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EllagoEdiciones

Las distancias del cine

Jacques Rancière

Epílogo, traducción y notas

de Javier Bassas Vila


Director editorial: Francisco Villegas Belmonte

Directores de la Colección Ensayo: Javier Bassas Vila y Joana Masó

Índice
Título original: Les écarts du cinéma
© La Fabrique éditions, 2011

Prólogo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 7

I. Después de la literatura. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 25
El vértigo cinematográfico:
Hitchcock-Vertov, y vuelta . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 27

Mouchette y las paradojas de la lengua de imágenes. . . . . 46

Primera edición, abril 2012 II. Las fronteras del arte . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 73


© del autor: Jacques Rancière
© del epílogo, traducción y notas: Javier Bassas Vila
Ars gratia artis: la poética de Minnelli . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 75
El traductor agradece la atenta lectura del manuscrito de Eloi Grasset y Marcos Ferreiro
Maquetación: Ramón Pais Martínez
El cuerpo del filósofo:
© de la edición las películas filosóficas de Rossellini . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 88
Ellago Ediciones, S. L.
ellagoediciones@ellagoediciones.com / www.ellagoediciones.com
(Edicións do Cumio, S. A.) III. Políticas de las películas. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 103
Pol. ind. A Reigosa, parcela 19 - 36827 Ponte Caldelas, Pontevedra Conversación en torno a una hoguera:
Tel. 986 761 045
cumio@cumio.com / www.cumio.com
Straub y algunos otros. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 105

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de esta obra sólo puede ser realizada con autorización de los titulares, salvo excepción
Política de Pedro Costa. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 127
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El cine en común. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 143
ISBN: 978-84-92965-24-3
Impresión: Mongraf Artes Gráficas
Origen de los textos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 169
Depósito legal: VG 258-2012
Impreso en España
Bibliografía completa de los libros publicados. . . . . . . . . . . . . . . . 171

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Prólogo
Hace unos años me otorgaron un premio. Era la primera vez
desde que, ya hace mucho tiempo, acabé el instituto. El premio
me lo dieron en Italia por mi libro titulado La fábula cinemato-
gráfica1. Esta circunstancia me reveló algo de mi relación con el
cine. Por diferentes vías, ese país había sido importante para mi
aprendizaje del séptimo arte. Primero fue Rossellini, evidente-
mente, en aquella noche de invierno de 1964 en la que Europa
51 me impactó profundamente y suscitó en mí, al mismo tiempo,
cierta resistencia ante ese trayecto de la burguesía a la santidad a
través de la clase obrera. También fueron los libros y revistas que
un amigo, cinéfilo e italianizante, me enviaba en aquella época
desde Roma, en un período en que yo intentaba aprender a la vez
teoría del cine, marxismo y la lengua italiana. Y también fue la
trastienda de aquel bar napolitano en la que, sobre una especie de
sábana mal tendida, James Cagney y John Derek hablaban italia-
no en una versión doblada, en blanco y negro, de una película de
Nicholas Ray que se titulaba All’ombra del patibolo (Run for cover,
para los puristas)2.

1. La Fable cinématographique, Eds. du Seuil, París, 2001 [tr. esp. de Carles Roche,
La fábula cinematográfica, Paidós, Barcelona, 2005 –véase la bibliografía completa
al final de la presente edición. N. del T.].
2. Aprovechando este guiño del mismo J. Rancière respecto a los títulos de pelí-
culas y sus traducciones en otros idiomas, apuntamos aquí que el autor cita los
títulos de las películas a veces en francés, a veces directamente en su lengua origi-
nal. En nuestra traducción, intentamos en cada caso que el lector pueda identificar
rápidamente la película, introduciendo el título en castellano acompañado, la pri-
mera vez que aparece citado, del título original entre corchetes. [N. del T.]

