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2.- ¡Como demostró su Humildad, María y que necesitas para ser humilde como María?
3.- ¿Por qué crees que la transmisión de la Fe, tiene que ver con el manejo que hacemos de
nuestras emociones?
4.- ¿La prudencia fue un valor importante en la vida de María, como consideras que
debemos vivirlo y enseñarlo en nuestras vidas?
5.- ¿La fidelidad es una característica de nuestro Dios, como puedo manifestar la fidelidad,
ya que soy hecha a imagen y semejanza de Dios?
Lección 3 La belleza espiritual de Ana
En los versículos de la Biblia, tenemos la breve aparición de una hermosa anciana llamada
Ana. Su belleza se encontraba en su interior; eras una hermosura espiritual que demostraba
que era una verdadera hija amada de Dios. Esto es todo lo que la Biblia dice específicamente
sobre ella en tan solo tres versículos:
Y había una profetisa, Ana, hija de Fanuel, de la tribu de Aser. Ella era de edad muy
avanzada, y había vivido con su marido siete años después de su matrimonio, y después
de viuda, hasta los ochenta y cuatro años. Nunca se alejaba del templo, sirviendo noche y
día con ayunos y oraciones. Y llegando ella en ese preciso momento, daba gracias a Dios,
y hablaba de Él a todos los que esperaban la redención de Jerusalén (Lucas 2:36-38).
El tiempo de Ana
En el plan de Dios, Ana vivió durante una época muy especial de la historia, el tiempo en
que Jesús, el Cristo, acababa de nacer, hace unos dos mil años. Era ya anciana; tenía
aproximadamente ochenta y cuatro años, mientras que Jesús era todavía un pequeño bebé.
Su cabello era probablemente blanco, su piel arrugada, tendría pocos dientes y estaría
encorvada. Sobrevivió lo suficiente para ver al Salvador venir al mundo desde el cielo, algo
que Dios había prometido desde el principio mismo.
Ahora, aunque no existe un tiempo parecido a aquel, todos vivimos durante los días de la
historia que Dios designa para nosotros. Y si Él nos bendice con una larga vida, es porque
tiene planes especiales, para nosotros y para los que están a nuestro alrededor, que
requerían que viviéramos más que otras personas. Algunas veces, las personas ancianas
olvidan esto y piensan que ya no tienen utilidad alguna. Esto no es verdad. El hecho mismo
de que Dios esté conservando nuestra vida muestra que está llevando a cabo grandes
planes en el caso de ustedes, cualesquiera que estos proyectos puedan ser. Para Ana, los
años de su tercera edad le permitieron ver al bebé Jesús, y que se le diera este tributo
eterno al recoger este hecho de su vida en la Santa Palabra de Dios.
La devoción de Ana hacia Dios
Por la gracia de Dios, Ana era muy religiosa en el buen sentido. Era “profetiza”, lo que
significa que se trataba de una persona que les hablaba a otros de parte de Dios. Algunas
veces, el Señor habló con Ana mediante mensajes especiales y ella, como fiel sierva suya,
los transmitía a otros. Es un privilegio sumamente exaltado el de hablar de parte de Dios,
un favor que, por lo general, solo concede a personas a las que Él ama en gran manera.
Ahora, aunque no podemos esperar que Dios nos hable de la misma manera, él sigue
comunicándose con nosotros a través de Su Palabra, la Santa Biblia. Sabían ustedes que,
aunque fue escrita por seres humanos, la Biblia sigue siendo en la misma medida las
palabras de Dios, como si él las hubiera pronunciado de su propia boca. Las propias palabras
de Dios en la Biblia nos pertenecen, y podemos ser “profetas”, con una “p” minúscula,
aprendiendo lo que Él dice y pasando el mensaje a otros, tal como su maestra lo esta
haciendo hoy con ustedes. Esta es una de las razones por las cuales deberíamos estudiar la
Biblia.
Ana no solo habló como profetiza al pueblo de Dios, sino que habló a Dios a favor del pueblo,
como una santa mujer de oración. En este pequeño fragmento de la Biblia se dice sobre ella
que “nunca se alejaba del templo”, aquel lugar especial de Jerusalén, y que servía “noche y
día con ayunos y oraciones”. Había un montón de cosas que no podía hacer por Dios y por
el pueblo. No podía ser sacerdote y ofrecer sacrificios sobre el altar, como podían hacer
algunos hombres judíos. No podía tener hijos y educarlos para adorar al Dios verdadero,
como podían hacer las mujeres más jóvenes y casadas. Pero podía entregarse por completo
a la oración para que Dios salvara y bendijera a Su pueblo escogido, y es exactamente lo
que hacía. Estaba tan dedicada a esto, y sentía tanta carga en su corazón, que algunas veces
pasaba un tiempo considerable orando, sin detenerse tan siquiera para comer. De esto trata
precisamente el ayuno religioso.
Algunas veces, las personas ancianas sienten que no son más que una carga, y que no hay
nada que puedan hacer para ayudar a las personas. Mientras puedan ustedes orar, estarán
cumpliendo un ministerio espiritual sumamente importante. Pocas personas se dan cuenta
de cuántas cosas buenas ocurren en el mundo, porque alguna ancianita de pelo blanco, que
ama a Dios y conoce Sus promesas en la Biblia, elevaba sus peticiones en oración en silencio
y con insistencia, y Dios por fin respondió a sus plegarias. Esta es una forma en la que una
persona mayor puede seguir siendo hermosa y útil.
La fe que Ana tenía en Cristo
Un día, mientras que Ana estaba orando en el templo de Jerusalén, José y María vinieron
para el ritual judío de los cuarenta días después del nacimiento de Jesús. ¡Este resultó ser
el día más especial de sus ochenta y cuatro años de vida terrenal! Había estado esperando
para ver al Mesías que Dios había prometido en las Escrituras durante miles de años; ahora,
durante el tiempo de su vida, ese Mesías-Salvador había venido al mundo, y era aquel bebé
Jesús. Lo reconoció de inmediato, porque Dios le dio una capacidad sobrenatural para ello.
Y, aunque transcurrirían treinta años más antes de que empezara a predicar el evangelio y
a realizar milagros, hasta morir finalmente en la cruz por los pecadores y surgir de la tumba
como el Salvador resucitado, ella estaba convencida de que Él era aquel que Dios Padre
había enviado para salvar a Su pueblo escogido. Por consiguiente, hizo dos cosas. Empezó
a dar gracias a Dios por Jesucristo, y comenzó a decirles a las demás personas que también
estaban allí, orando, que por fin había llegado el Salvador.
CONCLUSION
Me pregunto si creen ustedes en Cristo como Ana. ¿Creen que Él es la única esperanza para
la salvación de la humanidad, y también su única esperanza para ser aceptado por Dios y
que todos sus pecados sean perdonados? Es posible que Dios los haya mantenido con vida
todos estos años para que pudieran escuchar este preciso mensaje y respondan a él en fe.
La Biblia promete: “Cree en el Señor Jesucristo y serás salvo”. Una vez sean verdaderos
creyentes y cristianos sinceros, estarán obligados a hacer dos cosas que deberán esforzarse
por llevar a cabo más y más: dar gracias a Dios por Jesús, y hablarles a otras personas de Él.
No importa lo mayor que sean ustedes. Dios sigue teniendo planes para ustedes. Quiere
que confíen en Su Hijo, que lo adoren, y que comuniquen a otros las buenas nuevas de
Jesús. Pueden ser espiritualmente hermosos como Ana, si se dedican verdaderamente a
Dios como ella hizo, si creen en Jesús como ella creyó, y si ayudan a otros siguiendo el gran
ejemplo que ella dejó.
CUESTIONARIO
1.- ¿Para ti que es más importante la belleza física o la belleza espiritual y por qué?
2.- ¿Por qué consideras que el mundo le da más énfasis a la belleza física que a la belleza
espiritual?
TAREA:
Propón las acciones, que como iglesia debiéramos hacer para integrar, valorar y
honrar a nuestros ancianos y ancianas de nuestra congregación
Lección 4 María Magdalena (Su verdadera Historia)
María era un nombre muy común entre los judíos, y esta María se llama Magdalena por el
lugar de donde procedía, Magdala, al igual que a Jesús se le llamaba nazareno porque era
de Nazaret.
