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Señor Juez:

Cristina Fernández de Kirchner, por mi propio derecho, en el marco de las causas


Nº 9.608/2018, 3.710/2014, 10.456/2014, 13.816/2018, 13.820/2018, 18.590/2018,
15.386/2018 y 18.704/2018, todas del registro del Juzgado Nacional en lo Criminal y
Correccional Federal Nº 11, manteniendo el domicilio constituido en autos, digo:
1. En el día de la fecha he sido convocada a prestar declaraciones indagatorias
múltiples y simultáneas, en ocho supuestas investigaciones judiciales. Así, y en una
suerte de función de cine continuado, se pretende hacerme responsable, una vez
más, de la misma presunta asociación ilícita por la cual ya estoy siendo investigada
ante otro Juzgado de este fuero y ante dos Tribunales Orales.

Indudablemente, se trata de un hecho inédito en los anales de la jurisprudencia, que


puede comprenderse en el marco de una persecución y ensañamiento al que sólo se
atrevieron gobiernos totalitarios en tiempos en que el Estado de Derecho se
encontraba suspendido. Aunque debo reconocer que en términos cinematográficos,
esta película merecería recibir un Oscar por su originalidad.

2. Básicamente, esta nueva movida judicial tiene su origen en la a esta altura


escandalosa y bochornosa “causa de las fotocopias”, cuyos antecedentes pueden ser
resumidos de la siguiente manera:
a. El expediente se inició en base a simples fotocopias de unos supuestos cuadernos
que nunca se vieron y que finalmente dijeron que habían sido “quemados en la parrilla
de un patio”. Literal. Concretamente, según la versión oficial, un ex miembro de las
fuerzas de seguridad y confeso antikirchnerista se habría apropiado de manera ilegal
de estos supuestos cuadernos para entregárselos a un periodista que, dijo, le
inspiraba confianza.
b. El periodista elegido fue Diego Cabot del diario La Nación -ambos, periodista y
diario, furibundos antikirchneristas simpatizantes del gobierno de Cambiemos-, quien
le llevó su supuesta investigación al fiscal Stornelli -acusado de extorsionar
empresarios e imputados en esta misma causa-. Este cuestionado fiscal, violando
todas las reglas vigentes en materia de competencia, decidió formar actuaciones
complementarias y entregárselas al juez Bonadío, dando lugar a un caso obsceno
de fórum shopping.
c. A partir de simples fotocopias, el juez ordenó la detención de decenas de personas
con el indisimulable propósito de presionarlas y obligarlas a recitar un libreto que ya
estaba armado, esto es: que los anteriores gobiernos constituían una “asociación
ilícita”. La suerte de quienes no se adhirieran a semejante maniobra fue graficada por
Stornelli con la ya famosa frase “no habrá sortijas para todos”, palabras que
seguramente pasarán a la historia como muestra del descaro con el que se ha
procedido en el expediente.
Eso sí, a los familiares más cercanos del Presidente de la Nación no les fue necesario
retirar sus sortijas en la Fiscalía de Stornelli, ya que éste se las llevó personalmente a
la Quinta Presidencial de Olivos. Como era obligatorio, mi defensa reclamó que se
llevaran a cabo medidas probatorias para acreditar este vergonzoso episodio que
fuera ampliamente difundido por los mismos medios de comunicación afines al
gobierno, pero el juez no hizo lugar a tal petición, bajo el siempre útil latiguillo de que
la misma no era pertinente.
d. No obstante lo dispuesto de manera expresa en el art. 6 de la “Ley del
arrepentido” (Ley Nº 27.304), el fiscal deliberadamente omitió registrar por medios
audiovisuales las declaraciones de los presuntos arrepentidos.

Hoy, y a la luz de los testimonios, declaraciones, grabaciones y otras pruebas que han
surgido sobre la operatoria del Juzgado y la Fiscalía a cargo de Bonadío y Stornelli,
respectivamente, está más que claro que se procedió de esta manera para que no
quedaran huellas de cómo estas personas fueron extorsionadas y sus
manifestaciones tergiversadas y/o armadas, claro está, siempre en mi contra.

