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Francois Fu ret

Mona Ozuuf

Diccionario de la
Revolución francesa

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ANTIGUO REGIMEN

La noción de «Antiguo Régimen » es con - condición sine qua non, .seg ún Tocqueville,
ubstancial con la Revolución francesa. de la «Revolución».
nifica su envés, su lado malo, su nega- De hecho los franceses del siglo XIX si-
n. Y no solamente lo que preced e a la guen obsesionados por ese brutal paso del
Revolución, sino todo aquello frente a lo Antiguo Régimen a la Revolución, que les
ualla Revolución se constituyó como re- define como colectiv idad política. Consti-
zo, ruptura y advenimi ento . Es, asimis- tuyen un pueblo tan espectacularmente di-
0, inseparable de la pareja qu e forma con vidido que no puede amar conjuntamente
la idea francesa de revolución, diferencián - toda su historia, aunque está obsesionado
d la de la acepción anglosajona del mismo por ella. Un pueblo que si ama la Revolu-
[ nnino. La Revolución inglesa de media- ción, detesta el Antiguo Régimen y si año -
dos del siglo XVII trastrueca la monarquía ra el Antig uo Régimen, odia la Revolución.
en nombre únicamente de una Constitución Incluso aquellos que quie ren recomponer lo
adicional. Sus más decididos partidarios, que la historia ha roto, se defienden mala-
usmilitantes más igualitaristas jamás tuvie- mente frente al sentimiento de un desgarrón
ron la ambición de fundar una sociedad ra- irremediable. Chateaubriand pretende re-
dicalmente nueva basada en una humanidad conciliar la antigua realeza y la nueva de-
enerada; conservaron, al cont rario, la mocracia, pero sus libros se nutren del sen-
Idea de restaurar un orden social traiciona- timiento incontenible del fin de un mundo
do, una promesa olvidada. Poco tiempo y el comienzo de una edad nueva.
d spués, exactamente antes del acontec i- Este sentimiento es tan fuerte en la cul-
miento francés, los rebeldes americanos se tura francesa que ha hecho de la idea de
levantan COntra la tiranía inglesa en nombre «Antiguo Régimen » una especie de eviden -
d .Ia Constitución inglesa. Los que habían cia nacional, expuesta y recibida como ob -
hUld~ de Europa un siglo antes para no te- via. Pero solamente cuando se organizan
ner ru monarquía, ni aristocracia, ni Iglesia nuestros estudios históricos en la Universi-
restaurada, ¿cómo iban a tener, además, un dad adquie re su expresión a partir de esta
c:lIltiguo régimen»? Tocqueville opondrá la ruptura canónica: el Renacimiento inaugu-
democracia en América establecida en el ra la historia «moderna» para term inar en
Continente a raíz del poblamiento europeo, 1789, y la historia contemporánea comien -
lademocracia revolucionaria francesa, que za en 1815. Entre ambos macizos tan bien
tu~o que derribar el orden aristocrático an- señalizados se extiende un no man 's land
tenOr. Ambas experiencias son comparables cronológico que constituye la historia de la
for su. naturaleza y sus principios; sus di- Revolución: el momento de la ruptura o del
.erenclas provienen de la presencia o de la
In . paso de una época a otra. Es ahí donde los
eXistencia de un «Antiguo Régimen », profesores extienden y certifican el acta de

511
Ideas Antiguo Régimen
, 13
defunción del Antiguo Régimen, es decir, nas palabras antiguas», encontramos en
.ere, como los monárquicos, compartir «Régimen»: «en política equivale a adminis-
en 1789.
Por todo ello la idea se presta mejor a
ti oberanía al modo inglés entre el Rey y tración, a gobierno. El antiguo régimen es
; s Cámaras, defiende el veto real como la antigua administración, la que existía an-
ma~c~r. ~a ruptura revolucionaria que a una
°nstitutivo de la monarquía, y no cabe tes de la revolución, y el nuevo régimen , el
~eflnlcl~n. de cuanto la precedió. Si el An- ti da que hace suya la segunda de sus hipó- que ha sido adoptado a partir de esta épo-
tIguo Régimen muere en 1789 ' de cuánd
data?: dado ~ue con estas palabras laRe~ uis. Ha dejado , sin embargo, el camino ca, aquel del que los verdaderos patriotas
~bierto a la primera, que triunfará fácilmen- aguardan su felicidad y que desespera a los
vol~clon maldijo y execró todo a la vez, feu-
te, puesto que las tesis de los monárquicos zánganos que sólo se alimentaban de los
dahdad. y. mo~arquía, Edad Media y Esta- rán aplastadas. Junto con ellas desapare-
~o ad~lnlstratIvo de los siglos XVII y XVIII, abusos que autorizaba el antiguo régimen ...
rá lo que aquel primero de septiembre el Ya desde estas fechas aparecen bien conso-
(habra que entender qué quiso rechazar orador había llamado «gobierno monárqui-
toda la .h ist~ria que le precedió? ¿O, inclu- lidados los dos polos antagónicos de la re-
co- , o «antiguo régimen », para dar lugar a
so, la hl~~ona universa l, pensada como una volución y el antiguo régimen. La desapa-
una Asamblea única dotada de una sobera-
co~rupcIOn del hombre? A las dificultades rición de éste condiciona la felicidad de los
nía indivisible, Y a un rey transformado en nuevos ciudadanos. El substantivo «régi-
eplstemo.l?gicas que, en todo caso, presen- primer funcionario del reino .
ta la nOCIOn de una ruptura histórica según men » ha sufrido un deslizamiento para ser
Así, pues, la Revolución no esperó a des-
la cual el después es radicalmente diferente empleado en lugar de la vieja palabra «go-
tronar al monarca -lo que no hará hasta el
del ante:, el con:epto de «Antiguo R égi- bierno», tan frecuen te en la filosofía polít i-
10 de agosto de 1792- para definir con tra
~~n~ anade las Incertidu mbres de defini- ca del siglo con un sentido mucho más am-
él e! «Antiguo Régimen ». Le bastó a partir
CIO~ .lnseparables de su extraordinario éxito plio que ho y. Este hecho permite a los «pa-
deseptiembre de 1789 con desnaturalizar lo
pol ítico. Para dominarlas, lo más sencillo es triotas » unir en la misma maldición la
que para Liancourt era la «esencia» de la
arrancar de las condiciones en que se for- «constitución monárquica» y el «régimen
monarqu ía, confinando en adelante a
maro n. feudal .., porque en adelante va a servir para
Luis XVI a las funciones subordinadas de
La expresión Antiguo Régimen apare- designar indistintamente la sociedad antigua
jefe de! poder ejecutivo. El 5 Y 6 de octu-
ce ya en numerosos cuadernos de quejas y el «gobierno .. antiguo.
bre, además, el pueblo convertirá incluso
pero su uso ~tá limitado a casos muy con~ estas funciones en algo puramente iluso-
La Asamblea Constituyente tuvo, pues,
cretos, por ejemplo : «el antiguo régimen de desde muy prontO el sentimiento de «haber
rio. Es verdad que las cosas no presentan
votar por órdenes.. (clero, senescalía de destruido todo» y de «haber reconstruido
unos perfiles tan definidos. Por ejemplo,
Ca.rcasona). Cuando alguno de estos textos todo». Estos son los mismos términos del
muchos diputados, y Mirabeau el primero,
qUiere expresar la idea de un cambio glo- solemne mensa je a los franceses, leído por
iguen oponiendo la joven República ame-
bal~ que está en el ambiente, contrapone al Talleyrand el 11 de febrero de 1790, en que
ricana, donde ha sido posibile fundar insti-
antIguo «el ~uevo orden de cosas.. (Tercer la Asamblea resume Y exalta su obra. En el
tuciones totalmente nuevas, al viejo reino
Est~do, Amiens: nob leza, intramuros de capítulo de las destrucciones figuran con-
de Francia, donde ha sido preciso repescar
Pans). juntamente la monarquía absoluta, los Es-
la monarquía hereditaria del baúl de los re-
Así, pu~s, el al~ance de la palabra «régi- tados Generales, los órdenes, los privile-
cuerdos del pasado. Pero tal constatación
men » se circunscribe, en primer lugar a u gios, la feudalidad. En el de las reconstruc-
no implica automáticamente la necesidad de
secto r de la administración . El 17 de marz: ciones, la soberanía de la nación, encarnada
un compromiso. El aplastamiento de los
por la Asamblea, la ciuda danía, la nueva di-
de 1789 el prospecto de una obra titulada ~o.nárquicos , que rubrica el fin de la tra-
L '/mpót abonné, aparecido en un suple- visión del reino fundamento de una repre-
~Iclón monárquica, es el inventor del «An-
mento del [oumal de Paris, habla de «los sentación justa, la igualdad de todos ante la
nguo Régimen ». ley. En cabeza de lista el obispo de Autun
abusos del antiguo régimen » para contra- Hay un texto de comienzos de 1790 que
po nerlos al nu evo sistema fiscal propu esto . cita el principio que condiciona el nuevo
n?s permite medir el camino hecho por la
El 11 ~e. a.gosto, después de los célebres de- «edificio », contrapuesto término a término
formula y por la idea. En un Diccionario
bat~ iniciados la noche del 4, la Asamblea al antiguo, se trata de los Derechos del
pu~licado en esa fecha por Chantreau, al
•a~IODal vota que «destru ye enteramente el Hombre: «Los derechos del hombre eran
objeto de «servir a la comprensión de las
regimen feudal ... Y por ello entiende, según desconocidos, insultados desde hace siglos,
palabras con las que se ha enriquecido nues-
lo demuestra el cuerpo del decreto, no so- han sido restablecios para la humanidad en-
tra lengua a partir de la revolución, y del
lamente lo que pervive de la propiedad feu- nuevo significado que han adquirido algu- tera ...»
Ideas
Antiguo Régimen
Por ello la abol~ció~. del Antiguo Régi-
n en
e~cuentra su Justificació n última en la de -un recomenzar
I oso fía del D erecho natural El id
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colectivo E
tr ana, SI a ponemos en rel ' .
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aClOn can 1 '
SI
rnación y hasta su definición cronológica
cabran una extensión indefinida. El mejor
República los hombres de! «Antiguo Régi-
men » hay que sumarle el peligro menos vi-
1 bid . senn o vira 1 ' . a Ine.
g o a e las reformas de la A sam blea se e continuidad
d e los pueblos, extrae
de
a eXIStencI h' ~~mbolo de todo ello es Luis XVI preso. sible, pero más formidable todavía, de los
centra en su, vOluntad de asenta r el nuevo ca su c a . IStóri. pero aún queda un paso por dar. Hay que prejuicios de! «Antiguo R égimen». En efec-
COntrato socia l sobre los derech ' ilusión y de acción a la d apacldad d
, ibl os Impres- di va ela hacer entrar en ese pasado maldito no so- to ¿qué sentido tiene elaborar buenas leyes
cnpn es. de los individuos, y ante todo, so- e pu~~lo COntra la desigualdad re\'Ueha lamente cuanto ha precedido a 1789, sino si e! atraso de los espíritus y de las costum-
~re el pn~ero de ellos, la libertad. En úl- de las elites en !a filosofía del sigl~. de la fe también esos tres años de 1789 a 1792 en bres les impide producir buenos frutos?
timo termino es este formidable bascul Pe~an~ce aun domesticada en la que la Revolución ha pacta~o con ~l R.ey El problema se había planteado mucho
reÍaci 1
acion con os principios de 1 . aren Constlt~clón por la presencia de LUIS nueva
. d a antigua so- para elaborar una monarqula consntucro- antes , ya desde la época de la primera Cons-
c~e ad lo que da a I~ idea de Antiguo Ré- como SI . ~I rey de ayer, recuperado XVI, nal. En diciembre de 1792 y enero de 1793, titución. Por ejemplo en e! Dictionnaire de
gimen a la vez una cimentación f'l 'f' Revol uclOn para un papel 1 por la
además, Luis XVI es juzgado y ejecutado. la Constitution et du gouvernement [rancais,
· l' lOSO rca y tinto, . ' . tOta mente d
d
su ra I~a rsrno , Pone frente a frente un or- siguiera siendo a d IS· El pape! que e! «Ant iguo R égimen - ha asu- publicado a fines de 1791 por P. N. Gau -
o 1 ' pesar e todo
? en social que extrae su legitimid ad de vincu o de unión entre los f ' Un tier: «Si una Revo lució n en nuestras leyes
hi , ranceses mido, sin embargo, no desaparece, sino
Je rarquia " d ist o n s , Pero esta fra'gl'l f' . o
ICClon, ya b Y su
UM
quen a por Dios y un COntrato que, al contrario, sigue encontrando múlti- nos ha dev uelto nuestros derechos, es pre -
fundado en el consentimiento de individuos te maltratada en las jornadas de ~tan-
It res que depositan en común sus «dere- 1789, muere Con la huida a Vare::;~ (: e ~e
e os». La Revolución es el punto en que se 17~1). Antes de abandonar las Tult ?IO
ples empleos. El antiguo régimen es un tea-
tro en e! que enseguida hacen su aparición
conjuntamente la contrarrevolución y la
ciso otra revolución en nuestras costum-
bres para conservarlos. Cuando rompimos
los hierros de la esclavitud, no rompimos
opera ese paso de lo antiguo a lo LUIS XVI dejó sobre su mesa de tr e~I~. Revolución de ayer, los emigrados y los Gi- todos sus hábitos. Ha cambiado nuestra
nuevo, retractación pública de todas I al ala
consecuente mente es la negación de los si- una luci . as eyes rondine s, María Antonieta y su primo re- condición, pero nuestro carácter sigue sien-
glos pasados en los que los derechos del re~o UClonanas que se había visto obligado gicida Orl éans, y Desmoulins, y Danton y do e! mismo, apresurémonos a despojar
hombre ~ran «desconocidos, insultados». a firmar, además de que su partida lo di H ébert a la espera de Robespierre más tar- nuest ro carácter de todo aquello que aún
El mensaje del 11 de feb rero del 90 no lle- tod? sobre su~ sentimientos. Aunque la ~~~ de acusado por los Termidorianos de haber nos ata a nuestra antigua servidumbre."
g~, o no llega todavía, a hacer una referen- >:ona de los diputados le devuelva su trono querido restaurar la corona en provecho Pero a partir de 1792 y de la aceleración del
cia al «estado de naturaleza» como 1 f'l sl;;lUland~ ~~eer en su rapto, el resultado es propio. curso de la Revolución, la idea sirve pa ra
f di ' 1 . ,
so la e slg o, limitán dose a hablar del
bl ' .
a I o-
«res-
d e I~ opunon revolucionaria en estos días A partir de ese momento la fórmula «An- justificar e! carác ter caótico de ese curso
ta ecrrmenro; de un princl'pI'O ' d le cns~s COrta el último lazo que aún unía tiguo R égimen - adquiere en el vocabulario atravesado continuamente po r crisis debi-
d d' pisotea o
es e muy antiguo. ¿D esde Cuándo ? Ta- e Antl?uo Régimen con la Revolución. revolucio nario su acepción más amplia, y das precisamente a la interminable supervi-
lIeyrand no lo dice . Pero su silencio, refor- ~~mo Siempre, Robespierre lo ha compren- también la más vaga. Remite a todo aquello vencia en e! presente de ese pasado al que
zado por la referencia a «la humanidad _ I o y lo. expresa animando el combate par- que significa resistencia, o simplemente tanto tiempo cuesta vencer. En e! drama de
tera», es ~~ indicador suficiente de q ue e:~a ~a~~ntano del verano contra la operación inercia de las fuerzas de! pasado, opuestas dos personajes que representa la Revol u-
condenaclOn de~ pasado remite, como en e_ anq ueo a que se entregan con más ern- al esfuerzo colectivo por la instauración del ció n francesa, el antiguo régimen asume e!
Rouss eau? a una Interminable corrupción de pen? que nunca, pero no a toda costa, los orden nuevo, condición de la felicidad co- segundo de esos dos personajes, e! que se
la hu mafildad po r la historia. FeuJllants para logra r mantener a Luis XVI lectiva. Antiguo Régimen ya no es solamen- opone a la Revo lució n, doblemente oculto
Así, pues, la idea de «Antiguo Re'g' en ~~ Co?stitución revisada . Una vez más te la sociedad feudal en comparación con la en la sombra de los complots y bajo la apa-
E: 1d ' rmens, sera
frm~,a a por pnmera vez en relación Con d el quien un año después el 29 de julio de los individuos libres, o un caos de insti- riencia de! olvido y, sin embargo, omnipre-
~i~~ terno m0n,árqu ico, enc uentra la pl e- biern .e 1792 ' 1es diiga a 1os Jacobinos .' que e! go- tuciones extrañísimas que ahogan e! impe- sente pues es quien arma los brazos, las
o de la Revo 1UClon . o «es una mezcla
,de su senot~do en el entrecruzarse de rio de la ley, o e! despotismo de los reyes mentes y hasta la ignorancia. La Revolu-
lo SOCial, lo polmco y lo filosófico En monstruosa del antiguo y del nuevo régi- en contraste con la República de los ciuda- ción, en efecto, no conoce obstáculos, úni-
. b d . . sep- men".
ne rn re , .o eSlgna, para rechaza rla , la '.
Vieja danos. Es también un cúmulo de rasgos de camente tiene adve rsarios. Al inventar la
«constlt uclOn,. del reino pero t bi h El 10 de agosto llega la hora de la justicia mentalidad, de hábitos y costumbres que se política modern a ha poblado el universo de
servid o ' ' am len a para este, ,monstru o y el mes siguient e la
o muy rapldamente para expresar la oponen a la realización de ese imperativo intenciones y de voluntades. El Antiguo
condena del.régimen feuda l abo lido el 11 de ConvenclOn, en su pri mera sesión pro cla- republicano consistente en la formación de Régimen no es únicamente una maldición,
ma ,la R.epu' bl'ica. A partir de ese momen ,
:gosto y qU.I~ce días después la votación de to un hombre nuevo. La idea de Antiguo Ré- es e! enemigo. En él cristalizan todas las
a DeclaraclOn de los derechos, toda una el terminO «Antl ' g uo egrrnen» se ve lib
R o ' I re gimen se piensa también bajo la forma de fuerzas que luchan contra la aurora de un
cascada de acontecimientos y d eCISlones ' . de toda . hipote , ca y pasa a ser empleado re- un residuo, una supervivencia de! pasado en mundo que está a punto de nacer.
qu~ .arrancan al viejo reino de su pasado y voluclOnanamente. Tiende a designar todo el presente que le impide entregar a manos La idea de «Antiguo Régimen» ha hecho
unifican la nueva nación en torno a la idea lo que es antagonista de la Revolución y llenas todos sus beneficios. A la amenaza en la historia política de la Francia moder-
como su . , ..
antlprlnClplO. y de repente su en- política constante que constituyen para la na la misma brillante carrera que la idea de
Ideas

511 Antiguo Régimen


Revolución porque son inseparables. Se
mantiene profundamente anclada en las La idea posee asimismo Una histo . . humana contra el orden querido por vez es la victoria de la razón.
mentalidades constituyendo mu y frecuen- ta, d ad o que nunca ha dejado de apas. na cul- ganCla
I hi . d lonar Q uince o veint e años desp ués la Restau-
temente el sím bolo de un rechazo, el del a os istona ores. Desde 1790 ConstO Dios. " de Burke tan fecunda para el ración cambia los datos del problema.
eI blanco por exceleneí, . de Burke. El r HUYe
h La cnnca ' .. I
mundo ya pasado de los nobles y de la mo- arn iento contrarrevolucionario, p antea Cuando Luis XVIII data la Cart.a de 1814
di al deI pasado de la monarquíaec a. P ens f
narquía absoluta, asociado generalmente al zo ra IC bi a los liberales ranceses una cues- en el año decimonon o de su. rema.do,. es-
. I . . f qu rarn len , . ·f· I
dominio conjunto de la Iglesia católica. Se caractenza a expenencla rancesa , dejO a es- ., fundamental, a saber, ¿que slgm ica a tá pretendiendo abolir .u ~a. dlscontm,U1da~
trata de un sentimiento ampliamente exten- tupefacto al parlamentario whig. Ve clara_ ;;~;rtad adquirida al precio de una r~;olu- incompatible con la legitimidad mona rqUl-
dido ent re la sociedad burguesa y campesi- mente q ue el Antiguo Régimen no ha lega_ ., e s decir ca. Pero tal exorcismo no es capaz d.e bo-
do a los Esta dos Generales una Constit _ clOn, , a través de la suspenslOn
. deI
na del siglo XIX con raíces en intereses I ) . Cómo pensar su OrIgen entre e rrar entre sus seguidores la nostalgia .del
como la adq uisición de propiedades del cle- ción cabal y en debida forma; una cons~_ las eyes . (
. o régimen y la Revo
I " ) L
ucrom a cues- Antiguo Régimen y, entre sus adversarios,
ro o nobiliarias durante la Revolución, y tuc~ón a I.a inglesa, .por supuesto, es lo qule antlgu .
