-
ces en la patria de Recabarren, Neruda y Allende. Coincidió mi
última visita con los días finales del mes en que se cumplieron
cuarenta años del derrocamiento de Salvador Allende, merced a
la traición de Augusto Pinochet. Recordé aquel aciago día del 11
de septiembre de 1973, siendo joven estudiante de sociología en
la unam, cuando vimos horrorizados las imágenes televisadas del
bombardeo inmisericorde al palacio de La Moneda. Aquel día el
“compañero presidente” cumplió su palabra de no salir sino muer-
to de ese lugar si lo intentaban sacar mediante un golpe de Estado.
Pinochet ganó la batalla ese día porque tenía la fuerza de las
armas. Como no tenía la razón, Pinochet perdió la guerra en la
historia. Chile ha sido en este septiembre de 2013 y en los días
que le siguieron, un país volcado a recordar a Allende y su triun-
fo histórico. También son evocados Víctor Jara, Violeta Parra y
Pablo Neruda, figuras del canto y la poesía indisolublemente li-
gados a la causa de la izquierda en Chile. Neruda como se sabe,
fue precandidato presidencial en 1969 y finalmente declinó para
cederle el puesto que en justeza le correspondía a Allende. ¿Cómo
no recordar en la casa de Neruda en Santiago el soneto xiv de los
cien que le dedicó a su mujer Matilde Urrutia? La casa de Neruda
en Santiago se llama La Chascona (despeinada en quechua), que
alude a la abundante cabellera de Matilde: “Me falta tiempo para
celebrar tus cabellos/Uno por uno debo contarlos y alabarlos:/
otros amantes quieren vivir con ciertos ojos/yo sólo quiero ser tu
peluquero./En Italia te bautizaron Medusa/Yo te llamo chascona
mía y enmarañada:/mi corazón conoce las puertas de tu pelo”.

321
Neruda no fue el candidato presidencial de la Unidad Popular
pero ganó un lugar en la historia mundial de la literatura. Allende
fue derrotado por Pinochet y murió aquel 11 de septiembre, pero
hoy Pinochet es recordado como dictador y Allende es un prócer.
Michelle Bachelet se encamina a ser la próxima presidenta de Chi-
le apoyada por una coalición denominada “Nueva Mayoría”, que
es la alianza de socialistas y democratacristianos a la cual se ha
agregado el partido comunista. Por ello, la bella Camila Vallejo,
líder de los estudiantes que con sus sublevaciones han marcado el
actual camino de Chile, es hoy probable diputada en el futuro con-
greso. La derecha ha celebrado el crecimiento económico de Chile
como muestra del éxito neoliberal. Éxito relativo si se sabe que
fuera del promedio de 7% de crecimiento entre 1985-1997, Chile
creció mediocremente entre 1997 y 2003 (2.7%) y no ha sido gran
cosa su crecimiento entre 2004 y 20012: 3.9%. Para muestra un
botón: la economía mexicana tuvo un promedio de crecimiento
de 6% hasta antes del desastre neoliberal que comenzó en 1982.
La memoria de la infamia y del heroísmo es evocada impre-
sionantemente en el Museo de la Memoria en donde el recuerdo
del golpe de 1973, con sus tres mil muertos y desaparecidos, 20
mil encarcelados y muchos miles más torturados, termina con el
plebiscito de 1989, cuando 60% de los chilenos le dijo NO a la
dictadura. En su último discurso, momentos antes de morir, Allen-
de dijo: “Sigan ustedes sabiendo que, mucho más temprano que
tarde, de nuevo se abrirán las grandes alamedas por donde pase el
hombre libre, para construir una patria mejor.”
Falta mucho para llegar a las grandes alamedas, pero hoy los
pasos de Chile no son los de Pinochet.

16 de octubre de 2013

322
El nuevo golpismo y los nuevos fraudes en
América Latina

He insistido en otras ocasiones en esta columna, que pese a lo que


dicen los epígonos del neoliberalismo, éste ha estado mostrando
sus limitaciones profundas y puede decirse que se encuentra en
crisis en todo el mundo. Basta con saber lo que ha estado suce-
diendo en la Europa mediterránea para ver una muestra del fraca-
so neoliberal. En América latina dicho fracaso se empezó a hacer
evidente tan pronto como a fines del siglo xx. En esta primera
década del siglo xxi, lo que se ha observado es, en términos gene-
rales, mediocres tasas de crecimiento del pib, un creciente males-
tar social, una notable inestabilidad política en algunos países y,
sobre todo, la emergencia de gobiernos de centro izquierda (Bra-
sil, Uruguay, Argentina, Perú, El Salvador) o de izquierda (Vene-
zuela, Ecuador y Bolivia). Buena parte de dicha emergencia de
los llamados gobiernos progresistas en América latina se ha visto
precedida de efervescencias sociales significativas; allí están para
ilustrarlo los casos de Argentina, Venezuela, Bolivia y Ecuador.
América latina es la única región en el mundo en la cual la crisis
neoliberal ha generado movimientos sociales que se convierten en
políticos y electorales y, eventualmente, se traducen en gobiernos
que con mayor o menor profundidad, congruencia, radicalismo o
moderación, buscan distanciarse del dogmatismo neoliberal.
Esta situación ha provocado grandes preocupaciones en
Washington, que ha visto modificarse el panorama político de lo
que consideraba su patio trasero. Al panamericanismo obsecuente
que se ha traducido en la oea, le ha venido sucediendo un integra-
cionismo latinoamericano que más sigue los pasos de Bolívar que
los de la doctrina Monroe. El fracaso estadounidense en impulsar
el Acuerdo de Libre comercio de las Américas (alca) en 2005, le
han sucedió mecanismos de integración como unasur, mercosur

323
y alba que son espacios a través de los cuales se pone distancia y
autonomía respecto de la Casa Blanca.
A lo anterior hay que agregar ahora la aparición de la Co-
munidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (celac). La
respuesta de los Estados Unidos de América ha sido el reforzar
su presencia militar en la región. Existen ya 47 bases militares en
toda América Latina, doce de las cuales se encuentran en Panamá
(Véase este dato en www.mopassol.com.ar). La derecha neolibe-
ral, como antes lo hizo el anticomunismo, se ha aliado a estos
esfuerzos propiciando golpes de Estado o al menos intentándolos.
Estos golpes se diferencian de los que hemos conocido en que
actúan como golpes parlamentarios o “constitucionales”. Y como
ha sucedido en México en estos días, articulando nuevas formas
de fraude electoral que frenen de esa manera proyectos antineo-
liberales.
Al igual que en Honduras en 2009, en Paraguay el presidente
Fernando Lugo no fue derrocado por el ejército actuando de mane-
ra autónoma. En Honduras, el ejército derrocó al presidente José
Manuel Zelaya, pero la fuerza que estaba detrás era la propia oli-
garquía hondureña y los intereses estadounidenses. En Paraguay
ni siquiera actuó el ejército fue la clase política, particularmente
el partido Colorado, que depuso a Lugo a través de lo que este
último calificó como un “golpe parlamentario”. Y nuevamente,
detrás del partido Colorado estuvo la cúspide empresarial e intere-
ses como los de la empresa transnacional Monsanto. En la medida
en que las dictaduras militares resultan anacrónicas pues el nuevo
modelo de dominación es la democracia liberal y representativa,
los golpes de Estado tienen que hacerse sin los militares como
nuevos conductores del gobierno. Por ello a Zelaya lo sucedió el
civil Roberto Micheletti y a Lugo lo sucede su vicepresidente, el
civil Federico Franco.
En el caso de México, el fraude para frenar a Andrés Manuel
López Obrador ya no operó a través de la tradicional forma de re-
lleno de urnas a favor del partido oficial o, en este caso, el partido
elegido por la cúspide empresarial. Tampoco se adulteraron las
cifras de votos realmente existentes en las urnas. El pri y Enrique
Peña Nieto realmente obtuvieron el 38.14% contra el 31.65% de
López Obrador. Para lograrlo el pri probablemente invirtió 357

324
millones de dólares en compra y coacción del voto. Una organiza-
ción no gubernamental que monitorea la calidad de la democracia
en México, Alianza Cívica, realizó una encuesta que arroja datos
verdaderamente inquietantes. Dicha encuesta realizada en 21 esta-
dos de la república mexicana, indica que a 28.4% de los votantes
le habrían comprado o coaccionado el voto. De ese total de votos
comprados o coaccionados, el pri resulta el principal implicado
con 71%, el pan lo habría estado con 17%, el prd con 9% y el par-
tido Nueva Alianza (panal) con 3%. La encuesta determinó que
en 14% de las 143 mil casillas se observó acarreo de ciudadanos
para que votaran.
La necesidad de conservar las formalidades democráticas en
América Latina, han generado nuevas formas de golpe de Estado
como lo revelan Honduras y Paraguay. Hoy en México asistimos
a la novedad de un masivo fraude orquestado antes de que los
votantes lleguen a las urnas.

8 de julio de 2012

325
Brasil, los contratiempos del lulismo

En una entrevista hecha por los colegas Emir Sader y Pablo Genti-
li, publicada recientemente por el diario argentino Página 12, Luiz
Inazio da Silva, Lula, hizo un recuento de su paso por la presiden-
cia y los dos años de presidencia de Dilma Rousseff. Los últimos
diez años eran parte del mejor período de Brasil en décadas, se
hizo lo que en otros países no lograron hacer en treinta años: Bra-
sil creció distribuyendo riqueza, el salario mínimo creció en 74%
y no hubo inflación; se aumentó, al mismo tiempo, el comercio
exterior y el mercado interno; las políticas sociales como la Beca
Familia, el crédito para la agricultura familiar, el programa Luz
para Todos y diversas políticas sociales hicieron expandir el mer-
cado interno al darle poder de compra a millones de brasileños. Se
crearon 14 universidades nacionales, 126 campus universitarios y
214 escuelas técnicas superiores. Los trabajadores ganaron mu-
cho y sin embargo “las elites nunca ganaron tanto dinero como
durante mi gobierno. Ni las emisoras de televisión, que estaban
casi todas quebradas. Ni los periódicos, que también estaban casi
todos quebrados cuando asumí. Las empresas y los bancos nunca
ganaron tanto”. Y es tan verdadero todo esto que se espera que en
2016, Brasil sea la quinta economía del mundo.
Como recientemente lo ha recordado el periodista cubano Án-
gel Guerra, los datos de la Cepal indican que Brasil con sus 200
millones de habitantes, en los últimos diez años redujo la pobreza
de 37.5 a 20.9, la indigencia de 13.2 a 6.1. Veintisiete millones de
personas salieron de la pobreza y el ingreso de 10% de los más
pobres subió 50%. Con el gobierno de Rousseff 50 millones de
brasileños se han beneficiado con los programas contra la pobreza
y Brasil tiene hoy la tasa de desempleo más baja en su historia.
¿Qué pasó entonces? Probablemente, uno de los hechos que
ha desencadenado la enorme protesta popular que han movilizado

326
cientos de miles de personas en 17 ciudades del país, sea que el
proyecto de Lula y su continuidad en el gobierno de Rousseff se
enfocó en las políticas sociales que favorecían el consumo privado
y olvidó los gastos en infraestructura que redundan también en
calidad de vida: transporte, educación y salud. El costo del trans-
porte en Río de Janeiro es uno de los más caros del mundo y en las
ciudades, la mala planificación urbana, que implica un aumento
desmedido de automóviles, hace que el transporte público además
de caro sea lento. El costo de la política en Brasil se ha elevado
al extremo que alguien que quiera ser diputado, debe tener en la
bolsa 10 millones de reales (1 real: 0.46 de dólar). Los partidos
políticos de izquierda y de derecha se encuentran sumamente des-
prestigiados.
El eminente sociólogo Boaventura Souza dos Santos ha acu-
sado a Dilma Rousseff de haber descuidado los temas de la demo-
cracia participativa, las políticas de inclusión social y despreciar a
las luchas sociales. La especulación financiera ha elevado el costo
de los alquileres y precio de terrenos en 150%. Y los programas
habitacionales empujaron a los pobres a una periferia mal comu-
nicada. Pareciera que la clase gobernante de Brasil se hubiera ma-
reado por el éxito del lulismo. Los gastos que se están haciendo en
la Copa Mundial de Fútbol de 2014 se estiman en 15 mil millones
de dólares. Y es ultrajante que se esté construyendo un estadio en
Brasilia, una ciudad sin un equipo de futbol de primera división, a
un costo de 800 millones de dólares.
Triste realidad: un aumento de 20 centavos en el precio del
transporte público, ha hecho caer al lulismo de la nube en la que
andaba.

27 de junio de 2017

327
Golpe de Estado en Brasil

Sería gravísimo que lo que hoy ocurre en Brasil, ocurriera en al-


gún país pequeño en cualquier parte del mundo. Son de imaginar-
se entonces, las consecuencias que tendrá para América latina y
el mundo entero, el periodo de turbulencia que podemos avizorar
una vez consumado el golpe de Estado “institucional” iniciado el
lunes 18 de octubre de 2016, en el país más grande de la región.
Al igual que lo sucedido en Honduras en junio de 2009, y en Pa-
raguay en junio de 2012, en Brasil se enmascara de legalidad una
acción que violenta a la democracia. No se trata de un golpe de
Estado que generaron a las dictaduras militares. Ahora se aprove-
cha, como en Venezuela, el desgaste de un gobierno para anticipar
su fin, en lugar de esperar los tiempos electorales que propician la
alternancia.
Al parecer, sea el 5 o el 11 de mayo del presente año, el Sena-
do brasileño refrendará la decisión que ya tomó la Cámara de Di-
putados y aprobará que se le haga un juicio político a la presidenta
Dilma Rousseff. Una vez consumada la decisión de la cámara alta,
la Presidenta tendrá que solicitar una licencia de 180 días para
enfrentar un juicio en el que pareciera ya está consumado el vere-
dicto. Dilma está siendo acusada de corrupción porque usó dinero
del banco estatal para cubrir déficits en el presupuesto federal y
por un retraso en una transferencia estatal a dicho banco para el
pago de un programa de crédito agrícola.
Lo irónico del caso es que uno de los golpistas es el presidente
de la Cámara de Diputados, Eduardo Cunha, quien tiene cinco
investigaciones por corrupción. Cunha le ha entregado el acta de
aprobación del juicio político a Renan Caldheiros, presidente del
Senado, quien tiene encima ocho investigaciones también por co-
rrupción. En Brasil, la crisis económica de quince meses ha puesto
al mundo al revés: el desgaste de Rousseff ha creado condiciones

328
para que los corruptos encabecen acusaciones de corrupción a una
Presidenta que no es corrupta.
Pero al igual que en el pasado en otros países, Guatemala y
Chile con los golpes militares, Honduras con los llamados institu-
cionales, el golpe de Estado en Brasil tendrá como consecuencia
una enorme turbulencia política y social. Macri enfrenta un des-
gaste acelerado en Argentina porque sus medidas de contenido
neoliberal han agraviado incluso a los que estaban descontentos
con el kirchnerismo. Hoy, otro de los golpistas, el vicepresidente
Michel Temer, está ya armando un gobierno en el que se vislum-
bran medidas como la precarización laboral a través de leyes que
desmantelarán la seguridad laboral conseguida con Lula. Se habla
ya de reducciones de salarios mínimos, pensiones, jubilaciones y
de programas sociales. En suma, el juicio político a la presidenta
Rousseff es un golpe de Estado de contenido reaccionario porque,
al igual que en Argentina y lo que se persigue en Venezuela, es una
restauración neoliberal.
La gran pregunta es si eso será posible en la región en donde
el neoliberalismo cayó en el más profundo de los descréditos.

21 de abril de 2016

329
Los golpistas de Brasil, bola de corruptos

Noam Chomsky dijo que “una banda de ladrones” derrocó a Dil-


ma Rousseff. Empezando por Eduardo Cunha hoy sentenciado a
15 años de prisión por la tremenda corrupción en la que se vio in-
volucrado en los años recientes. Mientras Cunha y Michel Temer
y toda la derecha brasileña, el gran empresariado y el poder me-
diático, conspiraban para convertir en corrupción un movimiento
administrativo de la Presidenta, muchos de ellos participaban en
verdaderos actos de corrupción. Hoy la hora de la verdad les está
llegando a los golpistas y no puedo sino recordar la optimista ase-
veración de Platón en alguno de sus Diálogos: “el hombre justo
siempre triunfa”. Podríamos decir que hoy, la verdad de una mujer
justa está empezando a triunfar.
Destituida de su cargo de presidenta de Brasil el 31 de agosto
de 2016, muy pronto la historia la ha empezado a reivindicar a
través del derrumbe estrepitoso de la corrupta derecha neoliberal
de su país. Meses después de asumir el cargo como presidente in-
terino en marzo de 2016, seis ministros de su flamante gobierno ya
se habían visto obligados a renunciar. Y un año después, en marzo
de 2017, otros cinco ministros estaban indiciados en el caso de
corrupción de Lava Jato. El presidente del Senado y otros senado-
res más también estaban siendo investigados. Ahora le ha llegado
el turno a Temer y el Fiscal General lo ha acusado de “corrupción
pasiva, obstrucción de la justicia y organización criminal”. Ha su-
cedido que el dueño de una de las empresas exportadoras de carne
más grandes del mundo lo grabó avalando un soborno.
Acontece entonces, que un grupo de gángsters es el que des-
tituyó a una presidenta honesta y hoy la verdad está saliendo a
flote. El gobierno de Temer se está derrumbando no solo por los
escándalos de corrupción en los que se ha visto envuelto, sino
por la protesta social que ha emergido como respuesta a todas

330
las medidas de restauración neoliberal que ha estado haciendo. El
viernes 28 de abril de 2017, el paro general abarcó a 35 millones
de trabajadores.
Todo esto nos trae a la cabeza el debate que en los últimos
meses se ha venido dando respecto del “fin de ciclo” de los go-
biernos progresistas. Indudable es que éstos están enfrentando una
nueva situación, toda vez que los precios del gas y el petróleo
bajaron como también los de las commodities que financiaban el
proyecto progresista. Es indudable que el no haber podido salir
de la primario-exportación está pesándole de manera notable a
los gobiernos progresistas. Venezuela vive hoy una crisis política
profunda con una derecha empoderada, no solo en la Asamblea
Nacional, sino también en las calles. Pero la moneda todavía sigue
en el aire y dar por terminado un ciclo, resulta una aseveración
demasiado contundente cuando el proceso revela un crecimiento
de las luchas sociales en Brasil y Argentina, y la contención de las
derrotas electorales en Ecuador.
Estamos pues en medio de un proceso de avances y retroce-
sos. Así es la historia.

25 de mayo de 2017

331
Evo y la democracia en Bolivia

El referendo del 21 de febrero de 2016 en Bolivia dijo que una


estrecha mayoría de la población no quiere la reelección presi-
dencial de Evo Morales en 2020. Finalmente, con el voto de las
regiones campesinas, el “Sí” a la reelección fue estrechando el
margen que le separaba del “No”. Cuando se habían contado 75%
de los votos, la diferencia era de 9% y al final, con casi 100% de
los votos computados, tal diferencia fue de 2.62%. Obviamente, el
triunfo del “No” no es el fin de la era de Evo en Bolivia. Muchos
acontecimientos habrán de suceder cuando el actual presidente
entregue en 2020 el mandato a su sucesor.
En estos diez años, los logros de los períodos presidenciales
de Evo resultan impresionantes. En 2014, el pnud destacó en su
informe sobre desarrollo humano que Bolivia, con sus 10.5 millo-
nes de habitantes, había sido el país en la región con más éxito en
la reducción de la pobreza: 32% entre 2002 y 2012. Durante los
años que han transcurrido desde que Evo llegó a la presidencia,
2.6 millones de bolivianos se incorporaron a las clases medias en
un contexto en el que el promedio de crecimiento del pib ha sido
de entre 5 y 6%, pasando de 8 mil a 33 mil millones de dólares.
El pib per cápita pasó de 1 200 a 3 000 millones de dólares. El
país ha gozado de un envidiable superávit fiscal y comercial, y las
reservas de divisas alcanzan 50% del pib, uno de los porcentajes
más altos del mundo.
Acaso estos logros sean igualmente impresionantes a los que
se alcanzaron en el ámbito de la democracia. La derecha antipopu-
lista vulgar, ha expresado que el “populismo” (equívoca denomi-
nación) en América latina, ha instaurado dictaduras encabezadas
por líderes mesiánicos. La extrema izquierda ha coincidido con
esas apreciaciones y, en particular, en el caso boliviano, considera
que la llegada de Evo Morales a la presidencia en enero de 2006,

332
fue una regresión para un movimiento social que visualizaba un
ascenso en aquel momento. En realidad, en Bolivia se crearon las
condiciones para una democracia participativa no exenta de con-
tradicciones. La correlación de fuerzas entre indígenas y pobres
en relación con los sectores oligárquicos cambió totalmente. Hoy,
al igual que en Venezuela y Argentina, los gobiernos nacional-
populares han mostrado que además de su vocación por la demo-
cracia participativa, también saben respetar los resultados de la
democracia procedimental. En enero de 2020, Evo se irá a su casa
porque así lo ha demandado el mandato popular.
En varias ocasiones y en distintos lugares de América latina,
le he escuchado decir al vicepresidente Álvaro García Linera, que
la democracia, esta nueva democracia que se ensaya con los go-
biernos progresistas y no la “democracia fosilizada” del primer
mundo, es el sustrato indispensable del socialismo del siglo xxi.
La movilización social transformada en movimiento político hizo
que a través de las urnas lo nacional popular llegara al gobierno.
Y así sucederá hasta que las urnas digan lo contrario.

25 de febrero de 2016

333
Ecuador, el cisma desconcertante

El lunes 10 de julio de 2017, el expresidente Rafael Correa dejó


el país rumbo a Bélgica, país en el cual se dedicará a sus asuntos
familiares y a dictar conferencias. Fue una decisión personal no
buscar una segunda reelección, después de gobernar a Ecuador
durante 10 años. Los seguidores de los gobiernos progresistas sen-
timos un respiro profundo cuando el 19 de febrero de 2017, Lenín
Moreno ganó las elecciones presidenciales al banquero Guillermo
Lasso, con una diferencia de 2.32%. Fue desconcertante por ello,
que habiendo asumido la presidencia el 24 de mayo, pronto se
empezaron a advertir las fisuras entre él y su antecesor.
Moreno ha enfatizado que gobernará con un “nuevo estilo” y
que buscará “la reconciliación” del país. Expresiones que sugieren
un distanciamiento y hasta censura respecto del estilo personal
de gobernar de Rafael Correa. Por otro lado, las críticas del ex-
presidente a su sucesor fueron subiendo de tono, al extremo de
que el día de su partida, en el mismo aeropuerto, sin mencionar a
su sucesor, Correa dijo que el alegado “cambio de estilo” era en
realidad claudicaciones y entreguismo.
Cuando el imperio acosa sin tregua a Venezuela, y la oposi-
ción no vacila en usar la violencia para derribar a la Revolución
Bolivariana, en Ecuador observamos un cisma desconcertante, so-
bre todo porque es sumamente prematuro. Menos de un mes bastó
para que Rafael Correa y sus seguidores acusaran a Lenín Moreno
de estar negociando con los seguidores de Abdala Bucaram, de
ubicar a varias de sus figuras representativas en puestos clave del
nuevo gobierno, de estar preparando un viraje económico en sep-
tiembre. Las acusaciones del vicepresidente Jorge Glass hacia el
presidente son duras, y lo fueron aún más, cuando el 3 de agosto,
el mandatario ecuatoriano prácticamente lo destituyó al retirarle
todas sus funciones y recursos.

334
¿Qué acontece en Ecuador? En principio puede pensarse que
Moreno buscó desembarazarse de la improcedente influencia de
un expresidente de recia personalidad. No debe ser sencillo lidiar
con un liderazgo carismático y de gran peso popular para un fla-
mante presidente. Causa inquietud las acusaciones de colocar en
puestos gubernamentales clave a figuras procedentes de las fuer-
zas políticas que la Revolución Ciudadana desplazó. Correa siem-
pre se enorgulleció de que su gobierno desplazó del mismo a sec-
tores financieros globalizados y los sustituyó por fuerzas diversas
con una vocación posneoliberal. Causa aún mayor inquietud, leer
el artículo de mi amigo y colega Juan Paz y Miño, publicado en El
Telégrafo, el día de la partida de Correa y titulado “Corsi y Ricor-
si”. Juan recuerda cómo después de un gobierno progresista o re-
volucionario suele venir uno de carácter moderado o francamente
conservador. Así aconteció en México al término del gobierno re-
volucionario de Lázaro Cárdenas (1934-1940), que fue sucedido
por los gobiernos de Manuel Ávila Camacho (1940-1946) y Mi-
guel Alemán (1946-1952), los cuales empezaron a desmantelar las
conquistas sociales de la revolución mexicana.
Hoy no puede decirse nada concluyente sobre el nuevo go-
bierno. Esperemos que en efecto sea solo un cambio de estilo.

10 de agosto de 2017

335
No hubo golpe de Estado

No, estimado lector o lectora. No me referiré a la suspensión de


la Asamblea Nacional venezolana por la Sala Constitucional del
Tribunal Supremo de Justicia. Aludo a las diversas ocasiones des-
de 2002, en las cuales en América latina hubo golpes de Estado o
tentativas del mismo, y ello fue negado por los grandes medios de
comunicación y las derechas en la región. Empecemos por el gol-
pe de Estado que derribó 72 horas a Hugo Chávez en Venezuela.
La derecha hasta designó a un nuevo presidente, Pedro Carmona.
Éste, después de ser presidente espurio 47 horas, tuvo que salir
huyendo cuando la resistencia popular malogró la asonada.
En 2008, el presidente Evo Morales y el vicepresidente Ál-
varo García Linera, se encerraron en el Palacio Quemado e hicie-
ron el pacto de salir muertos de éste como Salvador Allende, si
triunfaba el golpe de la derecha, fraguado por las oligarquías de
Pando, Santa Cruz, Tarija y Beni. Fue la acción de Chávez, Kirch-
ner y Correa logrando que la unasur se pronunciara, lo que hizo
fracasar el golpe que se organizaba a la par de un complot para
asesinar a Evo. En 2009, la oligarquía hondureña logró convencer
al ejército para derrocar a José Manuel Zelaya, quien en pijama
fue sacado de su casa y enviado a un exilio que, el propio Zelaya
intentó romper con sus tentativas de regreso al país. En 2010, en
Ecuador, un amotinamiento de policías y militares, que incluso
mantuvo cercado al presidente Correa durante varias horas, buscó
derrocarlo sin éxito. En 2012, el presidente Fernando Lugo fue de-
rrocado al ser destituido por el Congreso. Finalmente, en 2016, la
presidenta brasileña Dilma Rouseff fue objeto de un impeachment
que terminó destituyéndola, adjudicándole delitos de corrupción
inexistentes.
En todas estas ocasiones, las derechas y los grandes medios de
comunicación exclamaron estentóreamente: “¡No hubo golpe de

336
Estado!”. Lo que hubo, según nos dijeron, fue un procedimiento
legal y constitucional para deponer a un presidente o presidenta
que había violado la legalidad. En el caso de Ecuador, lo que dijo
la derecha y también el sector indígena opositor a Correa, es que
se hacía una tormenta en un vaso de agua y que un problema gre-
mial (descontento de la policía) se estaba magnificando.
¿Quién define hoy cuándo hay golpe de estado y cuándo no?
En primer, lugar la Casa Blanca y luego cnn, sip y los pulpos me-
diáticos latinoamericanos. En Venezuela, la derecha antichavista
logró ser mayoría en la Asamblea y no han cesado sus tentativas
de destituir a Nicolás Maduro. Ha desacatado resoluciones del
Tribunal Supremo de Justicia, dándoles posesión a tres diputados
acusados de elección fraudulenta. También ha obstaculizado todo
lo que ha podido la labor del ejecutivo y, en enero de 2017, desti-
tuyó a Maduro por abandono de funciones. El golpe no prosperó
porque no fue avalado por los otros poderes del Estado. Hace unos
días la suspensión de la Asamblea Nacional hizo gritar a las dere-
chas “¡golpe de Estado!”.
Una vez más las sempiternas hipocresía y doble moral.

6 de abril de 2017

337
Venezuela y Hugo Chávez
Cinco mitos reaccionarios sobre Venezuela

Además de Cuba, aparte de todos los gobiernos de izquierda o


centro izquierda que hoy observamos en América latina, el más
satanizado por la derecha es el de Hugo Chávez en Venezuela. La
derecha en toda la región se ha esmerado en asustar a la gente con
endilgarle el epíteto de “Nuevo Chávez” a los políticos que se han
atrevido a desafiar al neoliberalismo de manera abierta, radical,
vergonzante o moderada. “Nuevos Chávez” han sido López Obra-
dor en México, Zelaya en Honduras, Funes en El Salvador, Evo
en Bolivia, Correa en Ecuador y en algún momento, hasta el mis-
mo Lula en Brasil. Hilarantemente, hasta el presidente Colom es
objeto de semejantes comparaciones. La historia de los aludidos
que llegaron a presidentes, demuestra que dichas comparaciones
resultan infundadas, pues cada uno de ellos ha mostrado un perfil
propio.
El discurso de la derecha en todo el continente sobre Venezue-
la se asienta, al menos, en cinco mitos. Estos han sido efectivos
pues son difundidos por los grandes medios de comunicación y,
como dijera Goebbels (el responsable de la propaganda de Hitler),
“una mentira repetida mil veces se vuelve verdad”.
He aquí los cinco mitos.
1. “Venezuela vivía una democracia ejemplar hasta que
llegó Chávez a la presidencia”. Esta afirmación es una
idealización de la democracia surgida del Pacto de
Punto Fijo de 1958. Dicho pacto se hizo bajo un espíritu
contrainsurgente y terminó marginando a varias de las
fuerzas que actuaron en el derrocamiento del dictador
Pérez Jiménez. Durante los años del Pacto de Punto Fijo
la corrupción en los distintos niveles de gobierno fue
creciendo y el descontento en la sociedad venezolana
también. El anuncio de medidas neoliberales por el

341
flamante gobierno de Carlos Andrés Pérez desató una
sublevación que fue reprimida con al menos 400 muertos.
Aunque se habla de cifras mayores tomamos el dato más
conservador.
2. “Chávez es un militar golpista, en febrero de 1992, enca-
bezó un fracasado golpe de Estado”. Lo que se observó
en febrero de 1992 y luego en noviembre de ese mismo
año, ya cuando Chávez estaba preso, fueron sublevacio-
nes cívico militares. Si llamamos golpe de Estado a estos
hechos, entonces tendríamos que calificar con el mismo
epíteto a la revolución del 20 de octubre de 1944 en Gua-
temala.
3. “Chávez es un manipulador de masas ignorantes que ac-
túan como turbas”. En realidad, la rebelión de los sectores
populares venezolanos había comenzado desde mucho
antes de que Chávez apareciera en la escena pública. La
rebelión de 1989, llamada El Caracazo, fue la culmina-
ción de muchas luchas anteriores. Después de El Cara-
cazo y hasta la llegada de Chávez a la presidencia, Vene-
zuela observó 1 500 movilizaciones o actos de protesta
popular de mayor o menor envergadura. La movilización
popular fue un factor para que fracasara el golpe de Esta-
do de 2002 y el paro petrolero de fines de ese año y prin-
cipios de 2003. Los sectores populares chavistas distan
mucho de ser turbas manipuladas.
4. “El gobierno de Chávez encarna el peor de los populis-
mos”. Solo desde la óptica neoliberal que califica de po-
pulista a todo lo que no sea neoliberal, se pueden compa-
rar los procesos de los países andinos con el populismo.
Los objetivos, la forma de actuación de los sectores popu-
lares, la relación entre gobernantes y sectores populares,
distingue los tres procesos mencionados del populismo, el
cual es un fenómeno histórico irrepetible.
5. “Venezuela sufre hoy bajo la férrea mano de Chávez una
dictadura”. Desde que asumió la presidencia de la hoy
República Bolivariana de Venezuela, Hugo Chávez ha
enfrentado a la derecha en un número significativo de pro-
cesos electorales, y el bloque en el gobierno ha resultado

342
triunfador en casi todos los casos con un piso aproximado
de 50% y un techo electoral de 60%. Estas elecciones han
sido supervisadas por diversos organismos internaciona-
les, entre ellos el centro que dirige el expresidente esta-
dounidense James Carter, y no han encontrado anomalías
que califiquen a dichas elecciones de fraudulentas. Ade-
más, hoy en Venezuela está surgiendo una nueva forma
de participación popular, expresada en la existencia de
30 mil consejos comunales. La participación popular va
mucho más allá de asistir a votar para que después los
políticos de turno se olviden de los votantes.
Puedo argumentar mucho más cada uno de mis cuestionamientos
a estos cinco mitos. Lo haré si es necesario, así como también las
críticas que merece el proceso bolivariano. Pero por hoy, en el
marco de casi 750 palabras, es todo lo que puedo decir.

2 de abril de 2011

343
El mito de la democracia prechavista

Si se quiere someter a una crítica implacable el presente, hay dos


caminos: uno de ellos es mirar hacia el futuro buscando fuerzas
en el presente para superarlo; otro camino es mirar hacia atrás e
idealizar lo que existía en el pasado. El primer camino es el de la
crítica revolucionaria, el segundo, el de la nostalgia reaccionaria.
Similares alternativas se nos presentan en la Venezuela actual.
Podemos hoy criticar la situación de dicho país destacando aque-
llos rasgos inerciales del pasado a efecto de que nuestra crítica
esté cargada de futuro. En medio del proceso revolucionario que
se observa en Venezuela, existen rasgos que forman parte de su
pasado: la emergencia de la boliburguesía, un grupo empresarial
crecido merced a la corrupción, tráfico de influencia y cobijo de
sectores del gobierno actual; la perseverante dependencia respecto
de la renta petrolera; la existencia de inercias autoritarias en sec-
tores o personalidades en el gobierno; las reticencias en la cúpu-
la del partido gobernante, Partido Socialista Unido de Venezuela
(psuv), en relación con la participación autónoma de los sectores
subalternos; la persistente corrupción en el Estado; los eventuales
excesos verbales del comandante Hugo Chávez Frías. También
existe la crítica a la Venezuela actual sustentada en la nostalgia
reaccionaria. Se asienta en la idea de que la democracia liberal y
representativa que vivió dicho país hasta antes de 1999, era me-
jor que la democracia protagónica y participativa que hoy se está
construyendo en la patria de Bolívar.
He aquí el mito de la democracia prechavista, aquella que na-
ció con el Pacto de Punto Fijo (ppf) en octubre de 1958. Dicho
pacto tuvo un pecado original: el haber sido excluyente y el estar
en la lógica anticomunista de la guerra fría. El ppf pudo darse por-
que una coalición de partidos, Acción Democrática de Rómulo
Bethancourt, el democristiano Comité de Organización Política

344
Electoral Independiente (copei) de Rafael Caldera, la Unión Re-
publicana Democrática (urd) de Jovito Villalba y el Partido Co-
munista de Venezuela (pcv), unieron fuerzas con sectores empre-
sariales y populares para derrocar, en enero de 1958, al dictador
Marcos Pérez Jiménez. En el ppf el pcv fue excluido, y en 1960
también lo fue la urd. ad también hizo una purga interna y exclu-
yó a su ala izquierda, la que después fundaría el Movimiento de
Izquierda Revolucionaria (mir). En la Central de Trabajadores de
Venezuela (ctv), dominada por ad y copei, la purga también fue
feroz y fueron excluidos el pcv, mir, urd y una nueva disidencia
de ad, la ars.
Con estos hechos, la democracia nacida del Pacto de Pun-
to Fijo comenzaba a desvirtuarse. No obstante, la renta petrolera
hizo posible un modelo desarrollista y los venezolanos pudieron
tener una calidad de vida mejor que la de muchos otros latinoa-
mericanos (la “Venezuela Saudita”). Asimismo, fue posible que el
primer gobierno de Carlos Andrés Pérez (1974-1979) formulara
medidas como la política de pleno empleo y la ley contra despi-
dos injustificados, muy bien recibidas en los sectores sindicales.
Por ello, cuando Pérez asumió su segundo período presidencial
(1989-1993), el pueblo venezolano tuvo grandes expectativas
que rápidamente fueron destruidas, pues el flamante Presidente
inmediatamente comenzó a aplicar las recetas neoliberales del
Consenso de Washington. El resultado fue la sublevación de fe-
brero de 1989, conocida como El Caracazo, que fue controlada a
través de un baño de sangre, cuyas cifras todavía son debatidas.
Si nos horrorizamos con las noticias de muertos civiles en Libia
en este momento, igualmente nos deberíamos horrorizar ante las
400-500 personas que el gobierno de Carlos Andrés Pérez asesinó
para controlar la rebelión antineoliberal. Pérez terminó sumido en
un escándalo por malversación y peculado por 17 millones de dó-
lares y tuvo que ser separado del cargo cuando la Corte Suprema
de Justicia dio lugar a un antejuicio. La democracia del Pacto de
Punto Fijo tuvo su última oportunidad con la elección de Rafael
Caldera (1994-1999), quien ganó las elecciones prometiendo una
política apartada del neoliberalismo. Caldera, igualmente, defrau-
dó a sus seguidores al seguir sujeto a los dictados neoliberales.

345
En suma, la democracia prechavista se asentó en la exclusión.
Al asumir el neoliberalismo desvirtuó en el pacto social que la ha-
bía hecho nacer. No fue ajena al ejercicio brutal de la violencia de
Estado, a una corrupción alarmante y estafó a la creciente mayoría
de votantes que no querían al neoliberalismo en Venezuela. Ta-
les fueron los hechos que terminarían haciendo nacer al poderoso
movimiento social y político que llevó a Chávez a la presidencia
en 1999.

8 de marzo de 2011

346
El mito del Chávez golpista

Buena parte de los argumentos en los cuales se fundamenta la de-


recha para sostener el carácter dictatorial del régimen encabezado
por Hugo Chávez es la participación de éste último en la suble-
vación cívico militar del 4 de febrero de 1992. El propio estilo de
Chávez, proclive a la incontinencia verbal, a veces ha alimentado
la imagen odiosa de militar golpista. Pero lo acontecido en febrero
de 1992 dista mucho de ser un golpe de Estado. O por lo menos,
está lejos de ser un golpe de Estado como los que la derecha fe-
licitó durante la época de la guerra fría y la seguridad nacional.
O como el que propició en Venezuela en abril de 2002, cuando
Chávez fue derrocado por 48 horas. La doble moral de la derecha
es tan evidente que durante todo el gobierno de facto de Roberto
Michelleti en Honduras, negó que éste hubiese sido producto de
un golpe de estado.
El golpe de Estado clásico en América Latina casi siempre
ha sido el resultado del consenso de la cúpula militar que rompe
la institucionalidad y derroca al gobierno de turno. El golpe de
Estado clásico no observa una rebelión de mandos medios y bajos
contra la parte fundamental de la cúpula militar. Tampoco observa
la abierta participación civil en el pronunciamiento a no ser el de
las cúpulas de los partidos (generalmente reaccionarios) que han
alentado a los golpistas. Esto fue lo que se observó en Guatemala
en marzo de 1963 con Peralta Azurdia, en marzo de 1982 con Ríos
Montt y en agosto de 1984 con Mejía Víctores. Lo que se observó
en Venezuela en 1992 está más cerca de lo que observamos en
Guatemala el 13 de noviembre de 1960, que lo que pudimos ver
en Chile el 11 de septiembre de 1973. Aunque al final de cuentas
en ambos casos se rompió la institucionalidad, es imprescindible
distinguir al golpe de Estado de la rebelión militar.

347
Lo que hizo un sector de los militares venezolanos encabeza-
dos por Chávez en febrero de 1992 y luego el 27 de noviembre de
ese mismo año, fue una rebelión militar. Esa rebelión había empe-
zado a gestarse desde 1977, cuando un grupo de jóvenes oficiales,
entre los cuales estaba el propio Chávez, hicieron el “juramento
bolivariano”, el mismo que hizo Simón Bolívar en el Monte Sa-
cro. Ruptura de cadenas, elecciones populares, tierras y hombres
libres y horror a la oligarquía, estos fueron los elementos centrales
del juramento que siguiendo a Bolívar hicieron aquellos militares.
Así nació el Ejército Revolucionario Bolivariano 200 que
después, al incorporar a civiles en su organización en 1982, se
convirtió en el Movimiento Revolucionario Bolivariano Revolu-
cionario 200 (mrb-200). El número 200 aludía al bicentenario del
nacimiento de El Libertador. El mrb-200 se vinculó al Partido Re-
volucionario Venezolano (prv), disidencia y evolución del Partido
Comunista Venezolano y de la extinta guerrilla comandada por
Douglas Bravo. Durante diez años los jóvenes oficiales conjura-
dos y aliados a un sector de la izquierda venezolana, mantuvieron
una silenciosa labor organizativa y presenciaron con indignación
la matanza realizada por Carlos Andrés Pérez en febrero de 1989
con motivo de El Caracazo.
En febrero de 1992, el largo proceso de gestación culminó
con la rebelión que fue concebida por sus protagonistas como una
“sublevación cívico-militar” más que como golpe de Estado. Cier-
tamente fueron militares sus principales actores, pero la fracasada
gesta contó con simpatía popular. Prueba de ello es que Chávez
salió de la cárcel en 1994 para iniciar el camino que lo llevaría a
la presidencia del país en 1999.
¿Fue el pronunciamiento encabezado por Chávez una rebelión
militar o un golpe de Estado? Podríamos hacernos la misma pre-
gunta respecto de los acontecimientos del 20 de octubre de 1944,
gesta que hoy evocamos como la “Revolución de 1944”. Al igual
que en Venezuela, lo que aconteció en Guatemala fue el resultado
de un sordo agravio de buena parte de la sociedad en relación con
un régimen que se había vuelto odioso. Igualmente, el eje de la
rebelión fue un sector medio del ejército que se sublevó contra
el alto mando que estaba con el régimen. De manera similar un

348
sector de civiles se sumó al pronunciamiento que el descontento
popular había alentado.
La diferencia fue que la gesta de octubre de 1944 fue victo-
riosa e inició una década de cambios, atajados por una contrarre-
volución que sumió a Guatemala en la tragedia durante más de
cuarenta años. En Venezuela, la rebelión militar de 1992 fracasó,
pero volvió bajo la forma de un victorioso movimiento político
revolucionario cuyo desenlace final aun no conocemos.

