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Ambientación: Preparar una pequeña mesa con la cruz oblata, las Constituciones y Reglas,
una vela encendida, agua y la Biblia. El agua simboliza nuestro renacimiento en Cristo por
el bautismo.
Introducción y bienvenida
El animador recibe a los participantes y explica la importancia del Año de las Vocaciones
Oblatas para la comunidad y la Congregación. Invita a cada participante a recordar y
reavivar la gracia del bautismo y la llamada a seguir a Cristo como oblato o como miembro
de la familia oblata.
Oración inicial:
Oh Dios, Señor nuestro, te damos gracias por habernos dado en San Eugenio de Mazenod y
sus compañeros un vivo ejemplo de comunidad apostólica reunida en torno a Jesucristo. Te
bendecimos por la santidad de sus vidas y por los frutos maravillosos emanados de su
misión. Con perseverancia y con humilde paciencia pudieron responder a tu llamada. Te
pedimos, Señor, que por su intercesión, toques los corazones de los jóvenes; para que
encuentren en nuestras comunidades la valentía de seguir a Jesucristo. Fortalece las familias
cristianas para que apoyen a sus hijos cuando éstos sientan tu llamada. Señor, envía
trabajadores a tu mies para que tu salvación alcance los confines de la tierra. ¡Amén!
1
De las Escrituras: Juan 1, 35-42
Al día siguiente, estaba Juan con dos de sus discípulos y, fijándose en Jesús que pasaba, dice:
«Este es el Cordero de Dios». Los dos discípulos oyeron sus palabras y siguieron a Jesús.
Jesús se volvió y, al ver que lo seguían, les pregunta: «¿Qué buscáis?». Ellos le contestaron:
«Rabí (que significa Maestro), ¿dónde vives?». Él les dijo: «Venid y veréis». Entonces fueron,
vieron dónde vivía y se quedaron con él aquel día; era como la hora décima. Andrés,
hermano de Simón Pedro, era uno de los dos que oyeron a Juan y siguieron a Jesús;
encuentra primero a su hermano Simón y le dice: «Hemos encontrado al Mesías (que
significa Cristo)». Y lo llevó a Jesús. Jesús se le quedó mirando y le dijo: «Tú eres Simón, el
hijo de Juan; tú te llamarás Cefas (que se traduce: Pedro)».
¿Qué hizo, en realidad, nuestro Señor Jesucristo cuando quiso convertir el mundo? Escogió
a unos cuantos apóstoles y discípulos que él mismo formó en la piedad y llenó de su espíritu
y, una vez instruidos en su doctrina, los envió a la conquista del mundo que pronto habían
de someter a su santa ley.
¿Qué han de hacer a su vez los hombres que desean seguir las huellas de Jesucristo, su
divino Maestro, para reconquistarle tantas almas que han sacudido su yugo? Deben trabajar
seriamente por ser santos, y caminar resueltamente por los senderos que recorrieron tantos
obreros evangélicos, que nos dejaron tan buenos ejemplos de virtud en el ejercicio del
mismo ministerio al que ellos se sienten llamados. Deben renunciarse completamente a sí
mismos, sin más miras que la gloria de Dios, el bien de la Iglesia y la edificación y salvación
de las almas. Deben renovarse sin cesar en el espíritu de su vocación, vivir en estado habitual
de abnegación, y con el empeño constante de alcanzar la perfección. Deben trabajar sin
descanso por hacerse humildes, mansos, obedientes, amantes de la pobreza, penitentes y
mortificados, despegados del mundo y de la familia, abrasados de celo, dispuestos a
sacrificar bienes, talentos, descanso, la propia persona y vida por amor de Jesucristo,
servicio de la Iglesia y santificación de sus hermanos; y luego, con firme confianza en Dios,
entrar en la lid y luchar hasta la muerte por la mayor gloria de su Nombre santísimo y
adorable.
Otros textos:
Constituciones y Reglas 52 y 10
“Tenemos que rezar al Dominum messis para que nos envíe obreros. El método más eficaz
para que nos oiga es ser, de verdad, lo que debemos ser. Esta obligación pesa sobre nosotros,
pero, particularmente y con una responsabilidad temible, sobre los superiores que están
obligados, sub gravi, a mantener la regularidad en las comunidades con su ejemplo y su
austeridad.”
Un canto
El Año de las Vocaciones Oblatas es un tiempo de gracia para toda la familia oblata. El Señor
nos invita a renovarnos en nuestra vocación cristiana y religiosa, para así reavivar la Alegría
de nuestras vidas y la Generosidad de nuestra respuesta a su llamada de predicar la Buena
Nueva a los Pobres. ¿Qué compromisos concretos (personal, comunitario y de grupo)
podemos hacer para que este Año de las Vocaciones Oblatas sea un éxito? Como María,
¿cómo renovar nuestro “Sí” al llamamiento de Dios a seguir a Cristo para ir y ver dónde
vive?
Oración final:
Padre Santo,
a ti acudimos porque Jesús nos pidió que te rogáramos
que enviaras trabajadores a tu mies.
Envíanos, pues, jóvenes generosos,
apasionados de Jesús,
dispuestos a ofrecer toda su vida en oblación a ti,
para estar cerca de los más pobres y abandonados,
y proclamar el Evangelio.
3
Que ardan con la misma llama que prendió en San Eugenio;
formando parte de su misma familia
y, con todos los Oblatos, continúen la obra de la Redención.
María Inmaculada,
tú que fuiste la primera en ofrecer Jesús al mundo,
acompáñanos en nuestra oración. Amén.
Canto final: