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La Constitución
y el sistema penal:
canos son, por decirlo de alguna forma, un indicador de las tendencias en materia
penal que se han presentado a lo largo de la segunda mitad del siglo XX y la pri-
75 años (1940-2015)
sistema de justicia penal justo, un sistema de justicia penal “humano” donde la
víctima y el imputado no se vean sumidos en un doloroso camino.
Las expectativas que se han generado con las reformas constitucionales al sis-
tema penal suelen ser muchas y sus resultados quedan lejos de la tan anhelada
justicia. En este texto del Dr. Sergio García Ramírez se traza un “boceto” de lo que
Sergio García Ramírez
han sido las reformas al sistema penal en la Carta Magna desde 1940 hasta 2015.
Aciertos y errores, progreso y retroceso, esperanzas, desilusiones, nuevas figuras
penal —unas afortunadas otras contradictorias—.
La Constitución y el sistema penal: 75 años (1940-2015) es una obra que nos reve-
la el itinerario que ha seguido el sistema penal en México. Nos regala una imagen
de lo que ha sido la evolución o involución de la “idea” penal en la Constitución. Un
libro que nos alienta a investigar y a imaginarnos que esa “idea” de poco sirve a la
sociedad si en ella no está implícito el respeto a los derechos humanos.
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Presentación. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . |.1
Prólogo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . |.5
Preámbulo. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . |.21
7. Números . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . |.57
VII
VIII
E
n el Constituyente de 1917 se planeó
un sistema penal que respondiera a
las necesidades penitenciarias de la
época. El país había vivido los años de la pax
porfiriana y su escuela positivista. Ahí, como
un feroz testigo de esa modernidad, se alzaba
la idea benthamiana del Panóptico: obseso vi-
gilante de quienes habían caído en prisión. Y
qué decir de esa institución carcelaria cuyo
nombre se ha convertido en parte del lengua- el sistema penal refleja con gran elocuencia las
je común: el apando. La época posrevolucio- verdaderas convicciones y el comportamiento co-
naria trajo algunos paradigmas en relación tidiano del poder, dotado de su máxima pujanza a
con el sistema penal que fueron plasmados menudo desbordante. Por ello es preciso advertir
en la Carta Magna, un sistema penal con y señalar las tendencias de diverso signo —liber-
arreglo a ciertos principios. Después de la tad o sumisión, democracia o autoritarismo— que
promulgación de la Constitución, las refor- florecen en la vida de una nación, y más aún, las
mas al ordenamiento han sido casi inconta- tendencias que disputan el gobierno de la nación.
bles. En relación con el sistema penal no es
la excepción. La Constitución y el sistema penal: 75 años
(1940-2015) es un lúcido viaje con un guía a
Nuestra sociedad ha evolucionado y, en medio camino entre Virgilio y Tocqueville,
consonancia, hemos tratado de que el siste- que nos muestra las luces y sombras por
ma penal se adapte a las nuevas realidades las que discurre la justicia penal, y abre ese
sociales y a la puesta al día en materia de microcosmos en el que se refleja el uso del
derechos humanos. Muchísimas reformas poder. Habla de tú a tú con los cancerberos
se han llevado a cabo, algunas aplaudidas y y carontes del sistema penal; viajamos con
otras no tanto, en lo relativo al sistema penal él por una república de grandes hombres y,
y son materia de estudio y análisis. también, por una tierra de seres atados a una
rara ergástula legislativa.
En La Constitución y el sistema penal: 75
años (1940-2015), Sergio García Ramírez Sergio García Ramírez examina la maqui-
vuelve a poner en el centro del debate un naria penal de nuestro país a través de las re-
tema acerca del cual no hemos podido, como formas constitucionales que, a lo largo de 75
nación, “aprehender”: el ideal beccariano. años, han hecho del sistema penal, para bien
Ningún sistema penal puede llamarse efec- y para mal, lo que hoy tenemos.
tivo si en códigos, leyes y cárceles se repro-
ducen modelos que no favorecen los gran- Nos resulta imposible terminar este breví-
des ideales de los derechos humanos. En simo prólogo sin citar lo que consideramos
esta obra, el autor habla de las instituciones el mensaje central de esta obra y quizá la
penales que nacen y luego desparecen, leyes síntesis de lo que debemos saber acerca del
de excepción, nuevos códigos y reglamen- sistema penal:
tos, reformas, reinserción y readaptación
social. En este sentido, acota algo que debe- Lo que más debiera inquietar al observador del
ría llamarnos a reflexión en torno al sistema sistema penal de nuestro tiempo […] es la tenta-
penal: ción de utilizar la herramienta punitiva más allá
de su oficio natural en una sociedad democrática ria que pretende cumplir las tareas de justicia so-
[…] Fortalecer el costado humanista y liberal del cial con justicia penal es el cometido primordial de
aparato penal y ahuyentar esa tentación autorita- una política criminal avanzada.
M
e valgo de la hospitalidad edi-
torial del Instituto Nacional de
Ciencias Penales —conocido na-
cional e internacionalmente por sus siglas:
INACIPE— para formular un prólogo a esta
obra, en cierto modo “heterodoxo”. Así lo ca-
lifico por los motivos que menciono en las lí-
neas siguientes.
El libro se refiere a las reformas constitu- En la línea del que he llamado prólogo
cionales en materia penal que México adop- “heterodoxo” narraré algunos antecedentes,
tó en el curso de tres cuartos de siglo (1940- proyectos, tareas, vicisitudes, esperanzas,
2015), y utiliza como referencia el nacimiento que determinaron el nacimiento del Institu-
y desarrollo de dos instituciones mexicanas to desde antes de que se pusiera la primera
en ese mismo periodo: la Academia Mexica- piedra de su sede en Magisterio Nacional
na de Ciencias Penales y el Instituto de In- 113, donde sigue dando pruebas de eleva-
vestigaciones Jurídicas —originalmente, de do magisterio —haciendo honor al nombre
Derecho Comparado— de la Universidad Na- de su calle tlalpeña — en las disciplinas de
cional Autónoma de México, organismos a su incumbencia. Y me referiré también a la
los que aludo con cierto detalle en el capítulo circunstancia que propició la fundación. Lo
inicial del libro. haré desde mi propia óptica, que es la de un
asistente a las tareas previas y al estableci-
Pero este prólogo no se contraerá, como lo miento del Instituto, el feliz advenimiento,
haría si fuese “ortodoxo”, a la reforma consti- se diría, con términos de “parto”.
tucional, a la Academia y al Instituto de Inves-
tigaciones Jurídicas. Versará —con anuencia Mencionaré algunos nombres y unas cuan-
del doctor Rafael Estrada Michel, competen- tas fechas, dichos y hechos. Ahorraré la ex-
te Director General del INACIPE— sobre el tensa historia de las propuestas —y acaso los
propio Instituto Nacional de Ciencias Penales sueños, bien informados y a la postre realiza-
y tratará de su vida y milagros en una etapa bles— de quienes supusieron que sería posi-
germinal: la época de preparación y arranque ble, alguna vez y en alguna medida, contar
del Instituto, que a partir de entonces —pese con un verdadero sistema de justicia penal,
a un receso deplorable que ya se encuentra en la vanguardia de las ideas y de la realidad,
en el arcón de los peores recuerdos— ha ga- y dentro de éste, con un organismo de “clase
nado terreno y prestigio, eficacia y capacidad mundial” —para emplear la socorrida expre-
de servicio, ampliamente reconocidos. sión— que contribuyese al progreso del pena-
lismo mexicano. Esos promotores pensaron,
En este año —2016— el INACIPE celebra seguramente, en otros organismos que han
cuarenta años de vida. Lo hace trabajando, dado lustre a la República, en sus ámbitos ge-
como lo ha hecho siempre, con ímpetu que nerosos: por ejemplo, el Instituto Nacional de
impulsa su curso y excelentes rendimientos. Cardiología, el de Nutrición, el de Neurología,
Redobla el paso, no obstante los amagos que o el Colegio de México. No debían ser meno-
pretenderían detenerlo. Hasta ahora han res la dimensión y trascendencia del Institu-
prevalecido el nervio y el talento, factores de to Nacional de Ciencias Penales, en ciernes.
supervivencia y creatividad. Confío en que
así será todo el tiempo por venir. He señalado lo anterior para justificar, si
me es posible, la orientación y el contenido
de un prólogo que parece distanciarse del reada, a menudo injusta y violenta, no son
tema de la obra que anuncia, pero que en ri- poca cosa. En ese período han aparecido no-
gor se asocia a él, todo dentro del constante vedades de primer orden: giro notable de la
esfuerzo por avanzar en la construcción de criminalidad desplegada en dos vertientes:
la justicia penal. De esta forma correspondo delincuencia tradicional y delincuencia evo-
a la invitación que se me hizo y concurro al lucionada, a la que solemos llamar “organiza-
cuadragésimo aniversario de la fundación del da”; inserción del país en el proceso de globa-
Instituto Nacional de Ciencias Penales, que lización que trae consigo la relación intensa,
abrió sus puertas el 25 de junio de 1976, en inevitable y ciertamente deseable —si corre
un tiempo de labor intensa y horizontes pro- por el cauce de la justicia y la racionalidad—
misorios. entre naciones que se habían mantenido a
distancia, escasamente comunicadas y fre-
*** cuentemente recelosas; aparición de múlti-
ples ordenamientos —en este “país de leyes”,
En el opúsculo al que acompaña este pró- en el puro sentido cuantitativo de la expre-
logo analizo brevemente las reformas consti- sión— que cubren los más diversos espacios
tucionales en materia penal que aparecieron del quehacer penal del Estado y de las expec-
en los últimos tres cuartos de siglo. El libro tativas de seguridad y justicia de los ciuda-
se asocia a celebraciones importantes para danos; proyectos, programas, lineamientos,
nosotros. Como dije, en las primeras páginas discursos y promesas que colman, con profu-
aludo a la creación de la Academia Mexicana sión, el arsenal de los ofrecimientos políticos.
de Ciencias Penales, por una parte, y del Ins- En fin, cambios, advenimientos, novedades,
tituto de Investigaciones Jurídicas de la Uni- tareas e ilusiones que pueblan setenta y cin-
versidad Nacional Autónoma de México, por co años de vigoroso crecimiento.
la otra. Ambos fueron establecidos en 1940,
en un México diferente del que ahora cono- Líneas arriba dije que no es mi propósito
cemos, disfrutamos o padecemos, que sigue referirme en este prólogo a las instituciones
siendo el país de nuestro amor y compromi- que mencioné y al movedizo paisaje de la
so. Por lo tanto, aquella Academia y ese Insti- república de los delitos y los castigos, en su
tuto cumplieron en 2015 setenta y cinco años versión mexicana. Lo dedico a un tema dife-
de labor fecunda y constante, que saludamos rente, aunque estrechamente comunicado y
a través de varios programas conmemorati- determinado por los que antes mencioné: el
vos. Entonces elaboré la mayor parte del tra- INACIPE. Esta dedicación tiene sentido si
bajo al que sirve este prólogo, entregado al se toma en cuenta que también estamos ce-
INACIPE en el inicio de 2016. lebrando un aniversario del Instituto, y que
mi libro sobre las reformas penales incorpo-
Tres cuartos de siglo en la obra penal cons- radas en la ley suprema aparece gracias a la
titucional de una República inquieta y ata- hospitalidad de quien me ha favorecido con
ella a lo largo de cuatro décadas de vida útil, cunstancia, que dice Ortega,1 y que decimos
que también son décadas de mi propia vida quienes nos reencontramos ahora, en una
como testigo y a veces protagonista de las an- circunstancia muy distinta de la original, a
danzas del INACIPE, mi actual editor hospi- la sombra del árbol bien plantado hace cua-
talario. renta años y de su fronda poderosa, que ha
resistido con admirable constancia.
***
Vayamos al periodo político-administrativo
Con frecuencia concentramos la invoca- 1970-1976. Utilizo esta referencia sexenal si-
ción del Instituto en la sonora concisión de guiendo una práctica arraigada —y explica-
sus siglas: INACIPE, así mencionado dentro ble— en la narración de nuestras historias y
y fuera del país, con respeto y aprecio. Y diría para identificar en el tiempo y en las decisio-
que también con afecto. Nació con vientos fa- nes la circunstancia del Instituto naciente.
vorables y ha sobrevivido entre corrientes de Surgió al cabo de una intensa etapa de refor-
todo género, siempre luchando. Las de aho- ma penal y penitenciaria, que siguió a otras
ra permiten suponer que tendrá vida y ha- que anunciaron la misma intención pero no
brá progreso. No puedo asegurarlo, pero me lograron traducirla en hechos tan notables
atrevo a esperarlo, sumando así mis buenos y alentadores como los que se sucedieron en
deseos a los de toda la comunidad jurídica, aquel periodo. En el germen de esas reformas
criminológica y criminalística de México y de ha latido siempre la promesa de reformar las
otros países —en América y Europa— que se prisiones, con la que hemos caminado por
han beneficiado de las aportaciones, enseñan- dos siglos, sin llegar a la meta. Por ello es na-
zas, investigaciones y publicaciones de esta tural vincular la creación del Instituto con la
institución admirable. De ahí que aguarden reforma penitenciaria y a la inversa.
su permanencia y fortaleza.
Sabemos que la idea de humanizar las
El INACIPE cumple y celebra cuarenta cárceles de México —que han sido y siguen
años contados desde su apertura formal en siendo, en gran medida, recintos inhumanos,
un acto solemne, en el cada vez más lejano círculos descendentes de un infierno dantes-
1976 —pero muy presente en nuestra memo- co— nos ha acompañado desde las primeras
ria y en nuestro desvelo— con asistencia del horas de la independencia. Fernández de Li-
Presidente de la República y de un nutrido zardi planteó el mejoramiento de las prisio-
grupo de funcionarios y académicos, que die- nes,2 y en la misma dirección actuaron esta-
ron fe del establecimiento y compartieron las distas, juristas y filántropos en el escenario
buenas esperanzas que suscitaba su funda-
ción. Me propongo referir en estas páginas 1
José Ortega y Gasset, Meditaciones del Quijote. Ideas sobre la novela,
algunos recuerdos de aquellas horas y de los 3 ed., Madrid, Revista de Occidente, 1956, p. 18.
a
de nuestro turbulento siglo XIX. Hay nom- un proyecto de reclusorio tipo preparado en
bres ilustres en esta procesión de buenos la Secretaría de Gobernación, sin requerir la
propósitos, entre ellos Mariano Otero,3 más intervención aparatosa de despachos onero-
conocido por sus luminosas páginas de políti- sos ni certificaciones foráneas; se alentó un
ca que por sus avanzados conceptos sobre el conjunto de investigaciones jurídicas, cri-
régimen carcelario. En la galería de los nom- minológicas y penitenciarias que formaron
bres memorables, se hallan también los ilus- el primer grupo de trabajos de este género
trados constituyentes del 57 que asociaron impulsados sistemáticamente y encomenda-
la reforma penitenciaria a la abolición de la dos a investigadores de diversas disciplinas;
pena de muerte.4 Esta ya ocurrió; aquélla se se apoyó la instalación bienhechora del Ins-
halla en “transición”, a duras —muy duras— tituto Latinoamericano de Naciones Unidas
penas. para la Prevención del Delito y el Tratamien-
to del Delincuente (ILANUD); se incrementó
No voy más lejos en noticias históricas, la participación de México en foros interna-
que requerirían más espacio y mejor cronis- cionales, gubernamentales y académicos en
ta. Con el impulso realista que aportó la re- torno a estos temas; se modernizó el desen-
forma penitenciaria en el Estado de México, volvimiento de la criminalística, que apenas
en los altos sesenta, el Gobierno Federal puso salía de antiguos conceptos y prácticas tradi-
en marcha, entre 1970 y 1976, un intenso pro- cionales. En suma, hubo animación en el De-
yecto de reforma penal y penitenciaria, tra- recho penal, la criminología y la criminalísti-
ducido en leyes novedosas —así se forjó el ca. Todo esto constituyó, en fin de cuentas, la
Derecho penitenciario mexicano, iluminado circunstancia en la que apareció el Instituto
por la pequeña gran ley: Normas Mínimas so- Nacional de Ciencias Penales.
bre Readaptación Social de Sentenciados—;
se emprendió la formación de profesionales Si me he referido con cierto detalle a esa
del penitenciarismo y el tratamiento de los circunstancia y a esa etapa en la vida del país,
menores infractores —hoy designados como es porque el INACIPE fue planeado, organi-
adolescentes en conflicto con la ley penal —; zado y abierto como culminación, deliberada
se erigieron numerosos establecimientos y formal, del trabajo de la República en este
para procesados y sentenciados conforme a campo frecuentemente postergado, ignora-
do, disminuido, pero entonces identificado y
3
De este autor, cfr., “Indicaciones sobre la importancia y necesidad de atendido. Así se menciona, subrayadamente,
la reforma de las leyes penales”, “Iniciativa y ley para el establecimiento en las consideraciones del decreto de crea-
del sistema penitenciario en el Distrito y Territorios, con la convocatoria ex-
pedida para la formación del plano de la cárcel para detenidos y presos”, ción al que me referiré infra. Sigo mi relato
“Mejora del pueblo (Casas de corrección)” y “Carta sobre penitenciarías”, sobre hechos y personas en el nacimiento del
en Mariano Otero, Obras, t. II, recopilación, selección, comentarios y estu-
dio preliminar de Jesús Reyes Heroles, México, Porrúa, 1967, pp. 651 y ss. Instituto, a reserva de que este mismo y su
4
Cfr. Sergio García Ramírez, El artículo 18 constitucional: prisión pre- excelente equipo de historiadores registren y
ventiva, sistema penitenciario, menores infractores, México, unam, Coordi- expongan, como lo están haciendo en 2016,
nación de Humanidades, 1967, pp. 45 y ss.
10
11
rón y Piña y Palacios. Además, aquél había Algunos elementos favorables, no sé si de-
cumplido un papel decisivo en la reforma cir providenciales, coincidieron en apoyo de
penitenciaria del Estado de México, que se la empresa que nos habíamos propuesto. La
me encomendó en 1966 y en la que me acom- Secretaría de Gobernación había recibido re-
pañó Antonio Sánchez Galindo. Por varios cursos para llevar adelante la reforma penal
conceptos, es muy justa la afirmación de Ser- y penitenciaria; no eran cuantiosos, pero sí
gio Correa García, autor de una historia de importantes. Del buen manejo de esos recur-
la Academia, cuando señala que en los idea- sos derivó la posibilidad de contar con una
les del Instituto “se reflejan los ideales de la suma adecuada para emprender lo que sería
Academia Mexicana de Ciencias Penales y de la primera etapa de la construcción del Insti-
Criminalia”.11 tuto: una primera etapa suficiente para que
el organismo alzara el vuelo. Obviamente,
Claro está que una cosa es concebir un también se requería un solar donde elevar la
organismo de docencia, investigación y di- construcción. Comprarlo no se hallaba dentro
fusión, y otra trasladar la idea a la realidad, de nuestras posibilidades. Afortunadamente,
sobre todo cuando la obra requiere lo que la Secretaría disponía de un espacioso predio
solemos llamar “voluntad política” y además aledaño a la Escuela Hogar para Mujeres, en
recursos materiales, que en este caso solo po- Tlalpan, a dos pasos del centro de esta dele-
drían provenir del presupuesto federal. Estos gación. El Instituto se instalaría en ese lugar,
elementos —voluntad y recursos— llegaron sin quebranto alguno de la escuela de niñas.
merced a la buena disposición de quienes se La sede se hallaría en la calle de Magisterio
hallaban en condiciones de aportar aquélla Nacional 113, un domicilio que pronto memo-
y autorizar éstos. Me refiero, por supuesto, rizamos.
al Presidente de la República, Luis Echeve-
rría —que favoreció con determinación muy ***
firme la reforma penitenciaria: díganlo, si no,
la clausura de Lecumberri y su relevo por Lo que estoy refiriendo corresponde a me-
los nuevos centros de reclusión preventiva,12 ses finales de 1975 e iniciales de 1976, esto es,
cuyo penoso declive ocurrió años más tar- la última etapa del sexenio que construyó el
de —, y al Secretario de Gobernación Mario INACIPE, sin perjuicio de las nuevas etapas
Moya Palencia. —muy relevantes— que se llevarían adelante
en años posteriores y que se hallan a la vista y
al servicio de las ciencias penales. Tengo otro
recuerdo en la memoria de aquellas horas,
11
Correa, Historia de la Academia…, op. cit., p. 479.
