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Felix del Val

Latierro

COLECCIÓN
PIRAGUA
1
EDICION CORREGIDA.

ISBN – 968- 15 3108- 9


Prohibida toda reproducción total o parcial
De esta obra sin autorización del autor.

2
INDICE
PROLOGO …………………………………………...……...3
INTRODUCCION. —Evolución y desarrolló de los estudios
sobre el grafismo. Análisis del grafismo: sus Diversos aspectos
y terminología. La Grafotecnia como Ciencia y Arte: el
Decálogo de la grafotecnia…………..…………………………7
PRIMERA PARTE: Estudio escritura.
A) Elementos constitutivos o formales: Trazos, rasgos, caja del
Renglón, rasgos y puntos de ataque. Valoración de elementos
formales……………………………………………………..16
B) Elementos estructurales: Angulosidad, dimensión, dirección,
enlaces, inclinación, presión., proporcionalidad, regularidad,
orden, velocidad, continuidad...................................................22
C) la fisonomía y el gesto y su importancia en la graduación. De
valores Estructúrales……………………………………….35
D) Grafonomia: Clasificacion general Ídem fisonómica. Ídem de
Schneiekert................................................................................37
SEGUNDA PARTE:
La escritura y sus modificaciones.
A) Modificaciones naturales. Causas naturales. Causas
somáticas. Causas temperamentales. Causas psicológicas.
Causas educaciones y ambiente………………...………..……43
B) Modificaciones fraudulentas.
1. Falsificaciones simples: Anónimos, suplantación de
personalidad irreal………………………...……...…………56
11. Falsificación por imitación.
1° Por medios mecánicos: Transparencia, calco, lápiz, punzón,
aparato Fischot…..…………………………………...……...57
2. ° Por imitación: Restripto tras lavado. Ídem tras raspado,
Interpolación, imitación propiamente dicha……………….....60
III. Por disimulo………………………………….……...63
IV Alteraciones fraudulentas…………………………...70
C) Modificaciones mixtas. Mano guiada………………..71

TERCERA PARTE:
Problemas…………………………………………………...75

3
A) Lectura de textos invisibles: por lavado, raspado o borrado:
por retoque o enmienda; por huellas de lápiz o punzan; por
Combustión del papel……………………..………………...76
B) Estudio de las tintas: Naturaleza, antigüedad, densidad…79
C) Estudio del papel: Contextura, encolado o apresto, carga,
Composición química, edad.....................................................83
D) Anterioridad o posterioridad de un escrito con relación a
otro, o de una parte de un escrito con relación a las que
Lógicamente le deben preceder o seguir……………………..86
E) Análisis grafometrico...........................................................90

CUARTA PARTE: El análisis comparativo.


A) Preliminares………………………………………………..99
B) Procedimientos de cotejo………………...………….……102
I Casos generales: Aparente semejanza, aparente
desemejanza……………………………………………….....105
II Casos especiales: Firma, mano izquierda, escritura
tipografiada, escritura de parientes, testamentos ológrafos….108
C) El informe pericial……………………...………………..119

QUINTA PARTE: Casuística………………………………122


Escritura mecanografiada…………....………....…...………136

APENDICE:
Situación legal de la Grafocritica en España……...………....139

BIBLIOGRAFIA

Bibliografía consultada……………………….……………...149

Bibliografía general……………………………………...…..150

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PROLOGO
Es evidente, Como ya había sido puesto de relieve a principios
de siglo por ALFREDO NICEFORO (I), que el delito se
transforma al compás de la evolución de la sociedad, adoptando
nuevas modalidades que no constituyen sino eco de las
mutaciones que se operan en aquella bajo la influencia decisiva
de la civilización Destacaba este autor que una de las notorias
transformaciones que la criminalidad sufre en nuestra actual
sociedad, esta integrada por el hecho de que el delito que en la
sociedad bárbara se realiza preferentemente mediante la
violencia (homicidio, lesiones, robo, incendio, etc.) en la
actualidad se produce especialmente por el fraude (estafa,
falsedad, quiebra fraudulenta, etc.). De la aguda observación del
profesor Italiano puede deducirse que el delito, al unísono con la
sociedad se civiliza.
No han desaparecido, en verdad, las que podemos en verdad, las
que podemos llamar formas primitivas de criminalidad, si bien
es innegable que algunas de ellas han sufrido la importante
disminución que recogen ampliamente las estadísticas de todos
los países, Por otra parte, no es menos cierto que en la ejecución
de los propios delitos violentos se observa cada vez con mayor
frecuencia, por parte de su autor, un especial miramiento en
alcanzar el resultado por procedimientos insidiosos, evitando, a
ser posible, el empleo de otros media, que aparte de entrañar un
mayor riesgo, suelen dejar mas claro rastro de la actividad ilícita
y de la personalidad del autor.
Es pues un fenómeno comprobado que las condiciones de la
video modernas han conducido forzosamente a que los delitos
denominados fraudulentos hayan aumentado en vertiginosa
proporción Nos hallamos evidentemente en el siglo de oro de la
estafa y de la falsedad, los más expresivos entre los que
emplean en su ejecución el fraude, el engaño o el ardid.
Una de las consecuencias que lleva aparejada la distinta
naturaleza de los dos grupos de delitos que anteriormente hemos
destacado, es la mayor dificultad que los fraudulentos presentan
respecto a la prueba del hecho y a la identificación del autor. Es
evidente, sin embargo, que al campus de la mayor perfecta en la
actividad delictiva Van también afianzándose las técnicas en la
lucha contra el delito, y si bien es cierto que este jamás alcanzo

5
el refinamiento en los medios de comisión; que hoy se registra,
no lo es menos que la Criminalistica dispone en nuestros días de
los mas depurados procedimientos para comprobar la existencia
de la infracción y establecer con claridad identidad del
delincuente.
En los delitos de falsedad documental, el desarrollo de la
grafotecnia ofrece a la justicia un sin fin de elementos, cada día
mas ajustados, para poner en evidencia la alteración de la;
verdad, asi como para descubrir a su autor. El Código Penal
recoge en su articulo 302 las formas de comisión en la falsedad
documental, de las cuales unas constituyen falsedades
materiales y las restantes falsedades ideológicas. Las primeras
llevan consigo una alteración física o sensible del documento o
del grafismo (raspaduras, alteraciones, sustituciones, etc.), las
segundas alteran la verdad, no en la materia física del
documento, sino en su contenido (narración de hechos
inexactos, falsa atribución de manifestaciones, etc.). Según el
Código Penal esta especie de falsedades. las de índole material,
se pueden cometer: contrahaciendo o fingiendo letra, firma o
rubrica, alterando las fechas verdaderas, haciendo en documento
verdadero cualquiera alteración o intercalación que varia su
sentido; intercalando cualquier escritura en un protocolo,
registro o libro oficial, simulando un documento de manera que
induzca a error sobre su autenticidad.
La pericia de los falsificadores exige en la mayoría de estos
casos que se tenga que recurrir a los conocimientos que
proporciona la grafocritica, conocimientos que Para ser eficaces
requieren ser manejados por personas técnicas y especializadas,
que además de una sólida preparación científica posean una
dilatada experiencia y una notable intuición, qué canto destaca
ORLANDO SIVIERI en su reciente obra (2), es una facultad
que ayuda al perito, tanto como su propio saber, sobre la
compleja ciencia del grafismo. La grafocritica, como la define
VAL LATIERRO, autor de la presente obra, es la parte de la
grafotecnia que tiene por objeto el estudio de la autenticidad del
documento moderno, desde el siglo XVI, es decir, a partir de la
escritura procesal, apoyándose sobre conocimientos de orden
psicológico y fisiológico.
La escritura no puede concebirse tan solo como el medio grafico
de expresión del pensamiento, sino que es, al propio tiempo, una
6
manifestación de la personalidad en su doble aspecto, consciente
e inconsciente. De ahí su valor inapreciable para descubrir, tras
su análisis, la mano que la trazó, mano que es instrumento de la
conciencia, Pero, a la vez, del inconsciente que aflora en el
grafismo, pese a la actitud vigilante del autor en casos de si-
mulación. Si lo psicológico tiene su natural reflejo en la grafía,
también, lo fisiológico y aun lo ambiental estampan en ella su
impronta, razón por la cual son de gran complejidad los
elementos y conocimientos que el perito calígrafo debe manejar
para, consciente de su responsabilidad, convertirse en ayuda
eficaz en la difícil misión de pacer justicia.
Estos y otros más numerosos aspectos son destacados por VAL
LATIERRO en el libro que hoy se ofrece al público. Es
admirable la labor de síntesis que realiza el autor en su breve
manual, en el que ha logrado condensar ágilmente todos los
conocimientos grafocriticos necesarios para poder llegar a la
conclusión sobre la autenticidad o falsedad de un documento
manuscrito o mecanografiado. El estudio de los elementos
constitutivos y estructurales del grafismo, la importancia del
gesto, la modificación de la escritura, asi como el análisis de los
factores que influyen en la misma (materiales, somáticos,
psíquicos y ambientales) son tratados con tanta claridad como
rigor técnico, para entrar a continuación de lleno en el problema
de mayor interés forense constituido por las modificaciones
fraudulentas de las que VAL LATIERRO hace un estudio
acabado y penetrante, distinguiendo la falsificación simple en la
que el falsario pretende tan solo ocultar su personalidad; la
falsedad por imitación realizada con animo de que sea atribuida
a otra persona; la falsificación por disimulo por la que se
pretende enmascarar la propia grafía y las alteraciones
fraudulentas que se produces mediante la eliminación de
palabras por medios mecánicos, químicos, etcétera.
El interés criminalistico de la obra aparece claramente a través
del detenido estudio que el autor hace de los procedimientos
mas usuales, mediante los que se cometen las falsedades
materiales, asi como de las técnicas utilizadas pare poder al
descubierto esta clase de alteraciones de la verdad, destacando
la importancia del análisis comparativo para terminar
ocupándose del informe pericial, con atinados consejos a los
técnicos que han de poner su saber grafocritico al servicio de las
7
necesidades de la Justicia, acrecentando, por ultimo, el valor
practico de la obra mediante el cuidado examen de interesante y
original casuística.
De todo cuanto se ha dicho hasta ahora, se deduce claramente
que el conocimiento de la Grafocritica es indispensable para el
perito
Calígrafo, para el juez o magistrado, para el abogado fiscal y
también para el letrado y podemos añadir que todos ellos
hallaran en este libro una segura orientación a1 respecto. Al juez
y al abogado les interesa conocer la oportunidad de practicar o
proponer una Prueba pericial caligráfica. Evitando peritajes
inútiles pues es tan importante saber cuando un dictamen de tal
naturaleza puede proporcionar luz sobre la cuestión que se
debate. Como tener conciencia de los Hititas obligados de la
ciencia grafotecnica, no solicitando al perito un informe que no
esta en condiciones de suministrar dado el estado actual de los
conocimientos grafocriticos. Por otra parte, ni uno ni otro
Podrían, careciendo de la debida preparación en esta materia,
señalar adecuadamente los extremos .sobre los que debe versar
el dictamen, extremos que no puede sobrepasar el perito en su
misión y de cuya exacta fijación puede depender la utilidad o
inutilidad del informe técnico. Por lo valoración de las
conclusiones a que ha llegado el perito en su estudio no podrá
realizarse competente y eficazmente si se carece de las nociones
científicas y practicas que tan sólo la Grafocritica puede
proporcionar.
Por todas estas razones nos felicitamos por la aparición de la
obra de VAL LATIERRO, competente archivero-bibliotecario,
que ha dedicado gran parte de su vida al estudio de los
problemas que plantea la Grafotecnia y poseedor de una larga
experiencia en el peritaje caligráfico, por lo que le ha sido facil
construir un magnifico Manual con sentido científico y practico
a la vez que ve la luz en un momento en que nuestra
bibliografía, nacional se halla ayuna de obras en que se trate la
materia con tan acertada visión de conjunto (3).
OCTAVIO PEREZ-VITORIA
(1) La transformación del delito en la sociedad moderna. Madrid. Vitoriano Suárez. 1902.
(2) L'indavine grafica. Cedam. Padua. 1951. p5g. 13.
(3) Con anterioridad, ROMULO ROCAMORA se había ocupado de estas cuestiones en su obra,
hoy agotada, peritaciones caligráficas. Tribunales de Justicia y estudios grafológicos y
grafotecnicos. BARCELONA 1935.

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INTRODUCCION
EVULUCION DE LOS ESTUDIOS SOBRE EL
GRAFISMO
La escritura, representación de las ideas mediante signos
gráficos, nació como consecuencia de la necesaria relación
social, y su implantación tuvo que ser objeto de un proceso lento
que culminó en la creación del alfabeto.
El estudio de los tiempos primitivos y su equiparación con los
pueblos que se hallan aún en estado salvaje, nos permite darnos
idea de la evolución que hubieron de experimentar las
sociedades primitivas hasta lograr un entendimiento gráfico.
Representadas, en un principio, las ideas por objetos, fue
necesario dar a éstos un valor en la representación que guardase
relación con el proceso ideológico. El paso del alfabeto fonético
al ideográfico representa una de las principales conquistas en la
transformación que nos ocupa; la ordenación silábica y su
correspondiente asimilación gráfica constituyen la terminación o
culminación del proceso.
No es objeto de este trabajo el estudio de la escritura y su
aparición; la formación de las escrituras nacionales y la
evolución de todas y cada una de ellas. A nosotros corresponde,
solamente, dentro de un campo no por más acotado, menos
vasto, estudiar la escritura individual y conocer las
características que la personalizan. No estará de más, sin
embargo, advertir que hasta el Renacimiento, saber leer y
escribir fue patrimonio de minorías, y que Mientras estuvo
reservada al dominio de unos poco y casi centralizado en
lugares de estudio y de trabajo -monasterios, cancillerías, etc. la
escritura se sujetó en sus grafismos a un estilo casi caligráfico y
a unas normas
Mas de trazado con su mayor o menor complicación en el
sistema de redacción, extensión, etc. Con la imprenta y el ansia
de saber renacentista, el libro se difunde, y con la lectura la
escritura, hasta llegar a los tiempos actuales, pudiendo decir que
su desarrollo obedece a la ley conjunta del menor esfuerzo, que
preside casi todas las actividades humanas, y que tiende a
realizar la mayor cantidad de trabajo en el menor tiempo.
Nacen, cono consecuencia, las disciplinas que estudian los
distintos aspectos que el grafismo presenta

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Los primeros estudios documentales están. Movidos por el
interés histórico y nacen la, Paleografía y la. Diplomática o
Paleografía crítica, que tienden a. la lectura y a la averiguación
de la autenticidad de los documentos antiguos, mediante el
estudio de todos sus elementos, tanto intrínsecos como
extrínsecos. Estos estudios llegan a la madurez en el siglo XVII
con las llamadas "Guerras Diplomáticas" y el movimiento
Bolandista, perfeccionándose en los siglos XVIII y XIX merced
a una pléyade de investigadores de todas las naciones de la
,Europa occidental, cuya enumeración sería larga e innecesaria.
Contrasta este desarrollo del estudio de los documentos-
antiguos con el tímido: y balbuciente de los modernos. Este se
va haciendo, sin embargo, cada vez más necesario, pues al
extenderse la escritura entre. La masa del pueblo, van surgiendo
las dudas y controversias sobre su autenticidad y, poco a poco,
aparecen algunos ensayos de sistematización; pero es preciso
esperar al siglo XIX para que estos ensayos se vayan
concretando hasta llegar a su solidez actual, atemperados al
desarrollo de los estudios psicológicos y fisiológicos y también
al de la Óptica.
El estudio psicológico del grafismo adquiere pronto una
extraordinaria preponderancia y difusión, que podría haber
ahogado nuevamente el estudio de la autenticidad de los
escritos, si no hubiera sido. Porque ha servido eficazmente a la
fijación de las leyes de la escritura, las cuales son, a su vez, base
para el estudio de la autenticidad del documento. Y así ha sido,
en efecto, pues los mejores investigadores de esa autenticidad
han salido de la investigación psicológica.
Francia puede atribuirse con pleno derecho la. Paternidad de la
moderna investigación documental. Baste citar los nombres tan
universalmente conocidos de Michon, Crépieux-Jamin, Sollange
Pellat, Locard, etc., etc. De esta escuela francesa nacen las
demás de Europa, principalmente la inglesa con Saubeir y
Saudek, la alemana con Preyer, Meyer, Klages y Scheneickert,
Y la italiana, con Morelli, Ardreani, Ottolenghi y Marchesan.
En todo este movimiento occidental de resurgimiento de los
estudios sobre el grafismo, España se ha mantenido dignamente
en lo que a la Diplomática se refiere; mas no en lo tocante al
estudio del documento moderno, donde ha permanecido en un
abandono casi general, siendo pobres en calidad y escasas en
10
cantidad las obras escrita; sobre la materia actualmente .se nota
un amplio movimiento ,esperanzador, que procura, a marchas
forzadas, recuperar el tiempo perdido, asimilando los progresos
conseguidos en otras partes, como punto de partida para la
propia investigación.

EL ANÁLISIS DEL GRAFISMO;


SUS DIVERSOS ASPECTOS Y TERMINOLOGÍA
De propio intento, como se habrá observado, se ha omitido toda
terminología en las líneas precedentes. La razón es que existe en
esta rama de los conocimientos un confusionismo
terminológico, que hemos querido soslayar, antes de razonar
nuestra propia terminología.
Fue a fines del siglo XVIII cuando se inició pujante en casi toda
Europa el período de esplendor de los estudios del grafismo, si
bien tenían un marcado carácter esotérico, como claramente lo
revela la "Quirogramatomancia del alemán Cense,
contemporáneo del abate Michon. Este neologismo no
prosperó,- pues fue ahogado en ciernes por el de "Grafología",
aplicado por Michon a la misma finalidad, es decir, al estudio de
la Psique, mediante el análisis del grafismo.
El nombre de Grafología ha sido universalmente aceptado para
los estudios sobre el grafismo, tomándolo, a veces, no en el
sentido de análisis psíquico que le imprimió su fundador, sino
en su sentido general etimológico, que abarca tanto lo
psicológico como lo físico o fisiológico y aun el aspecto de la
autenticidad. Modernamente va tomando fuerza la
denominación de "Grafopsicología" (Marchesan), que designa
igualmente, aunque con mayor profundidad psicológica, el
conocimiento de la Psique, mediante el estudio del grafismo.
Tenemos, pues, en realidad, dos denominaciones para el mismo
estudio y, en cambio, nos vemos privados de una denominación
general, tan necesaria para toda ciencia o arte. Por eso creemos
necesario hacer un pequeño examen y ver la manera de llamar
por su nombre a estos estudios y sus ramificaciones, que tanto
incremento van tomando en nuestros días.
El término general más apropiado para designar la Ciencia de la
escritura, etimológicamente hablando, es el de "Grafología";
pero ¿quién le hace perder el significado parcial que ha tornado,
después de casi un siglo de uso general? Este inconveniente
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grave, lo podríamos soslayar aceptando el término
"Grafotecnia" para designar la Ciencia general de la escritura,
aunque parezca restringir un poco la naturaleza del estudio del
grafismo, que, como luego veremos, es Ciencia y es Arte.
Además, la escritura puede estudiarse bajo tres aspectos
distintos y perfectamente definidos, aunque tengan trabazón
unos con otros: el psicológico, el histórico y el fisiológico, cada
uno de los cuales puede, y debe, tener una denominación propia.
El aspecto psicológico lo recoge perfectamente el término
"Grafosicología" o estudio de la Psique mediante el análisis del
grafismo, que debe desterrar al de "Grafología", aplicado a la
misma finalidad.
El estudio del grafismo bajo el aspecto histórico o de
autenticidad. Se debería. Llamar "Grafocrítica" término que
seria válido para cualquier documento, tanto antiguo como
moderno; mas no olvidemos la existencia de un término ya
consagrado, referente a la. Crítica del documento antiguo y que
conviene respetar; tal es la "Diplomática" con su auxiliar la
"Paleografía", por. Lo que el término "Grafocrítica" se puede
reservar a la crítica del documento moderno, desde el siglo XVI,
es decir, a partir de la escritura procesal. Este -neologismo es
más científico,' más expresivo y exacto que el redundante y
oscuro de Pericia caligráfica, con el que se denomina hoy día, en
España e Italia, al estudio de la autenticidad del documento
moderno.
El aspecto fisiológico, o investigación del estado" físico del
autor de un escrito, queda recogido con el término
"Grafofisiología", sustituyendo al de Grafología médica, o
estudio de las alteraciones psico-físicas reveladas por el
grafismo, que quedan englobadas en la Grafopsicología,
alteraciones psíquicas, y en la Grafofisiología, alteraciones
fisiológicas. Al estudiar el grafismo nos vemos, además, en la
necesidad de clasificarlo y denominarlo con arreglo a sus
constantes predominantes; de esto se ocupa la "Grafonomía".
Finalmente citaremos otros términos, ya aceptados, que se
refieren también a la escritura; pero más bien en cuanto signo o
expresión de la idea. Tales son: "Caligrafía", o arte de escribir
bellamente; "Taquigrafía" y "Estenografía", o arte de escribir
con rapidez, y "Criptografía", o escritura en clave. La existencia

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y consagración de estos términos autoriza la introducción de los
demás que acabarnos de exponer.
Lo anteriormente dicho queda condensado en el siguiente
cuadro:

LA "GRAFOTECNIA" 'COMO CIENCIA Y ARTE.


Empecemos por lo más sencillo. Entre las diversas ramas de la
Grafotecnia está la Diplomática, con su auxiliar. La Paleografía,
a la que nadie negará su calidad científica, pues ha llegado a ser
uno de los más valiosos auxiliares de la Historia.
Las otras ramas interpretativas no han llegado todavía al
envidiable grado de perfección de la Diplomática. Es mas, existe
contra ellas una absurda prevención, muy generalizada
desgraciadamente, por culpa de los malos grafólogos y
grafocríticos.
Mas esta prevención es fruto, en primer lugar, de un
razonamiento sofistico, pues concluye universalmente
(inutilidad de la Grafotectnia) de unos premisas particulares
(inutilidad de determinados peritos) y, en segundo lugar, es fruto
también de la. Ignorancia, porque el desconocimiento de esta
Ciencia conduce a exigir de ella mas de lo que puede dar.
En efecto; admitamos por el momento que la Grafotecnia es una
Ciencia, como luego probaremos. Nadie pone en duda que sea
también un Arte, tomando esta palabra en la acepción académica
de "astucia", "maña", "habilidad", sinónimos que le cuadran
perfectamente, pues nos reflejan el carácter interpretativo de la
Grafotecnia.

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El grafotécnico debe ser un artista; pero las cualidades de tal son
un don divino y pueden estar en los individuos en mayor o
menor grado. De ahí que. La función interpretativa (Arte)
dependa del grado de desarrollo de esas cualidades; si éstas son
deficientes o nulas, de poco le servirán al experto sus
conocimientos científicos, por lo que su labor interpretativa o
artística será deficiente o mala.
Mas el fallo del experto como artista no se debe imputar a la
Grafotecnia como Ciencia, de la misma manera que no podemos
renegar de la Medicina porque existan malos médicos, ni de las
matemáticas porque algunos apliquen mal sus principios. Esto
es preciso dejarlo bien sentado, pues no podemos dejar que se
hunda en el descrédito de los malos artistas una disciplina de tan
extraordinario interés.
El valor científico de la Grafotecnia sólo se puede negar por
ignorancia. Sus leyes o principios están basados en la
experiencia, madre de la Ciencia, y en los adelantos de la
Psicología y de la Fisiología, así como en los modernos
progresos de la Óptica y de la Química.
La base científica de la Grafotecnia es, pues, sólida; pero no
olvidemos dos cosas: Primero, que es una ciencia experimental,
sujeta a los errores interpretativos humanos, tanto por ignorancia
científica como por deficiencia de las cualidades interpretativas
del que se sirve de ella, y, segundo, que la Psique sigue siendo
todavía un misterio para el hombre y que la Fisiología tampoco
ha llegado al perfecto conocimiento del organismo humano,
por .lo que nada tendrá de particular que el experto encuentre en
el grafismo misterios insondables, ante los cuales fracasen toda
su ciencia y experiencia. Mas esto no anula el valor científico de
la Grafotecnia, sino que, por el contrario, lo engrandece, pues
pese a esas dificultades sus progresos son hoy suficientes para
esclarecer la mayor parte de los problemas que se la presentan.
Veamos ahora el "Decálogo" de los principios científicos en que
se apoya la Grofotecnia.
1º El alma y el grafismo están en relación permanente de causa
y efecto.
2º El alma es un complejo infinito; y así como no hay dos almas
iguales, tampoco existen dos grafismos iguales.
3º El complejo anímico se modifica por el complejo fisiológico:
Tonalidad nerviosa. Muscular y glandular, el cual reviste
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igualmente una variedad infinita, por lo que resulta, si así puede
decirse, un infinito modificado por otro infinito.
4º El complejo anímico y la tonalidad general fisiológica
definen o determinan la fisonomía del escrito,
independientemente del órgano que la ejecuta, si éste está.
Adaptado a la función (ambidextros, zurdos, reeducados,
escritura con los pies o con la boca), e independientemente
también del alfabeto empleado (latino; griego, eslavo, germano,
árabe, etc.)
5º Los estados de conciencia, pasajeros o permanentes,
repercuten en el grafismo, así como las variaciones de la
tonalidad general. (Experiencias de ferrari, Hericourt y Richet.)
6º La escritura es inicialmente acto volitivo, pero con
predominio posterior, casi absoluto, del subconsciente, lo que
explica la permanencia y fijeza de las peculiaridades gráficas.
7º No se puede, simular la propia grafía, sin que se note el
esfuerzo de la lucha contra el subconsciente.
8º Nadie puede disimular simultáneamente todos los elementos
de su. Grafía, ni siquiera la mitad de ellos, lo cual es una
consecuencia de lo anterior avalada por la experiencia.
(Saudek.)
9º Por mucho que lo pretenda el falsificador o el disimulador, es
imposible, en escritos extensos, que el subconsciente no le
juegue alguna mala pasada, revelando la verdadera personalidad
del escrito falsificado o disimulado.
10º No todos los signos gráficos tienen el mismo valor. Los más
importantes son aquellos que son invisibles o poco aparentes.
Pues son los que escapan lo mismo en la imitación que en el
disimulo.
En estos diez principios, corroborados plenamente por la
experiencia, se basa la Grafotecnia. Las escrituras más propias
para su aplicación son las cursivas, y las menos interesantes las
caligrafiadas o caligráficas, porque en éstas la personalidad está
corno enmascarada. Mas no olvidemos que la Grafotecnia no es
una Ciencia exacta que, por tanto, no nos faltarán casos de
difícil y aun de imposible solución, ya sea por su dificultad
intrínseca, Ya por la escasez de elementos de cotejo, Pero ¿en
qué Ciencia experimental no ocurre lo mismo?
Esta breve exposición de la Ciencia de la escritura nos habrá
revelado su enorme extensión. Las páginas siguientes versarán
15
sobre una de sus ramas, la Grafocrítica, mal llamada Pericia
caligráfica.
El hecho de ceñirnos a esta sola rama queda explicado, pues su
estudio es lo suficientemente amplio como para dedicarle todos
nuestros desvelos y, además, porque es el que más directamente
nos atañe a los archiveros. Por considerarla como una
proyección de la Diplomática, sustancial en nuestra carrera.
La Diplomática y la Grafocrítica son idénticas en cuanto a su
finalidad (autenticidad de los documentos). Aunque difieren un
poco en su procedimiento y fundamentos científicos. La
Diplomática se apoya especialmente en los conocimientos
históricos, mientras que la Grafocritica lo hace en los
fundamentos psicológicos y fisiológicos. Los conocimientos
históricos no interesan al grafocrítico, mientras que los
psicológicos y fisiológicos no interesan al diplomático. Pues
actúa especialmente sobre escritos caligráficos o caligrafiados;
más le pueden interesar a partir de la escritura procesal. En
ambos, sin embargo, se verifica el análisis exhaustivo del
documento y de la materia escriptoria. Con vistas a su
autenticidad.
Es cierto que la Grafocrítica no ha alcanzado la seguridad de su
hermana mayor la Diplomática: Pero como sus fundamentos son
científicos y, los resultados prácticos obtenidos muy halagüeños
de nosotros defenderá su perfeccionamiento y de que se la tenga
en la consideración que se merece.
Hace tiempo que se deja sentir en España la necesidad de un
buen tratado de "Grafocrítica”: Pero ésta es una empresa que
requiere mucha reflexión, casuística abundante y un buen
laboratorio de experimentación. Desgraciadamente el
laboratorio tarda en formarse, aun cuando es posible que sea una
realidad a la aparición del presente Manual.
En tanto se resuelven estas dificultades, se ha .juzgado
necesario. No sólo Por el interés General. Sino también con
vistas a la mejor formación de los futuros alumnos de la
"Escuela de Preparación Para Archiveros-Bibliotecarios", la
Publicación del presente Manual, el cual no tiene otra
Pretensión que la de ser una síntesis de los estudios realizados
sobre la materia, sazonadas Por la experiencia personal.
Debo expresar mi más profunda gratitud a todos mis
compañeros, que siempre, y más particularmente al iniciar mi
16
labor, pusieron a mi disposición su experiencia en los trabajos
en común, y muy especialmente a don Pedro Rodríguez Arias,
mi constante compañero de equipo, desde casi hace diez años,
de quien mucho he aprendido, dado su mayor cúmulo de ciencia
y experiencia.
Espero que este manual sea de alguna, utilidad a cuantos se
interesen por estas materias, y aceptaré gustoso y agradecido
cuantas sugerencias y observaciones se me hagan sobre los
puntos expuestos.
EL AUTOR

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PRIMERA PARTE
ESTUDIO DE LA ESCRITURA.
A) Elementos constitutivos o formales.
La Historia de la Escritura nos indica su evolución y
denominaciones a través de los tiempos, en sus dos ramas:
Paleografía y Neografía; la primera, hasta el siglo XVI, y la
segunda, a partir de esa época.
Este conocimiento debe poseerlo el grafocrítico. Pero es
meramente secundario en la grafocrítica moderna o pericia
caligráfica. Por eso. Nó insistiremos en ello, aunque
aconsejamos los tratados de Paleografía y Caligrafía, éstos para
las escrituras modernas.
Dejando, pues, aparte la Historia de la Escritura, nos
adentraremos en el estudio de los elementos constitutivos del
grafismo, cuyo conocimiento y denominaciones interesan
grandemente al grafocrítico, tanto para profundizar en el estudio
del escrito, como para el informe que debe emitir cuando para
ello sea requerido.
La palabra escrita está formada por un conjunto de líneas. Si
éstas líneas forman parte esencial de la letra, se denominan
trazos, los cuales pueden ser, a su vez, rectos, curvos y mixtos, y
los curvos, cóncavos y convexos. Los trazos tienen comúnmente
el movimiento de arriba abajo, y por formar parte esencial de la
letra se llaman magistrales y también gruesas, porque al
movimiento de descenso corresponde una mayor presión y, por
tanto, un mayor grosor. Estos trazos magistrales se unen entre sí
mediante unas curvas caligráficas de enlace, en las que aparecen
los finos o perfiles (figura I).

Figura 1(a).

cóncavo convexo perfil


Figura 1 (b).
18
Si las líneas no forman parte esencial de las letras, se denominan
rasgos, los cuales obedecen, en esencia, a un principio
ornamental, y se denominan iniciales, cuando comienzan letra;
finales, cuando la terminan. Y enlaces, cuando, siendo iniciales
o finales, están en medio de una palabra y sirven de unión entre
trazos magistrales de la misma o diferente letra (figura 2).

Figura 2.
En los rasgos iniciales y finales ocurren, a veces, algunas
anomalías o peculiaridades, que se apartan de las normas
caligráficas, originando el arpón o gancho, la maza o
engruesamiento paulatino hacia un extremo por exceso de
presión, el golpe de sable o movimiento rápido terminado en
punta fina, y el golpe de látigo, más amplio que el anterior, con
menos presión y, por tanto, sin terminación acerada (Fig. 3).

Arpón masa sable látigo


Figura 3.
El rasgo inicial se suele llamar también rasgo de ataque, en el
que merece un estudio especial el punto de ataque, porque
refleja el movimiento inicial personalísimo y, por tanto,
importantísimo. No olvidemos que no siempre existe rasgo de
ataque, mas siempre hay un punto de ataque, aunque sea
entonces un trazo magistral, en el que también podremos
observar las peculiaridades que a continuación diremos.
El punto de ataque puede revestir las formas siguientes: Botón.
O parada inicial con engrosamiento; acerado o en punta muy
fina, con gran rapidez inicial y escasa presión, que luego va
acentuando, sin cambiar de dirección; gancho. O arpón, ya
mencionado, que equivale a un movimiento inicial contrario a la
dirección del rasgo; a veces, el gancho desaparece, porque el
movimiento inicial contrario no dejó huella, y entonces el punto
19
de arranque aparece recto o de gancho frustrado. Finalmente,
este punto de ataque puede ser también redondeado, cuando
comienza con un movimiento' inicial lento, posando bien la
pluma y continuando luego en la misma dirección, con.
Disminución paulatina de la presión (figura 4).

Figura 4.
Estas peculiaridades de los momentos iniciales o puntos de
ataque no son exclusivos de éstos. Una cosa parecida ocurre en
los movimientos o rasgos finales. En un párrafo anterior
hablamos del arpón o gancho, de la maza, del golpe de sable y
del golpe de látigo. El primero se puede dar también en los
rasgos finales, y los tres últimos son más propios de éstos; pero
también se puede dar en ellos la terminación acerada, rápida y
más corta que el golpe de sable, la terminación con aumento de
presión al final, la breve o contenida, la prolongada, la
ascendente, la descendente, la sinistrógira o vuelta a la
izquierda, las cuales, como los movimientos iniciales, tienen
suma importancia en el descubrimiento de la personalidad y, por
tanto, de la autenticidad (Fig. 5).

Figura 5
Los rasgos iniciales o finales se unen a los trazos magistrales o
se separan de ellos formando ángulo o curva. Si superiormente
se forma curva e inferiormente ángulo, tenemos el arco, y si
ocurre al revés, tenemos el festón o guirnalda. Estos rasgos, al
relacionarse con el trazo magistral, pueden formar, cumpliendo
su misión ornamental o acentuándola los lazos, elipses, bucles,
espirales, lazos v nudos. El bucle puede ser más o menos
abierto, anguloso, ovalado; pero, a veces, está tan cerrado que se
ciega, formando el empastado o buchado, y otras veces, hay
20
solución de continuidad en su trazado, formándose la rotura o
brisado (Fig. 6).

Figura 6.
Si un trazo magistral, que debería ser recto, se desvía de su
dirección normal en alguna parte de su trazado, se origina la
torsión; y si la presión varía grandemente en parte del trazado,
formando un engruesamiento brusco en alguna parte de su
recorrido, se tiene el inflado, que puede afectar al comienzo o
fin del trazo, y más frecuentemente en medio del mismo (Fig.
7).

Figura 7.
Las letras se clasificad en mayúsculas y minúsculas, y en éstas
especialmente apreciaremos las partes altas o superiores y las
partes bajas o inferiores, llamadas así en relación con el cuerpo
o caja de la escritura, que se encierra, teóricamente entre dos
rectas paralelas, tangentes a las partes superiores e inferiores de
las letras que no sobresalen en un sentido ni en otro, como la a,
e, i, o, u, m, n. Cada letra se forma esencialmente de uno o
varios trazos magistrales, ya sean rectos, curvos o mixtos. Así,
la i, u y m constan, respectivamente, de uno, dos y tres trazos
rectos, lleven o no perfilamiento inicial o final; la e, o y c están
formadas por un solo trazo curvo; la b tiene un trazo mixto; la a
y la q están formadas de un trazo curvo y otro recto.
La posición de un trazo dentro de una letra se representa
por una comilla colocada en la parte superior derecha de esa
letra. Así: m' (eme prima), m" (eme segunda) y m"' (eme
tercera), representan, respectivamente, el trazo primero, segundo
y tercero de la eme.

