You are on page 1of 17

TEMA 6º.

- LA LIBRE DETERMINACIÓN DE LOS


PUEBLOS

SUMARIO:

6.1. El concepto de pueblo: evolución histórica y supuestos de


aplicación
6.2. Los regímenes internacionales aplicables a los diferentes
supuestos de pueblos
6.2.1. El derecho de libre determinación de los pueblos
sometidos a dominación colonial o por la fuerza
6.2.2. El estado de la secesión en el Derecho internacional
6.2.3. El régimen jurídico de los pueblos indígenas

6.1. EL CONCEPTO DE PUEBLO: EVOLUCIÓN HISTÓRICA Y


SUPUESTOS DE APLICACIÓN

a) Evolución histórica y concepto

En el ámbito internacional nos encontramos con actores de muy


diferente naturaleza que expresan su identidad y defienden sus intereses con
medios muy diversos. De estos actores internacionales, como señalamos en
el primer tema, solo los Estados y las organizaciones internacionales,
intergubernamentales, son plenos sujetos internacionales, pero hay otros,
como los individuos y los pueblos que detentan algunas de las características
propias de dichos sujetos. En el caso de los pueblos, por ser titular de
derechos y obligaciones en las normas internacionales.

Sin duda, una de las principales dialécticas que se plantean


permanentemente es la que enfrenta a los Estados y los pueblos que los
integran, entendidos estos, en una primera aproximación, como grupos
humanos diferenciados y no estatales con identidad propia dentro del Estado
y con pretensión de dotarse de una entidad dentro del mismo o en el ámbito
internacional. Esto es así porque el acceso a la estatalidad por parte de los

85
DERECHO INTERNACIONAL PÚBLICO E INSTITUCIONES INTERNACIONALES
JOSÉ ANTONIO PEREA UNCETA

pueblos requiere, obviamente, la disminución, cuando no la el


desmembramiento, de los Estados.

Los principios generales que inspiran el régimen jurídico de los pueblos


en el plano internacional son, para todos las clases de pueblos, el de
protección de los derechos humanos de las minorías, y solo para alguno de
esos supuestos, el de libre determinación de los pueblos.

El primero conecta directamente con el régimen de protección


internacional de los derechos humanos y se inicia en los tratados de
protección de las minorías religiosas de los siglos XVII y siguientes (Tratado
de Westfalia de 1648, Tratado de Oliva de 1660, Tratado de Nimega de 1678,
etc). Posteriormente, en la primera mitad del siglo XX, se desarrollaría más
ampliamente, protegiendo los derechos de las “minorías nacionales” de los
Estados europeos, después de las correcciones fronterizas de las guerras del
XIX o de las primeras décadas del siglo XX, y no solo por su diferenciación
religiosa, sino también lingüística y de cualquier otra índole. La labor en esta
materia de la Sociedad de Naciones, e incluso de la Corte Permanente de
Justicia Internacional, se modificaría sustancialmente a partir de 1945, con
las Naciones Unidas y la labor de las organizaciones regionales, que, aunque
incorporan el supuesto de “población indígena”, priorizan los derechos
individuales de los integrantes de las poblaciones minoritarias.

El segundo tiene sus precedentes, aunque solo en el plano político, en


los denominados principio de la descolonización, planteado en América por
las sociedades criollas frente al dominio de España, y el conocido como
principio de las nacionalidades, formulado también en el siglo XIX para
fundamentar, entre otros, el movimiento de unificación de Italia, en
detrimento de los imperios europeos, especialmente el Austro-Húngaro. En el
plano jurídico, se formula por primera vez, muy limitadamente, en ciertas
actuaciones de la Sociedad de Naciones, como son las referidas a ciertos
derechos reconocidos a las minorías nacionales (autonomía interna, Asunto
de las Islas Aaland, 1920). Aunque suele proponerse que el régimen de los
mandatos se sitúa en el ámbito del principio de libre determinación, lo cierto
es que no se concibe como el ejercicio de un derecho de los pueblos sino
como una medida para sancionar a los países derrotados en la I Guerra
Mundial que además limitase su potencialidad.

El sistema de mandatos se recogía en el artículo 22 del Pacto de la


Sociedad de Naciones de 1919, que distinguía tres categorías de mandatos:
provincias segregadas del Imperio Otomano (Palestina, Siria y Mesopotamia),
derrotado en la Primera Guerra Mundial, y que darían lugar a los mandatos
franceses y británicos de Palestina, Siria, Líbano e Irak conforme a lo
acordado en el Acuerdo Sykes-Picot de 1916; las colonias de Alemania en el
África Central, Estado también derrotado en esta guerra, que conformarían
los mandatos, también británicos, belgas y franceses, de Togo, Camerún,
Tanganica o África Oriental y Ruanda-Urundi; y otros territorios que habían
sido también colonias alemanas pero eran objeto de disputas, como el África
Suroccidental (actual Namibia) y algunas islas del Pacífico (Nueva Guinea
Norte, Samoa, Marshall, Naurú, Carolinas y Marianas). Como consecuencia
de esta labor de la Sociedad de Naciones accedieron en el período de

86
LA LIBRE DETERMINACIÓN DE LOS PUEBLOS

entreguerras a la condición de Estados Iraq (1932), Siria (1941) y Líbano


(1941), quedando pendiente la cuestión del mandato de Palestina.

Es, no obstante, en la Carta de las Naciones Unidas de 1945 donde se


formula jurídicamente por primera vez el principio de libre determinación de
los pueblos, al afirmar en su artículo primero, apartado segundo, que es un
propósito de la Organización fomentar entre las naciones relaciones de
amistad basadas en el respeto al principio de igualdad de derechos y al de
libre determinación de los pueblos, y tomar otras medidas adecuadas para
fortalecer la paz universal.

Sin embargo, en la Carta no se precisa el concepto de pueblo, salvo en


lo relativo a los territorios autónomos, cuyos supuestos se recogen
expresamente en el artículo 77, y que hacen referencia, por enumeración, no
por definición, a los territorios bajo mandatos establecidos por la Sociedad de
Naciones, territorios segregados de los Estados enemigos de la Segunda
Guerra Mundial1 y territorios puestos voluntariamente por las potencias
coloniales bajo este régimen. Sin embargo, y respecto de los demás pueblos,
denominados territorios no autónomos en el Capítulo XI, la única conclusión
coherente que se puede deducir en una interpretación lógico-sistemática y en
el contexto histórico de la Carta es que sólo se refiere a los pueblos
sometidos a dominación colonial, a tenor especialmente de la referencia del
artículo 74 a los territorios metropolitanos.