12
Sobre la etapa de cierre de la antigua Cárcel Preventiva de la ciudad
para compartirlo con quienes se interesen
de México, que primero fuera Penitenciaría del Distrito Federal, y estable- en las anécdotas atrás de las concepciones y
cimiento de los nuevos reclusorios preventivos, más el Centro Médico de las decisiones. Me refiero al momento en que
Reclusorios, cfr. García Ramírez, El final de Lecumberri (Reflexiones sobre
la prisión), México, Porrúa, 1979. apliqué toda la celeridad a mi alcance —que es
12
una necesidad cuando se navega en las aguas constantes visitas, se abrieron las cepas, se
de la burocracia— para obtener la autoriza- puso el cimiento, se levantaron los muros,
ción de recursos presupuestales, emprender se acondicionaron el auditorio —que lleva-
la incorporación del predio de Tlalpan a su ría el nombre y la efigie de Alfonso Quiroz
nuevo destino y salir al paso de cualquier ex- Cuarón— y las primeras aulas, se instalaron
trañeza de funcionarios de la procuración y la biblioteca, el centro de documentación, el
administración de justicia, por si acaso. laboratorio de criminalística y la sala de se-
minarios, en la que lucieron —como en otros
Ese momento se presentó una tarde en espacios— fotomurales que reproducían es-
que don Javier Piña y Palacios y yo conver- cenas de películas famosas del género negro:
sábamos sobre el proyecto en mi despacho testimonios del crimen y el criminal, el jui-
de la Subsecretaría, como acostumbrábamos cio y el castigo. Se acondicionó, inclusive, un
hacerlo, con la habitual bonhomía de don antiguo edificio aledaño a la sede, para que
Javier. Sirvieron al fin que nos propusimos sirviese como residencia de profesores y be-
el entusiasmo del maestro, compartido por carios extranjeros. En suma, se trabajó con
su todavía joven —pero no mucho— alumno decisión, casi fervor, para dotar al Instituto
subsecretario, y la disponibilidad de un telé- de instalaciones físicas.
fono para activar las peticiones, las autoriza-
ciones y el trámite entre aquéllas y estas: red Bajo la batuta del arquitecto Sosa se prepa-
interna y red del gobierno federal, la negra ró igualmente un logotipo para el INACIPE
y la roja, que eran los colores de entonces. A —¿cómo podría subsistir un organismo de go-
partir de mi oficina, los timbres de ambos te- bierno sin logotipo que le diera presencia? —,
léfonos sonaron en varios despachos del Pa- que al cabo de algunas propuestas y contra-
lacio de Covián y de otros palacios, con inme- propuestas luciría en la fachada del Instituto
diatos y buenos resultados. y en algunas de sus dependencias. Se trata de
un complicado logotipo, hay que reconocerlo,
La obra física quedó encomendada al ar- que ha suscitado y sigue provocando diversas
quitecto Mario Sosa, que tenía a su cargo al- interpretaciones, merced a su insólita figura
gunas tareas ordenadas por la Secretaría de en la que aparecen un eje circular y, a partir
Gobernación. Estuvo al tanto el competente de éste, un desarrollo a base de elementos
y esforzado arquitecto penitenciarista de la que se despliegan en busca de un punto de
misma Secretaría, David Sánchez Torres, arribo.
con quien yo había trabajado en el proyecto
del Reclusorio Tipo.13 Bajo nuestra mirada Algunos intérpretes, entre ellos el autor o
vigilante, que persistió a lo largo de varios los autores de la idea, consideraron que estas
meses, favorecida por frecuentes consultas y figuras sugerían la complejidad de las discipli-
nas penales, que nacen a propósito de un eje
13
Cfr. Reclusorio tipo, con David Sánchez Torres et al., México, Secre- común —el delito y el delincuente— y luego
taría de Gobernación, 1976.
13
se abren en un abanico de implicaciones, bien podría rendir los frutos que anunciaba el de-
unidas entre sí. Otros sugirieron que se tra- creto de creación.
taba de una representación plástica del ser
humano —eje de la reflexión y de la conduc- En los considerandos del decreto se relata-
ta— con su compleja naturaleza, dinámica y ron los pasos del Estado en materia de jus-
variada. Hay materia para la especulación. ticia penal, a los que antes me referí, parti-
cularmente los asociados a la circunstancia
Mientras esto sucedía en el mundo de los en la que se disponía el establecimiento del
arquitectos, los ingenieros, los obreros de la Instituto: ordenamientos para plantear “una
construcción, albañiles, electricistas, plome- nueva política en esta área”; aparición del De-
ros, también se laboraba en el otro mundo recho penitenciario y edificación de “moder-
institucional, al que ya me referí: obra políti- nos centros de readaptación social”, así como
ca y académica, que se traduciría en un decre- “formación de personal calificado”; investiga-
to de creación, indispensable para consagrar ciones científicas; creación y operación de un
el carácter del Instituto como organismo des- sistema de acopio y difusión de información.
centralizado de la Administración Pública Todo lo que el Instituto abarcaría al cabo de
Federal —condición que lo pondría a cubier- muy poco tiempo.
to, creímos entonces, de olvidos sexenales y
tentaciones destructoras—; y en un conjunto El artículo 1º dispuso: “Se crea el Insti-
de lineamientos y programas académicos. El tuto Nacional de Ciencias Penales como or-
denominado “Decreto por el que se crea el ganismo descentralizado con personalidad
Instituto Nacional de Ciencias Penales” fue jurídica y patrimonio propios con sede en la
promulgado el 21 de junio de 1976. ciudad de México”; y el artículo 2º indicó:
“El Instituto tendrá por objeto la formación
En estos documentos habría de constar el de investigadores, profesores y especialistas
objetivo del INACIPE como organismo del Es- en ciencias penales, la realización de investi-
tado Mexicano, concentrando dependencias gaciones científicas sobre estas materias, la
de éste e instituciones universitarias —entre información y difusión sobre conocimientos
ellas, por supuesto, la UNAM, y también la de su área y las demás tareas conducentes al
Universidad Autónoma Metropolitana y la estudio, al desarrollo y a la aplicación de las
Unión Nacional de Universidades e Institu- disciplinas penales”.
ciones de Enseñanza Superior— al servicio
de la docencia, la investigación y la difusión. ***
De este centro de pensamiento y enseñanza
partirían sugerencias para la definición y el Había llegado el momento de poner en
desempeño de la política criminal, siempre marcha el Instituto, previa designación de
al garete. Se contaba, pues, con un propósito sus directivos: las mentes y las manos en las
necesario, bien estudiado y encaminado, que que se depositaría este nuevo “activo” del
14
Estado, con la suma de expectativas que des- biría las explicaciones de los funcionarios
pertaba. Los nombramientos dispuestos por correspondientes.
el Ejecutivo Federal —facultad que se ejerció
por única vez; las designaciones posteriores Se cumplió con puntualidad el plan previs-
corresponderían a la Junta de Gobierno14— to para la inauguración. Llegó el Presidente,
recayeron en dos prestigiados maestros, au- acompañado —según el rito invariable— por
tores de obras penales notables en la doble numerosos funcionarios y periodistas, a los
trinchera de la ciencia y de la práctica. El que se sumaron los juristas invitados por el
profesor Celestino Porte Petit, gran prota- Instituto. El recorrido inició a la entrada de
gonista de una nueva hora de la ciencia ju- la Dirección General, que ocupaba un local
rídico penal en México, fue nombrado Di- distinto del que hoy tiene. Hubo un solo ora-
rector General; y el doctor Rafael Moreno dor, don Celestino Porte Petit. El maestro se
González, criminalista mayor, fue designado refirió al proceso de novedades que condujo
Director Adjunto. Me correspondió presidir, a la creación del Instituto, sus motivos y sus
por acuerdo del Secretario de Gobernación, razones, su desarrollo y su posible futuro,
la Junta de Gobierno. No sobra referir que asociado al desenvolvimiento y al porvenir
la coordinación sectorial —como le llama la de la justicia penal en México. Observó que
técnica de la administración pública— del la apertura del INACIPE venía a “consolidar
INACIPE quedó a cargo de la Secretaría de la obra reformista legislativa e institucional,
Gobernación, factor del nacimiento, entre dirigida a crear un nuevo clima en la respues-
1976 y 1983; desde este año se confió a la Pro- ta del Estado ante el lacerante problema de
curaduría General de la República, factor de la criminalidad”; y que la fundación de este
continuidad y desarrollo. organismo obedecía “a la promoción de un
programa orientado por los avances en las
La inauguración del INACIPE se hizo el Ciencias Penales a dimensión nacional e in-
25 de junio de 1976. Formó parte de una se- ternacional”.
rie de actos en los que la Secretaría de Go-
bernación dio a conocer su informe sexenal Por supuesto, la reflexión del profesor Por-
bajo el título de “Seis años de esfuerzo”. te Petit extendió la mirada hacia adelante,
Para la inauguración se contaba con la asis- a largo plazo. “El Instituto tiene ante sí un
tencia del Presidente Echeverría y se había enorme reto al que debe responder en forma
previsto el recorrido de éste, una vez deve- eficaz y generosa. Sólo una estricta selección
lada la placa de inauguración, por diversas de sus miembros —tanto alumnos como
dependencias del Instituto, en las que reci- maestros— lo dotará de la necesaria riqueza
intelectual y humana para cumplir en forma
14
El artículo 2º transitorio del Decreto de creación previno: “Por única
vez, el Titular del Ejecutivo Federal hará directamente la designación de
digna y relevante con su alta función. Por
Director General, de Director Adjunto y de Coordinadores de área, por con- ello, es que la réplica de todos nosotros al
ducto de la Secretaría de Gobernación, sujetándose a los requisitos perso- vigoroso esfuerzo de poner en marcha este
nales y profesionales establecidos en este Decreto […]”.
15
Desde el primer momento, el INACIPE fue Sería imposible hacer aquí —en este pró-
promotor y escenario de cursos, congresos, logo heterodoxo a un libro que tiene que ver
con las reformas penales constitucionales, a
cuya reseña dedicaré los capítulos que aguar-
15
“Discurso pronunciado por el Dr. Celestino Porte Petit en la inaugura-
ción del Instituto Nacional de Ciencias Penales”, en Inauguración del Ins-
dan su turno— una relación siquiera ejem-
tituto Nacional de Ciencias Penales, México, Secretaría de Gobernación, plificativa de ese gran número de reuniones.
1976, pp. 27-30.
Y en todo caso mi propósito —y mi posibili-
“Presentación”, en ibidem, pp. 11 y 13.
16
16
dad— es aludir únicamente a los primeros Chávez, José Barragán Barragán, Gustavo
años del Instituto, a través de una mirada re- Malo Camacho, Javier Piña y Palacios, Héc-
trospectiva que no podría abarcar los perío- tor Solís Quiroga, Lourdes Schnaas de Garay,
dos más recientes. Para ello hay que recurrir José Pedro Achard, Ramón Fernández Pérez,
a otros ojos. Luis Rodríguez Manzanera, Gustavo Barreto,
Josefina Álvarez Gómez, Susana Muñoz Sán-
Creo importante añadir un comentario, así chez, Abraham Nadelsticher Mitrani, Jennya
sea muy breve, sobre un importante renglón Bojdiaeff, Alicia González Vidaurri, Augusto
de los trabajos preparatorios del Instituto y Sánchez Sandoval, Gustavo Cosacov Belaus,
de los años iniciales de este. Como se puede Klaus Dieter Gorenc, Noemí Clemente Men-
colegir de lo que llevo dicho, el patrocinio de la doza, Marcia Bullen Navarro. También hubo,
Secretaría de Gobernación fue indispensable por cierto, bellas obras que asociaron el arte
para el establecimiento del Instituto, su pues- y el crimen a través de la literatura epistolar,
ta en marcha, su sustento en los años de fun- la poesía o la cinematografía. Las debemos a
dación. De ahí que la Secretaría adelantase Tita Valencia, Marco Antonio Montes de Oca
programas —bajo el doble signo de la vigorosa y Francisco Rocha.
dependencia federal y del naciente organismo
descentralizado— en una suerte de anuncio ***
sobre el futuro Instituto, o bien, de acompa-
ñamiento eficaz de los primeros pasos. No omitiré destacar las tribulaciones del
Instituto bajo la presión de los “ajustes” pre-
En este orden conviene recordar los nume- supuestales que acordó el Gobierno Federal,
rosos trabajos de investigación de excelente acosado por un contexto económico desfavo-
factura que se formularon y publicaron en el rable, en el sexenio 1982-1988, y en los difí-
curso de los años iniciales, comprendidos en ciles días que siguieron a los terremotos de
series diversas que iban desde las cuestiones 1985 en la Ciudad de México. Cuando ese
de legislación —histórica o actual— hasta los ajuste alcanzó a la Procuraduría General de
temas de sociología criminal, régimen de pri- la República —que lo hizo seriamente y a
siones, genética y delincuencia, por solo men- fondo, sin eludir medidas y consecuencias—,
cionar unos cuantos de la extensa relación aquella dependencia contaba con una Direc-
que abarca las investigaciones y las obras ción a cargo de la selección y la formación de
para la docencia publicadas con el doble pie personal, tanto ministerial como policial, y su
de imprenta de la Secretaría y del Instituto, y titular presidía la Junta de Gobierno del Ins-
a menudo como “Cuadernos del Instituto Na- tituto Nacional de Ciencias Penales.
cional de Ciencias Penales”.
La estrechez del presupuesto aconsejaba
Entre los autores de esas obras recuerdo un ahorro máximo, concentrando, en la ma-
a Elena Azaola, Lucy Reidl, Leticia Ruiz de yor medida posible, renglones de gasto que
17
tenían objetivos similares. Por ello resolví trabajo. Sesionamos en el que sería uno de
trasladar al INACIPE la función que cumplía los alojamientos de la Procuraduría: el Insti-
aquella Dirección de la PGR. La medida era tuto Nacional de Ciencias Penales. En torno
necesaria —“dolorosa, pero necesaria”, se es- a una larga mesa de trabajo en el comedor
tila decir en la retórica oficial que acompaña del Instituto, revisamos la situación y adop-
los recortes presupuestales— para alcanzar tamos las primeras decisiones. Vimos, por te-
el ahorro dispuesto por el Ejecutivo, y ade- levisión, el mensaje que dirigía el Presidente
más podría constituir condición de vida para […] La estancia de la Procuraduría en el Ins-
el INACIPE, en el corto o el mediano plazo. tituto se prolongó, a partir de esa noche, más
Todo esto contribuye a explicar por qué se de dos años”.17
ocupó el Instituto de la preparación y capaci-
tación de agentes del Ministerio Público, de ***
la Policía Judicial y de los Servicios Pericia-
les. Lo hizo en una etapa de necesidad apre- La vida suele alternar momentos lumino-
miante, sin el propósito —que nunca estuvo sos y horas sombrías, en que parece perder-
en sus fines originales— de asumir tareas se, sin motivo y sin razón, todo lo que se ha
que podrían desempeñarse en el espacio de logrado. Así ocurrió también en la vida del
otras instituciones. INACIPE. Debo mencionarlo aquí, puesto
que trato de reseñar los acontecimientos fun-
En cuanto al papel del Instituto a raíz de dacionales del Instituto, tanto los gratos y
los terremotos del 85, conviene recordar que estimulantes, creativos para la ciencia y para
en Magisterio Nacional nos reunimos los México, como las coyunturas amargas, entre
funcionarios de la Procuraduría General, las que figura la injustificable desaparición
desalojados de nuestras oficinas, que habían del organismo, que dejó de funcionar durante
sido seriamente afectadas o de plano des- casi tres años: entre 1993 y 1996. Esta supre-
truidas por los sismos de septiembre. Ahí se sión de una entidad necesaria y exitosa care-
planeó la siguiente etapa de la dependencia ció de justificación. Es pertinente recordarlo,
federal, y también ahí se brindó hospitali- como también hemos evocado las horas de
dad, a costa de la comodidad del INACIPE, esforzada construcción.
a diversas oficinas de la Procuraduría, mien-
tras lográbamos reponer espacios adecuados El INACIPE desapareció por obra del artí-
para reinstalarlas en otros planteles, como culo segundo transitorio del Reglamento del
luego ocurrió. Instituto de Capacitación de la Procuraduría
General de la República, del 17 de agosto de
En una crónica de aquellos días referí:
“Para resolver lo que haríamos inmediata- 17
García Ramírez, Moradas del poder, México, Seminario de Cultura
mente después de los temblores, me reuní con Mexicana, 2000, pp. 60-61; y “Una casa para la justicia. Procuraduría Gene-
los funcionarios responsables de las áreas de ral de la República Mexicana”, Revista Mexicana de Justicia, México, núm.
2, vol. VI, abril-junio, 1988, p. 75.
18
1993.18 Fue restablecido merced al decreto del su parte, y por ello lo menciono. Agradecí y
9 de abril de 1996,19 denominado “Decreto por decliné la invitación. Habría —y hubo — per-
el que se crea el Instituto Nacional de Ciencias sonas más adecuadas que yo para encabezar
Penales”, según señala, además, el artículo 1º: el Instituto. Mi propia trayectoria se hallaba
“Se crea el Instituto Nacional de Ciencias Pe- —y se halla — más asociada a los pasos que
nales como organismo descentralizado, con he referido en este prólogo heterodoxo que a
personalidad jurídica y patrimonio propios, los que el INACIPE habría que dar en el fu-
con domicilio en la Ciudad de México”. turo.
El decreto de 1996 dijo literalmente, pues, No pretendo referirme aquí al trabajo rea-
lo mismo que había dicho, veinte años antes, lizado por quienes han tenido a su cargo la
el de 1976. Alguna vez se habló de “instau- dirección del organismo. Creo que cada uno,
ración” del INACIPE.20 Esa palabra, instau- en su tiempo y dentro del contexto en que le
ración, posee diversos significados: estable- tocó actuar, procuró hacer lo que estuvo a su
cimiento, fundación, institución, o bien, en alcance para la buena marcha de la institu-
acepciones en desuso: renovación, restable- ción. Su desempeño figurará, sin duda, en la
cimiento, restauración. En rigor, se trató, revisión histórica que haga el INACIPE en
evidentemente, del restablecimiento del or- 2016. Sin embargo, no podría ignorar la pre-
ganismo. Al cabo de este oscuro período, el sencia que tuvieron algunos juristas o crimi-
INACIPE fue repuesto en su local y en su nólogos que ya no se hallan entre nosotros,
misión, de los que había sido despojado. De pero aportaron al Instituto buena parte de
esta manera se rectificó el desacierto y cesó su vida y entusiasmo. No olvido, desde luego,
la acción “institucida”. a don Celestino, mencionado reiteradamen-
te en este prólogo, ni a mis colegas Gustavo
*** Malo Camacho y Gustavo Barreto Rangel, o al
profesor Fernando Castellanos Tena y a Luis
Deshecho el entuerto, el INACIPE ha se- Fernández Doblado. Tampoco puedo omitir
guido un camino ascendente que se mantiene la referencia a los años más recientes, lo que
y es necesario conservar, sostener, engrande- me lleva a mencionar en estas páginas, con el
cer. Alguna vez, a raíz del entuerto, el nuevo mayor aprecio, a los directores Gerardo La-
Procurador General y Presidente de la Junta veaga y Rafael Estrada Michel, conductores
de Gobierno, Antonio Lozano Gracia, me in- de una etapa de trabajo intenso y excelente.
vitó a presidir el organismo. Fue generoso de
No desconozco la inquietud que apareció
18
Diario Oficial de la Federación del 18 de agosto de 1993 (en adelante dof). en horas recientes, una vez más, para pres-
19
dof del 11 de abril de 1996.
cindir del Instituto. Causa extrañeza —por
20
Así, en Varios, Coloquio Internacional “La ciencia penal y la política
criminal en el umbral del siglo XXI” con motivo de la instauración del Institu- decirlo con un eufemismo— esta intención
to Nacional de Ciencias Penales (INACIPE) del 22 al 26 de enero de 1996, destructora, cuando sería más practicable y
México, Inacipe, 1998.
19
desde luego más positivo para México rete- do extenso, pese a lo mucho que resta “en
ner la construcción y engrandecerla. Cierto el tintero”— doy paso a la reflexión sobre
artículo transitorio de una iniciativa de ley los otros organismos que anteriormente
prevé, de nueva cuenta, la supresión del Ins- mencioné, celebrantes de sus propios y coin-
tituto. No hago más comentarios, porque no cidentes aniversarios de fundación, y prin-
tiene caso —en mi opinión— formularlos en cipalmente acerca del prolongado proceso
este momento. Ya lo hicimos, con énfasis, a de reforma constitucional desarrollado a lo
partir de la Academia de Ciencias Penales, largo de setenta y cinco años. El lector se
que expuso con firmeza su rechazo y fundó percatará de que no ha sido poca cosa, ni en
con buenos argumentos sus puntos de vista. el tiempo de vida ni en la entidad de las re-
formas, que han impuesto giros mayores al
Hoy veo una clara simpatía de la Procura- sistema penal mexicano. Hoy —cuando ya
duría General de la República hacia el Ins- tenemos una nueva Constitución, a gran dis-
tituto. La saludo y celebro. Es una simpatía tancia de la que tuvimos en 1917, e incluso
acertada y constructiva, justamente lo que de la que formamos en el curso de las refor-
nuestro país necesita: acierto y construcción. mas del siglo XX— debemos analizar el esta-
Finalmente, nos mantendremos en pie y do que guarda la normativa constitucional
avanzaremos con seguridad merced a la for- sobre el sistema penal, de la que deriva una
taleza de nuestras instituciones. En su pro- copiosa legislación secundaria. Y sobre todo
pio ámbito, el INACIPE es una de ellas. Lo habremos de revisar el estado que guarda
es, fuera de dudas, cuarenta años después de la justicia penal, que es —podemos supo-
su fundación. nerlo, y ciertamente debemos exigirlo— el
fin al que se dirige la exuberante normativa
Dicho todo lo que precede —en este pró- constitucional que me propongo estudiar
logo “heterodoxo”, que además ha resulta- en seguida.
20
L
a exposición que ahora presento sur-
gió en el marco de la doble celebra-
ción a la que me refiero en el siguiente
apartado. Se trataba entonces —como verá
quien aborde su lectura— de examinar el
desarrollo del sistema penal mexicano —es
decir, de la “justicia penal”, o del anhelo de
justicia que late en este concepto— en el cur-
so de tres cuartos de siglo: 1940 a 2015. A esta
21
tarea acudimos numerosos investigadores, tidas por el Poder Ejecutivo que acogen los
catedráticos, abogados postulantes, defenso- mandamientos de la Constitución y la ley,
res de derechos humanos; en suma, ciudada- desplegados en múltiples direcciones, y sen-
nos interesados en el pasado, el presente y el tencias del Poder Judicial —o mejor dicho,
futuro de lo que hemos dado en llamar la jus- jurisdiccional— que zanjan controversias y
ticia penal, convocados por el Instituto de declaran, en definitiva, cuál es la “voluntad
Investigaciones Jurídicas de la unam y por del legislador”, no necesariamente la “volun-
la Academia Mexicana de Ciencias Penales. tad del pueblo”. Hoy se agregan las determi-
naciones de un nuevo personaje de la escena
Por supuesto, no es fácil ni indispensable, constitucional, fruto de tensiones y decisio-
como también señalaré adelante, ceñir es- nes que no me corresponde examinar en este
trictamente el examen de este tema dentro momento: los órganos autónomos que se han
de los límites temporales de la etapa corrida multiplicado. Algunos de ellos —así, sólo por
entre 1940 y 2015. En el Derecho de ese perio- ejemplo, las comisiones de derechos huma-
do, asunto del que nos ocupamos los partici- nos— generan actos que tienen cierta pro-
pantes en la mencionada reflexión colectiva, yección sobre el espacio penal.
late e influye el Derecho precedente, germen
del que luego vendría —por admisión con- En el largo, complejo y accidentado itine-
vencida o por enérgico rechazo— el orden rario constitucional han aparecido y desa-
jurídico vigente a partir de los años cuarenta parecido muchas instituciones, figuras ju-
del siglo xx. Y en el mismo ordenamiento de rídicas, personajes de la escena en la que se
la etapa analizada se anuncia el orden jurídi- presenta y resuelve el drama penal. En ese
co posterior, a cuya formación asistimos en curso se han agitado expectativas de jus-
estos días, a veces con esperanza y en ocasio- ticia y reclamaciones contra la injusticia,
nes con temor. aciertos y errores, progresos y retrocesos.
Todos ellos son particularmente relevantes
No es fácil seguir detalladamente el paso en tanto que la escena penal implica, como
del sistema penal a través de las estipulacio- también se verá adelante, el ámbito decisi-
nes de la ley suprema, que aloja reformas nu- vo para el encuentro entre el ser humano
merosas. Y tampoco se puede deducir la ver- —nosotros, en suma— y el poder político
dadera operación de ese sistema sólo a partir acompañado por otros poderes que deter-
de los mandamientos constitucionales. Bajo minan, cada vez más, la actuación de aquél.
estas normas —cumplidas o eludidas— se
encuentran otros conjuntos preceptivos de Así las cosas, el sistema penal refleja con
cotidiana aplicación: códigos y leyes, obra del gran elocuencia las verdaderas convicciones
Poder Legislativo, que desenvuelven directa y el comportamiento cotidiano del poder, do-
o indirectamente las disposiciones constitu- tado de su máxima pujanza, a menudo des-
cionales; prevenciones reglamentarias emi- bordante. Por ello es preciso advertir y seña-
22
lar las tendencias de diverso signo —libertad desto servidor público y culmina en las deter-
o sumisión, democracia o autoritarismo— minaciones de la más encumbrada autoridad.
que florecen en la vida de una nación, y más Entre uno y otra discurre la justicia penal,
aún, las tendencias que disputan el gobierno por ese cauce corre la vida de muchos ciu-
de la nación. dadanos pendientes de la suerte que aquélla
puede depararles. Nadie se halla enteramen-
Todo eso figura en el examen sobre tres te a salvo: por intención, por imprudencia,
cuartos de siglo en el desempeño político, so- o sólo por un desliz. Es verdad que a todos
cial, ético, del sistema penal mexicano. En él ampara la denominada presunción de inocen-
hay luces y sombras, las hay ahora mismo, en cia, pero no hay presunción que sustraiga al
las líneas o entre las líneas de la ley y sobre sujeto de las inquietantes vicisitudes —por
todo en la práctica de la justicia, que inicia en decir lo menos— que impone, llegado el caso,
las más elementales actuaciones de un mo- la maquinaria penal.
23
E
ste trabajo se inscribe en el marco de
una doble celebración académica aso-
ciada al desarrollo del sistema penal
mexicano, y sirve a un propósito vinculado con
aquella circunstancia: el examen de esta ma-
teria en las xvi Jornadas sobre Justicia Penal
(Instituto de Investigaciones Jurídicas de la
Universidad Nacional Autónoma de México,
del 3 al 6 de noviembre de 2015). La reflexión
25
alojada en estas jornadas tiene sus fronteras sumado sus fuerzas para concurrir a la cele-
formales en dos fechas relevantes: 1940 y 2015, bración y al examen de los temas recogidos
cuyo significado mencionaré adelante. en las xvi Jornadas. El primer dies correspon-
de al año de fundación —un año común— de
En ese foro participó un amplio grupo la Academia Mexicana de Ciencias Penales
de académicos y profesionales del Derecho y del Instituto de Derecho Comparado de la
y otras áreas del conocimiento vinculadas unam, que tiempo después se convertiría en
con aquél, catedráticos, investigadores y Instituto de Investigaciones Jurídicas.
juzgadores, con el propósito de analizar la
marcha de las disciplinas penales —ideas y La Academia Mexicana de Ciencias Pena-
prácticas que suelen marchar distanciadas— les fue establecida por un selecto grupo de
en el curso de tres cuartos de siglo. Éste ha cultivadores de esas disciplinas, en el que fi-
sido un periodo fundamental en la evolución guraban los autores y tratadistas de la refor-
de la sociedad y el Estado en México, y del ma penal mexicana de 1931. Ésta se concentró
aparato normativo establecido para alentar- esencialmente en dos ordenamientos: el per-
la y acompañarla,1 del que forma parte la nor- durable Código Penal de ese año —rector de
mativa penal, muy abundante y variada. la legislación sustantiva en todas las entida-
des federativas, por imitación o acercamien-
La selección del dies a quo (1940) y el dies to—, que sustituyó al efímero ordenamiento
ad quem (2015) —si se me permite la ex- filopositivista de 1929, a su vez sucesor del
presión— de nuestras reflexiones obedece código clásico de 1871; y el Código de Pro-
a las fechas en que se encierra, por ahora, cedimientos Penales para el Distrito Fede-
la vida fecunda de dos organismos que han ral, de 1931, seguido por el Federal de la mis-
ma especialidad, de 1934. Previamente, algu-
nos de los fundadores de la Academia habían
1
Las Jornadas sobre Justicia Penal constituyen un programa acadé-
mico del área penal del Instituto de Investigaciones Jurídicas, cuya primera iniciado otra empresa de cultura penal que
aparición en la escena ocurrió del 3 al 5 de octubre de 2000. A partir de subsiste hasta hoy: la revista Criminalia.2
entonces se han sucedido estos encuentros ininterrumpidamente, hasta la
edición xvi, a la que me refiero en este trabajo, que se desarrolló del 3 al 6
de noviembre de 2015. Cfr. la memoria de las primeras Jornadas: García Los fundadores de la Academia, integran-
Ramírez, y Leticia Vargas Casillas, (coords.), Las reformas penales de los
últimos años en México (1995-2000), México, unam, Instituto de Investiga- tes de una primera generación de académi-
ciones Jurídicas, 2001. La Memoria de las xv Jornadas se puede consultar cos, simiente de otras, fueron los juristas
en la página del Instituto de Investigaciones Jurídicas [http://biblio.juridicas.
unam.mx/libros/libro.htm?l=4032]: García Ramírez y Olga Islas de Gon-
Francisco González de la Vega, José Ángel
zález Mariscal (coords.), El Código Nacional de Procedimientos Penales. Ceniceros, Alfonso Teja Zabre, Raúl Carrancá
Estudios, México, unam, Instituto de Investigaciones Jurídicas/Instituto de
Formación Profesional de la Procuraduría General de Justicia del Distri-
y Trujillo, Luis Garrido, Emilio Pardo Aspe,
to Federal, 2015. En las xvi Jornadas, conmemorativas del septuagésimo Carlos Franco Sodi, José Ortiz Tirado, Fran-
quinto aniversario de la Academia Mexicana de Ciencias Penales y del cisco Argüelles y Javier Piña y Palacios, así
Instituto de Investigaciones Jurídicas de la unam —como se informa en el
presente texto—, y cuya memoria se halla en preparación, intervinieron
35 expositores. El programa se puede ver en: http://www.juridicas.unam. 2
Cfr. Correa García, Historia de la Academia Mexicana de Ciencias
mx/inst/evacad/Eventos/2015/1103-2/ Penales, México, Porrúa, 2001, pp. 9 y ss. y 579 y ss.
26
como los médicos José Gómez Robleda y José separadas entre sí: una entre 1975 y 1977 y
Torres Torija,3 todos ellos vinculados a que- otra a partir de 2008, que concluyó en 2015.6
haceres de educación superior y, a menudo,
de gobierno. Acudieron más tarde nuevas ge- Por su parte, el Instituto de Investigacio-
neraciones que fortalecieron sus respectivas nes Jurídicas, nacido en el mismo 1940, bajo
disciplinas y ejercieron un respetado magis- el nombre y con la intención de Instituto de
terio sobre los estudiosos de temas penales. Derecho Comparado —método que se abría
Mencionaré a dos, representativos del ímpe- paso vigorosamente y franqueaba para Méxi-
tu que adquirieron, gracias a ellos, sus áreas co promisorios horizontes—, quedó estableci-
de conocimiento: el criminólogo Alfonso Qui- do originalmente dentro de la Escuela Nacio-
roz Cuarón, generalmente reconocido como nal de Jurisprudencia, luego en la Facultad
el “jefe de la Escuela Criminológica Mexica- de Derecho de la unam.7 Ahí se mantuvo has-
na”, y el penalista Celestino Porte Petit. ta el momento de adquirir autonomía dentro
del conjunto de institutos universitarios,8
Sobre las tareas de aquel tiempo y el in- rango que conserva hasta ahora y con el que
tenso desenvolvimiento de la Academia en ha adquirido, merecidamente, gran prestigio
varias décadas, me remito al estudio que nacional e internacional. En este tiempo, el
publiqué en la revista Criminogénesis,4 tam- Instituto abarca el cultivo de un buen núme-
bién aportado a la obra colectiva que reúne ro de especialidades, entre las que figura, con
las intervenciones de juristas e historiadores notable pujanza, el Derecho constitucional.
en el coloquio sobre los abogados y la forma-
ción del Estado de Derecho en México,5 orga- Este Instituto fue obra de juristas españoles
nizado por los Institutos de Investigaciones —migrados republicanos, o mejor todavía,
Jurídicas y de Investigaciones Históricas y el “transterrados”, para emplear la expresión
Ilustre y Nacional Colegio de Abogados. No que acuñó el antiguo rector José Gaos,9 que
omitiré mencionar que he tenido el privilegio entregó a México sus últimos años y murió
de presidir la Academia en dos etapas muy en el cumplimiento académico10— y juristas
3
La escritura constitutiva y estatutos de la Academia fueron suscritos
6
Doy cuenta de este desempeño en el “Informe que se presenta a la
el 25 de enero de 1941, ante el notario público Luis Chávez Hayhoe. Academia Mexicana de Ciencias Penales. Octubre de 2015”, que aparece
en Criminalia, nueva época, México, año lxxxii, núm.2, pp. 263 y ss.
4
García Ramírez, “La Academia Mexicana de Ciencias Penales y
‘Criminalia’. Medio siglo en el desarrollo del Derecho penal mexicano (una
7
El 7 de mayo de 1940, el rector Gustavo Baz inauguró el Instituto de
aproximación)”, Criminogénesis, año 2, núm. 7, octubre de 2010, pp. 21 y Derecho Comparado; era director de la Escuela Nacional de Jurisprudencia
ss. Asimismo, cfr. “La Academia Mexicana de Ciencias Penales” en mi libro don Manuel Gual Vidal. Cfr. Jorge Madrazo, “A manera de prólogo”, en Vari-
Temas de Derecho, México, unam, Instituto de Investigaciones Jurídicas/ os, Cincuenta Aniversario del Instituto de Investigaciones Jurídicas, México,
unam, Instituto de Investigaciones Jurídicas, 1990, p. 8.
Universidad Autónoma del Estado de México/Seminario de Cultura Mexica-
na, 2002, pp. 283 y ss.
8
El Instituto adquirió autonomía el 15 de diciembre de 1948. Cfr. ibi-
5
Cfr. “La Academia Mexicana…”, Óscar Cruz Barney, Héctor Fix Fie- dem, p. 9.
rro, y Elisa Speckman Guerra, (coords.), Los abogados en la formación del
9
Cfr. Varios, El exilio español en México. 1939-1982, México, Salvat/
Estado Mexicano, México, unam, Instituto de Investigaciones Jurídicas/Ilus- fce, 1982, p. 776.
27
mexicanos. Unos y otros concurrieron en una de una tesis de licenciatura sobre el control
vigorosa sociedad de esfuerzos, que ha sido jurisdiccional, texto que fue parteaguas en
fecunda. Al frente del naciente Instituto es- el desarrollo científico del juicio de amparo.14
tuvo el notable civilista español Felipe Sán-
chez Román,11 con quien colaboraron otros Para el análisis detallado de la historia del
maestros de la misma procedencia, como Instituto, me remito también a las numero-
Javier Elola. Con ellos actuaron varios con- sas publicaciones que han aparecido en di-
nacionales nuestros, eminentes catedráticos versas oportunidades, entre ellas las que con-
universitarios, como Antonio Martínez Báez, memoran el quincuagésimo aniversario de la
Raúl Carrancá y Trujillo y Mario de la Cueva; fundación, que ya he citado en este texto, y el
asimismo, César Sepúlveda. septuagésimo quinto aniversario del mismo
acontecimiento.15 En varias publicaciones se
En la relación de investigadores y directo- ha incluido mi visión sobre el Instituto, del
res del Instituto figuran personajes de prime- que soy investigador.16
ra línea, que han alentado con vigor y talento el
desarrollo de este organismo a lo largo de tres Dejo mucha tinta en el tintero —o mu-
cuartos de siglo. Mencionaré a uno de los anti- cha energía en la computadora—, que me
guos investigadores, promotor y baluarte del gustaría invertir en la crónica sobre la Aca-
gran trabajo académico realizado en el curso demia y el Instituto, y acerca de los estupen-
de muchos años, fallecido en España: Niceto dos frutos de ambos, y paso a ocuparme del
Alcalá-Zamora y Castillo —de origen y nacio- tema que anuncia el título de este texto y que
nalidad españoles, a quien suelo identificar me fue asignado dentro del programa de las
como hispano mexicano—;12 y a uno de los referidas xvi Jornadas sobre Justicia Penal,
eminentes directores, unánimamente reco- coordinadas por mi respetada colega Olga Is-
nocido, que sigue enriqueciendo la investiga- las de González Mariscal y por mí.
ción y la cátedra: Héctor Fix-Zamudio,13 autor
14
Data de 1955 y ha sido reeditada en 2015, en versión facsimilar: La
11
Cfr. Manuel Ferrer Muñoz, “Felipe Sánchez Román y Gallifa”, en Fer- garantía jurisdiccional de la Constitución mexicana. Ensayo de una estruc-
nando Serrano Migallón, (coord.), Los maestros del exilio español en la turación procesal del amparo, México, edición facsimilar de Porrúa, 2015.
Facultad de Derecho, México, Porrúa/unam, Facultad de Derecho, 2003, 15
Hay numerosas obras alusivas al Instituto, publicadas periódica-
pp. 375, 382 y 387. mente, además de los informes de desempeño. Al respecto, véase: Varios,
12
Cfr. García Ramírez, “Maestros españoles: Niceto Alcalá-Zamora y Cincuenta aniversario…, op. cit. Para una visión amplia y pormenorizada
los penalistas”, Cincuenta años del exilio español en la unam, México, unam, del Instituto, su origen, desarrollo y situación actual, en el concepto de
Coordinación de Difusión Cultural, 1991, pp. 73 y ss. Mi intervención en el quienes hemos formado filas en este organismo, cfr. Beatriz Bernal, Ricar-
homenaje a Alcalá-Zamora en la Facultad de Derecho de la unam (24 de do Méndez Silva y Jorge Witker (coords.), Testimonios y remembranzas
febrero de 2004) se denominó “Homenaje a un jurista hispanomexicano: acerca del Instituto de Investigaciones Jurídicas, México, unam, Instituto de
Niceto Alcalá-Zamora”. Investigaciones Jurídicas, 2015.
13
En múltiples oportunidades me he referido a la personalidad y la 16
Así, en la correspondiente al septuagésimo quinto aniversario, “Re-
obra de Fix-Zamudio. Mencionaré ahora sólo una de aquéllas: “La obra de cuerdos de un “institutense”, en Varios, Testimonios y remembranzas…, op.
Fix-Zamudio y la institución del Ministerio Público”, en Héctor Fix-Zamudio, cit., pp. 23 y ss. Mi primer ingreso al iij, como investigador de medio tiempo,
Función constitucional del Ministerio Público. Tres ensayos y un epílogo, por concurso, ocurrió en 1966, un año después de que inicié la docencia
México, unam, Instituto de Investigaciones Jurídicas, 2002, pp. 1 y ss., tra- sobre Derecho procesal penal en la Facultad de Derecho de la unam, por
bajo reproducido en mi libro Temas…, op. cit., pp. 471 y ss. invitación del entonces director César Sepúlveda.
