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Introducción
Cuando comencé a pensar acerca de que tema de la inmensa y compleja obra
de San Juan de la Cruz elegir, me entro miedo. Siempre se lo ha considerado como
un genio de lo espiritual, a la vez difícil de desentrañar su contenido. Sin embargo,
muy a pesar de lo que dije anteriormente, me anime. No por gozar de luces
extraordinarias, sino más bien por curiosidad, ¿Por qué será que el encuentro más
íntimo con Dios se da en una Noche? Y no cualquier noche parece ser Oscura. Pero
antes y para comprender el lugar que ocupa esta Noche en la totalidad de la
experiencia nocturna sanjuanista, se hace necesario también un breve un recorrido
por diferentes significados de la Noche; y luego trataremos de encontrar la respuesta
en el místico español.
Al inicio de la Carta Apostólica que redactó Juan Pablo II, con motivo del IV
centenario del aniversario de la muerte de Juan de la Cruz, define a este Santo como
“maestro en la fe y testigo del Dios vivo”1. Es por esto, que su enseñanza es aún
actual; ya que lo que en ella transmite es fruto de su experiencia personal e íntima
con Dios. Una experiencia que supo transmitir no sólo como sabio acompañante y
padre espiritual, sino también como eximio escritor y poeta.
Uno de los elementos esenciales de la espiritualidad sanjuanista es la Noche
Mística. Por medio del símbolo de la noche Juan de la Cruz expresa una profunda
vivencia de Dios, de la cual él mismo ha sido testigo y objeto y es por eso que puede
transmitirla2. Esta espiritualidad nocturna la presenta fundamentalmente en dos de
sus obras la Subida al Monte Carmelo y la Noche Oscura.
En el presente trabajo intentaré introducirme en los aspectos más importantes
de esa Noche Mística.
1
JUAN PABLO II, Carta ap. Maestro en la fe, 1.
2
Cf. Noche Oscura, prólogo.
2
Fabián Darío Cortés
3
Cf. F. RUIZ, Juan de la Cruz (san), en E. ANCILLI, Diccionario de espiritualidad, Tomo 2, p. 417.
4
J. CHEVALLIER, Noche, en Diccionario de símbolos.
3
Fabián Darío Cortés
5
Cf. X. LEÓN-DUFOUR, Noche, en Vocabulario de teología bíblica.
6
Cf. E. STEIN, La ciencia de la Cruz, pp. 48-49.
7
Cf. IBÍD. p. 50.
8
Cf. Subida al Monte Carmelo., I, 2,1.
9
E. STEIN, La ciencia de la Cruz, p. 56.
10
Cf. Heb 12,1.
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Fabián Darío Cortés
forma para encaminarnos resueltamente hacia la unión total con Él. Es por esto, que
la realidad del sufrimiento que aqueja al mundo moderno es también susceptible de
ser llamada noche oscura, en cuanto experiencia de abandono y silencio de Dios. Sin
embargo, “incluso en la experiencia de su ausencia puede [Dios] comunicar fe, amor
y esperanza a quien se abre con humildad y mansedumbre.”11 Esta dimensión
colectiva de la noche permite entrever la validez que tiene la doctrina sanjuanista
para el mundo actual; ya que no es solamente una experiencia íntima, personal y
subjetiva, sino que la noche oscura es también una vivencia de toda la humanidad en
cuanto sometida a la finitud de la existencia y la dependencia total de Dios.
11
JUAN PABLO II, Carta ap. Maestro en la fe, 15.
12
Cf. Noche Oscura, I, 1, 1.
13
Cf. 2Pe 1,4. Biblia de Jerusalén, Ed. Desclee De Brouwer, 1998.
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Fabián Darío Cortés
Además de esta distinción entre noche del sentido y noche del espíritu, es
importante la distinción entre noche activa y pasiva. Dado que ambas duplas se
conjugan para dar lugar a las cuatro noches que encuentra el alma en su camino de
perfección.