13 de abril de 2011

349
El mito de las turbas manipuladas en
Venezuela

Presupuesto fundamental de la concepción de la democracia neo-


liberal, es que el pueblo participa en la vida política nacional solo
en el momento en que acude a las urnas para depositar su voto por
el candidato o candidatos de sus preferencias. Se parte del supues-
to de que la política, en el sentido de la conducción de los asuntos
de gobierno, es algo que corresponde a una élite especializada, a
un grupo de gente que se dedica de manera profesional al ejercicio
de la política. El resto de los ciudadanos o ciudadanas, ni tiene vo-
cación para participar en los asuntos públicos, ni tiene interés, ni
tiene la calificación para hacerlo. He aquí pues la visión elitista de
la democracia liberal y representativa, que se asienta en el fondo
en una aversión a la participación de los de abajo en los asuntos
de gobierno, aversión que podemos calificar como “demofobia”,
siguiendo al politólogo catalán Antoni Domenech.
La vida política venezolana desde hace muchos años, tanto
en los partidarios del presidente Hugo Chávez Frías como en sus
opositores, ha mostrado una enorme capacidad de participación,
saliendo a las calles a apoyar al gobierno como a combatirlo. En
determinado momento, Chávez llamó a los sectores de la opo-
sición con el mote de escuálidos, haciendo alusión a su escaso
número, pero ese calificativo no es exacto. La oposición al gobier-
no de Chávez ha mostrado una gran capacidad de movilización,
como cualquiera lo puede constatar cuando ha visto por la televi-
sión las enormes manifestaciones que en ocasiones han llenado las
calles para expresar su desacuerdo con el Gobierno. La derecha
venezolana, junto a algunas expresiones de izquierda disidente
han sabido movilizar descontentos, agravios y convencimientos
de amplios sectores. Asumo que los mismos han salido a las calles
producto de sus convicciones políticas.

350
Aceptando lo anterior, hay que decir que el movimiento cha-
vista ha sido un extraordinario movimiento social. Empezó a ges-
tarse desde mucho antes de que Chávez se convirtiera en la figura
nacional que capitalizó los agravios en contra del neoliberalismo.
Acaso el momento fundacional de todo este vasto movimiento
haya surgido en febrero de 1989, cuando el gobierno de Carlos
Andrés Pérez, traicionando las expectativas de sus electores,
anunció un paquete de medidas de corte neoliberal y provocó la
sublevación conocida como El Caracazo. La rebelión social fue
apaciguada a costa de una violenta represión que costó centenares
si no es que miles de muertos. Pero nada volvió a ser igual en Ve-
nezuela: el neoliberalismo se convirtió desde entonces en un cri-
men social para la mitad del pueblo venezolano si no es que para
casi las dos terceras partes. Desde El Caracazo hasta la llegada de
Chávez a la presidencia de la república, en Venezuela se esceni-
ficaron más de 1 500 protestas populares de distinta envergadura.
El Movimiento Quinta República (mvr) que lo llevó a triunfar en
las elecciones de 1998, no fue sino la continuación en la política
de un movimiento social de cobertura nacional.
Esta movilización social tuvo otros dos momentos estelares.
El primero fue en abril de 2002, cuando Chávez fue derrocado y
dos días después pudo retomar la presidencia. Esto sucedió por-
que miles y miles de pobladores de los distintos barrios margina-
les de Venezuela le hicieron frente al golpe junto a la participación
decisiva de un fuerte sector del ejército que también lo adversó. El
segundo momento estelar de la participación popular sucedió a fi-
nes de ese año de 2002 y principios de 2003, cuando le hizo frente
a un paro petrolero de 62 días que exigía la renuncia de Chávez.
Fue con el concurso del apoyo de amplios sectores populares y
con la participación de exempleados de la empresa petrolera ve-
nezolana (pdvsa), técnicos de universidades y miembros de las
fuerzas armadas, que se volvió a hacer funcionar la empresa. Se
derrotó así el boicot que con propósitos golpistas habían protago-
nizado sectores importantes de cuadros técnicos altos y medios de
pdvsa con el concurso del sindicato de dicha empresa.
Hoy la participación popular de apoyo al gobierno de Chávez
continúa de manera muy importante en los Consejos Comunales,
de los cuales existen más de 30 mil en todo el país. Esto implica

351
participación de millones de venezolanos en este proceso. Como
suele suceder en todo proceso en el que están planteados cambios
radicales, existe en Venezuela una polarización y la misma está
asentada en una politización de la sociedad civil, tanto la que des-
de la izquierda apoya al Gobierno como la que desde la derecha
lo combate.
Nada de esto tiene que ver con turbas manipuladas.

16 de marzo de 2011

352
El mito del populismo chavista

Uno de los éxitos ideológicos de la derecha en el mundo y en Amé-


rica Latina ha sido la resignificación de la categoría de populismo.
Hasta antes de la ofensiva política, económica e ideológica del
neoliberalismo, comenzada a fines de los años setenta y principios
de los ochenta del siglo xx, la sociología latinoamericana había
definido claramente lo que significaba populismo: un movimiento
de modernización capitalista que hizo uso de la incorporación de
nuevos sectores sociales en las urbes. Buscó la industrialización y
fomentó el mercado interno, para ello propició una elevación de
los ingresos de amplios sectores de la población. Para conseguirlo,
el populismo en no pocas ocasiones se enfrentó a las oligarquías
de los países en donde se observó el fenómeno y también a los
Estados Unidos de América. La fraseología del populismo fue por
ello, en no pocas ocasiones, antiimperialista y antioligárquica. El
populismo se asentó en figuras carismáticas, usualmente oradores
eficaces, y fue en materia de política, sobre todo, un movimiento
descendente, es decir, esencialmente autoritario.
Tal es, en brevísimas palabras, lo que los estudiosos de las
ciencias sociales aprendimos en las décadas de los años sesenta y
setenta del siglo pasado, de autores como Gino Germani, Torcuato
di Tella, Fernando Henrique Cardoso, Enzo Falleto, Ottavio Ianni,
Ruy Mauro Marini, Agustín Cueva, Carlos Vilas y otros más. Con
las categorías construidas por estos sociólogos latinoamericanos,
aprendimos a analizar los paradigmáticos casos de Getulio Vargas
en Brasil, Juan Domingo Perón en Argentina y José María Velasco
Ibarra en Ecuador.
Desde hace varios años, el neoliberalismo le dio al populismo
otra acepción semántica. Populismo fue el gasto irresponsable del
erario público en medidas demagógicas para obtener los votos de
los sectores más pobres y marginales de la sociedad. Populismo

353
fue también el retorno de una forma arcaica y autoritaria de la
política, porque lo moderno era la democracia liberal y represen-
tativa, sobre todo en su versión electoral. En suma, populismo fue
todo aquello que no concordara con el dogmatismo del recetario
neoliberal.
Con esta nueva versión del populismo se han analizado fi-
guras como Evo Morales, Rafael Correa y, por supuesto, Hugo
Chávez Frías. Ninguno de estos personajes puede ser calificado de
populista, simplemente porque es crítico del recetario neoliberal.
Su relación con los sectores populares que lo apoyan es esencial-
mente distinta de lo que antaño practicó el populismo. Un hecho
relevante lo demuestra cómo la población de El Alto, aledaña a La
Paz en Bolivia, se comportó ante una elevación del precio de la
gasolina en diciembre de 2010. El conato de rebelión terminó con
la medida dispuesta por el gobierno de Evo Morales y éste tuvo
que hacerse una autocrítica. Igualmente, Chávez ha salido a luchar
a brazo partido por la mayoría electoral, la cual en dos ocasiones,
al menos, no ha obtenido.
La categoría de populismo ha ocupado el lugar que durante la
Guerra fría ocupó en labios de la derecha la de comunismo. Ayer,
el apelativo de comunista era usado para satanizar a cualquiera
que buscara por medio de la reforma o la revolución un cambio
social. Hoy, la categoría de populista cumple similar función y
tiene un contenido peyorativo e ideologizado. Hugo Chávez no
puede ser calificado de populista a no ser que se resignifique la
categoría, como lo ha hecho la derecha neoliberal en los últimos
tiempos. Sus objetivos no son similares a los de los populistas
porque los de él y su movimiento implican una transformación
esencial de la sociedad capitalista en Venezuela (el socialismo del
siglo xxi). La relación entre Estado y masas populares es distinta
porque si bien podemos advertir rasgos autoritarios y descenden-
tes en el gobierno venezolano, también podemos ver rasgos de-
mocráticos radicales y ascendentes, como son los más de 40 mil
Consejos Comunales. Los sectores populares chavistas, que son
una porción significativa de la población, han salido en defensa
de ese proceso de manera autónoma como aconteció con el derro-
camiento de Chávez por 72 horas en abril de 2002, y luego en el
marco del paro petrolero que la oposición impulsó entre diciembre

354
de ese año y enero de 2003. El proceso venezolano ha implicado
una politización de los sectores populares que lo han apoyado, que
no se condice con lo que observamos en los procesos populistas
del siglo xx.
Lo que hoy observamos en Venezuela es un proceso revolu-
cionario que no tiene las características de las revoluciones en los
siglos precedentes. No hay una conquista violenta del poder, no
hay el desplazamiento total de la clase dominante del poder del
Estado, no hay medidas revolucionarias radicales efectuadas en
un lapso relativamente breve de tiempo ni hay una disolución ra-
dical de las instituciones establecidas. Pero el Estado y la sociedad
civil se han convertido en territorio en disputa y se observa un
naciente poder constituyente, ese poder que viene de abajo, de los
sectores que nunca han tenido ni voz ni poder.
El analista serio debería ver el proceso contradictorio que hoy
vemos en Venezuela y discernir de las inercias y atavismos, lo
novedoso que allí se está gestando.

20 de marzo de 2011

355
Chávez, democracia o dictadura

El ataque más frecuente al gobierno de Chávez en Venezuela es


el de calificarlo como un gobierno dictatorial. La derecha y los
distintos portavoces de la Casa Blanca han sido adalides en la pro-
pagación de dicha imagen. Por supuesto, los grandes medios de
comunicación y la Sociedad Interamericana de Prensa han sido
entusiastas propaladores de esta visión. Varios argumentos se dan
para construir la imagen del Chávez dictador. Uno de ellos ha sido
la cancelación de la concesión para televisión abierta de Radio
Caracas Televisión (rctv). Otro ejemplo más lo ha sido el que
pese a los resultados del referéndum de 2007, Chávez volverá a
contender para la presidencia en 2012. Otro más, el de la Ley Ha-
bilitante que da facultad a Chávez para emitir leyes.
En la primera aseveración se pasa por alto el que la referi-
da empresa televisiva fue un actor central en el derrocamiento de
Chávez por 72 horas. Sus emisiones fueron decisivas en la crea-
ción de una imagen caótica del país y un golpe de Estado victo-
rioso que lo conduciría al orden. rctv fue parte del entramado
golpista de 2002, pero no sólo en abril de 2002, sino también en
el contexto del paro petrolero, con el cual se quiso reventar al
gobierno de Chávez a fines de ese año y principios de 2003. La
respuesta lógica que hubiera dado cualquier gobierno, incluido el
de los Estados Unidos de América al encontrarse en una situación
similar, hubiera sido, simplemente, no renovar la concesión a la
referida empresa cuando ésta expiró en 2007. En ese mismo año,
el oficialismo chavista fue derrotado en el referéndum sobre una
reforma constitucional, que entre sus 69 propuestas incluía la de
revocar la limitación a dos mandatos para la presidencia conteni-
da en la actual Constitución, permitiendo una nueva candidatura
tras dos períodos presidenciales consecutivos. Fue equivocada la
interpretación de medios y analistas internacionales que vieron en

356
este punto una causa principal para la derrota de la reforma. En el
debate público en Venezuela la cuestión no tuvo mucha importan-
cia y en febrero de 2009, las fuerzas de gobierno ganaron con un
55% de los votos otro referéndum para revocar la limitación a dos
mandatos para la presidencia, gobernadores y alcaldes.
La Ley Habilitante comenzó en 2000, cuando con 66% de los
diputados de la Asamblea Nacional favorables al Gobierno, ésta
le otorgó poderes especiales a Chávez para emitir 49 leyes, entre
las cuales estaba el aumento en 30% de los impuestos a las trans-
nacionales que participaban en actividades relativas al petróleo,
y una ley de reforma agraria que permitió expropiar latifundios y
repartir tierras entre los campesinos. Las 49 leyes fueron un factor
clave en la intentona golpista de 2002. Las posibilidades de la Ley
Habilitante están dadas por el grado de influencia en la Asamblea
Nacional que pueda tener el oficialismo en Venezuela. En las elec-
ciones parlamentarias de 2005, la derecha venezolana cometió la
tontería de no participar y le dejó la mesa servida a Chávez en la
Asamblea. En las elecciones parlamentarias de 2010 la derecha no
repitió el mismo error y consiguió 40% de las curules de la nueva
Asamblea, por lo que Chávez verá limitadas las posibilidades de
la Ley Habilitante pues no posee las dos terceras partes de los
diputados que es lo que necesitaría para emitir leyes sustanciales.
Chávez y sus seguidores se han impuesto a través de medios
democráticos derrotando a la derecha en procesos electorales y
referéndums. El chavismo triunfó en las elecciones presidencia-
les de 1998, 2000, 2006; en las elecciones regionales de 2004 y
2008; en el referéndum revocatorio de 2004, y en las elecciones
parlamentarias de 2005. Ha sido derrotado de manera apretada en
el referéndum de 2007 y en las elecciones parlamentarias de 2010.
Todos estos procesos electorales han sido rigurosamente vigilados
por organismos internacionales.
Más allá de la democracia electoral, en Venezuela existen más
de 30 mil Consejos Comunales, órganos de participación popular
en los cuales intervienen millones de venezolanos en temas loca-
les y deliberaciones nacionales. Las diferentes “misiones”, como
se llama a los programas sociales del Gobierno, han logrado abatir
la pobreza y miseria de 75.5% en 1998 a 29% en la actualidad. En
los años noventa el índice de Gini, que mide la desigualdad social,

357
era de los peores del continente. Hoy es el mejor con 0.393. Antes,
20% de la población más rica se apropiaba de 53% del ingreso
nacional, hoy lo hace en 45%.
¿Democracia o dictadura? Habrá que definir qué tipo de de-
mocracia se está construyendo en Venezuela. Y si ese proceso no
implica riesgos autoritarios.
Pero hoy, no existe dictadura en Venezuela.

30 de abril de 2011

358
Chávez, legado y posteridad

Indudablemente, la esperada muerte de Hugo Chávez ha sido un


acontecimiento de repercusiones continentales sino es que de
impacto mundial. Fue impresionante ver en la transmisión del
funeral por cnn a un Raúl Castro apesadumbrado y a un Rafael
Correa devastado. También lo fue presenciar cómo lloraban los
presidentes Lukashenko de Bielorrusia y Ahmadineyad de Irán.
Lágrimas que ciertamente rompían el protocolo acostumbrado en
los funerales de Estado. El pesar fue evidentemente compartido
por Evo Morales, presidente de Bolivia. Los casos citados pueden
ser explicables por la afinidad ideológica o el antiimperialismo
compartido por los presidentes antes mencionados. Sin embargo,
la conmoción embargó más allá de las formalidades a tres presi-
dentes latinoamericanos que tienen una ideología diametralmente
opuesta a la que tuvo el desaparecido presidente venezolano: Otto
Pérez Molina de Guatemala, Sebastián Piñera de Chile y Juan Ma-
nuel Santos de Colombia. Éstos elogiaron las virtudes del desapa-
recido líder venezolano, pero fueron más allá de los formalismos
acostumbrados en estas ocasiones. Los tres expresaron de manera
sincera sus condolencias a pesar de que externaron sus diferencias
con el jefe de la revolución bolivariana. En el caso del presidente
Santos de Colombia, los motivos pueden ser fácilmente entendi-
bles. Hugo Chávez y él pudieron recomponer las relaciones su-
mamente deterioradas por el antecesor de Santos, el derechista
Álvaro Uribe. La alianza de Chávez y Santos fue evidente en el
Pacto de Cartagena que le dio una salida al conflicto que provocó
el derrocamiento de José Manuel Zelaya en la Honduras de 2009.
La amplia cobertura que los medios de comunicación
electrónicos –en lo esencial en manos de las cúspides
empresariales y la derecha–, le dieron al deceso y funeral de Hugo
Chávez, revelan la profunda huella que éste dejó en los catorce

359
años transcurridos desde su elección y sucesivas presidencias.
Los analistas de derecha han enfatizado en las dos falacias
que constantemente esgrimieron los medios de comunicación
dominantes: el carácter dictatorial de su gestión presidencial y la
tesitura populista de sus políticas. Dos mentiras repetidas miles
de veces para construir en Chávez la imagen de bestia negra.
Terminada la Guerra fría, Chávez sustituyó a Fidel Castro en la
satanización que éste sufrió durante los últimos cuarenta años del
siglo xx. ¿Chávez dictador?¡Derrotó una y otra vez a las derechas
venezolanas en elecciones libres y limpias! Y como hasta cnn lo
aceptó, en ese sentido murió victorioso. Por ello, desde el punto
de vista de la democracia liberal y representativa, la acusación
de dictador a Chávez resulta sumamente endeble. Y desde la
perspectiva de la democracia participativa, allí están los más de
30 mil consejos comunales que son escenario de participación
en asuntos locales de más de siete millones de venezolanos.
La acusación de populista solamente se sostiene si se tiene una
noción de populismo que es ajena a los cánones de la ciencia
social latinoamericana y se acusa de populista a todo fenómeno
político que se aleja del neoliberalismo.
Ha desaparecido un liderazgo difícilmente repetible. Su lega-
do es una Venezuela que ha empezado a caminar por los rumbos
del posneoliberalismo. Que ha abatido la pobreza y recuperado
independencia. Ese legado también lo constituyen los efectos que
tuvo su visión de las relaciones internacionales, la globalización
y los impactos de ésta en el planteamiento de la integración lati-
noamericana. La huella de Chávez se expresa no solamente en la
alba, sino también en la unasur, la celac y la impronta que dejó
a instituciones previas al liderazgo político de Chávez como es el
mercosur.
Con Chávez muere un líder como los que surgen solamente de
vez en cuando. Muere también un estadista de dimensiones mun-
diales. He aquí pues, los motivos de una inapagable posteridad.

16 de marzo de 2013

360
Venezuela, la Cuba de hoy

Cuando el mundo progresista recién celebra el inicio moderado


de la distensión entre Cuba y los Estados Unidos de América, el
presidente Barak Obama cambia de enemigo en Latinoamérica y
anuncia que considera a Venezuela una amenaza a la seguridad
nacional estadounidense. Cuando la amenaza comunista ha desa-
parecido, y la propia Cuba ha iniciado un proceso que busca meter
la economía de mercado en la isla, la Casa Blanca ha elegido al
gobierno de Nicolás Maduro para atacarlo de manera inmiseri-
corde.
Se trata de una acción concertada con diversos actores para
derrocar al gobierno venezolano. Golpearlo en el momento en que
se enfrenta a un proceso electoral, tentativas de golpe de Estado
y una crisis económica. Se busca infundir miedo respecto de un
enfrentamiento con el Imperio. La presión internacional es fuerte
e incluye a un expresidente colombiano (Pastrana) y a uno chileno
(Piñera), pretendiendo entrar en la cárcel en donde se encuentra
el líder opositor Leopoldo López. También las presiones al presi-
dente Santos para que se pronuncie sobre la tentativa de Pastrana
y, finalmente, un respaldo a la causa de la libertad de López que
incluye al presidente Obama y al vicepresidente Biden, al papa
Francisco, a Rajoy y a los expresidentes Arias, Cardoso, Gonzá-
lez, Aznar, Lagos, Piñera, Toledo, Uribe, La Calle, Calderón, Qui-
roga, Hurtado y Prodi.
La búsqueda de un concierto latinoamericano que ha estado
propiciando Washington y la derecha latinoamericana, es parecida
a la que en 1954 enfrentó Guatemala cuando se aisló al presidente
Arbenz en un proceso que culminaría poco tiempo después en su
derrocamiento. La vieja arma anticomunista de contraponer de-
mocracia a dictadura la estamos viendo hoy esgrimida contra Ve-
nezuela. Como se usó y se sigue usando contra Cuba mientras que

361
no se esgrime contra China, país que exhibe un innegable autorita-
rismo. Es imposible para Estados Unidos un bloqueo a China por
la magnitud de ésta y porque la interdependencia entre ambos paí-
ses es tan grande que una acción de esta naturaleza se le revertiría
devastadoramente. También resulta impensable desestabilizar a
China como lo han hecho con Guatemala, Cuba, Granada, Nicara-
gua y ahora lo están haciendo con Venezuela. Obama ha declarado
que este último país le ha ocasionado una “emergencia nacional”
y es una amenaza a la seguridad nacional estadounidense. ¿Tiene
Venezuela armas químicas, biológicas o nucleares como se mintió
con respecto a Hussein en Irak? Lo que según Washington hace
que Venezuela resulte una amenaza a la seguridad nacional es que
en dicho país hay erosión de las garantías de derechos humanos,
persecución de opositores políticos, restricciones a la libertad de
prensa, violencia, arrestos arbitrarios, detención de manifestantes
antigubernamentales y corrupción pública significativa.
Esto y más es lo que se vivía con las dictaduras militares que
Washington apoyó con entusiasmo en el pasado. Washington con-
sidera una amenaza a Venezuela porque el chavismo desarticuló
sus planes imperialistas (alca) y porque propició la independen-
cia actual de varios países latinoamericanos respecto del imperio.
Hoy le pasa la factura.

20 de marzo de 2015

362
Venezuela, la técnica del golpe de Estado

Al observar las noticias que sobre Venezuela están difundiendo


los grandes medios de comunicación, me fue inevitable recordar
el título del famoso libro de Curzio Malaparte Técnica del Golpe
de Estado. Libro malogrado pero famoso, que equipara la Revo-
lución Rusa a un golpe de Estado. Después de que el Tribunal
Supremo de Justicia suspendió a la Asamblea Nacional, el poder
mediático internacional clamó a los cuatro vientos que había ha-
bido golpe de Estado en dicho país. No revelaron, por supuesto,
lo que en un documento del Comando Sur de los Estados Unidos
de América ha instruido a la derecha venezolana para finalmente
desembarazarse del chavismo.
La oportunidad es de oro para hacerlo: después de muchos
años, la derecha es mayoría en la Asamblea Nacional y está suma-
mente empoderada; la baja del precio internacional del petróleo ha
disminuido 62% las divisas; los ataques económicos de la derecha
nacional e internacional, la tasa especulativa del dólar, el contra-
bando de extracción de productos, el acaparamiento y mercado
negro de productos subsidiados, han disparado 70% la inflación.
Todo esto ha generado descontento en sectores que antaño apoya-
ban al chavismo, lo que unido a la base social en clases medias y
altas de la derecha, la ha convertido en un enemigo capaz de hacer
significativas movilizaciones de masas. Además, el proceso boli-
variano ha perdido a su líder carismático por lo que el Gobierno
tiene un vacío que no podrá llenar.
Así las cosas, lo que observamos en Venezuela en estos mo-
mentos forma parte del libreto de la técnica del golpe de Esta-
do que elaboró desde principios del año pasado el Comando Sur.
Éste aconseja las siguientes medidas: campaña mediática interna-
cional difundiendo la imagen del gobierno de Maduro como una
dictadura asentada en la violencia (véanse las imágenes de niños

363
sirios golpeados por soldados estadounidenses difundidas como
ocurridas en Venezuela); activación de la Carta Democrática Inte-
ramericana de la oea para solicitar la invasión militar a Venezuela;
propiciar y financiar movilizaciones y violentos disturbios calle-
jeros para distraer a las fuerzas de seguridad y crear una imagen
internacional caótica del país (los disturbios han ocurrido sola-
mente en 1% del territorio venezolano); aprovechar la mayoría
en la Asamblea Nacional para boicotear la labor gubernamental,
interpelar gobernantes, derogar leyes, obstruir créditos y convocar
movilizaciones; aprovechar las consecuencias de la crisis y guerra
económica (escasez de alimentos, agua, electricidad) para atizar el
descontento. El objetivo estratégico sería que la derecha opositora
articulada en la Mesa de Unidad Democrática (mud), pese a sus
enconadas rivalidades internas, sea capaz de crear las condiciones
para el derribamiento de Maduro. Si esto no fuera posible –porque
las fuerzas armadas siguen apoyando a la revolución bolivariana–,
entonces habría que llevar al máximo la ingobernabilidad para le-
gitimar la intervención militar extranjera.
Todo esto es un escenario que es una suerte de combinación
de lo ensayado en Guatemala (1954) y en Chile (1973): propa-
ganda negra anticomunista, ingobernabilidad con caos provocada,
avivamiento de la crisis política y económica. He aquí el viejo
libreto de una intervención imperialista anunciada.

27 de abril de 2017

364
La nueva batalla por la legitimidad

En un artículo que publiqué en abril de 2013, respecto de la apre-


tada victoria de Nicolás Maduro en las recién celebradas eleccio-
nes presidenciales, expresé que la izquierda se ve obligada a ganar
ampliamente las elecciones para que su triunfo no sea cuestiona-
do. El 1.78% de diferencia no le alcanzó a Nicolás Maduro para
evitar ser cuestionado por Washington, la derecha neoliberal inter-
nacional y los grandes medios de comunicación. En cambio, sí le
alcanzó en México a Felipe Calderón el 0.56% con el que se dice
le ganó a Andrés Manuel López Obrador. Estamos procesando en
este momento las noticias respecto de las elecciones para la Asam-
blea Constituyente en Venezuela; sabemos que votaron 8 089 160
millones de personas (más de 41% del padrón electoral). La des-
calificación de ese nivel de participación no se ha dejado esperar.
La derecha neoliberal venezolana, que infló más de tres veces
el número de votantes en el ilegal plebiscito que organizó el 16 de
julio de 2017, ahora dice que en las elecciones constituyentes del
30 de julio, solamente votó 12% del padrón electoral. La empresa
encargada del conteo se ha unido a dicha descalificación, diciendo
que se manipuló el número de votantes en dicha consulta. La oea
y muchos países de América Latina y Europa, que no dijeron nada
respecto del ilegal plebiscito, ahora consideran espurias las elec-
ciones constituyentes repitiendo el argumento de la derecha: no se
hizo una consulta previa al pueblo venezolano para saber si quería
las referidas elecciones constituyentes.
Asumiendo que en las elecciones del pasado domingo votaron
los más de ocho millones de electores, sería la votación más cuan-
tiosa que ha tenido la Revolución Bolivariana: Chávez ganó en
1998 con 3.673 millones (56.2%); en la consulta de abril de 1998
para saber si se quería una Asamblea Constituyente el Sí obtuvo
3.630 (87.8%); en las elecciones de septiembre de ese año para

365
la primera constituyente el chavismo obtuvo 3.301 (65.8%); en
las elecciones de 2000, Chávez obtuvo 7.309 (62.8%); en el refe-
rendo de 2007 perdido por el chavismo, este obtuvo 4.5 millones
(49.3%); en el referendo de 2009 para saber si Chávez podría re-
elegirse, el Sí triunfó con 6.319 (54.8%); en su tercera reelección
de 2012, Chávez obtuvo 7.505 (55%); en abril de 2013, Maduro
ganó la presidencia con 7.505 (50.61%); en las elecciones legis-
lativas de diciembre de 2015 el chavismo las perdió obteniendo
5.622 (32.9)%.
En términos absolutos, la Revolución Bolivariana obtuvo el
30 de julio de 2017, 730 mil votos más que el mejor resultado que
haya obtenido en su historia (los 7.309 de 2000). Pero al igual que
las anteriores, esta batalla electoral es una nueva batalla por la le-
gitimidad. Y la misma se libra en el terreno desigual del combate
contra los pulpos mediáticos de todo el mundo. El chavismo y las
fuerzas progresistas del mundo tendrán que librar en las próximas
semanas el combate contra el aforismo de Joseph Goebbels, el
ministro nazi de propaganda: una mentira repetida mil veces se
vuelve verdad.

3 de agosto de 2017

366
La hegemonía empieza por la comida

Los días transcurridos entre el 17 y 20 de julio de 2017, tuve el


gusto de atender una invitación hecha por la Secretaría de Cultura
del fmln de El Salvador. Participé junto con el intelectual vene-
zolano Luis Britto, en los Diálogos Culturales de Invierno que
programa anualmente dicha organización.
En esta ocasión, las sesiones fueron en San Salvador y en el
departamento de San Vicente, el tema fue “Resistencia latinoa-
mericana ante la amenaza intervencionista”. Obviamente, el tema
central fue el embate brutal que está afrontando la revolución bo-
livariana en Venezuela.
Resulta claro que hoy encontramos una derecha violenta y
ensoberbecida después de su triunfo electoral en las elecciones le-
gislativas de diciembre de 2015. Desde enero de 2016, la derecha
no ha cejado en obstaculizar la labor del ejecutivo en manos de
Nicolás Maduro y ha estado fraguando la manera de derrocarlo.
Se ha montado la derecha en el debilitamiento de la hegemonía
bolivariana que la crisis económica empezó a ocasionar. Indepen-
dientemente de la crisis económica, la derecha ha estado usando
un arma poderosa en sus intentos para abatir al gobierno de Ma-
duro y, con ello, hacer triunfar la contrarrevolución. Esta arma es
el desabastecimiento de productos de consumo básico, principal-
mente, la comida. Acontece que Venezuela produce 88% de los
alimentos que necesita su población e importa el 12% restante.
Pero son unas cuantas empresas privadas las que monopolizan la
importación y distribución de esos alimentos. Al igual que sucedió
con el gobierno de la Unidad Popular en Chile, con los sandinistas
en su primer periodo y con la revolución cubana a lo largo de toda
su historia, el imperio y la reacción interna han usado el desabas-
tecimiento como un arma para erosionar el apoyo popular a esas
revoluciones. Le toca el turno hoy a Venezuela.

367
No le falta razón a la derecha y al Imperio en el uso de esta
arma. Fue el desabastecimiento de pan lo que exasperó al pueblo
francés e hizo estallar la revolución francesa. Los bolcheviques
triunfaron en 1917 con dos consignas complementarias: “Pan y
paz” y “Todo el poder a los Soviets”. Recuerdo muy bien lo que
me dijo un integrante de uno de los flamantes Comités de Au-
todefensa Sandinista al visitar Nicaragua en diciembre de 1979,
cuando todavía Managua observaba los destrozos provocados por
la guerra civil que derrotó a Somoza: me aseveró que su apoyo a
la revolución sandinista se daría siempre y cuando les respetaran
su religión y no hubiera colas.
Hoy la revolución bolivariana ha remontado el escuálido ple-
biscito organizado por la derecha, aunque no necesariamente la
guerra mediática que blasona mentirosamente millones de votan-
tes en dicho plebiscito. Pero hay una batalla que es decisiva en
las actuales circunstancias. Es la que se libra por la comida que es
acaparada, exportada a países vecinos o vendida a precios exhor-
bitantes en el mercado interno. Gramsci escribió alguna vez que la
hegemonía siempre tenía un sustento material. Venezuela lo está
mostrando en el momento actual.

27 de julio de 2017

368
México en tiempos de Morena
El fenómeno amlo en México

Si Andrés Manuel López Obrador (amlo) gana la contienda elec-


toral del 1 de julio de 2012, México observará un punto de in-
flexión en su proceso político. Si pierde, de todos modos habrá
hecho historia. Muy probablemente amlo seguirá siendo el líder
moral de un movimiento, en este momento llamado Movimiento
de Regeneración Nacional (Morena), el cual acaso se convierta
en un partido político. López Obrador ha tenido una vida política
muy intensa en los últimos seis años. En primer lugar, tuvo que
conducir la indignación de al menos 35% del electorado mexica-
no, el cual estuvo convencido de que Felipe Calderón, el candi-
dato de la derecha clerical-neoliberal, había sido impuesto como
presidente mediante un fraude.
La polarización que se observó entre 2005 y 2006, motiva-
da por el temor de la derecha ante una candidatura que se veía
imbatible, se expresó en un estado de crispación social extrema
que fácilmente podría haber terminado en un escenario violento.
El plantón que se organizó después de las elecciones de 2006,
mediante el cual se partió a la ciudad de México en dos partes,
pues atravesó toda la avenida de la Reforma hasta llegar al Zócalo,
tuvo un costo político grande pero tuvo el mérito de canalizar por
una vía pacífica el descontento extremo ante un proceso electoral
viciado.
Habiéndolo nombrado el vasto movimiento social y político
“Presidente legítimo” para deslegitimar a Felipe Calderón, López
Obrador inició giras que llegaron a los más de 2 400 municipios
de México en un territorio de más de un millón de kilómetros cua-
drados. López Obrador conoce a México de manera profunda y
cercana. Su liderazgo, acaso el más importante desde la época de
Lázaro Cárdenas, probablemente esté asentado en los sentimien-
tos más profundos de la nación.

371
La honradez de López Obrador es reconocida hasta por sus
más acerbos críticos. Siempre ha vivido modestamente y lo con-
tinúa haciendo en un departamento de medianas proporciones en
la ciudad de México. Está lejos pues, de la opulencia que rodea
al candidato del Partido Revolucionario Institucional (PRI), En-
rique Peña Nieto. López Obrador ha hecho de la lucha contra la
corrupción una de sus banderas principales con lo cual responde
al hartazgo que en México existe, respecto de una clase política
que vive de manera opulenta y a menudo se ve involucrada en
escándalos de corrupción y asociación con el crimen organiza-
do. La gente que apoya a López Obrador ve en él a un hombre
que predica con el ejemplo, aunque sus adversarios hayan querido
mancharlo con los actos corruptos de una parte ínfima de sus co-
laboradores.
Ascético y al parecer con convicciones religiosas profundas,
López Obrador ha planteado además un proyecto alternativo de
nación que implica un cambio de la política económica neoliberal
que ha fracasado en México. Responde con ello a una estrategia
fallida: México ha crecido en los últimos treinta años a un pro-
medio de 2%, tasa que vinculándola con la del crecimiento de la
población queda en 0%.
Hay en el país 7 300 000 jóvenes que no están estudiando ni
trabajando. La precarización laboral es rampante y el campo ha
sido destruido por el neoliberalismo. Esto explica la estampida
migratoria mexicana hacia los Estados Unidos de América. Expli-
ca también la disposición de significativos sectores de la población
a involucrarse en actividades delictivas, tanto las de orden común
como las del crimen organizado. Lo que ha hecho el gobierno ac-
tual a cargo del Partido Acción Nacional (pan para combatir el
narcotráfico es echarle fuego al fuego, en lugar de desactivar las
causas económicas y sociales que han provocado la proliferación
de la delincuencia callejera y el narcotráfico.
Las inspiraciones ideológicas de López Obrador no provienen
del marxismo o de cualquier otra ideología similar. Provienen del
espíritu republicano de José María Morelos, del ejemplo de aus-
teridad republicana y laicismo de Benito Juárez, de las profundas
preocupaciones sociales de Ricardo Flores Magón y del espíritu
nacionalista de Lázaro Cárdenas. Si llega a gobernar, obviamente

372
no podrá renunciar al tlc pero mirará hacia el sur también; pro-
tegerá Petróleos Mexicanos (pemex) del saqueo que actualmente
sufre y la mantendrá como patrimonio de la nación; construirá
refinerías para dejar de vender petróleo para comprar gasolina;
fomentará la producción para el mercado interno; desarrollará po-
líticas sociales; propiciará una democracia participativa además
de la representativa; incorporará a los indígenas en el marco de las
autonomías y el respeto a los usos y costumbres y, por supuesto,
combatirá a ese monstruo de mil cabezas que es la corrupción.
Probablemente inaugure un nuevo paradigma de hacer go-
bierno con la austeridad y la honradez en las manos.

14 de junio de 2012

373
México, veinte años de zapatismo y tlcan

En el imaginario mexicano de los últimos veinte años, han estado


asociados el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (tl-
can) y la rebelión zapatista. EL tlcan como símbolo del proyecto
de desmantelamiento de la nación mexicana y, el segundo, como
símbolo de una resistencia a la globalización neoliberal. Como es
harto sabido, esta vinculación se dio porque el inicio abierto de la
rebelión zapatista aconteció el 1 de enero de 1994, el mismo día
en que el tlcan iniciaba su funcionamiento. Recuerdo bien ambos
acontecimientos. Carlos Salinas de Gortari había remontado en
gran medida su ilegitimidad ocasionada por el fraude electoral de
1988 y seducía a una parte importante del país con las prome-
sas neoliberales y el espejismo de la entrada de México al primer
mundo. El neoliberalismo se encontraba en su momento climático
y fuera de la resistencia del Partido de la Revolución Democrática
(prd), la autoridad moral de Cuauhtémoc Cárdenas y los movi-
mientos sociales, nada parecía oponerle una barrera significativa.
La implantación neoliberal en México ya estaba costando al prd el
asesinato de aproximadamente 400 de sus militantes.
Este fue el contexto en el que el primer día de 1994, surgió de
las cañadas y la selva de Chiapas una multitud de indígenas con
pasamontañas que tomaron diversos poblados y ciudades entre
ellas San Cristóbal de las Casas. Dijeron ser parte del Ejército Za-
patista de Liberación Nacional e iniciaron una lucha armada que
duró doce días y tuvo efectos políticos universales. En México, el
zapatismo arrastró a cientos de miles de personas que manifestán-
dose fueron poderosa barrera de contención para que el gobierno
salinista no procediera a arrasarlo con su innegable superioridad
militar. En el mundo, el zapatismo mostró que el fin de la historia
que pregonaba el neoliberalismo era una patraña.

374
El levantamiento zapatista daba continuidad a la rebelión an-
tineoliberal en Caracas de febrero de 1989, pero tuvo una proyec-
ción universal que habría de despertar a los movimientos alter-
mundistas en diversas partes del mundo. La rebelión de Seattle en
febrero de 1999 fue la continuidad de los efectos del zapatismo en
el mundo y un síntoma de que no solamente en el sur del planeta
la resistencia antineoliberal se estaba manifestando. Según un in-
forme hecho por la Fundación Friedrich Eberth, hoy la resistencia
antineoliberal se ha generalizado: entre 2006 y 2013 hubo 843
protestas masivas en 84 países que representan 92% de la pobla-
ción mundial; las protestas se han incrementado de 59 en 2006 a
160 en 2012; y 304 de las 843 (36%) se han observado en Estados
Unidos y Europa.
En México, el tlcan muestra que solo es un éxito para el pu-
ñado de empresarios beneficiados por la globalización. La pobre-
za afecta 52% de la población, mientras 22% es miserable. A 28
millones de mexicanos no les alcanza su ingreso ni siquiera para
alimentarse.
En 1993 la balanza comercial de México tenía un superávit
de 500 millones de dólares, hoy tiene un déficit de 2 mil. Se per-
dieron dos millones de empleos en el campo y cinco millones de
campesinos lo abandonaron. Y en este contexto, el narcotráfico ha
ocupado ese vacío, como lo demuestra el dato de que, en 2004,
aproximadamente 100 mil hectáreas del país estaban dedicadas
al cultivo de estupefacientes. México ha perdido su soberanía y
seguridad alimentaria: la dependencia alimentaria es de 46%. La
elite dominante ha abandonado la idea de nación. Mientras tanto,
el zapatismo pese a sus errores, perdura en los 27 municipios de
Chiapas y las cinco Juntas de Buen Gobierno en donde se ensaya
otra idea de la política y de la economía.
He aquí pues un sucinto balance de veinte años.

