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Síntesis
y
desarrollo



 


Introducción


A
medida
que
el
tiempo
avanza
la
evolución
a
dado
paso
a
una
nueva
visión
de
la

concepción
humana,
una
visión
más
integral,
abarcando
de
una
manera
holística
todos
los

componentes
 de
 la
 naturaleza
 humana,
 reivindicando
 el
 papel
 que
 juegan
 las
 emociones

en
el
desarrollo
del
potencial
de
todo
ser
humano.


En
 este
 trabajo
 se
 pretende
 demostrar
 que
 la
 “inteligencia”
 no
 abarca
 solo
 una

forma
 especifica,
 como
 se
 establece
 en
 el
 paradigma
 tradicional,
 coeficiente
 intelectual

(CI),
 sino
 que
 abarca
 todo
 un
 abanico
 de
 posibilidades
 en
 las
 cuales
 el
 hombre
 puede

apoyarse
 para
 poder
 desarrollar
 sus
 capacidades,
 lo
 cual
 explica
 que
 personas
 con
 un

elevado
CI,
no
logren
alcanzar
la
posibles
metas
que
se
plantean
o
en
el
ámbito
laboral,
a

modo
 de
 ejemplo,
 que
 las
 personas
 con
 un
 CI
 mayor
 estén
 a
 cargo
 de
 personas
 con
 CI

menor.


La
 inteligencia
 emocional
 plantea
 la
 nueva
 visión
 de
 ver
 y
 enfrentar
 el
 mundo,
 o

mejor
dicho,
los
altos
y
bajos
que
la
vida
nos
depara,
tomando
en
cuenta
los
sentimientos,

desarrollando
 capacidades
 como
 el
 autocontrol,
 la
 motivación,
 la
 autoconciencia,
 entre

otras
más
que
se
mencionarán.


La
 complejidad
 del
 mundo
 actual,
 en
 donde,
 el
 ser
 humano
 es
 actor
 fundamental

del
desarrollo
hace
que
la
inteligencia
emocional
sea
una
herramienta
indispensable
para

el
 buen
 curso
 de
 la
 vida,
 desde
 una
 relación
 de
 parejas
 hasta
 decisiones
 importantes

dentro
de
una
organización.


En
 este
 trabajo
 se
 pretende
 ahondar
 en
 los
 aspectos
 más
 fundamentales
 de
 la

inteligencia
emocional,
explicando
las
reacciones
fisiológicas
de
nuestro
cuerpo
ante
una

emoción
determinada
o
como
influyen
estas
en
el
curso
de
nuestra
vida.



Parte
1.
El
cerebro
emocional


A
lo
largo
de
los
años
de
la
evolución
de
la
vida,
todas
las
estructuras
físicas
de
los

animales
 han
 cambiado.
 La
 evolución
 de
 las
 especies
 han
 traído
 consigo
 diferentes

transformaciones
 en
 las
 estructuras
 de
 todos
 los
 animales,
 desde
 que
 se
 empezó
 con
 los

reptiles,
dinosaurios,
monos,
hasta
llegar
a
los
seres
humanos.


El
ser
humano
no
puede
evitar
provenir
de
unos
seres
menos
desarrollados
y
eso

conlleva
 que
 aún
 mantiene
 estructuras
 cerebrales
 que
 lo
 delatan,
 como
 es
 toda
 la

estructura
 de
 lo
 que
 algunos
 denominan
 cerebro
 reptiliano.
 A
 partir
 de
 él
 se
 fue

desarrollando
el
sistema
límbico
y
el
neocórtex
millones
de
años
después.


Esa
estructura
más
antigua
del
cerebro
es
donde
se
desarrollan
los
elementos
más

básicos
 del
 comportamiento
 ,
 en
 el
 que
 se
 procesan
 las
 acciones
 primarias,
 como
 el

hambre,
etc.

Es
notable
que
el
hecho
de
que
el
sentido
del
olfato
sea
el
que
más
tiempo

mantengamos
en
nuestra
memoria,
radica
en
que
es
la
parte
más
primitiva
del
cerebro
y
la

que,
en
sus
orígenes,
indicaba
lo
esencial
para
la
supervivencia,
lo
que
se
comía
o
lo
que
te

podía
comer.


El
 sistema
 límbico
 es
 el
 que
 desarrolla
 todo
 lo
 relacionado
 con
 las
 emociones,
 el

amor,
 miedo,
 etc,
 y
 la
 generación
 de
 acciones
 inmediatas
 ante
 las
 situaciones
 que
 las

provocan,
correr,
atacar.


Llegados
a
este
punto,
nos
encontramos
con
dos
principales
estructuras
que
tienen

una
 importancia
 vital
 en
 el
 campo
 emocional,
 estos
 son
 la
 amígdala
 y
 el
 hipocampo.
 La

amígdala
 es
 la
 encargada
 de
 reconocer
 las
 cargas
 emocionales,
 esto
 es,
 de
 reconocer
 el

afecto,
 el
 odio,
 y
 demás
 emociones.
 A
 su
 vez,
 también
 es
 la
 que
 se
 encarga
 de
 que

segreguen
 hormonas
 como
 la
 noradrenalina,
 la
 cual
 nos
 pone
 alerta
 en
 situaciones
 de

peligro.


Por
 otro
 lado,
hemos
nombrado
 el
 hipocampo,
que
 es
 el
 que
 se
 encarga,
 vamos
 a

decir,
 de
 la
 memoria
 emocional,
 el
 encargado
 de
 saber
 si
 reconocemos
 lo
 que
 estamos

viendo
como
receptor
de
una
emoción,
y
la
amígdala
es
la
que
se
encarga
de
asignar
esa

emoción.
En
el
caso
en
que
nosotros
nos
encontremos
ante
un
hecho,
la
interpretación
de

ese
 hecho
 la
 realiza
 el
 hipocampo,
 sin
 embargo,
 la
 asignación
 de
 la
 emoción
 adecuada
 al

mismo
será
realizada
por
la
amígdala.

Como
 también
 hemos
 comentado
 antes,
 tenemos
 otra
 estructura
 principal
 en

nuestro
 cerebro,
 y
 si
 tenemos
 en
 cuenta
 su
 tamaño,
 es
 la
 parte
 más
 importante,
 el

neocórtex.
Esta
parte
de
nuestro
cerebro
que
se
desarrolla
en
la
parte
más
superficial,
es

el
 encargado
 de
 el
 pensamiento,
 el
 razonamiento
 y
 todas
 esas
 acciones
 que
 llamamos

superiores.


En
 principio,
 cuando
 el
 hipocampo
 reconoce
 una
 situación,
 la
 envía
 al
 neocórtex

para
 que
 la
 analice
 y
 dictamine
 la
 respuesta
 más
 adecuada
 para
 su
 resolución.

Posteriormente,
la
respuesta
estudiada
en
las
distintas
partes
del
neocórtex,
será
enviada

a
todos
los
órganos
que
deban
intervenir
en
dicha
respuesta.


Hace
pocos
años
se
han
descubierto
unos
conductos
directos,
de
tal
forma
que
no

pasan
 por
 el
 neocórtex,
 consiguiendo
 que,
 ante
 determinado
 tipo
 de
 necesidades
 vitales

instintivas,
la
respuesta
se
consiga
con
mayor
inmediatez,
al
no
tener
que
ser
procesada
y

analizada
 por
 el
 neocórtex,
 sino
 que
 se
 identifica
 en
 el
 hipotálamo
 y
 se
 produce
 la

respuesta
inmediata
en
el
la
amígdala.



 Parte
2.
La
naturaleza
de
la
inteligencia
emocional


Hasta
las
personas
más
sobresalientes
de
acuerdo
a
su
CI,
pueden
llegar
a
cometer

errores
colosales,
motivados
por
sentimientos
de
ira,
de
venganza,
y
por
la
poca
capacidad

desarrollada
para
controlar
emociones
como
esas.
Es
por
eso
que
se
dice
que
el
CI
aporta

solo
 el
 20%
 de
 los
 factores
 determinantes
 de
 éxito
 de
 una
 persona,
 el
 otro
 80%
 se

determina
 por
 otros
 factores
 como
 la
 capacidad
 de
 tomar
 decisiones,
 de
 motivarnos
 a

nosotros
mismos,
de
controlar
nuestras
emociones
y
la
capacidad
de
empatía.


Una
alta
calificación
en
cualquier
nivel
académico
no
determina
que
se
alcanzará
el

éxito
 laboral
 o
 personal,
 más
 rápido
 o
 en
 mayor
 grado
 que
 una
 persona
 con
 calificación

media
 o
 baja.
 Unas
 notas
 excelentes
 solo
 nos
 dicen
 que
 somos
 buenos
 desarrollando

pruebas
 académicas,
 pero
 no
 determinan
 la
 manera
 de
 responder
 ante
 todos
 los

acontecimientos
de
la
vida;
pero
aun
con
eso,
las
instituciones
de
educación
se
encargan

de
desarrollar
en
mayor
medida
las
capacidades
académicas,
dejando
de
lado
el
desarrollo

de
la
inteligencia
emocional.


Sin
duda
alguna,
las
habilidades
técnicas
tienen
hoy
en
día
una
gran
importancia,

sin
 embargo
 hasta
 los
 tontos
 pueden
 beneficiarse
 de
 su
 inteligencia
 emocional
 para

alcanzar
 una
 posición
 laboral
 privilegiada,
 incluso
 sobre
 aquellos
 que
 tienen
 un
 CI
 alto.

Una
 persona
 que
 deja
 que
 sus
 emociones
 dominen
 su
 vida,
 permite
 que
 ellas
 limiten
 su

capacidad
 laboral
 y
 no
 piensa
 con
 suficiente
 claridad,
 restringiendo
 así
 su
 capacidad
 de

alcanzar
el
éxito.


La
 diferencia
 entre
 alcanzar
 el
 éxito
 o
 no
 radica
 en
 las
 habilidades
 adquiridas
 en

los
 primeros
 años,
 en
 la
 capacidad
 de
 sobrellevar
 las
 frustraciones,
 de
 controlar
 las

emociones
y
de
llevarse
bien
con
los
demás.


Aunque
se
da
una
importancia
prioritaria
a
la
inteligencia
académica,
existen
otros

tipos
 de
 inteligencia
 que
 son
 igual
 de
 importantes
 para
 el
 desarrollo
 de
 una
 persona.
 Si

bien
es
cierto,
no
todas
las
personas
cuentan
con
un
alto
CI,
al
medir
sus
capacidades
o
el

desarrollo
de
otras
inteligencias
o
talentos,
se
descubre
que
por
ejemplo
una
persona
con

inteligencia
 interpersonal
 puede
 llegar
 a
 ser
 un
 gran
 diplomático,
 por
 lo
 tanto
 tener
 un

alto
CI
no
es
el
único
camino
para
alcanzar
el
éxito.
La
inteligencia
intrapersonal
permite

descubrirnos
y
conocernos
realmente,
lo
que
nos
hace
actuar
en
la
vida
de
un
modo
más

eficaz.
Por
ello,
podemos
decir
que
la
noción
de
que
el
CI
es
lo
que
más
importa
ha
pasado

de
moda,
dando
una
gran
importancia
a
otro
tipo
de
habilidades.


En
 tiempos
 anteriores
 se
 creía
 que
 la
 única
 faceta
 psicológica
 que
 puede

observarse
con
claridad
era
la
conducta,
tiempo
después,
se
trato
de
conocer
la
forma
en

que
 la
 información
 se
 almacena
 y
 como
 se
 desarrolla
 la
 inteligencia,
 pero
 aun
 así
 no
 se

daba
 importancia
 a
 las
 emociones.
 De
 este
 modo,
 se
 creía
 que
 la
 inteligencia
 es
 una

facultad
 fría
 que
 no
 se
 ve
 afectada
 por
 ningún
 tipo
 de
 sentimientos
 ya
 que
 estos
 solo

confunden
nuestra
vida
mental.
Por
otra
parte
se
quiere
sentir,
porque
se
sabe
que
es
un

aspecto
fundamental
de
la
humanidad,
de
modo
que
aunque
se
puedan
realizar
diferentes

actividades
no
puede
no
saber
sentirse
la
pasión
de
realizarlo.
Es
por
eso
que
la
visión
fría

en
 la
 que
 se
 aparta
 todo
 tipo
 de
 sentimientos,
 no
 puede
 ser
 una
 visión
 exacta
 de
 la

inteligencia
de
las
personas.


Aunque
 desde
 hace
 tiempo
 se
 ha
 hablado
 de
 la
 relación
 entre
 emociones
 y

pensamiento,
no
 se
le
 dio
 mayor
importancia
hasta
 hace
 poco.
 La
 inteligencia
 académica

ayudada
por
las
inteligencias
sociales
colabora
en
resolver
los
problemas
prácticos
de
la

vida.


