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Cuentos Didácticos

HIPNOSIS

Juan Carlos García Leaños | junio 2018


El Bambú Japonés (Impaciencia y madurez)

No hay que ser agricultor para saber que una buena cosecha requiere de buena semilla, buen
abono y riego constante. También es obvio que quien cultiva la tierra no se para impaciente
frente a la semilla sembrada y grita con todas sus fuerzas: “crece, maldita seas!”

Algo muy curioso sucede con el bambú japonés, que lo transforma en no apto para impacientes:
Siembras las semilla, la abonas y te ocupas de regarla constantemente.

Durante los primeros meses no sucede nada apreciable. En realidad, no pasa nada con la semilla
durante los primeros siete años, a tal punto, que un agricultor inexperto estaría convencido de
haber comprado semillas estériles.

¡Sin embargo, en el séptimo año en un período de sólo seis semanas, la planta de bambú crece
más de 30 metros! ¿tardó solo seis semanas crecer? No. La verdad es que le tomó siete años y seis
semanas desarrollarse. Durante los primeros siete años de aparente inactividad, este bambú
estaba generando un complejo sistema de raíces que le permitían sostener el crecimiento que iba
a tener después. Sin embargo, en la vida cotidiana, muchas personas tratan de encontrar
soluciones rápidas, triunfos apresurados sin entender que el éxito es simplemente resultado del
crecimiento interno y que éste requiere tiempo.

Quizás por la misma impaciencia, muchos de aquellos que aspiran a resultados en corto plazo,
abandonan súbitamente, justo cuando ya estaban a punto de conquistar la meta.

Es tarea difícil convencer al impaciente que sólo logran el éxito aquellos que luchan en forma
perseverante y saben esperar el momento adecuado.

Es necesario entender que en muchas ocasiones estaremos frente a situaciones en las que
creemos que nada está sucediendo. Y esto puede ser extremadamente frustrante. En esos
momentos (que todos tenemos), debemos recordar el ciclo de maduración del bambú japonés, y
aceptar que -en tanto no bajemos los brazos, - ni abandonemos por no “ver” el resultado que
esperamos, pues así está sucediendo algo dentro de nosotros: estamos creciendo, madurando.

Quienes no se rinden, van gradual y progresivamente creando los hábitos y el temple que les
permitirá sostener el éxito cuando éste al fin se materialice. El triunfo no es más que un proceso
que lleva tiempo y dedicación.

Un proceso que exige aprender nuevos hábitos y nos obliga descartar otros.

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¿A quién llevas sobre tus espaldas…? (Aprender a soltar)
Dos monjes peregrinos, maestro y discípulo, en camino de regreso a su templo, llegaron hasta un
arroyo, cuando se disponían a trasponerlo, vieron una joven mujer que angustiada y con lágrimas
en los ojos, no se atrevía a cruzarlo, temerosa porque el arroyo había crecido y la corriente era
fuerte.

Se acercaron hasta ella, preguntándole que es lo que le ocurría, esta les explicó que necesitaba
cruzar hasta la otra orilla, para llegar a ver a su madre muy enferma antes que muriese y al no
poder cruzar a tiempo, ya no la podría nunca más ver con vida. Rápidamente el joven monje, fiel a
sus votos, se disculpó diciéndole que ellos no la podían ayudar, pues habían hecho votos de
castidad y les estaba prohibido tocar a una mujer, que desafortunadamente tendría que esperar
hasta que las aguas desciendan u otro caminante la ayudase. El otro monje, el maestro, casi sin
detenerse más tiempo que para arremangar sus ropas, le dijo:

-Recoge tu pequeña bolsa, súbete sobre mis espaldas y sostente firmemente, pues no ha de ser
sencillo cruzar estas aguas-. La subió sobre sus espaldas y sujetándola con firmeza, no sin
esfuerzo atravesó las aguas, cruzándola hasta la otra orilla. Allí la bajó, recompuso sus
empapadas ropas, recibió el emocionado agradecimiento de la mujer y casi sin palabras
reemprendió el camino junto a si discípulo.

Después de recorrer el camino casi en silencio, tres días después, el joven discípulo, sin poder
contenerse más, exclamó: “¿Cómo pudiste quebrar tus votos de castidad, tomando una mujer en
tus brazos y cargarla sobre tus espaldas?

Conoces bien las reglas…Como es posible que la hayas cargado encima tuyo… El maestro
cuestionado, con una serena sonrisa en su rostro, le respondió: “Es posible que haya cometido
alguna falta, pero esa mujer necesitaba cruzar ese arroyo para llegar a ver con vida a su madre.

Yo solo crucé a la mujer y la dejé en la otra orilla, es sólo eso, lo único que hice…… “¿Pero ¿qué te
pasa a ti, que ya pasaron tres días del episodio y aún la llevas a cuestas?”. Yo la dejé del otro lado
del arroyo, hace ya tres días y continué mi camino y mis oraciones en soledad.

La gente suele asustarse cuando se habla de soltar, porque se imagina que tiene
que soltar a una persona o un objeto material...pero no se trata de soltar personas ni
cosas, sino de soltar una actitud.

Podemos permitirnos alivianar, al menos en parte, la invisible carga que llevamos, dejando partir
el sobrepeso adicional que tantas veces innecesariamente acumulamos y cargamos…

PÁGINA 2
El Carro Volcado
Venía un hombre caminado por un estrecho y poco transitado camino, al girar en una curva,
pocos metros más adelante, se encuentra frente a un pesado carro que había volcado y le impedía
el paso.

El campesino que conducía el carro, que había estado en vano intentando ponerlo nuevamente en
pie, le pidió al viajero que le ayudase a levantarlo.
¿Como podrían solo dos hombres levantar una carga tan grande? se preguntó el hombre.

Y contestó:
-Es inútil. No puedo. Es imposible.

Entonces, el campesino con enojo y en tono de reproche, le increpo:


- ¡Claro que puedes, pero no quieres! ¡Esa es la verdad! ¡No quieres, en realidad no quieres!

El viajero, al percibir la vehemencia (energía tan intensa) del campesino, puso manos a la obra.
Busco en la cercanía y encontró unos maderos y ayudó con esfuerzo a deslizarlos bajo las ruedas.
Con otro madero a modo palanca, ambos hombres, hicieron fuerza y contrapeso con todas sus
fuerzas.
El carro oscilo, parecía enderezarse, pero costaba, se movió un poco, tomaron aliento y con un
nuevo esfuerzo, consiguieron enderezarlo.
El campesino acaricio el lomo de sus bueyes, que jadeaban y volvió a colocar la carga en su sitio.
Unos pocos momentos más tarde el carro, tirado por los bueyes, se puso en marcha.