Sobre esta capital cuestión, que no es una mera elucubración de mi parte, pues
encuentra sustento en declaraciones públicas formuladas por periodistas que jamás
han tenido simpatía con mis posiciones políticas, tanto el juez como la Cámara de
Apelaciones rechazaron todas las medidas de prueba reclamadas, pese a los
reiterados pedidos que fueron efectuados.

Es más, en otra demostración de cómo se oculta la verdad y hasta qué niveles han
llegado los abusos de poder, el titular de este Juzgado formuló una denuncia en
contra de quienes hicieron públicas las prácticas deleznables que se vienen
cometiendo en la “causa de las fotocopias”; ello, con el pícaro propósito de bloquear la
posibilidad de que los denunciados fueran citados como testigos. Llamativamente -o
ya no tanto-, la denuncia de Bonadío recayó en el Juzgado de Ercolini, cuya
funcionalidad para atender este tipo de emergencias se ha tornado una práctica
bastante conocida.
Pero si alguna duda cupiere sobre la manipulación de las declaraciones de
los arrepentidos, basta con recordar que el propio Stornelli, en una de sus habituales
giras por las pantallas de la prensa oficialista más recalcitrante, reconoció que omitía
consignar fielmente en las actas todo lo que, supuestamente, le decían estas
personas sometidas al régimen del “imputado colaborador”.
e. En el marco de procedimientos espectaculares con los que se captó la atención
pública durante varios días, mis domicilios de la ciudad de Buenos Aires, Río Gallegos
y El Calafate fueron allanados, con el augurio de que serían encontradas bóvedas,
compartimientos secretos y varios millones de dólares que habrían transitado a través
de los circuitos de la corrupción.

Nada de ello ocurrió.

Sin embargo, para que la decepción fuera disimulada, Bonadío ordenó el secuestro de
un montón de elementos que nada tienen que ver con el proceso, haciendo caso
omiso a las instrucciones impartidas por el Senado de la Nación cuando, incluso con
mi voto afirmativo, autorizó la medida.

Ni siquiera se salvaron los atributos presidenciales que Néstor Kirchner y la suscripta


recibiéramos al haber sido elegidos democráticamente como titulares del Poder
Ejecutivo de la Nación.

f. En este contexto, pese a que no existía prueba alguna en mi contra y sin posibilidad
de ejercer mínimamente el derecho de defensa en juicio, fui procesada, naturalmente,
por el delito de asociación ilícita, al que se le sumaron, como dijo Bonadío “más o
menos así” otros supuestos delitos.
Tal resolución fue confirmada por la Sala I de la Cámara de Apelaciones, integrada
por jueces que también fueron colocados a dedo por el gobierno de turno, quienes
cumplieron al pie de la letra las instrucciones que, según lo informó la prensa, les
fueron impartidas desde la mesa judicial de la alianza gobernante: ratificaron que soy
la jefa de la asociación ilícita, dejaron dentro de ella a un grupo de funcionarios y
algunos empresarios y beneficiaron al resto de los hombres de negocios, quienes
dieron a entender que fue nuestro gobierno el que les “enseñó a cartelizarse en la
obra pública” y que pagaron sobornos por haber sido “víctimas” de coacción.

Dentro de esta última particular especie se encuentran familiares directos del


Presidente de la Nación y varios importantes empresarios afines.