Antes de mirar a fondo a esta mujer, me gustaría aclarar la mala fama que se le ha dado y
se le da. Se cree generalmente que María Magdalena fue una prostituta, una mujer
“pecadora”, inmoral. Pero sería injusto no defenderla, ya que en ningún lugar de las
Escrituras nos dice nada de su vida inmoral. Lo único que se menciona es que era una mujer
que había sido atormentada por 7 demonios, y que el Señor la sanó (Lucas 8:2). El que
estuviera poseída no la hace ser una prostituta. El problema está en que mucha gente
quiere unir el pasaje anterior de Lucas 7:36-50, la mujer pecadora que Jesús perdonó en
casa de Simón el fariseo, con María Magdalena, pero no hay ningún argumento para ello.
Lo que María fuera antes de ser sanada y cambiada por el Señor, no lo sabemos.
Sí podemos decir que fue una mujer que sufrió mucho por causa de los 7 demonios que la
poseían. No sabemos cómo le afectaría a su vida diaria, con enfermedades físicas o
mentales o ambas, pero tuvo que ser un tormento para ella. No sabemos ni su edad, ni si
tenía familia, marido e hijos. Lo único que sabemos era que era de Magdala, una pequeña
ciudad cerca de Capernaún, de Galilela.
Tenemos que tener cuidado cuando hablamos de los demás con no añadir cosas que no
sabemos. A veces podemos sacar falsas conclusiones sobre la vida de las personas, y eso es
una calumnia. Con cuanta facilidad y lengua suelta hablamos y aumentamos los pecados de
los demás, sin tener la seguridad de lo que decimos. Se puede hacer mucho daño colgándole
un mote o un “San Benito” a alguien que lo puede arrastrar durante toda su vida y no ser
cierto.
Vemos en todos los relatos de los evangelios, la horrible condición en la que se encuentran
las personas que están poseídas por demonios. No subestimemos el poder de Satanás y su
ejército de demonios. Actúan en las personas para pecar contra Dios y alejarlas de Él, e
incluso se atreven a poseerlas y tomar dominio de sus vidas, mentes y corazones
atormentándolas.
El caso de María tuvo que ser horrible. No tenemos detalles, pero podemos imaginar.
Tampoco sabemos cómo Jesús la sano, pero sí tenemos relatos de cómo Jesús echó fuera
demonios de muchas personas y de diferentes maneras. Los mismos demonios le obedecen
y el cambio que se produce en las personas es radical. Podemos imaginar a una María
atormentada y desvariando, y al tener el encuentro con Jesús, podemos verla sana, en su
sano juicio, sosegada y tranquila siguiendo a su Salvador.
Quizás tú pienses que como no estás endemoniada, no necesitas ningún cambio en tu vida,
pero te engañas. Porque por naturaleza todos somos pecadores y estamos alejados de Dios.
Tu vida por muy respetable que sea, si no has tenido un encuentro con Jesucristo de manera
personal, estás en una condición terrible, estás perdida y en condenación. Tienes que ir a
Dios y pedirle que te cambie y te de un corazón nuevo. Necesitas a Cristo como tu único y
solo salvador.
¿Qué se nos dice de María Magdalena en cuanto fue sanada? Servía a Jesús con sus bienes
junto con otras muchas mujeres (Lucas 8:3). Podemos decir que era una mujer que tenía
una situación acomodada, ya que usaba de su dinero para servir al Señor y a sus 12
apóstoles. Jesús no iba solo, siempre iba acompañado de los suyos.
Jesús iba viajando por las ciudades y pueblos predicando el evangelio. María Magdalena se
hizo una discípula suya. Dejó su casa, sus comodidades, y siguió a su Salvador. No le importó
estar de viaje constantemente y muchas veces dormir en sitios no muy adecuados para una
mujer. Pero allí estaba en el grupo y compañía de los que seguían a Jesús. Durante el
ministerio de Jesús, María no quería perderse nada de lo que enseñaba o hacía su maestro.
Fue una discípula ejemplar. Estaba tan agradecida por la libertad de espíritu que Jesús le
había dado, que quiso seguirle y servirle.
Cuando alguien es cambiado y transformado por el Señor, somos llamados a ser sus
discípulos, sus seguidores. No podemos mantenernos igual, se tiene que ver el cambio en
nuestras vidas y el deseo de aprender y seguir a Cristo durante toda nuestra vida.
También cuando somos perdonados, Dios da a cada creyente unos dones. A unos les da uno
y a otros les da varios, pero no importa la cantidad, lo importante es qué hacemos con ellos
(Romanos 12:3-8; 1 Corintios 12:4-31; Efesios 4:7-12). No es un deber, es un privilegio el
servir al Señor por amor y agradecimiento.
María encontró su lugar y área de servicio al Señor. Lo servía con sus propios bienes. No
leemos en ningún momento que Jesús o sus apóstoles pidieran dinero a alguien, pero con
sus viajes era necesario el dinero para llevar a cabo su ministerio. Y estas mujeres les servían
con su dinero, para que pudieran dedicarse a la predicación del Reino de los cielos.
Quizás tú no tengas mucho dinero, pero tienes dones que Dios te ha dado por gracia ¿los
estás usando para servir al Señor? ¿Qué haces en la iglesia? ¿Te conformas con venir y
calentar la silla? ¿Te conformas con darle las migajas al Señor? Debiéramos de servirle con
todo nuestro amor, nuestros dones, nuestro tiempo, nuestro esfuerzo, nuestros bienes.
La valiente María ante la cruz (Mateo 27:55-56; Marcos 15:40-41; Lucas 23:49; Juan 19:25)
María Magdalena estuvo presente con María la madre de Jesús y otras mujeres cuando
crucificaron a Jesús. Es curioso como los discípulos salieron huyendo, excepto Juan, cuando
cogieron preso a Jesús. Ninguno le acompañó hasta su muerte, pero María Magdalena junto
con otras mujeres fue muy valiente y siguió a Jesús por todo su calvario, hasta llegar a la
misma cruz.
La fe de María Magdalena fue puesta a prueba con este acontecimiento. ¿Cómo Jesús no
se defendía? ¿Por qué no venía un ejército de ángeles a defenderle y destruir a sus
enemigos? A María le atormentaba ver a su Señor sufrir y ser escarnecido, siendo el ser más
inocente y perfecto de toda la tierra. ¿Se acabaría todo? ¿Ese era el fin? ¿Ya no vería más a
su sanador? Pero ahora más que nunca no iba a dejar a su Señor tirado, ¡no! Ella le amaría
hasta el final. No salió huyendo como los demás discípulos. Seguiría de lejos a aquel que le
dio reposo y perdón de pecados.
Fue muy valiente en seguir al Señor hasta la cruz, su devoción fue tal que no le importó
seguirle aun a pesar de que la descubrieran y su vida corriera peligro. Judas traicionó a Jesús,
Pedro le negó, los discípulos huyeron, pero María estaba allí, cuando más le necesitaba no
le iba a abandonar.
En tiempos de paz es muy fácil seguir a Jesús, pero en tiempos de persecución es donde se
prueba la verdadera fe. Ahí es donde pasa por fuego, y se descubren quiénes son los
verdaderos creyentes y quiénes no. Que seamos valientes y sigamos al Señor en todo
tiempo, en tiempo de quietud y en tiempo de adversidad.
María no solo se conformó con seguir a Jesús hasta la misma cruz, también quiso dar
sepultura a su cuerpo ¡cuánto le amaba! ¿Cómo bajar el cuerpo ensangrentado de la cruz?,
pensaría ella, pero dos discípulos de Jesús, José de Arimatea y Nicodemo lo bajaron y lo
pusieron en un sepulcro nuevo. María seguía estando allí, viendo dónde le ponían, e incluso
sentada delante del sepulcro, como si no quisiera dejarle solo ni aun después de muerto
¡qué imagen tan preciosa! (Mateo 27:61; Marcos 15:47; Lucas 23:55)
La fidelidad de María
María fue la última en alejarse de la cruz y del sepulcro, pero fue la primera en ver y ser
testigo de uno de los acontecimientos más importantes de la historia, la resurrección de
nuestro Señor.