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Las distancias del cine Prólogo

Todos estos recuerdos me vinieron a la cabeza al recibir este ponía en cuestión las categorías dominantes del pensamiento ar-
inesperado premio, pero no fue simplemente por las circunstan- tístico. Suele describirse el arte del siglo xx según el paradigma de
cias de ese momento; y, si los evoco aquí, no es por un senti- la modernidad que identifica la revolución artística moderna con
mental enternecimiento por los años ya pasados. Los evoco, de el hecho de que cada arte se concentra en su propio medio, opo-
hecho, porque esos recuerdos esbozan bastante bien mi singular niendo esta concentración a las formas de estetización comercial
acercamiento al cine. El cine no es un objeto que haya abordado de la vida. Según este paradigma, la modernidad se derrumbó en
como filósofo o como crítico. Mi relación con el cine es un juego los años 1960 bajo los golpes combinados de la sospecha política
de encuentros y distancias que esos tres recuerdos me permiten respecto a la autonomía artística y de la invasión de las formas
perfilar claramente. Recuerdos que resumen, en efecto, tres tipos comerciales y publicitarias. Toda esta historia de la pureza de la
de distancias en el seno de las cuales he intentado hablar sobre el modernidad vencida por la fruslería posmoderna olvida que la
cine: la distancia entre el cine y el arte, entre el cine y la política, confusión de fronteras tuvo lugar de un modo más complejo en
entre el cine y la teoría. otros ámbitos como, por ejemplo, el cine. La cinefilia puso en
La primera distancia, que simboliza la sala en la que pasaban cuestión las categorías de la modernidad artística, no haciendo
la película de Nicholas Ray, es la distancia de la cinefilia. La cinefi- escarnio del gran arte, sino volviendo a un vínculo más íntimo y
lia es una relación con el cine como una cuestión de pasión, antes más oscuro entre las marcas del arte, las emociones del relato y el
bien que como una cuestión teórica. Ya se sabe que la pasión no descubrimiento del esplendor que el espectáculo más banal podía
entiende de distinciones. La cinefilia era una confusión admitida llegar a conseguir sobre la pantalla de luz en medio de una sala
de distinciones. De entrada, una confusión de lugares: una singu- oscura: una mano que entreabre una cortina o juega con el paño
lar diagonal trazada entre las filmotecas en las que se conservaba de una puerta, una cabeza que se asoma a una ventana, un fuego
la memoria de un arte y las salas de los barrios alejados en las o unos faros en plena noche, vasos que tintinean en la barra de
que se proyectaba una película despreciada de Hollywood, salas un bar… De esta manera, la cinefilia introducía una comprensión
en las que los cinéfilos reconocían su tesoro en la intensidad de positiva, y no irónica ni desencantada, de la impureza del arte.
una cabalgada de western, de un atraco al banco o de la sonrisa Sin duda, lo hacía a causa de su dificultad para pensar la rela-
de un niño. La cinefilia unía el culto al arte con la democracia de ción entre la razón de sus emociones y las razones que permitían
la diversión y de las emociones, rechazando los criterios por los orientarse políticamente en los conflictos del mundo. Porque…
cuales el cine se inscribía en la alta cultura. La cinefilia afirma- ¿qué relación podía establecer un estudiante que descubría el
ba que la grandeza del cine no residía en la elevación metafísica marxismo a principios de los años 1960 entre, por un lado, la
de sus temas o en la visibilidad de sus efectos plásticos, sino en forma de igualdad que la sonrisa y la mirada del pequeño John
una imperceptible diferencia en la manera de poner en imágenes Mohune en Los contrabandistas de Moonfleet [Moonfleet] instauran
historias y emociones tradicionales. Se llamaba a esa diferencia con la intriga que protagoniza su falso amigo Jeremy Fox y, por
la puesta en escena, sin saber mucho lo que quería decir tal ex- otro lado, el combate contra la desigualdad social? ¿Qué relación
presión. No saber lo que nos gusta ni por qué nos gusta es, según podía establecerse entre, por un lado, la justicia perseguida ob-
dicen, lo propio de la pasión. Es también la vía de cierta sabidu- sesivamente por el héroe de Winchester 73 respecto al hermano
ría. La cinefilia solo daba cuenta de sus amores apoyándose en asesino, o entre las manos unidas del forajido Wes Mac Queen y
una fenomenología bastante tosca de la puesta en escena como de la salvaje Colorado en la rocosa montaña donde se veían aco-
instauración de una “relación con el mundo”. Sin embargo, así sados por las fuerzas del orden en Juntos hasta la muerte [Colorado

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Las distancias del cine Prólogo