3. Como la “causa de las fotocopias”, en forma paulatina, fue perdiendo el impacto


que se esperaba ante la opinión pública, se recurrió a tres nuevos inventos, a saber:
a. A partir de la “causa de las fotocopias” se abrieron otras líneas de supuestas
investigaciones para formar nuevas causas que el Juzgado retuvo para sí, violando
otra vez y de manera descarada las reglas de competencia.
b. En otros casos, pretendiendo aparentar alguna prolijidad, extrajeron testimonios de
esa misma causa para que se investigaran otros supuestos delitos por ante el
Juzgado que resultara sorteado. ¿Y qué pasó aquí?: que el Juzgado sorteado fue el
de Bonadío.
c. Finalmenteecharon mano de supuestas pruebas que aparecieron de
manera “espontánea” en la Fiscalía de Stornelli que luego metieron en otros procesos,
naturalmente en trámite ante el Juzgado de Bonadío, para construir artificiosamente
una imputación en mi contra.

Así se pretendió dar contenido para que en ocho causas fuese citada a prestar
declaración indagatoria en forma simultánea y continuada. Un verdadero mamarracho.

4. Ahora bien, desde un punto de vista procesal (aunque la aplicación de la ley a estos
operadores judiciales, por lo visto, nada les interesa) resulta evidente que tales
citaciones devienen nulas. Ello, no sólo porque se encuentran contaminadas por la
invalidez del proceso de origen -la “causa de las fotocopias”-, sino porque en sí
mismas carecen de todo sustento y de manera alguna justifican el estado de
sospecha que requiere la ley adjetiva para proceder de tal manera (art. 294 del
CPPN).
Concretamente, sacaron fotocopias de la causa de las fotocopias, recibieron
declaración a curiosos personajes que se presentan “espontáneamente” en la
fiscalía de Stornelli, solicitaron algunos papeles al Poder Ejecutivo de la Nación
y con todo ello (es decir, nada) me convocaron a prestar declaración indagatoria
en ocho causas distintas, sin explicar tan siquiera en una sola línea el motivo de
estas citaciones.

Naturalmente, ejercer el derecho de defensa en juicio en estas condiciones resulta


una utopía; mucho peor aún si, diga lo que diga, el dictado de un procesamiento en mi
contra ya está definido.

5. De todas maneras, y a efectos de dejar debidamente asentadas las irregularidades


que se siguen cometiendo, no es ocioso efectuar una breve referencia sobre cada uno
de los procesos a los que debo comparecer en el día de la fecha. Ello, sin perjuicio de
los planteos que mi defensa técnica habrá de efectuar oportunamente.

Veamos.

a. Causa Nº 9608/2018. En la “causa de las fotocopias” ya fui indagada en dos


oportunidades, se dispuso mi procesamiento y prisión preventiva, se solicitó mi
desafuero y se trabó un embargo millonario.
Sin perjuicio de ello, vuelvo a ser convocada en esta causa, por tercera vez,
aparentemente para que se me impute el mismo delito imaginario de siempre (ser jefa
de la asociación ilícita) o bien para que se sume a la acusación alguna nueva
manifestación extraída a otro arrepentido.

Al respecto, me remito a todas las defensas que fueron oportunamente interpuestas,


las cuales actualmente se encuentran a conocimiento de las instancias judiciales
superiores.

b. Causa Nº 10.456/2014. Se trata del proceso públicamente conocido como “gas


licuado”. Esta convocatoria no solo constituye un caso paradigmático de arbitrariedad,
sino además deja al descubierto la forma en que se gestan estas causas pseudo-
judiciales, a saber:
El 8 de marzo del año pasado la Cámara de Apelaciones del fuero revocó todos los
procesamientos dictados en esta causa y dispuso la falta de mérito de todos los
imputados, dado que la decisión de Bonadío, impulsada por Stornelli, se basaba en
una pericia falsa. Sí, tal cual se lee: jueces y fiscales armando causas y metiendo
gente presa con pericias falsas.