El primer día de la semana, que era domingo, fue, junto con otras mujeres, como era
costumbre al sepulcro a ungir el cuerpo de Jesús con especias aromáticas, pero vio la piedra
quitada del sepulcro y el cuerpo de Jesús no estaba allí. Fue corriendo a decírselo a Pedro y
a Juan, ellos vinieron y vieron la tumba vacía. Corrieron a decírselo a los demás discípulos,
pero María se quedó allí llorando pensando que alguien había robado el cuerpo de su Señor.
Mientras lloraba, vio a dos ángeles en la sepultura y les dijo que se habían llevado el cuerpo.
Justo después de su encuentro con los ángeles, Jesús le habló, pero no le reconoció,
pensaba que era el hortelano (Juan 20:11-18). Entonces Jesús la llamó por su nombre:
“¡María!”. Cómo la llamaría que al fin sí reconoció la voz del Señor y se volvió a Él a besar
sus pies y adorarle (Mateo 28:9). Sus lágrimas se convirtieron en gozo ¡Qué privilegio el de
ser la primera en ver a Cristo resucitado! Jesús no se presentó a sus apóstoles o a Pedro
como el líder de todos ellos, no, dejo que ese privilegio lo tuviera una mujer, María
Magdalena. Una mujer insignificante, pero que mostró ser la más fiel y seguidora de Jesús
hasta el final. No temió lo que le pudieran hacer los soldados, no se avergonzó de Él, su
amor era tan grande y estaba tan agradecida que no dejaría a su Señor ni aun después de
muerto.
Jesús le dio la comisión de anunciar a sus discípulos que había resucitado (Juan 20:17-18),
y ella corrió a darles las buenas nuevas de que había visto al Señor y había hablado con ella.
Nosotros ya conocemos todos estos acontecimientos, ¿los anunciamos a los demás,
decimos que Jesús está vivo?
Conclusión y aplicación
Podemos ver el gran amor de Jesús por María, cómo la sanó, la libertó, la transformó y la
hizo una discípula suya. María siguió al Señor literalmente y espiritualmente, le sirvió con
sus bienes, le siguió desde Galilea, le siguió en su ministerio, hasta la cruz, la sepultura y la
resurrección.
Fue fiel y valiente hasta el final, su compromiso fue incondicional, igual que su amor.
Necesitamos mujeres como la Magdalena, oremos para que nuestras vidas sean entregadas
y cambiadas por Dios de la misma manera que María la entregó a su Salvador.
Lección 5 “La Mujer de flujo de sangre ¡Una experiencia de Fe!
“Cuando oyó hablar de Jesús, se acercó por detrás entre la multitud, y tocó su manto”
(Marcos 5:27).
Las mujeres entendemos y comprendemos perfectamente los sufrimientos por los que tuvo
que pasar, y experimentó, nuestro personaje de hoy, como consecuencia de ese largo
flagelo que debilitó su salud en gran manera.
Aunque era un azote para ella, no obstante, terminó siendo una experiencia de bendición,
porque fue el motivo ideal para acercarse al Señor Jesús; ¡el único que podía sanarla y
salvarla!
No conocemos su nombre, pero sabemos que había estado sangrando durante doce años,
había sufrido mucho en manos de todo tipo de médicos, había gastado todo lo que tenía, y
le iba aun peor (V. 25 y 26).
No le fue tarea fácil, porque la multitud era grande, y ella estaba muy débil. Primero tuvo
que abrirse camino entre la multitud que la separaba de Él, y luego, vencer el temor y el
miedo, dejando a un lado los impedimentos religiosos; ¡lo intentó!, ¡se esforzó!, ¡y lo logró!
(V.27).
Cuando esta mujer llegó finalmente hasta Jesús, y tocó su manto, ocurrieron dos cosas:
Es muy importante resaltar que ella no solamente fue sanada, sino que también fue salva
por poner su fe en Jesús.
Dios, por su inmenso amor y misericordia, permite enfermedades, ruinas económicas,
problemas en la familia, frustraciones, fracasos etc. para atraernos a Él y salvarnos; y si
estamos enfermos, sanarnos también. ¡Dios es bueno y se glorifica en medio de toda
circunstancia!
El plan de Dios para sus hijos lo vemos en Juan 10:10, que nos dice “El ladrón no viene sino
para hurtar y matar y destruir; yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan
en abundancia”.
¡Imagínate como debió sentirse esta mujer! Todo su mal se fue en un instante; ya era libre
para vivir y reintegrarse a su cotidianidad, para comenzar de nuevo, pero de la mano de su
salvador, su Sanador, su libertador; ya no era huérfana ni desahuciada, ¡Era hija!
Hoy, Jesús está al alcance de tus oraciones y de tu fe. ¡Así que alcánzale, tócale y sé salva,
sé sanada por su misericordia!
Derrama tu corazón en su Santa Presencia, sea cual sea tu necesidad, como lo hizo el
salmista: “Ten misericordia de mí, oh Jehová, porque estoy enfermo; sáname, oh Jehová,
porque mis huesos se estremecen. Vuélvete, oh Jehová, libra mi alma; sálvame por tu
misericordia (Salmos 6:2, 4).
APLICACIÓN
Sí, tengo una suegra; pero ella no está enferma, al menos no mientras escribo esta lección.
Pero una vez la suegra del apóstol Pedro llegó a contraer una “gran fiebre” (Mateo 8:14;
Lucas 4:38). Así que Pedro pudo haber informado al Señor en tal ocasión: “¡Mi suegra está
enferma!”. ¿Qué lecciones podemos aprender de la vez en que Jesús sanó a una suegra?
La actitud general moderna sugiere que es casi imposible tener una buena relación con los
suegros. Y aunque es cierto que de vez en cuando surge conflicto familiar debido a
miembros que albergan hostilidad hacía el cristianismo (Mateo 10:35), si Jesús fuera el
centro de la vida de cada miembro de la familia, entonces ellos podrían relacionarse en
armonía.
Esta suegra estaba recibiendo cuidado en la casa de su yerno, y el texto implica que era muy
querida; Marcos indica que “en seguida” informaron a Jesús de su condición (1:30), y Lucas
añade que “le rogaron por ella” (4:38). En el Antiguo Testamento también se puede leer el
libro de Rut, que describe la relación hermosa entre una nuera y su suegra. Los cristianos
no necesitan conformarse al estereotipo moderno, sino pueden disfrutar de una relación
armoniosa con todos sus familiares.
Jesús no solamente tenía este poder, sino todavía lo tiene. Aunque Él ya no está en la Tierra
para realizar milagros, todavía sana a muchos por medio de la oración y la providencia
(Santiago 5:13). Esta corta narración en Mateo enseña que, aparte del cuidado personal y
médico de nuestros seres queridos, los cristianos tenemos la herramienta eficaz de la
petición (Mateo 7:7).
Los familiares de esta mujer “oraron” a Dios a través de Jesús (Marcos 1:30; Lucas 4:38), y
nosotros todavía podemos (y debemos) hacer esto por otros (Hechos 12:5; Filipenses 2:25-
28). Si está dentro de los límites de la voluntad de Dios (Lucas 22:42), Él puede conceder
sanidad por medio de la oración (Santiago 4:3).
¿Por qué sanó Jesús a la suegra de Pedro? Sin duda una de las razones fue mostrar
compasión por ella y sus familiares preocupados. Mateo añade la razón principal cuando
declara que esta y otras sanidades en el mismo día fueron para que se cumpliese las
profecías antiguas (Mateo 8:17; Isaías 53:4-12). Jesús debía llevar nuestras dolencias, y lo
hizo. Por ende, Su capacidad de sanar las enfermedades del cuerpo evidenció Su poder
divino para sanar las enfermedades del alma.
Él todavía puede y quiere sanar sus relaciones familiares, sus dolencias físicas y
especialmente sus males espirituales. Cuando la suegra de Pedro recibió sanidad, ella se
levantó inmediatamente y comenzó a servir a su Sanador y Sus discípulos (Lucas 4:39).
¿Confiará en Jesús para que sane su alma, y comenzará a servirle inmediatamente después
de ser restaurado?
APLICACIÓN
Introducción
En los evangelios se nos narra la resurrección de tres personas por el poder de Jesucristo y
de manera directa: la resurrección del hijo de la viuda de Naín, la hija de jairo y Lázaro.
Parece ser que cronológicamente, este milagro de traer a la vida a la hija de la viuda de Naín
fue la primera resurrección que Jesús realizó. Es curioso que este milagro solo lo narra Lucas
en su evangelio.
