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Para ahondar en las tesis sobre Arquitectura Contemporánea y Globalización, se adjunta un texto
(Planificadores de Primera y segunda Generación) que explica, desde la teoría del conocimiento,
los motivos por los cuales la planificación científica, como la entendía el Movimiento Moderno,
estaba destinada a fracasar.
Horst Rittel (1930-1990), autor del texto, fue profesor de epistemología y teoría del conocimiento
en la “Hochschule für Gestaltung” de Ulm entre los años 1958 y 1963. De esa experiencia surgen
los cuestionamientos fundamentales de este artículo. La escuela de Ulm cofundada por Max Bill en
1953, arquitecto y artista plástico suizo que se formó en la Bauhaus de Dessau en los años veinte,
retomó la tradición de la escuela alemana innovando en el diseño y en el campo teórico. El
currículum de la Escuela de Ulm incluía desde arte conceptual hasta ciencias políticas, quedando el
diseño industrial, la arquitectura y el urbanismo en el “centro de gravedad” de la discusión
académica. Al igual que la Bauhaus, ambas son escuelas de la “hora cero” de una Alemania
derrotada, circunstancia que ayudó a desnudar la problemática esencial del diseño. La escuela de
Ulm que se caracterizó por el debate y la innovación, fue también el centro de críticas que
finalmente condujeron a su cierre en el año 1968. La influencia de esta escuela permanece hasta
nuestros días a través de innumerables objetos y por la fecunda reflexión teórica que desató. La
crítica al Movimiento Moderno fue parte de esa discusión, hecho que se hace evidente en el
ensayo: “Planificación en Crisis, Análisis de Sistemas de Primera y Segunda Generación”.
Para el autor, los arquitectos son planificadores por excelencia, ya que su trabajo consiste en hacer
planes (proyectos) que se deben materializar (construir), experimentando en cada etapa las
contradicciones entre idea y materia, entre pensamiento y acción. Según él, un proyecto no es más
que un listado de instrucciones (planos, especificaciones, visita a obras, etc.) destinado a modificar
una situación existente (problema) en una proyectada (solución). Un problema es la discrepancia
entre una imagen de “lo que es” respecto de una de “lo que debe ser”. Por lo tanto la emisión de
juicios y la ponderación de alternativas son aspectos claves de todo plan, que en el caso de la
arquitectura, llegan a manifestarse físicamente. La arquitectura es cultura materializada, es la
expresión, en el “espacio tiempo”, de nuestro sentido del habitar. Esto le confiere un interés
empírico único, que Rittel utiliza para formular una Teoría General de Planificación.
Este texto es un clásico como muchos de los productos que se diseñaron en la escuela de Ulm. A
treinta y un años de su primera publicación, no solamente sigue vigente, sino que sus argumentos
se han validado con la historia reciente y la experiencia mundial en el campo de la planificación. Se
basa en una ponencia que presentó Rittel a un seminario sobre Análisis de Sistemas en Karlsruhe
en Junio de 1971, organizado por la “European Association of National Productivity Centres” en
conjunto con la “Studiengruppe für Systemforschung Heidelberg”. El original en inglés se publicó
en Bedriftsokonomen Nº 8, Octubre 1972 (pp.390-396), texto ampliamente citado por la literatura
especializada de EEUU y Europa. Su influencia en el urbanismo europeo contemporáneo es
innegable, como lo demuestra por ejemplo la Nueva Carta de Atenas[1], proclamada en 1998 por
el Consejo Europeo de Urbanistas (C.E.U.) para la planificación de ciudades.
Las “paradojas de la racionalidad”, son una derrota definitiva a las argumentaciones basadas en el
racionalismo ilustrado. En ese entendido, Rittel reconoce abiertamente la influencia de Karl Popper
en su discurso. Sin embargo resultan sorprendentes los paralelos con autores contemporáneos
como Humberto Maturana y Francisco Varela, que desarrollaron casi en la misma época y a gran
distancia, argumentos afines a partir de la biología del conocimiento. El artículo, explica el Por Qué
fracasa el Movimiento Moderno en Arquitectura, cuyo modelo de acción era la Planificación de
Primera Generación. También señala una salida a la crisis, proponiendo principios metodológicos
de Segunda Generación. Se trata de un escrito paradigmático, donde el sentido y la utilidad están
en función de la experiencia del lector, y por lo tanto, su contenido se enriquece en la medida que
enriquecemos nuestras propias experiencias.