En tal ocasión se señaló lo siguiente:

“Contradicciones, olvidos, confusiones … Esos son los déficits del peritaje


elaborado por quien debía ser un experto en la materia. Evidentemente tales
conceptos están muy alejados de la demostración de pericia en su actuar.
Pero las críticas no se reducen a ellos. A la par existen otros más preocupantes
que ya no revelan sólo yerros. Antes bien, hablan de falsedades.
Por un lado, varias defensas demostraron ante el Tribunal -luego de una
minuciosa exploración del mundo virtual- que muchos de los pasajes del
informe de David Cohen eran copia literal de diferentes documentos obtenidos
de Internet y no me refiero con ello a sitios web de revistas especializadas que
la comunidad científica consulta y que atesora con mezquindad. Me refiero a
páginas de libre acceso y consulta, dirigidas al público en general, con el rigor
académico que ello supone.
[…]
Sin embargo, la apelación a tal recurso no se detuvo allí. En lo que refiere al
tema más delicado, ese cuyos resultados generaron la alarma del ministro
Aranguren, el `perito` acudió a otra herramienta. Esta vez, una presentación de
estudiantes universitarios chilenos.
[…]
La natural inferencia de todo lo señalado impone un nuevo orden en este
ámbito, y con ello, un nuevo horizonte. El peritaje de Cohen, gravitante como
era para formular el reproche dirigido a los imputados, en su caída derrumba
con igual fuerza el escenario montado. Y esto no lo digo yo.
El mismo juez de grado en su pronunciamiento colocó en un sitio de privilegio
dicho informe pericial, tornando al resto de las probanzas en meros satélites
indiciarios de lo que sólo Cohen pudo fusionar. Y ya vimos en qué términos.
[…]
Es todo lo dicho hasta aquí lo que revela claramente que la imputación
formulada contra las diversas personas procesadas en autos se edifica en
pilares que carecen de la más mínima solidez.
[…]
La incógnita perdura y, por tanto, la necesidad de una investigación seria que le
dé una respuesta. De ahí, que corresponda iniciar genuinamente esa tarea, que
debe principiar, como es debido, mediante la confección de un peritaje
comprometido con la búsqueda de la verdad”.

Pero las arbitrariedades no cesaron.

Pese a lo dispuesto por la Cámara y al resultado favorable que arrojó una nueva
pericia que desmentía la imputación, la investigación del juez y del fiscal continuó por
el camino de la falta de seriedad absoluta.

En efecto, el 5 de noviembre del año pasado se presentó “espontáneamente”en la


Fiscalía de Stornelli el ahora no abogado y no experto en delitos complejos Marcelo
D`Alessio. Todo desopilante.
Según consta en la declaración obrante en la causa, D`Alessio, quien bajo
juramento declaró ser abogado, aportó documentos que supuestamente
corroborarían el pago de sobreprecios en la importación de buques con gas licuado.
Además, el falso abogado al que tanto crédito, por lo visto, le dieron Bonadío y
Stornelli, lisa y llanamente me atribuyó haberme interesado en tal supuesto negocio,
dando instrucciones para que el ENARSA aprobara unas pólizas de seguro que no
habrían resultado convenientes en términos de costos y beneficios para dicha
empresa.
El 12 de noviembre, Stornelli abrió una vez más su Fiscalía a D`Alessio, para que éste
ampliara su declaración, aportara nuevos documentos y “ratificar todo el contenido
vertido en la entrevista que tuv[o] con el periodista Daniel Santoro a efectos de brindar
la información veraz contenida en lo que formó su libro `El Mecanismo`”. ¡Bingo!
Stornelli con el falso abogado y el “periodista estrella” de Clarín, experto en
“investigaciones.” A esta causa no le falta nada.
Con estas únicas nuevas “pruebas”, aportadas por un sujeto a quien ahora el fiscal
califica de “enfermo psiquiátrico”, el juez volvió a convocar a prestar declaración
indagatoria a las mismas veinticinco personas cuyos procesamientos habían sido
revocados por la Cámara de Apelaciones y, además, me incluyó en la imputación.
¿Se entiende que Bonadío me está citando a indagatoria en base a los dichos de
Marcelo D´Alessio? Sí, Bonadío utiliza la declaración de un personaje que fue filmado,
grabado, fotografiado y “whatsappeado” con Stornelli, pidiendo coimas en la causa de
las “fotocopias de los cuadernos”. Un escándalo nunca visto.
Ello así, pese a que nunca había sido mencionada en la causa antes de la declaración
de D`Alessio y cuando claramente el hecho que se dice investigar resulta ajeno a las
esferas de competencia de la Presidencia de la Nación.

