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Borges: nostalgia y ausencia

Facultad de Humanidades
Licenciatura en Letras
Alegre, Verónica Alejandra
alegreveronica73@gmail.com

Resumen del Artículo


El texto “Fervor de Buenos Aires” escrito por Jorge Luis Borges en 1923, expresa la gran melancolía del recuerdo
nostálgico de su infancia es redundante, antes de su recorrido por Europa. A su regreso por el país se produce un
shock ya que sabe que la modernidad extinguió ese mundo que deseaba para siempre.
Este trabajo explora la relación entre sus antepasados y la nostalgia que siente el autor argentino por ese mundo
perdido. De acuerdo con los poemas escritos, el autor argentino expone los más grandes sentimientos de añoranza
hacia Buenos Aires de su infancia.
Nostalgia, antepasados, ausencia,pasado, modernidad

Antepasados: legado y pertenencia


Borges perteneció a la élite rioplatense que vivió en el mundo de fronteras, de indios, y gauchos
en el siglo XIX. Sus abuelos fueron soldados del ejército nacional que participaron de batallas
decisivas por el país, a priori tiene con seguridad un linaje formado por personajes importantes
que marcaron su infancia.
La subjetividad más remota recae en su infancia que está marcado por relatos escuchados en su
casa, contados por su madre y su abuela Leonor Suárez Haedo, historias que se corroboran en
sus escritos.
A los catorce años el joven Borges experimenta el primer alejamiento europeo, distanciamiento
de todo, menos de las historias que siguió escuchando. Borges conoció Europa sin que se
interrumpiera el flujo de las memorias familiares sobre su origen nacional. Su madre y abuela
se encargaron de una educación relativamente cosmopolita, sobre el suelo seguro de la
pertenencia a una patria. El linaje familiar de Borges le asegura un pasado, no un futuro, por lo
tanto el escritor está destinado a un tiempo que ya no existe. El autor argentino fue una persona
escéptica ya que algo ha perdido, porque se han roto las continuidades que parecieron naturales,
propias de una especie de argentino fundadores. Es confuso.
Borges a diferencia de sus antepasados no fue un hombre que dedicó su vida a las batallas,
tampoco al campo ni al ejército pero “como tanto argentino, soy nieto y hasta bisnieto de
estancieros”1 se resigna con ser escritor. Ese destino contiene la evocación y el sentimiento de
que no es posible defender en el presente el legado que los otros arriesgaron a su suerte:
6
No haber caído, como
otros de mi sangre, en la
batalla. Ser en la vana
noche
el que cuenta las sílabas.2

En esta estrofa del poema “ Tankas”, Borges hace alusión que para él solo queda la literatura
como reemplazo de lo que hicieron sus antecesores porque la historia ya no necesitaba de sus
ancestros y ya no podía seguir sus pasos, por ese motivo hace de la literatura su discurso de

1 “La pampa y el suburbio son dioses”, El tamaño de mi esperanza, 23.


2 “ Tankas”, Obras Completas, 1089
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transmisión de sentimientos y emociones. La modernidad es un tiempo sin aventuras ni


asombros, hostil a los instintos nobles como el coraje que desvanecieron el tiempo de aquellos
soldados y estancieros y el de los hombres de ciudad que ha desgastado un vinculos físico,
experimental con el mundo.
Borges admira la voluntad pasional de sus antepasados que utiliza la escritura para hacerlo notar
revisar escritura; en el poema “Inscripción sepulcral” dedicado a su bisabuelo el Coronel Isidro
Suárez quien fue vencedor de la Batalla de Junín. Este epitafio tiene una escena histórica en la
densidad de lo fundacional; una batalla decisiva, la de Junín, donde el ejército libertador venció
a los españoles por la valentía y la inteligencia de un antepasado de Borges, nada menos que su
bisabuelo materno Isidro Suárez, por eso escribe en esos versos, lo que su linaje pasado había
hecho por la patria y para que se convierta en un arma contra el olvido.

