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¿QUÉ ES LA FILOSOFÍA?
Hemos visto cómo la filosofía es una actitud teórica, caracterizada como un mirar que viene
a interrumpir nuestra actitud natural hacia las cosas y que nos pone frente a éstas de un
modo distinto al modo cotidiano de tratar con ellas. Pero ¿qué nos hace salir de la actitud
natural? Mientras permanecemos en los límites de la actitud natural, las cosas sólo nos
interesan en cuanto cumplen o incumplen su función. Mientras en nuestro trato con las cosas
éstas se comportan como esperamos que lo hagan, nada en ellas nos llama la atención.
Ahora bien, para que el mundo se convierta en algo de nuestra curiosidad científica o teórica,
algo tendría que hacernos salir de esa actitud natural. Pero ¿qué puede venir a romper la
familiaridad y el orden incuestionable del mundo? Para eso debemos cambiar la mirada,
contemplar las cosas independientemente de lo que son según nuestros proyectos,
intereses, necesidades o deseos. Debemos sentir admiración y extrañeza ante las cosas del
mundo, incluso las más cotidianas. Los antiguos griegos llamaron theoría a esta perspectiva
sobre las cosas, a este interés por lo que las cosas son. Ahora bien, esta mirada teórica
sobre las cosas es la inquietud propiamente filosófica, es la filosofía misma. Llamamos
filosofía a ese mirar y a ese interés que no se daba en la actitud natural. La filosofía es una
actitud y una disposición que tiene muy poco que ver con la cotidianidad de nuestra vida, es
un modo de mirar extra-ordinario.
Es muy conocida la afirmación aristotélica de que la filosofía tiene su origen en el asombro:
1Aquí Aristóteles utiliza el término philósophos que traducimos como «amante de la sabiduría» para destacar
el paralelismo con philómythos, traducido como «amante del mito».
Es decir que, según Aristóteles, lo que en un principio motivó a los hombres a hacer las
primeras indagaciones filosóficas fue la admiración o el asombro, ese estado de extrañeza
y perplejidad ante los fenómenos sorprendentes de la naturaleza, fenómenos frente a las
cuales no podían darse razón o explicación. Por consiguiente, los primeros filósofos
filosofaron para librarse de la ignorancia, y no por miras de utilidad, puesto que los
conocimientos que tienen relación con las
necesidades y los placeres de la vida eran ya
conocidos cuando comenzaron las indagaciones y las
explicaciones filosóficas. La pregunta por el ser
Así pues, el asombro es el estado de ánimo que Frecuentemente se determina a
provoca la filosofía, que nos motiva a filosofar, que la filosofía como interpelación
despierta nuestro interés teórico por las cosas. Pero por el ser, es decir, como una
así como la filosofía nace del asombro, también nace actitud teórica que se pregunta
del ocio. Según Aristóteles, el hombre debe atender a por el ser de esto o aquello, que
se pregunta «qué es A» y «qué es
las distintas necesidades de la vida, a lo que desde el
B», y esta pregunta no puede
punto de vista de la supervivencia se presenta como
llegar a plantearse sin un
urgente. Pero es sólo después de que hayamos
distanciamiento teórico respecto
satisfecho las necesidades elementales de la vida que
de aquello por cuyo ser se
alcanzamos el estado propicio para el tipo de actitud
pregunta. Ahora bien, según
hacia las cosas que llamamos teórica. Esta toma de
algunos, lo único común a todas
distancia respecto de la vida es, como ya dijimos, lo
las contribuciones que
que más caracteriza a la actitud teórica. Ahora ben, reconocemos como «filosóficas»
esta actitud sólo puede llegar a producirse en el ocio, es la pregunta por el ser, es decir
en cierta despreocupación por nuestra supervivencia y que la filosofía se pregunta qué
comodidad. es la justicia, qué es la belleza,
Sólo en el ocio las cosas se nos revelan en cuanto qué es la verdad, etc., y se podría
cosas sin más. Es decir que sólo cuando no estamos decir que la historia de la filosofía
ocupados en las cosas, cuando no hacemos nada con es la historia del obstinado
ellas ni queremos nada de ellas, pueden las cosas preguntar ¿qué es? Así pues, la
presentarse en cuanto lo que son. Sólo en el ocio, filosofía es un conjunto de
interrogantes que no tienen en
cuando superamos el cuidado por la supervivencia y
común más que la interpelación
escapamos a las urgencias de la vida, podemos llegar
por el ser, y lo que identifica a la
a admirarnos de que las cosas y preguntarnos por lo
filosofía no es la clase de cosas
que verdaderamente son. El tipo de interés en que
sobre las que preguntamos, sino
consiste la filosofía sólo puede surgir cuando las cosas
el tipo de pregunta que hacemos
han dejado de interesarnos en sentido utilitario, o en
sobre las cosas. La filosofía surge
cualquier otro aspecto que no sea su ser, su esencia o
cuando, respecto de las cosas,
su verdad.
nos preguntamos lo que son.
Hemos visto que la filosofía es una actividad, un deseo
activo que tiene por objeto u objetivo el saber o la
sabiduría. También hemos explicado que no se trata de una actitud natural sino de una
actitud teórica, y que esta actitud inquisitiva es posible a partir de un cierto estado de
perplejidad y extrañeza frente al mundo. Pues bien, ahora resta explicar en qué consiste ese
«deseo» y ese «saber», y ver cómo la filosofía es un deseo (philía) incesante por un saber
(sophía) sin utilidad práctica o material.
La inutilidad de la filosofía
Hemos visto que la actitud teórica da lugar a una clase de saber completamente distinto de
la técnica, y que este tipo de saber (al que Platón y Aristóteles lo denominaron epistéme) es
el que busca o persigue la filosofía. Además, hemos visto que es desde el estado de ocio
que se hace posible la contemplación de las cosas según lo que son (theoría) y el
conocimiento propiamente tal de las cosas (epistéme). La filosofía, por tanto, depende de
que no falte un descanso dedicado a la verdad, a la contemplación. Ahora bien, Aristóteles
dice2 los primeros filósofos buscaban conocer cosas grandes, admirables y difíciles, pero
inútiles. A continuación explicaremos
esta afirmación.
Se dice que Tales de Mileto fue el primer
filósofo de la historia. ¿Pero qué aspecto Tales de Mileto
de su proceder le ha hecho merecedor
de semejante título? De Tales se cuenta Tales (Mileto, siglo VI a.C.) fue un filósofo
que ayudó al ejército de su país presocrático al que se considera el iniciador de
desviando el cauce de un río, se cuenta la filosofía occidental. La tradición nos lo
también que predijo un eclipse (lo que presenta como un gran sabio. Se le atribuyeron
demuestra que poseía un gran grandes y prodigiosos conocimientos en
conocimiento de los cielos, múltiples saberes. En especial, se consideraba
conocimiento por cierto muy importante que poseía grandes conocimientos
para la navegación). astronómicos, aunque también tenía fama de
sabio consejero político, hábil comerciante,
También se cuenta de Tales que sus experto ingeniero y gran matemático.
amplios conocimientos le permitieron
Desde el punto de vista de la historia del
saber con antelación que la próxima
pensamiento, lo más importante es que Tales
cosecha de aceitunas sería mucho más
planteó el primer problema de la filosofía: ¿Cuál
abundante de lo habitual. Ello le animó a
es el elemento primordial (arkhé) de la
comprar todas las prensas para fabricar
naturaleza (physis)? Con ello inauguraba una
aceite que pudo encontrar. Aquel año, nueva forma de pensamiento que ya no se
los propietarios de olivos acumularon basaba en la intervención de seres
grandes cantidades de aceitunas que, sobrenaturales para explicar la naturaleza. Por
sin embargo, no podían transformar en eso se le considera como el padre del
aceite, porque Tales se había apropiado pensamiento racional o filosófico.
con casi todas las prensas. Al final,
todos tuvieron que acudir a él para Toda la filosofía presocrática es una
alquilar (a precios muy altos) las investigación sobre el arkhé, es decir, sobre el
principio o fundamento del que proceden todas
prensas.
las cosas. Según Tales, el elemento primordial de
Todas estas acciones proporcionaron a la naturaleza era el agua. Pero lo importante es
Tales un enorme prestigio, sus que por primera vez se plantea la posibilidad de
compatriotas le admiraban y una investigación racional de la naturaleza sin
respetaban. Pero no es por ninguna de recurrir a explicaciones sobrenaturales.
estas cosas que se le reconoce como el
2 En Ética a Nicómaco, 1141b.
primer filósofo. Hay una anécdota que alude mucho más certeramente a su condición de
filósofo. Platón cuenta3 de Tales que yendo un día muy concentrado en sus pensamientos,
se cayó en un pozo, provocando la risa de una joven sirvienta que presenció el accidente.