., es tanto más temible cuanto que a e-
I R
la de la Revolución. Pero el problema de los
tanto más fuerte cuanto más amenazador se esta quenendo decir, Pero el Antiguo Ré. uon d I
voIUCI'0' n ante su fracaso en fun ame ritar bi a partidarios de la Ca rta es el de recoser lo
pr esenta el retorno del Antiguo Régimen gimen al menos había puesto sus cimientos 1ey, derivó hacia la dictadura de , la ar itra- que la Revolución ha desgarrado y rehacer
bajo la restauración , por ejemplo con la a pesar del absolutismo ; habría bastad~ . d ad Y el Terror, lo que aporto una historia única para todos los franceses
<C hambre introuva ble» ". (1816), o co n la con acabar el edific io, yeso es lo que, por ne . .una con-
dI
firmació n retrospectiva del peSimIsmo ~ aguas arriba y aguas a~ajo de 1789, en tor-
vuelta al poder de los ultrarrealistas a partir otra parte, habían hecho los Esta dos Gene- escrito r liberal inglés . Desde esta perspecti- no a una tradición de libertad. Por parte de
de 1820. Este miedo irá disminuyendo con rales en una primera fase coronada por la los ultrarrealistas Chateaubria nd se aferra a
va se comprende por qué Burke es un? de
el tiempo a medida que vaya desaparecien- sesión real del 23 de junio. Burke int erpre_ los dos mundos que han tejido las mallas
I 'Interlocuto res privilegiados de los inte -
do su objeto, aunque permanecerá vivo en ta, en efecto, el discurso de Luis XVI ese ~ . 1
lectuales termidorianos, quienes c~~tra e de su existencia: aristócrata fiel al rey: pero
las campiñas republicanas hasta la segunda día como el diseño de una monarquía de
pretendieron acabar con la Revo ~uclOn por asimismo persuadido de que el eS?JrItu de
guerra mundial. Todavía ho y el Antiguo tipo inglés... Pero en su lugar Jos franceses
medio de la ley, separando en prImer lugar 1789 es irreversible. Le enco~trara an~epa­
Régimen, la época de los señores y del diez - se lanzaron a las abstracciones de la «demo- la Repúb lica del Terror, y po r otra parte de- sados en la tr adició n m o n árquica anteno~ al
mo, se mantiene como uno de los recuer- cracia p ura» y rechazaro n la experie ncia de volviendo a 1789 su dignidad fundado ra de absolutismo, en una etapa un tanto elusiva
dos profundos del campesino francés . siglos y el patrimonio de la nación. Quisie-
la libertad. En los folletos de Constant, po r que denomina la « mo n arq u ~a de los Esta-
En el siglo xx la fó rm ula funciona en lo ron «fundar su empresa sin capita l». ejemplo, en 1796-97 (D e la force du g~u­ dos » situada en algún espacIo entre el feu-
dalis:no y los últ imos Valois, ~n que el po-
esencial fuera ya del Contexto histórico que ¿A qué se debió esa encarnizada volun- uemement et de la necessité de s'y rallier,
la vio nacer y como un simple negativo de tad de tabla rasa? He ahí la cuestión a la que
Des r éactions politiques), se disc ute y se re- der real se enco nt raba defendido d ~ la ten-
la revo lución y del progreso social. Con la Burke jamás responde, si no es, tal vez, por futa continuamente a Burke, aunq~e muy tación despótica por una .aristocracla.celosa
evocación de la opresión y la desigualdad medio de consideraciones sobre la compo- raras veces se le cite. En efecto, el Joven y de sus derech os y guard iana de las 1Jbert~­
ha fijado una imagen del pasado que es pre- sición socia l de la Asam blea, abando nada brillante portavoz del Directorio c~n~rap.o­ des. Transportada a comienzos del .Sl-
ciso abolir por medio de una acción revo- por las élites del reino y dominada por una ne punto por punto la edad del privilegio, glo XIX, después de la tormenta revolucio-
lucionaria, como en la famosa estrofa de la pequeña burguesía puntillosa de hom bres a la que también llama la época de la here - naria, esa monarquía deberá resta urar ~a
«Int ern acional». Alimenta asimismo la vi- de leyes . Pero dejando de lado el hecho de dad aludiendo a que en ella los individuos Iglesia, la religión y la moral, ~ero adem~
sión de un cambio social radical que a su que tal análisis está lejo s de ser indiscutible, se e~cuentran su rango social ya en la cu~a, dar paso a su época, aceptar la Igualdad CI-
vez es una parte integrante del patrimonio apenas tiene valor explicativo. En efecto, si a la edad de la igualdad ante la ley co~un vil y la sociedad moderna, tom_ar nota de la
posjacobino de la cultura de extrema iz- es cierto que el «Antiguo Régimen» había que realiza en plenitud la idea de la uruver - promoción burguesa, acompanar la evolu-
quierda . El «patrón de de recho d ivino » o el legado a los franceses instituciones y un salidad del hombre. Lo que Burke h~bía ción de las mentes y las costumbres y no .en-
«político de antiguo régimen» ocupan aho- «go bierno» medianamente buenos, y que la descrito en términos de condición in~vlta­ cerrarse en el pasado. Así, pues, el « g~b ler­
ra el lugar de los señores y los nobles del Revolución, en aquello que tenía de útil, es- ble de toda sociedad, como la aleatoria se- no representativo », q uerido y orgamzad?
siglo XVIII. taba ya hecha en junio de 1789, ¿cómo se
dimentación de las propiedades, esta tus y por la Carta es la figura que borra el. anti-
puede comprender la ceguera de unos ho m-
prejuicios a lo largo de los s!glos, ~a~a guo régimen y la Revolución de.v~lvlendo
bres que hasta entonces habían sido tan em-
Constant no es más que «Antiguo Régi- al hermano de Luis XVI el dominio so bre
» Denominada así po r Luis XVIII la qu e salió de las píricamente razo nables ? Si a los ojos de
men ». El año 1789 pone de manif!esto el una herencia unificada. .
eleccio nes de fines de agost o de 1815 COn una mayoría Burke el rechazo del pasado es la locura ca-
de jó venes realistas fanáticos. Presionó al l!;obierno irn- trabajo de termita operado ~or la Idea ~e En la misma época trata el rmsmo pro-
racterística de la Revolución francesa, ten-
po ni,;ndo le una pol ítica rep resiva. N.H .M.C., to mo IX : igualdad en el seno de este um~ers? de OpI- blema Madame de Staél, aunque procede de
c. X II, p. 235. (N. del T.) drá que acudir al final a una interpretación
niones recibidas y de subordinaciones m- otro mundo. Es hija de Necker, el proho~­
teológica: se trata de una revuelta de la arro-
discutidas. Es la victoria de la ley, que a su bre de la primavera del 89, protestante, vm-
Ideas
518
culada a la Revolución hasta 1792 519 Antiguo Régimen
bli . '. y repu- 1830 reinicia 1789 y pone fin por
rcana baJ? el DirectorIo, nada tiene que la " segund
vez SI no al Antiguo Régimen sí al a na, el filósofo de la ..d érnocratie» apenas se volución francesa. Los filósofos, carentes
una al.Antlguo Régimen. Pero, como Cha- ' , menos
a su fa~t~ma. Pero esta reduplicación de' interesa por el problema monarquía o Re- de experiencia real en el mundo de los ne-
teaubnand, es hostil al despotismo imperial
aCOntecimIento matriz graba más f J pública que tanto apasionaba a sus contem- gocios, e inclinados a generalizaciones abs-
y como él, también, pr etende reconciliar la d ' p r o un,
realeza y la libertad en torn o a la Carta de ~mente que nunc a sus elementos en 1 ' poráneos. tractas, recrean el mun do según la razón
, lf ' a 1Ina·
1814. En 1818, un año después de su muer- ~lOena.po mea n~~ional. Tampoco LuiS-Fe. Lo que le apasiona en realidad es algo contra el mundo según la tradición. A tra-
te, a~arecen sus Considérations sur la R é- la [ipe, hijo de regicida convertido en re d muy distinto. A sus ojos la idea de una rup- vés de sus denuncias de los «abusos" de la
burguesia ' enriquecida,
'. y e
uoiution fram;aise que se pueden leer como logrará -i uaf tura radical entre un antes y un después por feudalidad y del despotismo el Antiguo Ré-
una nu~va res.puesta a Burke y como un in- que I los hermanos de Luis XVI- reug' f' la que se definió la Revolución francesa es gimen adquiere esos rasgos malditos tan fá-
'. nll-
ten~o srstemáticn de enraiza r 1789 en la his-
car a memoria nacIOnal en torno a su b producto de una historia que engloba dos ciles de manipular un poco más tarde por
. d as-
tar do rema o por más que lo ha acontecimientos, la desposesión de la socie- la Revolución. La idea de la tabula rasa ha
torr a ~e F~ancia y difumi nar la ruptura re- d' , ya procu-
voluclo?ana. En efecto, si es cierto que en- ra. o. La IIdea de '.
Antiguo Régimen s
e man- dad civil en beneficio de un Estado admi- salido, pues, de la historia del Ant iguo Ré-
tre el slgl? xrv y el XVI, con anterioridad tiene en a pol
, ítica tan viva como ante no . ~ nistrativo. Realmente el Antiguo Régimen gimen. Es un elemento esencial de la con-
al abs~lutl.smo ha existido una monarquía mente, y mas aún en la historiografía cel _ de Tocqueville retraza la historia de esa cen- ciencia revolucionaria y constituye un po -
«c~nStltuclOnaJ,., entonces la libertad es lo brada por. los legitimistas, denunciada p~r tralización estatal y de su efecto sobre el deroso fermento para la acción, y, sin em-
antiguo y el despotismo lo nuevo, por tan- los republtcanos, aunque ahora se alimenta conjunto del cuerp o social. De esta forma bargo, es una ilusión, porqu e la Revolución
t~ «la revolu.ción de 1789 no ha tenido nin- ~enos d~ la amenaza del retorno de una so- traza una cronología en la que el Antiguo nacida del trabajo del Estado administra ti-
~~ otro objetivo que el de regularizar los ciedad anst~crática y más de la denuncia de Régimen sucede al período en que la aris- vo sob re la antigua sociedad, se va a saldar
IímIte~ que desde siempre han existido en la monarqurs . I . Ien nombre de la Repu' bl'11:.1, tocracia domina la vida local, sustituyendo con el reinado indiviso de este Estado so-
Francia» y que los reyes absolutos tenían co~~ SI e s~g ~ XIX reprodujera la deriva el diálogo entre los señores y las comuni- bre la sociedad moderna. Bonaparte dio
tendenci~ ,a olvida r. 1789 ya había sido una po1JtIco-se~antlca ocurrida en el transcur- dades por la red administrativa del Estado cum plimiento a un sueño de Luis XIV. El
so de la misma . Revolucio'n. Aun que eXls, ' que liquida el papel político de unos y Antiguo Régimen y la Revolución acumu-
r~stau raclOn , como la revolución inglesa del
slg!o XVIJ y como 18J4. Lo verdaderamen- ten .much? s .eJemplos de esta evolución, el otros. El Antiguo Régimen nacido entre fi- lan sus efectos para qu itar a la Francia mo-
te mteresanre es que ni Chateaubriand en- t~stlgo mas Importante es Michelet, orlea- nales del xv y la primera mitad del si- derna el gusto y hasta el sentido de la libero
tre los ultras, ni Staél entre los liberales 10- OIs~a en 18~0 y republicano diez años des. glo XVI alcanza su grado máximo de desa- tad , No resulta difícil comprender por qué
gr~~ llenar el foso que separa el Antiguo pues. Nadie como él ha interiorizado la rrollo clásico bajo Luis XIV, aunque no ha esta reconciliación analítica de las dos figu-
Reglmen de la Revol ución. El asesinato del ruptura revolucionaria, nadie como él ha dejado de crecer. Tocq ueville analiza sus ras antagóni cas de la historia nacional, ja-
duq~e ,de Berry en 1820 reactiva todos Jos contr~~uesto el Antiguo Régimen a la Re- rasgos en el siglo XVIII y descubre que está más ha tenido éxito en el terren o de la po-
voluci ón, la gracia divina a los Derechos del caracterizado por un dob le fenómeno que lítica. La reconciliación ofrecía claramente
sentImlent~s que enfrentan los dos mundos
y trae c,onslgo largos años de gobiernos ul- h~mbre, la ar~itrariedad a la ley, la desgra- va a causar su perdición. Por una parte ha la ventaja de recomponer la herencia y
t~arreaJ¡stas en (os que el espectro del An- era a la fraternidad. Pues bien de toda esta ahogado toda participación reglamentada reinstaurar una continuidad indispensable,
tiguo Régimen se hace cada vez más inse- h~rencia detestable que 1789 ;rrojó a las [j . de la sociedad en la gestión colectiva de sus pero lo hacía de una manera tan pesimista
pa.rable del tro no rest aurado. Cha teau- nieblas, es la monarquía la que desempeña intereses y ha igualado a todos los france- que después del Segundo Imperio era ya in-
brIand qu~da. al margen de todo en medio un papel central y asume todos los majes ses bajo la uniformidad de su tutela. Por capaz de servir a las ambiciones pedagógi-
de su gloria lIteraria, los herederos de Ma- del pasado, hasta el punto de que Michelet, Otra parte, la venta de oficios públicos con- cas de los republicanos . Tocqueville propo-
dame de Staél dan al pensamiento liberal un para el que no hay nada más excelso que la tra privilegios, a lo que le ha conducido sus nía un Antig uo Régimen malo, seguido de
nu~vo sesgo revolucionario, si los ultras
fiesta de la Federación, y no muy entusias- necesidades financieras, ha creado una es- una mala Revolución, pero ellos necesita-
quieren r,egresar al Antiguo Régimen, no mado con los Jacobinos hace del juicio de tructura social rígida, e, incluso, de castas. ban una buena Revolución, precedida de un
Luis XVI la hora de la verdad de la Revo- El Antig uo Régimen es un mund o en que Antiguo Régimen al que endosar al menos,
tienen m:s qu e volver a recrear 1789. Ese
lución francesa.
~amoso ano marca para el Guizot de esta la monarquía administrativa ha sembrado con tra la aristocracia y la desigualdad , el Es-
. A esta visión tan radical del Antiguo R é- simultáneamente la aristocracia y la demo- tado formador de la Nación. Por todo ello
epoca la fecha de la victoria decisiva del
gimen que ve la soberanía encamada en el cracia. se inspiraron en los orleanistas, en Mignet,
Tercer Estado sobre la nobleza, si los ultras
pretenden volver sobre este juicio de la his-
r~y de Francia, se le puede oponer otro An- Al no existir instituciones políticas regu- Thiers y Guizot con preferencia a Tocque-
tiguo Régimen, no menos célebre, pero sí lares donde discutir y arreglar el conflicto, vilIe.
tona, ~stán expuestos a una nueva derrota
completamente diferente, el de Tocqueville. éste habrá de ser tratado en el mundo filo-
El antiguo régimen y la revolución enfren~ Todavía es mucho más misteriosa la indi-
tan una vez más a dos pueblos. Los dos hombres han conocido el mismo sófico y literario por los intelectuales, que ferencia de los histor iadores durante un si-
exilio interior bajo el segundo Imperio, forman el sustituto de una clase política. A glo para con una obra que hoy domina toda
En este sentido la revolución de julio de
pero a diferencia del historiador republica- través de ellos se irá construyendo poco a la cuestión del Antiguo Régimen. Se debe
poco el carácter radical de lo que será la Re- probablemente a la extrañeza que produce
Ideas 521 Aristocracia
S20
el descubrir en un análisis aguas arriba de historia contrarrevolucionaria enam d también de la expresión «colgar los aristó- sa, en una palabra totalmente diferente de
la famosa ru ptura, los mismos elementos d e1 tono d esencantado de Tocq ' Ora a crataS de los faroles » , que terminó por de- una burguesía honrada y ascendente que
uev]'ll
qu e aguas abajo. Si el indivi dua lismo de mo- signar a todo opositor, o a todo sedicente construía un nuevo o rden a fuerza de tra-
pue d.e segUl~ . lee en su i e, no
~n su IDculpació n de la he-
oposito r a la Revol ución . Aquí la eficacia bajo e integridad. Visión reconfortante para
crático y la centralización administrativa
rencia monarqurca; pero la historia d l
son una creación de la monarquía absoluta . d~ da
l Revo 1UClOn,
. ' l'b e Os misma de la palabra, su capacidad de mo- las almas sensibles. Porque la nobleza fran-
al.mlgos I erales y socia_
vilización política la vuelve inoperante por cesa del siglo XVIII, ahora lo sabemos, ca-
al mismo tiempo que resultado de la Revo-
istas, esta e acuerdo al menos para encon_
lución, se borra la línea que separa, a una y una descripción social objetiva. De una ma- minaba inexorablemente hacia su destruc-
trar sus tít ulos de nobleza en la rupt
nera un poco arbitraria, quizás, yo centra- ción co lectiva como orden. Algunos nobles
donde co mienza la dem? cracia. Conce~;~
otra parte de 1789, las dos historias de Fra n-
cia. El Antiguo Régimen no es más que el ría el problema sobre la nobleza, recono- estaban destinados a la guillotina, otros,
vago y ~oderoso, el «Ant iguo Régimen.., ha más numerosos todavía a la pérdida de sus
nombre que se dio tardíamente a la prime- ciendo que la nobleza francesa no corres-
mantenido a lo largo de doscientos años en
ra subversión de la sociedad aristocrática la cultura francesa todo el frescor de su _ pondía más que en parte a la definición clá- bienes y millares de ellos al exilio . Pensar
. .
p~r el absol utismo. A la segunda, que ve el cirruento na sica, que es de hecho una «clase heredi- que ellos habían estado trabajando en su pro-
. Francois FURET.
tr iunfo co mp leto de la democracia, no se le tarta ». pia ruina es una idea reconfortante. Los
puede dar otra herencia que un larvado es- Véase también : BURKE, CENTRALIZA_ El carácter hereditario de un estatuto pri- moralistas ya habían escrito buenos libros
tado revolucionario de espíritus y Costum- CIÓN, CONSTANT. DERECHOS DEL HOM- vilegiado era de hecho patrimonio de la no- sobre el tema. ¿No había provocado la caí-
bres de donde nace rá finalmente la idea de BRE, FEUDALISMO, «FEUILLANTS.., GUIZOT, bleza, que la diferenciaba del resto de la so- da del imperio romano el lujo y la licencia
tabula rasa, como co ndenación radical del IGUALDAD, LIBERTAD, LUIS XVI, MICHE- ciedad y daba unidad a un cuerpo por otra de los patricios ? ¿Y la Reforma? ¿No la ha-
present e. LET, MONÁRQUICOS, NOCHE DEL 4 DE parte diverso a causa de la riq ueza, la fu n- bían provocado la hipocresía y la vanidad
El «Antiguo Régimen .. de Tocqueville es, AGOSTO, REVOLUCiÓN, REVOLUCIÓ ción o la cultura. La posesión de privilegios del clero de Roma? Nada de sorprendente,
pue.s, un objeto histórico que debe ser es- AMERICANA, ROBESPIERRE, STAEL (MME. se extendía mucho más allá de la nobleza, por tanto, el que Otros hayan imputado la
tudiado a dos niveles. Primero corno pro- DE), TERMIDORIANOS, TOCQUEVILLE. es el caso de muchos plebeyos -adminis- Revolución francesa al fallo moral de una
duc to de la tr ansformación de la soc iedad trador es, magistrados e incluso zapateros- élite. Para ellos, la L iaisons dangereuses .-
aristoc rá tica por una monarquía adminis- Orientación bibliográfica que tambié n los poseían. Pero estos p rivi- era una obra d e etn ografía, la descripción
trativa centralizada, y luego como esa ex- GOUBERT, PI ERRE, L 'Ancien Régime, legios no eran más que temporales y perso- clínica de un mundo corrompido y agoni-
traña idea que los hombres de finales del si- 2 vols ., París, Armand Colin, 1969, trad. nales, unidos a los oficios ejercidos, a los zante.
glo XVIII se hicieron de su pasado para re- cast. Madrid, Siglo XXI de España, Ed., derechos o monopolios comprados o sim- La corrupción en todo caso no nos per-
chazarlo. La in ter p retació n de 1789 se in- 1984. plemen te a un lugar de residencia. A d ife- mi te caracterizar a una nobleza cuya mora-
s~rta en el cruce de estos planos del aná li- VENTURINO, DIEGO, «La tormation de ('i- rencia de los d e los no bles, los pr ivilegios lidad perso nal no era diferente a la de otros
SIS. El c~cte~ radicalmente nuevo que la dée d'Ancien Régime.., en Colin Lucas de los plebeyos eran siempre revocables po r gr upos sociales. En los años 1830, el conde
R~voluclOn quiso dar a su empresa es en sí (bajo la dir. de), The French Revolution
el rey (si devolvía el dinero pagado) y hasta de Allonville, que podía acordarse todavía
mismo un efecto de cuanto le precedió. cierto punto, ind ependient es de la persona, de la vida antes de la Revolució n, decía ha-
and tbe Creation of Modem Political
Siglo y medio des p ués de su fo rmulació n pro pied ad disp onible qu e pod ía ser dev uel- ber co noc ido una mo ral por lo menos de -
Culture, to rno 2; The Political Culture 01
esta idea sigue siendo casi nueva como hi- ta a otros o perd ida al cambio de lu gar. Para cente, de críme nes menos frecuentes qu e en
the French Revolution, Oxford, Perg a-
pótesis de una investigación histórica. La mon Press. los nobles, en cambio, la esencia de la no- otros tiempos, de cumplimiento de las ta-
bleza y sus privilegios distintivos eran pro- reas maternales y de adultos asociados a la
pios de la persona. Una vez adquirida, la gente joven. Los hábitos sexuales de los'no-
nobleza era int ern a y permanente, transm i- bles no parecen haber sido mu y diferentes
ARISTOCRACIA sible a los hijo s solamente y sin la menor di- de los de los bu rgueses. Es cier to qu e no les
ficultad, sin pasar delante de notario. faltaba arrogancia. Los pajes del rey en Ver-
Desde hace dos siglos, la carac terización salles se divertían escupiendo desde el bal-
¿Qué se entiende por «aristocracia»? La de la nobleza del Antiguo Régimen, ha ins- cón de la Opera a la llegada de los burgue-
ce a un pequeño grupo de pe rsonas, pa rti-
si~nificación de la palabra varía, y de un t ér- cularme nt e a una clase hereditaria». Una
pirado un a masa de generalidades en que se ses, o caminando por la ciudad en filas apre-
mino ya bastante usado, la Revolución ha mezclan verdades y medias verdades . La tad as, para arrollar a la gente sucia que lle-
definición tan estrecha, aplicada a Francia,
h~cho un uso todavía más amplio. Más es- más vieja, la más corriente probablemente naba las calle~. Se podría p ro bablement e
que ha conocido reyes soberanos y un pue-
rnctarnenre, la tradición del pensamiento en el siglo XIX, descansa sobre una conde- multiplicar estos ejemplos, pero es necesa-
blo soberano, pero jamás una aristocracia
po lítico desde Aristóteles define aristocra- na mo ral. La nobleza del siglo XVIII tiene
soberana, nos de jaría sin contenido. Otras
cia, según el Robert , como una "fo rma de una repu tació n de licen ciosa, satisfecha de
co mo «la aristocracia del talen to », por
gobernar donde el poder soberano pertene- sí misma, frívola, arrogante, pe rezosa, ocio- • Liaison> dangereuses: novela de Lacios. (N. del T.)
ejemplo, son muy amplias. Este es el caso
...