El v. 11 comienza “Aconteció después, que Él iba a la ciudad que se llama Naín”. Después
¿de qué? Después de sanar al siervo del centurión Lucas 7:1-10. Los discípulos que estaban
con Él ya le habían visto hacer milagros, pero nunca resucitar a nadie.
Este lugar, Naín, no se menciona en ningún otro pasaje de la Escritura. Era una pequeña
ciudad en la ladera norte del monte de Hermón, a unos 30 Km. de Capernaún, de la que
quedan las ruinas. A la ciudad de Naín se llegaba por una subida muy pronunciada que tenía
cuevas para enterrar a cada lado del camino. Se enterraban a los muertos a las afueras de
las ciudades, no como ahora que en muchos sitios se entierran en los jardines de las iglesias
o dentro de las ciudades. También lo podemos ver en muchos pueblos de nuestra provincia,
el cementerio está en las afueras del pueblo, así era en aquel entonces.
Vemos en los v. 11-12 que hay dos grupos de personas totalmente distintas en actitud y
esperanza. En primer lugar, observamos una gran multitud con Jesús además de muchos
discípulos que iban a entrar por la puerta de la ciudad. Todos ellos irían hablando y
gozándose de estar con Jesús, el Maestro.
Luego en contraste, vemos otra gran multitud, pero llorando y con una gran tristeza, que
salían de la ciudad, vemos a una madre que va a enterrar a su joven hijo, iría con las ropas
desgarradas para mostrar el dolor y la tristeza que la inundaba, y una gran multitud en
cortejo fúnebre, llevando a enterrar a este joven fuera de la ciudad. Unos iban a entrar y
otros iban a salir de la ciudad, ¿era casualidad? Ya lo veremos.
¡Qué contraste las dos multitudes! Una rebosando de vida y esperanza, otra de muerte y
tristeza. Donde el Señor está presente hay esperanza, donde está ausente hay
desesperación y muerte.
Aquí vemos muy claramente las consecuencias del pecado, que es muerte, tanto física como
espiritual. Y vemos las consecuencias de estar, creer, y seguir a Jesús, que es vida, vida
gozosa y plena en Él y vida eterna.
Jesús es movido a misericordia
Todos los funerales son tristes, pero es difícil imaginar un funeral más triste que el que se
describe aquí. Es el funeral de un joven, un hombre joven, además era el único hijo de su
madre y por si no fuera poco, ella era viuda.
Cuando Jesús vio a la mujer llorando y en desesperación, fue movido a misericordia. ¿Qué
quiere decir esto? Son sentimientos muy profundos que vienen de muy dentro. No fue solo
una idea fría, sino que sintió el dolor tan grande que estaba sufriendo esa viuda por su hijo.
Aquí vemos como nuestro Señor entiende a la mujer. Sabe por lo que está pasando. De igual
modo Él sabe cada una de tus circunstancias, te conoce por nombre y conoce tus problemas,
tus dolores, tus soledades, tus tristezas. Él sabe aún sin que tú se le digas. Él es Dios. Él se
compadece de ti y muestra su misericordia para con los pecadores como nosotros.
Jesús, sin que le llamen, sin que clamen a Él, sin buscarle, se acerca a la viuda madre y le
dice: “No llores” (v.13) Quiere consolarla y aliviar su gran dolor y tristeza. Quiere mostrarle
y decirle: “Mírame a mí, yo puedo quitar la causa de tus lágrimas”
Pero nuestro Señor no cambia, “Él es el mismo ayer, hoy y por los siglos” (Hebreos 13:8). Su
compasión para los que sufren sigue siendo igual de grande. No olvides esto y busquemos
el consuelo en nuestro Señor. Él nunca nos fallará, nunca nos decepcionará, siempre se
interesa por nuestras preocupaciones, sean las que sean, “Venid a mi todos los que estáis
trabajados y cansados que yo os haré descansar”. Que mejor que descansar en los brazos
de nuestro Salvador.
No había nada en esta mujer que mereciera el resucitar a su hijo. Ella no buscó nada, ni le
pidió nada a Jesús. Tampoco había ningún mérito en el joven muerto, que le hiciera
resucitar. Fue Jesús quien se acercó a ellos, fue Él el que tomó la iniciativa, fue Él el que
quiso hacer ese milagro, su pura misericordia y voluntad.
De igual manera actúa con nosotros. Nosotros no le buscamos, y si había algo de interés en
buscarle, es porque Él puso ese interés en nosotros. “Así que no depende del que quiere,
ni del que corre, sino de Dios que tiene misericordia” (Romanos 9:16). Nadie lo merece, ni
por obras ni por esfuerzo, todo depende de la compasión y voluntad de Dios. “Aun estando
nosotros muertos en pecados, nos dio vida juntamente con Cristo (por gracia sois salvos)
(Efesios 2:5).
Cristo realizó sus milagros de manera muy variada, pero es muy significativo que cuando
resucita a los muertos utiliza “su palabra”, los llama a la vida. A la hija de Jairo le dijo “Talita
cumi; que traducido es: Niña a ti te digo, levántate”. A Lázaro le dijo:”¡Lázaro, ven fuera!; y
a este joven le dijo:”Joven, a ti te digo, levántate”. En los tres casos, utiliza el poder de su
Palabra.
Hay un gran poder en la Palabra de Dios. Por su Palabra hizo el universo y todo lo que hay,
el mismo centurión del pasaje anterior le dice a Jesús que diga la palabra y su siervo sanará
(Lucas 7:7).
La Escritura nos muestra que la Palabra de Dios tiene gran poder: “Porque la Palabra de
Dios es viva y eficaz, y más cortante que toda espada de dos filos; y penetra hasta partir
el alma y el espíritu, las coyunturas y los tuétanos, y discierne los pensamientos y las
intenciones del corazón” (Hebreos 4:12). Leer también Isaías 55:10-11.
De igual manera, la palabra de Dios nos habla a nosotros con poder. El joven estaba muerto,
pero por la palabra de Jesús resucitó, fue vuelto a la vida. Jesús se dirigió a él
personalmente, e incluso tocó el féretro, que para un judío tocar algo relacionado con un
muerto, le hacía inmundo, pero no así con Jesús. De igual modo, también Jesús nos habla
de manera personal a cada uno, y nos puede traer a la vida espiritual, aunque estemos
muertos en nuestros pecados.
Tenemos que llevar a la gente a la Palabra de Dios, que la lean por ellos mismos. Animar a
los niños y los jóvenes que la lean y Dios les hablará personalmente. Es la palabra de
esperanza y de vida.
Hay una enorme diferencia entre una persona viva o muerta. La consecuencia del poder de
Jesús es que el joven volvió a la vida. Pasó de muerte a vida. Eso es lo que hace Jesús con
nosotros a nivel espiritual, nos da la vida que no merecemos. Pasamos del reino de las
tinieblas al reino de la luz y de la vida eterna. Él tiene poder sobre la misma muerte, porque
la venció en la cruz y al resucitarse a sí mismo.
Fijate qué expresión tan tierna “Y lo dio a su madre”. Lo restituyó a su madre, las lágrimas
de tristeza se convertirían en lágrimas de gozo.
Efectos poderosos en la multitud
Este milagro tuvo efectos también en los que lo vieron, en la multitud. En el v. 16 dice que
“todos tuvieron miedo, y glorificaban a Dios”. Reconocieron la mano de Dios obrando a
través de Jesús al reconocerle como un gran profeta, leer Lucas 1:68.
Cuando uno se convierte y pasa de muerte espiritual a vida eterna, tiene que verse el
cambio. Quizás la gente no entienda muy bien qué ha pasado, pero se tiene que ver la
transformación en la persona. No basta con decir que ahora estamos vivos, sino que se tiene
que ver, y lo tienen que notar los demás.
No solo la multitud temieron y reconocieron que Jesús era un gran profeta, que lo era, sino
que glorificaban a Dios. Es lo más natural, al principio de ver la resurrección quedarían
atemorizados y perplejos, pero después de darse cuenta de la maravilla que había ocurrido,
no pudieron sino glorificar a Dios por ello.
Así también nosotros debemos vivir de tal manera que las gentes a través de nuestras vidas
glorifiquen a Dios (Mateo 5:14-16).