Inscripción sepulcral
Para mi bisabuelo, el coronel Isidro Suárez.
Dilató su valor sobre los Andes.
Contrastó montañas y ejércitos.
La audacia fue costumbre de su espada.
Impuso en la llanura de Junín término
venturoso a la batalla y a las lanzas del
Perú dio sangre española. Escribió su
censo de hazañas en prosa rígida como
clarines belísonos.
Eligió el honroso destierro.
Ahora es un poco de ceniza y de gloria.
(Borges, J. Luis. Fervor de Buenos Aires,1923)

Borges estableció desde un principio una organización de la historia literaria en los textos que
se dedicó a escribir acentuando un estilo propio, creando a sus precursores, a Isidro Suárez, su
bisabuelo, que es su antepasado por excelencia el más notable de su dinastía mostrándonos por
un lado, su origen y pertenencia resaltando los momentos más sobresalientes de su historia
familiar y, por otro, para que no decaiga en el olvido manteniéndose a través de la escritura la
diégesis familiar viva. Confuso.

Inspiración nostálgica: La ciudad que había dejado


Buenos Aires había cambiado en gran escala, aunque conservará para siempre aquellos rasgos
de monotonía que fastidiaban a los viajeros más refinados o menos dispuestos a renunciar al
“color local” que ofrecían otras ciudades de América Latina. En cambio, Buenos Aires
proporcionaba a sus habitantes la trama de servicios que las elites habían considerado
indispensables a un proyecto de modernización triunfante: el sistema eléctrico y la red de
transporte, incluido el primer subterráneo, la grilla regular de las calles. El recuerdo de la
infancia es incongruente con la ciudad a la que Borges regresa desde Europa.
Borges, entonces, establece su cartografía; como un mapa histórico se superponen “estados de
cuidad”, que provienen del recuerdo (la imaginación) del pasado y la percepción del presente.
En la construcción poética de un paisaje, los hitos cartográficos son invenciones léxicas, que
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hacen posible que el recorrido por la ciudad real se convierta en un itinerario estético3.(Sarlo
2007:149)
En ese recorrido nostálgico, hay algo en el presente que ya no está, un vacío, un estado de
pérdida. La modernidad abre una doble cara (la ciudad y sus orillas), como espacio de la
imaginación representan un umbral entre lo urbano (moderno) y lo rural (arcaico, heroico) por
lo tanto juegan como linealidades de tiempo, una bisagra que articula el pasado y el presente.

Para mí, Fervor de Buenos Aires prefigura todo lo que haría después. Por lo que dejaba entrever, por lo que
prometía de algún modo, lo aprobaron generosamente Enrique Díez-Canedo y Alfonso Reyes.
Como los de 1969, los jóvenes de 1923 eran tímidos. Temerosos de una íntima pobreza, trataban, como ahora,
de escamotearla bajo inocentes novedades ruidosas. Yo, por ejemplo, me propuse demasiados fines: remedar
ciertas fealdades (que me gustaban) de Miguel de Unamuno, ser un escritor español del siglo XVII, ser Macedonio
Fernández, descubrir las metáforas que Lugones ya había descubierto, cantar un Buenos Aires de casas bajas y,
hacia el poniente o hacia el sur, de quintas con verjas.
En aquel tiempo, buscaba atardeceres, los arrabales y la desdicha; ahora, las mañanas, el centro y la
serenidad.4
J.L.B. Buenos Aires, 18 de agosto
de 1969.