21
Por otra parte, la mayor parte de las letras pueden ocupar en las
palabras tres posiciones: inicial, media y final. Estas distintas
posiciones se representan por un subíndice. Así: a1, a2, a3, (a
subuno, a subdos, a subtres) representan las posiciones inicial,
media y final de la "a". Combinando ambas cosas, el segundo
trazo de la a final se representará por a3”; el primer trazo de la
m media será representado por m2', y así sucesivamente.
Esta nomenclatura o representación, que aquí parece fuera de
lugar, resulta muy necesaria para la verificación del análisis
grafométrico, desde el que. Nos remitiremos aquí. Si lo hemos
incluido en este capítulo, es porque, pese a su rareza, es un
estudio de los elementos del grafismo.
Unos párrafos más arriba tocábamos de pasada y explicábamos
lo que era la caja o cuerpo de la escritura, para darnos cuenta de
lo que se entiende por partes altas y bajas de las letras, y, por
tanto, también de lo que son letras sobresalientes. Ahora nos
interesa más fijarnos en la forma y dirección de dicha caja.
La forma caligráfica de la caja es seca, pero a veces no ocurre
así, aunque se escriba en papel rayado, sino que puede presentar
un movimiento de reptación, que si es muy corta y afecta a una
misma palabra, se llama ondulación, y si es más amplio y afecta
sólo a la línea en general, se llama serpentina. Otras veces
presenta la caja una marcada curvatura hacia abajo, en forma de
cuenco, y esto se llama concavidad. Pero si la curvatura es al
revés, cuenco invertido, se llama convexidad. Las dos líneas que
imaginariamente limitan la caja del renglón, como dijimos, se
distinguen con los nombres de base superior y base inferior.
La dirección de la caja del renglón es normalmente horizontal;
mas como de sus variaciones ya hablaremos al tratar de los
elementos estructurales del grafismo, a ellos nos remitimos (Fig.
8).

Figura 8.

22
Debemos señalar también en el grafismo las pausas: corla,
punto, punto y coma; los signos de puntuación: punto, acento,
diéresis; las tildes o signos supletorios de ciertas letras: t y ñ; los
márgenes: superior, inferior, derecho, izquierdo; y los guiones o
signos de interrupción silábica de una palabra al final del
renglón y el copete de la z.
Finalmente, teniendo en cuenta el momento extensor del
grafismo, los trazos pueden ser ascendentes o descendentes.
Estos suelen ser gruesos, pues en ellos la presión es normal y
fácil, mientras que los primeros son finos por falta de presión.
Graduación de valores formales.
No todos los signos gráficos tienen el mismo valor para
desentrañar la personalidad del que estribe, porque la
Grafocrítica no actúa siempre sobre escritos espontáneos, como
la Grafología, sino que en general tiene que habérselas con
escritos imitados o disimulados, cuya paternidad es preciso
descubrir. En ambos casos es necesario darse cuenta, desde el
principio, del mayor o menor valor que los signos pueden
adquirir. ¿Cuál es el fundamento que nos permite graduar estos
valores?
Se dijo en la Introducción cuál es el proceso de la formación del
escrito y la parte que en el mismo tienen el consciente y el
subconsciente. Pero ahora debemos añadir más. En el escrito
existen determinados signos muy aparentes o visibles y otros
que pasan completamente inadvertidos. Los primeros son los
que se imitan o disimulan, por lo que pierden valor en el análisis
comparativo. En cambio, los signos invisibles, por el mismo
hecho de serlo, escapan al falsificador por imitación o por
disimulo, y son los verdaderamente interesantes en el
descubrimiento de la autenticidad. Supongo que nadie tornará la
invisibilidad en sentido absoluto, porque aunque algunos de
estos signos realmente son completamente invisibles al ojo
desnudo, otros son ciertamente visibles, pero pasan
normalmente inadvertidos.
Aplicando este criterio a los elementos formales ya estudiados,
calificaremos de invisibles, y por tanto de gran valor
demostrativo, a los siguientes:
1° Forma de la caja del renglón, cuando es levemente ondulada
o completamente recta, es decir: cuando no llama la atención.

23
2. ° Características de los puntos de arranque y de los rasgos
finales. Ambos dependen de la posición de la pluma y de la
índole del movimiento, tanto inicial como final, posición y
movimientos que son invisibles para el profano y hasta para el
mismo autor.
3. ° Forma y posición de los signos de puntuación, guiones,
tildes y subrayados, que sufren una influencia total del
subconsciente.
4. ° Deformaciones específicas, no tanto de las letras, que por
ser muy características pueden llamar la atención, sino
particularmente de nexos y grupos determinados, especialmente
finales.
5. º Homogeneidad o persistencia de las características
personales. La desaparición de esa homogeneidad puede revelar
la labor del subconsciente en el trabajo de imitación o de
disimulo.
Tienen menos valor, por ser visibles o más aparentes, los
siguientes elementos:
I. º la forma de las letras, aun cuando sean peculiares, pues es lo
primero que se imita o disimula, especialmente cuando son
inusitadas. Sin embargo, la aparición de formas peculiarisimas
puede ser un indicio muy interesante, cuando el disimulador las
posee o la letra imitada carece de ellas.
2. ° La forma acusada de los trazos: cóncavos, convexos, etc.
3. ° La dirección de la caja del renglón: ascendente, des-
cendente, etc.
4. º la forma acusada de la base del renglón: cóncava, convexa,
serpentina.
B) Elementos estructurales del grafismo.
Llamamos elementos estructurales a los que, valiéndose de los
elementos constitutivos o formales, los acoplan según una
manera determinada, dándoles un aspecto peculiar. Es la labor
de arquitectura, en la que con unos mismos materiales se puede
dar al edificio un aspecto diametralmente opuesto.
Estos elementos estructurales son:
1. ° Angulosidad. Es el predominio del ángulo sobre la curva o
el grado de frecuencia del mismo. Caligráficamente, todos los
trazos magistrales se unen entre si mediante un arco, por arriba
o por abajo; pero en la práctica, la escritura altera esta norma,
24
formando ángulo donde debería haber curva, dando lugar a la
angulosidad, que puede ser absoluta o relativa, según que todos
los arcos o parte de .ellos sean sustituidos por ángulos. El grado
se mide por la frecuencia de dicha sustitución.
2. ° Dimensión. En este aspecto podemos distinguir la altura y la
extensión del grafismo. Respecto a la altura, las letras se
clasifican en cortas o ajustadas a la caja del escrito (a, e, i, o, m,
etc.) y sobresalientes o que sobrepasan en cualquier sentido
dicha caja. Las letras sobresalientes se clasifican, a su vez, en
largas o sobresalientes superiores e inferiores (f), altas o
sobresalientes superiores (b, l), bajas ú sobresalientes inferiores
(g, j), intermedias altas (d. t) e intermedias bajas (p, q).
Suponiendo una altura de caja igual a 2 mm., la longitud de las
letras altas y bajas sería 8 mm., y 5 mm. La longitud normal de
las intermedias. La cursiva rara vez se ajusta a estas normas,
existiendo una gran variedad, alargándose o acortándose en un
sentido o en los dos.

3x1
Figura 9
En cuanto a la extensión, podemos distinguir la extensión
absoluta y la relativa. La primera es la superficie ocupada por el
rectángulo, cuyos lados sean tangentes al pie del trazo magistral
inicial y a la cabeza del Terminal, los verticales, y las bases sean
tangentes a las partes altas y bajas de las letras sobresalientes,
respectivamente. Así la palabra "Caligrafía" de la figura 9 queda
enmarcada en un rectángulo de 3 cm. por 1 cm. Su extensión ab-
soluta es, pues, 3 cm'.
En cambio, en la misma palabra de la figura 10, aunque
enmarcada en un rectángulo de 4 cm. por 0,75 cm., la extensión
absoluta nos da igualmente 3 cm'.

4 x 0.75
Figura 10.
La extensión relativa es el espacio ocupado por cada letra. Se
obtiene dividiendo la longitud total recorrida por la palabra,
25
tomando como medida la longitud de la base del rectángulo que
la enmarca, por el número de letras de la palabra. Así la
extensión relativa de las palabras de las figuras 9 y 10 son 3/10
y 4/10, respectivamente.
Tratándose de escritos espontáneos o naturales, la extensión
absoluta y relativa de palabras semejantes se corresponden. Pero
tratándose de escritos simulados, se puede alterar fácilmente
esta correspondencia. Como puede observarse en la figura 11.

Figura 11
En la que la palabra caligrafia. De la misma mano que las de las
dos figuras anteriores, difiere de éstas en su extensión absoluta y
en la relativa, que son, respectivamente, 3,75 c. c. y 2,5/10.
Cuando tratemos de verificar el estudio de la dimensión,
debernos prescindir, al trazar el rectángulo enmarcado de la
palabra, de todos los elementos no esenciales al grafismo, es
decir, de los rasgos superfluos, como se indica en la figura 12.

Figura 12
En el estudio de la dimensión hemos supuesto la regularidad. O
casi. De la grafía. Pero esta regularidad se altera con frecuencia,
lo que origina una falta de paralelismo entre las rectas que
deberían formar el rectángulo, formándose un cuadrilátero
irregular de difícil medición.
Más adelante veremos cómo el análisis grafométrico nos
permitirá trazar la curva de estas irregularidades; pero ahora,
ateniéndonos a un procedimiento idéntico al de formación del
rectángulo en marcador, trazaremos las tangentes a las partes
superiores de las letras cortas, a las partes inferiores de esas
mismas letras, o base de la caja, y a las partes altas y bajas de las
letras sobresalientes. Se forma este dibujo con palabras idénticas
de las grafías y se comparan. Este procedimiento pretende
recoger el fruto del movimiento escriturario habitual,

26
subconsciente y, por tanto, constante en una misma grafía.
Véase el procedimiento aplicado a dos firmas en la figura 13.

Figura 13 (a). Figura 13 (b).


3. ° Dirección. —Se entiende por tal la que tiene la caja de la
escritura comparativamente con los extremos superior e inferior
del papel. Normalmente esta dirección es horizontal, es decir,
paralela a los referidos extremos; pero puede hacerse ascendente
o descendente por causas muy diversas, incluso variables en el
mismo individuo: torpeza, enfermedad, excitación. Mala
colocación del papel, etc. Lo que interesa es la persistencia de
una dirección determinada dentro de un cierto espacio de tiempo
y no la accidentalidad del fenómeno, que entonces puede ser
debido a una causa momentánea, espontánea o fraudulenta.
4° Enlaces. —La caligrafía tiene establecidas sus normas de tal
forma, que el enlace de letras dentro de una palabra es absoluto
y perfecto. En la práctica, escritura cursiva, ya es otra cosa. La
mayor o menor habilidad de cada cual v, por tanto, la mayor o
-menor soltura de la mano, junto con la peculiar idiosincrasia,
hacen que las normas caligráficas varíen en cada escritura.
El enlace se puede verificar con arco o con ángulo, y es
indiferente uno y otro procedimiento para medir el grado de
unión de las letras. Este grado se mide por la frecuencia de los
enlaces verificados, prescindiendo de las letras mayúsculas, que
normalmente se aíslan en su gran mayoría. La existencia de
mayúsculas enlazadas al resto de la palabra resulta una
peculiaridad del grafismo y, como tal. Debe ser tenida en cuenta.
5. ° Inclinación. —Inclinar quiere decir etimológicamente
doblar, recaer, tocar a su término, el cual no puede ser otro que
la horizontal. Si considerarnos la caja del renglón corno
horizontal, la perpendicular a ella marcará la inclinación cero,
de modo que la escritura vertical, o sea aquella cuyos trazos
magistrales forman con la base del renglón un ángulo de 90
grados, no tiene inclinación alguna. Cualquier desviación de la
posición vertical señalará una inclinación. Si ésta es a la
derecha, se llamara inclinación derecha; pero si, es a la
izquierda, se denominará inclinación izquierda. La amplitud de
esa inclinación será equivalente al ángulo que forme con la recta

27
perpendicular a la base. Resulta, pues, impropio hablar de la
inclinación de una letra refiriéndonos al ángulo que sus trazos
magistrales forman con la base de la escritura, como se hace
comúnmente. La razón de esta relación impropia radica en que
resulta más sencillo medir los ángulos referidos a la base del
renglón que calcularlos con respecto a la vertical, pues la base
existe prácticamente o se completa con suma facilidad, y en
cambio la vertical no existe y muchas veces se carece de
elementos para determinarla con exactitud.
Mas nada autoriza a mantener esta denominación errónea y
sujeta a confusión, pues aunque sea más fácil calcular el ángulo
de separación de la horizontal o ángulo de levantamiento de éste
se pasa automáticamente al ángulo de inclinación, con sólo
restar de 90. En toda expresión de valores angulares nos
referiremos siempre al verdadero ángulo de inclinación, tal
como lo hemos explicado.
En la escritura caligráfica resulta sencillo medir los valores
angulares de la inclinación; pero no así en la letra cursiva,
especialmente en algunas de ellas, y es preciso, para obtenerlos,
recurrir a las ampliaciones fotográficas y otros recursos, como
se dirá más tarde al ocuparnos de la Grafometria.
6. ° Presión. —Es el mayor o menor apoyo de la pluma en el
trazado del escrito. En la escritura normal, esta presión se
alterna, produciendo los finos o perfiles, generalmente
ascendentes, y los gruesos, descendentes magistrales.
En el espesor de los trazos gruesos podemos distinguir el valor
absoluto, que es su medida en si, y el valor relativo, es decir, su
relación con las dimensiones de las letras. Este valor relativo es
el verdaderamente interesante para la clasificación del escrito,
pues un espesor de medio milímetro en los trazos gruesos hace
parecer sucio y pesada a una escritura menuda y en cambio
resulta lábil en una escritura de gran tamaño
Las cursivas corrientes presentan generalmente poca
diferenciación entre gruesos y perfiles, y hasta muchas veces
desaparecen aquéllos totalmente. La causa de este fenómeno es
múltiple: de un lado está la mayor velocidad de la escritura
cursiva, lo que va en detrimento de la presión, y por otra parte,
el uso muy generalizado de plumas de punto rígido, como
estilográficas y bolígrafos, que no permiten el perfilamiento
normal o caligráfico.
28
Sin embargo, debemos hacer notar dos cosas: una escritura sin
perfilar, hecha por estilográfica o bolígrafo, puede responder a
una fuerte presión, la cual queda revelada por la profundidad del
surco trazado por el plumín, examinando dicho surco al
microscopio y, a veces, con la simple observación del dorso de
la página escrita. La escritura sin perfilar puede ser también
debida a una presión débil o lábil, trazada con plumín flexible.
En este caso, se revelará esta circunstancia porque no faltarán
trazos esporádicos presionados y perfilamientos sumamente
finos, imposible de realizar con plumín romo y rígido.
La escritura cursiva presionada es propia de la persona
inexperta, pues, al igual del que comienza a andar, necesita
afianzarse bien para mantener el equilibrio. En cambio, el
experto se desliza veloz y su pluma pasa sobre el papel casi sin
tocarlo, y sólo en la escritura cuidada, caligráfica o caligrafiada,
perfila los trazos.
Aunque sea cada vez más raro el empleo de plumas de acero de
puntos flexibles, su uso es todavía frecuente, por lo que nos
conviene estudiar cómo se comportan los puntos de estas
plumas durante su trazado.
Cuando escribimos, la pluma forma primero un ángulo con
respecto al plano de la mesa, variable para cada uno, pero en
general suficiente para evitar, por un lado, el excesivo raspado
de los puntos sobre el papel, y por otro, para evitar el
emborronamiento que sería inevitable si la pluma estuviera
excesivamente tumbada. Además, la pluma está más o menos
vuelta hacia la derecha en dirección aproximada al hombro
derecho del que escribe, orientación que tiene gran valor en la
formación de los trazos. Al presionar la pluma, los puntos se
abren, y como son finos y de acero, rompen el apresto del papel
formando dos surcos (hendiduras de Meyer), entre los que
queda el trazo. Como estos surcos se rellenan de tinta y ésta
aparece en ellos en mayor cantidad que en el resto del trazado,
éste aparece con más intensidad de colorido en los bordes,
región de los surcos, que en el resto.
Por otra parte, debida a la orientación de la pluma hacia el
hombro derecho, el plumin de la derecha está más bajo que el
izquierdo; la presión se ejerce en él con más fuerza. Abre, por
tanto, un surco más profundo y la tinta toma en él una

29
entonación más intensa que en el surco abierto por el plumín
izquierdo (fig. 14).

Figura 14.
Este detalle interesante nos revela la posición de la mano del
escritor. Además, en la posición normal de la pluma, estos
surcos se presentan paralelos a todo lo largo del recorrido del
trazo. Mas si desviamos la dirección de la pluma cada vez más
hacia la derecha, hasta tomar, por ejemplo, una dirección
paralela al cuerpo, veremos cómo se pierde el paralelismo de los
surcos, quedando el trazo cada vez más fino en la parte superior
y más grueso en las curvas inferiores, como se revela en la
Figura 15.

Figura 15.
Presión y velocidad están en relación inversa. Para medir una y
otra ideó Kraepelin una balanza, que no difiere esencialmente de
una balanza corriente. Uno de los platillos es una superficie
adaptada a una mesa de escritorio. Y en linar del otro platillo,
hay una aguja, relacionada con un tambor giratorio, como en los
barómetros registradores.
Puesto en marcha el tambor, la aguja registra una línea recta
horizontal; pero tan pronto como se hace la más mínima presión
en la mesa escritorio, la aguja se agita, produciendo unas
oscilaciones (grafogramas). En proporción a la intensidad de la
presión registrada. Como el movimiento del tambor se puede
también graduar a voluntad. Se puede igualmente medir con
dicha balanza la velocidad del movimiento registrado. (V. fig.
16.)

Grafica de tres “a” de personas distintas


Figura 16.
La balanza de Kraepelin ha venido a demostrar
experimentalmente una de las leves de la Grafocrítica, es decir.
Que la escritura, como reflejo de la personalidad del individuo,
30
es peculiar a cada uno completamente diferente a la de los
demás. Lástima que esta balanza, muy útil en psicología
experimental. No tenga ninguna aplicación cuando se trata de
demostrar la autenticidad de un documento.
Es muy interesante tener en cuenta también que no siempre la
presión se ejerce uniformemente en la formación de los trazos
sino que frecuentemente existen variaciones peculiarisimas de
presión, apreciables únicamente al microscopio, las cuales pasan
inadvertidas para el autor o imitador y, por consiguiente,
imposible de falsificar o de imitar.
Según sea el plumín empleado, estas variaciones de presión
repercuten en las profundidades de los surcos, y por tanto en
variaciones de tonalidad, en irregularidades en la profundidad
del trazado, en variaciones en la tonalidad de la tinta de esos
mismos trazos, aunque también esto puede ser debido a
alteraciones en la velocidad y en engrosamientos anormales, los
cuales se ven a simple vista.
7. ° Velocidad o rapidez —Este es un elemento que conviene
aprender pronto a discernir porque, a diferencia de los demás se
aprecia ala vista del novel y tiene, en cambio, tanta importancia,
que en Grafocrítica velocidad es sinónimo de espontaneidad.
Esto no quiere decir que una escritura lenta o premiosa ha de ser
necesariamente falsa, pero por lo menos predispone a este
supuesto, pues suele ser la característica de la imitación y del
disimulo, mientras no se demuestre. Por el estudio de escritos
indubitados. Que esa premiosidad pertenece a las peculiaridades
de la grafía estudiada. Propia de persona inexperta.
La escritura es un camino que recorre la pluma desde el punto
inicial de la palabra o del renglón hasta el final de los mismos.
El camino más corto entre dos puntos es la línea recta, y a ella
tiende el "ductus" del escrito rápido. Así como a la supresión o
simplificación de cuantos movimientos tiendan a desviarnos del
camino recto o a aumentar innecesariamente el camino a
recorrer.
Lo dicho anteriormente explica los caracteres de la escritura
rápida, que son los siguientes:
1. ° Escritura mediana, pequeña o filiforme. (En ésta. los trazos
tienden a convertirse en una simple línea ondulada.)
2. ° Curvas rápidas (en los que no se nota acumulación de tinta).
En efecto, la curva es un cambio de dirección, lo que supone
31
una disminución en la rapidez del movimiento anterior (para
girar, frenar). Esta disminución de la rapidez origina
generalmente una mayor descarga de tinta v. por tanto, un mayor
ennegrecimiento o aumento de tonalidad. Si esto no existe, la
curva es rápida.
3. ° Simplificación en las formas de las letras v en los
movimientos, que se hacen más sobrios y contenidos.
4. ° Puntos, acentos y barras de las "t" a la derecha, a veces
lanzados, como quien da un manotazo en plena marcha y
frecuentemente ligados a la letra siguiente, cuando no se
suprimen totalmente.
5. ° Escritura desigual, inacabada, algunas veces ascendente.
6. ° Movimientos dextrógiros, es decir, sustitución de un
movimiento izquierdo por otro hacia la derecha, más veloz
(figura 17).

Movimientos dextrogiros
Figura 17.
7. ° Finales lanzadas o prolongadas con rapidez
8. ° Inclinación acentuada, como quien se lanza a la carrera.
9. ° Acortamiento de las letras sobresalientes (reducción del
camino a recorrer).
10. Presión ligera o nula: no se puede. Correr abriendo surcos.
11. Enlaces frecuentes o totales: todo levantamiento de mano
supone pérdida de tiempo. En las escrituras muy rápidas se llega
incluso a enlazar palabras.
Saudek reduce estos caracteres de velocidad a los siguientes:
Rasgos sueltos o ágiles, formas redondeadas (el arco es más
veloz que el ángulo), inclinación derecha, irregularidad de la
acentuación (no siempre bien colocada y a la misma altura, pues
se hace sobre la marcha), enlaces frecuentes o predominantes y
palabras decrecientes.
Después añade: Una escritura es rápida cuando posee dos, por lo
menos, de estos caracteres.
Veamos ahora, como contraste, algunas características de la
escritura lenta:

32
1. ° Torpeza e inseguridad de la mano, reveladas por las
formas groseras e inhábiles.
2. ° Tamaño exagerado.
3. ° Abundancia de rasgos suplementarios, complicaciones o
adornos.
4. ° Aspecto caligráfico o caligrafiado.
5. ° Movimientos sinistrógiros o regresivos, es decir.
Sustitución de un movimiento a la derecha por otro izquierdo
(figura i8).

Movimientos sinistrogiros Figura 18.


6. ° Existencia de retoques, vacilaciones o paradas, temblor,
cambios anormales de dirección.
7. ° Signos de acentuación y barras de las "t", ala izquierda.
8. ° Predominio del ángulo sobre la curva.
Entre ambos extremos de escritura rápida y lenta existe una gran
variación o graduación, pero ésta se mide por la frecuencia con
que se repiten los caracteres propios. El-exceso de rapidez
acentúa algunos caracteres, como el tamaño de las letras, que se
hacen filiformes e ilegibles, la frecuencia de enlaces anormales
entre letras contiguas y aun entre palabras, etc.
Como zona intermedia entre ambos extremos, vamos a señalar
los caracteres de la escritura reposada o normal:
1. ° Movimientos isócronos o acompasados.
2. ° Dimensión normal o media.
3. ° Uniformidad en sus caracteres generales de angulosidad,
dimensión, espaciamiento, dirección, etc.
4. ° Precisión en la colocación de signos de puntuación y
tildes, tanto en su regularidad como en su colocación.
5. ° Carencia de vacilaciones y retoques.
6. ° Presión y perfilamiento normales.
Dijimos al principio que la velocidad es fruto de la habilidad o
práctica de escribir, mientras que la lentitud demuestra la
inexperiencia del escritor. Pero esta lentitud puede ser fingida
por mano experta. Lo que no puede ocurrir es que el inexperto
pueda imitar la rapidez y soltura del experto.
Desentrañar la naturaleza o causa de esa lentitud es misión del
grafocrítico, misión ardua, a veces, pero que casi siempre se

33
puede llevar a feliz término, pues la pericia del que imita la
escritura del inexperto se revela por múltiples detalles, que
afortunadamente se le escapan, y que el perito suele fácilmente
captar cuando cuenta con suficientes elementos de estudio.
Debemos tener en cuenta otro aspecto interesante de la
velocidad: su variación dentro de un mismo trazo. Tanto la
velocidad uniforme como la variable son peculiaridades
personalísimas, muy dignas, por tanto, de ser tenidas en cuenta.
La velocidad uniforme produce entintado o tonalidad uniforme.
La velocidad variable produce entintado o tonalidad variable.
Más lentitud, mayor derramamiento de tinta o mayor aumento
de la tonalidad.
Hay quien traza el escrito con velocidad constante, incluso en
los cambios de dirección (curvas). La tonalidad de la tinta será
uniforme en todo el trazado. En otros, el comienzo es lento,
hasta con pausa, y después rápido. La tonalidad del comienzo
será más intensa que la del resto. En cambio, otros tienen un
comienzo rápido, mas disminuye sensiblemente la velocidad
hacia la mitad del trazado o cuando llega al cambio de
dirección. En ambos casos también el aumento de la tonalidad
corresponde a la disminución de la velocidad (fig. 19).

Velocidad lentitud lentitud lentitud


Uniforme inicial media final
Figura 19.
El estudio de este fenómeno es interesantísimo, no tanto porque
es personalísimo sino porque es además invisible o inapreciable
a simple vista, por lo que escapa a la observación del imitador y
a la conciencia del propio autor.
Pero no confundamos estos fenómenos con los originados por la
variación de presión, muy similares, como ya dijimos (véase
Presión). Para ello, tengamos presentes estas dos reglas:
1. ª Si el escrito está verificado con plumín flexible, las
variaciones de tonalidad corresponden a variaciones de
velocidad.
2. ª Si el escrito se trazó con plumin rígido, estas variaciones de
tonalidad pueden corresponder tanto a la velocidad como a la
presión. La profundidad del surco y la huella en relieve del
34
dorso del papel pueden, como ya dijimos, ayudar a distinguir
una causa de otra.
8. ° Proporcionalidad —Es la relación entre los diversos
elementos del grafismo, por ejemplo, las alturas de las
mayúsculas y letras sobresalientes con respecto a la altura media
de las letras cortas; la distancia media entre ejes o trazos
magistrales y espacios interliterales con respecto a la extensión;
la anchura de los gruesos con relaciónala altura media de las
letras cortas o a la distancia entre los ejes, etc.
El análisis de este elemento estructural constituye el llamado
Análisis grafométrico, que si bien no siempre se puede realizar,
y hasta puede resultar contraproducente si nó se hace en las
debidas condiciones, puede resultar un valioso elemento
coadyuvante, incluyo valioso, del análisis grafocrítico, cuando
es posible su realización.
Dada la complejidad del análisis grafométrico, éste merece un
estudio aparte, que se hará. A su debido tiempo, cuando tratemos
de los problemas técnicos que se presentan al grafocrítico.
No olvidemos que existe una proporcionalidad normal entre
todos los elementos del escrito, que será la que se atiene a los
preceptos caligráficos, pero que se varían en la práctica según la
índole de cada escritor. Esta proporcionalidad es tal vez uno de
los caracteres más constantes en la grafía espontánea, pues si
bien el tamaño y extensión de la escritura puede variar como
consecuencia del trabajo que se realiza del fin que se persigue,
del material de que se dispone y de la amplitud o exigüidad del
espacio en relación con lo que se tiene que escribir, la
proporcionalidad permanece constante.
Es, además, uno de los elementos que fácilmente se escapan al
disimulador o al imitador, más atentos a la alteración de la
forma de las letras y, cuando más, a algún otro elemento más
sobresalientes; como dimensión, dirección, inclinación, etc.
9. ° Orden y regularidad. —El orden es la recta colocación de
letras, palabras y renglones para dar sensación de un conjunto
equilibrado. La regularidad se refiere más bien a las formas de
las letras, ajustadas o no al modelo caligráfico, y a la separación
de palabras y renglones.
En la apreciación del orden hay que tener en cuenta los
márgenes: superior, inferior, derecho e izquierdo, para observar
35
no sólo la amplitud de los mismos, sino también su paralelismo
con el borde correspondiente del papel y, especialmente, en el
margen izquierdo, si forma una recta paralela al borde, o una
línea ondulada, o ensanchada hacia abajo, o estrechada hacia
abajo, o recta, o curva.
Igualmente es preciso tener en cuenta el sangrado de los
párrafos, la simetría o asimetría de los encabezamientos, la
colocación u omisión de los signos de acentuación, puntuación,
tildes, guiones, etc. Fruto del orden y de la regularidad, en todos
sus aspectos, es la claridad y belleza del escrito.
10. ° Continuidad. —Es la fijeza o persistencia de las cons-
tantes gráficas, tanto en sus elementos constitutivos o formales
como en los estructurales ya reseñados. Su alteración se llama
discontinuidad.
Esta discontinuidad puede ser causada, sin embargo, por agentes
puramente naturales, como más tarde veremos, los cuales no
destruyen la autenticidad del escrito; pero pueden, en cambio,
inducir al grafocrítico a un grave error, si no tiene. Presente la
posibilidad, e incluso la existencia real en un caso determinado,
de esas causas modificadoras de los elementos del grafismo.
También puede ser esta discontinuidad fruto del fraude
distinguir esta discontinuidad fraudulenta de la motivada por
causas naturales: físicas, somáticas, psicológicas, etc., es
empresa muy difícil, a veces, y hasta completamente
irrealizable, cuando el perito carece de antecedentes acerca de
las circunstancias que rodearon el momento extensor del
grafismo o son muy escasos e insuficientes los elementos de
cotejo.
No olvidemos tampoco que la continuidad puede significar falta
de fijeza en alguno o algunos de los elementos del grafismo. Por
tanto, puede ocurrir que una firma dudosa discrepe de las
indubitadas, presentadas al perito, en algunos de sus elementos,
mas al pedir ampliación de prueba y encontrarse con nuevas
indubitadas, aparecen en éstas las discrepancias señaladas en los
primeros elementos.
Esta falta de fijeza es más propia de la persona inexperta,
tratándose de escritos espontáneos, que en las personas. Que
tienen gran práctica de escribir. Además, la continuidad puede
existir en los escritos de una persona, referidos a un tiempo
36
determinado, y no existir, en cambio, comparándolos con
escritos de la misma persona de épocas anteriores o posteriores,
pues existe. En la grafía individual una evolución continua,
debido a causas psicológicas, temperamentales, somáticas,
ambientales, etc., etc., que la hacen diferente de sí misma con
relación a escritos de épocas diferentes.
Todo esto nos lleva a las consecuencias siguientes:
1. ª El cotejo debe verificarse con abundantes elementos.
2. ª la escritura indubitada que ha de cotejarse debe ser
contemporánea de la dudosa, y acompañada, a ser posible, por
otras escrituras indubitadas inmediatamente anteriores y
posteriores a la época atribuida a la dudosa.
C) La fisonomía el gesto, y su importancia en la valoración
de los elementos del grafismo.
Ya dijimos al principio de este Manual que la profundidad de los
complejos anímico y somático origina la inexistencia de dos
almas y dos rostros absolutamente iguales, porque unos otros
poseen fisonomía peculiar, es decir, diferencia todos los demás.
La escritura. Es también producto de ambos complejos, por lo
que también participa de su inmensa diversidad y cada escrito
tiene una fisonomía distinta al de cualquier otro.
Pero aun hay más. La fisonomía o agrupación "sui géneris" de
unos pocos elementos va acompañada del gesto, que vienen a
ser como la quintaesencia de la personalidad, a la cual descubre
en casos de enmascaramiento de la fisonomía. ¡Cuántas veces el
enmascarado que acude a un baile de Carnaval, o el que comete
un atraco, o el delincuente que se hace una operación de cirugía
plástica para eludir la persecución de la Justicia, han revelado su
personalidad a causa del gesto!
Al gesto corresponden una serie de actos o movimientos, no
sólo específicos y, por tanto, sumamente selectivos, sino que
también escapan a la acción vigilante de la conciencia, por lo
que resultan mucho más valiosos en la discriminación de la
personalidad.
También en el grafismo existe el gesto, lo mismo en el escrito
espontáneo, donde la. Personalidad se muestra tal cual es, como
en la escritura fraudulenta, en la que se pretende o enmascarar la
propia personalidad, o asumir la ajena. Y esto ocurre porque el
gesto corresponde a lo que anteriormente hemos llamado
37
elementos invisibles del grafismo, los cuales, por esta razón,
perduran tanto en la imitación como en el disimulo.
Al valorar los elementos constitutivos a formales, dábamos el
carácter de invisibles a los movimientos iniciales y finales,
forma de la base del renglón, signos de puntuación, etc., los
cuales debemos ahora considerar como parte integrante del
gesto. A éste pertenecen también determinados elementos dentro
de los estructurales y, por tanto, de sumo valor en el momento
de sopesar analogías y diferencias durante el análisis
comparativo.
En principio podemos afirmar que cada uno de los elementos
estructurales, tomados aisladamente, tienen un valor muy
escaso, como el. De la forma de las letras, por cuanto cada uno
de ellos es muy visible o fácilmente susceptible de imitación o
de disimulo.
Pero tengamos en cuenta lo que dijimos en la introducción: La
escritura es inicialmente acto volitivo, pero cae inmediatamente
bajo la acción del subconsciente. El consciente piensa, el
subconsciente escribe:
Esto supuesto, imaginémonos el trabajo de; falsificador por
imitación o por disimulo. El falsificador tiene que alterar el
proceso de la escritura, transformándola de labor subconsciente
en consciente. Tiene que estar atento a lo que escribe y, sobre
todo, a cómo lo escribe, luchando a brazo partido con el
subconsciente; lucha titánica en la que siempre acaba, éste por
triunfa, especialmente en escritos de alguna extensión.
En apoyo de lo dicho, citemos este principio de Saudek: Nadie
es capaz de fingir, al mismo tiempo, estos cuico elementos del
grafismo: riqueza y variedad de formas, dimensión, enlaces,
inclinación y presión. Este principio viene a ser el
reconocimiento de la impotencia de la lucha contra el
subconsciente.
En consecuencia, consideraremos como de gran valor la
permanencia o coincidencia de la mayor parte de los elementos
estructurales, por cuanto, en su conjunto, son inimitables e
indisimulables.
A esto podemos añadir aquello que, dentro de los elementos
estructurales, pueda formar también parte del gesto, que en el
escrito suele ser invisible. O inapreciable. Con ello nos
referimos concretamente a aquellas variaciones de presión y de
38
velocidad, de que hablábamos al estudiar estos elementos
estructurales y a la continuidad o persistencia de las
peculiaridades de los elementos gráficos, particularmente de la
proporcionalidad.
D) Grafonomía.
Es la parte de la Grafotecnia que da nombres al grafismo, según
sus elementos predominantes. Aunque se trate de un elemento
secundario de la Grafocritica, su conocimiento no deja de tener
interés, por lo que nos ha parecido oportuno incluirla como
complementó al estudio del grafismo.
Es también conveniente que el grafocritico novel se ejercite en
la clasificación del grafismo, no sólo para acostumbrarle a la
terminología adecuada, sino especialmente para desarrollar en él
el espíritu de observación, que le es tan esencia.
No sé pretende, sin embargo, dar una nomenclatura exhaustiva,
ni mucho menos relacionar los signos gráficos con el complejo
anímico o somático. A quien le interese una cosa u otra, podrá
satisfacer su curiosidad echando mano de cualquiera de los
tratados de Grafología, indicados en la bibliografía que
acompaña al presente Manual, especialmente los de Crépieux-
Jamin, Rochetal, Klages, Meyer, Matilde Ras o Veis, y el de
Grafopsicología de Marchesan.
En este capítulo sólo queremos exponer las denominaciones más
generales; pero, al propio tiempo, con la suficiente amplitud
para que el grafocrítico posea una nomenclatura suficientemente
rica que le permita redactar sus informes con mayor precisión y
empaque científico. Por otra parte, cada denominación va
acompañada de una explicación sucinta, pero lo suficientemente
clara, que hace innecesaria su representación, en la mayor parte
de los casos, evitando así recargar innecesariamente el presente
Manual.
Además, a cada uno de los elementos estructurales corresponde
una escritura normal o adaptada a las normas caligráficas.
Hemos suprimido, de propio intento, esta denominación en cada
uno de los elementos estructurales, pues su existencia fácilmente
se sobreentiende.
I) DENOMINACIONES GENERALES.
1. ° Angulosidad.