La primera cuestión problemática es, por tanto, la definición del


concepto de pueblo y, teniendo en cuenta los diferentes regímenes jurídicos,
de los supuestos existentes.

En el período de entreguerras, por influencia de los Catorce Puntos del


presidente norteamericano Wilson, el concepto de pueblo se fundamentaba
básicamente en la identidad étnica2, de tal forma que se definía como una
población diferenciada étnicamente (elemento objetivo) que había sido
movilizada nacionalmente (elemento subjetivo). Posteriormente, en el
sistema de las Naciones Unidas, el derecho de libre determinación se concibe
como el derecho de la mayoría dentro de una unidad política aceptada a
ejercer el poder sobre un territorio determinado, incorporando el elemento
territorial como insoslayable3, y en la mayor parte de las ocasiones
prevalente, en el elemento objetivo del concepto de pueblo. De esta forma,
una amplia mayoría de la doctrina internacionalista considera que el concepto

1
Sólo un territorio de los Estados derrotados en la Segunda Guerra Mundial, concretamente la Somalia
italiana, fue sometido a este régimen, de tal modo que fueron once los incluidos en la administración
fiduciaria, al añadirle diez mandatos de la Sociedad de Naciones.
2
Así se contempla, por ejemplo, en los informes de las Comisiones que estudiaron el asunto de las Islas
Aaland en 1920 y 1921; vid. Report of the International Commission of Jurists (1920), LNOJ Spec. Supp.
3, p. 5 y The Aaland Islands Question: Report Submitted to the Council of the League of Nations by the
Commission of Rapporteurs (1921), League Doc. B7.21/68/106; y en el asunto de los derechos de las
minorías de la Alta Silesia, 1928 PCIJ Reports, Series A, Núm. 15, p. 4.
3
Así, por ejemplo, en la Resolución 1541 de 1960 se enumeran como elementos del concepto de pueblo
colonial que tenga un territorio geográficamente separado y una diferenciación étnica y/o cultural
(Principio IV), así como una situación de subordinación respecto del Estado que lo administra (Principio
V).

87
DERECHO INTERNACIONAL PÚBLICO E INSTITUCIONES INTERNACIONALES
JOSÉ ANTONIO PEREA UNCETA

de pueblo debe integrar unos elementos objetivo y subjetivo, de tal forma


que tengan, citando al profesor Pastor Ridruejo, un territorio
geográficamente diferenciado, unidad de raza, lengua común, cultura común,
religión común, tradiciones y costumbres comunes, pasado común,
sentimiento de patria y conciencia nacional, bien entendido que esta
enumeración no es jerarquizada ni exhaustiva y que la presencia de uno u
otro elemento no es necesaria. La ausencia de un elemento puede
compensarse por la importancia de otro u otros. Lo esencial es que haya una
cierta medida de diferenciación material y objetiva, pro-venga de donde
provenga. Y al lado de estos elementos objetivos, debe darse el requisito
subjetivo, consistente en la voluntad colectiva de constituir una nación
independiente, elemento éste necesario pero no suficiente, ya que debe ir
acompañado de los elementos objetivos, que lo condicionan y limitan con
sentido integrador4.

b) Supuestos de pueblos

En relación con el elemento objetivo, podemos distinguir las siguientes


clases de pueblos:

1) Pueblos sometidos a dominación colonial (pueblos coloniales):


Se denominan en la CNU-1945 como territorios autónomos y no
autónomos. Ejemplo: Nueva Caledonia (Francia).

Elementos:
- Territorio separado por ultramar (regla del “agua salada”).
- Subordinación jurídica del territorio: diferente consideración en la
organización territorial del Estado según su
constitución.
- Diferentes derechos políticos de la población.

 (Subclase) Enclaves coloniales: Es un territorio sometido a


dominación colonial que antes formaba parte geográficamente
del territorio principal otro Estado. Ej.: Gibraltar (colonia del
Reino Unido y enclave territorial de España).

2) Pueblos sometidos por la fuerza: Estado ocupado y anexionado a


otro por el uso de la fuerza armada. Ej.: Tíbet (China).

3) Minorías nacionales: Población minoritaria de un Estado


multiétnico. Ej.: Los vascos (Francia y España).

Elementos:
- Población demográficamente minoritaria respecto del conjunto del
Estado.
- Características diferenciadas: etnia, religión, lengua…
- Implantación mayoritaria en una parte del territorio del Estado.
- Residente o nacional durante largo tiempo del Estado.
- Estar concienciados en la preservación de su identidad.

4
Cit. J.A. PASTOR RIDRUEJO, Curso de Derecho internacional público..., op. cit., p. 255.

88
LA LIBRE DETERMINACIÓN DE LOS PUEBLOS

 (Subclases): Minorías integradas simplemente en uno o varios


Estados. Ej. Flamencos (Bélgica). Y minorías con un Estado
afín fuera del que están integrados (“irrendentismo”). Ej.:
Rusos de Letonia.

4) Pueblos indígenas: Población autóctona de un Estado proveniente


de una colonización. Ej.: Esquimales = inuit (Canadá).

Elementos:
- Población anterior a la colonización.
- Continuidad histórica.
- Autoidentificación.
- Situación de no dominación social y política.
- Vinculación especial con el territorio ancestral.
- Voluntad de defensa de su identidad.

Un caso especial es el de las minorías no territoriales, como las


poblaciones gitanas de Europa, que plantean una problemática específica. En
cualquier caso, al no existir una vinculación entre territorio y población no
puede plantearse el supuesto de la secesión, que implica, como la mayor
parte de los procesos de autodeterminación, una reclamación territorial.

6.2. LOS REGÍMENES INTERNACIONALES APLICABLES A LOS


DIFERENTES SUPUESTOS DE PUEBLOS.

