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Fabián Darío Cortés

Introducción
Cuando comencé a pensar acerca de que tema de la inmensa y compleja obra
de San Juan de la Cruz elegir, me entro miedo. Siempre se lo ha considerado como
un genio de lo espiritual, a la vez difícil de desentrañar su contenido. Sin embargo,
muy a pesar de lo que dije anteriormente, me anime. No por gozar de luces
extraordinarias, sino más bien por curiosidad, ¿Por qué será que el encuentro más
íntimo con Dios se da en una Noche? Y no cualquier noche parece ser Oscura. Pero
antes y para comprender el lugar que ocupa esta Noche en la totalidad de la
experiencia nocturna sanjuanista, se hace necesario también un breve un recorrido
por diferentes significados de la Noche; y luego trataremos de encontrar la respuesta
en el místico español.
Al inicio de la Carta Apostólica que redactó Juan Pablo II, con motivo del IV
centenario del aniversario de la muerte de Juan de la Cruz, define a este Santo como
“maestro en la fe y testigo del Dios vivo”1. Es por esto, que su enseñanza es aún
actual; ya que lo que en ella transmite es fruto de su experiencia personal e íntima
con Dios. Una experiencia que supo transmitir no sólo como sabio acompañante y
padre espiritual, sino también como eximio escritor y poeta.
Uno de los elementos esenciales de la espiritualidad sanjuanista es la Noche
Mística. Por medio del símbolo de la noche Juan de la Cruz expresa una profunda
vivencia de Dios, de la cual él mismo ha sido testigo y objeto y es por eso que puede
transmitirla2. Esta espiritualidad nocturna la presenta fundamentalmente en dos de
sus obras la Subida al Monte Carmelo y la Noche Oscura.
En el presente trabajo intentaré introducirme en los aspectos más importantes
de esa Noche Mística.

1
JUAN PABLO II, Carta ap. Maestro en la fe, 1.
2
Cf. Noche Oscura, prólogo.
2
Fabián Darío Cortés

Camino de purificación. El símbolo de la noche.


El itinerario espiritual de San Juan, es esencialmente un camino de
purificación de los sentidos y del espíritu para alcanzar la plena unión con Jesucristo
por medio de las virtudes teologales, a través de la Noche Mística. El itinerario del
alma es presentado como un adentrarse en la noche, un camino de mortificación
hasta la muerte y muerte de cruz, que tiene como meta el despuntar de la aurora de la
resurrección y la estable unión con Dios.
En este camino, el factor decisivo es Dios mismo que actúa en el hombre y se
interesa por el hombre. En cambio, al hombre le cabe, en este camino, la respuesta de
fe, esperanza y amor al Dios que se le revela cumpliendo su promesa de salvación a
través de la entrega total de su ser. Sin embargo, todo este dinamismo entre Dios y el
hombre es percibido el mismo hombre, en sentido inverso, confiriéndole la
preeminencia a las variaciones del sujeto humano. Esto se debe a la historicidad de la
vida del hombre que se transforma y a que el desarrollo de la obra de la gracia se
hace visible en el sujeto concreto.3
La imagen de la Noche posee una gran riqueza simbólica; y es por eso que
Juan de la Cruz la adopta como modelo de su camino espiritual. En los pueblos de la
antigüedad era el signo de los procesos ocultos que se desenvolverían con la llegada
de la aurora.
“La noche simboliza el tiempo de las gestaciones, de las germinaciones
o de las conspiraciones que estallarán a pleno día como manifestaciones de
vida. Es rica en todas las virtualidades de la existencia. Pero entrar en la noche
es volver a lo indeterminado, donde se mezclan pesadillas y monstruos, las ideas
negras. Es la imagen de lo inconsciente, lo cual se libera en el sueño nocturno.
Como todo símbolo, la propia noche presenta un doble aspecto, el de las
tinieblas donde fermenta el devenir, y el de la preparación activa del nuevo día,
donde brotará la luz de la vida.”4

En la tradición bíblica, tanto del Antiguo como del Nuevo Testamento, la


noche también ocupa un lugar importante. En la Primera Alianza, la noche de la
Pascua es la de la liberación del pueblo de la opresión de los egipcios, la noche en
que el Señor rescató a Israel y mostró su poder a las naciones. En la Nueva Alianza