Territory] y, por otro lado, el combate del nuevo mundo obrero tancia entre cinefilia y comunismo parecía reducirse solo cuando
contra el mundo de la explotación? Para conjugar ambas cosas, los principios estéticos y las relaciones sociales estaban suficien-
había que postular una misteriosa adecuación entre el materia- temente alejados de nosotros, como en esa secuencia final del El
lismo histórico que ofrecía sus fundamentos al combate obrero héroe sacrílego [Shin heike monogatari] de Mizoguchi, en la que un
y el materialismo de la relación cinematográfica de los cuerpos hijo rebelde pasa con sus compañeros de armas por un prado en
con su espacio. Y es aquí, precisamente, donde la visión de Eu- el que su madre, frívola, participa de los placeres de su clase, y les
ropa 51 desconcertaba. El camino de Irene, desde su apartamento grita: “¡Divertíos, ricos! El mañana nos pertenece”. El atractivo de
burgués hasta los inmuebles de la periferia obrera y la fábrica, esta secuencia consiste en el hecho de que nos permite gozar del
parecía unir de entrada los dos materialismos. El recorrido físi- encanto visual del viejo mundo condenado y, a la vez, del encanto
co de la heroína, aventurándose poco a poco en espacios desco- sonoro de la palabra que anuncia el nuevo mundo.
nocidos, hacía coincidir la marcha de la intriga y el trabajo de ¿Cómo reducir la distancia, cómo pensar la adecuación entre
la cámara con el descubrimiento del mundo del trabajo y de la el placer sentido en esas sombras proyectadas sobre la pantalla, la
opresión. Desgraciadamente, esta bella línea directa se rompía en inteligencia de un arte y la de una visión del mundo? Creíamos,
el momento en que Irene sube unas escaleras que la conducen por aquel entonces, que lo que podíamos pedirle a una teoría del
hacia una iglesia y las baja, después, dirigiéndose a una prostituta cine era precisamente la respuesta a esta pregunta. Sin embargo,
enferma y encaminándose hacia las buenas obras caritativas y el ninguna combinación entre los clásicos de la teoría marxista y los
itinerario espiritual de la santidad. clásicos del pensamiento sobre el cine me ha permitido decidir
Así pues, lo que debía afirmarse era que el materialismo de la sobre el carácter idealista o materialista, progresista o reacciona-
puesta en escena se había visto desviado por la ideología personal rio, de una subida o bajada de escaleras. Ninguna combinación
del director. Encontrábamos ahí una nueva versión del viejo ar- permitirá jamás determinar los criterios que separan en el cine
gumento marxista que halaga a Balzac por haber mostrado, aun- lo que es arte y lo que no es arte, ni tampoco decidir el mensaje
que reaccionariamente, la realidad del mundo social capitalista. político que contiene una disposición de los cuerpos en un plano
Pero las incertezas de la estética marxista doblaban entonces las o un encadenamientos de dos planos.
incertezas de la estética cinéfila, dando así entender que los úni- Había entonces que invertir la perspectiva y preguntarse sobre
cos verdaderos materialistas son aquellos que lo son sin querer- esa unidad entre un arte, una forma de emoción y una visión del
lo. Esta es la paradoja que, durante esos mismos años, parecía mundo coherente, unidad buscada bajo el nombre de “teoría del
confirmarme la visión desolada que yo tenía de Lo viejo y lo nuevo cine”. Había que preguntarse si el cine solo existe precisamente
[Staroye i novoye], cuyos torrentes de leche y la multitud de co- bajo la forma de un sistema de distancias irreductibles entre co-
chinillos mamando de una trucha extática me habían provocado sas que llevan el mismo nombre sin ser miembros de un mismo
una profunda repulsión, tal y como provocaban las risas de una cuerpo. El cine es, en efecto, una multitud de cosas. Es el lugar al
sala cuyos asistentes debían sentir en su mayoría, como yo, cierta que vamos a divertirnos con un espectáculo de sombras, dispues-
simpatía por el comunismo y creer en los méritos de la agricul- tos a que esas sombras nos afecten con emociones más secretas
tura colectivizada. Suele decirse que las películas militantes solo de lo que llega a expresar la dócil palabra “entretenimiento”. Es
persuaden a los que ya están convencidos. Pero ¿qué decir enton- también lo que se acumula y sedimenta en nosotros de esas pre-
ces cuando la quintaesencia de la película comunista produce un sencias a medida que su realidad se va borrando y alterando: ese
efecto negativo incluso en los que ya están convencidos? La dis- otro cine que nuestros recuerdos y palabras recomponen, hasta