Para que se entienda, luego de cinco años de trámite de esta causa, en la que se
llevó a cabo una pericia falsa -valorada por el juez como si se tratara de una joya de la
ciencia- y a partir de la declaración de quien ahora es calificado como “enfermo
psiquiátrico”, debo afrontar un nuevo proceso penal, sin siquiera saber de qué se me
está acusando.

En suma, como lo dije anteriormente, se trata de una convocatoria que carece de toda
seriedad.

Sólo debo reiterar que el supuesto pago de sobreprecios en la importación de buques


con GNL ya sufrió un severo traspié con la resolución adoptada por la Sala I de la
Cámara de Apelaciones, cuando revocó los procesamientos que habían sido dictados;
además, se trata de transacciones en las que no tuve ningún tipo de intervención, ya
sea directa o indirecta, y no existe un solo elemento de prueba que me vincule tan
siquiera remotamente con estos hechos.

c. Causa Nº 3.710/2014. Se trata de un sumario iniciado en el año 2014 a partir de


una nota del periodista Diego Cabot -otra vez, ¿Otro Santoro?-, en la cual se afirmaba
que varias empresas de colectivos habrían recibido subsidios millonarios de manera
injustificada. Ello así, pues supuestamente presentaban declaraciones juradas en las
que consignaban que recorrían una cantidad de kilómetros mayor a la real.

En esta causa Bonadío también había ordenado procesamientos a discreción, los


cuales fueron revocados por la Cámara de Apelaciones en virtud de su orfandad
probatoria. Sin embargo, la causa no se cerró y, como de costumbre, la seriedad de la
investigación brilló por su ausencia.

Ahora bien, la excusa para convocarme a prestar declaración indagatoria en este


proceso, en el cual tampoco había sido mencionada a lo largo de cinco años, consistió
en afirmar que las pruebas reunidas en la “causa de las fotocopias” (nunca se dijo
cuáles) serían “suficientes para configurar el estado de sospecha requerido por el art.
294 del CPPN”.
Es decir, a diferencia del caso anterior, aquí ni siquiera encontraron un D`Alessio que
falsamente me imputara, sino que recurrieron al procedimiento antes mencionado de
sacar fotocopias de la “causa de las fotocopias” y, sin mayores explicaciones, me
vincularon con la causa.

Nuevamente, la falta de seriedad de todo este procedimiento salta a la vista.

Frente a esta nueva imputación falsa en mi contra, que además carece de los
requisitos que exige la ley procesal, sólo corresponde señalar que no tengo relación
alguna con las supuestas irregularidades que se investigan, cuya verificación resulta
ajena, de manera manifiesta, a las competencias propias de la Presidencia de la
Nación.
Es más, si nos atenemos a los dichos del denunciante, las supuestas irregularidades
pudieron ser advertidas a partir de una medida que fue implementada por mi propio
gobierno, esto es, la instauración del sistema SUBE en las distintas líneas de
colectivo; esto es lo que habría permitido que se pudiera verificar que las
declaraciones de las empresas en cuanto a kilómetros efectivamente recorridos no se
habrían ajustado a la verdad. Como nota de color, cabe señalar que dicha medida, la
implementación de la tarjeta SUBE, fue combatida mediáticamente por los grandes
medios de comunicación, que habían instalado en la cabeza de la gente que con la
tarjeta los íbamos a “vigilar”. ¡Increíble!