3
Cf. F. RUIZ, Juan de la Cruz (san), en E. ANCILLI, Diccionario de espiritualidad, Tomo 2, p. 417.
4
J. CHEVALLIER, Noche, en Diccionario de símbolos.
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Fabián Darío Cortés

inaugurada por Jesucristo, la noche de la Pascua adquiere un nuevo valor. Es la


noche en la que la muerte fue vencida y al despuntar el día trae la Vida Nueva que
Cristo nos regala con su muerte redentora en la Cruz.5
El símbolo de la noche, que el Santo utiliza, es fundamentalmente la noche
como estado o atmósfera interior en la que se encuentra el alma que se encamina en
la fe a la unión con Dios. Este simbolismo se basa ante todo en la experiencia de la
noche cósmica. En la noche natural se vive la incertidumbre y el temor de la
oscuridad, las percepciones de los sentidos se desvanecen, los movimientos se
dificultan y las fuerzas ya se encuentran desgastadas. La noche es como un anticipo
de la muerte; y por lo tanto, posee no sólo una injerencia vital sino también anímica y
espiritual.6
Es por esto, que no debe reducirse la Noche Mística a su significado cósmico,
porque ésta,
“no tiene su origen fuera del alma sino que brota de sus mismas entrañas
y afecta sólo al alma de donde nace. Pero los efectos que opera en el interior,
son semejantes a los de la noche cósmica: implica un hundimiento del mundo
exterior, aunque el exterior se encuentre en la plena luz del día. Establece el
alma en la soledad, la aridez y el vacío, liga la actividad de sus fuerzas y la
angustia con los terrores amenazadores que en ella se ocultan. Sin embargo,
también hay una luz en la noche, que descubre un nuevo mundo en lo más hondo
del alma, y en cierto modo, ilumina desde dentro el mundo exterior que se nos
devuelve completamente transformado.”7

El camino de purificación señalado por el Doctor Místico es Noche por tres


razones8. En primer lugar, el punto de partida que es el desprendimiento del gusto
por las cosas de este mundo. El alma queda así como en tinieblas. En segundo lugar,
el camino que se debe recorrer, que es el de la fe, es oscuro. Y en tercer lugar, la
meta que se busca es Dios mismo, el cual “queda oculto para nosotros mientras
vivimos en la tierra aunque lleguemos a la dicha unión.”9
Esta noche es para san Juan un modo de la pedagogía divina para despojarnos
de todo aquello que nos estorba en nuestro combate espiritual10, y enseñarnos la

5
Cf. X. LEÓN-DUFOUR, Noche, en Vocabulario de teología bíblica.
6
Cf. E. STEIN, La ciencia de la Cruz, pp. 48-49.
7
Cf. IBÍD. p. 50.
8
Cf. Subida al Monte Carmelo., I, 2,1.
9
E. STEIN, La ciencia de la Cruz, p. 56.
10
Cf. Heb 12,1.
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Fabián Darío Cortés

forma para encaminarnos resueltamente hacia la unión total con Él. Es por esto, que
la realidad del sufrimiento que aqueja al mundo moderno es también susceptible de
ser llamada noche oscura, en cuanto experiencia de abandono y silencio de Dios. Sin
embargo, “incluso en la experiencia de su ausencia puede [Dios] comunicar fe, amor
y esperanza a quien se abre con humildad y mansedumbre.”11 Esta dimensión
colectiva de la noche permite entrever la validez que tiene la doctrina sanjuanista
para el mundo actual; ya que no es solamente una experiencia íntima, personal y
subjetiva, sino que la noche oscura es también una vivencia de toda la humanidad en
cuanto sometida a la finitud de la existencia y la dependencia total de Dios.

Etapas del camino espiritual.