Entonces las malas lenguas empezaron a murmurar que Tales ya no sabía ni dónde ponía
los pies, y le acusaban de que se mostraba cada vez más interesado en conocimientos a los
que nadie veía utilidad, como cuál era el principio (arkhé) de todas las cosas. Esto no parecía
tener el menor interés para la ciudad y nadie entendía por qué Tales perdía tanto tiempo en
asuntos como este, sin embargo, a Tales no le interesaba si las conclusiones a las que
llegaba resultaban útiles, le interesaba si eran verdaderas. Con sus investigaciones, Tales
no parecía pretender otra cosa que saber, y saber por el saber mismo, o en otras palabras,
por amor al saber. Fue justamente por esto que comenzaron a llamarlo philósophos.
Decíamos que a la filosofía le interesa el saber por el saber mismo. Ahora bien, lo
verdaderamente valioso se busca por sí mismo, no porque sirva para algo o para obtener
otra cosa a partir de ello. Y la búsqueda en la que consiste la filosofía es la búsqueda de
algo valioso en sí mismo, no la búsqueda de un medio para conseguir otra cosa. Pero que
la filosofía sea inútil no la convierte en algo sin valor. Al contrario.
Si decimos que la filosofía no sirve para nada, estamos diciendo que no está al servicio de
ninguna otra cosa, y si decimos que la filosofía es inútil, estamos diciendo que es un interés
por algo valioso en sí mismo. Aquello cuyo valor es servir para algo vale poco en
comparación con lo que se busca por sí mismo. La filosofía no es, por tanto, una búsqueda
vulgar, como la búsqueda de un empleo o de un automóvil nuevo, que no tiene más valor
que el de facilitar la obtención de alguna otra cosa.
La filosofía, en efecto, busca el saber por sí mismo, con independencia de su casual utilidad.
Mi encuadernación artesanal de las obras de Edgar Allan Poe me puede servir para sujetar
la puerta y evitar que la corriente de aire la cierre de golpe, la música de Pink Floyd puede
resultar ideal para que mi perro se tranquilice cuando viene de la calle, pero nada de esto
tiene que ver con el valor que ambas obras tienen por sí mismas, independientemente de la
utilidad que, en algún caso, yo pueda encontrar en ellas. Lo mismo ocurre con el saber
buscado por la filosofía. El amor (philía) del filósofo por el saber y la verdad es desinteresado,
de hecho, aquello que se ama verdaderamente, se ama por sí mismo.
3 En Teeteto, 174a.
Ciertamente la filosofía (así como el arte, la música, los juegos o el deporte) es algo
prescindible en nuestras vidas. Es decir que podríamos vivir nuestras vidas sin filosofar, sin
cuestionarnos nada acerca del mundo que nos rodea, así como podríamos vivir sin disfrutar
de la música o de los juegos. Pero sin cosas tales como el arte, la ciencia, la literatura o la
religión, ¿no quedaríamos reducidos a pura animalidad? ¿Podemos soportar durante mucho
tiempo una vida sin música, sin juegos, sin nada de todas esas actividades que son
propiamente humanas? Es cierto que, antes que ninguna otra cosa, el humano necesita
comida y abrigo para vivir, pero una vida sin arte y sin ciencia sería demasiado animal para
poder ser soportada. Podríamos vivir sin que Miguel Ángel, Mozart, Newton o Shakespeare
hubieran existido, es cierto, pero también es cierto que la ciencia, la música y el arte nos
proporcionan una felicidad y un consuelo incomparable.
Todas estas actividades propiamente humanas son una posibilidad innecesaria, pero todo
lo que hay de admirable y excelente en nosotros se relaciona con alguna de estas cosas.
Pues bien, la filosofía es también una posibilidad innecesaria, un lujo del cual podemos
prescindir para continuar con vida, pero vivir sin filosofar es tan poco recomendable como
vivir sin arte ni música, o sin juegos ni ciencia. Estas actividades también son en cierto
sentido inútiles. Mucho más útil que la literatura es la medicina. Pero la medicina es valorada
en la medida que es valorada la salud, es decir que la medicina no vale por sí misma, en
cambio la poesía no sirve para nada, pero porque justamente tiene un valor en sí misma, es
la actividad misma de leer o de escribir lo que es valorable. Con la filosofía sucede lo mismo,
que no sirve para nada pero porque no está al servicio de ninguna otra cosa. Es en este
sentido que a veces se dice que la filosofía es un fin en sí mismo.