Las noticias se extendieron por toda Judea, y por toda la región. Era normal, una noticia así,
no podía quedarse en secreto.
De igual manera, cada vez que predicamos el evangelio o le hablamos a alguien del Señor o
regalamos una Biblia o un folleto, no sabemos las consecuencias que puede tener.
Conclusión
Estemos siempre a la expectativa de que Dios puede usarnos en cualquier momento y con
cualquier persona. No desaprovechemos las oportunidades que aparentemente pueden ser
casualidad pero que no lo son. ¡Son los planes de Dios!
Jesús pasaba por allí e iba a entrar a la ciudad de Naín, y a la misma vez un cortejo fúnebre
salía de la ciudad para enterrar a un joven. ¿Casualidad? ¡Por supuesto que no! Jesús sabía
que tenía que pasar por allí para resucitar a este joven y dárselo a su madre. En ningún otro
sitio se vuelva a hablar de esta viuda, pero no será olvidada entre aquellos que aman la
Palabra de Dios.
Quizás haya alguien hoy aquí que su hijo o hija está muerto o muerta en sus pecados,
preséntale a Dios tu necesidad, y el levantara a tus hijos y les dará vida a través de su
Palabra.
Lección 8 “Salome la madre ambiciosa y fiel”
En ninguno de estos dos pasajes en Mateo y Marcos se menciona el nombre de esta mujer.
Solo nos dice que era la madre de los hijos de Zebedeo v. 20. Sus hijos eran Jacobo y Juan.
Entonces ¿por qué digo que se llamaba Salomé? Porque leyendo los evangelios nos da la
clave y nos descubre su nombre.
Leamos en Mateo 27:56, aquí nos dice que estaban junto a Jesús en su muerte María
Magdalena, María la madre de Jacobo y de José, y la madre de los hijos de Zebedeo. En
Marcos 15:40-41 nos dice que estaban María Magdalena, María la madre de Jacobo el
menor y de José, y Salomé. En Marcos 16:1 en la resurrección, las mujeres fueron a ungir a
Jesús con especias aromáticas, y se mencionan a: María Magdalena, María la madre de
Jacobo, y Salomé. En Juan 19:25 se mencionan a María la madre de Jesús, la hermana de su
madre, María mujer de Cleofás (que es la madre de Jacobo el menor y de José) y María
Magdalena. Luego comparando a todas estas mujeres parece ser que Salomé era la
hermana de María la madre de Jesús y la mujer de Zebedeo y la madre de Jacobo y Juan.
Como consecuencia era la tía de Jesús y, Jacobo y Juan eran los primos de Jesús.
Salomé era esposa de Zebedeo, un pescador. Parece que el hombre era acomodado porque
tenía jornaleros trabajando para él (Mateo 4:21; Marcos 1:19-20). Era un hombre que
compartía la fe de su esposa porque si no, no hubiera dejado que sus hijos dejaran el trabajo
y siguieran a Jesús sin poner ningún impedimento.
Su ambición
Toda madre desea lo mejor para sus hijos ¿verdad?, y si es una madre creyente, que mejor
cosa que desear, sino que sus hijos estén cerca del Señor.
Hay ambiciones (desear ardientemente algo) que pueden ser buenas si son la voluntad de
Dios, pero hay ambiciones que son por motivos egoístas, y pueden hacer mucho mal cuando
no vienen de una fe verdadera.
Salomé era una buena discípula de Jesús, sus hijos eran apóstoles de Jesús, toda su familia
amaba y servía a su Señor. Y viene ante Jesús con una petición muy clara v.21. Quería que
sus hijos se sentaran uno a la derecha y el otro a la izquierda de Cristo cuando estén en su
reino.
Quiero que miremos el contexto, en el capítulo 19 de Mateo, cuando habla con el joven
rico, al final del pasaje v. 27-30. En estos versículos tenemos la promesa de que Jesús le dará
un trono a cada uno de los apóstoles. Luego Salomé no iba tan descabellada en hacer su
petición para sus hijos. Siguiendo en el capítulo Mateo 20:17-19, Jesús subió a Jerusalén
con los discípulos y empezó a explicarles que tenía que sufrir y morir en la cruz, pero que al
tercer día resucitaría. Y justo después de esta conversación tan profunda y triste,
aparentemente, donde Jesús les está hablando de sus sufrimientos, Salomé se le acerca y
le hace esta petición. ¡Qué fuera de lugar estaba! ¡Qué poco acertada fue su petición! ¡Qué
inoportuna! Podría haber esperado a otro momento más idóneo, pero no, podía más su
ambición para sus hijos.
Su petición venía de un celo o amor maternal que no era sano ni bueno. Aparentemente
ella pide algo muy bueno, quiere que sus hijos estén lo más cerca del Señor que sea posible,
y seguro que esa era su intención. Es como si pensara que después del Señor las personas
más espirituales y dignas de estar a la derecha y a la izquierda del Señor sean sus propios
hijos.
Pero poco se habla del sacrificio, poco sabemos del dolor y el sufrimiento. Le hemos dado
lugar al orgullo, a realizarse uno mismo, a auto promocionarse, y hemos olvidado todo lo
que tiene que ver con la humildad. Se ha hecho una virtud del orgullo y de la humildad una
debilidad. Pero la Biblia es clara en cuanto al orgullo (Prov. 21:4; 16:15; 1º Tim. 3:6; 6:3),
por lo tanto, el orgullo es pecado.
Sin embargo, la humildad es una virtud (Miqueas 6:8; Prov. 15:33). Este es un principio, si
quieres honor y gloria de parte de Dios, viene a través del camino de la humildad. Tenemos
que aprender este camino de la humildad, y los apóstoles y los discípulos de Jesús también
tuvieron que aprenderlo. Esta es la enseñanza de este pasaje Mateo 20:20-28.
Volviendo a Salomé, a veces nosotras también podemos caer en este error, amamos tanto
a nuestros hijos que no somos objetivas y quizás queremos que estén en posiciones que
no les corresponden. Con la excusa de servir al Señor, los incitamos, e incluso presionamos
a que hagan cosas que ni son de fe ni es la voluntad de Dios. Tenemos que dejar que sea
Dios mismo, si Él quiere, el que ponga a cualquier persona en alguna responsabilidad o
liderazgo, pero no forzar la situación. “El amor es ciego, y el de una madre más”.
Salomé no sabía lo que realmente le estaba pidiendo (Mateo 20:22). Ella quería puestos de
honor para sus hijos, pero Jesús le enseña su error y no la reprende. Mujer no tienes ni idea
de lo que estás pidiendo. Estás pidiendo gloria y no te das cuenta que la gloria es
sufrimiento. ¿Eres capaz de beber de la copa que yo beba? ¿Eres capaz de sufrir al mismo
grado que yo? Es la copa y el bautismo del sufrimiento v.22.
Santiago y Juan contestaron con mucha rapidez y ligereza, “podemos” v.22. Había excesiva
confianza, Jesús confirmó que probarían la copa y la probaron, no como Él, pero la
probaron. En Hechos 12:2, se nos narra cómo Santiago murió, fue el primer mártir entre los
apóstoles. Juan fue el único apóstol que no murió como mártir, pero tuvo que pasar por
muchas pruebas, fue exiliado a la isla de Patmos, donde escribió el Apocalipsis.
El estar cerca de Jesús no dependía de Él, sino de su Padre, de Dios. Jesús les muestra que
el que quiera ser grande entre ellos, debe ser el servidor v. 26-27. Esto es totalmente
contrario a la mentalidad del mundo. En el mundo es al revés v.25, pero Jesús hace la
diferencia, los poderosos actúan así, más entre vosotros no será así v. 26.
Los demás apóstoles estaban enfadados con los dos hermanos v.24, pero ¿por qué? Porque
ellos también querían lo mismo.
Con Jesús no eran solo palabras, sino que Él mismo fue el ejemplo supremo de lo que
significaba ser siervo y servir v. 28.
¿Qué es servir? Servir implica darnos por entero a los demás, es hacernos más pequeños
que los demás. Es servir las mesas, remangarnos a trabajar, ayudar a los demás, entregarnos
con corte y sacrificio. Por eso Jesús vino a servir dando su vida por muchos v.28.