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Las distancias del cine Prólogo

llegar a diferir bastante de lo que ha presentado el desarrollo mis- se desvanecen en el instante de la proyección necesitan ser prolon-
mo de la proyección. El cine también es un aparato ideológico gados, transformados por el recuerdo y la palabra que hacen que el
productor de imágenes que circulan en la sociedad y en las que cine tenga consistencia como un mundo compartido más allá de la
esta reconoce el presente de sus tipos, el pasado de su leyenda realidad material de sus proyecciones.
o los futuros que se imagina. Y también es el concepto de un Escribir sobre cine es, para mí, mantener al mismo tiempo
arte, es decir, una línea de reparto problemático que aísla, en el dos posiciones aparentemente contrarias. La primera es que no
seno de las producciones de la técnica de una industria, aquellas hay ningún concepto que reúna todos esos cines, no hay ninguna
que merecen ser consideradas como habitantes del gran reino del teoría que unifique todos los problemas que estos plantean. En-
arte. Pero el cine es, a su vez, una utopía: esa escritura del mo- tre el título Cine que aúna los dos volúmenes de Gilles Deleuze
vimiento que se celebró en los años 1920 como la gran sinfonía y la gran sala de sillones rojos de antaño en la que se pasaban
universal, la manifestación ejemplar de una energía que anima por orden las noticias, el documental y la película, separados por
conjuntamente el arte, el trabajo y la colectividad. El cine, final- esquimales en el entreacto, hay tan solo una relación de homoni-
mente, puede ser también un concepto filosófico, una teoría del mia. La otra posición afirma, al contrario, que toda homonimia
movimiento mismo de las cosas y del pensamiento como en la despliega un espacio común del pensamiento, que el pensamien-
obra de Gilles Deleuze, cuyos dos libros sobre el cine hablan en to del cine es el que circula en ese espacio; piensa, asimismo, en
cada página de películas, de sus mecanismos y, sin embargo, no el seno mismo de esas distancias y se esfuerza en determinar uno
constituyen ni una teoría ni una filosofía del cine, sino propia- y otro vínculo entre dos cines o dos “problemas del cine”. Esta
mente una metafísica. posición es, por decirlo así, una posición de amateur.
Esta multiplicidad que rechaza cualquier teoría unitaria suscita Nunca he enseñado cine, ni teoría ni estética del cine. Me he
dos reacciones. Algunos quieren separar el trigo de la paja: lo que encontrado con el cine en diferentes momentos de mi vida: en el
pertenece al arte cinematográfico y lo que pertenece a la industria entusiasmo cinéfilo de los años 60, en las preguntas de los años
del ocio o a la propaganda; o bien se separa la película misma, la 70 sobre la relación entre cine e historia o en el cuestionamiento
suma de fotogramas, planos y movimientos de cámara que se ana- de los 90 sobre los paradigmas estéticos que habían servido para
lizan ante el monitor, de los recuerdos que deforman y los comen- pensar el séptimo arte. Pero la posición del amateur no es la posi-
tarios añadidos. Este rigor puede resultar corto de miras. Limitarse ción del ecléctico que opone la riqueza de la diversidad empírica
al arte es olvidar que el arte mismo solo existe como una frontera a los grises rigores de la teoría. El amateurismo también es una
inestable que necesita, para existir, verse atravesada constantemen- posición teórica y política, es la posición que rechaza la autoridad
te. El cine pertenece a ese régimen estético del arte en el que ya no de los especialistas reexaminando la manera como se trazan las
existen los antiguos criterios de la representación que distinguían fronteras de sus ámbitos, en el cruce de experiencias y saberes. La
las bellas artes de las artes mecánicas y ponían a cada una de ellas política del amateur afirma que el cine pertenece a todos los que,
en el lugar que le correspondía. El cine pertenece a un régimen de una u otra manera, han viajado en el interior del sistema de
artístico en el que la pureza de las nuevas formas ha encontrado a diferencias que su nombre dispone y que cada uno puede permi-
menudo sus modelos en la pantomima, el circo o el grafismo co- tirse trazar, entre uno u otro punto de esa topografía, un itinerario
mercial. Limitarse a los planos y a los mecanismos que componen singular que enriquece el cine como mundo y su conocimiento.
una película equivale a olvidarse que el cine es un arte en la medida Por eso mismo he hablado en otro libro de “fábula cinemato-
en que es un mundo, en la medida en que esos planos y efectos que gráfica” y no de teoría del cine. Quise situarme en el seno de un