El viajero le dijo al campesino:


-Permíteme que te acompañe durante este tramo del camino.
-Con gusto, será un placer. ¡Acompáñame!

Se pusieron a andar uno al lado del otro. Tras unos momentos de silencio, el viajero le pregunto
al campesino:
- ¿Como es que has podido pensar que yo no quería?
“…Precisamente lo he pensado porque tú has dicho que no podías. Nadie sabe que no puede
hacer algo antes de haberlo intentado verdaderamente…”
-Pero ¿Como has podido pensar que podría hacerlo?
-Era solo una idea. Eso es todo.
- ¿Qué quieres decir con eso de una idea, eso es todo?
- ¡Pero, que insistencia! ¿En verdad quieres saberlo?
Pues bien, se me ha ocurrido al ver que te habían enviado a mi encuentro.
- ¿Como es eso?, pregunto el viajero.
¿Entonces crees que tu carro se ha volcado, sólo para que yo pudiese ayudarte?
-Por cierto - ¿Y qué otra razón podría haber, amigo? -dijo el campesino.

PÁGINA 3
Lo que el miedo puede hacer…

En una tierra en cruda guerra, había un Rey que causaba espanto…

Siempre que capturaba prisioneros, no los mataba:


Los llevaba a una gran sala, oscura y de fuertes muros de piedra, en la que había un grupo de
arqueros de su ejército.

Sobre uno de los lados, de esa terrorífica sala de la muerte, estaban reunidos los arqueros, y
sobre la otra pared, había, cerrada con una tranca, una puerta de pesadas y atormentadoras
hojas.
Sobre la misma se veían figuras de calaveras cubiertas de sangre… junto otras aterradoras
imágenes.

En esta sala, el Rey, les ordenaba a los prisioneros formar un círculo… y dirigiéndoles la palabra
les decía:
“Ustedes podrán elegir entre morir en forma rápida y segura flechados por mis arqueros o pasar
por aquella pesada puerta la que por mí mismo será trancada, una vez que hayan pasado”

Todos escogían ser muertos en forma rápida, por los arqueros del Rey…
Al finalizar la guerra, un soldado que por mucho tiempo había servido al Rey, dirigiéndose a su
soberano, le dijo:
“Señor… le puedo hacer una pregunta?”
“Señor…. ¿Qué cosa hay detrás de tan asustadora y temida puerta?
-Vaya y vea por usted mismo!!!…. le respondió el Rey…

¡El valiente soldado, entonces, abre temerosamente la puerta y a medida que lo hace, los rayos
del sol van entrando y aclarando el ambiente y finalmente descubre absolutamente incrédulo y
sorprendido que la terrorífica puerta se abría sobre un camino que conducía a la LIBERTAD!

El soldado, sin poder salir de su asombro, apenas puede escuchar la voz de su Rey que le dice:

- “…Yo les daba a ellos, la alternativa… de elegir, que escogieran que hacer…con respecto a sus
vidas…” -“…Pero ellos preferían morir antes de arriesgarse a abrir esa pesada puerta!!!”
Cuantas puertas dejamos de abrir por el miedo a arriesgar?…
Cuantas veces perdemos la libertad y morimos por dentro,
por sentirnos con miedo a abrir la puerta de nuestros sueños?…
Que tengas siempre la decisión y el coraje de abrir sin miedo tus nuevas puertas!!

¡Piensa en eso!

PÁGINA 4
La metáfora de los lobos
Una mañana un sabio ermitaño le contó a un viajero una breve enseñanza acerca de una batalla
que ocurre en el interior de las personas.

Dijo: “Amigo mío, la batalla es entre dos lobos dentro de todos nosotros.”

“Uno es Malvado – Es ira, envidia, celos, tristeza, pesar, avaricia, arrogancia, autocompasión,
culpa, resentimiento, inferioridad, mentiras, falso orgullo, superioridad y ego.”

“El otro es Bueno – Es alegría, paz, amor, esperanza, serenidad, humildad, bondad, benevolencia,
empatía, generosidad, verdad, compasión y fe.”

El viajero lo meditó por unos minutos y luego preguntó al ermitaño: “¿Qué lobo va a ganar?”

El anciano indio respondió: muy sencillo … “Aquél al que alimentes.”

PÁGINA 5
“La Ciudad de los hombres buenos y malos”
Había una vez un anciano que pasaba los días sentado junto a un pozo a la entrada de un pueblo.

Un día, un joven se le acercó y le preguntó:


-Yo nunca he venido por estos lugares. ¿Cómo son los habitantes de esta ciudad?

El anciano le respondió con otra pregunta:


-Cómo eran los habitantes de la ciudad de la que vienes?

El joven respondió:
-Egoístas y malvados, por eso me he sentido contento de haber salido de allí.

- Pues los habitantes de esta ciudad también son así, egoístas y malvados, le respondió el anciano.

Un poco después, otro joven se acercó al anciano y le hizo la misma pregunta:


-Voy llegando a este lugar. ¿Cómo son los habitantes de esta ciudad?

El anciano de nuevo le contestó con la misma pregunta:


- ¿Cómo eran los habitantes de la ciudad de dónde vienes?

-Eran buenos, generosos, hospitalarios y trabajadores. Tenía tantos amigos que me ha costado
mucho separarme de ellos.

-También los habitantes de esta ciudad son así – respondió el anciano.

Un hombre que había llevado sus animales a tomar agua al pozo y que había escuchado la
conversación, en cuanto el joven se alejó, le dijo al anciano:
¿Cómo puedes dar dos respuestas completamente diferentes a la misma pregunta hecha por dos
personas?

-Mira – le respondió – Cada uno lleva el universo en su corazón. Quien no ha encontrado nada
bueno en su pasado, tampoco lo hallará aquí. En cambio, aquel que tenía amigos en su ciudad,
encontrará también aquí amigos leales y fieles. Porque las personas son lo que encuentran en sí
mismas; encuentran siempre lo que esperan encontrar.