La pregunta crucial aquí es ¿ha dado su vida en rescate por ti? Tú no puedes hacer nada por
tu rescate, por tu salvación, está todo hecho, Jesús lo hizo todo por ti. Ha dado su vida por
ti, ha derramado hasta su última gota de sangre por ti, ¿no te das cuenta? ¡Todo por ti! No
le rechaces, no desprecies su muerte, su sangre, acéptale en tu corazón hoy mismo, no
esperes a mañana, arrepiéntete de tu pecado y ve a Él.
Salomé parece haber sido una discípula de Jesús desde el comienzo de su ministerio público
(Mateo 27:55-56; Marcos 15:40-41). Era una de las mujeres que siguieron a Jesús desde
Galilea hasta Jerusalén y le servía. Es un viaje de más de 100 km. que seguramente lo hizo
andando y en condiciones muy difíciles. Salomé y su esposo prepararon a sus hijos para
seguir a Jesús. Ellos tuvieron una influencia e instrucción en el hogar, que se ve por la
devoción que tenían a Jesús y los dos llegaron a ser apóstoles.
Salomé estuvo presente en la muerte de Jesús. Cuando todos los apóstoles (menos Juan) le
abandonaron en la crucifixión, Salomé junto con otras mujeres permaneció al lado de su
Señor, viendo el sufrimiento y el dolor que Jesús estaba experimentando por amor a ellos
(Marcos 15:40-41).
En la resurrección
Salomé también estuvo con las mujeres cuando vinieron a la tumba de Jesús para ungir su
cuerpo con especias aromáticas, como era la costumbre (Marcos 16:1). Allí recibieron por
medio de ángeles la noticia de que Jesús había resucitado ¡Su Señor estaba vivo! ¡Qué
privilegio recibió! Fueron las primeras en saber la buena noticia y salieron gozosas de la
tumba para compartir la verdad de la resurrección.
Aplicación
Que nuestra ambición sea la de servicio y entrega, sin quejas ni murmuraciones, sin pensar
“yo hago mucho y otras no hacen nada”. No te importe lo poco o mucho que hacen las
demás, tú sirve, entrégate como se entregó tu Señor, y deja el resultado a Él. Hazlo por
motivaciones correctas, no para alcanzar posiciones en la iglesia o para que te reconozcan,
sino con humildad y por amor al Señor.
Comparémonos con esta mujer, Salomé ¿Qué hemos dejado atrás? ¿Qué hemos
sacrificado? ¿Hasta dónde hemos seguido al Señor? ¿Hasta dónde llega nuestro
compromiso? ¿Qué hemos hecho nosotras o estamos haciendo para servirle? ¿Cuánto
amamos a nuestro Señor? Cuanto más le amemos, más le serviremos.
Lección 9 Febe y Yo
Su Nombre Significa “Luz del Mundo” Introducción Poco se sabe sobre Febe; solo dos
versículos la mencionan. Pero incluso con esos dos versículos podemos obtener mucha
información. Febe era una hermana de la iglesia primitiva. Ella vivía en el puerto de la ciudad
de Cencreas. Pablo la describe como “ayudadora”.
La palabra ayuda que Pablo usa en elversículo 2 también puede ser traducidacomo
“protector” o “benefactor”, lo queindica que ella poseía recursos o riqueza.Lo que podemos
inferir es que Febeestaba viajando por negocios a Roma yque Pablo pidió a los hermanos
yhermanas en roma que la ayudaran entodo lo que pudieran. Obviamente, Pabloestaba
bastante impresionado con Febe.Una mujer que probablemente teníasiervos para
atenderla, pero que estabadispuesta a servir.
Profundizando
1.- Pablo recomienda a Febe a los creyentes en Roma. ¿Cuál es la importancia de esa
recomendación? (Rom. 16:1)
2.- ¿Qué revela eso sobre la actitud de Pablo hacia ella? ¿era alguien digno de valor?
3.- ¿Por qué piensa que Pablo se refiere a Febe como “nuestra hermana”?
Nota: Hoy también nos llamamos hermanos y hermanas en la iglesia, indicando que todos
pertenecemos a la familia de Dios.
Aplicación
En Mateo 25: 35 – 40, Jesús les dijo a sus discípulos que cuando visitaran a alguien en
prisión, cuando alimentaran al hambriento y vistieran al desnudo, sería como si lo hubieran
hecho a él. En el versículo 34, hace la promesa de que aquellos que le servían de esa forma
tendrían un lugar garantizado en el cielo junto a él. Qué bendecida promesa que Jesús hace
a todos los que lo siguen. Cuando cumplimos su voluntad al cuidar de los débiles, de los
abandonados, de los desterrados que necesitan ayuda, él se agrada y nos da la bienvenida
al hogar para estar junto a él.
Lidia, era una de ellas. Damos gracias a Dios que Él no hace acepción de personas. Él llama
a pobres y ricos, a mendigos y despreciados por la sociedad y a reyes y poderosos. Su mano
llena de gracia y misericordia alcanza a todo tipo de personas y clase social; hay esperanza
y salvación para todo el que se acerca a Él con arrepentimiento y fe.
El apóstol Pablo en su segundo viaje misionero “le fue prohibido por el Espíritu” seguir
predicando en Asia Menor y fueron a Troas. Allí, tuvo una visión de un varón macedonio
que le pedía que pasara a ayudarlos. Macedonia ya era Europa. Por lo tanto, Pablo no dudó
en que era Dios quién le llamaba para anunciar el evangelio en la región de Macedonia, que
era parte de la Grecia moderna (Hechos 16:6-10). Pablo, con sus acompañantes Timoteo,
Silas y Lucas, zarparon hasta llegar a Filipos, que era la primera ciudad de Macedonia para
extender la obra misionera en Europa. Este último se les unió justo antes de ir a Troas, ya
que el pronombre que utiliza cambia y se incluye a sí mismo (en seguida “procuramos”
partir para Macedonia) v. 10.
Llegaron a Filipos que era la primera ciudad de la provincia de Macedonia. Filipos era una
comunidad muy próspera y activa en aquellos tiempos. Ciudad de rutas comerciales y de
negocios, muy floreciente. Era un lugar estratégico para introducir el evangelio en Europa.
Pablo y sus compañeros pasaron algunos días en Filipos esperando que llegara el día de
reposo. Siempre tenía una misma estrategia evangelistica, primero iba a las sinagogas de
los judíos y luego a los gentiles. Pero en Filipos, aunque había algunos judíos, eran muy
pocos, porque no tenían sinagoga. Para formar una sinagoga en cualquier sitio, tenía que
haber como mínimo 10 judíos varones, y se ve que en Filipos no había ni siquiera esos 10
hombres judíos. Era una ciudad sin sinagoga y casi en su totalidad, gentil.
Aunque no había sinagoga, las mujeres judías sí podían reunirse para orar juntas. Se supone
que Pablo y sus compañeros indagaron en la ciudad y se enteraron que, aunque no hubiera
sinagoga las mujeres se reunían al lado del río para orar, y así fueron (Hechos 16:13).
Quién era Lidia
Es muy curioso que, aunque Pablo fue primero a los judíos, la primera persona en responder
al evangelio, ni era hombre, ni era judío. Era una mujer llamada Lidia.
Pero, ¿quién era esta Lidia? Era una mujer de negocios, vendía tintura de púrpura y telas
finas de púrpura. Esta clase de telas eran muy caras debido al costoso procedimiento de
teñido. El colorante era raro y caro, ya que se obtenía de las púas del caparazón de un
molusco, que era muy difícil de conseguir. En Tiatira, la ciudad natal de Lidia, inventaron
otro método de conseguir el tinte a partir de la raíz de una especie vegetal. Este tinte era
más asequible para la gente trabajadora, aunque seguía siendo caro. Esta tinta era uno de
los productos más apreciados en el mundo antiguo, por eso los colores de los reyes y la
nobleza eran el color púrpura para mostrar su clase social.
Por lo tanto, Lidia debió de ser una mujer rica e influyente, muy conocida en toda la ciudad.
Tenía una casa grande y probablemente con sirvientes v.16.
No sabemos si era una mujer soltera o viuda, ya que, si hubiera habido un marido, se
hubiera mencionado de alguna forma. Pero parece que ella es la que lleva el negocio y la
que toma las decisiones en su casa (v.16, 40).