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Las distancias del cine Prólogo

universo sin jerarquía en el que las nociones que nuestras percep- impetuosamente treinta años antes: no por el contenido ideológico
ciones, nuestras emociones y nuestras palabras recomponen cuen- de la película, sino por su misma forma —esa cinematografía con-
tan tanto como las que están grabadas en la película misma; un cebida como traducción inmediata del pensamiento en un lenguaje
universo sin jerarquía en el que se consideran las mismas teorías propio de lo visible. Para apreciarla, habría tenido que comprender
y estéticas del cine como historias, como aventuras de pensamien- que esos torrentes de leche y esos rebaños de cochinillos no eran,
to singulares que han sido engendradas por la existencia múltiple de hecho, ni torrentes de leche ni cochinillos, sino los ideogramas
del cine. Durante cuarenta o cincuenta años, he mantenido en mi soñados de una nueva lengua. Le fe en esa lengua había pereci-
memoria películas, planos o frases más o menos deformados, des- do antes que la fe en la colectivización agrícola. Por ello mismo,
cubriendo al mismo tiempo nuevas películas o nuevos discursos esa película era en 1960 físicamente insoportable; por ello, tal vez,
sobre el cine. Algunas veces he confrontado mis recuerdos con la para captar su belleza había que esperar a no ver ahí más que la
realidad de las películas, o bien he puesto de nuevo en juego su espléndida utopía de una lengua, sobreviviendo a la catástrofe de
interpretación. Volví a ver Los amantes de la noche [They live by night] un sistema social.
de Nicholas Ray para sentir otra vez la sensación fulgurante del A partir de esas errancias y de esos retornos, era posible deter-
momento en que Bowie se encuentra de nuevo con Keechie en la minar el núcleo duro designado por el término “fábula cinema-
puerta de un garaje. Pero no encontré ese plano porque no existe. tográfica”. Este nombre recuerda primero la tensión que está en
Intenté entonces comprender el singular poder de suspensión del el origen mismo de las distancias del cine: la distancia entre arte
relato que yo mismo había condensado en ese plano imaginario. e historia. El cine nació en la época de la gran sospecha ante las
He visto tres veces Europa 51: la segunda vez fue para rectificar mi historias, en un momento en que se pensaba que estaba naciendo
primera interpretación y validar así el quiebro de Irene, su salida de un arte nuevo que ya no explicaba historias, que ya no describía
la topografía del mundo obrero preparado para ella por su primo, el el espectáculo de las cosas, que ya no presentaba el espíritu de los
periodista comunista, y su paso al otro lado, ahí donde los espectá- personajes, sino que inscribía directamente el producto del pen-
culos del mundo social ya no se dejan encerrar en los esquemas de samiento en el movimiento de las formas. Apareció por entonces
pensamientos elaborados por el poder, los medios o la ciencia so- como el arte más adecuado para llevar a cabo ese sueño. “El cine
cial; la vi luego una tercera vez para poner en cuestión la oposición es verdad. Una historia es una mentira”, dijo Jean Epstein. Podía
demasiado fácil entre los esquemas sociales de la representación y entenderse esta verdad de diversas maneras. Para Jean Epstein,
lo irrepresentable del arte. Volví a ver también los westerns de An- era la escritura de la luz, inscribiendo en la cinta de la película
thony Mann para comprender lo que me había atraído en ellos: no no ya la imagen de las cosas, sino las vibraciones de una materia
solo el placer infantil de las cabalgadas a través de grandes espacios sensible llevada a la inmaterialidad de la energía; para Eisenstein,
o el placer adolescente de pervertir los criterios inculcados del arte, era una lengua de ideogramas que traducía directamente el pen-
sino también la perfección de un equilibro entre dos cosas: el rigor samiento en estímulos sensibles que araban como un tractor las
aristotélico de la intriga que, a través de reconocimientos y peripe- conciencias soviéticas; para Vertov, el hilo conductor entre todos
cias, da a cada uno la felicidad o la desgracia que le corresponde y los gestos que construían la realidad sensible del comunismo. La
la manera en que el cuerpo de los héroes interpretados por James “teoría” del cine fue primero su utopía, la idea de una escritura
Stewart se sustraía, por sus minuciosos gestos, al universo ético del movimiento, adecuada a una nueva época en la que la reor-
que daba sentido a ese rigor de la acción. Volví a ver Lo viejo y lo ganización racional del mundo sensible coincidiría con el movi-
nuevo [Staroye i novoye] y comprendí por qué la había rechazado tan miento mismo de las energías de ese mundo.

