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Circulación económica en la América Colonial: conformación

de élites socioeconómicas en la región del Río de la Plata y el


establecimiento de pautas de consumo.

Existe una vasta serie de trabajos de investigación, debates y bibliografía que rodean a
la historiografía de la circulación económica en la región de la América colonial.
Bibliotecas enteras se han ido llenando de todo tipo de escritos sobre esta temática, y aún
hoy se continúa extendiendo la densidad de bibliografía en torno a los cientos de problemas
que se desprenden de ese gran tema general de la Historia Económica (Política y Social).
En el presente trabajo se buscará abordar el estado de la cuestión acerca del tema que se
propone en el título, con miras a problematizar sobre un eje que pocos trabajos han
desarrollado. Si bien son varias las variables de análisis que se propondrán, existen ciertos
puntos que nos interesa destacar y en torno a los cuales rondaría el desarrollo. Por un lado,
será necesario ir brevemente de lo más general a lo más específico, haciendo hincapié en
que el eje central será la circulación económica en América colonial. Éste punto En un
segundo plano nos enfocaremos en el análisis de la región del Río de la Plata situándola en
el sistema de circulación mercantil que atraviesa gran parte del continente americano (desde
Buenos Aires hasta México). En tercer lugar, entrando ya en el plano que más nos interesa
analizar, tendremos el papel que jugaron los actores históricos en este sistema. Dentro de
este punto será de vital importancia para el trabajo tomar a los comerciantes porteños de la
región rioplatense y observar cómo a partir de una actividad como la mercantil se conformó
una élite social, que a la vez tuvo un inmenso poder económico que permitió su
participación en la órbita política con miras a alcanzar objetivos basados en intereses
propios. Una clave de este punto será la “extraoficialidad” en la que se sumergió la mayor
parte de las colonias americanas. Los vínculos y las redes que se desarrollaron a partir de la
ilegalidad tuvieron diversas repercusiones en cada región. La del Río de la Plata tendrá sus
peculiaridades, ya que nos hallamos ante un sector que se mantuvo al margen y aislado de
las grandes operaciones mercantiles desde el siglo XVI hasta su explosiva aparición a
mediados del siglo XVIII en un contexto internacional sumamente favorable.
La historiografía americanista que se desarrolló respecto a la circulación económica en
el continente ha ido atravesando diversos cambios de perspectivas. Estos cambios han
confluido hacia una nueva mirada sobre el tema que permite observar un sistema
atravesado por infinidad de elementos que complejizan viejas formas de análisis que
pecaban de simplismo. Estas miradas tradicionales centraban su atención en el contexto
europeo, dejando en un segundo plano al resto del mundo durante el período de la
Modernidad. Se planteaban de esta manera trabajos eurocentristas bastante abstraídos de la
realidad debido a que se impedía la observación de América como una región con
suficiente desarrollo socioeconómico capaz de poseer autonomía. No fue sino hasta el
desarrollo de una reestructuración de los análisis que se pudo comenzar a vislumbrar la
complejidad del territorio americano y los miles matices que atravesaron a la región. A
través de estos cambios casi estructurales en la historiografía sobre el tema podemos llegar
al día de la fecha a encontrarnos con trabajos que analizan variables tales como el consumo
mundializado de ciertos productos, la conformación de imaginarios sociales a partir de las
instituciones coloniales, la conformación de grupos o sectores sociales que participaron en
el sistema político y tuvieron repercusiones profundas en las colonias (si bien no forma
parte del período que nos compete, un ejemplo claro de repercusión fueron los
acontecimientos de mayo de 1810 en la región del Río de la Plata, los cuales responden a
un contexto internacional en el que participan figuras políticas que a su vez actúan en base
a ideas personales).
Carlos Assadourian fue uno de los pioneros en la introducción de la mirada sociopolítica
dentro de los estudios de Historia Económica. Esto permitió un alejamiento de las viejas
estructuras metodológicas que impedían analizar la cuestión social a la par de las
economías del período, llevándolas por caminos distintos1. Fue a partir de estos trabajos
donde podemos ubicar el génesis de estudios que implican un estudio de las implicancias de
los objetivos políticos a la hora de observar el funcionamiento de los gobiernos coloniales.
Otra noción muy trabajada por Assadourian es la de un sistema con elementos heterogéneos