Una
 persona
 con
 inteligencia
 interpersonal
 desarrolla
 competencias
 en
 mayor
 o



menor
medida
como
el
conocimiento
de
las
propias
emociones,
las
personas
que
conocen

sus
emociones
suelen
reconocerlas
de
mejor
manera,
lo
que
permite
que
manejen
mejor

su
 vida,
 pues
 están
 seguros
 de
 que
 es
 lo
 que
 quieren;
 capacidad
 de
 controlar
 sus

emociones,
si
conocemos
nuestros
sentimientos
podemos
controlarlos
y
adecuarlos
a
cada

situación
 que
 enfrentamos;
 capacidad
 de
 motivarse
 a
 uno
 mismo,
 auto‐controlarnos

emocionalmente
 puede
 llevarnos
 a
 conseguir
 grandes
 logros;
 reconocimiento
 de
 las

emociones
 ajenas,
 quienes
 desarrollan
 esta
 capacidad
 tienden
 a
 desarrollarse
 mejor
 en

labores
 sociales
 como
 la
 docencia,
 la
 dirección
 de
 empresas,
 etc.,
 ya
 que
 la
 empatía

constituye
 una
 habilidad
 popular
 fundamental
 para
 mejorar
 las
 relaciones

interpersonales;
 el
 control
 de
 las
 relaciones,
 mediante
 esta
 se
 desarrollan
 capacidades

como
el
liderazgo
y
quienes
la
desarrollan
esta
habilidad
suelen
tener
éxito
en
todas
sus

relaciones
interpersonales.


Existe
 una
 diferencia
 crucial
 entre
 ser
 atrapado
 por
 un
 sentimiento
 y
 ser

arrastrado
 por
 él.
 Conocerse
 a
 si
 mismo
 significa
 mantener
 la
 atención
 sobre
 si,
 aun

cuando
exista
una
gran
turbulencia
de
emociones.
Cuando
nos
conocemos,
sabemos
cómo

controlar
 cada
 una
 de
 nuestras
 emociones
 y
 la
 diferencia
 entre
 reaccionar
 de
 manera

violenta
 y
 tener
 la
 conciencia
 autorreflexiva
 de
 que
 lo
 que
 sucedió
 no
 está
 bien.
 Cuando

somos
 consientes
 de
 nosotros
 mismos
 conocemos
 nuestros
 estados
 de
 ánimo
 y
 la
 forma

en
 que
 reaccionamos
 a
 ellos.
 Conocer
 los
 sentimientos
 no
 solo
 nos
 permite
 tener
 la

conciencia
de
que
existen
sino,
nos
brinda
la
posibilidad
de
liberarnos
de
ellos,
sobre
todo

cuando
son
sentimientos
negativos.


Al
 medir
 la
 intensidad
 con
 la
 que
 actuamos,
 podemos
 darnos
 cuenta
 que
 en

ocasiones
 actuamos
 de
 manera
 desenfrenada
 y
 otras
 de
 manera
 indiferente,
 incapaz
 de

sentir
 aun
 en
 medio
 de
 situaciones
 peligrosas.
 Se
 conoce
 además
 que
 las
 mujeres
 viven

con
mayor
intensidad
tanto
las
emociones
positivas
como
negativas,
pero
una
persona
que

experimenta
 demasiada
 intensidad
 ante
 sus
 emociones
 puede
 sufrir
 una
 verdadera

tormenta,
mientras
que
las
indiferentes
apenas
y
experimentan
algún
sentimiento.


No
es
posible
decir
que
hay
hombres
sin
sentimientos,
porque
de
hecho
no
existen,

el
problema
es
que
aunque
estos
hombres
sienten,
son
incapaces
de
reconocer
la
emoción,

no
pueden
explicar
lo
que
sienten,
no
pueden
expresar
con
palabras
ante
otras
personas,

incluso
 sus
 seres
 queridos,
 lo
 que
 están
 sintiendo.
 Estas
 personas
 pueden
 llorar
 y

sorprenderse
 al
 no
 encontrar
 la
 respuesta
 ante
 la
 pregunta.
 ¿Por
 qué
 estas
 llorando?

Suelen
 confundir
 emociones
 con
 problemas
 médicos,
 al
 no
 poder
 explicarse
 porque

sienten
 mariposas
 en
 el
 estomago
 ya
 que
 no
 pueden
 distinguir
 sus
 emociones
 de
 las

sensaciones
corporales.


Cuando
 se
 han
 seccionado
 algunas
 conexiones
 nerviosas,
 es
 posible
 que
 nos

convirtamos
en
una
especie
de
ordenador,
capaz
de
distinguir
los
pasos
a
seguir
pero
no

de
 numerarlos,
 es
 decir
 perdemos
 la
 noción
 de
 prioridad.
 Si
 nos
 falta
 la
 capacidad
 de

poner
sentimiento
sobre
las
cosas
nos
hace
defectuoso
nuestro
proceso
de
razonamiento,

pues
son
las
emociones
las
que
pueden
indicarnos
de
un
posible
peligro
de
acuerdo
a
las

experiencias
 vividas.
 Si
 contamos
 nuestras
 experiencias
 buenas
 o
 malas,
 sin
 emoción,

como
 si
 fuera
 un
 simple
 espectador,
 significa
 que
 no
 estamos
 poniendo
 sentimientos
 a

nuestros
 recuerdos
 y
 que
 no
 contamos
 con
 los
 recuerdos
 basados
 en
 experiencias

emocionales
pasadas,
para
tomar
decisiones.


Gran
 parte
 de
 nuestra
 vida
 emocional
 es
 inconsciente,
 de
 modo
 tal
 que
 en

ocasiones
tenemos
la
sensación
de
que
hemos
visto
algo,
que
conocemos
a
alguien
aunque

no
estemos
seguros,
pero
de
hecho
cambian
nuestra
forma
de
percibirlo
y
responder
a
él.

Por
 lo
 tanto
 se
 dice
 que
 existen
 dos
 niveles
 de
 emoción,
 uno
 consciente
 y
 el
 otro

inconsciente,
 y
 es
 por
 esto
 que
 la
 consciencia
 emocional
 se
 vuelve
 la
 mejor
 manera
 de

desembarazarse
de
emociones
negativas.


Tratar
de
frenar
una
pasión
no
significa
eliminarla
o
reprimirla,
porque
todas
las

emociones
tienen
su
valor
y
de
una
u
otra
forma
nos
forman,
lo
importante
es
encontrar

un
equilibrio
emocional,
de
modo
que
podamos
seguir
sintiendo,
pero
que
las
emociones

no
nos
desborden
y
nos
hagan
perder
el
control.


Una
adecuada
sensación
de
bienestar
la
conseguiremos
cuando
pongamos
en
igual

proporción
 las
 emociones
 positivas
 y
 las
 negativas.
 La
 diversidad
 emocional
 en
 sí,
 no

representa
problema
sino
cuando
estas
emociones
no
se
controlan
y
llegan
a
convertirse

en
trastornos
que
necesitan
ayuda
médica‐farmacéutica.


El
problema
del
enfado
no
está
en
no
experimentarlo,
sino
en
experimentarlo
en
la

medida
 apropiada.
 El
 enfado
 o
 enojo
 es
 la
 emoción
 más
 difícil
 de
 controlar,
 porque

siempre
encontraremos
justificaciones
para
estar
enojados
y
mientras
más
vueltas
se
dan

a
 las
 razones,
 más
 se
 cree
 que
 las
 razones
 son
 buenas
 y
 que
 tenemos
 “derecho”
 a
 estar

enojados,
 mientras
 que
 los
 pensamientos
 obsesivos
 solo
 alimentan
 mas
 el
 fuego
 y
 no

permiten
 encontrar
 la
 manera
 de
 calmarlo.
 Se
 piensa
 además
 que
 para
 dejar
 de
 sentir

enojo
solo
puede
hacerse
a
través
de
una
descarga
sobre
lo
que
ha
provocado
el
enojo.
El

detonante
universal
del
enfado
es
la
sensación
de
sentirse
amenazado,
no
solo
físicamente

sino
en
sentido
figurado,
por
ejemplo
sentirse
menospreciado.



Cuando
el
cuerpo
se
encuentra
en
estado
de
irritabilidad
y
se
encuentra
emociones

de
enfado
o
de
ansiedad,
se
va
avanzando
hasta
llegar
a
un
punto
de
secuestro
emocional,

en
el
que
las
emociones
han
dominado
el
pensamiento
y
solo
pensamos
en
la
necesidad
de

venganza
y
desemboca
en
la
violencia.
Cualquier
pensamiento
que
tengamos
después
del

momento
irritable
nos
parecerá
de
igual
modo
irritable
y
esto
irá
sumando
a
la
sensación

de
 furia
 que
 se
 está
 sintiendo,
 de
 modo
 que
 todos
 los
 pensamientos
 giran
 alrededor
 de

conseguir
la
represalia
en
lugar
de
la
calma.


Si
bien
el
enfado
se
transforma
en
un
ciclo
que
paso
a
paso
va
creciendo
podemos

intervenir
en
él
para
tratar
de
mitigarlo,
así
existen
formas
de
frenar
la
irritación
que
nos

ha
causado,
por
ejemplo
si
otra
persona
provoca
el
enfado,
es
posible
calmarlo
conociendo

las
 circunstancias
 bajo
 las
 que
 se
 encontraba
 la
 otra
 persona,
 así
 algo
 que
 nos
 parece

imperdonable,
 puede
 resultar
 comprensible
 al
 conocer
 los
 motivos,
 que
 pueden
 cambiar

nuestra
 furia
 en
 un
 sentimiento
 de
 compasión
 hacia
 los
 demás.
 Otra
 forma
 de
 frenar
 la

irritabilidad
es
buscar
una
distracción.


Se
cree
que
la
catarsis
es
la
mejor
manera
de
manejar
la
irritación
provocada
por

otros,
sin
embargo
estudios
comprueban
que
en
poco
o
en
nada
colaboran
para
mitigar
el

enfado,
aun
cuando
la
persona
sienta
cierto
grado
de
satisfacción.
El
hecho
de
expresar
el

mal
humor
ante
la
persona
que
lo
ha
causado,
puede
prologarlo,
en
lugar
de
acabar
con
él,

por
 tanto
 se
 recomienda
 buscar
 la
 calma
 antes
 de
 hablar
 con
 la
 persona
 que
 nos
 ha

irritado.


La
 preocupación
 es
 el
 núcleo
 de
 la
 ansiedad,
 resulta
 como
 un
 ensayo
 para

considerar
 todas
 las
 alternativas
 posibles
 ante
 cosas
 que
 pueden
 suceder.
 Pero
 la

preocupación
 puede
 desencadenar
 una
 ansiedad
 crónica,
 en
 la
 que
 en
 lugar
 de
 buscar

soluciones,
 damos
 vueltas
 y
 más
 vueltas
 a
 los
 problemas
 encerrándonos
 en
 un
 ciclo
 de

preocupación
del
que
es
muy
difícil
salir.
Cuando
se
está
en
este
ciclo
se
suele
saltar
de
un

tema
 a
 otro,
 sin
 poder
 tener
 una
 imagen
 de
 que
 es
 lo
 que
 nos
 preocupa,
 ya
 que
 las

preocupaciones
 son
 más
 auditivas
 que
 visuales.
 Sin
 embargo
 siempre
 hay
 una
 forma
 de

salir
 de
 un
 ciclo
 de
 preocupación,
 y
 aunque
 difícil,
 la
 mejor
 forma
 es
 cambiar
 el
 foco
 de

atención.
Aun
cuando
las
preocupaciones
tienen
alguna
ventaja
como
el
hecho
que
no
se

presentan
 como
 imágenes,
 y
 las
 imágenes
 son
 la
 que
 activan
 la
 ansiedad,
 funciona

entonces
 como
 un
 antídoto
 para
 la
 ansiedad
 fisiológica,
 pero
 puede
 disiparla
 pero
 jamás

contribuye
a
encontrar
una
solución
al
problema.


La
 preocupación
 puede
 trabajarse
 siguiendo
 estos
 pasos
 como
 la
 consciencia
 de

uno
mismo
y
registrar
el
primer
acceso
de
preocupación
tan
pronto
sea
posible;
adoptar

una
 postura
 crítica,
 preguntarme
 si
 realmente
 vale
 la
 pena
 preocuparse;
 recurrir
 a
 la

medicación
o
una
reeducación
emocional
a
través
de
terapias.

La
 tristeza
 es
 la
 menos
 deseado
 de
 las
 emociones,
 todas
 las
 personas
 quieren

despojarse
de
ella,
pero
al
igual
que
ocurre
con
todas
las
emociones
tiene
su
lado
positivo,

ya
que
resulta
una
forma
de
reflexionar
sobre
lo
que
pasa
en
nuestra
vida.
Lo
importante

es
saber
controlar
esa
tristeza
de
modo
que
no
nos
lleve
a
estados
depresivos.
Para
poder

controlar
 la
 tristeza
 la
 táctica
 más
 recomendable
 son
 las
 actividades
 sociales,
 pero

teniendo
 presente
 que
 el
 objetivo
 principal
 es
 sacar
 de
 nuestra
 mente
 los
 pensamientos

tristes.
 Para
 no
 caer
 en
 un
 estado
 depresivo
 obsesivo
 podemos
 en
 primer
 lugar
 afrontar

los
pensamientos
que
provocan
la
depresión
y
en
segundo
lugar
recurrir
a
la
distracción.