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Las distancias del cine Prólogo

Cuando se les pidió a los artistas soviéticos que produjeran su parte, muestra lo que muestra. Sólo podía retomar a su cuenta
imágenes positivas del nuevo hombre y cuando los cineastas ale- el sueño de la literatura al precio de un pleonasmo: los cochinillos
manes fueron a proyectar sus luces y sombras en las historias for- no pueden ser al mismo tiempo cochinillos y palabras. El arte del
mateadas por la industria de Hollywood, la promesa se convirtió cinematógrafo solo puede ser el despliegue de los poderes espe-
en su contrario. El cine, que tenía que ser el nuevo arte antirrepre- cíficos de su máquina. Existe a través de un juego de distancias e
sentativo, parecía estar haciendo todo lo contrario: restauraba los impropiedades. Este libro intenta analizar algunos de sus aspec-
encadenamientos entre las acciones, los esquemas psicológicos y tos a partir de una triple relación. Primero, la relación del cine
los códigos expresivos que las otras artes estaban intentando rom- con esa literatura que le provee sus modelos narrativos y de la que
per. El montaje, que había sido el sueño de una nueva lengua del intenta emanciparse. También en su relación con los dos polos
nuevo mundo, parecía que había vuelto en Hollywood a las funcio- en los que suele considerarse que el arte se pierde: cuando reduce
nes tradicionales del arte narrativo: secuenciación de las acciones sus poderes al servicio únicamente del entretenimiento; cuando
e intensificación de los afectos que garantizan la identificación de quiere, al contrario, excederlos para transmitir pensamientos y
los espectadores con historias de amor y sangre. Esta evolución dar lecciones de política.
alimentó los escepticismos más diversos: la mirada desencantada La relación entre cine y literatura se ilustrará aquí mediante dos
ante un arte derrocado o, al contrario, la revisión irónica del sue- ejemplos tomados de poéticas muy diferentes: el cine narrativo clá-
ño de la nueva lengua. Esa misma evolución alimentó también de sico de Hitchcock que, de una intriga policíaca, utiliza el esquema
diversas maneras el sueño de un cine que volvería a encontrar su de un conjunto de operaciones que primero crean y, luego, disipan
verdadera vocación: tal fue, en Robert Bresson, la reafirmación de una ilusión; la cinematografía moderna de Bresson, que se apoya
una separación radical entre, por una parte, el montaje y el auto- en un texto literario para construir una película que demuestre
matismo propios del cinematógrafo y, por otra parte, los juegos la especificidad de una lengua de imágenes. Una y otra tentativa
teatrales del cine. Y tal fue, al contrario, en Rossellini o André tienen dos maneras diferentes de experimentar la resistencia de
Bazin, la afirmación de un cine que tenía que ser ante todo una su objeto. En dos escenas de Vértigo3, la habilidad del maestro del
ventana abierta al mundo: un medio de descifrarlo o de hacerle suspense para hacer coincidir el relato de una maquinación inte-
revelar su verdad en sus apariencias. lectual con la puesta en escena de una fascinación visual parece
Creo que es importante revisar esas periodizaciones y oposi- fallar. Pero ese fallo no es para nada accidental. Está ligado a la
ciones. Si el cine no confirmó la promesa de un nuevo arte anti- relación misma entre mostrar y decir. El virtuoso se vuelve torpe
rrepresentativo, no es quizá por sumisión a la ley del comercio. en el momento en que topa con lo que constituye propiamente el
Es porque la voluntad misma de identificarlo con una lengua de la corazón “literario” de la obra que adapta. La novela policíaca es, en
sensación era contradictoria. Se le pedía que cumpliera el sueño efecto, un objeto doble: supuesto modelo de una lógica narrativa
de un siglo de literatura: sustituir las historias y los personajes que disipa las apariencias conduciendo los indicios hacia la ver-
de antaño por el despliegue impersonal de los signos escritos en dad, resulta que también se ve afectada por su contrario: la lógica
las cosas o por la restitución de las velocidades e intensidades del de la defección de las causas y de entropía del sentido cuyo virus
mundo. Pero la literatura había podido vehicular ese sueño por- se ha transmitido a los géneros “menores” por medio de la gran
que su discurso de las cosas y de sus intensidades sensibles estaba
inscrito en el doble juego de las palabras, las cuales sustraen a la 3. Esta célebre película de Hitchcock se conoce también en España con el título del
vista la riqueza sensible reflejándola en los espíritus. El cine, por cartel y de la novela en la que se inspiró el director: De entre los muertos. [N. del T.]