6.2.1. El derecho de libre determinación de los pueblos


sometidos a dominación colonial o por la fuerza

El hecho de que las potencias impulsoras de la Carta de San Francisco y


de la propia Organización de las Naciones Unidas defendieran intereses muy
contrapuestos en esta materia -tan dispares como el del imperio colonial
británico y el de su antigua colonia norteamericana- motivó, sin duda, que el
tratamiento de este principio en la Carta fuera ambiguo y desigual. Su
formulación como propósito en el artículo 1.2 y su inclusión como
fundamento de la función de fomento de la cooperación internacional
económica y social en el artículo 55, tan sólo se traduce en un régimen
jurídico, desarrollado en los Capítulos XI y XII, dual -por su distinción entre
territorios autónomos y no autónomos-, conservador -por no contemplar la
libre determinación de los segundos, manifiestamente mayoritarios al
tratarse de las colonias de los aliados-, cuando no arcaico -por su mención,
entre otras cuestiones, a supuestas misiones sagradas de las potencias
coloniales-, y deliberadamente impreciso, por cuanto si bien encomienda al
órgano especial en esta materia -el Consejo de Administración Fiduciaria- la
supervisión de las obligaciones respecto de los territorios autónomos, no
atribuye ni a éste ni a ningún otro la competencia específica de control de las
obligaciones, ciertamente ligeras, impuestas a las potencias coloniales con
territorios no autónomos.

89
DERECHO INTERNACIONAL PÚBLICO E INSTITUCIONES INTERNACIONALES
JOSÉ ANTONIO PEREA UNCETA

El régimen establecido en la Carta de San Francisco para los pueblos


sometidos a dominación colonial, pese a su limitado contenido político y
jurídico, ha tenido, sin embargo, un amplio desarrollo en la práctica de la
Organización. Los trabajos de la comisión creada por la Asamblea General,
mediante su Resolución 66 (I) de 14 de diciembre de 1946 (conocido como
Comité de los 24 o para la Descolonización), y de otras comisiones
establecidas posteriormente, no sólo hicieron efectivo el deber de
información impuesto a las potencias coloniales sino que extendieron el
ámbito de aplicación del principio, dotándolo de un contenido más amplio y
de una naturaleza jurídica muy superior a las previstas por los Estados
fundadores de la Organización. La aprobación por la Asamblea de
resoluciones como la 1514 (XV), de 14 de diciembre de 1960, la 1541 (XV),
de 15 de diciembre de 1960, o la 2625 (XXV), de 24 de octubre de 1970, así
como la incorporación de este principio como derecho humano fundamental
en el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos, adoptado por la
Resolución 2200 (XXI) de la Asamblea General de 16 de diciembre de 1966,
revolucionó las previsiones de la Carta hasta su consideración como principio
estructural del ordenamiento jurídico internacional y como norma imperativa
del mismo, como, por otro lado, ha confirmado la Corte Internacional de
Justicia en diferentes dictámenes y sentencias5.

También en los debates para la aprobación de los textos sobre derechos


humanos se hace mención al derecho de autodeterminación. En este sentido,
hay que destacar, en primer lugar, la ausencia de este derecho, considerado
hoy como fundamental, en la Declaración Universal de los Derechos del
Hombre, adoptada por la Resolución 217A (III) de la Asamblea General, de
10 de diciembre de 1948. En esta Declaración se propuso, por parte de la
Unión Soviética, la inclusión del derecho de libre determinación de los
pueblos, pero fue rechazada, entre otros, por el Reino Unido, Francia y
Bélgica, demostrando una vez más las intenciones de estos fundadores
principales de la Organización de las Naciones Unidas y la deliberada
ambigüedad y alcance limitado de su formulación en la Carta.

De igual modo, en los trabajos de la Comisión de Derechos Humanos


tendentes a la elaboración de los futuros pactos sobre derechos civiles y
políticos y sobre derechos económicos, sociales y culturales, se manifestó la
oposición de las potencias coloniales a incluir este derecho, alegando, entre
otras cosas, que tan sólo se trataba de un impreciso principio político y no de
un auténtico derecho. La unión, a este respecto, de los países socialistas y de
los Estados de América, Asia y África permitió, sin embargo, su estudio por
la Comisión. En los debates en la Comisión sobre la redacción de la
disposición relativa a este derecho se agudizaron estas diferencias, y no sólo
por la oposición de los países metropolitanos a su inclusión, en perjuicio de
sus intereses coloniales, sino también por la oposición general de los países
occidentales a reconocer un derecho de secesión de los pueblos integrados
en los mismos, y la particular de los Estados Unidos a aceptar la propuesta

5
Dictámenes sobre la Consecuencias jurídicas para los Estados de la presencia continuada de Sudáfrica
en Namibia (Sudoeste africano), no obstante la Resolución 276 (1970) del Consejo de Seguridad, de 21 de
junio de 1970, y sobre el Sáhara occidental, de 16 de octubre de 1975, y Sentencia sobre Timor oriental
(Portugal c. Australia), de 30 de junio de 1995.

90
LA LIBRE DETERMINACIÓN DE LOS PUEBLOS

chilena de extender este derecho a la soberanía sobre los recursos naturales,


que amenazaba su neocolonialismo económico. Por estas razones, la
inclusión en los Pactos de este derecho recibió, en su sesión de 1955, el voto
contrario de doce Estados y otras trece abstenciones, aprobándose por la
mayoría de treinta y tres miembros6.

De esta forma en el primer párrafo del artículo primero del Pacto


Internacional de Derechos Civiles y Políticos, adoptado por la Resolución
2200 (XXI) de la Asamblea General, de 16 de diciembre de 1966, y que entró
en vigor el 23 de marzo de 1976, se establece que todos los pueblos tienen
el derecho de libre determinación. En virtud de este derecho establecen
libremente su condición política y proveen asimismo a su desarrollo
económico, social y cultural. Aunque nuevamente incide en el genérico todos
los pueblos, en su párrafo tercero, sin embargo, sólo se hace mención a dos
categorías, al disponer que los Estados Partes en el presente Pacto, incluso
los que tienen la responsabilidad de administrar territorios no autónomos y
territorios en fideicomiso, promoverán el ejercicio del derecho de libre
determinación y respetarán este derecho de conformidad con las
disposiciones de la Carta de las Naciones Unidas7.

Es, no obstante, en las resoluciones de la Asamblea General donde se


amplía el ámbito de aplicación de este derecho, en una extensión cuyo valor
jurídico ha sido ratificado en diversas ocasiones por la Cortel Internacional de
Justicia8. Así en la Resolución 1514 (XV) de la Asamblea General, de 14 de
diciembre de 1960 ("Declaración sobre la concesión de la independencia a los
países y pueblos coloniales") , se dice en su apartado segundo que todos los
pueblos tienen el derecho de libre determinación, añadiéndose en su
apartado quinto que en los territorios en fideicomiso y no autónomos y en
todos los demás territorios que no han logrado aún su independencia
deberán tomarse inmediatamente medidas para traspasar todos los poderes
a los pueblos de esos territorios.

