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Un hombre salió a cazar porque les apuraba el hambre a él y su familia. Estuvo vagando mucho tiempo en
el monte sin hallar pieza alguna de las que acostumbraban atrapar; se aproximó al río y tampoco tuvo suerte
con la pesca.
El sol había caído bastante, motivo por el que tuvo que emprender de regreso, volvía triste porque estaba
con las manos vacías.
Al llegar a la puerta de su choza advirtió que su mujer y sus hijos también habían salido a buscar cosas de
comer; todavía no habían vuelto. Pero, en la puerta de la casa, había una hermosa joven, de largos cabellos
negros, tan lardos y abundantes que le cubrían en el cuerpo desnudo. la muchacha peinaba su cabellera
lenta y suavemente.
El hombre, sorprendido, le preguntó quién era y que hacía allí; la mujer, con dulce sonrisa le contestó
- He venido a ayudarte para que tengas comida siempre. Por eso peino mis cabellos.
Y mientras así hablaba, continuó arreglando la hermosa cabellera que parecía realmente un vestido por lo
abundante.
De pronto fueron apareciendo, por arte de magia unas vainas cortas y gruesas de color pardo. A medida que
pasaba el tiempo la cantidad de vainitas aumentaba entre los cabellos.
Ante la admiración del cansado hombre, la cantidad de canutitos de maní aumentaba en volumen de manera
prodigiosa. Finalmente termino por ocultar completamente a la misteriosa mujer que, así despareció.
Antes de irse, sin embargo, recomendó al asombrado moseten, que tostara los granos y los cuidara de los
ratones porque, el día que esos animalitos metieran el hocico en el delicioso fruto, el encanto desaparecería
y los hombres podrían sentir hambre otra vez.
Cesó el momento del encantamiento. Se escucharon voces de gente que se acercaba a la choza. Llegaron
luego, la mujer y los hijos del moseten, extenuados por la larga y casi infructuosa jornada. Todos quedaron
sorprendidos de hallar al jefe de la casa radiante de felicidad; se maravillaron más aún de la historia que les
refirió.
Pasó el tiempo y, por un descuido de la familia, los ratones se comieron parte del maní que guardaban en la
casa, perdiendo, éste, la fuerza de reproducir la parte que, se utilizaba. Resulto entonces que el montón
mágico decrecía.
Cuando no quedaban sino unas cuantas vainitas, decidieron cultivarlas para evitar que se acabara
definitivamente. De ese modo nació la agricultura y, los mocetones, aseguraron la existencia de un recurso
alimenticio llamado: MANI.
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