Más allá de los años que pasó viviendo en Europa durante su juventud, Borges sentía a Buenos
Aires como su patria verdadera. Destacó la influencia que desde su llegada iba a ejercer sobre
su obra. La originalidad de la anécdota, reside en el tono lírico y afligido gracias a las calles
apartadas, los arrabales, la luz de los patios, que pierden el tinte folclórico y la
contemporaneidad para transformarse en puntos de referencia, espejos de las imágenes
anteriores. Borges decidió plasmar su forma de ver la ciudad, el sentimiento, sus personajes
más representativos y sobre todo la emoción que le produjo el descubrimiento y la
contemplación de los barrios bonaerenses. Contempla la barriada con una ternura desconocida,
y con una profunda sensibilidad de apego por el pasado, que tanto añora, el de su infancia.
Confuso.
Borges recorre lo urbano a lo largo de su obra y hace de la ciudad una de las bases de su
ininterrumpida discusión sobre la memoria, en un intento de consecución de una identidad
frente al caos establecido por la metropolización en curso. Abre “Fervor de Buenos Aires”,
primer libro del autor después de su regreso en 1921; “Las calles” inaugura las representaciones
de esa capital transformada e inicia su respuesta a la cuestión de cuál es el mundo deseado, su
añorada ciudad deseada5.
LAS CALLES
Las calles de Buenos Aires ya son
mi entraña. No las ávidas calles,
incómodas de turba y ajetreo, sino
las calles desganadas del barrio, casi

3 Sarlo, Beatriz. Escritos sobre Literatura Argentina. 1° Ed. Buenos Aires. Siglo XXI Editores Argentina. 2007
45 Jorge Luis Borges, “Prólogo”, en Fervor de Buenos Aires, Buenos Aires, 1923. O se cita al cuerpo del texto o
se lo hace en nota al pie. No se pueden optar por ambos formatos de referenciación en conjunto.
Pinto Pimentel, Julio. Borges lee Buenos Aires. Un ejército crítico frente a la modernización de la ciudad.
Universidad de São Paulo, Brasil. 1999
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invisibles de habituales,
enternecidas de penumbra y de
ocaso y aquellas más afuera ajenas
de árboles piadosos donde austeras
casitas apenas se aventuran,
abrumadas por inmortales
distancias, a perderse en la honda
visión de cielo y llanura.
( Borges, L.1923:17)

La reflexión de Borges, Buenos Aires, se presta con el vínculo posible de la patria, en tanto
anclada referencialmente en un lugar geográfico; el rescate de la infancia; por eso las rutas de
observación de las diferencias entre el suburbio y el centro europeizado, son los largos paseos
por las calles guardadas en la memoria y reconstruidas por ésta reurbanización imaginaria,
haciendo de su memoria un recurso poderoso para exorcizar la nueva Buenos Aires.
Según Emir Rodríguez, Borges recorre escogiendo el mundo que desea ver en su ciudad:
Hay una Buenos Aires que todos pueden ver. Es una ciudad moderna que se desarrolla y deforma por súbitas
sacudidas, que hoy imita a New York, después de haber imitado a Londres y París y, aún antes a más humildes
prototipos españoles o italianos (...)Esta ciudad, cerca de una de las calles céntricas más elegantes, casi al borde
de una de sus plazas de árboles más frondosos, vive un hombre para el que Buenos Aires sigue siendo otra ciudad,
o tal vez otras ciudades, que no coinciden casi con la de hoy. ( Rodriguez, Emir,121-122)
Producir en la memoria otra Buenos Aires puede tener dos significados: búsqueda de un perfil
urbano menos tenebroso y más reconocible (un lugar familiar, especie de universo persona) y
constitución de un escenario o de un protagonista para las tramas trabajadas en el texto.
En el primer caso, un registro fundado en la memoria aparentemente individual, percibido por
las vivencias personales y capaz de establecer la trayectoria que las obra reconstruye como vida
del autor en ella enunciado. En el otro término, está presente una noción colectiva de
apropiación de la ciudad. Más aún, en la producción, por la memoria, de referencias para un
conjunto de personas que pueden reconocer la urbe algún rasgo de la identidad perdida en el
movimiento de la modernización ocurrido en las dos primeras décadas.
El carácter colectivo de la memoria de la ciudad esté definido por referencia literarias que
permite establecer, por Borges, una relación entre los diversos significados de la constitución
imaginaria de Buenos Aires. La búsqueda de alguna familiaridad en el trazado urbano de la
ciudad deriva tanto de la preocupación por componer el telón de fondo de sus tramas como de
la fijación de referencias en el escenario metropolitano: rescatar el Buenos Aires de la infancia,
es buscar un pasado común, que forma con la posibilidad de prolongar un ayer que, revivió
interiormente con imágenes de una urbanización mitológica, en el estrato anterior de un tiempo
acumulado en el tiempo expresado a través de la escritura.
En el poema “La vuelta”, Borges demuestra la idea del pasado y su amor por el ayer. Ese pasado
que es el único que recupera el tiempo real. Aquí se manifiesta al acongojado Borges, que
extraña recorrer su antigua ciudad natal, aquella que había quedado guardada en sus recuerdos
de su infancia.
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LA VUELTA