Ideas 549 Democracia

teatro de una lucha mortal entre el princi- mita a recordar instituciones antiguas. Es-
pio del bien y el del mal, donde la neutra- tas antiguas instituciones no serían más que DEMOCRACIA
lidad no es de recibo. En definitiva, esta absurdas y funestas novedades.» La verda d
to ma de postura a priori de la vo luntad, esa es que los contrarrevo lucionarios no aspi- De sde el siglo XIX se considera la Revo- ma República (la ot ra es la aristocracia).
llamada co nt inua a un a elección meta física ran a detener la revolu ció n ; a pesar del mito lución francesa co mo una de las prin cip a- Para la mayoría de los "filósofos», la dem o-
inevita ble, revela plename nte la d istancia que proclama, es una revolució n COntraria les etapas en la fo rmació n de la dem ocracia crac ia pert enece a un pasado def initivame n-
que separa el pensamiento teocrático del lo que sus deseos están llaman do. Massi mo moderna, que no es solamente un régimen te ido (las pequeñas ciudades ant iguas), o
elogio tradicionalista de la creatividad es- BOFFA . político (basado en la combinación del sis- en todo caso, parece impracticable en un
pontánea de la historia. Quiere un poder tema representativo y del sufragio univer- gran Estado, como Francia, donde la com-
que tome posiciones, que también sepa ir Véase también: ANTIGUO R ÉGIME sal), sino también un régimen social, carac- plejidad de las relaciones sociales, la exten-
contracorriente, instrumento inconsciente BURKE, CONSTANT, CHUANERÍA, EMI~ terizado por la ausencia de desigualdades sión del territorio y el número de sus habi-
del orden divino. El sentimiento de las li- GRADOS, MAISTRE, MONÁRQUICOS, Rzvo. estatutarias de tipo aristocrático y por la tantes, todo parece hacer imposible una de-
bertades, aún tan vivo en Burke, se mezcla LUCIÓN, SIEYES, STAEL (MME. DE), Toe. posición central que en la democracia ocu- liberación colectiva del pueblo entero sobre
con la obsesión de la autoridad. Más que QUEVILLE, VENDÉE (LA). pan las aspiraciones igualitarias. Considera- los asuntos públicos . Hay que tener en
adversarios de la democracia -lo fue sobre da en su desarrollo, la Revo lución se mues- cuenta, además, ciertos aspectos "elitistas»
todo el inglés- , los teócratas so n los ant í- O rientación bibliográf ica tra también como la primera gran manifes- de las Luces francesas : el objetivo final de
pod as del equilib rio liberal, y los últimos B ALDENSPERGER, FERNAND, L e mouve- tación' de las tensio nes qu e desde entonces los filósofos es el de inst aur ar la soberanía
defensores de una idea absol uta de la so be- ment des idées dans l'émigration franr;ai- atraviesan continuamente la política "de- de la R az ón, lo qu e lleva consigo una cierta
ranía, que a partir de ese momento, y en se (1789-181 5), París, Plon- Nourrir, mocrática » contemporánea y que contrapo- desconfianza de la opinión popular, que
una Europa que cambia, ya sólo la encarna 1924. nen representación y "democracia directa», puede cegarse fácilmente por los "prejui-
el poder infalible del Papa, BEIK, PAUL HAROLD, The Frencb Reuolu- la defensa de la igualdad de derechos y la cios ». Desde otro punto de vista, la demo-
Es, por tanto, esta voluntad de restaura- tion Seen from tbe Right: Social Theories reivindicación de la igualdad «real», o los cracia se presenta también como un régimen
ción la que estaba condenada a aparecer a in Motion (1789-1799), Philadelphia, derechos del individuo y la soberanía de la eminentemente racional, dotado no sola-
los ojos de los contemporáneos, tan " hu- American Philosophical Society, 1956. voluntad general. El análisis de las relacio- mente de una superioridad moral (salva-
mana» y ..abstracta» como lo habían sido el GODECHOT, JACQUES, La contre-réualu- nes entre la Revolución y la democracia guarda la igualdad natural), sino también de
activis rno de Constitucionales y Jacobinos. tion . Doctrine et action, París, Presses hace entrar en juego problemas políticos ventajas prácticas, pues en la medida en que
Los hombres de la contrarrevolució n teo - Universitaires de Fra nce, 196I. considerables, a riesgo siempre de caer en los ciud adanos so n legisladores, se ven in-
crática jamás llegar án a liberarse de tal pa- M ADELIN, LOUIS, La con tre-r éoolution la polémica o en el anacro nismo. Si se qu ie- clinados a respetar unas leyes qu e ellos mis-
radoja. En efecto, ¿cómo co nciliar la apo - sous la R év olution (1789-1815), París, re evitar tales escollos, lo más sencillo tal mos han elabo rado y qu e se presume n ser
logía de la obra del tiempo, apacible e im- Plon, 1935. vez sea partir de lo que podía significar la conformes a sus intereses. En cuanto a la
personal, con la llamada a una lucha sin OMODEO, ADOLFO, La cultura francese ..democracia» para los hombres de 1789 y, desigualdad de las Luces, ésta no puede fun-
cuartel para desviar el curso de los aconte- nell'et ü della Restaurazione, Milán , a continuación, reconstruir las transforma- damentar ninguna jerarquía estable, puesto
cimientos? Durante la Restauración con el Mondadori, 1946. ciones que conoció la idea democrática con que la crítica de los prejuicios o de la tra-
partido de los «ultras» en la oposición, esta RÉMOND, RENÉ, Les droites en France, Pa- la Revolución. dición presupone un principio virrualmen-
paradoja se volverá más chirriante que nun- rís, Aubier-Montaigne, 1982. te igualitario, como lo es la universalidad de
ca. De todos modos, hacía ya largo tiempo RIALS, STÉPHANE, R éuolution et contre-ré- la Razón humana.
que la inviabilidad de la posición contrarre- volution au X IXe siécle, París, DUC/Al- Representación y dem ocracia: Entre los autores que podían conocer los
volucionaria era evidente por aquellos que barros, 1987. los deb at es constitucionales hombres de la Revolución, hay que conce-
hab ían sufrido el tr au matismo de la Revo lu- SCH MITT, CARL , Politisch e Romantik, Mu- der evide ntemente una especial impo rt ancia
ción y no que rían renovar la experie ncia nich y Leipzig, D uncker & Humblot, Para un francés ilustr ado de finales del si- a Ro usseau. Los autores de la Decl aración
con un tra uma tismo inve rso. "La autoridad 1919 (2.' ed . aum ., 1925). glo XVIII, el término "democracia •• designa de Derechos o de la C~nstitución le son pa-
que hoy quisiera restablecer la feudalidad, VINGTRINIER, EMMANUEL, La contre-ré- ante todo un régimen político muy preci- radójicamente muy próximos en algunos
la servidumbre, la intolerancia religiosa, la volution, premiére période (1789-1791), so: la democracia es " una de las formas sim- puntos esenciales incluso cuando aceptan el
inquisición, la tortura -escribía Benjam ín 2 vols., París, Emile-Paul Freres, ples de gobierno, en el cual el pueblo, como mismísimo principio de la Representación,
Constant en 1814-- diría en vano que se li- 1924-1925. tal, tiene la soberanía» (art ículo ..democra- cuya legitimidad niega el Contrato social.
cia» de la Encyclopédie, redactado por el La originalidad de Rousseau reside ante
Caballero de Jaucourt), o también una de todo en disociar la soberanía popular, que,
las dos especies de lo que Montesquieu lIa- en rigor, no concierne más que a la activi-
Ideas 550
551 Democracia
dad del legislador, de la democracia, que es to la paz, cuanto la libertad» (ibid., libro
una forma de gobierno, es decir, de organi- III, c. X) -. bos regímenes se supone que los ciudada- la expresión de la voluntad general. (Sobre
zación del poder ejecutivo. Contrariamente Estas citas son suficientes para dejar en nos concurren a la formación de la ley, in- esta cuestión, véase R. Carré de Malb erg,
a un contrasentido frecuente, las reservas claro todo lo que separa a los miembros de mediatamente en el caso de la democracia, Contribution ti la tb éorie générale de l'E-
que el Contrato social expresa sobre el ré- la Asamblea Constituyente de la doctrina a través de un «concurso-mediato» en el ré- tat, tomo 11, pp. 212-256.) Esta fidelidad
gimen democrático (<<si hubiera un pueblo de Rousseau. La mayoría de ellos, ya se ins- gimen representativo, se supone, en conse- parcial, pero incuestionable, a la teoría de
de dioses, se gobernaría democráticamen- piren en Adam Smith o en los fisiócratas cuencia, que también éste permite una «li- Rousseau, es lo que explica, además, por
te») no se refieren a la capacidad del pue- pretenden en primer lugar garantizar la se~ bertad-participación». Esta doctrina, que qué la Revolución francesa, de entrada, ex-
blo para legislar, sino a la corrupción que guridad de los bienes y de las personas. Ad- conserva elementos esenciales de la concep- cluyó la idea de una política de representa-
engendra casi ineluctablemente la irrupción miten la representación, pero lo hacen ante ción roussoniana de la libertad (considera- ción y de conciliación de intereses, para pri-
del pueblo en la esfera del gobierno, es en- todo porque para ellos la libertad se define da como «obediencia a la ley que uno mis- vilegiar, en cambio, la forma abstracta de la
tonces cuando su voluntad deja de ser ge- por la autonomía individual antes que por mo se ha dado») es la misma que encontra- igualdad. Tal orientación, cuya manifesta-
neral, puesto que dirige su atención hacia la participación (la importancia de los re- mos en la Declaración de los derechos del ción más deslumbrante viene dada por la
«objetivos particulares» (del Contrato so- presentantes es todavía más considerable hombre, y que explica la especial importan- abolición de los privilegios (que en pocos
cial, libro III, c. IV; véase también libro 11, por el hecho de que los miembros de la cia que en ellos ocupa la ley: «la leyes la días destruyó la estructura jerárquica y cor-
c. IV). Así pues, la concepción roussonia- Constituyente pretendieron de entrada ga- expresión de la voluntad general. Todos los porativa del «Antiguo R égirnen») tiene
na de la democracia reposa antes que nada rantizar la autonomía de sus decisiones me- ciudadanos tiene el derecho de concurrir también su contrapartida, como es la difi-
sobre la doctrina de la voluntad general, y diante la prohibición del mandato impera- personalmente, o por medio de sus repre- cultad continua en reconocer algún tipo de
supone la soberanía popular (solamente el tivo). Además, tal como demuestra el juris- sentantes, a su formación». legitimidad al disentimiento. Las minorías
pueblo como tal puede expresar la volun- ta Carré de Malberg, su concepción de las Paradójicamente la doctrina de Sieyes se organizadas aparecen muy pronto como
tad general), el rechazo de la representación relaciones entre soberano y gobierno no es descubre igualmente fiel a una idea esencial «asociaciones parciales», interpuestas entre
(la voluntad no admite representación), la de Rousseau. Para este último la sobera- de Rousseau en el punto mismo en que más las voluntades particulares y la voluntad ge-
pero limita muy estrictamente la esfera de nía de la ley se ejerce dentro de límites muy parece alejarse de él, en las razones que in- neral. Así pues, la doctrina revolucionaria
actividad del soberano (la voluntad sobera- precisos (el soberano hace un reducido nú- voca para prohibir el mandato imperativo, parece autorizar de entrada, si no es que lo
na es general en su origen y también en su mero de leyes que conciernen a cuestiones ahí es donde Rousseau encuentra el único trae consigo, la proscripción de las mino-
objeto), todo lo cual explica las reservas de generales), en la constitución de 1791, en remedio posible contra los males de la re- rías, percibidas como «facciones», rasgo de
Rousseau acerca del gobierno democrático. cambio, el poder del legislador no tiene más presentación. Desde la reunión de los Esta- los más trágicos de la Revolución francesa.
En éste, en efecto, el gobierno se identifica límites que los que él mismo se fije: «Todo dos Generales se había descartado la idea de Hay que añadir, además, que a los ojos
con el soberano, pero: «si fuera posible que cuanto ha sido decidido por el Cuerpo le- que se hubiese dado un mandato imperati- de los contemporáneos, la Revolución
el soberano, considerado como tal, tuviera gislativo en forma legislativa, es ley y me- vo a los diputados por sus «comitentes» (y francesa aparece de entrada como poten-
el poder ejecutivo, el derecho y el hecho se rece el nombre de ley [...] cualquiera que esto por parte del mismo Rey y no solamen- cialmente mucho más «democrática» de lo
confundirían de tal modo, que ya no se sa- sea la naturaleza de su contenido » (R. Ca- te por parte de los elementos más radicali- que podían haber sido la revolución inglesa
bría lo que es ley ni lo que no lo es, y el rré de Malberg, 1931, p. 24). zados del Tercer Estado) para que la Asam- o americana. La francesa extendía el dere-
cuerpo político, así desnaturalizado, no tar- Guardémonos, no obstante, de establecer blea pudiese comprometer a la Nación cho al voto en proporciones mucho más
daría mucho en ser presa de la violencia una oposición muy pronunciada entre la (P. Avril, Les origines de la réprésentation considerables que lo que entonces existía en
contra la que fue instituido (del Contrato «so beranía de la Nación», tal como la con- parlementaire, p. 624). el régimen inglés, y, sobre todo, convertía
social, libro I1I, c. XVI). Con todo no es cibieron los miembros de la Constituyente, A este argumento técnico añadía Sieyes en sospechosos a todos los regímenes en ge-
ésta la última palabra de Rousseau sobre la y la «soberanía popular». Para el mismo razones doctrinales más profundas que lle- neral existentes en Europa en aquel mo-
democracia: el pueblo romano «casi tan a Sieyes la democracia y el régimen represen- van de hecho a trasponer al nivel de la re- mento al no reconocer corno legítimos más
menudo magistrado como ciudadano», nos tativo son las dos formas posibles de go- presentación nacional los caracteres de la que a aquellos que respetasen los derechos
da ejemplo de un gobierno quasi-dernocr á- bierno legítimo, aunque solamente el se- voluntad general, que Rousseau atribuía del hombre (que excluyen toda desigualdad
tico y sin embargo próspero (ibid., libro III, gundo es apropiado a la sociedad moderna únicamente al pueblo como tal: el «repre- estatutaria de tipo aristocrático y suponen
c. XII). La inestabilidad y la división, in- (fundada sobre la expansión del comercio y sentante» (como el ciudadano de Rousseau) el reino de la «voluntad general»). Es, pues,
herentes a la democracia, aparecen frecuen- la generalización del trabajo), pero en arn- no debe tomar en consideración los intere- perfectamente comprensible que los con-
temente, tanto en Rousseau como en Ma- ses de una sociedad particular (aquí, el gru- flictos políticos del período revolucionario
quiavelo, como signo de salud pol ítica (<<un po de sus electores), no puede tener otro llevaran con toda rapidez a situar en prime-
poco de agitación da fuerza a las almas, y VOto que el «voto nacional», y su función ra posición reivindicaciones explícitamente
• No me ha sido posible localizar la cita en el capítulO
lo que hace prosperar a la especie no es tan- indicado. Tal vez est é equivocado. (N. del T.). no consiste en representar la voluntad de democráticas, que iban mucho más allá de
una parte de la Nación, sino en concurrir a la simple aspiración liberal a una garantía
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553
Ideas 552
otras discusiones de la Convención , como canee antropológico limitado en la medida
de la libertad individual o de la igualdad ju- democráticos de la doctrina revo lucio naria. en los debates sobre la Educación. Condor- misma en que antes que nada traduce una
rídica . Desde 1791 (sesión del 10 de agosto de cet panía de la problemática de las Luces: visión bastante pesimista de la naturaleza
En los debates constitucionales de la épo - 1791) Robespierre había denunciado las para él el problema co?~istía e.n crear las humana. En consecuencia el problema con -
ca revolucionaria, esta dinámica democráti- ambigüedades de la doctrina entonces do- condiciones de una pol ítica racional, en el siste ante todo en crear un orden en el que
ca está dominada por la dialéctica de la so- minante al rehusar hacer de la delegación marco de la cual el cuerpo político fuera los ciudadanos reconozcan inmediatamente
beranía popular y de la representación, que del poder un principio constitucional intan- conducido naturalmente a decisiones racio- que su propio interés depende del de la ciu-
a su vez está marcada por la lógica ..unani- gible. Poco después el conflicto entre la nales. Por ello en su proyecto de constitu- dad, antes que en reprimir las pasiones y los
mista. de la voluntad general. Tal dinámica Asamblea y el Rey y la intervención del pue- ción es prioritaria la organización del deba- intereses. Por ello, aunque el cuerpo políti-
desemboca en la formación de dos tradicio- blo de París, conducía, bajo la Convención te público, lo que, por otra pane, sobrecar- co esté continuamente amenazado por la
nes políticas distintas, la primera de ellas va a la discusión de dos proyectos de cons ti- ga extraordinariamente los ~r?cedimi.entos debilitación de sus principios, la participa-
desde los Convencionales hasta la III Re- tución, que, por muy diferentes que fuese n, de decisión, hasta hacer casi Impracticable ción política seguirá siendo siempre la últi-
pública y la segunda de Sieyes a los libera- se alejaban los dos de la doctrina de 1791, adoptar alguna, pues el fin de la educación ma garantía de su supervivencia y la ..vir-
les del último siglo. poniendo en cuestión la distinción ent re consiste ante todo en crear, por medio de tud » será una disposición política mucho
La primera tradición se caracteriza ante ciudadanos activos y ciudadanos pasivos y la difusión de las ..Luces " ciudadanos capa- más que moral. En la visión jacobina, la le-
todo por el culto de la ..Ley, expresión de extendiendo considerablemente el cont rol ces de pensar por sí mismos. Para el dipu- gitimidad misma de la voluntad popular
la voluntad general», aun cuando abandona de los electores sobre los rep resentantes. El tado de la Montaña Lepeletier de Saint-Far- está subordinada a la virtud de quienes la
las condiciones que Rousseau seguía pro- esfuerzo básico de Condorcet, principal re- geau (cuyo proyecto fue presentado des- inspiran, pero desde el punto y hora en que
poniendo a la so bera nía del legislador (la es- dactor del proyecto llama do ..girondino., pués de su muerte por Robespierre), el fin es virtuosa, no existe do minio alguno sobre
tricta delimitación de las atrib uciones del consiste en conciliar la lógica de la repre- primero de la Educación nacional es ~l .de el que no p ueda ejerce rse. Más allá de la Ley
poder legislativo y la ause ncia d e la repre- sentación (q ue supone la liberta d de acción sobrepasar la desigualdad de las condicio- y de la voluntad general, Robespierre no
sentación). En nom bre de ésta la mayo ría de los representant es) con las exigen cias de nes, arrancando a los niños de su medio fa- cesa de apelar a los p rincipios que deben
de los ..republicanos» franceses ha rechaza- la democracia, para lo que distin gue cuida- miliar e incu lcánd oles (a través de la vida guia r la Rep ública, principios qu e no son ni
do durante mu cho tiempo todos los disp o- dosamente en los po deres de la Naci ón en común, las fiestas, etc.), sentimientos jurídicos n i políticos , expresan pura y sim-
sitivos que pod rían limita r la omnipotencia los que ésta retiene y los que delega; el ..patrióti cos» e igual itarios. Igualm ent e en plenamente la coincidencia del pueblo y de la
pa rlamentaria (el co nt ro l de constituciona- proyecto de la Montaña, adop tado en las la o rganiz ación de los podere s públicos p re- moral en la persona del Inco rru ptible.
