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¿EXISTE UNA BURGUESÍA REVOLUCIONARIA?

3 NOVIEMBRE, 2018
WLADIMIR ABREU
Profesor de Historia
Especial para TRIBUNA POPULAR

«La burguesía ha ejercido en la historia una acción esencialmente revolucionaria. Allí donde
ha conquistado el poder ha pisoteado las relaciones feudales, patriarcales e idílicas.
Desgarró sin piedad todos los lazos multicolores que unían el hombre feudal a sus
superiores naturales para no dejar subsistir otro vínculo entre hombre y hombre que el del
frío interés, el del duro pago al contado. Ha ahogado el éxtasis religioso, el entusiasmo
caballeresco y el sentimentalismo del buen burgués en las aguas heladas del cálculo
egoísta.»

El manejo «deportivo» de las ciencias sociales en Venezuela, hace que un ministro del
Gobierno afirme que en Venezuela es necesario «construir una burguesía revolucionaria».
Esto nos lleva a aclarar a nuestros lectores: ¿es posible la existencia de una burguesía
revolucionaria? ¿fue alguna vez revolucionaria la burguesía? Y en un plano local y actual
¿puede ser revolucionaria la burguesía hoy en Venezuela?

Estas interrogantes sólo pueden ser respondidas correctamente desde un punto de vista
histórico, pues la cualidad de la burguesía como clase revolucionaria ha variado en el
tiempo. La burguesía fue revolucionaria en el período de paso desde la edad media y el
absolutismo, hasta la instauración definitiva del modo de producción capitalista. El pasado
precapitalista, llamado de manera genérica «el antiguo régimen», fue barrido por la oleada
revolucionaria que tuvo su amanecer con el liderazgo antimonárquico de Oliverio Cromwell
a mediados del siglo XVII y la posterior revolución inglesa de 1688, pero que alcanzó su cenit
con la gran revolución francesa de 1789.
Este evento representó efectivamente el momento de mayor impulso revolucionario de la
burguesía, barrió los restos del viejo mundo feudal, y dio inicio a una revolución
bihemisférica, que culminará con el fin del absolutismo y la instauración de repúblicas
liberales burguesas en buena parte del globo. En aquellos lugares, como el Reino Unido, en
donde la vieja aristocracia logró evitar la guillotina, surgieron las monarquías
constitucionales, que restringían el poder efectivo de la corona y establecían a través del
parlamento mecanismos de gobierno en alianza entre los terratenientes y los burgueses;
andando el tiempo, los primeros se transformaron en una nueva capa de los últimos.

De manera que, sin duda, la burguesía sí fue revolucionaria. Así lo expresó Karl Marx en el
más contundente reconocimiento al aporte revolucionario burgués, el capítulo primero del
Manifiesto del Partido Comunista. El propio Marx comprendió que la cualidad
revolucionaria de la burguesía era históricamente determinada y por lo tanto transitoria:
derruidos los viejos muros de los castillos feudales por los cañones fabricados en los talleres
de la burguesía, ésta se convirtió en la nueva clase dominante. Con la implantación de su
nuevo modo de producción, y su consolidación y expansión por el planeta, la burguesía
pasará de clase revolucionaria a clase reaccionaria. Este es un ciclo que, dependiendo de la
región del mundo, se cerró aproximadamente entre mediados del siglo XIX y principios del
XX.

El caso venezolano

El gran aporte revolucionario de la incipiente burguesía agraria comercial venezolana, fue


la guerra de independencia. Es necesario comprender que esta guerra no fue simplemente
un conflicto por la independencia del territorio: los patriotas venezolanos de principios del
siglo XIX se reconocían como hijos de la revolución francesa, como republicanos,
antimonárquicos, enemigos del viejo régimen católico absolutista de los Borbones, y
mostraron sus simpatías por los liberales republicanos que, aproximadamente al mismo
tiempo, luchaban en la propia España por la abolición del régimen monárquico y la
introducción de mecanismos constitucionales de gobierno.

No en balde hombres como Bolívar, Sucre, Roscio o Miranda, calificaban a los enemigos de
la independencia como «realistas», esto es, como defensores de los fueros tradicionales de
la realeza. Ni es casualidad que hayan expresado tanto en palabras como en actos su
admiración por los sistemas constitucionales emergidos del colapso de los antiguos
regímenes europeos, particularmente por el caso del Reino Unido, cuyas instituciones
políticas fueron calificadas por Bolívar como las más dignas de servir de modelo para las
nuevas repúblicas americanas.

Culminada la independencia, el resto del siglo XIX venezolano fue una época caracterizada
por el esfuerzo de la incipiente burguesía, unas veces en pugna con los terratenientes, otras
en alianza con ellos, por consolidar una república liberal burguesa. Su mayor dificultad fue
el carácter rentista agrario de la economía rural venezolana, basada en el monocultivo
(cacao o café) y con un nulo nivel de industrialización. De ese hecho económico nacieron
los contratiempos que finalmente impidieron el desarrollo pleno del proyecto de país liberal
burgués que inicialmente perseguían.

Ese defecto en la estructura económica de base persistió en el tiempo, y se extendió a la


Venezuela petrolera desde principios del siglo XX. Para la burguesía venezolana, que nunca
llegó a consolidarse como verdadera burguesía progresista y modernizadora del país, el
negocio consistía en vender al exterior primero productos agrarios y más tarde petróleo
crudo, para comprar con ese ingreso rentista mercancías extranjeras.
Así nació, creció y se estructuró la burguesía venezolana. Su carácter, por más de dos siglos,
ha estado marcado por su naturaleza rentista y atrasada. Por ello, la burguesía venezolana
no es revolucionaria, ni puede serlo: no puede proponerse industrializar y modernizar el
país, pues tal cosa equivaldría a ser su propia antítesis. Las tareas de desarrollo industrial y
económico no son metas que le sean inherentes como clase; son tareas que sólo le
interesan al proletariado venezolano

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