9 de enero de 2014

375
El nacimiento de un nuevo partido

Escribo estas palabras días antes del congreso fundacional en Mé-


xico del Movimiento de Regeneración Nacional (Morena). Y este
artículo se publicará cuando se haya realizado tal congreso el 19
y 20 de noviembre. Morena le dará continuidad al vasto movi-
miento social y político que comenzó entre 2003 y 2004, cuando
Andrés Manuel López Obrador empezó a marcar el horizonte po-
lítico mexicano.
Después de casi diez años de existencia, puede decirse que
este movimiento ha marcado la historia de México. Las marcas in-
delebles comenzaron con la organización de las redes ciudadanas
en 2004, la lucha contra el desafuero de López Obrador en 2005,
la lucha electoral de 2006 que terminó en el fraude electoral de ese
año, la fundación de las casas del movimiento y la Convención
Nacional Democrática (cnd). A partir de ese año, la afiliación de
dos millones de personas como adherentes al llamado gobierno
legítimo encabezado por el propio López Obrador, la lucha vic-
toriosa contra la privatización del petróleo en 2008, el proceso
de afiliación de los llamados protagonistas del cambio verdadero,
que también sumaron varios millones de personas, la fundación
de los comités seccionales y municipales en los últimos seis años
y, finalmente, la participación electoral en 2012, en el cual Mo-
rena, el Partido de la Revolución Democrática (prd), el Partido
del Trabajo (pt) y el Movimiento Ciudadano (mc), conquistaron
alrededor de 16 millones de votos.
Las elecciones de 2006 fueron fraudulentas, porque el Partido
Acción Nacional (pan), en complicidad con el Partido Revolucio-
nario Institucional (pri), se robó las elecciones. Las de 2012 tam-
bién fueron fraudulentas porque el pri en complicidad con el pan,
compró dichas elecciones: en suma, adulteración de resultados en
2006 y compra-coacción de votantes en 2012. Nació Morena en

376
este contexto y también en medio del desprestigio mundial de la
política, los partidos y los políticos. Como en todas partes, los
partidos políticos mexicanos están caracterizados por las castas
burocráticas o nomenclaturas que se perpetúan en el ejercicio
del control burocrático de dichas organizaciones políticas. Éstos,
en lo fundamental, actúan como maquinarias electorales y están
constituidos por grupos de interés que, por tanto, ni siquiera son
corrientes ideológicas, sino roscas articuladas por intereses de po-
der y de dinero.
La declaración de principios, los Estatutos y el Programa de
Morena aprobados el 19 de noviembre de 2012, aspiran a romper
con esta deplorable cultura política. El pluralismo no implicará la
formación de grupos internos, corrientes o facciones para evitar a
los grupos de interés que a menudo se enzarzan en feroces luchas
internas. Hay en los estatutos, candados que limitan fuertemen-
te la reelección de dirigentes ejecutivos estatales y nacionales.
También medidas que estimulan la rotación de las dirigencias y la
llegada a puestos de dirección de las nuevas generaciones de mi-
litantes. Las direcciones estatales y nacionales tendrán fronteras
precisas e independencia de los gobernantes de turno.
Principios, Estatutos y Programa están articulados por un sus-
trato poderoso de ética y política. No es casualidad la importan-
cia que tendrán a nivel nacional. En cada una de las 32 entidades
federativas las Comisiones de Honestidad y Justicia procesarán
denuncias o evidencias de cualquier forma de corrupción y rela-
ción oportunista con el poder ejecutivo federal, con gobernadores
y presidencias municipales.
Si Morena quiere hacer historia tendrá que ser un partido dis-
tinto. Militancia de base impoluta, crítica, deliberante, participa-
tiva y autónoma. Ausencia de oligarquías partidistas. He aquí el
sustrato de lo que hará la diferencia. La historia dirá si Morena
será una más de las experiencias fallidas o si podrá ser encarna-
ción de una nueva manera de hacer política y un faro para América
Latina. Ojalá lo bueno suceda.

29 de noviembre 2012

377
El liderazgo impresionante de López
Obrador en México

En uno de los tantos mítines que suele encabezar Andrés Manuel


López Obrador ha expresado que las encuestas de las que tiene
conocimiento, lo colocan cinco puntos arriba del pri en las pre-
ferencias electorales de 2018. Falta mucho para ese año y cual-
quier cosa puede suceder. Pero López Obrador lleva más de once
años de estar gravitando de manera decisiva en la vida política
mexicana.
La izquierda mexicana en los últimos años sería inexplicable
sin su presencia carismática. Hasta antes del primer lustro del siglo
xxi, López Obrador era un reconocido dirigente del prd, cuya pre-
sidencia ocupó de manera exitosa entre 1996 y 1999. Su liderazgo
se había ido construyendo desde que en 1988 se unió a la Corrien-
te Democrática del pri. Al fundarse el prd en 1989, fue candidato a
gobernador del estado de Tabasco y se enfrentó por primera vez a
un fraude electoral. Posteriormente, ocupó la presidencia de dicho
partido en su estado natal Tabasco, y en 1994 fue nuevamente can-
didato a gobernador del estado y víctima nuevamente del fraude.
Su lucha por el sufragio efectivo lo hizo encabezar marchas a la
ciudad de México (“Éxodos por la democracia”) que lo hicieron
conocido nacionalmente. En marzo de 2000, fue registrado como
candidato a la Jefatura de Gobierno de la ciudad de México.
Hasta ese momento su liderazgo era importante pero no tenía
la dimensión histórica de hoy. Su propia candidatura a la jefatura
de gobierno fue ferozmente competida por compañeros suyos del
prd que tenían similares aspiraciones. En las elecciones de 2000,
las cuales ganó, obtuvo un apretado triunfo con apenas 1% de
diferencia frente a su inmediato contendiente. Convertido Jefe de
Gobierno capitalino fue incontenible su ascenso: mientras en las
elecciones de 1994 la alianza de izquierda había obtenido más de
6 millones de votos y casi 17% de los sufragios, en 2006 según

378
las dudosas cifras oficiales, López Obrador alcanzó 15 millones
y 35% de los votos. Una diferencia de 18% que evidenciaba que
un nuevo líder histórico había aparecido en el escenario político
del país. En el corto plazo, acaso cuatro elementos podrían ser la
clave de su vertiginoso ascenso: la relación entre ética y política
que lo proyectó como alguien incorruptible; su compromiso con
la justicia social que se evidenció en los programas sociales de
su gestión de gobierno (2000-2005); su rescate del nacionalismo
revolucionario que lo proyectó como patriota y nacionalista y fi-
nalmente, su compromiso con la causa democrática que tenía una
larga trayectoria de luchas contra los fraudes electorales pero que
se consolidó en el conflicto poselectoral de 2006.
El partido de López Obrador enfrenta actualmente un reto
crucial: participará por primera vez electoralmente en las eleccio-
nes de diputados del 7 de junio de 2015. Elecciones intermedias,
sin el imán electoral de su dirigente, con el gobierno y un sector
de izquierda unidos en la promoción del abstencionismo, Morena
triunfará si obtiene más de un dígito. Y si eso sucede, en 2018 será
una real posibilidad.

7 de mayo de 2015

379
Morena en México, partido ascendente

El lunes 15 de septiembre de 2014, el Movimiento Regeneración


Nacional (Morena), encabezado por Andrés Manuel López Obra-
dor, celebró su Congreso Nacional Extraordinario, para hacer las
modificaciones estatutarias planteadas por el Instituto Nacional
Electoral. Este fue el último requisito puesto por las autoridades
electorales de México para otorgarle a Morena su registro como
partido político.
México cuenta ahora con un nuevo partido de izquier-
da, ascendente y de masas. Con razón, López Obrador dijo que
Morena está caminando y está caminando bien. Porque ese nuevo
partido de izquierda cubrió con creces los requisitos legales para
convertirse en tal. Afilió a aproximadamente 600 mil mexicanos,
cuando el requisito mínimo legal es de 260 mil. Realizó 30 asam-
bleas estatales y dos más extemporáneamente, cuando la ley fija
un requisito mínimo de 20. Esto quiere decir que el nuevo partido
tiene presencia en todos y cada uno de las 32 entidades federativas
del país.
A lo anterior hay que agregar que Morena ha emprendido una
campaña para lograr que el año entrante se realice una consul-
ta popular para poder revertir la reforma energética que ha pri-
vatizado el petróleo en México. Para ello, se tenían que juntar
aproximadamente 1 millón 600 mil firmas comprobadas con el
número de credencial de elector. Morena recabó 2 822 749 en un
despliegue de sus activistas a todo lo largo y ancho del país. En
su discurso al Congreso Nacional Extraordinario, López Obrador
reseñó los objetivos de Morena en el caso de alcanzar el poder a
través de la presidencia de la república y las cámaras legislativas:
se abolirán todas las reformas estructurales del régimen, “como
la educativa que afecta a los maestros, la laboral que afecta a las
y los trabajadores, la fiscal que afecta los consumidores y sobre

380
todo la energética, para seguir defendiendo los recursos que son
del pueblo por derecho”.
Morena nace en el contexto de una crisis de los partidos de
izquierda ya constituidos. El principal de ellos, el Partido de la
Revolución Democrática (prd), desgraciadamente, mostró que es
irreformable. La predominancia de la corriente Nueva Izquierda
(coloquialmente denominada Los Chuchos, aludiendo a sus diri-
gentes Jesús Ortega y Jesús Zambrano) llevó al partido por una
senda de corrupción y alianzas vergonzantes, algunas explícitas
con el pri y el pan.
El desprestigio del prd es grande, aunque justo es decir que
cuenta en su militancia en base, cuadros intermedios y dirigencia
nacional, elementos valiosos que tendrán que pensar en su futu-
ro político si Morena consolida su perspectiva creciente. Morena
tiene en la ética política el eje vertebral de su proyecto: la no re-
elección de sus dirigencias, la inexistencia de salarios para sus
cuadros, el concebir al poder como virtud solamente si se pone
al servicio de los demás, el rechazo a las alianzas vergonzantes o
abiertas con los partidos neoliberales. Esto lo está convirtiendo en
un partido atractivo para una ciudadanía harta de la venalidad de
los políticos y de la política.
En las elecciones del 7 de junio de 2015, Morena tendrá su
bautizo de fuego. Irá sin alianzas a ese proceso electoral porque
la ley indica que así debe hacerlo para demostrar que cuenta con
la cantidad de votos suficientes para mantener el registro. Morena
no puede conformarse con obtener el mínimo electoral para su
sobrevivencia como partido. Tendrá que obtener una votación de
dos dígitos para colocarse en el camino de la conquista de la pre-
sidencia como primer paso en la senda de la conquista del poder
político. Desde Salvador Allende sabemos que ganar la presiden-
cia no es ganar el poder.
He aquí la senda de Morena, el tiempo dirá si podrá recorrerla
firmemente.

26 de septiembre 2014

381
Con paso firme

Morena es la creciente realidad política en México. Ya lo era antes


del domingo 7 de junio de 2015, por su laboriosa organización,
por las batallas que ha estado dando, por el silencioso trabajo de
hormiga que implica tocar puertas como lo han hecho miles y mi-
les de brigadistas en los últimos años. Si ya existía, ahora empieza
a ser cada vez más visible. Obtuvo más de 8% de los votos a nivel
nacional, es primera fuerza en el Distrito Federal y, finalmente,
se ha ubicado como cuarta fuerza electoral en todo el país. Ganó
5 de 16 delegaciones de la ciudad de México, la presidencia mu-
nicipal de Valladolid en Yucatán, tendrá 35 diputados federales
(16-18 de ellos por mayoría).Todo esto sin dinero, a pulmón, to-
cando puertas casa por casa y enfrentándose a las monstruosas y
multimillonarias maquinarias electorales del pri y del pan. Y esto
sucede cuando apenas está llegando a un año de haber obtenido
su registro. No cabe duda, Morena camina con paso firme y en los
próximos años dará mucho de qué hablar.
Pero estas elecciones deben ser vistas por la naciente fuerza
política con optimismo moderado. Morena tiene un reto formida-
ble para los próximos años: convencer a los votantes en México
de que no será un partido político similar a los que ya existen.
Éstos tienen profundamente decepcionados a los mexicanos y
mexicanas como lo demuestra el alto abstencionismo registrado
(aproximadamente 60%) y la significativa presencia del voto nulo
(casi 5%). Ciertamente, las elecciones intermedias en México
nunca despiertan el entusiasmo que generan las elecciones presi-
denciales. Sin embargo, el abstencionismo y el voto nulo revelan
el descrédito de los partidos tradicionales que Morena debe alejar
con la conducta que tengan los representantes populares que ahora
ha logrado insertar en el sistema político. Los motivos del des-
prestigio tienen que ver con que la clase política mexicana –como

382
buena parte de las clases políticas en el mundo–, es corrupta, vive
en la molicie, se acerca a la ciudadanía solamente en tiempos elec-
torales y rara vez cumple con sus promesas.
En la consulta cotidiana que implicó el tocar puertas de las
casas, los activistas de Morena encontraron entusiasmo en los ho-
gares que visitaron, pero también escepticismo: “todos los parti-
dos son iguales”; fatalismo: “para que luchar si de todos modos
todo sigue igual”, y desinformación: “no estoy enterado/a”. En
los próximos tres años, Morena deberá convencer a todos estos
sectores de que puede significar la diferencia. Por de pronto co-
menzó con paso firme. En su primera participación electoral, el
antecedente de Morena en la izquierda, el hoy moribundo Partido
de la Revolución Democrática obtuvo 7.91% de los votos. El prd
escribiría páginas grandiosas en la historia política de las últimas
dos décadas del siglo xx. Más de 400 militantes perredistas fue-
ron asesinados durante el gobierno de Carlos Salinas de Gortari
(1988-1994). Y paulatinamente, conforme se fue haciendo cada
vez más parecido al resto de los partidos políticos, se fue desvir-
tuando.
Ojalá Morena no repita esta historia. Esperemos que así sea.

11 de junio de 2015

383
La honestidad como subversión

La corrupción en la clase política y el Estado es tan grande, que en


buena parte del mundo la honestidad se ha convertido en un arma
poderosa para sumar simpatías. En la medida en que la corrup-
ción es enfermedad extendida, la honestidad se ha vuelto en algo
que subvierte el orden establecido. Fue la demanda de honestidad
lo que derribó al gobierno de Pérez Molina en Guatemala. Es la
imagen de corrupción lo que tiene a Peña Nieto en los niveles
más bajos de aceptación en México. Pepe Mujica, el expresidente
de Uruguay, se ha convertido en el paradigma de lo que estoy
diciendo. Hace un tiempo me sorprendió que un querido amigo,
ferviente simpatizante de la derecha, me haya hablado del exgue-
rrillero tupamaro en términos sumamente elogiosos. La venalidad
estatal y política es tan grande, que hasta ha relativizado un tanto
la animosidad que generan las diferencias ideológicas y políticas.
Un político o una política honesta puede convertirse en un
personaje sumamente irritante para el establishment por su peli-
grosidad y por el arrastre que entre la ciudadanía puede llegar a
tener. En estas últimas semanas, la declaración de bienes e ingre-
sos que hizo el líder de la oposición en México, Andrés Manuel
López Obrador, generó acerbos ataques por parte de los líderes de
los partidos de la derecha neoliberal (el pri y el pan). También de
buena parte de los comentaristas de radio y televisión que apun-
talan al actual régimen. López Obrador declaró que no tiene bien
ninguno, los pocos que tenía ya los heredó a sus hijos. Su ingreso
mensual es de 50 mil pesos mexicanos (aproximadamente 2 777
dólares) y recibe, además, ingresos por las regalías de sus libros
y las conferencias que da. A los opulentos políticos de la derecha
no les ha quedado más que señalar que López Obrador no dice de
dónde saca el dinero para sus constantes giras por todo el país.

384
Fácil de responder: Morena ya tiene ingresos porque es un partido
con registro.
Resulta asombrosa la virulencia del establishment contra el
líder de la oposición, cuando a la esposa de Peña Nieto se le des-
cubrió una casa valuada en 7 millones de dólares, obtenida de
manera oscura. Ni qué decir de la suntuosa residencia de descanso
del Secretario de Hacienda, Luis Videgaray. O del lujoso depar-
tamento en Miami de la pareja presidencial mexicana, valuado
en 1.7 millones de dólares, cuyo impuesto predial anual equivale
a diez meses de salario del propio López Obrador. O del descu-
brimiento reciente, hecho por el equipo de la periodista Carmen
Aristégui: Peña Nieto plagió casi 30% de su tesis de licenciatura.
Dicho sea de paso, el plagio de tesis para obtener grados es fre-
cuente en la clase política: Schmidt (Hungría, 2012), Guttemberg
y Schavan (Alemania, 2011, 2013), Ponta (Rumanía, 2013), Bal-
dizón (Guatemala, 2014) y Putin en 2006 cuyo caso no trascendió.
La corrupción no tiene ideologías y también existe en el sec-
tor privado. Se ha vuelto una enfermedad sistémica. Por eso hoy,
ser honesto es ser subversivo.

25 de agosto de 2016

385
Morena, sectarismo y oportunismo

El proceso político mexicano vive un momento en el que los con-


flictos acumulados durante al menos los últimos 40 años, están
volviéndose en contra de sus principales responsables. La violen-
cia imparable, el endeudamiento astronómico, la corrupción in-
dignante, la desigualdad insultante y muchos otros hechos más, se
han revertido particularmente en contra del pri y el pan, el mons-
truo bicéfalo del neoliberalismo mexicano.
Hasta ahora, el descontento de la ciudadanía mexicana lo está
capitalizando Morena y muy particularmente su líder indiscuti-
ble, Andrés Manuel López Obrador. Las redes sociales difundie-
ron una encuesta de intenciones electorales que se le imputa a la
Presidencia de la República. Contra todos sus posibles oponentes,
incluso el exrector José Narro, López Obrador aventaja en dichas
preferencias. En el interior de Morena y en sus alrededores, este
ascenso notable de Andrés Manuel ha desatado dos fenómenos
igualmente deplorables. Por una parte, el sectarismo y, por otra,
el oportunismo. El primero, imaginando que Morena es un par-
tido anticapitalista, repudia la presencia y acercamiento de per-
sonajes de la política nacional que hasta hace algún tiempo eran
adversarios de la lucha antineoliberal. Incluye ese sectarismo en
ese repudio al senador Manuel Bartlett, olvidando que éste tiene
varios años defendiendo en lo esencial el programa que hoy enar-
bola Morena. El sectarismo considera una abdicación la presencia
de Alfonso Romo, un empresario representativo de la burguesía
de Monterrey y, más aún, la de Esteban Moctezuma, una persona
vinculada al duopolio televisivo. Olvida el sectarismo, que siem-
pre el triunfo de un proyecto alternativo implica una extensa red
de alianzas que presuponen una praxis equilibrada de principios
y pragmatismo.

386
No obstante, el ascenso de Morena en el panorama político
ha atraído a muchos políticos provenientes del pri, del prd y aún
del pan. En buena parte de ellos, no es posible reconocer una re-
flexión profundamente autocrítica sobre las consecuencias del
neoliberalismo, sino un burdo oportunismo que busca montarse
en el caballo ganador y de esa manera lograr candidaturas que
resultan a todas luces inmerecidas. No incluyo en esta reflexión
a antiguos militantes de estos partidos que, desde hace ya algún
tiempo, se incorporaron a la lucha fundamental del partido, en
ese momento: organizar comités seccionales en la totalidad de las
68 mil secciones electorales del país. Aludo a los que buscando
acuerdos cupulares e influyentismos, llegan a última hora a cose-
char el magno esfuerzo colectivo de Morena de ser ya una organi-
zación con presencia territorial en todas las secciones electorales
antes mencionadas.
Un proyecto de transformación social profunda implica alian-
zas con personalidades y fuerzas antes adversarias. Haciendo a
un lado el sectarismo, esto es lo que hicieron los grandes líderes
revolucionarios como Mao, Fidel o Mandela. Pero un proyecto
transformador puede ser desvirtuado si se convierte en un odre
nuevo de vinos rancios y malolientes; en una novedosa vestidu-
ra que porta el oportunista de siempre. He aquí el reto actual de
Morena. Hagamos votos porque la experiencia organizativa que
vivida en los últimos meses, sea el antídoto del sectarismo y del
oportunismo que hoy la acechan.

29 de mayo de 2017

387
México, narcorrepresión y corrupción

Jesús Murillo Karam, Procurador General de la Republica en Mé-


xico, ha informado que un grupo de 43 personas fue llevado a
un tiradero de basura en el municipio de Cocula, Guerrero, y allí
masacrado. Sus restos carbonizados fueron destrozados, metidos
en bolsas de basura y tirados a un río. No puede saberse a ciencia
cierta si son los 43 normalistas de Ayotzinapa, porque aún no hay
pruebas de adn. Pero todo apunta a que sí son ellos.
Para la pgr no fue un crimen de Estado, sino una decisión de
José Luis Abarca, presidente municipal de Iguala y de su esposa,
quienes coludidos con el narcotráfico ordenaron el crimen. El go-
bierno mexicano pretende encubrir la descomposición que embar-
ga al Estado en México. Desde tiempos de Calderón (2006-2012),
la pgr sabía que los padres y hermanos de la esposa del alcalde
de Iguala eran narcotraficantes. El problema no es solamente del
depuesto gobernador Aguirre de Guerrero, de los Chuchos (la
corrupta corriente que dirige al prd), sino también del gobierno
federal. Con 67% de los municipios controlados o influenciados
por los distintos cárteles del narcotráfico, y la penetración a nivel
federal del crimen organizado, lo sucedido en Ayotzinapa no sola-
mente es un crimen de Estado. También es narcorrepresión.
Un especialista internacional, Edgardo Buscaglia, ha dicho
que la piedra angular de la descomposición social en México no
es el narcotráfico sino la corrupción. Ésta permite que el primero
se infiltre en todos los niveles de gobierno y cogobierne al país.
Hoy sabemos que una empresa que se ha beneficiado con miles de
millones de dólares con contratos otorgados por Peña Nieto cuan-
do era gobernador del estado de México, le ha “vendido” una casa
“por abonos” con un costo de ¡¡¡7 millones de dólares!!! Casual-
mente, esta misma empresa forma parte del consorcio encabezado
por una empresa china, beneficiada en una dudosa licitación para

388
construir el tren ligero México-Querétaro. Éste tendría un costo
de 3 700 millones de dólares. En dicha licitación, 16 empresas de-
clinaron concursar porque tuvieron solo dos meses para presentar
sus propuestas.
En medio del escándalo y el desgaste del Gobierno, los chi-
nos demandarán porque se ha anulado el contrato ya otorgado.
La empresa china dice que la demanda incluirá los gastos de 150
trabajadores que estuvieron en México año y medio antes de que
se les otorgara el contrato… Hay algo podrido en Dinamarca. Y
eso incluye la penetración del narcotráfico en el Estado.
Se dice que Abarca y esposa fueron capturados en Veracruz
(bastión priísta). Que fueron escondidos por la pgr, y que luego
se hizo un montaje televisivo que los hizo aparecer arrestados en
Ixtapalapa, bastión perredista en el df. Lo dice el padre Alejandro
Solalinde, quien anticipó públicamente cuál había sido la suerte
de los normalistas. El Gobierno siempre supo de la suerte de los
normalistas, jugó con el dolor de sus padres y ahora quiere cargar-
le al prd el costo del atroz crimen.
Ayotzinapa devela no solo la narcorrepresión, también devela
la corrupción del Estado mexicano.

13 de noviembre de 2014

389
Ayotzinapa: la verdad oficial demolida

El 30 de abril de 2016, el Grupo Interdisciplinario de Expertos


Independientes, vinculado con la Comisión Interamericana de De-
rechos Humanos, salió de México después de presentar su reporte
final. El gobierno mexicano decidió no prorrogar más el tiempo
de funciones de dicho grupo y, por ello, los expertos tuvieron que
dejar el país. El giei piensa que las investigaciones sobre lo que
realmente ocurrió con los normalistas de Ayotzinapa “apenas está
empezando”. Esta aseveración evidencia el motivo de la salida
del giei y el que el Gobierno haya decidido cortar las comunica-
ciones con éste: quería que el caso se cerrara. La verdad oficial
presentada como “verdad histórica” por el anterior Procurador de
la República, Jesús Murillo Karam, fue demolida por el giei en su
informe de septiembre de ese mismo año. El grupo concluyó que
no encontraron evidencias contundentes de que hubiese habido
un incendio en el basurero del municipio de Cocula, en donde su-
puestamente habrían sido incinerados los 43 normalistas después
de ser asesinados.
La desaparición de los 43 normalistas fue desde el principio
una brasa ardiente en las manos del Gobierno. Es evidente que
armó una explicación para que la sociedad le diera la vuelta a la
página y pronto el espantoso crimen quedara en el olvido. Pero
la memoria y la verdad poco a poco se han ido abriendo camino
durante el último año y medio. Para empezar, el giei ha conclui-
do que, como se dijo, no hay evidencia de un incendio en el ba-
surero de Cocula. Aquella infausta noche del 26 de septiembre
llovió fuertemente en el lugar, la vegetación aledaña no mostró
signos de haberse quemado como correspondía a un incendio de
esa magnitud. La verdad oficial se sustenta en las confesiones de
los inculpados, pero reportes médicos indican que 80% de estos
fueron torturados.

390
La bolsa con restos óseos encontrada en el río de San Juan fue
descubierta un día después de que elementos de la Procuraduría
General estuvieran allí, presencia que no se informó en el reporte
de dicha procuraduría. Los teléfonos celulares de los estudiantes
mostraron actividad después de la hora en que supuestamente fue-
ron asesinados e incinerados. A diferencia de la verdad oficial, se
sabe que fuerzas de seguridad de distinto nivel –entre ellas el ejér-
cito–, estuvieron presentes durante las agresiones a los estudian-
tes. Un quinto autobús con estudiantes normalistas desaparecidos
nunca fue mencionado en el informe oficial. Ahora se cree que
llevaba dinero o droga y que probablemente estaba protegido por
elementos de dichas fuerzas de seguridad. Las investigaciones se
han centrado sobre los autores materiales pero no han investigado
a fondo las cadenas de mando. El ejército nunca cooperó con el
giei y se negó a ser entrevistado por éste último.
Con los aportes del giei, y también con los del Equipo Argen-
tino de Antropología Forense, la verdad se está abriendo paso. Y
la verdad es el fundamento de la memoria. Memoria y verdad a
su vez le abren paso a la justicia. Ojalá en México esto se haga
realidad.

30 de abril de 2016

391
La hidra mafiosa

La madrugada del 3 de julio de 2017, en el municipio de Huehuet-


lán el Grande (estado de Puebla), un grupo de sicarios penetró en
los hogares de dos comerciantes y del jefe de la policía municipal
y los asesinó en sus lechos. Además, secuestró a otras cuatro per-
sonas en un acto que avizora el más negro de los presagios. Los
presuntos autores intelectuales de estos inauditos crímenes son
jefes de una banda local de huachicoleros, como hoy se les llama
coloquialmente a los ladrones del combustible que corre a través
del país por los ductos de Pemex, la compañía petrolera estatal.
En Puebla y en México, los huachicoleros se han convertido en
un nuevo azote mafioso. La proliferación de las mafias en México
cada vez más se asemeja a la Hidra, aquel monstruo de la mito-
logía griega que era una serpiente marina policéfala, invencible
porque por cada cabeza que le cortaban, le crecían dos más. El
terror que sembró a lo largo de su existencia, terminó cuando He-
racles, un semidiós de fortaleza increíble, pudo matarla tras fiero
combate.
En México, las mafias del crimen organizado proliferan de
manera incontenible. Tras más de diez años de guerra al narcotrá-
fico, 207 mil muertos y 28 mil desaparecidos (éstos en los últimos
cuatro años), el narcotráfico goza de muy buena salud. Al igual
que las cabezas de la monstruosa Hidra, lo más que ha sucedido
es que han desaparecido o menguado algunos cárteles de la droga
y han surgido otros como consecuencia del vacío dejado por los
primeros. Hoy, a las mafias del narcotráfico se han agregado las de
los ladrones de combustible. En Puebla, particularmente, se están
convirtiendo en poderes locales tan eficientes que se calcula que
en dicho estado se roba el 25% del combustible del total robado
en todo el país.

392
Durante el gobierno del hoy aspirante presidencial Rafael
Moreno Valle (2011-2017), el robo de combustible creció en un
3 000%. Como la hidra, la mafia huachicolera tiene muchas ca-
bezas: la mafia local que roba el combustible; la mafia que se la
compra para luego revenderla; la mafia en el interior de pemex que
les avisa a los ladrones los horarios del flujo de combustible; la
mafia dentro de los gobiernos estadual y federal que da protección
a las mafias anteriormente mencionadas. El crimen acontecido en
Huehuetlán el Grande, se debió a la resistencia de las víctimas a
ser extorsionados por los mafiosos, quienes buscan expandir sus
ganancias a través del llamado “cobro de piso”. Como ha sucedi-
do con los cárteles de la droga, el negocio mafioso se diversifica
con la extorsión y el secuestro.
El Heracles que podría abatir a la Hidra mafiosa mexicana no
es ningún hombre fuerte que por la fuerza logre acabarla. A esta
Hidra más que decapitarla una y otra vez, fundamentalmente hay
que hacerla morir de inanición. Solamente una drástica política
anticorrupción y social que prevenga la delincuencia podrá aca-
barla algún día. He aquí uno de los grandes retos de este país que
camina hacia la ruina.

6 de julio de 2017

393
México, 50 pasos para salvarlo

En mi calidad de integrante del Comité Ejecutivo Nacional de


Morena, tuve la oportunidad de participar el 19 y 20 de noviem-
bre de 2016 en su II Congreso Extraordinario. En éste se hizo el
balance del titánico esfuerzo para organizar un comité de base en
cada una de las 68 mil secciones electorales del país. Lograr una
estructura territorial total es el antídoto que el partido ha estable-
cido para hacerle frente a la adulteración de los resultados elec-
torales: el acarreo de votantes y la compra de votos, práctica de
los partidos de la derecha neoliberal. Morena se prepara para las
elecciones que se realizarán en los estados de México, Veracruz,
Nayarit y Coahuila en 2017. Éstas serán el prólogo de la contienda
presidencial de 2018.
La situación actual del país es pésima. Las tasas de crecimien-
to en los últimos años han tenido un promedio de 1-2%, la elec-
ción de Trump ha llevado a una devaluación histórica del peso
mexicano y se espera que en enero de 2017 se devalúe aún más.
La deuda externa ha aumentado en este año 15 mil millones de
dólares y hoy alcanza la preocupante cifra de 176 mil 600 millo-
nes de dólares, por la cual habrá que pagar en 2017 más de 27 mil
millones de dólares. Entre 2006 y 2015 han sido ejecutadas 162
mil personas, y entre 2011 y 2015 han sido desaparecidas otras 28
mil. Más de las dos terceras partes de las municipalidades del país
están controladas o influenciadas por el crimen organizado, la tasa
de ineficiencia judicial es de 99%. Se calcula que anualmente se
pierden por la corrupción casi 24 mil millones de dólares.
En este contexto, Morena ha enarbolado 50 lineamientos bási-
cos para un proyecto alternativo de nación, que constituye un pro-
grama realista de gobierno y que comienza por rescatar al Estado
del control de un grupo minoritario que le impide ser realmente
público. El combate a la corrupción y el despilfarro escandaloso

394
en el que vive la alta burocracia, se expresarán en la eliminación
del fuero a los altos funcionarios públicos, la reducción drástica
de sus salarios y el que el presidente de la república pueda ser
juzgado por corrupción.
La construcción de proyectos carreteros, la industria de la
construcción, un corredor económico y comercial en el Itsmo de
Tehuantepec que unirá los dos océanos, un millón de viviendas,
proyectos turísticos, trenes de gran velocidad, fomento sosteni-
do de la pequeña y mediana empresa se han concebido como los
disparadores del crecimiento económico, además de las expor-
taciones. Importante es que ninguno de estos proyectos se hará
a costa de afectar el ambiente y los derechos de las poblaciones
de los lugares en donde se realizarán. Se revertirán las reformas
energética, educativa, laboral y fiscal mediante consultas y se hará
valer la democracia. Se crearán oportunidades de estudio y trabajo
para 2.6 millones de jóvenes y se velará por los derechos de los
migrantes mexicanos y centroamericanos.
He aquí, pues, algunos de los pasos que salvarán a México.

24 de noviembre de 2016

395
Izquierdas y derechas hoy
Añoranza por el comunismo

Es hoy un lugar común decir que el socialismo real o socialismo


soviético, mal llamado comunismo, fracasó como experiencia his-
tórica. Las razones abundan y son incuestionables: una economía
crecientemente improductiva y burocratizada, una hipertrofia del
Estado que se volvió onerosa para la sociedad, crecimiento de una
casta burocrática privilegiada (la Nomenclatura) y cada vez más
alejada del pueblo, un régimen autoritario que en momentos re-
currió al terror, establecimiento de una religión laica y de Estado.
Porque en eso se convirtió el marxismo-leninismo hecho ideolo-
gía oficial.
No fue el socialismo soviético una sociedad fácil o agradable
de vivir. El fracaso del socialismo real se evidenció con lo que
aconteció con la predicción de 1960, hecha por el premier soviéti-
co Nikita Jrushchov: en 1980, la urss rebasaría a los Estados Uni-
dos de América en su crecimiento del pib y las condiciones estarían
listas para pasar del socialismo al comunismo. En lugar de ello, en
1980 el crecimiento del pib en la Unión Soviética estaba en el 0% y
el sistema soviético entraba en la fase de su crisis terminal, hecha
evidente en los desesperados intentos de la perestroika por salvar a
lo que ya se calificaba como gigante moribundo.
El derrumbe del muro en 1989 y del sistema socialista que le
siguió, hicieron del neoliberalismo la ideología rampantemente vic-
toriosa hasta el día de hoy. ¿Quién desde la izquierda defiende como
ideal de sociedad al socialismo realmente existente del siglo xx?
Por ello, me han resultado verdaderamente asombrosos los re-
sultados de una encuesta hecha en 2010 por el Instituto Para la In-
vestigación de los Crímenes del Comunismo y el Exilio Rumano
(iicmer). Como su nombre lo indica, esta institución en Rumanía,
que tiene financiamiento público, es insospechable de simpatías
por el comunismo o el socialismo tal como existió en los países

399
del Este europeo. Fue creada con el fin de educar a la población
sobre los males del comunismo. Para angustia del iicmer, su en-
cuesta reveló que más de 60% de los encuestados tenían una vi-
sión favorable respecto del comunismo. Más aún, esta opinión
favorable creció pues en 2006 tal porcentaje ascendía a 53%. Las
razones dadas para tal opinión fueron que en la época de Nicolae
Ceausescu había disponibilidad de puestos de trabajo, condicio-
nes de vida dignas y vivienda universalmente garantizada. Resulta
curioso que mientras esto se opinaba, 41-42% de los encuestados
decían que el régimen socialista era criminal o ilegítimo contra
37 y 31% que opinaban lo contrario. Paradójicamente, solo 15%
de los encuestados dijeron que Ceausescu era un mal líder. La
conclusión que puede sacarse de estos resultados es, que tenien-
do conciencia de los males del socialismo real, casi dos terceras
partes de los rumanos consideran que la vida en el capitalismo ha
sido peor que durante los años del dominio del partido comunista.
¿Es esto una suerte de masoquismo rumano? Al parecer no.
El centro de investigación estadounidense pew ha hecho encuestas
similares en los distintos países que antaño vivieron bajo regímenes
del socialismo real y los resultados han sido similares. Según las
encuestas en Rusia, 45% de los rusos considera al capitalismo
como un sistema peor que el socialismo real. En Polonia opina lo
mismo 35% de los encuestados, en la República Checa 39%, en
Eslovaquia 42%, en Lituania 42%, en Bulgaria 62%, en Ucrania
62%, y en Hungría 72%.
Pensándolo bien, no debería estar yo tan sorprendido de estos
resultados. El derrumbe soviético no fue sucedido por una socie-
dad como la que proponía el padre de la Perestroika, Mijail Gor-
bachov. El proyecto que triunfó fue el de Boris Yeltsin: sustituir
al socialismo soviético por el capitalismo salvaje: esto es el neo-
liberalismo. Ello provocó que poco tiempo después de asumir el
modelo neoliberal en Rusia, 80% de las granjas y explotaciones
agrícolas y 70 mil fábricas fueran quebradas. Si en 1989 había 2
millones de pobres, en 1996 tal cifra había ascendido asombrosa-
mente a 74 millones y 25% de los rusos vivían en una situación de
pobreza desesperada. Había 3.5 millones de niños sin hogar. Entre
1994 y 2004 el número de drogadictos ascendió un 900% (4 mi-
llones). Entre 1984 y 1994, la tasa de suicidios ascendió al doble

400
y los crímenes violentos se multiplicaron por 4. Todo esto sucedía
mientras Yeltsin se emborrachaba cotidianamente en el Kremlin.
El socialismo real o soviético no fue un sistema bueno. Pero
al parecer, entre una y dos terceras partes de las poblaciones que
lo padecieron, consideran que el capitalismo neoliberal es peor.

Revista electrónica Albedrío, 10 de diciembre de 2010

401
La política como arte

He sabido por amigos y conocidos, que ha surgido en Guatema-


la una nueva agrupación de izquierda, Convergencia por la Re-
volución Democrática, que unifica a sectores provenientes de la
Alianza Nueva Nación y de lo que fuera la Democracia Cristiana.
Vemos que la reducida izquierda guatemalteca contará con otra
expresión política, además de la urng y winaq. La crisis de la urng
después de haber concluido el conflicto armado hizo que muchos
de sus militantes y simpatizantes se dispersaran en los diversos
partidos políticos en el país. Algunos se comportaron como here-
jes (lo cual siempre es saludable), otros más se volvieron renega-
dos (lo cual siempre es deplorable).
En esta coyuntura, no puedo sino reflexionar que la política
es un arte y algunas de sus verdades tan sencillas a menudo las
olvida la izquierda.
Podemos decir que la política es el arte de sumar fuerzas y
la contrapolítica es el arte de restarlas. Para sumar fuerzas es ne-
cesario saber quiénes son nuestros enemigos principales, quiénes
son nuestros adversarios circunstanciales, quiénes son nuestros
aliados permanentes y quiénes lo son de manera temporal. Esto
es muy sencillo y muchas veces la izquierda no lo aprende. La
derecha sí lo sabe muy bien.
La política es la combinación equilibrada y virtuosa de los
principios con el pragmatismo. Si solo nos quedamos con los prin-
cipios, haremos discursos y no política. Si solo nos quedamos con
el pragmatismo, nos volveremos oportunistas.
La política es el oficio de soñar con lo que es imposible hoy
y al mismo tiempo saber luchar por lo que ahora es posible. Buen
político será quien lúcidamente sepa hacer la distinción entre una
y otra cosa.

402
En política los enemigos son reales y los amigos no tanto.
Esto es porque la política no solo son afectos, sino también intere-
ses (legítimos o ilegítimos).
En política forma es fondo. A veces vale tanto la forma en
que decimos las cosas, como el contenido de lo que decimos. En
política no existen vacíos, siempre alguien los llena. Por ello, en
política el abstenerse casi siempre es una tontería. Esto lo dijo el
gran ideólogo del pri y estudioso del liberalismo mexicano, Jesús
Reyes Heroles.
En política quien se enoja pierde. Las emociones son buenas,
pero más aún la racionalidad. La pasión debe mover a la razón,
pero la razón debe gobernar a la pasión.
La política es el arte de la negociación, ceder en lo que con-
sideramos secundario y ser intransigente en lo que nos es funda-
mental.
En política ni los amigos ni los enemigos son para siempre,
todo depende de las circunstancias que estemos viviendo. Por lo
tanto, en política (acaso también en el amor) nunca hay que dejar
las puertas totalmente cerradas
En política el poder más fuerte es el que se sustenta en la au-
toridad moral. El más débil el que lo hace en el miedo. El político
o política que trascenderá será el amado y respetado, no el temido.
La izquierda a menudo se equivoca de enemigo. La derecha
nunca lo hace.