28
D
ebo anticipar, aunque acaso no sea
necesario si se toma en cuenta el títu-
lo de este trabajo, que en las siguien-
tes líneas intentaré proporcionar un panora-
ma —que no puede detenerse en el estudio de
cuestiones particulares— acerca del sistema
penal conforme a las previsiones de la Consti-
tución General de la República y sus frecuen-
tes reformas en el curso de tres cuartos de
29
30
31
reales de poder”10 que existen en un país, el Dentro de este alud de cambios, algunos
estudioso de la política y del constituciona- plausibles, otros no, han tenido una creciente
lismo deberá preguntarse y responder cuá- manifestación los dedicados a asuntos pena-
les han sido y son esos factores a lo largo de les, en forma directa y exclusiva, o de manera
la vida constitucional de México, a partir indirecta y circunstancial, aunque muy im-
de 1917. Las respuestas son diversas; alguna portante. Aunque en este artículo pondré el
de ellas, de fuente respetable, muy crítica.11 mayor énfasis en las reformas penales de los
últimos setenta y cinco años, que es el com-
Por supuesto, estoy lejos de postular, en promiso temporal anunciado en el título,
modo alguno, la “inmovilidad” de los textos también aludiré a los cambios en otros mo-
constitucionales —dejando a salvo las lla- mentos a partir de 1917, para proporcionar
madas “cláusulas pétreas”, que es materia un marco más completo sobre esta materia.
diferente de la que ahora comento—, lo que
pretendo es llamar la atención acerca del cau- En esta somera invocación de anteceden-
dal de cambios (¿necesarios, prescindibles?) tes, no ingresaré —como sería indispensable
que hemos incorporado en esos textos. En lí- hacerlo en un examen más amplio y revela-
nea general, acojo el parecer de Diego Valadés dor— en la descripción de las circunstancias
cuando se refiere a la necesidad de encontrar en que aparecieron la Carta de 1917 (elabo-
“un punto de equilibrio entre la preservación rada por diputados que habían padecido en
de los derechos existentes y las expectativas carne propia la inocuidad de la Constitución
de nuevos derechos”.12 de 1857 frente a los rigores penales del Por-
firiato)13 y sus reformas, y que ciertamente
determinaron tanto el contenido como la
pretensión de aquélla. Por lo que hace a las
10
¿Qué es una Constitución?, México, Colofón, pp. 10 y 11, 19, 51 y 104. condiciones que tuvieron a la vista los di-
11
Diego Valadés sostiene, en el diario Reforma del 31 de enero de putados del Congreso de 1916-1917, fue elo-
2016, que hemos pasado de tener una Constitución del pueblo, a tener
una de la élite gobernante, y luego —ahora— de la élite económica inter- cuente la reclamación de José Natividad
nacional. Macías acerca de la conveniencia de demoler
12
Añade el profesor Valadés: “las tensiones que resultan de la intan- la penitenciaría de Lecumberri —insignia
gibilidad constitucional pueden ocultar posiciones conservadoras que limi-
ten al máximo los cambios constitucionales. Viceversa, las presiones que penal del Porfiriato— “aunque se pierdan
acompañan las exigencias de cambios pueden corresponder a actitudes los millones que se invirtieron en erigirla”.14
que afectan la estabilidad de la norma suprema. En ambos casos, llevados
al extremo, se puede lesionar la relación entre la norma y la normalidad, en
perjuicio de la adhesión espontánea al orden jurídico y de las relaciones
13
Diario de los Debates del Congreso Constituyente, México, 1922,
sociales”. “El orden constitucional: reformas y rupturas”, en José Reynoso t. i, p. 666.
Núñez, y Herminio Sánchez de la Barquera y Arroyo, (coords.), La demo- 14
Acerca del debate sobre el régimen penitenciario en el Constitu-
cracia en su contexto. Estudios en homenaje a Dieter Nohlen en su sep- yente de Querétaro, cfr. García Ramírez, Los personajes del cautiverio.
tuagésimo aniversario, México, unam, Instituto de Investigaciones Jurídicas, Prisiones, prisioneros y custodios, México, Secretaría de Gobernación/
2009, pp. 538 y 539. Asimismo, cfr. en relación con el mismo autor “Rees- cvs Publicaciones, 1996, pp. 131-133. Hay una segunda edición de Po-
cribir la Constitución”, op. cit., y “¿Qué hacer con la Constitución?”, op. cit. rrúa publicada en 2002.
32
Entre 1917 y 1993, los cambios constitucio- tantes, a veces obsesivos, con diversos signos:
nales en materia penal fueron relativamente desde el característico del sistema penal de-
escasos, pero no irrelevantes, y tuvieron signo mocrático hasta el vinculado con una orien-
humanista, progresista,15 bajo las ideas que tación autoritaria. Ambos han dejado honda
imperaban en su tiempo. A partir de 1994,16 huella en la normativa constitucional y, por
los cambios han sido muy abundantes, cons- supuesto, en la regulación secundaria.
15
Cfr. García Ramírez, “El sistema penal constitucional”, en El Derecho
en México…, op. cit., t. vii, p. 23.
16
Sobre la reforma de 1994, que tuvo importantes aspectos penales,
cfr. García Ramírez, Poder Judicial y Ministerio Público, 3ª ed., México, Po-
rrúa, 2006, pp. 123 y ss.
33
E
n un estudio de este carácter es
preciso recordar el papel que juega
el sistema penal, particularmente el
constitucional, rector del conjunto, fuente de
la interpretación y de la creación normativa,
en la formación y el destino del Estado de De-
recho, que imprime rumbo a la vida colectiva.
No se trata de un asunto menor. Tiene que
ver con la paz y la seguridad, pero también
35
36
prácticas que lo alojen: “No lastimar ni la jus- referirse al objeto de la sociedad política—,
ticia ni la libertad, y conciliar la benevolenciadetermina asimismo el espacio para que se
con la certeza de los castigos, y la humanidad desarrolle el encuentro más intenso entre el
con la seguridad de la sociedad civil”.6 Esta le-individuo y el poder público (alimentado o
yenda podría figurar, con gran actualidad, en mediatizado por los otros poderes, informa-
el pórtico de la política criminal: una política,les, que asedian al poder formal y a menudo
por cierto, que no tenemos y que echamos de resuelven su desempeño, constituyéndose
menos como hilo conductor del frenesí penal luego en testigos o en coro de sus actuacio-
que se ha depositado en la Constitución y en nes). Ese espacio es el escenario crítico de
numerosas leyes. los derechos humanos; el foro para dirimir la
más intensa pugna entre el Estado poderoso
Veré en seguida el papel que juega la nor- y el ciudadano desvalido.8
mativa constitucional en el sistema penal.
Aquélla es, en buena medida, una doble escri- La ley fundamental es norma básica y pro-
tura política, ética y jurídica. Por una parte, grama para el ejercicio de lo que llamamos la
es la escritura que orienta y legitima —o al “justicia”, en general,9 y la “justicia penal”, en
menos legaliza, o más bien, constituciona- particular, que suele alojarse, esta última, en
liza— el monopolio de la violencia al que se re- un apreciable número de normas, cantidad
firió Max Weber;7 y por la otra, participa en la que refleja la natural preocupación del legis-
escritura de la libertad, o bien, dicho de otra lador y de la sociedad por la forma en que se
manera, en el estatuto de aquélla: contribuye despliegue esa expresión del poder. Así ha
a establecer su contenido, su orientación, sus sucedido entre nosotros, incluso cuando el
beneficios y también sus límites. Cumple así, Constituyente omite la extensa relación de
mayúsculas tareas que vinculan al aparato derechos individuales. No deja de llamar la
público y orientan la vida social; protege la atención, por ejemplo, aunque no sea tema de
libertad y señala sus fronteras, ambas cosas este trabajo, que los derechos básicos recogi-
con la mayor energía. dos por la Constitución mexicana de 1824 no
fueron todos los que debió incluir una norma
La Constitución, cuya médula reside en constitucional (y que en efecto incluyó el De-
los derechos humanos, no en la organización creto de Apatzingán), sino sólo los concer-
del Estado —que se halla al servicio de aqué-
llos, como sostuvo la Déclaration de 1789 al
8
A menudo me he referido a este encuentro, tema natural de los cons-
6
Tal era el objetivo asignado a la reforma del procedimiento penal en titucionalistas y los penalistas; así en La prisión, México, fce/unam, Instituto
ese documento publicado en Neuchâtel en 1789 y en París en 1790. Cit. de Investigaciones Jurídicas, 1975, p. 21, y en Proceso penal y derechos
Marc Ancel, La défense sociale nouvelle. Un mouvement de politique crimi- humanos, 2ª ed., México, Porrúa, 1993, pp. 17 y 18.
nelle humaniste, París, Cujas, 1971, pp. 63 y 64. 9
Cfr. García Ramírez, “El tema de la justicia de la Constitución”, De-
7
Economía y sociedad. Esbozo de sociología comprensiva, 2ª ed., rechos del pueblo mexicano. México a través de sus constituciones, 3ª ed.,
trad. de José Medina Echavarría, Juan Roura Parella, Eduardo García México, Cámara de Diputados del Congreso de la Unión, LII Legislatura,
Máynez, Eugenio Imaz y José Ferrater Mora, México, fce, 1969, p. 1056. 1985, pp. 201 y ss.
37
38
tucional de 2011 franqueó con fuerte imperio mínimo. Recordemos la expresión de Ferra-
el ingreso de criterios garantistas al ámbito joli: es inadmisible utilizar “la afilada espada
del procedimiento penal, traídos por el Dere- del Derecho penal cuando otras medidas de
cho internacional de los derechos humanos;15 política social puedan proteger igualmente
ingreso que desde luego abarca los criterios o incluso con más eficacia un determinado
y estándares aportados por la jurisprudencia bien jurídico”.17 No obstante esta filiación (o
supranacional, cada vez más penetrante e in- afiliación) constitucional a la mejor corriente
fluyente. Esta jurisprudencia ha tenido pro- penal, el Derecho punitivo máximo se ha des-
yecciones penales de gran relevancia.16 lizado bajo el cimiento constitucional, pro-
clamándose como necesario por motivos de
En el ejercicio de esa función receptora seguridad pública y gobernabilidad.18 La cul-
de las decisiones penales fundamentales, la minación de esta tendencia produciría lo que
Constitución debe resolver —consultando se ha llamado, expresivamente, un sistema
la orientación democrática que le imponen penal de “proporciones faraónicas”.19
su origen, su condición popular, su designio
ideológico— diversas interrogantes decisi- Puesto que estamos examinando panorá-
vas. Ante todo, ha de resolver para qué sirve micamente las reformas constitucionales de
el sistema penal, aunque no lo haga con de- las últimas décadas, es indispensable sub-
claraciones literales, sino con disposiciones rayar la aparición del concepto “seguridad
claras, inequívocas, perfectamente compro- pública” en el paisaje constitucional, regu-
metidas, de las que se valdrán los intérpretes. larmente asociado a ideas y tareas del orden
penal,20 aunque también se ha rescatado en
En este sentido, nos hemos pronunciado
—pero la Constitución no lo ha hecho, inva-
riablemente— en favor de un Derecho penal
17
Ferrajoli, Derecho y razón…, op. cit., p. 104.
18
Cfr. Jiménez y Silva Forné, Percepción del desempeño…, op. cit.,
15
Cfr. García Ramírez y Mauricio Del Toro Huerta, México ante la esp. pp. 29 y 135. Se observa que “el Estado democrático como estruc-
Corte Interamericana de Derechos Humanos. Decisiones, transformacio- tura de garantía está envejeciendo aceleradamente”, incapaz de adecuar
nes y nuevos desafíos, 2ª ed., México, unam, Instituto de Investigaciones las garantías tradicionales a las exigencias de los nuevos tiempos. Antonio
Jurídicas/Porrúa, 2015, esp. pp. 86 y ss., y Mara Gómez Pérez, Jueces y Rovira, “Gobernanza y derechos humanos”, en Varios, Gobernanza demo-
derechos humanos. Hacia un sistema judicial transnacional, México, Po- crática, Madrid, Cátedra de Estudios Iberoamericanos Jesús de Polanco,
rrúa-imdpc, 2014, pp. 356 y ss. Universidad Autónoma de Madrid-Fundación Santillana-Marcial Pons,
16
Cfr. mi trabajo “Recepción nacional del Derecho interamericano 2013, pp. 20 y 21.
de los derechos humanos. Implicaciones penales”, en García Ramírez
19
Así califica Zaffaroni al sistema penal norteamericano, considerando
e Islas de González Mariscal, (coords.), Criterios y jurisprudencia intera- el enorme número de presos y de individuos sujetos a parole o probation.
mericanos de derechos humanos. Influencia y repercusión en la justicia En nombre de la eficacia se extiende el discurso del poder irracional. “Justi-
penal, México, unam, Instituto de Investigaciones Jurídicas, Instituto de cia penal y discriminación”, en Varios, El juez y la defensa de la democracia.
Formación Profesional de la Procuraduría General de Justicia del Distrito Un enfoque a partir de los derechos humanos, Instituto Interamericano de
Federal, 2014, pp. 3 y ss.; igualmente, J. Jesús Orozco Henríquez y Karla Derechos Humanos-Comisión de las Comunidades Europeas, San José,
Quintana Osuna, “Criterios relevantes de la Comisión Interamericana de 1993, p. 286.
Derechos Humanos aplicables a la justicia penal”, en ibidem, pp. 19 y 20
Cfr. Pedro Peñaloza, “Seguridad pública: la crisis de un paradigma”,
ss., y Ferrer Mac-Gregor, “La jurisprudencia de la Corte Interamericana en Varios, Seguridad pública. Voces diversas en un enfoque multidisciplina-
de Derechos Humanos aplicable a la justicia penal”, en ibidem, pp. 39 y ss. rio, México, Porrúa, pp. 561 y ss.
39
la ley el carácter multifacético de aquélla.21 relación en la que figuran los otros.24 Como
Suele plantearse —y este concepto se mira factor de resistencia frente al extravío de la
al trasluz de algunas disposiciones constitu- seguridad, actualmente avanzan en el plano
cionales, equívocas o ambiguas— una antino- mundial los conceptos de seguridad “hu-
mia inaceptable o un falso dilema: seguridad mana” y seguridad “ciudadana” (este último
pública vs. derechos humanos,22 eficacia vs. como dimensión de aquél); y a su amparo se
legitimidad.23 afirman la necesidad y la exigencia de preser-
var los derechos humanos.25 También se ha
En este caso —sobre el que volveré cuando observado a menudo —y este es otro asunto
examine algunas reformas constituciona- que ha merecido constante reflexión, en nues-
les—, se pierde de vista no sólo la compati- tra difícil circunstancia actual— la necesidad
bilidad natural entre seguridad y derechos de planificar adecuadamente la seguridad
humanos, sino el hecho de que la seguridad ciudadana y deslindarla normativa y operati-
es un derecho fundamental localizado, desde vamente de otras tareas del Estado, como la
el alba del constitucionalismo, en la misma del sistema de defensa nacional e inteligencia
vinculada a ésta.26
40
elementos que van más allá de la legitimidad El denominado Derecho penal del enemigo,
electiva de la autoridad.28
que se encuentra en el escenario del debate
y de las respuestas jurídicas y políticas a la
En la misma línea de las decisiones penales delincuencia actual,30 ganó terreno en 1996,
fundamentales, alojadas en la Constitución y a través de la Ley Federal contra la Delin-
atendidas por la ley criminal secundaria, se cuencia Organizada, entre cuyos desaciertos
encuentran las orientaciones, explícitas o im- figuró la fórmula original del tipo, contenida
plícitas, acerca del contenido de ilicitud que en el artículo 2º, que adelantó desmesurada-
justifica la adopción de tipos penales, que mente la intervención punitiva.31 Este ade-
suelen proliferar indiscriminadamente,29 al lanto constituye un rasgo característico del
empuje de circunstancias o acontecimientos Derecho penal del enemigo.32 Confesando o
que alarman a la sociedad. La formulación de
tipos penales sólo debiera servir para la pro- 30
Cfr. una síntesis de los puntos de vista del más caracterizado soste-
nedor actual de la teoría del Derecho penal del enemigo, Günther Jakobs,
tección de bienes jurídicos de la mayor jerar- “Derecho penal del ciudadano y derecho penal del enemigo”, en Günther
quía cuando se les ataca gravemente o se les Jakobs y Miguel Polaino Navarrete, El Derecho penal ante las sociedades
modernas (Dos estudios de dogmática penal y política criminal), México,
pone en verdadero y grande peligro. Flores Editor y Distribuidor, 2006, pp. 41 y ss. Jakobs menciona los da-
tos centrales de esta concepción, que deslinda el Derecho del ciudadano
del Derecho del enemigo; éste —aclara— “sólo se puede legitimar como
Reviste la mayor importancia que la Cons- un Derecho penal de emergencia que rige excepcionalmente”; por ende,
titución resuelva —también a través de re- censura el desbordamiento en que incurren algunos ordenamientos. Mo-
derna dogmática penal. Estudios compilados, ed. especial, México, Tribunal
gulaciones claras, que reflejen la intención Superior de Justicia del Distrito Federal/Anales de Jurisprudencia/Porrúa,
democrática de la ley suprema y conduzcan 2010, pp. 429 y 430 y 733 y 734.
su reglamentación y aplicación— a quién se 31
Hice la crítica de ese precepto en mi libro Delincuencia organizada.
Antecedentes y regulación penal en México, México, unam, Instituto de In-
considerará y tratará como delincuente, y vestigaciones Jurídicas/Porrúa, pp. 107 y ss. Véase además, Noé Ramírez
por qué medios. No podrían serlo, en la actua- Mandujano, “La Ley Federal contra la Delincuencia Organizada a la luz del
Derecho penal del enemigo”, en Mariano Herrán, José L. Santiago, Samuel
lidad, el pecador o el demente, pero tampoco González y Ernesto Mendieta (coords.), Análisis, técnicas y herramientas
el diferente, el discrepante, el disidente. En en el combate a la delincuencia organizada y corrupción, México, Ediciones
Coyoacán, 2007, pp. 193 y ss. El autor concluye: “la Ley Federal contra
este punto surge el tema del “enemigo” en el la Delincuencia Organizada reúne todas y cada una de las características
Derecho penal. típicas necesarias para calificarla como propia de un Derecho penal del
enemigo”. Ibidem, p. 212. En sentido semejante, cfr. Miguel Ángel Mancera
Espinosa, Derecho penal del enemigo, México, Ubijus/Procuraduría Gene-
trados y Juristas, Santiago de Chile, Comisión Chilena de Derechos Huma- ral de Justicia del Distrito Federal, Instituto de Formación Profesional, 2011,
nos, 1989, p. 78. pp. 32 y ss. Miguel Polaino-Orts cuestionó igualmente la fórmula original
28
“Para justificar la actuación del poder político y económico o para del artículo 2º, bajo el rubro “Un grave problema de legitimación: el adelan-
calificar a un Estado como democrático es necesario y urgente exigir el tamiento del adelantamiento”, cuya desmesura planteó “graves problemas
cumplimiento de otros mínimos requisitos y estándares que hoy vienen con- de legitimación democrática”. El Derecho penal del enemigo ante el Estado
tenidos en el término gobernanza, es decir, efectividad y legitimidad en el de Derecho, México, Flores, 2013, p. 301. El mismo autor observa que “en
ejercicio del poder y de las correspondientes estructuras, legitimidad que los ordenamientos jurídicos se ha substituido, desde hace un tiempo, el pa-
exige dar razón de cada una de las actuaciones y no sólo razones jurídicas radigma de la lesión consumada del bien individual por el de la anticipación
o de oportunidad”. Rovira, “Gobernanza y derechos…”, en Varios, Gober- a un momento anterior, con base en la necesidad de protección de un bien
nanza democrática, op. cit., p.16. colectivo”. Ibidem, p. 477.
29
Cfr. Islas de González Mariscal, “El desarrollo del Derecho penal 32
Aquí se plantea un “amplio adelantamiento de la punibilidad, es de-
mexicano en el siglo xx”, en Varios, La ciencia del Derecho…, op. cit., p. cir, el cambio de la perspectiva del hecho producido por la del hecho que
812. se va a producir”. Jakobs, Moderna dogmática…, op. cit., p. 732. Se crimi-
41
Tomando en cuenta la extensión y las di- La reforma de 2008 hizo su propia aporta-
versas formas de aparición de esta corriente ción a las ideas que hemos comentado y a los
del sistema punitivo, no dejaré de recordar la deslindes que provienen de ellas y que se re-
observación de Polaino-Orts: “todos los Esta- flejan en el triple espacio sustantivo, proce-
dos democráticos actuales emplean normas sal y ejecutivo, instituyendo por primera vez
de Derecho Penal del enemigo para comba- en el alto plano de la Constitución un doble
tir determinadas formas de criminalidad es- sistema penal, en vez del único que teníamos.
pecialmente peligrosas”. A este respecto, el Éste ha sido uno de los peores deslices en la
mismo autor menciona —acompañando los historia reciente del orden penal constitu-
argumentos en que sustenta su afirmación— cional.37
que “el Derecho penal del enemigo es, visto
desde [una] perspectiva funcionalista, en En el catálogo de las decisiones penales fun-
controladas dosis, una garantía necesaria del damentales figura, con particular relevancia,
Estado de Derecho”.34 la reacción jurídico-política frente al infractor
con motivo de la conducta realizada, es de-
Sobre el Derecho penal del enemigo, que cir, la pena (y las medidas de seguridad). En
atrae la reflexión hacia el Derecho penal de este universo de sanciones queda expuesta
autor,35 en contraste con el Derecho penal la convicción del Estado: si redentora o re-
de conducta o de hecho —baluarte del orden cuperadora, por una parte, o meramente re-
penal de la sociedad democrática—, es elo-
36
“Las garantías del imputado en el proceso penal”, en Eugenio
naliza “por la lesión de bienes jurídicos situados delante de (otros bienes Raúl Zaffaroni y Elías Carranza (coords.), Los derechos fundamentales
jurídicos que aún no han sido atacados) o en sus flancos”. Ibidem, p. 418. en la instrucción penal en los países de América Latina, México, Raoul
33
Cfr. Eduardo Rojas Valdez, “El Derecho penal del enemigo: ¿condi- Wallenberg Institute, Instituto Latinoamericano de las Naciones Unidas
ción o negación del Estado constitucional?”, Criminalia, nueva época, Méxi- para la Prevención del Delito y el Tratamiento del Delincuente/Porrúa,
co, año lxxx, núm. 2, pp. 217 y ss. 2007, pp. 176 y 177.
