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RESÚMEN GENERAL II

ADLER

Lo que hay que saber: sentimiento de inferioridad-inferioridad de órgano-linea directriz-


abstracciones-afan de superioridad-arreglitos-sentimiento de comunidad-agravantes para la
neurosis-virilidad-arriba-plan de vida(infancia)-

3. LA PSICOLOGÍA INDIVIDUAL.

“psicología individual”: aspectos sociopsicológicos del desarrollo y la variabilidad de las


perturbaciones psíquicas. Psicología social. Psicología humanista.

Lo que él pretendió al adoptar aquella designación fue deslindarse de abordajes en los que la
personalidad era descompuesta en elementos singulares, en particular, del psicoanálisis.

Insiste en la unidad y la totalidad indivisibles de la persona, y en la singularidad del individuo.


Destacaba la capacidad del organismo para crecer y desarrollarse, superar defectos.

Psicología humanista. El desarrollo de la personalidad se consuma según Adler en medida


mucho mayor dentro del campo de tensión que opone las dotes individuales y las exigencias
sociales.

Colaboró estrechamente con Freud, sostuvo una concepción propia que realzaba en particular
los aspectos sociales. En 1898 “Manual de higiene para el gremio de los sastres”, medicina
social, nexos entre situación económica y patología.

1907 “Estudio sobre las inferioridades de órgano”, posterior concepción adleriana, en esta
obra adopto puntos de vista fuertemente biológicos por estar en influido por Freud.

1908 concepto de “pulsión de agresión”. Adler rompió abiertamente con Freud y fue excluido
de la Asociación Psicoanalítica de Viena en 1911.

Las diferencias de concepción teórica de Freud y Adler guardan relación directa con su estilo
de vida personal.

Sus pacientes provenían mas bien de las clases medias, en las que prevalencían los problemas
determinados por la situación social y el bienestar económico.

La mala salud de Adler cuando niño, influyó sobre sus ideas terapéuticas. Debió emigrar a los
Estados Unidos en 1934 (dps de la 1° Guerra Mundial).

La psicología individual de Adler fue rebautizada “psicología comunitaria”.

Nociones centrales: “sentimiento de inferioridad”, al que se contrapone la “necesidad de


hacerse valer”. “Estilo de vida”, y “plan de vida”, en los que se expresan las estrategias
inconscientes del individuo en su trato con el ambiente. Objetivo por alcanzar: “sentimiento de
comunidad”.

3.1 Sentimiento de inferioridad y afán de hacerse valer

Lo “inconsciente” aparace poco en Adler como sustantivo; las más de las veces solo es
atributo. Adler daba interpretación simbólica a los recuerdos sexuales infantiles de Freud
informa con relación a sus pacientes, así como de sus deseos y angustias de castración. Según
él, los síntomas neuróticos se desarrollan a modo de defensa frente a reclamos del ambiente.
Punto de partida: sentimiento de inferioridad.

Al comienzo, discernía el núcleo de ese sentimiento de inferioridad en defectos orgánicos


innatos, reales. La consecuencia de estos era una menor capacidad de rendimiento y una
afrenta inferida a la autoestima. Pero después tomó cada vez más en consideración aspectos
(socio)psicológicos.

Pero ya el recién nacido, venido a un mundo de adultos más fuertes, más grandes y más
competentes, experimenta su desvalimiento a causa de su importancia y pequeñez. Este
sentimiento no hace sino reforzarse al comienzo, cuando el niño aprende a distinguir entre él y
los objetos, y a comprender el mundo exterior: comprueba cada vez con más frecuencia que
sus recursos raramente alcanzan para servirse de esos objetos en la medida de sus deseos. En
su comparación con el adulto, experimenta entonces su debilidad y su dependencia de quienes
lo cuidan.

A esta vivencia de inferioridad se contrapone la tendencia simultánea a compensar ese


sentimiento: el afán de hacerse valer. Se trata de una tendencia a afirmar la autoestima, de
una aspiración hacia lo alto, que brota de una protesta contra el sentimiento de inferioridad.
Esta compensación es por lo tanto un proceso humano universal, no patológico, como lo
señala Seidel (1983). Ciertas disminuciones físicas pueden llevar al individuo a producir
particulares logros por sobrecompensación, para reafirmar su habilidad.