El
 llanto
 es
 uno
 de
 las
 actividades
 empleadas
 para
 elevar
 el
 estado
 de
 ánimo,
 si

bien
parece
contradictorio,
llorar
puede
ayudarnos
a
reducir
los
niveles
de
angustia.
Por

otra
parte
se
puede
trabajar
haciendo
ejercicios
como
aeróbicos,
tanto
para
ahuyentar
la

tristeza
 como
 las
 emociones
 negativas,
 otra
 actividad
 que
 funciona
 es
 tratar
 de
 darse

ánimos
a
sí
mismo,
regalarse
algo,
etc.
Por
último
uno
de
los
antídotos
más
eficaces
es
la

reestructuración
cognitiva
o
tratar
de
ver
las
cosas
desde
un
punto
de
vista
diferente.


El
 control
 de
 los
 impulsos
 se
 vuelve
 importante
 sobre
 todo
 cuando
 se
 habla
 de

refrenar
emociones.
Demorar
los
impulsos
es
una
habilidad
que
puede
aprenderse
desde

pequeño,
y
será
reflejado
en
la
manera
de
actuar
en
la
adolescencia
y
adultez.
Se
sabe
que

los
 niños
 que
 aprenden
 a
 dominar
 sus
 impulsos
 y
 demorar
 las
 recompensas
 se
 vuelven

personas
socialmente
más
competentes
y
emprendedores,
caso
contrario
con
los
que
no
lo

hacen.


Las
 emociones
 negativas
 como
 la
 ansiedad
 limitan
 nuestra
 capacidad
 de

pensamiento
 y
 en
 consecuencia
 nuestra
 capacidad
 de
 tomar
 decisiones
 y
 nos
 pueden

conducir
al
fracaso,
afectando
incluso
nuestra
capacidad
académica.
Sin
embargo,
un
poco

de
 ansiedad
 puede
 provocar
 mejores
 resultados,
 siempre
 que
 esta
 nos
 impulse
 a

prepararnos
mejor
para
lograr
el
objetivo
y
no
nos
encierre
en
un
círculo
de
pensamientos

negativos.
Si
no
se
tiene
un
poco
de
ansiedad
sobre
lo
que
se
va
a
hacer,
puede
entenderse

como
si
no
tuviera
la
menor
importancia
para
nosotros.


Por
 el
 contrario,
 los
 estados
 de
 ánimo
 positivos
 elevan
 nuestra
 capacidad
 de

pensamiento,
la
mejor
manera
de
ayudar
a
una
persona
es
contándole
un
chiste,
ya
que
la

risa
ayuda
a
ampliar
los
horizontes
y
a
encontrar
soluciones
más
creativas
a
los
problemas

intelectuales
o
personales.


La
 esperanza
 contenida
 en
 cada
 uno
 de
 nosotros
 nos
 ayuda
 a
 hacer
 más

soportables
 todas
 las
 cosas
 de
 la
 vida.
 La
 esperanza
 es
 tener
 la
 certeza
 de
 que
 somos

capaces
 de
 encontrar
 la
 solución
 a
 los
 problemas,
 mientras
 otros
 simplemente
 no

encuentran
 las
 energías
 o
 las
 ganas
 para
 superarlos.
 Una
 persona
 optimista
 ve
 en
 sus

derrotas
oportunidades
de
hacerlo
mejor
en
la
próxima
oportunidad.
El
optimismo
ayuda

a
las
personas
a
ser
más
eficaces
en
lo
que
hacen
y
al
igual
que
la
esperanza,
no
nos
deja

caer
en
la
apatía,
pero
también
debe
mantenerse
en
un
nivel
realista
y
no
en
un
nivel
de

ingenuidad.
 Las
 personas
 optimistas
 tienden
 a
 responder
 de
 una
 manera
 esperanzadora

ante
 los
 fracasos
 y
 a
 buscar
 explicaciones
 de
 por
 qué
 sucedió
 así,
 mas
 no
 se
 culpan
 a
 sí

mismos.


El
flujo
es
considerado
como
la
etapa
en
que
nuestra
concentración
está
en
la
tarea

que
 se
 está
 realizando,
 pero
 no
 en
 la
 preocupación
 de
 hacerlo
 bien,
 por
 tanto,
 la
 plena

concentración
en
la
tarea
permite
que
se
haga
de
mejor
manera.
La
capacidad
de
entrar
en

un
estado
de
flujo
es
el
mejor
ejemplo
de
inteligencia
emocional,
nos
da
la
oportunidad
de

hacer
 cosas
 extraordinarias,
 llegar
 a
 un
 estado
 de
 flujo
 requiere
 apartarnos
 de
 nuestro

ego,
ser
uno
con
la
tarea
que
se
está
realizando,
abandonar
las
preocupaciones
de
la
vida,

encontrar
la
motivación
de
hacer
las
cosas
en
el
gusto
de
hacerlo
bien.


El
flujo
tiene
lugar
entre
la
delicada
franja
entre
el
aburrimiento
y
la
ansiedad
de

una
tarea.
Así
una
tarea
que
no
requiere
de
gran
capacidad
nos
aburre
y
las
que
requieren

más
 de
 nuestra
 capacidad
 nos
 preocupan.
 El
 estado
 de
 flujo
 carece
 de
 ruidos,
 es

simplemente
 concentración
 y
 mientras
 se
 está
 haciendo
 la
 tarea
 por
 muy
 compleja
 que

parezca,
manteniéndose
en
estado
de
flujo,
el
gasto
de
energía
será
mínimo.


El
modelo
de
flujo
nos
indica
que
el
aprendizaje
forzado
no
es
la
mejor
manera
de

desarrollar
habilidades,
sino
más
bien
debe
ser
de
manera
natural.


La
 empatía
 nace
 del
 conocimiento
 que
 tengamos
 de
 nosotros
 mismos,
 pues
 si

podemos
 reconocer
 nuestros
 sentimientos,
 entonces
 también
 podremos
 reconocer
 los

sentimientos
 de
 los
 demás.
 Las
 personas
 que
 no
 pueden
 expresar
 sus
 sentimientos,
 son

sordos
a
las
emociones
tanto
a
las
propias
como
a
las
de
los
demás,
y
esta
incapacidad
de

poder
entender
y
comprender
a
los
demás
no
solo
reduce
su
inteligencia
emocional,
sino

también
su
humanidad.


Una
cosa
importante
es
saber
entender
los
mensajes
no
verbales,
como
la
mirada,

los
 cambios
 en
 la
 voz,
 para
 poder
 comprender
 que
 están
 sintiendo
 los
 demás
 ya
 que
 la

mayor
parte
de
las
emociones
se
expresan
a
través
de
mensajes
no
verbales.
La
capacidad

de
 empatía
 mejora
 las
 relaciones
 interpersonales,
 pero
 además
 mejora
 el
 rendimiento

escolar.
El
desarrollo
de
esta
empatía
viene
desde
la
infancia
temprana,
de
cuando
un
bebé

al
escuchar
llorar
a
otro,
llora
también,
de
cuando
al
ver
llorar
a
alguien
mayor
se
agita
los

ojos
con
las
manos
y
cuando
poco
después
trata
de
consolar
a
sus
amigos.
Se
deriva
de
una

imitación
física
del
sufrimiento
ajeno,
de
querer
sentir
lo
que
los
demás
están
sintiendo.
El

grado
de
empatía
que
una
persona
es
capaz
de
sentir
viene
dado
por
el
tipo
de
educación

que
nos
brindan
nuestros
padres,
así
una
persona
será
más
empática
si
en
su
educación
se

incluye
enseñanzas
sobre
las
consecuencias
de
sus
actos.



La
sintonía
sucede
cuando
las
personas
captan
que
sus
emociones
son
captadas
y

correspondidas
 con
 empatía.
 Desde
 muy
 pequeños
 el
 sentirse
 correspondido
 es
 muy

importante,
por
ejemplo
una
buena
forma
de
interactuar
con
los
bebés
es
respondiendo
de

alguna
forma
a
los
pequeños
ruidos
que
hacen,
mas
no
tratando
de
imitarlos
porque
da
la

sensación
de
que
no
entendemos
el
mensaje
y
no
se
sentirá
comprendido.


El
 grado
 y
 tipo
 de
 respuesta
 que
 se
 reciben
 también
 es
 importante,
 una
 persona

que
se
ha
sentido
huérfano
emocionalmente
puede
convertirse
en
un
delincuente,
al
sentir

que
 nadie
 entiende
 lo
 que
 siente.
 Por
 otra
 parte,
 una
 persona
 expuesta
 a
 respuestas

negativas
como
violencia
será
mucho
más
vulnerable
ante
las
emociones
que
observe
en
el

futuro.


El
cerebro
está
diseñado
para
reaccionar
ante
expresiones
emocionales
concretas,

es
decir
la
empatía
es
una
capacidad
natural
que
hay
que
saber
desarrollar.


La
 información
 emocional
 más
 relevante
 se
 envía
 a
 través
 de
 la
 amígdala
 y
 del

cortex,
 permitiendo
 así
 obtener
 una
 respuesta
 adecuada.
 La
 comprensión
 de
 las

emociones
 también
 es
 visual,
 por
 tanto
 alguien
 puede
 responder
 ante
 una
 emoción
 y

descubrirla
al
ver
la
expresión
facial,
aunque
algunos
daños
cerebrales
pueden
limitar
la

capacidad
de
empatía,
poder
entender
las
palabras
mas
no
el
significado
emocional
que
se

está
proyectando
con
ellas.
Otro
punto
importante
respecto
a
la
empatía
es
que
en
estado

de
enfado
es
casi
imposible
poder
ser
empático.


La
empatía
como
capacidad
de
ponernos
en
el
lugar
del
otro,
es
el
fundamento
de

la
 comunicación,
 la
 empatía
 puede
 sustentar
 la
 acción
 ética,
 porque
 cuanto
 más

identificados
estemos
con
alguien
vamos
a
actuar
a
favor
o
no
de
ella.


Todos
contamos
con
un
amplio
cúmulo
de
emociones
y
de
respuestas
a
ellas,
que

aprendemos
 al
 observarlas
 o
 cuando
 alguien
 las
 aplica
 con
 nosotros.
 Una
 aptitud

emocional
 fundamental
 es
 la
 capacidad
 de
 reconocer
 una
 emoción
 en
 otra
 personas
 y

tratar
 de
 transformarlos,
 sin
 embargo
 para
 poder
 hacerlo
 es
 importante
 que
 antes

aprendamos
 a
 dominarnos
 a
 nosotros
 mismos,
 que
 podamos
 auto
 controlarnos

desarrollemos
nuestra
empatía.


La
 inteligencia
 emocional
 requiere
 el
 desarrollo
 de
 ciertas
 habilidades
 sociales

como
 son
 la
 esencia
 de
 líder,
 el
 talento
 de
 mediador,
 la
 empatía,
 y
 el
 análisis
 social
 o

detección
 e
 intuición
 de
 los
 sentimientos
 de
 los
 demás.
 El
 desarrollo
 de
 estas
 conduce
 a

mejorar
 las
 relaciones
 interpersonales,
 siempre
 y
 cuando
 se
 mantenga
 un
 equilibrio,

atendiendo
 además
 de
 los
 sentimientos
 de
 los
 demás,
 lo
 propios.
 Existen
 personas
 que

usan
estas
habilidades
para
convertirse
en
camaleones
emocionales,
que
tratan
de
ajustar

sus
emociones
de
acuerdo
a
las
personas
con
las
que
están,
buscan
conocer
que
es
lo
que

les
gusta
a
los
demás
pasando
por
encima
de
sus
propios
sentimientos.


La
 incapacidad
 de
 interactuar
 socialmente
 viene
 dado
 desde
 las
 primeras

enseñanzas
que
nos
dan
en
casa,
por
el
fracaso
de
los
demás
al
tratar
de
enseñarnos
cómo

comportarnos
 (al
 hacer
 todo
 por
 nosotros,
 decirnos
 que
 responder
 cada
 vez)
 o
 por
 la

incapacidad
 propia
 de
 aprender
 sobre
 las
 habilidades
 sociales.
 Esto
 les
 crea
 dificultad
 al

intentar
 dominar
 sus
 emociones
 y
 las
 de
 las
 personas
 que
 les
 rodean,
 pueden
 reírse
 en

algún
momento
sin
motivo
y
cuando
hay
una
situación
graciosa
por
más
que
intentan
no

pueden
reír.
Sufren
también
la
incapacidad
de
interpretar
los
mensajes
no
verbales,
y
por

lo
general
son
clasificados
por
los
demás
como
niños
raros,
ya
que
tienen
dificultad
para

comunicarse
 y
 no
 saben
 jugar;
 dicen
 cosas
 incomodas
 sin
 darse
 cuenta
 y
 todo
 esto
 hace

que
se
vuelvan
deprimidos
y
apáticos.
Existen
momentos
en
que
la
falta
de
capacidad
para

relacionarse
 con
 los
 demás
 resulta
 dolorosa,
 y
 es
 cuando
 nos
 vemos
 rechazados
 por
 los

demás,
quienes
pueden
ser
muy
crueles
al
expresar
su
rechazo.
El
temor
al
rechazo
es
lo

que
 hace
 que
 seamos
 cautos
 a
 la
 hora
 de
 acercarnos
 a
 alguien.
 Una
 de
 las
 cosas
 que

pueden
 provocar
 el
 rechazo
 cuando
 nos
 aproximamos
 a
 un
 grupo
 es
 querer
 asumir
 el

mando
de
inmediato
o
querer
imponer
nuestras
ideas,
hacer
cualquier
cosa
para
llamar
la

atención,
 lo
 que
 les
 lleva
 a
 ser
 ignorados.
 La
 forma
 adecuada
 es
 adentrándonos
 poco
 a

poco
 al
 grupo,
 escuchar
 detenidamente
 sus
 intereses
 y
 usar
 el
 conocimiento
 para

mantener
la
relación.