34
Polaino-Orts, El Derecho penal del enemigo…, op. cit., pp. xxv y xxviii. 37
Adelante volveré sobre este tema. Al respecto, cfr. mi libro La refor-
35
Raúl Zaffaroni, que ha estudiado esta materia con notable autoridad, ma penal constitucional…, op. cit., pp. 525 y 526; igualmente, mi “Prólogo
denuncia la “identificación de los destinatarios (del Derecho penal) median- a la cuarta edición”, Delincuencia organizada…, op. cit., pp. 94 y ss., y
te un fuerte giro al Derecho penal de autor”. El enemigo en el Derecho el prólogo a Marco Antonio Díaz de León, Derecho penal mexicano. La
penal, Madrid, Dykinson, 2006, p. 14. reforma de 1996, México, Porrúa, 1997, pp. vii-xii.
42
presiva, retributiva, eliminadora, por la otra. podría desfallecer el derecho de quienes ca-
Esta antinomia resume, de alguna manera, la recen de recursos para ejercerlo, y las cargas
historia de las reacciones ante el delito38 y se de violencia que todavía entraña el proceso
localiza en los textos constitucionales, y re- penal, inclusive en los países democráticos.41
cientemente en los internacionales.39
Por lo que hace al régimen procesal como
Sigamos con las decisiones capitales del conjunto de principios y actos, los autores de
sistema penal. Llega el turno al método, me- textos constitucionales tienen a la vista op-
dio o procedimiento para determinar que se ciones que suelen rotular con términos tra-
ha incurrido en un delito, identificar al autor dicionales: sistema inquisitivo, acusatorio
y aplicar la reacción. Es así que se construye o mixto. A la hora de ponderar la selección
una de las porciones más detalladas y rele- procesal —que despierta vivos debates—, no
vantes del orden penal constitucional, donde siempre se recuerda que la gran mayoría de
los derechos humanos tienen un crítico es- los sistemas de los últimos siglos han sido
cenario y el autoritarismo puede operar a mixtos, con presencia de elementos inquisiti-
discreción: esa porción es el enjuiciamiento, vos y acusatorios.
para utilizar una expresión que en concepto
de algunos tratadistas cubre investigación, Los datos acusatorios predominaron en el
instrucción, juicio y sentencia. 40
texto original de 1917,42 malinterpretado por
no pocos analistas de última hora, que incu-
La mejor doctrina destaca la condición rren en la sorprendente afirmación de que
del proceso como “método […] impuesto por nuestra ley fundamental, y con ella todo el
la autoridad para llegar a la justicia”, hace sistema penal, transitó del sistema inquisi-
notar que el proceso no es como lo prevé el tivo al acusatorio, apenas en 2008. A partir
legislador, en abstracto, sino como lo hacen de este yerro se eleva el abundante panegí-
vivir quienes participan en él; la necesidad de rico de la reforma de 2008, que posee méritos
que la promesa de justicia contenida en las indudables y no requiere instalarlos sobre
normas se materialice en la realidad, donde ese desacierto.
38
Que se advierte cuando el texto original de la Constitución de 1917 Por último, la Constitución adopta una de-
se ha referido a la “regeneración” del reo; el incorporado en 1964-1965 a
la “readaptación social”, y el establecido en 2008, a la “reinserción social”.
cisión fundamental con la que culmina la se-
39
Así, por ejemplo, el artículo 5.6 de la Convención Americana so-
bre Derechos Humanos previene que “las penas privativas de la libertad
tendrán como finalidad esencial la reforma y la readaptación social de los 41
Cfr. Piero Calamandrei, Proceso y democracia, trad. de Héctor
condenados”. Fix-Zamudio, Buenos Aires, ejea, 1960, pp. 29, 55, 176, 177 y 198.
40
Alcalá-Zamora ponderó las ventajas de la expresión “enjuiciamien- 42
Cfr. Islas de González Mariscal y Elpidio Ramírez, El sistema pro-
to”, que está “vinculad(a) en un sentido al juicio […] y […] refleja, además, cesal penal en la Constitución, México, Porrúa, 1979, pp. 39 y ss. Jesús
el desarrollo de la actividad procesal necesaria para llegar a la obtención de Zamora Pierce señala que “el proceso penal mexicano ya era acusatorio
ese juicio [por ello] representa, en cierto modo, un término que abarca a un antes de la reforma constitucional de 2008”, a lo que agrega que el proceso
tiempo el proceso y el procedimiento”. Cuestiones de terminología procesal, establecido por esta reforma es mixto con pronunciados rasgos inquisitivos.
México, unam, Instituto de Investigaciones Jurídicas, 1972, pp. 94 y 95. Juicio oral. Utopía y realidad, México, Porrúa, 2011, pp. 11 y 15.
43
cuencia que he mencionado: forma, sentido, A la hora de regular, y sobre todo de llevar
condiciones para la ejecución de la condena. adelante la ejecución de las consecuencias ju-
Puede ser extremadamente rigurosa o ajus- rídicas del delito, ordenadas en la sentencia
tarse al signo del Derecho penal mínimo, de condena, debiéramos recuperar las expre-
estableciendo tanto el indispensable prin- siones de Carnelutti cuando se refirió al sen-
cipio de legalidad en la ejecución como las tenciado como el “pobre entre los pobres” y
características de ésta bajo conceptos —que consideró que el proceso no concluye con la
he aludido y a los que adelante me referiré sentencia de condena; su “sede se transfiere
nuevamente— de readaptación o reinser- del tribunal a la penitenciaría [que] está
ción, con sus propias correspondencias eje- comprendida, con el tribunal, en el palacio
cutivas. de justicia”.43 No se entiende así por muchos
ejecutores de la pena privativa de libertad, la
cual lamentablemente domina el escenario
de las sanciones.
43
Francesco Carnelutti, Las miserias del proceso penal, trad. de San-
tiago Sentís Melendo, Bogotá, Temis, 1993, pp. 81 y 82.
44
E
stablecidas las decisiones fundamen-
tales en la Constitución mexicana, la
ley suprema recoge un vasto conteni-
do punitivo —o asociado a éste— en varias
series de preceptos que mencionaré adelante.
Antes de hacerlo, reiteraré que los documen-
tos que abrieron la puerta al orden penal mo-
derno alojaron las definiciones centrales de
esas series normativas: lo hizo, primordial-
45
46
blecieron las reglas generales para la admi- gunda serie se integra con las disposiciones
nistración de justicia, que son un catálogo de concernientes a la sanción jurídica, en las
derechos (principalmente) penales con parti- que se fija lo que podríamos llamar el “pro-
cular importancia en el cuerpo de una consti- yecto penal del Estado” —al que me referí al
tución que carece de la relación de derechos aludir a las decisiones penales fundamenta-
humanos característica de las leyes funda- les— reflejado en la orientación de la pena y,
mentales. En su hora, la Carta de 1857, que por lo tanto, en el trato al infractor a partir
cargó el acento en los derechos fundamenta- de la condena con la que cesa la presunción
les (acierto ponderado por Rabasa6), contuvo de inocencia.
varias disposiciones sobre esta materia.
Una tercera serie de normas corresponde
La Constitución de 1917, fruto de un Con- al “cuerpo de la justicia”, que es parte del
greso Constituyente popular en el que figu- cuerpo del Estado. Se trata de las disposicio-
raban muchos militantes de la Revolución nes orgánicas y funcionales incorporadas en
de 1910 y de los procesos inmediatamente la ley suprema a propósito de la policía, los
posteriores a ésta, recogió la materia penal, órganos de persecución, juzgamiento y eje-
como señalé, en series de normas cuyo con- cución. La cuarta serie —en esta sucesión
junto, que no es un “capítulo” de la Constitu- que manejo convencionalmente, para fines
ción propiamente dicho, integra el “sistema expositivos— concierne al procedimiento: el
penal” mexicano,7 profusamente modificado. debido proceso, las garantías esenciales del
imputado y ahora del ofendido (que son guía
La primera serie normativa corresponde, de la justicia), el proceso justo.
en mi concepto, al principio de legalidad, que
se analiza en varias dimensiones: tipos pena- Merece una referencia especial, y por ello
les, órganos y autoridades, proceso y ejecu- constituye una serie normativa propia, la
ción de las consecuencias del delito.8 Una se- quinta en la relación que propongo, el régi-
men cautelar, una suerte de justicia prelimi-
nar o provisional que procura generar equi-
6
Quizá “no haya en la legislación constitucional mexicana —escribió
el ilustre constitucionalista— hecho más importante que la adopción de los librio entre intereses y requerimientos que
derechos del hombre, ni evolución más completa ni más necesaria que la entran en colisión y que se refieren a la jus-
que ella debía producir en toda la obra legislativa”. La Constitución y la
dictadura…, op. cit., p. 75.
ticia misma, al imputado y a la víctima. En el
7
Cfr. García Ramírez, Curso de Derecho procesal penal, México, 5ª orden penal, este régimen afecta severamen-
ed., Porrúa, 1989, pp. 60 y 61; Los derechos humanos y el Derecho pe- te a la persona, aun cuando no son descono-
nal, 2ª ed., México, Miguel Ángel Porrúa/Librero Editor, 1988, pp. 49 y ss.,
“La ‘cuestión penal’ en la Constitución”, en Francisco Fernández Segado, cidas las medidas que se despliegan sobre ob-
(coord.), La Constitución de 1978 y el Constitucionalismo Iberoamericano, jetos o bienes de diversa naturaleza,9 sobre
Madrid, Ministerio de la Presidencia/Secretaría General Técnica/Centro de
Estudios Políticos y Constitucionales, 2003, pp. 591 y ss., y “El sistema todo a propósito de la persecución de ciertos
penal constitucional”, en El Derecho en México…, op. cit., t. vii, p. 11.
8
Cfr. Raúl F. Cárdenas, El principio de legalidad penal, México, Porrúa, 9
Cfr. Alcalá-Zamora y Castillo y Ricardo Levene (h), Derecho procesal
2009, pp. 27 y ss. penal, Buenos Aires, Guillermo Kraft, t. ii, p. 272.
47
supuestos de delincuencia organizada, como sivamente penal, pero cuenta con implicacio-
el lavado o blanqueo de capitales. nes relevantes en aquélla: las instituciones
comunes a diversos ámbitos concernientes al
Podemos acoger en la sexta serie norma- control de los actos de autoridad y a la tutela
tiva las disposiciones concernientes a los ór- de los derechos y garantías del individuo (así,
denes punitivos especiales o especializados, el amparo y la actuación del ombudsman).
que necesariamente tienen cimiento cons-
titucional, por cuanto traen consigo salve- Todas estas series se han visto abarcadas
dades o novedades con respecto al sistema por las reformas constitucionales que exami-
punitivo regular. A saber: el enjuiciamiento no en este trabajo; lo han hecho con diversos
militar, la atención a los menores de edad signos y características. En este proceso de
(adolescentes) en conflicto con la ley penal transformación, conversión o reorientación
—como se suele decir—, el régimen de los constitucional es posible distinguir entre la
servidores públicos, el régimen de excepción reforma moderada, que procura retener las
sobre delincuencia organizada, la normativa determinaciones constitucionales origina-
de la extradición (nacional e) internacional. les; y la reforma caudalosa, que ha implicado
la paulatina, pero diligente, formulación de
Y aún es posible identificar una séptima y una nueva ley suprema, como anteriormente
última serie, aunque su materia no sea exclu- mencioné.
48
M
e he referido a las normas pena-
les en la ley suprema y en seguida
aludiré a la modificación, que he
llamado torrencial, de ese mismo ordena-
miento, invariablemente sustentada en un
discurso que promete mejores condiciones
para el Estado de Derecho y los derechos de
quienes se hallan bajo su jurisdicción. Cuan-
do abordo este tema me parece indispensable
49
recordar, siempre y con énfasis, las cuestio- pública en la que proliferan esos documen-
nes que suscita la eficacia del ordenamiento tos, sin atención verdadera a su eficacia y
jurídico: traslado cierto y regular a la vida cumplimiento.4
social;1 o de otra manera: la distancia que
suele mediar entre la norma y la vida, y por Sigue viva la expresión de Emilio Rabasa:
lo tanto el abismo que separa el sueño —o la hemos esperado todo de la ley, y ésta ha mos-
esperanza— del legislador, incluso el mejor trado su incurable incompetencia.5 Traiga-
intencionado, y la práctica insumisa que no mos aquí conceptos de Ignacio Vallarta en el
se disciplina al orden normativo. A menudo Constituyente de 1857: “las instituciones no
ha ocurrido entre nosotros, en el espacio pe- se importan en un país con la facilidad con
nal que ahora nos interesa. Ignorarlo ha sido que se hacen viajar las modas [...] el legisla-
factor de nerviosos, constantes, impetuosos dor que cura añejos males debe ser como el
cambios legislativos que no han transitado a médico que a la cabecera del enfermo, falta a
la realidad. su deber si se obstina en no ver el mal en toda
su gravedad”.6 Y en lo que toca a la materia
Olvidamos la prudente reflexión de Des- que ahora nos interesa, no hemos aprendido
cartes: más vale pocas leyes bien cumplidas, a desconfiar del automatismo que propone
que muchas que no se observen.2 No siem- recurrir a la “ley penal como respuesta única
pre recordamos la observación de Maria- frente al conflicto”.7
no Otero (constitucionalista y conocedor,
como pocos, del desorden penal de su tiem- Mucho antes de ahora, nuestros dirigen-
po) contenida en el voto particular sobre el tes políticos mencionaron el espacio vacío
Acta de Reformas, del 5 de abril de 1847: los entre la ley y la justicia práctica. En palabras
“pueblos se gobiernan por los hábitos y las de Obregón: “el clamor público ha señalado
creencias, por la imaginación y las costum- males profundos en la administración de jus-
bres”.3 No siempre hemos entendido —o ticia que hoy en día está únicamente inscrita
asumido— correctamente la idea de ser un en nuestras leyes, pero carece en absoluto de
“país de leyes”, que no es por fuerza una re- efectividad”.8
1
Midamos la eficacia del orden jurídico-penal mexicano, y particular-
mente del contingente de reformas acogidas en los últimos tiempos, frente
al concepto de eficacia de un sistema jurídico, que es “más o menos eficaz
cuando sus normas son constantemente obedecidas por la mayoría, son
4
Cfr. mi comentario en “Una reflexión sobre las reformas penales de
constantemente aplicadas, producen sus efectos o cumplen sus fines o 1966”, en Temas…, op. cit., pp. 233 y 234.
propósitos”. Leticia Bonifaz Alfonzo, El problema de la eficacia en el Dere-
5
Cfr. La Constitución y la dictadura…, op. cit., p. 8.
cho, México, Porrúa, 1993, p. 67. 6
Derechos del pueblo mexicano…, op. cit., t. iii, pp. 894 y 897.
2
La “exagerada multiplicidad de las leyes es con frecuencia excusa 7
Delmas-Marty, “Pour des principes directeurs de législation pénale”,
de las infracciones […] los Estados mejor organizados son los que dictan en Revue de Science Criminelle et de Droit Pénal Comparé, núm. 2,
pocas leyes, pero de rigurosa observancia […]”. René Descartes, Discurso abril-junio de 1985, p. 226.
del método, 7ª ed., México, Porrúa, 1980, p. 15. 8
“El Gral. Álvaro Obregón, al abrir las sesiones extraordinarias del Con-
3
“Voto particular”, en Felipe Tena Ramírez, Leyes constitucionales de greso, el 7 de febrero de 1921”, Los Presidentes de México ante la Nación,
México. 1808-1973, 5ª ed., México, Porrúa, 1973, p. 447. México, LII Legislatura de la Cámara de Diputados, 1985, t. iii, p. 447.
50
Sólo añadiré una expresión: “la gran refor- frecuencia, los autores de esa variada crimi-
ma indispensable, que sacuda antiguas defi- nalidad se hallan a salvo, merced a la exten-
ciencias, no tiene que ver con las leyes, sino dida impunidad,11 que frena, asociada a la
con las instituciones y con los hombres que corrupción, cualquier progreso que se pre-
en ellas trabajan o que a ellas recurren. Lo tenda alcanzar en materia de política crimi-
que se haga en este sentido pasará a la histo- nal, que es, a su turno, otro espacio general-
ria. La reforma de la justicia no se satisface mente desatendido. Ésta es la realidad12 que
—y ni siquiera comienza— con otras leyes, hemos querido enfrentar, empeñosamente,
más leyes, nuevas leyes. La verdadera refor- con las copiosas reformas constituciona-
ma consiste en aplicar las que tenemos, con les y legales a las que me refiero en este
rigurosa puntualidad”.9 artículo.
Los hechos, rebeldes a las reformas nor- Hace algunos años, la unam y el Instituto
mativas, apuntan en una dirección inquie- Iberoamericano de Derecho Constitucional
tante. Se han multiplicado los delitos de promovieron el reexamen de la seguridad
diverso género, así los crímenes tradiciona- y la justicia en democracia. Se hizo a través
les como los “evolucionados”, que solemos de una Conferencia Internacional, un docu-
abarcar, al menos en parte, bajo el rubro mento de diagnóstico y conclusiones y una
de “delincuencia organizada”, un tema que serie de encuentros con dirigentes políticos
ha dominado la escena de la criminalidad y académicos. Los problemas de corrupción,
en los últimos tiempos y generado copiosa impunidad y carencia de política criminal
normativa y abundante bibliografía.10 Con fueron examinados detalladamente en ese
encuentro y en el documento derivado de él,
9
García Ramírez, “Justicia y seguridad”, Manual de prisiones (La ampliamente difundido y comentado en mu-
pena y la prisión), 5ª ed., México, Porrúa, 2004, p. 142. Años más tarde
sostuve, en la misma línea, que “la reforma integral, que abarca leyes e chos foros,13 aunque escasamente atendido
instituciones, es indispensable. Precave contra ilusiones. No hay variación o totalmente desatendido. Hay analistas de
normativa que valga si en nosotros nada cambia. Aquí cobra relevancia el
conflicto entre lo que se dice y se hace. No es posible ni es debido tolerar
este contraste”. Discursos de política y justicia, México, Instituto Mexicano (origen, evolución, situación y configuración de la delincuencia organizada
de Cultura, 1988, p. 91. en México), 2ª ed., México, Porrúa, 2007 y Luis Felipe Guerrero Agripino,
La delincuencia organizada. Algunos aspectos penales, criminológicos y
10
Por lo que toca a trabajos aledaños a la reforma de 1993, cabe
político criminales, 2ª ed., México, Ubijus, 2012.
mencionar los aportados por un amplio número de participantes en una
obra colectiva, precedida y nutrida por un importante coloquio, en la que
11
Rafael Moreno González destaca este severo problema, al que me
destacan los estudios en torno a diversos aspectos de la delincuencia or- referiré en otros puntos del presente estudio. Dice: “Los índices de impuni-
ganizada y a la necesidad de proveer reformas normativas. Autores de dad se han incrementado en forma alarmante […]. En México la impunidad
esos trabajos fueron: Manuel Alonso Lobato, Máximo Carvajal, Luis de la constituye uno de los factores (de la criminalidad) más extendidos y fre-
Barreda Solórzano, Fausto Rico Álvarez, Jorge Sánchez Cordero, Nés- cuentes”. “Violencia, inseguridad e impunidad”, Iter Criminis, cuarta época,
tor de Buen, Álvaro Bunster, Ignacio Burgoa Orihuela, Fernando Gómez núm. 7, enero-febrero de 2009, pp. 198 y 199.