Para liberarse de los lazos que provienen de la naturaleza caída, el alma tiene
que arrojarse al trabajo con todas sus energías. Pero Dios tiene que salirle al encuentro
para completar su obra. Con este objeto, San Juan distingue entre noche activa y pasiva
del sentido y del espíritu, en cuanto prevalece la colaboración del hombre o bien la
infusión de la contemplación mística, es decir, la acción de Dios en el alma.
En esta etapa lo que se busca es evitar que el alma se disperse en las criaturas
y, de ese modo, logre dirigirse resueltamente a Dios. Esto no implica una negación
del valor de las cosas creadas o del hombre mismo, sino un uso adecuado de las
mismas estableciendo una verdadera escala de valores, que permita usar de todo lo
bueno que Dios ha creado en forma instrumental, orientando todo hacia el fin último.
14
Subida al Monte Carmelo, I, 13,6.
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Fabián Darío Cortés
En esta noche son purificadas son las diversas imperfecciones que aún
quedan en el alma, que busca a Dios y que ha emprendido su camino hacia Él. Dios
obra como una madre, una vez que el niño crece deja de llevarlo en sus brazos y
darle de comer de su pecho, para hacerlo caminar por sí solo y darle un alimento más
sustancioso.15
Una vez que el alma se ha desprendido de todos los placeres sensibles entra
en la noche del espíritu. Una noche aún más oscura. Es la noche de la fe. Esta noche
comprende toda la parte racional del alma, dejándola sólo con la certeza de la fe.
En esta noche, la purificación implica tanto los sentidos como el espíritu y las
potencia exteriores e interiores. La soledad en que se encuentra el alma hace que no
encuentre consuelo en nada fuera de Dios; de modo tal que desea su propia muerte.
Este sufrimiento persistirá hasta que el Señor haya purificado por completo el alma;
y ésta alcance la unión amorosa con Dios.
Al inicio del Libro I, Juan de la Cruz declara de lo que va a tratar a partir del
canto 1º de la poesía de la Noche oscura:
Por esta razón, entre los capítulos 2 y 7 expone algunas de las imperfecciones
o defectos a los que, los principiantes están aún sujetos; desarrollándolos a partir de
los vicios, junto con los beneficios que conlleva el lograr purificarse de ellos.
16
Noche Oscura, I, Decl, 1.
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Fabián Darío Cortés
pecados en la confesión para que no le tengan en mal concepto, u otras acciones por
el estilo.
Con respecto a la ira espiritual, señala que existen al menos tres tipos. Uno
surge del encontrar cierta aridez, lo cual hace que se aíren muy fácilmente. Otros “se
aíran contra los vicios ajenos con cierto celo desasosegado, notando a otros”17. Y por
último al notar su imperfección caen en una ira contra ellos mismos por sus defectos.
Sobre la gula afirma que aparece en aquellos que “engolosinados con el sabor
y gusto que hallan en los tales ejercicios, procuran más el sabor del espíritu que la
pureza y discreción de él”18. Esta actitud se pone de manifiesto en una insistencia
aguerrida para lograr de su director lo que desean, y en caso de no lograrlo se
encaprichan y hasta desobedecen, con tal de saciar su apetito de cosas espirituales.
Comienza esta segunda parte declarando el primer verso: “En una Noche
Oscura”, tratando así de dar una noción de lo que es esa noche oscura. Lo propio de
esta noche es la acción de Dios sobre el principiante, que ya está preparado para
seguir avanzando en su camino espiritual, debido a que ha purificado bastante sus
sentidos y encuentra deleite en las cosas del espíritu. Aunque en él permanezcan aún
17
Noche Oscura, I, 5, 2.
18
Noche Oscura, I, 6, 1.