Al cabo de los años del destierro volví a


la casa de mi infancia y todavía me es
ajeno su ámbito. mis manos han tocado
los árboles como quien acaricia a alguien
que duerme y he repetido antiguos
caminos como si recobrara un verso
olvidado y vi al desparramarse la tarde la
frágil luna nueva que se arrimó al amparo
sombrío de la palmera de hojas altas,
como a su nido el pájaro.
(Borges, L.1923: 36)
Como lo afirma Sarlo, solo se puede sentir nostalgia de algo que se se ha perdido. En una
Buenos Aires transformada por los procesos de modernización urbana, donde la ciudad criolla
se refugiaba en unas pocas calles, y donde incluso ellas sufrían cambios que afectan su perfil
físico y demográfico, Borges inventó un pasado. (Sarlo 2007:75)
El autor de Fervor de Buenos Aires fabricó un pasado con elementos descubiertos o imaginados
en la cultura del siglo XIX, que tenía para él una densidad basada no solo en los libros sino
también en una suerte de tradición familiar. (Sarlo 2007:75)

Los lugares
Uno de los tópicos recurrentes de Borges en Fervor de Buenos Aires se da en la representación
lugares.
Lugares como: la ciudad, el barrio, las calles, las casas, las salas, los patios, el arrabal, las
plazas, los sepulcros, la carnicería. Esta movilidad proporciona para el lector gran información
de la visión de pesadumbre del autor. Cuando recorre estos sitios Borges establece un
paradigma costumbrista, sentimental y naturalista a través del recuerdo (imaginación).
Los espacios están cargados de lo que el escritor lee en ellos, una cierta permanencia permite
recorrer territorios idénticos, que ayuda a mantener su noción de identidad y de su historia.
Las experiencias intersubjetivas de él están conectadas con objetos que habitan en la
proximidad del mismo. Así, el piano, los muebles, el reloj, la casa de la infancia, los árboles,
la verja, el mate, etc., son fuerzas significantes activas que le permiten incorporar una ausencia,
una nostalgia, un deseo, un recuerdo.
La imagen del mundo construida a través de este libro recupera poéticamente los objetos
habituales que pertenecen al recorrido habitual del hablante. Estos lugares se proyectan como
signos de una familiaridad precaria, difícil de mantener o retener, pero por sobre todo,
misteriosa, incomprensible, inexplicable en su persistencia como la imagen del sujeto reflejada
en los espejos.
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LAS CALLES Las calles de


Buenos Aires ya son mi entraña. No
las ávidas calles, incómodas de turba
y ajetreo, sino las calles desganadas
del barrio, casi invisibles de
habituales, enternecidas de
penumbra y de ocaso y aquellas más
afuera ajenas de árboles piadosos
( Borges, L 1923:17)

ARRABAL
A Guillermo de Torre El
arrabal es el reflejo de nuestro tedio.
Mis pasos claudicaron cuando iban a
pisar el horizonte y quedé entre las
casas, cuadriculadas en manzanas
diferentes e iguales como si fueran
todas ellas monótonos recuerdos
repetidos de una sola manzana.
(Borges, L.1923: 32)