El
 resplandor
 emocional
 se
 refiere
 a
 la
 capacidad
 que
 tenemos
 de
 aplacar
 las

emociones
negativas
de
los
demás.
La
emoción
más
difícil
de
controlar
es
la
ira,
pero
esta

puede
 controlarse
 mediante
 la
 distracción
 de
 la
 persona
 airada,
 haciendo
 que
 encuentre

un
 foco
 alternativo,
 que
 de
 una
 u
 otra
 forma
 le
 haga
 recordar
 sus
 emociones
 positivas
 y

activarlas.




 Parte
3.
Inteligencia
emocional
aplicada


Las
emociones
pueden
ayudarnos
tanto
a
mantener
como
a
perder
una
relación,
ya

sea
de
noviazgo
o
de
matrimonio.
Los
altos
niveles
de
divorcio
de
hoy
en
día
demuestran

que
 existe
 poca
 comprensión
 emocional,
 o
 de
 micro‐emociones
 que
 suelen
 pasar

inadvertidas.
Otro
aspecto
importante
es
la
diferencia
de
emociones
de
un
hombre
y
una

mujer,
en
las
cuales
se
asientan
algunos
fracasos
de
parejas.


Los
mujeres
suelen
ser
más
sensibles
ante
las
emociones
de
los
demás,
en
contra

que
los
hombres,
esto
se
debe
a
la
educación
que
se
recibe
en
casa
por
parte
de
los
padres.

Por
 esto,
 muchos
 problemas
 de
 pareja
 parecen
 para
 el
 hombre
 insignificantes
 y
 para
 la

mujer
 (por
 ser
 más
 emocionales)
 son
 de
 gran
 importancia.
 La
 misma
 incapacidad
 del

hombre
 de
 reconocer
 los
 mensajes
 no
 verbales
 hacen
 que
 la
 mujer
 deba
 caer
 en
 una

desolación
absoluta
para
que
su
pareja
se
dé
cuenta
que
algo
anda
mal.


La
forma
de
resolver
los
problemas
de
pareja,
nos
ayuda
a
comprender
de
mejor

manera
 el
 papel
 que
 desempeña
 la
 inteligencia
 emocional
 para
 mantener
 la
 salud
 de
 la

vida
en
pareja.


Hay
 dos
 formas
 de
 hacer
 notar
 nuestros
 puntos
 de
 vista
 sobre
 aspectos
 que
 nos

molestan,
 por
 medio
 de
 una
 queja
 o
 por
 medio
 de
 una
 crítica
 destructiva;
 la
 diferencia

entre
estas,
radica
en
el
hecho
que
usando
la
primera
se
habla
sobre
la
acción
que
el
otro

cometió,
 haciendo
 notar
 de
 manera
 asertiva
 que
 no
 nos
 parece
 adecuado,
 mientras
 por

medio
 de
 la
 crítica
 generalizamos
 el
 problema,
 hablando
 sobre
 la
 persona
 y
 no
 sobre
 su

acción,
la
ridiculizamos
y
esto
trae
como
consecuencia
que
la
otra
persona
se
ponga
a
la

defensiva
y
responda
a
las
acusaciones.
Las
formas
de
responder
son
la
lucha,
la
huida
y
el

cerrarse;
 con
 el
 primero
 se
 centra
 en
 devolver
 el
 ataque,
 el
 segundo
 en
 retirarse
 y
 el

ultimo
en
simplemente
quedarse
en
blanco
e
inhibirse
de
la
conversación,
este
puede
ser

el
más
dañino
si
se
implementa
como
la
forma
habitual
de
responder
a
las
emociones
del

otro,
ya
que
no
permite
resolver
las
diferencias.


Muchas
parejas
tienen
problemas
y
pueden
encerrarse
en
actitudes
de
victima
o
de

indignación
 ante
 las
 acciones
 de
 la
 otra
 persona.
 Estas
 actitudes
 pueden
 causar
 un

secuestro
 emocional,
 en
 la
 que
 no
 importa
 cuán
 amable
 trate
 de
 ser
 el
 otro,
 siempre
 se

pensará
 que
 actúa
 de
 manera
 negativa
 y
 al
 tener
 recuerdos
 de
 cosas
 vividas
 con
 ella,

trataran
de
esconderse
las
cosas
buenas,
de
modo
que
el
papel
de
víctima
siga
intacto.


Las
 parejas
 que
 por
 el
 contrario
 saben
 dominar
 sus
 emociones,
 tienen
 una

interpretación
 más
 positiva
 de
 los
 sucesos
 y
 siempre
 trataran
 de
 decir;
 “el
 suele
 ser

amable,
seguramente
tuvo
un
problema”,
logrando
así
una
respuesta
más
adecuada
a
las

emociones
de
su
compañero.


El
 desbordamiento
 constituye
 un
 tipo
 de
 secuestro
 emocional,
 y
 se
 refiere
 a
 un

estado
en
el
que
somos
incapaces
de
oír
un
mensaje
sin
distorsionarlo,
no
organizamos
los

pensamientos,
 y
 por
 tanto
 no
 damos
 
 una
 respuesta
 adecuada.
 El
 estado
 de

desbordamiento
 contribuye
 a
 mantenerse
 en
 un
 estado
 de
 estrés
 por
 largo
 tiempo,
 y
 no

existe
 la
 mínima
 posibilidad
 de
 asumir
 el
 punto
 de
 vista
 del
 otro,
 el
 cónyuge
 que
 está

desbordado
interpreta
lo
que
el
otro
hace
de
manera
absolutamente
negativa
y
esto
hace

que
comiencen
a
llevar
vidas
paralelas
y
estar
justo
a
un
paso
del
divorcio.


Las
buenas
peleas
suelen
tenerlas
aquellas
parejas
más
estables,
que
son
además

aquellas
que
expresan
con
mayor
libertad
sus
puntos
de
vista
y
que
han
sabido
desarrollar

las
habilidades
emocionales,
como
la
capacidad
de
tranquilizarse
a
sí
mismos,
a
la
pareja,

la
 empatía,
 y
 el
 saber
 escuchar.
 Es
 posible
 trabajar
 con
 la
 pareja
 en
 el
 desarrollo
 de
 la

inteligencia
emocional,
aunque
requiere
de
convencimiento
y
perseverancia
ya
que
no
es

una
tarea
fácil,
pues
por
más
que
lo
neguemos
estamos
marcados
por
el
tipo
de
relaciones

y
hábitos
emocionales
de
nuestros
padres.


Los
 pensamientos
 negativos
 desencadenan
 el
 desbordamiento
 de
 las
 emociones,



por
 tanto
 debemos
 alejarnos
 de
 aquellos
 pensamientos
 que
 nos
 dicen
 que
 lo
 que
 el
 otro

hace,
lo
hace
con
toda
la
intención
de
herirnos,
sino
más
bien
buscar
argumentos
que
los

hagan
desaparecer,
para
poder
encontrar
una
resolución
positiva.


Saber
 escuchar
 es
 una
 habilidad
 que
 nos
 ayuda
 a
 mantener
 las
 relaciones

interpersonales,
 una
 actitud
 defensiva
 en
 la
 forma
 de
 responder
 a
 las
 emociones
 de
 los

demás,
 puede
 interpretarse
 como
 un
 ataque.
 Hay
 que
 tener
 en
 cuenta
 que
 el
 grado
 de

negatividad
que
presenta
en
la
forma
de
expresarlo
depende
del
grado
de
importancia
que

para
ella
tiene
esa
situación.


La
empatía
es
la
manera
más
eficaz
de
dominar
nuestras
emociones
para
evitar
la

actitud
defensiva.
Por
tanto
es
imprescindible
aprender
a
captar
de
la
manera
más
exacta

posible
lo
que
la
pareja
quiere
y
espera.


Es
 mejor
 tratar
 de
 mantener
 una
 comunicación
 abierta,
 en
 la
 que
 no
 se
 ataca,
 ni

amenaza,
ni
insulta
a
la
otra
persona
y
basar
la
relación
en
el
respeto
y
amor
y
sobre
todo

recordad
 que
 es
 importante
 expresarse
 del
 otro
 en
 forma
 de
 elogio,
 destacándolo
 y

animándolo.

Nuestro
 cerebro
 emocional
 reacciona
 de
 manera
 automática
 respecto
 a
 aquellas

emociones
 que
 hemos
 aprendido
 a
 lo
 largo
 de
 nuestra
 vida,
 y
 son
 aquellos
 que

expresamos
de
manera
continuada
los
que
afloran
con
mayor
facilidad.


Hoy
 en
 día
 la
 capacidad
 de
 trabajar
 en
 equipo
 ha
 tomado
 gran
 importancia,
 muy

superior
 a
 la
 que
 se
 da
 a
 la
 capacidad
 de
 tomar
 decisiones
 de
 forma
 fría
 y
 calculada
 de

parte
 de
 un
 gerente.
 Muchos
 de
 los
 gerentes
 en
 años
 anteriores
 tenían
 temor
 de
 sentir

empatía
 con
 sus
 colaboradores,
 ya
 que
 pensaban
 que
 esto
 limitaría
 los
 esfuerzos
 por

conseguir
 los
 objetivos,
 sin
 embargo
 hoy
 en
 día
 lo
 importante
 es
 poseer
 habilidades

interpersonales,
que
nos
permitan
influir
en
los
demás
sin
necesidad
de
presionarlos.


Una
crítica
puede
obtener
el
mejor
o
el
peor
resultado,
dependiendo
de
la
forma
en

que
 se
 expresa.
 La
 mayoría
 de
 veces
 los
 jefes
 hablan
 de
 las
 cosas
 que
 hacemos
 mal
 y
 es

raro
 el
 que
 nos
 dice
 cuando
 hacemos
 las
 cosas
 bien.
 Este
 puede
 convertirse
 en
 un
 grave

problema,
sobre
todo
si
la
crítica
no
está
bien
enfocada,
si
se
generaliza
la
acción
a
todo
lo

que
 la
 persona
 hace,
 lastimándola
 personalmente.
 Una
 crítica
 mal
 empleada
 logra

desencadenar
una
guerra,
despierta
la
ira
de
quien
la
recibe
y,
en
lugar
de
obtener
un
buen

resultado,
se
obtiene
un
efecto
devastador
sobre
el
ánimo,
terminando
por
lo
general
en
la

renuncia
o
despido
del
trabajo.
Hacer
una
crítica
adecuada
es
lo
mejor
que
puede
hacer
un

jefe,
 ya
 que
 esta
 genera
 la
 posibilidad
 de
 encontrar
 nuevas
 alternativas,
 de
 mejorar,
 en

lugar
de
generar
rabia.
Las
críticas
adecuadas
no
atribuyen
los
errores
de
una
persona
a
su

carácter,
más
bien
se
centra
en
lo
que
ha
hecho.
Para
lograr
una
buena
crítica
es
necesario

tener
en
cuenta
que
esta
debe
ser
concreta
y
no
generalizar;
se
deben
ofrecer
soluciones

junto
 con
 la
 crítica,
 es
 mejor
 criticar
 de
 forma
 personal
 y
 muy
 importante
 permanecer

sensible,
ya
que
esto
nos
hará
pensar
en
los
sentimientos
de
los
demás
sobre
la
forma
de

expresarnos.


Para
recibir
la
crítica
de
la
mejor
manera
es
necesario
no
tomarla
como
un
ataque

personal,
 no
 responder
 de
 manera
 defensiva
 y
 tomarlo
 como
 una
 oportunidad
 para

mejorar.


El
 aprendizaje
 del
 componente
 emocional
 de
 los
 prejuicios
 tiene
 lugar
 a
 muy

temprana
edad,
aunque
en
primer
lugar
se
aprende
las
emociones
propias
y
luego
se
van

creando
las
creencias
que
lo
justifican,
por
tanto
al
intentar
cambiar
un
prejuicio
resulta

más
fácil
cambiar
las
creencias
que
los
sentimientos
más
profundos
creados
en
la
infancia.


Para
 eliminar
 la
 intolerancia
 a
 la
 diversidad
 es
 necesario
 que
 las
 personas
 que

desempeñan
cargos
de
autoridad
traten
de
crear
una
atmosfera
en
la
que
se
desalientan

tales
actitudes,
tratando
de
cambiar
las
normas
de
funcionamiento
de
un
grupo
en
el
que

hay
 demasiados
 prejuicios,
 porque
 si
 bien
 es
 imposible
 eliminar
 los
 sentimientos

profundos,
 puede
 trabajarse
 en
 minimizar
 aquellos
 pensamientos
 que
 nos
 hacen
 tener

prejuicios,
 no
 luchar
 contra
 ellos,
 significa
 perderse
 de
 una
 diversidad
 de
 ideas
 de
 una

fuerza
de
trabajo
diversificada.