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Angulosa: predominio del ángulo sobre la curva.
Arponada: existencia de ganchos o arpones iniciales o finales.
Arqueada: predominio del; arco o curvas superiores, siendo
angulosas las inferiores.
Enguirnaldada o festoneada: es el revés de la anterior, es decir,
enlaces superiores en ángulo e inferiores en curva.
Redondeada: carencia de ángulos, de acuerdo con el modelo
caligráfico.
Observación. —A cada denominación corresponde una
gradación variable, proporcionada a la intensidad del fenómeno
o signo correspondiente. Esta intensidad se mide generalmente,
no en todos los casos, por el porcentaje de los casos presentados.
Esta observación es válida para las otras denominaciones de los
demás elementos estructurales.
2. ° Dimensión.
Contenida: supresión o simplificación de los rasgos finales.
Creciente: aumento de tamaño hacia el final de palabra o de
línea.
Decreciente: inversa de la anterior.
Fluctuante: variación en el tamaño de las letras, sin norma fija.
Grande: superior a 2 mm. De altura de caja. Pequeña: inferior a
2 mm. De altura de caja. Prolongada: alargamiento excesivo de
rasgos finales.
3. ° Dirección y forma de la caja y dirección del movimiento.
Agitada: trazos en todas direcciones.
Ascendente: hacia arriba.
Cabalgante: cruzada por el rayado, cuando existe.
Centrifuga: las finales se escapan hacia la derecha.
Centrípeta: las finales se vuelven hacia la izquierda.
Cóncava: la forma de la caja imita un cuenco.
Convexa: la forma de la caja imita un cuenco invertido.
Descendente: hacia abajo; opuesta a ascendente.
Dextrógira: sustitución. De movimientos izquierdos por
derechos. (V. fig. 17).
Horizontal: paralela a los bordes superior e inferior.
Recta: base de la caja en línea recta.
Serpentiforme: ondulación amplia en la base de la caja, que
abarca varias palabras. (V. fig. 8.)
Sinistrógira: sustitución de un movimiento a
La derecha por otro a la izquierda. (V. .fig. 18.)
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Sinuosa: ondulación breve de la caja del renglón, dentro de cada
palabra. (V. fig. 8: ondulada.)
4. º Enlaces.
Agrupada: enlaces por sílabas.
Anormal: enlaces raros (tildes y signos de puntuación con letra
siguiente, etc.).
Ligada: enlaza todas o la mayoría de las letras. Las mayúsculas
no cuentan.
Porcionada: cuando ni siquiera liga los trazos constitutivos de
una misma letra.
Yuxtapuesta: cada letra va por separado.
5. º Inclinación.
Contorsionada: retorcimiento de los trazos magistrales.
Derecha: entre 30 y 40 grados de inclinación derecha.
Enderezada: menos de 3o grados de inclinación derecha.
Izquierda: inclinación en este sentido.
Tumbada: más de 40 grados de inclinación.
Vertical: trazos magistrales perpendiculares a la caja.
6. º Presión.
Apoyada.: presión excesiva (demasiado espesor en los trazos).
Brisada o interrumpida: saltos en el trazado. (Véase fig. 6).
Empastada: bucles ciegos, aunque no siempre sean causados por
anormalidad de la presión. (Véase fig. 6).
Fina o ligera: no perfilada o ausencia de finos y gruesos.
Firme o matizada: existencia de finos y perfiles normales.
Fusiforme o inflada: existencia de inflados. (Véase fig. 7).
Masiva: trazado en mazas. (V. fig. 5.)
Obligada: cuando el exceso de presión separa demasiado los
puntos de las plumas, dejando el trazo sin llenar por la tinta.
Pesada: carencia de finos.
7. ° Rapidez.
Lenta: caligráfica, caligrafiada, desligada, ornada, pesada,
temblona, titubeante, sinistrógira, aunque no es necesario que
concurran todos estos caracteres, en realidad uno solo basta.
Precipitada: desigual, filiforme, inacabada, enlaces anormales.
Rápida: abreviada, ascendente, dextrógira, fina, ligada, sobria.
Reposada: grande, mediana, proporcionada, ordenada, bien
puntuada, matizada o perfilada.
Temblona: temblor por cualquier causa que sea.
Titubeante: frecuencia de paradas indebidas.
41
8. º Proporcionalidad.
Acortada: letras sobresalientes bajas más cortas que lo normal.
Alargada: letras sobresalientes altas y bajas más largas que lo
normal.
Amontonada: poco espacio entre las letras. Ancha, amplia o
dilatada, letras más anchas que altas (las cortas).
Apretada: renglones muy juntos.
Condensada: palabras muy juntas.
Empotrada: letras encima unas de otras, tocándose los trazos.
Espaciada: demasiada separación entre renglones.
Esparcida: mucho espacio entre letras.
Estrecha: letras cortas más altas que anchas.
Extendida: palabras muy separadas.
Prolongada o enraizada: sobresalientes bajas muy largas.
Rebajada: sobresalientes altas más cortas que lo normal.
Sobrealzada o encumbrada: sobresalientes altas más altas que lo
normal.
Subdilatada: prolongada y con bucles inferiores ensanchados.
Superdilatada: sobrealzada y con bucles superiores ensanchados.
9. Orden, regularidad, belleza.
Abreviada: letras muy simplificadas.
Caligráfica: imitando el modelo caligráfico.
Caligrafiada o cuidada: procura acercarse al modelo caligráfico.
Caprichosa: formas originales.
Clara: fácil lectura.
Confusa: difícil lectura.
Cursiva: corriente.
Desigual: falta de regularidad.
Desordenada: márgenes, encabezamientos, interlineados
irregulares.
Distinguida: belleza y originalidad.
Fea: monótona y vulgar.
Inacabada: letras sin terminar o completar, especialmente
finales.
No puntuada: omite signos de puntuación.
Ornada: profusión de rasgos ornamentales.
Puntuada: no omite la puntuación.
Recargada: profusión de rasgos sin belleza.
Simple o sobria: los rasgos justos. Tipográfica: imitación de
letras de imprenta.
42
10. º Continuidad.
Continua u homogénea: persistencia de sus características.
Discontinua o heterogénea: lo contrario de lo anterior.
II) DENOMINACIONES FISONÓMICAS.
Ya dijimos que la fisonomía del escrito era la resultante de todos
los elementos formales y estructurales del grafismo. Por tanto,
comprendemos bajo el nombre de denominaciones fisonómicas
aquellas que abarcan más de uno de- los elementos de la
escritura. En este sentido son fisonómicas las escrituras rápida,
precipitada, reposada, lenta, estudiadas en la "Rapidez", así
como la mayoría de las comprendidas en el elemento 9. º:
Orden, regularidad y belleza.
Entre las denominaciones fisonómicas que no encajan en
ninguno de los elementos del grafismo podemos citar:
Artificiosa: caligráfica, caligrafiada, tipográfica, izquierda.
Dinamogeniada: grande, amplia, ascendente.
Sospechosa: izquierda, lenta, retocada, temblona, titubeante.
Espontánea: sin las características de la anterior.
III) CLASIFICACION DE SCHNEICKERT.
Esta clasificación tiene gran utilidad cuándo se trata de
comparar un escrito con centenares o miles de presuntos
autores, o viceversa; pero para que sea verdaderamente eficaz,
es preciso que la letra dudosa sea espontánea.
Si ciertas peculiaridades hicieran el escrito dudoso sospechoso
de disimulo, el sistema Schneickert ya no es tan sencillo, pues
sería preciso repetir la clasificación encabezando por cada uno
de los elementos estructurales, o por lo menos por cada uno de
los cinco que cita Saudek como imposibles de falsificar al
mismo tiempo: riqueza y variedad de formas, angulosidad,
dimensión, inclinación y presión. Lo cuál' nos demuestra cómo
en este caso el sistema es extraordinariamente complicado,
aunque siga siendo, en medio de todo, más sencillo que cotejar
uno por uno el documento dudoso con los miles de indubitados.
Veamos ahora cómo formaríamos el cuadro clasificador,
partiendo de la angulosidad y siguiendo después con otros dos
elementos como la dimensión y la presión. Con la angulosidad
formaremos cinco grupos, numerados del i al 5, así: I, angulosa;
2, arqueada; 3, aspillerada; 4, redondeada, y 5, arponada. Cada

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uno de estos cinco grupos quedará dividido en tres, con arreglo
a la dimensión: grande, mediana, pequeña, y éstos, a su vez, en
otros tres por razón de la presión: apoyada, firme, lábil. Cada
grupo y subgrupo lleva un número, que a manera de
clasificación decimal indica la fisonomía del escrito.
Con el presente cuadro se ve perfectamente esta clasificación y
el número que en definitiva le va a corresponder al documento,
que es el último a la derecha
Lo mismo se procedería con las demás denominaciones de la
angulosidad: 4, redondeada, y 5, arponada, e igualmente se
podría seguir subdividiendo, tomando otros elementos del
escrito; mas la experiencia ha demostrado que el exceso de
subclasificaciones daña a la eficacia del sistema y que son sufi-
cientes las tres indicadas.

Fácilmente se comprende que si la escritura dudosa corresponde


al número 313, es decir, es aspillerada, grande y lábil, nos
bastará compararla con todas las indubitadas que tengan el
mismo número y desecharemos todas las demás, simplificando
considerablemente la labor.
SEGUNDA PARTE
LA ESCRITURA Y SUS MODIFICACIONES
A) MODIFICACIONES NATURALES.
El acto de escribir es, como se ha dicho, un acto
extraordinariamente complejo. Es en primer lugar, un acto
psíquico y como tal, reflejo de su autor: el alma; pero para
realizar dicho acto, el alma se sirve del cuerpo corno
44
instrumento, y hasta de otros instrumentos que le ayudan a
realizar, cómoda y eficazmente, dicho acto. Alma, cuerpo y
materia escriptoria son, pues, los tres elementos principales que
intervienen en el acto de escribir. Los tres dejan su huella en el
escrito y le imprimen su fisonomía peculiar.
Pero ocurre que los tres factores que intervienen en el acto de
escribir sufren modificaciones, más o menos intensas,
transitorias o permanentes, las cuales se reflejan en el escrito.
Teóricamente, a cada perturbación en un factor del escrito
corresponde una modificación de éste, en razón directa a la
intensidad de la perturbación sufrida por aquéllos. Sin embargo,
en la práctica, esta correlación no es tan sencilla.
Por un aparte, si la causa perturbadora es leve, la modificación
del grafismo puede ser tan pequeña, que fácilmente pase
inadvertida, y por otra parte, la influencia de la causa
perturbadora sobre el grafismo está en razón inversa de la
pericia del escritor. Así, si la persona es muy experta, una
perturbación leve puede no reflejarse en el grafismo, y una
perturbación grave se refleja en el mismo con menos intensidad
que en el escrito de la persona inexperta. Esto se aprecia
claramente cuando se trata de causas materiales de perturbación,
corno el papel, tinta, pluma, etc.
Luego expondremos las causas naturales modificadoras del
grafismo y su modo de repercusión en el mismo. Todas estas
causas, sin embargo, podemos a agruparlas en dos: permanentes
y transitorias, entendiendo, como ya se ha dicho, que son lo
suficientemente intensas para producir un trastorno apreciable
en el grafismo.
Las perturbaciones permanentes pueden aparecer súbitamente;
pero es más frecuente que aparezcan paulatinamente hasta llegar
a un punto álgido. Estas perturbaciones tienen poca importancia
para el grafocritico, porque el carácter permanente de las
mismas hace que aparezcan en todas las escrituras indubitadas,
lo que simplifica el cotejo del escrito dudoso con los
indubitados coetáneos.
Relacionar estas perturbaciones con sus causas es innecesario,
en principio, para llegar a una conclusión de autenticidad o de
falsedad, aunque no deje de ser un ornato del informe, e incluso
un elemento de convencimiento para los profanos.

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Mucha más importancia tiene el conocimiento de las c.m esas
transitorias de perturbación, como son todas las que h asamos
materiales y alguna que otra de las demás, las cuales fácilmente
apreciará el lector. Estas causas han podido producir, debido
precisamente a esa influencia fugaz, una perturbación gráfica en
un momento determinado, todo lo breve que se quiera, sin que
aparezca en los documentos coetáneos del mismo individuo, que
estaban libres de esa influencia pasajera. La, existencia de una
perturbación anormal, como la indicada, puede inducir al
grafocritico a un grave error, si no tiene presente la posible
existencia de una causa eventual perturbadora.
Sea prende, por lo dicho, que es útil y basta necesario para el
grafocritico dar un vistazo a las causas naturales modificadoras
de la escritura y su repercusión en la misma, por lo que las
exponemos a continuación.
1. Causas materiales: papel, pluma, tinta, posición violenta o
forzada, ojos cerrados, ojos abiertos en la oscuridad, fríos calor,
tiempo tormentoso.
a) Papel: fino y satinado, perfectamente elaborado,
excesivamente granuloso, absorbente, lleno de imperfecciones.
Influye en el trazado, tamaño, rapidez, presión, nitidez, etc., de
la escritura.
b) Pluma. Es enorme la influencia de ella, según sea flexible o
rígida, nueva o usada, en bueno o en vial estado, afilado o romo,
etc. Influye en el perfilamiento, nitidez, tamaño, angulosidad.
c) Tinta. Nos referimos al grado de fluidez. Si es demasiado
espesa, obliga a una mayor lentitud para dar tiempo a que se
deposite la tinta, y, en cambio, si en este caso se conserva la
rapidez acostumbrada, se forman brisados y trazos en blanco
anormales.
d) Posición violenta. Se hace de pie o en sitios estrechos. Se
producen alteraciones en la dirección, inclinación, angulosidad,
rapidez, etc.
e) Escritura con los ojos cerrados. Se producen alteraciones en
los espaciamientos, puntuación, dirección y forma de la caja del
renglón, marginación, etc.
f) Ojos abiertos en la oscuridad. Características de desorden
como en el anterior.
g) Frío. Impone una paralización de la vitalidad con dificultad
para coger la pluma. La escritura se hace más lenta y pequeña y
46
menos presionada; el renglón se suele hacer también
descendente.
h) Calor. Se hace notar en la escritura con una tendencia a
disminuir el movimiento y, por tanto, la velocidad; pero, por el
contrario, con» si fuera un movimiento instintivo de abanicarse,
se aumenta la altura o longitud de las letras sobresalientes.
i) Tiempo tormentoso. Produce en el organismo una excitación
fácilmente reconocible en la escritura, de la que aumenta las
irregularidades, originando desigualdades de la inclinación y
altura de letras.
Todas estas causas no influyen igualmente en cada individuo. Su
influjo está en razón directa de su intensidad; pero está también
supeditado a la habilidad y al temperamento.
No será difícil al lector proporcionarse casuística abundante
sobre lo indicado, ya ejercitándose consigo mismo, ya utilizando
a otras personas, diversas en habilidad y temperamento.
2. Causas somáticas.—Aunque el frío, el calor y el tiempo
tormentoso podían haber sido incluidos en este grupo, por
cuanto actúan sobre el organismo produciendo en él un
desequilibrio que se refleja en la escritura, los hemos
mencionado anteriormente por tratarse de agentes externos de
actuación pasajera.
Aquí tratarnos de aquellas causas que producen en el cuerpo un
efecto durable, a veces permanente, con una repercusión del
mismo grado en el grafismo individual.
a) Edad. La escritura del niño corresponde a una escritura
desorganizada, en período de formación; le falta la fluidez y
velocidad propia del que. Está pendiente del signo gráfico y del
acto consciente. Se nota una clara tendencia a ajustarse a un
modelo caligráfico, pero con graves defectos de forma y
proporcionalidad. A veces hay una gran similitud entre las
escrituras de los alumnos de un mismo profesor. En una palabra,
falta en ella el sello personal.
El joven escribe ya más de prisa, frecuentemente con rasgos
iniciales y finales rebuscados (predominio de la imaginación),
con atisbos más acusados de la personalidad y, a veces, con
inflados característicos del impulso sexual.
En el adulto, la escritura denota más vigor y firmeza, con reflejo
claro de la personalidad. Al declinar la madurez, comienzan a
aparecer síntomas de cansancio transitorio o permanente.
47
En la vejez, estos caracteres se van acusando, apareciendo el
temblor senil, los brisados de las enfermedades cardíacas, junto
con la escritura poliédrica de la hipertensión (fig. 20).

Figura 20. —Edad, ochenta y seis años.


No debernos olvidar que no siempre coinciden la edad real con
el vigor reflejado en la escritura. Existen jóvenes decrépitos y
ancianos jóvenes, cuyos grafismos pueden engañar con respecto
a la edad real de sus autores. El diagnóstico de la edad es
inseguro (fig. 21).

Figura 21. —Edad, setenta y seis años.


b) Sexo. Parece absurdo, incluir el sexo entre las modificaciones
naturales del grafismo, ya que el sexo no cambia. Pero
tratándose de un elemento natural, nos ha parecido propio
incluirlo aquí, aunque podría haber figurado en alas falsi-
ficaciones fraudulentas, suplantación de personalidad (o sexo),
de donde remitiremos aquí.
Las diferencias psicológicas y temperamentales de los sexos se
aprecian en la escritura, con excepción de afeminamiento y
masculinización, casos que, por otra parte, son bastante
frecuentes.
La escritura femenina es más amplia, más redonda, más
inclinada y más adornada que la del hombre, con menos energía
y nitidez y mayor aumento de la proporcionalidad de las
mayúsculas y agrandamiento de algunas minúsculas, como s y r,
y el rasgo superior de la p, así como el alargamiento de los
rasgos finales.
La escritura masculina se caracteriza por la claridad, seguridad,
simplicidad de formas, sobriedad y firmeza, pero el diagnóstico
no es seguro.

48
C) Cansancio. E1 cansancio intenso suele ir acompañado de
excitación, por lo que, paradójicamente, produce una dirección
ascendente de la escritura, en proporción directa a la fatiga.
Cuando el cansancio intenso pasa de momentáneo a permanente,
la excitación desaparece, quedando la fatiga o agotamiento, que
se reflejan en la escritura por la irregularidad de sus elementos,
ilegibilidad y dirección descendente del renglón.
Si el cansancio actúa directamente sobre el brazo o el antebrazo,
nos encontramos con el cansancio clásico de los escritores,
cuyos efectos son entonces muy notables, asemejándose a la
escritura senil. (V. enfermedades.)
d) Enfermedad. La enfermedad obra sobre el organismo,
minando sus fuerzas y produciendo un desequilibrio humoral
que repercute en el sistema nervioso y muscular y, por tanto, en
la escritura.
El signo general de la enfermedad es el decaimiento físico, que
se refleja en el escrito por el descenso de la caja del renglón,
signo de debilitación y abatimiento; pero también se puede
manifestar por una excitación pasajera que produce un desorden
anormal en el escrito, incluso tomando dirección ascendente la
caja del renglón.
Aparte de estas manifestaciones de tipo general, muchas
enfermedades producen síntomas específicos, cuyo
conocimiento interesa, no sólo al médico, sino también al
grafocrítico, aunque éste se tenga que apoyar en aquél, porque
su casuística no puede ser abundante ni completa.
1. ° Agrafía. Es la pérdida o entorpecimiento de la facultad de
escribir; suele ir acompañada de afasia o pérdida del habla, pero
también puede darse sola. Se debe seguramente a un trastorno
cerebral que destruye la coordinación entre el pensamiento y su
expresión. También puede producirse por un mal
funcionamiento del corazón, que origina un riego anormal del
cerebro.
Las manifestaciones pueden consistir en poner una palabra por
otra, en repetir al comienzo de cada línea la palabra con que
termina la anterior, en la introducción de letras extrañas en las
palabras y, a veces, en la sustitución de éstas por series de letras
sin sentido alguno.
2. ° Alcoholismo. El alcohol produce una excitación orgánica
momentánea. Es como el latigazo propinado al animal cansado:
49
le excita un momento, pero luego cae más abatido. Tales son los
síntomas del ataque alcohólico agudo: una excitación más o
menos grande, revelada por el desorden anormal del escrito en
relación con la manera de escribir coetánea, acompañada de
abundantes signos de depresión o decaimiento: caídas verticales
de los rasgos, línea ondulada, yuxtaposición o separación
excesiva frecuente.
Cuando el alcoholismo se ha apoderado del organismo, se revela
en la manera de escribir por un temblor característico en
forma .de rosario, es decir, un temblor vertical. Acompañado de
frecuentes brisuras, finales de palabras deformados, forma
decreciente de palabras y renglones.
3. ° Asma, opresión. Es dificultad respiratoria con pausas
obligadas en el desarrollo del movimiento; en los sitios de pausa
se engrosa la tinta y a veces el trazo.
A veces el apoyo o pausa se hace fuera del trazado de la letra,
formándose puntos indebidos en forma de rasguitos finos, más o
menos irregulares. También la obesidad produce opresión, y su
escritura se asemeja a la del asmático, si bien los rasgos
salientes son más gruesos.
4. ° Ataxia locomotriz. Se caracteriza por la pérdida del control
de los movimientos, pero conservando la fuerza muscular. Es
una especie de suplicio de Tántalo, donde el enfermo quiere y
no puede; los movimientos extensores se quedan cortos, pero a
veces se pasan demasiado. Las letras se retuercen y contraen, los
óvalos se hacen poligonales, la grafía aumenta de tamaño unas
veces y otras disminuye.
Se caracteriza igualmente por la supresión y repetición de letras
y aun de palabras. Como la ataxia locomotriz suele ser efecto de
la hipertensión, aparecen también en ella la escritura poliédrica
propia de ésta. (V. fig. 22.)

Figura 22.
5. Baile de San Vito. (V. Corea.)
6. Bocio exoftálmico. Temblor, continuo muy fino y regular.
7. Calambre de los escritores. Producido por el exceso de
trabajo de pluma, que cansa nervios y músculos de brazo y

50
antebrazo. Se caracteriza por un temblor irregular, alternando
con trazos firmes (reacción del paciente), irregularidad de la
forma, hasta hacer ilegibles algunas letras, dirección oscilante
con tendencia al descenso y retoques abundantes.
8. Corazón. Son muy numerosas las enfermedades del corazón.
Casi todas se caracterizan por un riego imperfecto del cerebro y
se suelen acompañar de mayor o menor .opresión. Signos
característicos son los indicados para el asma acompañados de
roturas o brisados de rasgos largos, especialmente en las
mayúsculas. La escritura suele ser menuda v brusca (cambios
angulosos de dirección).
9. Corea o baile de San Vito. Es una enfermedad convulsiva.
Escritura violenta, trazos fuertes, escapes excesivos, a veces en
dirección contraria, presión excesiva que rasga el papel y salpica
de tinta, ángulos de amplitud variable. Cuando se agrava la
enfermedad, se produce una incoordinación de movimientos que
lleva a la agrafia.
10. Demencia precoz. (V. Locura.)
11. Epilepsia. Escritura apoyada (exceso de presión), ondulada,
descendente, angulosidad variable, temblor anguloso en los
trazos largos, especialmente en las mayúsculas.
12. Esclerosis en placas. Escritura apoyada, ondulada,
temblorosa, con temblor horizontal constante.
13. Excitación nerviosa, sobreexcitación. Se produce cierta
prisa, que se traduce por la imperfección formal e
irregularidades en la presión e inclinación. La línea se hace
ascendente, pero con terminaciones caídas (vigor ficticio).
14. Fiebre (estado febril). Es una excitación pasajera, que
produce una actividad ficticia, manifestada por la escritura
ascendente o cuando menos horizontal, en oposición á la
escritura descendente normal en el enfermo.
15. Hemiplejia (derrame cerebral). Escritura empastada,
babeante, omisión de letras y palabras. (V. Ataxia.)
16. Hígado (Enfermedades del). Es la enfermedad propia de los
biliosos. Los enfermos de hígado tienen, por regla general, este
temperamento, más o menos acentuado; su escritura será la
propia del bilioso, aunque con tendencia a descender, por la
enfermedad. Sin embargo, no tiene signo específico en la
escritura.

51
17. Hipertensión. Producida por un endurecimiento de las
arterias con pérdida de la elasticidad. Su escritura se caracteriza
por golpes bruscos, escritura poliédrica y temblor en los grandes
movimientos (fig. 23).

Figura 23.
18. Histerismo. Estado complejo y, por tanto, sin carácter
gráfico definido. Son aplicables todos los caracteres que indican
algún desequilibrio o exaltación: aumento desmesurado de unas
letras con respecto a otras, formas extravagantes en letras y
rasgos finales, grandes movimientos, exageración de ciertas
minúsculas, etc.
19. Histerismo masculino. Especie de demencia precoz.
Escritura apoyada, pastosa, lenta, ensanchada, puntos de las "i"
muy bajos. Se hace deforme cuando interesa la medula.
20. Locura. Carece de signo gráfico constante y específico. El
desequilibrio se hace notar primeramente en el sentido de las
frases: tonterías, extravagancias, faltas de sentido, sin que se
perturbe la escritura. Toda extravagancia en el grafismo es signo
de desequilibrio más o menos acentuado, y si la extravagancia
es de bulto, signo de locura.
Se puede decir que hay tendencia a la locura cuando existe una
excitación extraordinaria, manifestada por las barras de las "t"
rápidas y muy largas, grandes movimientos de pluma,
mayúsculas muy sobrealzadas, escritura muy desigual.
Como señales de la locura señalada, pueden indicarse las “s” y
“r” minúsculas más altas que las restantes letras; finales
ascendentes en espiral, empleo de mayúsculas por minúsculas,

52
subrayado frecuente. A veces existe temblor con sinuosidades
redondeadas.
2I. Neurastenia o agotamiento nervioso. Comienzo normal que
se va haciendo irregular a medida que se escribe, con tendencia
a eliminar enlaces, hasta hacerse yuxtapuesta También se
caracteriza por la escritura empastada, informe, duplicación de
letras, correcciones y tachados frecuentes.
22. Parálisis convulsiva. Temblor y parálisis. Escritura
descendente de los paralíticos con temblor más o menos intenso,
según el grado de la enfermedad; letras poco perfiladas (patas de
mosca). Temblor en zigzag, formando ángulos agudos.
Al final, la escritura se hace coreica (V. Corea), con trazos
informes, lanzados en todas direcciones y mezclados con
manchas por proyección, babas y desgarraduras del papel. Se
conserva la proporcionalidad.
23. parálisis parcial. (V. Ataxia.)
24. parálisis general progresiva. Abundancia de palabras
incompletas o con letras sobrantes. La aparición de este síntoma
en el escrito de una persona puede servir de diagnóstico precoz.
A medida que avanza la enfermedad, aumentan las palabras
incompletas, incluso la omisión de palabras; las líneas se hacen
más y más descendentes, las letras mal formadas, unas veces
grandes y otras tan pequeñas que casi necesitan lupa para leerse.
Temblor en sentido horizontal, trazo continuo, igual presión.
25. Riñón. Algunos dan como signo característico de las
enfermedades del riñón la curvatura de los trazos magistrales
rectos, que se hacen cóncavos.
26. Temblor neuropático. Temblor fino, horizontal o vertical,
más acusado hacia el final del escrito.
3. ° Causas temperamentales.
El temperamento influye en el carácter y, en principio, se puede
averiguar éste conociendo aquél.
El temperamento es más fácil de conocer. Como resulta de
hormonas y cantidad proporcional de humores, produce en el
organismo una "facies" o aspecto general que delata el
temperamento predominante. Todo el mundo sabría distinguir
un linfático, un bilioso, un sanguíneo o un nervioso puros, pues
su aspecto externo o fisiológico es inconfundible. Lo mismo

53
ocurre generalmente en cuanto a su manera de obrar o
reaccionar.
Siendo la escritura una de las tantas manifestaciones de la
actividad, también en ella se observan las diferencias
temperamentales. Así,
El nervioso escribe rápida y desigualmente, con letra menuda y
angulosa.
El sanguíneo escribe con grandes movimientos, bucles amplios
y con predominio de la curva,
El bilioso tiene una escritura fuertemente presionada, a veces
masiva, barras de las "t" desmesuradas y a veces, con una sola
barra une varias "t".
El linfático tiene una escritura regular, proporcionada, poco
perfilada, lenta, monótona, curva.
Todo esto es cierto para los cuatro temperamentos
fundamentales y, por tanto, fácil de reconocer cuando se trata de
temperamentos puros. Pero en la práctica se dan muy pocas
veces con esa pureza, y lo más frecuente es la mezcla de varios,
por lo que en una escritura se pueden hallar las características de
varios de ellos.
Si en la práctica resulta difícil a veces calificar temperamental
mente a una persona, mucho más difícil puede resultar llegar a
la misma conclusión mediante el estudio del grafismo, pues en
éste influyen, además, la educación, el medio ambiente y a
veces circunstancias peculiarísimas que oscurecen, cuando no
ocultan completamente, las características temperamentales.
Discernir el temperamento sólo de manera secundaria interesa al
perito calígrafo, quien, en la mayoría de los casos. Desconoce
físicamente al autor de un escrito sometido a su estudio. Lo que
sí le interesa es el conocimiento de la fisonomía del escrito, sea
fruto natural del temperamento, de la educación o de otras
circunstancias.
Esta fisonomía se revela constantemente en los escritos del
mismo individuo, si bien puede variar, no sólo por causas, ya
dichas o que diremos a continuación, sino también por
evolución natural del temperamento;
Se dice que la edad apaga el ardor del temperamento, por lo que
de la misma maniera que un nervioso no obra igual a los veinte
años que a los cincuenta, su escritura sufrirá igualmente

54
cambios, a veces muy notables. Por esta razón también son
necesarios los escritos coetáneos en el cotejo documental.
4. ° Causas psicológicas.
De todos es conocida la influencia que ejerce el estado de ánimo
sobre nuestras acciones en general. Cuando salimos de
excursión un día esplendoroso, la alegría de nuestro ánimo nos
hace sentirnos ágiles y ligeras nuestras mochilas; los kilómetros
pasan sin sentir. Nuestra alegría y agilidad perduran hasta llegar
a nuestro punto de destino, un río salmonero, por ejemplo, en el
que pensamos demostrar nuestras habilidades.
Pero el día transcurre, sin estrenarnos; y a medida que las
esperanzas se diluyen, el abatimiento se apodera de nosotros;
cada vez se nos hace más penoso deambular de rápido en rápido
o de remanso en remanso; hasta que el mismo peso de la caña se
nos hace insoportable.
Más de repente, una emoción recorre nuestra espina dorsal. Algo
se ha notada al extremo de la caña En efecto, el hilo se tensa, y
al poco, un hermoso salmón se agita frenético en el aire. El
cansancio desaparece automáticamente y volvemos a ser los
mismos que salieron alegres de excursión. Lo mismo ocurre
cuando escribimos.
Veamos cómo repercuten en el escrito determinados estados
anímicos
Abatimiento, depresión moral, tristeza. Dejan su sello en el
escrito, por el movimiento tardo, a desgana dirección
descendente.
Alegría. Produce efectos contrarios al anterior.
Cólera.
Eso el moro Tarfe escribe
Con tanta cólera y rabia
Que donde pone la pluma
El delgado papel rasga. (Romancero)
En estos versos vemos ya, desde antiguo, una de las
manifestaciones de este estado anímico. La cólera produce,
efectivamente, una acentuación y exageración de movimientos
que en la escritura se traduce por una presión más acentuada, de
donde el engancharse en el papel y rasgarlo, mayor viveza de
movimientos, precipitación, escritura ascendente (excitación),

55
aumento de enlaces, incluso entre palabras acompañado algunas
veces de temblor. Locura. Estado anímico especial, de tipo
patológico, de que ya hemos tratado en las enfermedades.
Disimulo. Escritura Pequeña y sin acentuar, inclinación
izquierda, escritura gladiolada, terminaciones casi ilegibles.
Impaciencia. Escritura muy inclinada, tildes hacia la derecha,
rasgos rápidos, finales incompletas frecuentemente retocadas.
Miedo. Rasgos titubeantes, finales finas; mayúsculas
disminuidas, tildes reducidas a simples rasguños.
Odio. Escritura muy inclinada, fuertemente presionada, arpones
y finales largos. Trazos gruesos y curvas delgadas.
Osadía. Rasgos duros, ascendentes, dextrógiros; curvas amplias
y firmes; escritura rápida.
5. ° Educación y ambiente.
No queremos insistir sobre la enorme influencia que la
educación y el ambiente tienen sobre la "psique", e incluso
sobre los impulsos y el temperamento, pues es sobradamente
conocida. Aquí es donde radica uno de los fallos más frecuentes
de los grafólogos.
Por ejemplo: un individuo, por no citar más que un caso, de
índole generosa y optimista, pero que precisamente en la época
de la formación de la personalidad pasó estrecheces económicas
y tuvo que hacer un gran consumo de cuartillas de papel para
sustituir con apuntes los libros de texto inasequibles a su
bolsillo, se formó una escritura apretada, mezquina,
aprovechándose hasta el límite el espacio o papel disponible,
aparecerá como avaro para un grafólogo, cuando en realidad es
todo lo contrario.
Como efecto de la educación hoy se va extendiendo entre el
sexo femenino una escritura peculiar, la escritura del "Sacré
Coeur", o escritura picuda, en la que la personalidad se diluye
de tal manera, que dan la impresión de enmascarados,
exactamente igual que en una reunión social.
Lo dicho de esta clase de escritura se puede aplicar a cualquiera,
de tal suerte que. La educación puede hacer adquirir unos
caracteres gráficos que no corresponden a los psíquicos y
temperamentales del individuo, si bien, en la mayoría de los
casos, un examen más profundo puede llegar a, captar la
verdadera esencia de la personalidad.
56
Hay escrituras que, debido principalmente a la intensidad de la
formación o educación, reflejan la profesión de su autor. Así
ocurre con la de los religiosos, quienes a fuerza de reprimir sus
impulsos y encauzarlos en el buen sendero, suelen dar a su
escritura un cierto carácter de impersonalidad, evitando rasgos
violentos movimientos exagerados.
Lo mismo ocurre con profesiones que imprimen un carácter
individual marcado, como militares, notarios, abogados,
médicos, etc., y también profesiones manuales, en las que la
repetición de determinados movimientos trasciende al grafismo.
Dentro de la educación y el ambiente están, indudablemente, la
nación y la familia. Todo el mundo sabe que existen escrituras
nacionales bastante diversas entre sí, aun cuando hoy día
tiendan a generalizarse las llamadas escrituras inglesa y
americana. Estas escrituras nacionales suelen estar conformes
con los caracteres psíquicos predominantes de los pueblos que
las adoptaron.
Pero también dentro de las familias se suele dar, con frecuencia,
un gran parecido, a veces extraordinario, entre, las escrituras de
los padres y de los hijos, o entre los, hermanos entre si La causa
hay que buscarla aquí, no sólo en el. Factor educación, que
indudablemente tiene su importancia, sino también en la
semejanza, a veces casi completa, de los factores psíquico y
somático entre los distintos miembros de una misma familia.
Estas causas ocasionan algunas veces tal semejanza gráfica, que
pueden constituir uno de los casos más peliagudos de la
grafocrítica.
Y no es sólo entre individuos procedentes del mismo tronco
donde se suelen encontrar fuertes analogías gráficas, sino
muchas veces también entre los escritos de marido y mujer, y
aun entre los criados y sus señores, con los cuales han convivido
largos años, tal vez como fruto de una educación inconsciente o
de una absorción de la personalidad más débil por la más fuerte.
B) MODIFICACIONES FRAUDULENTAS.
LA FALSIFICACIÓN.
Se dice que un documento es falso cuando no pertenece ni a la
fecha ni al autor a quien se le atribuye. Comprende, pues, la
falsificación dos aspectos o factores: tiempo y autor.