San Juan sigue en su espiritualidad la división clásica en tres tipos de sujetos:
principiantes, aprovechados y perfectos12. Cada uno de estos sujetos supone un
momento del itinerario espiritual, cuyo paso de uno a otro implica una crisis o
purificación. De esta forma, las etapas del itinerario espiritual de Juan de la Cruz se
pueden esquematizar en tres: las dos primeras son noches, la del sentido y la del
espíritu, y la tercera es la unión con Dios.
La noche del sentido es la propia de los principiantes, y desde la cual
comienza el camino de purificación del alma que se dirige hacia Dios. En ella los
sentidos se ven purificados en orden a despojarse de los gustos sensibles, dejando
lugar a las cosas del espíritu.
La noche del espíritu es en la que se encuentran los aprovechados quienes,
habiendo sido purificados de los gozos de los sentidos, caminan en la fe. Desde allí,
Dios sigue obrando en esa alma una purgación cada vez más profunda; a fin de que
llegue a desprenderse totalmente de su memoria, de su voluntad y de su intelecto y se
confíe plenamente en Él.
Una vez atravesada la noche del espíritu, el alma llega a la unión perfecta con
Dios. Él ha obrado en el alma una trasformación teologal por la que su obrar
participa del obrar mismo de Dios. Esa alma participa ahora de la divinidad, ha sido
divinizada13.

11
JUAN PABLO II, Carta ap. Maestro en la fe, 15.
12
Cf. Noche Oscura, I, 1, 1.
13
Cf. 2Pe 1,4. Biblia de Jerusalén, Ed. Desclee De Brouwer, 1998.
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Fabián Darío Cortés

Además de esta distinción entre noche del sentido y noche del espíritu, es
importante la distinción entre noche activa y pasiva. Dado que ambas duplas se
conjugan para dar lugar a las cuatro noches que encuentra el alma en su camino de
perfección.
Para liberarse de los lazos que provienen de la naturaleza caída, el alma tiene
que arrojarse al trabajo con todas sus energías. Pero Dios tiene que salirle al encuentro
para completar su obra. Con este objeto, San Juan distingue entre noche activa y pasiva
del sentido y del espíritu, en cuanto prevalece la colaboración del hombre o bien la
infusión de la contemplación mística, es decir, la acción de Dios en el alma.

Noche activa del sentido.

En este momento inicial del itinerario espiritual sanjuanista, el alma debe


abandonar el principio del placer, por el cual se inclina a buscar aquello que le place
sensiblemente. Se trata de abandonar el gozo que se encuentra en las cosas para
hacerle lugar a Dios. Esto no implica un despojo de todo punto de referencia, sino de
todo falso apoyo. Esta determinación San Juan la expresa bellamente en la Subida:

“Procure [el alma] siempre inclinarse:


no a lo más fácil, sino a lo más dificultoso;
no a lo más sabroso, sino a lo más desabrido;
no a lo más gustoso, sino antes a lo que da menos gusto;
no a lo que es descanso, sino a lo trabajoso;
no a lo que es consuelo, sino antes al desconsuelo;
no a lo más, sino a lo menos;
no a lo más alto y precioso, sino a lo más bajo y despreciado;
no a lo que es querer algo, sino a no querer nada;
no andar buscando lo mejor de las cosas temporales, sino lo peor, y desear entrar en toda desnudez y
vacío y pobreza por Cristo de todo cuanto hay en el mundo.” 14

En esta etapa lo que se busca es evitar que el alma se disperse en las criaturas
y, de ese modo, logre dirigirse resueltamente a Dios. Esto no implica una negación
del valor de las cosas creadas o del hombre mismo, sino un uso adecuado de las
mismas estableciendo una verdadera escala de valores, que permita usar de todo lo
bueno que Dios ha creado en forma instrumental, orientando todo hacia el fin último.

14
Subida al Monte Carmelo, I, 13,6.
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Fabián Darío Cortés

Noche pasiva del sentido.

Esta purificación no es posible llevarla a cabo completamente sin la asistencia


de la Gracia. Es por eso que Dios mismo interviene para que el alma quede
totalmente despojada de los gustos, y así, esté mejor dispuesta a la unión plena con
Dios. En este punto Dios quita del alma los gustos por aquello que también tiene un
sabor espiritual, dejando al hombre en una aridez purificativa.

En esta noche son purificadas son las diversas imperfecciones que aún
quedan en el alma, que busca a Dios y que ha emprendido su camino hacia Él. Dios
obra como una madre, una vez que el niño crece deja de llevarlo en sus brazos y
darle de comer de su pecho, para hacerlo caminar por sí solo y darle un alimento más
sustancioso.15

Noche activa del Espíritu.

Una vez que el alma se ha desprendido de todos los placeres sensibles entra
en la noche del espíritu. Una noche aún más oscura. Es la noche de la fe. Esta noche
comprende toda la parte racional del alma, dejándola sólo con la certeza de la fe.