En
 la
 actualidad,
 se
 valora
 mucho
 más
 el
 conocimiento
 de
 los
 trabajadores,
 sin

embargo
 este
 conocimiento
 se
 ve
 limitado
 y
 no
 conduce
 a
 mayor
 productividad
 si
 no
 se

cuenta
con
un
equipo
de
personas
adecuado,
dado
que
es
imposible
trabajar
por
sí
solo
y

siempre
se
necesita
de
al
menos
un
colaborador.
En
un
equipo
hay
una
sensación
de
que
el

CI
grupal
constituye
la
suma
de
los
CI
de
todos
los
implicados,
pero
más
importante
que
la

inteligencia
 colectiva,
 se
 vuelve
 la
 inteligencia
 emocional
 que
 es
 la
 que
 nos
 permite

mantener
las
relaciones
y
trabajar
mejor
en
equipo.
Cuando
existe
inteligencia
emocional,

son
 capaces
 por
 si
 mismos
 de
 motivarse
 para
 alcanzar
 sus
 objetivos,
 y
 además
 se
 logra

establecer
una
red
de
trabajo
con
personas
clave.
Se
forman
las
redes
de
comunicación,
de

experiencia
y
de
confianza.


El
caso
de
la
atención
médica
no
es
muy
inteligente
emocionalmente,
pues
aunque

los
 médicos
 tratan
 de
 hacernos
 saber
 que
 ocurre
 con
 nuestra
 salud,
 le
 dan
 muy
 poca

importancia
 a
 las
 reacciones
 del
 paciente.
 Sin
 embargo
 las
 emociones
 tienen
 mucho
 que

ver
 con
 la
 rapidez
 con
 que
 nos
 curamos
 de
 una
 enfermedad,
 ya
 que
 en
 cierto
 modo
 la

mente
tiene
influencia
sobre
nuestro
cuerpo,
lo
cual
no
significa
que
nos
enfermamos
por

una
falta
de
aprecio
espiritual.


Al
 igual
 que
 el
 cerebro
 el
 sistema
 inmunológico
 también
 es
 capaz
 de
 aprender,

aunque
sin
una
relación
con
el
sistema
nervioso,
este
no
cumpliría
su
papel
esencial.
Las

hormonas
 liberadas
 en
 situaciones
 de
 estrés
 suelen
 entorpecer
 el
 trabajo
 del
 sistema

inmunológico,
 pues
 el
 estrés
 se
 activa
 cuando
 una
 situación
 parece
 amenazadora,
 por
 lo

cual
es
importante
no
estar
en
situaciones
de
estrés
por
tiempos
prolongados
e
intensos.


Aun,
 cuando
 la
 mayoría
 de
 médicos
 no
 le
 de
 importancia
 relevante
 a
 las

emociones,
 debemos
 tener
 en
 cuenta
 que
 
 existen
 estudios
 que
 demuestran
 que

emociones
 malas
 pueden
 hacernos
 caer
 en
 enfermedades
 peligrosas.
 Las
 personas
 que

sufren
 ansiedad,
 ira
 o
 depresión,
 pueden
 contraer
 asma,
 artritis,
 jaqueca,
 entre
 otras

enfermedades;
 aun
 cuando
 esta
 relación
 no
 está
 bien
 establecida,
 si
 se
 sabe
 que
 las

emociones
negativas
constituyen
una
seria
amenaza
a
la
salud.

El
 enojo
 es
 una
 de
 las
 emociones
 más
 dañinas
 para
 el
 corazón,
 ya
 que
 cada

explosión
 de
 ira
 aumenta
 la
 frecuencia
 cardiaca,
 pero
 la
 irritabilidad
 no
 es
 la
 única

emoción
 que
 aumenta
 el
 riesgo
 de
 muerte,
 también
 lo
 hacen
 todo
 tipo
 de
 emociones

negativas;
sin
embargo
el
enfado
no
se
debe
suprimir
porque
esto
también
ocasiona
daños

a
 la
 salud,
 y
 además
 el
 no
 expresarlo
 solo
 contribuye
 a
 alimentarlo,
 por
 lo
 tanto
 el

problema
está
en
que
la
ira
o
cualquier
otra
emoción
negativa
se
vuelva
crónica.


La
 ansiedad
 es
 la
 emoción
 que
 se
 encuentra
 más
 relacionada
 con
 el
 inicio
 y

proceso
de
recuperación
de
una
enfermedad,
al
menos
así
lo
era,
pero
hoy
en
día,
es
una

emoción
que
suele
manifestarse
de
manera
desproporcionada
e
inoportuna
que
solo
nos

hace
 caer
 en
 situaciones
 de
 estrés
 y
 de
 secuestro
 emocional
 en
 el
 que
 no
 podemos

controlarnos,
debilitando
así
el
sistema
inmunológico.



 Parte
4.
Una
puerta
abierta
a
la
oportunidad


Las
 lecciones
 emocionales
 que
 aprendemos
 en
 la
 niñez
 modelan
 los
 circuitos

emocionales
 tornándonos
 mas
 aptos
 en
 el
 manejo
 de
 los
 principios
 que
 rigen
 la

inteligencia
emocional.
Reconocer
un
sentimiento
en
el
mismo
momento
que
aparece
es
la

piedra
angular
de
la
inteligencia
emocional.


El
aprendizaje
fundamental
de
la
vida
emocional,
tiene
lugar
en
los
momentos
de

intimidad
entre
padres
e
hijos,
siendo
los
más
críticos
de
todos,
aquellos
en
los
que
el
niño

constata
que
sus
emociones
son
captadas,
aceptadas
y
correspondidas
con
empatía.


El
 impacto
 en
 los
 hijos
 de
 los
 progenitores
 emocionalmente
 competentes
 es

extraordinario.
 El
 equipo
 de
 la
 Universidad
 de
 Washington
 descubrió
 que
 los
 hijos
 de

padres
emocionalmente
diestros
—comparados
con
los
hijos
de
aquéllos
otros
que
tienen

un
 pobre
 manejo
 de
 sus
 sentimientos—
 se
 relacionan
 mejor,
 experimentan
 menos

tensiones
 en
 la
 relación
 con
 sus
 padres
 y
 también
 se
 muestran
 más
 afectivos
 con
 ellos.

Pero,
 además,
 estos
 niños
 también
 canalizan
 mejor
 sus
 emociones,
 saben
 calmarse
 más

adecuadamente
a
sí
mismos
y
sufren
menos
altibajos
emocionales
que
los
demás.


Las
 diferencias
 entre
 ambos
 tipos
 de
 actitudes
 —la
 de
 los
 niños
 confiados
 y

optimistas
frente
a
la
de
aquéllos
otros
que
esperan
el
fracaso—
comienzan
a
formarse
en

los
 primeros
 años
 de
 vida.
 Los
 padres
 “deben
 comprender
 que
 sus
 acciones
 generan
 la

confianza,
 la
 curiosidad,
 el
 placer
 de
 aprender
 y
 el
 conocimiento
 de
 los
 límites”
 que

ayudan
a
los
niños
a
triunfar
en
la
vida,
una
afirmación
avalada
por
la
evidencia
creciente

de
 que
 el
 éxito
 escolar
 depende
 de
 multitud
 de
 factores
 emocionales
 que
 se
 configuran

antes
incluso
de
que
el
niño
inicie
el
proceso
de
escolarización.


El
 rendimiento
 escolar
 del
 niño
 depende
 del
 más
 fundamental
 de
 todos
 los

conocimientos,
 aprender
 a
 aprender.
 Esta
 capacidad
 fundamental
 está
 compuesta
 por

siete
 ingredientes
 clave,
 confianza
 de
 poder
 lograr
 lo
 que
 nos
 proponemos
 y
 alcanzar
 el

éxito
 de
 tal
 forma
 que
 también
 se
 pueda
 controlar
 el
 propio
 cuerpo
 y
 las
 emociones;

curiosidad,
 poseer
 siempre
 ganas
 de
 descubrir
 cosas
 nuevas
 y
 positivas
 y
 estar
 atento

acerca
de
todo
lo
que
ocurre
a
su
alrededor;
intencionalidad,
tener
el
deseo
de
lograr
algo

y
 para
 esto
 es
 necesario
 sentirnos
 que
 tenemos
 la
 capacidad
 de
 hacerlo;
 autocontrol,

controlar
las
emociones
propias
para
actuar
de
forma
reflexiva
ante
las
situaciones
que
se

nos
 presentan
 cada
 día;
 relación,
 tener
 la
 capacidad
 de
 relacionarnos
 con
 los
 demás,

entablar
 amistadas
 desde
 muy
 temprana
 edad
 y
 poder
 aplicar
 la
 empatía;
 capacidad
 de

comunicar,
 saber
 expresarnos
 ante
 los
 demás,
 intercambiar
 ideas
 y
 saberlas
 respetar;

cooperación,
 aprender
 desde
 pequeños
 a
 trabajar
 en
 equipo,
 tener
 relaciones
 armónicas

cuando
se
realizan
actividades
grupales
como
puede
ser
una
tarea
escolar
o
simplemente

un
juego.


A
 veces—por
 no
 decir
 casi
 siempre—
 la
 falta
 de
 empatía
 se
 transmite
 de

generación
 en
 generación,
 de
 modo
 que
 los
 hijos
 que
 fueron
 maltratados
 en
 su
 infancia

por
sus
propios
padres
terminan
convirtiéndose
en
padres
que
maltratan
a
sus
hijos.



Lo
 que
 tal
 vez
 resulte
 más
 inquietante
 en
 este
 sentido
 es
 lo
 pronto
 que
 los
 niños

maltratados
parecen
aprender
a
comportarse
como
si
fueran
versiones
en
miniatura
de
su

propios
padres.
Si
nos
damos
cuenta
de
la
forma
en
que
la
crueldad
—o
el
amor—
modela

el
 funcionamiento
 mismo
 del
 cerebro,
 comprenderemos
 que
 la
 infancia
 constituye
 una

ocasión
 que
 no
 debiéramos
 desaprovechar
 para
 impartir
 las
 lecciones
 emocionales

fundamentales.
Los
niños
maltratados
han
tenido
que
recibir
una
lección
constante
y
muy

temprana
de
traumas.
Tal
vez
debiéramos
admitir
ya
que
este
tipo
de
traumas
constituye

un
terrible
aprendizaje
emocional
que
deja
una
impronta
muy
profunda
en
el
cerebro
de

los
niños
maltratados,
y
buscar
la
forma
más
adecuada
de
resolver
este
problema.


Cualquier
 acontecimiento
 traumático
 —un
 incendio,
 un
 accidente
 de
 automóvil,



una
catástrofe
natural
como,
por
ejemplo
un
terremoto
o
un
huracán,
una
violación
o
un

asalto—
puede
implantar
recuerdos
en
la
amígdala.
Son
muchas
las
personas
que
cada
año

sufren
 este
 tipo
 de
 calamidades,
 calamidades
 que,
 en
 la
 mayor
 parte
 de
 los
 casos,
 dejan

una
 huella
 indeleble
 en
 su
 cerebro.
 La
 crueldad
 deja
 en
 la
 memoria
 de
 la
 víctima
 una

impronta
 que
 la
 lleva
 a
 responder
 con
 miedo
 ante
 todo
 aquello
 que
 pueda
 recordar

vagamente
la
agresión.


El
término
clave
en
este
sentido
parece
ser
la
palabra
incontrolable,
puesto
que
si

la
persona
siente
que
puede
hacer
algo
para
afrontar
la
situación,
que
puede
ejercer
algún

tipo
de
control
—no
importa
lo
pequeño
que
éste
sea—,
reacciona
emocionalmente
mucho

mejor
que
quienes
se
sienten
completamente
impotentes.
Esta
sensación
de
impotencia
es

precisamente
 la
 que
 convierte
 a
 un
 determinado
 acontecimiento
 en
 algo
 subjetivamente

abrumadora.


El
 trastorno
 de
 estrés
 postraumático
 afecta
 también
 a
 la
 principal
 hormona

segregada
 por
 el
 cuerpo
 para
 activar
 la
 respuesta
 inmediata
 de
 lucha
 o
 huida
 ante
 una

situación
 de
 emergencia.
 En
 las
 personas
 que
 padecen
 de
 una
 hipersecreción
 de
 HCT,
 la

respuesta
de
alarma
es
desmesurada.


Todas
 estas
 alteraciones
 neurológicas
 ofrecen
 ventajas
 a
 corto
 plazo
 para
 hacer

frente
a
las
aterradoras
experiencias
que
las
suscitan.
A
fin
de
cuentas,
en
condiciones
de

extrema
dureza,
permanecer
completamente
alerta,
activado,
presto
a
la
acción,
impasible

ante
 el
 dolor,
 con
 el
 cuerpo
 dispuesto
 a
 afrontar
 una
 fuerte
 demanda
 física
 y

completamente
 indiferente
 —por
 el
 momento—
 a
 lo
 que,
 de
 otro
 modo,
 sería
 un

acontecimiento
 angustioso,
 es
 una
 cuestión
 de
 supervivencia.
 Pero
 esta
 ventaja
 a
 corto

plazo
 termina
 convirtiéndose
 en
 un
 verdadero
 inconveniente
 cuando
 las
 alteraciones

cerebrales
que
acabamos
de
mencionar
se
instalan
de
manera
permanente,
como
cuando

un
coche
permanece
con
el
acelerador
continuamente
apretado.
El
cambio
en
el
nivel
de

excitabilidad
 de
 la
 amígdala
 y
 otras
 regiones
 cerebrales
 relacionadas,
 provocado
 por
 la

exposición
a
un
trauma
intenso,
nos
coloca
al
borde
del
colapso,
una
situación
en
la
que
el

incidente
más
inocuo
puede
terminar
desencadenando
fácilmente
un
secuestro
neural
que

aboque
a
una
explosión
de
miedo
incontrolable.


