Professional Documents
Culture Documents
Página | 1
Especialización en Educación y Derechos Humanos
Es importante señalar que hacemos coincidir la división esfera pública /esfera privada con
el par iguales/ idénticas al que asociamos a varones y mujeres: pero esto no significa que
las mujeres no han trabajado históricamente fuera del hogar. De hecho, mujeres de sectores
populares de todos los oficios han trabajado fuera y dentro del hogar, lo que se conoce como
doble o hasta triple jornada laboral, cuando se suma el trabajo comunitario que realizan las
mujeres en el barrio o parroquia. Lo que significa es que la voz de las ciudadanas en el espacio
público permaneció inaudible hasta la conquista del voto a mediados del siglo XX y que su
incorporación masiva al mercado de trabajo, aun con las asimetrías que perviven en la
actualidad, requirió la remoción de barreras legales y culturales.
Ahora las/os invitamos a ver el siguiente video en el que se sintetizan los primeros
pasos hacia una ampliación de derechos que marcaría el largo camino de luchas de las
mujeres argentinas hasta conquistar el voto.
Cuando nos referimos al espacio público, referimos a aquello que se realiza “a la vista de
todos”, donde la sociabilidad y los intercambios se realizan por fuera de las relaciones
familiares y de parentesco. Como contracara, el espacio privado se correspondería con todo
Página | 2
Especialización en Educación y Derechos Humanos
aquello ligado a la familia y lo doméstico, desde la limpieza y manutención hasta las tareas
de cuidado y sostén afectivo.
Corina Enríquez, en entrevista con Verónica Engler afirma sobre el reparto del cuidado:
“Hablar de economía del cuidado implica, particularmente, pensar dos cuestiones. La primera
es sobre el aporte esencial que el trabajo de cuidado hace al funcionamiento del sistema
económico. Si no existiera el trabajo de cuidado que permite que todos los días haya fuerza
de trabajo disponible para trabajar, el sistema capitalista no podría funcionar, no podría
reproducirse, no podría acumularse el capital. Entonces, es un concepto que sirve para
visibilizar el rol sistémico del trabajo de cuidado en el funcionamiento del sistema económico
y social. Y, por otro lado, es un concepto útil para comprender lo determinante que resulta la
desigual distribución de las responsabilidades de cuidado para la posición económica de las
mujeres, que es central como obstáculo para su autonomía económica y, por lo tanto, es un
determinante clave de la desigualdad económica de género. Creo que lo fundamental es esta
cuestión del rol sistémico. La economía del cuidado es un concepto que promueve la economía
feminista, y lo que hace es denunciar que el análisis económico convencional está sesgado,
porque falla en reconocer la existencia de este trabajo. En los análisis económicos
tradicionales, cuando se habla del trabajo, se piensa en el trabajo mercantil, en el trabajo del
mercado laboral. Se desconoce la existencia de este trabajo de cuidado, se desconoce su
utilidad para el funcionamiento del sistema económico, y se desconoce su desigual
distribución. Y la desigual distribución en el trabajo de cuidado es clave para comprender las
desigualdades socioeconómicas y su entrecruzamiento con las desigualdades de género.”
Como podemos apreciar, la dicotomía que separa las esferas como espacios que no se tocan,
es una ficción y está generizada : de una parte, encontramos el modelo de la femineidad
impregnado de valores asociados a lo maternal; por otra parte, hallamos el modelo de la
masculinidad, ligado a la productividad, al trabajo, del que hablaremos con más profundidad
en la clase 5. La estigmatización de las mujeres obreras, a quienes se consideraba
“masculinizadas” por su labor, señalaba los valores sociales que circulaban. Otra
aproximación la podemos observar en el contrato de Maestras de 1923, que ilustra el choque
de modelos feminidad que se produce en la época con las nuevas trabajadoras docentes: Por
un lado, se considera que las mujeres son las mejores dotadas “naturalmente” para el cuidado
de niñas/os; por otro, la mujer fuera del espacio doméstico y realizando tareas retribuidas le
da cierto margen de libertad que el Estado decide regular imponiendo restricciones. Puede
entenderse que a la concepción de la época que se tiene de “la mujer” -idealizada en sus
atributos materno-filiales como cuidadora “natural”- se suma la necesidad del Estado de
Página | 3
Especialización en Educación y Derechos Humanos
constituirla como “trabajadora asalariada”- considerándola como mano de obra más barata y
dócil que a los trabajadores varones.