lidad, y de for ma aún más llamativa, el re- co ndic iones qu e sabe mos, afirm a idénticas vista por los Montañeses, se otorgaba prio-
feréndum); ella es la qu e explica también la pr eo cup acion es, añadiendo a todo ello la ridad a la organizaci ón de la voluntad na-
co ntinua ho stilidad que en Francia se expe- preo cup ación por el reforzamiento y la ex- cional, ante s qu e a la or gani zación de la de- Las ambigüedades de la
rime nta cont ra cualquier clase de práct ica pa nsió n de la vol untad nacional en detri- liberación col ectiva. experiencia jacobina
que recu erd e po co o mucho el «lobby ing» mento de las asambleas primarias, hasta el De hech o, más allá del problem a consti-
america no. Hay qu e hacer nota r por otra pu nto de qu e Saint-just había pr opuesto tucio nal, las discusio nes de la Conve nción En la his to ria de la dem oc racia fra ncesa
parte que la doctrina de la so beranía de la hace r elegir el total de los diputado s en una hacen aparece r un a pr oblem ática nu eva, la ningún otro períod o suscita discusion es
Nación se puede int erpretar tam bién en un circunscr ipción nacional ú nica, propuesta de la Virtud, qu e será decisiva en el perío- más apas ionadas que el del predominio ja-
sentido liberal hos til a la om nip resencia de que no prosperó y no precisamente por ra- do de do minación jacob ina. Tal proyecto co bino que se dio conjuntamente co n el
los representantes. En una interpretación de zones técnicas. Por am bas panes la creac ión no carece de an tecedentes intelectu ales ni auge de la agitación de los ..sans-culottes-.
este tipo está pensando sin duda Sieyes y la supervivencia de la democracia apare - políticos. El culto de la Virtu d cívica reto- Para la historiografía robespierrista (M a-
cuando después de Termidor defendía un cen cada vez más claramente dependientes ma un tema de Montesquieu que, además, thiez, y en menor medida Lefebvre) el pe-
proyecto de ..jurado constitucional», encar- de la regeneración del pueblo, empresa qu e se remonta a Maquiavelo, y que tuvo una ríodo que se inicia eU de junio (la expul-
gado de velar por la constitucionalidad de progresivamente se va conviniendo en más gran importancia en la Revolución ameri- sión de los Girondinos) marca, a pesar del
las leyes. Sin embargo los elementos libera- importante que la constitución misma, sin cana, sobre todo en Jefferson. Pero en Ro- Terror, un progreso definitivo de la demo-
les del pensamiento revolucionario nunca que podamos afirmar que en el proyecto de bespierre, adquiere un contenido nuevo a cracia. Ese período sella la alianza del mo-
pudieron tener un alcance real si no fue al ..formación de hombre nuevo» (Mo na causa de su inflexión sentimental y rnorali- vimiento popular con la fracción más radi -
precio del abandono del legicentrismo re- Ozouf) los Girondinos fueran siempre más zante, que le lleva, por así decirlo, a devo- cal de la burguesía, crea los primeros ele-
volucionario, que no se logró plenamente moderados que la Montaña. rar la misma idea de mocrática. En la pers- mentos de una democracia social (gracias al
hasta el advenimiento de la V República. Más allá, sin embargo, de cuestiones de pectiva de los suc esores de Maquiavelo, el ..máxim um. y a la experiencia de la ..eco-
La evolución que conduce de la Consti- táctica política, ambos proyectos se inspi- ideal del civismo republicano , aunque pue- nomía dirigida»), mientras que el fracaso fi-
tuyente a la Convención se pr esent a ante raban asimismo en filosofías muy diferen- da llevar a una política ..radical», tiene un al- nal de Robespierre ..mata la República de-
todo como un desarrollo de los elementos tes, que se revelan con toda claridad en
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SSS Democracia
mocranca para un siglo.. (A. Mathiez, La los límites de la voluntad humana en luch
R éoolutíon [ra ncaise, to mo 3, p. 233). Para con la resistencia de las cosas» (La Révolu~ na se minimiza con frecuencia la importan - tud y la denuncia de los traidores, y, aun-
los liberales es por el contrario el período tion [rancaíse, tomo 111, p. 223. Tambié cia de esta cuestión en comp aración con la que frecuenteme nte se encuentran en con-
sin duda alguna más trágico de la Revol ú- escnibió
10 que: • 1as Ieyes más riguro sas so n importancia qu e se da a la compleja rela- flicto más o menos larvado con Jos elemen -
ció" por partida doble, porque desacredit ó incapaces de cambiar de un solo golpe la na~ ción entre los sans-cuio ttes y los Comités tos más moderad os de la Convención. no
la libertad política y porque representa el turaleza human a y el orden soci al»]. La ad- de Salvación Pública y de Seguridad ge- tienen un proyecto alternati vo global que
prototipo del despotism o moderno. A este miración de Mathiez hacia su héroe no le neral. Pero ya lo han recordado F. Furet y proponer. ni desde el punto de vista insti-
ya viejo debate se le une otro. el que divide impide . pues. de hecho. reconocer Lmplíci- D. Richet, «la realidad de 1793 [...] es el tucion al, ni desde el punto de vista social.
a los intérpretes marxistas de la revolución. tamente la validez de una de las críticas parlamentarismo ", (o.c., p. 208)., Y a pesar Pero esto de ninguna manera quiere decir
¿Qué es la «democracia directa» tal como constantes de los liberales so bre el ..volun. de la presión de la calle. la Co nvención es que la «democracia revolucionaria » sea un
la practicaban los sans-culottes? ¿Una an- tarismo- jacobino. Su carácter «abstracto» el verdadero centro del poder. El «despo- simple rebrote de arcaísmo, o que su lógica
ticipación de una revolución proletaria den - que le situaba en una posición falsa frent; tismo de la libertad» reposa sobre un com- intern a sea idéntica a la de las emocione s
tro de un proceso de «revolución perma- a la sociedad real. es una de las principales plejo juego que pone en escena. además de populares de antaño. Profundamente mar-
nente»? (D. Guérin ). O, más sencillamen- causas de que primero derivara hacia el te- los comités y los sans-culones. la Co nven- cado por las reivindicaciones propi as de la
te, ¿un apoyo popular a la «burguesía. de rror, y después. fracasara. Cuando se relee ción y los Jacobinos y nunca pud o sobre- Revolución francesa (la soberanía de la vo-
la Montaña, políti camente fecundo, pero hoy La v ie cb ére el le mou vement social pasar el conflicto de principio entre régimen luntad general contra la política de intere-
sin verdadera perspectiva social? (A. So- sou s la Terreur, se capta perfectamente lo representati vo y aspiración a la «democra- ses) a su vez marca. de alguna manera. una
bo ul). Ante l. imposibilidad de zanjar aqu í que sin duda constituye el enigma central cia directa- oTod o eso explica. según F. Fu- reafirmación de las preocupaciones de los
todas estas cues tio nes, no s contentaremos de la experiencia del año 11. De un lado reto el papel privilegiado de Robespierre: hombres concretos contra la «abstracción».
con algunas notas que permitirán. tal vez, existe evidentemente una relación muy es. «elevado al poder por el golpe de fuerza an- Pero ante todo (y esto es lo que explica su
precisar mejor su alcance. trecha entre la descalificación de los «inte- tiparlamentario del 31 de mayo al 2 de ju- prestigio posterior ) se presenta como una
Ame todo debemos recordar, con F. fu- reses. que envuelve la concepción revolu- nio, sigue siendo el homb re de la Co nven- radicalización de las exigencias revoluciona-
ret y D. Richet , lo siguiente. En el plano cionaria de la Igualdad y de la voluntad ge- ción. Las secciones le ador an. pero les im- rias. El movimi ento seccionario descubrió
del programa político y social, la dictadura neral, y la elección de una política econó- pondrá silencio. Y es que él es el único que la cuestión social detrás de ..los derechos del
de la Montaña innova muy poco, puesto mica antiliberal, además de medio improvi- ha reconciliado m íticamenre la democracia H ombre», por ello apareció posteriormen-
que la asistencia social, la instrucci ón pú- sada y caótica. Por otro lado esta política directa y el principio representativo, insta- te como la promesa de ot ra Revolución .
blica y el sufragio universal son ideas co- de ..reglamentación y de tasa» se inscribe lado como está en lo alto de una pirámide
munes a todos los miembros de la C onven- paradójicamente en una larga tradición del de equivalencias, cuyo mantenimiento día a
ción, inc1uidos los «Brissorinos» (F. Furet ..Antiguo Régimen » francés, aunque con la día está garantizado por su palabra. El es el Demacrada y revolución en el
y D. Richet, 1973, pp . 205-206). Por lo que Revolución adquiere un «carácter totalmen- pueblo en las secciones, el pueblo en los Ja- pensamiento del siglo XIX
se refiere a la alian za entre movimiento p o- te diferente » (..N o era ya una obra de cari- cobinos. el pueblo en la representación na-
pular y burguesía, fue siempre frágil, tal dad, al contrario, se presentaba como una cional» (F. Furet, 1978, p. 86). Es éste el La idea de un vínculo privilegiado ent re
como lo demue stra la hostilidad de gran represalia de un part ido, como un acto de contexto en el que hay que encajar la de- la Revolución francesa y el ascenso irr esis-
parte de los saos-culon es al «máximum », venganza y exp oli o », o.c., 11, p. 245). H as- mocracia directa de las secciones parisinas. tible de la democracia. constituye. sin duda,
q ue bloqu eaba los salarios lo mismo que los ta en su políti ca social (que no se puede se- Hay que resaltar ante todo. con Michelet, uno de los temas clave del pensamiento
precios. Es preciso. además, resaltar cómo parar del Terror) la experiencia jacobina en- que en 1793 la Revolución popular propia- francés del siglo XIX . Un pensa miento en
el máximo defensor de Rob espierre, A. Ma- cama con la mayor claridad tod o lo que, se- mente dicha está muerta , y que el activis- que los deb ates políticos contempo ráneos
thiez en persona, ha demostrado amplia- gún Tocqueville, constituye sin d uda algu- roo de las secciones y de los Jacobinos es la son inseparables de las discusiones sobre la
mente que el régimen del Terror y la «eco- na a los ojos de los liberales la mayor ori- contrapartida del desinterés de la masa de interpretación de la Revolución.
nomía dirigida» estaban «en profundo an- ginalidad de la Revolución francesa, una la población por los asuntos públicos (in- La cor riente «republicana- se caracteriza
tagonismo con las ideas. las tendencias, las estrecha imb ricación ent re el radicalismo cluso la Convención sale de un escrutinio ante todo po r su voluntad de retoma r el
aspiraciones de una sociedad apasionad a- revolucionario y la tradición política abso- precedido de una votación de muy débil conjunto de la herencia revolucionaria, rea-
mente enamorada de la libertad que acaba- lutista. participac ión) . Por tanto es imposible ver firma ndo sin cesar la actualidad de los prin-
ba de conqu istar» (A. Mathiez, La oíe che- Los aspectos pro piamente polít icos del ré- en la actividad de 105 sans-culottes parisi- cipios de 1789. Entre los histori ador es es sin
re..., tomo III. p. 245). En su obra la dic- gimen del año 11 plantean un problema de nos una pura y simple profundización del dud a alguna Michelet quien mejor ha reali-
tadura jacobina aparece de hecho frecuen- la misma naturaleza, como es el de la rela- movimiento democ rático por oposición a la zado este proy ecto al hacer del pue blo el
temente como una tentativa prematura de ción entre ..democracia directa» y represen- representación. En realidad los sans-culot- héroe de su Hístoíre de la R évo/ution
democratización , ..ejemplo memor able de tación nacion al. En la histori ografía jacobi- tes comparten con los Jacobi nos robespie- [rancaise. En ella el pueblo aparece como la
rristas la obsesión por la unanimidad. la vir- encamación de una Idea que se cons tituye
Ideas 557 Democracia
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por la negación de la herencia del Antiguo del si~lo XVI.II (el de~arrollo del trabajo y no viene acompañado necesariamente por la Orientación bibliográfica
Régimen a través de la lucha contra el pri- de la industria), sus fines prácticos son so- generalización de la libertad política, pero,
vilegio y la afirmación de la libertad huma- ciales más q ue políticos, e incluyen la exi- en contra de los liberales conservadores, ve AVRIL, PIERRE, «Les o rigines de la repré-
na frente a la heterono mía inducida po r la gencia de un nue vo poder espiritual, más en el régimen político democrático la mejor sentatio n parlernenta ire», Commentaire,
religión cristiana . La Revolución , obra del allá de los «fallos» críticos de las Luces. garantía de la libertad. Su pensamiento no vera no 1985.
pueblo, opone el derecho a lo arbitrario y Pero desde otra perspectiva, la Revolución obstante no se red uce a una oposición en- CARRÉ DE MALBERG, RAYMOND, Contri-
al privilegio (la gracia no es otra cosa que francesa también ha visto el nacimiento de tre la turbulencia de la democracia francesa bu tion ti la théorie générale de l'Etat,
su expresión), y la democracia encarna el la «cuestió n social» y sus corrientes radica- (sometida al "espíritu revolucionario») y la 2 vols ., París, Sirey, 1920-22; reed. 2
triunfo del derecho y la igualdad. No se les pueden también aparecer como una an- prudencia del "espíritu democr ático», por- vols., París, CNRS, 1962.
debe olvidar, sin embargo, que aunque mu- ticipación del movimiento socialista, lo que que Tocqueville reconoció siempre la gran- COCHIN, AUGUffiN, L 'esprit du jacobinis-
chos republicanos admiren indiferentemen- explica la continuidad entre algunos secto - deza de 1789 y creía que la moderación me (reed . casi íntegra de: Les sociétés de
te a Danton, Robespierre o Bonaparte, hay res «avanzados- de la democracia y el so- americana podía coincidir perfectamente pensée et la démocratie. Etudes d'histoire
algunos aspectos del proceso revoluciona- cialismo naciente. Pero a su vez estos mis- con un declive del civismo. Tal vez lo me- révolutionnaire, París, Plon, 1921, con
rio (sobre todo el Terror) so bre los que no mos movimientos están divididos en la me- jor para cerrar esta encuesta sea recordar las un texto complementario), pres ode Jean
hay un animidad. Algunos lo justifi caro n dida en qu e reproducen las tension es de la reflexion es que le inspi raron los desencan- Baechler, Pa rís, PUF, 1979.
como un efecto de las «circunstancias» Revolución. Si Louis Blanc defiend e la he- tado s tiempos de la Mo narqu ía de Juli o : FURET, FRA N<;OIS y D ENIS RICHET, La
(aunque en general se co nsidera como fo r- ren cia ro bespierri st a (u na de mocracia social «¿Me atreveré a decirlo en med io de las R év olution Francaise, 2 vols., París, Ha-
ma de gobierno innecesaria); para otros el apoyada en la representación nacional y no ruinas que me rodean? Lo que más temo chette -R éalités-, 1963-1965; reed. 1 vol.,
Terror jacobino aparece como una supervi- en el Terror hecho inútil), otros, co mo para las generaciones futuras, no son las re- Fayard, 1973; Marabout, 1979; Le livre
vencia del absolutismo (sobre todo Edgar Blanqui, sacan sus conclusiones de la expe- voluciones. de Poche - Pluriel- , 1986.
Quinet), o como el precio que la Revolu- riencia del Comité de Salvación Pública, -Si los ciudadanos continúan encerrán- FURET FRAN<;OIS, Marx et la Réuolution
ción paga por la desafección del pueblo modelo de la dictadura revolucionaria, dose más y más estrechamente en el círculo Francaise, seguido de textos de Karl
(Michelet). Por lo que hace a la historiogra- mientras que P roudhon y los anarquistas de sus pequeños intereses domésticos y afa- Marx reunidos, presentados y traducidos
fía de la Revolución, la ..ortodoxia republi- ven en la experiencia jacobina el colmo de ñándose en ellos sin reposo, se puede intuir por Lucien Calvi é, París, F1ammarion,
cana- (..la Revolució n es un blo que-) no la mis tificación y de la alienación políticas, que van a terminar haciéndose inaccesibles 1986.
cristaliza verdaderame nte hasta la III Re- a lo que co ntraponen la crea tividad multi- a las grandes y poderosas emociones que FURET, FRAN<;OIS, Penser la R éoolution
públ ica. forme de la «asociación». Est as div isiones tu rb an a los pueblos, pero q ue los desarro- Francaise, París, Gall imard, 1978.
Los rep u blicanos so n más «avanza dos» no cesaron hasta la Comuna de París, e in- llan y los renueva n. FURET, FRANC;:OI5, La gauche et la R éuo-
que los liberales, pero sin co nfundi rse con versamente, Marx debe una gran parte de »[...] Se cree que las socie dades nuevas lut ion Francaise au milieu de X IX siécle.
los «socialistas», que aun cuando son ..de- su prestigio al hecho de que parecía aportar van a cambiar de aspecto cada día, pero mi Edgar Quinet et la question du jacobinis-
mócratas», ponen en primer plano la cues- una síntesis de todos estos elementos hete- temor es el que se queden totalmente fijas me (1865-1870), textos presentados por
tión social, más importante para ellos que rogéneos, aunque él mismo dudaba entre en las mismas instituciones, los mismos pre- Marina Valensise, París, Hachette, 1986.
la conquista de la democracia política y del varias interpretaciones de la Revolución. juicios, las mismas costumbres de forma Contiene textos escogidos de Alphonse
sufragio universal (el mismo Michelet se Para los liberales el primer problema ha que el género humano se detenga y se limi- Peyrat, Jules Ferry, Emile Ollivier, Louis
dice hostil al «socialismo -), En realidad el sido el de disociar los resultados de la Re- te, que el espíritu se pliegue y se repliegue Blanc, Edgar Quinet, Jules Michelet.
movimiento socialista de entrada tiene una volución del proceso revolucionario, despó- eternamente sobre sí mismo sin producir GUÉRIN, DANIEL, La lutte de classes sous
actitud ambivalente respecto a la Revol u- tico y anárq uico a la vez. De ahí arranca ini- ideas nuevas, que el hombre se agote en mí- la Premi ére République. Bourgeois et
ción . En la ob ra de su pri ncipal iniciador, cialme nte la crí tica de la doctrina de Ro us- nimos movimient os solitarios y estériles y «bras nUSM (1793-1797), 2 vols., París,
Saint -Simon , enco nt ramos ant e tod o un a seau, que se supo ne ser el origen de las des- que la hum anidad ya no avance aunque se Gall imard, 1946 (2.' ed., 1968).
crítica de la filosofía de las Luces y de la Re- viaciones de la democracia revolucionaria, agite sin cesar .» (De la démocra tie en Amé- MATHIEZ, ALBERT, La R éuolution Francai-
volución, que paradójicamente debe mucho y que sigue siendo hoy en día el aspecto tique, Ed. Gallimard, II, p. 260). Philippe se, 3 vo ls., París, Armand Colin,
al pensamiento contrarrevolucionario. más conocido del pensamiento de Guizot o RAYNAUD. 1922-1927 (reed. 1933-39).