PÁGINA 6
EL CAMPESINO CHINO Y SU HIJO
Había una vez un campesino chino, pobre pero sabio, que trabajaba la tierra duramente con su
hijo. Un día el hijo le dijo:
- ¡Padre, qué desgracia! Se nos ha ido el caballo.
- ¿Por qué le llamas desgracia? - respondió el padre - veremos lo que trae el tiempo...
A los pocos días el caballo regresó, acompañado de otro caballo.
- ¡Padre, qué suerte! - exclamó esta vez el muchacho - Nuestro caballo ha traído otro Caballo.
- Por qué le llamas suerte? - repuso el padre - Veamos qué nos trae el tiempo.
En unos cuantos días más, el muchacho quiso montar el caballo nuevo, y éste, no acostumbrado al
jinete, se encabritó y lo arrojó al suelo.
El muchacho se quebró una pierna. - ¡Padre, qué desgracia! - exclamó ahora el muchacho - ¡Me he
quebrado la pierna!
Y el padre, retomando su experiencia y sabiduría, sentenció: - ¿Por qué le llamas desgracia?
¡Veamos lo que trae el tiempo! El muchacho no se convencía de la, sino que gimoteaba en su
cama.
Poco os días después pasaron por la aldea los enviados del rey, buscando jóvenes para llevárselos
a la guerra. Vinieron a la casa del anciano, pero como vieron al joven con su pierna entablillada, lo
dejaron y siguieron de largo.
El joven comprendió entonces que nunca hay que dar ni la desgracia ni la fortuna como
absolutas, sino que siempre hay que darle tiempo al tiempo, para ver si algo es malo o bueno.

En realidad, la vida da tantas vueltas, y es tan paradójico su desarrollo, que lo malo se hace bueno
y lo bueno, malo. Lo mejor es aceptar el presente,

PÁGINA 7
La Roca en el Camino
Esta historia nos hace reflexionar sobre la importancia de afrontar los obstáculos que la vida
nos pone delante.

En un reino lejano, hubo una vez un rey que colocó una gran roca en medio del camino
principal de entrada al reino, obstaculizando el paso. Luego se escondió para ver si alguien la
retiraba.

Los comerciantes más adinerados del reino y algunos cortesanos que pasaron
simplemente rodearon la roca. Muchos de ellos se quedaron un rato delante de la
roca quejándose, y culparon al rey de no mantener los caminos despejados, pero ninguno hizo
nada para retirar el obstáculo.

Entonces llegó un campesino que llevaba una carga de verduras. La dejó en el suelo y estudió la
roca en el camino observándola. Intentó mover la roca empujándola y haciendo palanca con una
rama de madera que encontró a un lado del camino, después de empujar y fatigarse mucho,
finalmente logró apartar la roca. Mientras recogía su carga, encontró una bolsa, justo en el
lugar donde había estado la roca. La bolsa contenía una buena cantidad de monedas de oro y una
nota del rey, indicando que esa era la recompensa para quien despejara el camino.

El campesino aprendió lo que los otros nunca aprendieron:

Cada obstáculo superado es una oportunidad para mejorar la propia condición.

PÁGINA 8
El Vaso de Agua:
En una sesión grupal, la psicóloga en un momento dado levantó un vaso de agua.

Cuando todos esperaban oír la pregunta: "¿Está el vaso medio lleno o medio vacío?”, ella en lugar
de esto preguntó:

- ¿Cuánto pesa este vaso?

Las respuestas de los componentes del grupo variaron entre 200 y 250 gramos.

Pero la psicóloga respondió:

- El peso absoluto no es importante, sino el percibido, porque dependerá de cuánto tiempo


sostengo el vaso: Si lo sostengo durante 1 minuto, no es problema. Si lo sostengo 1 hora, me dolerá
el brazo. Si lo sostengo 1 día, mi brazo se entumecerá y paralizará.

El vaso no cambia, pero cuanto más tiempo lo sujeto, más pesado y más difícil de
soportar se vuelve.

Después continuó diciendo:

- Las preocupaciones son como el vaso de agua. Si piensas en ellas un rato, no pasa nada. Si
piensas en ellas un poco más empiezan a doler y si piensas en ellas todo el día, acabas sintiéndote
paralizado e incapaz de hacer nada.

¡Acuérdate de soltar el vaso!

PÁGINA 9
Cuento sobre la confianza
El señor Pajarian era un hombrecillo de cara simpática y sonriente que tenía una tienda de
pajaritos. Era una pajarería muy especial, en la que todas las aves caminaban sueltas por
cualquier lado sin escaparse, y los niños disfrutaban sus colores y sus cantos.
Tratando de saber cómo lo conseguía, el pequeño Nico se ocultó un día en una esquina de la
tienda. Estuvo escondido hasta la hora del cierre, y luego siguió al pajarero hasta la trastienda.

Allí pudo ver cientos de huevos agrupados en pequeñas jaulas, cuidadosamente conservados. El
señor Pajarian llegó hasta un grupito en el que los huevecillos comenzaban a moverse; no
tardaron en abrirse, y de cada uno de ellos surgió un precioso ruiseñor.

Fue algo emocionante, Nico estaba como hechizado, pero entonces oyó la voz del señor
Pajarian. Hablaba con cierto enfado y desprecio, y lo hacía dirigiéndose a los recién nacidos: "¡Ay,
miserables pollos cantores... ni siquiera volar sabéis, menos mal que algo cantaréis aquí en la
tienda!"- Repitió lo mismo muchas veces. Y al terminar, tomó los ruiseñores y los introdujo en una
jaula estrecha y alargada, en la que sólo podían moverse hacia adelante.
A continuación, sacó un grupito de petirrojos de una de sus jaulas alargadas. Los petirrojos, más
creciditos, estaban en edad de echar a volar, y en cuanto se vieron libres, se pusieron a intentarlo.
Sin embargo, el señor Pajarian había colocado un cristal suspendido a pocos centímetros de sus
cabecitas, y todos los que pretendían volar se golpeaban en la cabeza y caían sobre la mesa. "¿Veis
los que os dije?" -repetía- " sólo sois unos pobres pollos que no pueden volar. Mejor será que os
dediquéis a cantar"...

El mismo trato se repitió de jaula en jaula, de pajarito en pajarito, hasta llegar a los mayores. El
pajarero ni siquiera tuvo que hablarles: en su mirada triste y su andar torpe se notaba que estaban
convencidos de no ser más que pollos cantores. Nico dejó escapar una lagrimita pensando en
todas las veces que había disfrutado visitando la pajarería. Y se quedó allí escondido, esperando
que el señor Pajarian se marchara.

Esa noche, Nico no dejó de animar a los pajaritos. "¡Claro que podéis volar! ¡Sois pájaros! ¡ Y sois
estupendos! ", decía una y otra vez. Pero sólo recibió miradas tristes y resignadas, y algún que
otro bello canto.
Nico no se dio por vencido, y la noche siguiente, y muchas otras más, volvió a esconderse para
animar el espíritu de aquellos pobre pajarillos. Les hablaba, les cantaba, les silbaba, y les
enseñaba innumerables libros y dibujos de pájaros voladores "¡Ánimo, pequeños, seguro que
podéis! ¡Nunca habéis sido pollos torpes!", seguía diciendo.