Mont, Jesús Zamora Pierce, Jorge Carrillo Olea, Gabriel García Márquez,
12
Cfr. García Ramírez, “Seguridad pública, proceso penal…”, Reforma
Guadalupe González González, Jorge Tello Peón y Rafael Velasco Fer- judicial…, op. cit., pp. 157 y ss.
nández. Cfr. Varios, La procuración de justicia. Problemas, retos y pers- 13
Cfr. Elementos para la construcción…, op. cit., esp. pp. 3, 6 y 17. En
pectivas, México, Procuraduría General de la República, 1993, pp. 345 y la elaboración de ese documento participamos Jorge Carpizo (coord.), Luis
ss. En este amplio campo de reflexiones mencionaré mi libro Delincuencia Raúl González, Luis de la Barreda, Ernesto López Portillo, Guillermo Silva
organizada…, op. cit.; Luis Alonso Bruccet Anaya, El crimen organizado y García Ramírez.
51
la situación que guarda el país en la materia críticamente, de cara al panorama y las con-
que ahora nos interesa, que abordan aquélla, clusiones derivadas de la Conferencia.14
14
Así, Fernando García Cordero, en una obra íntegramente dedicada
a la Conferencia, en su diagnóstico, sus conclusiones y sus propuestas;
el autor sostiene —como señalamiento personal— que durante la déca-
da precedente fueron abandonadas las disposiciones constitucionales, se
desvirtuó el Estado de Derecho, quebró la seguridad pública y quedó de
manifiesto la descomposición del sistema de administración de justicia.
Cfr. Seguridad, justicia y democracia. Una glosa crítica, México, Ed. Flores,
2014, p. 23.
52
L
as reformas constitucionales obede-
cen a diversos factores o surgen a par-
tir de varias fuentes. Las ha habido
oriundas de la presión sobre el sistema cons-
titucional ejercida por hechos emergentes
que reclaman atención: la nueva delincuen-
cia —sobre todo en la modalidad de crimen
organizado, cuyo mascarón de proa ha sido
el narcotráfico, al que hoy se agregan otras
53
conductas de lesión y peligro graves—,1 el Todo esto milita contra el Estado de Dere-
debilitamiento de los controles sociales y de cho, especialmente erosionado si campean la
los jurídicos no punitivos, el desconcierto, re- impunidad y la corrupción —particularmen-
basamiento o ineficacia de instituciones de te lesiva cuando opera en instituciones vin-
prevención y justicia penal, la impunidad,2 la culadas con la seguridad pública y la justicia
corrupción,3 la exasperación e incluso deses- penal—,5 lo que ha llevado a considerar que
peración de amplios sectores de la sociedad en nuestro país “no existe un cabal Estado
que plantean al legislador, no siempre prepa- de Derecho”.6 Algunos analistas que aluden a
rado para manejar este asedio, fórmulas pu- esos factores de erosión de las instituciones y
nitivas de extrema dureza.4 la seguridad destacan el incremento de aqué-
llos en etapas que se suponían “depuradoras”
de antiguos males hondamente arraigados.7
1
En relación con la política mexicana sobre el combate al narcotráfico, En el mismo ámbito de consideraciones
hay diversas opiniones. No las analizaré ahora, aun cuando se trata de un se inscribe un tema difícil para este medio:
tema mayor de la política criminal del Estado. Cfr., en sentidos diversos,
García Ramírez, Narcotráfico. Un punto de vista mexicano, México, Miguel la “cultura de la legalidad”,8 que más bien
Ángel Porrúa, Librero-Editor, 1989, y Jorge Chabat, “Las respuesta del go- podríamos mencionar como “incultura de
bierno de Calderón al desafío del narcotráfico: entre lo malo y lo peor”, en
Arturo Alvarado y Mónica Serrano (coords.), Los grandes problemas de
México. Seguridad nacional y seguridad interior, México, El Colegio de Mé- 5
Los estudiosos del tema se ocupan en establecer la caracteriza-
xico, 2010, t. xv, pp. 21 y ss. ción de este fenómeno, que requiere el análisis de diversos elementos.
2
Guillermo Zepeda Lecuona ha observado: “la probabilidad de que La percepción acerca de los servidores públicos en estas instituciones es
un presunto responsable de un delito fuera puesto a disposición de la au- generalmente negativa. Cfr. María Marván Laborde, Fabiola Navarro Luna,
toridad judicial durante (el año) 2000 fue de 3.5%, esto es, una impunidad Eduardo Bohórquez López y Hugo Alejandro Concha Cantú, La corrupción
de 96.7 por ciento”. Crimen sin castigo. Procuración de justicia penal y Mi- en México: percepción, prácticas y sentido ético. Encuesta Nacional de
nisterio Público en México, México, fce/Centro de Investigación para el Corrupción y Cultura de la Legalidad, México, unam, Instituto de Investiga-
Desarrollo, 2004, pp. 218-220. De días muy recientes son los muy preocu- ciones Jurídicas, 2015, esp. pp. 34 y ss., 94 y ss. y 176. Asimismo, cfr.
pantes datos contenidos en el Índice General de Impunidad, que mide este Héctor Felipe Fix-Fierro, Alberto Abad Suárez Ávila y Edgar Corzo Sosa,
fenómeno a escala internacional y nacional (igi-Mex). Nuestro país figura con Entre un buen arreglo y un mal pleito, Encuesta Nacional de Justicia, Mé-
un promedio de 75.70 puntos en una escala de 1 a 100. El Índice incluyó xico, unam, Instituto de Investigaciones Jurídicas, 2015, esp. pp. 135 y ss.
59 países; entre éstos, el nuestro ocupa el lugar 58. Véase la información y 187 y ss.
que suministra y comenta la Universidad de Las Américas-Puebla, en http:// 6
“Un primer ejemplo de la continua violación del Estado de Derecho, lo
www.pueblaonline.com.mx/2015/portal/index.php/estado/item/34960-ud- constituye la impunidad en la comisión de delitos penales. La ineficiencia,
lap-presente-indice-global-de-impunidad-mexico-2016#.VrPIG7f2Ydv pero sobre todo la corrupción que existe en la procuración y administración
3
En una obra reciente y aleccionadora, Ricardo Raphael examina con de justicia, se traduce en que, de cada 100 delitos denunciados, sólo 11
agudeza los problemas generales de impunidad y corrupción en México. terminan en una condena, y de cada 100 delitos, entre denunciados y no
Invariablemente inciden en el ámbito penal. Cfr. Mirreynato. La otra des- denunciados, sólo tres terminan en una condena”. Isaac Katz, “El costo de
igualdad, México, Planeta, 2014, pp. 69 y ss. En los análisis de fechas re- la impunidad”, en Varios, Derecho penal y economía. Memoria del Con-
cientes, cfr. Hugo Concha Cantú y Pedro Salazar Ugarte, “La corrupción en greso Internacional, México, Inacipe, 2009, pp. 76 y 77. El trabajo de este
el Poder Judicial en México. Un mapa de riesgos”, en Varios, La corrupción autor alude, primordialmente, a la protección del derecho a la propiedad.
en México. Transamos y no avanzamos, México, Instituto Mexicano para 7
Así, por ejemplo, en Jorge Carpizo, “Diversos aspectos personales y
la Competitividad, 2015, pp. 87 y ss., y María Amparo Casar, “Tapaos los sociales en la procuración de justicia”, Reforma Judicial. Revista Mexicana de
unos a los otros”, en ibidem, pp. 91 y ss. Justicia, México, núm. 12, julio-diciembre de 2008, p. 92.
4
En las campañas electorales y en la gestión de los funcionarios se 8
Gerardo Laveaga instala la cultura de la legalidad sobre el consenso,
halla, constante, el tema de la seguridad con sus desembocaduras en seve- que traslada al plano legal los valores políticos, y destaca la diversidad de
ridad punitiva. Cfr. Stefano Fumarulo, “Delincuencia organizada y seguridad: valores acogidos en diversos sectores de la sociedad mexicana. Cfr. La
represión y prevención”, en Varios, Análisis, técnicas y herramientas…, op. cultura de la legalidad, 2ª ed., México, unam, Instituto de Investigaciones
cit., pp. 233 y ss. Jurídicas, 2006, pp. 35 y ss. y 75 y ss.
54
55
como espectáculo”— de la atención y solu- de que éstos no pueden sucumbir por sufra-
ción a problemas que reclaman respuesta en gio popular —que desemboca en la tiranía
otros ámbitos del quehacer público.16 de la mayoría—, y ni siquiera por decisión
del poderoso Constituyente en un sistema
Por supuesto, las reformas navegan en democrático, como lo ha precisado la Corte
aguas inciertas, sobre todo cuando no res- Interamericana de Derechos Humanos;17 y
ponden a necesidades reales o lo hacen erró- las hay ambiguas, que navegan entre diver-
nea o desproporcionadamente. Es obvio que sas aguas, como ha ocurrido, en mi concep-
la realidad no se transforma a partir de una to, con la reforma penal constitucional más
reforma constitucional. Si ésta fracasa en el ambiciosa de los últimos años: la de 2008.
alcance de ciertos objetivos o determinadas
promesas, será necesario, y así ha ocurrido En general, las reformas constitucionales
recientemente, emprender otra reforma, realizadas a partir de 1917 han cubierto con la
mejor o peor que la precedente, en un deses- mayor frecuencia los asuntos del poder —ciu-
perado esfuerzo por aliviar el mal que perdu- dadanía, sufragio, partidos políticos, integra-
ra o se agrava. ción del Congreso, supervisión electoral, régi-
men estatal, normativa municipal, etc.— y las
Las reformas pueden ser analizadas con- garantías sociales propias del Estado social
forme a su perfil o a su orientación genuina. de Derecho, entendido como Estado de bien-
En este sentido, y por lo que toca al régimen estar, la injerencia del Estado en las relacio-
penal, las hay progresistas, consecuentes con nes sociales y económicas, tenencia de la tie-
el modelo apetecible en una sociedad demo- rra, derechos laborales, recursos naturales,
crática: pasos adelante; las hay regresivas, atención a sectores vulnerables, etcétera.18
que hieren los derechos humanos, ignorantes
17
La Corte idh sostiene que la “protección de los derechos humanos
constituye un límite infranqueable a la regla de las mayorías, es decir, a la
esfera de lo ´susceptible de ser decidido´ por parte de las mayorías en in-
stancias democráticas”. Caso Gelman vs. Uruguay. Fondo y reparaciones,
Sentencia de 24 de febrero de 2011, párr. 239. A este respecto, cfr. igual-
mente Luigi Ferrajoli, Principia juris. Teoría del Derecho y de la Democracia,
trad. de Perfecto Andrés Ibáñez, Carlos Bayón y Marina Gascón, Madrid,
Cfr. mis comentarios a este respecto en “La reforma constitucional
16 Trotta, 2007, t. ii, p. 96.
del Poder Judicial”, en Poder Judicial…, op. cit., pp. 25-27, y “Una reflexión 18
Cfr. García Ramírez, “Las reformas a la Constitución vigente”, en
sobre las reformas…”, en Temas…, op. cit., p. 234. Temas…, op. cit., pp. 62 y ss.
56
L
a primera reforma de la Carta de 1917,
que se presenta como rígida —técni-
camente— pero ha probado ser su-
mamente flexible, se produjo el 8 de julio de
1921. Entre el 5 de febrero de 1917 y el 31 de
enero de 2016, hubo 227 decretos de reforma
constitucional; de ellos, 110 —nada menos—
corresponden al periodo comprendido entre
el 6 de abril de 1990 y el mencionado día úl-
57
timo de enero: puesto en números redondos, ron tres códigos procesales: dos distritales en
digamos que en sólo tres lustros apareció la el siglo xix y uno federal en el xx,4 convencido
mitad de los decretos expedidos a lo largo de de que semejante monumento jurídico, como
un siglo. Desde luego, cada decreto reforma- algunos lo calificaron, no debía ser tocado con
dor abarca uno o varios preceptos, que pue- ligereza.5
den ser decenas, y lo han sido en varios casos.1
Como dije, en el espacio de las fechas
Veamos la materia penal constitucional, mencionadas (diciembre de 1994 y enero de
ámbito en el que la primera reforma se pro- 2016) aparecieron nada menos que veinti-
movió en 1947.2 Entre el 31 de diciembre de dós decretos de reforma constitucional —en
1994 y el 31 de enero de 2016, hubo 22 decre- promedio, más de uno por año— que atañen
tos reformadores en este ámbito, algunos directamente a la materia penal o la afectan
atenidos exclusiva o destacadamente a cues- indirectamente.6 Mencionémoslos: 1994,
tiones penales; otros, relacionados en mayor Poder Judicial y Ministerio Público;7 1996,
o menor grado con éstas. Por vía de compa- normas de procedimiento y seguridad pú-
ración, considérese que la Constitución de blica;8 1999, más disposiciones procesales;9
1857 recibió sólo seis reformas de contenido 2000, derechos de la víctima y el ofendido;10
penal entre la fecha de su promulgación — 2001, cumplimiento de pena;11 2004, seguri-
la primera reforma penal data de 1874— y dad nacional;12 2005, Corte Penal Internacio-
1908.3 El Porfiriato fue también cauteloso en nal;13 2005, conocimiento de delitos federales
revisiones al Código Penal de 1871, aunque en por autoridades comunes, tráfico de drogas
esa larga etapa de la vida del país se expidie-
4
Al respecto, cfr. mi estudio sobre “El sistema penal en el Porfiriato
1
Citemos, a manera de ejemplo, algunos casos relevantes: la reforma (1877-1911). Delincuencia, proceso y sanción”, Revista de la Facultad de
del 31 de diciembre de 1994 abarcó 27 artículos constitucionales; la del 2 Derecho de México, t. lxv, núm. 264, julio-diciembre de 2015, esp. pp. 183
de agosto de 1996 comprendió 19; la del 10 de febrero de 2014 se extendió y ss. Una versión menos extensa de la misma materia: “El sistema penal y
a 31 preceptos, y la del 29 de enero de 2016, 51 artículos, lo cual no deja penitenciario en el Porfiriato”, en Raúl Ávila Ortiz, Eduardo de Jesús Cas-
de ser una modificación masiva si se toma en cuenta que la Constitución tellanos Hernández y María del Pilar Hernández (coords.), Porfirio Díaz
está integrada por 136 preceptos. Claro está que habría que agregar un y el Derecho. Balance crítico, México, unam, Instituto de Investigaciones
enorme número de artículos transitorios, algunos de los cuales ingresan Jurídicas/Cámara de Diputados del Congreso de la Unión, lxiii Legislatura,
de plano en disposiciones reglamentarias de los preceptos principales mo- 2015, pp. 315 y ss.
dificados. 5
Cfr. Informe del Presidente Porfirio Díaz, del 16 de septiembre de
2
Esta reforma, promovida por el Ejecutivo el 11 de noviembre de 1947, 1896, en Los Presidentes de México…, op. cit., t. i, p. 454.
se contrajo a la fracción i del artículo 20 y versó sobre la libertad provisio- 6
Desde luego, dejo fuera de este cómputo la iniciativa sobre seguri-
nal bajo caución. Originalmente procedía la libertad caucional cuando el dad pública presentada por el Ejecutivo en noviembre de 2014, pendiente
delito materia del proceso se hallaba sancionado con privación de libertad de decisión al tiempo de escribir estas líneas.
con límite máximo de cinco años; el cambio modificó la procedencia de la 7
dof, 31 de diciembre de 1994.
libertad: sólo delitos cuyo término medio aritmético no excediera de aquella 8
dof, 3 de julio de 1996.
duración. Cfr. García Ramírez, Curso…, op. cit., p. 587. 9
dof, 8 de marzo de 1999.
3
Sobre delitos comunes de funcionarios públicos (1874, artículo 104); 10
dof, 21 de septiembre de 2000.
delitos oficiales de funcionarios públicos (1874, artículo 105); amnistías 11
dof, 14 de agosto de 2001.
(1882, artículo 72, fracción xxv); libertad de expresión y delitos de imprenta
(1883, artículo 7); pena de muerte (1901, artículo 23); libertad de tránsito y
12
dof, 5 de abril de 2004.
58
14
dof, 28 de noviembre de 2005.
15
dof, 9 de diciembre de 2005. 22
dof, 25 de junio de 2012.
16
dof, 12 de diciembre de 2005. 23
dof, 8 de octubre de 2013.
17
dof, 18 de junio de 2008. 24
dof, 10 de febrero de 2014.
18
dof, 4 de mayo de 2009. 25
dof, 27 de mayo de 2015.
19
dof, 14 de agosto de 2009. 26
dof, 2 de julio de 2015.
20
dof, 10 de junio de 2011. 27
dof, 10 de julio de 2015.
21
dof, 14 de julio de 2011. 28
dof, 29 de enero de 2016.
59
P
ara el propósito de esta revisión pa-
norámica, dividiré la noticia de las
reformas penales a la ley suprema en
diversas etapas: la primera, muy larga, corrió
entre 1917 y 1992; las siguientes se sucedieron
con mayor frecuencia, hasta llegar a la cos-
tumbre de las reformas anuales —o casi—,
que en ocasiones se insertaron en cambios de
otro contenido —por ejemplo, político, como
61
62
63
E
l nuevo periodo de reformas penales
se abre propiamente en 1993,1 con un
intenso trabajo parlamentario impul-
sado por el Ejecutivo. Fue así que se hizo la
modificación de varios preceptos de la ley su-
1
Cfr. García Ramírez, Delincuencia organizada…, op. cit., pp. 37 y
ss., y “El sistema penal constitucional”, en El Derecho en México…, op. cit.,
t. vii, p. 24. Asimismo, “Temas del procedimiento penal federal”, en Temas…,
op. cit., pp. 439 y ss.
65
prema, de manera un tanto apresurada,2 con inaugurada en 1993): asesor, reparación, co-
aportación de novedades virtuosas y apertu- adyuvancia, atención médica y otras.
ra de problemas que más tarde obligarían a
nuevas reformas.3 En lo que respecta a aspectos cuestiona-
bles de la reforma de 1993, cabe mencionar,
A mi juicio, entre los aspectos positivos del también en mi concepto, los siguientes: flexi-
giro de 1993, que en este sentido representó bilización en el ejercicio de la acción penal y,
un “parteaguas” del procedimiento penal re- por lo tanto, en la injerencia en el ámbito de
gulado constitucionalmente, figuran varios libertad de los ciudadanos, a partir de la re-
extremos, a saber: inmediata puesta a disposi- forma al artículo 19 (que inició el cuestionable
ción ante la autoridad del sujeto aprehendido, trasiego de conceptos: cuerpo del delito y ele-
precisión del alcance de la urgencia menciona- mentos del tipo),4 noción de delito grave para
da en el artículo 16, control de la detención en limitar la libertad provisional, restricciones a
hipótesis de flagrancia y urgencia, plazos para ésta a petición del Ministerio Público, incor-
la retención, mejora del régimen de libertad poración del concepto de delincuencia orga-
bajo caución, confesión ante el juez o el m.p. con nizada, sin certeza acerca de su caracteriza-
asistencia del defensor, defensa adecuada, au- ción,5 extradición interna sustraída a la ley
mento de garantías en la averiguación previa, y gobernada por convenios entre procuradu-
establecimiento de garantías del ofendido o víc- rías, con flagrante menoscabo del principio
tima (confusión terminológica y conceptual, de legalidad.
con repercusiones normativas y prácticas,
2
Silva Meza hizo notar que “la reforma penal de 1993 fue apresurada
pues de un ‘plumazo’ se adaptaron a nuestro orden jurídico instituciones
que se antojaban ajenas a nuestra tradición jurídica; tal vez en [sic] la
debida preparación y, sobre todo, sin el debido aquilatamiento de lo que
ello implica”. “Las reformas penales de los últimos cinco años en México”,
en Varios, Las reformas penales de los últimos años…, op. cit., p. 224.
3
Esa reforma no quedó al abrigo de críticas —y mereció, por otro
lado, elogios fundados—, como expuse detalladamente en El nuevo pro-
cedimiento penal mexicano. Las reformas de 1993-2000, 4ª ed., México,
Porrúa, 2003, obra en la que paso revista a los diversos cambios aporta-
dos por la reforma de 1993, que acogió dos iniciativas, ambas originadas
en la Cámara de Diputados y finalmente consolidadas en un solo texto,
tras la revisión y el debate correspondientes: la primera, de 30 de junio de
1993, planteó la reforma de los artículos 16, 20 y 119; la segunda, promovida
4
Cfr. Julio Antonio Hernández Pliego, El proceso penal mexicano,
el 8 de julio, solicitó la reforma de los artículos 19 y 107. Acerca de la México, Porrúa, 2002, pp. 353 y ss.
repercusión de esta reforma, véase, igualmente, José Antonio Caballero 5
De esta manera inició el recorrido constitucional y legal de la materia,
Juárez y Carlos Natarén Nandayapa, “El malestar en el proceso. Análisis sembrado de escollos y tropiezos. Cfr. mi crítica al dictamen de los diputados
de los problemas en el procedimiento penal mexicano”, Criminalia, año en lo que concierne a este asunto, en El nuevo procedimiento…, op. cit.,
lxx, núm. 3, septiembre-diciembre de 2004, pp. 149-151. pp. 38 y ss.