En
circunstancias
normales,
el
miedo
condicionado
tiende
a
remitir
con
el
paso
del

tiempo,
hecho
que
parece
deberse
al
proceso
de
reaprendizaje
natural
que
ocurre
cuando

el
sujeto
vuelve
a
enfrentarse
al
objeto
temido
en
condiciones
de
completa
seguridad.
De

este
modo,
por
ejemplo,
una
niña
que
aprendió
a
temer
a
los
perros
porque
fue
mordida

por
 un
 pastor
 alemán,
 irá
 perdiendo
 gradualmente
 su
 miedo
 de
 manera
 natural
 en
 la

medida
en
que
tenga
la
oportunidad
de
estar
con
alguien
que
tenga
un
pastor
alemán
con

el
que
pueda
jugar;
a
esto
se
le
conoce
como
reaprendizaje
emocional.

Pero
en
el
caso
del
TEPT
este
tipo
de
reaprendizaje
natural
no
tiene
lugar.
Ello
se

debe
 a
 que
 los
 cambios
 cerebrales
 provocados
 por
 el
 TEPT
 son
 tan
 poderosos
 que

cualquier
 reminiscencia
 —aun
 mínima—
 de
 la
 situación
 original
 desencadena
 un

secuestro
 de
 la
 amígdala
 que
 refuerza
 la
 respuesta
 de
 pánico.
 Ello
 implica
 que
 no
 habrá

ninguna
 ocasión
 en
 la
 que
 el
 objeto
 temido
 pueda
 ser
 afrontado
 con
 una
 sensación
 de

calma,
 porque
 la
 amígdala
 no
 es
 capaz
 de
 reaprender
 una
 respuesta
 más
 moderada.
 Sin

embargo,
 en
 presencia
 de
 ciertas
 experiencias,
 hasta
 el
 TEPT
 puede
 ser
 superado.
 En
 tal

caso,
 los
 intensos
 recuerdos
 emocionales
 y
 las
 pautas
 de
 pensamiento
 y
 de
 reacción
 que

éstos
 suscitan
 pueden
 llegar
 a
 modificarse
 con
 el
 tiempo.
 Pero
 este
 reaprendizaje
 debe

tener
lugar
a
nivel
cortical
porque
el
miedo
original
grabado
en
la
amígdala
nunca
llega
a

desaparecer
 del
 todo
 y
 es
 el
 córtex
 prefrontal
 el
 que
 inhibe
 activamente
 la
 respuesta
 de

pánico
regulada
por
la
amígdala.


Así
pues,
el
reaprendizaje
puede
ayudamos
a
superar
traumas
tan
profundos
como

los
derivados
del
TEPT.
En
el
caso
de
que
el
trauma
no
sea
demasiado
grave
tal
vez
baste

con
 una
 o
 dos
 veces,
 pero
 si,
 por
 el
 contrario,
 se
 trata
 de
 un
 trauma
 grave,
 el
 niño

necesitará
reproducir
la
situación
traumática
una
y
otra
vez
en
una
suerte
de
ceremonial

monótono
y
macabro
hasta
que
pueda
desembarazarse
de
él.


Cuando
 hemos
 pasado
 por
 un
 momento
 tan
 desagradable
 el
 cual
 se
 convierte
 en

trauma,
en
opinión
de
Herman,
pasa
por
tres
fases
diferentes:
en
primer
lugar,
el
paciente

debe
 recuperar
 cierta
 sensación
 de
 seguridad;
 seguidamente
 debe
 recordar
 los
 detalles

del
trauma
y,
finalmente,
debe
atravesar
el
duelo
por
lo
que
pueda
haber
perdido.



El
 primer
 paso
 —recuperar
 la
 sensación
 de
 seguridad—
 consiste
 en
 disminuir
 el

grado
 de
 sobreexcitación
 emocional
 —el
 principal
 obstáculo
 para
 el
 reaprendizaje—
 y

permitir
que
el
sujeto
pueda
tranquilizarse.


El
 segundo
 paso
 del
 camino
 que
 conduce
 a
 la
 curación
 tiene
 que
 ver
 con
 la

narración
 y
 reconstrucción
 de
 la
 historia
 traumática
 al
 abrigo
 de
 la
 seguridad

recientemente
 recobrada,
 una
 sensación
 que
 permite
 que
 el
 circuito
 emocional

reencuadre
los
recuerdos
traumáticos
y
sus
posibles
detonantes
y
reaccione
de
un
modo

más
realista
ante
ellos.



En
estos
casos
parece
existir
una
especie
de
reloj
interno
que
«alterna»
—a
lo
largo

de
 días
 o
 incluso
 de
 meses—
 períodos
 de
 recuerdo
 del
 incidente
 con
 otros
 en
 los
 que
 el

sujeto
 no
 parece
 recordar
 nada,
 permitiendo
 así
 una
 dosificación
 que
 favorece
 la

asimilación
 gradual
 del
 incidente
 perturbador.
 Esta
 alternancia
 entre
 el
 recuerdo
 y
 el

olvido
parece
fomentar
tanto
la
integración
espontánea
del
trauma
como
el
reaprendizaje

de
una
nueva
respuesta
emocional.


El
objetivo
que
se
persigue
en
esta
fase
consiste
en
llegar
a
traducir
verbalmente

todas
sus
vivencias
del
acontecimiento,
lo
cual
contribuye
a
la
reintegración
de
recuerdos

que
 pudieran
 estar
 disociados
 de
 la
 memoria
 consciente
 para
 poder
 recomponer
 así
 la

escena
con
todo
lujo
de
detalles.



Afortunadamente,
 las
 tragedias
 que
 quedan
 grabadas
 a
 fuego
 son
 relativamente



escasas
en
la
vida
de
la
mayoría
de
la
gente.
Sin
embargo,
a
pesar
de
ello,
el
mismo
circuito

emocional
que
tan
profundamente
inscribe
los
recuerdos
traumáticos,
también
permanece

activo
en
los
momentos
menos
dramáticos.



No
obstante,
aunque
no
podamos
decidir
cuando
seremos
víctimas
de
un
arrebato

emocional,
 sí
 que
 podemos
 ejercer
 cierto
 control
 sobre
 cuanto
 tiempo
 durará.
 La
 pronta

recuperación
 del
 equilibrio
 tras
 un
 estallido
 de
 este
 tipo
 bien
 podría
 ser
 un
 índice
 de

madurez
emocional.


En
 términos
 cerebrales,
 podemos
 decir
 que
 el
 sistema
 límbico
 emite
 señales
 de

alarma
 ante
 el
 menor
 indicio
 del
 acontecimiento
 temido,
 pero
 el
 córtex
 prefrontal
 y
 las

áreas
 anejas
 son
 capaces
 de
 aprender
 un
 modelo
 de
 respuesta
 nuevo
 y
 más
 saludable.

Pues,
 el
 reaprendizaje
 emocional
 —una
 tarea
 que,
 ciertamente,
 no
 concluye
 nunca—

puede
 remodelar
 hasta
 los
 hábitos
 emocionales
 más
 profundamente
 arraigados
 de

nuestra
infancia.


Así
pues,
parece
como
si
el
temperamento
nos
predispusiera
para
reaccionar
ante

la
vida
con
un
registro
emocional
positivo
o
negativo
La
tendencia
hacia
el
temperamento

melancólico
u
optimista
aparece
también
durante
el
primer
año
de
vida,
hecho
que
apoya

fuertemente
la
hipótesis
de
que
el
temperamento
es
un
dato
genéticamente
determinado.

Como
 sucede
 con
 la
 mayor
 parte
 del
 cerebro,
 durante
 los
 primeros
 meses
 de
 vida,
 los

lóbulos
frontales
todavía
están
madurando
y
su
actividad
no
puede
valorarse
de
un
modo

fiable
hasta
los
diez
meses
de
edad
aproximadamente.


Las
 alentadoras
 novedades
 que
 nos
 proporcionan
 las
 investigaciones
 es
 que
 no

todos
los
miedos
de
la
infancia
siguen
desarrollándose
durante
toda
la
vida,
es
decir,
que

el
 temperamento
 no
 es
 el
 destino
 y
 que
 las
 experiencias
 adecuadas
 pueden
 reeducar
 la

hiperexcitabilidad
 de
 la
 amígdala.
 Lo
 que
 determina
 la
 diferencia
 son
 las
 lecciones

emocionales
y
las
respuestas
que
los
niños
aprenden
durante
su
proceso
de
crecimiento.

Lo
que
cuenta
al
comienzo
para
el
niño
tímido
es
cómo
le
tratan
sus
padres,
y
es
así
como

aprenden
 a
 superar
 su
 timidez
 natural.
 Los
 padres
 que
 planifican
 experiencias

gradualmente
 alentadoras
 para
 sus
 hijos
 les
 brindan
 la
 posibilidad
 de
 superar
 para

siempre
sus
temores.


La
 estrategia
 protectora
 priva
 a
 los
 niños
 de
 la
 oportunidad
 de
 aprender
 a

calmarse
a
si
mismos
frente
a
lo
desconocido
y
así
poder
superar
un
poco
más
sus
miedos.

A
nivel
neurológico,
esto
significa
que
los
circuitos
prefrontales
pierden
la
oportunidad
de

aprender
 respuestas
 alternativas
 ante
 el
 miedo
 reflejo
 y,
 en
 su
 lugar,
 la
 repetición

simplemente
fortalece
la
tendencia
a
la
timidez.


A
lo
largo
de
la
infancia
algunos
niños
tímidos
se
van
abriendo
en
la
medida
en
que

la
 experiencia
 va
 moldeando
 su
 sistema
 nervioso.
 La
 presencia
 de
 un
 alto
 nivel
 de

competencia
 social
 (la
 cooperación,
 el
 buen
 trato
 con
 los
 demás
 niños,
 la
 empatía,
 la

predisposición
a
dar
y
compartir,
la
consideración
y
la
capacidad
de
desarrollar
amistades

íntimas)
 constituye
 uno
 de
 los
 predictores
 de
 que
 un
 niño
 tímido
 terminará
 superando

esta
inhibición
natural.
Por
el
contrario,
aquellos
otros
niños
tímidos
cuyo
temperamento

no
 sufrió
 ningún
 cambio
 perceptible
 a
 los
 diez
 años
 de
 edad,
 eran
 menos
 diestros

emocionalmente
 (lloraban,
 se
 alejaban
 cuando
 debían
 enfrentarse
 a
 alguna
 situación

problemática,
 se
 mostraban
 emocional
 mente
 torpes,
 eran
 miedosos,
 ariscos,
 solían

irritarse
ante
la
menor
frustración,
tenían
dificultades
para
demorar
la
gratificación,
eran

muy
suspicaces
a
las
criticas
y
eran
desconfiados).
Estas
lagunas
emocionales
constituyen

serios
 obstáculos
 en
 su
 relación
 con
 los
 demás
 niños,
 a
 quienes
 ponen
 en
 situación
 de

tener
que
acercarse
a
ellos.


Como
 observan
 los
 estudiosos
 de
 la
 genética
 de
 la
 conducta,
 nuestro

comportamiento
 no
 sólo
 está
 determinado
 genéticamente
 sino
 que
 el
 ambiente
 —
especialmente
 la
 experiencia
 y
 el
 aprendizaje—
 configura
 la
 forma
 en
 que
 una

predisposición
temperamental
se
manifiesta
a
lo
largo
de
la
vida.


Cada
 región
 del
 cerebro
 se
 desarrolla
 a
 una
 velocidad
 diferente
 a
 lo
 largo
 de
 la

infancia,
y
el
comienzo
de
la
pubertad
es
uno
de
los
períodos
más
críticos
del
proceso
de

«podado»
cerebral.
Algunas
de
las
regiones
cerebrales
que
maduran
más
lentamente
son

esenciales
para
la
vida
emocional.
Mientras
que
las
áreas
sensoriales
maduran
durante
la

temprana
infancia
y
el
sistema
límbico
lo
hace
en
la
pubertad,
los
lóbulos
frontales
—sede

del
 autocontrol
 emocional,
 de
 la
 comprensión
 emocional
 y
 de
 la
 respuesta
 emocional

adecuada—
 siguen
 desarrollándose
 posteriormente
 durante
 la
 tardía
 adolescencia
 hasta

algún
momento
entre
los
dieciséis
y
los
dieciocho
años
de
edad.


Parte
5.
Alfabetización
emocional


En
 esta
 parte
 se
 muestra
 las
 consecuencias
 que
 trae
 el
 no
 saber
 dirigir
 la

inteligencia
 emocional,
 aumentando
 los
 peligros
 como
 las
 drogas,
 la
 depresión,
 la

violencia,
 etc.
 Y
 también
 acerca
 de
 los
 esfuerzos
 realizados
 para
 enseñar
 a
 los
 niños
 las

habilidades
emocionales
y
sociales
para
mantener
encarriladas
sus
vidas.