La Resolución 1541 (XV), adoptada el día siguiente, tiene por objeto


establecer los "Principios que deben servir de guía a los Estados miembros
para determinar si existe o no la obligación de transmitir la información que
se pide en el inciso e, del artículo 73 de la Carta". En ella se establecen,
entre otras cuestiones, los criterios para determinar la existencia de un
hecho colonial y se expresan las tres formas originarias de autodeterminación
-independencia, libre asociación e integración- a las que se añadirá en 1970
“cualquier otra condición política” (región autónoma, estado federal, etc).

6
Votaron en contra Australia, Bélgica, Canadá, Estados Unidos, Francia, Luxemburgo, Nueva Zelanda,
Noruega, Países Bajos, Reino Unido, Suecia y Turquía. Vid. UN Doc.A/C.3/SR.676, 1955, párrafo 27.
7
El texto es idéntico al del artículo primero del Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y
Culturales, adoptado en virtud de la Resolución 2200 (XXI) de la Asamblea General, de 16 de diciembre de
1966, que entró en vigor el 3 de enero de 1976.
8
Dictamen sobre el Sáhara Occidental de 16 de octubre de 1975, CIJ, Recueil, 1975, especialmente párrafo
54.

91
DERECHO INTERNACIONAL PÚBLICO E INSTITUCIONES INTERNACIONALES
JOSÉ ANTONIO PEREA UNCETA

En la Resolución 1803 (XVII) de la Asamblea General, de 14 de


diciembre de 1962, sobre la "Soberanía permanente sobre los recursos
naturales", se expresa el derecho de los pueblos y de las naciones a la
soberanía permanente sobre sus riquezas y recursos naturales debe
ejercerse en interés del desarrollo nacional y del bienestar del pueblo del
respectivo Estado.

Por último, entre otras, en la Resolución 2625 (XXV), de 24 de octubre


de 1970, se prescribe la prohibición de utilizar la fuerza para impedir la
autodeterminación de las colonias y, no solo se mantiene la posibilidad de
usarla para su ejercicio por el pueblo colonial, sino que se habilita la
posibilidad de la asistencia de otros Estados. Asimismo, se reafirma que el
territorio colonial tiene una condición jurídica distinta y separada del Estado
que lo administra.

El régimen relativo a los territorios autónomos -los incluidos en los


supuestos del artículo 77 de la Carta- se ha aplicado tal y como preveía su
Capítulo XIV, aunque con ciertas flexibilidades en cuanto a las formas de
autodeterminación, hasta culminar el proceso de descolonización de los
mismos en 1994 con la independencia de las Islas Palau. El relativo a los
territorios no autónomos -el resto de las colonias-, desarrollado conforme a
la práctica de la Organización, ha revolucionado la composición de la
comunidad internacional con la descolonización de numerosos territorios en
los últimos cincuenta años y está aún pendiente de culminación por la
postura de algunos Estados que ocupan por la fuerza territorios pendientes
de descolonizar, como Marruecos respecto del Sáhara Occidental, antigua
colonia española, o que mantienen sus dominios coloniales de ultramar,
como Estados Unidos, Reino Unido, Países Bajos o Francia, principalmente en
islas y archipiélagos del Caribe, el Índico o el Pacífico, aunque también en
enclaves territoriales, como Gibraltar. En cualquier caso, la efectividad de
este derecho y de su régimen jurídico queda demostrada tanto por la masiva
descolonización de territorios y el surgimiento por esta causa de unos
noventa nuevos Estados, como por la presión que se ejerce desde las
Naciones Unidas para la superación de las situaciones coloniales aún
existentes9.

Los territorios que están actualmente en la lista del Comité para la


Descolonización de la Asamblea General de la ONU son:

Superficie
Territorio Incluídos en la lista Administración Población
(km2)

ÁFRICA
10
Sáhara Occidental Desde 1963 NP 266,000 584,000

9
Más espaciadamente que en las décadas precedentes, todavía surgen bajo los auspicios de las Naciones
Unidas nuevos Estados por la vía de la descolonización, como es el caso de Timor Oriental en 2002.
10
El 26 de febrero de 1976, España comunicó al Secretario General que a partir de dicha fecha daba por
terminada su presencia en el Territorio del Sáhara y que estimaba necesario hacer constar lo siguiente:
España se consideraba a partir de ese momento exenta de toda responsabilidad de carácter internacional en

92
LA LIBRE DETERMINACIÓN DE LOS PUEBLOS

ATLÁNTICO Y EL CARIBE

Anguila Desde 1946 Reino Unido 96 15,700

Bermuda Desde 1946 Reino Unido 53.35 61,695

Islas Caimán Desde 1946 Reino Unido 264 60,413

Islas Malvinas
Desde 1946 Reino Unido 12,173 2,500
(Falkland)

Islas Turcas y
Desde 1946 Reino Unido 948.2 37,910
Caicos

Islas Vírgenes
Desde 1946 Reino Unido 153 28,200
Británicas

Islas Vírgenes de los


Desde 1946 Estados Unidos 352 103,700
Estados Unidos

Monserrat Desde 1946 Reino Unido 103 5,000

Santa Elena Desde 1946 Reino Unido 310 5,691

EUROPA

Gibraltar Desde 1946 Reino Unido 5.8 33,140

PACÍFICO

Guam Desde 1946 Estados Unidos 540 159,358

Nueva Caledonia 1946-1947 y desde 1986 Francia 18,575 268,767

Pitcairn Desde 1946 Reino Unido 35.5 39

Polinesia Francesa 1946-1947 y desde 2013 Francia 3,600 271,800

Samoa Americana Desde 1946 Estados Unidos 200 60,200

Tokelau Desde 1946 Nueva Zelandia 12.2 1,499

6.2.2. El estado de la secesión en el Derecho internacional

Se entiende por secesión, en sentido estricto, la separación efectiva de


una parte del territorio -y su población- de un Estado (‘matriz’) sin contar a
priori con el consentimiento de éste. Los requisitos de la secesión son, por
tanto, tres: separación efectiva de una parte del territorio de un Estado,

relación con la administración del Territorio, en vista de que había cesado su participación en la
administración temporal establecida para el Territorio. En 1990 la Asamblea General reafirmó que la
cuestión del Sáhara Occidental era un problema de descolonización que debía ser resuelto por el pueblo del
Sáhara Occidental.