Como ya hemos mencionado anteriormente, Lidia era una mujer gentil de la ciudad de
Tiatira, que estaba situada al oeste de Asia Menor, en lo que es ahora Turquía. Tiatira era
un centro comercial, y quizás allí fue donde Lidia aprendió el negocio de teñir las telas y
pensó en ampliar su negocio yéndose a Filipos. Era una mujer emprendedora, dispuesta a
cambiar de país y continente para trabajar y negociar.
No era judía, pero en Tiatira sí que había una comunidad de judíos muy grande, y allí sí que
tenían sinagoga, Lidia era una prosélita judía. En Apocalipsis 2:18-29, uno de los mensajes
a las siete iglesias, es a la de Tiatira. Se nos describe a Lidia como una mujer que adoraba a
Dios, temerosa de Dios, como muchos de los judíos, pero que todavía no conocía de manera
personal al Señor Jesucristo.
Hay muchas personas hoy día que son verdaderamente temerosas de Dios como lo era
Cornelio (Hechos 10:2). Sin embargo, no era salvo, no conocía el evangelio personalmente
(Hechos 11:14). Era religioso, pero la religión no salva a nadie. Tuvo que ir Pedro a su casa
para hablarle de la obra de Cristo en la cruz, para que todo el que en Él creyere, recibiría
perdón de pecados (Hechos 10:43; 11:18).
Quizás tú, te identifiques con Lidia, eres temerosa de Dios, crees que hay un Dios verdadero,
y eres sincera en tu creencia. Pero pregúntate si en verdad esa sinceridad te lleva a la
salvación. Analiza tu corazón y ve si realmente ha habido un verdadero arrepentimiento y
fe para perdón de tus pecados.
Dios abrió el corazón de Lidia
Aunque Lidia sería una mujer muy ocupada con su negocio, encontraba tiempo o
programaba su tiempo, para las cosas de Dios. Guardaba el día de reposo para juntarse con
las otras mujeres a orar.
¿Guardas tú el día del Señor? ¿Ordenas tus actividades y quehaceres de tal manera que la
prioridad número uno sean las cosas del Señor? Necesitamos tiempo para escuchar a Dios
y orar a Él.
En el versículo 14 de Hechos 16, se nos explica qué ocurrió en esa reunión de oración, que
desde aquel día Lidia jamás olvidaría. Pablo y sus acompañantes se sentaron con las mujeres
y les hablaron de Cristo, como Él era el Mesías esperado por el pueblo de Israel. En Él se
cumplieron todas las profecías y Él murió y resucitó al tercer día para salvarnos. Podemos
imaginar una charla tranquila con las mujeres y exponiendo claramente el evangelio. Y allí
estaba Lidia, “oyendo”, en griego es una palabra que significa “escuchar intensamente”.
Pero no solo quedó allí, ocurrió algo más.
Su corazón fue abierto por Dios mismo. No era que Lidia abriera su corazón, es verdad que
ella buscaba, pero incluso en ese buscar, era Dios quien la estaba atrayendo. Es Dios mismo
quien hace la obra de salvación en nosotros, nosotros no podemos hacer nada. Jesús mismo
dejó esto muy claro en sus enseñanzas: “Ninguno puede venir a mí, si el Padre que me envió
no lo trajere” (Juan 6:44). Ella escuchaba atentamente y comprendía el mensaje del
evangelio.
Vemos la soberanía de Dios en su vida, trae a Lidia a la oración, hace que justo Pablo les
hable del evangelio, Dios le da oídos para oír y le abre el corazón para que esté atenta a lo
que Pablo decía. Dios pone los medios, Dios da la fe, que es un don de Dios, Dios da el
arrepentimiento, y abre los corazones. Es una obra enteramente divina por pura gracia.
Lidia, esa misma mañana se convirtió en una verdadera creyente. Respondió al evangelio al
instante y de manera voluntaria.
Quizás tú llevas mucho tiempo oyendo el evangelio, o es la primera vez que lo haces, el
tiempo no importa, lo importante es que estés atenta a la Palabra de Dios y que le pidas a
Dios que abra tu corazón para recibir la salvación. Fue una conversión muy tranquila, sin
sobresaltos ni dramatismos, no como la del carcelero de Filipos al poco tiempo después.
¿Cómo podemos decir solamente con el v.14 que Lidia fue realmente convertida? Bueno,
por sus frutos y su cambio de vida. Inmediatamente fue bautizada v.15 y su familia también.
Algunos dicen que su familia se refiere a sus siervos, pero sean sus propios hijos o siervos e
incluso ambos, lo que sí vemos es que Lidia les habló del evangelio o les llevó a Pablo para
que los hablase a ellos.
Otra señal de que Lidia había sido convertida, es que abrió su hogar para los creyentes. En
el v.15, nos dice que Lidia obligó a Pablo y sus compañeros a quedarse en su casa. Seguro
que ellos se estaban hospedando en algún mesón, y Lidia ofrece su casa y sus provisiones
para los misioneros. No era hospedarlos solo para una noche, sino que se quedaron allí
muchos días v.18.
Por ayudar a una chica con espíritu de adivinación, Pablo y Silas fueron encarcelados y
azotados, y esto redundó en la conversión del carcelero y su familia. El predicar el evangelio
era peligroso y era un delito de cárcel. Sin embargo, Lidia, aun exponiéndose a ser
encarcelada, menospreciada, o tener pérdidas en su negocio, ella siguió albergando a los
creyentes. En el v.40 se nos dice que Pablo y Silas cuando salieron de la cárcel fueron a casa
de Lidia a ver y consolar a los hermanos.
Con casi toda seguridad podemos decir que los primeros cristianos en Filipos se reunían en
casa de Lidia. Qué privilegio que tu casa se use para tener cultos y reuniones de iglesia.
¿Cómo usas tu casa? ¿Cómo usas tus bienes? ¿Es tu casa una casa abierta al evangelio y
a los creyentes?
Aplicación
Lidia era lo que podemos llamar una mujer de vanguardia, una mujer adelantada a su
tiempo, valerosa y arriesgada.
Damos gracias a Dios por tener este testimonio de Lidia en la Palabra de Dios. Es un ejemplo
para nosotras de una mujer emprendedora en el trabajo. Una buscadora de Dios, que al
final lo encontró, o mejor dicho, Él la encontró a ella.
Se nos dice que la mujer “estaba llena”, tenía plenitud/riqueza ¿en qué, o de qué? La llenura
de Tabita era “buenas obras y acciones de caridad”, las "acciones de caridad" se refieren a
las limosnas.
El relato nos informa que Tabita enfermó y murió. Si bien es cierto que la muerte del
creyente es estimada a Jehová (Sal. 116:15) y es ganancia (Flp. 1:21), en este caso aunque
para Tabita sea ganancia, no lo era para aquellas viudas desamparadas.
Alguien podría haber protestado diciéndoles a las viudas “dejen de llorar y permitan que
Tabita descanse en paz, ella está en mejor vida”.
Las viudas lloran porque el amor de Tabita hacia ellas había cosechado el amor desde ellas.
Y, sí, lloran no por el desamparo, sino porque aman a alguien que les mostró amor concreto.
Por eso, cuando llega Pedro le muestran llorando las túnicas que Tabita les hacía. El amor
de Tabita era abundantemente visible.
A Pedro lo mandan a llamar con urgencia. Es probable que haya habido en el corazón de los
hermanos y los desamparados de Jope esperanza en el poder de Dios sobre la muerte. Se
conservaba el cadáver por tres días porque se creía que después de tres días el alma se iba
definitivamente. La distancia entre Jope y Lida era alrededor de 16 km, por ello no
sorprende que haya llegado pronto la noticia de la presencia de Pedro en Lida. Con la prisa
con que fueron enviados aquellos dos creyentes probablemente hicieron el viaje
aproximadamente en 2 horas y media (si fueron a pie).
La frase “no tardes” es una se conjetura, que se trataba sólo de una petición formal o
indicaba que tenían temor de que Pedro no accediera a la petición. A mi juicio, debido al
contexto esta expresión revela la urgencia que hay en el pedido. La respuesta de Pedro
también merece nuestra consideración. Para Pedro, atender al pedido de aquellos
hermanos de Jope no era una alteración de su agenda apostólica, más bien esta era su
agenda y la de Cristo. Lo demás lo conocemos perfectamente. Pedro llega, recibe el informe
del testimonio de Tabita y se produce el milagro, ¡un extraordinario milagro!