El sentimiento de inferioridad puede ser reforzado además por factores sociales o económicos.
Por una parte, influyen en esto la situación material y el status de la familia, que instilan en el
niño (por la medicación de sus padres) el deseo de hacerse valer y de “ser mejor”. Por la otra
parte, Adler atribuye un papel importante en la posición dentro de la serie de hermanos: el
primogénito ha podido hacer la experiencia de que es el más grande, más inteligente o más
fuerte que otros. Por eso tiende a ser equilibrado y propende a actitudes conservadoras
(porque tiene poco interés en producir cambios en aquella experiencia). El segundo hijo
presenta una marcada tendencia a cotejarse con el mayor y después desarrolla la necesidad de
medir fuerzas con un contrincante o bien, desengañado, se refugia en el papel del envidioso. El
más pequeño tiene que alcanzar a los otros. En muchos cuentos tradicionales y mitos, es
justamente este, el menor y más pequeño, el que en definitiva los sobrepasa a todos. Muy
problemática ve Adler la situación del hijo único, a menudo malcriado y mimado, de manera
que desarrolla una exigencia de atención permanente de parte de otros.

Se suma como elemento diferenciador el papel de los sexos.

3.2 Estilo de vida, líneas rectoras y plan de vida

Apuntamos ya que desde las constelaciones de la primera infancia (complexión corporal,


situación económica o social, posición dentro de la familia y, en particular, estilo pedagógico
de los padres) se pueden desarrollar pautas y representaciones básicas para situarse frente al
mundo y superar el sentimiento primario de inferioridad según las posibilidades dadas. A juicio
de Adler, hacia el cuarto o quinto año ya se ha establecido esta forma de abordaje de las
demandas del ambiente y del sentimiento de inferioridad; a esto llamó “estilo de vida”.
Fuerte impronta teleológica, descubrir aspectos funcionalistas, finalistas. Por eso no se plantea
tanto por las causas y los fundamentos (“¿a qué se debe que…?”) como la pregunta por los
fines y funciones (“¿para qué sirve esto?”)

El estilo de vida permite al individuo alcanzar su meta, o sea, la imagen rectora para el dominio
de las exigencias de su ambiente, y sentirse entonces dueño de sí. La conducta de los
individuos y su específica manera de elaborar selectivamente las percepciones según “su
conveniencia” (“apercepción tendenciosa”) están al servicio de su necesidad de afirmación.
Son las “líneas rectoras” de su conducta las que se expresan en el estilo de vida.

Estas líneas rectoras, a su vez, representan otros tantos principios de acción para el
cumplimiento de un plan básico de vida, por el cual el individuo orienta toda su existencia. El
plan de vida es inconsciente en la mayoría de los casos, o sea que no es el fruto de una
planificación consiente: “el hombre no se propone esa finalidad, pero obra como si la
persiguiera, y sólo así se pueden comprender sus actos”.

Partiendo del plan de vida adquirido en la primera infancia, con que el niño toma posición
frente al complejo total de sus condiciones corporales y su ambiente, el individuo elabora, “en
su infatigable afán de superioridad” líneas rectoras para su conducta.

Ser humano obra con arreglo a sentido, de manera finalista, y según eso organiza enteramente
su percepción y su conducta con miras a superar ciertos estados de falta es otra cosa de las
ideas que lo convierten en precursor de la psicología humanista. “Psicología comprensiva
profunda”. Intenta reconstruir su obrar (y su patología) remitiéndolo como un todo a su propio
sistema de referencias, el estilo de vida (plan de vida que está en su base).

M. Titze ha señalado que el estilo de vida en verdad abarca dos sistemas de referencias bien
deslindados. Sobre la base de Adler distingue entre un sistema de referencia “primario” y otro
“secundario”:

 Sistema de referencia primario: se desarrolla en la primera infancia, es privado,


subjetivo, prejudicativo, centrado en el sentimiento, se vale con preferencia de
símbolos analógicos (figural, intuitivo, metafórico) se singulariza por juicios extremos y
conclusiones generalizadoras. Constituye la base de la conducta egoísta y el afán de
superioridad personal. “el niño pequeño en nosotros”.
 Sistema de referencia secundario: se adquiere sólo en el curso de la socialización, por
obra del compañero social. Es convencional, intersubjetivo, acorde a reglas, lógico y
racional, se vale sobre todo de simbolos digitales (lenguaje y escritura abstracto y
analítico), base del sentimiento de comunidad “el adulto en nosotros” o “conciencia
moral”.