Finalmente, mirando una de aquellas láminas, un pequeño canario se convenció de que él no


podía ser un pollo. Y tras unos pocos intentos, consiguió levantar el vuelo... ¡Aquella misma
noche, cientos de pájaros se animaron a volar por vez primera! Y a la mañana siguiente, la tienda
se convirtió en un caos de plumas y cantos alegres que duró tan sólo unos minutos: los que
tardaron los pajarillos en escapar de allí.

Cuentan que después de aquello, a menudo podía verse a Nico rodeado de pájaros, y que sus
agradecidos amiguitos nunca dejaron de acudir a animarle con sus alegres cantos cada vez que el
niño se sintió triste o desgraciado.

PÁGINA 10
Superación y adaptación a los cambios
Había una vez un resortito que vivía tranquilo y seguro dentro de su bolígrafo. Aunque oía
muchas cosas procedentes del exterior, vivía creyendo que fuera de su mundo, el bolígrafo, no
había nada bueno. Sólo pensar en dejar su bolígrafo le daba tal miedo que no le importaba pasar
su vida encogiéndose y estirándose una y otra vez en el minúsculo espacio del boli.

Pero un día, se acabó la tinta, y cuando su dueño lo fue a cambiar tuvo un despiste. El resortito
saltó por los aires y fue a parar al desagüe del lavabo, y por ahí se perdió de vista. El resortito,
aterrorizado y lamentándose de su suerte, atravesó tuberías y tuberías, pensando siempre que
aquello era su fin. Durante el viaje por las cañerías no se atrevió a abrir los ojos de puro miedo, sin
dejar ni un momento de llorar. Arrastrado por el agua, siguió, siguió y siguió, hasta ir a parar a un
río; cuando la corriente perdió fuerza, al ver que todo se calmaba, dejó de llorar y escuchó a su
alrededor, y al oír sólo los cantos de los pájaros y el viento en las hojas de los árboles, se animó a
abrir los ojos. Entonces pudo ver las aguas cristalinas del río, las piedras del fondo, y los peces de
colores que en él vivían y jugaban, y comprendió que el mundo era mucho más que su pequeño
bolígrafo, y que siempre había habido muchas cosas en el exterior esperando para disfrutarlas.

Así que después de jugar un rato con los peces, fue a parar a la orilla, y después a un campo de
flores. Allí escuchó un llanto, que le llevó hasta una preciosa flor que había sido pisada por un
conejo y ya no podía estar recta. El resortito se dio cuenta entonces de que él podía ayudar a
aquella flor a mantenerse recta, y se ofreció para ser su vestido. La flor aceptó encantada, y así
vivieron juntos y alegres. Y siempre reían al recordar la historia del resortito, cuando pensaba que
lo único que había en la vida, era ser el triste resortito de un bolígrafo.

PÁGINA 11
El cedro vanidoso (Vanidad y ambición)
Esta es la historia de un cedro presumido y tonto que se jactaba a diario de su hermosura. El cedro
vivía en el medio de un jardín, rodeado de otros árboles más pequeños, y para nada tan bellos
como él. ¡Soy en verdad, algo digno de contemplar, y no hay nadie en este jardín que supere mi
encanto! –repetía el cedro por las mañanas, las tardes y las noches.

Al llegar la primavera, los árboles comenzaron a dar hermosas frutas. Deliciosas manzanas
tuvieron los manzanos, relucientes cerezas aportó el cerezo, y el peral brindó gordas y jugosas
peras.

Mientras tanto, el cedro, que no podía dar frutos, se lamentaba angustiado: “Mi belleza no estará
completa hasta que mis ramas no tengan frutos hermosos como yo”. Entonces, se dedicó a
observar a los demás árboles y a imitarlos en todo lo que hicieran para tener frutos. Finalmente, el
cedro tuvo lo que pidió, y en lo alto de sus ramas, asomó un precioso fruto.

“Le daré de comer día y noche para que sea el más grande y hermoso de todos los frutos”,
exclamaba el cerro orgulloso de su creación. Sin embargo, de tanto que llegó a crecer aquel fruto,
no hizo más que torcer poco a poco la copa de aquel cedro. Con el paso de los días, el fruto
maduró y se hizo más pesado cada vez, hasta que el cedro no pudo sostenerlo y su copa terminó
completamente quebrada y arruinada.

Algunas personas son como los cedros, que su ambición es tan grande que les lleva a perder todo
cuanto tuvieron, pues no hay nada tan fatal como la vanidad, y debemos evitar ser engreídos con
las personas que nos rodean.

PÁGINA 12
UN CUENTO SOBRE LA IMPORTANCIA DE CONFIAR EN
UNO MISMO
Érase una vez un hombre que vivía muy cerca de un importante cruce de caminos.

Cada día, nada más salir el sol, se acercaba al cruce para instalar su pequeño puesto ambulante de
bocadillos, que el mismo reparaba y horneaba en su horno de leña.

Este hombre, que no podía ver ni escuchar bien, era conocido en toda la región por sus exquisitos
bocadillos, a los que dedicaba todo su tiempo, ya que ni veía la televisión, ni podía leer el diario…

La gente estaba tan contenta que cada día le compraba más y más, hasta que, meses después, el
hombre decidió alquilar un terreno donde puso un cartel de colores que todo el mundo podía ver. Y
seguía preparando los bocadillos y vendiéndolos como siempre, gritando a voces su conocida frase:

– ¡Compre deliciosos bocadillos calientes!-Y así

, como atraídas por un imán, las personas se acercaban al puesto y compraban deliciosos
bocadillos.

El negocio cada vez iba mejor, así que el tendero pensó en alquilar un terreno más grande y en un
sitio todavía más céntrico.

Y seguía vendiendo, más y más bocadillos cada día. Tanto que tuvo que pedir ayuda a su hijo, un
prestigioso empresario de la ciudad, para que le ayudara.

Al recibir su llamada, su hijo respondió:

– Pero papá, ¿no escuchas la radio ni ves la televisión? No te puedes fiar de que te vayan bien las
cosas ahora porque estamos en crisis, una crisis terrible, y todo va a ir a peor- le dijo.

A esto, el padre pensó:

– Mi hijo trabaja en la gran urbe, tiene un trabajo altamente cualificado, además de contactos
importantes y está muy bien informado… ¡Debe saber de lo que habla!”.

Así que el tendero revisó sus costes, empezó a comprar menos pan e ingredientes e incluso dejó de
promocionar sus bocadillos. El efecto negativo en las ventas fue inmediato y acabó devolviendo el
terreno y dejó de confiar en uno mismo.

Apenado, el tendero volvió a llamar a su hijo:

– Querido hijo, tenías mucha razón, ¡puedo asegurarte que estamos atravesando una grave crisis!

REFLEXIÓN:

Este cuento nos hace reflexionar sobre la importancia de confiar en uno mismo.