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En el estudio del factor tiempo desempeña un papel
importantísimo el análisis de la materia escriptoria, es decir, la
tinta y el papel, de la que trataremos en el capítulo de los
problemas que se le presentan al grafocritico. Pero no olvidemos
que, aparte de la materia escriptoria, existen otros elementos que
pueden revelar el tiempo del escrito, como son el contenido del
documento y ciertas peculiaridades de la grafía relacionadas con
la edad y las enfermedades, las cuales pueden también, cuando
se presentan, ayudar al perito en la comprobación de la fecha del
escrito, aunque sea de una manera aproximada.
Relacionado también con el factor tiempo está el problema de la
anterioridad o posterioridad de ciertas palabras, líneas o firmas,
con relación a los demás elementos del escrito, que lógicamente
les deben preceder o seguir. De ello se trata también en el
capítulo de problemas.
Dejemos, pues, por ahora el factor tiempo y ocupémonos del
otro factor del documento, el autor. Ciñéndonos concretamente a
este aspecto de la falsificación, veremos que ésta se puede hacer
de varias maneras:
I. Falsificación simple. —Entendemos por tal el intento de
falsificación en la que el falsario sólo pretende ocultar su propia
personalidad, mas sin intentar disimular su grafía ni pretender
imitar la de otra persona. Los recursos empleados en este caso
pueden ser:
1. ° Escrito sin firma alguna (anónimos). Nos referimos a
anónimos escritos, no a los verificados por otros procedimientos
como el estarcido o las palabras recortadas de un impreso y
pegadas, etc., que se salen de la misión del grafocrítico para
entrar de lleno en la de la policía.
Cuando el escrito anónimo es una grafía espontánea, si ele
número de sospechosos es muy reducido, es fácil averiguar si
pertenece a alguno de ellos o no. En cambio, si el número de
sospechosos es muy crecido, por ejemplo, todos los soldados de
un cuartel, el problema ya es más arduo, por el gran número de
escrituras a estudiar y cotejar. Para este caso ayuda grandemente
el procedimiento de clasificación llamado de Schneickert, ya
mencionado en la primera parte, al hablar de la Grafonomia.
2. ° Escrito realizado por una persona, pero firmado con el
nombre de otra que existe o existió realmente.

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Aunque parezca infantil este procedimiento, se realiza. A veces
y se llama suplantación de la personalidad. Como no ha habido
ni disimulo ni imitación, la superchería se descubre fácilmente
con el simple cotejo con la escritura indubitada de la persona
suplantada.
Sólo queda después averiguar, si se desea, quién fue el
suplantador entre las personas que se presentan como
sospechosas, lo cual sé verifica mediante el cotejo de las
escrituras indubitadas de éstas con el escrito dudoso o
falsificado.
La persona suplantada puede ser, además, de distinto sexo. Para
esto, bueno será tener también presente lo que anteriormente se
dijo sobre los caracteres propios o predominantes en la escritura
masculina y femenina.
3. ° Escrito firmado por una persona irreal, es decir, con un
nombre y unos apellidos que no corresponden a una persona
existente o que haya existido. En este caso, la superchería se
descubre fácilmente en cuanto se comprueba la existencia del
supuesto firmante. La averiguación del autor real es como en los
demás casos.
11. FALSIFICACION POR IMITACION.
—Puede tener dos finalidades bien concretas y distintas: hacer
que el escrito pase por ser de determinada persona con fines
lucrativos (cheques, testamentos, recibos, etc.). O bien hacer
caer la responsabilidad del escrito sobre una persona
determinada, cuya letra se imita (anónimos comprometedores).
En cualquiera de los dos casos puede ocurrir que haya.
Sospechoso a la vista o que no lo haya. El perito debe
comprobar, mediante el cotejo del escrito dudoso con los
indubitados de la persona a quien se atribuye el dudoso, si
efectivamente son de esta persona o no.
El análisis a fondo de la escritura en todos sus elementos
permite, casi siempre, llegar a una conclusión firme de
autenticidad o no, y esto suele bastar la mayor parte de las
veces.
Sin embargo, no faltan casos, cuando se prueba la falsificación
en los que se pide también la averiguación del falsificador entre
uno o varios sospechosos. Más tarde veremos la manera de
desenvolvernos. Entre los numerosos recursos que los
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falsificadores emplean para imitar la grafía de otra persona, con
cualquiera de los fines señalados, citaremos:
1. º POR MEDIOS MECANICOS:
a) Transparencia. Se puede hacer de dos maneras: o bien
apoyando el papel sobre un cristal vertical, o bien utilizando un
pupitre con tablero de cristal, iluminado por debajo, para copiar
cómodamente (fotógrafos). El aparato Fischof, como luego
veremos, es un procedimiento moderno de este segundo
proceder.
En uno y otro caso, aunque el segundo sea mucho más cómodo,
aparece un temblor característico que es de por sí muy
revelador, cuando en la escritura indubitada coetánea dicho
temblor no existe. Pero si por causa de enfermedad, dicho
temblor existiera en la indubitada, ese temblor sería de un a
índole distinta,
En efecto, el temblor enfermizo es constante consigo mismo en
todo el trazado del escrito, pues obedece a una fuerza mayor
inevitable. El falso temblor es, en cambio, muy irregular; suele
aumentar en los trazos largos, curvas y trazos ascendentes, y se
atenúa, y aun desaparece, en los trazos descendentes, en los
comienzos y en los finales (subconscientes, en tanto que el
temblor enfermizo, por el aditamento del cansancio, suele
acentuarse al final. La copia por transparencia suele presentar,
además, en relación con la escritura indubitada, anomalías
características en los movimientos iniciales y finales (tributo al
subconsciente), en los enlaces y en la forma de la caja del
renglón. El temblor se examina bien con fotografías ampliadas
de cuatro a seis diámetros y mediante amplificaciones mayores
en los puntos sospechosos.
A veces, el falsificador tiene que componer un texto, y va
recogiendo palabras, que recorta y junta para formarlo, sacando
del conjunto una fotografía, que luego copia por transparencia.
En este caso, además del temblor, se observan anomalía curiosas
en los enlajes y caja del renglón; irregularidades en 11 forma y
tamaño de las letras en determinada posición etc.
Además de los fallos o anomalías indicados, la copia por
transparencia sufre una alteración notable de la rapidez y se
hace forzosamente lenta, observándose multitud de paradas
fuera de tono, particularmente en los cambios de dirección,
60
paradas que se aprecian fácilmente con la lupa por un
engrosamiento del trazo y por una mayor intensidad en el
colorido, al recargarse de tinta.
Junto con lo anterior, también se observan en esta clase de
falsificaciones frecuentes cambios de tonalidad en la tinta,
porque cómo dicha copia ha de ser forzosamente lenta, la tinta
se reseca más veces en el plumin durante el trazado del
recorrido de una misma palabra o de una misma línea.
A todo esta podemos añadir la aparición de retoques, exigidos
por la necesidad de imitar bien, anomalías en los valores
angulares y particularmente un exceso de coincidencia, ya sea
en las curvas grafométricas, ya en la coincidencia total, por
superposición, especialmente si se trata de un firma, pues existe
este axioma en Grafocritica: Cuando dos firmas y rúbricas
coinciden totalmente por transparencia, una de ellas es Falsa.
b) Calco. Este procedimiento consiste en reproducir un escrito
especialmente una firma y su rúbrica, pasando sobre el original
con un lápiz fino o un punzón, intercalando entre el original y el
papel en blanco un papel carbón. La huella que deja éste se pasa
luego a tinta.
La huella del papel carbón suele verse a simple vista, pues es
muy difícil que el relleno a tinta se ajuste perfectamente a dicha
huella, o mejor con la ayuda de una lupa fuerte. En último
término, la lámpara de Wood.
c) Lápiz. Consiste en copia a lápiz por transparencia, pasando
luego a tinta. Si la huella del lápiz no fue borrada, se suele ver a
simple vista ó mediante la lupa. Si fue borrada, la bencina o el
yodo lo descubren.
d) Puzón. Es lo mismo que el procedimiento por calco, sólo que,
en vez de poner papel carbón, se deja que el punzón forme una
huella en el papel de debajo, que luego se pasa a tinta. En este
caso, aparte de la diferencia de presión, imposible de imitar con
el punzón, se aprecian los surcos del mismo, ya sea a simple
vista, ya con el microscopio o con la fotografía del dorso con luz
oblicua. Además, ocurre aquí como con el lápiz, es decir, que es
muy difícil que el trazo de relleno cubra exactamente toda la
huella del surco.
e) Aparato Fischof. Se basa en el tablero de los fotógrafos, pero
con un perfeccionamiento moderno que permite, utilizando la
escritura de un individuo, proyectar sobre un cristal esmerilado
61
un texto cualquiera, formado con letras y palabras de la escritura
del mismo. Dicho texto se copia luego por. Transparencia o se
fotografía, para hacerlo pasar como obra del autor de la escritura
utilizada. Fue el procedimiento empleado contra el cardenal
Mindszerit y. Más, pese a la perfección del sistema, fallan en él
algunas características .notables, que no pueden escapar al
examen pericial, como son la anomalía en los enlaces y en la
forma y dirección de la caja del renglón. Esto, además,
suponiendo que la pericia del falsificador sea tal que disimule
las otras características • de las copias por transparencia ya
señaladas (figura 24).

Figura 24. La línea superior reproduce la escritura auténtica. En


la inferior, falsificación por aparato Fischof.
2. ° POR IMITACION.
Estas clases de falsificaciones podernos agruparlas en dos: las
que van precedidas de una acción química o mecánica y las que
consisten en trazar directamente una escritura, firma o texto
imitando a otro. En el primer grupo están:
a) El rescripto precedido de lavado. Se hace desaparecer el
escrito primitivo, mediante un procedimiento químico, y se
escribe encima. Las sustancias químicas empleadas para el la-
vado son muy numerosas, pero las más corrientes son las que en
el comercio se conocen con el nombre de "corrector ", y son el
permanganato y el bisulfito de sosa, mediante lavados sucesivos
por este orden. Luego se alisa a la sandáraca (resina) o grasilla.
Al perito no le interesa, en general, descubrir la índole de los
agentes químicos utilizados para el lavado; pero sí le interesa
grandemente descubrir su existencia... Las zonas. Del lavado se
suelen apreciar a simple vista, pues unas veces queda una leve
huella visible del escrito anterior, y otras lo revela un leve matiz
amarillento que afecta a la zona lavada. Además, por muy bien
que se haya impermeabilizado con sandáraca la zona lavada, no

62
suele quedar tan perfecta como en la fabricación, por lo que es
frecuente. Que la tinta se difunda algo, formando
denticulaciones, visibles a simple vista o con ayuda del mi-
croscopio.
Cuando no se tenga seguridad completa de la, existencia del
lavado, pero si simple sospecha, conviene someter el documento
al examen físico-químico. El primero se verifica sometiéndolo a
la iluminación por la lámpara de cuarzo, la cual descubre las
zonas lavadas y el escrito borrado, y también por medio de la
fotografía. En éstas, las zonas lavadas aparecen en claro sobre el
negativo, si el papel ha amarilleado, y en oscuro si se ha
blanqueado por efecto de los reactivos.
En la mayor parte de los casos, el encolado del papel ha
desaparecido como consecuencia del lavado, y entonces se pue-
de proceder al examen químico. Conviene previamente pasar
por los puntos sospechosos un poco de guata empapada en
alcohol, el cual disuelve la sandáraca.
Tanto en el caso de raspado como en el de lavado, una vez
averiguadas su existencia y la zona que comprenden, por los
procedimientos indicados, queda la averiguación de la
paternidad del rescripto. Aquí entra otra vez de lleno la técnica
pericial del examen y cotejo de la grafía, lo que a veces resulta
innecesario, pues sólo interesa la comprobación de la existencia
del rescripto.
En el segundo grupo están todos los casos de imitación
propiamente dicha, sin lavado o raspado previo. Todos estos
casos podemos reducirlos a dos:
a) La simple interpolación, es decir, la introducción de palabras
o frases dentro de un escrito, con el fin de variar su significado.
El examen de las interpolaciones supone la solución de dos
problemas distintos: el examen de las tintas (color, naturaleza,
densidad, antigüedad) y el examen y cotejo de las grafías del
documento y de la interpolación.
La solución de estos dos problemas puede demostrar la falsedad
de la interpolación, pero también su autenticidad total (fecha y
autor) o su autenticidad parcial (autor), pues no hay que olvidar
que la interpolación ha podido ser obra del mismo autor que
escribió el documento, en la misma fecha o en fecha distinta, sin
que se haya tomado la molestia, por ignorancia o descuido, de
salvar dichas interpolaciones al pie del documento. Se entiende
63
que la interpolación se hace imitando la letra del documento,
pues, en otro caso, seria absurda.
b) La imitación propiamente dicha o falsificación por
asimilación de grafía.
Es tal vez el caso más frecuente en la falsificación. Sus síntomas
más claros y corrientes suelen ser: premiosidad o lentitud en el
trazado, titubeos y paradas anormales, temblor más o menos
acusado en los trazos difíciles (formas especiales y rúbricas),
frecuencia de retoques, con el fin de asemejar más lo trazado al
modelo, etc.
Estos signos dan la voz de alarma. El estudio posterior de los
elementos constitutivos, estructurales y del gesto nos revelará si,
efectivamente, existió la falsificación, pues no solo el
falsificador dejara, sin advertirlo, el sello de su propia
personalidad en el escrito imitado, sino que también, excepto en
casos muy excepcionales, su falsificación carecerá de algunos
caracteres típicos de la grafía imitada.
Este caso no suele ser problema alguno, cuando el documento
falsificado es extenso y hay abundantes escritos indubitados;
pero puede ser problema muy arduo cuando la falsificación se
limita a una palabra o a una firma y está realizada por una
persona experta. Entonces es también necesario acudir al
análisis de la materia escriptoria para llegar a una conclusión
que sea admitida por el profano.
En confirmación de lo dicho, voy a referir, a modo de anécdota,
lo que ocurrió con el examen de un importante cheque contra un
Banco extranjero. Se nos presentó dicho cheque porque existían
en él ciertas anormalidades que lo hicieron sospechoso al
Banco. Estaba el cheque avalado por las firmas de dos
personalidades, las cuales habían dicho anteriormente, al serle
presentado, que las dos firmas pedían ser suyas, si bien carecían
de antecedentes en la oficina respectiva con respecto al cheque
en cuestión.
Cotejadas dichas firmas con las indubitadas de las personas a
quienes se referían, no nos quedó duda alguna de que una de las
dos firmas era ciertamente falsa, mientras que la otra tenía un no
sé qué de falso, pero sin poder concretar en qué consistía. El
caso era grave, en vista de que las personas reales que aparecían
firmantes no negaban, en principio, ser las autoras de dichas
firmas. Entonces se procedió al examen del papel y de la tinta de
64
los fechadores. El papel resultó ser idéntico, pero el examen
microscópico de las fechas reveló que éstas estaban imitadas a
mano, de manera innegable, aunque con tal pericia que no se
apreciaba a simple vista la más mínima irregularidad en ellas.
Un caso particular es la imitación de la escritura senil o
temblona, o la de una persona inexperta por otra persona que no
lo es. El temblor natural senil o enfermizo es continuo, pues su
causa es permanente o duradera y tiende a hacerse más intenso
conforme avanza el escrito, por efecto del cansancio. En
cambio, el temblor fraudulento afecta mas a los rasgos difíciles
y ascendentes, se nota al principio y disminuye al fin,
escapándosele al imitador, con más o menos frecuencia, trazos
enérgicos impropios de la grafía que pretende imitar.
Una cosa parecida ocurre con la imitación de la escritura de
persona inexperta, pues la pericia del falsificador se manifiesta
en multitud de detalles, como formas ágiles, enlaces y rasgos.
De gran soltura, etc. los cuales revelan la superchería.
III. FALSIFICACION POR DISIMULO.
Tiene lugar esta falsificación cuando se intenta enmascarar la
propia grafía para eludir la responsabilidad de un escrito. Es el
sistema más comúnmente empleado en los anónimos.
Sin embargo, ocurre a veces que en el documento dudoso no
existió disimulo, pero, al verse su autor incluido entre los
sospechosos, disimula en el momento de trazar el cuerpo de
escritura ante el Juzgado.
En una o en otro caso, es de suma importancia que el
grafocrítico obtenga escritura propia y espontánea de los
presuntos autores del documento dudoso, bien recogiendo cartas
o escritos coetáneos trazados por los mismos en su vida
habitual, bien rehaciendo el cuerpo de escritura ante el Juzgado,
si los peritos no estuvieron presentes a él, como a veces hacen
los juzgados, con el fin de lograr un escrito espontáneo y
observar, si lo hubiera, algún intento de disimulo. Más tarde
veremos la manera de proceder para conseguir un cuerpo de
escrito que reúna las máximas garantías para nuestro objeto.
Son muy numerosos los procedimientos de enmascaramiento de
la propia grafía, mas los reduciremos a los siguientes:
1. ° Alterando alguno o varios de los elementos del grafismo.
Recordemos aquí el principio de Saudek, ya mencionado en la
65
primera parte. En este caso está también incluido. El
procedimiento de disimulo mediante la escritura tipografiada
mayúscula o minúscula; es decir, la que imita letra de imprenta
o de máquina de escribir. En la cuarta parte de este Manual
veremos cómo proceder con escritura tipografiada.
2. ° Variando el asiento de la pluma. Ya sabemos que el plumín
tiene la forma de una pequeña cucharilla, para recoger cierta
cantidad de tinta, que permita el trazado de varias palabras sin
volver a tintar. La posición normal del plumin es con la
convexidad hacia arriba y un poco inclinada hacia la derecha.
En esta posición, el punto derecho del plumín está más cerca del
papel y, por tanto, la presión se ejerce en él con más intensidad y
más levemente en el punto izquierdo. Además, esta posición
permite, en la escritura inclinada normal, la uniformidad en el
trazo magistral y el paralelismo de los bordes del mismo en toda
su longitud (fig. 25).

Figura 25.
Si variamos la inclinación de la convexidad o parte superior del
plumin, haciendo que cada vez mire más hacia la derecha,
veremos entonces cómo el punto izquierdo del plumita se va
desligando cada vez más del papel, hasta no dejar en él señal
alguna, por lo que los trazos magistrales quedan entonces
reducidos a una fina línea, muy profunda además, por cuanto el
punto derecho obra entonces como una verdadera cuchilla (Fig.
26).

Figura 26.
Girando el plumin, contrariamente al caso anterior, hasta que la
convexidad o parte superior mire hacia la izquierda, veremos
cómo, paulatinamente, el punto izquierdo se va apoyando cada
vez más en el papel, hasta ser este apoyo exclusivo en la
posición límite. El surco más profundo será el izquierdo; pero
como el punto derecho queda arriba, éste vuelve a notarse sobre
el papel en los movimientos horizontales, tanto a la iniciación
como a la terminación de un trazo magistral (Fig. 27).
66
Figura 27
3. ° Variando la posición de la pluma. En cuanto a la posición de
la pluma, podemos distinguir el ángulo de incidencia con
respecto al papel y su dirección. El ángulo de incidencia es una
exigencia para poder escribir, y no se puede variar grandemente,
porque si disminuye considerablemente (pluma muy tumbada),
el escrito se emborrona y además los movimientos ascendentes
se hacen prácticamente irrealizables, y si dicho ángulo aumenta
(pluma vertical), los puntos hieren el papel de tal manera que
todo el escrito se salpica y las curvas y movimiento, ascendentes
no se pueden verificar (Fig. 28).

Figura 28 (a)

Figura 28 (b)
Más fácil es variar la dirección de la pluma. Esta mira
normalmente hacia el hombro derecho, produciendo la escritura
normal; pero puede hacer variar esta dirección tanto a la derecha
como a la izquierda. En el primer caso, la pluma puede quedar
paralela al cuerpo, y entonces los dos puntos de la pluma se
confunden .en los movimientos descendentes de los .trazos
magistrales, pero se diferencian claramente en las curvas. (V.
fig. 29.)

Figura 29
Si la dirección de la pluma se varía hacia la izquierda. Puede
llegar a tomar la posición perpendicular al cuerpo. Esta posición
es sumamente incómoda para escribir, pues quita al brazo gran
parte de su libertad de movimiento. Los puntos se apoyan por
igual en el papel en los trazos descendentes, pero se confunden
67
en las curvas, que quedan entonces reducidas a un verdadero
ángulo sin perfilamiento alguno (Fig. 30).

Figura 30.
4. ° Variando la posición del brazo. En la posición normal de
escribir, el brazo está de tal forma, que sólo parte del antebrazo
se apoya en la mesa, con el codo fuera de ella y. un poco
separado del cuerpo. Si el codo se aprieta demasiado al cuerpo,
el brazo pierde parte de su movilidad y la escritura pierde
soltura, aumento de angulosidad. (V. fig. 31.)

Figura 31
Pero si adelanto el codo sobre la mesa, puede el brazo llegar a
tomar una posición paralela al cuerpo. La escritura se hace
entonces más vertical, los trazos pierden parte de su
perfilamiento normal y las curvas se abren considerablemente.
(Véase fig. 32.)

Figura 32.
5. ° Variando la inclinación del papel. Por este medio se puede
cambiar totalmente la inclinación de la escritura, desde tumbada
a la derecha hasta tumbada a la izquierda; pasando por todas las
posiciones intermedias.
Así la figura 33 nos muestra la escritura cuando él papel está
colocado perpendicularmente al cuerpo.

Figura 33
La figura 34 representa el escrito cuando el papel está ex-
cesivamente torcido hacia la derecha.

68
Figura 34.
Y la escritura de la figura 35 está trazada con el papel muy
vuelto hacia la izquierda.

Figura 35.
6. ° Escribiendo con la mano izquierda. Este suele ser u
procedimiento sumamente infantil, cuando no está realizado por
una persona ambidextra. Entonces se ve claramente la intención
del disimulo, pues la escritura de mano izquierda, hecha por una
persona no habituada a ello, es inconfundible por la
extraordinaria torpeza de su trazado, especialmente en los
óvalos de las letras. (V. fig. 36).

Figura 36.
Como características más señaladas de la escritura de mano
izquierda podemos citar las siguientes:
a) Existencia de numerosas concavidades vueltas al derecho.
b) Caída de las barras de las "t" y de las letras finales.
d) Signos de acentuación amplios y pesados.
d) Óvalos mal ejecutados.
e) Lentitud.
f) Asiento de pluma anormal.
g) variación en la inclinación de los trazos: a la derecha " en
principio de palabra, verticales en medio y a la izquierda al
final, por la dificultad de desplazamiento de la mano inexperta.
h) Anomalías en el espaciamiento entre los ejes, más • amplios
al principio de palabra y más estrechos al final, por la misma
razón que anteriormente.
i) Curvas más amplias y, a veces, eliminación total de ellas.

69
j) Enlaces temblorosos.
Para analizar perfectamente la escritura izquierda es preciso,
tanto si procede de mano inexperta (ocasional), como si procede
de mano experta natural o reeducada (zurdos, ambidextros,
reeducados, etc.), estudiar su formación.
Observemos que el movimiento normal de nuestra escritura es el
dextrógiro, es decir, a la derecha y alejándose del cuerpo. El
movimiento simétrico a éste es el realizado por la mano
izquierda, también hacia la izquierda, y alejándose del cuerpo;
pero esto sólo se puede realizar con las escrituras semíticas y la
llamada escritura de espejo, que son, por tanto, verdaderas
escrituras no: males, aunque de izquierda, pues obedecen
prácticamente a unos mismos reflejos. Las escrituras semíticas
no nos interesan aquí, y en cuanto a la escritura de espejo,
llamada así porque se lee con el reflejo de un espejo, tampoco
tiene interés, pues raramente se usa.
Si pretendemos trazar una escritura con la mano izquierda, no
estando habituados, podemos intentarlo de varias maneras: o
bien colocando el papel en posición normal, como para la
derecha, o bien invirtiendo el papel de forma que el
encabezamiento del escrito quede en el margen derecho o en el
margen izquierdo del papel, según la posición que el mismo
guarda en la mesa. En el primer caso, el movimiento de la
pluma es opuesto al normal, pues va acercándose al cuerpo en
vez de alejarse de, él, lo cual explica las anormalidades ya
referidas. En el segundo caso, el movimiento es distinto, pues se
convierte de derecha a izquierda en movimiento de arriba abajo
o de abajo arriba, lo cual supone naturalmente, lucha con el
reflejo normal distinto y su consiguiente reflejo en la escritura.
Pero no olvidemos que la escritura procede del cerebro y que,
por tanto, el hábito surge con la práctica o la reeducación, con lo
que se puede llegar a dominar perfectamente estos nuevos
reflejos y trazar sin lucha la escritura izquierda; es el caso de los
ambidextros y reeducados. Y no solamente se puede llegar a este
dominio con la mano izquierda, sino también con los pies o la
boca.
En estos casos de dominio de la escritura por un órgano
diferente del normal o habitual, el escrito no es diferente, sino
exactamente igual al que trazaría el mismo individuo con su

70
órgano normal, puesto que ambos escritos son producto de las
mismas causas.
En la escritura izquierda de mano experta (zurdos, ambidextros,
etc.), tanto si el encabezamiento está en el margen izquierdo
(movimiento, de abajo arriba), como si está en el margen
derecho (movimiento de arriba abajo), es frecuente encontrar
emborronamientos en el escrito, puesto que la mano tiene que
pasar necesariamente sobre el escrito trazado, anteriormente. (V.
fig. 37.)

Figura 37
Por otra parte, si observamos que, al escribir con la mano
izquierda, el plumín toma una posición inversa a cuando
escribimos con la derecha, comprenderemos fácilmente que en
la escritura izquierda el surco más profundo es el trazado por el
punto izquierdo y no el trazado por el punto derecho, como
ocurre en la escritura de la mano derecha.
Una variedad de la escritura de mano izquierda es la trazada por
un zurdo con la mano derecha. Esta escritura ofrece unas
características semejantes a la del que escribe con la izquierda
'sin ser zurdo. (V. fig. 38.)

Figura 38.
7. ° Haciendo escritura temblona o escribiendo mal. Ya vimos
anteriormente, en la falsificación por imitación, que ésta puede
71
ejercitarse en reproducir escritura temblona o de persona
inexperta. Copio todo lo que allí se dijo es de aplicación aquí,
aunque en este caso se trate de disimulo v no de imitación, no
repetiremos lo que allí se dijo.
IV. ALTERACIONES FRAUDULENTAS.
A este grupo pertenecen las siguientes:
I. º Eliminación de palabras o letras, borrando, raspando o
lavando con ingredientes químicos. Ya se habló sobre ello en la
falsificación por imitación.
2. º Tachado o emborronado de la escritura. Es el ocultamiento
de una palabra o de parte del escrito mediante rayado o manchas
de tinta. Ambas alteraciones pueden ser correcciones o descuido
del propio autor, que luego no tuvo la precaución de salvar en él
pie del documento; pero también pueden ser hechas con
intención fraudulenta. En este caso existirán anomalías en la
antigüedad, naturaleza, color o entonación de la tinta de la
corrección con la del resto del documento. En el capítulo de
Problemas veremos la manera de averiguarlo.
3. º Retoque o enmienda. Nos referimos al acto de volver sobre
una palabra ya trazada, sea para rectificarla, haciéndola más
clara lo que es propiamente el retoque, sea para modificarla,
incluso superponiendo otra, lo que es verdaderamente enmienda.
En estos casos la dificultad es grande para el perito, tanto por la
exigüidad y falta de espontaneidad de los elementos
introducidos, como por la falta de claridad, originada por la
superposición de rasgos en ambos casos.
No olvidemos aquí tampoco que el retoque puede ser un acto
espontáneo del propio autor del documento, a veces habitual en
él, y que la enmienda también puede ser auténtica aunque sin
que esté salvada al pie del documento. También aquí se plantean
los mismos problemas de tinta que en el caso anterior.
En los tres casos señalados de alteraciones fraudulentas se puede
plantear igualmente el mismo problema de lectura del escrito
hecho desaparecer, tachado, emborronado, retocado o
enmendado. Su solución aparece también en el capítulo de
Problemas, al que nos remitimos.
C) MODIFICACIONES MIXTAS.

72
Bajo este epígrafe nos referimos concretamente a la llamada
escritura de mano guiada, la cual merece una inclusión aparte,
por no encajar en ninguno de los grupos anteriores, y porque no
siempre es fraudulenta, pues puede ser a petición del mismo
autor, a causa de su extrema debilidad. El conocimiento de esta
clase de escrito es, sin embargo, muy interesante, pues su
existencia en un documento, especialmente en un testamento
ológrafo, aun eliminando la posibilidad de fraude, basta por sí
sola para inutilizarlo. Existen varios casos en la escritura de
mano guiada; pero podemos descartar inmediatamente el de
mano forzada, que algunos autores citan. La escritura es de
mano forzada cuando se obliga a uno a escribir a la fuerza,
guiando al propio tiempo su mano. Esto es prácticamente
imposible de realizar, y no tiene el lector más que hacer la
prueba para convencerse. Dejaremos, pues, los casos reducidos
a estos dos: mano inerte y mano llevada. El primer caso ocurre
cuando el que ha de figurar como autor del escrito se halla
absolutamente imposibilitado de trazarlo, como en un paralítico,
un analfabeto o en un agónico. En todos ellos el abandono de la
mano es total, y por eso se llama mano inerte.
El segundo caso se presenta cuando el autor pide ayuda a otra
persona, pues por vejez, enfermedad o debilidad, se siente sin
fuerzas suficientes para verificar el escrito.
Numerosas experiencias realizadas sobre este caso nos permiten
indicar los caracteres generales de la escritura de mano guiada,
así como de los principios generales a ella aplicables.
Caracteres generales. Los caracteres generales de la escritura de
mano guiada son (V. fig. 39).

Figura 39 (a)

73
Figura 39 (b)
Mayor desarrollo de la escritura.
Anomalías en los enlaces.
Aumento de presión en los trazos magistrales.
Variación de los valores angulares.
Aumento en la amplitud de las curvas.
Aumento de longitud de las prolongaciones inferiores.
Síntomas claros de lucha: enmiendas, corrimientos de pluma
laterales y hacia abajó, desdoblamiento de los signos de
puntuación, repetición de los puntos de ataque, etc.
Línea ondulada y frecuentemente descendente. Movimientos
ascendentes para recuperar alineación perdida.
Principios generales. —Si existe entrega de voluntad por parte
del guiado: analfabetismo, obnubilación, incapacidad física, etc.
(mano inerte), el predominio de la grafía del que guía es
clarísimo e inconfundible, aunque quede su escritura perturbada
por el lastre de la mano que guía.
Si la entrega o abandono no es total en el guiado y si además el
grado de dicho abandono es variable en el curso del escrito, la
personalidad del guiado y del que guía se refleja en la escritura
en razón directa a la parte activa que en cada momento del
escrito le pertenece. En la figura 40

Figura 40 a. —Escrito guiado con momentos de mano inerte.

74
Figura 40 b. —Grafía auténtica de la persona guiada.

Figura 40 c. —Grafía normal del llevador.


Se ofrece una muestra de escritura de mano guiada en la que el
abandono del guiado es variable, existiendo abandono total y
también participación activa, por lo que en ella se notan,
alternativamente, las características de la escritura del guiado o
de la del guiador.
Conclusión.- E1 estudio del grafismo, verificado en estas dos
primeras partes, nos ha revelado su extrema complejidad, no
sólo por la abundancia de elementos que es preciso analizar,
sino también porque está sujeto a modificaciones naturales y
fraudulentas que complican todavía más la labor.
Pero aunque esta complejidad es un inconveniente por el
enorme trabajo que supone el análisis exhaustivo de varias
grafías, si se quiere llegar a una conclusión fuertemente
fundamentada de autenticidad ó de falsedad, esa misma
complejidad es una gran ventaja, pues hace muy difícil una
falsificación perfecta.
Es cierto que han existido habilísimos falsificadores, los cuales
han llegado a poner en tela de juicio la utilidad de la
Grafocritica. Mas la existencia de tales seres superdotados, al
servicio de la ilegalidad, en nada empequeñece la utilidad de
esta ciencia experimental, con un elevado porcentaje de arte,
75
que ha prestado y, seguirá prestando grandes servidos a la
Justicia.
Pero tengamos en cuenta que, en muchos casos, la salvación. De
los falsificadores se debió, más que al fallo de la Grafocrítica, a
un conjunto de circunstancias extraordinariamente favorables al
falsificador, que impidieron o dificultaron la plena actuación del
experto.
Difícilmente puede el falsificador por disimulo disfrazar todos
los elementos de su grafía; pero aun es más difícil que el
imitador consiga una imitación perfecta. Para lograrlo, sería
preciso, primeramente, asimilar de tal forma la personalidad
suplantada, que le hiciera reaccionar de la misma manera ante el
acto de escribir, y segundo, dominar de tal manera sus propios
reflejos, que no salgan a relucir, revelando su verdadera
personalidad.
Pero que esto no vaya a fomentar en nosotros una falsa
seguridad. Se puede descubrir la falsificación, más siempre que
el perito procure enriquecer constantemente su experiencia. La
Grafocrítica puede y debe absorber plenamente la actividad del
que a ella se dedica, pues el campo es suficientemente amplio.
Sólo así se podrá adquirir la suficiente pericia.
La actividad del grafocrítico se debe dirigir, no salo al estudio
del grafismo con la casuística que normalmente se le vaya
presentando, sino que, además, de acuerdo con otro perito,
provoque los casos que escasean en el curso de su actividad,
planteándose problemas, cuya solución uno solo conoce, con el
fin de enriquecer su experiencia, sin esperar a que la casualidad
le depare esa oportunidad.
El grafocrítico debe penetrar, al propio tiempo, en el campo de
las ciencias afines o relacionadas con la Grafocritica directa o
indirectamente, como la Psicología, Medicina legal, Grafología,
Grafopsicología, Psiquiatría, Criminología, etc., para asimilar
sus conocimientos y enseñanzas, con miras al mejor desempeño
de su función crítica, no para suplantar al médico o al grafólogo,
etc.
Es demasiado amplia la ciencia de la escritura. Para querer
abarcar todas sus ramas y, además, nó todo el mundo puede, con
fa misma facilidad que el medicó; el grafólogo, el psicólogo o el
psiquiatra disponer de la casuística abundante y especial que

76
requiere el estudio profundo de esas diversas ramas de la
Grafotecnia.
También necesitará el grafocrítico, en algunos casos, utilizar los
elementos de otras Ciencias, como la Física y la Química, para
poder resolver determinados problemas de la materia
escriptoria. Pero a esto dedicaremos la tercera parte, que
exponemos a continuación.