Nuevamente, y para que se entienda: se me convoca a prestar declaración


indagatoria por supuestas irregularidades en las que obviamente no pude haber
tenido intervención alguna y que solo habría sido posible descubrir en base a las
medidas adoptadas por mi propio gobierno. Es más, soy jefa de una asociación ilícita
que recauda dinero por subsidios a colectivos y yo misma dispongo una medida para
que el supuesto delito quede en evidencia.

En pocas palabras, se trata de un verdadero disparate.

d. Causa Nº 13.820/2018. Este expediente se inició como un desprendimiento de


la “causa de las fotocopias”; nunca fue enviado a la Oficina de Sorteos y se conformó
a partir de copias de supuestas declaraciones de arrepentidos.

Su objeto sería investigar presuntos pagos ilegales efectuados por distintos


empresarios ferroviarios, con el fin de mantener sus concesiones y obtener subsidios
estatales.

Si nos atenemos a la manera en que han sido indagados varios de los imputados, el
hecho es contado de la siguiente manera:

I.- Se conformó una asociación ilícita desde principios del año 2003 hasta noviembre
del año 2015 cuya finalidad habría sido organizar un sistema de recaudación de
fondos para recibir dinero ilegal, para enriquecerse y utilizar parte de esos fondos en
la comisión de otros delitos.

II.- La asociación ilícita, como siempre, fue comandada por Néstor Kirchner y Cristina
Elisabet Fernández.

III.- Concretamente, “en el área de transportes, durante el período comprendido entre


el 1º de junio de 2003 y el 31 de mayo de 2012, los cobros eran recaudados por
Ricardo Raúl Jaime y Juan Pablo Schiavi, en sus condiciones de Secretarios de
Transporte; ambos dependientes del Ministro de Planificación Federal, Julio Miguel De
Vido. En esta área, las personas a cargo de las empresas concesionarias de los
ferrocarriles pagaban a los nombrados Jaime y Schiavi entre un 5% y un 30% de los
subsidios entregados por el Estado Nacional”.

Así las cosas, saltan a la vista dos graves inconsecuencias, a saber:

a. Desde lo jurídico, vuelvo a ser indagada por la misma supuesta asociación ilícita
por la que ya estoy procesada en la “causa de las fotocopias”, imputada en la
denominada “causa madre” (Expte. Nº 15.734/2008) y acusada ante dos Tribunales
Orales (causa Nº 3732/2016 –“Los Sauces”– y causa Nº 5048/2016 –“Obra Pública”-).
Nuevamente, vuelvo a superar el récord que registran los anales de la jurisprudencia
en cuanto a violación de la garantía del ne bis in ídem: me persiguen por el mismo
delito de asociación ilícita en tantos procesos que ya es imposible registrar una cuenta
exacta.
b. Desde lo fáctico, a la luz de la imputación precedente, resulta inexplicable el recorte
temporal que se invoca con relación a los pagos que habrían efectuado los
concesionarios ferroviarios, los cuales, se afirma, habrían dejado de existir en el
año 2012. ¿Está claro que fui presidenta hasta el año 2015, no?

Para que se entienda, si soy jefa de una asociación ilícita destinada a recaudar dinero
durante un tiempo que coincide con mis dos períodos presidenciales, ¿cuál es la
razón por la cual esta misma supuesta práctica dejó de llevarse a cabo con los
mismos empresarios que mantuvieron sus concesiones incluso hasta la finalización de
mis mandatos?

La inconsistencia del cargo, al igual como ocurre en el caso de los subsidios a los
colectivos, me exime de mayores comentarios.

En suma, dado que la imputación, como siempre, es absolutamente difusa, ilógica y


arbitraria, forzoso es concluir que jamás ordené ni recibí ningún pago ilegal por parte
de los concesionarios ferroviarios, con quienes además tampoco mantuve ningún tipo
de relación personal o funcional.

e. Causa Nº 13.816/2018. Se dan aquí las mismas irregularidades antes relatadas.