A menudo nos dejamos influenciar por las opiniones de los demás y hacemos más caso de los
condicionantes externos (radio, la televisión, la prensa) que a esa “vocecilla interior” que realmente
sabe lo que nos conviene. Es importante guiarnos por ella y confiar en uno mismo para llegar a buen
puerto.

A nivel profesional ocurre lo mismo: si tu idea, proyecto, negocio o ilusión parece que va bien, ¿por
qué no seguir apostando? Puede que al final acabe no saliendo como querías, pero de nada sirve

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tirar la toalla cuando todo parece ir bien o cuando realmente piensas que es posible. Así pues, es
esencial confiar en uno mismo.

Bajar de Peso:
¿Qué sentimientos nos motiva a comer inadecuadamente o no llevar una sana
alimentación y sedentarismo?:
Amor
Placer
Confort
Antojo
Recompensa
Falta de preocupación o interés por la cantidad, tamaño o calidad del alimento

¿Qué beneficios podemos obtener al bajar de peso?:


Seguridad en su imagen
Comodidad al usar algunas prendas
Belleza física
Admiración

¿Como se logra?
Pequeños cambios
El éxito se trata de estar siempre progresando (cumpliendo retos), no es lineal
Tomar agua (la debida)
Es el conjunto de pequeñas cosas que hacen un todo

1. No entrenar demás es importante


A veces cometemos el error de entrenar 5 horas seguidas, porque estamos bastante motivadas,
pero al día siguiente no y así no es conveniente, la motivación debe ser diaria, por eso debemos
evitar sobre exigirnos para no estar agotadas al día siguiente.
2. Registra los procesos
Todo lo que has venido haciendo, si corres, analizar los recorridos de esta manera notarás la
mejora en el rendimiento, motivándote a seguir adelante.
3. Busca hacer actividades que te gusten
Así la pasarás bien, recuerda que alno disfrutar la actividad física buscaremos mil excusas para
no hacerla, así que la clave está en encontrar la que más se ajuste a nosotras.
4. El sitio en donde te ejercitarás también cuenta
Si es en tu casa, al aire libre o en un gym, establece esa zona para hacer ejercicios, lo que te
agradará aún más motivándote a mantenerte activa.
5. Tener compañía también nos servirá
Siempre es mejor, si no tienen la misma resistencia física tratar de que una no interfiera con
el entrenamiento de la otra o buscar alguien que tenga tu nivel.
6. Valórate
El tiempo que inviertes buscando una vida más sana, es importante, sino en todo lo que has
recorrido ya.
7. Recuerda el motivo por el que iniciaste
Algo te motivo a cambiar tus hábitos y reformar tu estilo de vida, mantenerlo siempre presente
será vital para no desistir.
8. Rodéate de gente positiva
Esto evitará que cuando sientas ganas de abandonar tu meta, lo pienses mejor, ya que lejos de
decirte que no puedes, te darán el ánimo necesario, porque dificultades te encontrarás en el
camino, pero debes ser más fuerte, todo dependerá de ti.
Cuando comienzas alguna actividad debes procurar culminarla, más aún cuando de ella
depende el estar saludable, siempre acompaña el ejercicio de una buena alimentación e
hidratación y verás lo beneficioso que resultará para tu cuerpo.
Es importante que mantengas tu motivación para continuar con tu camino hacia la pérdida de
peso.

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De seguro tienes zonas en tu cuerpo que te gustaría adelgazar, y es importante que estes
motivada… dales más duro a esas partes

Idea de la terapia:

Paso 1
Poner en trance
Baño físico mental
Mientras se mira en el espejo al salir de bañar hacerla reflexionar que
recompensa tiene al no bajar de peso

Paso 2
Llevarla a un lugar seguro
Ver el futuro
Hacerle ver los beneficios
Paso 3

Traerla al presente:
Hacerse un compromiso, una promesa
Dale ideas (arriba) de cómo lograrlo.
Ser realista que no será sencillo ni inmediato

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El hombre que se creía sabio (La verdadera sabiduria)

Adaptación de la fábula de Tomás de Iriarte

Vivía en Madrid un hombre al que todos consideraban un zoquete, pero que era inmensamente
rico. Su casa era un palacete rodeado de jardines en el centro de la capital. Cualquiera que llegaba
a esa mansión, con sólo echarle un vistazo a la fachada, imaginaba que alguien muy importante
y distinguido vivía allí.

Una vez dentro, cada salón era más grande y ostentoso que el anterior. Enormes lámparas de
cristal colgaban de los techos y exquisitos muebles llenaban todos los espacios. Estaba claro que
el dueño no había escatimado dinero en construir una de las mejores casas del país.

Un día, un amigo le visitó. Recorrió todas las estancias y con cierta extrañeza, le hizo un
comentario que le descolocó.

– ¡Tienes una casa impresionante! Se nota que has mandado traer magníficos objetos y las
mejores antigüedades de los más recónditos lugares del mundo, pero no he visto ni un solo libro
en toda la casa… ¿Cómo es posible que no tengas una buena colección? – dijo enarcando las cejas
con gesto de sorpresa – Los libros son los mejores maestros que existen, pues resuelven todas las
dudas, abren la mente a nuevas ideas y nos acompañan toda la vida.

– Tienes razón – respondió el hombre rico, pensativo – ¿Cómo es que no se me ha ocurrido antes?

– Bueno… Todavía estás a tiempo. Tienes espacio de sobra para construir una librería y llenarla de
libros interesantes.

– ¡Sí, eso haré! Ahora mismo mando llamar al mejor ebanista de la ciudad para que haga una
librería de madera pulida a lo largo de toda la pared del salón principal. Después, me ocuparé de
comprar por lo menos doce mil libros que abarquen todos los temas, desde las ciencias a la
astronomía, pasando por el arte, la cocina y los viajes ¡Que no se diga que no soy un hombre
culto!

Pasaron los días y los enormes estantes estuvieron perfectamente terminados ¡Ya sólo le faltaba
colocar en ellos los libros!

– Uf, qué pereza tener que ir a comprar tanto libro… – pensó el dueño de la casa – ¿No será mejor
poner libros falsos? En realidad, van a quedar igual de bien y adornarán estupendamente el salón.

Lo pensó durante un rato y al final se decidió.

– ¡Sí, eso haré! Avisaré al pintor que suele trabajar para mí y le diré que coja tacos de madera de
diferentes tamaños, que los recubra con piel y luego escriba uno a uno, con letras doradas, el
título de los libros más importantes de la literatura antigua y moderna ¡Parecerán tan reales que
nadie notará la diferencia!

Tres meses después, el pintor había concluido su trabajo. El dueño de la casa pensó que la obra
había quedado tal y como él quería. Uno podía acercarse a tres centímetros y no darse cuenta de
que los libros eran de mentira.