El alma debe deshacerse de todas sus imperfecciones y de su propia manera


de actuar, de sus criterios, de su voluntad, de su razón, para alcanzar la unión final
con Dios. Esta purificación abarca todas las potencias espirituales de la persona: la
memoria, la razón y la voluntad. Y este vaciamiento se realiza a través de las virtudes
teologales. La razón tiene que dejar espacio a la fe, la esperanza tiene que vaciar la
memoria y la caridad liberar la voluntad de todo lo que no es Dios. Este camino es un
verdadero vía crucis: se trata de morir a la actividad natural del espíritu y de apoyarse
en las tres virtudes teologales para vivir solamente de fe, esperanza y caridad.

Noche pasiva del espíritu.

Esta noche es la noche por excelencia, en la que Dios purifica radicalmente al


alma a través de la contemplación infusa. Esta contemplación es una actividad
dinámica de amor en la que Dios infunde al alma una luz especial; por la que se
realiza una comunicación divina. Ante la grandeza de Dios que se le revela, el alma
queda cegada y conoce su indignidad.

15 Cf. Noche Oscura, I, 1, 2-3.


7
Fabián Darío Cortés

En esta noche, la purificación implica tanto los sentidos como el espíritu y las
potencia exteriores e interiores. La soledad en que se encuentra el alma hace que no
encuentre consuelo en nada fuera de Dios; de modo tal que desea su propia muerte.
Este sufrimiento persistirá hasta que el Señor haya purificado por completo el alma;
y ésta alcance la unión amorosa con Dios.

Al inicio del Libro I, Juan de la Cruz declara de lo que va a tratar a partir del
canto 1º de la poesía de la Noche oscura:

En una noche oscura,


con ansias, en amores inflamada,
¡oh dichosa ventura!,
salí sin ser notada
estando ya mi alma sosegada.

En este libro se trata sobre la contemplación purgativa, atravès de la cual, el


alma debe pasar. Esta contemplación “causa en el alma la dicha negación de sí
misma y de todas las cosas”16. Pero sólo es posible por la fuerza y la asistencia del
Esposo. San Juan no utiliza en este escrito la terminología de la noche pasiva, como
en la Subida; sino que, esa idea la expresa mediante la contemplación purgativa, que
se distingue de la contemplación en general por sus efectos.

La purificación pasiva es por la cual el sujeto pasa de principiante a


aprovechado; por lo tanto, se supone que ya ha experimentado y realizado la
purificación activa del sentido. Sin embargo aún cuando ya se ha encaminado en este
itinerario hacia Dios, todavía quedan en él imperfecciones, que se corresponden con
los vicios capitales aunque de tenor espiritual.

Por esta razón, entre los capítulos 2 y 7 expone algunas de las imperfecciones
o defectos a los que, los principiantes están aún sujetos; desarrollándolos a partir de
los vicios, junto con los beneficios que conlleva el lograr purificarse de ellos.

Comienza tratando la soberbia espiritual que consiste en enorgullecerse


vanamente por las satisfacciones que encuentra en las cosas espirituales. Esto lleva a
la arrogancia de hablar sólo de cosas espirituales delante de otros, o a desestimar a su
confesor o director cuando no lo aprueba, o a disminuir el peso de sus propios

16
Noche Oscura, I, Decl, 1.
8
Fabián Darío Cortés

pecados en la confesión para que no le tengan en mal concepto, u otras acciones por
el estilo.

Al tratar la avaricia en materia espiritual hace referencia a esa tendencia a


llenarse de consejos, y de aprender preceptos espirituales o tener y leer libros
concernientes al tema en cuestión.

A la lujuria espiritualmente hablando le dedica especial atención; ya que, esta


pasión desordenada por las cosas del espíritu puede ser origen de otros vicios e
imperfecciones. Consigna tres causas de la lujuria en el espíritu: el deleite por las
cosas espirituales, la acción del demonio, y el temor infundado de caer en esta misma
imperfección.

Con respecto a la ira espiritual, señala que existen al menos tres tipos. Uno
surge del encontrar cierta aridez, lo cual hace que se aíren muy fácilmente. Otros “se
aíran contra los vicios ajenos con cierto celo desasosegado, notando a otros”17. Y por
último al notar su imperfección caen en una ira contra ellos mismos por sus defectos.