9 de octubre de 2014

403
Decencia e ideología

A mediados de agosto de 1867, el general Severo del Castillo se


preparaba para entrar a la eternidad. Un Consejo de Guerra lo ha-
bía condenado a muerte por haber sido un activo militar a favor
de Maximiliano de Habsburgo durante la intervención francesa
en México. Dos meses atrás, el propio Maximiliano y los gene-
rales Tomás Mejía y Miguel Miramón, habían sido fusilados pese
a solicitudes de clemencia a Benito Juárez provenientes de todos
lados. Juárez fue inflexible. Había que castigar de manera ejem-
plar el baño de sangre que los conservadores habían propiciado
al desatar la guerra civil trayendo a un emperador europeo para
frenar a los liberales.
Cuenta el periodista e historiador de derecha, Armando Fuen-
tes Aguirre, Catón, que el general del Castillo le pidió al coronel
liberal Carlos Fuero, un cura y un abogado para confesión y tes-
tamento. El coronel Fuero le respondió al general que saliera de
la cárcel, arreglara sus asuntos y regresara a cumplir su pena de
muerte. Asombrado el general conservador, le preguntó al coronel
liberal: “¿qué garantía tienes de que regresaré para enfrentarme
al pelotón de fusilamiento?”. Y el coronel respondió: “Su palabra
de honor”. El coronel Fuero se quedaría en la celda esperando el
regreso del condenado a muerte. A la mañana siguiente, el general
Severo del Castillo regresó y salvó la vida del coronel que por su
gesto hubiese sido fusilado en lugar del general. Dice Catón, que
conmovido por la historia de decencia, Juárez terminó indultando
al general.
La anécdota de ser cierta, tiene un enorme valor ético en estos
tiempos en que la política ha llegado a los extremos más aberran-
tes. En México y en otros lugares, la corrupción se ha convertido
en un cáncer letal. En la clase política un chiste común es que
en “política, moral es un árbol que da moras”. En Guatemala, la

404
corrupción hizo aflorar la política de la “antipolítica” y el pueblo
hastiado de la venalidad de los políticos, terminó eligiendo a un
político disfrazado de ciudadano. La corrupción no es exclusiva
del Estado como parece pregonar el neoliberalismo, olvidando
que en las cúspides empresariales dicha corrupción también exis-
te de manera rampante. Maquiavelo pregonó que ética y política
transitaban por carriles distintos y, en todo caso, me queda claro
que la moral privada y la moral pública obedecen a lógicas dis-
tintas.
La corrupción ha estado presente en los gobiernos de izquier-
da que han surgido en los últimos años. Esto sucede porque es un
mal sin preferencias políticas ni ideológicas. Y hoy, cuando se de-
bate la existencia de un fin de ciclo de los gobiernos progresistas,
uno de los temas que habrá que evaluar es el papel de la corrup-
ción en el desgaste político que han estado sufriendo. La sensibili-
dad ciudadana ante la corrupción es tan grande, que la derecha y el
imperio han sabido usarla para desestabilizar a dichos gobiernos.
Al extremo de que en Brasil, una derecha corrupta logró derrocar
a una presidenta que no lo era.
Indudablemente, la honestidad se ha vuelto una poderosa
arma política.

16 de diciembre de 2016

405
¿Voto nulo?

Una vez que la Corte de Constitucionalidad dejó fuera a Sandra


Torres de la contienda electoral, ésta ha asumido la decisión y
manifestado que se dedicará a hacer campaña por los candidatos
a diputados y a alcaldes de su partido. La cólera que provocaba lo
que ya se veía venir hizo decir a uno de los principales asesores de
Torres, que su partido desconocería el proceso electoral por con-
siderarlo ilegítimo. Rápidamente, la declaración apresurada fue
desmentida, corregida y desechada por la une. Pero en la lógica de
“después de mí el diluvio”, Sandra Torres ha llamado a votar nulo
en las boletas electorales presidenciales. Con justa razón, Edel-
berto Torres-Rivas expresó su desacuerdo con este llamado. En su
opinión, en la primera vuelta electoral, los electores contarán con
una candidatura y un programa que está construida en referencia
crítica al neoliberalismo y que por ello se distingue del resto de las
candidaturas presidenciales. Esta es la que encabezan Rigoberta
Menchú y Aníbal García.
En un provincianismo obsecuente con los grandes poderes
mundiales y nacionales, el resto de las fórmulas presidenciales
suscriben las políticas económicas neoliberales. ¿No se dan cuen-
ta de lo que sucede en el mundo? ¿No saben que Clinton entregó
la presidencia de los Estados Unidos de América con finanzas sa-
ludables y que diez años después el neoliberalismo imperial de
dicho país lo ha sumido en una monstruosa deuda de 15 billones
(millones de millones) de dólares? ¿No leen los periódicos, no se
enteran de las revueltas en Grecia, España, Inglaterra para citar las
más recientes? ¿No se han enterado que los economistas más lúci-
dos están previendo para dentro de tres meses un segundo embate
recesivo tan malo o peor que el que estalló en 2008? Ignorando el
desastre que se está observando en México por haber involucrado

406
al ejército en la lucha contra el narcotráfico, dos candidatos dicen
claramente que involucrarán al ejército guatemalteco en tal lucha.
Otras voces, y por otras razones, se han pronunciado por el
voto nulo. Ha circulado un escrito del sacerdote jesuita Juan Her-
nández Pico en el que se pronuncia por el voto nulo. ¿La razón?
A casi todos los candidatos se les puede hacer fuertes objeciones
(lo cual comparto). No es el caso de Rigoberta Menchú, a quien el
único “pero” que parece ponerle el padre Hernández Pico, es que
no es lo suficientemente popular. Esto podría interpretarse como
que dado que Rigoberta Menchú obtendrá pocos votos, mejor hay
que anular el voto… Algunos sectores de izquierda han cuestio-
nado la opción del Frente Amplio porque este no les parece sufi-
cientemente revolucionario. Otras voces se han pronunciado por
el voto por Menchú y García y por la anulación del voto en la
segunda vuelta. Finalmente, hay quienes llaman a votar por Rigo-
berta, a pesar de ser conservadora en materia de derechos de las
minorías sexuales y de las mujeres por el derecho a decidir, y por
el papel que jugó durante el gobierno de Berger (parte simbólica
de su gabinete). Esto es lo que se ha llamado el apoyo crítico al
Frente Amplio.
Acaso lo que me ha parecido más lúcido no es lo que le parece
al muy respetable padre Hernández Pico: votar nulo o en blanco,
como sucede en la obra de Saramago Ensayo sobre la lucidez.
Lo que a mí me parece lúcido es revisar lo que dice el artículo
201 de la Ley Electoral: los votos nulos o en blanco no cuentan
para el cómputo final. De esta suerte, como lo ha pregonado un
mensaje que ha circulado por internet, un porcentaje significativo
de votos nulos o en blanco elevarían los porcentajes de todos los
candidatos y hasta podría provocar, si el voto nulo/blanco fuera
significativo, que uno de los candidatos ganara en primera vuelta.
Según las últimas encuestas, el candidato puntero es el general
Pérez Molina pero al parecer no obtendrá la mitad más uno de
los votos válidos. Pero si el porcentaje de votos nulos o en blanco
fuera elevado, acaso por primera vez en muchos años, no habría
segunda vuelta.
El voto nulo o en blanco, incluso la abstención, puede ser
una opción en determinadas circunstancias: elecciones hechas en
circunstancias de extremas violaciones a los derechos humanos,

407
elecciones efectuadas en un marco dictatorial, elecciones en la
que es previsible un fraude electoral, elecciones en las que no hay
opciones alternativas. Pese a la dictadura mediática, los poderes
fácticos abiertos y clandestinos, la imposición de un pensamien-
to único, la mercantilización electoral, el poder de los financis-
tas y otras linduras de la democracia de baja calidad que hay en
Guatemala, no existen las condiciones que haría razonable el voto
nulo o en blanco.
8 de septiembre de 2011

408
Lecciones desde España

Una nueva realidad política ha surgido en España después de las


elecciones municipales y autonómicas: ha muerto el bipartidismo
neoliberal que es tan funcional a dicho modelo capitalista. Lo que
necesita la democracia neoliberal es mantener la apariencia demo-
crática a través de la alternancia de dos partidos que se presentan
como diferentes, pero que son variantes de una misma política
económica y concepción del mundo. Es lo que sucede en Estados
Unidos, lo que sucedía en Costa Rica, lo que quieren imponer en
México y en otros lugares del mundo.
Eso se ha acabado en España, en donde el Partido Popular
(el pp) perdió más de 2 millones y medio de votos, y el Partido
Socialista Obrero Español (psoe), aproximadamente, 700 mil. En
relación con las elecciones de 2011, los dos partidos dominantes
perdieron aproximadamente 3.5 millones de sufragios. He aquí
una primera lección: una ciudadanía consciente puede sacar con-
clusiones y a través del voto hacer valer su voluntad. Después del
movimiento de los indignados del 15 M de 2011, era claro que
buena parte del pueblo español estaba harto de todos los partidos
políticos: “¡Que se vayan todos!”, dijeron.
El problema es que ese “¡que se vayan todos!” se tradujo en
una voluntad abstencionista que lo único que logró fue que en las
elecciones de 2011, la derecha neoliberal heredera del franquis-
mo (PP), derrotara por mayoría absoluta a la derecha neoliberal
heredera de la República (psoe). El pp obtuvo la mayoría absoluta
en las Cortes Generales con 186 diputados. En estas elecciones,
el “¡que se vayan todos!” ha pasado de una voluntad negativa a
una propositiva. Dos nuevas formaciones políticas han surgido,
Ciudadanos (centro derecha) y Podemos (izquierda). Podemos, en
este sentido, sería la continuidad en el plano de la participación

409
política electoral, de la indignación que ha provocado la crisis en
que ha sumido el neoliberalismo a España desde 2008.
He aquí pues, una segunda lección: la indignación, si no se
canaliza en una lucha por el poder, en este caso por la vía elec-
toral y pacífica, puede tener resultados totalmente contrarios a lo
que provoca la indignación. El abstencionismo y voto nulo en la
España de 2011, llevó al pp a convertirse en la fuerza dominante
con mayorías absolutas en España. Hoy, la indignación ha llevado
a coaliciones de izquierda a triunfar abiertamente en Barcelona, y
tener la real posibilidad de hacer gobierno en Madrid y en Valen-
cia. La derecha neoliberal franquista también ha sido derrotada
en las comunidades autonómicas de Castilla La Mancha, Aragón,
Extremadura, Cantabria e Islas Baleares.
A finales de este año, se celebrarán las elecciones para renovar
el congreso de diputados y el senado en España. La indignación
ciudadana ante, por ejemplo, una tasa de desempleo de 25% y
50% entre los jóvenes, se ha traducido en una clara declinación
en las tendencias electorales del pp, psoe, Izquierda Unida y Unión
Progreso y Democracia. En cambio Ciudadanos y Podemos están
subiendo.
España nos enseña que si la ciudadanía saca las conclusiones
correctas, las cosas pueden cambiar.

28 de mayo de 2015

410
La derecha y el enemigo principal

No me voy a cansar de repetirlo porque es una de mis principales


conclusiones después de 44 años de participación política: la de-
recha casi nunca se equivoca en advertir a su enemigo principal,
mientras que la izquierda a menudo lo hace. Me he preguntado
la causa de esto. Se me ocurre que en la izquierda, las ideologi-
zaciones abundan mientras que en la derecha se impone el prag-
matismo. Ejemplos de una y otra conducta sobran. La izquierda,
en no pocas ocasiones se ha paralizado por el divisionismo y las
rivalidades.
Durante años, la izquierda debatió sobre cuál de sus partidos
era la auténtica vanguardia del proletariado; si era la clase obrera,
el campesinado o los pueblos indígenas dicha vanguardia o fuerza
motriz de la revolución; si se tenía que luchar por una revolución
por etapas o por la revolución permanente, etc. Hoy, mi queri-
do amigo, el economista ecuatoriano Pablo Dávalos nos dedica a
Emir Sader, a Atilio Borón y a mí, un artículo crítico en la revista
electrónica Rebelión, porque nos hemos atrevido a caracterizar
como “posneoliberales” a los gobiernos progresistas de América
latina. De acuerdo con Pablo, esos gobiernos de progresistas no
tienen un pelo.
Mientras eso sucede, la derecha en Brasil no se equivoca de
enemigo. Ha obtenido la cabeza de Dilma Rousseff y ahora va
por la de Lula para inhabilitar su candidatura. Sabe bien que Lula
y el pt son el enemigo principal. En Argentina, quiere destruir a
Cristina Fernández. En Bolivia, pese a las treguas, la “media luna”
(bastión geográfico de la derecha y de la oligarquía) fue decisiva
para la derrota de Evo Morales en el pasado referéndum. En Ve-
nezuela, Hugo Chávez y el chavismo fueron combatidos desde
siempre por la derecha. Todo esto ha sucedido mientras que la
izquierda ortodoxa reprocha a estos gobiernos no haber hecho una

411
revolución socialista y la izquierda posmoderna les endilga no ha-
ber abandonado el extractivismo. Aun en Guatemala, un gobierno
sumamente moderado como el de Álvaro Colom fue adversado
por la derecha política y empresarial y, Sandra Torres, su eventual
sucesora, fue combatida ferozmente, hasta que apareció otro ene-
migo más peligroso: el impredecible Manuel Baldizón.
Todo esto he pensado, mientras he leído un reportaje en la
revista Proceso de México. En la misma se afirma que, en 2006,
Felipe Calderón del pan y Enrique Peña Nieto (entonces gober-
nador del estado de México) hicieron un pacto para que el pri le
pasara al primero unos 200 mil votos a efecto de derrotar a Andrés
Manuel López Obrador. En 2012, siendo ya presidente Calderón
y Peña Nieto candidato presidencial por el pri, el pacto se volvió
a hacer para nuevamente impedir el triunfo de López Obrador. En
2006, el candidato del pri, Roberto Madrazo, fue sacrificado. En
2012, lo fue la candidata del pan, Josefina Vázquez Mota. López
Obrador sigue siendo el enemigo principal para las elecciones de
2018. Hasta ahora, el pacto implica apoyar a la esposa de Calde-
rón, Margarita Zavala.
Algo debería la izquierda aprender de todo esto.

2 de junio de 2016

412
Derecha sin vergüenza

Para que no haya confusión, no estoy hablando de la derecha sin-


vergüenza sino de la derecha sin vergüenza, es decir, de aquella
que no es vergonzante. Según el Diccionario de la Real Academia
Española, sinvergüenza significa pícaro o bribón; una persona que
comete actos ilegales en provecho propio o que incurre en inmo-
ralidades. Por vergonzante, la misma institución establece en su
diccionario que significa aquel que tiene vergüenza. Cuando hablo
de derecha sin vergüenza entonces significo a aquella derecha que
no se avergüenza de serlo.
Debo decir que las anteriores reflexiones me las inspiró un ar-
tículo escrito por un estimable columnista de La Hora. Me refiero
a Mariano Rayo, quien en su columna del 27 de abril de este año
escribió: “Sal ya del armario, di que eres de derecha”. Ese debe ser
el lema de quienes estamos cansados y aburridos de ver cómo nos
llevan por una senda directa al despeñadero, donde prevalece el
desorden, el caos, la ingobernabilidad y el irrespeto a la autoridad.
Una situación donde sólo lo ‘políticamente correcto’ tiene cabida
para todo y por todo”.
El referido artículo llamó poderosamente mi atención, porque
ha sido frecuente en las críticas a mi columna por parte de los lec-
tores que me hacen el favor de leerla, el decir que esto de dividir
al mundo en derecha e izquierda es una forma de pensar anticua-
da, binaria, simplista. Uno de los grandes politólogos italianos del
siglo xx, Norberto Bobbio, escribió una obra que es ya clásica
sobre este tema: Derecha e izquierda. Razones y significados de
una distinción política, editado por Taurus en Madrid 1995. Lo
que sucede con aquellas personas a la cuales les parece antipática
la diferenciación entre izquierda y derecha, es que generalmente
están ubicadas en la derecha y se avergüenzan de estarlo. No son
derecha sin vergüenza sino son derecha vergonzante.

413
Tenía tiempo de venirlo pensando, cuando en un seminario
organizado hace unos años en Guatemala por el Instituto Holan-
dés de Democracia Multipartidaria, escuché decir a Ludolfo Pa-
ramio: “cada vez que oigo que alguien dice que ya no existen ni
la izquierda ni la derecha, pienso inevitablemente que ese alguien
es de derecha”. Esta es la gran paradoja del último tercio del siglo
xx. Habiendo resultado victoriosa la derecha en el marco de la
Guerra Fría y en el contexto de la crisis de la socialdemocracia y
el triunfo neoliberal, la izquierda nunca se ha avergonzado de ser-
lo, mientras que la derecha ha asumido la negatividad del vocablo
“derecha”.
Por ello, independientemente de que yo esté de acuerdo con
la forma que caracteriza a la derecha, el artículo de Mariano Rayo
me parece valioso. Reivindica el orgullo de estar adscrito en una
postura de derecha. Y por este camino podemos volver a la épo-
ca de los partidos que se articulan en torno a una ideología y la
política que le es consecuente. Los partidos, si siguieran ese razo-
namiento, dejarían de ser solamente grupos de interés que agluti-
nan oportunistas, los cuales apuestan en algún momento a llegar
a controlar el ejecutivo con tal de poder tener manga ancha para
hacer negocios y beneficiarse con la corrupción.
Por supuesto que dividir los campos de la política entre iz-
quierda y derecha no significa ignorar una buena cantidad de ma-
tices que se dan en estos dos campos. La izquierda y derecha ex-
trema, el centro izquierda y el centro derecha podrían ser algunos
de estos matices. Mariano Rayo propone distinguir “la derecha
social” de “la derecha política”. Yo propongo distinguir la derecha
neoliberal de la derecha clerical o confesional. Y de igual manera
sucede en la izquierda, que tiene una particular vocación por la
diferenciación y el fraccionamiento, muchas veces motivados por
criterios doctrinarios e ideologizados.
Por de pronto, en este año electoral tendremos que ver cómo
se comportan los dos grandes campos o posturas políticas e ideo-
lógicas. Si las candidaturas de Otto Pérez Molina (quien por cierto
no era el plan A de la derecha) y de Sandra Torres capitalizan cada
una de ellas una parte significativa del electorado, veremos una
competencia polarizada, ante la cual los distintos matices de la
derecha e izquierda irán tomando partido.

414
Y lo que muchos niegan que existe, la derecha y la izquierda
en sus distintas vertientes, se irán alineando con entusiasmo o sin
él en torno a dichas candidaturas. Hago votos porque esto suceda
con el menor costo humano y político.

23 de mayo de 2011

415
Derecha. Soberbia sin fundamento

En artículos que he leído en la prensa y en comentarios a mi co-


lumna que envían algunos de los lectores, puedo percibir que exis-
te en la derecha una soberbia sin fundamento. Un ánimo triun-
falista recorre los argumentos más recurrentes en estas cuentas
alegres del gran capitán: el comunismo ha muerto; ya no existen
la derecha y la izquierda más que en la mente de trasnochados; la
izquierda ha sido derrotada electoralmente; es evidente la supe-
rioridad de la economía de mercado sustentada en el pensamiento
libertario (eufemismo vergonzante del neoliberalismo), etc. Vivi-
mos el mejor de los mundos posibles, nos recitan los derechistas
ensoberbecidos.
El argumento electoral es blasonado, sobre todo, en Guate-
mala, donde la izquierda en efecto no pasa de 2 o 3% de las pre-
ferencias electorales. Pero la soberbia obnubila, y se olvida que
han sido planteamientos de izquierda o centro izquierda los que
han triunfado en México, El Salvador, Nicaragua, Venezuela,
Ecuador, Bolivia, Perú, Argentina, Uruguay, Paraguay y Brasil.
Se olvida que la derecha irritada por sus fracasos electorales y
su pérdida de control ha propiciado golpes de Estado (Venezuela
2002, Honduras 2009 y Paraguay 2012), fraudes electorales (Mé-
xico 1988, 2006 y 2012), tentativas de golpe de Estado (Bolivia
2008, Guatemala 2009 y Ecuador 2010).
Fracasos políticos y electorales aparte, lo que realmente ha-
bría que examinar es si la derecha ha sido capaz de crear naciones
prósperas y felices. Seguramente las habrá pero se cuentan con
los dedos de una mano. La derecha neoliberal ha vuelto a Gre-
cia, España, Portugal e Italia en naciones colindantes con el tercer
mundo. Allí está España con 25% de desempleo abierto, 50% de
jóvenes desempleados, 22% de pobres y 10% de hogares en los
cuales ninguno de sus integrantes tiene empleo.

416
No nos vayamos tan lejos y revisemos la situación de Centro-
américa, gobernada a lo largo de su historia, fundamentalmente,
por la derecha. Ciertamente, el que en Nicaragua y El Salvador
tengamos gobiernos que moderadamente no encajan en el perfil
de la derecha, no implica que los grandes problemas sociales de
la región no sean responsabilidad del proyecto derechista: 51%
de la población centroamericana es pobre o miserable, con cifras
alucinantes de pobreza rural de 65-80% en Guatemala, Nicaragua
y Honduras; solo en Costa Rica el salario mínimo rural cubre los
gastos de la canasta básica; el promedio de vida de la población
rural (41% del total de población) es de 47 años y en 6 de cada 10
hogares rurales se vive en inseguridad alimentaria; los seis países
centroamericanos se encuentran entre los 40 más desiguales del
mundo y entre, aproximadamente, 150 países en materia de índice
de desarrollo humano. Nicaragua se encuentra en el lugar 129 y
Guatemala en el 131. En Guatemala 22% de los adultos y casi
50% de los niños están desnutridos. Cientos de miles de centroa-
mericanos huyen de la miseria migrando. En materia de violencia,
Guatemala, El Salvador y Honduras tienen el triste honor de ser la
región más violenta del mundo en tasas de homicidios: en ciertas
zonas sobrepasan 90 homicidios por cada 100 mil habitantes. La
media mundial es de 8 por cada 100 mil y la media de América es
de 15 por cada 100 mil.
He aquí el triste panorama que nos deja una derecha que actúa
como clase dominante en vez de hacerlo como clase dirigente.
Que actúa sin espíritu estatal, porque no privilegia los intereses
generales y nacionales, sino más bien mira sus propios intereses
corporativos y particulares.
Por ello estimables señores de la derecha, cada vez que les
entren accesos triunfalistas, recuerden el volcán de miseria y vio-
lencia que han construido. Y sobre el cual están sentados.

6 de septiembre de 2012

417
Breve taxonomía de la derecha

La observación de los procesos políticos en México y Centroamé-


rica, y en general en América Latina, me han llevado a una verdad
de Perogrullo: al igual que la izquierda, la derecha no puede ser
metida toda en un mismo saco. La verdad de Perogrullo se olvida
a menudo y ese olvido suele tener consecuencias políticas inde-
seables. La extrema derecha ha cometido en el pasado y en la
actualidad el error de hacer una lectura homogénea de las diversas
izquierdas. El anticomunismo en Centroamérica, para poner un
ejemplo, no hizo distinción entre los comunistas, los foquistas, los
demócratacristianos o socialdemócratas. A todos los unió bajo una
concepción muy amplia de “comunistas” y ejerció el terrorismo
de Estado indiscriminado, asesinando a Pedro Joaquín Chamorro,
a Monseñor Arnulfo Romero, a Alberto Fuentes Mohr y a Manuel
Colom Argueta. Con ello sentó una de las bases del gran estallido
revolucionario que vivió la región a partir de 1978.
La derecha más lúcida, sobre todo la moderna, nunca se ha
equivocado de enemigo y ha realizado una brillante taxonomía de
las izquierdas, identificando con precisión quién es su enemigo
principal. En el seno de la izquierda, ha costado mucho tener se-
mejante lucidez y no faltan quienes hasta ubican como parte de la
derecha a quienes se encuentran en la izquierda. El ejemplo más
memorable es el cometido por el subcomandante Marcos durante
el proceso electoral de 2006, cuando equiparó a Andrés Manuel
López Obrador con Carlos Salinas de Gortari. Error conceptual
que llevó a los zapatistas a su realidad actual: la marginalidad y
la resistencia heroica en los municipios autónomos de Chiapas
llamados Caracoles.
Hasta dónde puedo ver las cosas, la ideología dominante y
unificadora de las derechas en el mundo actual es el neoliberalis-
mo. El éxito neoliberal ha sido sobre todo ideológico, pues desde

418
el punto de vista económico su fracaso es palpable ahora a nivel
mundial. Pero en toda América, bajo el paraguas neoliberal, existe
la derecha confesional. En Estados Unidos de América, la derecha
confesional se expresa en el ahora famoso Tea Party, el cual agru-
pa a la extrema derecha del fundamentalismo protestante y que
en las elecciones pasadas se aglutinó tras la candidatura de Mitt
Romney. Hoy, esa derecha se encuentra descalabrada por no haber
tomado en cuenta el peso del voto latino.
En América latina, la derecha confesional se expresa sobre
todo en la derecha clerical, que alterna su adhesión al neoliberalis-
mo con las posiciones extremas respecto del aborto, los derechos
de las minorías sexuales y el laicismo. En países que han tenido
enconados conflictos internos, la extrema derecha no se restringe
a la derecha clerical sino también comprende a la derecha contra-
insurgente, ambas herederas del anticomunismo de la Guerra Fría.
A la derecha neoliberal más conspicua no le quitan el sue-
ño las demandas por memoria, justicia y verdad que afectan a
la derecha contrainsurgente. Tampoco hace causa de insomnio el
derecho de la mujer de elegir si continúa o no su embarazo, o
los matrimonios gay y lésbicos. Su preocupación fundamental es
que no haya restricciones para las inversiones y que el mercado
lo domine todo. Son demócratas si la democracia se restringe a
procesos electorales y si la ciudadanía se restringe a votar por las
distintas élites del país del caso.
Importante es hacer una buena taxonomía de la derecha. Sobre
todo si la izquierda quiere hacer una política amplia de alianzas
que la saque de una marginalidad testimonial. Hoy, la izquierda no
se aglutina ya por un programa ideológico anticapitalista. Lo hace
por un programa político antineoliberal.
Esto es lo que ha sucedido en aquellos lugares en los cuales la
izquierda ha dejado de ser marginal.

27 de diciembre de 2012

419
Neoliberales y “libertarios”

La semana pasada, un amigo me envió un artículo publicado en


un rotativo guatemalteco. En éste, el autor se permitía hacerle una
crítica a Edelberto Torres-Rivas, el sociólogo más connotado de
Centroamérica. Al parecer, Edelberto se permitió hacer una crítica
a la corriente que se autodenomina “los libertarios” y la respuesta
ha resultado ser airada. El columnista usa la conocida falacia del
“envenenamiento de la fuente”, al criticarlo por usar la noción de
libertad tal como la usa Juan Alberto Fuentes Knight, en lugar de
citar directamente a Hayek… Y no pude evitar sonreír cuando leí
que lo califica de “monstruo del pensamiento socialista”. En ver-
dad el rigor analítico de Edelberto sigue incólume, pero hace años
que su orientación ideológica es distinta a la de un propugnador
del socialismo.
Anécdotas aparte, hace tiempo he notado que los neoliberales
consideran a esta categoría un epíteto peyorativo y reivindican ser
llamados “libertarios” en lugar de neoliberales. Ignoro si el crítico
de Edelberto comparte esa actitud vergonzante. Cualquiera que
sea el caso, sucede lo mismo que con la categoría “derecha”, a la
cual deploran los derechistas, argumentando que seguir hablando
de “derechas” e “izquierdas” es vivir en el pasado.
No puedo sino repetir una vez más lo que le escuché decir a
Ludolfo Paramio, el gran ideólogo del Partido Socialista Obrero
Español: “Cada vez que oigo que alguien dice que ya no existen
derechas e izquierdas pienso que esa persona es de derecha”. Para-
fraseando la frase, podríamos decir que cada vez que oigamos que
alguien diga que no es neoliberal sino “libertario”, inevitablemen-
te deberemos pensar que esa persona es neoliberal. El “libertario”
que hoy comentamos, deja ver su cobre neoliberal cuando nos re-
cuerda el despropósito de los “socialistas” que en Guatemala que-
rían mantener la telefonía como un monopolio estatal, en lugar de

420
privatizarla. Nos dice que el éxito de la privatización de la misma
se mira en la reducción de precios que tiene ésta, al extremo de
que en Guatemala “hace años los mendigos tienen teléfonos mó-
viles y con tarifas baratas”.
Desde sus inicios, el neoliberalismo prometió que con el mer-
cado en estado libertario, es decir, con la mercantilización extre-
ma, habría una época de gran prosperidad social y que dejaría de
haber mendigos. Hoy el neoliberal se olvida de dicho argumento
y basa el éxito de su dogma en la proliferación de una mercancía
barata como es el teléfono celular. El que haya mendigos no le
quita el sueño. Más aun, ni siquiera se percata de que el argumento
del mendigo es un autogol. Pregúntele usted, estimado lector o
lectora, a un mexicano cómo le va con las tarifas de Telmex que
es propiedad del también dueño de telgua.
Finalmente, lo que no tiene desperdicio en el “libertario” que
comentamos es su fobia a la democracia, la cual no es más que
“el despotismo de la mayoría”. El neoliberal schumpeteriano dice
que la sociedad ideal es la economía de mercado y la democracia
electoral.
Nuestro “libertario” sueña con un mercado custodiado por la
dictadura.
12 de abril de 2014

421
La izquierda, necesidad de una autocrítica

Mi artículo de la semana pasada ha merecido comentarios, ente


los cuales quiero destacar un cuestionamiento y una aclaración.
El cuestionamiento es que en mi columna yo parto del supues-
to de que el general Pérez Molina ganará las elecciones del 6 de
noviembre, y buena parte de mis lectores y lectoras no están tan
seguros de que eso suceda así. El lunes 7 de noviembre, este de-
bate quedará zanjado. La aclaración tiene que ver con lo que me
ha escrito Luz Méndez, a quien agradezco su precisión, quien me
cita un comunicado oficial de la urng, donde dicha organización
informa que obtuvo tres diputados, cinco alcaldías y concejalías
en un número importante de municipios. La aclaración es sustan-
cial: la izquierda no desaparece del mapa político electoral, como
expresé de manera apresurada, sustentándome en diversos análisis
recibidos e informaciones periodísticas que por lo visto eran pre-
liminares. Pero este hecho no rebate el que el desempeño electoral
de la izquierda es pobre y con retrocesos.
En 1995, la urng todavía seguía en la clandestinidad y usó las
siglas del Frente Democrático Nueva Guatemala para participar.
En esa ocasión, el fdng obtuvo 6.85% de los votos con el muy
honorable Jorge González del Valle como candidato presidencial.
Pero esta decisión fue una de carácter cupular impuesta desde Mé-
xico, haciendo a un lado el entusiasmo que en las bases había
generado el nombre de Alfonso Bauer Paiz.
En 1999, la urng buscó alianzas con sectores de centro iz-
quierda y postuló a Álvaro Colom, logrando con ello su mejor
resultado electoral con 11.26% de los votos, porcentaje que muy
bien hubiera podido llegar a más del 12%, si no hubiera roto las
alianzas con los dueños del registro del fdng, el cual ese año ob-
tuvo 1.26%. Después de 1999, los resultados son francamente po-
bres: en 2003 la urng obtuvo 2.58% de los votos y en 2007 bajó a

422
2.14%, el cual podría subir a 2.7% si se agregara el exiguo 0.56%
que obtuvo Pablo Monsanto usando las siglas de Alianza Nueva
Nación.
Los que leen mi columna desde una postura de la derecha no
se cansan de decir que estos resultados son una muestra de que el
pueblo de Guatemala no es de izquierda. Con esta lógica puede
decirse que tampoco es partidario del militarismo y del genoci-
dio: 65% de los electores no votó por Pérez Molina. La diferen-
cia estriba en que Pérez Molina contó con una enorme cantidad
de recursos, el apoyo de la cúpula empresarial y el de la mayor
parte de los medios de comunicación. El fracaso electoral de la
izquierda tiene en estos hechos una parte de su explicación: cuenta
con pocos recursos financieros, tiene en contra a los más grandes
poderes fácticos de Guatemala, quedó históricamente mermada
por los efectos del genocidio, y tiene el encono mediático que, no
es mayor, porque no representa una amenaza electoral al orden
establecido.
Más allá de las circunstancias externas, la izquierda debe
hacer autocrítica profunda respecto de su desempeño. En primer
lugar, un ajuste de cuentas con los atavismos centralistas y auto-
ritarios que vienen de su pasado clandestino y político militar. La
falta de democracia interna ha ahuyentado de sus filas a militantes
y simpatizantes valiosos que han terminado en el retiro a la vida
privada o la participación con otras fuerzas políticas y sociales.
Debe erradicar su sectarismo que la ha llevado a romper alianzas
con las que pudo haber obtenido mejores resultados electorales.
En Uruguay, el Frente Amplio ganó con 52% de los votos,
mientras que encuestas indican que solo 30% del pueblo uruguayo
declara ser de izquierda. La izquierda debe ser imaginativa
en torno a qué discurso y acciones debe tomar para captar las
preferencias de un electorado que vota por programas y no por
ideologías. La izquierda debe abrir aun más sus candidaturas
al espacio meramente ciudadano y capitalizar el prestigio de
personalidades que no necesariamente han militado en sus filas.
Me ha resultado patético observar la rebatinga que cada cuatro
años se observa por candidaturas de una fuerza que no llega a 3%
de los votos… La dirigencia de la izquierda en Guatemala debe
ser generosa y advertir que su tiempo ha terminado: es urgente un

423
relevo generacional que lleve ideas nuevas y prácticas distintas.
La urng y la ann, particularmente, corren el riesgo de convertirse
en partidos dirigidos por gerontocracias.
El fracaso electoral de la izquierda debe llevarla a la refunda-
ción largamente postergada. En México, el Partido Comunista se
disolvió para ir dando cabida o estableciendo alianzas con otras
fuerzas políticas y sociales, dando inicio a un proceso no exento
de contradicciones, pero que tiene hoy a la izquierda como una
fuerza insoslayable en el panorama político mexicano. Pero esa
refundación implica renuncias a protagonismos infructíferos, co-
tos miserables de poder, ideas arraigadas, prácticas anquilosadas
y ambiciones personales.
He aquí el reto que, desde 2003, tiene en sus manos la iz-
quierda. Si lo asume, tendrá alguna oportunidad. Si no lo hace, los
guatemaltecos tendrán que seguir decidiendo entre cáncer o sida,
como sucederá el próximo noviembre.

22 de septiembre de 2011

424
La otra izquierda en Guatemala

Recién he terminado de leer dos libros que me impactaron. El pri-


mero son las memorias políticas del recordado Américo Cifuentes
Rivas, Memorias de mi generación (usac-dgi, 2015); el segundo,
de Félix Loarca Guzmán, Asesinato de una esperanza (usac-ceur,
2009), que resume una amplia investigación documental y perio-
dística. Ambos libros son fuentes importantes para reconstruir la
historia de una vertiente fundamental de la izquierda guatemalte-
ca. En los documentos que leíamos los militantes revolucionarios
en la segunda mitad del siglo xx, aprendíamos que había dos iz-
quierdas en el país: “la izquierda revolucionaria” y “la izquier-
da democrática”. Bien vistas las cosas, estas dos vertientes de la
izquierda ya estaban presentes en la coalición de partidos que se
forjó en la década revolucionaria y que terminó apoyando al pre-
sidente Jacobo Arbenz durante su gobierno.
El Partido de Acción Revolucionaria (par), el Partido de la
Revolución Guatemalteca (prg) y el Partido de Integridad Nacio-
nal (pin), fueron parte diferenciada de la vertiente marxista repre-
sentada en aquel entonces por el Partido Guatemalteco del Trabajo
(pgt). La restauración oligárquica de 1954 destruyó a los tres pri-
meros, mientras el pgt sobrevivió convirtiéndose en la matriz de
las organizaciones revolucionarias después agrupadas en la urng.
La otra izquierda se reconstruyó primero en el Partido Revolucio-
nario (pr) y después en la Unidad Revolucionaria Democrática
(urd, después furd y fur), y también en el Partido Socialista De-
mocrático (psd). A diferencia de la izquierda revolucionaria que
buscó destruir el orden reaccionario instaurado en 1954 a través
de la lucha armada y con un proyecto encaminado al socialismo,
la izquierda democrática buscó desmantelar ese orden a través de
la lucha pacífica y electoral y con un proyecto socialdemócrata.

425
Los libros mencionados reconstruyen los avatares de esta iz-
quierda que dio al más grande líder político de la segunda mitad
del siglo xx en Guatemala, Manuel Colom Argueta. También re-
tratan a los otros dos grandes líderes, Adolfo Mijangos López y
Alberto Fuentes Mohr. Fue esta izquierda democrática, que in-
cluye a las bases democristianas y a algunos de sus dirigentes,
una fuerza heroica que se enfrentó electoralmente a una dictadu-
ra militar y terrorista. Resulta estremecedor leer en los libros de
Américo Cifuentes y Félix Loarca, cómo Adolfo Mijangos López
vaticinó su asesinato después de ganar una diputación en 1970.
O cómo en su última entrevista, después de la inscripción del fur
como partido, Colom Argueta expresó que sería asesinado. Final-
mente, advertir cómo la dictadura le dio registro al psd, mientras
tenía ya montado el operativo que asesinó a Fuentes Mohr.
El mundo ha dado muchas vueltas después de la muerte de es-
tos tres grandes dirigentes. Resulta sin sentido hacer la diferencia-
ción entre izquierda democrática y revolucionaria. Hoy, estar en la
izquierda es ser antineoliberal y demócrata a ultranza. El proyecto
transformador, como dice Enrique Dussel, en sus 20 tesis sobre
política, ha borrado las fronteras entre reforma y revolución. En
América Latina podemos ver revoluciones que hacen reformas y
reformas que hiladas son procesos revolucionarios.
El socialdemócrata consecuente hoy tiene voluntad posneoli-
beral. Y el socialista revolucionario realista, también.

9 de mayo de 2017

426
Derecha y cohesión social

Mis queridos amigos y parientes de la derecha me han hecho el


favor de incluirme en sus listas de envío por correo electrónico.
Recibo, entonces, mensajes que considero la antesala de la campa-
ña electoral del año entrante. Agradezco tales envíos porque resul-
tan útiles para mi trabajo de sociólogo y, ahora, me proporcionan
material para mis colaboraciones en el periódico La Hora.
Los envíos incluyen desde referencias chuscas a Sandra To-
rres, el lamentarse cómo habiendo una galaxia, nueve planetas,
cinco continentes, 204 países y 809 islas, el hijo de tantas por tan-
tas de Álvaro Colom haya nacido en Guatemala. Incluyen también
las fábulas de la hormiga y la cigarra y la gallinita y el pan. En la
primera, la cigarra no se muere de frío, como merecía hacerlo por
haragana, sino que se acoge al programa de Cohesión Social que
se sustenta en los impuestos que pagan las hormigas, la cuales op-
tan por irse del país. En la segunda, la gallinita pide infructuosa-
mente ayuda a los demás animales de la granja para hacer el pan, y
cuando finalmente lo hace ella sola, los demás animales protestan
por no compartir el fruto de su trabajo. Con la ayuda del gobierno
a la gallinita, finalmente se lo quitan. El resultado es que ésta nun-
ca vuelve a hacer pan… La moraleja de las fábulas es la siguiente:
“A la gente no se le ayuda dándole de comer gratis, repartiendo
tarjetas para comprar comida. Se le ayuda enseñándole a pescar y
no regalándoles un pescado”.
Otro de tales envíos relata la historia de alguien que hizo un
comedero de pájaros en el porche de su casa, y al tiempo, el lugar
estaba infestado de aves que comían, exigían y, encima, defecaban
en el lugar. Moraleja: si usted no quiere terminar limpiando excre-
mento y alimentando parásitos es mejor que no ponga comederos
para aves.

427
Termino esta reseña de planteamientos de la derecha sobre el
programa de Cohesión Social con una cita de un tal Adrian Ro-
gers, que en 1931 aseveró: “Cuando la mitad de las personas lle-
gan a la conclusión de que ellas no tienen que trabajar porque la
otra mitad está obligada a hacerse cargo de ellas, y cuando esta
otra mitad se convence de que no vale la pena trabajar porque
alguien les quitará lo que han logrado con su esfuerzo, eso... mi
querido amigo... ...es el fin de cualquier Nación”. En el imaginario
de la derecha, los programas incluidos en la política de Cohesión
Social solo sirven para alimentar parásitos, para que los maridos
se gasten el dinero en cantinas y burdeles (una aseveración seria
tendría que investigar si tales establecimientos han registrado una
acusada bonanza durante el actual gobierno), y para que los que
trabajan paguen lo que se comen los que no trabajan. En el imagi-
nario de la derecha, la sociedad está dividida entre los diligentes
(que por ello son ricos) y los haraganes (que por ello son pobres).
Lo falaz de todas estas aseveraciones es fácilmente demos-
trable. El mundo, y Guatemala como parte de éste, está lleno de
millones y millones de personas que trabajan de sol a sol y se
mueren de hambre. Muy fácil es afirmar que a la gente se le ayu-
da dándole trabajo, pero esta es, precisamente, la mayor falla del
capitalismo neoliberal que la derecha tanto alaba: el informe del
fmi y la oit publicado en el pasado septiembre, nos indica que la
crisis mundial iniciada en 2008 ha dejado 30 millones de personas
más en el desempleo. Solo en España hay 3 millones de nuevos
desempleados y en Francia suman 4 millones.
No por casualidad el informe se llama “Los desafíos del cre-
cimiento, el empleo y la cohesión social”. El desempleo, como
Marx lo planteó, abarata los salarios por la simple ley de la oferta
y la demanda: en Europa la renta del trabajo representa ahora 56%,
cuando antes de la crisis representaba 70% de la renta nacional.
Algunos informes indican que en Estados Unidos de América el
desempleo alcanza los 15 millones de personas y 9 millones más
solo pueden encontrar empleo parcial. Steve Keen, el economis-
ta matemático que ha sido recientemente premiado con la presea
“Paul Revere” por haber sido quien mejor predijo la crisis que es-
talló en 2008, calcula el desempleo real en dicho país en casi 17%.