Los
ámbitos
en
los
que
existe
mayor
problema
en
lo
que
se
refiere
a
competencias

emocionales,
son
la
marginación,
la
depresión,
los
problemas
de
atención
o
razonamiento,

la
delincuencia
y
agresividad.


Ninguno
 de
 estos
 problemas,
 considerado
 aisladamente,
 tiene
 un
 efecto
 tan

grande,
 pero
 tomados
 en
 conjunto
 constituyen
 el
 claro
 indicador
 de
 la
 existencia
 de

cambios
muy
profundos,
de
un
nuevo
tipo
de
veneno
que
emponzoña
a
nuestra
infancia
y

que
 afecta
 negativamente
 a
 su
 nivel
 de
 competencia
 emocional.
 Este
 desasosiego

emocional
parece
ser
el
precio
que
han
de
pagar
los
jóvenes
por
la
vida
moderna.


En
 lo
 que
 respecta
 a
 la
 agresividad,
 los
 padres
 de
 los
 niños
 agresivos
 suelen

alternar
 la
 indiferencia
 con
 los
 castigos
 duros
 y
 arbitrarios,
 una
 pauta
 que,

comprensiblemente,
fomenta
la
paranoia
y
la
agresividad.


El
 juicio
 del
 niño
 agresivo
 siempre
 presupone
 la
 culpabilidad
 y
 no
 la
 inocencia
 y,

en
consecuencia,
su
reacción
automática
subsiguiente
suele
ser
violenta.
Y
esa
percepción

refleja
de
hostilidad
se
entremezcla
con
una
respuesta
igualmente
automática
porque,
en

lugar
de
decirle
simplemente
al
otro
niño
que
se
ha
equivocado,
le
acusara,
le
gritará
o
le

pegará.
 Y,
 cuantas
 más
 respuestas
 de
 este
 tipo
 emita
 el
 niño,
 más
 automática
 será
 su

agresividad
 y
 más
 estrecho
 el
 repertorio
 de
 posibles
 respuestas
 alternativas
 (como

mostrarse
mas
amable
o
hacer
una
broma
al
respecto)
de
que
dispondrá.


Estos
 niños
 son
 emocionalmente
 vulnerables
 y
 presentan
 un
 bajo
 umbral
 de

tolerancia
 que
 les
 lleva
 a
 encontrar
 cada
 vez
 más
 motivos
 para
 sentirse
 ofendidos.

Mientras
otros
aprenden
a
negociar
y
pactar
para
dirimir
las
disputas
que
aparecen
en
el

patio
 de
 recreo,
 los
 chicos
 indisciplinados
 siguen
 confiando
 en
 la
 fuerza
 bruta,
 una

conducta
que,
sin
embargo,
tiene
un
elevado
costo
social,
ya
que,
a
las
dos
o
tres
horas
de

producirse
el
primer
altercado,
suelen
caerles
antipáticos
a
sus
compañeros.

Las
 investigaciones
 que
 han
 seguido
 a
 este
 tipo
 de
 niños
 desde
 la
 enseñanza

preescolar
hasta
la
pubertad
demuestran
que
más
de
la
mitad
de
los
alumnos
que
durante

el
 primer
 curso
 se
 mostraban
 destructivos,
 incapaces
 de
 mantener
 una
 relación
 cordial

con
 los
 demás,
 desobedientes
 con
 sus
 padres
 y
 tercos
 con
 sus
 maestros,
 comenzaron
 a

delinquir
a
partir
de
los
diez
años
de
edad.


Los
 problemas
 de
 relación
 —tanto
 con
 los
 padres
 como
 con
 los
 compañeros—

constituyen
el
detonante
más
frecuente
de
la
depresión
entre
los
adolescentes.
Los
niños
y

los
adolescentes
deprimidos
se
muestran
remisos
o
incapaces
de
hablar
de
su
depresión,

no
suelen
ser
muy
diestros
para
etiquetar
adecuadamente
sus
sentimientos
y
tienden
a
ser

irritables,
 impacientes,
 caprichosos
 y
 malhumorados,
 especialmente
 con
 sus
 padres,
 lo

cual
 constituye
 una
 dificultad
 añadida
 a
 la
 hora
 de
 que
 éstos
 les
 brinden
 la
 guía
 y
 el

soporte
 emocional
 que
 el
 niño
 deprimido
 tanto
 necesita,
 iniciando
 así
 un
 círculo
 vicioso

que
suele
originar
toda
clase
de
disputas.


Una
 observación
 minuciosa
 de
 las
 causas
 de
 la
 depresión
 juvenil
 señala
 la

presencia
 de
 serias
 deficiencias
 en
 dos
 competencias
 emocionales
 fundamentales:
 la

capacidad
de
relacionarse
y
la
forma
de
interpretar
las
diversas
situaciones
de
la
vida.


Aunque
 la
 tendencia
 a
 la
 depresión
 tenga
 un
 origen
 parcialmente
 genético,
 su

causa
principal
parece
radicar
en
los
hábitos
mentales
pesimistas
—aunque
reversibles—

que
 predisponen
 a
 los
 niños
 a
 reaccionar
 ante
 los
 pequeños
 contratiempos
 de
 la
 vida

sumiéndose
en
la
depresión.



El
 estrés
 emocional
 precoz
 puede
 afectar
 al
 desarrollo
 neurológico
 y
 abocar,

incluso
 décadas
 después,
 a
 la
 depresión
 cuando
 uno
 se
 halle
 sometido
 a
 nuevas

condiciones
de
tensión.
En
la
medida
en
que
uno
considere
el
fracaso
como
una
situación

permanente
 y
 lo
 magnifique
 hasta
 llegar
 a
 imbuir
 todas
 las
 facetas
 de
 la
 propia
 vida,
 se

hallará
 predispuesto
 a
 dejar
 que
 un
 problema
 momentáneo
 se
 convierta
 en
 una
 fuente

duradera
 de
 impotencia
 y
 desesperación.
 Pero,
 si
 uno
 cuenta
 con
 una
 perspectiva
 más

amplia
 el
 fracaso
 quedará
 circunscrito
 a
 una
 situación
 provisional.
 Pero
 el
 precio
 que

tienen
 que
 pagar
 estos
 niños
 va
 más
 allá
 del
 sufrimiento
 causado
 por
 la
 depresión.
 El

resultado
final
es
que
los
niños
deprimidos
terminan
siendo
ignorados
o
rechazados.
Este

tipo
 de
 carencia
 en
 su
 bagaje
 interpersonal
 les
 impide
 sacar
 partido
 del
 aprendizaje

natural
que
se
produce
en
medio
de
la
bulliciosa
actividad
del
patio
de
recreo
y
así
suelen

acabar
 arrastrando
 un
 lastre
 emocional
 y
 social
 del
 que
 deberán
 desprenderse
 cuando

salgan
de
la
depresión.

Otro
precio
que
deben
pagar
estos
niños
por
su
depresión
es
el
pobre
rendimiento

escolar.
 La
 depresión
 dificulta
 la
 memoria
 y
 la
 concentración,
 impidiéndoles
 prestar

atención
 y
 asimilar
 lo
 que
 se
 les
 enseña.
 En
 realidad,
 parece
 existir
 una
 relación
 directa

entre
 el
 período
 de
 tiempo
 que
 un
 niño
 permanece
 deprimido
 y
 su
 rendimiento
 escolar,

con
una
caída
en
picado
durante
el
transcurso
del
episodio
depresivo.



A
diferencia
de
lo
que
ocurre
con
los
adultos,
la
medicación
no
parece
ofrecer
una

alternativa
para
el
tratamiento
de
la
depresión
infantil
que
pueda
sustituir
a
la
terapia
o
a

la
 educación
 preventiva.
 El
 aprendizaje
 de
 las
 habilidades
 emocionales
 puede
 resultar

especialmente
útil
en
plena
adolescencia.


Otro
problema
muy
relevante
y
que
afecta
mayormente
a
las
niñas
y
jóvenes
son

los
 trastornos
 alimenticios,
 una
 investigación
 demostró
 que
 el
 principal
 desencadenante

de
este
trastorno
radica
en
una
sociedad
obsesionada
por
un
modelo
ideal
de
belleza
anti

naturalmente
delgado.
Mucho
antes
del
inicio
de
la
adolescencia,
las
chicas
ya
comienzan
a

conceder
 importancia
 a
 su
 peso.
 Un
 estudio
 realizado
 con
 adolescentes
 descubrió
 que
 el

50%
 de
 ellas
 creían
 que
 estaban
 demasiado
 gordas,
 a
 pesar
 de
 que
 la
 inmensa
 mayoría

tenía
un
peso
completamente
normal.



Cuando
 estas
 chicas,
 que
 combinan
 una
 escasa
 conciencia
 de
 si
 mismas
 con
 una

habilidad
social
empobrecida,
se
sienten
alteradas,
son
incapaces
de
calmar
su
sensación

de
angustia.
En
tal
caso,
los
problemas
con
los
padres
o
los
amigos
disparan
el
trastorno

alimenticio,
ya
sea
éste
la
bulimia,
la
anorexia
o
simplemente
la
voracidad
compulsiva.
El

tratamiento
eficaz
de
esta
clase
de
chicas
debería
incluir
algún
tipo
de
adiestramiento
en

las
habilidades
emocionales
de
las
que
carecen.



En
 lo
 que
 respecta
 a
 los
 solitario
 y
 marginados
 hay
 dos
 tendencias
 emocionales

que
pueden
contribuir
a
que
los
niños
terminen
marginándose
socialmente.
Una
de
ellas,

es
la
propensión
a
los
arrebatos
de
cólera
y
a
percibir
hostilidad
donde
no
la
hay,
y
la
otra

consiste
en
mostrarse
excesivamente
tímido,
ansioso
y
vergonzoso,
por
lo
que
no
resulta

sorprendente
 que
 estos
 niños
 se
 sientan
 incapaces
 de
 hacer
 amigos
 y
 que
 su

incompetencia
 social
 termine
 convirtiéndose
 en
 una
 profecía
 autocumplida.
 En
 lugar
 de

aprender
nuevas
estrategias
de
aproximación
a
los
demás,
estos
niños
se
limitan
a
repetir

una
y
otra
vez
pautas
que
no
funcionaron
en
el
pasado
o
ensayan
otras
nuevas
más
torpes

aún
si
cabe.


Es
 comprensible
 que
 los
 niños
 rechazados
 experimenten
 miedo
 y
 ansiedad
 y
 se

sientan
 deprimidos
 y
 aislados
 De
 hecho,
 el
 grado
 de
 popularidad
 de
 los
 niños
 de
 tercer

curso
ha
demostrado
ser
un
mejor
predictor
de
los
problemas
de
salud
mental
que
pueden

presentar
alrededor
de
los
dieciocho
años
que
cualquier
otro
dato,
como
las
calificaciones

escolares,
el
rendimiento
académico,
el
CI
e
incluso
los
resultados
de
los
test
psicológicos,

los
niños
que
tienen
pocos
amigos
terminan
convirtiéndose
en
solitarios
crónicos
que,
de

mayores,
 correrán
 más
 riesgos
 de
 contraer
 determinadas
 enfermedades
 y
 de
 sufrir
 una

muerte
anticipada.


Ante
 todo
 esto
 debemos
 centrar
 todos
 nuestros
 esfuerzos
 en
 la
 prevención,

ofreciendo
 a
 los
 niños
 la
 oportunidad
 de
 desarrollar
 las
 capacidades
 que
 les
 permitan

afrontar
la
vida
y
aumentar
así
la
posibilidad
de
escapar
de
todos
esos
destinos
infaustos.

Para
 poder
 lograrlo
 es
 necesario
 el
 desarrollo
 de
 diversos
 programas
 los
 cuales
 deben

estar
 orientados
 a
 los
 elementos
 de
 la
 inteligencia
 emocional
 como
 la
 conciencia
 de
 uno

mismo;
la
capacidad
para
identificar,
expresar
y
controlar
los
sentimientos;
la
habilidad
de

controlar
 los
 impulsos
 y
 posponer
 la
 gratificación,
 y
 la
 capacidad
 de
 manejar
 las

sensaciones
de
tensión
y
de
ansiedad.


Una
 aptitud
 clave
 para
 dominar
 los
 impulsos
 consiste
 en
 conocer
 la
 diferencia

entre
 los
 sentimientos
 y
 las
 acciones
 y
 en
 aprender
 a
 adoptar
 mejores
 decisiones

emocionales,
controlando
el
impulso
de
actuar
e
identificando
las
distintas
alternativas
de

acción
y
sus
posibles
consecuencias.