Sobre la gula afirma que aparece en aquellos que “engolosinados con el sabor
y gusto que hallan en los tales ejercicios, procuran más el sabor del espíritu que la
pureza y discreción de él”18. Esta actitud se pone de manifiesto en una insistencia
aguerrida para lograr de su director lo que desean, y en caso de no lograrlo se
encaprichan y hasta desobedecen, con tal de saciar su apetito de cosas espirituales.

La envidia espiritual la ejemplifica con aquel que le pesa el aprovechamiento


espiritual de otros que lo aventajan. Y la acidia la refiere a quienes encuentran tedio
en lo espiritual y huyen de ello.

En los capítulos que van del 8 al 14 ingresa en lo específico de la noche


pasiva del sentido, y declara los distintos versos del canto I.

Comienza esta segunda parte declarando el primer verso: “En una Noche
Oscura”, tratando así de dar una noción de lo que es esa noche oscura. Lo propio de
esta noche es la acción de Dios sobre el principiante, que ya está preparado para
seguir avanzando en su camino espiritual, debido a que ha purificado bastante sus
sentidos y encuentra deleite en las cosas del espíritu. Aunque en él permanezcan aún
17
Noche Oscura, I, 5, 2.
18
Noche Oscura, I, 6, 1.
9
Fabián Darío Cortés

las imperfecciones citadas anteriormente. A éstos entonces “oscuréceles Dios toda


esta luz y ciérrales la puerta y manantial de la dulce agua espiritual que andaban
gustando en Dios todas las veces y todo el tiempo que ellos querían”19.

San Juan indica tres señales en la persona que está sumergida en esta noche:
1) que el alma no halla gusto ni en las cosas de Dios ni en las cosas creadas 20; 2) que
piensa en Dios pero con la impresión de que no le está sirviendo, sino que está
volviendo atrás en su camino espiritual, ya que en esta sequedad purificativa el alma
desea servir a Dios, pero sus sentidos están faltos de fortaleza y “como no está
acostumbrado a la dulzura espiritual, de primeras no experimenta en ello más que
sequedad y disgusto”21; 3) que ya no puede meditar ni discurrir con la ayuda de la
imaginación, “porque como aquí comienza Dios a comunicarse, no ya por el sentido,
como antes hacía por medio del discurso que componía y dividía las noticias, sino
por el espíritu puro, en que no cae discurso sucesivamente, comunicándosele con
acto de sencilla contemplación, la cual no alcanza los sentidos de la parte inferior”22.

El fin de esta noche es preparar el alma para la noche del espíritu, “es cambiar
los bienes, del sentido al espíritu (N, I, 9, 4); purificar la parte sensitiva de sus
defectos y prepararla (N, I, 8, 1); someterla y unirla al espíritu (N, I, 11, 3)”23.

En los capítulos 12 y 13, San Juan reseña los efectos o ventajas que esta
purificación obra en el alma. La primera y principal ventaja es el conocimiento de sí
y de las propias miserias, a la vez que adquiere mayor conciencia de la sublimidad de
Dios.24 Además de este primer efecto, hay otros más: humildad de espíritu, paz
profunda, recuerdo permanente de Dios, amor hacia el prójimo, sumisión al camino
del espíritu, liberación de las imperfecciones de los vicios capitales, desarrollo y
crecimiento de las virtudes, libertad de los enemigos del alma: el demonio, la carne y
el mundo.

Con respecto al tiempo y al rigor con que Dios hace pasar a un alma por esta
noche, Juan de la Cruz aclara que no es algo fijo, sino que depende de cada persona,
“porque esto va medido por la voluntad de Dios conforme a lo más o menos que cada

19
Noche Oscura, I, 8, 3.
20
Cf. Noche Oscura, I, 9, 2.
21
E. STEIN, La ciencia de la Cruz, p. 56.
22
Noche Oscura, I, 9, 8.
23
I. Rodríguez, Purgación, en E. ANCILLI, Diccionario de espiritualidad, Tomo 3, p. 231.
24
Cf. Noche Oscura, I, 12, 2.
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Fabián Darío Cortés

uno tiene de imperfección que purgar; y, también, conforme al grado de amor de


unión a que Dios la quiere levantar, la humillará más o menos intensamente, o más o
menos tiempo”25. Es así como a los más fuertes espiritualmente los hará pasar por un
camino purgatorio más intenso, ya que están mejor preparados y pueden sacar de ello
mayor provecho que los más débiles.