66
M
e parece que la heterogénea refor-
ma de 1993, con su caudal de figu-
ras garantistas y su incorporación
de figuras problemáticas, integra por sí mis-
ma una etapa de los cambios constituciona-
les en materia penal. Luego vendrían otros,
en una nueva etapa que culmina en 2008. En
esa etapa intermedia —por llamarle de al-
gún modo— se hallan la reforma de 1994 so-
67
bre lo que he denominado “macrojusticia”,1 una de las peores crisis en materia de seguri-
que también se refirió a la seguridad pública dad pública. La sociedad mexicana entera se
y puso fin al monopolio del m.p. en el ejerci- ha pronunciado en este sentido y demanda
cio de la acción penal,2 y la reforma de 1996, respuestas satisfactorias para enfrentarla”.3
con la que comienza una secuencia de modi- Esa crisis se mantiene. Las cifras sobre delin-
ficaciones al artículo 73 que caracterizan el cuencia son diversas y, a menudo, zigzaguean-
abundante conjunto de novedades llevadas tes;4 con frecuencia es oscuro el “paisaje” de
por el tema penal, impulsado por la grave in- los problemas, expuestos con informaciones
seguridad pública, a la revisión de expresio- discutibles y no siempre fidedignas, en con-
nes específicas del federalismo, que se halla cepto de analistas calificados.5 No dejaré de
en la fragua. observar que el problema de la violencia y la
inseguridad asedia a muchos países, entre
Digamos desde ahora que la primera re- ellos —en lugar destacado— varios de nues-
forma de contenido penal al artículo 73, y tra América Latina, y que en éstos ha consti-
directamente a su fracción xxi, se presentó tuido un obstáculo para la consolidación de
en 1996, es decir, setenta y nueve años des- la gobernabilidad democrática.6
pués de la promulgación de la Carta en 1917.
Ahora bien, entre 1996 y 2016 ha habido diez En la Conferencia Internacional sobre Se-
reformas al mismo precepto, abultado nú- guridad y Justicia en Democracia, que cité
mero que pone de manifiesto el zigzagueo en
la política criminal —por así llamarla— del 3
Samuel A. González Ruíz, “Crisis de la seguridad pública y lucha
contra el crimen organizado en el Estado de Derecho”, en Varios, La justi-
Estado mexicano con respecto a las nuevas cia mexicana hacia el siglo xxi, México, unam, Instituto de Investigaciones
manifestaciones de la criminalidad y a la re- Jurídicas/Senado de la República, lvi Legislatura, 1997, p. 427.
distribución de tareas entre la Federación y 4
Algunas versiones oficiales aseguran que hubo decremento en la
comisión de delitos graves durante los últimos años. Sin embargo, otras
las entidades federativas en este campo de informaciones, también de fuente oficial (Secretariado Ejecutivo del Siste-
preocupaciones y ocupaciones públicas, de- ma Nacional de Seguridad Pública), señalan lo contrario. Por ejemplo, se
manifiesta que en los primeros 11 meses de 2015 los homicidios dolosos
terminadas por “angustias sociales”. —que habían descendido en etapas anteriores— tuvieron un “repunte” de
casi 8%, al pasar de 14 381 a 15 mil 544 en el periodo analizado. Cfr. El
Universal, México, 24 de diciembre de 2015, sección “Nación”, p. 1. En el
Hace varios lustros ya se decía —y la ex- suplemento anual de este diario, relativo a 2015, el tema del incremento
presión no ha perdido actualidad— que de homicidios dolosos se examina bajo un expresivo rubro: “Buenas cifras
que se fueron por un hoyo”, Anuario 2015. Parteaguas, 26 de diciembre
“para nadie es secreto que atravesamos por de 2015, p. 18.
5
Es así que Fernando Escalante Gonzalbo, que relaciona la informa-
1
A despecho de la “microjusticia”, cuya reforma apremiaba, a la que ción sobre crimen organizado con la “costumbre” del discurso político mexi-
hoy día se denomina “justicia cotidiana”. Sobre aquella reforma, cfr. mi cano, señala: “nada puede saberse con seguridad, ninguna información es
examen en Poder Judicial…, op. cit., pp. 27 y 28, y en “Las reformas a la digna de crédito, detrás de lo que se puede saber hay siempre otra cosa,
Constitución vigente”, en Temas…, op. cit., pp. 66 y 67. que no se sabe; tras lo aparente está siempre lo verdadero, que es impo-
2
En tanto permitió la impugnación por particulares de la decisión del sible conocer. Por lo tanto, no hay fundamento sólido para discutir nada”.
m.p. de no ejercitar la acción penal, decisión que anteriormente se hallaba “Crimen organizado. La dimensión imaginaria”, Nexos, México, núm. 418,
exclusivamente bajo la competencia del Ministerio Público. A este respecto octubre de 2012, p. 34.
y sobre seguridad pública en la reforma de 1994-1995, cfr. García Ramírez, 6
Cfr. Álvarez, “El estado de la seguridad en América Latina”, op. cit.,
Poder Judicial…, op. cit., pp. 130 y ss., 143 y ss., 197 y ss. y 204 y ss. pp. 277 y 278.
68
supra, se hizo notar, como “artículo previo” lidad),10 ingresó en la ley suprema novedades
para el análisis de los temas abordados en- sobre temas destacados —varios de los cua-
tonces, que “en nuestro país, la convivencia les implican restricción o condicionamiento
en las familias, en las comunidades y en las de la libertad o la intimidad—, como son:
ciudades atraviesa por una crisis. Entre sus intervención de comunicaciones privadas,
más dolorosas y dramáticas manifestaciones restricciones a la libertad provisional (que
figuran la multiplicación y diversificación de consideran antecedentes del sujeto y ries-
la delincuencia, la violencia y la inseguridad. gos que entraña su liberación, es decir, con
El diagnóstico y las estrategias para conte- diverso término: “peligrosidad”), ampliación
ner y acabar estos fenómenos han sido insu- de supuestos de decomiso.11
ficientes. La información disponible muestra
un acelerado crecimiento de la violencia”,7 Añadamos el retiro de la denominación de
que produjo cifras peores que alarmantes en “judicial” que había tenido desde 1917 la po-
ciertos periodos del pasado reciente.8 licía de investigación subordinada al m.p., y
sobre todo la atribución de facultades a las
La reforma de 1996 a la que me estoy refi- autoridades federales —dentro de la mencio-
riendo, dominada por la referida atención a nada línea de presiones penales sobre la nor-
la seguridad pública9 y el menor acento sobre mativa federal constitucional— para conocer
los derechos humanos y el régimen tradicio- de delitos del fuero común conexos con los fe-
nal de competencias persecutorias y juris- derales. Esta atribución arraiga en diversos
diccionales (en el que anteriormente gravitó motivos: sea la conveniencia de encauzar por
con fuerza decisiva el principio de territoria- una sola vía, razonablemente, la actividad
10
Previamente, la ley procesal secundaria había modificado el régi-
7
Elementos para la construcción de una política de Estado…, op. cit., men de competencia. Cfr. García Ramírez, El nuevo procedimiento…, op.
p. 3. cit., pp. 254-258. Sobre este tema, cfr. también mi estudio “Temas del pro-
8
En los estudios más interesantes sobre este incremento se procura cedimiento…”, en Temas…, op. cit., pp. 466 y ss. Desde luego, en otros
establecer la relación entre el aumento de los homicidios dolosos y las ac- sistemas no es desconocida la alteración de las reglas ordinarias de com-
ciones del Estado, entre ellas las relativas a operativos militares y policia- petencia a partir de supuestos particularmente delicados que bajo el orde-
les; asimismo, se comenta el papel que en el “control del crimen” asumen namiento italiano se identificaron como “graves motivos de orden público
las policías locales, cuya tarea ha suscitado grandes reparos e iniciativas o de legítima sospecha”. Se trata, en todo caso, de modificar regulaciones
de reorganización, como la correspondiente a “mando único”, que se en- que concurren a establecer el marco de garantías del individuo sujeto a la
cuentra en estudio legislativo al tiempo de redactar estas notas. Cfr. sobre injerencia penal del Estado, que implica una cuestión mayor en la relación
el mencionado incremento delictivo Fernando Escalante Gonzalbo, “Homi- entre aquél y el justiciable. Por ello Giovanni Leone puntualiza, con toda
cidios 2008-2009. La muerte tiene permiso”, Nexos, México, núm. 397, enero razón, que “la configuración del instituto (de variación de competencia y
2011, pp. 36 y ss. Véase igualmente, del mismo autor, “Territorio, cambio consecuente remisión de procedimientos) y su clara función derogatoria
social y delincuencia”, en García Ramírez e Islas de González Mariscal de las normas sobre la competencia deben inducir a usar de ellas con
(coords.), La situación actual del sistema penal en México, México, unam, mucha cautela y en vía excepcional”. Tratado de Derecho procesal penal,
Instituto de Investigaciones Jurídicas/Inacipe, 2011, p. 275, y “Panorama trad. de Santiago Sentís Melendo, Buenos Aires, Ejea, 1963, t. i, p. 364.
del homicidio en México. Esquema de análisis territorial 1990-2007”, en Va- 11
Cfr. García Ramírez, Delincuencia organizada…, op. cit., pp. 47 y ss.,
rios, Seguridad nacional y seguridad interior, op. cit., pp. 301 y ss. y “Consideraciones sobre la reforma procesal penal en los últimos años”, en
9
“Desesperación, es la palabra con que puede calificarse la reforma Varios, Las reformas penales de los últimos años…, op. cit., pp. 57 y ss., y
del año 1996 […]. Nadie puede negar que se trataba de un derecho penal Jesús Zamora Pierce, “La reforma constitucional de 1996”, ibidem, pp. 69 y
de excepción”. Silva Meza, “Las reformas penales…,” op. cit., pp. 224 y ss., así como el examen amplio que hace Marco Antonio Díaz de León en
225. Derecho penal mexicano, op. cit.
69
persecutoria del Estado mexicano, sea la es- cuerpo del delito en los artículos 16 y 19, cuya
casa competencia, no jurídica, sino material, historia objetiva está por hacerse, en medio
de las instancias locales para llevar adelante de las corrientes enfrentadas que desahucia-
esta función esencial del poder público. ron esa noción o la defendieron (débilmen-
te).13 Agreguemos la prórroga del plazo para
En 1999 se incorporó una nueva reforma dictar auto de formal prisión a solicitud del
en el texto constitucional, atinente a cues- imputado (prórroga originalmente prevista,
tiones penales, que provino de una iniciativa con buen sustento, en el Código Federal de
planteada por el Ejecutivo en 1997. Ésta tuvo Procedimientos Penales).14 y 15
un inequívoco talante autoritario, con fuerte
reducción de garantías a partir del combate Me parece cuestionable, en cambio, la fle-
a la delincuencia organizada. Se pretendió, xibilización de la acción penal confirmada en
con enorme extravío, introducir el juicio pe- los artículos 16 y 19, que desanda el camino
nal en ausencia y aludir solamente a los ele- de las garantías procesales; es discutible el
mentos objetivos del tipo para sustentar (el régimen de decomiso de bienes de proceden-
ejercicio de la acción y) la orden de aprehen- cia ilícita presunta, bienes que “causen aban-
sión y el auto de formal prisión. Fue notoria dono” y bienes asegurados en procedimien-
la intención de desviar la orientación liberal tos sobre delincuencia organizada cuando se
que campeaba en el sistema penal constitu- ponga fin, sin condena penal, a la investiga-
cional.12 ción o al proceso.
70
71
reformas (cuatro) que aparecieron en 2005, decir con una expresión de cerrajería que ha
que corresponden a diversos temas de gran echado raíz— carece de asidero en el Estatu-
importancia. Se trata, en todos los casos, to de Roma y en el propio Derecho interna-
de modificaciones sugeridas tiempo atrás y cional de los tratados,20 y pudiera arribar a
sujetas a debates intensos, de los que final- la negativa de validez a semejante cláusula
mente surgió la solución que prevalecería en condicionante, como ya ha ocurrido a propósi-
2005, aunque su consagración no siempre to de declaraciones o reservas mexicanas que
fuese afortunada —el caso de la justicia pe- quieren limitar el alcance de disposiciones
nal internacional— o no fuese perdurable a internacionales cuya observancia ha compro-
pesar de haber sido afortunada —el caso de metido nuestro país como Estado parte del
los adolescentes en conflicto con la ley penal, tratado respectivo.21
en el que hubo notorio retroceso al cabo de
pocos años—. El 28 de noviembre de 2005 se publicó el
decreto que contempla la emisión de una ley
De las reformas de 2005 me ocuparé se- federal para el conocimiento de delitos de
gún su orden de aparición en la escena. El este fuero por autoridades comunes en ma-
20 de junio fue publicada la modificación al terias de jurisdicción concurrente. He aquí
artículo 21 que permite a México “reconocer, un nuevo paso para reorganizar el sistema de
en cada caso, la jurisdicción de la Corte Pe- competencias penales —que es, en su base,
nal Internacional”, o bien, en otros términos un sistema de persecución de delitos y asun-
—más claros— incorporarse al sistema pe- ción de las pesadas cargas de la seguridad
nal internacional mediante la adopción del pública— depositando mayores y más claras
Estatuto de Roma, que crea la Corte Penal atribuciones en las autoridades locales y mo-
y define sus atribuciones y procedimientos. dalizando, en lo que toca a este sector, la or-
ganización federal de la República.
La discusión interna sobre este tema fue
ardua y culminó en una reforma de “transac-
ción”, singularmente defectuosa, que preten-
de supeditar la participación mexicana en 20
Cfr. el análisis de esta cuestión en Raúl Armando Jiménez Vázquez,
actividades persecutorias de la Corte Inter- “La Corte Penal Internacional y la reforma al artículo 21 constitucional”, Re-
nacional a los acuerdos que para ello emitan vista de la Facultad de Derecho de México, t. lxv, núm. 264, julio-diciembre
de 2013, esp. p. 221.
el Ejecutivo, primero, y el Senado, después.19 21
Por lo que hace al rechazo —y declaratoria de invalidez— de reser-
Esta modalidad —de “candados”, se suele vas formuladas por el Estado mexicano, conviene tomar en cuenta el pro-
nunciamiento que a este respecto emitió la Corte Interamericana al conocer
el Caso Radilla Pacheco y analizar, en este contexto, la reserva formulada
19
Cfr. mi comentario acerca de la reforma al artículo 21, en García por el Estado con respecto al fuero de guerra para el conocimiento de de-
Ramírez, La Corte Penal Internacional, 3ª ed. y 1ª de Novum, México, litos de desaparición forzada. Esta asignación de competencia —sostuvo
Novum/Inacipe, pp. 141 y ss. Acerca de la vinculación de México por el el Tribunal Interamericano— contraviene la garantía de juez natural y es
Derecho internacional de contenido penal y las tareas cumplidas o por cum- incompatible, por ello, con la Convención Americana sobre Derechos Hu-
plir en la esfera legislativa, cfr. Javier Dondé Matute, Lineamientos interna- manos. Cfr. García Ramírez y Del Toro Huerta, México ante la Corte…, op.
cionales en materia penal, México, Inacipe, 2009. cit., pp. 97 y 98.
72
73
28
García Ramírez, “Las reformas procesales de 1990. Introducción”,
en Varios, El Derecho mexicano hacia la modernidad, México, unam, Institu-
to de Investigaciones Jurídicas/Porrúa, 1991, pp. 140 y 141.
29
Cfr. el examen de esta reforma en la revista Criminalia, que dedicó
un número especial (año lxxiii, núm. 1, enero-abril de 2007) a la reforma de
2005 al artículo 18 constitucional en lo relativo a adolescentes en conflic-
to con la ley penal. Dicho número cuenta con estudios de Correa García,
García Ramírez, González Salas Campos, Rodríguez Manzanera, Sán-
chez Galindo, Speckman Guerra, Villanueva Castilleja, F. Escalante de la
Hidalga, A. Linares Carranza, A. López Martínez, S. López Tirado, R. Pérez
Sánchez, Ma. del Carmen Rodríguez Moroleón y J. L. Sánchez Sandoval.
Igualmente, cfr. Isabel Alvarado Martínez, Germán Guillén López y Lorena
Cfr. Rubén Vasconcelos Méndez, La justicia para adolescentes en
27
Oliva Becerra (coords.), La nueva justicia integral para adolescentes, Méxi-
México, México, unam, Instituto de Investigaciones Jurídicas/unicef, 2009, co, Tribunal Superior de Justicia del Distrito Federal/Federación Mexicana
pp. 94 y ss. de Médicos y Peritos en Ciencias Forenses, A.C., 2009.
74
L
a reforma constitucional promovida
en 2007 y consumada en 2008 —con
antecedente en una iniciativa, que no
prosperó, de 2004—,1 en la que coincidieron
finalmente, a través de una “transacción”
más que opinable, las corrientes garantistas
1
Cfr. García Ramírez, “La iniciativa de reforma constitucional en ma-
teria penal del 29 de marzo de 2004”, en Varios, Seguridad pública…, op.
cit., p. 231.
75
76
que la reforma aporta al conjunto de la justi- dos Unidos de América.11 Las instituciones
cia penal. norteamericanas, que ganan terreno en todo
el horizonte de las reformas procesales, han
La reforma de 2008 y sus derivaciones aportado sugerencias prontamente acogidas
secundarias recogen elementos de la Ley en México, e incluso recursos económicos
Federal contra la Delincuencia Organiza- que han concurrido a la construcción de ins-
da —un ordenamiento contaminante, con el trumentos para la reforma a través de forma-
que inicia la bifurcación del sistema penal ción profesional y difusión académica, entre
mexicano, entre luz y sombra—, del impulso otros renglones.12
reformista sudamericano,9 principalmente
el emprendido en Chile, más alguna lectura He dedicado un libro —varias veces invo-
del excelente documento que es el Código cado en este texto y que contiene el subtí-
Procesal Penal Modelo para Iberoamérica, tulo de “¿Democracia o autoritarismo?”—13
elaborado al amparo del Instituto Iberoame- a la reforma de 2008, y a él me remito para
ricano de Derecho Procesal por un grupo de conocer el origen, el desarrollo y la adopción
respetables juristas que actuaron en varias de la mencionada reforma, que también he
etapas hasta llegar a la más reciente, que ya calificado de “ambigua”14 por los elementos
implicó la redacción del modelo presentado contradictorios que aloja.15 Los propios do-
en 1988: Niceto Alcalá-Zamora, quien “lanzó
la idea”, Sebastián Soler, Alfredo Vélez Mari- 11
Cfr. Juan Luis Gómez-Colomer, El sistema de enjuiciamiento crimi-
conde, Jorge A. Clariá Olmedo, Víctor Fairén nal propio de un Estado de Derecho, México, Universitat Jaume l/Inacipe,
2008, pp. 18, 22 y 187 y ss. Del mismo autor, cfr. “Prólogo” a Moisés More-
Guillén, Fernando de la Rúa, Julio B.J. Maier, no Hernández y Miguel Ontiveros Alonso (coords.), Comentarios al Código
Bernardo Gaitán Mahecha, Jaime Bernal Nacional de Procedimientos Penales, México, Ubijus, 2014, pp. 18 y 19.
12
Cfr. a este respecto Moisés Moreno Hernández, “Fortalezas y debili-
Cuéllar, Ada Pellegrini Grinover y Alberto M. dades del Código Nacional de Procedimientos Penales (la lucha poco fructí-
Binder.10 fera por un modelo procesal penal para México)”, en Varios, Comentarios al
Código Nacional…, op. cit., pp. 60 y ss. Asimismo, Moreno Hernández cita
en esta línea de favorecedores de la reforma, alentados desde el exterior, a
Sin perjuicio de esas influencias, las nada los “expertos” (entre comillas en el texto citado) del Programa para el Forta-
estimables (la Ley contra la Delincuencia lecimiento del Estado de Derecho (Proderecho), Renace, la Red Nacional a
favor de los Juicios Orales y el Debido Proceso. Ibidem, pp. 63 y 65.
