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En esta primera entrega, Daniel Santoro nos cuenta cómo fue que abandonando la
militancia política, se encuentra con la pintura. Dos terrenos con lógicas divergentes que
confluyen en el bar, un espacio de interface en el cual conviven ambos mundos. Para él lo
político es subsidiario del arte, la poética es lo que prima. Sus ficciones, su gusto por lo
figurativo y quienes lo han influenciado. La cita en el bar, los encuentros casuales que
devienen causa. Lector de Lacan, se vale de la escritura china hasta dejarse habitar por el
principio de no acción, del cual rescata el dejar fluir para que haga lo suyo. Un artista que
no busca, encuentra. Nos habla de su idea de trauma para finalmente, situar de qué modo se
enlazan capitalismo, peronismo y democratización del goce.
“El estilo es aquello que está entre la mitología y la carne del escritor.” Roland Barthes ,El
grado cero
Eso por ahí depende del momento de esa entrevista o cómo lo habré dicho. En realidad la
militancia fue un hecho de muy chico. Siempre estuvo presente, contenida la pintura de
alguna manera dentro de la militancia. Lo que pasa, por otro lado, es que son caminos
divergentes que tienen lógicas totalmente opuestas.
La lógica propia de la pintura muchas veces no es una buena noticia para la lógica de la
política, ahí es donde aparece el problema fundamental. En realidad la instancia más
importante se dio cuando dejé de militar por el tema de la dictadura del ’76. Abandonando
la militancia pude encontrar la pintura, paradójicamente, fui a Bellas Artes, cosa que tenía
muy postergada. En la Escuela de Bellas Artes reencontré el mundo de la plástica, ajeno
totalmente a la política.
Un lugar como de interface, entre política y pintura es el bar, el lugar donde a mí me gusta
trabajar, en los bares. Hay varios bares, hay un circuito de bares que con el tiempo se fue
armando. He ido trabajando mucho en bares, todos esos libros de artistas (nos muestra
cuadernos y libros con dibujos y anotaciones) los hago ahí, en realidad son libros de
apuntes. Ahora estoy trabajando con el tema de Roberto Arlt, todos estos dibujos los
termino haciendo en el bar. En el bar lo que pasa es que uno se encuentra con viejos
compañeros y viejos militantes y entonces la actualidad política en el bar es candente, se
termina discutiendo, hablando de cosas, informándose, pasándose datos y demás. Uno no se
puede desprender de eso, sobre todo cuando uno circula siempre por el mismo lugar, no me
moví diez cuadras de donde nací, siempre estuve por acá, y no tengo intenciones de irme,
todo convive de alguna manera. Convive el arte y conviven los viejos militantes y uno se
suma al otro y bueno, incluso el programa que hacemos con María Moreno ("La patria a
cuadros" por la TV Pública), surge también en el bar, en el programa se explica eso, estoy
con uno de esos cuadernos, con María nos conocimos así, era la manera de relacionarnos y
entonces lo político se suma de nuevo. De eso que me había alejado en su momento, y
nuevamente.…
E: Se cruza…
Claro, nuevamente se volvió a cruzar, ahí aparece. Para mí se potencia en cierto modo, le da
sentido, le encuentro mucho más espesor a la obra y le agrego esa perspectiva política. De
todas maneras nunca estuvo pensado como una celebración ni como la idea de una
propaganda o de ilustrar una utopía ni nada de eso, todo lo contrario, es tomarlo como una
especie de mitología, de novela personal si se quiere, de lugares de oscuridad incluso, de
pérdidas, todas esas cuestiones están expresadas en la pintura. Las razones políticas están
sujetas por las razones artísticas, por la poesía, pongo por delante una poética, siempre lo
político termina siendo subsidiario, siendo absorbido por esa necesidad poética o esa
necesidad de descargar algún tipo de pensamiento propio. Nunca estoy sujeto a esa
ideología, invento, construyo una mitología en torno a una idea política, es una forma del
peronismo que a mí me sirve, que me gustaría que fuera así incluso, pero no es el peronismo
operante, no opera en el campo político real, es inoperante desde ese punto de vista.
E: Ricardo Carpani (Grupo Espartaco) y Ernesto Bertani ¿han tenido alguna influencia en tu
obra?.
Más Bernati por la idea, por algunas pequeñas imágenes que hay en sus obra, que no es muy
extensa, pero me interesó, vi una muestra de él , en el teatro San Martín, era chico y me
capturó, me dejó pensando en ese momento yo estaba en plena militancia. Después, de
alguna manera, volví a eso, pero no lo tomo como un maestro ni nada de eso, tomo una idea
de la representación, muy pegado a Dalí, a cierto surrealismo que buscaba Bertani para
expresar sus imágenes. Me interesó esa libertad que se tomaba Bertani muy ajeno a lo que
estaba de moda en la década del ’60, del grupo Espartaco la figura de Carpani era relevante
y todos pintaban esos puños, esos brazos, eso siempre a mí me hizo ruido, siempre me
pareció un cliché, un especie de realismo socialista trasnochado, no sé, nunca lo tuve muy
en cuenta como algo de valor.
E: Es interesante esta diferencia que marcas entre la invención, y una propaganda política,
tu pintura queda del lado de la creación.
Sí, yo creo que tiene valor en la medida en que no esté supeditado a razones ajenas a la
propia lógica del arte, que es una lógica extraña, siempre trae malas noticias al mundo de la
ética política, siempre está marcando lugares que la política intenta disimular, hay agujeros
donde no debería haberlos, debería ser lícito en el arte hacer algunas rayaduras ahí.
E: El contenido político de tus obras, ¿siempre está en función de cierta posición irónica
como decís vos o de cierta ontología que vos creás?
La ironía siempre está, no es cínico, no hay un distanciamiento, siempre hay cariño ahí.
E:Está la base política y el arte crea sobre eso, arma una ficción propia.
Exacto, arma una ficción pero nunca es desamorada, nunca tengo esa distancia como suele
pasar en el arte, cuando se pone cínico y toma distancia de las cosas, yo no tomo distancia,
me involucro y me afecto, sobre todo con el tema del peronismo.
E: Me hace acordar a Ovidio en El arte de amar, dice: “no hay que salir a buscar sino estar
con el anzuelo preparado, atento”.
Exacto.
E: Para nosotros desde el psicoanálisis hay diferencia entre el actuar neurótico y el acto
verdadero, que es un acto que conlleva angustia previa, hay un tiempo de espera.
Está esa cosa de decir: “Uy estoy perdiendo el tiempo, las cosas pasan y yo estoy acá, claro
no vas a estar nunca si estás sobreactuando.
E: Hablas de un concepto en diferentes espacios y entrevistas, la “democratización del
goce”, ¿qué nos podes decir?
Eso es controversial.