1
Palomeque, Silvia, Las investigaciones sobre comercio, circulación y mercados del
“interior argentino” durante el período colonial y su crisis, en J. Gelman (comp.) La
Historia Económica Argentina en la Encrucijada, Balances y perspectivas, Asociación
Argentina de Historia Económica, Buenos Aires, Prometeo Libros, 2006, pp. 61 – 76.
cuando se habla acerca de la circulación económica2. Es interesante analizar qué implica el
concepto de sistema, ya que todo aquello que no está sistematizado podría decirse que tiene
un funcionamiento un tanto caótico. La novedad de un “sistema” son las pautas o las
normas que implican respetarlo en pos de un objetivo. En el caso de la región colonial
americana del Imperio español, sin el establecimiento de un sistema hubiese sido difícil
intentar controlar la vastedad del territorio que se ocupó. Si bien existían miles de falencias,
cierta estabilidad posibilitó el auge y gran cantidad de beneficios para España, teniendo en
cuenta el sistema ilegal que manejaba grandes utilidades. Ahora bien, esta noción puede
conducir a la errónea percepción de que el conjunto de elementos que conforman el sistema
son un todo homogéneo sin vetas. Una visión generalizadora que no involucre las
particularidades de cada una de las regiones abordadas no puede llegar a buen puerto, ya
que, por ejemplo, se podría llegar a conclusiones incorrectas como aquella que sostenían
varios autores acerca de la crisis del siglo XVII europeo.
Desde un punto de vista de la historiografía tradicional previa a la década de los 80´, una
crisis (general) en Europa y por consiguiente en España, tendría grandes repercusiones en
América, debido a la dependencia que existía entre las colonias y sus metrópolis. Quedó
demostrado a partir de nuevos estudios y miradas que este vínculo no tiene por qué implicar
ese efecto rebote, ya que, en cierta forma, en las colonias americanas del siglo XVII no se
dio una crisis económica de grandes magnitudes (de hecho, toda la concepción de una
“crisis europea del siglo XVII” ya no es aceptada hace décadas por gran parte del ámbito
científico3).
A partir del párrafo anterior podemos sentar las bases de lo que propusimos en la
introducción del trabajo. Teniendo en cuenta la heterogeneidad del espacio colonial y los
matices existentes dentro de la circulación económica en América, nos hallamos ante un
panorama complejo en el que los centros económicos fueron fluctuando y su poder
hegemónico perdiendo peso. Las cuestiones sociales y políticas son un eje fundamental

2
Assadourian, Carlos Sempat, El sistema de la economía colonial. El mercado interior, regiones y espacio
económico, Lima, IEP, 1982.
3
Para este problema existe una extensa bibliografía. Son sumamente interesantes las propuestas de Ruggiero
Romano en Coyunturas opuestas: la crisis del siglo XVII en Europa e Hispanoamérica y las de Ángel Casals
en La crisis del siglo XVII: ¿de imprescindible a inexistente? En el segundo trabajo nombrado, el autor deja
abierto el debate acerca del problema con miras a que surjan nuevas miradas sobre el mismo. Esto es
interesante debido a que fue escrito recientemente (2013), en un contexto en el que la “crisis” está
justificadamente puesta en duda por gran parte del ámbito académico.
para el análisis. Los objetivos particulares de funcionarios públicos, miembros de la Iglesia
Católica, militares y ciudadanos de renombre son elementos que irán moldeando la
estructura de la sociedad colonial a través de los siglos. No podemos realizar un estudio de
historia económica sin servirnos de problemas pertenecientes a la política o lo social. Sin
esta brújula, difícil hubiese sido dejar de lado las miradas tradicionales y el avance de los
nuevos puntos de vista que nos llevan hoy a poder sostener con Mariano Bonialian, por
ejemplo, la existencia de centros económicos en América sumamente poderosos que
repercutieron sobre el continente y sobre Europa4.
Desde nuestro punto de vista, todos estos grandes matices expuestos someramente en los
párrafos anteriores, son los que nos permitirán abordar problemas específicos. En primer
lugar, nos preguntamos si existe una relación directa entre la conformación de élites
económico-políticas en las regiones del Río de la Plata y las pautas de consumo a nivel
mundial durante los siglos XVII y XVIII. ¿A qué se debe esta pregunta? A partir del
análisis de la historiografía relacionada con el gran tema de la circulación se puede llegar a
trabajos más específicos que analizan esa cuestión en regiones más pequeñas. Estos
trabajos se enfocan en los actores políticos de la época y en cómo se fueron amoldando a su
contexto para generar grandes beneficios para sí mismos. Teniendo en cuenta esa propuesta
de Assadourian acerca de las economías regionales y su importancia en los grandes
circuitos comerciales, se puede tomar algunas de esas regiones y observar cómo se
manejaban en relación con la diversificación de mercados existentes. En nuestro caso, a
partir de la conformación de la zona portuaria de Buenos Aires y con los trabajos de autores
como Zacarias Moutoukias o Susan Socolow, encontramos una posible relación entre las
élites de ciudadanos y funcionarios públicos y el desarrollo económico de ese pequeño pero
sumamente importante “patio trasero” de América.
Moutoukias es uno de los autores que adhieren a muchas de las posturas de Assadourian
a la vez que discrepa en tantas otras. El autor sostendrá la existencia de un fructuoso
circuito mercantil extra oficial (ilegal) que funcionará a la par de los diversos sistemas
oficiales (como el de flotas y galeones) permitiendo un crecimiento de las economías
regionales que, siguiendo a Assadourian en este punto, se adscriben a los grandes circuitos