TERCERA PARTE
PROBLEMAS. Cuya solución interesa conocer al grafocritico.
Los problemas que se presentan al grafocrítico se han
complicado hoy enormemente, a causa del perfeccionamiento de
la técnica de la falsificación, lo que ha motivado una reacción
por parte de las fuerzas defensoras de la Ley, .las cuales se
apoyan en los avances técnicos físico-químicos, además de los
propiamente psicológicos, para desenmascarar al falsificador.
Antiguamente apenas tenía el grafocrítico otros problemas que
la lectura de escritos invisibles y naturaleza de las tintas. La
existencia del rescripto se veía al momento, pues el falsificador
no conocía otros procedimientos que el raspado o borrado. Sin
embargo, la lectura del escrito invisible no fue posible, sin
detrimento del documento, hasta el descubrimiento de los rayos
ultravioleta.
En cuanto al problema de las tintas, era también sencillísimo,
debido a la uniformidad, dentro de un período determinado, y su
empleo concretamente circunscrito a ese período. Con el papel
ocurría otro tanto, pues existía muy poca variedad, muy pocas
fábricas, y con sus propias marcas al agua.
Tanto antes como ahora, la clave de todos los problemas en que
intervienen rescriptos, enmiendas, interpolaciones, adiciones,
etc., ha sido y será el examen grafocrítico del documento
dudoso, pues aunque el análisis físico-químico demuestre
discrepancia en la materia escriptoria, la autenticidad puede
existir, y sólo el análisis grafocrítico la puede demostrar. Sin
embargo, el resolver estos problemas puede aportar, en muchos
casos, mucha luz sobre el asunto, por lo que el grafocrítico debe
acudir a resolverlos, siempre que le convenga o se lo pidan.
Esto requiere, naturalmente, estar en posesión de un buen
laboratorio, no sólo para resolver los problemas que surjan, sino

77
más especialmente para poder dedicarse de lleno al estudio de
los mismos y a la investigación del grafismo.
A) LECTURA DE ESCRITOS INVISIBLES.
No nos referimos a los escritos con tintas simpáticas, porque es
asunto meramente policial o de las Cancillerías, sino a los que
se hicieron desaparecer de un documento con fin generalmente
fraudulento; pero antes de entrar de lleno en el estudio y
resolución de estos problemas, es preciso hacer unas
observaciones muy importantes.
"Es menester manipular lo menos posible sobre el documento a
estudiar y emplear preferentemente los procedimientos de
investigación que menos dañen el papel y el escrito."
"Cuando sea imprescindible acudir al análisis físico y. al
químico, se hará el físico en primer lugar, y luego el químico;
mas el análisis grafocrítico deberá preceder a ambos."
El extremo cuidado en el empleo de los reactivos químicos se
comprende claramente, pues de lo contrario el documento corre
grave peligro, y tanto los documentos históricos como las
pruebas de convicción de los Juzgados suelen ser únicos e
irreemplazables.
Hechas estas observaciones, pasamos de lleno al asunto.
1. ° El escrito primitivo ha desaparecido por lavado, raspado o
borrado.
Al estudiar las alteraciones fraudulentas, vimos los pro-
cedimientos para conocer la existencia de estas alteraciones y la
zona afectada por las mismas. Cuando interesa conocer el texto
primitivo, se puede emplear los procedimientos siguientes:
a) Examen a la lámpara de cuarzo (método Hógel). Las
radiaciones más interesantes para la lectura son las de y 366,303
y 253 micrones de longitud de onda. Aparecido el escrito, se
saca una prueba por fluorescencia.
Mallet y Bischoff recomiendan que se tiña previamente el papel
con eosina (colorante fluorescente), con lo que la lámpara revela
el escrito con más nitidez.
b) Examen químico. Existen numerosos reactivos químicos, y
aunque todos perjudican más o menos al documento,
especialmente si la operación se repite, se recomienda el
siguiente, por su mayor inocuidad,
Se hacen tres preparados:
78
—Cloruro de cinc, 35grs, y agua, 20 grs.
—Yodo, 1gr. yoduro potásico 10grs, y agua. 55 gr.
—Glicerina, 60 c. c.
Se mezclan las tres preparaciones y se pasa sobre el raspado con
un pincel suave. El texto borrado aparece. Después de leído, se
lava con una mezcla de hiposulfito de sosa y colodión.
Otros procedimientos:
—Acido sulfociánico gaseoso y los vapores de sulfuro amónico,
con los que el escrito cobra una vida muy fugaz.
—Acido gálico o tanino en solución al 3 por 100.
—Nitrato argéntico en solución al 1/10 de la normal (ver
fotografía), aplicado a los lugares sospechosos y exponiendo
seguidamente a la luz solar. Aparecen las letras antiguas sobre
un fondo negro, porque la reducción de las sales, de plata fue
más lenta en los escritos antiguos que en el resto.
—Cuando el rescripto (valga la palabra) es un impreso, se hace
una disolución de una parte de aceite de ricino en seis partes de
alcohol anhidro. Esta solución vuelve antes blancos los impresos
recientes que los antiguos, con lo que éstos se hacen visibles en
un momento dado.
c) Método fotográfico. Se puede aplicar el método de Beiss o de
tiradas sucesivas, aunque está más recomendado para los casos
de retoque o enmiendas, como más adelante se verá.
d) Revelación de la huella de la descarga. Esto no siempre es
posible, porque se precisa que el documento haya estado cerrado
en un protocolo o en un cuaderno, y que el dorso de la cara
anterior esté en blanco. La razón de este procedimiento está en
que todo escrito, debido al ácido sulfúrico y al ácido oxálico que
entran en la composición de la tinta, dejan una huella invisible
al ojo humano, en el papel de la cara anterior. Esas huellas
pueden revelarse:
—Mediante el papel al citrato con doce horas de exposición en
chasis prensa. Si la primera prueba fuera débil, se refuerza con
fotografías sucesivas.
—Someter el papel al citrato, en contacto con la imagen latente
de la descarga, a las emanaciones de fósforo blanco, poniendo
un trocito de éste en una cubeta plana, casi recubierto de agua.
La imagen se fija con hiposulfito.
2. ° El escrito primitivo es ilegible por retoque, enmienda o
emborronamiento.
79
En este caso, el escrito primitivo existe, pero es ilegible. El
problema consiste en deshacerse de los elementos que oscurecen
su lectura. Lo mejor para este caso es el procedimiento
fotográfico, ideado por Beiss, y que consiste en lo siguiente:
Se saca un primer negativo con fuerte iluminación solar o de
arco
Voltaico. Sobre el primer negativo se tira, por contacto, un
diapositivo sobre placa. Ordinaria. Se revela con un revelador
cargado de bromuro potásico. Se debilita el diapositivo,
desprovisto de todo resto de hiposulfito, con persulfato amónico
al 1 por 100 con algunas gotas de ácido sulfúrico. Se lava, seca
y refuerza con cloruro mercúrico.
Sobre este diapositivo reforzado se tira un segundo negativo,
donde el texto aparecerá ya más claro. Se continúa sacando
positivas y negativas hasta la octava o novena positiva, en la que
el texto primitivo aparecerá completamente claro.
El examen a la lámpara de cuarzo, cuando las tintas son
distintas, caso normal, permite distinguir el texto antiguo
separándolo de las enmiendas o retoques, por la distinta
fluorescencia.
También suele dar buen resultado el examen del documento por
los rayos infrarrojo, que separan lo reciente de lo antiguo.
No hay que olvidar que el simple examen microscópico, con un
aumento de diez a quince diámetros, puede dar luz sobre el
asunto, cuando las tintas son distintas.
3. ° El escrito desaparecido sólo _dejó los surcos del lápiz o del
punzón, utilizados anteriormente.
Estas huellas, en el caso del punzón y cuando el lápiz es duro,
se notan en relieve al dorso y se pueden leer, fotografiando con
luz fuerte muy sesgada.
Si las huellas no pudieran utilizarse por estar escrito el dorso,
han podido quedar grabadas en la hoja subyacente en blanco.
Entonces se pueden leer mediante el procedimiento fotográfico
anterior o bien haciendo deslizar sobre la hoja polvillo muy fino
de grafito.
4. ° El escrito ha desaparecido por combustión del papel.
Primeramente es preciso asegurarse de la conservación del papel
quemado. Para ello, se desliza el documento sobre una hoja de
vidrio del tamaño del papel y, con un pulverizador, se humedece
aquél con un fijador de dibujo, por ambos lados. Se fotografía
80
con placa ortocromática y se tira en papel contraste. El texto
aparecerá en negro sobre blanco.
También se puede preparar la hoja carbonizada, antes de la
fotografía, mediante una solución de gelatina al 1 por 100 o con
una capa de colodión ricinado, cuando interese, además,
conservar el documento.
Igualmente se puede leer, una vez puesto el documento entre
dos láminas de cuarzo, mediante los rayos ultravioleta.
B) ESTUDIO DE LAS TINTAS.
Tres son los problemas que la cuestión de las tintas plantea al
grafocritico: naturaleza, densidad y antigüedad.
1. ° Naturaleza de las tintas.
a) Examen químico. Este tiende al análisis completo de la
naturaleza de la tinta, lo cual requiere muchas manipulaciones,
dada la gran variedad de tintas existente hoy en el mercado.
Como en principio este análisis químico no interesa al
grafocrítico, sino averiguar más bien si dos tintas son iguales, le
bastará con cualquiera de los procedimientos que siguen.
b) Examen espectroscópico. Cada elemento químico produce
un espectro peculiar, por pequeña que sea la cantidad analizada.
La diferencia de espectros proviene, pues, de la diferencia de
sus componentes y por tanto de la naturaleza de las tintas. Tiene
además la ventaja de que como se necesita una cantidad
pequeñísima de tinta, se, puede sacar ésta de los adornos
suplementarios del grafismo, sin alterar para nada el documento.
El examen se puede hacer de dos maneras: o colocando la
partícula de tinta en la oquedad del arco voltaico, para examinar
el espectro de la luz producida, o también montándola sobre el
campo de un microscopio corriente al cual se le puede colocar
un ocular espectroscópico Zeiss.
Debemos hacer, sin embargo, un par de observaciones. El
examen directo de los espectros requiere una gran práctica, por
lo que es aconsejable al principio valerse de espectrógrafos que
nos permitirán establecer la comparación de espectros mediante
fotografías. Cuando las tintas procedan de papeles distintos, hay
que tener en cuenta también la posible influencia que el papel
pueda tener en el espectro.
c) Examen a la lámpara de cuarzo. La lámpara de Wood no
sirve solamente para leer escritos invisibles, sino que también
81
nos permite averiguar si las tintas son distintas, por la distinta
fluorescencia que presentan éstas según su composición.
d) Examen fotográfico. Se empapa .el trozo de documento que
se desea examinar con tetracloruro de etano y se saca una
fotografía por transparencia, si el documento está escrito por
una sola cara, o a la luz reflejada, si está escrito por ambas. Se
sacan fotografías empleando un filtro azul, y se revelan y
refuerzan al bicloruro de mercurio.
Se obtienen luego pruebas sobre placas ortocromáticas,
preparadas con las soluciones siguientes:
- Solución alcohólica de rojo de glicina al 1/100….......20 c. c.
- Ídem de rojo de quinolina al 1/500…………………..20 c. c.
- Ídem de cianina al 1/500, con unas gotas de amoníaco.20 c. c.
-Agua destilada………………………………………..100 c. c.
- Alcohol…..……………………………………………50 c. c.
Se hace la mezcla y se deja reposar varias horas. Luego se
vuelve a agregar 1 c. c. de solución amoniacal de cianina. Se
forma un líquido violeta que se filtra y se diluye con 200 c.c. de
cianina y la cantidad suficiente de amoníaco para que en total la
proporción de éste llegue al 1 por 100.
Se sumergen las placas en este baño durante unos dos minutos,
se lavan durante otros dos al agua corriente, y después en una
cubeta de agua destilada. Se secan luego rápidamente en la
estufa.
Una vez preparadas las placas, se sacan pruebas del documento,
utilizando un filtro rojo. Como estas placas son sensibles a las
radiaciones rojas, la cámara oscura no se puede iluminar con luz
normal, sino que se deberá disponer de una iluminación especial
a través de dos cristales, uno coloreado con tertracina y otro con
violeta de metilo, que dan entre los dos una coloración parda
que no ataca a las placas.
Reveladas estas placas; se comparan con la primera, y si se trata
de tintas diferentes, se apreciarán claros donde las otras dan
oscuros, y viceversa.
e) Examen microscópico. Se estudia el punteado del interior
del trazo: dimensiones, concentración y matiz. Es muy incierto.
f) Examen con el microscopio-color. Se trata de un
microscopio que tiene dos objetivos y un dolo ocular, más un
dispositivo para intercalar filtros coloreados, que permiten hasta
dos mil combinaciones de matices.
82
Cada objetivo actúa sobre una muestra de tinta diferente. Si en
determinado filtro ambas escrituras desaparecen totalmente, es
que tienen la misma coloración; pero si una desaparece y la otra
no, la coloración es distinta.
Después de lo visto, se puede decir que el problema de la
naturaleza de las tintas está plenamente resuelto: A veces no es
preciso recurrir a ninguno de estos procedimientos, pues a
simple vista se aprecian tanto la distinta tonalidad como la
densidad de las tintas.
2º Antigüedad de las tintas.
Es éste el problema más arduo de los aquí tratados, porque no se
ha podido llegar a una determinación concreta y categórica.
La antigüedad de una tinta está basada, en primer lugar, en la
pérdida del agua que entra en su composición; pero esta pérdida
no es igual o uniforme en todos los escritos, pues está
supeditada a, una serie de factores, como clase del papel, pluma
empleada, humedad del ambiente y calor a que ha estado
expuesto el papel escrito, a la luz y al aire, etc.
Todos estos factores hacen que el proceso de desecación de la
tinta sea más o menos lento, según la influencia de unos u otros.
El perito desconoce la intervención de dichos factores y, por
tanto, carece de elementos de juicio para completar la igualdad:
grado de humedad = tiempo.
Por otra parte, las antiguas tintas a base de hierro (nuez de
agallas) ennegrecen totalmente al cabo de dos semanas y
adquieren su máxima resistencia a los reactivo, químicos al cabo
de un año como máximo. En las demás tintas, el proceso natural
de desecación se puede alterar retrasándolo o adelantándolo,
modificando artificialmente los factores que contribuyen a dicho
proceso, lo que hace todavía más difícil el problema.
El National Bureau of Standard (U. S. A.) verificó el análisis de
envejecimiento de las tintas de los documentos, desde 1851 a
1918, mediante agua destilada, sacando la conclusión de que a
los quince años, la tinta deja de ceder pigmento. De todas
formas, si se pudiera saber con precisión la edad de una
escritura hasta, los quince años, se habría prácticamente resuelto
el problema en Grafocrítica, puesto que en la mayoría de los
casos, los documentos presentados a los peritos en los Juzgados
no tienen esa antigüedad.
Veamos ahora los distintos procedimientos empleados:
83
a) Examen químico.
—Tratamiento por hiposulfito sódico. La tinta tarda en
disolverse en proporción directa con su antigüedad.
—Tratamiento por agua destilada. Colocando, como en el caso
anterior, unas gotas de agua destilada, con un cuentagotas, sobre
rasgos semejantes y que contengan la misma masa de tinta, de
las distintas tintas a analizar; luego .se observa la cantidad de
pigmento cedido en tiempos iguales, cantidad apreciable por la
variación de la tonalidad. En caso de 'duda, se puede apreciar la
tonalidad mediante el microscopio color, como ya dijimos al
hablar de la naturaleza de las tintas.
La justificación de este procedimiento es la siguiente:
Al poner una gota de agua en contacto con una mancha de tinta,
el agua reblandece la masa de la tinta, más o menos
rápidamente, según el grado de desecación de la misma. Las
moléculas de tinta comienzan a separarse unas de otras y a
difundirse por toda la gota, que comienza a tomar aspecto de
perlita. Pasado el tiempo de observación, determinado
libremente, pero igual para todos los escritos, se recoge la gota
ya manchada por la difusión de la tinta con ayuda del
cuentagotas perfectamente limpio y se deposita nuevamente
sobre un papel en blanco, dejándose secar.
Así se obtendrá una mancha: redonda de tinta, más o menos
intensa, según la cantidad pigmento recogido, fácilmente
comparables. De todas formas, aunque parece una cosa sencilla,
en la práctica, según observaciones particulares, que todavía
continúan, los resultados prácticos son todavía muy inciertos.
—Mitchell y Heparot obtuvieron mejor resultado utilizando
ácido oxálico al 5 por 100 en lugar de agua destilada. También
parece dar buen resultado el ácido clorhídrico diluido.
—Papel filtro. Se humedece ligeramente una hoja de papel filtro
en agua destilada y se coloca sobre el documento, sujetándolo
durante seis horas con una prensa. Si el documento es reciente,
todo él queda copiado; si es antiguo, poco o nada.
b) Examen microscópico. Con el microscopio-color. Se puede
utilizar con todas aquellas tintas que cambian de tonalidad
durante su proceso de desecación. Esa variación de tonalidad
puede ser sumamente leve y, por tanto, solamente perceptible
con la ayuda del microscopio-color, como ya hablamos
anteriormente.
84
3° Densidad de la tinta.
Todo papel, por fino que sea; aparece al microscopio como una
sucesión de altos y bajos, valles y montañas.
Ahora bien, si escribimos con una tinta muy fluida, ésta moja
por igual los altos y los bajos, y los rasgos aparecen al
microscopio como una superficie uniforme, con bordes bien
delimitados y continuos, aunque con una ligera difusión bien
marcada en el surco de apoyo.
Si, por el contrario, escribimos con una tinta excesivamente
espesa, la falta de fluidez de la misma hace que se manchen
preferentemente los altos, pero no los valles, lo que se aprecia
fácilmente al microscopio, pues el rasgo aparece entonces como
un punteado, correspondiente a las zonas altas.
Una cosa parecida ocurre en este caso con los bordes. El borde
de apoyo aparece bastante continuo y regular, mientras que el
otro toma el aspecto de dientes de sierra, porque en este borde
de débil presión la pastosidad de la tinta sólo permite que se
tiñan las zonas altas.
C) ESTUDIO DEL PAPEL.
1. º Contextura. —E1 examen de la contextura del papel es lo
primero a realizar en el análisis del mismo, por ser el más fácil y
porque él solo sirve muchas veces para demostrar si se trata de
la misma clase de papel o no.
Este examen comprende:
a) Estudio de la configuración externa; mediante- el auxilio
del microscopio, con un aumento reducido de 15 a 20 diámetros.
Microfotografía.
b) Estudio de la configuración interna, mediante una
fotografía por transparencia, en seco o mojando el papel con
tetracloruro de estaño.
c) Dimensiones del papel en décimas de milímetro.
d) Anchura y espaciado del rayado, también en décimas de
milímetro (micrómetro), así como el matiz de la línea del
rayado, cuando existe.
e) Matiz del papel y del canto (microscopio color).
f) Espesor del papel, medido con el esferómetro, observando si
existen irregularidades en el mismo; estas irregularidades habrán
sido ya reveladas por la fotografía por transparencia.

85
g) Peso del papel. Se escogen muestras de superficies
perfectamente calculadas, v. g. 1cm. cuadrado, y se pesa en la
balanza de precisión.
h) Estudio de las filigranas y marcas de agua, que se habrán
observado igualmente en la fotografía por transparencia.
2. ° Encolado o apresto. —El apresto se hace a la resina o al
almidón Si se vierte una gota de agua yodada, se producirá una
coloración azul, si el apresto fue a la resina, una gota de
anhídrido acético dará coloración roja.
3. ° Carga. —Está constituida por las sustancias minerales que
se agregan a la pasta para dar consistencia al papel.
Se quema un trocito de papel y se disuelve en ácido nítrico puro;
éste disuelva la celulosa y dejará un residuo, que es la carga.
Este residuo puede ser:
a) Blanco. Si se convierte en verde al calentarse a la llama de un
hilo de platino, la carga es de sulfato de bario. Si no cambia de
color al calentarlo, la carga será de sulfato de cal.
b) Amarillo. La carga era de caolín o de arcilla. Este residuo se
vuelve azul tratado por el ferrocianuro potásico.
Si con los análisis precedentes no se llegase a la diferenciación
de los papeles o quedase alguna duda sobre su identidad, se
procederá entonces al análisis de
4. ° Composición química. —El papel moderno se hace a base
de celulosa, sacada especialmente de las coníferas, cáñamo,
esparto, paja de arroz, trapos y madera en general.
La pasta así obtenida se adiciona con cola, almidón, materias
minerales, que no solamente dan tersura y consistencia. Sino
que también son convenientes para evitar la difusión de las
tintas al escribir.
Para verificar el análisis cualitativo del papel, se procede de la
siguiente manera:
Se recorta una pequeña porción y se lava cuidadosamente con
agua destilada, para quitarle el encolado y la carga. Luego se
deja secar y se le somete después a los reactivos siguientes:
a) Reactivo de Selleger (se conserva muy difícilmente)
Solución A.
Agua destilada…………………..50 c. c.
Nitrato cálcico…………………...l00 c. c.
Solución B.
Agua destilada…………………..90 c. c.
86
Yoduro potasico…………………5 gr.
Yodo……………………………..1 gr.
Al total de la solución A se le añaden 3 gramos de la solución B.
La mezcla se conserva en un frasco de cristal amarillo. Como de
la solución B necesitaremos 3 gramos solamente, y lo demás se
estropeará, será, más económico repartir cada uno de sus
componentes proporcionalmente a los tres gramos que se han de
obtener, teniendo en cuenta que los 90 c. c. de agua destilada
son 90 gr. de peso. Hecha la proporción, nos daría para 3 gr.
2'813 gr. de agua destilada, 0'156 gr. de yoduro potásico y 0'031
gr. de yodo.
El papel tratado con este reactivo da en el tubo d ensayo las
reacciones siguientes:
Madera mecánica y yute…………color amarillo.
Celulosa de abeto blanqueada… “ rosa pálido
Celulosa no blanqueada… “ amarillo claro
Celulosa de álamo… “ azul violeta.
Celulosa de paja y esparto… “ azul
Trapos viejos… “ rosa anaranjado
b) Reactivo de Herzberg:
SOLUCIÓN A.
Cloruro de cinc…20 gr.
Agua destilada…10 gr.
SOLUCION B.
Yoduro potásico…2 gr.
Agua destilada….5 gr.
Se mezclan las dos soluciones y se dejan reposar varios días; se
decanta y se agrega un cristal de yodo. Si resultase coloreada en
amarillo, se agrega cloruro de cinc; si se colorea de violeta, se
agrega agua destilada, con precaución.
Con este reactivo, las reacciones son:
Trapos, algodón, lino. Cáñamo……………Color rojo.
Pasta de madera química… “ azul violeta.
Yute blanqueado…………………………... “ azul violeta.
Pasta mecánica, fibras leñosas… “ amarillo
Yute no blanqueado……………………….. “ amarillo.
Paja………………………………………… “ azulado.
Esparto… “ azulado rojizo

87
Cáñamo de Manila………………………… “ azul o amarillo.
5. º Edad del papel. —No existe signo específico de la edad del
papel. Este no envejece, prácticamente, aunque determinados
agentes, como la luz, la humedad, la fauna, etc., etcétera, pueden
modificar su color y su acidez, e incluso destruirlo totalmente.
Calcular la edad del papel por el estado en que se encuentra,
después de la intervención de esos agentes modificadores, o por
el grado de acidez del mismo, modificado por causa de esos
mismos agentes, es completamente inseguro.
Sin embargo, tanto su composición química como su filigrana o
marcas de agua y su numeración, si se trata de papel timbrado,
pueden proporcionar datos valiosos y ciertos acerca de la edad
del papel, indicándonos con exactitud la fecha. De su
fabricación o la de su venta al público. Pero estos datos sólo los
pueden proporcionar los químicos de las fábricas de papel y la
entidad expendedora del mismo (Casa de la Moneda).
D) ANTERIORIDAD O POSTERIORIDAD DE UNA
PARTE DE UN ESCRITO CON RELACIÓN A LOS
DEMÁS ELEMENTOS QUE LÓGICAMENTE LE
PRECEDEN O LE SIGUEN.
Este es un problema extremadamente interesante y que se suele
plantear al perito con relativa frecuencia. En su resolución
podernos distinguir dos casos generales:
1. ° No hay cruce ni tangencia de rasgos entre las palabras o
partes del escrito.
En este caso la solución consiste en averiguar la edad de la tinta
de ambas partes, de lo cual ya hemos tratado anteriormente en el
problema de la antigüedad de las tintas.
2. ° Hay cruce o contacto entre los rasgos del escrito.
En el caso de que haya simple contacto, no debemos olvidar el
siguiente principio general: Cuando un trazo que se va formando
se pone en contacto con otro ya seco, derrama su tinta sobre éste
y nunca al revés.
La razón de este principio importantísimo es clara. El trazo que
se va formando, al entrar en contacto con otro ya formado,
encuentra en éste un medio de expansión (la tinta) mejor que el
papel y viene el derrame, que invade el trazo ya formado, con
tanta mayor intensidad cuanto menor sea la

88
Velocidad de contacto y mayor la fluidez de la tinta y su carga
en el plumin.
En cambio la tinta ya seca, aun cuando sea reciente su trazado,
está ya fijada al papel y no puede penetrar en el campo que le
ofrece el rasgo fresco.
Cuando en vez de contacto existe superposición o cruce de
trazos, el fenómeno arriba indicado se da también, pero aquí se
puede emplear, además, un procedimiento de investigación más
seguro, cual es el examen microscópico. Este examen se puede
realizar de dos maneras:
Con el microscopio estereoscópico, con fuerte iluminación
lateral, el cual revela la superposición, aunque dicho espesor sea
de unas milésimas de milímetro.
Con el microscopio ordinario, colocado en posición casi
horizontal, plegando el documento un poco por debajo del cruce
que se examina, e iluminando con luz lateral. El trazo
superpuesto, aunque sea más claro, aparece entonces con un
relieve acusado y continuo, mientras el trazo subyacente
desaparece casi por completo.
La fotografía no revela nada en estos casos, sino que, por el
contrario, puede ocultar este detalle, que es de suma
importancia. (Otro de los motivos para no realizar cotejos con
fotografías.)
Se ha incluido aquí este epígrafe pues, a nuestro juicio, parece
su lugar apropiado, porque también el conocimiento
mecanográfico se sale de la órbita del grafocrítico.
Sin embargo, como al perito no le interesa generalmente ni al
Juzgado tampoco, conocer la clase de máquina con la que se ha
podido escribir un determinado escrito, sino solamente
comprobar si fue trazado con la misma máquina con que fue
escrito otro, el asunto entra ya de lleno en el informe pericial,
puesto que al perito se le pide simplemente que aplique al
documento mecanografiado las mismas dotes de observación
que pone en juego en el estudio del documento manuscrito.
Cuando este caso se presente, lo primero que debe hacer el
perito es examinar la semejanza o desemejanza formal de los
tipos mecanografiados. Suele haber, en efecto, grandes
diferencias formales en los tipos de diferentes máquinas, así
como en su tamaño y en el espaciamiento de letras y renglones,
visibles a una observación somera.
89
Puede ocurrir, sin embargo, que los escritos hayan sido hechos
con la misma clase de máquina, en cuyo caso resalta la
semejanza de los elementos arriba mencionados. Para ver si
entonces se trata de la misma máquina, es preciso verificar un
examen más detenido, teniendo en cuenta las nociones
siguientes:
Existe una semejanza absoluta entre los tipos y demás elementos
de una misma clase de máquina. Pero andando el tiempo, esas
mismas máquinas comienzan a diferenciarse ron el uso, pues no
puede evitar que los tipos se deformen, ya sea por desgaste, ya
por choque de unos con otros, formándose entonces unas
diferencias características y definidas, imperceptibles a un
examen somero, que sirven, sin embargo, para diferenciar una
máquina de otra de la misma marca.
Por tanto, la primera labor a realizar es examinar, con una lupa
potente, las letras, comenzando por las de más frecuente uso,
anotando las peculiaridades observadas. Casi siempre basta este
primer examen para llegar al convencimiento de si se trata de
máquinas distintas.
Si este primer estudio no nos permitiera llegar a una conclusión
definitiva, procederíamos al estudio de las irregularidades de
funcionamiento de los brazos o palancas, que, al impulso de la
pulsación, lanzan los tipos sobre el rodillo desde su posición de
reposo. La razón de esto es que determinadas articulaciones, por
causas diversas, pueden estar o demasiado flojas o agarrotadas,
por lo que al impulso del mecanismo suben o bajan más que
otras letras con respecto a la caja de la escritura. La misma
variación, por torcedura de las palancas, puede existir de
derecha a izquierda, por lo que los espacios de las letras se
hacen irregulares en algunas de ellas, quedando una letra muy
junta a la anterior y muy separada de la siguiente, o viceversa.
Otra tercera prueba está basada en los espacios o distancias
entre las letras. Dicho espacio depende de la anchura de los
dientes de la cremallera. Con el uso prolongado, esos espacios
se ensanchan, y su medida rigurosa puede ser un factor decisivo.
Medir estos espacios no es nada fácil, porque se necesita mucha
práctica, buena vista y reglas espaciales, provistas de nonio,
para calcular en décimas de milímetro.
El procedimiento de medida es el siguiente: Se toman dos letras,
por ejemplo dos' "1", situadas en el mismo renglón, pero lo más
90
distanciadas posible. Se mide cuidadosamente la distancia entre
los trazos magistrales de ambas y se divide esa medida por la
suma de letras y espacios entre ambas, más una unidad. El
cociente nos dará la distancia entre diente y diente de la
cremallera. Es muy importante que la distancia entre las letras
sea la mayor posible y fijarse bien si los espacios entre palabras
son normales, es decir, si corresponden todos a un diente o hay
anomalías, yuxtaposición de palabras o saltos.
Un procedimiento idéntico se puede emplear para medir el
espacio de los dientes del espaciador de renglones, midiendo,
por ejemplo, la distancia entre la base de la primera línea y la de
la última línea y dividiendo dicha distancia por el número
formado con la suma de renglones más el de espacios entre
ellos.
Con todos estos elementos de estudio será difícil no poder llegar
a una conclusión firme de si los escritos en cuestión proceden de
máquinas distintas o de la misma máquina.
Hay otro problema de máquina que se presenta raramente, pero
que no deja de ser muy interesante. Saber la persona autora de
un escrito mecanografiado. Este problema es esencialmente
idéntico al general de Grafocrítica, pero es mucho más difícil de
resolver por la exigüidad de elementos de comparación.
Estos elementos se reducen al estudio del orden del escrito:
sangrado de los párrafos y utilización de los márgenes,
especialmente el derecho, a la manera de cortar las palabras al
final del renglón, y especialmente a las peculiaridades de
presión. Un mecanógrafo diestro tiene una pulsación muy
regular; pero, a veces, existen irregularidades en esa pulsación,
especialmente en determinada sucesión de letras, que reflejan
las peculiaridades del mecanógrafo. Sin embargo, no es tan
sencillo como a primera vista parece, porque el estado de la
cinta y del carro produce también anomalías de entintado, que se
confunden con las debidas a la pulsación.
E) ANÁLISIS GRAFOMETRICO.
El análisis grafométrico es el estudio de la proporcionalidad.
Deberíamos haberlo hecho al estudiar este elemento del
grafismo; pero aunque allí dimos unas ideas generales, hemos
preferido tratar aquí el problema extensamente, porque, en
verdad, el perito utiliza para su solución elementos distintos de
91
los corrientes. Debe, en efecto, operar con ampliaciones
fotográficas de cinco o más diámetros, según el tamaño normal
de la escritura, y ayudarse de reglas micrometricas y
transportadores especiales para los valores angulares. Existen
también unas hojas grafométricas especiales, empleadas por los
grandes laboratorios policíacos del mundo y elementos
grafometricos auxiliares del microscopio, como el micrómetro
ocular, el retículo milimétrico, etc.
El estudio de la proporcionalidad es muy interesante por ser de
gran constancia en la grafía de un mismo individuo, por lo que
suele perdurar en los casos de disimulo, aun cuando se logre
conseguir éste en otros elementos. El análisis grafométrico no
tiene, sin embargo, una demostración matemática, de tal suerte
que pueda desdeñar los otros elementos del grafismo, y he aquí
lo que dice del mismo Crépieux-Jamin, uno de los introductores
del sistema: "El “Tableau Grapho metrique” de Humbert será la
admiración de los psicólogos, pero tiene pocas probabilidades
de ser adoptado por los grafocríticos, porque complica su tarea.
Los cuadros son rígidos, de tal manera que se resuelven
mecánicamente, lo que no impide, sin embargo, que varios
analizadores se muestren en desacuerdo."
Otro inconveniente del sistema es que necesita un texto
abundante, tanto dudoso como indubitado, lo que raramente
ocurre con el primero, reducido frecuentemente a una sola
firma. El método grafométrico primitivo era muy amplio, pero
el mismo Humbert tradujo a 70 los elementos de análisis. A
pesar de todo, resultan excesivamente numerosos, y, aunque
parezca extraño, su seguridad disminuye con el número.
Como principios generales del análisis grafométrico,
estableceremos los siguientes.
1. ° Se operará sobre ampliaciones fotográficas de cinco o más
diámetros, aumento comprobado con una regla milimetrada
(doble decímetro) que se fotografía junto con los documentos.
Estos, dudosos e indubitados, deben tener el mismo aumento.
2. ° Las medidas se realizarán mediante regletas transparentes,
divididas en medios milímetros, lo que nos llevará a una
exactitud de décimas de milímetro del tamaño natural.
3. ° Emplear siempre la misma técnica en todas las medidas, las
cuales se realizarán por un mismo individuo en todos los

92
documentos, pues la distribución del trabajo podría inducir a
error por la distinta técnica empleada.
4. ° Se efectuará el mayor número de mediciones posible para
cada elemento analizado.
5. ° Formación de la curva del documento auténtico, y luego la
del incriminado, correspondientes al elemento estudiado.
Sentados estos principios, veamos ahora el análisis grafométrico
de algunos elementos, pocos, por la razón antes dichas, pero
suficientes para comprender y verificar dicho análisis.
1° Relaciones de las letras cortas. Al hablar de los elementos
constitutivos o formales de la escritura (Primera parte. Estudio
de la escritura), decíamos que una misma letra podía ocupar tres
posiciones: inicial, media y final dentro de una palabra, y que en
cada letra suelen entrar, con pocas excepciones (c, e, o, i), más
de un trazo. Vimos también cómo diferenciar, mediante
subíndices, las distintas posiciones de una letra en la palabra y,
mediante comillas en la parte superior derecha, cada uno de los
trazos de una letra.
Las letras cortas son: a, c, e, i, m, n, ñ, o, r, s, u, y, x. La
representación de estas letras y trazos y su posición dentro de las
palabras seria, de acuerdo con lo dicho, de la siguiente manera:
a1'; a1"; a2'; a2"; a3'; as"; e1; e2; e3; i 1; i2; i3 ; m1'; m1"; m1"';
m2'; m2"; m2 ; m,'; m3" ;m3'"; n1'; n1"; n2' ; n2"; n3' ; n3" ; o1 ;
o2; o3; r1 ; r2; r3; s1 ; s2; s3. Lo que nos da 39 trazos en
diferente posición, y cuya nomenclatura se comprende
fácilmente con lo dicho ahora y lo que se indicó en la primera
parte.
Se verifica la medida de cada uno de estos trazos, tomando, por
lo menos, diez idénticos, y la suma total se divide por el número
de trazos medidos, con lo que hallaremos la altura media de
cada trazo. Esta medición puede hacerse por el orden arriba
expuesto.
Una vez halladas las alturas medias de cada uno de los trazos, se
ordenan por dimensiones, de menor a mayor, y hacemos su
representación gráfica. Para ello colocamos en la abscisa o
coordenada horizontal los trazos en su orden creciente, y en la
ordenada, coordenada vertical, divisiones en milímetros o
décimas de milímetro, es decir, que representen esa dimensión,
aunque pueden ser del tamaño que se quiera, pero iguales. No
93
hay más que buscar encima de cada trazo el punto
correspondiente a su altura media, y se señala dicho punto; se
hace lo mismo con los demás trazos, y la unión de esos puntos
nos da la curva representativa.
Verificada la curva de las letras cortas del escrito indubitado, se
hacen las mediciones de los trazos del documento dudoso,
procediendo de la misma manera para hallar sus alturas medias.
Se colocan estos trazos en la abscisa del gráfico, pero no en el
orden decreciente que podría resultar en el nuevo escrito, sino
en el mismo orden con que aparecieron en el primer escrito. Se
señalan los puntos que corresponden a sus alturas medias y se
traza la curva. Si esta nueva curva es homogénea de la primeras
los escritos son de la misma mano; en caso contrario, son de
distinta mano. La homogeneidad no quiere decir coincidencia
total, pues entonces revelaría calco. En la figura 41 se muestran
las gráficas de las relaciones de las letras cortas de dos escrituras
de distinta mano. Las curvas son heterogéneas.

Figura 41
La altura de las letras se calcula de dos maneras: o midiendo la
verticalidad (altura de la caja del renglón correspondiente a cada
trazo) o más práctico y sencillo, midiendo la longitud del trazo;
este segundo procedimiento es mejor todavía para las letras
sobresalientes.
La altura de los trazos curvos (a, c, e, o) equivale a la que corte
a dicho óvalo paralelamente al trazo final y equidistante de este
y de la tangente al otro extremo de la curva, paralelamente al
trazo final. (V. fig. 42.)