93
DERECHO INTERNACIONAL PÚBLICO E INSTITUCIONES INTERNACIONALES
JOSÉ ANTONIO PEREA UNCETA

territorio no sometido a dominación colonial o por la fuerza, y realización sin


consentimiento de este Estado matriz.

Se excluyen los supuestos de descolonización porque, como se la


señalado, el territorio colonial se concibe como jurídicamente separado del
territorio metropolitano. De este modo, no es secesión, por ejemplo, la
creación de Angola en 1975 por independencia de Portugal ya que el
territorio angoleño no era parte, jurídicamente, de este Estado. Lo mismo
podemos decir de los Estados restablecidos después de haber sido ocupados
por la fuerza, por la misma razón jurídica que en el caso anterior, como sería
el ejemplo de Kuwait en 1991 después de la ocupación iraquí, iniciada en
agosto del año anterior. Tampoco se incluyen, por haber consentimiento, los
supuestos de desmembramiento de un Estado en varias entidades estatales
con la desaparición de aquél por disolución pactada del mismo
(Checoslovaquia en 1993, constituyéndose la República Checa y Eslovaquia),
ni los de separación consentida de una parte del territorio de un Estado, que
continúa existiendo (segregación de Irlanda del Reino Unido en 1922).

Tampoco deben incluirse, aunque es más controvertido, los casos en


los que no hubo consentimiento inicial pero sí posteriormente, o bien como
‘hechos consumados’ o bien por imposición internacional o de otro Estado
tras un conflicto armado. Este es el caso de las repúblicas bálticas (Estonia,
Letonia y Lituania), secesionadas de la URSS antes de la ‘separación’ del
resto de Estados surgidos tras su disolución por el Tratado de Belavezha de
1991. Como lo es de Eritrea, surgida en 1993 después de un largo conflicto
armado con el Gobierno de Etiopía.

Secesiones aceptadas por la comunidad internacional son, desde el


inicio del siglo XX: Panamá (1903), Finlandia (1918), Mongolia (1921),
Bangladesh (1971), Estonia, Letonia y Lituania (1991), Eslovenia, Croacia y
Macedonia (1991), Bosnia-Herzegovina (1992), Eritrea (1993) y Sudán del
Sur (2011). Sin embargo, hay otras entidades de facto, sin reconocimiento
internacional, unas ciertamente con las características de un Estado y otras
con una mera apariencia, como las actuales República Turca del Norte de
Chipre (desde 1983), Nagorno-Karabaj, Osetia del Sur, Abjasia y Transnsitria
(1991) y Somaliland (1991), y las desparecidas Manchukuo (1932-1945),
Katanga (1960-1963), Biafra (1967-1970), Sultanato de Aceh (1976-2003),
Tamil Ealan (1990-2009), República Serbia de Krajina (1991-1995),
República Sprska (1992-1995), Chechenia (1992-2000) y Anjouán (1997-
2008). A estas situaciones consolidadas o temporales se unen otros intentos
totalmente fallidos como los de Cachemira, Gorkhland, Bougainville, Azawad,
Bangsamoro, Kurdistán y Cataluña. Una secesión no completada es la de
Kosovo, con una administración internacional desde 1999 y un proyecto de
secesión desde 2008.

Puesto que las secesiones se producen respecto de pueblos que


forman parte de Estados multiétnicos estamos, en lo que respecta a su
régimen jurídico internacional, en el segundo supuesto señalado en este
tema, es decir, en el de las denominadas ‘minorías nacionales’.

Las minorías nacionales vieron reconocida en la etapa de la Sociedad


de Naciones, especialmente a partir del Asunto de las Islas Aaland (1922), su

94
LA LIBRE DETERMINACIÓN DE LOS PUEBLOS

diferenciación cultural y se compensó la preservación de la integridad


territorial del Estado en el que se encontraban con la concesión de amplias
cotas de autonomía política, pero en los primeros años de las Naciones
Unidas se las excluyó intencionadamente de los derechos que se iban
progresivamente reconociendo a los pueblos coloniales. Ni la Declaración
Universal de los Derechos del Hombre de 1948, ni la Resolución 1514 de
1960 de la Asamblea General, ni los Pactos de Nueva York de 1966 sobre
derechos humanos, reconocen el derecho de autodeterminación de estos
pueblos integrados en Estados. Por el contrario, los Pactos de 1966 inician un
régimen jurídico propio consistente en el reconocimiento de los derechos
fundamentales de los individuos pertenecientes a una minoría a su no
discriminación y a su diferenciación11.

El cambio en esta tendencia se produce con la Resolución 2625 (XXV)


de 1970, de la Asamblea General de la ONU, pues se discutió ampliamente el
trato que había que dar a los pueblos no coloniales en relación con el
derecho de libre determinación que se estaba negociando y finalmente se
adoptó un texto, el párrafo séptimo de este apartado, en el que se reconoce
su aplicación a los pueblos que sean discriminados por razones raciales o
religiosas en la participación en los órganos políticos del Estado12. Aunque se
ha interpretado de diferentes formas su contenido y alcance, aceptando un
criterio discriminatorio político, social o democrático, la teoría que se impone
mayoritariamente en relación con esta denominada ‘cláusula democrática’ es
la ‘teoría de la secesión-remedio’, según la cual el principio de integridad
territorial del Estado cede cuando se producen violaciones graves, masivas y
sistemáticas de los derechos fundamentales de los pueblos.

No obstante, este reconocimiento efectuado en 1970 no ha tenido una


continuidad uniforme ni general en la práctica internacional, por lo que no
puede admitirse que actualmente haya una costumbre internacional
consolidada conforme a la cual se reconozca un derecho de secesión para los
pueblos no sometidos a dominación colonial fundamentado en la violaciones
graves, masivas y sistemáticas de los derechos humanos de sus integrantes.
Esto es así, en primer lugar, porque las declaraciones y los convenios
internacionales, del ámbito universal y de los diferentes ámbitos regionales
no han reconocido la libre determinación fuera del ámbito colonial,
restringiendo el régimen jurídico internacional de las minorías nacionales a la
protección de sus derechos humanos. Así ha sido en textos –unos no
vinculantes y otros sí- como la Declaración de 1992 de las Naciones Unidas
sobre los derechos de las personas pertenecientes a minorías nacionales,

11
Artículo 27 del Pacto de Derechos Civiles y Políticos: En los Estados en que existan minorías étnicas,
religiosas o lingüísticas, no se negará a las personas que pertenezcan a dichas minorías el derecho que les
corresponde, en común con los demás miembros de su grupo, a tener su propia vida cultural, a profesar y
practicar su propia religión y a emplear su propio idioma.