LA RECOLETA
[...]
El espacio y el tiempo son normas suyas, son
instrumentos mágicos del alma, y cuando ésta se
apague, se apagarán con ella el espacio, el tiempo y la
muerte, como al cesar la luz caduca el simulacro de
los espejos que ya la tarde fue apagando.
(Borges, L 1923:17)
CALLE DESCONOCIDA
Penumbra de la paloma llamaron los hebreos a
la iniciación de la tarde cuando la sombra no
entorpece los pasos y la venida de la noche se
advierte como una música esperada y antigua,
como un grato declive.
(Borges, L 1923:20)
LA PLAZA SAN MARTÍN
A Macedonio Fernández
En busca de la tarde fui apurando en
vano las calles.
Ya estaban los zaguanes entorpecidos de sombra.
Con fino bruñimiento de caoba la tarde entera se
había remansado en la plaza, serena y sazonada,
bienhechora y sutil como una lámpara, clara
como una frente, grave como un ademán de
hombre enlutado.
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(Borges,L 1923: 21)


UN PATIO
Con la tarde se cansaron los dos o tres
colores del patio. Esa noche, la luna, el
claro círculo, no domina el espacio. Patio,
cielo encauzado.
(Borges, L 1923: 23)

Como lo sostiene Goloboff, Borges plasma en Fervor de Buenos Aires relaciones de conceptos
abstractos y cosas concretas, traslaciones entre lo estético y dinámico. Pero también construye
una nueva experiencia, el voluntario trabajo de recordar la ciudad de Buenos aires, sus calles,
sus barrios, sus plazas, sus gentes. Abundan en ello un intento de atrapar la esencia poética
encerrada o percibida en ellos. La ciudad está poblada de enigmas. 4 Los poemas ilustran estos
desplazamientos: las calles, calle desconocida, arrabal, recoleta, etc. es en efecto, donde
encontramos un examen, recorrida, camino, andanza. La exploración en el terreno más material
de la escritura de Borges es que pretende encontrar su ciudad.

La muerte
Para Borges, la muerte es universal y violenta. Su visión de la misma se halla muy influenciada
por ideas de diferentes percepciones de la vida y de la muerte; el acercamiento lógico y del
sentido común, el racional y matemático.
Podemos suponer que Borges deseaba comprender la muerte aunque fuera justo antes de morir.

LA RECOLETA
Convencidos de caducidad por tantas
nobles certidumbres del polvo, nos
demoramos y bajamos la voz
entre las lentas filas de panteones, [...]
[...]
la conjunción del mármol y de la flor
y las plazuelas con frescura de patio
y los muchos ayeres de a historia hoy
detenida y única. [...]
[...]
milagro incomprensible, aunque
su imaginaria repetición infame
con horror nuestros días. Estas
cosas pensé en la Recoleta, en el
lugar de mi ceniza.
(Borges, L 1923:17)

4 Goloboff, Mario. Leer Borges. Prosa y poesía. 1° Edición. Ediciones Continente. Ciudad Autónoma de Buenos
Aires: Corrientes, 2014
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En estos fragmentos del poema “Recoleta” hay un sentimiento de mortalidad y de vida


representada por los jardines que están alrededor de los sepulcros. La vida es lo único que
existe, la muerte puede significar ¿Qué es la muerte?, en realidad no existe sino que son
creaciones abstractas, creaciones del colectivo de la mente humana, en busca de una respuesta
lógica, llegando al pensamiento que la vida es trágica por lo que somos espectadores de la
muerte. Se opone una deseable consentimiento y una muerte digna.

LA PLAZA SAN MARTÍN


A Macedonio Fernández
[...]
el puerto anhela latitudes lejanas y la
honda plaza igualadora de almas se
abre como la muerte, como el sueño.
(Borges,L 1923: 21)
En este fragmento de “La Plaza San Martín” el tópico de la muerte se da como la gran
igualadora, dando el visto de vista que al final no importa lo que hagas, lo que obtengas, todos
vamos hacia el mismo lado, hacia el mismo destino: la muerte.

