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Sigamos: ¿Cómo se distinguen las potencias del alma entre sí? Las
diversas potencias se distinguen unas de otras por sus objetos, ya que toda
potencia se ordena a un acto determinado como la potencia de crecer en las
plantas se aplica a su acto que es “crecer”, tomando el alimento del entorno. Y ese
acto de crecer, a su vez, apunta como “objeto” a alcanzar el tamaño adecuado
según la especie del vegetal. La potencia se conoce por su acto y éste por su
objeto. Esto vale tanto para una potencia pasiva, como para una potencia
activa. Así en la vista, que es potencia pasiva o receptora, el color (objeto propio
de la vista) es como el principio que imprime en ella su forma (semejante a la
impresión de una forma cualquiera en una materia, aunque debemos advertir
siempre que al tratarse de una acción vital, el origen primero de esta actividad es
el propio viviente, claro que su acción no se verifica sino con cierta
“pasividad”). Tratándose de una potencia activa (en capacidad de actuar alguna
forma por sí misma) el objeto es a modo de término o fin, como es el caso
mencionado del desarrollo del cuerpo vegetal: el objeto (tamaño y forma
adecuada el cuerpo) es el fin de la operación.
“... la potencia en su propio concepto se ordena al acto. Por lo cual la razón de la potencia debe tomarse del
acto a que se ordena; y en consecuencia diversificarse, según se diversifique la razón del acto. La naturaleza del
acto se diversifica según la diversidad de razón del objeto; pues toda acción o lo es de potencia activa, o de
potencia pasiva. El objeto se refiere al acto de la potencia pasiva como principio y causa motora: así el color,
en cuanto mueve la vista es principio de la visión; pero al acto de potencia activa se refiere el objeto como a su
término y fin: así el objeto de la potencia aumentativa es el máximo de perfección o límite final del aumento.
La acción pues se especifica según estos dos términos, a saber: principio y fin: como la calefacción difiere del
enfriamiento, en que aquella procede de lo cálido activo a lo cálido pasivo; y este de lo frío a lo frío. Luego
necesariamente las potencias deben diversificarse según sus actos y objetos...”
Una vez distinguidos los géneros, podemos observar cómo se hallan incluidos
en tres grados de vida en este mundo: vida vegetativa, vida sensitiva y vida
racional. Los géneros “apetitivo” y “locomotivo” no constituyen grados de vida
distintos sino que se incluyen en la vida sensitiva y racional, pues todo el que
conoce tiene apetito hacia lo conocido y como lo apetecido sea algo distante, se
hace necesaria la locomoción, como es el caso de los animales más desarrollados:
“...Los modos de vivir (los cuales determinan tipos de alma en los vivientes corpóreos) ...unos solo tienen el
vegetativo, como las plantas; otros además del vegetativo el sensitivo, pero sin el locomóvil, cuales son los
animales inmóviles, como ciertos moluscos; otros tienen además el movimiento local, y estos son los
animales perfectos, que necesitan de muchas cosas para vivir, y que tienen precisión de moverse, para
procurarse lo que les es necesario distante de ellos: y por último hay seres vivientes, que tienen además el
intelectivo, como los hombres. El apetitivo no constituye un grado de vivientes, pues todos los que están
dotados de sensibilidad tienen también apetito”.
• Los sentidos internos son cuatro: sentido común (objeto: todas las
sensaciones externas); imaginación (objeto: representación de una semejanza de
las cosas percibidas por los sentidos externos, según rasgos todavía individuales);
estimativa (objeto: lo útil o nocivo al animal); memoria (objeto: lo pasado según
el antes y el después). Los apetitos sensitivos son dos: el apetito concupiscible
(objeto: el bien fácil); el apetito irascible (objeto: el bien difícil). Por último, la
potencia locomotriz, que existe en los animales perfectos. En efecto, la capacidad
de moverse existe en primer lugar en el apetito sensitivo, pero sólo como
imponiendo el movimiento, mientras que se necesita, para que pueda moverse el
animal que haya otra potencia que habilite las partes del cuerpo para ejecutar ese
movimiento; de lo contrario, el movimiento no se realiza. De hecho, algunos
animales que no están ordenados por la naturaleza a conquistar algo distante,
tienen apetitos pero no locomoción:
“...aunque los sentidos y el apetito sean los primeros motores en los animales perfectos, sin embargo estas
potencias consideradas como tales no bastarían para moverlos... porque los animales inmóviles
tienen sensibilidad y apetito, y sin embargo no tienen potencia motora: y ésta no solamente reside en el
apetito y los sentidos, como imponiendo el movimiento, sino también en las partes mismas del cuerpo, a fin de
habilitarlas para obedecer al apetito del alma que las mueve, como lo prueba el hecho de que, cuando los
miembros están privados de su disposición natural, no obedecen al apetito por el movimiento”.