Saint-Simon recusa el estado de espíritu de Constant. Pero no es ésa la aportación MATHIEZ, ALBERT, La oie cbére et le mou-
..abstracto» de los intelectuales y ..legistas » más importante del pensamiento liberal. Véase también: CONSTITUCIÓN, DERE- uement social sous la Terreur, París, Pa-
que dominaron la Revolución, por ello su Tocqueville (que aquí retoma una distin- CHOS DEL HOMBRE, IGUALDAD, JACOBI- YOt, 1927, reed. 2 vols., 1973.
proyecto intelectual es el de sacar a la luz ción presente ya en Royer-Collard) distin- NISMO, LIBERTAD, REPÚBLICA, ROBESPI E- NICOLET, CLAUDE, L 'idée républicaine en
del día los resortes subterráneos que expli- gue dos aspectos en la ..democracia». El RRE, ROUSSEAU, SIEYES, SOBERANÍA, SU- France, París, Gallimard, 1982.
can en profundidad las sacudidas de finales proceso de la igualdad de las condiciones FRAGIO, TOCQUEVILLE. SOBOUL, ALBERT, Les sans-culottes pari-
Derechos del Hombre
Ideas 559
ssg
miembro de la Asamblea, en la cual no in-
siens en l'an l/. Histoi re politique et 50- 1958, reed. 1962, con el subtítulo Mou- nOvar exp lotará de otr a forma las. virtuali- tervie ne más que para recordar la lección
dades inicialmen~e p~esentes, lo mls.mo ~ue
ciale des seetions de Paris, 2 juin 1793-9 ueme nt populaire et gouverne ment révo- acció n ter mldon ana ma ntendrá la ins- americana a propósito de la libert ad de
thermidor an 11, La Roche-sur-Yon. lutionnaire). 1are io del
. ción inicial en medio e esf uerzo por prensa. Su relato está en las manos de to-
H. Potier, 1958 (también París, Clavreuil, pira id d dos los que hacen proyectos, como algunos
desactivarla Y con tenerla. Hay .una ~m a
. telectual del proceso revolucionario que lo anuncian sin ambages. La Asamblea
In '11
vierte en particularmente eructa e ana-• cuenta por lo demás con algunos otros bue-
con d . l' " L d nos conocedores de temas americanos,
lisis del momento e cnst~ izacron. os. e-
DERECHOS DEL HOMBRE echos del ho mbre co nstituyen una pieza como Demeunier, muy activo en el debate,
:minente del dispositivo. Unicamente a la o D upont de Nemours . To do esto para ce-
escala de esta manera de abordar el proble- ñirnos a los protagoni stas directos y no de-
«La primera revolución fundada sobre la to rio e influyente de todos ellos es el de Sie- ma aparece la especificidad verdade ra del cir nada de la influencia tan notable ejerci-
teoría de los derechos de la humanidad .., se- yeso ¿Los no menos expresivos «deberes.. resultado porque aparentemente es la que da por un publicista como Condorcet, re-
gún la palabra testamentaria de Robespie- qué marcarían, según se cree, el retroceso ofrece el único camino para no perderse en dactor de un proyecto destinado a alimen-
rre el 8 Termidor, ha tenido dificultades coercitivo y moralizador de Termidor? Lo la maraña tenebrosa de los orígenes y las in- tar desde fuera la deliberación, además del
para ponerse de acuerdo sobre su defini- que hay en ello es una disposición sobre la fluencias. Una cosa es establecer las filiacio- cuaderno de la nobleza de Mantes, y ana-
ción. La Declaración adoptada el 26 de cual los Constituyentes tuvieron un áspero nes o los préstamos, otra es comprender el lista riguroso de los grandes precedentes de
agosto del 89 es reemplazada por una nue- debate, que fue formalmente rechaz ado, y uso qu e se hace de ellos, y con qu é destino la otra orilla del Atlántico, desd e L 'influen-
va en la Constitución del 93. Esta, por su que a pesar de ello influyó fuert emente en a la vista. ce de la rév olution de l'Amérique sur l'opi-
parte, es reemplazada por un a D eclaración la reda cción adoptada. Además, hay que No hay duda ninguna de que el ejemp lo nion et la législation de l' Europe hasta sus
de derechos y de deberes del ciudadano en empezar por no perder el punto de vista, americano asume un papel capital en la ela- Idées sur le déspotisme. No sólo el modelo
la Constitución del año III. Y, sin embar- Este texto princeps, está lejos de ser la obra bo ración de la De claración francesa . Es al- americano está en to das las cabezas, sino
go, históricamente la primera ha quedado maduramente sopesada para lograr el equi- tamente simbólico que el primero en pre- que los C onstituyent es franceses se sitúan
como la buena, a pesar de las críticas de las librio de conjunto en sus cláusulas y en la sentar un proyecto de Declaración ante la y piensan implícita o explícitamente en re-
que fue objeto a las inmediatas y que pare- definición de sus contornos, como tan a Asamblea, como en virtud de una cualifica- lación con él. Para empezar les ofrece el me-
cieron bastante decisivas como para refun- menudo se ha celebrado; en realidad e un ción natural, sea La Fayette, el héroe de la dio de satisfacer una de las ambiciones pri-
dirla en dos ocasiones. El ser la inaugural texto inacabado, interrumpido al comienzo independencia americana. El es qui en ela- mordiales de los más avanzados entre ellos,
tiene, sin duda, que ver co n ello . de la sesió n del 27 de agosto del 89, por el bora el texto bajo la mirada y con los con- bordear el ejemplo de la cons titució n ingle-
Pero, en resumen, también es justo si acuerdo unánime so bre la necesidad de con- sejos del autor de la D eclaración de inde- sa y de su sediment ación «gótica» . Pero esto
queremos tener en cuenta que el debate del sagrarse en prioridad a una tarea más ur- pendencia, Jefferson, que se encuentra en no significa que estén esclavizados a la letra
verano del 89 plantea ya toda la problemá- gente, la de la Constitución. El examen de este momento como embajador de los Es- de esos documentos que tienen en su espí-
tica, tanto la del 93 como la del 95. La mi- los artículos adicionales a los diecisiete ar- tados Unidos en París . Pero también otros ritu y ante sus ojos. Tienen sentimiento
rada retrospectiva ha endurecido en exceso tículos ya adoptados, la relectura y la clasi- recurren a sus luces. El Comité de consti- muy agudo de la diferencia de las situacio-
la oposición de los lenguajes y de las inten- ficación del conjunto se dejan para «después tución le plantea incluso una consulta ple- nes, que les hace juzgarlo todo por la es-
ciones entre la prudencia burguesa, la auda- de la Constitución ». En 1791 la Asamblea namente oficial que sus funciones le obliga- tricta medida de las necesidades de su tarea .
cia jacobina y el espanto termidoriano . Las alegará el carácter sagrado adquirido duran- rán a rechazar. Patriotas y Mo ná rquicos se Tienen qu e dar a Fr ancia una constitución.
opc ion es divergen, pero el .espacio int elec- -te el tiempo po r este «catecismo nacional» encuent ran en sus casa, el último día del de- ¿Es necesario apoyarla sob re un a expos i-
tual es el mismo, y los elementos con los para no tocarle. Pero toda medida en pro- bate sobre la declaración, el 26 de agosto, ción preliminar de sus bases y fines legíti-
cuales se juega están todos presentes de en- fundidad de las intenciones del legislador para someter a su autoridad sus diferencias mos? Para unos, la diferencia de condicio-
trada, desde el comienzo de la discusión. que desconozca la contingencia de los lími- sobre el lugar de la autoridad real en la fu- nes sociales hace peligroso el separar el
¿Los famosos «derechos sociales .. que su- tes de sus objetivos se halla condenada al tura organización de los poderes. Otros sol- enunciado abstracto de los derechos de su
puestamente separarían las preocupaciones desprecio. dados de la guerra de la Independencia formulación concreta. Es lo que defiende
populares del 93 del liberalismo de los Lo que importa reconstruir en ese te~1O como el conde Mathieu de Montrnorency, Lally- Tollendal cuando Lafayette termina
Constituyentes, vinculado excesivamente a fijado el 26 de agosto de 1789 es el desphe- Cuent an al lado de Lafayette entre los más la lectu ra de su proyecto, el 11 de julio :
la propiedad? Pues bien, prác ticamente la gue de una ma nera de plantear el pr obl ema fervient es y los más eloc uentes oradores de «[pensad en la enorme diferencia que hay
mitad de los proyectos del 89 incluyen en de los derechos del hombre. Una manera la discusió n. El traductor de las Constitu- entre un pueblo naciente que se anuncia al
su contenido las ayudas, incluso el trabajo matricial. En este dominio, como en una tions des treize Etats de I'Amérique, el universo, un pueblo colonial que rompe los
entre las garantías primordiales que una co- gran parte de la cultura política de la Re~o­ Duque de la Rochefoucauld d'Enville, es lazos de un gobierno alejado, y un pueblo
lectividad debe a sus miembros; el más no- lución, la radicalización ulterior más que m-
I~
Ideas 561 Derechos del Hombre

antiguo, inmenso, uno de los primeros del lo que se extrae como conclusión, es que La Asamblea oscila y duda tanto más que a llenar un papel de sustituto de este déficit,
mundo que se ha dado una forma de go- los franceses deben poner a prueba su au- a favor del desconcierto y de las oposicio- puesto que se supone que la constitución
bierno hace mil cuatrocientos años!». dacia sobrepasando los límites en que los nes sordas que se instalan, se multiplican los sale directamente de la autoridad de los
(A rcb. Par/., tomo VIII, p. 222). Malouet americanos se habían detenido (Archives proyectos. Solamente de la diputación na- principios ..inalienables y sagrados» de toda
será aún más claro el primero de agosto. Si Parlementaires, tomo VIII, p. 452). La ins~ cional se contarán 30 en total. Pero también sociedad, que la Asamblea se limita a expo-
los americanos, dice él en sustancia, han po- piración viene de Sieyes. Es de él de donde se mezclan personalidades exteriores y no ner y servir. De ahí el curioso rodeo del
dido permitirse «tomar al hombre en el proceden las críticas a las Declaraciones de de las de menor categoría: Condorcet, ya preámbulo finalmente retenido que, vía
seno de la naturaleza, y presentarle al uni- tipo americano y el modelo de una mejo r. citado, Cerurti, Servan. El debate decisivo proyecto Mirabeau, procede de Sieyes. El
verso en su soberanía primitiva», es porque El 20 Y 21 de julio presenta al Comité de tuVO lugar del 1 al 4 de agosto. Se impone oscurecimiento del enunciado que ahí se
la relativa igualdad reinante en el seno de constitución su propio proyecto que pro- la opinión favorable de los relatores del Co- advierte es el precio del papel de fuerte que
una sociedad nuevamente formada y «com- voca el asombro y la perplejidad de la ma- mité de constitución el 27 de julio (Cham- se pretende hacer desempeñar a los ..prin -
puesta en su totalidad de propietarios», ha- yor parte, el entusiasmo de una minoría re- pion de Cicé, Clermont-Tonnerre y Mou- cipios simples e incontestables» frente a los
cía inofensiva la proclamación de igualdad suelta y el rechazo de algunos pocos. Lo nier). La constitución será precedida por cuales la Asamblea no es más que un mo-
teórica. «En un gran imperio», en cambio, que él reprocha a las Declaraciones ameri- una Declaración de los Derechos del Hom- desto intermediario. De ahí también el
«es necesario que los hombres colocados canas, lo sabemos por sus papeles, es el ha- bre y del Ciudadano, que accesoriamente, apremio de la universalidad que pesa sobre
por la suerte en una condición dependiente ber mantenido una imagen anticuada del no será simultáneamente una declaración de la redacción. Porque sólo una «declaración
vean más bien los justos límites que la ex- poder y de sus limitaciones, imagen inacep- deberes. Del 4 al 11 de agosto la Asamblea de derechos para todos los hombres, para
tensión de la libertad natural» (Archives table para un «pueblo que se adentra en su está ocupada por ..la abolición del régimen todos los tiempos, para todos los países »,
Parlementaires, to mo VIII, pp. 322-323). soberanía completa». «En esta supos ición feudal». El 12 se nombra un nuevo comité según las palabras de Duport del 18 de
Pero para otros, la adhesión al principio a -escribe--, una Declaración de Derechos de cinco personas para operar la decanta- agosto, es susceptible de esta autoridad irre-
pesar de este foso, que no se niega, no quie- debe camb iar to talmente de espíri tu y de ción de los diferentes proyectos puestos en cusable e irresistible que los Constituyen-
re decir alineamiento con las redaccion es nat uraleza ; deja de ser una concesión, una circulación . El resultado, defendido por tes necesita n para apoyar su empresa. El an-
america nas. Al contrario. La familiaridad transació n; una condición de tratad o, un Mirabeau el 17, decepciona. Una maniobra claje en lo universal no es ni fruto de un ge-
con la fuente no lleva consigo la imitación, cont rato de auto ridad o autoridad. N o hay de la «derecha» (estamos en el momento en nio part icular ni marca de una irrealidad es-
sino la emulación. Ent re los que están más más qu e un pod er, nada más que una au- el que se delin ea la división to po gráfica en- pecífica; result a de las necesidades de una
al corriente, se expresa con toda claridad la toridad » (A rchives nationales, 284 AP 5). tre izq uierda-derecha) hace adoptar como situación. El Congreso amer icano, exacta-
ambición de hacerlo mejor. El primero de N o se tr ata de enumerar pr erroga tivas, sino base de la discu sión el proyecto elabor ado mente en el mismo mom ent o, está elabo-
agosto Montmorency propone el programa de dilu cidar analíticamente los prin cipios de por una de las comi sione s de la Asambl ea. rando las diez enmiendas a la Constitu ción
de «perfeccionar el gran ejemplo de Amé- la mejor constitución política po sible. Pro- Desaparecerá en gran parte en la fase de la de 1787 que, ratificadas en 1791, acabar án
rica», reivindicando para «este hem isferio la pon e, pues, sustitu ir la división en artículos redacción final, ent re el 20 Y el 26 de agos- de fijar el sentido de los Bills of Rights en
venta ja sobre el otro de invo car más alta- por una forma razon ada, aunque conce- to, pero habr á cumplido pasablemente su la organiza ción de la sociedad y de los po-
mente la razón y dejarla hablar con un len- diendo al vulgo un resum en en «máximas» función de soporte en esta laboriosa gesta- deres. Co m pará ndol a co n «el gob ierno
guaje más puro » (Le Courrier de Prouence, al gusto de los textos ya conocidos. Es su ción. fuerte» instau rado por la iniciativa de los fe-
número 22, p. 15). Es Rabaut Saint-Etienne, argumentación lo qu e se encu entra detrás Aunque Sieyes y sus part idarios fueron deralistas, corresponde a la Declaración de
que comparte sin embargo con Lafayette de las propuestas de Montrnorency o de Ra- der rota dos, a pesar de todo su espíritu se Derechos marcar los límites del poder pú-
los consejos de ] efferson , qui en recuerda a baut Saint-Etienne. La innovac ión descon - impuso. Aun que pudieron hacer preva lecer blico y situar las prerrogativas de las perso-
la Asamblea el l S de agosto : «Habéis adop- cierta más que co nvence, y la ..metafísica» la forma con la que soña ban, se impuso al nas al amparo de sus int romisiones. El pro-
tado el partido de la Declaración de Dere- de este ..reconocimiento de los fines y de menos la función que pretendían se asigna- blema de los franceses es otro. Pretenden,
chos, porque vuestros cuadernos os impo- los medios del Estado social sacados en la se a una tal explicitació n de los fundamen- es cierto, consag rar las libertades individua-
nen el deber de hacerlo, y vuestros cuader- naturaleza del hombre» da miedo . El resul- tos. Tiene esto un a razón primordial: la ne- les; pero tienen tam bién que establecer, en
nos os han hablado de ello porque Francia tado es que lo esencial del debate va a gra- cesidad de legitim idad de esta Asamblea una posición difícil, un poder conforme al
ha tenido como ejemplo a América. Pero vitar y a jugarse en torno a este ..enigmáti - Nacional autoproclamada, que se encuentra orden de los individuos. Es este equilibrio
que no se diga por esto que nuestra decla- co» texto. en posición de «ejercer el poder constitu- incómodo entre una preocupación funda-
ración debe ser semejante. » Y señala, imi- A las incertidumbres en cuanto a la opor- yente», cuando «la representación actual» dora y una preocupación protectora el que
tando a los prudentes : ..Las circu nstancias tunidad de una Declaración distinta a la como Sieyes la admite muy significativa- va a singularizar su obra.
no son las mismas; América rompía con constitución, vienen a añadirse también las mente a la cabeza de su proyecto ..no es ri- A esta primera razón, nacida de los tér-
una metrópoli alejada, era un pueblo nuevo interrogaciones de forma y de fondo susci- gurosamente conforme a lo que exige una minos mismos de la situación, se une una
que destruía todo para renovar todo. » Pero tadas por el oráculo de la ciencia política. tal naturaleza de poder». La declaración va segunda. La Declaración, además del sopor-
Ideas 562
S63 Derech os del Hombre
te simbólico que representa, figura como gánica de los seres y el mando sobre las per-
solución a la complicada ecuación que se di- sonas es sustituido por el reino de la ley, es cia muy clara de que no se trata para ellos de naturaleza . (A rchiv es Parlementaíres,
buja delante de los Cons tituyentes. El ca- decir ese modo de relación de los indivi- de proclamar en abstracto algunas verda- tomo VIII , p. 257). Contra esta tesis se le-
mino es angosto. Se trata de establecer un duo s en que la obligación respeta su desvin- des de la naturaleza, sino de realizar literal- vantan los mantenedores de los deberes des-
pod er nuevo en el interior del antiguo po- culación primordial. Los americanos no tie- mente la recomposición de una sociedad tinados a equilibrar los derechos de los in-
der. Es necesario conciliar, dicho de otro nen que deshacer una sociedad jerárqui- -sociedad de la que es difícil ignorar qué dividuos. Nada de vínculo social sin obli-
modo, la instauración de la legitimidad na- ca, y simultáneamente asumir la . heren- lejos está en su realidad presente de la nor- gaciones, que embriden la independencia
cional con el mantenimiento y el respeto de cia de varios siglos de acumulación de po- ma que se decreta--. • Las declaraciones de primitiva. No es que Sieyés ignore la exis-
la legitimidad real. El rodeo por el nuevo der público, ni fundar un poder preeminen- derechos no serían difíciles. observará sar- tencia de hecho de estas obligaciones. Pero
fundament o tiene la extraordinaria virtud te sin desmontar simultáneamente un for- cásticamente Le Courrier de Prouence, si al a sus ojos la reciprocidad de cada uno hacia
de permitir asentar sólidamente la autori- midable poder que existe en ese momento. declarar lo que debe ser no se hiciera un ma- sus semejantes es suficiente para explicar-
dad de la representación colectiva, evitando Ahora bien, todos esos datos confluyen nifiesto contra lo que es.- Esta dificultad es las: yo tengo deberes hacia otro en la me-
la confr ont ación directa con la autoridad di- para cargar la categoría roussonian a con un el corazón de toda discusión preliminar, así dida en que le reconozco los mismos dere-
nistica. Añadamos, en términos esta vez de papel central de resolución. Pero tal rous- como una de las principales claves de la re- chos que a mí. Así pues, en realidad no hay
pasión política, que permite ser radical en sonianismo no es tanto un roussonianismo dacción final. Se redacta cuando se siente más que derechos y los deberes no repre-
el fondo y moderado en la práctica. Satis- influyente. que se explicaría por el peso to- especialmente su necesidad a comienzos de sentan más que un caso particular en el es-
face a las exigencias de regeneración, pero tal de los ejemplares del Contrato social en agosto del 89, en plena insurrección del pacio interpersonal. Es posible, en otros
sin chocar de frente con los poderes estable- circulación en relación con el volumen glo- campo. en medio del efuego de las pro vin- términos, recomponer integralmente una
cidos. bal de cerebros franceses, cuanto un opor- cias.. y alimenta la angustia de muchos y la sociedad a partir únicamente de los elemen-
Es en función de esta lógica como se ope- tunismo funcio nal impuesto por las necesi- repugnancia a publicar la Declaración sepa- tos que forman las prerrogativas «natura-
ra el encuentro con Rousseau. El pensa- dades específicas de un contexto y de una radamente de la Cons titució n. Una vez su- les.. de los individuos que la componen . Es
miento más naturalmente atractivo en este empresa. Tampoco la fidelidad filológica es perado esto, la inq uietud se traslada al te- posible una sociedad que responda de parte
cuadro es el que define con más rigor la ple- su fuerte. Es el desconocimiento de esta li- rreno del temor de una Declaración adop- a parte a las normas individualistas. Es a
nitud y la preeminencia del poder legislati- bertad en la forma de servirse de referencias tada en tales condiciones. Puesto que aquí esta percepción a la que se oponen, en úl-
vo dejando abierta la posibilidad de un eje- y fuentes lo que levanta esas absurd as que- la cuestión no es la del hombre en el estado timo término, los partidarios de los debe-
cutivo mon árquico. La «voluntad general. rellas cuyo ejemplo más acabado lo consti- de naturaleza, sino la del individuo en los res. No es cierto que los deberes se deduz-
triun fa porque respeta el puesto del Rey tuye la patriótica disputa entre jellinek y vínculos de la sociedad, repetirán hasta la can de los derechos, objeta en sustancia
mientras ofrece la versión más radical del Boutmy a principios de siglo. Los Co nsti- saciedad una serie de oradores, no es sufi- Grégo ire. Dicho de ot ra forma, para hacer
nacimiento de una legitimidad colectiva a tuyent es son a la vez gobernados por el ciente hablar de sus prerrogativas, hay que una sociedad se requier e algo más que los
partir de los individuos. Se ajusta además a ejemplo americano y dominad os por el len- hacer mención igualmente de las obligacio- derechos de sus miembros. Su funciona-
la «soberanía nacional. lentamente elabora- guaje del Contra to social (y de algunos nes inherentes a la coexistencia con sus se- miento exige el ejercicio de un apremio li-
da por el Estado absolutista en fase de es- otros) . Pero asimismo están lejos de Esta- mejantes. El temor conservador ante el de- mitativo cuya legitimidad proviene de otras
capar a su titular originario, desde el 17 de dos Unidos y son malos discípulos de sorden social va a recibir el concurso de la fuentes. Una vez más, es el espíritu de Sic-
junio y su captación por la Asamblea. La re- Rousseau todo junto . Es la regla de estas in- sensibilidad religiosa, que desempeñará un yes el que se impone, aunqu e falta la letra
volución está hecha de estas conjunciones fidelidades, tal y como está inscrita en las papel importante, en filigrana, a lo largo del de sus form ulaciones. El individualismo ra-
impuras y de estos ajustes eficaces. La he- razones de inspirarse en esas fuentes, lo que debate. No es más que un asunto de posi- dical es preferido a la doctrina de los debe-
rencia histórica se proyecta en el esquema interesa definir, mis que el pretender esta- ción reaccionaria del clero. El más progre- res. Pero la objeción expulsada por la puer-
filosófico. La voluntad general se impone blecer improbables y contradictorios certi- sista de sus miembros en la Asamblea, Gré- ta retoma por la ventana. Teóricamente
como la traducción en acto de la soberanía ficados de conformidad. goire, será el más vehemente abogado de los conjurada, sin embargo, la preocupación
de la nación, pues su generalidad respond e El debate sobre el contenido procede de deberes del hombre. Es una auténtica dis- por asignar límites a Jos derechos marcará
justamente a la impersonalidad requerida la especificidad de la situación. La necesi- cusión de fondo. ¿ La existencia en sociedad de hecho profundamente el texto final. Se
por el gobierno en nomb re de la individua- dad de dejar bien asentada su legitimidad implica limitaciones a la libertad natural del podría incluso decir que el fantasma de los
lidad colectiva. Al mismo tiempo, en fin, como representantes de la Nación condu- hombre? De nuevo, el proyecto de Sieyes deberes no abandonará a los derechos. An-
que cubre con un nomb re adecuado las di- ce, así pues, a nuestros diputad os a remen- se encuentra en el origen de la discusión. tes incluso del retomo oficial del año III,
ferentes caras del poder social, responde a tarse a los primeros principios de toda so- Afirma, en efecto, que .eI hombre al entrar la sombra planea sobre el debate del 93.
