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¿Por qué hoy día, es tan difícil escribir?

Estamos viviendo tiempos muy difíciles que se ven reflejados en todas las
áreas de nuestras vidas, tanto en la niñez, como en los jóvenes, en los
diferentes planteles educativos (preescolar, primaria, secundaria, y las
Universidades); hemos perdido el gusto por aprender a escribir.

Sabemos que estamos en la era de la tecnología moderna, donde hemos


llegado hasta tal punto en que los celulares ya traen consigo instalado el
internet, con toda su tecnología de punta, a tal grado que los jóvenes y algunos
profesores de cualquier nivel educativo en el ámbito educacional están todo el
día con su celular. El cual nos está robando mucho tiempo, tiempo que antes
era usado para darnos la tarea de leer o escribir algo motivacional para
nosotros mismos; ahora, la mayoría de los jóvenes universitarios, no saben
escribir, puesto que no respetan las comas, los puntos, los signos de
admiración, es decir, no saben las reglas de la ortografía en cuanto la escritura
y la lectura , es como Ángel Jové (1980, p8) dice: “El aprendizaje en el altar de
la técnica, de la destreza; las diabólicas complejidades de construir los
párrafos, la puntuación, el empleo del dialogo”.

Es grave lo que está pasando, cada día desaprovechamos el tiempo, tiempo


que debería ser invertido en el enriquecimiento de la lectura y la escritura. Si no
hay lectura significativa que no hay, reflexiva, ni analítica, por ende no hay
escritura; porque para escribir hay que leer, reflexionar, observar la naturaleza,
ser analíticos, soñadores, asómbranos del mundo hasta quedarnos
maravillados de este. Ahora bien para ponernos a reflexionar día a día, y si
queremos publicar algún artículo, una monografía, pues necesitamos
primeramente leer, es decir tener un hábito de lectura y escritura puesto que
estos nos llevan a reflexionar en cada ámbito, hasta que nos animamos a
publicar nuestro escrito por medio del Internet. Esto sería lo ideal de todo
estudiante y profesor que esta por el mundo. ¿Verdad que si? Todo es
cuestión de disciplinarnos, obedecer, ser puntuales en nuestras actividades
laborales e intelectuales, y que se inicie el proceso del buen hábito de leer y
escribir, cada día por lo menos una cuartilla o un párrafo al menos, con mucha
calma y reflexión, que nos ayude a entender lo que se nos está diciendo, para
que más adelante, podamos tener material para empezar a escribir, el sentir de
la lectura, nuestro sentir.

Para escribir no siempre hay que estar inspirados, aunque, a veces, solo fluye
y no te das cuenta pero cuando fluye así mayor mente es porque estas
inspirados lo que nos lleva a la siguiente pregunta “¿acaso lo que escribí está
bien?”, esa es la pregunta que nos hacemos cuando escribimos algo que nos
llega de repente, por lo general si nos gusta el escrito tratamos de pulirlo y
hacerlo aún mejor agregando ciertas normas como los signos de puntuación,
las tildes, etc. Donde pueden llegar a ser correcto y hasta hoy en día publicarlo
en internet o ponerlo en tus estados de Facebook, Whatsapp u otra red social
que haya en estos días; pero hay gente que nace con un Don para escribir
como Ángel Jové (1980, p7) nos afirma de su vida: “Empecé a escribir cuando
tenía ocho años: de improviso, sin inspirarme en ejemplo alguno. No conocían
a nadie que escribirse y a poca gente que leyese. Pero el caso era que sólo me
interesaban cuatro cosas: leer libros, ir al cine bailar claqué y hacer dibujos.
Entonces un día comencé a escribir, sin saber que me había encadenado de
por vida a un noble pero implacable amo.”

El escribir bien es un arte el cual necesita de ser aprendido y muy bien


estudiado no es escribir por escribir, cada escrito habla por sí solo, hasta te
atrapa, a veces, eso es lo maravilloso de saber escribir una buena escritura al
momento de leer, te emociona, te atrapa, te mete en su mundo sea de ficción,
historia, hasta de cocina; es como Ángel Jové (1980, p8) no afirma: “Hay que
aprender tanto, y de tantas fuentes: no solo los libros, sino de la música, de la
pintura y hasta de la simple observación de todos los días.”

Para concluir escribir es difícil porque se practica poco. Pocas personas leen,
pero aún menos escriben. Escribir es un arte, es una habilidad que se debe
ejercitar para no perder. Recomendación: hay que escribir regularmente,
fijándose un horario estricto y apegándose a él.

Escribir es difícil porque no es parte de la enseñanza académica tradicional. Se


da por supuesto que cualquiera puede hacerlo y que todos pueden aprenderlo
por sí mismos. En la escuela se memoriza, se aprende a resolver exámenes,
pero no se enseña a articular y estructurar el pensamiento, ni a expresarlo de
una forma lógica a través de un trabajo escrito. Importa mucho lo que se dice
en una tesis profesional, pero importa poco cómo se dice.

Escribir es difícil porque nos hemos acostumbrado a lo fácil, a lo rápido, a lo


instantáneo. La escritura es más una labor artesanal que un arranque artístico.
Hay que trabajar una y otra vez sobre el texto, pulirlo hasta que diga lo que
tenga que decir. Implica más dedicación que inspiración.

Escribir es difícil porque requiere paciencia. Entre la idea original y la


redacción, hay (debe haber) una brecha temporal, un tiempo de incubación: los
días pasan y la idea va creciendo en el interior de la mente. Cuando la idea
está suficientemente madura, sale a la luz. Recomendación: no tratar de
escribir cuando las ideas no están claras todavía. Se puede escribir acerca de
otro tema, o investigar, leer, pensar, armar la estructura del texto, etc.
Escribir es difícil porque es un trabajo dinámico. Mientras escribimos, van
saliendo a la luz nuevas ideas que no habíamos contemplando en un principio.
Hay que ser lo suficientemente flexibles como para irlas incorporando, pero no
tanto como para permitir que el texto se vaya por otro camino. Es un equilibrio
delicado entre disciplina y apertura. El remedio: escribir todo “de un tirón”,
como salga. Luego releer con calma, eliminando lo superfluo y reacomodando
todo, nutriéndose de las nuevas ideas.

Escribir es difícil porque se nos olvida que no escribimos para nosotros solos:
el mensaje solo funciona si llega a un lector, que lo decodifica e interpreta: si el
receptor se traba con el texto, o no lo entiende y lo abandona, entonces el
objetivo del trabajo (y el mensaje) se pierde.

Escribir es un arte que te lleva consigo como Capote (2016) nos dice en su
última obra: “Me chupó hasta la medula de los huesos. Por poco acaba
conmigo. Creo que, en cierto modo, acabo conmigo”.

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