94
Figura 42,
En el caso de la "o", se trazan por los extremos de la curva
tangentes paralelas al trazo más cercano, y luego se traza la
secante media o equidistante de ambos, como en el caso
anterior. (V. fig. 43.)

Figura 43.
2. ° Relaciones de letras sobresalientes. Se procede de la
misma manera con las letras que sobresalen por arriba o por
abajo; se trazan y superponen las curvas de la misma manera.
3. ° Alturas de las letras cortas. Tiene por objeto averiguar la
frecuencia con que se repiten las distintas dimensiones de los
trazos. Para ello, se miden todas las alturas de los trazos de las
letras cortas, sin tener en cuenta la letra a que pertenecen, ni su
posición dentro de una palabra. Se encontrarán diferencias que
puedan oscilar, por ejemplo, entre cinco y 15 milésimas de
milímetro.
Se cuentan cuántos trazos hay de cada dimensión determinada y
se forma la curva correspondiente de la siguiente manera: Como
abscisa se ponen las cantidades entre las que fluctúa la
oscilación (en el caso presente desde cinco a 15), y como
ordenada, la frecuencia o repetición de cada dimensión en los
trazos estudiados. No hay más que unir los puntos y se tendrá la
curva correspondiente. Se hace lo mismo con la otra grafía y se
superponen las curvas, como dijimos en el primer caso.
Supongamos, por ejemplo, que sobre cien trazos medidos en
una escritura nos han resultado: 20 trazos de 5 décimas, 23 de 6,
19 de 7, 18 de 8, 10 de 9, 5 de 10, 2 de 11, , 2 de 13 y 1 de 15,
Su curva está expresada en el trazo lleno de la figura 44.
Al medir la escritura de comparación nos resultan: 8 trazos de 5
décimas, 12 de 6, 8 de 7, 14 de 8, 18 de 9, 10 de 10, 9 de 11, 11
de 12, 4 de 13 y 6 de 5. Su curva está expresada en la misma
figura por trazado de puntos. Ambas curvas no son homogéneas.
(V. fig. 44.)

95
20

15

10
5
5 6 7 8 9 10 11 12 13 14 15
Figura 44
4. ° Forma de la caja del renglón. Tiene por objeto averiguar si
la caja del renglón es paralela, convergente o divergente, o si
sufre alteraciones según la longitud de las palabras. Se forman
grupos de palabras que contengan el mismo número de trazos,
por ejemplo, desde 5 a 20, de forma que en cada grupo haya, por
lo menos, 10 palabras. Los trazos de cada palabra van
numerados, según el orden de colocación en la misma desde el 1
hasta donde llegue, según su grupo.
Si tomamos un grupo de palabras de lo trazos, mediremos la
longitud de los trazos número I (10, porque hemos dicho que
deberá haber, por lo menos, diez palabras en cada grupo) y la
dimensión total la dividiremos por 10, con lo que se hallará la
dimensión media de la altura del trazo 1. Procederemos de la
misma manera con los otros nueve trazos de las palabras del
grupo, hallando así la media de las alturas de los 10 trazos del
grupo.
La curva se formará colocando en la abscisa tantas divisiones
como trazos tiene el grupo de palabras (mejor dicho, cada
palabra en el grupo), y por ordenada la dimensión media de cada
trazo. Señalados los puntos, se traza la curva. Se procede de la
misma manera con cada grupo, hasta formar las curvas de todos
ellos en una escritura. Se contraponen a ellas las curvas de
grupos idénticos de la otra escritura, según ya hemos dicho, y se
comparan las curvas. De esta comparación puede resultar
clarísimo, por ejemplo, que en las dos escrituras de comparación
se nota una cierta similitud en palabras de pocos trazos, mientras
que en palabras de muchos trazos, en una escritura se nota una
marcada tendencia a la convergencia y en otra a la divergencia,
signo seguro de que proceden de distinta mano.
5. ° Valores angulares. -Es el análisis de la inclinación.

96
Cuando tratamos sobre la inclinación (véase Estudio de la
Escritura: Elementos estructurales), dijimos cómo debía
entenderse en buena lógica, por lo que nos remitimos a lo que
entonces se indicó.
En el cálculo de los valores angulares no dejan de presentarse
algunas serias dificultades. Estas se refieren, unas veces, a las
formas anómalas de los trazos, que debiendo ser normalmente
rectos, no lo son, y otras a la dificultad intrínseca de la misma
medición angular.
Cuando los trazos no son rectos, sino curvos, se traza la cuerda
del arco formado por el trazo. Esta cuerda se denomina
pendiente, y es la que se utiliza para la medición angular. (V. fig.
45)

Figura 45
Pero existe mayor dificultad en la medición misma. En efecto,
operando con aumentos de cinco diámetros, los trazos de una
minúscula corta vendrán a tener en el aumento poco más de un
centímetro, y en el cuadrante, de una circunferencia de un
centímetro de radio caben con dificultad los noventa grados, con
que mucho peor los medios grados. Si se quiere obviar esta
dificultad prolongando los trazos a lápiz.
El procedimiento está sujeto a multitud de errores y operar con
aumentos superiores a cinco diámetros sería antieconómico. En
todo caso, hacen falta goniómetros especiales. El procedimiento
de valoración angular
Es el mismo que el señalado al analizar las relaciones de las
letras minúsculas cortas, es decir, que hay que tener en cuenta la
posición del trazo en cada letra y en cada palabra. La
nomenclatura es la misma y lo mismo la obtención del valor
medio del ángulo para cada trazo. La curva se obtiene también
de la misma manera en ambos escritos.
Muy afín a la medida los valores angulares es el cálculo de los
índices curvimétricos, muy difícil de ejecutar en la escritura
corriente, pero que se puede limitar a los trazos iniciales,
acompañados de rasgo de ataque.

97
El índice curvimétrico es la relación entre la distancia
curvimétrica y la altura del trazo magistral o del óvalo,
siguientes al rasgo de ataque. Sean, por ejemplo, dos enlaces
distintos del rasgo de ataque con el primer trazo magistral de la
"m". (V. fig. 46.)

Figura 46
El primer enlace es en arco. Si prolongamos en el mismo
sentido el comienzo recto del rasgo de ataque y el trazo
magistral, ambas rectas se cortarán en un punto O, La distancia
de este punto al extremo superior del trazo O, o sea, O'O, será la
distancia curvimétrica.
Llamando "h" a la altura del trazo, el índice curvimétrico nos
será dado por la relación O’O: h. En el segundo enlace, éste es
angular, y el rasgo de ataque se encuentra en él con el punto
superior del trazo, por lo que la distancia curvimétrica es igual a
cero, y el índice curvimétrico O: h = O. Veamos ahora en la
figura 47

Figura 47
Otros dos enlaces con curvas. El primero es con una "s" y el
segundo con una "c', En el caso de la "s" hallaremos el punto O'
trazando primero la diagonal mayor del óvalo de la "s", el cual
será al propio tiempo, la altura del mismo, y por tanto, el
elemento "h" del índice curvimétrico. Trazaremos luego una
tangente a la curva, paralela a dicha diagonal, la cual se
encontrará con la prolongación del rasgo de ataque en el punto
"O' " buscado. La distancia curvimétrica será, pues, O'O, y el
índice curvimétrico O'O: h.
En el caso de enlace con la "c" procederemos de idéntica
manera. Primero trazaremos la diagonal mayor del óvalo, que
será, al propio tiempo, la altura o elemento "h". Luego se trazará
la tangente paralela a dicha diagonal, la cual vendrá a cortar al
rasgo de ataque en el punto "O". Como anteriormente, 0'0 será
98
la distancia curvimétrica. Negativa en este caso, y el índice
curvimétrico será también O’0: h, negativo.
6. ° Análisis de otros valores. -E1 análisis grafométrico de los
elementos señalados es más que suficiente para complementar el
análisis grafocrítico, cuando sea preciso. A título de curiosidad,
vamos a dar una idea somera de análisis de otros elementos.
a) Frecuencia de fallos en los enlaces.
Se cuentan los fallos que hay después de cada letra; éstas se
colocan en la abscisa por orden creciente de fallos. La ordenada
será el número de fallos.
b) Paralelismo de los trazos.
Utilizando las ampliaciones fotográficas se prolongan los trazos
buscando la convergencia de los mismos, por arriba o por abajo,
entre trazos contiguos. Se verifica esto en los dos escritos y se
compara el dibujo así obtenido en ambas grafías. La
comparación sería más exacta realizada sobre palabras idénticas.
c) Índice de intersección de las tildes.
Se establece por la relación h: d, siendo h la altura total de la "t"
y d la distancia de la intersección al pie del trazo.
d) Altura de los signos de puntuación.
Se busca la relación D: h, siendo D la distancia vertical del
punto a la base de la caja del renglón y h la altura vertical de la
letra.
e) Altura de los puntos de enlace.
Se mide por la relación 1: e, siendo 1 la longitud del trazo de la
letra y e la distancia de la parte superior del trazo al punto de
enlace.
f) Índice diametral.
Es la relación D: d entre el eje mayor y el menor del óvalo.
g) Dirección y forma de la caja del renglón.
La primera se calcula en grados de desviación de la horizontal y
la forma en longitud de la sagita del arco formado por dicha
caja, lo mismo si es cóncava como si es convexa. (Véase fig.
48.)

Figura 48.

99
LA GRAFOMETRÍA
APLICADA AL ANÁLISIS DE LAS FIRMAS.
Ya hemos dicho que la condición indispensable para realizar el
análisis grafométrico es la abundancia de texto, tanto dudoso
como indubitado. Pero en el caso de firmas, lo corriente es que
se posea una sola dudosa y varias indubitadas.
El análisis grafométrico toma entonces una forma especial, ya
que la insuficiencia de firmas dudosas no permite el trazado de
las curvas. En este caso se acude al Cuadro de Variaciones.
Sea, por ejemplo, la firma Camo de la que poseemos siete
indubitadas y una dudosa. Las siete indubitadas las
numeraremos de 1 a 7 y procederemos, por ejemplo, al análisis
de los valores angulares, con lo que formaremos el siguiente
cuadro:
Trazos 1 2 3 4 5 6 7 Oscilación
C, 28º 30° 27º 26° 30° 29° 25° 25°-30°
a1 50º 47° 52º 45° 50° 48° 53º 45°-53°
a2 33° 35º 31º 37º 36º 35° 31º 31°-37°
N1 29º 27º 30º 33º 28º 32º 33º 27°-33°
N2 49º 52º 50º 48° 51º 47º 50º 47°-51°
O2 54º 51º 49º 53° 50º 52º 54º 49°-54°
Se miden luego los valores angulares de la dudosa y se observa
si esos valores caen dentro del límite de oscilación de las
indubitadas o no. En el primer caso, la dudosa es auténtica. En
el segundo caso, puede serlo, si la diferencia es muy leve y si
sólo hay discrepancia en uno o dos trazos. En cambio, si los
valores angulares caen todos fuera de los límites de oscilación,
hay fuerte indicio de falsedad.
De la misma manera se procede con el cálculo de los demás
elementos del análisis grafométrico; mas, pese a su buen deseo,
la Grafometría, en este caso concreto, sólo conduce a una mera
probabilidad.
Locard aconseja también para este caso el método fotográfico de
Galton y Frazer. Consiste en sacar los negativos de otras tantas
firmas indubitadas, con una exposición de 1/10 del tiempo
normal; se superponen cuidadosamente los negativos y se saca,
por transparencia, una fotografía del conjunto con tiempo
normal. Los trazos más oscuros corresponden a los más
100
frecuentes, es decir, a lo que constituye la esencia de la firma;
los demás aparecerán más o menos oscuros, en razón directa de
su frecuencia. Este negativo se compara con el obtenido con la
firma dudosa.
Es preciso advertir que si las firmas indubitadas han sido
obtenidas de diferentes documentos, puede ocurrir que sean muy
variables en tamaño, por lo que antes de hacer la fotografía
compuesta, es preciso aumentar unas o reducir otras hasta que
tengan la misma dimensión.

CUARTA PARTE
EL ANÁLISIS COMPARATIVO.
A. Preliminares. -En las páginas precedentes se han expuesto
los conocimientos que se consideran necesarios para que el
grafocrítico pueda realizar su función con pleno conocimiento
de causa y con garantía de éxito.
Mas la posesión de dichos conocimientos no es el todo en la
pericia caligráfica, de la misma manera que no basta saber
mucha medicina para ser un buen médico. Es la experiencia la
que forma al verdadero perito, mediante la práctica constante de
su arte, por lo que dicha experiencia o pericia son prácticamente
susceptibles de continuo perfeccionamiento.
Pero no cabe duda que esta pericia se haga más extensa y
completa si está apoyada en profundos conocimientos
científicos. Esta es la razón de que se haya procurado desarrollar
éstos de la manera más completa posible.
El perito grafocrítico puede actuar como asesor de entidades o
particulares; pero es más frecuente que intervenga en asuntos
judiciales, ya sea por deseo expreso de la partes, ya a
requerimiento del juez. En cualquiera de los casos debe
anteponer su conciencia y honor profesional a ninguna otra
consideración, evitando en todo momento la ligereza en el
estudio comparativo, así como las sugerencias, e incluso la
presencia misma, de las partes o de sus representantes legales.
Una vez requerido por el Juzgado, el perito se persona en él y
toma conocimiento de lo que de él se desea, de si existe alguna
incapacidad legal para su actuación por parentesco o amistad
con las partes; así como de los elementos de que dispone para
realizar su cometido. Generalmente, estos elementos suelen ser
insuficientes y, a veces, hasta hacen imposible la realización de
101
un cotejo serio. Veamos, pues, lo que el perito necesita para
garantizar su labor.
Los documentos dudosos que motivan la prueba son como son,
y no se pueden modificar. Lo único que se debe exigir, con
respecto a estos documentos dudosos, es que sean originales. El
perito no puede actuar sobre fotocopias; no sólo porque ocultan
detalles interesantes y hasta decisivos para el cotejo, sino
también porque pueden llevarle a dictaminar sobre la base de un
engaño, si se tratase de fotografías compuestas, y, además,
porque legalmente no se puede informar utilizando sólo
fotocopias. En el caso, muy raro, de que el original estuviera
destruido y fuera precisó valerse de una fotocopia, el perito hará
su dictamen con las salvedades, tanto legales como técnicas
pertinentes y sus conclusiones no podrán ser sino problemáticas.
Además del documento o documentos dudosos, el sumario suele
contener escritos indubitados del supuesto o supuestos autores
del documento dudoso. Estos escritos deben ser también
originales, por las mismas razones antedichas; pero casi siempre
ocurre que, por ignorancia, generalmente, o a veces también por
malicia, dichos elementos indubitados son insuficientes o
susceptibles de inducir a error al perito.
Por eso hay que tener sumo cuidado en la aceptación de los
elementos indubitados ofrecidos, y si éstos son insuficientes o
no ofrecen la debida garantía, el perito debe requerir del juez la
aportación de los elementos que precise. Cuando se tengan que
ampliar o modificar estos elementos indubitados, pedirá el
perito que sean recogidos preferentemente de la
correspondencia, diarios, anotaciones, manuscritos, etc., y si no
se pudieran obtener escritos de esta naturaleza, debe pedir la
formación de un cuerpo de escritura, preparado y dictado por él,
y ejecutado por la persona o personas de quienes se sospecha.
Otra condición que deben reunir los documentos indubitados es
la coetaneidad con el dudoso y, en caso de notable alteración de
las grafías del documento dudoso, también inmediatamente
anteriores y posteriores. Esta coetaneidad de las grafías es de
suma trascendencia, como ya dijimos al hablar de las causas
modificadoras del grafismo.
Cuando los elementos indubitados. Que se han podido hallar
resultan insuficientes, no hay más remedio que acudir a la
formación del cuerpo de escritura; pero recalquemos que esta
102
prueba tiene gran importancia, por lo que debe verificarla sólo el
perito, con arreglo a los conocimientos de su especialidad, para
que pueda observar las reacciones del que escribe y el posible
intento de disimulo, datos éstos que fácilmente pasan
inadvertidos a persona no perita y que, sin embargo, tienen una
gran importancia.
Algunos opinan que el cuerpo de escritura debe ser diferente del
texto del documento dudoso, para no alarmar demasiado al
sometido a prueba; pero ésta es una razón pueril, pues si el
encartado es culpable, lo mismo se alarmará con. Un texto
idéntico al dudoso que con otro. Cualquiera, y si el encartado no
es culpable, se alarmará o no, según su temperamento. Creemos,
pues, que no importa el texto, siempre que se realice en las
siguientes condiciones:
Que preceda un estudio profundo del documento dudoso, para
que el perito pueda captar las peculiaridades de su grafía:
formas literales especiales, de grupo y silábicas, enlaces típicos
y anormales, puntos, tildes, guiones, etc.
Que la escritura se haga sobre un papel de idéntica calidad y
tamaño y con pluma dé la misma clase y en idénticas
condiciones que los de la sospechosa. Si ésta fuera a lápiz, con
otro idéntico en calidad, dureza y grado de afilamiento.
Que el paciente escriba cómodamente, sin ejercer sobre él la
más mínima presión y, si lo desea, en presencia de su abogado,
si lo hubiere, dejándole también en plena libertad de ordenar el
texto como mejor le plazca, sin recibir ayuda en la escritura de
palabras difíciles, ni en las dudas ortográficas que se le pudieran
presentar.
El perito dictará primero el texto lentamente, hasta que el
encartado vaya tomando confianza; luego aumentará
paulatinamente la velocidad y el número de palabras que dicte
d` una sola vez, con el fin de dar facilidades a la labor del
subconsciente, que será la que descubrirá la verdadera
personalidad del escritor. Al dictar, se omitirán los signos de
puntuación y de acentuación.
Durante la formación del cuerpo de escritura, el perito vigilará
atentamente todos los movimientos y ademanes del. Que
escribe, así como la manera de coger la pluma y colocar el
papel, para descubrir cualquier intento de disimulo. El texto

103
dictado quedará fechado y firmado por su autor y, si fuera
preciso, por los testigos del acto.
En estas condiciones, lo mismo da un texto que otro en la
formación del cuerpo de escritura. Mejor dicho, es preferible un
texto cualquiera, porque se presta a darle toda la extensión que
se juzgue conveniente y; además, permite insistir y recalcar
sobre aquellas peculiaridades y anomalías que el perito observó
en el escrito incriminado.
Después de esto, el perito está en disposición de proceder al
análisis comparativo, que deberá realizar solo o en compañía de
otros peritos con él designados. Sin que jamás admita premuras
de tiempo o plazos perentorios, que pudieran anular o
entorpecer su labor.
B. Procedimiento de cotejo. -Veamos ahora la marcha general
del análisis comparativo, dejando para más tarde lo que procede
en los casos especiales.
Es muy conveniente estudiar primero aisladamente una de las
grafías para captar la aptitud del escritor, sus movimientos, sus
gestos, su personalidad, en una palabra. Seguidamente se
examina la otra grafía. Si las escrituras son de distinta mano, el
hecho no escapará al perito en esa primera impresión producida
por el brusco tránsito de una a otra. El análisis posterior la
vendrá a corroborar probablemente.
Aunque tenga importancia más bien secundaria, y precisamente
por esto, el análisis comparativo exhaustivo se comienza por los
elementos constitutivos o formales, tomando especial nota de las
formas peculiares que se vayan encontrando. Al mismo tiempo
nos iremos fijando en cuantas anomalías se presenten: tachados,
enmiendas, retoques, raspados, etc. Se obtiene así un cuadro de
analogías y desemejanzas formales entre ambos escritos.
Sopesando esas analogías y diferencias, podremos obtener una
probabilidad de pronunciarnos en un sentido o en otro; pero, en
principio, excepto en casos clarísimos, no pasaremos de una
probabilidad más o menos sustentada.
Luego se procede al estudio, mucho más importante y decisivo,
de todos los elementos estructurales de ambas grafías:
angulosidad, dimensión, dirección y forma. De la caja del
renglón, enlaces, inclinación, presión, velocidad,
proporcionalidad, orden, regularidad y continuidad, y de los
elementos accesorios como signos de puntuación, tildes y
104
guiones, aplicando los conocimientos estudiados en la primera
parte.
Tiene que tratarse de un caso particularmente difícil, o tener
insuficientes elementos de cotejo, para que el análisis
comparativo asi realizado no nos conduzca a una fuerte
convicción de autenticidad o de falsedad. Si así no ocurriera, se
acudiría, cuando fuera posible, al análisis grafométrico, al de la
materia escriptoria y al estudio del estilo y del lenguaje.
Antes de seguir adelante, debemos llamar la atención sobre uno
de los elementos del análisis comparativo de mayor
importancia; tanta, que basta por sí solo, muchas veces, para
pronunciarse sobre la autenticidad de un documento. Nos
referimos al gesto (V. 1ª. La parte: La fisonomía y el gesto), en
el cual incluimos todos los movimientos particularmente ligados
al hábito y al subconsciente, y que por eso mismo suelen ser
difíciles de captar y de disimular, como decíamos al hablar de la
valoración de elementos.
Algunos autores los engloban bajo el nombre general de
idiotismos aplicando esta denominación a lo que nosotros
incluíamos en el gesto, más las formas peculiares: la forma y
dirección de la caja del renglón y la proporcionalidad. Dada la
importancia de estos idiotismos, vamos a transcribir lo que de
ellos dice Locard en su "Manuel de Technique Policiére".
“Si los idiotismos de ambas grafías concuerdan, hay evidente
identidad; pero con escasa o ninguna disimulación."
"Si la mayor parte de los idiotismos concuerdan y el resto está
representado por lo menos una vez, y veces bajo retoque, la
identidad es cierta."
"Si existen idiotismos concordantes y otros discordantes, es
preciso valorar unos y otros antes de concluir si se trata cíe una
falsificación por imitación o por disimulo."
Este tercer caso es el más frecuente y el más difícil de resolver,
pues corresponde a intentos bastante bien logrados de imitación
o de disimulo. Para dictaminar acertadamente, no debe perderse
de vista lo que dijimos en la primera parte acerca de la
valoración de elementos y, por tanto, de su in- fluencia o fuerza
decisiva.
Existe un procedimiento muy cómodo y útil para verificar el
estudio comparativo, por lo que aconsejamos su empleo,
siempre que sea posible. Consiste en sacar ampliaciones
105
fotográficas de tres o cuatro diámetros, tanto de los documentos
dudosos como de los indubitados, con varias copias de papel
fino. De éstas se recortan todos aquellos elementos que tengan
peculiaridades características o diferencias o semejanzas
notables: letras, grupos, terminaciones, etc., y se colocan en una
línea las dudosas y debajo las correspondientes indubitadas,
pegándolos todos sobre un papel fuerte, con lo que el estudio y
comparación se verifica con suma comodidad, pudiendo luego
unir esta composición al informe como elemento demostrativo.
Este procedimiento es mucho mejor que el de los calcos, que
habitualmente se practica por razones de economía.
El mismo procedimiento se puede emplear con líneas enteras
para el análisis de la caja del renglón y de la inclinación, pues
aunque estos elementos se diferencien muy poco en ambas
grafías, después de colocados de la manera indicada, se aprecian
fácilmente sus diferencias mirando sesgadamente al revés o de
costado.
Expuesto el procedimiento general de análisis comparativo,
pasemos ahora al de los casos.
I) CASOS GENERALES.
Toda la casuística del análisis comparativo puede reducirse a
estos dos casos generales: a) Que la primera impresión revele
semejanza entre el escrito dudoso y los auténticos. b) Que esa
primera impresión revele desemejanza entre ellos. Los demás
casos, que luego denominaremos especiales, caen realmente en
uno de estos dos.
a) Aparente semejanza entre los escritos comparados.
A este grupo pertenecen los anónimos espontáneos o sin
disimulo de grafía, los escritos auténticos y las falsificaciones
por imitación, por lo que el perito no se debe dejar sugestionar
por esta aparente semejanza. Es el escollo en que suelen
tropezar los peritos noveles, de tal suerte que muchas veces
realizan "in mente" la ecuación semejanza = identidad, y todo su
trabajo posterior tiende a demostrar esa igualdad.
El perito debe ser suspicaz por naturaleza y no dejarse
sugestionar por una semejanza o desemejanza aparentes. Es
más, cuando la primera impresión tiende a llevarle por un
derrotero determinado, especialmente en los comienzos, debe

106
andar con sumo cuidado para evitar toda posible sugestión, que
le impidiera ver las cosas con claridad.
Debe el perito proceder con entera imparcialidad y atenerse a
los resultados del análisis comparativo concienzudo de todos los
elementos del grafismo.
Otro escollo temible, en el que también a veces se tropieza, es
nacer el análisis comparativo unilateral, es decir, basado
únicamente en las semejanzas o en las diferencias de las grafías,
para proclamar luego alegremente la autenticidad o falsedad del
documento incriminado.
Esta conducta es tan injusta como la de un juez que no
permitiera alegatos más que a una de las partes y condenase a la
otra al silencio. Pero, además, un informe de esta naturaleza es
sumamente endeble y se puede rebatir fácilmente con los
elementos que el perito no estimo.
En el caso que nos ocupa, al verificar el análisis comparativo,
podemos encontrar: semejanza formal, con o sin formas
peculiares, y semejanza general con variantes en las formas
generales o en las especiales. En el primer caso podemos
concluir de dos maneras: autenticidad o imitación formal bien
lograda. La presunción de autenticidad queda reforzada, sin
embargo, si la coincidencia abarca también las formas
especiales.
En el segundo caso, si hay variación en las formas de algunas
letras, no se puede, sin embargo, afirmar la falsedad, porque
estas variantes pueden ser normales en la misma grafía, como lo
puede demostrar la ampliación de prueba con nuevos
documentos indubitados; mas si la variación existe en las formas
peculiarísimas, hay una fuerte presunción de falsedad, aunque
no una prueba contundente, pues de la misma manera que
existen modificaciones normales en las formas corrientes,
también se pueden dar en las formas peculiares. El análisis de la
forma no conduce, pues, más que a la probabilidad, por lo que
limitarse exclusivamente a él puede conducir a un grave error.
Por eso no podemos detenernos en esta primera fase, por, muy
fuerte que sea las presunciones de autenticidad o de falsedad
adquiridas en ella. Es necesario verificar el análisis comparativo
de los demás elementos, teniendo en cuenta, además, el distinto
valor relativo de cada uno de ellos.

107
Para mayor claridad en esta segunda fase del estudio
comparativo, sentemos el principio siguiente: "La igualdad
absoluta total no existe, ni siquiera en escritos de la misma
mano" Tanto es así que, como más tarde diremos al hablar de las
firmas, coincidencia total = falsedad (copia por transparencia).
De este principio se saca una consecuencia lógica: "Es natural
encontrar variaciones en escrituras de la misma mano". Aviso,
pues, a los aficionados a realizar el análisis comparativo
unilateralmente.
Sentemos igualmente, para terminar, estas proposiciones, que
son verdaderos axiomas de la pericia caligráfica, aplicables a
este caso de aparente semejanza entre los escritos:
"Si dos escritos presentan semejanza general en todos los
elementos del grafismo, aunque con algunas variantes no
esenciales, pertenecen a la misma mano."
"Si dos escritos coinciden en sus caracteres generales, mas
difieren en los esenciales, la falsificación por imitación es
manifiesta."
b) Aparente desemejanza entre los escritos de comparación.
Cuando al verificar la comparación entre dos escritos coetáneos
existen entre ellos tales discrepancias que la desemejanza
general es manifiesta, no pueden ser espontáneos de la misma
mano. Por tanto, esta desemejanza acusada puede proceder:
1. ° De distinta mano sin intento de imitación.
2. º De distinta mano con intento mal logrado de imitación.
3. ° De la misma mano con intento de disimulo.
En el primer caso no existe dificultad alguna, porque corno en
principio no hay dos escritos absolutamente iguales, fácilmente
se podrá distinguir, en este caso, la distinta procedencia, aunque
teniendo en cuenta, desde el primer momento, la posibilidad de
disimulo, es decir, del tercer caso.
En el segundo caso es lógico suponer que existe alguna
semejanza, si ha habido imitación. Pero esta imitación tiene que
ser muy torpe, puesto que no ha podido crear una semejanza
aparente, corriente en la imitación, por lo que han de ser tales
las discrepancias que nos conducirán naturalmente al
convencimiento de falsedad. Mas ¿no podría tratarse también de
un disimulo? También aquí vamos a parar al tercer caso.
El tercer caso es sin duda el más interesante, pues, como hemos
visto, a él van a parar los otros dos. Su solución es, al mismo
108
tiempo, solución a las sospechas de disimulo, que los otros dos
casos anteriores pudieran haber suscitado.
Pongámonos en el caso del falsificador por disimulo. Este
pretende enmascarar su grafía con el fin de rehuir la
responsabilidad de un escrito anónimo o la derivada de un
escrito cualquiera extendido con mala fe.
Los recursos que puede utilizar el falsificador por disimulo son
muy numerosos, conforme expusimos en la segunda parte al
hablar de esta clase de falsificación. Todos tienden a modificar
uno o varios de los elementos del grafismo.
Mas si tenemos, en cuenta el principio de Saudek de que nadie
es capaz de modificar al mismo tiempo la riqueza v variedad de
formas, la dimensión, los enlaces, la inclinación y la presión, y
si recordamos la enorme extensión que abarca el análisis del
grafismo, comprenderemos fácilmente que queda amplio campo
para el cotejo en el que, de manera indudable, tienen que
aparecer muchas coincidencias de gran valor, que anulen las
desemejanzas producidas por el enmascaramiento.
Además, no olvidemos que el disimulador, y lo mismo le ocurre
al imitador, está más atento a lo visible del escrito. Es decir, a
los elementos formales o a algún que otro elemento estructural,
pero no se fija, afortunadamente, en lo que más importancia
tiene, como son los elementos invisibles englobados bajo el
nombre genérico de idiotismos o gesto.
Mas aunque el falsificador conociera la importancia de esos
reflejos y prestara a ellos una atención especial, es tanta la
fuerza que tienen, como obra del subconsciente, que es casi
imposible que alguna vez no se descubra. Además, el intento de
dominar esos reflejos acapararía de tal modo su atención, que le
imposibilitaría para enmascarar los demás elementos del
grafismo.
Lo mismo que en el primer caso general, podemos resumir éste
en estas dos proposiciones axiomáticas:
"Si dos escritos tienen aparente desemejanza y ésta se acentúa
fuertemente en los idiotismos, pertenecen a distinta mano.
"Si dos escritos tienen aparente desemejanza, pero ésta
disminuye fuertemente o se anula en los idiotismos, son obra de
una misma mano, aunque uno de ellos esté falsificado por
disimulo."

109
Comparando estas dos proposiciones-resumen con las del
primer caso, echaremos de ver inmediatamente una gran
analogía entre ellas, porque unas y otras están basadas en la
extraordinaria importancia de los idiotismos para el
descubrimiento de la personalidad.
Para la imitación de letra inexperta y temblona, lo mismo que
para el disimulo que quiere tomar características de esas letras,
véase lo que sobre ello se dijo en la segunda parte:
"Modificaciones fraudulentas".
II) CASOS ESPECIALES.
I. ° Cotejo de firmas.
El estudio comparativo de firmas se presenta al perito con
mucha frecuencia. Por este motivo parece que debiera ser
incluido en los casos generales ya estudiados, pues podría
figurar en uno u otro. Mas teniendo en cuenta que el cotejo de
firmas es entre todos los casos de análisis comparativo el que
menos elementos de comparación presenta y que, por esta causa,
resulta muchas veces dificilísimo llegar al convencimiento pleno
de autenticidad o de falsedad, nos ha parecido más oportuno
incluirlo en los casos especiales.
El documento escrito presenta dos partes perfectamente
definidas: el texto y firma. El primero es, por regla general, la
parte en que el autor se relaciona con otro. Su personalidad se
refleja indiscutiblemente en él, pero un poco enmascarada por
ciertas reglas de usos y conveniencias sociales.
Al estampar la firma, en cambio, el autor prescinde de esas
trabas para presentarse tal cual es. Por eso, nada tiene de
particular que exista, la mayor parte de las veces, una diferencia
radical entre la grafía del texto y la de la firma.
Una consecuencia inmediata se desprende de lo dicho: el estudio
de una firma sólo se puede hacer acertadamente cotejándola con
otras firmas. La firma que hay que estudiar se llama dudosa; las
que sirven de cotejo son las indubitadas. Para realizar este
cotejo, el perito debe procurarse el mayor número posible de
firmas indubitadas, coetáneas de la dudosa, y a ser posible
realizadas en las mismas condiciones de papel (calidad y
dimensiones), pluma, tinta y espacio disponible; ya sea en
documentos públicos o privados, ya sea obtenida ex profeso en
un cuerpo de escritura.
110
Podemos distinguir dos grupos de firmas bien característicos:
firmas de personas expertas y firmas de personas inexpertas.
Unas y otras presentan ventajas e inconvenientes para su
estudio, conforme veremos seguidamente.
a) Firmas de personas expertas:
Llamamos expertas a las personas que tienen gran facilidad de
pluma y mucha práctica de escribir. En ellas, la firma tiende
generalmente a convertirse en lo que debe ser en sí, es decir, en
un simple signo personal o contraseña.
En estas firmas, las formas literales desaparecen casi por
completo o quedan reducidas a unos rasgos difícilmente
interpretables. Son lo que se llama firmas ilegibles, en las que el
elemento principal es el movimiento. Así se comprenderá que de
nada sirve en este caso un texto escrito para compararlo con
dichas firmas.
Por otra parte, la conciencia, que actúa en el texto más o menos
fuertemente, desaparece aquí totalmente, de tal suerte que el
acto volitivo, que determina la extensión de la firma, queda
anegado por la preponderancia del subconsciente. Por eso, estas
firmas tienen una gran constancia, es decir, un acusado parecido,
sin que por ello exista dos absolutamente iguales, pues los
reflejos están supeditados en cada momento a la tensión
nerviosa y muscular, constantemente variables en cada
individuo. De tal manera es esto cierto, que la, total
coincidencia, por superposición, entre dos firmas denota la
falsedad de una de ellas.
Sin embargo de lo dicho, no vayamos a creer que la firma de
persona experta ha de ser necesariamente ilegible; las hay
también perfectamente legibles, las cuales permiten un análisis
comparativo, aunque imperfecto, con un cuerpo de escritura.
Estas firmas de expertos con texto claro resultan más fáciles de
analizar que las ilegibles; mas teniendo en cuenta que los
elementos de comparación son muy exiguos, no siempre se
puede llegar a una conclusión cierta de autenticidad o de
falsedad. En este caso se aplica también el método de la
fotografía compuesta y el análisis de las variaciones, conforme
dijimos en la grafometríá (V. Problemas). Lo que después
digamos acerca de las firmas ilegibles es también de aplicación
aquí, especialmente para el análisis de la rúbrica.