la ausencia mis intensamente vivida, la de ciedad y a apoyarse en su autoridad. No son en sociedad no hace el sacrificio de una par- La plenitud de los derechos natur ales en
la disolución del universo de las dependen- conscientes de los riesgos de su proc~er, te de su liberta d [...lla libertad es más ple- el interior del estado de sociedad es lo que,
cias y de los privilegios. La vinculación or- más bien al contrario. Tienen una concren- na y mis entera en el orden social que lo en el espíritu de Sieyes, se trata de asegu-
que pueda serlo en el estado que se llama raro Aquello implica claramente a sus ojos
Ideas 564 Derechos del Hombre
565

los derechos que se llamarán más tarde -so- gumen tada en Sieyes, en el mismo Sieyes tament e la prerrogativa de las person as y el seres aportan del estad o de naturaleza al de
ciales... Es esencial en este punto sacar la re- que opera con una perfecta seguridad oli- poder de la nación, coad yu varan, a pesar de sociedad... Sieyes habla más enér gicamente
flexión y las int enciones de los constituyen- gárqui ca la división entre ciudadanos acti- las dificultades, para producir el mismo re- aún del «derecho de repeler la violencia co n
tes de las fronteras dent ro de las que se les vos y ciudadanos pasivos. obliga por lo de- sultado. El operador por excelencia de esta la violencia... Pero una cláusula del artículo
ha pretendido abu siv amente mantener. más a preguntarse acerca del verdadero ori- singular convergencia va a ser la noción de 7, retomando significativamente la misma
- Las ventajas que se pueden conseguir del gen de estos derechos llamados «sociales», Ley. La clave del dispo sitivo está en el ar- palabra. aunque sea en un uso diferente,
estado social -escribe Sieyes de la manera demasiado cómo damente atribuidos sin du - tículo 4. propuesto el 21 por Lameth pero dice: «todo ciudadano llamado o designado
más explícita- no se limitan a la protec- dar a la irru pción del movimient o po pular. directamente inspirado por Sieyes: Ol la li- en virtud de la ley debe obedecer en el acto :
ción eficaz y completa de la libertad indi- El que a tod o el universo de los individ uos bertad con siste en pod er hacer todo lo que su resisten cia le hace culpable•. Esta cláu-
vidual : los ciudadanos tienen además dere- sea inhe rente la reivindicación por - Ios ciu- no dañ e a un tercero; po r tant o el ejercicio sula tiene una historia interesante. Proced e,
cho a todos los beneficios de la asociación dad anos en común...de todo lo qu e el Es- de los derechos naturales de cada hombre una vez más, del pro yecto de Sieyes, pero
[...]. Nadie ignora qu e los miembros de la tado pu ede hacer en su favor .. exige un exa- no tiene otros límites que los que aseguren se incluyó por sugerencias de uno de sus
sociedad obtienen las mayore s ventajas de men a fondo. a los dem ás miembros de la sociedad el dis- más señalado s adversarios del campo mo-
las propiedades públi cas, de las obras pú- El debate de redacción, entre el 20 y el frute de esto s mismos derecho s. Estos lím i- nárqu ico. Malouet. Ilustración limpia del
blicas. Se sabe que aquell os de los ciudada- 26 de agosto, está dominado por el trasfon- tes no pueden ser dete rminados má s que por acuerdo contra natura que se realiza sobre
nos a los que una suerte desgraciada con- do del problema constitucional que se ha la Ley.. ". En la intención de Sieyes hay el la base de intenciones antagonistas. Natu-
dena a la impotencia para proveer a sus ne- decidid o diferir. Su urgencia se hace sent ir designio de taponar cualquier resquicio, por ralmente, Malouet ve en ella la garantía de
cesidades tienen justos derechos a percibir de forma creciente al paso del tiemp o, pre- mínimo que sea, por donde pueda entrar la la autoridad contra el desorden posible. Sie-
los auxilios de sus co nciudadanos, etc. cipitando la discusión a partir del 24 Y pro· arbitrariedad de un mandato personal. Es yes con sidera la irresistibil idad del poder
Tod o el mun do sabe qu e no hay nada más vocand o su aplazamiento el 27. Se está de- necesario que el imperi o de la ley compren- que resulta de la parti cipación general, por -
adecuado para pe rfeccionar la especie hu- lineand o la confi guración de los part idos en da la totalidad de las relacion es posibles en- que la libertad de cada uno se expande y se
mana, en lo moral y en lo físico. q ue un tomo a la gran cuestión, aún en suspe nso. tre actor es libres e iguales, o de lo contra- experimen ta a través de la autoridad de to-
buen sistema de ed ucación y de instru cción del veto real. alred edo r del cual giran todas rio no será nada. Pero de pronto, evidente- dos. La inmediata conv ersión de la indepen-
públ ica [...]. Los ciudadanos en común tie- las maniobras entre bastid ores . El debate mente , la libertad que acaba de procl amar.. denci a de los individuos en pode r colectivo
nen derecho a tod o lo que el Estado pu ede sobre los derechos del hombre apar ece por se es puesta bajo la tutela de una ley sus- hace converger la ambición de desplegar los
hacer en su favor .. (A rchive s Parlem entai- mucha s razones como un debate prepara- ceptible de ampliar o estrechar aquello s lí- derechos del hombre en su plenitud con la
res, tom o VIII, p. 259). Vale la pena citar torio donde los moderados, dirigidos por mites. Es cierto que tambi én se decreta si- preocupación co nservadora de regularlos o
ampliamente sobre este punto el más im- los Monárquicos, y los patriotas se reagru - métricamente en el art ículo siguiente: - Ia de encuadrar su expresión. C iertament e hay
ponante y el más con secuente de los pro - pan y miden sus fuerzas, qu e por lo demás ley no tiene derecho de prohibir más que enfrentamiento s acerca de las modalidades.
yectos del 89, porque está lejos de consti- están muy equilibradas aunque la habilidad las acciones nocivas a la sociedad.. (equiva- que llegan incluso al paroxi smo cuando se
tuir una excepción. Una docena de ellos ha- de los tenore s mon árqui cos, Lally-Tollen - lente colectivo de lo qu e pued e perjudicar toca el punto para tod os sensible de la li-
blan en el mismo sentido. «La propiedad no dal en particular, les permite incluso obtener a otro en un plano ind ividual). ¿Pero q uién bertad religiosa el 23 de agosto. Ahí la mo-
debe impedir a nadie subsistir e-dispon e algunas ventajas. Es así como consiguieron ha- será juez de la ley? vilización del clero le perm ite arrancar una
por ejemplo Rison de Galland, dipurado del cer adop tar como base de la discusión un A partir de este instante se present an las formulació n restrictiva: «N adie debe ser
T ercer Estado por G renoble-. Así todo pro yecto bastante anod ino. el de la sexta dos dificultades mayores contra las que iba a molestado po r sus op inion es, incluso reli-
hombre debe vivir de su trabajo, y todo comisión, Sieyes reescribe, en un ton o muy estrellarse la práctica efectiva de los derechos giosas. con tal de qu e su manifestación no
hombre qu e no pueda trabajar deb e ser so- por debajo de el del obispo de Nancy, así proclamados. En prim er lugar, una in- altere el orden públic o establecido por la
corrido... Es cierto que semejante disposi- cuya cualidad principal a los ojo s de sus superable tensión entre independencia y Ley.» Será el choque principal de la discu-
ción no se encuentra en el texto adoptado, promotores bien podría residir en sus pru - pertenencia. El artículo 2, debido no obs- sió n. Pero no son más que disputas sobre
pero mucho s indicio s permiten pensar en dentes omisiones. Pero la paradoja de esta tante a un moderado, Mounier, cuenta la re- incidencias particulares de un dispo sitivo
tod o caso que su ausencia es más circun s- redacción es que las preocup acione s o pues- sistencia a la opresión entre los derech os general qu e no está en discusión y qu e no
tancial que intencion ada. Si la Declaraci ón tas de los dos camp os van finalmente a con- imp rescriptibles. dispo sición cargada de puede estarlo. Porque solamente podrían
hubi ese sido acabada hay indicios lógicos de verger. El empeño de los mode rados en con secuencias y que dice con qué vigor es discutirlo aqu ellos qu e reclaman la libertad
que hu biera con tenido un artículo relativo marcar los límites dentro de los cuales se entendida la autonom ía pr imordi al qu e los en toda su extensión. Ahora bien, para és-
a auxilios. Su presencia oculta basta en tod o debe situar el ejercicio de los derechos in- tos la expr esión de la libertad es indi socia-
caso para revelar la inanidad de las críticas dividual es y la voluntad de los patriotas de ble de la afirmación de la auto ridad en la
• Se ha tomado pan. tod o s los artículos la formula -
al pr etendid o egoísmo man adológico de los «socializar» po r co mpleto el derecho natu - ción recogida en M. Anola; Textos f" ndamm laifi J'dra
cual se pro longa, siendo la ley su instru-
burgueses de 1789. Su pr esencia plena y ar- ral, de alguna manera . aseguran do conjun- la H íuoru , 2.' ed., Madri d , 1971, pág. S02. (N. ¿ti T.) ment o. En consecuencia, no sólo no hay
Espiritu público
567
Ideas
viduos que no les permite su justa adminis- Uinek... Annales des Scíences Polítiques,
motivo para atacar el principio de esta tu- «N o hay en Francia autoridad superior a la tración, entre la usurpación de los rep resen - 1902, pp. 415-443.
tela. sino que incluso su victoria, inversa- de la ley. El rey no reina nada más que por tantes sin control y la insurrección como J ELUNEK , GEOR G, La D éclaratíon des
mente, no puede menos que conducir a su ella y solamente en nombre de la ley puede correctivo ú nico. droíu de I'bomme et du citoyen . Contri-
reforzamiento , la aspiración a una mayor exigir la obediencia.s Preeminencia del le- Desde el texto fun dado r está presen te la bution ti l ' étude du droit constitutionnel
independencia desemboca sobre una mayor gislado r que prohíbe a cualquiera erigirse en ecuación inhibitoria que hab ía de hipo tecar moderne, trad. del alemán por G eorges
ob ligación de pertenencia. La necesidad de censor de sus opciones, subordinación es- toda la empresa de fundació n : condensa una Pardis , París. 1902 ; ed . original : Die Erk-
traducir la autonomía de los individ uos en trecha del ejecutivo que transmuta las vo- forma de pensar la libert ad que impide rea- liirung der Menschen - und Burgerrech-
poder social entra en juego contra la pre- luntades generales del soberano en actos lizarla. Maree! GAUCHET. te. Ein Beitrag zur modemen Verfa s-
servación d e sus derecho s por la limitación particulares. según la defini ción rou ssonia- sungsgeschichte , Leipzig, 1895.
na de! go biern o (ContTato social, libro ¡I1).
Véase también: CONDORCET, LA FAYET-
del poder. De la insp iración liberal se pasa - , «La Déclaration des droits de l'homme
TE, LIBERTAD, MONÁRQUICOS, REGENE-
así fácilmente a la tentació n autoritari a. Se En esa separación de poderes estrictamente et du ciroyen -, Revxe du dro ít public et
discierne en ello por qu é la revolución fun- determinada po r el esquema de la voluntad RACIÓ N, REVOLUC IÓN AMERICANA,
de la scien ce politique , 19 0 2 ,
dada sobre la teoría de los derechos del general están pen sando los Constituyentes ROUSSEAU, SIEYES.
páginas 385-400.
hombre. fracasará en cuanto a concebir y el último día de su deliberación, cuando Orientación bib liográfica BOUCHARY, M., La Déclaration des droits
establecer el régimen que los garantice. adoptan ese art ículo . «Separaci ón » significa Sobre la recepc ión del ejemplo americano : de l'homme et du citoyen et la constitu-
El preámbulo de la Declaración llama a sustracción definitiva del poder legislativo ECHEVERRfA, DURAND, Mirage in tb e tion de 1791, París, Ti ranry, 1947.
una comparación de los actos del poder le- al monarca . Es también la lógica del mismo West: A Hístory of the Frencb l mage of - , «Les d ro it s de I'hornme », Dro its,
gislativo y del poder ejecutivo en todos los diseño lo que exp lica la ano malía principal American Socíety to 1815. Princeeon, número 2, 1985.
instantes con «el objeto de toda institución del texto. a saber, la apertura democrática Princeton University Press, 1957. MARCAGGI, VINCENT, Les Origines de la
política e , Asigna. po r otra parte. límites a de la fórmula que evoca el co ncurso perso- Sobre la elaboración de las declaraciones Déclaration des droíu de l'homme de
la ley (art ículo 8. adem ás del art ículo 5 ya nal de los ciudadanos a la fonnación de la americanas: 1789, París, 1904 .
citado): da ley no debe establecer más qu e voluntad general. por lo menos extraño vi- RUTLAND, ROBERT ALLEN, The Birth of SANDWEG, j ÚRGEN, Rationales Naturrecht
penas estri cta y evidentemente necesarias•. niend o de quienes se preparan para estable- the Bill of Rights (1776-1791), Chape! ah R eoolutiorüre Praxis, Berlín, Dunc-
Al mismo tiempo esbo za implícitamente las cer un sistema censitario de sufragio. Hay Hill, U niversity of North Carolina Pre ss, ker & H u mblot, 1973 .
grandes líneas de una economía de los po - que resaltar, po r otra parte, que sobre este 1955 . WALCH, EM ILE, La D éclaration des droits
deres en la que no hay ningún lugar para pu nto la Asamblea va más allá que Sieyes, La po lémica «clásica»: de l'hom m e et du citoyen et I'Assemblée
un arbitraje ent re los actos del legislador y que mientras invocaba la voluntad gene ral. BOUTMY. EM ILE, «La D écla ra tio n des ccnstituante, Travaux preparatoires, Pa-
su fundamen to. Contradicción abierta que preveía expresamente la restricción de la droits de l'h omme et d u citoyen et M. Je- rís , 1903.
con stit uye el segundo ob stáculo dirimente elección de los representantes a los «ciudada-
co ntra el cual iba a cho car la empresa revo- nos que tienen inte rés y capacidad en la cosa
lucion aria . Artículo 6: - Ia leyes la expre- púb lica». Entretanto, la sexta co misión dis-
sión de la voluntad general. Todos los ciu- ponía por su parte, más radical que la re-
dadanos tien en derecho a contri buir perso- dacción final: «todo ciuda dano debe habe r ESPIRITU PUBLICO
nalmente. o por medio de sus representan- cooperado inmediatamente a la formación
tes. a su formaci ón (fo rm u lació n reiterada de la ley •. Sieyes simplemen te está en po -
a propósito de la acepta ción de los impues- sesión de un sistema de pensamiento que le «To mar el pulso al esp íritu público ---es- cogían entre sus manos y luego tomaban
to s: 4( los ciud ad anos tienen el derech o de da la seguridad de haber sobrepasado la cribe Sébastien Mercier en el Nou veau Pa- como temperatura del aire el calor más o
comprobar por sí mismos o por sus repre- prohib ición lanzada por Rousseau contra la ris- exige un tacto muy fino .» Esta irónica menos intenso de sus mano s." De esta for -
sentantes la necesidad de la contribución representación integrando al mismo tiempo anotación se refiere a una de las más origi - ma el espíritu público qued a reduci do sar-
públicas). Artículo 16: «Toda sociedad en su aportación. Sus colegas más dubitativos nales empresas revolucionarias, que consis - cásticamente a la opinión más particular. El
la que la garant ía de lo s derechos no esté prefieren recurrir a esa especie de equiva- tió en definir y medir el espíritu público. mismo ton o encontramos en un texto anó-
asegurada, ni la separación de los pod eres lencia qu e hace indiferente la opción entre Mercier sugie re que tod o el esfuerzo prees- nim o p ubl icado por L 'A bréuiatev r Univer-
det erm inada, no tiene co nstitución> Estas democracia directa y régimen represent ati- tadístico de la Revolu ción aportó escasos sal: «Hablarno s de espíritu públ ico es lo
exp resiones han adquirido la inocencia de vo para po nerse al abrigo de la objección, conocimientos sob re el ob jeto observado y mismo que dar una deno minació n común a
la abstracción intempo ral, pero en su con- en un mom ent o en el que tienen necesidad muy abu nda ntes sobre lo s obs ervado res las o piniones más het erogéneas. Los qu e
texto y en el espíritu de los que las promue- del apoyo de la totalid ad d e los ciud adanos. mo vilizados para aquella empresa : «D iga- considera n qu e está formado por el espíritu
ven revisten un alcance preciso que la Cons- Pero inclu so así, se co mp ro meten en una mos qu e para co nsu ltar el termómetro , le de su pandilla, fingen ignorar qu e están ro-
titución se encargará pronto de explicitar : traducción política del dere cho de los indi-
Acontecimientos 61
Estados Genera les
60

SURATrEAU, JEAN-RENÉ, «Les élections de - , ..Les électio ns de Pan V aux Conseils du iniciativa y toda autonomía personales. ras --deliberación en común, y votación
l'an IV.., en: Annales bistoriques de la Directoire.., en Annales historiques de la H asta el punto de q ue, antes de 1789, la por personas, particularmente- y el hun-
Réoolution [ranfaise, 1951, págs. 374-393; Réoolution[rancaise, 1958, págs. 21-63 . elección de los diputados a los Estados Ge- dimiento del Antiguo Régimen. Como si no
1952, págs. 32-63. - , Les élections de /'an VI el le comp d'E- nerales es necesariamente un asunto secun- tuviese significación e interés más que en
- , ..Les ope rations de l' Assemblée élecro- tat du 22-Floréal (J 1 mai 1798), Par ís, dario, así como el sufragio es una forma de sus consecuencias lejanas: pos tulado tanto
rale de France .., en Annales historiques de Les Belles Lettres, 1971. procedimiento caren te de la significación más compartido cuanto que los resultados
la R éoolut íon [raneaíse, 1955, págs. política que le dará, mucho más tarde, la de- de las elecciones pueden acomodarse a las
228-250 . mocracia moderna. interpretaciones menos conciliables del
acontecimiento revolucionario. Celebradas
En 1788, como en el pasado, fue una cri- o vituperadas, las victorias sucesivas del
sis política la que decidió a Luis XVI a con- Tercer Estado (Asamblea Nacional, noche
ESTADOS GENERALES sultar a sus «Estados... Los azares de la co- del 4 de agosto y Declaración de Derechos)
yuntura. la crisis del absolutismo y las en- quitarían, así, todo carácter proble~ático a
señanzas de la época suman sus efectos para esa consulta. Le darían todo su sentido, ex-
Bajo el Antiguo Régimen, los Estados to de Enriq ue IV, la regente Maríade Mé- ob ligarle a ello : hambr e y tumultos popu- plicarían el problema y dispensarían de te-
Generales eran un expedie nte de excepción, dicis, enfrentada con la rebelión de Co nd ée, lares, déficit financiero de un Estado con ner qu e detene rse en ella.
sin autonomía, sin futu ro y que no dejaban se ve ob ligada a apelar a los Estados en sus recursos y expedientes fiscales agorados. H ay una unanimidad del silencio, por
ningún rastro de sus actividades. Sólo de- 1614. Sed. necesario esperar más de un si- presión imperiosa de la opin ión pública, re- ende, y de la indiferencia, que oculta de he-
bían su reunión a la iniciativa del gobierno, glo y medio antes de que se los convoque sistencia sob re todo de los notables y los cho razones más profundas. Refleja la difi-
que los mantenía y los disolvía a su antojo. de nuevo. parlamentos, op uestos a toda reforma de las cultad de tomar en cuenta al mismo tiempo
Estaban desprovistos de tod a autoridad en Desde el fin de la Edad Media hasta la finanzas reales que no sea sancionada por los votos y las quejas, la puja electo ral y las
materia de gobierno y hasta de legislación. Revo lución, el acto de representar conse r- los Estados Generales. Pero basta que el go- pujas políticas. Y sobre todo la dificultad
y aunque tomaban parte en la elabo ración vad siempre el sentido muy restrictivo qu e bierno lo consien ta para que aparezcan de conciliar con la rup tura creadora de 1789
de algunas o rdenanzas , en térm inos de de- le asignan tanto goberna ntes como gober- bruscamente otros planteamientos de un ac- un episodio q ue la pon e, inevitab lemente,
recho, el rey era el único legislador del rei- nados: el puebl o, por delegación , pero sin tor inédito : el T ercer Estado, al qu e la có- en tela de juicio.
no, como autor de las leyes y com o dispen- intermed iarios, presenta al monarca la ima- lera popular, la apelación a los derechos na- En efecto, las eleccione s de 1789 señalan
sador y garante de los pri vilegios. Hasta gen de su reino , exponi éndo le sus deseos, turale s y la reivindicaci ón igualitaria unen tanto un fin como un advenimiento. Son las
1789, este atributo esencial siguió siendo un sus qu ejas y sus reconvenciones. Es un acto momentán eamente en la denunci a contr a últimas del Ant iguo Régimen y las prim e-
prin cipio intan gible de la autoridad mon ár- qu e refleja la naturaleza misma de la socie- los seño res, los privilegios, el despotismo, ras de la Revolución. T ienen lo suficiente
qui ca: frente a una coy untu ra excepcion al, dad del Ant iguo Régimen, donde el indivi- yen una aspiración común : ob tener un a re- de ambos como para ser inclasificables: so n
el mo narca apela a la «represent ación.. del duo no tiene existencia polí tica más q ue a presentación igual a la de los dos pr imeros un proc edimiento tradicion al de las institu-
reino, a fin de ob tener un consenso para su través de las entidades orgá nicas a las que ó rdenes sumados, y dar efectividad a su ciones monárquicas, pero también un a puja
polí tica o, más simplem ente, subsidios ex- pertenece: el o rden, la corporación, la co- prepo nderancia votando por persona y no po r el poder. Cu ando los cuadernos piden
traordinarios. A la muerte de Luis XI, en munidad , el privi legio. «Representar.., por o rden . A finales del invierno de 1789, la reforma del régimen, abre n el camino ha-
1483, los Estados Gene rales son invitados a pues, antes de 1789, no implica forzosa- al térm ino de una campaña electoral agita- cia su diso lución, comis ionando en Versa-
dar su opinió n sob re la organización de la mente repr esenratividad, ni siquiera elec- da, Francia se dedica a redactar sus quejas Hes a los autores de una nueva legitimidad
regencia: Despu és de un largo interva lo, ción. Es, ante tod o, estar en com unión, y a designar a sus repr esentantes, aquellos política, instituida po r la soberanía nacio-
Francisco lila s convoca , en 1560, para po- transmitir, operación a la cual la designa- que, unos meses más tarde, se adueñará n de nal y los der echos del hombre.