428
Los programas asistencialistas ciertamente tienen falencias.
Tienen uso clientelar y pueden ser objeto de corrupción. Estos son
argumentos de la derecha que resultan atendibles. Por ello, deben
ser acompañados de una elevación de la calidad de la democracia,
de una ciudadanía participativa, de un rendimiento de cuentas y
una gran transparencia. Esto es cierto. No lo es que esos progra-
mas lo pagan con sus impuestos los que si trabajan. Menos en
Guatemala donde la tasa de recaudación fiscal en relación al pib, a
lo sumo, oscila entre 11 y 12%, una de las más bajas del mundo.

14 de octubre de 2010

429
Obituarios y
semblanzas
Alfonso Solórzano, memoria de un mentor

Puedo decir que en el trayecto de vida que me ha tocado recorrer,


he tenido la fortuna de contar con maestros memorables.
De mi época del bachillerato, en el Instituto Modelo en Gua-
temala, tengo en la memoria a dos ancianos hondureños, don Raúl
Rodríguez y don Fernando Santos. De ellos recuerdo lecciones de
literatura, de química y, sobre todo, de vida.
Sin embargo, en aquellos años, fue un muchacho de 23 años,
corpulento, alto y de rostro barbado, de quien tengo las marcas
más indelebles. Se llamaba Juan Luis Molina Loza. Él me enseñó
que la filosofía no sólo era el arte de especular, sino una disciplina
que guiaba a la acción. Cuando fue secuestrado y desaparecido
por las fuerzas represivas de Guatemala, en enero de 1971, supe
que su visión crítica y libertaria del mundo la había conjugado con
una práctica consecuente.
De mis años de estudio de la carrera de sociología en la Uni-
versidad Nacional Autónoma de México, evocaré siempre a Ri-
cardo Pozas Arciniegas y a su inseparable compañera Isabel Hor-
casitas de Pozas. De ellos aprendí el amor por la investigación de
campo, el gusto por recorrer los sembradíos de maíz, y el placer de
mirar en la noche los cielos estrellados desde un suelo recién arado.
Pero fui discípulo no solamente de aquellos que desde una
cátedra me enseñaron lo que necesitaba aprender. De mi padre
aprendí lo que Alfredo Guerra Borges ha descrito como el más
esquivo y el más austero de los ejercicios: “el difícil oficio de ser
consecuente consigo mismo durante toda una vida”. Cuando lo
acribillaron junto a mi madre, en junio de 1980, comprobé que en
no pocas ocasiones, la muerte es el precio de la congruencia entre
el decir y el hacer. Eduardo Perera Álvarez, mi tutor en la primera
juventud, me enseñó el placer de leer en la cama hasta en altas
horas de la madrugada y que la pasión por una mujer, es una de las

433
fuerzas vitales en la existencia de un hombre. A Severo Martínez
Peláez, le aprendí que el alma humana es un laberinto infinito y
que es posible expresar las verdades más complejas con las pala-
bras más sencillas.
En 1973, cuando ya había cumplido los 20 años, apareció en
mi vida un mentor inesperado. Acaso también fui para él un discí-
pulo inesperado. Era un hombre menudo y de cabeza grande. Te-
nía rostro indígena y el pelo que alguna vez fue negro, empezaba a
tornársele gris. Se llamaba Alfonso Solórzano. Era conocido entre
algunos guatemaltecos del exilio de los años setenta, el chiste que
sobre él le atribuían a Ernesto Capuano: “Alfonso es el único in-
dio con canas que yo conozco”.
El rostro maya de Alfonso fue aprovechado por Rina Lazo en
una pintura que retrataba a personajes varios personajes identifi-
cados con la derrotada revolución guatemalteca. Entre ellos Luci-
la Godoy, la mujer que participó activamente en el rechazo a los
contrarrevolucionarios que intentaron tomar Puerto Barrios desde
una goleta, y Huberto Alvarado, el intelectual y dirigente comu-
nista, se encontraba un indígena de cabello oscuro en cuyo rostro
se adivinaban las facciones de Alfonso Solórzano.
Había visto una reproducción de aquella pintura en la casa de
Carlos Cáceres, uno de los compatriotas que vivían en la ciudad
de México a principios de los años setenta. Creo recordar que,
tiempo después de haber conocido a Alfonso, reconocí en su rostro
a aquel otro que se encontraba en aquella pintura. Estaba yo en el
último año de la carrera de sociología en la unam y era previsible
mi regreso a Guatemala. Ya tenía alguna relación de colaboración
con alguno de los militantes del Partido Guatemalteco del Trabajo
que actuaban en México. Acaso por la influencia de mi padre, o
porque había tenido la oportunidad de conocer ocasionalmente en
mi casa a Carlos Valle y Valle, y a Mario Silva Jonama –dos de
los miembros de la comisión política del pgt que fue secuestrada
y asesinada en 1972–, o porque, finalmente, consideraba a dicha
organización como la más seria de las que operaban en el país; el
caso es que a principios de 1973 manifesté mi deseo de ingresar al
pgt. El amigo a quien le expresé tal voluntad, al cabo de un tiempo,
me contó que había algunos otros guatemaltecos en México que

434
tenían similar interés. La idea era formar un “círculo de estudio”
de los documentos ideológicos del pgt.
Fue entonces que visité por primera vez la casa situada en la
calle de Hortensia No. 54, la cual compartía Alfonso Solórzano
con su esposa Alaíde Foppa. No recuerdo por qué razón tuve con
Alfonso una entrevista previa a las sesiones colectivas. Tomé un
autobús que me llevó por la avenida de Los Insurgentes y me bajé
frente a un edificio que anunciaba ser la sede de una radio. Cami-
né unas cuantas calles y, finalmente, llegué a una casa bardeada,
situada en una esquina y cuyo acceso era un portón.
Toqué la puerta y esperé.
Después de un rato salió una mujer baja, robusta y de pelo
rizado. Esa fue mi primera sorpresa. Tenía el uniforme que la evi-
denciaba como una empleada de servicio de una casa elegante.
Le pedí que me anunciara y después de unos momentos de espera
frente al portón, la mujer me pidió que pasara al interior de la casa.
Un patio con plantas y enredaderas era el preámbulo de la entrada
a aquel hogar.
“Siéntese, en un momento lo atiende el señor”.
Me senté en medio de aquella sala. La recuerdo alfombrada,
adornada con algunas pinturas. Momentos después, bajó del pri-
mer piso Alfonso Solórzano. Vestía el pantalón oscuro y el saco
gris que siempre me pareció su atuendo favorito. “Mucho gusto
compañero, pase adelante, vamos al estudio”, me dijo con una
sonrisa, mientras me extendía su mano.
A partir de aquel año, y luego durante 1975 y hasta 1978, ha-
bría de estar en aquella casa y en aquel estudio muchas veces. Era
un lugar acogedor, con un gran ventanal que también era acceso
a un jardín interior de mullido pasto. Tenía sillones cómodos y
anaqueles llenos de libros. Un samovar adornaba una mesa de ma-
dera fina y en la pared, además de varias pinturas, se encontraba
el retrato a lápiz de un hombre ya entrado en años. Aquel dibujo
era el retrato de, o estaba dedicado a un señor llamado Tito Livio
Foppa. En uno de los anaqueles se veía una edición gigantesca del
Canto General de Pablo Neruda.
Aquella tarde fue la primera de las muchas conversaciones
que tuve con Alfonso Solórzano. Invariablemente, se sentaba en

435
un sillón individual ubicado en una de las esquinas del estudio.
Sacaba de una de las bolsas del saco la cajetilla de Delicados con
filtro, y después de golpear el cigarrillo en la pequeña mesa de sala
que tenía enfrente, lo prendía con un encendedor que usaba con
delicadeza. Noté que tenía otros hábitos. A veces, una de sus ma-
nos no soltaba las llaves de su auto Renault. De repente, en medio
de la conversación, se levantaba, se dirigía a algunos de los cua-
dros que había en alguna de las paredes y lo enderezaba. Nunca
supe con certeza si aquel cuadro en efecto se encontraba torcido.
Pronto empezaron las sesiones semanales de estudio. Éramos
cinco, además de Alfonso, los asistentes a ellas. El objeto de la
discusión y de las preguntas eran los estatutos del partido, su lí-
nea, plasmada en un pequeño libro que llevaba por título El Ca-
mino de la Revolución Guatemalteca, y luego otro librito más, El
Programa de la Revolución Popular.
La voz grave de Alfonso nos decía que el partido era una orga-
nización de carácter leninista, regida por el centralismo democrá-
tico, que realizaba su actuación en estricta clandestinidad pues era
un partido proscrito desde 1954, que los comités de base (células)
estaban compuestos por entre tres y cinco militantes, que todos
los militantes, sin excepción, tenían que pagar una cuota mensual
que variaba según el ingreso del militante. Las cuotas cumplían
la finalidad de contribuir al sostenimiento del partido, pero tam-
bién tenían un valor político, “No siempre, pero casi siempre, el
pago mensual de la cuota evidencia la disposición militante de un
miembro del partido”. La cuota, por mínima o máxima que fuera,
pagada con entusiasmo, casi siempre evidenciaba el nivel de con-
vicción de la militancia.
El pgt había aprobado, agregaba Alfonso, en su iv Congreso la
línea de la guerra revolucionaria popular, debido a la convicción
de que las condiciones que la reacción y el imperialismo le habían
impuesto al pueblo de Guatemala, no dejaban otra alternativa a las
fuerzas revolucionarias. Pero el que el pgt hubiera adoptado la vía
armada, no implicaba que la lucha armada sería la predominante
en todo momento. En tanto que la lucha armada, de acuerdo
con el precepto de Von Clausewitz, retomado por Lenin, era “la
continuación de la política por otros medios” podría suceder que
en determinados momentos, sobre todo en los de acumulación

436
de fuerzas políticas, las “luchas pacíficas y legales” fueran las
predominantes, lo que no implicaba que otras formas de lucha se
articularan y combinaran con aquellas.
El partido se planteaba la conquista del poder para instaurar
un gobierno revolucionario que impulsaría una revolución que
en su primera fase sería agraria, antiimperialista y popular, y que
crearía las condiciones objetivas y subjetivas para el tránsito al so-
cialismo, cuya construcción sería la segunda fase de la revolución.
Las fuerzas motrices de la revolución guatemalteca eran la
clase obrera, la cual tendría un papel dirigente, el campesinado y
las “capas medias de la población”. Desde hacía varios años, el
pgt había dejado de considerar la existencia de un sector patriótico
en el seno de la burguesía, aunque no descartaba que determinadas
personalidades provenientes de dicha clase se incorporaran a la
lucha revolucionaria.
El pgt consideraba al campo socialista, con la Unión Soviética
a la cabeza, el principal baluarte en contra del imperialismo, pero
también consideraba que la clase obrera y el movimiento comu-
nista internacional, así como los movimientos de liberación nacio-
nal eran factores fundamentales en la lucha antiimperialista.
Aunque Alfonso nos explicaba puntualmente tales principios
doctrinarios, no recuerdo haberme aburrido en tales conversacio-
nes, por lo que pienso que la forma en que lo abordaba nuestro
instructor debe haber sido entretenida. El discurso ahora, 25 años
después, nos puede parecer envejecido, pero palabras más o pa-
labras menos, era convicción compartida no solamente en el pgt
sino también en otros segmentos del movimiento revolucionario.
Años después, cuando me dediqué a estudiar más a fondo la
historia del movimiento revolucionario guatemalteco, supe que
Alfonso nos había hablado con disciplina acerca de los consen-
sos ideológicos que articulaban al pgt. Pero había matices en la
militancia del pgt respecto de dichos planteamientos. De esto me
enteré cuando leí el artículo de Mario Silva Jonama, “Algunas
tendencias incorrectas en el seno del Partido Guatemalteco del
Trabajo”, que salió publicado en el órgano oficial del movimiento
comunista, la Revista Internacional. Lo corroboré también cuan-
do leí los Apuntes para la historia del Partido Guatemalteco del

437
Trabajo que escribió Huberto Alvarado, y que serían publicados
después de su asesinato en diciembre de 1974.
En los momentos de discusión acerca de la línea en 1966, la
militancia del pgt en México, encabezada por Víctor Manuel Gu-
tiérrez, había manifestado sus dudas en relación con la línea de la
lucha armada. Sucedía que el pgt tenía en su militancia a mucha
gente que había vivido la experiencia de la década revolucionaria.
Buena parte de ellos tenía una vocación política por encima de
todas las cosas. Estoy convencido de que Alfonso Solórzano per-
tenecía a este tipo de militante.
Una noche se presentó en nuestro círculo de estudio un miem-
bro del pgt, que tenía una trayectoria diferente a la de Alfonso
Solórzano. Se trataba de Julio Rodríguez Aldana, conocido en-
tre sus amigos como el choco Rodríguez. Julio era un veterano
de la rebelión militar del 13 de noviembre de 1960. Estuvo entre
los pocos civiles que se adhirieron a ésta, al encontrarse circuns-
tancialmente en Puerto Barrios haciendo campaña para el Partido
de Unidad Revolucionaria, una escisión de izquierda del Partido
Revolucionario. Julio también era un sobreviviente de la guerrilla
que, convencionalmente, se llamó “de Concuá”, la cual había sido
encabezada por el exjefe de las Fuerzas Armadas de Guatema-
la, teniente coronel Carlos Paz Tejada. Aquella noche, Julio nos
dio una plática sobre la historia del pgt. Recuerdo que para mí la
experiencia fue avasallante: un hombre que formaba parte de la
historia revolucionaria del país nos estaba hablando acerca de la
historia del partido al cual yo ingresaría.
Las preguntas abundaban en aquellas sesiones. En ellas, Al-
fonso no solo nos hablaba de lo que decían los documentos del
pgt, sino también evocaba sus propias experiencias personales
durante los diez años de la revolución que comenzó en 1944. Esto
hacía su labor notablemente efectiva. Fue así como me enteré que
en la época del presidente Juan José Arévalo le dieron una especie
de exilio dorado –un cargo diplomático en París–, puesto que al
nuevo régimen le resultaban incómodos algunos de los exiliados
marxistas que habían regresado al país después del derrocamiento
de Ponce Vaides en octubre de 1944.
En efecto, las posibilidades de reconstruir una izquierda
revolucionaria de carácter marxista en Guatemala se estaban

438
dando, no solo porque algunos de aquellos jóvenes estudiantes que
parti­ciparon en la Revolución de Octubre empezaban a orientarse
hacia el marxismo,6 sino también porque algunos de los exiliados
que habían retornado al país lo hacían ya influidos por las ideas
del socialismo marxista. Entre ellos se encontraban Luis Cardoza
y Aragón, Ernesto Capuano, Carlos Arias, un piloto aviador que
había participado en la guerra civil española y que llevaba por
nombre Miguel García Granados.
Las primeras noticias de estos hechos que anunciaban la resu-
rrección del marxismo en Guatemala las recibí de Alfonso Solór-
zano. Alfonso me contó que se había entrevistado en aquellos pri-
meros momentos de la revolución con Antonio Obando Sánchez,
uno de los dirigentes del primer partido comunista de Guatemala,
fundado en 1922 y destruido por Ubico en 1932. Según me relató
Alfonso, Tonito Obando recién salía de una prisión, cautiverio que
se había extendido a lo largo de casi toda la dictadura ubiquista.
Mantenía con firmeza sus convicciones, pero más de doce años de
aislamiento en la Penitenciaría Central, lo habían dejado asentado
en aquel momento en el que, de manera increíble, se salvó de ser
fusilado, junto a Alberto del Pinal, Luis Villagrán, Juan Luis Chi-
guichón y otros dirigentes del incipiente comunismo. “Imagínese
usted, Tono Obando no sabía que la Internacional Comunista ha-
bía sido disuelta”, me dijo enfáticamente.
Una noche, después de finalizada una de aquellas sesiones
de estudio, en el momento en el cual los asistentes ya estábamos
parados y platicábamos el preámbulo de la despedida en el semi
alumbrado estudio, Alfonso nos contó a mí y a Leonel Roldán
Oliva, otro de los participantes en el círculo de estudio,7 un
recuerdo de su primera infancia. “Cuando era niño –relató
Alfonso–, a veces nos íbamos a pasar una temporada en la finca
de mis padres. Yo era muy chico y a veces teníamos que movernos
de un lado a otro, entonces mi papá le decía a uno de los mozos
que nos llevara cargados. El indígena se ponía un mecapal en la
frente y lo ataba a una pequeña silla que ponía en su espalda, nos

6 Entre ellos José Manuel Fortuny, Bernardo Alvarado Monzón, Mario Silva
Jonama, Hugo Barrios Klee, Carlos Valle y Valle, Alfredo Guerra Borges.
7 Menciono el nombre de Leonel porque, desgraciadamente, murió en un acci-
dente automovilístico en noviembre de 1976.

439
sentaban allí y comenzaba la caminata”. El relato no era ingenuo,
con éste, nuestro mentor comunista nos quería ilustrar la opresión,
la expoliación y el racismo que había impregnado a las relaciones
sociales en ese mundo abigarrado que siempre fue nuestra patria.
Hacía rato que yo imaginaba que Alfonso había nacido entre
sábanas de seda, para decirlo en la expresión que de vez en cuan-
do se usa en Guatemala. Sus finos modales, la sobria elegancia
con la que siempre se desenvolvía, la casa que habitaba, la tetera
o cafetera en baño de plata con la que la empleada uniformada,
silenciosamente, nos vertía en una taza el café o el té. Todo me in-
dicaba que aquel hombre y su esposa, venían de un mundo ajeno,
al menos de lo que era el común de la militancia revolucionaria.
Lo recuerdo una noche en que fuimos los dos a cenar al restauran-
te Los Guajolotes en la avenida Insurgentes. Al llamar al mesero
para que nos atendiera, con sorpresa vi que palmeaba sus manos
y decía “¡garçon!”
Años después, cuando ya visitaba su casa casi semanalmente
por motivos relacionados con nuestra militancia, en una ocasión
Alfonso y su esposa Alaíde me invitaron a que me quedara a co-
mer. Alaíde era a la sazón, una mujer de mediana edad que todavía
conservaba rasgos de la belleza de su juventud. Entendí por qué
podría ser cierto lo que me decían de Alfonso: el intenso enamo-
ramiento que había tenido con ella. En aquel momento, pese a que
Alaíde siempre estaba en los labios de Alfonso en nuestras con-
versaciones, noté que ambos vivían en mundos diferentes. Culta e
inteligente, Alaíde sostenía posturas independientes de su marido.
Con un tacto que nunca he vuelto a ver entre cónyuges, Alfonso
disentía de su esposa.
Recuerdo que la mesa fue servida meticulosamente. La uni-
formada empleada de servicio –aunque llegué a saber su nom-
bre no logro recordarlo–, silenciosamente sirvió la sopa. En ese
momento viví una pequeña tragicomedia. Después de la sopa nos
sirvió a los tres una pequeña escudilla de bronce con agua. “¿Para
qué será el agua?”, pensé en aquel momento. “Puede ser para que
me la beba, pero también puede ser para que me lave los dedos.
¿Y si me la bebo y es para que me lave los dedos? ¿Y si me lavo
los dedos y es para que me la beba?”.

440
Estaba yo aterrorizado sin saber qué hacer. Finalmente, opté
por ignorar olímpicamente la escudilla con agua. Con delicadeza,
Alaíde y Alfonso también hicieron lo mismo. Las escudillas fue-
ron retiradas y el segundo plato fue servido.
Una noche, tiempo después, le pregunté a Alfonso qué era lo
que a un hombre como él lo había convertido en comunista. No
tenía necesidad de haber vivido la mayor parte de su vida en el
exilio, haber sufrido persecuciones y ser objeto de la estigmatiza-
ción anticomunista.
Todo eso le dije.
Ya teníamos una relación más cercana en aquel momento. Y
de nueva cuenta, no sé por qué razón, estábamos solos él y yo, en
aquel apacible estudio.
Sacó la cajetilla de Delicados de la bolsa del saco, golpeó
el cigarrillo en la mesita de sala y lo encendió. “Mire usted, dijo
con voz gruesa mientras carraspeaba, lo que pasó fue que cuando
yo era adolescente mi familia me mandó a estudiar a Alemania.
No fue cualquier momento el que me tocó vivir en aquel país.
Era la década de los años treinta y los nazis estaban ascendiendo.
Recuerdo haber visto la acción de los grupos de vándalos nazis
actuando y golpeando gente. Y también recuerdo que los maestros
a los cuales más admiraba tenían pensamiento marxista. Yo creo
que esa experiencia me marcó para siempre”.
“Luego, a mi regreso a Guatemala ya se vivía en el oscurantis-
mo de Ubico. Me vine a estudiar derecho a la unam y me empecé a
relacionar con la gente del partido comunista. En algún momento
fui asesor legal del sindicato de tranviarios en México, conviví
con ellos, me emborraché con ellos, de lo cual no me arrepiento,
porque pienso que fue la mejor manera de conocerlos y que me
tuvieran confianza”.
La conversación se alargó. Afuera en la calle el silencio
nocturno de vez en cuando era interrumpido por el ruido del
motor de un auto que pasaba. Alfonso me contó las razones por
las cuales no se había adherido al pgt en los años de la revolución.
“Considerábamos varias gentes, entre ellas el compañero Ernesto
Capuano y yo, que el momento no era propicio para que un partido
comunista empezara a actuar en Guatemala. Recuerde usted

441
que eran los años iniciales de la Guerra Fría y del macartismo
en Estados Unidos. Muchos pensábamos, pese a que teníamos
una ideología marxista, que era mejor diluirnos en un partido
revolucionario más amplio como el par o el prg, impulsar el
proceso revolucionario y no darle un pretexto a los enemigos de la
revolución para que nos atacaran”.
Tiempo después, cuando ya éramos compañeros en el comité
de base que actuaba en México, una noche fui a entrevistarlo para
que me contara sus experiencias, las cuales transcribí y después de
su muerte publiqué en la revista Crítica de la Universidad Autó-
noma de Puebla. La conversación sobre el mismo tema continuó:
“Creo que se cometieron muchos errores, Chemanuel8 estaba ma-
reado con el poder que le daba la estrecha amistad que lo unía a
Jacobo Arbenz. Luego recuerdo que hubo cosas innecesarias, el
minuto de silencio en el Congreso en el momento de la muerte de
Stalin, por ejemplo”.
Para aquel entonces, después de haber estado casi dos años
viviendo en Guatemala, haber iniciado mi militancia en el pgt en
el interior del país, haber viajado por las grandes fincas cafetale-
ras, algodoneras y ganaderas, recorrido en bicicleta las plantacio-
nes bananeras en Izabal y haber escrito mi tesis de licenciatura
–que después se convirtió en un libro sobre el proletariado rural
en Guatemala–, yo había regresado a México a continuar mis es-
tudios de posgrado en sociología.
Pronto reanudé mi militancia en el comité de base del pgt que
existía en la ciudad de México. Mi experiencia en el mismo fue
de un gran aprendizaje. En éste militaban entre otros, además de
Alfonso Solórzano, Julio Rodríguez Aldana, José Luis Balcárcel
y Carlos Cáceres. Formaban parte también de la organización en
México, aun cuando por diversos motivos no participaban en el
comité Ernesto Capuano, Julio Gómez Padilla y Mario Tobías,
un antiguo combatiente que había quedado inválido como con-
secuencia de sus heridas. Todos tenían relación política con exi-
liados que no participaban en el partido, pero que continuaban
teniendo una actitud de compromiso revolucionario y de lucha
contra la dictadura.
8 José Manuel Fortuny, secretario general del pgt hasta poco antes de la caída
del gobierno de Arbenz.

442
Augusto Monterroso, Carlos Illescas y Carlos Navarrete
eran considerados parte de la familia. Aída María Rodríguez y
Mercedes Llanos Pereira eran también referencias habituales. La
relación con Luis Cardoza y Aragón era constante. Don Luis se
comunicaba casi diariamente con Alfonso o con José Luis, para
compartir puntos de vista sobre la situación que se vivía en Gua-
temala, pero no perdía la oportunidad de marcar su distancia y
expresar sus diferencias con respecto al pgt.
Carlos Enrique Forno formaba parte de la periferia del pgten
México, mientras que Julio Vázquez y Raúl Díaz Ramírez mante-
nían contacto eventual. Además de todos los anteriores, Elisa Be-
nítez Porta, Alaíde Foppa, Guillermo Toriello, Carlos Paz Tejada,
Jorge García Calderón y Terencio Guillén eran firmantes regulares
de las constantes protestas o condenas contra la dictadura guate-
malteca que solían aparecer en los diarios Excélsior y después en
unomásuno.
Las relaciones de Luis Cardoza y Aragón, Alfonso Solórza-
no, Alaíde Foppa y José Luis Balcárcel con el mundo intelectual
progresista de México, eran sumamente útiles en las protestas y
denuncias que se hacían desde México. Efraín Huerta, Thelma
Nava, Jaime Labastida, Adolfo Sánchez Vázquez, Juan Rejano,
Mario Orozco Rivera son algunos de los nombres que recuerdo de
intelectuales que frecuentemente expresaban su solidaridad con el
pueblo de Guatemala.
En ocasión del terremoto que azotó a Guatemala en 1976, en
México se organizó un comité de solidaridad con las víctimas, que
fue auspiciado por el poeta Carlos Pellicer y por la viuda del gene-
ral Lázaro Cárdenas, doña Amalia Solórzano. El acopio financiero
realizado por dicho comité, en el cual yo participé, fue entregado
al rector de la Universidad de San Carlos de Guatemala, doctor
Roberto Valdeavellano, en un acto presidido por Luis Cardoza y
Aragón y doña Amalia Solórzano vda. de Cárdenas.
Dotado de una información privilegiada, visitado en ocasiones
por miembros de la dirección del Partido, compuesto por militan-
tes de una larga trayectoria, algunos de los cuales tenían relación
directa con la comisión política del pgt, la asistencia semanal a las
reuniones de aquel comité de base fue para mí una extraordinaria
escuela política. Fuera porque en Guatemala las sesiones de los

443
comités de base tenían la premura de la clandestinidad, o porque
la información en el interior era muy compartimentada, o bien
porque sus integrantes no tenían la trayectoria de aquellos que
actuaban en la ciudad de México, el caso es que nunca más viví la
misma experiencia que tuve entre 1975 y 1978.
Mi relación con Alfonso continuó siendo regular, aun cuando
ahora éramos compañeros de militancia. Nos veíamos no solo en
las sesiones políticas sino eventualmente en reuniones sociales.
Recuerdo muy bien la celebración en casa de Julio Rodríguez
Aldana con motivo de la obtención de mi grado de licenciatura.
Llegaron Alfonso y Alaíde y muchos de los que ya he menciona-
do en líneas anteriores. Descubrí que los hábitos de Alfonso eran
nocturnos. Dormía hasta bien entrada la madrugada y se levantaba
tarde. A veces cuando por alguna urgencia tenía que llamarlo en
las primeras horas de la mañana, del otro lado del teléfono me
contestaba una voz más grave que la acostumbrada, y entonces sa-
bía que lo había desmañanado. Trabajaba eventualmente. Recuer-
do bien que una de sus ocupaciones fue trabajar en la redacción de
algunos de los artículos de una enciclopedia de México. También
lo recuerdo hablando de alguna asesoría en una de las secretarías
de Estado.
Por aquellos tiempos tuve la oportunidad de conocer a su hijo
Juan Pablo. En realidad ya lo había visto participando en las asam-
bleas de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la unam,
pues en algún momento del primer lustro de los años setenta había
formado parte del movimiento estudiantil que allí actuaba. Pero
fue en casa de Alfonso y Alaíde que tuve la oportunidad de hablar
con él. Y luego, con motivo de las actividades de solidaridad con
las víctimas del terremoto de 1976, pudimos intimar en alguna
medida. Recuerdo muy bien su rostro agraciado, y una dulce son-
risa que hacía aparecer su rostro como el de un niño. El resto de
su constitución era muy parecida a la de su padre. Para mí fue una
noticia muy triste saber que, como integrante del Ejército Gue-
rrillero de los Pobres, había muerto en combate contra el ejército
guatemalteco en julio de 1980.
Una noche, en alguna sesión del comité de base, Alfonso nos
informó a todos sus integrantes que la finca cafetalera de la familia
había sido vendida finalmente. “Así, compañeros, agregó medio

444
en serio medio en broma, esta noche les informo oficialmente que
he dejado de ser parte de la oligarquía terrateniente”.
Tengo muy presentes las conversaciones que tuve con él. Sus
recuerdos de la Alemania que había vivido; sus experiencias en el
exilio mexicano en la época de Ubico; su encuentro con Clemente
Marroquín Rojas en El Salvador, cuando la dictadura ubiquista
ya agonizaba, y durante el cual, pese a estar en bandos diame-
tralmente opuestos, hubo oportunidad para una conversación de
confidencias; sus recuerdos de la época en que dirigió el Instituto
Guatemalteco de Seguridad Social; sus evocaciones sobre David
Alfaro Siqueiros, “ese hombre era un gigante, hombres como él
ya no existen”; sus opiniones sobre la política mexicana y el pro-
ceso de selección del candidato presidencial priísta. Y también el
afecto con que se refería a su hijo Julio y a todos los demás. Lo re-
cuerdo hablándome con orgullo de “el último libro de mi mujer”,
una entrevista con el pintor José Luis Cuevas.
En Guatemala, el proceso político ya anunciaba tormentas
adentro y afuera del pgt. Empecé a percibir que Juan Pablo, des-
pués supe que sus hijos Silvia y Mario también, caminaban por
derroteros políticos de izquierda diferentes a los de su padre. Una
naciente y pujante organización, el egp, los había atraído. Ahora sé
que Juan Pablo ya era militante de la misma desde fecha tan tem-
prana como 1974. Esa nueva realidad política junto a la existencia
de las otras organizaciones político-militares, estaba impactando
al pgt. El cisma se estaba anunciando y llegaba al mismo comité
de base de la ciudad de México. Lo que fueron relaciones cordia-
les se transformaron en agrios encuentros. En 1978, un viejo diri-
gente del pgt, José Alberto Cardoza, conocido por el seudónimo
de Mario Sánchez, encabezó una escisión, la primera de las que
llevaría a su crisis terminal al pgt.
Poco tiempo después, en 1979, cuando ya me encontraba en
Guatemala, Alfonso Solórzano se retiró del pgt. No tengo muy
claro que sucedió con él. Pese a la estrecha relación de amistad que
después mantuve con Mario Sánchez, no recuerdo que me haya
mencionado su nombre entre los que se adhirieron a su corriente.
Pienso que lo que pudo haber sucedido fue que la crisis interna
del pgt, unida a la actuación de sus hijos en una expresión pujante
de la izquierda revolucionaria guatemalteca, lo hizo retirarse del
partido y, probablemente, mantenerse a la expectativa.

445
Debo haberlo visto por última vez en enero de 1979, en el
contexto de mis preparativos de viaje a Guatemala. No recuerdo
haber tenido con él una despedida especial, simplemente nos de-
bimos haber dicho adiós después de una reunión pensando en que
nos volveríamos a ver. Esto nunca sucedió.
Durante 1979 y 1980, tuve una vida azarosa en Guatemala.
Rápidamente percibí que era objeto de una vigilancia que podía
ser previa a mi ejecución. Buena parte de los integrantes del pgt,
que militábamos en el seccional universitario, vivíamos una para-
doja: éramos comunistas casi abiertos en un país en el cual se ma-
taba a los comunistas. La vida era irregular hasta donde se podía,
puesto que el trabajo nos exigía una rutina que nos colocaba en el
preámbulo de la muerte.
Recuerdo haber encontrado a Juan Pablo en esos aciagos días
en alguno de los estacionamientos de la Ciudad Universitaria. Nos
saludamos con gran afecto. Fue la última vez que lo vi. Debe ha-
ber sido en los meses anteriores al momento en el que se incorporó
al frente guerrillero, en el cual transcurrieron los últimos meses
de su vida. Una excombatiente me contó que lo vio recién había
llegado. Las botas le habían destrozado los pies y caminaba traba-
josamente. Pero estaba feliz de finalmente estar haciendo lo que
desde tiempo atrás ansiaba.
Después de haber salido al exilio en Costa Rica, regresé a
México en junio de 1980, luego del asesinato de mis padres. Allí
me enteré de que Alfonso Solórzano se había distanciado del pgt.
Un día, pocas semanas después de haber llegado, en la sala de la
casa de Severo Martínez Peláez, en Puebla, Julio Gómez Padilla
me dio la infausta nueva: “Le tengo una mala noticia”, me dijo
Julio sentado en uno de los sillones, “Alfonso Solórzano se murió
ayer”, agregó lacónicamente.
Ignorábamos todos, que meses después, una reincidencia ful-
minante de un viejo cáncer, se llevaría a la tumba de manera re-
pentina al propio Julio. Estaba asimilando la noticia, cuando Julio
agregó: “Parece ser que estaba atravesando la avenida Insurgen-
tes, cuando un auto lo atropelló y murió instantáneamente”.
Sentí que ya eran demasiadas muertes para tan poco tiempo.
Varios de mis compañeros de lucha en Guatemala, mis propios

446
padres, y ahora Alfonso... No sabía que durante los meses y años
siguientes, muchas muertes más se amontonarían sobre las que ya
llevaba en mis espaldas.
En una reunión que tuvimos con José Manuel Fortuny, Julio
Gómez Padilla nos informó que había ido a darle el pésame a Alaí-
de a nombre de él y del pgt. En la sala de la casa de Hortensia 54,
Alaíde había manifestado un duelo extraordinario. Era demasiado
para una sola muerte. En aquel momento confirmamos lo que ya
era un secreto a voces: que en la familia Solórzano Foppa se esta-
ban lamentado dos muertes. La de Alfonso que era conocida, y la
otra, la caída en combate de Juan Pablo, de la que en ese momento
no se podía hablar.
El 30 de noviembre de 1980, Severo me habló por teléfono a
mi trabajo. Con voz apesadumbrada, me avisaba que Julio Gómez
Padilla había muerto la noche anterior. Nos fuimos inmediatamen-
te a la ciudad de México para asistir al funeral. Alaíde Foppa llegó
al velatorio en donde estaban los restos de Julio. Nunca olvidaré
el abrazo que le dio a Thelma de Gómez Padilla; era el de dos
mujeres unidas por la tragedia compartida. Con pesar, la saludé y
conversamos durante unos momentos. Inevitablemente la conver-
sación giró alrededor de Alfonso y Juan Pablo. De alguna manera
ella sabía la relación que yo había tenido con Alfonso y empezó a
contarme los pormenores de su triste final. La versión era parecida
a la que en su momento Julio Gómez Padilla me había referido.
Lo que aquella triste mañana Alaíde agregó en su relato, fue el
contexto emocional en el cual había muerto Alfonso Solórzano.
Semanas antes había sido informada toda la familia, que en un
combate en el departamento de Quiché, en el norte de Guatemala,
el más pequeño de sus hijos había muerto. Las dudas que todos
teníamos en aquel momento era acerca de si la muerte de Alfonso
no había sido realmente accidental y expresé eso en nuestra con-
versación. Ella desestimó esa posibilidad, “Alfonso estaba muy
afectado por la muerte de Juan Pablo y el pesar lo debe haber teni-
do distraído y tal vez eso lo llevó a atravesar sin cuidado la calle”.
Unos veinte días después, corría ya el mes de diciembre, los
periódicos dieron la noticia: en ocasión de un viaje a Guatemala
para visitar a su madre, la escritora Alaíde Foppa había sido se-
cuestrada por hombres desconocidos y se ignoraba su paradero.

447
Así, en un contexto terrible, aquella culta y delicada mujer, en-
grosó la lista de lo que serían 45 mil desaparecidos durante todos
los años del conflicto. Meses después, según me han informado
el otro hijo de Alfonso y Alaíde, Mario, fue denunciado y murió
en una refriega en la ciudad de Guatemala. En el lapso de un año,
cuatro miembros de la familia Solórzano Foppa fueron arrasados
por la tragedia y por la tormenta que devastaba a Centroamérica.
Recordé en aquellos momentos el día en que llamé a la puer-
ta de la casa de Alfonso por primera vez, y la abrió una mujer
silenciosa y uniformada. Nunca imaginé que la larga mano de la
violencia y la represión alcanzaría a aquella familia que tenía una
vida cómoda y desahogada. Pero sucedía que, de una u otra mane-
ra, en momentos distintos, todos sus miembros fueron tocados por
los sueños de revolución. Lo que había comenzado décadas antes,
cuando un joven sensible e inteligente de extracción acomodada,
veía con indignación lo que acontecía en Alemania, culminaba en
aquellos días en los que la muerte que nos rodeaba, era aliviada
por la esperanza en un mundo mejor.
En mis noches de insomnio, a veces el recuerdo de mis muer-
tos me asalta. Procuro evocarlos en los momentos que me causan
alegría. A mi madre la recuerdo riéndose, a mi padre tocando de-
safinada y trabajosamente una mandolina, a Severo enseñándome
su colección de flautas y dándome un recital. De Alfonso Solórza-
no, el recuerdo que a menudo viene a mi mente, es el de una noche
de fiesta a principios de 1978, en casa de Carlos Cáceres en la
ciudad de México. Todos hablamos de Guatemala. Carlos Nava-
rrete narra una de las dos mil anécdotas de su repertorio, mediante
las cuales demuestra que la distante y cercana patria es un rosario
de surrealismos. Carlos Cáceres cuenta historias de una ciudad de
Zacapa que solamente existe en su imaginación.
Sentado en una silla con las llaves de su Renault en las manos,
Alfonso no cesa de reír. Todos reímos.
La tragedia parece distante y la vida es una sonrisa.

Puebla, julio de 2001

448
Allende, cuarenta años después

Este 11 de septiembre de 2013, se cumplen cuarenta años del de-


rrocamiento del gobierno de la Unidad Popular en Chile, encabe-
zado por el insigne Salvador Allende. La efemérides se ha visto
ahora opacada porque también se comparte con el aniversario de
los atentados terroristas en Nueva York y Washington. Para Lati-
noamérica es importante recordar este hecho porque marcó pro-
fundamente a la región y al mundo entero.
La lucha de Allende al lado de los partidos Socialista, Co-
munista, Radical y el Movimiento de Acción Popular Unitaria
(mapu), fue expresión de una búsqueda de la transformación revo-
lucionaria de Chile que se alejaba de fórmulas ajenas a su propia
realidad. Y esta indagación sobre la especificidad chilena llevó a
las fuerzas integradas en la Unidad Popular a plantearse una vía
pacífica y democrática de lucha por el poder del Estado y a pensar,
como le gustaba decir al mismo Allende, en una revolución enfila-
da al socialismo con sabor a “empanadas y vino tinto”.
Salvador Allende encabezó un movimiento que se alejaba de
las experiencias del primer ciclo guerrillero observado en Améri-
ca latina después del triunfo de la revolución cubana. No en balde,
Ernesto Che Guevara le dedicó su libro Guerra de guerrillas con
una dedicatoria en la que escribió: “A Salvador Allende, que por
otros medios trata de obtener lo mismo. Afectuosamente, Che”.
Al optar por una vía distinta a la lucha armada en el esfuer-
zo por un orden social justo e igualitario, la izquierda chilena y,
particularmente, el propio Allende, también propugnaron por una
sociedad socialista que se distinguiera del canon soviético. El reto
fue la construcción de un orden socialista en el contexto de una
profundización democrática. Pese al embate ultraderechista y de
las cúspides empresariales más recalcitrantes; pese a los paros ca-
mioneros; el desabasto; la inflación provocada por el boicot; los

449
asesinatos políticos y las provocaciones, el gobierno encabezado
por Salvador Allende avanzó en la lucha por una mayoría electoral
que lo fortaleciera.
Si en septiembre de 1970, Allende ganó la presidencia con
36.6% de los votos, en las elecciones legislativas de 1973, la
Unidad Popular triunfó con 44.11% de los votos y frustró así los
planes de la oposición de derecha encabezada por la Democracia
Cristiana y el Partido Nacional, de lograr los dos tercios en el
Senado para de esta manera destituirlo. Este triunfo electoral de
la Unidad Popular convenció a la derecha chilena de que la única
salida para deshacerse de Allende era a través del golpe de Estado.
Cercado en el Palacio de la Moneda con sus más cercanos
colaboradores, Allende cumplió su palabra. Excluida la salida ins-
titucional y democrática para destituirlo, solo muerto habrían de
sacarlo de la presidencia. Todos estos años transcurridos, desde
aquel lejano septiembre de 1973, cuando siendo un joven partici-
pé en las manifestaciones de protesta que se hicieron con motivo
de su derrocamiento, he imaginado a Allende pensando que no le
sucedería lo mismo que a Arbenz, el antecedente más inmediato
de un golpe de Estado contra un gobierno revolucionario electo
democráticamente.
El proyecto pinochetista, dictadura y neoliberalismo, entró en
crisis unos años después en materia de régimen político. Esto se
evidenció en el plebiscito nacional de 1988 cuando 56% de los
votantes optó por el “No” a la continuación de Pinochet en el go-
bierno hasta 1997. Pasarían muchos años más, antes de que el pro-
yecto económico neoliberal de la dictadura empezara a mostrar
sus primeras grietas. Esto ha acontecido desde la rebelión de los
pingüinos (estudiantes de secundaria) en 2006 y las gigantescas
movilizaciones estudiantiles de 2011 y 2012.
Enterrado en la calumnia y el olvido durante muchos años,
hoy Salvador Allende camina por toda América latina.