12
Ninguna de las disposiciones de los párrafos precedentes se entenderá en el sentido de que autoriza o
fomenta cualquier acción encaminada a quebrantar o menospreciar, total o parcialmente, la integridad
territorial de Estados soberanos e independientes que se conduzcan de conformidad con el principio de la
igualdad de derechos y de la libre determinación de los pueblos antes descritos y estén, por tanto dotados
de un gobierno que represente a la totalidad del pueblo perteneciente al territorio, sin distinción por
motivo de raza, credo o color.

95
DERECHO INTERNACIONAL PÚBLICO E INSTITUCIONES INTERNACIONALES
JOSÉ ANTONIO PEREA UNCETA

étnicas, religiosas o lingüísticas, el Acta Final de Helsinki de 1975 (CSCE), la


Carta de París para una Nueva Europa de 1990 (CSCE), las Recomendaciones
Lund de 1999 (OSCE) y la Carta Europea de las Lenguas Regionales o
Minoritarias de 1992 (Consejo de Europa).

Y en segundo lugar, porque, para que una resolución de la Asamblea


General –formalmente recomendatoria- pueda considerarse como norma, y
por tanto tenga efectos vinculantes para los Estados, es necesario que vaya
acompañada de una práctica uniforme y generalmente aceptada como
derecho, tal y como sucedió, y así hemos señalado, con la Resolución 1514
(XV) en relación con la libre determinación de los pueblos coloniales. La
declaración efectuada en 1970 no cuenta con una práctica anterior ni
posterior que avale su consideración como norma consuetudinaria
internacional. Las matanzas de ibos en Biafra (1967-1970), la discriminación
legal de los tamiles de Sri Lanka (1983-2009), las masacres sobre los kurdos
de Iraq (1986-1989) o la represión realizada en Aceh (2003) no han sido
suficientes para que la comunidad internacional respaldara sus intentos de
secesión. Y si bien, el incumplimiento por Etiopía de los acuerdos cuasi
confederales que garantizaban la convivencia entre grupos étnicos
fundamentó el apoyo de Naciones Unidas a la secesión de Eritrea (1993), una
vulneración similar no sirvió en el caso los turcochipriotas (1974). Como
tampoco ha habido una actuación pareja en los casos de Bangladesh (1971)
y la Krajina serbocroata (1991-1995) o entre Bosnia-Herzegovina (1991) y
Kosovo (1999), son situaciones evidentes de discriminación legal o incluso,
en algunos casos, limpieza étnica. Los casos de secesión anteriores a 1970
(Panamá, Finlandia o Mongolia) y los posteriores (Bangladesh, Estonia,
Letonia, Lituania, Eslovenia, Croacia, Macedonia, Bosnia-Herzegovina, Eritrea
y Sudán del Sur) no permiten, en absoluto, prescribir la existencia de una
costumbre internacional, iniciada con la Resolución 2625 (XXV) de 1970, y
basada en la ‘secesión-remedio’, por mucho que haya una corriente doctrinal
progresivamente favorable y que algunos Estados se hayan pronunciado
favorablemente

En este contexto, la CIJ no aprovechó su opinión consultiva de 2010


sobre la declaración de independencia efectuada por el Parlamento de Kosovo
en 2008 para establecer el estado actual de la secesión fuera del ámbito de
la descolonización, limitándose a declarar que no están reguladas –y por
tanto tampoco prohibidas- esas declaraciones de independencia, de
naturaleza estrictamente interna. En el ámbito institucional internacional es
ciertamente relevante la doctrina establecida por la Comisión Africana de
Derechos Humanos y de los Pueblos, que en dos casos (2003, República
Democrática del Congo, y 2006, respecto de Angola) ha reconocido la
existencia de esta ‘secesión-remedio’ aunque expresable solo con una
autonomía interna.

En el lado contrario de la balanza hay que destacar que algunos


Gobiernos han expresado su apoyo a la doctrina de la ‘secesión-remedio’, ya
sea en procedimientos judiciales (en el asunto de Kosovo, 16 de los 43
Estados que hicieron alegaciones, entre ellos Reino Unido, Rusia, Alemania y
Japón) o con ocasión de conflictos internacionales (Rusia, en relación con
Crimea y la secesión de Lugansk y Donets). Y además, algunas
jurisprudencias nacionales también lo han hecho, aunque sin considerarlo

96
LA LIBRE DETERMINACIÓN DE LOS PUEBLOS

aplicable a sus propios supuestos, como es el caso de la Sentencia del


Tribunal Supremo de Canadá en el asunto de Quebec de 20 de agosto de
1998 y la de nuestro Tribunal Constitucional de 17 de octubre de 2017.

6.2.3. El régimen jurídico de los pueblos indígenas

La problemática en relación con las denominadas poblaciones indígenas


debería ser similar a la referida sobre las minorías nacionales, sin embargo,
su desarrollo jurídico ha configurado un incipiente régimen jurídico propio, en
el contexto de la protección de los derechos humanos, aunque con algunas
características diferentes del establecido para las minorías nacionales.

Aunque no existe una definición jurídica universalmente aceptada, el


Relator Martínez Cobo en el seno del Grupo de Trabajo sobre Poblaciones
Indígenas, de la Subcomisión de Prevención de Discriminaciones y Protección
a las Minorías de la Asamblea General de las Naciones Unidas, los definió así:

Son comunidades, pueblos y naciones indígenas los que, teniendo


una continuidad histórica con las sociedades anteriores a la invasión y
precoloniales que se desarrollaron en sus territorios, se consideran
distintos de otros sectores de las sociedades que ahora prevalecen en
esos territorios o en partes de ellos. Constituyen ahora sectores no
dominantes de la sociedad y tienen la determinación de preservar,
desarrollar y transmitir a futuras generaciones sus territorios
ancestrales y su identidad étnica como base de su existencia continuada
como pueblo, de acuerdo con sus propios patrones culturales, sus
instituciones sociales y sus sistemas legales13.