(3°texto)

Comprender la vida biológicamente, también psicológica y filosóficamente, tienen un


único nexo: la psicología comparada del individuo. A partir de la premisa de la unicidad de
la individualidad, procura crear la imagen de la personalidad unitaria como una de las
variantes de las expresiones vitales singulares y de sus formas expresivas. Los rasgos
singulares son confrontados entre si, conducidos a su línea común e incorporados hasta
integrar el cuadro individual total.

Se destaca en particular en el estudio de la Psicologia infantil.


Para la vida de la sociedad es de tanta importancia conocer la meta de un fenómeno que,
pese a todas las teorias científicas contrarias, nadie ha podido aun hacerse una opinión
sobre un hecho humano sin captar antes una línea que una todos los fenomenos psíquicos
de una persona en relación con su objetivo.

Lo que nos interesa de forma casi exclusiva es la línea que uno sigue (línea directriz).

Si conozco el objetivo de una persona se, aunque solo aproximativamente, qué sucederá.
Y, por lo tanto, me hallaré en condiciones de inferir los movimientos parciales que han de
seguir, seré capaz de verlos en su nexo, o de corregir y adaptar continuamente mi
conocimiento psicológico aproximativo de los nexos. En cambio, si solo conozco las causas,
lo sabré nada de lo que acontece en el animo de la persona en cuestión.

El propio sujeto no sabría que hacer de sí, si no tendiera hacia un objetivo. Regla del
desarrollo de todo acontecimiento psíquico: no estamos en condiciones de pensar, de
sentir, de querer, de obrar sin tener un objetivo en nuestra mente de acuerdo con la
realidad.

Todos los fenomenos psíquicos reciben su dirección de un objetivo preestablecido. Pero


todos estos independientes caen bajo el dominio de un objetivo final ficticio, de un “fin”
pensado como fijo y definitivo. En otras palabras: la vida psíquica del hombre está en
función del ultimo acto.

Tesis: no puede captarse o comprenderse ningún fenómeno psíquico -en vista a la


compresión de una personalidad-sino como preparación para un objetivo.

La psicología del individuo, descartadas las causas organicas, se plantea la pregunta ¿a qué
tiende la debilidad de la memoria? ¿qué quiere lograr? Este objetivo se nos revela
únicamente tras un conocimiento intimo de todo el individuo, pues la comprensión del
todo. Entonces descubriremos, por ejemplo: que esta persona intenta demostrarse a sí
misma y a todos los demás que -por motivos que deben quedar inexpresados o
inconcientes- debe evitarse una acción o una decisión.

¿pero cómo pueden provocarse tales deficiencias o tales enfermedades? Algunos las
elaboran de manera que presenten un relieve especial; creando un “arreglito”, acentúan
intencionalmente las debilidades fisiológicas generales para hacerlas valer como
sufrimientos personales. Otros, en cambio, ensimismándose en un estado anormal,
socavan su fe en las propias capacidades hasta el punto de perder la mitas de sus propias
posibilidades de atención y de voluntad.

Detrás de las fuerzas psíquicas subyace una idea directriz, y que todos los movimientos
expresivos, el sentimiento, el pensamiento, la voluntad, la acción, el sueño y los
fenomenos psicopáticos están en función de un plan de vida unitario. De este tender hacia
un objetivo que el individuo establece para sí, resulta la unidad de la personalidad.

La dinámica de la vida psíquica, se encuentra por igual tanto en las personas sanas con en
las enfermas. Lo que distingue al neurótico es su reforzada “tendencia hacia la seguridad”.

Movimiento psíquico, tiende a un objetivo de superioridad.

Considerado en si mismo pertenece al dominio de las “ficciones” o “fantasias”.


Signos de este objetivo de superioridad acaso pueda observárselos en toda persona. Suele,
en efecto, traducirse en su conducta, pero, con mayor frecuencia, solo se manifiesta
claramente en los momentos de exigencias y de aspiraciones.

Dejará ver nítidamente su origen en el afán de poder y denunciará algún ideal de


perfección y de logro absolutos.