7 de septiembre de 2013

450
Arbenz, en su centenario

El 14 de septiembre de 2013, se cumplirán cien años del nacimien-


to del coronel Jacobo Arbenz Guzmán. Al igual que sucedió con
Allende, la figura de Arbenz ha sido vilipendiada desde la derecha
y, lamentablemente, desde la izquierda. Desde la derecha, el odio
se ha cebado con él en los últimos 59 años con la acusación de que
encabezó un gobierno comunista o, al menos, un gobierno en el
que los comunistas tuvieron gran influencia. Desde la izquierda, el
vilipendio ha llegado con el encendido reproche de que renunció
en lugar de defender con las armas en la mano al gobierno revolu-
cionario que encabezaba.
La acusación derechista de que Arbenz encabezó un gobier-
no comunista ha sido desvirtuada por los estudios históricos más
serios. Es hartamente sabido que el segundo gobierno de la revo-
lución guatemalteca buscaba la instauración de un régimen demo-
crático y un capitalismo sustentado en el mercado interno, la indus-
trialización, la independencia económica y la soberanía política.
La acusación anticomunista se sustenta sobre todo en la cerca-
nía con el presidente revolucionario de quien fuera secretario ge-
neral del Partido Guatemalteco del Trabajo, José Manuel Fortuny.
Se ignora o se olvida que el pgt era un partido ciertamente peque-
ño aunque muy organizado, pero que no tenía entre sus objetivos
instaurar un régimen socialista ni mucho menos comunista. El pgt
había hecho de la reforma agraria y la modernización política y
económica sus objetivos fundamentales. No puede negarse que
en términos estratégicos se planteaba el socialismo, pero matizaba
dicho planteamiento haciéndolo depender de las condiciones in-
ternacionales que se fueran observando. Por otra parte, en junio de
1954, Fortuny había dejado de ser el secretario general del partido
por considerar que sus funciones como asesor del Presidente eran
incompatibles con dicho cargo.

451
Arbenz tuvo una vida trágica hasta enero de 1971, cuando
murió en la ciudad de México a los 57 años. Soportó el suicidio
de su hija Arabella en 1965 y, posteriormente, los problemas de
salud de su hija Leonora. Durante muchos años fue casi un paria
a quien ningún gobierno se atrevía a darle residencia permanente.
Parte de esa tragedia fue también el ser denostado por sectores
de la izquierda. Durante los años que vivió en Cuba soportó la
humillación de que le dijeran en eventos públicos que “Cuba no
sería otra Guatemala”. Se aludía con esa consigna al hecho de que
Arbenz renunció en lugar de combatir. Como bien lo dijo el gran
intelectual cubano Juan Marinello, si Cuba no fue otra Guatemala
se debió a que la revolución cubana construyó un ejército revo-
lucionario, contó con la solidaridad combativa de los pueblos de
América latina y del mundo entero. En el contexto de la Guerra
Fría, tuvo a la Unión Soviética de su lado. Con ninguno de estos
factores contó la revolución guatemalteca cuando fue derrocada
en 1954. El gobierno de Arbenz enfrentó el embate de Washing-
ton que, en la lógica de la Guerra Fría pensaba que Guatemala se
estaba saliendo de su patio trasero. Y Guatemala para la Unión
Soviética era un remoto lugar del planeta que no estaba entre sus
preocupaciones.
Jacobo Arbenz tuvo una vida relativamente breve y trágica.
Pero la historia de Guatemala en estos casi sesenta años lo ha rei-
vindicado. La crisis profunda vivida durante los años del conflicto
interno con su cauda de cientos de miles de muertos y desapareci-
dos, demuestra el profundo error histórico que significó su derro-
camiento. La realidad social que hoy vive Guatemala expresada
en la miseria urbana y rural, el desempleo y la descomposición
social expresada en la violencia delincuencial y del crimen orga-
nizado, reivindican la transformación social que soñó.
Por ello, Arbenz vivirá muchos años más que los cien que hoy
conmemoramos.

14 de septiembre de 2013

452
Bauer Paiz, decencia e ideología

El domingo 10 de julio, aproximadamente a las 8 de la noche,


dejó de existir Alfonso Bauer Paiz, uno de los grandes próceres
de la Guatemala del siglo xx. Me enteré casi inmediatamente de
la noticia en el autobús que me llevaba de la ciudad de Puebla al
Aeropuerto de la ciudad de México. En medio de la oscuridad y
con mi pequeño hijo al lado, pensé en el gran legado moral que
deja Alfonso Bauer Paiz. Poncho es una de las grandes personi-
ficaciones de lo que Max Weber alguna vez llamó la ética de las
convicciones. No en balde, la vinculación de la ética con la políti-
ca fue una de sus grandes preocupaciones académicas.
Murió Poncho como vivió. Luchando hasta el último momen-
to. La muerte no lo venció sino después de casi tres meses de es-
tarlo asediando. Pero está escrito que cada uno de nosotros tiene
que cumplir ineluctablemente con su ciclo vital. Ahora que Poncho
ha entrado en la historia, los que nos quedamos vivos lo haremos
seguir viviendo si reflexionamos sobre su legado. Éste tiene que
ver con su convicción en el derrotero independiente y soberano de
Guatemala como nación y no como una republica bananera. Tiene
que ver con la dignificación de los pobres del campo y de las ciuda-
des y no con su abatimiento en medio de la miseria. Tiene que ver
también con el anhelo de una democracia inclusiva y participativa
y no con una democracia de bajísima calidad y manipulada por una
minoría privilegiada. Pero su gran legado, el que deben asumir las
nuevas generaciones de guatemaltecos y guatemaltecas que tienen
hoy similares preocupaciones, es la inmensa honestidad, rectitud,
apego a las convicciones que siempre expresó.
Nacido en el seno de una familia de clase media acomodada y
con los vínculos sociales adecuados, Poncho pudo haber terminado
su vida como un abogado, viviendo de la manera más acomodada.

453
En lugar de ello murió en una de las salas del igss y en medio de
la precariedad económica.
Al repasar la vida de Bauer Paiz con la ayuda de los recuer-
dos comunes que me da el hecho de que él y su esposa Miriam
fueron amigos de mis padres, mi conclusión es, que en el caso de
Poncho, la decencia y la ideología fueron congruentes. Poncho
vivió su vida como pensó al mundo. Sus decires y sus haceres
fueron perfectamente congruentes. Pero también concluyo que la
decencia no es propiedad de ninguna ideología. En el momento
en que fue despedido ignominiosamente por las autoridades de
la Facultad de Ciencias Económicas de la usac de su cargo como
investigador del Instituto de Investigaciones Económicas y Socia-
les, salvo la investigadora Mara Polanco, yo no vi ninguna otra
voz del Instituto de Investigaciones Económicas y Sociales que,
vigorosamente, se alzara contra la arbitrariedad de que era objeto
ese hombre extraordinario.
Mientras era atropellado por los pigmeos que lo rodeaban y el
jefe de esos pigmeos decía que el iies no debería ser “un asilo de
ancianos”, no vi ninguna acción colectiva de sus colegas que se
solidarizara con él. Y en el iies hay académicos que se precian de
ser de izquierda. Cuando se debatía entre la vida y la muerte en
el igss, el embajador de los Estados Unidos de América, Stephen
Macfarland, se avocó con Miriam Colón de Bauer Paiz y le expre-
só su total solidaridad. Fácil es pensar que el embajador Macfar-
land sabía muy bien lo que pensaba Poncho de los Estados Unidos
de América. Repito, la decencia no tiene ideología.
Por fortuna, mi buen amigo Adrián Zapata, director del Ins-
tituto de Problemas Nacionales de la usac, le propuso al rector,
Estuardo Gálvez, una salida que éste aceptó inmediatamente. Uno
de los asesores del rector Gálvez, el ingeniero Álvaro Folgar, tam-
bién coadyuvó en darle esta salida al atropello que había sufrido
Alfonso Bauer Paiz. Así las cosas, Poncho participó todavía un
breve tiempo en las actividades de ese Instituto que se dignifica
por los mismos motivos por los cuales el iies queda indeleble-
mente manchado. Le dio así continuidad en sus últimos días, a la
ética laboral que siempre le acompañó. Esta ética laboral que le
hizo estar preocupado aun en la cama del igss donde yacía, por no
poder cumplir con su columna semanal en el periódico La Hora.

454
La decencia, la rectitud, la congruencia, en efecto, no tienen
ideología. Una persona de izquierda puede ser un bribón y alguien
de la derecha puede actuar con gran ética. Y esto se puede decir
también a la inversa. En el caso de Alfonso Bauer Paiz, su pensa-
miento de izquierda marcó para siempre una honradez paradigmá-
tica, una lucha indeclinable y una austeridad ejemplar.
Ojalá Alfonso Bauer Paiz renazca en las nuevas generaciones.
Guatemala lo necesita y lo merece.

24 de julio de 2011

455
La muerte de un gran pedagogo

El 1 de abril murió en la ciudad de Guatemala quien ha sido ca-


lificado como el más grande pedagogo guatemalteco: Carlos
González Orellana. La noticia que ha conmocionado al mundo
intelectual y universitario del país, me toca profundamente en lo
personal. Recuerdo al doctor González Orellana desde mis prime-
ros años de infancia por la amistad que tuvieron mis padres con
él y con su esposa Teresita. También porque mis padres y otros
estudiantes de humanidades de los años sesenta del siglo xx, or-
ganizados en la Asociación Pro Retorno al Humanismo (aprah),
apoyaron activamente su candidatura a Decano de la Facultad de
Humanidades de la Universidad de San Carlos. En este caso la
victoria no pudo ser, pues las fuerzas conservadoras fueron imba-
tibles en la conducción de dicha facultad. No así en el movimiento
estudiantil de aquella época, que habría de dar connotados diri-
gentes estudiantiles, como lo fueron mi propio padre Carlos Al-
berto Figueroa, Mario Botzoc Hércules, Carlos Orantes Trócoli,
María Rodríguez, Mario René Matute, Miriam Colón y otros más
que sería largo enumerar.
En aquellos años, Carlos González Orellana ya era una per-
sonalidad connotada en el mundo de la educación en Guatemala.
Siendo muy joven fue viceministro de Educación del gobierno de
Juan José Arévalo y, posteriormente, Secretario de Divulgación de
la Presidencia. Pertenecía a una generación nacida a principios de
los años veinte del siglo pasado, algunos de cuyos integrantes fue-
ron estudiantes y egresaron como maestros de la Escuela Normal
para Varones. Educados en una escuela para mentores paradójica-
mente militarizada durante la dictadura de Jorge Ubico, algunos
de esos jóvenes transformaron su antimilitarismo en una postura
revolucionaria.

456
Acaso los más destacados de esta generación de jóvenes nor-
malistas por el papel que después jugaron en la lucha antidicta-
torial, en la década revolucionaria y luego en los años de resis-
tencia a la contrarrevolución, se encuentren el propio González
Orellana, Héctor Cabrera, Eugenio Aragón, Rodolfo Ortíz Amiel,
Víctor Manuel Gutiérrez, Mario Silva Jonama y Rafael Tischler
Guzmán. El Dr. González Orellana fue sumamente afortunado,
pues mientras los tres últimos fueron asesinados por la dictadura
militar, él pudo salir a un primer exilio que fue fructífero. Hizo
un doctorado en pedagogía en la Facultad de Filosofía y Letras
de la unam y su tesis se convirtió en un clásico de la literatura de
la educación: Historia de la educación en Guatemala. En 1980,
Carlitos González Orellana, como cariñosamente lo llamaban sus
allegados, tuvo que volver a salir al exilio para evadir la muerte
que propalaba la dictadura encabezada en ese momento por Ro-
meo Lucas García. Su segundo exilio lo hizo en Costa Rica, lugar
en el que fue investigador del Consejo Superior Universitario de
Centroamérica (csuca) y profesor universitario.
Su vida fue una muestra de la intelectualidad avasallada por el
oscurantismo reaccionario. No obstante, su obra teórica y práctica
llevará a Carlos González Orellana a la posteridad. Me quedo con
su hablar reposado, su temperamento tranquilo, su serenidad para
enfrentar la adversidad, su fino sentido del humor y su incompa-
rable modestia.

2 de abril de 2014

457
Manuel Colom Argueta, el gran líder

La contrarrevolución de 1954 pretendió restaurar el orden oligár-


quico gestado con la Revolución Liberal de 1871. Aquella gesta
modernizadora degeneró en la dictadura unipersonal, el latifun-
dismo agroexportador sustentado en el trabajo forzado indígena y
el oscurantismo reaccionario.
La restauración oligárquica no pudo reimplantar plenamente
aquel orden, pero le dio continuidades esenciales que fueron re-
producidas por la dictadura militar crecientemente asentada en el
terror. Fue contra este mundo que en diversas vertientes muchos
se rebelaron. El más conservador de este disenso antioligárquico
fue la democracia cristiana. El más radical fue la izquierda revolu-
cionaria, sustentada entre otras fuentes en el marxismo. En el cen-
tro de esta lucha, se encontró la socialdemocracia en sus diversos
afluentes. Fue en ese espacio que surgió el más grande liderazgo
político desde la segunda mitad del siglo xx: el de Manuel Colom
Argueta.
En 1979, el orden oligárquico heredado del implantado en el
último tercio del siglo xix, había entrado en crisis en Centroa-
mérica. La izquierda revolucionaria ganaba adeptos, se perfilaba
la revolución sandinista y la sublevación armada en El Salvador
y Guatemala. En ese contexto, la izquierda democrática en Gua-
temala, representada por figuras como Colom Argueta y Alberto
Fuentes Mohr, heroicamente buscaban una salida a ese orden en
crisis a través de los métodos pacíficos y democráticos. Ambos
fueron asesinados y al igual que el asesinato de Pedro Joaquín
Chamorro en Nicaragua y el de monseñor Arnulfo Romero en El
Salvador, dichas muertes violentas acicatearon el estallido revolu-
cionario. El asesinato de Colom Argueta, planificado por la dicta-
dura militar e implementado por el general David Cancinos, según
el informe de la Comisión de Esclarecimiento Histórico, fue una

458
maniobra política racionalmente calculada. La dictadura legalizó
al Frente Unido de la Revolución el 15 de marzo de 1979 y el 22
del mismo mes asesinó a su líder indiscutible, cortando así todas
las potencialidades de su partido.
De manera explícita o implícita, las distintas vertientes de
la rebelión antioligárquica se unieron en el Frente Nacional de
Oposición en 1974 con la candidatura presidencial de Efraín Ríos
Montt. El estallido revolucionario centroamericano, iniciado con
la ejecución de Chamorro en Nicaragua, hizo caminar por sen-
deros distintos en Guatemala a la izquierda democrática y a la
revolucionaria.
A 35 años del asesinato de Manuel Colom Argueta, el mundo
cambió radicalmente. El socialismo real encabezado por la Unión
Soviética ha desaparecido. El neoliberalismo rampante también
destruyó a los pensamientos socialdemócrata y socialcristiano
más auténticos. La moribunda democracia cristiana es una de las
expresiones de la derecha y la socialdemocracia dominante se vol-
vió neoliberal.
Pero en Centroamérica y en otras partes, el neoliberalismo y
el fin del socialismo real han tenido un efecto positivo: la posibili-
dad de la unidad de todas las vertientes antaño antioligárquicas en
una coalición antineoliberal y plural de largo alcance. En Guate-
mala, esta coalición tendrá en la figura de Manuel Colom Argueta
un símbolo indiscutible. Porque su pensamiento socialdemócrata
resulta hoy subvertor del dogma neoliberal y sus infamias.
He aquí la vigencia del más grande líder de la historia reciente
de Guatemala.

22 de marzo de 2014

459
Mandela, el subversivo

Murió Nelson Mandela. El gran Madiba entra en el terreno de la


inmortalidad cobijado ahora por la memoria del mundo. Olvidan-
do que el Departamento de Estado lo borró de la lista de terroristas
hasta en 2008, Barack Obama dijo al saber de la muerte del prócer
mundial que “No puedo imaginar mi vida sin el ejemplo de Man-
dela”. Frase conmovedora si uno olvida que Obama ha conduci-
do con entusiasmo las intervenciones en Afganistán, Irak y Libia,
y que semanalmente ha seleccionado con un equipo la muerte a
través de drones de aquellos a quienes la cia y otros organismos
estadounidenses consideran terroristas peligrosos.
La grandeza de Nelson Mandela radica en que tuvo muchí-
simos motivos para odiar y murió sin hacerlo. Cinco años antes
de salir de la cárcel, Obama mandó señales a sus seguidores de
que la única posibilidad de hacer de Sudáfrica una nación viable
era evidenciar enérgicamente una voluntad de reconciliación entre
negros y blancos en un país desgarrado por el apartheid.
Las negociaciones con el gobierno racista comenzaron cua-
tro años después de que Mandela fuera trasladado a la prisión de
Pollsmoore, luego de 18 años en la de la isla Robben. Parte de
sus partidarios dijeron entonces que Mandela estaba vendiendo
al movimiento del cual era líder. La frivolidad de las acusacio-
nes se reveló porque, al mismo tiempo que Mandela iniciaba las
negociaciones (1985), rechazaba el ofrecimiento de su libertad si
a cambio condenaba la lucha armada que en un momento su par-
tido, el Congreso Nacional Africano (cna), había adoptado como
una de sus formas de lucha. Como todo gran líder o gran estadista,
Mandela siempre combinó un apego estricto a los principios con
un notable pragmatismo. Y esta combinación, como suele suceder,
lo libró del obcecamiento principista y del oportunismo.

460
Artículos publicados con motivo de su muerte deploran que
hoy se inicie una suerte de canonización de Mandela, olvidándose
que fue un hombre de izquierda y un subversivo. La historia de
la lucha sudafricana contra el apartheid resultaría mutilada si se
olvida la alianza del cna con el Partido Comunista Sudafricano
(pcs). Si se olvida que el pcs fue fundamental en el momento del
giro hacia la lucha armada en 1960 y en la constitución del brazo
armado del cna, La Lanza de la Nación. Tal alianza se mantendría,
como lo reveló el hecho de que en el gobierno de Mandela (1994-
1999), el dirigente comunista Joe Slovo, ocupara el Ministerio de
Vivienda. Si se olvida también que en el período pos apartheid, el
pcs ha sido importante en la lucha contra el giro neoliberal que se
le ha dado a la transición.
Liberado en el momento del derrumbe soviético, el sagaz po-
lítico Mandela, comprendió el momento que vivía. Maestro de la
lucha simbólica declinó suprimir el himno nacional afrikáner y
simplemente postuló que también se cantara el himno de la Sud-
áfrica negra. Como presidente de Sudáfrica visitó a la viuda del
exprimer Ministro Hendrik Verwoerd, el arquitecto del apartheid.
Mantuvo como jefe de protocolo a John Reinders, quien lo había
sido de los dos gobiernos racistas precedentes, y años después,
tanto Reinders, Kobbie Coetse y Neil Barnard (respectivamente
ministro de Justicia y jefe de Inteligencia del último gobierno del
apartheid) recordaban con lágrimas su relación con Mandela en
el contexto del diálogo para sacar a Sudáfrica del infame régimen
racista.
Finalmente, debe recordarse que la intervención cubana en
África cambió la historia subsahariana. Por ello, Mandela invitó
a Fidel Castro a visitar Sudáfrica y fue recibido como héroe en el
parlamento sudafricano. Mandela vinculó su lucha con la de la
liberación nacional en África, Asia y América Latina.
Y también reconcilió a su país. He aquí su grandeza.

14 de diciembre de 2013

461
Pedrito

Era conocido en el interior de la organización con el nombre de


Pedrito. Supongo que él debe haber decidido usar el apelativo
“Pedro” como nombre de guerra. Pero era tan pequeño y frágil
por aquellos años de mediados de la década de los setenta del siglo
pasado, que su seudónimo inevitablemente era usado en diminu-
tivo. A esto se agregaba que era un hombre admirado, querido y
respetado. Porque era el prototipo de lo que debía ser un cuadro
de una organización clandestina y revolucionaria. Abnegado, mo-
desto, disciplinado. Su proyecto de vida fue la transformación re-
volucionaria de Guatemala, su motivación fue la indignación que
a una parte importante de nuestra generación nos ocasionaron las
injusticias, infamias y opresiones que ha vivido Guatemala.
Pedrito estudió en el Instituto Central para Varones de Gua-
temala y luego pudo haber sido estudiante universitario y un pro-
fesional. Pero su vocación fue otra y entregó su vida a ella. Su
figura pequeña y delgada, su frente alta y barba ligera resultaba
inconfundible para los que lo conocimos. Eran tan liviano su peso
que en ocasiones cuando repartía la propaganda clandestina en los
salones de la universidad, podía hacerlo mientras se paraba y ca-
minaba en las paletas de los pupitres. Su entrega plena a la causa
revolucionaria no le impidió tener el sueño de una vida en familia.
Así las cosas me tocó la oportunidad de asistir a su matrimonio
por lo civil en 1974. La boda se celebró en una modesta casa de
alguna de las colonias de la ciudad de Guatemala y asistieron sus
familiares, amigos y compañeros. Fue una boda discreta, como
correspondía a un militante clandestino. Lo recuerdo bailando tan-
go con su flamante esposa y dirigiéndose con mucho afecto a su
madre. Lo recuerdo, también, diciéndome en esa ocasión que su
sueño era hacer un viaje por todos los sitios arqueológicos mayas
del país. Ignoro si alguna vez cumplió ese sueño o si su entrega a
la causa revolucionaria finalmente lo impidió.

462
Estoy cierto de que el 5 de marzo de 1984 salió de su casa a
cumplir sus tareas habituales y nunca más volvió. Su ficha con-
signada en el llamado Diario Militar indica que fue capturado en-
frente de la Súper Tienda Paiz, ubicada en el Centro Comercial
Montserrat. Dicha ficha indica que quiso resistirse a su arresto
pero que finalmente fue desarmado. Y también en esa ficha, en una
anotación hecha a mano, se especifica que el 29 de marzo de 1984,
24 días después de su captura, fue ejecutado.
El hecho de que los restos de Pedrito hayan sido encontrados
en la misma fosa en la que fueron hallados los de Sergio Linares,
el primero de los enterrados en Comalapa que fue identificado,
y el que haya sido ejecutado ese 29 de marzo, hace suponer que
Sergio y Pedrito, junto al sindicalista Amancio Villatoro, compar-
tieron los últimos instantes de sus vidas y que fueron ejecutados
al mismo tiempo. Alguna vez escuché que alguien, habiendo so-
brevivido, pudo dar testimonio de haber visto a Pedrito en alguna
de las instalaciones del ejército, tirado en el suelo, brutalmente
golpeado y aun resistía.
En mi libro, Los que siempre estarán en ninguna parte, distri-
buido por F&G editores, sostengo que tres fueron los objetivos de
la desaparición forzada en Guatemala: información, intimidación
y liquidación. Lo novedoso es que desde que este texto fue escrito
y publicado se han encontrado los restos de una parte ínfima de los
45 mil desaparecidos de Guatemala. Para fortuna de sus familia-
res y para la memoria de ellos mismos, esa parte ínfima no estará
siempre en ninguna parte.
En 1966 con el famoso caso de los 28, la dictadura militar
de Guatemala fue pionera en América latina en aplicar la política
de desaparición forzada. Esta fue inspirada en el programa
Noche y niebla, ideado por los nazis en los territorios ocupados
en Europa durante la Segunda Guerra Mundial. Si era cierto que
los subversivos estaban quebrantando la ley, ¿por qué no se les
aplicó esa ley para procesarlos y castigarlos? En lugar de ello, el
Estado durante las dictaduras militares actuó como un gigantesco
criminal. Además, buena parte de los desaparecidos ni siquiera
eran subversivos. Y uso la palabra subversivo, despojándola de
la connotación maléfica que la derecha contrainsurgente le ha
otorgado: los subversivos se rebelaron contra la dictadura más feroz

463
de la América contemporánea y contra un orden profundamente
excluyente.
Pedrito se llamó Hugo Adail Navarro Mérida. Tenía 33 años
cuando fue secuestrado y asesinado por la dictadura encabezada
por el general Oscar Humberto Mejía Víctores. Sus restos fueron
enterrados el sábado 31 de marzo de 2012, en una ceremonia en
la que estuvieron quien fuera su esposa y sus hijos, además de
familiares, amigos y compañeros. Con ello concluyó el infierno
interminable de su familia, el mismo que continúa para todos los
familiares de los 45 mil desparecidos en Guatemala.

3 de abril de 2012

464
Turcios

El pasado 2 de octubre se cumplieron 50 años desde que, en la


entonces mal iluminada carretera Roosevelt en Guatemala, mu-
riera en un accidente automovilístico Luis Augusto Turcios Lima.
Breve y fulgurante fue su vida y como suele suceder con las vidas
brillantes segadas prematuramente, no nos queda sino imaginar lo
que no pudo ser. No cumplía aun los 25 años el teniente converti-
do en jefe guerrillero, cuando aconteció el accidente que todavía
sigue causando polémica. Herbert, como era conocido en las fi-
las de la clandestinidad, rápidamente adquirió prestigio entre sus
compañeros de armas, porque resultó ser de los más osados entre
los osados.
Lo extraño de su trayectoria es que siendo un jovencito es-
tudiante en el Instituto Rafael Aqueche, Luis Augusto no daba
muestras de lo que después sería: un temerario combatiente. De
carácter reservado, no fue inusual que fuera objeto de bromas de
sus condiscípulos. Y luego, como cadete de la Escuela Politécnica,
tampoco dio muestras particulares de una conciencia revoluciona-
ria. Fue al empezar a servir en el ejército guatemalteco, cuando
toda su potencialidad empezó a desplegarse. Le causó indignación
la corrupción que existía entre los mandos superiores de la insti-
tución castrense; por ejemplo, el que los oficiales de los cuales era
subordinado, lucraran con la comida de los soldados.
En 1960 ya formaba parte de los militares descontentos con
la venalidad del gobierno del general Miguel Ydígoras Fuentes
(1958-1963) y, el 13 de noviembre de ese año, participó de manera
decidida en la histórica rebelión con la cual comenzaría el primer
ciclo guerrillero en Guatemala.
Al lado de Marco Antonio Yon Sosa, Augusto Vicente Loarca,
Alejandro de León, Luis Trejo Esquivel, Francisco Franco y otros
militares más, Turcios formó parte del grupo de militares que

465
continuaron la lucha cuando la rebelión de 1960 fue derrotada. Y
fue este grupo de militares, que no habían ocupado posiciones de
mando superior el 13 de noviembre (a excepción de Alejandro de
León), los que habrían de transitar de un simple descontento a un
planteamiento revolucionario propiamente dicho.
En 1961, con apenas 20 años, Turcios ya era el joven caris-
mático y con enormes dotes de liderazgo que realizaba personal-
mente acciones militares audaces, lo que lo convirtió en el indu-
dable jefe militar de la vertiente revolucionaria constituida por
el Partido Guatemalteco del Trabajo (pgt) y las Fuerzas Armadas
Rebeldes (far). En seis años, Herbert vivió una vida intensa en la
que cada día eran mil. Lo mismo transitaba en la Sierra de las Mi-
nas que bajaba a la ciudad y encabezaba acciones de comando. O
como sucedió en La Habana, en enero de 1966, cuando participó
en reuniones de envergadura internacional como la Conferencia
Tricontinental. En esa Conferencia, la estrella de Herbert llegó a
su máxima brillantez. No vivió Turcios la derrota y división del
primer ciclo revolucionario. Murió el día que el ejército comenzó
la ofensiva en la Sierra de las Minas. Su muerte formó parte de los
severos reveses que sufrió la insurgencia.
Desaparecido en su esplendor, Luis Augusto Turcios Lima es
hoy símbolo y leyenda.

6 de octubre de 2016

466
En memoria de Carlos Guzmán Böckler

El 31 de enero de 2017, murió en Guatemala el sociólogo Carlos


Guzmán Böckler. Hayamos coincidido con sus tesis o las haya-
mos adversado, indudable es que su obra es una referencia in-
dispensable en el desenvolvimiento del pensamiento sociológico
guatemalteco. Abogado de origen, Guzmán Böckler pronto transi-
tó a lo que sería su verdadera vocación, como en su momento tam-
bién lo hicieron Edelberto Torres-Rivas y Enrique Torres Lezama,
quienes también se formaron en sociología, en la seminal Facultad
Latinoamericana de Ciencias Sociales en Santiago de Chile.
La aparición en 1970, del libro escrito en coautoría con Jean
Loup Herbert, Guatemala: una interpretación histórica social, al
mismo tiempo que fue publicada la obra de Severo Martínez Pe-
láez La patria del criollo, marcó indeleblemente el desarrollo de
la sociología y de las ciencias sociales en Guatemala. El debate
académico que confrontó a las dos visiones de la historia y socie-
dad guatemalteca fue un estímulo poderoso para el desarrollo del
pensamiento social en el país.
Guzmán y Herbert sostuvieron en su libro, que la conquista
española había inaugurado el capitalismo en Guatemala y que ha-
bía reconstituido el panorama de las clases sociales, ubicando su
contradicción principal en el conflicto de clase entre indios y la-
dinos. La caracterización de la realidad colonial como capitalista,
que hacían Guzmán y Herbert no era correcta. Partía de una visión
circulacionista del capitalismo, que había difundido en sus libros
André Gunder Frank. Según esta interpretación, el intercambio de
mercancías era condición suficiente para hablar de capitalismo y
la vinculación de Latinoamérica con el capitalismo mundial a tra-
vés de las exportaciones, era condición suficiente para caracterizar
como sociedad capitalista a la realidad colonial. Hay que recordar
que el debate sobre si Latinoamérica colonial había sido feudal o

467
capitalista, fue muy importante en la sociología de la región en la
década de los años sesenta y setenta del siglo xx.
Martínez Peláez tuvo una interpretación distinta. En primer
lugar, caracterizó a la sociedad colonial guatemalteca como una
que tenía “marcados rasgos feudales”. Nunca fue categórico en re-
lación con esto, pero Martínez Peláez no podía ignorar que no era
el salario sino el trabajo forzado el mecanismo expoliador de los
pueblos indígenas. En el complejo retrato de la sociedad colonial
que hizo Severo, los ladinos en la colonia habían sido parte de las
clases oprimidas y explotadas, junto a los pueblos indígenas, por
parte de la oligarquía criolla.
Severo también adversó el esencialismo indígena que tenía el
planteamiento de Guzmán y Herbert: en lugar de hablar del indí-
gena como una realidad inmutable antes y después de la conquis-
ta, como parecían hacerlo Guzmán y Herbert, Martínez Peláez
postuló que el indio era un producto colonial. Pero de una premisa
correcta llegó a una conclusión controversial: si los indígenas eran
un producto colonial, su cultura era una cultura de la opresión y la
misma tendría que ser superada como parte del proceso de desco-
lonización de la sociedad guatemalteca.
Justo es decir, que el mundo caminó más por el sendero que
postularon Herbert y Guzmán, y luego el propio Guzmán Böckler
en sus libros Colonialismo y revolución y Donde enmudecen las
conciencias: Crepúsculo y aurora en Guatemala.
Hoy los pueblos indígenas afirmando su identidad –auténtica
y legítima pese a su origen colonial– son un actor fundamental
en las luchas sociales americanas. Los razonamientos de Guzmán
y Herbert son muy parecidos a lo que la literatura sociológica y
antropológica poscolonial y decolonial plantean en la actualidad.
El debate acerca de si los ladinos constituían la clase domi-
nante y los indígenas la dominada, o si indígenas y ladinos se
diseminaban en las distintas clases sociales del país, no fue solo
una discusión académica. Las organizaciones revolucionarias in-
corporaron en su imaginario de lucha revolucionaria dicho debate
y sus militantes y simpatizantes se involucraron en esa confronta-
ción ideológica.
El Partido Guatemalteco del Trabajo (pgt) y las Fuerzas Ar-
madas Rebeldes (far) serían influenciados por la obra de Severo

468
Martínez Peláez, fundamentalmente, cuando se veían obligados a
indagar en el cuadro de las clases sociales del país y cuáles serían
las fuerzas motrices de la revolución guatemalteca.
Ese deseo implícito podría haber animado a Edelberto Torres-
Rivas a hacer su tesis de licenciatura para graduarse de abogado
con el tema de las clases sociales en Guatemala. En el movimien-
to revolucionario, justo también es recordarlo, el problema había
sido planteado en 1967 por influjo de la antropóloga Aura Marina
Arreola, en el llamado “Documento de Marzo”, que cumplió un
papel fundacional en lo que después sería el Ejército Guerrillero
de los Pobres (egp). Ese documento planteó que serían los sectores
más oprimidos y explotados (los indígenas) y las regiones en las
que el Estado estaba más ausente, los lugares sociales y geográfi-
cos donde la revolución habría de prender. La historia confirmaría
este aserto. Y en la década de los años setenta, la Organización
del Pueblo en Armas (orpa) emitió dos documentos titulados “Ra-
cismo” I y II, en los que exponía su visión sobre los pueblos in-
dígenas. El tema del racismo, planteado por Martínez Peláez y
Guzmán Böckler y resaltado por orpa, es en efecto un tema insos-
layable de la lucha de clases en Guatemala.
Nunca compartí el esencialismo que trasuntaba la obra de
Guzmán Böckler y Herbert, ni tampoco su poca rigurosa caracte-
rización como capitalista que hizo de la sociedad colonial. Pero el
hecho cierto es que Guatemala: una interpretación histórica social
y luego la obra del propio Guzmán Böckler Colonialismo y revo-
lución y Donde enmudecen las conciencias: Crepúsculo y aurora
en Guatemala, fueron obras decisivas que pusieron sobre la mesa
el hecho de que la cuestión étnica era parte insoslayable de la in-
terpretación histórica, antropológica y sociológica de Guatemala.
En la hora del adiós definitivo a Carlos Guzmán Böckler, es
inevitable reconocer su aporte científico, su congruencia en la crí-
tica a la sociedad colonial y oligárquica que todavía pervive en
Guatemala y su honestidad para criticar el establishment que la
contrarrevolución de 1954 impuso.

Publicado en diálogo Revista electrónica de


flacso-Guatemala, 6 de febrero de 2017

469
Hasta siempre, querido Alfredo

La noche del lunes 24, murió en la ciudad de Guatemala Alfredo


Guerra Borges. Figura emblemática de la década revolucionaria
(1944-1954). Economista brillante y señero intelectual. Además
de ello, para mí fue el camarada de mi padre, y pese a la dife-
rencia de edades entre nosotros, un dilecto amigo. Los obituarios
publicados en estos momentos, de duelo profundo para muchos
y para mí en lo particular, destacan sus virtudes intelectuales y
académicas. Lúcido funcionario en la Secretaría de Integración
Económica Centroamericana (sieca), fue profesor en la Univer-
sidad de San Carlos de Guatemala hasta 1980, profesor-investi-
gador en el Instituto de Ciencias Económicas de la unam y en
otras instituciones. Fue galardonado con la Cátedra Patrimonial
de Excelencia del conacyt de México, la Cátedra Extraordinaria
Narciso Bassols, la distinción de Profesor-Investigador Emérito
de flacso-Guatemala, el premio Universidad Nacional de la unam
y la Orden del Quetzal.
El otro lado de Alfredo, el de la primera parte de su vida
también fue brillante. Fue uno de los fundadores del Partido
Guatemalteco del Trabajo (pgt) en 1949. Su inteligencia y
honestidad hizo que fuera parte del grupo cercano de asesores
del presidente Jacobo Arbenz (1951-1954). Sin lugar a dudas,
fue el ideólogo del pgt en la década de los cincuenta y principios
de los años sesenta del siglo pasado. Alfredo formó parte de la
dirigencia de un partido comunista que concluyó que la revolución
posible en la Guatemala de mediados del siglo xx, era una
revolución democrática burguesa, que destruiría el oscurantista
legado oligárquico y latifundista heredado de la reforma liberal.
Para ese pgt, el horizonte socialista dependería del curso de los
acontecimientos mundiales. Solo la paranoia anticomunista hizo

470
pensar que Arbenz tenía objetivos comunistas. Fue al revés, el pgt
se sumó a la revolución antioligárquica que encabezaba Arbenz.
Derrocada la Revolución, Alfredo propugnó en el pgt por una
salida democrática de consenso entre izquierdas y derechas (la
conciliación nacional). Al triunfar la Revolución Cubana imperó
la doctrina de la seguridad nacional y el anticomunismo se exa-
cerbó. También se radicalizó la juventud revolucionaria civil y
militar, y se impuso la idea de una revolución a través de la lucha
armada. La estrella de Alfredo se fue eclipsando: no compartía la
idea de la lucha armada pero la represión feroz no ayudaba a su
idea de una salida concertada. Como me dijo alguna vez: no tenía
alternativa para la lucha armada. Así las cosas, el ciclo militante
del notable comunista había terminado.
Conviví en muchas ocasiones con Alfredo. No olvidaré cómo,
en 2013, nos ayudó a preparar el fiambre de día de muertos en Pue-
bla. Celebramos la vida con la descendencia de Severo Martínez
Peláez y Sergio Tischler, el hijo de su querido camarada Rafael
Tischler. Y en 1988, de regreso en un avión, proveniente del Con-
greso de lasa en Nueva Orleáns, me dijo con los ojos húmedos:
“los años más plenos de mi vida los pasé en el pgt”. Hoy Alfredo
se ha unido con Elsita Castañeda, el amor de su vida.
Hasta siempre, querido Alfredo.

27 de octubre de 2016

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Fidel, los hombres como tú no mueren

Comencé a saber de Fidel en enero de 1959, cuando una maña-


na mi padre le dijo a mi madre: “Te lo dije Edna, triunfaron”.
Pero realmente supe de Fidel, cuando vi a mi padre junto a sus
compañeros de clandestinidad, arrimados a un radio de bulbos,
escuchando a un hombre de acento extraño, que con voz aguda
hablaba por horas. Era la Guatemala de 1960 y la represión Ydi-
gorista se incrementaba. El radio lo escuchaban mi padre y sus ca-
maradas con bajo volumen, para que los vecinos no supieran que
en nuestra casa se escuchaba Radio Habana Cuba. Era peligrosí-
simo escucharla. En cambio, era común escuchar la propaganda
anticomunista acerca de Cuba. Mis abuelos en Chimaltenango
escuchaban una radio novela sobre las “atrocidades” que Fidel
cometía, cuya cortinilla inicial comenzaba con un “Conozca usted
lo que sucede en la Perla de Las Antillas, convertida ahora en el
infierno de El Caribe”. Y circulaban ampliamente los comics que
con dibujos relataban cómo en la Isla, una maestra comunista les
decía a los niños “pídanle a Dios que les traiga un helado”. Al no
ver los niños realizados sus deseos, les decía “Ahora pídanselo a
Fidel”. Acto seguido, entraba un grupo de barbudos uniformados
que repartían sendos helados en el aula…
Pronto me percaté de que todo aquello era una burda propa-
ganda de la Guerra Fría. Hoy sabemos que Fidel pasará a la his-
toria absuelto y engrandecido. La unicef nos dice que Cuba es el
único país de la región sin desnutrición infantil y la ha declarado
“Paraíso Internacional de la Infancia”. En Cuba no hay un niño
viviendo en la calle. Es el país de América con la tasa de mortali-
dad más baja y una de las expectativas de vida más altas. Tiene el
sistema educativo de mayor nivel académico en la región, ha gra-
duado a 130 mil médicos después de que se quedó con solo 3 mil
tras el triunfo revolucionario. Hoy existe un médico por cada 160

472
habitantes –la cifra más alta de América latina– y gradúa a más
de 5 mil provenientes de 59 países. Sus logros en biotecnología y
medicina de punta son espectaculares: eliminó la transmisión de
vih de madre a hijo y creó cuatro vacunas contra el cáncer. Sus
victorias en el deporte son incontestables. Con el mayor porcenta-
je del pib destinado a la educación, Cuba es hoy uno de los países
con más alto índice de desarrollo humano.
La derecha caracterizó a Fidel como un dictador, en realidad
fue y será un héroe nacional. A pesar de su liderazgo de talla mun-
dial, Fidel fue siempre un hombre cercano a la gente. Alguna vez
le dijo a su gran amigo Gabo (Gabriel García Márquez), que su
máxima aspiración era “pararse en una esquina”. Nunca lo hubie-
ra podido hacer, la historia lo convirtió en estadista, revoluciona-
rio, gigante. Con la estatura de Bolívar, de él se podrá decir lo que
alguna vez escribió Miguel Ángel Asturias de El Libertador: “Hé-
roes como tú, no mueren, cierran los ojos y se quedan velando”.