Concretamente, se trata de otro desprendimiento de la “causa de las fotocopias”, no
se realizó sorteo alguno para designar al juez que debía entender en el caso y el
expediente se formó con copias de las supuestas confesiones de
algunos arrepentidos, a la cual se agregaron, para juntar papeles, impresiones de
actos de gobierno e informes irrelevantes referidos a más de cien empresas
contratistas del Estado.

En este proceso se estarían investigando presuntos pagos ilegales efectuados por


empresas vinculadas a la obra pública civil.

Aquí se me acusa, una vez más, de haber liderado una supuesta asociación ilícita y
tampoco se precisa cuál habría sido mi participación en los cientos de presuntos actos
delictivos a los que genéricamente se hace referencia en el expediente. Todo se
resume al supuesto carácter de jefe de tal imaginaria asociación, de la que no existe
por cierto evidencia alguna.

En estas condiciones, como ya lo advertí, desarrollar el derecho de defensa en juicio


resulta imposible, debiendo limitarme naturalmente a señalar que se trata de una
nueva imputación calumniosa en mi contra.

f. Causa Nº 18.590/2018. Al igual que los dos casos anteriores, se trata de otro
expediente derivado de la “causa de las fotocopias”, en la cual se estarían investigado
presuntos pagos ilegales efectuados por concesionarios viales.
Aunque parezca increíble -o ya no tanto-, el Juzgado volvió a sacar copias de
supuestas confesiones de algunos arrepentidos para conformar una nueva causa,
imprimió decretos y resoluciones administrativas, agregó informes insustanciales
relativos a varias empresas y, sin más, ordenó mi convocatoria en los términos del art.
294 del CPPN, acusándome nuevamente de haber liderado la misma supuesta
asociación ilícita.

En consecuencia, me remito a las consideraciones efectuadas en los casos


anteriores, en cuanto a la negativa sobre los cargos que se formulan y sus manifiestas
irregularidades e inconsistencias.

g. Causa Nº 15.386/2018. En el marco de uno de los allanamientos arbitrarios


ordenados en la “causa de las fotocopias” se habrían secuestrado documentos
históricos que según Bonadío “no podrían estar en manos de particulares”. Ello cual
dio lugar a la formación de un nuevo expediente que fue enviado a la Oficina de
Sorteos y, oh casualidad, recayó en el Juzgado de Bonadío.

Por medio de mi defensa recusé a Bonadío, dado que el juez no puede investigar los
mismos hechos que él mismo denunció -la extracción de testimonios para investigar
un nuevo hecho es una denuncia, en los términos del art. 177 del CPPN-, pero el
planteo fue rechazado.

Lo insólito es que en el marco de otro de los expedientes que se vinculan con


la “causa de las fotocopias” Bonadío ordenó extraer testimonios para investigar un
presunto hecho delictivo atribuido al juez Luis Rodríguez y, una vez que el expediente
recayó en su Juzgado, previo sorteo de ley, se excusó para entender en la causa,
alegando que lo actuado previamente implicaba “una toma de posición respecto de los
sucesos que impiden poder decidir que asuma la investigación con la objetividad que
debería tenerse”.

Es decir, frente a dos situaciones idénticas, Bonadío retuvo para sí la investigación


dirigida en mi contra -ordenando mi indagatoria- y se excusó para entender en la
causa que tiene como imputado a uno de sus colegas de Comodoro Py.

Ahora bien, como había que generar una noticia de impacto (Cristina fue convocada a
prestar declaración indagatoria en ocho causas), el juez ni siquiera aguardó a la
finalización de los estudios periciales relativos a estos documentos y así, de un día
para el otro, ordenó mi citación.