Simultáneamente tendrán que observarse fenómenos orientados a suprimir y disminuir a


los demás. Todas aquellas manifestaciones que supone la lucha, magnitud mayor que la
exigida por la autoconservación. Próximos a estos rasgos, y en ocasiones coexistiendo con
ellos o sustituyéndolos, se verán aparecer -según sea el grado de autoconfianza con que el
individuo persiga su meta final- rasgos de orgullo, de emulación, de valentía, de salvar, dar
y guiar a los demás. En especial en las personas neuróticas, los sentimientos hostiles se
hallan a menudo tan ocultos que, justificadamente, su poseedor podrá sorprenderse o
irritarse si alguien se los señalase.

Afán infantil de dominio adquiere una concreción individual. A este, su pensamiento


consciente no lo puede asimilar sino en la medida permisible por el sentimiento de
comunidad. El afán de poder se desarrolla, pues, en forma encubierta, procurando
imponerse secreta y absolutamente, a través de los cauces que le impone el sentido social.

Es posible rastrear cualquier rasgo saliente de una persona hasta su origen infantil.

Sentimiento continuo de inferioridad, significación determinante sobre el destino de ese


hombre y cómo habría de forzarlo a proteger su prestigio personal soslayando el
cumplimiento de las exigencias de la realidad.

El neurótico tiende a reforzar sus seguridades y a alejarse lo más posible del peligro.

Imperfección de sus órganos, inseguridad, estado de dependencia, necesidad de apoyarse


en lo más fuertes sentimientos de insuficiencia que traduce en todas las actividades
vitales.

Sentimiento de inferioridad, en el futuro, compensación de sus déficit actuales. Y para él


sólo es compensatorio aquello que suprima para siempre su mísera posición actual y lo
iguale con todos los demás. Se fija un objetivo de superioridad ficticia que transforme su
pobreza en riqueza, su sometimiento en dominio, su pena en alegría y placer, su
ignorancia en saber, su torpeza en destreza. Este objetivo será erigido a tanta mayor altura
y más aferrado a él quedará el niño cuanto más clara y prolongadamente haya sentido su
inseguridad; cuanto más haya padecido en la vida a causa de una posición humillante.
Quien desee adivinar este objetivo en la infancia, debe observar al niño en sus juegos, en
sus actividades libremente elegidas o en las fantasias de su futura profesión. En cada
nuevo objetivo siempre cree poder asegurar su triunfo. Queda aún una variante de este
“hacer planes”: los niños poco agresivos o enfermizos a menudo aprenden a explotar su
debilidad y a obligar así a los demás sometérseles, y proseguirán haciéndolo en adelante,
hasta tanto consigan ver, de un modo incontrastable, su engañoso plan de vida.

Un aspecto particular se ofrece al observador atento cuando esta dinámica compensatoria


hace aparecer inferior el propio papel sexual y compele hacia metas sobreviriles. Nuestra
cultura: orientación masculina. Las niñas como los niños a menudo se creerán obligados a
especiales esfuerzos y artificios. Los hay muy favorables, pero descubrir y esterilizar las
infinitas líneas directrices que conducen por caminos erróneos y provocan enfermedades,
constituye nuestro verdadero cometido.

Meta: refuerzo del sentido de la realidad y la sustitución de la animosidad latente por una
benevolencia recíproca. Tal meta solo podrá alcanzarse por un desarrollo consciente del
sentimiento de comunidad y una renuncia consciente al afán de poder.

Causas ocasionales típicas capaces de provocar la explosión de las neurosis y las psicosis:

1)búsqueda de las diferencias existentes entre los sexos; idea confusa acerca del propio
papel sexual; dudas sobre la propia virilidad; sensación de poseer rasgos considerados
como inferiores, apercepciones teñidas de irresolución, dudas y hermafroditismo.

2)comienzo de la menstruación

3)fin de la menstruación

4)iniciación de las relaciones sexuales y de la masturbación

5)nubilidad y matrimonio

6)embarazo

7)puerperio y lactancia

8)menopausia, disminucion de la potencia sexual, envejecimiento

9)exámenes y elección profesional

10)peligro de muerte y perdida de un allegado

Comprobaciones:

I. Toda neurosis debe ser entendida como una tentativa culturalmente equivocada
de liberarse de un sentimiento de inferioridad y procurarse un sentimiento de
superioridad
II. La via de la neurosis no desemboca en la línea de la actividad social, no tiende a la
solución de los problemas planteados sino que, en cambio, enclaustra al paciente
en el estrecho circulo familiar y lo refuerza a terminar en una posición de
aislamiento.
III. El gran circulo social es total y parcialmente eliminado mediante el “arrelgito” de
la hipersensibilidad y la intolerancia. De esta suerte no queda mas que un estrecho
circulo de artificios aptos para el logro de la superioridad, que al mismo tiempo
facilitan su aseguramiento y la retirada frente a las exigencias sociales y a las
decisiones de la vida, conservando, mientras tanto una apariencia general de
voluntad
IV. Tales extensiones y privilegios del sufrimiento y de la enfermedad, suministran al
paciente un sustituto del peligroso objetivo originario de real superioridad.
V. Asi, la neurosis y la psique neurótica se revelan como una tentativa de sustraerse a
toda compulsión social mediante una compulsión contraria, construida de manera
que pueda oponerse eficazmente al ambiente y a sus peculiares exigencias. De la
forma de manifestación de esta compulsión (de la elección de la neurosis), es
posible, pues, extraer deducciones precisas acerca del ambiente y sus demandas
que operan sobre el individuo.
VI. La compulsión oposicionista tiene carácter de rebelión contra la sociedad; extrae
su material de experiencias afectivas o de observaciones adecuadas; preocupa el
pensamiento y el sentimiento con emociones (pero también con bagatelas)
apropiadas para desviar la mirada y la atención del paciente de sus problemas; se
pueden provocar, a manera de pretextos. Asi, según las necesidades de la
situación completa, tenemos angustia y depresión, insominio, desmayos,
perversiones, alucinaciones, afectos morbosos, complejos neurasténicos e
hipocondriacos y multiples cuadros clínicos y psicopáticos.
VII. También la lógica sucumbe bajo la dictadura de la compulsión oposicionista. Este
de proceso puede avanzar hasta la extinción misma de toda lógica, según ocurre
como por ejemplo, en la psicosis.
VIII. La lógica, la estética, el amor, la solidaridad humana, la colaboración y el lenguaje,
surgen de las necesidades de la convivencia humana. Contra ella se rebela
automáticamente el neurótico que, afanoso de su poder, busca el aislamiento.
IX. La cura de la neurosis y de la psicosis exige que se eduque al paciente de otra
manera, se corrijan sus errores, y se le devuelva definitivamente al seno de la
sociedad.
X. Todas las aspiraciones autenticas del neurótico y todas sus tendencias caen bajo la
dictadura de su política de prestigio; se aferran a cualquier pretexto para no
resolver sus verdaderos problemas y se rebelan automáticamente contra el
desarrollo del sentimiento de comunidad. Lo que el neurótico dice o piensa carece
de todos valor practico. La dirección a la cual rígidamente tiene su conducta, solo
se expresa genuinamente en su actitud neurótica.
XI. Una vez establecida para siempre la exigencia de obtener una comprensión
unitaria del hombre y de su (indivisible) individualidad (a lo que arribamos sea por
la índole peculiar de nuestra razón, sea por el conocimiento que suministra la
psicología del individuo), la comparación se nos presenta como el principal recurso
de que dispone nuestro método para suministrarnos un cuadro de las líneas de
fuerza a través de las cuales el individuo aspira a una posición de superioridad.
Como términos de comparación nos servirán:
a) Nuestro propio comportamiento frente a una situación análoga
b) Actitudes y anomalias de conducta del paciente en periodos anteriores, en
especial durante la mas temprana infancia. Valoraciones erróneas
condicionadas por sus arraigados sentimientos de inferioridad y por su
aspiración al predominio.
c) Rasgos de carácter, afectos y síntomas nerviosos todos persiguen el mismo
objetivo aun cuando aislados de sus nexos puedan aparentar ser antitéticos,
todos erigen defensas destinadas a orillar la colisión contra las exigencias de la
sociedad.
d) Las exigencias mismas de la sociedad que, en mayor o menor medida, el
neurótico procura soslayar colaboración, solidaridad, amor, participación
social, obligaciones para la sociedad.
merced a esta investigación de la ps del individuo, se sabe que el neurótico ha
puesto su vida psíquica sobre la vida de la aspiración a una posición de
superioridad sobre sus semejantes, en una medida harto mayor a la dada en
las personas relativamente normales.
Intolerancia del neurótico para toda exigencia de la sociedad, de lucha contra el
ambiente iniciada en la niñez. El objetivo de esa posición de lucha es la conquista
de poder y de prestigio ideal de superioridad que ha sido construido con los
materiales de las incapacidades y las sobrevaloraciones infantiles, y cuyo logro es
visto como ofreciendo compensaciones y sobre compensaciones de muy diversa
índole, en suma: la victoria sobre las exigencias de la sociedad y del ambiente
inmediato.