9
Fabián Darío Cortés
San Juan indica tres señales en la persona que está sumergida en esta noche:
1) que el alma no halla gusto ni en las cosas de Dios ni en las cosas creadas 20; 2) que
piensa en Dios pero con la impresión de que no le está sirviendo, sino que está
volviendo atrás en su camino espiritual, ya que en esta sequedad purificativa el alma
desea servir a Dios, pero sus sentidos están faltos de fortaleza y “como no está
acostumbrado a la dulzura espiritual, de primeras no experimenta en ello más que
sequedad y disgusto”21; 3) que ya no puede meditar ni discurrir con la ayuda de la
imaginación, “porque como aquí comienza Dios a comunicarse, no ya por el sentido,
como antes hacía por medio del discurso que componía y dividía las noticias, sino
por el espíritu puro, en que no cae discurso sucesivamente, comunicándosele con
acto de sencilla contemplación, la cual no alcanza los sentidos de la parte inferior”22.
El fin de esta noche es preparar el alma para la noche del espíritu, “es cambiar
los bienes, del sentido al espíritu (N, I, 9, 4); purificar la parte sensitiva de sus
defectos y prepararla (N, I, 8, 1); someterla y unirla al espíritu (N, I, 11, 3)”23.
En los capítulos 12 y 13, San Juan reseña los efectos o ventajas que esta
purificación obra en el alma. La primera y principal ventaja es el conocimiento de sí
y de las propias miserias, a la vez que adquiere mayor conciencia de la sublimidad de
Dios.24 Además de este primer efecto, hay otros más: humildad de espíritu, paz
profunda, recuerdo permanente de Dios, amor hacia el prójimo, sumisión al camino
del espíritu, liberación de las imperfecciones de los vicios capitales, desarrollo y
crecimiento de las virtudes, libertad de los enemigos del alma: el demonio, la carne y
el mundo.
Con respecto al tiempo y al rigor con que Dios hace pasar a un alma por esta
noche, Juan de la Cruz aclara que no es algo fijo, sino que depende de cada persona,
“porque esto va medido por la voluntad de Dios conforme a lo más o menos que cada
19
Noche Oscura, I, 8, 3.
20
Cf. Noche Oscura, I, 9, 2.
21
E. STEIN, La ciencia de la Cruz, p. 56.
22
Noche Oscura, I, 9, 8.
23
I. Rodríguez, Purgación, en E. ANCILLI, Diccionario de espiritualidad, Tomo 3, p. 231.
24
Cf. Noche Oscura, I, 12, 2.
10
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25
Noche Oscura, I, 14, 5.
26
Noche Oscura, I, 10, 3.
11
Fabián Darío Cortés
Conclusión
Indudablemente la hondura espiritual de Juan de la Cruz no es posible
contenerla en unas pocas páginas. Sin embargo, hemos podido esbozar unas
pinceladas sobre su figura y su espiritualidad. Tras haber hecho este recorrido es
posible continuar afirmando la validez de la doctrina del Doctor Místico, tanto para
su época como en la actualidad; tanto para quienes son llamados a una vida
contemplativa, como para quienes viven en este mundo secular.
Esta experiencia nocturna tiene valor para el mundo de hoy que quiere una
vida simple, una vida cómoda, una vida marcada por lo meramente placentero, pero
que desconoce la riqueza escondida detrás de esa noche de la fe. Una riqueza que le
permitiría despejar sus temores y confiarse en las manos del Único que puede traerle
nueva luz y darle nuevas esperanzas para enfrentar las adversidades de la vida de
cada día.
San Juan de la Cruz nos ofrece un camino, una senda en la cual Dios es quien
guía y conduce a cada uno hasta la unión íntima con Él. En este camino, pareciera ser
que Dios nos abandona. Paradójicamente, es Él quien nos lleva de la mano en la
oscuridad para que podamos abandonarnos en su amor y lleguemos, no sin unirnos a
su Cruz, a contemplarlo, a gustarlo y a amarlo como Él quiere.
12
Fabián Darío Cortés
Bibliografía
SAN JUAN DE LA CRUZ, Obra Completas, Ed. Espiritualidad, 5º ed. Madrid, 1993.
E. STEIN, La ciencia de la Cruz. Estudio sobre San Juan de la Cruz, Ed. Monte
Carmelo, Burgos, 1994.