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Las distancias del cine Prólogo

literatura. Y ello porque la literatura no es solo una reserva de his- dar a los filósofos un cuerpo muy especial para hacer sentir una
torias o una manera de contarlas, sino una manera de construir el densidad en las formas de otra densidad diferente. De hecho, este
mundo mismo en el que pueden suceder historias, encadenarse mismo paso de un régimen de sentido a otro es lo que está en
acontecimientos, desplegarse apariencias. Una prueba de ello la juego ahí donde el arte cinematográfico, con Minnelli, pone en
da, diferentemente, la manera como Bresson adapta una obra li- escena —y en canciones— la relación entre arte y entretenimien-
teraria heredera de la gran tradición naturalista. La relación entre to. Podía creerse que el falso problema de saber dónde acaba uno
lengua de imágenes y lengua de palabras se produce en Mouchette y dónde empieza el otro había desaparecido desde el momento
como frentes invertidos. La decisión en favor de la fragmentación, en que los capitanes de la modernidad artística habían opuesto
destinada a evitar el peligro de la “representación”, y el cuidado el perfecto arte de los saltimbanquis a la emoción desueta de las
con el que el cineasta ha vaciado la pantalla del recargamiento historias. Pero el maestro de la comedia musical nos muestra que
literario de las imágenes provocan paradójicamente la sumisión la tarea del arte —con o sin mayúsculas— consiste en construir
del movimiento de las imágenes a las formas de encadenamiento las transiciones entre uno y otro. La actuación pura es el límite
narrativo del que las palabras, por su parte, se habían liberado. utópico hacia el cual tiende, sin poder llegar a desaparecer, la ten-
Resulta entonces que es la actuación de los cuerpos hablantes lo sión entre el juego de las formas y la emoción de las historias de
que debe devolver a la visibilidad el espesor perdido. Pero, para la que vive el arte de las sombras cinematográficas.
ello, debe rechazar la simple oposición hecha por el cineasta entre Este límite utópico también es el que hizo creer que el cine era
el “modelo” del cinematógrafo y el actor del “teatro filmado”. Si capaz de suprimir la distancia entre arte, vida y política. El cine
Bresson simboliza los vicios del teatro mediante una representa- de Dziga Vertov ofrece el ejemplo consumado de un pensamiento
ción de Hamlet en estilo trovador, la fuerza de elocución que le da a del cine como comunismo real, identificado con el movimiento
Mouchette coincide subrepticiamente con la fuerza que los cineas- mismo de vinculación entre todos los movimientos. Este comu-
tas herederos del teatro brechtiano, Jean-Marie Straub y Danièle nismo cinematográfico que rechaza al mismo tiempo el arte de
Huillet, otorgan a los obreros, campesinos y pastores tomados de las historias y la política de los estrategas no podía sino disgustar
los diálogos de Pavese o de Vittorini. Literariedad, cinematografía y a los especialistas de uno y otro. Pero resulta ser la distancia radi-
teatralidad aparecen entonces no como lo propio de las artes espe- cal que permite pensar la tensión no resuelta entre cine y política.
cíficas, sino como figuras estéticas, como relaciones entre el poder Pasada ya la época de la fe en el nuevo lenguaje de la nueva vida,
de las palabras y el poder de lo visible, entre los encadenamientos la política del cine se encontró atrapada en las contradicciones
de las historias y los movimientos de los cuerpos —relaciones que propias de las expectativas del arte crítico. La mirada dirigida a las
atraviesan las fronteras asignadas a las artes. ambigüedades del cine está, en sí misma, marcada por la duplici-
¿Con qué cuerpo puede transmitirse la fuerza de un texto? dad de lo que se espera de él: que suscite la conciencia mediante
Este es otro problema que Rossellini afronta cuando utiliza la te- la claridad de un desvelamiento y la energía mediante la presen-
levisión para aportar al gran público el pensamiento de los filóso- tación de una extrañeza; que desvele a la vez toda la ambigüedad
fos. La dificultad no radica, como suele pensar la opinión general, del mundo y la manera de comportarse con esa ambigüedad. Se
en que la superficialidad de la imagen no se adecua a las profun- proyecta en él la oscuridad de la relación que se presupone entre
didades del pensamiento, sino en que la densidad propia tanto la claridad de la visión y las energías de la acción. El cine quizá
de la una como del otro se opone a que se establezca entre ellos puede esclarecer la acción poniendo en cuestión la evidencia
una simple relación de causa a efecto. Rossellini debe entonces de esta relación. Jean-Marie Straub y Danièle Huillet lo hacen