En el capítulo 10 San Juan expone algunas normas a tener en cuenta para


quienes se encuentran en esta noche. Por un lado aconseja una dirección segura, que
lo acompañe en el camino que Dios ha puesto a esta persona. Para esto no debe
esforzarse ni empeñarse en la oración o la meditación a toda costa, ya que ahora es
tiempo de contemplar la acción de Dios con silenciosa aceptación. Esto supone el
hábito de estar en una atención de amor hacia Dios permanente. Por todo esto, lo
fundamental es que, quienes están en este camino,

“se consuelen perseverando en paciencia, no teniendo pena; confíen en


Dios, que no deja a los que con sencillo y recto corazón le buscan, ni les dejará
de dar lo necesario para el camino, hasta llevarlos a la clara y pura luz de
amor, que les dará por medio de la noche oscura del espíritu, si merecieren que
Dios los ponga en ella”26.

25
Noche Oscura, I, 14, 5.
26
Noche Oscura, I, 10, 3.
11
Fabián Darío Cortés

Conclusión
Indudablemente la hondura espiritual de Juan de la Cruz no es posible
contenerla en unas pocas páginas. Sin embargo, hemos podido esbozar unas
pinceladas sobre su figura y su espiritualidad. Tras haber hecho este recorrido es
posible continuar afirmando la validez de la doctrina del Doctor Místico, tanto para
su época como en la actualidad; tanto para quienes son llamados a una vida
contemplativa, como para quienes viven en este mundo secular.

La imagen de la noche es un símbolo típico, del cual toda persona tiene


experiencia. La noche es una realidad ambivalente, la persona ingresa en ella y a la
vez que se renueva para el nuevo día, cuya luminosidad nos hace capaces de
descubrirnos de un modo totalmente novedoso. Dios nos hace pasar por la noche;
porque, aun cuando, el principiante se ejercite en mortificar en sí mismo todas sus
acciones y pasiones, nunca lo puede conseguir del todo hasta que Dios lo hace en él.
El hombre debe meterse en la noche para que, quemadas las escorias en el fuego de
la contemplación oscura y amorosa, participe de la vida de Dios.

Esta experiencia nocturna tiene valor para el mundo de hoy que quiere una
vida simple, una vida cómoda, una vida marcada por lo meramente placentero, pero
que desconoce la riqueza escondida detrás de esa noche de la fe. Una riqueza que le
permitiría despejar sus temores y confiarse en las manos del Único que puede traerle
nueva luz y darle nuevas esperanzas para enfrentar las adversidades de la vida de
cada día.

San Juan de la Cruz nos ofrece un camino, una senda en la cual Dios es quien
guía y conduce a cada uno hasta la unión íntima con Él. En este camino, pareciera ser
que Dios nos abandona. Paradójicamente, es Él quien nos lleva de la mano en la
oscuridad para que podamos abandonarnos en su amor y lleguemos, no sin unirnos a
su Cruz, a contemplarlo, a gustarlo y a amarlo como Él quiere.
12
Fabián Darío Cortés

Bibliografía

 SAN JUAN DE LA CRUZ, Obra Completas, Ed. Espiritualidad, 5º ed. Madrid, 1993.

 JUAN PABLO II, Carta Apostólica Maestro de la fe, 14 de diciembre de 1990.

 BENEDICTO XVI, Audiencia general, 16 de febrero de 2011.

J. CHEVALIER-A. GHEERBRANT, Diccionario de los símbolos, Herder, Barcelona,


1988.

 X. LEÓN-DUFOUR, Vocabulario de teología bíblica, Herder, 1980.

 I. RODRIGUEZ, Purificación, en E. ANCILLI, Diccionario de espiritualidad, Tomo 3,


Herder, Barcelona, 1983.

 F. RUIZ, Juan de la Cruz (san), en E. ANCILLI, Diccionario de espiritualidad, Tomo 2,


Herder, Barcelona, 1983.

 E. STEIN, La ciencia de la Cruz. Estudio sobre San Juan de la Cruz, Ed. Monte
Carmelo, Burgos, 1994.

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