1 de diciembre de 2016

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La muerte siempre llega tarde9

Katina tomó los periódicos recién llegados de Guatemala. Con


los ojos anegados en lágrimas y una mirada de horror me los ex-
tendió. Afuera, en las calles del barrio de Sabanilla, en San José,
Costa Rica, el agua corría en los arroyos y la vida continuaba, pu-
jante, invencible, porque como alguna vez escribió Luis Cardoza
y Aragón: “la muerte siempre llega tarde”. Los árboles reverde-
cían y las flores de los pequeños jardines que los habitantes del lu-
gar cultivaban junto a sus ilusiones, brotaban agradecidos con los
aguaceros que durante aquellos días de junio de 1980 habían azo-
tado furiosamente los techos laminados de todas aquellas casas.
–Será mejor que me des los diarios de una buena vez. Los veo
y ya. Se acabó. Lo que no quiero es ir por la vida con ese pendien-
te, le dije.
Afuera los pajarillos comenzaban a cantar de nueva cuenta.
Una vez terminando el último chaparrón, el sol comenzaba a dejar-
se ver por entre las nubes. Un niño corrió gritando tras una pelota,
diciendo no sé qué. Después de varios días de oscuridad, de los
que apenas tengo recuerdo, veía con enceguecedora claridad que la
vida seguía su curso y que el orden universal con sus regularidades
y armonías no se había alterado ni un ápice a pesar de mi dolor
absoluto. A pesar de la marea de sangre que empezaba a inundar
la patria, aquel diminuto punto perdido en la inmensidad cósmica.
Tomé los periódicos y los extendí sobre una mesa que servía
de escritorio a los moradores de la casa en la que me encontraba.
Katina me observaba con los ojos muy abiertos, casi aterroriza-
dos. Me había dicho que los periódicos para qué, que no ganaba
nada, que era muy doloroso, y que mejor no. Al final, de mala
gana me los dio y cargando a su hijo se quedó a presenciar como

9 Publicado en la Revista trimestral Otra Guatemala, Año III, No. 12. Agosto
de 1990.

474
yo constataba la tragedia.Allí estaban. Eran los mismos, sólo que
parecían dormidos. El auto en el que se encontraban también era
el mismo: el pequeño automóvil japonés que mi padre conducía
con una lentitud a veces exasperante. Mi madre tenía el rostro que
muchas veces le había visto cuando dormitaba, su cabeza estaba
recostada en la ventanilla. Mi padre tenía la suya apoyada en el
pecho; observé que todavía llevaba los espejuelos con audífono
que usaba para remediar su progresiva sordera y que un hilo de
sangre le corría por la mejilla. Vi otra fotografía, los vidrios del
auto estaban estrellados por el impacto de las balas y el capó del
motor y las portezuelas estaban agujereadas por las mismas. Tomé
otro de los diarios y en una de las fotos mi hermana gritaba al
reconocer los cadáveres dentro del auto. Otra foto, estaba hincada
con las manos en el rostro frente al cuerpo de mi padre ya puesto
sobre el pavimento. Otra más, la gente arremolinada alrededor del
sitio del crimen. Y una más, bomberos y policías gritando… Y
otra foto, gente corriendo con las manos alzadas y los ojos des-
orbitados, y finalmente, una más, un mar de sangre azotando sus
olas estruendosas sobre una playa desierta…
Y luego yo ya no estaba allí. Estaba en la avenida Cuauhté-
moc de la ciudad de México, en la puerta del edificio que todavía
lleva el número 515. Y no era junio de 1980, sino julio de 1958.
Mi madre no dormía en el auto sino miraba tristemente desde una
ventana del departamento en el cual vivíamos. Y mi padre no esta-
ba con la cabeza recostada en el pecho mientras un hilo de sangre
recorría por su cara, sino era un hombre de treinta años, con una
bolsa de marinero en el hombro y una sonrisa en los labios y en
los ojos. Y yo no era el hombre desterrado a causa de méritos y
circunstancias propios, sino un niño de seis años que lloraba por-
que su padre se iba, retornaba a su patria, como lo supe después,
tal cual lo atestiguaba el taxi con el motor en marcha que esperaba
la conclusión de la despedida.
–Adiós hijo. Por favor cuida a tu madre y a tus hermanos.
Un año antes, Carlos Castillo Armas, el líder de la contrarre-
volución que derrocó a Jacobo Arbenz Guzmán en 1954, había
sido oscuramente asesinado por algunos de sus mismos partida-
rios. Y el exilio guatemalteco en México y en otros países, se agitó
pensando que era el momento del retorno.

475
La ciudad de México de aquellos años era más amable, el
tránsito de automóviles y personas en las calles fluía lenta pero
desahogadamente. Pedro Infante vivía y una mujer bellísima que
se llamaba María Victoria cantaba sensualmente en la radio y me
miraba seductora desde una repisa donde la había colocado mi
padre. Los veteranos del asalto al cuartel Moncada, Fidel Castro
entre ellos, preparaban su propio regreso, mientras que los exilios
peruano, colombiano, venezolano, dominicano y nicaragüense al-
ternaban con los guatemaltecos. En las fiestas que éstos hacían, de
vez en cuando se aparecía un médico argentino que también había
salido de Guatemala en el momento de la contrarrevolución, se
llamaba Ernesto Guevara y ni él mismo sabía de la grandeza que
le tenía preparada la historia.
Recuerdo haber acompañado a mis padres a alguna de estas
fiestas en las cuales el exilio rumiaba su amargura y discutía acalo-
radamente las causas de la derrota. Algunos estadounidenses que
venía huyendo del macartismo –autor de crímenes tan infames
como el día de la ejecución de los esposos Rosemberg– asistían
con desconcierto a tales convivios, en los cuales la ferocidad la-
tinoamericana se volvía lágrimas y alcohol, erotismo y violencia,
canciones y disputas, realismo y quimeras.
Para Carlos, mi padre, todo eso había llegado a su fin aquel
día en la avenida Cuauhtémoc. Con su bolsa de marinero en el
hombro partía una vez más, pero en esta ocasión tomaba el sen-
dero definitivo, el que a la larga lo conduciría junto a mi madre, a
su disolución en la eternidad y en el infinito. Siendo soltero había
empezado una búsqueda de vivencias que lo relacionaran con lo
popular. Por ello había sido maestro rural en Usulutlán, en El Sal-
vador, y en un pequeño poblado del estado de México, llamado
Xometla; ello había sucedido entre 1949 y 1951, época en la cual
tuvo su primera práctica sindical. Fue cofundador del sindicato de
Woolworth en México y se adhirió al socialismo, militando en el
Partido Popular, que dirigía Vicente Lombardo Toledano, junto
con su entrañable amigo salvadoreño René Arteaga, después per-
sonaje de la novela de Héctor Aguilar Camín que lleva por nom-
bre Morir en el golfo.
Pero aquel espíritu de aventura –que le costó la novia de la
juventud, quien cansada de esperar lo abandonó– encontró otro

476
cauce, cuando el arbencismo se empezó a perfilar como la profun-
dización de la revolución de 1944. Desde que era estudiante en la
militarizada Escuela Normal para Varones, había ido incubando
un sentimiento anti-autoritario y civilista que se plasmó en los
hechos, cuando fusil en mano formó parte de la guardia cívica en
los días de la Revolución de Octubre.
Fue a su regreso de México en 1951, cuando hizo de la mili-
tancia sindical y de la causa socialista el sentido de su vida. Fue
dirigente, junto con Víctor Manuel Gutiérrez y Rafael Tischler, del
Sindicato de Trabajadores de la Educación de Guatemala (steg),
en el cual desempeñó, entre otros cargos, el de Secretario de Con-
flictos. Junto con Roberto Valle, durante algún tiempo administró
y dirigió la Librería Futuro en la cual se difundía literatura marxis-
ta. Y cuando comenzó a aplicarse la reforma agraria, consignada
en el decreto 900, fue delegado por el gobierno de Arbenz, junto a
cientos de revolucionarios más para que supervisara su aplicación.
Cuando la delegación guatemalteca a la x Conferencia In-
ternacional de la Organización de Estados Americanos (oea) de
marzo de 1954, regresó a Guatemala, como dirigente sindical pro-
nunció un memorable discurso en el Aeropuerto Internacional de
La Aurora.
Encabezada por Guillermo Toriello e integrada entre otras
personas por Julio Gómez Padilla y Carlos González Orellana, la
delegación venía de librar una dura batalla antiimperialista, por-
que el evento de Caracas no fue más que la legitimación necesaria
para la intervención estadounidense en el derrocamiento del go-
bierno de Arbenz.
La revolución guatemalteca se dirigía ineluctablemente hacia
el colapso y en aquellos días las voces patrióticas, como las que se
escucharon en aquel acto de bienvenida, estaban condenadas a ser
testimonio de resistencia solamente. El día en que renunció Ar-
benz y su discurso se difundió por la radio, mi padre junto con un
revolucionario salvadoreño lo escucharon mientras se turnaban un
viejo fusil con el que resguardaban el local del Partido Guatemal-
teco del Trabajo en la séptima calle y tercera avenida de la zona
1. La voz cansada de Arbenz se esparció por todo el inmueble…
Lentamente, ambos fueron percibiendo que todo estaba perdido.

477
El amigo salvadoreño lloró, mientras mi padre masticando rabia e
impotencia se encerró en sus pensamientos.
En el contexto de la ola de terror que siguió a la caída de Ar-
benz, mi padre tuvo que esconderse y después de algunos meses de
espera cruzó clandestinamente y disfrazado de campesino la fron-
tera con México. En el Palacio Nacional, entre otras fotografías se
mostraba la de él en ocasión en el discurso en el aeropuerto. En es-
pera de la hoguera, también se exhibían los libros y revistas que la
Librería Futuro contribuía a difundir; la exposición anticomunista
también denunciaba como prueba de la descomposición comunista
el que se permitiera la venta de los libros de la “obscena poetisa
soviética Ilya Erembhurg…” lapsus revelador que anunciaba la ig-
norancia y el oscurantismo que se restauraban en el país.
Mi madre, Edna, se enamoró de mi padre cuando lo escuchó
dictar una conferencia sobre socialismo en la Facultad de Huma-
nidades de la Universidad de San Carlos de Guatemala. Alguna
vez vi una foto de ella ataviada con un delantal y una cofia, junto a
militares y estudiantes participantes en el derrocamiento de la dic-
tadura ubiquista. Pero más que de sus ideas, mi madre se enamoró
del talento de mi padre y de su biografía que casi era la suya. Al
unir su vida con la de él, esperaba la resolución final de trayecto-
rias vitales marcadas por la tragedia y los déficits afectivos. Por
eso siguió a mi padre al exilio en 1954 y por ello también, meses
después de su partida, se unió a él en aquella Guatemala de 1958.
Pese a ello, la marea de la revolución finalmente la arrastró.
La recuerdo vestida de luto en señal de protesta por la muerte de
los estudiantes caídos durante las jornadas de lucha popular de
marzo y abril de 1962. Tengo en mi memoria los momentos en
que ambos salían –todos los días– a las manifestaciones callejeras
durante aquellos tiempos ardientes. Recuerdo los relatos que de
ella se hacían a propósito de su beligerancia para enfrentar a la
Policía Nacional y a la Militar, cuando con otras mujeres detenían
el tránsito para protestar contra el gobierno ydigorista. Todavía
la veo hablar apasionada, en las reuniones que en mi casa hacían
los estudiantes democráticos de la facultad de Humanidades,
y oigo la risa lúdica de Mario Botzoc. Y siento la serenidad de
mi padre, quien habiendo derrotado al candidato demócrata-
cristiano Danilo Barillas –¡no merecías Danilo la muerte que te

478
dieron!– desempeñaba el cargo de presidente de la Asociación
de Estudiantes de Humanidades (aeh) en aquel crucial año de
1962. Nunca podré olvidar a mi madre en la organización de
actividades recreativas para los presos políticos que en los años
sesenta purgaban sus condenas en la Penitenciaría Central, en los
hospitales cuando había alguien herido y en la morgue cuando
había alguien muerto.
Pero sobre todo, siempre la recordaré añorando la paz y la
estabilidad y el transcurrir de la vida con su inexorable calendario.
Quería un hogar fraterno, en el cual las carencias de su infancia
y adolescencia quedaran compensadas para siempre. Quería ver
crecer a sus hijos y a sus nietos y un buen día, cuando todo estu-
viera cumplido, cuando los años y los días la terminaran de ago-
biar, morir tranquila, rodeada de toda su descendencia.
Sin embargo, las tempestades se sucedieron una a la otra en
Guatemala. Un buen día, alguien llegó a la casa con la triste no-
ticia de que Mario Botzoc, aquel risueño estudiante de filosofía,
que en el mercado le cargaba la bolsa con frutas y verduras, ha-
bía muerto en una refriega en Alta Verapaz. Desde entonces ella
acompañó a mi padre, solo con el respeto a sus convicciones. Otro
día, y luego otro y finalmente uno más, el ejército cateó nuestra
casa. Y cuando el cielo parecía despejado y el olor a café tostado
invadía el barrio en el que mi familia vivió muchos años, Centro-
américa se incendió.
La revolución caminó por Monimbó, León, Esteli, y Mana-
gua; reapareció en Morazán, Guazapa y San Salvador, y luego se
dejó caer desde el Ixcán hacia Quiché, Huehuetenango, Alta Vera-
paz y brotó en Petén, Chimaltenango, San Marcos y en la propia
ciudad de Guatemala.
Como siempre fue su costumbre en tales circunstancias, el
terror hizo crecer su sombra siniestra, y empezó su siega tene-
brosa. Pero en esta ocasión, a diferencia de la ola de horror a la
que habíamos sobrevivido en los años sesenta, mis padres no solo
temían por ellos sino por sus hijos y los cónyuges de éstos; todos
en situación de peligro. Los sicarios, metralleta en mano, pulula-
ban en campos y ciudades, desde los vehículos que los conducían,
ostentaban su impunidad.

479
Una mañana gris del 6 de junio de 1980, la muerte acudió
puntual a su cita. Parte de la familia ya estaba en el exilio y otra
se encontraba preparando la salida. A lo largo de varias cuadras,
los asesinos persiguieron el automóvil en el que iban mis padres,
hasta que, finalmente, les dieron caza y los arrasaron con fuego de
metralleta y armas cortas.
Recuerdo muy bien el día en que mi padre me encontró cons-
ternado, escribiendo un artículo sobre el mártir universitario Ma-
nuel Andrade Roca. Al verme así, sus ojos se dirigieron hacia un
indefinido lugar que se encontraba tras la ventana y, con sequedad,
me dijo que volvería a nacer en todos los que pensaban como él
había pensado e hicieran todo lo que él había hecho. Y pensé que
era cierto. Que lo hermoso de todo esto es que cuando la muerte
triunfa, siempre lo hace a medias, porque a pesar de su puntuali-
dad la muerte siempre llega tarde. La vida se le escapa por entre
los dedos y jamás se deja avasallar por la árida mirada de sus
cuencas vacías.
Pensé y sentí todo esto mientras cerraba los periódicos y oía
los sollozos de Katina. Pero también sentí que en ese instante yo
era aquel niño de seis años que vio partir a su padre en un taxi que
rodaba por la avenida Cuauhtémoc una nublada tarde de julio de
1958. Sí, yo era en ese momento aquel niño que, llorando, corrió
detrás de ese taxi, mientras que por la ventana trasera del auto
su padre tristemente le decía adiós con la mano. Aquel niño que
corrió detrás del auto, mientras éste irremediablemente se alejaba
más y más, y cada vez más, hasta volverse un ínfimo punto y des-
aparecer para siempre tras el horizonte.

San José Xilotzingo, Puebla


Agosto 1990

480
Crepúsculo en el horizonte

En el día en que escribo estas líneas, mi vida ha arribado a las seis


décadas. Es la edad en la que las estadísticas oficiales inician lo
que antes se llamaba senectud, después suavemente “la tercera
edad” y, finalmente, para ser políticamente correcto, la “adultez
mayor”. Esto es intrascendente para usted lectora y lector, por lo
que pido licencia para una reflexión personal.
He llegado a una edad en la que el tiempo que me queda será
mucho menor que el que he vivido. Tengo recuerdos que siento
tan cercanos, pero que sucedieron hace una cantidad de años que
ya no son los que sumaré en la vida que me resta. Por ejemplo,
el cielo azul de noviembre en Guatemala de 1958, en los ojos
de un niño recién regresado del exilio con su familia. Momentos
fugaces que se quedarán conmigo para siempre: la belleza de una
mujer subiendo las escaleras del metro en Barcelona; la sonrisa
sorprendida de otra sacudiendo su cabellera porque al abandonar
el lecho compartido en la desnudez, yo le preguntaba desvalida-
mente: “¿adónde vas?”; el niño aterido de frío, después de una de
las inundaciones que azotan a los pobres luego de los temporales.
Alguien me dijo que hay que sentirse feliz con la edad que
se alcanza porque cada una de las fases de la vida tiene su propio
encanto. Y, probablemente, uno de los que tiene la edad a la que
he llegado es que la suma de los días y las noches nos empieza a
otorgar una sabiduría que es imposible tener en la juventud: he
aprendido a ver belleza en mujeres con surcos del tiempo en la
comisura de sus ojos; a ver en la distancia y melancolía a otras
con las que me crucé en la calle 35 años tarde; que la decencia es
algo autónomo de la política y la ideología; que se puede aprender
algo de todos los demás, y que las enseñanzas pueden provenir de
personas cuyo pensamiento es diametralmente opuesto al nuestro.
A Armando de la Torre, totalmente opuesto en sus creencias a las

483
mías, le escuché algo que no olvidaré nunca: que la vejez puede
ser vivida como “juventud prolongada”. De Alfredo Guerra Bor-
ges aprendí que uno puede tener 80 años “y sentirse como de 60”.
Y alguien más me dijo que en vez de lamentar el tiempo que se
nos empieza a acabar, hay que celebrar la oportunidad de llegar a
una edad a la que millones de personas nunca llegan. La imagen
de Oliverio Castañeda, asesinado a los 22 años, se me vino enci-
ma. La de muchos amigos y amigas, compañeros y compañeras
de mi generación, a los cuales el terror estatal les impidió llegar a
los 30 años. Y mis propios padres, arrancados de la vida cuando
todavía vivían su plenitud.
Al empezar a tener en mis ojos el crepúsculo en el horizon-
te, he aprendido que es vano el apetito de trascendencia que se
manifiesta en el egocentrismo y la búsqueda personal del poder.
En cien años, todos estaremos muertos, dijo alguna vez Keynes.
Y a diferencia de él, en mucho menos de cien años, la inmensa
mayoría de nosotros estaremos olvidados. He aprendido también
que la vida del ser humano es demasiado breve para el tamaño de
sus sueños. Que los tiempos de la historia y sus cambios, son mu-
chísimo más largos que los años que sumamos en nuestras vidas.
Y esa certeza que provoca serenidad, desgraciadamente con-
vive con la percepción de que el tiempo se le está acabando a la
humanidad, si la parte que la dirige y domina persiste en mantener
al mundo tal como hoy lo vivimos. Ojalá, la humanidad nos sobre-
viva mucho tiempo más.

9 de agosto de 2012

484
La brevedad de la vida

Un año más se nos ha ido y nos preparamos ahora para vivir el


2013. Como suele suceder cuando se inicia un año nuevo, es tiem-
po para hacer lista de propósitos y balance de lo logrado y lo que
no se pudo hacer. Es tiempo para constatar que la vida es breve
por muy larga que haya sido. Con razón, Óscar Niemeyer, el ge-
nio de la arquitectura contemporánea, recientemente muerto a los
casi 105 años de edad, en el homenaje que recibió cuando llegó a
la centuria dijo: “Cuando miro hacia atrás, veo que no hice con-
cesiones y que seguí el buen camino. Eso es lo que da una cierta
tranquilidad… Lo que vale es la vida entera, cada minuto también.
Y creo que pasé bien por ella”.
Hay vidas como las de Niemeyer que son, en verdad, afortu-
nadas. Son extensas e intensas, prolíficas, no sólo porque la lotería
biológica les ha dado longevidad, sino porque han aprovechado
cada uno de los minutos de su existencia. A los más de 100 años,
Óscar Niemeyer continuaba trabajando en su modesto estudio en
Copacabana, Río de Janeiro. Por el contrario, hay vidas que largas
o cortas son vegetativas, simplemente contemplativas del desgra-
nar de los días y de las noches. Y hay vidas que son efímeras y al
mismo tiempo luminosas. Como las estrellas fugaces que a veces
por casualidad contemplamos, cuando en la noche vemos el fir-
mamento. Pienso en el músico vasco Juan Crisóstomo Arriaga,
llamado con razón el “Mozart vasco”, autor de una luminosa obra
musical y muerto en 1826, cuando tenía apenas 20 años de edad.
En el mismo Mozart, sin el cual sería impensable la música de
concierto, muerto en 1791, cuando rondaba los 35 años, durante
los cuales compuso más de 600 obras sinfónicas y de concierto,
que hoy tienen una vasta popularidad incluso en el gran público.
Imposible dejar de evocar a Franz Schubert, autor de una extensa
obra musical y muerto en 1828, a los escasos 31 años de edad.

485
Y en el plano del pensamiento político hay que mencionar a
Antonio Gramsci, muerto en 1937, a los 46 años, de los cuales, los
últimos once, los pasó en las garras de las prisiones del fascismo
italiano. Gramsci es hoy reconocido como el autor marxista más
reconocido del siglo xx. En América Latina, José Carlos Mariá-
tegui, fallecido en 1930 a los 35 años de edad, a quien se consi-
dera hoy como uno de los autores marxistas más influyentes en
las ciencias sociales. A manera de homenaje, no puedo dejar de
mencionar a mis maestros René Zavaleta Mercado, muerto a los
48 años y a Agustín Cueva, fallecido a los 55. Hoy, ambos son
autores indispensables para la sociología latinoamericana.
Alguna vez leí que Aristóteles era consciente de la brevedad
de la vida y de la necesidad de aprovecharla en cada instante para
conocer lo más posible el Universo. Por ello, trataba de dormir
el menor tiempo posible, para de esa manera, convertir la vigi-
lia en la ventana de la conciencia y poder conocer el mundo lo
más posible. Recuerdo a mi también mentor, el gran historiador
Severo Martínez Peláez, alguna vez diciéndome en mis años de
juventud, que deploraba el malgasto de vida de todos aquellos que
eran adictos a las bebidas alcohólicas y estupefacientes. Para él,
esto era una manera de perder las plenas facultades mentales para
poder asomarse a la ventana por la que apenas podíamos atisbar el
infinito. Esa ventana es estrecha y es finita y, en efecto, como me
decía mi maestro, hay que aprovecharla al máximo mientras dure.
Les deseo a todos los lectores y lectoras de esta columna un
año feliz y una larga e intensa vida.

3 de enero de 2013

486
Un año más, un año menos

Escribo estas líneas cuando faltan tres días para que el año 2013 se
extinga. Un año más suele decirse. También es un año menos. El
tiempo es devenir que acumulamos y, al mismo tiempo, restamos
en nuestro paso por la vida. Cuando pienso en esto no puedo dejar
de recordar la poesía sobre el tiempo que alguna vez escribió el
gran poeta español José Bergamín: “El reloj dando las horas/no
nos las da, nos las quita:/nos roba el tiempo, robándonos, /con él,
el alma y la vida/.” Bergamín, quien vivió muchos años el exilio
por la dictadura franquista, acaso escribió desde la angustia del
desterrado. Esa angustia que sufre el paso del tiempo fuera del
entrañable lugar donde anidan los recuerdos más remotos.
Un amigo boliviano recién me dijo que los occidentales ve-
mos el tiempo de manera distinta a como lo hacen los pueblos
indígenas. Miramos hacia el futuro, cuando en realidad lo único
que existe es el presente. El pasado ha dejado de existir y el futuro
todavía no existe. Cuando pensamos en el futuro siempre nos asal-
ta el temor al fin de la vida. Porque, independientemente de que
nuestro futuro sea luminoso o sombrío, el puerto final de todo ser
humano es el dejar de ser.
He aquí por qué la religión es una necesidad humana. No nos
resignamos a dejar de ser y buscamos en el más allá nuestra conti-
nuidad. Nos consolamos pensando en que en algún lugar, nuestros
seres queridos aun existen y velan por nosotros. Nos reconforta-
mos sintiendo que algún día nos reuniremos con ellos. Aquel que
no es religioso necesita de una fuerte consistencia filosófica para
enfrentar el fin de la vida.
Hace aproximadamente 2 300 años, dos filósofos de la anti-
güedad griega, Demócrito y Epicuro, enfrentaron este problema
con gran solvencia. Animados con su concepción materialista, ex-
presaron que el alma no sobrevivía a la muerte del cuerpo y quedó

487
para la posteridad el aforismo epicúreo sobre la muerte: “La muer-
te no nos concierne, porque cuando nosotros existimos la muerte
no existe, y cuando la muerte existe nosotros no existimos”. Tito
Lucrecio Caro, seguidor romano de los dos filósofos griegos dijo
alguna vez que si antes de nacer no habíamos sido, de qué nos
preocupábamos al dejar de ser después de la muerte.
Acaso estas reflexiones produzcan tranquilidad para el ateo
cuando el transcurso de los años ha sido largo y más aun si ha sido
fructífero. ¿Que habrán pensado los hombres y mujeres en la ple-
nitud de la vida en el momento en que supieron que iban a morir?
Cuando pienso en buena parte de mis amigos y amigas, compañe-
ros todos, que no alcanzaron a llegar a los treinta años, comprendo
por qué alguna vez alguien me expresó que no había que sentirse
deprimido por el envejecer. Cada año más, aun cuando sea un año
menos, hay que celebrarlo con intensa fruición.
Y aquellos que esquivamos a la muerte que llegó antes de
tiempo, a todos aquellos que vivieron el lado oscuro de la luna de
la desaparición forzada y lograron salvar la vida con dignidad, no
podemos sino repetir lo que recientemente ha dicho el diputado
argentino Juan Cabandié. Juan fue secuestrado cuando era un re-
cién nacido pues la dictadura mató y desapareció a sus padres que
apenas tenían 19 y 16 años. Crecido al lado de su apropiador, un
esbirro policiaco, recientemente ha dicho respecto a los causantes
de su desgracia personal y la de miles de argentinos: “Nuestra
única venganza es ser felices”.
A todos los lectores y lectoras de esta columna, aun a los que
detestan mis opiniones, les deseo un año lleno de amor, salud y
felicidad.

2 de enero de 2014

488
Intelectuales y la izquierda en la encrucijada
neoliberal. Entrevista de Carlos Figueroa
Ibarra con Aldo Fabián Hernández Solís

Aldo Fabián Hernández Solís10


Carlos Figueroa Ibarra es un reconocido sociólogo, investigador
y militante de izquierda. Doctor en sociología por la Facultad de
Ciencias Políticas y Sociales de la unam. Su interés académico se
ha centrado en los procesos políticos de Guatemala y México, en
estudios sobre la violencia y sobre el neoliberalismo en América
Latina. Entre sus publicaciones destacan: “El proletariado rural
en el agro guatemalteco” (1980); “El recurso del miedo (Ensayo
sobre el Estado y el terror en Guatemala)” (1990); “Paz Tejada.
Militar y Revolucionario” (2001), y “¿En el umbral del posneoli-
beralismo? Izquierda y gobierno en América latina” (2010). Esta
entrevista, a la par que recorre partes de la experiencia y trayecto
de vida de Carlos Figueroa Ibarra, se centra en el debate sobre
el Estado y perspectivas de la izquierda, sobre el neoliberalismo
y sobre el papel de los intelectuales en las disputas políticas de
nuestro tiempo.

El intelectual se forma en la vida, a partir de su experiencia, de


su tiempo, de sus valores y también de sus elecciones. Profesor,
conociendo su trayectoria, ¿dónde y cómo nace su compromiso
militante? y ¿cómo lo liga a su trabajo académico?
La pregunta que me haces me ha obligado a reflexionar acerca de
las causas que hacen que la gente se involucre en un compromiso
militante o deje de hacerlo. Una primera respuesta podría ser que
yo nací y crecí en el seno de una familia cuyo jefe de familia lo
tenía. En efecto, mi padre fue militante comunista desde 1951,
cuando ingresó al Partido Guatemalteco del Trabajo (pgt), hasta
el 6 de junio de 1980, cuando junto a mi madre fue asesinado en
10 Publicada en la Revista Analéctica, Año 1, No. 12. Septiembre de 2015.
http://www.analectica.org/articulos/hernandez-figueroa/

491
alguna de las calles de la ciudad de Guatemala. Crecí viendo a
combatientes y militantes llegar a mi casa. Y a no pocos de ellos
los vi muertos después en las páginas de los periódicos. Pero cons-
tato que ninguno de mis tres hermanos ha tenido el espíritu mili-
tante que yo he tenido desde que apenas estaba saliendo de la ado-
lescencia. De los cuatro hermanos, he sido yo el que desde muy
temprano, y hasta el día de hoy, ha tenido participación política.
Y tu pregunta me ha hecho recordar mi primera participación
en la política. Debe haber sido en 1960, yo tenía 8 años cuan-
do una avioneta dejó caer en la calle donde yo vivía, volantes
de propaganda del partido Redención que era encabezado por el
entonces presidente Miguel Ydígoras Fuentes. Recuerdo haber re-
cogido los volantes que habían caído en el patio, la acera y calle
de mi casa. Y me puse a repartirlos a todas las personas que por
allí pasaban… Un señor me dijo con una sonrisa “muchas gracias,
ya voy al partido”. El anticomunista partido Redención se encon-
traba a una cuadra de mi casa. Y luego otro hombre pasó a mi lado
y continuó su camino destruyendo con violencia el volante. Allí
supe que había algo que era política y que la política era el terreno
del conflicto. Cuando le conté a mi padre lo sucedido se mataba de
la risa y me habló del presidente y de su partido…
He visto a hombres y mujeres nacidos en el seno de hogares
con padres comprometidos que no heredan esa vocación. Y tam-
bién he visto a hombres y mujeres nacidos en el seno de hogares
apolíticos, acomodados o hasta reaccionarios, que terminan ofren-
dando hasta sus vidas por la revolución. Creo entonces que el
compromiso político, particularmente en el de la izquierda, nace
de una combinación de vocación por la transformación con la sen-
sibilidad hacia la suerte de los condenados de la tierra. En mi caso,
yo comencé a acercarme al pgt sin decirle nada a mi padre. Fue
Alfonso Solórzano, el esposo de Alaíde Foppa, quien me dio las
primeras bases doctrinarias partidarias y me reclutó. Tenía yo 20
años y ya estudiaba marxismo en la carrera de Sociología de la Fa-
cultad de Ciencias Políticas y Sociales de la unam. Por mi condi-
ción de extranjero no podía participar en el movimiento estudian-
til, pero no había asamblea en la que no asistiera como oyente.
De esa época data mi primer contacto con la famosa tesis sobre
Feuerbach de que los filósofos no deben sólo interpretar el mundo

492
sino también transformarlo. Supe que mi papel no eran las armas,
pero tampoco la actitud contemplativa del intelectual pasivo. Tuve
en México y en Guatemala ejemplos de intelectuales comprometi-
dos: Ricardo Pozas Arciniegas, Víctor Rico Galán y el malogrado
Gilberto Arguello fueron mis maestros en la unam; Severo Mar-
tínez Peláez, de quien nunca fui alumno formalmente, pero quien
fue mi mentor por excelencia. No puedo dejar de mencionar a
Eduardo Perera Álvarez, en apariencia solamente un abogado vin-
culado al sistema judicial pero que en realidad era un operador
en las catacumbas de la guerra fría. Eduardo también fue mentor
de mi muy querido Gilberto López y Rivas. Luego, tuve maes-
tros como Theotonio dos Santos, Vania Bambirra, Agustín Cueva,
René Zavaleta. Y ejemplos como los de Ruy Mauro Marini, Clo-
domiro Almeida, Sergio de la Peña, Enrique Semo y Roger Bartra.
Supe que era posible vincular el trabajo académico con la política
y que ésta última le daba sentido al primero. Eso lo aprendí de
todos ellos.

Nació a mediados del siglo xx, un siglo de horrores y de gran-


des esperanzas, viendo el pasado desde hoy y desde este pe-
dazo de mundo, ¿qué queda y que se ha ido?, con respecto a
la lucha política de izquierda. ¿Cómo definiría lo que es ser
de izquierda en estos tiempos? ¿Qué sería una novedad en la
izquierda con respecto a tiempos pasados?
Desde aquellos años de los cuales acabo de hablar (las décadas de
los sesenta y setenta del siglo xx) muchas cosas han sucedido, y
es un lugar común decir que el mundo es otro enteramente. Para
empezar, el horizonte socialista y la actualidad de la revolución,
al menos como los concebíamos en aquellos años no existen más.
Esto es lo que se ha ido. Y lo que se ha quedado es la voracidad ca-
pitalista en su versión más despiadada, la neoliberal. Por lo tanto,
en mi opinión sigue vigente la necesidad de superar al capitalismo
y ahora en calidad de urgencia porque si no el capitalismo termi-
nará acabando con la humanidad. Pero hoy la tarea más inmediata
es acabar con el neoliberalismo y esta urgencia define a lo que
es ser de izquierda en el momento actual. Hoy, el denominador
común de la izquierda no es el anticapitalismo sino el antineolibe-
ralismo. Este es el saldo de la implosión soviética y del auge del

493
capitalismo neoliberal. Y este saldo hace que hoy personalidades
y sectores que nunca nos imaginamos del lado de la izquierda en
años pasados, hoy son parte de la izquierda. Esto se debe a que
estas personalidades y sectores cambiaron, pero también se debe
a que la izquierda desplazó sus parámetros como consecuencia de
una nueva correlación de fuerzas en el mundo.
Por ello mismo, el instrumento político para canalizar esta
voluntad política no está articulado en torno a una ideología en
particular sino en torno a un programa político. Esto es lo que
hemos visto en los distintos países de América Latina y también
lo estamos viendo en México. En el pasado la izquierda revolu-
cionaria fue muy ideologizada. Hoy, hasta resultan hilarantes los
motivos por los cuales la izquierda en el mundo y en América
Latina se fue fraccionando. Y no puedo dejar de pensar que en
muchas ocasiones los argumentos ideológicos que se esgrimían
para fundamentar las divisiones en realidad no hacían sino escon-
der apetitos personales y de secta por el poder.

Si podemos dar un ejemplo de qué es tener dos patrias, Méxi-


co y Guatemala, usted podría ser un buen ejemplo, su inquie-
tud académica y preocupación política se centra en estos dos
países hermanos. Es también, me parece, una forma de burlar
el exilio, de vencer la derrota… Y es también un ejemplo de
internacionalismo.
Acaso sea políticamente incorrecto decir que soy hombre de dos
patrias. Pero esa es mi realidad. Mis recuerdos más lejanos tienen
que ver con la avenida Cuauhtémoc cuando tenía dos vías y un
camellón con palmeras, con mi escuela de párvulos, el Colegio
Infantil Andersen, dirigido por una recia mujer de la España repu-
blicana. Pero también con el cielo azul de las tardes de noviembre
de Guatemala, a la que regresé en 1958, cuando mi padre puso
fin a su exilio motivado por la caída de Jacobo Arbenz en 1954.
Viví en la Guatemala que en los años sesenta hacía la resistencia
armada a la contrarrevolución de 1954 y luego viví la frustración,
indignación y rabia que dejó el 68 desde 1970, cuando volví a Mé-
xico y tuve la fortuna de ingresar a la unam. En enero de 1971, es-
tando de vacaciones en Guatemala, padecí el cateo de toda la ciu-
dad hecho por la dictadura de Arana Osorio (1970-1974) y, poco

494
tiempo después, presencié con alegría la liberación de los líderes
estudiantiles del 68 Pablo Gómez, Gilberto Guevara Niebla, Sal-
vador Martínez Della Roca, Eduardo Valle Espinoza, Luis Tomás
Cervantes Cabeza de Vaca, Joel Ortega, Romeo González y otros
más. Sobreviví entre 1979 y 1980 a una persecución implacable
en Guatemala y a una lista de muerte elaborada por el Ejército Se-
creto Anticomunista, que mató a tres de los siete intelectuales que
tuvimos el honor de ser puestos en ella. Presencié en México el
surgimiento de la izquierda articulada en torno al antineoliberalis-
mo después del fraude electoral de 1988. Al mismo tiempo, seguía
haciendo lucha clandestina para acabar con la dictadura militar
guatemalteca. Mi padre nació en Guatemala y México le salvó
la vida en 1954, cuando logró atravesar la frontera disfrazado de
campesino huyendo de la cacería anticomunista. Años después, yo
repetiría la historia cuando logré salir con vida del infierno en que
estaba Guatemala en 1980 y en los años que siguieron. En efecto,
tengo dos patrias, la que me vio nacer en 1954 y la que me salvó la
vida en 1980. Y vivo con la cabeza puesta en ambas. Por lo tanto,
para mí el exilio como dices, hoy sencillamente no existe.

México y Guatemala en la encrucijada neoliberal. ¿En qué


lugar se encuentran estos países, que sigue en este proceso de
crisis en todos los niveles? ¿Qué nuevos peligros y riesgos se
perciben para nuestros pueblos?
No puedo dejar de hacer comparaciones entre lo que sucede en
México y en Guatemala. En ambos países se están viviendo los
rigores del neoliberalismo en su segunda fase, aquella que David
Harvey ha denominado la acumulación por desposesión. Guate-
mala vive, además, todos estos rigores con los atavismos autorita-
rios y de terrorismo estatal que provienen del hecho de haber sido
el escenario de la implantación de las dictaduras más sanguinaria
de América del siglo xx. Como es sabido, esas dictaduras dejaron
un saldo de ciento cincuenta mil ejecutados extraoficialmente y
aproximadamente cuarenta y cinco mil desaparecidos de mane-
ra forzosa. El terror estatal, que alcanzó su clímax con la tercera
ola de terror entre 1978 y 1984, destruyó buena parte del tejido
organizativo y de dirigencia que se había venido forjando en los
años precedentes. La insurgencia fue derrotada militarmente en el

495
sentido de que la alejó de su objetivo estratégico que era la con-
quista del poder. Los acuerdos de paz que este año cumplen veinte
años de haber sido signados, tuvieron una correlación de fuerzas
sumamente desfavorables para que se cumplieran en lo esencial.
Hoy vivimos, pues, un país que perdió dos oportunidades para
haber tenido una vida mejor. La primera de esas oportunidades
se perdió cuando fue derrocado Arbenz en 1954. La segunda, se
perdió cuando en un contexto adverso en lo interno (la derrota
insurgente) y externo (el auge neoliberal), esos acuerdos de paz
se fueron desvirtuando por su incumplimiento. Lo que resulta más
descorazonador de Guatemala es que a diferencia de lo que sucede
en todos los países que la circundan, no existe una fuerza política
y social que desafíe a la descomposición social que está provocan-
do el neoliberalismo.
En el caso de México, no puede sino constatarse también una
descomposición social que arranca desde la ruptura del pacto his-
tórico que implicó la revolución mexicana. Como es sabido, desde
la década de los cuarenta del siglo xx, Jesús Silva Herzog y Daniel
Cosío Villegas, estuvieron advirtiendo acerca de la agonía de la
revolución iniciada en 1910. Sería una agonía prolongada en todo
caso, porque lo que la terminó de matar fue el abandono del na-
cionalismo revolucionario y su sustitución por el neoliberalismo
a partir de 1982. En realidad, lo que quedaba de la revolución
mexicana se fue matando a lo largo de estos últimos treinta y tres
años y es el gobierno de Peña Nieto con la reforma energética y
las otras reformas, la de la seguridad social, por ejemplo, el que
ha terminado de enterrar el legado revolucionario. La presencia
del narcotráfico, la inoperancia judicial, la existencia de territorios
que hegemonizan actores no estatales, el ascenso sin precedentes
de las ejecuciones y el aumento de la pobreza, han llevado a Mé-
xico a una situación inimaginable en aquel lejano año de 1970
cuando yo regresé para iniciar mi carrera universitaria. Acaso la
diferencia con Guatemala sea que en México existen diversos mo-
vimientos políticos y sociales que han logrado desafiar al neoli-
beralismo. Este tuvo que hacer un fraude en 2006 y comprar las
elecciones en 2012 para perpetuarse. El movimiento lopezobrado-
rista, articulado en Morena, el zapatismo y diversos movimientos
sociales son una realidad que a veces en México desestimamos.