ner remedio a la crisis finan ciera y apaci- ción de los diputados qu eda estrechamente la soberanía nacional. En esta tran smisión , la antigu a mon ar-
guar Jos ánimos despu és de los tumultos subordinada. pues sólo es el reconocim ien - Sin embargo, las elecciones a los Estados q uía desempeña un papel involunta rio, pero
provocados por las innovaciones religiosas. to de los atributos que cualifican a un indi- Gene rales, como las Otras votacio nes revo- indiscu tible. En el momento de rean udar,
Los Estados Ge nerales se reúnen nueva- viduo para llevar a los Estados Generales lucionarias, son casi igno radas po r la histo- después de un siglo y med io. una tradición
mente en Blois en 1576-1577 para resolver las quejas de su comunidad. En efecto, la riografía revolucionaria, de derechas tanto perdida, instala un disposi tivo jurídico y
la situación religiosa después de la forma- forma antigua del mandato imperativo hace como de izquierdas, del siglo XIX tanto político que despeja el camino para el triun-
ción de la Liga; en 1588-1589. po r las mis- del mandatario, no el autor de una volun- Como del xx. A menudo este episodio es fo del Tercer Estado. Fija sus términos, por
mas razones, complicadas por la cuestión tad política, sino un simple mensajero, el despachado en unas pocas líneas perezosas decirlo así, y prescribe sus modalidades, an-
dinástica que planteaba la existencia de un portavoz escrupuloso de un cuaderno de y red ucido a una especie de enlace mecáni- tes de ofrecerle su primera víctima. Es de-
heredero protestante. Después del asesina- contenido bien preciso, que proscribe toda co entre las reivindicacio nes de los patrio- cir que la Revolución debe tanto a sus au-
Acontecimientos 62 63 Estados Generales

tores como al reglamento electoral del 24 de poraciones. Pero al mismo tiempo recono- mación del poder político. Así, para preve- Estado se hace en varios grados, dos al me-
enero. ce el derecho de voto a todo miembro del nir las declaraciones que podían fundarse nos, a menudo tres y a veces cuatro. En los
La gran novedad de este documento re- tercer orden que tenga al menos veinticin- -a justo título--- en los «antiguos usos ", campos, las asambleas primarias, reunidas
side, ante todo, en su existencia misma. Por co años y esté inscrito en la nómina de con- se decidió también aumentar considerable- en el marco de las parroquias, eligen dos di-
primera vez, en 1789, las cartas de convo- tribuyentes. No se establece ninguna distin- mente el número de diputados a los Esta- putados a razón de 200 familias o menos,
catoria -simple requerimiento formal, más ción entre el derecho de elección y el dere- dos: el texto prevé un millar, casi el doble 3 por 300, 4 por 400, etc. Los burgos y las
protocolario que jurídico-e- son acompaña- cho de elegibilidad: todo individuo que tie- de los escaños de 1614. Pero el principio de pequeñas ciudades eligen uniformemente 4
das de un verdadero código electoral cuya ne acceso a las asambleas electorales adquie- la proporcionalidad es incompatible con la representantes. Las ciudades importantes
minuciosidad, complejidad y preocupación re, por ese mismo hecho, la facultad de pre- idea de mandato imperativo, donde la pala- siguen un procedimiento en dos grados :
sin precedente por la unidad y la equidad sentarse como aspirante al voto de sus con- bra de los mandantes importa infinitamen- cada corporación de oficio nombra a un di-
implican, evidentemente, un cambio en el ciudadanos. La igualdad política, antaño te más que el número de sus mandatarios. putado por cada 100 miembros; las corpo-
derecho público. contingente, tributaria de la voluntad de los Que tantos contemporáneos, empezando raciones de artes liberales y los habitantes
Sin embargo, es un texto ambiguo, con- individuos, de ciertos grupos de presión o por los aristócratas menos flexibles, hayan independientes, o no comprendidos en una
tradictorio, a mitad de camino entre la tra- del arbitrio real, halla aquí su sanción jurí- defendido con igual vigor el mandato im- corporación, obtienen 2 diputados por cada
dición y la innovación, una yuxtaposición dica: por primera vez, el pueblo hace por perativo y la proporcionalidad no es la me- 100. Todas estas personas elegidas forman
empírica de los usos antiguos y del espíritu derecho una entrada masiva en la vida pú- nor de las paradojas. la Asamblea del Tercer Estado de la ciudad,
nuevo . Por una parte, retoma el marco y la blica. Como un siglo y medio antes, es el bai- que a su vez designa a los diputados de la
forma de las convocatorias anteriores, pres- Inseparable de la igualdad política es la liaje (o la senescalía), jurisdicción judicial Asamblea del bailiaje.
cribe la reunión de los habitantes de las ciudadanía, que transforma a los súbditos que había completamente caído en desuso Allí el procedimiento se complica con la
grandes ciudades por corporaciones y ofi- del reino en miembros del cuerpo político, al final del Antiguo Régimen, el marco en distinción entre dos tipos de categorías. Los
cios, mantiene el antiguo tipo de represen- en nombre de la idea de progreso. No se el que se realizan las elecciones. La nobleza bailiajes llamados «principales" envían di-
tación como mandato imperativo y el pro- puede excluir de la vida pública, dirá Nec- elige directamente a sus delegados en la ca- rectamente delegados a los Estados Gene-
cedimiento tradicional de las quejas (do- ker a los Notables, a toda una clase de hom- beza de distrito de la jurisdicción, en asam- rales: los elegidos de las diversas localida-
léanees). Multiplica las excepciones y las de- bres tan estrechamente unida a la prosperi- blea plenaria. El derecho a elegir y ser ele- des de la jurisdicción se reúnen en la cabe-
rogaciones en nombre de privilegios adqui- dad del Estado por el comercio, la indus- gidos les corresponde a todos los miembros za de distrito, redactan el cuaderno del Ter-
ridos. Sobre todo, conserva la separación de tria , las ciencias y las artes ... : «Estamos ro- del segundo orden, propietarios o no . Los cer Estado y eligen sus diputados. Pero hay
los órdenes y guarda silencio sobre la rei- deados de valiosos ciudadanos, cuyos tra- primeros son convocados individualmente otras circunscripciones que comprenden
vindicación principal del Tercer Estado: de- bajos enriquecen al Estado, y a quienes el y pueden votar en todas las partes donde varios bailiajes, uno de ellos principal y uno
liberación y votación en común. Estado, en una justa retribución, les debe posean feudos, directamente o por procu- o varios secundarios. Entonces, cada una de
Pero, por otra parte, concede al Tercer estima y confianza" (6 de noviembre de ración (es el caso, particularmente, de las las asambleas de bailiaje procede primero de
Estado, al menos, una representación doble 1788). El desarrollo de la economía, el in- mujeres y los menores). Los segundos, con- una manera autónoma: después de la fusión
y consagra los principios que fundan la re- cremento de la Ilustración, la generalización vocados mediante anuncios, sólo participan de las quejas (doléanees) en un solo cuader-
presentación política moderna. Las frases de la ciudadanía, todo contribuye a borrar en las asambleas electorales allí donde están no, designa a un cuarto de sus miembros,
iniciales del reglamento del 24 de enero son, el carácter imprescriptible de los usos anti- domiciliados. que van luego a la cabeza de distrito del bai-
a este respecto, elocuentes. «El Rey, al di- guos y a debilitar la referencia a las convo- Para el clero coexisten dos registros dis- liaje principal, última etapa de la consulta,
rigir a las diversas provincias sometidas a su catorias anteriores. Reconocerlo ante los tintos . Los cardenales, los arzobispos, los para nombrar a los diputados que irán a los
obediencia cartas de convocatoria para los Notables fue para el gobierno inclinarse obispos y todos los titulares de beneficios Estados Generales . La reducción a la cuar-
Estados Generales, ha querido que sus súb- ante el veredicto de la razón histórica, en- y de un cargo parroquial efectúan una elec- ta parte (grado suplementario de elección)
ditos sean todos llamados a concurrir a las carnado en lo sucesivo, ya no por la mo- ción directa. Los canónigos y los religiosos está destinada, no solamente a «evitar asam-
elecciones de los diputados que deben for- narquía, sino por una nueva figura, sobera- eli~en en dos grados . Cada comunidad de- bleas demasiado numerosas " y «disminuir
mar esta grande y solemne asamblea . Su na e ingobernable: la opinión pública. signa generalmente a un representante que las dificultades y los gastos del viaje"
Majestad desea que, desde todos los rinco- La idea de una justa proporcionalidad en- va al bailiaje, lo que asegura al bajo clero (art. 34), sino también a quitar a los iletra-
nes de su reino y desde los lugares menos tre la importancia de la representación y la una preponderancia sensible en las asambleas dos que han logrado pasar por las asambleas
'4'>nocidos, cada uno tenga la seguridad de de las cricunscripciones fue también hija de electorales y, más tarde, en los Estados Ge- primarias toda posibilidad de tener acceso
hacer llegar hasta ella sus deseos y sus re- la época. La igualdad de derechos, en efec- nerales (al menos 204 curas por una cin- a la diputación.
clamaciones." La estructura de la queja , to, prescribe un tipo de representación mo- cuentena de obispos y coadjutores, y 18 vi- París, donde sólo se votará a fines de
pues, se mantiene: el Rey consulta a la na- derna que instaura una relación estable en- carios generales). abril, tiene un régimen particular: 60 distri-
ción a través de la petición escrita de las cor- tre repre sentantes y representados en la for- La elección de los diputados del Tercer tos , 60 asambleas primarias de barrio, en-
Acontecimientos 64 65 Esta dos Generales

cargadas de delegar a la reunión de la ciu- cuales se ven emplazadas a comparecer -a desequilibrio es tanto más paradójico cuan - viñadores y jornaleros, lo que es previsible
dad que elige, en última instancia, a los 20 menudo el mismo día- en dos, si no en va- to que se ajusta al reglamento y, al mismo para quien conoce el dominio de los nota-
diputados a los Estados. Aquí el criterio rias, asambleas. Las hay que, "para conser- tiempo, es incompatible con uno de sus bles rurales sobre los procedimientos. Pero
electoral, que mezcla estatus y dinero, es var la influencia.., no vacilan en multiplicar fundamentos esenciales, el principio de la esta comprobación prosaica no lo dice todo,
sensiblemente más selectivo que en las pro- sus comparecencias. Como esa comunidad proporcionalidad. pues en esta etapa elemental de la consulta,
vincias. Se establecen seis libras de capita- del Loudunais que llega a enviar delegados En la Francia rural, de una parroquia a el filtrado de los hombres es más un arre-
ción al menos para todos los qu e no son a C hinon, a Saumur y, sobre todo, a Lou - otra, la reunión de los electo res presenta a glo convenido que una competición impre-
convocados de oficio: los graduados de fa- dun, cuya jurisdicción, sin embargo, no in- menudo el mismo decorado. Si la escena visible, menos una manupulación de lo alto
cultades, los titulares de cargos y comisio- cluye más que a una sola de sus casas. está siempre ocupada por los campesinos, que un consentimiento emanado de abajo.
nes y los poseedores de títulos de maestro Estas confusiones e incertidumbres otros son los animadores: los presidentes de Así puede establecerse un apacible reparto
artesano. muestran bastante bien la incapacidad del las asambleas, que transforman una compe- de las tareas entre representantes y repre-
Finalmente, el escrutinio adoptado por el gobierno para adaptar sus viejas circuns- tencia jurídica en instrumento de una am- sentados: a unos, las prerrogativas de las
gobie rno es plu rino minal, a varias vueltas y cripcio nes a las nuevas disposiciones regla- bición política. Este enfoque esencialmente amonestaciones, a los otros, los honores del
por mayorí a absoluta; los electores votan ment arias. Lo que le obliga a modifi car leguleyo del proce dimiento, que se vuelve mandato ; de un lado, la voz de un a comu-
po r un homb re, no por una lista. Por con- co nstantemente su texto, al capr icho de las a encontrar, además, en cada nivel de la je- nidad, del otro, la ambición de un individuo :
siguiente, deben designar a sus representan- reclamaciones que le llegan un poco de to- rarquía electoral, es a la vez legal e impre- dos lógicas de las representaciones, unidas sin
tes uno tras otro y, para cada uno de los das partes. A este respecto, al menos, pue- visto. Al exigir que toda asamblea primaria principios en virtud de las canas reales.
candidatos, establecer una mayoría absolu- de decirse que la existencia de un reglamen- sea presidida por el juez del lugar o, en su Disponemos ya del inventario de las
ta. En los niveles inferiores de la jerarquía to electo ral no cambia mucho las viejas defecto, por un funcionario público, el re- comparecencias en las asambleas de bailiaje
electo ral, el voto es público; en su etapa fi- pr ácticas de negociaciones y com pro misos glamento autoriza una acumulación desen- (principales y secun darios), aunque sea un
nal es secre to. de las convocato rias pasadas. frenada de presidencias, lo que permit e al poco escueto: el núm ero de los electo res di-
Acceso de oficio a la asamblea electoral Tanto más cuanto que muchos privilegia- magistrado local aumentar su influencia, no rectos a los Estados Generales, sumados to-
para los privilegiados, sufragio casi univer- dos ~iudades, grupos, individuos- con- sólo sobre la deliberación de la asamblea y dos los órdenes, se sitúa entre los \05.000
sal para el Tercer Estado: estos dos rasgos sideran las modalidades de la consulta como la elaboración de las quejas, sino también y los 1\0.000 hombres. De este conjunto,
resumen por sí solos las contradicciones de simples instrucciones desprovistas de todo sobre las elecciones propiamente dichas. el Tercer Estado representa por sí solo un
un procedimiento que mezcla hasta lo pa- carácter obligatorio. Empezando por el Du- Este ascendiente, sin embargo, tiene sus lí- 40 %, el clero y la nobleza, respectivamen-
radój ico lo «orgánico» y lo «democrá tico». que de Orléans, en sus célebres Instructions, mites. Si el cuaderno se inspira a menudo te la terce ra y la cuarta parte, aproximada-
Sin embargo, hace aparece r una profunda y hasta ciertos ministros, preocupados por en un modelo preestablecido, nunca lo re- mente. Para limitarn os al número, los órde-
unidad de conjunto que recuerda en algo la salvaguardar a la nobleza y sobre todo al produce textualmente. Detrás del escrito ju- nes privilegiados logran alrededor del 60 %
votación de distrito moderna. alto clero, que se entera con aprensión de rídico y notarial se trasluce siempre un fon- de la "masa electoral .., preponderancia que
En efecto, se harán verdaderos esfuerzos la preponderancia de los curas en las asam- do de reivindicaciones cuyo tenor y espíri- explica la reducción a la cuarta parte im-
para llegar rápidamente a una justa reparti- bleas electorales. tu no engaña. El pueblo humilde de los puesta al Tercer Estado en los bailiajes prin -
ción de las circunscripciones electorales. Sin En otras partes, los defectos de la divi- campos no dedica a los asuntos públicos cipales y secundarios reunidos. En cambio,
embargo, no resuelven las incertidumbres sión en circun scripciones electorales hacen más que una atenc ión distraída, y limita sus en los bailiajes principales sin los secunda-
que las investigacion es empre ndidas apre- el text o de N ecker inope rante, absur do y audacias a la expresión de deseos de orden rios, el T ercer Estado mantiene bastante
suradamente sobre las convocatorias ante- sobre tod o poco equi tativo . Como cada re- social y administrativos. Es menos «revolu- clarame nte su preem inencia numérica. Es
riores dejan subsistir: número, población, gistro separado tiene derecho a dos repre- cionario .. de lo que imagina Tocqueville, evidente que el porcentaje globalmente ma-
contribuciones y sobre todo jurisdicciones sentantes, ocurre que dos o tres aldehuelas pe~o mucho menos timorato de lo que cree yoritario de los privilegiados no puede in-
de las instancias . Los bailíos y funcionarios aisladas tengan tantos delegados como una Taine o de lo que sugiere su desaparición cidir en las operaciones electorales propia-
locales, instados a precisar los contornos cabeza de distrito de bailiaje. También pue- en el momento de la votación, pese a su mente dichas, pues en princi pio los órdenes
exactos de su sede, a menudo confiesan su de oc urrir qu e se declare inexistent e una pa- aplastante pr epond erancia numérica. delibe ran y vota n separadamente. Pero esta
desconc ierto. Existen en esa época una mul- rroquia, una tierra no habitada o una co- En efecto, van al bailiaje sobre todo los venta ja no da menos resonancia part icular
titud de jurisdicciones cuyos límites no co- munidad compuesta por un solo hogar, úni- más acomodados y los más instruidos: los a la reivindicación de votar y elegir en co-
rrespo~den forzosamente a los (supuestos) co elector que, se supone, debe deliberar, si labradores independientes de la sociedad mún . En esta hipótesis, y suponiendo que
de los bailiajes. Sobre más de 400, hay po- se puede decir así, redactar un cuaderno y... rural que constituyen la cepa "política.. de el gobierno hubiese mantenido para el Ter-
cos que no compartan con jurisdicciones elegir dos diputados. la sociedad rural y los legistas y hombres cer Estado la elección por grados, éste se
vecinas, ya sea parroquit s compartidas a Exceso de representación, por un lado, de administración que son sus portavoces. habría hallado en minoría en buen número
medias, ya sea parroquias disputadas, las comunidades «quiméricas» , po r el otro: el Desaparecen, o poco menos, los braceros, de asambleas .
Acontecimientos 66 Federación
67
Fue en el espacio del bailiaje donde la vo- los grupos organizados. O bservaciones, casi íntegra de Les sociétés de pens ée et la Révolution [rancaise, G óttingen, Van -
tación de 1789 rompió definitivamente con Instrucciones, Memorias, folletos: toda esta démoeratie. Etudes d'bistoire r éuolution- denhoeck & Ruprecht, 1978, páginas
las convocatorias pasadas. Aquí, no hay inmensa literatura (cuya recepción por el naire, París, Plon, 1921, con un texto 188-206.
elecciones arregladas de antemano, ni vota- público se conoce muy mal, además) no complementario), preso por Jean Baech- HALÉVI, RAN, «Modalités, participation et
ciones sin debates, sin polémicas, sin sor- basta para proporcionar las claves de la vo- ler, París, Presses Universitaires de Fran- luttes électorales en France sous l' Ancien
presas. Folletos, consignas, maniobras dis- tación; por el contrario, a menudo oculta R égime», en Daniel Gaxie (baj~ la dir.
ce, 1979, págs . 49-93.
cretas, coa licio nes inéditas, candidatos «in- lo que se d irime realmente, mucho más pro - FURET, FRANC;OIS, «Les électio ns de 1789 de), Explication du vo te. Un bzlan des
visibles» y elegidos imprevistos : la movi li- saico, pero menos fácil de localizar. aParis, le Tiers Etat et la naissance d' une études électorales en France, París, Pres -
zación electoral en su última etapa ilustra Esto significa que la retórica igualitaria classe dirigeante», en Albert Cremer ses de la Fondation Nationale des Sciene-
con mil ejemplos el análisis que ha hecho está lejos de asegurar siempre y en todas (bajo la dir. de), De l'Ancien Régime ti la ces politiques, 1985, págs . 85-10 b ~ I .ES
de ella Augustin Cochino Lo que ha puesto panes el acceso a la diputación. ¿Cuántos
~ -,
de relieve es la paradoja fundamental de un adversarios ruidosos del absolutismo, pro-
J-,,~~ ~J)
procedimiento que yuxtapone un voto «de- motores de reformas y de la polémica po -
• ~'","-&O/
mocrático» a un a consulta «tra d icional» la
división de los votos y la un animidad de los
lítica so n descartados en beneficio de can-
didatos desconocidos, a veces ausentes, en
FEDERAClüN ~ '~" ~
deseos. Es una confusión de principios de la hora fatídica del VOto? ¿Cuántos diputa- )J'~G I';)'"
consecuencias inevitables: la votación sepa- dos oscuros, que no tomarán ninguna parte El prestigio de la Federación y de todo diferencias locales y regionales (ellas son,
rada de los órdenes, que aísla a la nobleza activa en los trabajos de la Asamblea Cons- lo que se entiende por ella -pues l~ pala- dice aún Michelet, "la geografía rnuerta-};
de su esfera de influencia natural, y la su- tituyente -representan alrededor del 70 % bra sirve, a menudo un poco negligente- haber dado a los hombres, por primera vez
cesión de eliminatorias impuesta al Tercer de los elegidos del Tercer Estado-, debían mente, para desig nar, ya los esfuerzos de en su historia, la fuerza pa ra superar el ho-
Estado neut ralizan, por así deci rlo , la in- su elección a so lida ridades forja das mu cho unión de las G uardias Nacionales en el ve- rizon te aldea no, «el espíritu de cam pana rio
fluencia de los notables tradicionales, dejan- antes de 1789, al margen del debate políti- rano y el otoño de 1789, ya los rnovirnien- (ellos abandonan, dice Louis Blanc, la ca~ ­
do del campo libre a gentes nuevas y espe- co? Si la tesis de Cochin se confirmase, en- tos federativos de la primavera de 1790, ya pana que anuncia el nacimiento de sus hI-
cializadas, anónimas y poderosas. Acos- tonces se podría sostener que el Antiguo la Federación nacional de julio de 1790- jos, la cruz de madera que protege las :e-
tumbradas a los mecanismos de depuración Régimen, antes de desaparecer, efectuó la reside en ser el episodio menos controver- nizas de sus abuelos); y haber estableCido
y de exclusión, hallan la tarea tanto más fá- primera depuración de la Revolución fran - tido de la Revolución francesa. Esto obe- el prestigio central de París. El mo~imiento
cil cuanto que las elecciones se llevan a cesa. Ra n HALÉVI. dece a varios motivos: al hecho de haber se federativo pone en imágenes la pas ión fra n-
cabo, como es habitual, sin candidatos, sin extendido a todo el territorio nacio nal, tes- cesa por la un idad y, a la vez, el sentim ien-
Véase también: ANTIGUO R ÉGIMEN, to de la convergencia hacia el centro, pues
programas y sin la confrontación necesaria timonio de una voluntad espontánea, simul-
CLUBS y SOCI EDADES POPULARES, ELEC- afirma explícitamente la renuncia a los par-
de las ideas y los programas. Y en este va- tánea y unánime: «un mismo instinto -es-
CIO ES, IGUA LDAD, LUIS XVI , N ECKER,
cío se instalan justamente las nuevas redes cribe Jaures- advirtió en el mismo mo- ticularismos e ilustra concretamente la mar -
SUFRAGIO, T AINE, TO CQUEVILLE.