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– ¡Qué elegantes quedan en mi salón!– se enorgullecía – No falta ni un libro importante, están
todos aquí.

Tan satisfecho se sentía, que una y otra vez hacía un repaso de todos los tomos, hasta el punto
que se aprendió todos los títulos de memoria.

– ¡Fantástico! Conozco todos los libros que tengo en la librería. Ahora no soy solamente un
hombre rico, sino un hombre sabio.

Y aquí termina la historia de este hombre, rico pero memo, al que, en realidad, aprender le daba lo
mismo. No fue más sabio por saberse los títulos, sino más ignorante por despreciar todo lo que en
ellos se aprende.

¡Moraleja: la verdadera sabiduría se adquiere leyendo las cosas que a uno le interesan y le
aportan ideas y nuevos conocimientos.

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Lo que sucedió al árbol de la Mentira

Maestro, sabed que estoy muy pesaroso y en continua pelea con unos hombres que no me
estiman, y son tan farsantes y tan embusteros que siempre mienten, tanto a mí como a quienes
tratan. Dicen unas mentiras tan parecidas a la verdad que, si a ellos les resultan muy beneficiosas,
a mí me causan gran daño, pues gracias a ellas aumentan su poder y levantan a la gente contra
mí. Pensad que, si yo quisiera obrar como ellos, sabría hacerlo igual de bien; pero como la mentira
es mala, nunca me he valido de ella. Por vuestro buen entendimiento os ruego que me aconsejéis
el modo de actuar frente a estos hombres.

-Señor Conde Lucanor -dijo Maestro-, para que hagáis lo mejor y más beneficioso, me gustaría
mucho contaros lo que sucedió a la Verdad y la Mentira.

El conde le pidió que así lo hiciera.

-Señor Conde Lucanor -dijo Maestro-, la Verdad y la Mentira se pusieron a vivir juntas una vez y,
pasado cierto tiempo, la Mentira, que es muy inquieta, propuso a la Verdad que plantaran un
árbol, para que les diese fruta y poder disfrutar de su sombra en los días más calurosos. La
Verdad, que no tiene doblez y se conforma con poco, aceptó aquella propuesta.

Cuando el árbol estuvo ya plantado y había empezado a crecer frondoso, la Mentira propuso a la
Verdad que se lo repartieran entre las dos, cosa que agradó a la Verdad. La Mentira, dándole a
entender con razonamientos muy bellos y bien construidos que la raíz mantiene al árbol, le da
vida y, por ello, es la mejor parte y la de mayor provecho, aconsejó a la Verdad que se quedara con
las raíces, que viven bajo tierra, en tanto ella se contentaría con las ramitas que aún habían de
salir y vivir por encima de la tierra, lo que sería un gran peligro, pues estarían a merced de los
hombres, que las podrían cortar o pisar, cosa que también podrían hacer los animales y las aves.
También le dijo que los grandes calores podrían secarlas, y quemarlas los grandes fríos; por el
contrario, las raíces no estarían expuestas a estos peligros.

Al oír la Verdad todas estas razones, como es bastante crédula, muy confiada y no tiene malicia
alguna, se dejó convencer por su compañera la Mentira, creyendo ser verdad lo que le decía. Como
pensó que la Mentira le aconsejaba coger la mejor parte, la Verdad se quedó con la raíz y se puso
muy contenta con su parte. Cuando la Mentira terminó su reparto, se alegró muchísimo por
haber engañado a su amiga, gracias a su hábil manera de mentir.

La Verdad se metió bajo tierra para vivir, pues allí estaban las raíces, que ella había elegido, y la
Mentira permaneció encima de la tierra, con los hombres y los demás seres vivos. Y como la
Mentira es muy lisonjera, en poco tiempo se ganó la admiración de las gentes, pues su árbol
comenzó a crecer y a echar grandes ramas y hojas que daban fresca sombra; también nacieron en
el árbol flores muy hermosas, de muchos colores y gratas a la vista.

Al ver las gentes un árbol tan hermoso, empezaron a reunirse junto a él muy contentas, gozando
de su sombra y de sus flores, que eran de colores muy bellos; la mayoría de la gente permanecía
allí, e incluso quienes vivían lejos se recomendaban el árbol de la Mentira por su alegría, sosiego y
fresca sombra.

Cuando todos estaban juntos bajo aquel árbol, como la Mentira es muy sabia y muy halagüeña,
les otorgaba muchos placeres y les enseñaba su ciencia, que ellos aprendían con mucho gusto. De
esta forma ganó la confianza de casi todos: a unos les enseñaba mentiras sencillas; a otros, más
sutiles, mentiras dobles; y a los más sabios, mentiras triples.

PÁGINA 18
Señor conde, debéis saber que es mentira sencilla cuando uno dice a otro: «Don Fulano, yo haré
tal cosa por vos», sabiendo que es falso. Mentira doble es cuando una persona hace solemnes
promesas y juramentos, otorga garantías, autoriza a otros para que negocien por él y, mientras
va dando tales certezas, va pensando la manera de cometer su engaño. Mas la mentira triple, muy
dañina, es la del que miente y engaña diciendo la verdad.

Tanto sabía de esto la Mentira y tan bien lo enseñaba a quienes querían acogerse a la sombra de
su árbol, que los hombres siempre acababan sus asuntos engañando y mintiendo, y no
encontraban a nadie que no supiera mentir que no acabara siendo iniciado en esa falsa ciencia. En
parte por la hermosura del árbol y en parte también por la gran sabiduría que la Mentira les
enseñaba, las gentes deseaban mucho vivir bajo aquella sombra y aprender lo que la Mentira
podía enseñarles.

Así la Mentira se sentía muy honrada y era muy considerada por las gentes, que buscaban
siempre su compañía: al que menos se acercaba a ella y menos sabía de sus artes, todos lo
despreciaban, e incluso él mismo se tenía en poco.

Mientras esto le ocurría a la Mentira, que se sentía muy feliz, la triste y despreciada Verdad
estaba escondida bajo la tierra, sin que nadie supiera de ella ni la quisiera ir a buscar. Viendo la
Verdad que no tenía con qué alimentarse, sino con las raíces de aquel árbol que la Mentira le
aconsejó tomar como suyas, y a falta de otro alimento, se puso a roer y a cortar para su sustento
las raíces del árbol de la Mentira. Aunque el árbol tenía gruesas ramas, hojas muy anchas que
daban mucha sombra y flores de colores muy alegres, antes de que llegase a dar su fruto fueron
cortadas todas sus raíces pues se las tuvo que comer la Verdad.

