You are on page 1of 2

El alcance del problema

Después de despedirnos, y aturdido por todo lo que acababa de escuchar, regresé a mi despacho.
Cuando entré, no vi más que monos por todas partes. Donde antes había sobres usados en los que
solía escribir anotaciones para mí mismo, ahora veía monos. (Algunas veces he pensado vender
bloques de «sobre usados» para personas como yo; podría ser un gran negocio.) Otros eran las notas
de las llamadas telefónicas (imaginé un mono pasando por el hilo del teléfono, como cuando una
serpiente pitón se traga a un cerdo entero). Mi maletín era también una jaula de monos, y la agenda
de sobremesa, un gancho de cazar monos que solía utilizar para retirarlos de los hombros de otras
personas.
Ese día, al contemplar el panorama de mi despacho, me fijé en la fotografía de mi mujer e hijos,
y por primera vez reparé en que, por así decirlo, yo no salía en ella. Decidí poner remedio a eso.
El retrato de familia me recordó también cómo mi mujer y yo tenemos la costumbre de recoger
los monos de nuestros hijos. Hace poco, el chico se presentó en casa y anunció:
—¡Mamá! ¡Papá! ¡Acaban de admitirme en los infantiles del equipo de tenis del colegio!
—Estupendo, maravilloso —le contestamos—. Estamos muy orgullosos de ti.
Entonces él continuó:
—Pero hay un problema: tendré que asistir a los entrenamientos los lunes, miércoles y viernes,
y necesito que alguien pase a recogerme luego.
¿Quién diríais que se encargó de ese mono? Mi mujer y yo. Lo que empezó como una
celebración se había convertido en otro mono más.
¡Y lo que es peor, los monos se multiplicaron en seguida!
Mi mujer le dijo a nuestro hijo:
—Puedo recogerte los lunes y algunos viernes, pero los miércoles me va muy mal ¿Sabes si
forma parte del equipo algún vecino, de manera que pudiéramos compaginarlo?
Cuando nuestro hijo le hubo dicho quiénes eran los vecinos que se entrenarían con él, ella
prosiguió:
—Pues ya me ocuparé de ello, cariño, y te diré cuál de nuestros vecinos te recogerá.
A lo que nuestro hijo, con la mayor tranquilidad del mundo, se fue a ver la tele mientras decía,
alegre:
—¡Gracias, mamá!

You might also like