Organizada) y las muy estimables, que tam- 13
La reforma penal constitucional (2007-2008), op. cit. Véase mi co-
bién he mencionado, el ímpetu mayor para mentario concentrado, en torno a diversos puntos relevantes de la reforma
llevar a cabo la reforma provino de los Esta- de 2008, en “La reforma penal constitucional de 2007”, en Varios, La refor-
ma constitucional en materia penal, op. cit., pp. 187 y ss.
14
Cfr. “La reforma penal constitucional de 2007: un proyecto ambiguo”,
9
Cfr. Eduardo Ferrer Mac-Gregor y Alberto Saíd Ramírez (coords.), en ibidem pp. 537 y 538. Sobre el debate entre corrientes: garantismo y
Juicios orales. La reforma judicial en Iberoamérica. Homenaje al maestro seguridad, que se refleja en el juicio en torno a las reformas normativas
Cipriano Gómez Lara, México, unam, Instituto de Investigaciones Jurídicas, realizadas en México, cfr. Agripino Guerrero, La delincuencia…, op. cit.,
Instituto Iberoamericano de Derecho procesal, 2013. pp. 49 y ss.
10
Cfr. “Breve historia del Código Modelo”, Código procesal penal mo- 15
La reforma que ahora menciono ha suscitado un gran número de
delo para Iberoamérica. Historia. Antecedentes. Exposición de motivos y comentarios que es preciso analizar y ponderar con objetividad. Es impo-
texto del proyecto, Buenos Aires, Hammurabi, 1989, pp. 7-9. Al respecto, sible recoger aquí la copiosa bibliografía que apareció en los últimos años,
cfr. igualmente Maier, Derecho procesal penal. Fundamentos, 2ª ed., Bue- destinada a examinar los diversos e importantes cambios constitucionales
nos Aires, Ed. del Puerto, 1996, t. I, pp. III y IV. realizados en ese año. Entre las obras relevantes acerca del sistema pro-
77
78
79
Supra me referí al proyecto ético del sis- La reforma de 2008 dispuso plazos ad
tema penal alojado en el objetivo o fin de las quem para la vigencia plena de las noveda-
penas, particularmente la más intensa y di- des constitucionales. En lo que respecta al
fundida —lo cual no es un acierto—: la priva- sistema procesal acusatorio, ocho años que
tiva de la libertad. A partir del texto de 1917, concluirán en junio de 2016; y en lo que atañe
ese fin fue la regeneración del reo; en 1964 al sistema de ejecución penal —que supone
se acogió el concepto de readaptación, que revisión profunda del régimen penitenciario,
bajo ese nombre u otros equivalentes existe normas y realidad, y judicialización de la eje-
en muchos ordenamientos nacionales y en el cución—, tres años que expiraron hace tiem-
Derecho internacional de los derechos hu- po sin que hubiese avances significativos.25
manos;23 en 2008, aquel término fue sustitui-
do por el de reinserción, sin razones suficien- Por supuesto, la reforma penal constitu-
tes para el cambio, más allá de algunas ideas cional —o, mejor aún, las reformas— se han
demasiado vagas y prejuiciosas a propósito proyectado con fuerza en la jurisprudencia,
de lo que es —pero no es— la readaptación.24 tanto federal como local. Aquélla se ha pro-
nunciado en un elevado número de ocasiones,
En 2008 se indicó que la reinserción y la sobre el significado y alcance de numerosas fi-
prevención de la reincidencia, expresamen- guras aportadas por la ley fundamental. Esta
te planteada en la reforma constitucional, recepción jurisprudencial fue muy relevante,
se buscarían a través del trabajo, la capaci- en su hora, bajo la reforma de 1993; hoy lo es
tación para éste, la educación, el cuidado de al amparo de la reforma de 2008, que tocó un
la salud y el deporte. Algunos de estos datos buen número de temas, como he menciona-
de readaptación o reinserción se hallaban en do, con gran impacto en las determinaciones
textos anteriores; otros son nuevos, como jurisdiccionales.26
ocurre con la invocación explícita del cuidado
de la salud y el deporte. 25
Acerca de esta materia en la reforma de 2008 y las omisiones y “re-
tos” que suscita en materia penitenciaria, cfr. Varios, Seminario. La reforma
penitenciaria. Un eslabón clave de la reforma constitucional en materia pe-
nal, México, Consejo de la Judicatura Federal, 2012. Mi comentario sobre
ejecución de penas, en ibidem, pp. 44 y ss.
23
Ya he mencionado supra, en este orden de ideas, la estipulación 26
Comienza la aparición de compilaciones y estudios acerca de la re-
contenida en la Convención Americana sobre Derechos Humanos, de la cepción de las normas constitucionales de contenido penal –directamente o
que México es Estado parte, cuyo artículo 5.6 se refiere a la reforma y a través de disposiciones secundarias– en las decisiones de los tribunales.
la readaptación social de los condenados, finalidad esencial de la privación Sobre el particular, cfr. Javier Dondé Matute (coord.), Impacto de la reforma
penal de la libertad. penal en la jurisprudencia, México, Inacipe, 2010; Esparza Martínez, Dere-
24
En mi concepto, existe un erróneo entendimiento acerca de lo que chos fundamentales. Jurisprudencia constitucional penal, México, Inacipe,
verdaderamente significa la “readaptación social”, confundida con prácticas 2013, y María Elena Leguízamo Ferrer, “Breves reflexiones sobre el Código
autoritarias o despersonalizadoras que ciertamente son extrañas al recto Nacional de Procedimientos Penales y el juicio de amparo”, en Varios, Co-
sentido de la readaptación y deben ser desechadas. Al respecto, cfr. mis mentarios al Código Nacional…, cit., pp. 27 y ss. En otras obras se brinda
comentarios en “Función de la pena y la readaptación social”, Estudios jurí- información sobre los extremos que ahora interesan, además de referirse
dicos, op. cit., pp. 782 y ss., y Los personajes del cautiverio…, op. cit., pp. a diversas cuestiones de materia penal que no se hallan directamente aso-
58 y ss. Acerca del cambio que en este punto introdujo la reforma constitu- ciadas a la reforma de 2008; así, Decisiones relevantes en materia penal
cional de 2008, cfr. mi libro La reforma penal constitucional..., op. cit., pp. (obra elaborada por el Comité de Publicaciones, Comunicación Social y
181 y ss. Relaciones Institucionales de la Suprema Corte de Justicia de la Nación),
80
81
D
espués del decreto reformador de 2008
han sobrevenido numerosas reformas
penales, diversas, heterogéneas, que
pudieran conformar, más en razón del tiempo
en que se presentaron (siete años) que en fun-
ción de sus temas, una nueva etapa del pro-
ceso de reformas penales constitucionales. Se
trata, desde luego, de cambios importantes,
que reseñaré en los siguientes párrafos.
83
El 4 de mayo de 2009 quedó establecida ción habla del contenido mínimo, el indispen-
—en una nueva reforma al artículo 73 cons- sable, el inexcusable, de las leyes generales,
titucional, para seguir distribuyendo cargas pero no determina el otro lindero: hasta dón-
penales entre la Federación y las entidades de pueden llegar, y por ello, el analista podría
federativas— la facultad del Congreso de la poner en juego la imaginación y quizás con-
Unión para expedir la ley general en mate- vertir una ley general en un ordenamiento
ria de secuestro,1 delito cuya comisión se ha exhaustivo sobre determinada materia, que
incrementado y que causa extrema alarma abarque inclusive todos —o casi todos— los
social. temas generales del Derecho penal.
1
Sobre este delito en la legislación mexicana, cfr. Roberto Ochoa inciso citado, habrá que tomar en cuenta la nueva redacción aprobada en
Romero, La privación ilegal de la libertad. Especial referencia a los tipos 2016 acerca de reforma política en el Distrito Federal, en cuyos términos
penales contenidos en la Ley General para prevenir y sancionar los delitos “las leyes generales contemplarán también la distribución de competencias
en materia de secuestro, México, Tirant lo Blanch, 2012. y las formas de coordinación entre la Federación, las entidades federativas
2
Así lo ha previsto el inciso a) de la fracción xxi del artículo 73 cons- y los municipios”. Ya no se alude al Distrito Federal, hoy abarcado bajo el
titucional. Ahora bien, con respecto a la última referencia contenida en el concepto de entidad federativa.
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nal para la práctica segura de uno de los de- querido enfrentar, con la expresa alusión a
rechos básicos en el marco de una sociedad los derechos fundamentales, la situación que
democrática: la libre expresión de noticias e ha prevalecido y prevalece en los reclusorios:
ideas. En la especie —señala hoy la fracción violación sistemática y masiva de aquéllos.
xxi del artículo 73—, los órganos federales
podrán conocer de delitos contra periodistas, En 2012 y 2013, primero por la vía política
personas e instalaciones que afecten el dere- y luego por la legislativa, llegó un alivio a lo
cho a la información o las libertades de expre- que se ha denominado, con sobra de razón,
sión e imprenta. “extremoso federalismo”5 en materia penal,
que dispersó la legislación de esta especia-
En 2011 se llevó a cabo una trascendental lidad entre la Federación, los estados de la
reforma sobre derechos humanos, que apa- República e incluso el Distrito Federal (ante-
rejó progresos notables en varios puntos del riormente sujeto al mismo código que regía
ordenamiento nacional. Ya me he ocupado para la Federación).
de esta materia en una obra de la que soy
coautor3 y no pretendo analizar ahora esa A partir de un pronunciamiento presiden-
extraordinaria reforma. Me limitaré a men- cial del 1º de diciembre de 20126 surgieron
cionar algunos extremos en los que ésta se varias iniciativas de revisión del régimen
halla fuertemente asociada a cuestiones pe- constitucional de competencias. En este pun-
nales. Entre ellos destacan: asilo y refugio, to no sólo influyó la evidente necesidad de
restricción y suspensión de derechos y garan- racionalizar la legislación punitiva para dis-
tías, expulsión de extranjeros, investigación poner de la herramienta que sustentase —o
de violaciones graves de derechos humanos y reflejara— una verdadera política nacional,
reinserción social.4 sino también los patentes desaciertos de la
aplicación dispersa, a veces caprichosa, de
Dos palabras acerca de la reinserción, con-
cepto que proviene —ya lo vimos— de la re- 5
Al referirse a la dispersión de la ley penal en México, Luis Jiménez de
forma de 2008. La reinserción se buscará por Asúa sostuvo que “esta multiplicidad legislativa en materia de delitos y pe-
diversos medios; uno de éstos, agregado en nas es por demás dañosa. Nosotros hemos señalado los perjuicios de este
‘extremoso federalismo’ y la conveniencia de unificar la ley penal”. Mencio-
2011, son los derechos humanos. De ninguna nó, como ejemplos del camino a seguir, los casos de Argentina y Suiza. Cfr.
manera es reprochable esta referencia, pero Tratado de Derecho penal, 3ª ed., Buenos Aires, Losada, 1964, p.1263.
6
“Habré de presentar al Honorable Congreso de la Unión, una ini-
resulta extraña si se considera que todas las ciativa de reforma constitucional, que permita contar con un solo Código
personas, no sólo los reclusos, son titulares Penal, y otro de Procedimientos Penales, únicos y de aplicación nacional”.
Véase en http://www.presidencia.gob.mx/decisiones-presidenciales-anun-
de semejantes derechos y acreedores a su ciadas-el-1o-de-diciembre/ El llamado “Pacto por México”, suscrito el 2
protección. Seguramente el Poder Revisor ha de diciembre de 2012 por los partidos políticos Acción Nacional, Revolu-
cionario Institucional y de la Revolución Democrática, se pronunció en el
mismo sentido unificador. Cfr. “Implantar en todo el país un Código Penal
3
Me refiero al libro citado, La reforma constitucional sobre derechos y un Código de Procedimientos Penales Únicos”, en http://www.presiden-
humanos (2009-2011), del que somos coautores Julieta Morales y yo. cia.gob.mx/wp-content/uploads/2012/12/Pacto-Por-M%C3%A9xico-TO-
4
Cfr. ibidem, pp. 124 y ss., 138 y ss., 160 y ss., 177 y ss. y 135 y ss. DOS-los-acuerdos.pdf
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Fiscalía General de la República, que hasta motivos,12 se creó el Sistema Nacional Anti-
la hora de redactar estas notas carece de la corrupción, previsto en el artículo 113 cons-
regulación secundaria requerida por la nor- titucional, cuyo propósito y funcionamiento
ma constitucional. La Fiscalía General está van más allá de los temas penales, pero indu-
concebida como órgano constitucional autó- dablemente los implica. De nueva cuenta se
nomo —uno más en el conjunto creciente y reformó el artículo 73 constitucional —pero
abigarrado de entes de la misma naturaleza no la fracción xxi— para facultar al Congre-
que han proliferado en años recientes—. Con so de la Unión, en forma consecuente con el
el mismo impulso político-electoral, la refor- cambio constitucional, a expedir una ley de
ma de 2014 aportó a la cosecha de leyes ge- bases de coordinación (que no se denomina
nerales, introduciendo en esta categoría la reglamentaria, nacional, general o única)
especialidad penal electoral. del referido Sistema Nacional. Algunos es-
tudiosos de esta reforma han hecho ver que
El 27 de mayo de 2015 hubo nuevas refor- “la aprobación (del Sistema Nacional Antico-
mas importantes. Por una parte, se modificó rrupción) fue recibida con un alto grado de
el artículo 22 constitucional para ampliar los escepticismo por la opinión pública y aun por
supuestos de extinción de dominio —una fi- algunas comunidades académicas” que mani-
gura que también se halla pendiente de ex- festaron “desesperanza”.13
ploración seria desde la perspectiva de los
derechos fundamentales, puesto que incide
en éstos—,11 a fin de incluir el supuesto de en-
riquecimiento ilícito a los antes mencionados 12
“No existe duda alguna de que en México estamos convencidos
de que la corrupción es uno de los principales problemas que aquejan y
en el texto constitucional: delincuencia or- preocupan al país. En los últimos años ha pasado de ser tema de con-
ganizada, delitos contra la salud, secuestro, versación para convertirse en material de las primeras planas de los perió-
dicos”. Marván, Navarro Luna, Bohórquez y Concha Cantú, La corrupción
robo de vehículos y trata de personas. en México…, op. cit., p. 17. Asimismo, véase, Julia Isabel Flores y Agus-
tín Morales Mena (coords.), Inventario de México en 2015, México, unam,
Instituto de Investigaciones Jurídicas, 2015, p. 277. En otra obra, Flores
En la misma fecha últimamente citada, 27 señala que “por primera vez aparece mencionada la corrupción como uno
de mayo de 2015, y a partir de una intensa de los problemas más importantes, ello como consecuencia de recientes
preocupación social para la que abundan los acusaciones de corrupción a altos funcionarios del gobierno”. Sentimientos
y resentimientos…, op. cit., p. 103.
13
Marván, Navarro Luna, Bohórquez y Concha Cantú, La corrup-
ción…, cit., p. 173. Los mexicanos “tenemos muy poca fe en las medidas
tomadas hasta ahora y por ello creemos que el problema irá en aumento”.
Ibidem, p. 286. En el índice de Percepción de la Corrupción 2015, publica-
11
Se ha procurado justificar la extinción de dominio, que desde luego do el 27 de enero de 2016 por Transparencia Internacional y Transparen-
traspasa las fronteras del minimalismo penal acogido por las corrientes li- cia Mexicana, nuestro país obtuvo una puntuación de 35 en una escala
berales. La justificación reside en la necesidad de atraer instrumentos para que va del cero (altos niveles de corrupción) a 100 (bajos niveles); es la
enfrentar nuevas expresiones de la delincuencia. En este sentido, cfr. May- misma puntuación alcanzada en la edición anterior del Índice. No hubo
da Goyte Pierre (que se confiesa “aún asida a la utopía de un pensamiento variación. Diversos “casos”, públicamente conocidos, “hicieron imposible
criminológico de minimalismo penal”), “Las leyes de extinción de dominio, que las reformas constitucionales (que crearon los Sistemas Nacionales
un instrumento para el enfrentamiento a la corrupción y a la criminalidad or- de Transparencia y Anticorrupción) tuvieran un efecto positivo en el Índi-
ganizada; la justificación entre la ‘necesidad político-criminal y el minimalis- ce de Percepción de la Corrupción”. Véase Transparency International
mo penal’”, en Varios, El Derecho penal en los inicios…, op. cit., pp. 99 y ss. (www.transparency.org), y Transparencia Mexicana (www.tm.org.mx).
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H
asta aquí, pues, el curso de las estipu-
laciones penales en la Constitución
General de la República, a partir del
texto aprobado en 1917 por un Constituyen-
te en el que participaron muchos diputados
que habían conocido el rigor del régimen pe-
nal del Porfiriato. Esos legisladores no sólo
leyeron las noticias o la doctrina en torno
a la policía, el Ministerio Público, los tri-
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bunales, las prisiones. Algunos vivieron la Hoy contamos con muchas normas plau-
experiencia de la letra de 1857 —una Cons- sibles y algunos trabajos de buena voluntad
titución avanzada y liberal con la que, sin para que las disposiciones hagan el viaje que
embargo, no parecía posible gobernar, como va del discurso del legislador a la realidad de
se dijo o se vivió entonces—1 en contraste la justicia cotidiana, la que he llamado “mi-
con la práctica punitiva de la dictadura que crojusticia”, la que se procura y administra
muchos cronistas, víctimas, testigos, relata- en numerosos espacios del quehacer público,
ron puntualmente.2 a gran distancia de la majestuosa escalinata
de la Suprema Corte de Justicia en la que ve-
En el camino constitucional recorrido des- lan los monumentos a Rejón, Otero y Vallarta.
de 1917, pero sobre todo en el andado desde
1940, dies a quo de este trabajo, han prolife- Lo que más debiera inquietar al observa-
rado las buenas intenciones y han abundado dor del sistema penal de nuestro tiempo —
los tropiezos en la materialización de lo que aquí y fuera de nuestras fronteras— es la
llamé, casi al inicio del recorrido, las decisio- tentación de utilizar la herramienta punitiva
nes fundamentales en materia penal, y entre más allá de su oficio natural en una sociedad
ellas la mayor de todas, rectora del conjunto: democrática, alterando el desarrollo del pen-
¿para qué sirve el sistema penal? ¿Qué que- samiento beccariano y el progreso de la nor-
remos hacer de él y con él? mativa aplicable en todos los casos, tropiezo
en el que incurrió, pese a todas sus bondades,
la reforma constitucional de 2008. Fortalecer
el costado humanista y liberal del aparato
1
Así lo expresó Comonfort, directamente; y por supuesto así lo vivieron
Juárez y Díaz, según la penetrante exposición de Rabasa, que concluye: penal y ahuyentar esa tentación autoritaria
“La Ley de 57, en desacuerdo con el espíritu y condiciones orgánicas de la que pretende cumplir las tareas de la justicia
nación, no podía normar el Gobierno […]”. La Constitución y la dictadura…,
op. cit., p. ej., pp. 89 y 241.
social con justicia penal es el cometido pri-
2
Sigue siendo aleccionadora la relación de John Kenneth Turner, que mordial de la política criminal avanzada, que
pone de manifiesto el verdadero sistema penal del Porfiriato: México bár- no cede en el esfuerzo por implantar una ver-
baro, México, Editores Mexicanos Unidos, 2002. Tampoco puede olvidarse
la respuesta de Díaz a las preguntas de Creelman, en la víspera de la dadera justicia.
3
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75 años (1940-2015)
sistema de justicia penal justo, un sistema de justicia penal “humano” donde la
víctima y el imputado no se vean sumidos en un doloroso camino.
Las expectativas que se han generado con las reformas constitucionales al sis-
tema penal suelen ser muchas y sus resultados quedan lejos de la tan anhelada
justicia. En este texto del Dr. Sergio García Ramírez se traza un “boceto” de lo que
Sergio García Ramírez
han sido las reformas al sistema penal en la Carta Magna desde 1940 hasta 2015.
Aciertos y errores, progreso y retroceso, esperanzas, desilusiones, nuevas figuras
penal —unas afortunadas otras contradictorias—.
La Constitución y el sistema penal: 75 años (1940-2015) es una obra que nos reve-
la el itinerario que ha seguido el sistema penal en México. Nos regala una imagen
de lo que ha sido la evolución o involución de la “idea” penal en la Constitución. Un
libro que nos alienta a investigar y a imaginarnos que esa “idea” de poco sirve a la
sociedad si en ella no está implícito el respeto a los derechos humanos.