Cuando las raíces desaparecieron, estando la Mentira a la sombra de su árbol con todas las gentes
que aprendían sus artimañas, se levantó viento y movió el árbol, que, como no tenía raíces, muy
fácilmente cayó derribado sobre la Mentira, a la que hirió y quebró muchos huesos, así como a sus
acompañantes, que resultaron muertos o malheridos. Todos, pues, salieron muy mal librados.

Entonces, por el vacío que había dejado el tronco, salió la Verdad, que estaba escondida, y cuando
llegó a la superficie vio que la Mentira y todos los que la acompañaban estaban muy maltrechos y
habían recibido gran daño por haber seguido el camino de la Mentira.

Vos, señor Conde Lucanor, fijaos en que la Mentira tiene muy grandes ramas y sus flores, que son
sus palabras, pensamientos o halagos, son muy agradables y gustan mucho a las gentes, aunque
sean efímeros y nunca lleguen a dar buenos frutos. Por ello, aunque vuestros enemigos usen de los
halagos y engaños de la mentira, evitadlos cuanto pudiereis, sin imitarlos nunca en sus malas
artes y sin envidiar la fortuna que hayan conseguido mintiendo, pues ciertamente les durará poco
y no llegarán a buen fin. Así, cuando se encuentren más confiados, les sucederá como al árbol de
la Mentira y a quienes se cobijaron bajo él. Aunque muchas veces en nuestros tiempos la verdad
sea menospreciada, abrazaos a ella y tenedla en gran estima, pues por ella seréis feliz, acabaréis
bien y ganaréis el perdón y la gracia de Dios, que os dará prosperidad en este mundo, os hará muy
honrado y os concederá la salvación para el otro.

Al conde le agradó mucho este consejo que Maestro le dio, siguió sus enseñanzas y le fue bien.

Y viendo don Juan que este cuento era muy bueno, lo mandó poner en este libro y compuso unos
versos que dicen así:

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Evitad la mentira y abrazad la verdad,
que su daño consigue el que vive en el mal.

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Una gran ciudad estaba siendo sitiada, y sus habitantes se reunieron para
considerar el mejor medio de protegerse.
Un ladrillero acaloradamente recomendaba a los ladrillos como la mejor
adquisición para la más efectiva resistencia.

Un carpintero, con igual entusiasmo, proponía la madera como un método


preferible para la defensa.

En eso un curtidor de cueros se levantó y dijo:

– Compañeros, yo difiero de todos ustedes, y advierto que por nada cambiaré


de opinión. Les afirmo que están muy equivocados: para resistir, no existe
nada mejor que el cubrirse con pieles, y para eso nada tan bueno como los
cueros.

Los irresponsables, los ignorantes y los agitadores nunca aceptan que otros
puedan tener la razón, y defienden siempre intransigentemente sólo su punto
de vista, aunque no tengan el menor conocimiento del tema, sin importarles
las consecuencias del momento o del futuro.

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Adaptacion

Los murciélagos y las comadrejas


Publicado el septiembre 30, 2008 por xacobus

Cayó un murciélago a tierra y fue apresado por una comadreja. Viéndose próximo a
morir, imploró el murciélago por su vida. Le dijo la comadreja que no podía soltarle
porque de nacimiento era enemiga de los pájaros. El murciélago replicó que no era un
pájaro sino un ratón, librándose con esta astucia.

Algún tiempo después volvió a caer de nuevo en las garras de otra comadreja,
y le suplicó que no lo devorara. Contestó esta comadreja que odiaba a todos
los ratones. El murciélago le afirmó que no era ratón sino pájaro. Y se libró así
por segunda vez.

Sepamos siempre adaptarnos a las circunstancias del momento si deseamos


sobrevivir, en cualquier rama de la vida que actuemos.

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Unos sacerdotes de Cibeles tenían un asno al que cargaban con sus bultos
cuando se ponían en viaje. Un día por fatiga se murió el asno, y desollándolo,
hicieron con su piel unos tambores, de los cuales se sirvieron. Habiéndoles
encontrado otros sacerdotes de Cibeles, les preguntaron que dónde estaba su
asno.

– Muerto -les dijeron-; pero recibe más golpes ahora que los que recibió en su
vida.

Mucha gente dice haberse retirado de su hábito, pero no se da cuenta de que


su hábito no se retiró nunca de él

PÁGINA 23
Los gallos y la perdiz
Publicado el abril 29, 2008 por xacobus

Un hombre que tenía dos gallos, compró una perdiz doméstica y la llevó al
corral junto con ellos para alimentarla. Pero éstos la atacaban y la perseguían,
y la perdiz, pensando que lo hacían por ser de distinta especie, se sentía
humillada.

Pero días más tarde vio cómo los gallos se peleaban entre ellos, y que cada vez
que se separaban, estaban cubiertos de sangre. Entonces se dijo a sí misma:

– Ya no me quejo de que los gallos me maltraten, pues he visto que ni aun


entre ellos mismos están en paz.

Si llegas a una comunidad donde los vecinos no viven en paz, ten por seguro
que tampoco te dejaran vivir en paz a ti.

PÁGINA 24
La zorra y el cocodrilo
Publicado el abril 27, 2008 por xacobus

Discutían un día la zorra y el cocodrilo sobre la nobleza de sus antepasados.

Por largo rato habló el cocodrilo acerca de la alcurnia de sus ancestros, y


terminó por decir que sus padres habían llegado a ser los guardianes del
gimnasio.

– No es necesario que me lo digas -replicó la zorra-; las cualidades de tu piel


demuestran muy bien que desde hace muchos años te dedicas a los ejercicios
de gimnasia.

Recuerda siempre que lo que bien se ve, no se puede ocultar con la mentira.

EL PEQUEÑO MÚSICO: CUENTO DE


VALENTÍA
El pequeño músico
Cuando Esteban cumplió diez años recibió muchos obsequios, entre ellos uno muy
especial. Se lo regaló su tío Apolinar, quien había estudiado en el Conservatorio
Nacional de Música. Estaba dentro de un estuche alargado. Era un clarinete. Esteban lo
tomó entre las manos y lo miró extrañado, pues nunca antes había visto uno. Sopló por
uno de los extremos, pero no logró producir sonido alguno. “No te preocupes, sobrino. Al
principio es un poco difícil tocarlo, pero yo te puedo enseñar”, le propuso su tío y él
aceptó. Fue así como Esteban comenzó a estudiar clarinete por las tardes. Primero
conoció las partes del instrumento. Luego aprendió a colocar las manos sobre las
palanquitas denominadas llaves y a impulsar el aire por la boquilla. Su tío era un buen
maestro. Gracias a él aprendió a interpretar algunas piezas. Solía presentarse ante
sus papás, sus hermanos y sus primos. Los aplausos que recibía lo hacían sentir muy
bien. La noticia de que Esteban estaba aprendiendo clarinete llegó a oídos del director
de su escuela, quien le propuso participar en el festival del Día de las Madres.