496
En medio de todas las calamidades, estos movimientos políticos y
sociales son la esperanza.

El grito de “Fue el Estado” de la lucha por los normalistas de


Ayotzinapa, parece reconocer el tamaño del reto, el proble-
mas central, sin embargo, la izquierda se pierde en diversos
caminos y estrategias que no logran aglutinar a un bloque su-
ficientemente fuerte para vencer. ¿Dónde encuentra, usted, los
principales obstáculos y/o errores para derrotar a este mode-
lo, reconociendo que no es ninguna tarea fácil?
La gran dificultad estriba en que pese a que existe aproximada-
mente un tercio de la población que se expresa de manera activa
en contra del neoliberalismo y sus consecuencias, las otras dos
terceras partes siguen creyendo en la derecha neoliberal. Además
de esto, una parte importante de la población practica el consen-
so pasivo del que hablaba Gramsci, la legitimidad por omisión.
Todos aquellos que hemos practicado el “casa por casa”, hemos
podido observar que mucha gente está en el escepticismo (“todos
son iguales”), la desinformación (“no lo sabía”) y en el fatalismo
(“todo va a seguir igual”). El descontento que provoca el neolibe-
ralismo se expresa sobre todo en el repudio a los partidos políticos
por su bien ganada fama de venalidad y, además, en el repudio a
la corrupción gubernamental. El enojo no está dirigido hacia las
grandes cúspides empresariales que también son responsables de
lo que sucede en el país. El arma fundamental de la dominación
neoliberal es la televisión y la radio, medios masivos de comuni-
cación que son hoy el opio del pueblo. Y todo ello se complementa
con la compra del voto que hace presa de los sectores más pobres
y vulnerables de la población. Aun cuando estamos observando
un crecimiento de la represión y del autoritarismo para contener el
descontento antineoliberal, no es en el neoliberalismo la violencia
del Estado el recurso fundamental de la dominación. Dos errores
advierto en el proceso de acumulación de fuerzas: el movimien-
tismo que desestima la lucha por el poder y el electorerismo que
desestima a los movimientos sociales.

497
La urgencia de disputar el poder a los neoliberales parece cla-
ra. ¿Cómo lograrlo? ¿Qué camino? ¿Qué sujeto?
Uno de los grandes cambios que ha provocado el neoliberalismo
es que el sujeto revolucionario, por excelencia en la tradición de la
izquierda –la clase obrera y particularmente la clase obrera indus-
trial-, ha dejado de serlo. Hoy el sujeto transformador es pluricla-
sista y pluriideológico. La lucha de clases no ha dejado de existir,
puesto que es el capital el que se enfrenta contra una multitud de
sujetos no solamente en el ámbito de la reproducción ampliada
sino también en el de la acumulación por desposesión. Ya no es la
violencia el camino del poder como lo imaginamos después de la
revolución rusa, y en América Latina, particularmente después de
la revolución cubana. El camino consiste en visualizar al Estado y
a la sociedad civil como territorios en disputa hegemónica y una
lucha equilibrada entre lo político-electoral y lo propiamente so-
cial. Las únicas perspectivas claras de cambio en América Latina
son las que le han dado continuidad en la lucha política y en la
lucha electoral a la lucha social.

Centrándonos en México y conociendo su actual militancia.


Morena se percibe por amplios sectores sociales como la es-
peranza de México, como una posibilidad de trasformación.
Sin embargo, aún conviven ahí modos de hacer política viejos
(autoritarios, corporativos, etc.), con potencialidades nuevas
y alternativas liberadoras. ¿Cómo observa esta coexistencia?
¿Qué tan cerca está la esperanza? ¿Qué características hacen
de Morena el posible instrumento para vencer al partido neo-
liberal?
En México se construyó una cultura política muy poderosa duran-
te las siete décadas del príato. Y todos los partidos políticos, no
solamente el pri, reproducen dicha cultura política. Y en el único
partido de izquierda y de oposición que existe en la actualidad, es
decir Morena, no se está exento de la reproducción de dicha cultu-
ra política. En Morena existen sectores provenientes de la izquier-
da que pueden reproducir el sectarismo tan arraigado en algunos
sectores de dicha izquierda. Sectarismo expresado en pensar que
el propio grupo es el portador de la pureza ideológica y moral y,
por lo tanto, en la intolerancia a la diversidad ideológica que un

498
partido como Morena necesariamente debe tener. Pero también
puede reproducirse la cultura del oportunismo transpartidario que
se ha expresado de manera clara en el prd y el famoso Pacto por
México. Oportunismo transpartidario, que ha provocado que en
buena parte de las entidades del país el prd y los otros partidos de
izquierda sean organizaciones políticas colonizadas por el gobier-
no federal o el gobernador de turno.
He aquí los riesgos que enfrenta en la actualidad Morena. Por
fortuna, existe una voluntad por hacer una nueva forma de polí-
tica que empieza por constituir la articulación de la ética y de la
política como eje vertebral del partido. Y esa nueva dimensión
ética parte de la base de considerar que el poder solo se vuelve
una virtud cuando se pone al servicio de los demás, de considerar
también que el poder es solo un medio. Combate a los efectos
perniciosos del poder y del dinero, a la constitución de oligarquías
políticas dentro del partido (de allí la importancia fundamental de
la no reelección), concebir los cargos partidarios como encargos
y pregonar las virtudes de la austeridad republicana forman parte,
paradójicamente, de la lucha ideológica en un partido que en otro
sentido no se articula por las ideologías sino por la política.

Un intelectual con una militancia política como la suya, con


su experiencia de vida creo puede decirnos mucho sobre la
esperanza y la utopía.
Gracias por tus palabras. Una de las lecciones que yo he aprendi-
do a lo largo de mis 43 años de lucha política es que los grandes
políticos y los grandes estadistas han sabido combinar de manera
equilibrada los principios y el pragmatismo. Esto lo hicieron fi-
guras tan disímiles como Lenin, Mao, Gandhi, Mandela, Fidel.
Una acentuación excesiva en los principios (lo que Max Weber
llamaba “la ética de las convicciones”) puede conducir a un doc-
trinarismo inoperante e irresponsable. Un énfasis unilateral en el
pragmatismo conduce inevitablemente hacia el oportunismo y
la corrupción. Si es cierto que la política es el arte de acumular
fuerzas en función de lo posible, la lucha debe estar guiada por
la utopía en el mejor sentido de la palabra. Tal como la concebía
Adolfo Sánchez Vázquez: como lo que no es posible hoy pero no
necesariamente será imposible mañana.

499
Para cerrar por donde empezamos, estos tiempos de ignomi-
nia, de horrores, hacen necesario pensar el papel del intelec-
tual; más si observamos el campo intelectual donde predomina
la comodidad, el aceptar la realidad como un hecho, las ligas
con el poder. ¿Qué papel en su opinión deben desempeñar los
intelectuales críticos en este nuestro contexto?
En un país como México, en el cual el Estado ha operado siempre
como un gran leviatán que se traga a los intelectuales y los vuelve
funcionales a los intereses dominantes, la primera tarea del inte-
lectual crítico debe ser el permanecer independientes con respec-
to al Estado. La gran diferencia entre las dictaduras militares de
buena parte de los países al sur del Suchiate y el autoritarismo del
nacionalismo revolucionario, fue que éste último supo manejar
muy bien la mediación prebendal con la intelectualidad. Y esta
habilidad del Estado desarrollista la ha reciclado de manera muy
efectiva el Estado neoliberal. En México, los José Revueltas han
sido mucho menos que los Aguilar Camín, Castañeda, Casar, y
otros como ellos.

500
ÍNDICE ONOMÁSTICO

A
Abarca, José Luis 1 Pág. 388.
Aguilar Camín, Hector 2 Pág. 476, 500.
Aguilera Peralta, Gabriel 6 Pág. 103,104, 105, 109.
Al Capone 1 Pág. 27.
Aldana, Thelma 5 Pág. 47, 48, 52, 179, 184.
Aler, Manuel 1 Pag. 56.
Allende, Salvador 12 Pág. 194, 219, 293, 319, 320, 321,
322, 336, 381, 449, 450, 451.
Almeida, Clodomiro 2 Pág. 194, 493.
Almeida, Juan 1 Pág. 212.
Almodóvar, Pedro 1 Pág. 90.
Alvarado, Huberto 2 Pág. 434, 438.
Alvarado, Santa 1 Pág. 72.
Álvarez Aragón, Virgilio 6 Pág. 13, 110, 173, 187, 188, 191.
Álvarez Ruiz, Donaldo 3 Pág. 53, 61, 96.
Álvarez, Ricardo 1 Pág. 138.
Alwyn, Patricio 1 Pág. 320.
Andrade Roca, Manuel 1 Pág. 480.
Aníbal González, Mario 2 Pág. 196.
Antonio Marín, Pedro 1 Pág. 228.
Aragón, Eugenio 1 Pág. 457.
Arana Osorio, Carlos 4 Pág. 30, 78, 194, 494.
Arana, Francisco Javier 1 Pág. 220.
Araya, Johnny 1 Pág. 145.
Arbenz Guzmán, Jacobo 20 Pág. 62, 65, 101, 102, 179, 104, 120,
361, 425, 442, 450, 451, 452, 470, 471
475, 477, 478, 494, 496.
Arce, Manuel José 1 Pag. 113.
Ardón, Juan León 1 Pág. 123.
Arenales Forno, Antonio 8 Pág. 21, 22, 25, 28, 33.
Arenas, Jacobo 1 Pág. 229.
Arendt, Hanah 1 Pág. 97.
Arévalo, Juan José 4 Pág. 45, 220, 438, 456.
Arguello, Gilberto 1 Pág. 493.
Arias, Carlos 1 Pág. 439.
Arias, Oscar 2 Pág. 145.
Aristóteles 1 Pág. 486.

501
Arriaga Bosque, Rafael 1 Pág. 86.
Arriola, Jorge Luis 1 Pág. 39.
Azurdia Peralta 1 Pág. 76.

B
Bachelet, Michelle 3 Pág. 320, 321, 322.
Balcárcel, José Luis 2 Pág. 442, 443.
Baldetti, Roxana 15 Pág. 16, 131, 154, 155, 156, 158, 159
160, 163, 167, 173.
Baldizón, Manuel 9 Pág. 152, 163, 164, 165, 166, 167, 385
412.
Ball, Patrick, Paul Kobrak,
Herbert F.Spirer 1 Pág. 109.
Bambirra, Vania 2 Pág. 193, 493.
Barahona, Elías 3 Pág. 53, 96, 97.
Bardem, Javier 2 Pág. 90, 91.
Barnard, Neil 1 Pág. 461.
Barreto, Bill 2 Pág. 105, 109.
Barrios, Yassmín 1 Pág. 50.
Barrundia, Francisco 1 Pág. 113.
Bartlett, Manuel 1 Pág. 386.
Bartra, Roger 1 Pág. 493.
Bastos, Santiago 1 Pág. 82.
Batres, Alfonso 1 Pág. 192.
Bauer Paiz, Alfonso 7 Pág. 422, 453, 454, 455.
Bed Ac, Antonio 1 Pág. 78.
Bedoya, Dolores 2 Pág. 113, 114.
Bedoya, Mariano 1 Pág. 113.
Benítez Porta, Elisa 1 Pág. 443.
Bergamín, José 2 Pág. 487.
Berger, Oscar 3 Pág. 79, 407.
Bernal, Otto 1 Pág. 177.
Bethancourt, Rómulo 1 Pág. 344.
Bethi y Lupita 2 Pág. 262.
Biden, Joseph 2 Pág. 159, 361.
Blair, Tony 2 Pág. 145, 243.
Bobbio, Norberto 2 Pág. 213, 413.
Borge, Tomás 1 Pág. 147.
Borón, Atilio 1 Pág. 411.
Botha, Pieter W. 1 Pág. 95.
Botzoc, Mario 3 Pág. 456, 478, 479.

502
Bravo, Douglas 1 Pág. 348.
Briceño, Jorge 2 Pág. 223, 229.
Britto, Luis 1 Pág. 367.
Bucaram, Abdala 1 Pág. 334.
Buscaglia, Edgardo 1 Pág. 388.
Bush, George H. 1 Pág. 260.
Bush, George W. 3 Pág. 213, 260, 293.
Bustamante, Jorge 1 Pág. 257.
Bustamante, Ricardo 1 Pág. 172.

C
Cabandié, Juan 1 Pág. 488.
Cabrera Mejía, César 1 Pág. 172.
Cabrera, Héctor 1 Pág. 457.
Cabrera, Jesús 1 Pág. 211.
Cáceres R, Carlos 5 Pág. 22, 434, 442, 448.
Caldera, Rafael 3 Pág. 345.
Calderón Guardia, Rafael 1 Pág. 145.
Calderón, Felipe 8 Pág. 122, 125, 275, 316, 365, 371, 412
Caldheiros, Renan 1 Pág. 328.
Cameron, David 1 Pág. 255.
Canales, Alejandro I. 1 Pág. 260.
Cano, Alfonso 2 Pág. 223, 229.
Cano, Guayo 1 Pág. 49.
Capuano, Ernesto 4 Pág. 434, 439, 441, 442.
Cárdenas, Lázaro 5 Pág. 316, 335, 371, 372, 443.
Cárdenas, Osiel 1 Pág. 123.
Cárdenas, Cuahutemoc 2 Pág. 311, 374.
Cardoza y Aragón, Luis 6 Pag. 43, 439, 443, 474.
Cardoza, José Alberto 1 Pág. 445.
Carranza, Julio 1 Pág. 209.
Carrera, Rafael 1 Pág. 114.
Carter, James 1 Pág. 343.
Casas Regueiro, Julio 1 Pág. 212.
Castañeda de León, Oliverio 2 Pág. 49, 484.
Castillo Armas, Carlos 1 Pág. 475.
Castro, Fidel 7 Pág. 202, 210, 215, 216, 360, 461, 476.
Castro, Raúl 2 Pág. 208, 359.
Castro, Xiomara 10 Pág. 49, 137, 138, 139, 141.
Ceausescu, Nicolae 2 Pág. 400.

503
Cepeda Vargas, Manuel 1 Pág. 169.
Cepeda, Pedro Iván 3 Pág. 169.
Cervantes Cabeza de Vaca,
Luis Tomás 1 Pág. 495.
Chacón, Arnold 1 Pág. 74.
Chamorro, Pedro Joaquín 2 Pág. 418, 458.
Chang, Ha-Joon 2 Pág. 241, 242.
Chávez, Hugo 18 Pág. 121, 133, 313, 314, 336, 339, 341,
342, 344, 347, 350, 354, 359, 411.
Chávez, Mario René 1 Pág. 204.
Chiguichón, Juan Luis 1 Pág. 439.
Chupina Barahona, Germán 1 Pág. 54.
Churchill, Winston S. 3 Pág. 95.
Cienfuegos, Camilo 1 Pág. 204.
Cifuentes Rivas, Américo 1 Pág. 425.
Clinton, Hillary 7 Pág. 94, 289, 291, 293, 296, 297.
Clinton, William 1 Pág. 260.
Coetse, Kobbie 1 Pág. 461.
Colom Argueta, Manuel 12 Pág. 30, 56, 183, 418, 426, 458, 459.
Colom, Álvaro 10 Pág. 24, 78, 129, 130, 151, 275, 315,
412, 422, 427.
Colom, Yolanda 1 Pág. 76.
Colón, Miriam 2 Pág. 454, 456.
Coolidge, Calvin 1 Pag. 214.
Corbyn, Jeremy 1 Pág. 255.
Córdova Molina, Jorge 1 Pág. 86.
Coronel, Ignacio 1 Pág. 126.
Correa, Rafael 20 Pág. 148, 305, 306, 307, 308, 309, 310,
312, 334, 335, 336, 337, 341, 354, 359
Corrieri, Sergio 1 Pág. 211.
Cosío Villegas, Daniel 1 Pág. 496.
Crisóstomo Arriaga, Juan 1 Pág. 485.
Cruz, Penélope 2 Pág. 90, 91.
Cueva, Agustín 4 Pág. 193, 353, 486, 493.
Cuevas Molina, Rafael 2 Pág. 17, 304.
Cunha, Eduardo 4 Pág. 328, 330.
Curzio Malaparte 1 Pág. 363.

D
Danilo Barilla, Cristiano 1 Pág. 478.
Dávalos, Pablo 1 Pág. 411.

504
De Beltranena, Mariano 1 Pág. 113.
De Chamorro, Violeta 1 Pág. 147.
De Gómez Padilla, Thelma 1 Pág. 447.
De la Peña, Sergio 1 Pág. 493.
De la Torre, Armando 1 Pág. 483.
De Larrave, Mariano 2 Pág. 113.
De León Carpio, Ramiro 1 Pág. 215.
De León Schlotter, René 1 Pág. 29.
De León, Alejandro 1 Pág. 465.
De León, Quimy 1 Pág. 96.
De Loyola, Ignacio 1 Pág. 211.
Del Castillo, Severo 2 Pág. 404.
Del Pinal, Alberto 1 Pág. 439.
Del Valle, José Cecilio 1 Pág. 113.
Delano Rooselvelt, Franklin 1 Pág. 313.
Demócrito 1 Pág. 487.
Di Tella, Torcuato 1 Pág. 353.
Díaz Ramírez, Raúl 1 Pág. 443.
Dierckxsens, Win 1 Pág. 260.
Domenech, Antoni 1 Pág. 250.
Dos Santos, Theotonio 2 Pág. 193, 493.
Dudley, Steven 2 Pág. 118.

E
Eliecer Gaitán, Jorge 4 Pág. 101, 219, 225.
Engels, Federico 1 Pág. 114.
Enríquez, Kira 1 Pág. 72.
Epicuro 1 Pág. 487.
España, Jesús 1 Pág. 53.
Esparragoza, Juan José 2 Pág. 126.
Espín, Vilma 1 Pág. 212.
Estrada Cabrera, Manuel 3 Pág. 155, 162.

F
Falla, Ricardo 1 Pág. 59.
Falleto, Enzo 1 Pág. 353.
Fernández, Cristina 6 Pág. 213, 313, 316, 317, 411.
Figueres, José 2 Pág. 145, 255.
Figueroa Ibarra, Carlos 6 Pág. 17, 189, 191, 491.
Figueroa, Julio Alfonso 2 Pág. 59, 195.

505
Flores Magón, Ricardo 1 Pág. 372.
Flores, Carol Patricia 1 Pág. 26.
Folgar, Álvaro 1 Pág. 454.
Fonseca Amador, Carlos 1 Pag. 147.
Fonseca, Marco 1 Pág. 173.
Font, Juan Luis 1 Pág. 28.
Foppa, Alaíde 5 Pág. 435, 443, 447.
Fortuny, José Manuel 4 Pág. 439, 442, 447, 451.
Foucault, Michel 1 Pág. 23.
Franco, Federico 1 Pág. 324.
Franco, Francisco 1 Pág. 465.
Fraser, Douglas 2 Pág. 280.
Friedman, Milton 7 Pág. 254, 273, 283, 284, 319.
Fuentes Aguirre, Armando 1 Pág. 404.
Fuentes Mohr, Alberto 7 Pág. 30, 56, 183, 418, 426, 458.
Fuentes Rosales, Julio Eduardo 1 Pág. 86.
Fujimori, Alberto 2 Pág. 177.

G
Gaínza, Gabino 1 Pág. 114.
Gaitán, Gloria 1 Pág. 219.
Galeano, Eduardo 4 Pág. 94, 95.
Gali, José Antonio 1 Pág. 176.
Galicia, Néstor 2 Pág. 102, 109.
Galindo de Batres, María Isabel 1 Pág. 192.
Gálvez Borrell, Víctor 1 Pág. 192.
Gálvez, Estuardo 1 Pág. 454.
Gálvez, Mariano 1 Pág. 113.
García Abrego, Juan 1 Pág. 123.
García Arredondo, Pedro 12 Pág. 22, 53, 54, 96, 97.
García Calderón, Jorge 1 Pág. 443.
García Linera, Álvaro 2 Pág. 333, 336.
García Marquez, Gabriel 2 Pág. 216, 476.
García, Aníbal 1 Pág. 406.
Gentili, Pablo 1 Pág. 326.
Gerardi, Juan 6 Pág. 51, 107, 168, 170.
Germani, Gino 1 Pág. 353.
Glass, Jorge 1 Pág. 334.
Godoy, Lucila 1 Pág. 434.
Goebbels; Joseph 2 Pág. 341, 346

506
Góering, Herman 1 Pág. 30.
Goldman, Francisco 1 Pág. 51.
Gómez Padilla, Julio 4 Pág. 442, 446, 447.
Gómez, Pablo 1 Pág. 495.
González Orellana, Carlos 5 Pág. 456, 457.
González, Elián 1 Pág. 210.
González, Jorge 1 Pág. 422.
González, Ranulfo 1 Pag. 86.
Gorbachov, Mijail 2 Pág. 208, 400.
Gore, Al 2 Pág. 213, 248.
Gramsci, Antonio 5 Pág. 261, 304, 368, 486.
Granda, Rodrigo 2 Pág. 223, 227.
Guerra Borges, Alfredo 4 Pág. 433, 439, 470, 480.
Guerra, Ángel 1 Pág. 326.
Guevara Niebla, Gilberto 1 Pág. 495.
Guevara, Ernesto 5 Pág. 86, 204, 449, 476.
Guillermo Solís, Luis 2 Pág. 121, 146.
Gutiérrez, Luis 1 Pág. 209.
Gutiérrez, Víctor Manuel 3 Pág. 438, 457, 477
Guzmán Böckler, Carlos 8 Pág. 193, 467, 468, 470.
Guzmán Loaera, Joaquín 1 Pág. 125.

H
Hardt, Michael 1 Pág. 235.
Harvey, David 5 Pág. 243, 254, 495.
Hayek, Friedrich 3 Pág. 254, 255, 420
Henrique Cardoso, Fernando 1 Pág. 353.
Herbert, Jean Loup 1 Pág. 467.
Hernández Pico, Júan 1 Pág. 203.
Hernández Solís, Aldo Fabián 3 Pág. 16, 491.
Hernández, Anabel 1 Pág. 126.
Hernández, Carlos 1 Pág. 72.
Hernández, Gustavo 1 Pág. 53.
Hernández, Iduvina 2 Pág. 75.
Hernández, Juan Orlando 4 Pág. 138, 139, 144.
Herrera, Jorge 3 Pág. 21, 22, 76.
Herrera, Rubén 1 Pág. 72.
Hess, Rudolph 1 Pág. 30.
Heston, Charlton 1 Pág. 278.
Hilferding, Rudolph 1 Pág. 234.

507
Himmler, Heinrich 1 Pág. 30.
Hinkelammert, Franz 4 Pág. 254, 255.
Hitler, Adolf 8 Pág. 28, 87, 291, 298, 341.
Hobson, John A. 1 Pág. 234.
Horcasitas de Pozas, Isabel 1 Pág. 433.
Huerta, Efraín 1 Pág. 443.
Huntington, Samuel 1 Pág. 261.

I
Ianni, Ottavio 1 Pág. 353
Illescas, Carlos 1 Pág. 443.

J
Jackson, Jesse 1 Pág. 295.
Jerónimo Sol, Tz’utujil 1 Pág. 72.
Johnson, Micah 1 Pág. 238.
Johnstone, Jake 1 Pág. 140.
Jrushchov, Nikita 1 Pág. 399.
Juárez Gudiel, Ricardo 1 Pág. 196.
Juárez, Benito 3 Pág. 372, 404.

K
Keen, Steve 1 Pág. 428.
Kerry, John 1 Pág. 312.
King Farris, Christine 1 Pág. 295.
Kirchner, Néstor 5 Pág. 313, 314, 336.
Klein, Naomi 2 Pág. 243.

L
Labastida, Jaime 1 Pág. 443.
Lage, Carlos 1 Pág. 208.
Lasso, Guillermo 1 Pág. 334.
Laugerud, Kjell 2 Pág. 30, 141.
Lazo, Rina 1 Pág. 434.
Leal de Pérez, Rosa 1 Pág. 159.
Leal, Mario 1 Pág. 172.
Lefebvre, Stephan 1 Pág. 140.
Lenín, Vladimir I. 6 Pág. 234, 235, 236, 436, 499.
Ligorría, Julio 1 Pág. 158.
Lima, Byron 5 Pág. 51, 52, 168.

508
Limia Díaz, Ernesto 1 Pág. 69.
Linares Morales, Sergio Saúl 3 Pág. 55, 58.
Linares, Bernabé 1 Pag. 86.
Linares, Sergio 1 Pág. 463.
List, Friedrich 1 Pág. 241.
Livio Foppa, Tito 1 Pág. 435.
Llanos Pereira, Mercedes 1 Pág. 443.
Loarca Guzmán, Félix 1 Pág. 425.
Lobo, Porfirio 3 Pág. 132, 140.
Lombardo Toledano, Vicente 1 Pág. 476.
López Bonilla, Mauricio 2 Pág. 81.
López Fuentes, Héctor Mario 2 Pág. 22, 153.
López Obrador, Andrés Manuel 20 Pág. 15, 311, 324, 341, 365, 371, 372, 376
377, 378, 380, 384, 385, 386, 412, 418.
López Ramos, Ignacio 1 Pág. 72.
López Villatoro, Mario 1 Pag. 86.
López Villatoro, Roberto 1 Pág. 48.
López y Rivas, Gilberto 1 Pág. 493.
López, Maynor 2 Pág. 82.
López, Óscar 1 Pág. 187.
López, Santos 1 Pág. 147.
Lucas García, Romeo 8 Pág. 16, 22, 53, 56, 59, 78, 457.
Lucrecio Caro, Tito 1 Pág. 488.
Lugo, Fernando 4 Pág. 324, 336.
Luján, Mario 1 Pág. 192.
Luther King, Martin 2 Pág. 295.

M
Macfarland Stephen 3 Pág. 174, 454.
Machado, Gerardo 2 Pág. 204, 214.
Macri, Mauricio 3 Pág. 39, 213, 329.
Maldonado, Alejandro 3 Pág. 156, 194, 195.
Mandela, Nelson 10 Pág. 94, 95, 216, 387, 460, 461, 499.
Maquiavelo 3 Pág. 30, 32, 405.
Marcuse, Herbert 1 Pág. 38.
Mariátegui, José Carlos 1 Pág. 486.
Marinello, Juan 1 Pág. 452.
Marini, Ruy Mauro 3 Pág. 193, 353, 493.
Mario Bergoglio, Jorge 1 Pág. 266.
Martí, José 3 Pág. 21o, 214.

509
Martínez Della Roca, Salvador 1 Pág. 495.
Martínez Peláez, Severo 12 Pág. 43, 113, 193, 434, 446, 467, 468,
469, 471, 486, 493.
Marulanda Vélez, Manuel 4 Pág. 225, 228, 229.
Marx, Karl 6 Pág. 245, 248, 249, 252, 304, 428.
Mateo, Daniel Pedro 2 Pág. 82, 84.
Matute, Mario René 1 Pág. 456.
Mejía Godoy, Carlos 1 Pág. 457.
Mejía Víctores, O. Humberto 7 Pág. 22, 58, 60, 72, 153, 347, 464.
Mella, Julio Antonio 1 Pág. 204.
Menchú Tum, Rigoberta 5 Pág. 96, 406, 407.
Méndez Ruiz Valdés, Ricardo 6 Pág. 44, 73, 74, 75, 85, 153.
Menem, Carlo Saúl 1 Pág. 314.
Mercado, Manuel 1 Pág. 214.
Mérida, Mario 4 Pág. 22, 23, 24.
Micheletti, Roberto 3 Pág. 133, 135, 324.
Mijangos López, Adolfo 3 Pág. 183, 426.
Miliband, Ralph 4 Pág. 245, 246.
Miranda Trejo, Felipe 1 Pág. 172.
Moctezuma, Esteban 1 Pág. 386.
Molina Loza, Juan Luis 1 Pág. 433.
Molina, Pedro 1 Pág. 313.
Monreal, Pedro 1 Pág. 209.
Monsanto, Pablo 3 Pág. 177, 324, 423.
Montaño, Jorge 1 Pág. 278.
Monterroso, Augusto 1 Pág. 443.
Montes, César 1 Pág. 177.
Montiel Marín, Mario 1 Pág. 51.
Monzón, Marielos 1 Pág. 75.
Morales, Evo 9 Pág. 312, 317, 332, 336, 354, 359, 411.
Morales, Jimmy 18 Pág. 16, 38, 165, 166, 167, 169, 170,
171, 172, 178, 179, 181, 182, 183.
Morales, Mario Roberto 1 Pág. 173.
Morazán, Francisco 4 Pág. 113, 114, 479.
Morelos, José María 1 Pág. 372.
Moreno Arteaga, Concepción 1 Pág. 257.
Moreno Valle, Rafael 1 Pág. 393.
Moreno, Lenin 2 Pág. 334, 335.
Mujica, Pepe 1 Pág. 384.
Murillo Karam, Jesús 2 Pág. 388, 390.
Murillo, Margarita 2 Pág. 143.

510
Murillo, Rosario 2 Pág. 147, 148.
N
Nasralla, Salvador 1 Pág. 142.
Nava, Thelma 1 Pág. 443.
Navarrete, Carlos 2 Pág. 443, 448.
Navarro Mérida, Hugo Adail 1 Pág. 464.
Negri, Antonio 2 Pág. 178, 235.
Neruda, Pablo 8 Pág. 319, 321, 322, 435.
Nicolás Maduro 7 Pág. 337, 361, 363, 364, 365, 366, 367.
Niemeyer, Oscar 3 Pág. 485.
Nixon, Richard 2 Pág. 293.
Nolasco, Fredy 1 Pág. 194.

O
Obama, Barack 23 Pág. 125, 213, 214, 237, 260, 281, 290,
295, 296, 361, 362, 460.
Orantes Trócoli, Carlos 1 Pág. 456.
Orozco Rivera, Mario 1 Pág. 443.
Ortega Menaldo, Francisco 2 Pag. 155, 160.
Ortega, Daniel 2 Pág. 121, 147.
Ortíz Amiel, Rodolfo 1 Pág. 457.
Ortíz, Juan 1 Pág. 49.
Ovalle, Edgar 2 Pág. 175.

P
Pablos, Juan 1 Pág. 241.
Pagola, José Antonio 1 Pág. 267.
Panebianco, Angelo 2 Pág. 73, 175.
Paramio, Ludolfo 3 Pág. 313, 414, 420.
Parra, Nicanor 1 Pág. 319.
Parra, Violeta 2 Pág. 319, 320.
Pastrana, Andrés 3 Pág. 222, 361.
Paz Tejada, Carlos 3 Pág. 45, 438, 443.
Paz y Miño, Juan 1 Pág. 335.
Paz y Paz, Claudia 10 Pág. 22, 44, 45, 47, 48, 49, 74, 153.
Paz y Paz, Enrique 4 Pág. 44.
Pellicer, Carlos 1 Pág. 443.
Peña Nieto, Enrique 14 Pág. 175, 237, 291, 311, 324, 372, 384,
385, 388, 412, 496.
Perera Álvarez, Eduardo 3 Pág. 433, 493.

511
Pérez Jiménez 2 Pág. 341, 345.
Pérez Molina, Otto 95 Pág. 16, 22, 25, 27, 28, 33, 35, 36, 37, 38
49, 72, 81, 82, 106, 116, 128, 129, 130, 131
151, 152, 153, 154, 155, 156, 157, 158,
159, 160, 161, 162, 163, 164, 165, 167,
168, 170, 171, 173, 179, 181, 187, 189,
225, 316, 359, 384, 407, 414, 422, 423.
Pérez, Manuel 1 Pág. 211.
Perón, Juan Domingo 1 Pág. 353.
Piketti, Thomas 1 Pág. 246.
Pinochet, Augusto 14 Pág. 211, 243, 319, 321, 322, 450.
Piñera, Sebastián 3 Pág. 320, 359, 361.
Pitt, William 1 Pág. 241.
Platero Trabanino, Oscar 1 Pág. 177.
Platón 1 Pág. 330.
Plocharsky Rehbach, Theodore 2 Pág. 75, 76.
Poitevin, René 7 Pág. 189, 191, 192, 197.
Ponce Vaides, Federico 2 Pág. 155, 438.
Porras, Gustavo 5 Pág. 33, 34, 40.
Porras, Juan 1 Pág. 40.
Portillo, Alfonso 3 Pág. 151, 160, 181.
Pozas Arciniegas, Ricardo 2 Pág. 433, 493.
Primo de Rivera, José Antonio 1 Pág. 255.

Q
Quej, Tomás 1 Pág. 72.
Quilo Ayuso, José Luis 1 Pág. 172.

R
Rabbé, Alfredo 1 Pág. 171.
Ramazzini, Ana Lucía 1 Pág. 38.
Ratzinger, Joseph 1 Pág. 266.
Rayo, Mariano 3 Pág. 413, 414.
Reagan, Ronald 4 Pág. 243, 293, 297.
Real Espinales, Blas 1 Pág. 195.
Reina, Carmen 1 Pág. 173.
Reinders, John 2 Pág. 461.
Rejano, Juan 1 Pág. 443.
Revere, Paul 1 Pág. 428.
Revueltas, José 1 Pág. 500.
Rey Rosa, Magaly 1 Pág. 75.

512
Reyes Illescas, Miguel Ángel 1 Pág. 110.
Reyes, Raúl 2 Pág. 222, 229.
Reyes, Virgilio 2 Pág. 13, 191.
Reyna, Carmen 1 Pág. 82.
Rhon, Francisco 1 Pág. 189.
Rico Galán, Víctor 1 Pág. 493.
Ríos Montt, Efraín 44 Pág. 14, 22, 26, 27, 28, 29, 30, 31, 32,
33, 43, 48, 50, 54, 56, 62, 64, 71, 72,
76, 78, 107, 141, 152, 211, 347, 459.
Robinson, Todd 1 Pág. 179.
Robinson, William I. 1 Pág. 235.
Roca, Blas 1 Pág. 212.
Rodríguez Aldana, Julio 1 Pág. 219.
Rodríguez Pellecer, Martín 2 Pág, 61, 86.
Rodríguez Sánchez, J. Mauricio 2 Pág. 29, 32.
Rodríguez, Aída María 1 Pág. 443.
Rodríguez, Carlos Rafael 2 Pág. 206, 108.
Rodríguez, Danilo 2 Pág. 28, 76.
Rodríguez, Raúl 1 Pág. 433.
Rogers, Adrian 1 Pág. 428.
Roldán Oliva, Leonel 1 Pág. 439.
Romeo González, Joel Ortega 1 Pág. 495.
Romero Imery, Jorge 4 Pág. 58, 192, 195.
Romero, Arnulfo 2 Pág. 418, 458.
Romney, Mitt 1 Pág. 419.
Romo, Alfonso 1 Pág. 386.
Roque, Felipe 1 Pág. 208.
Rostow, Walter 1 Pág. 307.
Rousseff, Dilma 6 Pág. 326, 327, 328, 329, 330, 411.
Ruiz Massieu, Claudia 1 Pág. 291.

S
Sader, Emir 2 Pág. 326, 411.
Sáenz Calito, Edgar 1 Pág. 53.
Salgado, Nestora 3 Pág. 262.
Salinas de Gortari, Carlos 3 Pág. 374, 383, 418.
Sánchez Cerén, Salvador 1 Pág. 121.
Sánchez Vázquez, Adolfo 2 Pág. 443, 449.
Sánchez, Celia 1 Pág. 212.
Sanders, Bernie 5 Pág. 289, 290, 294.
Sandoval Alarcón, Mario 1 Pág. 73.

513
Sandoval, Miguel Ángel 1 Pág. 173.
Santa Cruz Ludwig, Lisett 1 Pág. 210
Santamaría, Haydée 1 Pág. 212.
Santos, Fernando 1 Pág. 433.
Santos, Juan Manuel 6 Pág. 133, 169, 221, 224, 275, 359.
Schubert, Franz 1 Pág. 485.
Semo, Enrique 1 Pág. 493.
Sempronio Graco, Tiberio 1 Pág. 42.
Seregni, Liber 2 Pág. 28, 30.
Serrano Elías, Jorge 5 Pág. 102, 155, 177.
Sesenna, Fernando 1 Pag. 86.
Sharp, Eugene 1 Pág. 234.
Sicilia, Javier 1 Pág. 281.
Silva Herzog, Jesús 1 Pág. 496.
Silva Jonama, Mario 4 Pág. 434, 437, 439, 457.
Sinibaldi, Alejandro 2 Pág. 155, 168.
Slovo, Joe 1 Pag. 461.
Smith, Adam 1 Pág. 241.
Snowden, Edgar 2 Pág. 312.
Soberanes, José Luis 1 Pág. 257.
Solalinde, Alejandro 1 Pág. 389.
Solís, Luis Guillermo 2 Pág. 121, 146.
Solórzano, Alfonso 12 Pág. 433, 434, 435, 438, 439, 442, 443,
445, 446, 447, 448, 492.
Solórzano, Amalia 2 Pág. 443.
Solórzano Foppa, Juan Pablo 3 444, 445, 446
Solórzano Foppa, Mario 1 445
Solórzano Foppa, Silvia 1 445

Sosa, Eugenio 2 Pág. 143, 144.


Spielberg, Steven 1 Pág. 163.
Stein, Eduardo 1 Pág. 24.
Stoll, David 1 Pág. 86.

T
Tagual Ovalle, Feliciano 1 Pág. 125.
Taracena Arriola, Arturo 1 Pag. 110.
Temer, Michel 4 Pág. 329, 330.
Terencio Guillén 1 Pág. 443.
Tatcher, Margaret 1 Pág. 243.

514
Tinoco, Marco 1 Pág. 143.
Tischler Guzmán, Rafael 1 Pág. 457.
Tischler Vizquerra, Sergio 2 Pág. 110, 471.
Tobías, Marío 1 Pág. 442.
Toriello, Guillermo 2 Pág. 443, 477.
Torres-Rivas, Edelberto 5 Pág. 193, 195, 204, 406, 420, 467, 469.
Torres Rivas, Myrna 5 Pág. 204.
Torres, Sandra 12 Pág. 24, 115, 164, 165, 166, 169, 171,
406, 412, 414, 427.
Trejo Esquivel, Luis 1 Pág. 465.
Truman, Harry S. 4 Pág. 69, 95.
Trump, Donald 37 Pág. 15, 213, 233, 236, 260, 263, 289,
290, 291, 292, 293, 294, 296, 297, 298,
299, 394.
Turcios Lima, Luis Augusto 3 Pág. 465, 466.
Turcios Lima, Mélida 1 Pág. 204.
Tuyuc, Rosalina 1 Pág. 55.

U
Ubico, Jorge 4 Pág. 152, 155, 162, 439, 441, 445, 456.
Uribe, Álvaro 6 Pág. 133, 169, 221, 222, 275, 359, 361.
Urrutia García, Edmundo 1 Pág. 110.
Ustinov, Peter 2 Pág. 89, 93.

V
Valdeavellano, Roberto 1 Pág. 443.
Valdés Pedroni, Sergio 1 Pág. 38.
Valiente Téllez, Manuel 2 Pág. 53, 96.
Valle Espinoza, Eduardo 1 Pág. 495.
Valle y Valle, Carlos 2 Pág. 434, 439.
Vallejo, Camila 2 Pág. 320, 322.
Vargas Llosa, Mario 1 Pág. 219.
Vargas, Alejo 1 Pág. 224.
Vargas, Getulio 1 Pág. 353.
Vázquez, Julio 1 Pág. 443.
Vda. de Furlán, Esthela 2 Pág. 44, 45.
Velasco Ibarra, José María 1 Pág. 353.
Velázquez Nimatuj, Irma Alicia 1 Pág. 73.
Velázquez, Iván 2 Pág. 179, 184.
Véliz, José Luis 1 Pág. 208.

515
Verwoerd, Hendrik 1 Pág. 461.
Vicente Loarca, Augusto 1 Pág. 465.
Vilas, Carlos 1 Pág. 353.
Villagrán, Luis 1 Pág. 439.
Villalba, Jovito 1 Pág. 345.
Villalta, José María 1 Pág. 121.
Villatoro, Amancio 2 Pág. 55, 463.
Villeda, Mauricio 1 Pág. 139.
Voight, Jon 1 Pág. 90.
Von Clausewitz 1 Pág. 436.
Von Mises, Ludwig 1 Pág. 254.
Vorotnikov, Vitaly 1 Pág. 208.

W
Weber, Max 6 Pág. 48, 85, 175, 249, 453, 499.
Wojtila, Karol 1 Pág. 266.

Y
Ydígoras Fuentes, Miguel 4 Pág. 45, 155, 465, 492.
Yeltsin, Boris 2 Pág. 400, 401.
Yon Sosa, Marco Antonio 1 Pág. 465.
Yunes, Miguel Ángel 1 Pág. 176.

Z
Zambada, Ismael 1 Pág. 126.
Zamora, José Rubén 3 Pág. 52, 158, 309.
Zapata, Adrián 2 Pág. 33, 454.
Zarco, Isidoro 1 Pag. 86.
Zavala, Margarita 1 Pág. 412.
Zavaleta Mercado, René 3 Pág. 193, 486, 493.
Zedong, Mao 1 Pág. 239.
Zelaya Rosales, José Manuel 2 Pág. 132, 135.
Zelaya, Raquel 1 Pág. 104.
Zepeda, Beatriz 1 Pág. 191.
Zepeda, Máximo 1 Pág. 86.
Zepeda, Raúl 1 Pág. 192.
Zuluaga, Oscar Iván 2 Pág. 169.

516
Impreso en Editorial Kamar

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