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Título: ¿Se puede comprar y vender

volatilidad?
Bibliografía: Posted By pfabre On 9 mayo,
2017 @ 12:22 In Edición
60,Finanzas,Número actual

Hoy en día no podemos entender el mundo de las inversiones sin la innovación


financiera. Los mercados organizados y los intermediarios financieros proponen
continuamente nuevas alternativas para satisfacer las necesidades de inversión,
manejo de riesgos y administración de los recursos financieros de gobiernos,
empresas y personas.

Al igual que la tecnología, durante los primeros 70 años del siglo XX la evolución de
los mercados financieros organizados fue relativamente lenta. Hasta ese momento
solamente había intercambio de instrumentos de deuda (bonos), instrumentos de
capital (acciones) y contratos de futuros, principalmente sobre materias primas
agrícolas.

En México, el mercado de derivados organizado como hoy se conoce, se concibió en


1994 y se materializó en 1998. Creada por La Bolsa Mexicana de Valores (BMV) y el
S.D. Indeval, la Bolsa de Derivados (MexDer) inició operaciones en diciembre de 1998
con futuros sobre el dólar.

Los derivados son instrumentos financieros cuyo valor y riesgo dependen de otro
activo (activo subyacente). Por ejemplo, una opción call es un contrato que le da al
tenedor el derecho de comprar cierto activo a un precio determinado en una fecha
futura. Por adquirir ese derecho, el dueño del contrato está dispuesto a pagar una
prima por adelantado (precio del call). El precio de la opción depende del tiempo al
vencimiento del contrato y de la incertidumbre sobre la evolución del precio del activo
subyacente y las tasas de interés. Si el contrato otorga al inversionista el derecho a
vender el activo subyacente, entonces la opción se conoce como put. La
popularización del uso de los instrumentos derivados y la búsqueda de opciones de
mecanismos de cobertura e inversión ha tenido como consecuencia el impresionante
desarrollo de mercados e instrumentos financieros no convencionales.

De un modelo de precios a un indicador de volatilidad

En 1997 se concedió el premio Nobel de Economía a Robert Merton y Myron Scholes


por su método para determinar el precio de una opción suscrita sobre una acción. El
método que propusieron dio paso a la creación de nuevos instrumentos, así como a
nuevos mecanismos para determinar el valor económico de muchos otros activos
como contratos de seguro, garantías o la flexibilidad en un proyecto de
inversión. Black y Scholes presentaron su fórmula de valuación de opciones (conocida
como “Black-Scholes”) en un artículo de 1973.

Antes de la fórmula de Black-Scholes, el problema principal para determinar el valor


teórico de una opción era conocer la actitud del comprador de la opción respecto de
los riegos que correría. Un inversionista “muy” averso al riesgo estaría dispuesto a
pagar más por eliminarlo que un inversionista “menos” averso.
La contribución más relevante de Black y Scholes es que en su método no es
necesario conocer la actitud de los inversionistas porque el “premio por riesgo” está
incluido en el precio de la acción subyacente; es decir, el riesgo se refleja en la
evolución del precio del activo subyacente (en este caso, la acción) y el precio de la
opción depende del precio esperado de la acción al vencimiento de dicha opción. El
método parte de que se puede crear un portafolio en el que se elimine completamente
el riesgo, porque desde el primer momento se conoce su valor final. El inversionista
que tiene una opción sabe a qué precio podría comprar o vender el activo subyacente
al vencimiento de la opción.

Las variables de la fórmula de Black-Scholes son el tiempo al vencimiento de la


opción, el precio hoy de la acción sobre la que se suscribe la opción, la tasa de interés
libre de riesgo, el precio de ejercicio y la volatilidad del rendimiento de la acción.

La volatilidad se refiere a qué tanto cambia el rendimiento de la acción de un momento


a otro: cuanto “más volátil” sea el rendimiento de una acción, menos se sabrá cuál
será el rendimiento futuro. El principal problema es que si la opción da el derecho de
comprar y vender la acción en una fecha futura, la volatilidad que se debe considerar
es la que tendrán los rendimientos de la acción entre hoy y la fecha de vencimiento de
la opción. Evidentemente, no podemos conocer el futuro y, por lo tanto, no podemos
saber cuál será la volatilidad del rendimiento de la acción de hoy al vencimiento de la
opción. Se trata de la única variable desconocida de la fórmula de Black-Scholes.