REMORDIMIENTO POR CUALQUIER MUERTE


Libre de la memoria y de la esperanza,
ilimitado, abstracto, casi futuro, el
muerto no es un muerto: es la muerte.
(Borges, L.1923: 32)

Aquí se observa la concepción de la idea que después de la muerte, el único legado que que
quedan son los recuerdos. Luego que nos dejan solo quedan todo guardado en la memoria de
sus allegados, todos los momentos vivido.
Cuando Borges regresó de España, en 1921, Buenos Aires entraba en una década de cambios
vertiginosos: la ciudad de la infancia coincidía solo en parte con la que se estaba construyendo.
Borges llega a una ciudad que debe recuperar, después de siete años de ausencia: recupera una
Buenos Aires transformada, a la ciudad de sus recuerdos y también recuperar esos recuerdos
frente a un modelo que estaba cambiando.5
No se trataba, en Buenos Aires, solo de la modernización, sino de la modernización como estilo
cultural penetrando el tejido de una sociedad que no se resistía. Ciudad y modernidad porque
la ciudad es el escenario de los cambios , los exhibe de manera ostensible y a veces brutal, los
difunde y generaliza. Modernidad, modernización y ciudad aparecen entremezclados como
nociones descriptivas, como valores y como procesos materiales e ideológicos.
Analizando los poemas escritos por Borges en “Fervor de Buenos Aires”, la utilería que
menciona están ausentes todos los objetos de la era industrial, que practica un voluntario
anacronismo de carros, malevos y guitarra para infundir la sensación de eternidad. Destierra de

5Sarlo, Beatriz.Borges, un escritor en las orillas. 2° Ed. Buenos Aires. Seix Barral, 2007 cap I
“Cosmopolita y Nacional”, p.24,25.
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su visión la ciudad moderna, el centro cosmopolita, prefiere los barrios apartados, el suburbio
humilde, el sur con presagios de campo.
Como lo afirma Yurkievich, Saúl, Borges, en su búsqueda de la esencia de Buenos Aires, toda
fealdad quedará excluida. Lo que no participa de la verdad o de la belleza, tiene existencia
reflejada, ilusoria.6
Podemos concluir que el escritor de Fervor de Buenos Aires, Borges, escribe estos poemas en
1923 plasmando reconstruir sus recuerdos e imaginación.En su escrito, el autor describe la
melancolía, los espacios, lugares, aspectos familiares (tradición familiar), habla de la muerte,
de la vida, de la eternidad, utilizando la anacronía manteniendo vivo cada uno de sus recuerdos
que había guardado en su memoria.
El escritor comprueba en el camino la experiencia compleja y misteriosa de reconstruir la
Buenos Aires del ayer, aquella que estaba excluida de todo proceso de modernización. La
manifestación de lo real se resiste a una reducción sujeta a la linealidad, a la sucesión, a la
parcialidad de la perspectiva inevitablemente subjetiva de Borges.
Buenos Aires es para Borges, su raíz, la nostalgia del lugar en el que nació, donde los mejores
momentos de su vida pasó. La pérdida que revela melancolía se manifiesta el “Shock” entre la
imposibilidad de acceso a un mundo del pasado, tristeza por lo perdido, del universo borgiano,
que no puede recuperar en una ciudad moderna. En este caso utiliza la escritura para poder usar
un arma contra el olvido.

7 (siete)

Bibliografía
BORGES, Jorge Luis, “Fervor de Buenos Aires” Buenos Aires, 1923
GOLOBOFF, Mario “Leer Borges” Ciudad Autónoma de Buenos Aires, Ediciones
Continente,2014
SARLO, Beatriz “Borges, un escritor en las orillas” Buenos Aires, Seix Barral, 2007
--------------------- “Escritos sobre Literatura Argentina” Buenos Aires, Siglo XXI, 2007
-------------------- “Borges: nostalgia e invención”. Estudios públicos. 2016
PIMENTEL PINTO, Julio, “Borges lee Buenos Aires. Un ejercicio crítico frente a la
modernización de la ciudad”. Variaciones Borges 8. Universidad de São Paulo, Brasil. 1999
YURKIEVICH, Saúl “Borges como poeta”. Compilación y Prólogo de Ángel Flores.Siglo
XXI, 1998.

6Yurkievich, Saúl. Borges como poeta. Compilación y prólogo de Ángel Flores. 2° edición. Siglo XXI. Madrid,
España. p 79
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