En ese momento a él le pareció buena idea y dijo que sí, pero conforme pasaron los días
fue sintiéndose cada vez más asustado. Se imaginó a sí mismo en el auditorio de
la escuela con su clarinete entre las manos. Todos guardarían silencio y lo mirarían
fijamente. Tocar en las reuniones familiares era fácil, pero presentarse ante tantos
desconocidos lo asustaba. “¿Qué tal si me equivoco? ¿Y si se me engarrotan los dedos?

PÁGINA 25
¿Y si me quedo sin aire de pronto? ¡Todos se reirán de mí!”, pensó. La víspera del
festival Esteban no pudo dormir, y a la mañana siguiente sentía mariposas en el
estómago. Desesperado, decidió fingirse enfermo para no ir a la escuela. Luego se le
ocurrió una idea mejor: decir que se había lastimado un dedo y, por lo tanto, no podía
tocar. Su tío, al verlo tan inquieto, le preguntó qué le ocurría y Esteban le contó la
verdad.

“Tener miedo no es malo —lo tranquilizó su tío—. A lo largo de mi carrera como músico
muchas veces me he sentido como tú antes de un concierto.” Esteban no lo podía creer:
“Pero tú eres un músico profesional. No puedes sentir miedo”. El tío Apolinar le dijo que
el temor era algo normal y agregó: “Lo importante es enfrentarse a él y no permitir que
nos paralice. Cuando estés en el escenario no pienses en toda la gente que está
observándote. Sólo piensa en ti y en tu instrumento. El clarinete es tu compañero y no te
defraudará. Además, me consta que has ensayado lo suficiente”. Las palabras de su tío
animaron un poco a Esteban, quien subió al escenario cuando llegó su turno. Le
temblaban las manos y pensó que no lograría tocar ni siquiera una nota, pero se armó
de valor. Los sonidos fueron emergiendo poco a poco del clarinete, primero con timidez,
como si se tratara de conejos que asoman la nariz fuera de la madriguera; luego las
notas adquirieron fuerza y llenaron el aire transformándose en una parvada de aves
multicolores.

Entre el público estaba la mamá de Esteban. Lucía muy contenta. A su lado se


encontraba el tío Apolinar, quien fue el primero en ponerse de pie para aplaudir cuando
concluyó la interpretación de su sobrino

PÁGINA 26
Extractos del librode Francisco Azevedo.

“La familia es una imagen difícil de dibujar” Son muchos los trazos. Tener en cuenta
todos los detalles es un problema ...

No es para cualquier artista

Los trucos, los secretos, el imprevisible.

A veces, da ganas de desistir ...

La familia tiene un rasgo que emociona.

Y al intentar plasmar la imagen el artista llora de alegría, de rabia o de tristeza.

Lo peor es que todavía hay gente que cree en el dibujo perfecto de la familia
perfecta.

¡Tonterías! ¡Todo es una ilusión!

La familia es afinidad, es a la moda de la casa.

Y cada casa le gusta diseñar a la familia a su manera. Hay familias que prefieren ser
plasmadas en blanco y negro.

Otras, medios tonos.

Otras con colores.

Hay también las que no tienen gusto de nada artistico, sería así un tipo de Familia
de imágenes impresas por medio de un ordenador, que soporta sólo para mantener
la imagen en un portarretratos.

En cualquier caso, la familia es una obra que debe ser pintada siempre con el alma y
con un matiz cálido. Una familia con imágenes frias, dispersas y cambiantes es
insoportable, casi imposible de esbozar.

En fin, el retrato de familia no se copia, se crea.

La artista maestro va aprendiendo poco a poco, improvisando y transmitiendo lo que


sabe en el día a día.

Mucho se pierde en el recuerdo.

Disfrute al máximo!!

La familia es un grabado que, cuando se borra, ¡¡nunca más se vuelve a plasmar!!

“Feliz quien la tiene y sabe disfrutarla, aprovecharla y valorarla ..."

¡La Familia es proyecto de Dios!..........Así que ...

Perdonense, aceptense,

tolérense y vivan como si hoy fuera el último día que van a estar junto a su familia
❤ Dios bendiga a todas nuestras familias🙏🏻Amén!!

PÁGINA 27
cuento que se llama atreverse a ser uno mismo:

Tang era un pequeño obrero en un reino del lejano Oriente. trabajaba el


cobre y fabricaba magníficos utensilios que vendía en el mercado. Tenía
una vida feliz y una alta autoestima. Tan solo le quedaba encontrar la
mujer de su vida.

Un día, un enviado del rey llegó para anunciar que su Majestad deseaba
casar a su hija con el joven con mayor autoestima del reino. en el día
estipulado, tang se dirigió al palacio y se encontró con ciento de jóvenes
pretendientes.

El rey los miró a todos y le pidió a su chambelán que les diese a cada uno
cinco semillas de flores. Después, los rogó que regresaran en primavera
con una maceta de flores. salidas de las semillas que había hecho que les
dieran.

Tang plantó los granos, los cuidó con esmero, pero de allí no salió nada: ni
brotes, ni flores.

En la fecha convenida, tang cogió su maceta sin flores y partió hacia el


castillo. Cientos de otros pretendientes llavaban macetas con flores
magnifícas, y se burlaban de tang y de su maceta de tierra sin flores.

Entonces el rey pidió a cada uno de ellos que pasaran ante él para
presentarle su macetas. Tang llegó, algo intimado ante el rey:

No germinó ninguna de las semillas Majestad, dijo. El rey le respondió:


Tang quedate junto a mí.

PÁGINA 28
Cuando todos los pretendientes hubieron desfilado, el rey los despidió a
todos menos a Tang. Anunció a todo el reino que Tang y su hija se casarían
el verano próximo. ¡Fue una fiesta estraordinaria! Tang y la princesa
estaban cada vez más enamorados el uno al otro. Vivian muy felices.

Un día Tang preguntó al rey, su Majestad, ¿Cómo es que me escogisteis


como yerno si mis semilas no habian florecido? ¡Ninguna semilla podía
florecer!

¡Hice que hirvieran durante toda la noche! Y tu fuiste el único en tener la


sufuciente autoestima y consideración hacia los demás para ser honesto.

¡Era un hombre así el que yo quería para yerno!

El rumbo es lo importante y debemos encontrar nuestro estilo


afectivo que nos permita atrevernos a uno mismo, la única solución está
en la acción y en mantener el rumbo de nuestro proyecto vital, una
oportunidad para conseguir el éxito verdadero...

PÁGINA 29

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