En esta definición se incluyen sus principales características:


continuidad histórica con las sociedades anteriores a la colonización,
autoidentificación, situación no dominante, vinculación con el territorio
ancestral, y voluntad de defensa de su identidad étnica, social y cultural. No
obstante, debe advertirse que, siendo ésta una definición aceptada por los
representantes de los pueblos indígenas y buena parte de la doctrina y de las
organizaciones internacionales, cuenta con detractores, por considerar que
debería restringirse a aquellos pueblos que siguen sometidos por los
colonizadores de ultramar y no por otros grupos étnicos vecinos,
restringiendo así su aplicación a América y Oceanía. En este sentido
restrictivo se definían estos pueblos en el artículo 1 del Convenio número 107
de la Organización Internacional del Trabajo de 1957 sobre poblaciones
indígenas y tribales en países independientes, que además distinguía entre
poblaciones indígenas y tribales o semitribales, dependiendo de la
pervivencia de las características propias y su integración en la colectividad
nacional:

Miembros de las poblaciones tribales o semitribales en los países


independientes, cuyas condiciones sociales y económicas correspondan
a una etapa menos avanzada que la alcanzada por los otros sectores de

13
Cit. UN Doc. E/CN.4/Sub.2/1986/7, Add. 4, p. 30 .

97
DERECHO INTERNACIONAL PÚBLICO E INSTITUCIONES INTERNACIONALES
JOSÉ ANTONIO PEREA UNCETA

la colectividad nacional y que estén regidas total o parcialmente por sus


propias costumbres o tradiciones o por una legislación especial.

Miembros de las poblaciones tribales o semitribales en los países


independientes, consideradas indígenas por el hecho de descender de
poblaciones que habitaban el país, o una región geográfica a la que
pertenece el país, en la época de la conquista o la colonización y que,
cualquiera que sea su situación jurídica, viven más de acuerdo con las
instituciones sociales, económicas y culturales de dicha época que con
las instituciones de la nación a que pertenecen.

En el Convenio número 169 de 1989 se actualiza el anterior,


suprimiendo su característica de retraso social y económico, añadiendo la
posibilidad de su localización por hechos diferentes a la colonización o
conquista, destacando su adhesión a sus costumbre y la autoidentificación, y
considerándolos expresamente pueblos:

Pueblos tribales en países independientes, cuyas condiciones


sociales, culturales y económicas les distinguen de otros sectores de la
colectividad nacional y que están regidos total o parcialmente por sus
propias costumbres o tradiciones o por una legislación especial.

Pueblos en países independientes, consideradas indígenas por el


hecho de descender de poblaciones que habitaban en el país, o en una
región geográfica a la que pertenece el país en la época de la conquista
o la colonización o del establecimiento de las actuales fronteras
estatales y que, cualquiera que sea su situación jurídica, conservan sus
propias instituciones sociales, económicas, culturales y políticas, o parte
de ellas.

La conciencia de su identidad indígena o tribal deberá considerarse


un criterio fundamental para determinar los grupos a los que se aplican
las disposiciones del presente Convenio.

Después de veinticuatro años de debates en el Grupo de Trabajo creado


en 1982 en la Subcomisión de Prevención de Discriminaciones y Protección a
las Minorías de la Comisión de Derecho Humanos de las Naciones Unidas, se
adoptó un texto de Declaración de las Naciones Unidas sobre los Derechos de
los Pueblos Indígenas, primero en dicha Comisión el 29 de junio de 2006 y
posteriormente en el Asamblea General el 13 de septiembre de 2007. En esta
Declaración se comienza afirmando que los pueblos indígenas son iguales a
todos los demás pueblos (párrafo primero del preámbulo), reconociendo
asimismo que tienen el derecho de determinar libremente sus relaciones con
los Estados en un espíritu de coexistencia, beneficio mutuo y pleno respeto
(párrafo trece), que la Carta y los Pactos de Nueva Cork afirman la
importancia fundamental del derecho de todos los pueblos a la libre
determinación (párrafo quince) y que nada de lo contenido en la presente
Declaración podrá utilizarse para negar a ningún pueblo su derecho a la libre
determinación, ejercido de conformidad con el derecho internacional (párrafo
dieciséis).

98
LA LIBRE DETERMINACIÓN DE LOS PUEBLOS

En su artículo 1 se reconoce que los indígenas tienen derecho, como


pueblos o como personas, al disfrute pleno de todos los derechos humanos y
libertades fundamentales reconocidos por la Carta de las Naciones Unidas, la
Declaración Universal de Derechos Humanos y la normativa internacional de
los derechos humanos. Y dispone en su artículo 3 que los pueblos indígenas
tienen derecho a la libre determinación. En virtud de ese derecho determinan
libremente su condición política y persiguen libremente su desarrollo
económico, social y cultural. Alcance que se matiza en su artículo 4, en el
que se dice que los pueblos indígenas, en ejercicio de su derecho de libre
determinación, tienen derecho a la autonomía o el autogobierno en las
cuestiones relacionadas con sus asuntos internos y locales, así como los
medios para financiar sus funciones autónomas.

En consecuencia, podemos afirmar que mediante declaración de la


Asamblea General de las Naciones Unidas, de valor jurídico recomendatorio,
se ha reconocido el derecho de libre determinación de forma expresa a los
pueblos indígenas, particularizando el reconocimiento hecho a los pueblos en
general en su Resolución 2625. No obstante, a diferencia de ésta, el régimen
jurídico establecido difiere no sólo en sus características propias
(autoidentificación, territorio ancestral, etc.) sino también y principalmente
en la exclusión intencionada de la cláusula de salvaguardia y la limitación
como forma de autodeterminación de la autonomía. Lo que implica que es un
derecho que pueden ejercer todos los pueblos indígenas, y no sólo los que
estén sometidos a discriminación, y que sólo puede ejercerse políticamente
en la forma de autonomía política, en los términos y condiciones establecidas
en la propia declaración. En este sentido, debe resaltarse que el grado de
autonomía que se reconoce implica serias limitaciones a los Estados, por
cuanto, por ejemplo, en su artículo 19 se dice que los Estados celebrarán
consultas y cooperarán de buena fe con los pueblos indígenas interesados
por medio de sus instituciones representativas para obtener su
consentimiento libre, previo e informado antes de adoptar y aplicar medidas
legislativas y administrativas que les afecten.