Es
importante
que
en
las
escuelas
existan
programas
de
alfabetización
emocional

ya
 que
 ayudan
 al
 niño
 a
 expresar
 mucho
 mejor
 sus
 emociones,
 pero
 es
 necesario
 la

participación
 de
 los
 maestros,
 que
 ellos
 tengan
 la
 disponibilidad
 de
 entablar

conversaciones
 con
 los
 alumnos
 que
 no
 sean
 exactamente
 relacionados
 a
 lo
 académico

sino
también
a
lo
social.
En
la
medida
en
que
la
vida
familiar
está
dejando
ya
de
ofrecer
a

un
 número
 cada
 vez
 mayor
 de
 niños
 un
 fundamento
 seguro
 para
 la
 vida,
 la
 escuela
 está

convirtiéndose
 en
 la
 única
 institución
 de
 la
 comunidad
 en
 la
 que
 pueden
 corregirse
 las

carencias
 emocionales
 y
 sociales
 del
 niño.
 De
 este
 modo,
 el
 proceso
 de
 alfabetización

emocional
impone
una
carga
adicional
a
la
escuela,
que
se
ve
así
obligada
a
hacerse
cargo

del
fracaso
de
la
familia
en
su
misión
socializadora
de
los
niños,
una
difícil
tarea
que
exige

dos
 cambios
 esenciales:
 que
 los
 maestros
 vayan
 más
 allá
 de
 la
 misión
 que

tradicionalmente
 se
 les
 ha
 encomendado
 y
 que
 los
 miembros
 de
 la
 comunidad
 se

comprometan
más
con
el
mundo
escolar.



Reflexión
y
conclusión


Las
emociones
juegan
un
papel
importante
en
nuestra
vida,
pero
es
necesario
que

sepamos
controlarlas
ya
que
muchas
veces
actuamos
sin
pensar
y
esto
se
debe
a
que
nos

dejamos
llevar
por
las
emociones;
el
cerebro
pensante
es
el
que
nos
indica
como
debemos

actuar
ante
ciertas
situaciones
de
forma
mas
reflexiva
y
de
esta
manera
no
arrepentirnos

de
lo
que
hacemos.


Las
emociones
son
indispensables
en
nuestra
vida
ya
que
a
través
de
ellas
es
que

nosotros
le
damos
sentido
a
lo
que
pasa
a
nuestro
alrededor,
aquellas
personas
que
tienen

un
 significado
 especial
 para
 nosotros,
 lo
 que
 nos
 gusta
 o
 disgusta
 o
 incluso
 a
 lo
 que

tenemos
 miedo;
 por
 lo
 tanto
 es
 importante
 armonizar
 tanto
 las
 emociones
 con
 nuestro

cerebro
 pensante
 para
 poder
 actuar
 ante
 las
 situaciones
 de
 una
 forma
 mas
 racional
 y

expresando
las
emociones
correctas.


Si
 aprendemos
 a
 desarrollar
 la
 inteligencia
 emocional,
 podemos
 llegar
 a
 ser



personas
más
productivas
ya
que
dominamos
nuestros
hábitos
mentales
y
podemos
lograr

de
 forma
 más
 sencilla
 lo
 que
 queremos
 y
 por
 ende
 nos
 sentimos
 satisfechos.
 Pero
 al

desarrollar
 la
 inteligencia
 emocional
 no
 es
 solamente
 el
 reconocer
 y
 controlar
 nuestras

propias
 emociones
 sino
 también
 las
 ajenas
 y
 para
 esto
 es
 necesario
 estar
 en
 continuo

aprendizaje
y
además
aplicarlo
en
las
diversas
situaciones
diarias
de
nuestra
vida
con
las

personas
que
nos
rodean.


Una
de
las
emociones
que
siempre
nos
cuesta
controlar
es
el
enfado
ya
que
muchas

veces
no
reflexionamos
acerca
de
la
situación
y
la
amígdala
brinda
una
respuesta
rápida
la

cual
no
es
la
adecuada.
Por
lo
tanto
es
necesario
que
al
momento
de
encontrarnos
en
una

situación
y
nos
sintamos
enfadados
podamos
verla
desde
otra
perspectiva
mas
positiva
y

no
dejarnos
llevar
a
la
primera
reacción.
También
podemos
optar
por
las
distracciones
ya

que
al
estar
haciendo
lo
que
nos
gusta
podemos
disminuir
el
enojo
y
así
actuar
de
forma

más
reflexiva.


Así
como
el
enfado,
existen
muchas
otras
emociones
que
nos
afectan
a
todos
sobre

todo
 por
 el
 ritmo
 de
 vida
 rutinario
 que
 llevamos,
 por
 eso
 es
 importante
 controlar
 estas

emociones
como
la
tristeza,
preocupación,
para
que
nuestra
vida
tome
un
mejor
rumbo
y

sentirnos
mejor
con
nosotros
mismos
y
con
los
demás.


Para
 disminuir
 estas
 emociones
 negativas
 podemos
 centrarnos
 en
 llevar
 a
 cabo

actividades
en
las
que
nos
sentimos
tranquilos
y
felices
así
como
salir
con
los
amigos,
leer

algún
 libro
 favorito,
 salir
 con
 la
 familia,
 etc.
 Y
 de
 esta
 forma
 aumentar
 los
 pensamientos

positivos.


Uno
de
los
elementos
fundamentales
en
la
inteligencia
emocional
es
el
desarrollo

de
la
empatía
y
es
interesante
conocer
que
la
podemos
desarrollar
desde
nuestra
infancia

y
 mucho
 se
 lo
 debemos
 a
 las
 enseñanzas
 de
 nuestros
 padres,
 ya
 que
 de
 acuerdo
 a
 como

reaccionaban
ante
nuestras
emociones,
eso
mismo
aprendemos
y
lo
ponemos
en
practica

con
las
personas
que
nos
rodean;
por
lo
tanto
para
el
desarrollo
de
la
empatía
se
requiere

de
 la
 participación
 adecuada
 de
 los
 padres
 de
 familia
 ya
 que
 así
 a
 medida
 que
 vamos

creciendo
 vamos
 desarrollando
 cada
 vez
 mas
 la
 empatía
 y
 así
 poder
 manejar
 las

emociones
de
los
demás
ya
que
poseemos
autocontrol
de
nuestras
propias
emociones.


Es
sumamente
importante
el
desarrollo
de
la
inteligencia
emocional
para
todas
las

etapas
de
nuestra
vida,
una
de
ellas
es
el
matrimonio,
en
muchas
parejas
al
poco
tiempo
de

haberse
casado
se
divorcian
y
esto
es
porque
no
han
desarrollado
la
empatía
y
no
pueden

controlar
 sus
 propias
 emociones.
 Además,
 muchas
 veces
 en
 los
 matrimonios
 en
 el

momento
de
alguna
queja
o
malestar
critican
a
la
persona,
no
la
acción
que
realizó
y
esto

conlleva
a
problemas
mas
graves.
Por
eso
es
necesario
que
las
parejas
tengan
discusiones

sanas
en
la
que
ambas
partes
sepan
escuchar
y
esto
evitara
la
desintegración
familiar.


Además
 de
 aplicar
 la
 inteligencia
 emocional
 con
 nuestra
 familia
 también
 lo

podemos
 aplicar
 en
 nuestro
 lugar
 de
 trabajo
 en
 la
 que
 se
 necesita
 desarrollar
 todos
 los

elementos
 de
 la
 inteligencia
 emocional
 así
 como
 lo
 hicimos
 con
 nuestra
 familia
 también

con
nuestros
compañeros
de
trabajo.
En
los
lugares
de
trabajo
casi
siempre
se
hace
uso
de

las
 críticas
 las
 cuales
 muchas
 veces
 va
 dirigido
 a
 ataques
 del
 carácter
 lo
 cual
 no
 es
 una

buena
forma
al
comunicarnos
con
los
demás.
Por
eso,
lo
que
debemos
ser
es
concretos
al

expresarnos
porque
se
puede
dar
un
mal
entendido
lo
que
podría
terminar
por
dañar
las

relaciones
sociales.


Las
emociones
negativas
que
experimentamos
tienen
efectos
sobre
nuestra
salud,

es
 por
 esta
 razón
 que
 muchas
 personas
 desarrollan
 enfermedades
 como
 alto
 nivel
 de

colesterol,
 alto
 nivel
 de
 triglicéridos,
 diabetes,
 etc.
 Y
 en
 muchas
 ocasiones
 personas

jóvenes
 que
 por
 su
 ritmo
 de
 vida
 tienen
 mucho
 estrés,
 desarrollan
 enfermedades
 a
 muy

temprana
 edad,
 o
 también
 por
 el
 tipo
 de
 trabajo
 que
 desempeña
 el
 cual
 requiera
 mayor

esfuerzo
 y
 que
 se
 exigen
 metas,
 existe
 mayor
 presión
 y
 preocupación
 por
 alcanzarlo
 y

están
 mas
 propensas
 a
 caer
 en
 depresión
 y
 esto
 conlleva
 a
 enfermedades
 mas
 graves
 y

mas
costosas.

El
 poder
 controlar
 nuestras
 propias
 emociones
 y
 aprender
 a
 aplicarlas
 con
 los

demás
 depende
 desde
 nuestra
 infancia,
 de
 cómo
 nos
 han
 tratado
 nuestros
 padres,
 de

acuerdo
a
la
atención
que
ellos
nos
brindan
cuando
manifestamos
alguna
emoción.


Además
 es
 interesante
 saber
 que
 los
 padres
 pueden
 ayudar
 a
 que
 el
 niño
 desde

pequeño
a
que
aprenda
a
controlarse
a
sí
mismo
ya
que
a
medida
que
va
creciendo
esto
lo

aplicamos
 con
 las
 personas
 que
 se
 encuentran
 a
 nuestro
 alrededor
 y
 esto
 abrirá
 muchas

puertas
 llenas
 de
 éxito
 ya
 que
 seremos
 seguros
 de
 nosotros
 mismos,
 de
 nuestras

capacidad
y
fácilmente
nos
podremos
relacionar
con
nuestros
compañeros
de
trabajo.


También
ante
algún
trauma
por
el
que
hemos
pasado
es
necesario
realizar
técnicas

de
 tal
 manera
 que
 nos
 ayude
 a
 reducir
 su
 efecto
 en
 nuestras
 demás
 emociones
 y
 que
 no

nos
limite
para
realizar
nuestras
actividades
diarias.


Hoy
 en
 la
 actualidad
 muchas
 enfermedades
 emocionales
 están
 afectando
 a
 los

niños,
 por
 lo
 tanto,
 es
 muy
 importante
 que
 los
 padres
 se
 encuentren
 atentos
 desde
 su

niñez
ya
que
es
en
esa
etapa
donde
el
niño
empieza
a
controlar
sus
propias
emociones
y
de

eso
 depende
 que
 al
 momento
 de
 ir
 creciendo
 aumenten
 sus
 habilidades
 emocionales

consigo
mismo
y
con
los
demás.


Lo
que
mas
afecta
a
la
niñez
en
la
actualidad
es
la
depresión
infantil
y
esto
afecta

sus
 relaciones
 sociales
 ya
 que
 es
 mucho
 más
 difícil
 hacer
 amigos
 y
 además
 afecta
 su

rendimiento
escolar.


En
el
caso
de
las
niñas
un
problema
que
cada
vez
es
mas
usual
son
los
desordenes

alimenticios,
 un
 obsesión
 que
 desde
 pequeñas
 influye
 en
 su
 apariencia
 y
 esto
 por
 el

ambiente
que
les
rodea,
los
medios
masivos
que
hacen
mucho
énfasis
en
lo
físico
y
dejan

de
lado
los
sentimientos.


Por
 lo
 tanto
 es
 necesario
 la
 participación
 de
 los
 padres
 y
 que
 convivan
 con
 sus

hijos
 desde
 su
 niñez
 ya
 que
 es
 en
 esa
 etapa
 donde
 se
 aprende
 a
 controlar
 las
 emociones

propias
y
las
ajenas;
y
de
eso
depende
mucho
el
futuro
de
ese
niño
(a).


La
 inteligencia
 emocional
 nos
 permite
 tomar
 conciencia
 de
 nuestras
 emociones,

comprender
 los
 sentimientos
 de
 los
 demás,
 tolerar
 las
 presiones
 y
 frustraciones
 que

soportamos
en
el
trabajo,
acentuar
nuestra
capacidad
de
trabajar
en
equipo
y
adoptar
una

actitud
empática
y
social,
que
nos
brindará
mayores
posibilidades
de
desarrollo
personal.


Logramos
entender
a
lo
largo
del
libro,
que
la
inteligencia
emocional
esta
dada
por

muchos
factores
importantes
que
marcan
un
buen
parámetro
dentro
del
comportamiento

del
 ser
 humano,
 es
 decir,
 que
 no
 solo
 el
 conocimiento
 es
 una
 herramienta
 fundamental

para
 seguir
 un
 patrón
 de
 conducta
 de
 la
 persona,
 si
 bien
 es
 fundamental
 la
 inteligencia

emocional
 es
 otra
 parte
 actitudinal
 del
 individuo,
 que
 nos
 hace
 reflexionar
 para
 realizar

las
 cosas,
 porque
 de
 nada
 nos
 sirve
 poseer
 los
 conceptos
 y
 los
 conocimientos

interiorizados
 si
 el
 patrón
 que
 rige
 mi
 actitud
 están
 bajos,
 no
 podría
 tener
 el
 mismo

impacto
 para
 realizar
 mis
 actividades,
 por
 eso
 es
 de
 ahí
 la
 importancia
 de
 una

combinación
de
ambos,
tener
herramientas
con
base
a
conocimiento

y
poseer
una
buena

autoestima
que
nos
proporcionará
las
realización
de
las
actividades
de
mejor
manera.


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