111
Tratándose del caso general de firmas ilegibles, el texto, que
debería estar formado por el nombre y apellidos, no existe; toda
la firma se convierte, por así decir, en rúbrica, aunque a veces
exista una neta distinción entre el rasgueo correspondiente al
texto de la firma y el que corresponde a la rúbrica.
Este caso es el más desfavorable para el análisis comparativo,
pues reduce aún más los elementos de cotejo disponibles. El
análisis deberá versar sobre la forma del conjunto del rasgueo,
extensión (rectángulo que lo encierra), proporcionalidad entre
los elementos, sentido del trazado, velocidad, valores angulares
e índices curvimétricos (apertura de las curvas), comienzo y fin
del rasgueo, movimientos iniciales y finales, dirección del
trazado y posición de la mano, revelada en los perfiles y en las
curvas; en Suma: cuantas peculiaridades puedan presentar.
Si del examen de estos elementos no resultan discrepancias
notables, y si además no existen síntomas claros de imitación,
como paradas inusitadas, titubeos, temblor, especialmente en las
curvas y trazos largos, la presunción de autenticidad es bastante
fuerte. La fotografía compuesta puede también ayudar al
diagnóstico.
Por lo que vamos diciendo, se comprenderá que nos referimos a
firmas de aparente semejanza, en las que no cabe más que la
autenticidad o la falsificación por imitación. La falsificación por
disimulo no se suele dar en firmas de personas expertas, y
cuando se da se hace la falsificación de forma tan
diametralmente opuesta a la auténtica, que imposibilita casi
totalmente el análisis comparativo, a menos de que conste de
texto legible, en cuyo caso aplicaríamos los principios del
análisis comparativo propios del caso (V. caso 2. º).
b) Firmas de personas inexpertas:
Son las que corresponden a personas que tienen poco acentuado
el hábito de la escritura y para quienes ésta es una verdadera
tortura. Estas personas están pendientes de la forma, y la
voluntad, constantemente alerta, lucha contra el sistema
muscular que difícilmente sigue sus dictados. Consecuencia de
esta lucha es la imperfección de la forma y la desorganización
de la escritura.
Además, para el inexperto, la firma es un renglón más del texto,
por lo que el nombre y apellidos en ella estampados tienen las
mismas características que el resto del documento. La rúbrica
112
suele ser en estas firmas una serie de rasgos más o menos
desorganizados.
Todo esto supone una ventaja para el análisis comparativo; pero
como el inexperto carece de representación gráfica fija de las
ideas, como le sucede al experto, la expresión de ésta carece
igualmente de fijeza. Tiene, pues, otra característica la escritura
del inexperto: la variabilidad, a veces reflejo de la escritura
anterior de otra persona, que está viendo cuando escribe.
Esta variabilidad puede inducir al perito a un grave error: más si
éste dispone de abundantes firmas indubitadas, fácilmente
descubrirá esta característica y las mismas variantes de la
dudosa. Señalemos que estas variaciones de la escritura del
inexperto no sólo afectan a la forma, sino también a los
elementos estructurales y aun a los idiotismos, lo que fácilmente
se comprenderá por las razones psicológicas que
Invocamos al principio de este manual. Predominio del
consciente, mas con jugarretas del subconsciente.
Esto que venimos diciendo ayudará al perito en el momento de
aplicar el análisis comparativo a las firmas de los inexpertos.
Estos no disimulan su grafía; sería pedirles demasiado. Pero
puede suceder que otro, más o menos experto, intente imitarlos.
Para este caso, véase lo que dijimos sobre la imitación de
escritos inexpertos y también de personas ancianas o enfermas
en la segunda parte: "Falsificación por imitación".
c) Suplantación de la personalidad:
Aunque este procedimiento parezca infantil, se suele emplear. El
autor, con texto previo o sin él, firma con el nombre de otra
persona, sin intento de imitación o de disimulo. El nombre y
apellidos se expresan claramente, pues interesa que el nombre
del suplantado quede bien manifiesto.
En este caso, si entre las personas encartadas está el culpable, el
examen de los cuerpos de escritura y sus firmas descubre
fácilmente al autor de la suplantación, pues, además, suele el
suplantador utilizar su propia rúbrica.
Más intrincado es el caso en que el suplantador disimula al
propio tiempo su grafía. Entonces hay que proceder como en el
caso general de disimulo (aparente desemejanza), utilizando
escritos indubitados de los sospechosos. Suele ser un caso muy
difícil de resolver, dada la exigüidad de medios comúnmente
disponibles.
113
2. ° Escritura con la mano izquierda.
Es un procedimiento muy corriente para disimular la propia
grafía. Véase lo que dijimos sobre esta clase de escritura en la
segunda parte ("Falsificaciones fraudulentas"). Aquí se pueden
presentar dos casos: que el perita posea para el cotejo escritos
indubitados de la mano izquierda, o que sólo tenga escritos
normales o de la mano derecha.
El primer caso es menos frecuente, pues es muy difícil hallar
escritos espontáneos de la mano izquierda, a menos que la
persona encartada sea ambidextra. Por otra parte, en la
formación. Del cuerpo de escritura, la persona sospechosa.
Particularmente si es culpable, se escudará en su ignorancia y se
resistirá a trazar un escrito con la mano izquierda. Sin embargo,
como realizar este escrito no es cosa absolutamente imposible,
el perito puede fácilmente convencer al sospechoso para que
realice dicho escrito, sin preocuparse de si le sale bien o mal.
Para la extensión dé este cuerpo de escritura con la mano
izquierda, el perito tendrá en cuenta las observaciones que
hicimos sobre la formación del cuerpo de escritura normal. Así
se dará cuenta de la mayor o menor habilidad del sospechoso en
esta clase de escritura y podrá disponer de un elemento muy
interesante. Sin embargo, sería muy útil que, además del escrito
obtenido con la mano izquierda, hiciese formar otro con la mano
derecha.
Cuando el perito posee para el cotejo escritos indubitados de la
mano izquierda, ya sea hallados entre los escritos del
sospechoso o conseguidos mediante un cuerpo de escritura, el
análisis comparativo se verifica de la misma manera que si
fuesen escritos normales.
Veamos ahora la manera de proceder cuando el escrito dudoso
es de mano izquierda y los indubitados son normales. Es decir,
cuando no se ha podido conseguir un cuerpo de escritura
izquierda, por fallecimiento, por ejemplo, del sospechoso.
El caso más favorable se presenta cuando la escritura izquierda
es habitual. Entonces, aunque conserve alguna de las
características típicas de la escritura izquierda. Como Aumento
de la verticalidad y los signos de Meyer a la izquierda, Esta
escritura se parece completamente a la de la mano
Derecha del mismo individuo, por lo que el cotejo es sencillo.

114
Más si la escritura izquierda es excepcional, sin hábito ni
costumbre de trazarla, se diferencia considerablemente de la
trazada con la mano derecha. Sin embargo, hay en ella algunos
elementos utilizables para el cotejo con la escritura normal.
Estos elementos son: formas de las letras, que tienden a hacerse
de la misma manera que con la mano derecha, los rasgos de
ataque de determinadas letras, la proporcionalidad de las letras
minúsculas; los idiotismos y el orden en general del escrito,
especialmente en la utilización de los márgenes, en el sangrado
de los párrafos, utilización de guiones, etc.
Fácilmente se comprenderá, sin embargo, que con tan pocos
elementos es difícil en este caso llegar a una conclusión cierta
de autenticidad o de falsedad, por lo que muchas veces sólo se
podrá llegar a una probabilidad más o menos fuertemente
sustentada.
3. ° Escritura tipografiada.
Esta clase de escritura se emplea también con frecuencia en las
falsificaciones por disimulo, especialmente en los anónimos,
aunque es rarísimo que un documento se escriba con esta letra.
Puede ser habitual o fortuita, según que el que la utiliza tenga o
no costumbre de trazarla normalmente. Existen personas que
utilizan habitualmente esta clase de escritura para títulos,
nombres propios o para hacer resaltar palabras o frases enteras.
Lo mismo que en la escritura de mano izquierda, nos podemos
encontrar en el momento del cotejo con estos dos casos: escritos
indubitados tipografiados o escritos indubitados normales.
Para resolver el primer caso no hay más que aplicar los
procedimientos generales de cotejo ya indicados. Este caso
resulta tanto más fácil, normal o corriente cuanto que los
escritos indubitados son espontáneos, aparecidos entre los
escritos del sospechoso.
El segundo caso es más frecuente, puesto que lo normal no es
encontrar escritos tipografiados entre los documentos del
sospechoso; pero recordando lo dicho con respecto al mismo
caso de la escritura de mano izquierda, fácilmente conseguirá el
perito, a menos que desaparezca el presunto autor, obtener de
éste un cuerpo de escrito tipografiado. Para eso deberá aplicar el
perito las instrucciones que se han dado sobre la manera de
conseguir un cuerpo de escritura lo más espontáneo posible y

115
descubrir los intentos de disimulo por parte del autor del cuerpo
de escritura.
Por tanto, el segundo caso puede fácilmente reducirse al
primero, más sencillo de resolver. Pero si el perito no ha podido
proporcionarse escritos indubitados tipografiados y tiene que
valerse exclusivamente de escritos normales indubitados, bueno
será que tome entonces las siguientes precauciones:
Debe procurarse escritos espontáneos, sacados de cuadernos,
registros, postales, sobre de cartas, pues en todos éstos son
frecuentes títulos y señas en escritura tipografiada,
particularmente en quien tiene costumbre de utilizar dicho tipo
de escritura.
Si no pudiera proporcionarse estas clases de escritos, sino sólo
normales, se fijará primeramente si en el escrito dudoso existen
minúsculas corrientes y si en el escrito indubitado aparecen
algunas mayúsculas tipografiadas. Si ambas cosas existieran,
proporcionarían un valioso elemento de cotejo. Merecerán una
atención especial en esta primera fase las "O" mayúsculas, que
suelen ser idénticas en la escritura corriente y en la tipografiada,
y con mucha frecuencia también las "C" mayúsculas.
Prestará atención a los signos de puntuación, los cuales tienden
a hacerse en la escritura tipografiada exactamente en la
prolongación de los ejes y muy bajos; pero si son altos o
desplazados a la derecha o a la izquierda, pueden revelar una
peculiaridad interesante de la grafía.
Observará igualmente la forma y presión de los trazos para ver
si son rectos, cóncavos, convexos, contorsionados, filiformes,
inflados, adelgazados por arriba o por abajo, peculiaridades de
los puntos de arranque y de la terminación de esos mismos
trazos, pues todas estas características pueden repetirse en los
trazos magistrales de la escritura indubitada. Con relación al
examen de los trazos magistrales. No olvidemos este principio
de carácter general “ Cuando en un documento tipografiado los
trazos son firmes, rígidos, bien alineados, iguales, en su altura y
paralelos, el autor posee esas características en su escritura
normal." El caso opuesto puede no ser cierto, pues puede
obedecer a disimulo, caso poco frecuente porque el disimulador
ya se siente bastante protegido por el tipo de letra empleado.
Tampoco se olvidarán los signos de interrogación o de
exclamación, si los hubiere, del guión de separación silábica al
116
final del renglón, ni de la forma, comienzo y final de los trazos
perpendiculares a los ejes, muy relacionados con los
movimientos idénticos de las tildes de las "t" en la escritura
corriente, ni de los signos patológicos o de vejez que pudieran
existir, ni del estudio del idioma: giros, modismos, ortografía,
etc.
Un caso particular de la escritura tipografiada es la llamada
escritura mural o de muros y paredes. Generalmente se escribe
en éstos con escritura tipografiada, y se aplica a este caso lo
dicho anteriormente para esta clase de escritura. La única
observación que merece el caso es que el cuerpo de escritura
debe verificarse en las mismas condiciones, por ejemplo, una
pizarra, y con un instrumento idéntico a los del escrito en
cuestión.
4. ° Escritura de parientes.
Bajo esta denominación entendemos no sólo la escritura de
personas unidas por lazos de sangre; sino también la de personas
relacionadas por una larga convivencia. En la segunda parte ya
dijimos algo sobre estas escrituras.
Entre padres e hijos y entre hermanos entre sí se dan, a veces,
diferencias psíquicas y somáticas diametrales; pero lo más
corriente es un parecido más o menos acentuado, a veces
extraordinario, tanto psíquica corno físicamente. Si recordamos
que entre los elementos formadores del grafismo: psique, cuerpo
y materia escriptoria, los dos primeros son los más esenciales,
comprenderemos fácilmente lo que vamos a decir.
La escritura es un acto volitivo, reflejo o más bien retrato fiel de
la psique; pero la ejecución de este acto determina una corriente
centrífuga que recorre el sistema nervioso y pone en juego los
músculos. La ejecución del acto de escribir queda, pues,
determinada fundamentalmente por la tonalidad nerviosa y
muscular, así como por la humoral, que influye en ambas.
En los casos de parecido extraordinario, éste se extiende a la
psique y a la tonalidad general, y como las mismas causas
producen los mismos efectos, ese parecido se refleja en la
escritura de una manera cierta, a menos que intervengan otros
agentes modificadores somáticos (enfermedad), ambientales o
educacionales.
Distinguir una grafía de otra en el caso del que hablamos resulta
algunas veces muy difícil. Sin embargo, la Psicología reconoce
117
que siendo tan extraordinariamente compleja el alma humana, es
prácticamente imposible hallar dos exactamente iguales; luego
existirán algunas diferencias gráficas aunque la semejanza sea
portentosa.
Mas estas diferencias pueden ser tan sutilísimas que escapen
fácilmente al análisis del perito. Este tiene que ahondar
preferentemente en aquellos elementos esenciales del grafismo
que forman como el "substratum" de la personalidad, es decir,
en los elementos englobados bajo el nombre genérico de
idiotismos, de los que repetidamente hemos hablado, aunque sin
descuidar el análisis de los demás elementos, así como los
factores de edad y enfermedad, que pueden resultar sumamente
interesantes.
La larga convivencia puede también originar un acercamiento
de las grafías; pero como en este caso se trata de personalidades
completamente distintas, con características personales
acusadas, el parecido entre la escritura del señor y la del criado,
por ejemplo, que ha convivido largos años con él, no pasará de
ser superficial y no resistirá el análisis comparativo exhaustivo,
pues se tratará más bien de semejanzas formales, no de las
estructurales y menos de los idiotismos.
5. ° Testamentos ológrafos.
Este puede ser el caso más difícil dentro de la grafocrítica y por
eso lo hemos sacado de los casos generales, en los que
normalmente debe estar comprendido, para hacer de él un
estudio aparte Existen, en efecto, en estos documentos más que
en cualquier otro, causas modificadoras del grafismo, una
violenta disputa familiar, una fuerte emoción por la aparición de
un ser querido largo tiempo ausente; por estar hecho burlando la
estrecha vigilancia familiar a que está sometido su autor; porque
se halla en las puertas de la muerte y débil, por tanto la atención
prestada al grafismo, porque, dada esa misma debilidad física,
se ha podido hacer ayudar por otro (mano guiada); por estar
hecho en el mismo lecho mortuorio y, por tanto, en una postura
incómoda; por haberse puesto una inyección para poder
realizarlo; porque la sugestión de ese mismo acto solemne le
mueve a caligrafiar su escritura e incluso a completarla con
adornos inusitados, y porque dicho acto va precedido de un acto
volitivo intenso, reflejado en su trazado por una mayor firmeza,
etc. Todas estas causas que pueden acompañar al testamento
118
ológrafo pueden hacer su estudio comparativo
extraordinariamente arduo para el perito, y aun inducirle
fácilmente a error. La dificultad se aumenta todavía si hay
grandes intereses en juego, pues también se podría tratar de una
buena falsificación lograda con tiempo y habilidad.
Veamos ahora unos cuantos principios aplicables al análisis de
los testamentos ológrafos:
1. ° En el examen de estos documentos se fijará el perito en las
diferencias que puedan existir con relación a los demás
documentos indubitados coetáneos, o lo más cercanos posible al
dudoso, y si dichas diferencias pueden explicarse por las causas
antedichas. Le será muy conveniente al perito enterarse de las
circunstancias en que dicho documento se supone extendido.
2. ° Luego profundizará en el análisis de los idiotismos en los
que deberá existir coincidencia, si se trata de escrito auténtico, o
discrepancia en caso contrario.
3. ° Se fijará en la existencia de signos patológicos, caso muy
frecuente en esta clase de documentos. El signo patológico es
constante en el escrito auténtico, como la causa que lo origina.
La desaparición de este signo en determinados momentos del
escrito es, pues, un claro signo de. Falsedad.
4. ° Ver si existen contradicciones o antinomias, que deshacen la
homogeneidad propia de todo escrito indubitado. Esta
homogeneidad no indica carencia de irregularidades, sino
constancia en las mismas, cuando existen. Son contradicciones
manifiestas, por ejemplo, el aumento de actividad, reflejado en
la escritura de mayor tamaño, en el que está acostumbrado a
escribir menudo, con la anormal alteración de la dirección de los
renglones y los signos gráficos de hundimiento. Es también
contradictorio que un atáxico, cuyo estado físico aparece
claramente expresado en su escritura, demuestre en trazos, letras
y palabras una sorprendente agilidad negadora de su estado
físico. Esta antinomia aplicada a la ataxia se puede igualmente
referir a la escritura senil, como ya dijimos en su lugar.
Estos casos de contradicción que hemos citado no son los únicos
que se pueden presentar, sino que pueden aparecer en todos los
elementos del grafismo, como signos sinistrógiros en una
escritura progresiva, escritura apretada y descendente al final del
renglón y espaciada en el resto del mismo, cuando la escritura
indubitada es siempre apretada, aunque descendente al final.
119
Signo claro de asimilación del falsario, quien no supo, sin
embargo, evitar la contradicción.
Los testamentos ológrafos se suelen a veces complicar con
interpolaciones, enmiendas o raspaduras, o con la averiguación
del tiempo de una parte del escrito con respecto a otra,
particularmente de la firma con respecto al texto. Para estos
casos, véase lo que se dijo al tratar de los problemas que se le
pueden presentar al grafocritico.
Existe un caso particular: el testamento "in extremis". Este no es
el ológrafo, sino que esta hecho por otra persona; dicho
testamento es leído al moribundo, firmado por él y también por
los testigos del acto. El caso se reduce a un reconocimiento de
firma, en el que hay que tener en cuenta, sin embargo, cuanto se
ha dicho arriba sobre las posibles modificaciones de la escritura
en estos casos, por lo que este reconocimiento de firma reviste
aquí una dificultad especial.
También se pueden presentar problemas de mano guiada, de
textos mecanografiados y dé materia escriptoria, sobre los
cuales no nos detenernos, puesto que están tratados
anteriormente (V. Falsificaciones, mixtas y problemas").
C) El informe pericial.
Fruto natural, resumen y culminación del análisis comparativo
es el informe pericial, en el que el perito expone su labor y
sienta las conclusiones a que dicho análisis le condujo acerca de
la autenticidad o falsedad del documento incriminado.
Hemos dicho, y repetiremos, que la Grafocrítica es una ciencia
experimental, no empírica, con un gran porcentaje de arte, y que
son necesarios estos dos elementos, ciencia y pericia, para ser
un buen grafocritico. A formar la primera y sentar las bases de la
segunda ha tendido todo lo expuesto en el presente Manual;
pero sólo las bases de la segunda. Pues únicamente la
experiencia personal, apoyada en la ciencia, aumentará nuestro
grado de pericia.
El proceso de investigación pericial debe apoyarse en el valor
científico de la Grafocrítica, que ha progresado lo suficiente
como para llegar, en la mayoría de los casos, a una conclusión
firme. Por tanto, la frecuencia de informes contradictorios no
puede atribuirse más que a falta de seriedad. O a ineptitud por
parte de algunos peritos actuantes.
120
No obstante, existen casos en los que el perito no puede llegar a
una conclusión cierta. Esto puede ocurrir, o porque los
conocimientos no han sido suficientemente asimilados, o porque
se ha extraviado en la interpretación de síntomas, por ofuscación
o inexperiencia, o porque carece de elementos suficientes de
cotejo, caso más frecuente.
Cuando en el análisis comparativo se va perfilando poco a poco
una conclusión en un sentido determinado, que va adquiriendo
mayor vigor a medida que avanzamos en nuestro análisis, y no
nos queda ninguna duda-razonable, es decir, rebatible, en
sentido contrario, es que hemos llegado a la certeza moral, y
nuestro informe será categórico.
Mas cuando, pese a la experta aplicación de nuestra ciencia, y a
nuestro estudio concienzudo, persiste una duda fundada, tan
fuerte, por lo menos, como 11 presunción contraria, nuestro
informe no podrá ser más que dubitativo.
Sin embargo, no debe el perito ampararse sistemáticamente en
la duda, si un estudio más profundo puede hacérsela superar.
Sólo así su dictamen alcanzará el fin social a que va dirigido.

INFORME PERICIAL
Vamos a dar a continuación un esquema de informe pericial,
poniendo entre paréntesis las explicaciones pertinentes. El
informe pericial consta de tres partes: Presentación, exposición
o análisis y conclusión o conclusiones con la fórmula final.
(1°. Presentación.) Don…………………… y don………………
(Generalmente, son dos los peritos actuantes, y se entiende que
ambos han llegado a las mismas conclusiones, pues, en caso
contrario, cada uno hace un informe independiente)… (Sigue el
estado civil y el domicilio y título), a requerimiento del Juzgado
número……......, de esta capital, para actuar como tales peritos
en el sumario número………, del año…………, ante S. S.
tienen el honor de emitir el siguiente
INFORME
(2. ° Exposición.)
Objeto del mismo es averiguar si la firma y rúbrica (o el
documento manuscrito) obrante al folio……………………,
(recto o verso) del presente sumario ha podido o no ser

121
extendido por don……………………, (completando los
nombres, si hubiera más de un encartado).
Elementos de cotejo. Se nos han presentado para el cotejó,
además de la firma y rúbrica (o documentos) dudosos ya
mencionados, los escritos indubitados de
don……………………………., (y de don……….., etc. si son
varios) existentes en los folios………, así como los cuerpos de
escritura
(Cuando se hayan tenido que formar por la insuficiencia de los
escritos presentados primeramente en el sumario) de don…, en
el folio… (En el caso de que se hayan tenido que ver firmas o
escrituras en documentos públicos, como escritos notariales
aperturas de cuentas corrientes, cheques, etc., se detallarán
también y se unirán calcos o fotografías de los mismos, si, no se
hubieran podido unir al sumario.)
Análisis de la grafía dudosa. (Exposición de dicho análisis.)
Análisis de los documentos indubitados. (Ídem.)
Cotejo o análisis comparativo de ambas grafías. (Paso a paso,
siguiendo el proceso analítico, se exponen las analogías y
diferencias, valorando unas y otras, todo lo cual sirve de base
para la tercera parte o
(3. ° Conclusión del informe.)
(Antes de las conclusiones, y después del análisis comparativo,
se pone esta cláusula introductora :)
Por todo cual los peritos que suscriben llegan a las siguientes
CONCLUCIONES (o Conclusión).
(Viene luego la fórmula final:)
Es cuanto tienen el honor de informar
en…………………………….... a… (Letras)…
de…………………..…de…..…… (Letras)..........
Firmas y rúbricas de los peritos.)
_______________________________

Esta forma completa de informe pericial, extremadamente larga,


como se ve, pues comprende dos análisis completos y uno
comparativo, se puede reservar para casos de importancia o muy
difíciles.
En la práctica se puede simplificar considerablemente, pasando
por alto o citando de pasada aquellas analogías y diferencias que
carecen de importancia, para ceñirnos exclusivamente a aquellas
122
que son verdaderamente esenciales en el descubrimiento de la
autenticidad del escrito, y aun se puede simplificar más,
limitando el informe al cotejo y comparación de las grafías.
Pero no debemos olvidar que la simplificación en la redacción
del informe no debe suponer la simplificación del análisis. Este
debe ser siempre completo y profundo, hasta llegar a una
convicción plena, si se puede. La exposición del informe es lo
de menos, aunque debe ser lo suficientemente extenso y
razonado para que los demás se den cuenta del porqué de
nuestra convicción.
Después de presentado el informe, viene la ratificación, la cual
suele hacerse, para evitar pérdidas de tiempo, al mismo tiempo
que la presentación del informe.
Y así termina, generalmente, la misión del perito, a menos que
el juez precise la prueba oral, ya sea para esclarecer él mismo
determinados puntos del informe, ya para aclarárselos al
abogado de la parte perjudicada legalmente con dicho informe y
rebatir las posibles objeciones,

QUINTA PARTE
CAUSISTICA.
Vamos a exponer a continuación unos cuantos casos prácticos,
no muy numerosos ciertamente, pues no permite mayor
extensión el presente Manual; pero han sido seleccionados de
nuestro archivo particular, recogiendo la mayor variedad posible
de entre los publicables.
Seguramente llamará la atención del lector el hecho de que en la
mayoría de los casos presentados sólo ofrecemos calcos, los
cuales adolecen de los defectos inherentes a los mismos,
especialmente en los grandes movimientos de las rúbricas. Mas
aquí no tratamos de resolver los casos, ya resueltos a la vista de
los originales; sólo pretendemos servirnos de ellos para fines
puramente demostrativos. Si alguna proposición mantenida no
se apreciase perfectamente en los calcos, sepa el lector que esto
es debido a la deficiencia de los mismos.
Hechas estas observaciones, pasemos directamente a la
exposición de los casos. Estos comprenden:
I. ° Imitación.
2. ° Disimulo de la propia grafía.
3. ° Disimulo mediante escritura tipografiada.
123
4. ° Escritura auténtica evolucionada.
5. ° Testamento ológrafo.
6. ° Escrito mecanografiado.

PRIMER CASO.
Tratase de una firma puesta sobre un recibo, de cuya
autenticidad se duda. La persona a quien debería corresponder
niega su trazado. Véase la firma dudosa:

Figura 49.
Para su comparación tenemos siete firmas indubitadas de la
persona a quien debería corresponder la firma dudosa, como las
siguientes:

Figura 50.
A primera vista se aprecia un notable parecido entre la firma
dudosa y la indubitada. Verificado el análisis y cotejo de una y
otras se aprecian, sin embargo, los siguientes, contrastes:
Firmas indubitadas. Acentuado carácter filiforme, especialmente
en el nombre, con marcada inclinación izquierda de los trazos
magistrales de las "n", "i", "o".
Firma dudosa. Escritura más marcada o perfecta, perdiendo su
carácter filiforme; trazos magistrales con tendencia a la derecha.
Firmas indubitadas. Angulosidad marcada.
Firma dudosa. Curvas inferiores más amplias, especialmente en
la "M" inicial del apellido.
Firmas indubitadas. Bucle Terminal de la "A" para enlazar con
la "n" siguiente, formando un óvalo más ancho que alto, en
todos.

124
Firma dudosa. El mismo bucle, más alto que ancho.
Firmas indubitadas. La palabra Antonio es siempre más larga
que la palabra Marcos.
Firma dudosa. La palabra Antonio es más corta que Marcos.
Firmas indubitadas. El trazado general de ambas palabras es
recto en la caja del renglón.
Firma dudosa. El apellido Marcos toma una clara dirección
ascendente.
Sin entrar en más detalle, se aprecia, pues, entre la firma dudosa
y las indubitadas una variación de forma, caja del renglón,
angulosidad, inclinación, dimensiones y proporcionalidad, por
lo que podemos afirmar que la firma dudosa es una imitación de
la firma indubitada.
SEGUNDO CASO.
Se nos presentan dos firmas, a y b; en apariencia, su autor es M.;
pero éste acusa a F., el cual, a su vez, dice que las trazó M. Se
trata de averiguar quién dice la verdad.

Figura 51
He aquí. Las firmas dudosas, haciendo la observación de que la
firma a está repetida, sin rúbrica, debajo de la misma.
Como escritos indubitados se tienen firmas y cuerpo de,
escritura hechos en el Juzgado y firmas y cuerpos de escrituras
hechos en presencia de los peritos de M y de F. Véase la firma y
palabras tomadas de los cuerpos de escritura de M.

Figura 52
Véase la firma y palabras tomadas del cuerpo de escritura de F.:
125
Análisis y cotejo. Al hacer el análisis de las dos firmas dudosas,
llama la atención el gran parecido exterior o formal

Figura 53.
Entre ambas, pero con la diferencia sustancial que mientras la
firma a está hecha con soltura y rapidez, la firma b está trazada
con premiosidad acusada, induciendo, en el primer momento, a
la sospecha de que esta última sea una imitación o calco de la
primera.
La posibilidad de imitación resulta extraordinariamente torpe en
el apellido "Martínez", mas se contradice con la soltura de la
rubrica, pese a la interrupción en el trazado de la misma, tanto
en el movimiento inicial como en el trazado horizontal final.
Esta torpeza imitativa de las letras se contradice igualmente con
el logro admirable de la proporcionalidad. Véase la extensión de
"artínez" y de la rúbrica, asombrosa de parecido en su forma
general, en su iniciación y terminación con la firma a.
Todo esto, que hace sospechosa la posibilidad de imitación
sirve, en principio, para fundamentar la posibilidad de calco,
especialmente en cuanto al "artínez" se refiere; mas esta
posibilidad se debilita al observar la "M" inicial, que no se
parece en nada, y resulta inadmisible en el trazado de la rúbrica,
pues consideramos imposible realizarla por calco con la soltura
que revela.
Existen, pues, graves razones para no aceptar ninguna de las dos
posibilidades apuntadas, por lo cual cabe otra tercera
posibilidad, o sea que la firma b haya sido trazada también por
la que trazó a, pero disimulando. Esta tercera posibilidad tiene a
su favor la coincidencia de soltura revelada por la firma a, en
general, y la rúbrica de la firma b, así como la coincidencia en la
proporcionalidad.
Después de realizar el cotejo de la firma a con las firmas y
cuerpos de escritura de M. y F., se debe rechazar de plano y de
una manera absoluta que dicha firma haya podido ser trazada

126
por F., pues, además de la absoluta discrepancia formal entre
ambas grafías, existe-una diferencia esencial: la firma a es,
indudablemente, de mano experta, mientras que la grafía de F.
es inexperta.
No ocurre lo mismo con el cotejo de la firma a con la firma y
cuerpo de escritura de M. Es cierto que la firma dudosa, y
especialmente la rúbrica, difieren exteriormente de las firmas
indubitadas de M., y que la "M" inicial y su enlace con la letra
siguiente son distintos; pero hay tal número de coincidencias
notables en la angulosidad, proporcionalidad, posición de la
tilde de la "t" y del punto, formación del grupo característico
final "ez" y reflejo final de la rúbrica de ambas grafías, que
tenemos qué atribuirlas a la misma mano.
El cotejo de la firma b con los escritos de M. y F. no permite
atribuirla con certeza a ninguno de los dos. Pero al comparar las
dos firmas a y b dejamos anotada la posibilidad de que la firma
b fuera un disimulo por el autor de la firma a y los graves
fundamentos de esta posibilidad. Por todo esto, podemos llegar
a las siguientes conclusiones:
1. ª La firma y rúbrica a corresponde, indudablemente, a la
grafía de M, aunque no se parezca, en su forma externa, a su
firma habitual.
2. ª La firma b no se puede atribuir con certeza a ninguno de los
dos, aunque cabe la posibilidad bien fundada de que haya
podido ser trazada por M desfigurando la manera de firmar en a.
TERCER CASO.
Se trata aquí de un anónimo trazado con escritura tipografiada
correspondiente a dos cartas y sus sobres, y del que se
reproducen, a continuación diversas palabras y letras. (Véase
fig. 54.)

Figura 54
127
Como elemento indubitado se ha dispuesto de un cuerpo de
escritura, trazado a presencia del Juzgado, en letra corriente y
tipografiada, del que también reproducimos algunas palabras y
letras. (V. fig. 55.)

Figura 55.
Tratase, pues, de un caso de disimulo en el que el autor procura
escudarse bajo el enmascaramiento que supone de por sí la
escritura tipografiada. Esta clase de escritura tiene la
particularidad de que sus formas son muy simples ó elemen-
tales, por lo que existe una gran similitud formal entre escritos
tipografiados de muy diversas personas.
En este caso debe el perito tener en cuenta otros factores. Por un
lado, el autor anónimo, no sólo procura escudarse en la forma
tipografiada, sino que también, muy frecuentemente, procura
modificar lo más aparente de su grafía, es decir, su forma
externa, en el acto de extender el cuerpo de escritura ante el
Juzgado.
Por eso, en este caso, como en todos los de disimulo en general,
el perito no debe dejarse influir por la aparente desemejanza
formal de los escritos, sino que debe fijarse particularmente en
las formas peculiarisimas, si existen, en el movimiento en
general, en la proporcionalidad y en los automatismos o reflejos
(idiotismos).
Hechas estas observaciones, pasemos al estudio pericial.
Estudio de los anónimos. Como sería prolijo e innecesario
extenderse en la descripción de todas las formas literales, nos
limitaremos a hacer resaltar aquellas peculiaridades del grafismo
más interesantes.
A. sí las "A", aunque conformes con el triple movimiento o
levantamiento de pluma normales en esta letra, ofrecen unas
peculiaridades gráficas muy curiosas. Unas veces, los trazos
oblicuos son rectos, pero la mayor parte de las veces el segundo
128
trazo oblicuo tiene una curvatura especial que, alejándole
abiertamente del otro en el ti primer momento, desciende luego
con tendencia a no separarse mucho del mismo, lo que le da un
aspecto curvo. Otras veces los trazos oblicuos, en vez de formar
el ángulo normal de unión, forman casi dos ángulos rectos,
mediante un trazo horizontal de unión.
Las "D" comienzan con el trazo vertical normal y la curvatura
característica de esta letra se inicia junto al comienzo del trazo
vertical, para completar su trazado con tendencia a desbordar al
mismo por la parte inferior hacia la izquierda. Pero aun es más
curiosa la tendencia a formar esa curva en forma de parábola
con el vértice hacia la mitad superior de dicha curva.
Las "E" están trazadas en tres tiempos: trazo vertical `con
horizontal inferior (una L) y luego los otros dos trazos
horizontales medio y superior. En algunas "E" se nota una gran
regularidad en el trazado de los rasgos horizontales, tanto en su
correlación como en su paralelismo y dimensión; pero en otras
se aprecia una curiosa tendencia a curvar dichos trazos, a veces
en direcciones contrarias, y a aproximarse el trazo medio al de
arriba o al de abajo.
Las "G" son notables, porque presentan una doble peculiaridad.
En primer lugar, se inicia como si se tratase de formar una "I",
mas, al llegar a la parte inferior, forma una curva más o menos
amplia, la cual, una vez iniciado el movimiento ascendente que
la debía completar, tuerce bruscamente hacia el interior de la
letra, en curva más cerrada, para cambiar al pronto de dirección
y escaparse hacia la derecha, después de formar un ángulo
entrante. Esta letra se completa luego, por la parte superior,
como si se tratase de una "E".
Las "N" están trazadas, generalmente, en dos tiempos, aunque
no faltan algunas en tres, trazando primero el palote inicial y
completándola con los otros dos trazos en un solo movimiento,
corno si fueran una V. La peculiaridad más acusada es la
tendencia a verificar este segundo movimiento iniciándolo sobre
el trazo primero, un poco más abajo de su comienzo.
Las "O" conservan, en general, unas características similares,
cerrándose muy arriba y hacia la izquierda y estableciendo, en
general, un leve contacto al comienzo y fin del óvalo. La misma
observación vale para las "Q", las cuales se trazan como una
"O", completada luego con el rabillo característico de la "Q",
129
trazado firmemente de arriba abajo y hacia la derecha, y
arrancando unas veces del interior del óvalo, parte inferior
izquierda, y otras lo cruza o es tangente al mismo.
Como sería interminable continuar con el estudio de las demás
letras del alfabeto, y teniendo en cuenta que se llevan recogidas
ya buen número de peculiaridades, tanto de forma como de
movimientos, veamos ahora algunos automatismos curiosos.
Fijémonos, por ejemplo, en los trazos verticales y en los
horizontales. En los trazos verticales y oblicuos de casi todas las
letras hay una peculiaridad personalísima: el trazo descendente
libre termina, generalmente, en un arpón, a veces levísimo. Una
cosa parecida ocurre con los trazos horizontales. Su tendencia a
iniciarse y terminarse en arpón es manifiesta. En estos trazos
horizontales se nota también una marcada tendencia a la
ondulación.
Grafía indubitada y cotejo. E1 cuerpo de escritura indubitado
consta de dos partes distintas: normal y tipografiada. La
primera, o cursiva, ofrece poco interés, por lo que fijaremos
especialmente nuestra atención en el trazado tipografiado. Este
presenta, con respecto a la escritura anónima, una mayor rapidez
y desorganización, como si se hubiera trazado de cualquier
manera, y con inclinación derecha.
Algunas "A" están trazadas de manera diferente a como
aparecen en el anónimo; pero la mayoría corresponden a las del
mismo, tanto en su forma angulosa corno en la cuadrada.
Las "D" son más movidas y rebasan el trazo vertical por, la parte
inferior, hacia la izquierda, más ampliamente que en las
dudosas, mas su curva parabólica corresponde plenamente con
éstas.
Las "E" están trazadas en tres tiempos, exactamente igual que en
las dudosas. Sus trazos horizontales ofrecen, corno éstas, las
mismas características de curvatura y posición entre sí.
Las "G" están trazadas en un solo tiempo, y no en dos, corno en
las dudosas. En cambio, la forma peculiar final se repite
exactamente en algunas de ellas.
Idénticas semejanzas de ejecución encontraríamos en el estudio
de las restantes letras, con excepción de la "U", que en la
escritura indubitada es siempre de forma cuadrada, mientras que
en la dudosa aparece siempre en forma de “V” aunque con el
vértice un poco más redondeado.
130
Pasemos ahora a los automatismos o reflejos.
La escritura indubitada ofrece la misma característica de
escritura arponada, tanto en los trazos verticales libres como en
los trazos horizontales y aun en algunas tildes de las "t" de la
escritura cursiva.
Por todo lo anteriormente expuesto, se llega fácilmente a la
conclusión, firmemente sustentada, de que ambas grafías han
sido extendidas por la misma mano.
CUARTO CASO.
Este caso se refiere a una pensionista, que cobró su pensión
desde 1935 a 1937, en que fue dada de baja, por no cobrar, pues
residía en el extranjero. Posteriormente, en el año 1953, solicita
la rehabilitación de la mencionada pensión; pero como, por
consecuencia de la guerra de liberación, la Administración
carece de datos que indiquen si efectivamente llegó a cobrar la
interesada dicha pensión y hasta cuándo se le hicieron efectivos
sus haberes. El habilitado que la representa exhibe un recibo de
liquidación de haberes en 6 de junio de 1937, con la firma de la
interesada. (V. fig. 56.)