4
Bonialian, Mariano Ardash, El Pacífico hispanoamericano. Política y comercio asiático en el imperio
español (1680 – 1784). La centralidad de lo marginal, México, El colegio de México, Centro de Estudios
Hostóricos, Colegio Internacional de Graduados, 2012, 490 pp.
económicos (en el caso de Moutoukias, toma el que va desde el puerto de Buenos Aires
hasta la zona del Alto Perú)5. En este contexto de comercio ilegal, se sitúan los
comerciantes que comenzarán a generar inmensas fortunas a partir de las demandas de los
mercados internos sedientos de productos foráneos suntuarios provenientes de Europa6.
Pero no serán solamente estos productos los que interesarán a los comerciantes porteños, ya
que gracias a los trabajos de investigación como los de Mariano Bonailian, podemos
observar la existencia de otros ejes comerciales provenientes por el lado del pacífico, con
productos sumamente codiciados por parte de los habitantes de la zona del Río de la Plata7.
Las demandas de productos europeos y orientales serán la clave para que los comerciantes
puedan generar ganancias extraordinarias y construir fortunas que irán circulando de
generación en generación. Ahora bien, en este punto podemos volver a la pregunta del
inicio del párrafo anterior: ¿existe relación entre la conformación de las élites comerciales y
la mundialización de pautas de consumo? ¿Habría sido posible el surgimiento de
acaudaladas familias sin la existencia de estrategias de comercio que buscasen aprovechar
las demandas de las diversas regiones del continente? Con los trabajos de autores que
analizan a los comerciantes como Socolow, podemos encontrar algunas posibles respuestas
a las preguntas. Notable es traer a colación la propuesta de Javier Kraselsky8, quien destaca
el papel fundamental de los comerciantes dentro del desarrollo político y económico de la
región del Río de la Plata a fines del siglo XVIII. Siguiendo un poco la propuesta del autor,
cabe destacar también un trabajo de Macarena Perusset, 9ya que al complejo contexto de
Kraselsky nos permite agregar la inferencia del comercio ilegal como factor determinante
en la conformación de esas élites comerciantes. Si existían posibles “dinastías” de
comerciantes como propone Socolow10, a lo que le sumamos su peso político dentro de la