Es su excesivamente ardorosa aspiración a dominar a los otros la que lo ha


enfermado. Sus sentimientos y sus sensaciones, su iniciativa y su energía, al igual
que su lógica, sucumbieron a la compulsión del afán de superioridad absoluta.
Ahora bien, su solidaridad humana, y unidos a ella también el amor, la amistad y la
adaptación a la sociedad, quedaron sofocados. Podía curarse pero solo a condición
de renunciar a su politica de prestigio y de desplegar su sentimiento de
comunidad.

A)Etiologia de las neurosis: sentimiento de inferioridad y compensación.

b)Los “arreglitos”

la vida psíquica neurótica se encuentra siempre como superestructura sobre una


situación infantil peligrosa, ello aun cuando con el correr de los años se haya ido
transformando exteriormente y haya ido haciendo un ajuste mayor del que le
habría sido dable desde el primitivo nivel infantil. No ha de extrañarnos pues, que
los fenomenos psíquicos del neurótico esten informados por aquel rigido sistema
infantil, y que, una vez comprendido, se nos aparezca como una parábola de la
cual resalan continuamente las líneas directrices. De ahí proceden: el síntoma, la
conducta, los artificios neuróticos, el darle largas a las cosas, el echarse a andar
por el camino mas largo toda vez que una decisión amenaza el sentido neurótico
de igualación a Dios.

Valoración (individualidad + experiencia + ambiente) + X = ideal personal de


superioridad; en la cual X seria el “arreglito” y elaboración tendenciosa del
material de la experiencia, de los rasgos de carácter, de los afectos y de los
síntomas.

El único punto fijo (o considerado como fijo) es el ideal personal de superioridad.

Su visión de las cosas y su punto de vista son ahora errados. El objetivo de


superioridad, espoleado por el sentimiento de inferioridad, impele todo su querer,
su pensar, su sentir y obrar hacia ese terreno extraño a la realidad que llamamos
neurosis. Los síntomas “arreglados” por el objetivo final son las formas de
expresión de la dictadura del orgullo.

c)Tratamiento psíquico de la neurosis

la parte mas importante de la terapia es descubrir el oculto plan de vida del


individuo neurótico.
Relacion adecuada, con iguales derechos, el proceso de descubrimiento del plan
de vida del neurótico surgirá de un amistoso dialogo libre, para lo cual convendrá
fiarse, sin mas, a la guía del propio enfermo.

“arreglitos”, también ciertas fuentes subjetivas de errores, hacen sentir


superioridad, por eso son explotados y mantenidos, precisamente, porque aguzan
el sentimiento de inferioridad y suministran asi un estimulo y un incentivo para
ulteriores precauciones. Estos defectos, y la tendencia a ellos, deben ser llevados a
la visualización del enfermo.

Es necesario dirigir la atención del paciente sobre su primitivo esquema de


percepción, que valora todas sus impresiones como fundamentales y las agrupa
tendenciosamente (arriba-abajo; vencedor-vencido; masculino-femenino; nada-
todo;etc) y desenmascararlo como inmaduro, insostenible, subordinado a la
tendencia a mantenerse en combate.

Si en la tentativa de comprender una neurosis el terapeuta encontrase


dificultades, la siguiente pregunta le brindará a menudo importantes aclaraciones:
“¿qué haría usted si sanara con mi tratamiento?” En este caso, el paciente
responderá mencionando precisamente aquello de lo cual, desalentado, huye
mediante la neurosis. Muy valiosa me ha resultado también la técnica de
comportarme como espectador de una pantomima; de no prestar atencion por un
cierto tiempo a las palabras del paciente y procurar comprender su designio más
profundo a través de su conducta y de sus movimientos en el ámbito de la
situación. Por este camino se tendrá la exacta sensación de la contradicción entre
lo que se ve y lo que se siente, y se reconocerá con claridad el significado de los
síntomas.

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