Las razones que Graciela Morgade esgrime pueden rastrearse en esta tertulia realizada en la
Biblioteca Nacional de Maestros, de allí recuperamos el siguiente fragmento.
La pregunta de por qué somos tantas mujeres en la educación es una pregunta que
como obviamente cualquier otro proceso social tiene una respuesta con múltiples
niveles. Tal vez, la primera respuesta que durante mucho tiempo se fue dando fue
‘Bueno, es un trabajo mal remunerado. Se gana poco.’ Y entonces, las mujeres
dependientes económicamente de un padre o de un marido, podían ganar menos,
porque se suponía… Estoy hablando de hace mucho tiempo, no estoy hablando de la
actualidad pero, se suponía, entonces una respuesta posible era la respuesta
económica.
Otra respuesta posible que también se dio con bastante asiduidad es que las mujeres
somos maestras porque naturalmente tenemos condiciones para vincularnos con los
niños y las niñas, de una especie de amor maternal ‘natural’, esencial, paciencia (...) o
la posibilidad de comunicarse, de entrar en un código común con niños y niñas. Esta es
otra hipótesis, de por qué las mujeres o por qué tantas mujeres en la docencia. También
estas hipótesis han dejado un poco afuera a las propias mujeres, ¿no? Una pregunta
que también cabría es por qué las mujeres queremos ser maestras. No es una
imposición, ¿qué deseamos las mujeres cuando decidimos ser docentes?, ¿qué
queremos hacer de nuestras vidas?, ¿cuál es nuestro proyecto? Con esas preguntas,
hace muchos años, comencé a trabajar, a revisar fuentes: ¿por qué la docencia es
mayoritariamente femenina? ¿Y qué encontré? Encontré efectivamente un
entrecruzamiento de motivaciones.
Página | 4
Especialización en Educación y Derechos Humanos
http://repositorio.educacion.gov.ar
Página | 5
Especialización en Educación y Derechos Humanos
Desde principios del siglo XIX, la educación de niñas y niños comenzó a ser pensada dentro
del esquema globalizante de los nacientes Estados nacionales. En consonancia con las pautas
vigentes para el conjunto de las instituciones sociales, los proyectos educativos reprodujeron
la matriz sexualizada, distinguiendo los cursos y estableciendo contenidos específicos de
acuerdo al sexo de las/os alumnas/os.
Aquí es interesante pensar cómo era concebida esta educación diferencial y qué
sucede en nuestros días con la reproducción de saberes “apropiados” según el género.
Hemos recorrido una largo camino en la educación mixta desde el siglo XIX, ¿Qué sucede
con nuestras intervenciones como maestras/os, docentes y en qué formas actualmente
podemos percibir la discriminación de género en ámbitos académicos? Invitamos a ver el
siguiente video y a seguir pensando:
Dependiendo del status social de la familia, la educación era impartida, tanto a niñas como a
niños, por sus parientes o por personas ajenas a la familia, especializadas en la instrucción
de menores. En el caso de las niñas y jóvenes, eran las madres y otras mujeres pertenecientes
a la familia quienes transmitían los saberes considerados necesarios para el desarrollo de las
funciones “naturalmente” propias del sexo femenino. En la amplia mayoría de los casos, la
educación de las mujeres se desarrollaba en el espacio físico y social que les era asignado: el
ámbito doméstico y privado. Por otra parte, en el caso de los varones, su educación vehiculizó
otro conjunto de expectativas que se vinculaban a su accionar proyectado en el espacio
público y en las actividades productivas, siempre en consonancia con la clase social a la que
la familia perteneciera.
Sin embargo, es importante destacar que hacia principios del siglo XIX, surgen nuevas
aproximaciones a la cuestión de la educación de las mujeres de la pequeña y mediana
burguesía. En este período, y principalmente desde mediados del siglo XIX, se promueve una
nueva forma de inserción social para las mujeres, fuertemente marcada por la noción de
Página | 6
Especialización en Educación y Derechos Humanos
utilidad doméstica. De forma que los Estados encuentran la mejor forma de educar a las
mujeres es transmitirles su rol en la nueva sociedad. Se trata de lo que Nuria Jornet (2000)
denomina “modelo educativo de utilidad doméstica” en el que a los valores del modelo clásico
(castidad, modestia, compostura y discreción en el habla, identificado como ‘educación de
adorno’) se añaden los conceptos de ‘utilidad doméstica’ y ‘labores propias del sexo’, que se
convirtieron elementos clave de la formación escolar de las mujeres durante muchos años.