5
Moutoukias, Zacarías, Contrabando y control colonial en el siglo XVIII. Buenos Aires, el Atlántico y el
espacio peruano, Buenos Aires, Centro Editor de América Latina, 1988.
6
El trabajo de Bonialian El Pacífico hispanoamericano. Política y comercio asiático en el imperio español
(1680 – 1784). La centralidad de lo marginal se ocupa de analizar la cuestión del consumo de productos
asiáticos en las regiones de la gobernación de Charcas y Buenos Aires.
7
Ibid.
8
Kraselsky, Javier. Las estrategias de los actores del Río de la Plata: las juntas y el Consulado de Comercio
de Buenos Aires a fines del Antiguo Régimen (1748-1809), Universidad Nacional de La Plata, 2011 (Tesis de
Doctorado).
9
Perusset Veras, Macarena, Élite y comercio en el temprano siglo XVII rioplatense, Bogotá, Fronteras de la
Historia, núm. 10, 2005, pp. 285-304
10
Socolow, Susan, The Merchants of Viceregal Buenos Aires: Family and Comerse 1778-1810, New York,
Cambridge University Press, 1978
sociedad rioplatense, podemos llegar a sostener la existencia de una verdadera clase política
en la región. Sin embargo, esto poco nos dice acerca de cómo se conformaron los
patrimonios que permitieron el establecimiento de un ciclo de redes políticas y extensión en
el tiempo de familias a través de las herencias. Es en este punto donde entran, desde nuestro
punto de vista, la cuestión del consumo. Desde el inmenso mapa de circuitos analizado por
Bonialian, se pueden establecer relaciones entre el comercio en Filipinas por ejemplo y
algún comerciante de la zona portuaria de Buenos Aires. Esto es una exageración pero no
es ilógica ni utópica. Si seguimos el curso de los productos orientales a través de todo el
territorio americano, desde la feria de Acapulco, hacia Veracruz en el este (y luego Europa)
o hacia los mares del Sur, veremos que un producto tranquilamente podría pasar por El
Callao, adentrarse hasta Lima o Portobelo (de aquí nuevamente hacia Europa) y desde allí
dirigirse más al sur hasta Potosí y sumarse al circuito que va desde esta región hasta la zona
del puerto de Buenos Aires (y desde aquí, nuevamente hacia Europa). Vemos que no es
imposible, más aún cuando observamos a través de los inventarios registrados por
Bonialian una gran cantidad de productos de origen chino en algunos patrimonios de
familias de la región de Córdoba, Tucumán y, la que nos importa mucho más, Buenos
Aires.
Entonces, para recapitular un poco la propuesta que estamos tratando de analizar a través
de diversa bibliografía, nos encontramos ante un panorama en el que existen élites de
comerciantes cuyo peso económico les permitió formar parte del ámbito político. Para
llegar a esto, hay un camino que tuvo que existir antes de la conformación de sus
patrimonios. Este camino está marcado por la explotación de una veta económica que
escapaba al control de Europa en el Río de la Plata: el contrabando. La introducción de
mercaderías ilegales conllevaba fuertes ganancias y exigía pericia y control de los mercados
internos y externos. En la zona de Buenos Aires, los comerciantes fueron un punto de
intermediación entre Europa y el interior del continente sudamericano. Teniendo en cuenta
las dos direcciones posibles de la circulación (hacia adentro o hacia ultramar), sumado al
ascenso de Buenos Aires en la escala de importancia como centro económico a partir de un
contexto internacional propicio (mediados del siglo XVIII) en el que España tuvo que
comenzar a flexibilizar su monopolio para poder solventar pérdidas inmensas, podemos
hallar claves para comprender este ascenso de la élite de comerciantes. Ahora bien, para
sumar más elementos a la cuestión, no olvidemos la integración 11de mercados existente en
el interior de la región rioplatense. El desarrollo de economías regionales que tenían
producciones autóctonas para exportar a los mercados del continente y además a Europa,
permitió que los mercaderes pudiesen aprovechar aún más del rédito. El consumo de bienes
y productos regionales y el consumo de bienes y productos orientales son otra de las claves
que nos llevan a esa pregunta de párrafos anteriores.
El desarrollo de gustos, modas o imaginarios identitarios basados en el consumo de
ciertos productos permitió el aumento de la demanda de los mismos. He aquí el quid de la
cuestión que buscamos analizar. Un fomento del consumo de productos para cada sector de
la sociedad colonial o europea, pudo haber significado la fuente de las riquezas para una
actividad que implicaba grandes riesgos pero exponenciales ganancias. Toda la bibliografía
que analizamos hasta este punto, sumado a la necesidad de sumergirse en las fuentes de los
archivos, nos abren la puerta a esa hipótesis que relaciona pautas de consumo con el
desarrollo de las élites de mercaderes comerciantes en la zona portuaria de Buenos Aires y
alrededores. Insistimos en que esto sería imposible de pensar si no se considerase la
existencia de un entramado de relaciones comerciales que forman parte de una gran red de
circuitos que atraviesa todo el continente y conecta, siguiendo a Bonailian, a tres (por qué
no cuatro) continentes y cuyos centros de poder económico fluctúan pero no por
dependencia entre sí, sino por los giros en la economía mundial. Recordemos que nos
hallamos en los inicios de una “globalización” que implicará una serie de conexiones
basadas en intereses económicos y políticos entre diversas regiones. Imposible contemplar
esto desde una perspectiva eurocéntrica. Los centros y las periferias existen, pero no por
cuestiones de mayo o menor importancia de la región, sino por el aprovechamiento o no de
un contexto que en los siglos XVII y XVIII cambió los ejes de la economía mundial.

11
Este concepto es trabajado de forma profunda por Assadourian en la obra que citamos anteriormente.

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