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Las distancias del cine Prólogo

asignando a dos pastores la tarea de argumentar sobre las aporías


de la justicia. Pedro Costa, por su parte, reinventa la realidad de la
trayectoria y de las errancias de un peón de Cabo Verde, entre el
pasado del trabajo explotado y el presente del paro, con las colori-
das callejuelas de un barrio de chabolas y los cubos blancos de los
pisos de protección social. Béla Tarr sigue lentamente la marcha
acelerada de una niña hacia la muerte que resume el engaño de
las grandes esperanzas. Tariq Teguia resigue en el oeste de Arge-
lia el trazado meticuloso de un agrimensor y el largo recorrido de
los inmigrantes que se encaminan hacia las tierras prometidas de
la prosperidad. El cine no presenta un mundo que otros tendrían
que transformar. El cine conjuga a su manera la mudez de los
hechos y el encadenamiento de las acciones, la razón de lo visible
y su simple identidad consigo mismo. Es la política la que debe
construir, en sus propios escenarios, la eficacia política de las for-
mas del arte. El mismo cine que dice en nombre de los rebelados
“El mañana nos pertenece” señala, asimismo, que no puede ofre-
cer otros mañanas que no sean los suyos propios. Es lo que nos
muestra Mizoguchi en otra de sus películas, El intendente Sansho. El intendente Sansho, Kenji Mizoguchi, 1954
Esta película cuenta la historia de la familia de un gobernador de
provincias, expulsado de su puesto por ser demasiado solícito con
los campesinos oprimidos. Secuestran a su mujer y venden a sus
hijos como esclavos para trabajar en una mina. Para que su hijo
Zushio pueda escaparse, encontrar así a la madre hecha prisio-
nera y cumplir su palabra liberando a los esclavos, la hermana de
Zushio, Anju, se hunde lentamente en las aguas de un lago. Pero
el cumplimiento de la acción es también su bifurcación. Por un
lado, el cine participa en el combate por la emancipación; por el
otro, se disipa en círculos en la superficie misma de un lago. Esta
lógica doble es la que Zushio adoptará, renunciando a sus funcio-
nes para, una vez liberados los esclavos, ir a encontrarse con su
madre ciega en la isla. Todas las distancias del cine pueden resu-
mirse en el movimiento por el cual la película que acaba de poner
en escena el gran combate por la libertad nos dice en un último
plano panorámico: “Estos son los límites de lo que yo puedo. El
resto os corresponde a vosotros”.

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