Esta séptima acusación resulta absolutamente falsa, a lo que se suma que el hecho
que se me imputa ni siquiera constituye delito, pues jamás tuve dolosamente en mi
poder documentos ajenos o que debieran ser resguardados por alguna autoridad
competente.

h. Causa Nº 18.704/2018. Finalmente, fui convocada a prestar declaración


indagatoria en esta octava causa, en la que se afirma que se utilizó la flota aérea
presidencial de manera irregular, con el propósito de enviar diarios y una serie de
muebles a la provincia de Santa Cruz.
Esta versión no es novedosa, ya que desde hace años, siempre los mismos
denunciantes y siempre los mismos medios de comunicación, vienen repitiendo la
misma versión que, incluso para algunos, adquirió el carácter de leyenda.
Al igual que el caso anterior, Bonadío interviene ilegítimamente en esta investigación,
iniciada en base a supuestas pruebas recabadas en la “causa de las fotocopias” y, sin
mayor trámite, dispuso mi citación en los términos del art. 294 del CPPN.

Como las ilegalidades nunca cesan, en este caso se impidió que mi defensa
compulsara las actuaciones, intentando entorpecer, una vez más, el derecho que
asiste a toda persona imputada en una causa penal.

Así las cosas, con relación a esta acusación debo enfatizar que jamás, ni Néstor
Kirchner ni la suscripta, utilizamos los bienes del Estado en nuestro propio provecho o
fuera de lo que importaba el cumplimiento de funciones oficiales. Quien afirme lo
contrario indudablemente miente, y cuando las actuaciones lleguen a una instancia
oral y pública, espero que ante Tribunales imparciales, ello quedará debidamente
desvirtuado.

6. Recapitulando, el cuadro de situación es el siguiente:


a. Se han armado un montón de causas para poder citarme a prestar declaración
indagatoria y luego procesarme, generando noticias de alto impacto mediático.
b. En ningún caso existen pruebas que me vinculen con los supuestos delitos que se
dicen investigar y que, por ende, justifiquen el estado de sospecha que exige la ley
procesal para llevar a cabo tales citaciones.
c. En la mayoría de los procesosvuelvo a ser indagada por ser la presunta jefa de una
misma asociación ilícita que se habría dedicado a cometer delitos entre los años 2003
y 2015.

Lo cierto es que a lo largo de todo ese período solamente fui la titular, junto con
Néstor Kirchner, de gobiernos elegidos democráticamente por el pueblo argentino en
tres elecciones consecutivas, que tuvieron como principal objetivo otorgar derechos a
los sectores más postergados de nuestra sociedad.

d. No obstante todas las arbitrariedades perpetradas por el juez y el fiscal, no


consiguieron una sola prueba -porque no existe- que demuestre que recibí coimas por
parte de contratistas del Estado o que cometí delitos en el ejercicio de la función
pública.
e. Han quedado en evidencia las gravísimas irregularidades -por no decir verdaderas
actividades delictivas- que fueron llevadas a cabo por el juez y por el fiscal para tratar
de inventar pruebas en mi contra.

Tanta ha sido la impudicia de semejante proceder que estos operadores judiciales


quedaron atrapados en su propia torpeza. La utilización como elemento de prueba de
lo declarado por D`Alessio es una muestra irrefutable de los niveles de
descomposición a los que se ha llegado.

En rigor de verdad, ello sólo es la punta del hilo que parece conectar a abogados,
espías, periodistas, jueces, fiscales y defensores oficiales, cuya actuación
descontrolada pone en serio riesgo no sólo el funcionamiento de la justicia, sino
también la vigencia del sistema democrático. Finalmente, y a la luz de los hechos que
son de público y notorio conocimiento, estaríamos ante verdaderas organizaciones
delictivas que utilizan el poder de un sistema judicial con rémoras monárquicas que
articulándose con lo mediático han convertido en un verdadero lodazal la actividad
judicial. Todo ello, más temprano que tarde, deberá ser seriamente investigado por
jueces y fiscales independientes, que cumplan con los deberes que les han sido
confiados.

Tener presente lo expuesto y proveer de conformidad,

SERÁ JUSTICIA.

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