En cuanto a la práctica internacional en esta materia, se restringe a


algunos tratados internacionales, principalmente del siglo XIX, en mayor o en
menor medida, o en ninguna, respetados y aplicados por los Estados
actuales. Es el caso, por ejemplo, del Tratado de Waitangi, firmado en 1840
entre el Reino Unido y las tribus hapu e iwi, maoríes, de Nueva Zelanda. En
1975 Nueva Zelanda promulgó una ley para la creación de un tribunal
encargado de resolver los problemas relativos a su aplicación en la forma de
recomendaciones a la Corona, y que en su desarrollo ha ido ampliando sus
funciones, por vía legislativa, actuando como foro de reclamaciones de los
indígenas neozelandeses en una labor de actualización de aquel tratado y de
mediación entre la comunidad maorí y la no maorí. El Tratado de Waitangi
establecía una especie de protectorado británico en virtud del cual los jefes
tribales aseguraban el ejercicio pacífico y continuado de su poder político
sobre sus súbditos con la ayuda del Imperio Británico a cambio de permitir la
inmigración británica y la adquisición de tierras en determinados lugares y
con ciertas condiciones de los colonos. Desde el punto de vista estrictamente
jurídico, consideramos que aquel tratado fue incumplido por el Reino Unido,
porque progresivamente se hizo con la soberanía de todo el territorio maorí,
desapareciendo todo vestigio de entidad estatal autóctona. Por esta misma

99
DERECHO INTERNACIONAL PÚBLICO E INSTITUCIONES INTERNACIONALES
JOSÉ ANTONIO PEREA UNCETA

razón, no puede considerarse como un tratado internacional vigente, ya que


una de las partes se ha extinguido como sujeto internacional y no existe
como tal para reclamar su cumplimiento en el ámbito internacional. Es
irrelevante, a estos solos efectos, que su extinción lo sea por causa
imputable a una de las partes, que actualmente esté prohibido en el Derecho
internacional el uso de la fuerza en cualquiera de sus formas para atentar
contra la soberanía, independencia política o integridad territorial de los
Estados.

Esta argumentación, extensible a otros supuestos del ámbito


internacional, y muy particularmente a los tratados firmados por las naciones
indias con los Estados Unidos, sólo implica que esos tratados no están en
vigor actualmente, no, en modo alguno, que esos pueblos –que actualmente
no son Estados- no tengan los derechos que les reconoce el Derecho
internacional a su libre determinación, pero con fundamento jurídico en el
ordenamiento internacional vigente, no en aquellos tratados internacionales.
Como tampoco excluye el ejercicio de las acciones que les correspondan en
el ámbito interno nacional, en la relación subsiguiente entre Administración
del Estado y administrados conforme a su consideración como normas de
aplicación nacional que no hayan sido derogadas o conforme a nuevas
normas dictadas al efecto, con fundamento directo o no en aquellos tratados.
Así, en el caso de Nueva Zelanda este Estado ha decidido soberanamente
restituir, actualizado, el espíritu del tratado celebrado con los maoríes,
respecto de una parte de sus ciudadanos, no respecto de una inexistente
entidad soberana. En la jurisprudencia norteamericana es común y
progresivo, en este sentido, el reconocimiento de derechos civiles con
fundamento en este tipo de tratados cuando no colisionan con otras normas
nacionales consideradas en su ordenamiento de mayor rango, pero no que
se reconozcan derechos políticos. Éstos se hacen por concesión, esto es, en
el ejercicio de la voluntad soberana del Estado, como en la reciente práctica
canadiense.

BIBLIOGRAFÍA SELECTA RECOMENDADA:

- Cassese, A., Self-Determination of Peoples, Cambridge University Press,


1995.
- Mariño Menéndez, F., "Naciones Unidas y el derecho de autodeterminación",
en F. Mariño Menéndez, Balance y perspectivas de las Naciones Unidas en el
cincuentenario de su creación, Madrid, 1996.
- Moore, M. (ed.), National Self-Determination and Secession, Oxford
University Press, Oxford, 1998.
- Musgrave, T., Self-Determination and National Minorities, Oxford University
Press, Oxford, 1999.
- De Obieta Chalbaud, J.A., El derecho humano de la autodeterminación de
los pueblos, Tecnos, Madrid, 1989.
- G. Palmisano, Nazioni Unite e autodeterminazione interna, Giuffrè, Milán,
1997.

100
LA LIBRE DETERMINACIÓN DE LOS PUEBLOS

- Perea Unceta, J.A., El derecho internacional de secesión, Facultad de


Derecho, UCM, 2008.
- López Martín, A.G. y Perea Unceta, J.A., Creación de Estados, secesión y
reconocimiento, Tirant Lo Blanch, Valencia, 2017.
- X. Pons Rafols, Cataluña: Derecho a decidir y Derecho Internacional, Reus,
Madrid, 2015.
- Perea Unceta, J.A., “El secesionismo catalán en el contexto del Derecho
internacional”, en Foro, Nueva Época, Vol. 17, Número 2, 2014, pp. 117-155.
- Tancredi, A., La secesione nel diritto internacionale, Cedam, Papua, 2001.
- Conde Pérez, E., La protección de las minorías nacionales en la
Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa, Facultad de
Derecho UCM, Madrid, 2001.
- Díaz Barrado, C., La protección de las minorías nacionales por el Consejo de
Europa, Edisofer, Madrid, 1999.
- Pastor Ridruejo, J.A., "La protección de las minorías: nuevos instrumentos
en perspectiva", en F. Mariño Menéndez (ed.), Los Estados y las
Organizaciones Internacionales en el nuevo contexto de la seguridad en
Europa, Universidad Carlos III-BOE, Madrid, 1995.
- Berraondo, M. (coord.), Pueblos indígenas y derechos humanos,
Universidad de Deusto, Bilbao, 2006, pp. 399-421.
- Gómez del Prado, J.L., Pueblos indígenas, Universidad de Deusto, Bilbao,
2002.
- James Anaya, S., Los pueblos indígenas en el derecho internacional, Trotta,
Madrid, 2005.
- Torrecuadrada, S., Los pueblos indígenas en el orden internacional,
Dyckinson, Madrid, 2001.

101

You might also like