Se conoce como “volatilidad implícita” a la volatilidad de los rendimientos de un activo


que es congruente con el precio cotizado, o de mercado, de una opción sobre el
activo. Si se conoce el precio de la opción, el tiempo al vencimiento, el precio de
ejercicio y la tasa de interés, podemos obtener información sobre la opinión de los
inversionistas acerca de la volatilidad futura de los rendimientos de la acción
subyacente de la opción. Se considera una medida ex ante del riesgo percibido de un
activo.

La idea de extraer el parámetro volatilidad con la fórmula de Black-Scholes fue de


Latané y Rendleman (1976). Desde entonces se han escrito numerosos estudios en
los que se ha utilizado la volatilidad implícita, sobre todo como un parámetro que da
información del mercado. De ser una ecuación para estimar el precio de una opción, el
modelo de Black-Scholes se convirtió en una fórmula para calcular las expectativas del
mercado sobre la volatilidad futura de las acciones.

Los índices de volatilidad

En 1993, el CBOE introdujo un índice de volatilidad, el VIX (volatility index). Índices de


mercado como el IPC en México o el S&P500 dan información sobre el rendimiento de
las acciones en un mercado. Son índices representativos que señalan si en un
momento en particular los precios de acciones en bolsa subieron o bajaron. La
diferencia es que el VIX mide la expectativa de volatilidad (incertidumbre) de los
rendimientos de las acciones. El VIX se calcula a partir de la volatilidad implícita de las
opciones sobre el índice S&P500. Mientras que el S&P500 es un índice que mide el
rendimiento de las acciones de las 500 empresas más grandes y con más bursatilidad
en Estados Unidos, el VIX representa la volatilidad futura de esas acciones que
esperan los inversionistas. Dado que el S&P500 es un índice que representa muy bien
el rendimiento del mercado, el VIX mide con precisión la volatilidad esperada de dicho
mercado.

La compra y venta de volatilidad

Al ser índices, el VIX y el VIMEX no se pueden comprar ni vender en los mercados


financieros; sin embargo, al igual que ocurre con los índices de rendimiento, hay
instrumentos financieros derivados que permiten tomar posiciones de acuerdo con las
expectativas de los inversionistas. De hecho, uno de los objetivos al crear el VIX fue
tener un indicador de volatilidad sobre el cual se pudieran suscribir opciones y futuros.

El CBOE ofrece opciones y futuros sobre el VIX. ¿Cómo funcionan los futuros y las
opciones sobre volatilidad? Por ejemplo, una posición larga (comprador) en un
contrato futuro tiene ganancias cuando la volatilidad aumenta. Supongamos que un
inversionista sufre pérdidas cuando la volatilidad del mercado aumenta; por lo tanto,
quiere cubrirse de los incrementos de la volatilidad.

Gracias a las innovaciones financieras, personas, empresas y gobiernos satisfacen


cada vez de mejor forma sus necesidades de inversión, financiamiento y cobertura.
Antes de la introducción de las mediciones de volatilidad, un inversionista solo podía
hacer transacciones de cobertura o inversión basadas en expectativas de alza o
disminución del valor de los activos. Un productor de materia prima gana cuando sube
el precio del producto, pero el consumidor (un fabricante que use dicha materia prima)
pierde. De igual manera, la mayoría de los inversionistas ganan cuando suben los
precios de las acciones. Sin embargo, antes de la llegada de los instrumentos
financieros estructurados sobre medidas de volatilidad no era posible cubrirse ni
invertir basándose en las expectativas de volatilidad. Los futuros y las opciones sobre
índices de volatilidad permiten hacer transacciones en las que un inversionista pueda
obtener ganancias en entornos de alta o baja volatilidad, según sean sus riesgos y sus
expectativas.

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