Figura 56.
Al ser cotejada dicha firma con la que aparece en la instancia de
rehabilitación y con las estampadas en diferentes documentos
consulares en los años 1950 y 1951, la Administración tiene sus
dudas sobre la autenticidad de la firma del recibo, y consulta al
archivero del centro. Véanse a continuación las firmas
indubitadas recientes. (Fig. 57.)

Figura 57.
Entre la firma del recibo y las demás firmas indubitadas existe
una diferencia de trece, catorce y dieciséis años, res-
131
pectivamente. Esta diferencia de edad o tiempo entre los escritos
es un grave inconveniente para realizar el análisis grafocrítico,
por cuanto el escrito, aunque reflejo de la psique, está
supeditado a la tonalidad general, y ésta puede variar con el
tiempo.
En el presente caso existe una diferencia notable entre la firma
dudosa y las indubitadas, que hacen sospechosa la primera a
simple vista, lo que justifica plenamente el recelo de la
Administración. Sin embargo, un examen más profundo permite
descubrir entre ellas una perfecta correspondencia en aquellos
elementos del grafismo más ligadas a la psique, como son la
proporcionalidad, los reflejos iniciales y finales, tanto en el texto
de las firmas como en las rúbricas y en el movimiento en
general, especialmente en las mayúsculas.
Estas notables y esenciales coincidencias permiten en este caso,
por si solas, inclinarse fuertemente en favor de la legitimidad del
recibo. Pero, con el fin de llegar a una conclusión más firme, es
necesario proveerse de escritos coetáneos. Así se hizo, por lo
que en el expediente de pensión de la interesada aparecieron dos
instancias firmadas de puño y letra de la interesada, en 15 de
febrero de 1935 v 22 de junio de 1935, en las que solicita
pensión y apertura de información testifical. (V. fig. 58.)

Figura 58
Cotejadas estas dos nuevas firmas con la dudosa del recibo, se
aprecia inmediatamente la perfecta coincidencia entre ellas en
todos sus elementos, como puede verse fácilmente en los
mismos calcos que se presentan. En vista de lo cual, no cabe
duda alguna sobre la autenticidad de la firma del recibo del año
1937.
QUINTO CASO.

132
Este caso se refiere a un testamento ológrafo. El presunto autor,
que tiene otorgados varios testamentos abiertos, sustancialmente
iguales entre sí, redacta a los diez días de la fecha del último de
ellos testamento ológrafo, según parece desprenderse por el
presentado ante el Juzgado al ocurrir su fallecimiento, en el cual
modifica en sustancia sus disposiciones anteriores. Véase a
continuación el documento presentado como tal testamento
ológrafo.

Figura 59.
La familia se alarma, y como ha apreciado en el citado
documento ciertas anomalías, visibles hasta para personas no
peritas, acude en consulta a nosotros. Contestamos que nada
podemos decir mientras no se nos presente escritura abundante
y, a ser posible, coetánea, del citado señor. En consecuencia, se
logró disponer de una gran masa de documentos, cartas en su
mayor parte, desde nueve años atrás hasta unos meses después
del discutido testamento ológrafo, pero con un "lapsus" de más
de tres años, concretamente desde abril de 1948 a septiembre de
1951, época en que, por serias dificultades físicas, el señor no
escribe, sino que dicta sus cartas. V. Fig.60 (a y b).
El material indubitado recogido sirve para apreciar la iniciación
de un proceso de decadencia, agudizado en 1948, que le lleva a
la tumba, y de cuya representación gráfica quedan prácticamente
los dos extremos: una carta de abril de 1948

133
Figura 60 (a).

Figura 60 (b).
Y otra de 1. ° de septiembre de 1951, pero sin que queden, por
la razón expresada, eslabones de dicho proceso de decadencia.
(V. Figs. 60-c y 22.)
A falta de estos eslabones podemos, sin embargo, darnos
perfecta cuenta del proceso físico que conduce desde la carta de
1948 a la del 1° de septiembre de I951. Se trata de un caso de
hipertensión y hemiplejia, ya iniciada antes de la primera de las
cartas indicadas, complicadas con ataxia locomotriz. Esta carta
última presenta los caracteres típicos del ataxico: torturada,
vacilante, imprecisa, desorganizada, óvalos poliédricos y
disminución de las distancias entre palabras, e incluso fusión de
unas con otras, así como la omisión de letras. En resumen, se ve
en ella la culminación

Figura 60 (c)
De un lento proceso de ruina física, durante el cual las va-
riaciones no se aprecian fácilmente cada día, ni aun en pocos
134
meses, por lo que es lógico suponer, a falta de documentos
auténticos coetáneos con el del testamento ológrafo, 23 de abril
de 1951, que, dentro de este proceso lento, tanto las condiciones
físicas del interesado como su expresión gráfica serían muy
similares en esos cuatro meses que median entre el documento
dudoso y la última carta autógrafa.
Aparte de ese proceso de decadencia, la escritura indubitada, tal
como aparece en la correspondencia auténtica desde 1942 a
1948, corresponde a una escritura menuda, rebajada, inhibida,
perfilada, semiligada y rápida, características que permanecen
invariables en todos los escritos indubitados. La escritura
auténtica de 1951 (septiembre) conserva, pese a las tremendas
alteraciones fisiológicas, parte de sus características generales,
pues sigue siendo menuda, rebaja, inhibida y semiligada. (V.
Fig. 22.)
Al hacer el estudio de la escritura dudosa de abril de 1951,
encontramos en ella una serie de anomalías chocantes:
1ª Contraste entre los cinco primeros renglones y el resto del
documento. En aquéllos, la escritura aparece de mayor tamaño y
los renglones se desorganizan de tal modo que llegan a
confundirse unos con otros. A partir de la quinta línea, aunque la
escritura sea en conjunto de mayor tamaño que el de la escritura
de septiembre de 1951, es menor que en los renglones
anteriores, con más abundancia de letras pequeñas. En estas
ultimas líneas, el ductus es también mas normal y más en
consonancia con la carta de septiembre.
2ª Estos cinco primeros renglones ofrecen un leve matiz más
pálido que el resto. Este matiz no se aprecia en el original, pero
sí lo registra la sensibilidad del bromuro en las copias
fotográficas.
3ª Existen en estos cinco primeros renglones unos escapes o
fugas y hundimientos de pluma de todo punto anormales, los
cuales reflejan, o un extremo decaimiento físico, 0 un estado de
obnubilación, o una lucha entre dos voluntades no
perfectamente concertadas, una de ellas impotente y que decae
irremisiblemente al menor abandono de la otra. Debemos hacer
constar que este grave síntoma no aparece a partir de la quinta
línea, ni en la carta posterior auténtica de septiembre de 1951.

135
4ª La letra pequeña, normal y constante en todos los documentos
indubitados, se hace aquí grande.
5ª La casi ilegibilidad de la carta de septiembre de 1951 se
convierte aquí en perfectamente legible.
6ª El sangrado de margen a la derecha en comienzo de escrito de
las indubitadas es aquí a la izquierda.
7ª La desorganización del margen izquierdo del documento de
septiembre de 1951, acorde con la desorganización general del
escrito, no se acusa en los cinco primeros renglones del dudoso,
cuando precisamente en éste la desorganización de los renglones
es mucho mayor.
8ª Existen dos movimientos reflejos inusitados en la grafía
indubitada: la tilde a la izquierda de la palabra testamento de la
tercera línea y la rectificación del bucle de la "1" en el artículo
"la "de la quinta línea. La tilde a la izquierda no se da jamás en
los documentos indubitados, ni tampoco la rectificación del
bucle de la "1", pues en la escritura normal indubitada, aun antes
de la agravación del proceso morboso, las "1" suelen ser ciegas,
sin que jamás exista intento de rectificación. Además, en la
ataxia se rehuyen precisamente las rectificaciones.
9ª Además, las condiciones físicas en que se encontraba el autor
en septiembre de 19,51, reflejadas en su escritura, son tales que
entrañan una dificultad, mejor dicho, una imposibilidad física,
de todo movimiento rápido. Las condiciones físicas en abril del
mismo año, dada la índole de la enfermedad, serían,
aproximadamente, idénticas a las de septiembre; es decir, existe
la imposibilidad física de movimientos rápidos y desenvueltos.
Estos movimientos ágiles y rápidos existen, sin embargo, en el
documento dudoso, como pueden apreciarse a la simple
observación, y con más frecuencia en los cinco primeros
renglones, en los que, por su mayor desorganización y acusados
y frecuentes signos de depresión ya señalados, la grafía, en
general, debería, lógicamente, haber empeorado.
En resumen, vemos en el escrito dudoso una contradicción
manifiesta entre el exceso de desorganización y los frecuentes
signos de abatimiento de los cinco primeros renglones, con la
perfección formal del conjunto del grafismo de esos mismos
renglones.
Existe una imposibilidad de índole somática para que el autor
pueda realizar ese escrito por sí solo, con la soltura que revelan
136
esos cinco renglones en general, y determinadas palabras en
particular.
Aparte de las anteriores consideraciones, es también curioso
observar que todo el documento está en primera persona,
excepto un "hallándose" en la primera línea. La "y" por "lle" es
inusitada en la grafía indubitada; pero esta tercera persona, ¿no
parece indicar otra persona que interviene en la redacción de
dicho documento?
Por todas las consideraciones' antedichas, creemos que el
documento dudoso en cuestión es un caso claro de mano guiada,
acompañado de un acusado grado de obnubilación en los cinco
primeros renglones y con gran predomino de la grafía del
llevador.
SEXTO CASO.
Escritura mecanografiada.
En la parte correspondiente a los problemas que se le pueden
presentar al grafocrítico, tratamos de la escritura tipográfica o
mecanografiada y de los principios generales para su análisis.
Ahora ofrecemos tres escritos a máquina, tomados al azar, sin
más precaución que dos escritos fueran de la misma marca. El
análisis deberá consistir en averiguar si pertenecen o no a la
misma máquina.

Figura 61 (a)
En los escritos mecanografiados rara vez es necesario llegar a
un examen exhaustivo, como con frecuencia ocurre en la

137
escritura manuscrita. En estos escritos, basta generalmente un
examen somero para llegar a una conclusión cierta. Veamos.
En el escrito primero, las "r", "d" y "o" tienen formas muy
curiosas y anómalas. La "r" parece limada en el comienzo del
trazo magistral, y el rabillo final está corno partido y desciende
muy bajo. La "d" tiene el óvalo abollado hacia adentro y la "o"
tiene el mismo defecto en la curvatura de la derecha. (V. Fig. 61-
a.)
Además la caja del renglón no es rectilínea; lo impiden las "a",
que siempre descienden un poco con respecto a las demás letras.
El acento no toca a la letra y está a caballo sobre el eje de la
misma.
En el escrito segundo no se dan las anomalías señaladas en las
“r" "d" y "o", letras que podemos considerar en este escrito
prácticamente perfectas. (V. Fig. 61-b)

Figura 61 (b)
La caja del renglón es más recta que en el escrito primero; las
"a" no descienden como en aquél, aunque sí lo hacen las "I", las
cuales casi no alteran la regularidad del renglón, por su menor
frecuencia. El acento está un poco más retrasado; mejor dicho,
adelantado hacia la derecha de la letra, y además toca a ésta.
La escritura de ambos está trazada a tres espacios; las distancias
interlineales deberían ser iguales, pero no ocurre así, como
puede verse por la reglilla. El escrito uno es más espaciado que
el dos.

138
A simple vista podríamos seguir encontrando más
peculiaridades, y no digamos nada si utilizáramos el
microscopio.
Mas estas pequeñas observaciones bastan para afirmar de una
manera terminante que los escritos uno y dos son de distinta
máquina.
Tomemos ahora el escrito número tres. Se trata,
indudablemente, de una máquina en mejor estado, pues carece
de las irregularidades de las “r”, “b” y “o”, asi como de las “a” y
“l”; es decir, sus tipos son perfectos y la caja del renglón
también. Esto sólo es suficiente para afirmar que se trata de
máquina distinta a las dos anteriores. Pero ampliemos un poco
más la observación y nos convenceremos más plenamente. (V.
Fig. 62.)

Figura 62
En efecto, el escrito tres tiene tres particularidades que la hacen
totalmente diferente de los otros dos. Estas particularidades son:
La sílaba vi de "vivida" está enlazada, es decir, el trazo oblicuo
de la v se une a la i mediante los rasgos complementarios
horizontales que se fusionan.
El acento esta netamente desplazado hacia la derecha, mucho
más que en el escrito dos.
Cada línea del verso ocupó en este escrito mayor extensión que
en los otros dos puede verse por la reglilla.
Todo esto no hace sino confirmar lo dicho anteriormente, o sea,
que este tercer escrito procede de distinta máquina.

139
En resumen, pues: los tres escritos mecanografiados son de
distinta máquina. Esta es la conclusión a que nos lleva el
análisis realizado. Conclusión conforme con la realidad, pues
los dos primeros escritos son de dos máquinas " Royal "
distintos, y el tercero corresponde a una "Hispano Olivetti”.
Lexicón 80.

APENDICE
LA GRAFOCRITICA EN LA LEGISLACIÓN ESPAÑOLA
Novísima Recopilación. (L. VIII Tít. I, Ley VI).—"Todos los
que pretendan obtener títulos de lectores de letras antiguas en el
Reyno serian examinados por los tres examinadores y
visitadores generales, haciéndoles leer de cuantas especies de
letras antiguas manuscritas se conservan y se conocen en él, y
preguntándoles acerca de la inteligencia de las reglas que son
precisas para la debida instrucción de la diversidad de
caracteres, con lo demás que juzguen oportuno, según lo han
ejecutado antecedentemente en los exámenes que han hecho por
encargo y comisión del Consejo."
1844. R. O. de 5-9. —Declara libre la profesión de revisores de
letras entre los que tengan el título de profesor de Instrucción
primaria elemental o superior.
1857. Ley de 9-9. —Suprime la enseñanza de revisores de
letras, quedando éstos sustituidos por los graduados en la
Escuela Superior Diplomática.
1865. R. O. de 9.5.—"No reconociendo la Ley de 9 de
septiembre de 1857 la enseñanza de revisores de letras antiguas,
y habiendo sustituido a ésta la que en mayor extensión y con
mayores conocimientos se da en la Escuela Superior de
Diplomática, S. M. la Reina (que Dios guarde), conformándose
con lo propuesto por la Junta Superior directiva de Archivos y
bibliotecas del Reino, y de acuerdo con el dictamen del R.
Consejo de Instrucción Pública, se ha servido mandar lo
siguiente: 1° El título de aptitud para archivero-bibliotecario
obtenido en la Escuela Superior de Diplomática, es profesional.
2° Cuando los tribunales, la Administración o las personas
particulares necesiten pruebas periciales, en cualquiera de los
140
ramos que abran la enseñanza de dicha Escuela, habrán de
valerse de personas que pasean el indicado titulo corno
competentes, según la regla z' del artículo 30,3 de la Ley de
Enjuiciamiento civil, salvo los derechos que en materias
paleográficas puedan asistir a los revisores y lectores de letra
antigua, hasta la extinción de esta clase."
1871. R. O. de 13-2. —"He dado cuenta al Rey (Q. D. G.) de
una instancia promovida por varios empleados del Archivo
Central de Alcalá de Henares con objeto de que se decida de una
manera que no deje lugar a duda, si el titulo de archivero
bibliotecario y anticuario les da aptitud pericial para examinar
documentos modernos, del mismo modo que para revisar letras
antiguas. En su virtud, y considerando que el expresado título
expedido por la Escuela de Diplomática supone el estudio de la
Paleografía General y Critica, en cuya asignatura está
comprendida la enseñanza de la Historia de la Escritura, no
menos que la de los caracteres extrínsecos e intrínsecos de los
documentos antiguos y modernos; Su Majestad, de acuerdo con
lo consultado por la Junta de Archivos, Bibliotecas y Museos, se
ha servido declarar que los archiveros, bibliotecarios y
anticuarios, que en virtud de la R O. de 9 de mayo de 1865 han
sustituido a los revisores de letras antiguas, tienen, en su
consecuencia, la misma aptitud legal que a éstos concedía la Ley
6ª, Tít 1º, L. 8ª de la Novísima Recopilación para informar y
declarar en los Tribunales como peritos, no sólo en letras
antiguas, sino en las modernas y corrientes, con más
competencia que los maestros de primera enseñanza, por la
mayor extensión y profundidad de los conocimientos que
adquieren y académicamente han probado."
1887. R. O. de 24-3. -(Motivada por los antiguos revisores de
letras). "No se trata de aquilatar el grado y forma en que se dan
las enseñanzas paleográficas y caligráficas en la Escuela de
Diplomática, o en cualquiera otra de las que la Nación sostiene,
sino de una pura competencia profesional entre revisores y
archiveros, competencia en que han intervenido ya los
Tribunales de Justicia y no puede resolverse con el solo criterio
de la legislación de Instrucción Pública vigente, sino que ha de
tenerse muy en cuenta el uso y práctica corriente en los
Tribunales. Ahora bien, esta práctica, apoyada en la R. O. de
febrero de 1871, admite a los archiveros-bibliotecarios como
141
tales revisores, no sólo en letras antiguas, en lo cual nadie les
disputa la autoridad exclusiva, sino también en las modernas y
corrientes. Entiende, sin embargo, el Consejo que ganará mucho
en importancia y prestigio el Cuerpo de Archiveros
absteniéndose totalmente de intervenir en asuntos de índole
nada histórica ni científica, y para los que de ningún modo se
requiere la sólida instrucción paleográfica recibida en la Escuela
de Diplomática. Hay una diferencia profunda entre el trabajo del
perito calígrafo y el del archivero, cuya ocupación predilecta y
constante son las escrituras y diplomas de remotos siglos.
Igualmente estima que la aplicación de las disposiciones
vigentes sobre la materia incumbe tan sólo a los Tribunales de
Justicia, como hasta ahora se ha venido haciendo, y si con
arreglo a este criterio no es posible resolver la competencia
entre archiveros y revisores, convendría en adelante deslindar
claramente las atribuciones de unos y otros puesto que en la
practica de los tribunales habrán de ocurrir casos muy frecuentes
en que, no bastando el auxilio ordinario del perito calígrafo, de
quien podemos decir que posee el arte de la escritura, habrá de
acudirse al archivero-bibliotecario, poseedor de la ciencia de la
escritura.
1899. R. O. 5-10. -Ministerio de la Guerra. Sobre pago a peritos
del capítulo de "Gastos diversos e imprevistos" (D. O. núm.
221).
Código de Justicia Militar: Art. 494. -"Los peritos podrán
reclamar los honorarios o indemnizaciones que les correspondan
cuando no tengan, en concepto de peritos, retribución fija por el
Estado, Provincia o Municipio.
1905. R. O. 23-8. -Circular del Ministerio de la Guerra, dictando
reglas para el abono de honorarios a los peritos y demás
individuos del orden civil que hayan de practicar algún
reconocimiento facultativo o pericial en procedimientos
militares.
1913. R. O. de 5-2. -Resultando que don………..ha solicitado
de este Ministerio que como aclaración a las RR. 00. de 13-2-
1871 y 24-3-1887, se declare que los archiveros, bibliotecarios y
anticuarios tienen aptitud pericial con preferencia a los maestros
de primen enseñanza para informar ante los Tribunales de
Justicia, no sólo en letras antiguas sino en las modernas y
corrientes, que carecen de titulo profesional y de aptitud pericial
142
para ser revisores de firmas y papeles sospechosos y que
solamente lo ostentan los qué, cual el solicitante, son profesores
de caligrafía por oposición de los Institutos y Escuelas
Normales, fundándose en que se trata de profesiones distintas,
una la de revisores de letra antigua y otra la de revisores de
firmas y papeles sospechosos, según se ha considerado en varias
disposiciones legales anteriores a la R. O. de 13 de febrero de
1871, que no faculta tampoco a los archiveros para ejercer la
segunda de dichas profesiones, exclusiva de los profesores de
caligrafía, cuyo titulo profesional les da competencia, practica y
critica, acerca de la materia.
Resultando que pasado el expediente a informe de la Junta
facultativa de Archivos, Bibliotecas y Museos, lo ha admitido en
el sentido:
1° De que la aplicación de los textos legales que regulan la
materia, es atribución exclusiva de los tribunales de justicia, los
cuales, conforme al principio de libertad probatoria en que se
inspiran nuestras leyes procesales, son los encargados de
designar en cada caso las personas que por razón de su profesión
u oficio hayan de asesorarles como peritos sobre los extremos
que estimen oportunos en las prácticas de las pruebas judiciales;
2º De que aún en el supuesto de que la disposición que se
interesa pudiera tener eficacia jurídica, debería dictarse en
sentido opuesto al que se pretende por el exponente, en armonía
con lo declarado en los preceptos legales que en su favor alega
en los que clara y terminantemente se reconoce la superioridad
de los archiveros-bibliotecarios, respecto a los maestros.
3° Y de que así lo aconseja a su vez la sana doctrina científica,
según la que, el conocimiento de la Paleografía y de la
Diplomática no sólo supone las primordiales de los elementos
integrantes de la escritura moderna, únicos de la competencia
del profesor calígrafo, sino los verdaderamente científicos y
superiores de la Gramatografia y signos gráficos en general de
las diversas épocas históricas, caracteres intrínsecos y
extrínsecos de los documentos, materias e instrumentos
escriptorios, y en síntesis, cuantas de naturaleza superior, pan la
mayor ilustración de esta clase de peritos, comprenden las
referidas ciencias:
1° Considerando que si bien a los Tribunales de Justicia
corresponde el nombramiento de peritos. en las contiendas de
143
carácter judicial, debiendo recaer la designación, conforme al
artículo 615 de la Ley de Enjuiciamiento Civil, en quienes
tengan titulo de tales en la Ciencia o Arte a que pertenece el
punto sobre el que han de dar su dictamen, si su profesión está
reglamentada por las Leyes o por el Gobierno, y únicamente, en
su defecto, en personas entendidas o prácticas, precepto
contenido en los artículos 457 y 438 de la Ley de
Enjuiciamiento Criminal, que dicen son peritos titulares los que
tienen titulo oficial de una ciencia o arte cuyo ejercicio está
reglamentado por la Administración, y que los jueces se valdrán
de peritos titulares, con preferencia a los que no tuvieren título,
es indiscutible que al ramo de Instrucción pública ha competido
y compete determinar, precisamente, cuanto se relaciona con la
competencia técnica y título profesional que le acredite para
hacer peritaciones caligráficas;
2° Considerando que la R. O. de 13 de febrero de 1871, dictada
por el Ministerio de Fomento, y conforme a la que el titulo de
archivero-bibliotecario expedido por la antigua Escuela Superior
de Diplomática supone el estudio de la Paleografía general y
crítica, en cuyas asignaturas están comprendidas la enseñanza de
la historia de la escritura, no menos que la de los caracteres
intrínsecos y extrínsecos de los documentos antiguos y
modernos, por lo que los archiveros-bibliotecarios, que en virtud
de la Real Orden de 9 de mayo de 1865 sustituyeron a los
revisores de letras antiguas, tienen, en consecuencia, la misma
aptitud legal que a éstos concedía la Ley 6ª, título 1.°, libro 8.°
de la Novísima Recopilación, para informar y declarar en los
Tribunales como peritos, no sólo en letras antiguas, sino en las
modernas y corrientes, con más competencia que los maestros
de 1ª Enseñanza por la mayor extensión y profundidad de los
conocimientos, que adquieren y que académicamente han
probado; fue firme y consentida por no haberse interpuesto
contra ella reclamación alguna, cual lo demuestra que en la R. 0.
De 24 de marzo de 1887, alegada también por el recurrente, se
declaró que la aplicación de. las disposiciones vigentes sobre la
materia, incumbía tan sólo a los- Tribunales de Justicia, por lo
que no era posible resolver la competencia surgida entre los
archiveros y revisores, cuyas atribuciones respectivas
convendría deslindar, si bien añade, en La práctica de los
Tribunales habrían de ocurrir casos muy frecuentes en que no
144
bastando el auxilio ordinario del perito caligráfico, que posee el
arte de la escritura, habría de acudirse al archivero-bibliotecario,
poseedor de la ciencia de la escritura; de donde se infiere que
habiendo creado un derecho en la primera de dichas RR. 00. a
favor de la clase de los archiveros-bibliotecarios, no negado por
la segunda, carece la administración activa del Estado de
facultad para volver sobre sus acuerdos, por haber causado
estado, según se ha declarada, entre otras, en sentencia del
Tribunal de lo Contencioso administrativo de 7-3-1895, 10-3 y
28-9 de 1898, 20-11 y 28 y 30-12 de 1899, y en Sentencias de la
Sala de lo Contencioso administrativo del Tribunal Supremo de
30-9-1911 y a6-6-1g1z, de conformidad con la Ley de 22-
6.1894 (artículo 2°), sobre la jurisdicción contencioso-
administrativa, confirmada por el Consejo de Estado de 5-4-
1904, máxime cuando el conflicto no lo ha suscitado ahora
ningún maestro de 1ª Enseñanza;
3.° Considerando subsidiariamente que al exigir los artículos
615 de la Ley de Enjuiciamiento Civil y 457 y 458 de la
Criminal, vigentes, que los peritos han de tener títulos de tales
en la ciencia o arte a que pertenezca el punto sobre el que han de
dar su dictamen, o titulo oficial de una ciencia o arte cuyo
ejercicio esté reglamentado por el Estado, reconociendo la mitad
de sus honorarios, conforme al artículo 34o de los Aranceles
judiciales, aprobados por R. O. de 4-12-1853, cuando no fueren
archiveros-bibliotecarios con título académico, excluyendo de la
peritación mientras haya titulares a los que carecen de título "ad
hoc", como carecen los profesores de caligrafía de los Institutos
y Normales, que si bien ostentan un nombramiento honroso por
oposición, éste no les da derecho más que a un título
administrativo, necesario a todo empleado público, para los
efectos no más que de posesión, percibo de haberes y cese, no
académico o facultativo, cual lo ostentan los archiveros-
bibliotecarios de la antigua Escuela Superior de Diplomática,
cuyo certificado de aptitud fue declarado profesional por R. D.
de 12 de mayo de 1865, elevado a la categoría de título
profesional: por el articulo primero del R. D. de 12 de marzo de
1897, cuando ya le había dado el carácter de título académico la
Ley de 29 de julio de 1894 y cuyas enseñanzas pasaron a formar
parte de los estudios de las Secciones de Literatura e Historia de
la Facultad de Filosofía y Letras, por mandato expreso del R. D.
145
de 20 de julio de 1900, al reorganizar en dos el entonces
Ministerio de Fomento y crearse el de Instrucción Pública y
Bellas Artes;
4º Considerando a mayor abundamiento que el R. D. de 17 de
agosto de 1901 al crear en su artículo 13 un Cuerpo de
Profesores de Caligrafia, formado por los que lo eran a la sazón
de dicha asignatura en las Escuelas Normales, y con los
individuos que fueron aprobados en las oposiciones que al
efecto se celebrasen, no exigió a éstos para tomar parte en ellas
título alguno profesional o académico, como no lo exigió la R.
O. de 13 de julio de 1902 convocando las oposiciones en que el
reclamante obtuvo plaza, ni les dio más aptitud que la de
desempeñar las cátedras respectivas, siendo su título
administrativo el único documento oficial donde se les
denomina profesores de caligrafia, porque en ningún Centro del
Estado se dan títulos de esta clase, mientras que el artículo 25 de
la Ley de Instrucción Pública de 9 de septiembre de 1857,
dispuso que pertenecen a las tres clases de Facultades y
Enseñanzas Superior y Profesional, las enseñanzas que habilitan
para el ejercido de profesiones determinadas, sin incluir ni
mencionar siquiera la de Caligrafía, ni a los profesores de esta
materia, pero comprendiendo sí, en sus artículos 47 y 59, como
enseñanza Superior y Profesional los de la Escuela de
Diplomática, donde se cursaban, entre otras menos relacionadas
directamente con las peritaciones caligráficas, las asignaturas de
Paleografía general y Paleografía crítica, con el estudio de
Crítica caligráfica y sus ejercicios prácticos;
5º Considerando que ninguna de las citas legales que se leen en
la instancia del reclamante, anteriores a la R. O. de 13 de febrero
de 1871, ya mencionada, ni esta misma, pueden abonar ya su
pretensión, pues que no existiendo aun administrativamente la
clase de profesores de Caligrafia, creada por el repetido R. D. de
17 de agosto de 1901, no podían referirse a éstos, cuya
competencia para practicar reconocimientos judiciales de letras
y firmas sospechosas, no aparece declarada en ningún texto, a
más de que el reclamante no posee título académico alguno,
S. M. el Rey se ha servido desestimar en todos sus extremos la
instancia originaria de este expediente.
De R. O. lo digo a V. I. para su conocimiento y demás efectos.

146
1914. 24.2 -Sentencia del Supremo. Recurrida la R. O. anterior
ante el Supremo, éste se declara incompetente, por lo que queda
en pie lo legislado anteriormente.
1914 27-2. -R O. de Gracia y Justicia por la que se manda a los
Tribunales cumplir lo dispuesto en la R O. de 5-2-1913.
1915. 3-5. —Autos de las Audiencias de Madrid, Sección 2ª,
revocando peritaciones caligráficas realizadas por individuos no
pertenecientes al Cuerpo de Archiveros y mandando que se
realicen por individuos de este Cuerpo, conforme lo manda la
Ley.
1916, 29-9 Ídem de la sección 3ª como anteriormente.
1917. 30-7. -Dictaminando sobre los individuos que tienen
capacidad legal para actuar como peritos calígrafos ante los
Tribunales de Justicia.
Esta R O. viene a decir en sustancia que no sólo los archiveros,
sino todos los que tengan aptitud legal para su ingreso en el
Cuerpo de Archiveros-Bibliotecarios tienen aptitud legal para
actuar como peritos calígrafos en los mimos términos y con
igual derecho y preferencias reconocidas a los titulares de la
suprimida Escuela Superior de Diplomática.
1918. Colección Legislativa del Ejército, núm. 50 —Modifica la
R. O. de 23-8-1903 en el sentido de que se abonen los
honorarios de los peritos que no pasen de 1.500 pesetas, con
cargo al Capítulo II, artículo 2.°, Sección 4ª del Presupuesto, o
al Capítulo I, artículo 2.° de la Sección 1ª
1945. Ley de 17-7-1945. —Código de Justicia Militar. El Título
VIII trata del informe pericial y en capítulo único, artículo 620 a
637 (a. i.) dice lo siguiente:
Art. 635 Los que no siendo militares presten este servicio a
virtud de orden judicial; podrán reclamar los honorarios e
indemnizaciones que les correspondan, cuando no tengan, en
concepto de peritos, retribución fija del Estado, Provincia o
Municipio.
Art. 636. —Los honorarios de los peritos titulares se ajustarán a
sus respectivos aranceles o a las tarifas o límites que para su
profesión estuvieran fijadas en disposiciones administrativas.
Art. 637. —Para que puedan hacerse efectivos a los peritos los
honorarios e indemnizaciones a que tengan derecho, habrán de
consignar en el mismo informe, al pie de la firma, el importe de

147
aquéllos, con cita en su caso, del número del Arancel o
disposición aplicable.
Formulada reclamación, el instructor expedirá un certificado
con los siguientes particulares:
1º Expresión de que no existen en el lugar en que el servicio se
prestó peritos militares o que en tal concepto perciban
retribución fija por el Estado, Provincia o Municipios.
2º Detalle de conceptos y cuantía de los honorarios.
3º Índole e importancia de los trabajos realizados, duración de
los mismos y extensión del informe.
4° Indemnizaciones a que tengan derecho si los peritos uniesen
que salir del lugar de su residencia
La expresada certificación se llevará a la autoridad judicial
correspondiente para que, previos los informes y trámites
reglamentarios y justificaciones, en su caso, acuerden su pago si
lo estiman pertinente y sean abonadas con cargo al Presupuesto
que corresponda
_____________________________
Esta excursión a través de la legislación nos permite tener una
idea completa sobre la situación legal de la Grafocritica o
pericia caligráfica en España. De ella se desprende, clara y
manifiestamente, hasta 1917, que sólo los archiveros-
bibliotecarios poseen el título profesional adecuado para actuar
como peritos calígrafos y los únicos que, por tanto, deben ser
llamados para dictaminar ante los Tribunales de Justicia cuando
se trata de averiguar la autenticidad de un documento, lo mismo
antiguo que moderno, y sólo en las localidades donde no existan
archiveros pueden asumir las funciones de peritos los maestros
de primera enseñanza. Mas a partir de la Real Orden de 30 de
julio de 1917, los licenciados 'en Filosofía y Letras que cursen
en dicha licenciatura las asignaturas de Paleografía y
Diplomática son equiparados a los archiveros para el ejercicio
de la profesión de peritos calígrafos, y con capacidad legal, por
tanto, para actuar como tales. De donde se desprende que en la
actualidad sólo pueden actuar legalmente como peritos
calígrafos ante los Tribunales de Justicia:
1° Los archiveros-bibliotecarios.
2º Los licenciados en Filosofía y Letras que hayan cursado
además las asignaturas de Paleografía y Diplomática.

148
3° Los maestros de primera enseñanza en las localidades donde
no haya archiveros-bibliotecarios. En los dos últimos Congresos
de archiveros-bibliotecarios, nacional el uno e internacional el
otro, se puso sobre el tapete la cuestión de la pericia caligráfica.
En ambos se estudió a fondo el problema, reconociéndose
unánimemente el descrédito en que la pericia caligráfica ha
caído, por falta de especialización y las corruptelas que han
rodeado su ejercicio con harta frecuencia Con el fin de remediar
tal estado de cosas, en ambos Congresos arriba mencionados se
elevaron a la Superioridad las conclusiones siguientes
1ª Necesidad de la creación de la Escuela de Grafocrítica o
pericia caligráfica, por la que necesariamente habrían de pasar
los futuros peritos calígrafos para su formación científica y
obtención del título o certificado obligatorio para poder actuar
en los Tribunales.
2ª Necesidad de reajustar la actual legislación sobre la materia
para fijar las condiciones de aptitud del futuro perito calígrafo.
Fruto de estos debates ha sido la inclusión de la asignatura de
Grafocrítica en la Escuela para la Formación de Archiveros-
Bibliotecarios, que viene funcionando desde hace dos años, y el
propósito firme de dotar a dicha enseñanza de un laboratorio
apropiado, no sólo para facilitar dicha enseñanza, sino también
con fines de investigación.
El primer paso, aunque tímido, ya está dado en el resurgimiento
y saneamiento de la práctica de la Grafocrítica. Esperemos
confiadamente que, en plazo no muy lejano, todos estos
proyectos sean una espléndida realidad.

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