Juan Calvino observa que Dios pudo haber mantenido viva a Dorcas para seguir cuidando a
las viudas. Pero al levantarla de entre los muertos, Dios le dio dos vidas. Al mismo tiempo,
mostró a las viudas el poder de Jesucristo, quien es el autor de la vida.
Ciertamente, Tabita no sólo fue devuelta a la vida para mostrar caridad a las viudas, sino
que aquellas viudas debían conocer que el Señor de Tabita trasciende al poder tan temido
de la muerte.
Las viudas seguirán siendo ayudadas en lo temporal, con su mirada puesta en lo intemporal.
Ellas comprendieron que Jesucristo es el Sustentador y el Dador de la Vida.
El texto termina informándonos que muchos creyeron al conocerse esto. La misión integral
no comete el error del evangelio social en donde se suplanta la necesidad trascendente por
la constante.
Es decir, sólo se da el pan físico olvidando al Pan de Vida. Pero, inversamente la misión
integral evita la dualidad de sólo preocuparse por el “espíritu” y el “más allá” cerrando los
ojos a las necesidades temporales del “cuerpo” y del “más acá”.
La misión integral es eso, integral, teniendo como mensaje y contenido central al Señor
Jesucristo, “para que en todo tenga la preeminencia” (Col. 1:18).
Aplicaciòn:
La Misión Integral tiene 4 vertientes, Hacia Dios, Hacia la Familia, Hacia la Iglesia y
Hacia el Mundo.
¿En la vida de Tabita (Dorcas) como observas estas 4 vertientes?
¿Crees que, como mujeres cristianas, demostramos el amor de Cristo?
¿Qué nos falta para vivir una Misión Integral?
¡Como miembro de la Red de Damas, a que te comprometes para realizar una
Misión Integral?
Lección 12 Loida y Eunice “Sembrando la buena semilla”
Durante varias semanas hemos estudiado a grandes mujeres que aparecen en la Biblia,
hemos visto las características de estas grandes mujeres quienes fueron madres, esposas y
héroes de la fe. Mujeres que fueron influencia positiva y de bendición en la vida de sus hijos
y de todos los que las rodeaban. No hablamos de aquellas mujeres que dieron mal ejemplo
a sus hijos, tal vez en una siguiente ocasión hablemos de alguna de ellas.
Hoy termino este manual con un par de mujeres de la Biblia a quienes admiro mucho, un
par de mujeres que impactaron de cierta forma al apóstol Pablo quien las menciona puntual
y específicamente en la vida de su discípulo Timoteo. Estas mujeres en tan solo unos
versículos, nos muestra una forma de instruir a nuestros hijos en el camino de Dios porque,
siendo mamás creyentes, estoy segura que una de nuestras oraciones es “¡Señor, que mis
hijos te amen!” ellas son Loida y Eunice.
Loida y Eunice, abuela y madre de Timoteo el discípulo del apóstol Pablo, grandes mujeres
de Dios quienes sembraron semillas en el corazón del niño Timoteo y que a su edad adulta
dieron fruto y fruto en abundancia. Aun cuando el padre de Timoteo no era judío, ellas se
dedicaron a formar el carácter cristiano en Timoteo. ¿Qué nos detiene para hacer lo mismo
con nuestros hijos?
Nosotras podemos influir tan grande en nuestros hijos, que cada semilla que sembremos
en ellos dará fruto, ya sea bueno o malo según lo que hayamos sembrado en su corazón.
¿Quién fue Timoteo? ¿Por qué su madre y abuela tienen que ver con su labor de evangelista
y discípulo de Pablo? (Hechos 16:1-3) ¿Qué semillas germinaron en Timoteo que podemos
sembrar en nuestros hijos a partir de ahora?
Pero si nosotras les damos la enseñanza para expresar sus sentimientos, su llanto, su
ternura; ellos crecerán sabiendo que es natural y que es parte de ellos; nosotras como
mamás necesitamos ser tiernas. (1 Tesalonicenses 2:7)
2. Fe no fingida. Loida y Eunice eran auténticas cristianas. Aun cuando el papá de Timoteo
no era judío (Hch 16:1) la fe de estas mujeres no era hipócrita, su fe no era falsa. Tal vez
conozcas a alguien que finge su fe o tal vez te encuentres en ese estado sin darte cuenta.
Una fe no fingida, una fe coherente, una fe que lleva a hacer lo que se predica; una fe fingida
sería predicarles a los hijos acerca de algo y la madre vivir de manera contraria. Por ejemplo,
una fe fingida es hablarles a nuestros hijos acerca del amor y perdón de Dios y que nos
escuchen hablar contra un hermano, que nos vean de pleito con el vecino o gritando a mitad
del tráfico.
Loida y Eunice eran congruentes, sin fingimiento, sin buscar aparentar un cristianismo que
no se vivía en casa, eran mujeres temerosas de Dios quienes predicaban con su ejemplo,
con su vida.
Nosotras decidimos si les damos una fe fingida donde cosechen fruto artificial, no
bendecido y temporal; o una fe verdadera que de fruto que permanezca. No podemos dar
fruto bueno si la semilla que sembremos no es buena; si sembramos en nuestros hijos una
fe fingida o hipócrita, ellos cosecharán una fe fingida y por lo tanto se alejarán de Cristo. No
olvidemos que el servicio a Dios inicia en el hogar.
Si sembramos buena semilla en su corazón y ellos se han alejado del camino, en algún
momento, esa semilla germinará y dará el fruto que le corresponde, no te desanimes.
3. Confianza en el poder de Dios. Pablo le recuerda a Timoteo que no tiene que ser
tímido, que fue Dios quien le ha dado valentía. Si alguno de nuestros hijos es temeroso o
cree que no tiene poder para realizar algo, tú y yo como mamás tenemos que recordarles
(como lo hizo Pablo) que ese don, ese poder y valentía lo han recibido de parte de Dios
desde el día que recibieron a Cristo (Hechos 1:8)
¿Qué es lo que han visto en nosotras nuestros hijos? ¿Qué poder les hemos inculcado?
Enseñémosles a ellos el poder de Dios en nuestro hogar a través de la Palabra de Dios desde
pequeños. (2 Tim 3:15-17)
5. Dominio propio. ¿podemos decir que no, cuando todos dicen sí? ¿Qué les enseñamos
a nuestros hijos? Si en la escuela celebran algo que va en contra de nuestra formación
cristiana, debemos mostrarles a nuestros hijos que no podemos seguir la corriente. Vamos
a enseñarles que no todo conviene, aunque muchos digan que es bueno, si no está
aprobado por Dios no debemos hacerlo.
Aún cosas que parecen mínimas o insignificantes, por ejemplo, comer, el tiempo viendo
T.V., las horas al teléfono, videojuegos si se los permites. Debemos mostrarles cómo
dominar sus emociones negativas, el enojo, por ejemplo, enseñarles que no deben
prolongarlo y que entiendan el perdón y la reconciliación, la tristeza, etc. Pero todo esto es
a través del ejemplo, tú y yo necesitamos ya saber dominar nuestro temperamento, auto
disciplinarnos y tener dominio propio sobre nuestro carácter.
Dejemos todo eso nosotras también por amor a Dios, a nosotras y a nuestros hijos. Dejemos
de hacer lo que agrada a la gente y hagamos lo que agrada a Dios.
Bendito Dios que nos da la oportunidad de conocerle, de servirle en nuestro hogar, de darle
la formación cristiana a nuestros hijos y con el ejemplo de Loida y Eunice, saber que se
puede sembrar en ellos un amor y fe verdadera por Dios desde pequeños, aun si nuestro
esposo no es creyente.
“Así que, somos embajadores en nombre de Cristo, como si Dios rogase por medio de
nosotros; os rogamos en nombre de Cristo: Reconciliaos con Dios” 2 Corintios 5:20
Muchas gracias hermanas por acompañarnos hasta aquí en el estudio de las Mujeres en el
Nuevo Testamento. Espero haya sido de mucha bendición como lo fue para mí. Hagamos lo
que nos corresponde en el hogar y seamos luz para nuestros hijos., que la gracia de nuestro
señor Jesucristo esté con nosotras, amén.
Aplicación