Hasta ese momento, sobre la base de lo que damos en llamar “división sexual del trabajo”,
el sentido común respecto de las mujeres tendía a considerar que el trabajo fuera del ámbito
hogareño y en condición de asalariadas generaba consecuencias negativas sobre el cuerpo
de las mujeres y para el cumplimiento satisfactorio de la función materna. Por este motivo, y
en consonancia con la división entre espacios públicos y privados, la educación de las mujeres
se orientó a la transmisión de valores y conocimientos básicos acordes a las pautas
masculinistas de su inserción social. Este tránsito conceptual que va de concebir la educación
de las mujeres como complemento (o “adorno”) a entenderla como necesaria para desarrollar
funciones domésticas impactó directamente en los contenidos educativos.
En 1884, la sanción de la Ley N° 1420 sentará las bases de la “educación común” y del
sistema educativo nacional. Esta ley estableció los principios generales para la educación
primaria, sobre la base de la obligatoriedad y gratuidad de la enseñanza. La ley pautó los
contenidos mínimos que debían impartirse y establecía: “Para las niñas será obligatorio,
además, el conocimiento de labores de manos y nociones de economía doméstica. Para los
varones el conocimiento de los ejercicios y evoluciones militares más sencillas, y en las
campañas, nociones de agricultura y ganadería”.
Con la llegada del nuevo siglo, las corrientes de pensamiento que conocemos como
normalismo (corriente pedagógica orientada a la formación de maestras/os idóneas/os que
Página | 7
Especialización en Educación y Derechos Humanos
Página | 8
Especialización en Educación y Derechos Humanos
Así como algunas veces se cree erróneamente que el feminismo no es compatible con
las luchas de clase o reivindicaciones populares o de los pueblos originarios, otras
veces se imagina que no se puede conciliar la religión que profesamos con la defensa
de los derechos de las mujeres y las diversidades sexuales. Aunque es cierto que las
instituciones religiosas suelen ser machistas o conservadoras de un orden tradicional-
patriarcal, también es cierto que hay espacios de construcción feminista dentro de las
propias religiones. Se trata de búsquedas -como las que emprende una teología
feminista latinoamericana- y negociaciones de sentido, entre el saber y el sentir, que
nos permiten darle sentido a nuestra existencia. Así lo entiende un sector de mujeres
que lucha al interior de la Iglesia Católica para conseguir ser ordenadas sacerdotas.
Una de ellas, expresa en una carta reciente al Papa Francisco: “Sólo la igualdad radical
(desde su misma raíz) en la iglesia y en la sociedad, empezará a disminuir la violencia,
el odio y los demás comportamientos inhumanos del mundo de hoy”. También la
comunidad LGTTTBI encuentra tensiones entre la reivindicación de derechos y las
prácticas religiosas, pero ha generado formas de encuentro con el prójimo en “nuevas
iglesias inclusivas” que se multiplican en búsqueda de lo que podría entenderse
como un paraíso más diverso.
Para no extendernos más, les proponemos hacer sus “propias intersecciones”: ¿Se
les ocurren “gafas violetas” para sus disciplinas, espacios de acción u otras marcas
identitarias?
Página | 9
Especialización en Educación y Derechos Humanos
Página | 10
Especialización en Educación y Derechos Humanos
¿Se les ocurren otros ejemplos? Para seguir pensando les dejamos la bibliografía básica y la
complementaria. ¡La seguimos en la próxima clase!
Actividades
ACTIVIDAD OPTATIVA
Bibliografía básica
“Las mujeres en la Educación Argentina” recorrido virtual por la exposición elaborada
por el sitio MEdAr (Memoria de la Educación Argentina) para Biblioteca Nacional de
Maestros.
Bibliografía complementaria
Aquino, Ma. y Támez, E. (1998) Teología feminista latinoamericana, Ediciones Abya
Yala, Quito, Ecuador.
Gargallo, Francesca (2014) Feminismos desde Abya Yala. Ideas y proposiciones de
las mujeres de 607 pueblos de Nuestra América. México.
Maffia D. (2010): “Violencia y lenguaje: de la palabra del amo a la toma de la
palabra” en Discriminación y género. Las formas de la violencia, MPD, Buenos Aires.
Recursos en la web
Mujeres: lo personal es político. Cuatro breves programas de Canal Encuentro que
narran las conquistas del movimiento de mujeres en cuatro aspectos de la vida
diaria.
Página | 11
Especialización en Educación y Derechos Humanos
Atribución-NoComercial-CompartirIgual 3.0
Página | 12