de poder, promotoras de la "sociabilidad mento a todos los grupos de ciudadanos, a cha de las provincias sobre París. Hasta T ai-
democrática» formada en las "sociedades de Orientación bibliográfica todas las ciudades, que la libertad sería pre- ne, a quien se debe el relato más forzado ~~-
pensamiento» al margen de la sociedad or- BRETIE, ARMAND, Recueil des documents caria y débil mient as só lo reposase en la b re la Federación, admite que los parti CI-
gánica: círc ulos, clu bs, museos, soc iedades relatifs ti la convocation des Etais Gén é- Asamb lea Nacional, y que era menester pantes del 14 de julio de 1790 fueron «trans-
patrióticas, gabinetes de lectura y logias ma- raux de 1789,4 vols., París, 1895-1915. darle tantos hogares como comunas había»; portados, embelesados por encima de sí
sónicas. En el escenario de enfrentamientos CADART,JACQUES, Le Régime électoral des al hecho de haber puesto en práctica la fra- rrusmos - .
que inauguran la convocatoria, sólo estos Etats Gén éraux de 1789 et ses origines ternidad, retorno, para Michelet, a "ese fon- Es verdad que sólo fue el lapso de una
órganos pueden ofrecer «d irigent es, fórmu - (1320-1614 ), París, Sirey, 1952. do de la naturaleza humana» que es la so- mañana, el tiempo de un abrazo y un jura-
las, hombres preparados»; sólo estos prác - CHARTIER, ROGER, Y DENIS RICHET (bajo ciabilidad, y por ende verdadera invención mento : al día siguiente «vuelven a ser lo que
ticos de la «democracia directa» saben mo- la dir. de), Représentation et pouvoir po- de esa «Iglesia un iversal que no conoce más han sido siempre" . Desde Taine, el reexa-
vilizar votos, «neutra lizar» adversarios en- litique. Autour des Etats G énéraux de temp lo q ue la bóveda del cielo, desde los men crítico de la Federación ha consistido
cumbrados y "tamizar » a una multitud 1614, París, Editions de l'Ecole des Hau- Vosgos hasta las Cevenas y desde los Piri- siempre en poner en duda los relatos eufó-
inorgánica de votante, tes Etudes en Sciences Sociales , 1982. neos hasta los Alpes "; finalmente, y sobre ricos que le ha dedicado la historiografía. Se
Este análisis revela el carácter vago , in- C OCHI , AUGUSTIN, " La campagne élec- todo, al hecho de aparecer como acta de na- ha puesto en duda su unanimidad, hacien-
cierto, ambiguo, de las relaciones entre la torale de 1789 en Bourgogne- y «C orn- cimiento del patriotismo francés: las Fede- do observar que su pr incipal actor, la Guar-
movilización electoral y la campaña de 0lii- ment furent élus les d éput és aux Etats raciones, bodas de Francia consigo misma, dia Nacional, estaba muy lejos de represen-
nión, entre el peso de los escritos y el !e généraux, L 'Esprit du jacobinisme (reed. según Mic hele t, pa recen haber abo lido las tar a la nació n; se ha disc utido la esponta-
Ideas 577 Feudalidad
576
evolución de las costumbres y la emancipa- mente los dos últimos libros de L'Esprit des
FEUDALIDAD ción de los siervos, el gobierno político re- lois tienen sus principales comentadores al
toma sus derechos, sin que podamos decir otro lado del canal de la Mancha, donde,
En la historiografía mod erna francesa la Cuando aparece esta palabra a comienzos con exactitud cuándo. Si, además, para efectivamente, alimentaron la reflexión de
palabra designa el sistema de relaciones de de siglo en Boulainvilliers, no se toma en Montesquieu la monarquía francesa es uno la filosofía escocesa sobre el «sistema feu-
hombre a hombr e que se introduj o poco a mal sentido, al cont rario, designa un perío- de los mejores gobiernos que han existido dal.., concepto que se hace extensivo a lo
poco en Europa O ccidental después de las do de la historia nacional en que la monar- jamás sobre la tierra, una parte de todo ello económico y a lo social para oponerlo a la
invasiones germánicas, a partir del contrato quía se halla controlada por la nobleza na- se debe a su antepasado, la monarquía moderna «com m ercial society ». Y a través
vasallático del feudo . No s remite a la red cida de los conquistador es francos. Su base feudal. de los intermediarios escoceses (Robertson,
de jerarquía y dependencia ent re personas la constituye el der echo feudal -analizado Esta cotinuidad, en efecto, es el funda- Hume, Ferguson, Smith, Millar) la idea re-
privadas libres que se constru yó sob re la a partir del Renacimiento-, la propi edad mento del carácter inseparable de la monar- tornará a Francia donde se encuentra por
decadencia de la auto ridad pública ; a través condicional y el feudo recibido por el va- quía y de la nobleza en L' Esprit des lois. ejemplo en el manuscrito póstumo de Bar-
del feudo el señor y su vasallo se compro- sallo de su señor comporta al mismo tiem- Por ello el «gobierno mon árquico» a la nave, antes de invadir todo el siglo XIX.
meten en una relación mutua de pro tección po que derechos políticos la obligación del francesa designa un cuerpo político equili- Pero en el siglo XVIII la opinión pública,
y de servicio. En este sentido feudalidad se ho menaje y el servicio. Pero Boulainvilliers brado, en que la autoridad soberana del incluso la culta, de todo el tratamiento que
opone a feudalismo , palabra que sirve para utiliza el concepto únicamente en el plano príncipe se encuentra limitada por la tradi- Montesquieu hace de la feudalidad, reten-
definir el conjunto del sistema económico po lítico, para exaltar lo que él denomina ción, las costumbres, las pasiones dominan- drá sobre todo sus conclusiones políticas y
domi nante durante el mismo período y que frecuentemente «gobierno feudal", compar- tes, «el prejuicio de cada persona y cada la indisolubilidad del vínculo entre monar-
se funda en la propiedad territorial y en el tido entre el rey y la nobleza, y para opo- rango ... Es lo mismo que decir que tanto en quía y noblez a. En este punto el libro de re-
señorío rural. nerlo a los posteriores ataques y usurpa cio- la monarquía como en el gobierno feudal el ferencia que tuvo más repercusión, como
Ahora bien, feudalismo es un neologis- nes del absolutismo contra los derechos po - destino del rey y el de la nobleza van uni- siempre, por ser el más simple, incluso sim-
mo, mientras que feudalidad es una palabra líticos de la nobleza. dos: «El poder intermediario más natural, plista, es el de Boulainvilliers, que apareci ó
antigua que existe ya desde el siglo XVI, En los dos últimos libros de L 'Esprit des es el de la nobleza". El rey no comparte la en 1727. A esta concepción liberal-aristo-
pero cuyo uso corriente apenas está atesti- Lois (libros XXX y XXXI), Montesquieu soberanía, pero si su autoridad se ejerce crática de la monarquía, los adversarios del
guado antes del siglo XVIII. El Dietionnai- no emplea la palabra - feudalidad, porque junto con otros poderes es por una benéfi- derecho de nacimiento inscrito en el dere -
re de l'A cadémie Francaise registra el adver- lo que le inter esa comp render es la relación ca herencia de la feudalidad. cho de conquista respondieron definiendo
bio «feudalmente » a partir de 1694, en su entre las leyes feudales y el tipo de gobier- Coexisten también en Montesquieu, dis- la feudalidad como una usurpación de los
primera edición , pero el sustantivo «feuda- no monárquico que se instaló en Francia al tintos pero mezclados, un análisis histórico derechos de la Corona. El abate Dubos veía
lidad- no se mencion a hasta la cuarta edi- corre r de los siglos. A sus ojos el derecho de la feudalidad y, a través de ella, una jus- en éstos una herencia imprescriptible del
ción de 1762, diez años después de que apa- feudal, hijo lejano de las invasiones francas, tificación de la monarquía francesa moder- Imperium romano, trasmitida a los reyes
rezca en el Dictionnaire de Tr éuoux. En la elaborado lentamente a partir del momento na. La parte analítica, extraordinariamente francos por medio de una alianza en buena
Enciclopedia de Dideror la palabra es obje- en que la heredabilidad del feudo sustituye sutil, renueva el tratamiento del tema. Mon- y debida forma. La parte más significativa
to de una definición estrictamente jurídica a las do naciones de tierras en precario, es la tesquieu es el primer autor que caracteriza de este debate que hace furor desde la pri-
(~I ~ontrato de feudo a cargo de un espe- cuna de las mo narquías nacionales, regíme- la sociedad feudal por una confusión entre mera mitad del siglo es que tanto los defen-
cialista, Boucher d' Argis. Y sin embargo su nes descono cidos en la Antigüedad. En ese soberanía política y propiedad civil, y ve en sores de la «tesis nobiliaria », como los de
significado se ha ampliado ya, reinventad a derecho ve Montesquieu después y conjun- todo ello un sistema sociopolítico inédito, la «tesis real», sacan conclusiones diferen-
por los historiadores para dar un contenido tament e con el derecho romano y el dere- construido progresivamente por el azar y tes de presupuestos comunes . Los dos cam-
a esa Europa, y sobre todo, a esa Francia cho canónic o, la tercera gran elaboración las desgracias de los tiempos a partir del si- pos hacen del «gobierno feudal.. una cate-
anterior a la época moderna y a los progre- jurídica de la civilización europea , y la más glo x. Mezcla también la erudición propia- goría central de la historia nacional, ambos
sos ya sea del absolutismo o de la «civiliza- importante para el origen de la monarquía mente jurídica sobre el derecho feudal, ela- ven en él un tipo de régimen contradictorio
ción". Por todo lo cual durante la Revolu- francesa. Es verdad que en sus orígenes la borada a partir del Renacimiento, con la con la soberanía real, ambos hablan en tér-
ción francesa se con vertirá en uno de los ley feudal destru ye el «gobierno político » concepción exclusivamente política del «go- minos de usurpación porque los dos com-
término s más empleados de todo el voca- porque fracciona los derechos de la autori- bierno feudal » , que Boulainvilliers imagina parten la misma obsesión por la legitimidad .
bulario político, por ser uno de los más ne- dad pública a lo largo de la pirámide vasa- como una creación deliberada de los reyes Si la feudalidad es una continuación de la
gativos, tal vez el más, que reúne y concen- lIática y sustituye la «monarquía política.. francos para mantenerse fieles al espíritu de conquista, es fiel a los orígenes de la nación,
tra en sí todos los males del Antiguo Ré- por la «monarquía feudal... Pero al ir exten- una monarquía electiva. En este capítulo en cuyo caso es la monarquía absoluta la
gimen. El año t 789 es la grandiosa puesta diendo poco a poco su autoridad a través Montesquieu abre camino a la historia, más usurpadora. Si, al contrario, ponemos a la
en escena de toda esta deriva semántica. del renacimiento del derecho roma no, la que a la polémica o a la política. Curiosa- autoridad real en el punto de partida, en-
578 Feudalidad
Ideas 579

tonces la feudalidad es la que ha usurpado que a finales del siglo XVIII constituye un última vez el ban y el arriére-ban. Lo que triangulares, en los que los señores no tiene
en la Edad Media sus títulos y sus funcio- tema argumental de gran peso cuya inci- fue codificándose poco a poco a lo largo del por qué ser los vencedores.
nes, y la monarquía moderna es un mero re- dencia se puede medir al azar en los múlti- siglo XVI en los tratados generales y en los Los derechos feudales pueden, asimismo,
tomo a la constitución. La feudalidad de ples folletos de 1787, 1788 Y 1789. En to- consuetudinarios bajo el nombre de dere- en pleno siglo XVIII arrastrar los rasgos de
Boulainvilliers y la de Dubos, mucho más dos ellos feudalidad y monarquía absolu- cho feudal, fue el derecho del señorío, que la antigua servidumbre, como los campesi-
que la de Montesquieu, al fin y al cabo sim- ta se han transfigurado en imágenes sucesi- tiene que ver ante todo con la definición de nos "de manos muertas " del Franche-Com-
ple producto de la historia, hacen cristali- vas de la usurpación de los derechos de la las prestaciones de cualquier naturaleza que té, que permanecen toda su vida vinculados
zar las pasiones nacionales porque plantean nación. los tenentes deben a cada señor dentro de a la tierra de su señor, y que pierden sus bie-
en lo referente a la nobleza y al poder so- Pero cuando no se las asocia en una con- esa zona de jurisdicción que constituye su nes y derechos si la abandonan, e incluso
berano la doble cuestión de los orígenes y dena común, es la feudalidad la que asume "propiedad eminente " (por oposición a la en este caso permanecen sujetos al "dere-
la legitimidad. el papel del villano en la historia de Fran- "propiedad útil»), El señorío puede ser po- cho de seguimiento " por parte de su señor,
Podemos verificarlo en el caso de Mably, cia. Tal interpretación se encuentra entre los seído por un noble, por un plebeyo, y en es decir, siguen bajo su jurisdicción. Pero
cuyas Observations sur l'histoire de France partidarios de una autoridad monárquica este caso debe al rey el impuesto del feudo en el último siglo del Antiguo Régimen ro-
son el eco a finales del siglo de la Histoire fuerte e ilustrada, a la que se atribuye el go- franco, o por una comunidad eclesiástica. dos estos derechos se convirtieron esencial-
de l'ancien Gouuernement de la Frunce, res- bierno racional del reino. El fisiócrata Le- Todo esto importa poco, lo que cuenta es mente en prestaciones económicas, en dine-
puesta a Boulainvilliers en su mismo tono. trosne , autor en 1779 de una Dissertation el conjunto de «derechos- que el señorío ro o en especie, como censos, rentas, charn-
Mably abandona la tesis romanist a, excesi- sur la féodalité, establece el punto de infle- comporta en función de la superposición de parts (= arrendamientos en especie), tercias
vamente favorable al despotismo real, y xión en la evolución del sistema en el mo- una propiedad «feudal" a la propiedad sin y laudemios y ventas (=derechos sobre la
comparte con su predecesor aristócrata la mento en que los feudos se hacen heredita- más. Tales derechos que constituyen el re- transferencia de la propiedad), etc. Se con-
idea de que la historia nacional tiene un ori- rios, a partir de ahí los señores se hacen in- conocimiento del señorío, se denominan traponen las tierras señoriales a los "alo-
gen germánico. Pero mientras Boulainvi- dependientes y la soberanía del rey queda frecuentemente «feudales», apelación que se dios», libres de toda sujección en este or-
l1iers injerta en este origen un discurso de desmembrada. Pero enseguida los reyes, irá extendiendo a lo largo del siglo a ingre- den de cosas. De una región a otra varían
la desigualdad, Mably extrae de él una de- ayudados por el pueblo, van a reconquistar sos e instituciones completamente ajenas al las denominaciones así como la deducción
mostración de la igualdad: los conquistado- su poder, aunque la feudalidad ha dejado derecho feudal. Encontramos tal extensión en beneficios del señor. En Languedoc los
res francos aportaron a las Galias una preo- «restos- detestables en la sociedad. Más indebida en el uso de la palabra vasallo, que, derechos señoriales prácticament e han de-
cupación celosísima por la independencia violencia contra la "anarquía feudal" se en- stricto sensu, se refiere a un noble que po- saparecido desde el siglo XVI, pero en Bre-
individual de cada uno, una cuasi ciudada- cuentra en Linguet, apóstol de la monarquía see un feudo, pero que los hombres del si- taña o en Borgoña en el siglo XVIII consti -
nía original, el mundo político de los «cam- absoluta, para quien la anarquía no es más glo XVIII emplear frecuentemente para de- tuyen todavía una pesada carga.
pos de Mayo » en que el pueblo reunido vo- que el derecho de la fuerza, la arbitrariedad signar a campesinos que pagan renta a un Es un problema debatido entre los histo-
taba cada año las leyes. A partir de Carlo- de los señores y los barones, hasta la llega- señor. Porque lo que permanece de la feu- riadores desde hace más de un siglo el sa-
magno, héroe común para ambos historia - da de la victoria del rey apoyado por el pue- dalidad es el señorío, que viene a significar ber si estas cargas se hicieron más pesadas
dores y momento culminante de la demo- blo. En esta versión de la historia de Fran- el conjunto del sistema, imbricado ahora ya en los decenios que preceden a la Revolu-
cracia primitiva en Mably, la historia de cia, favorable a la autoridad real, la feuda- con el absolutismo. ción. Esta es la idea que planteó Sagnac en
Francia entra en una larga decadencia, mar- lidad no representa ningún principio social, Los «derechos feudales» pueden ser de 1898 en su tesis redactada todavía en latín
cada por dos interminables usurpaciones, la ni siquiera ilegítimo, es una no-sociedad . muy diferente naturaleza, pero en el si- (Quomodo jura dominii aucta fuerint reg-
feudalidad primero y el despotismo des- ¡Qué lejos queda Montesquieu! glo XVIII designan los poderes judiciales nante Ludooico sexto decimo. Cómo au-
pués. El objetivo de las Observations es A partir de su contenido originario y en ejercidos por el señor. No en materia cri- mentaron los derechos señoriales durante el
también retrotraer la feudalidad a sus orí- paralelo con su invasión del campo de la minal en la mayoría de los casos, sino en reinado de Luis XVI), inmediatamente cri-
genes, es decir a su legitimidad, restauran - historia y de la política, la palabra feudali- materia civil. Los tribunales señoriales muy ticada y que nunca ha dejado de ser discu-
do en tomo al rey los derechos y la armo- dad adquiere progresivamente a lo largo del numerosos, juzgan de acuerdo con las cos- tida, al no haberse logrado demostrar el au-
nía del pueblo reunido en asamblea. Bou- siglo XVIII un desarrollo jurídico, por el tumbres y usos locales las mil querellas que mento de las cargas feudales a lo largo del
lainvilliers había contrapuesto las dos imá- que se define la red de obligaciones del con- constituyen lo contencioso de la vida rural. siglo XVIII a escala nacional. Es verdad que
genes de feudalidad y absolutismo, Mably trato vasallático a través del feudo. Pero este En ocasiones puede suceder que las comu- resulta casi imposible tal cálculo si tenemos
las reúne en un solo tema y continúa pen- contenido se modificó con el paso del tiem- nidades campesinas apoyadas por la justicia en cuenta la extraordinaria diversidad de es-
sando como él en términos políticos única- po. La cadena del vasallaje según la cual el real, salgan victoriosas en un conflicto con tos derechos y las diferentes situaciones lo-
mente, pero da un giro a su demostración último vasallo estaba unido al primero de los tribunales señoriales. A fines del anti- cales, todo lo cual desafía cualquier intento
y presenta las dos realidades históricas los soberanos, el rey, desapareció con el ab- guo régimen las campiñas francesas son con de una enumeración y un cómputo global.
como igualmente ilegítimas y detestables, lo solutismo. En 1694 Luis XIV convoca por frecuencia el escenario de estos conflictos La realidad varía no sólo de provincia a pro -
Ideas 581 Feudalidad
580
vincia, sino de se ñorio a señorio según se es con más precisión «señorial• . Los vo lu, tura es la lucha de Voltaire con el cabildo da el sentimiento de lo inaceptable. De la
puede deducir de los estudios monográficos minosos tratados de derecho del siglo XVII de Saint Claude, en los años 1770, para lo- lectura de muchos textos muy anterio res a
disponibles . apenas muestran interés po r todo aquello grar la emancipación de.los últjmo~ campe- 1789 se concluye que hubo una revolución
Si la idea de una reacción -feudal- (más que, dentro de la feudalidad, era para Mon- sinos siervos de la Iglesia de Francia. El ex- en los espíritus antes de la Revolución de-
exactamente «señorial») pudo en algún mo- resquieu o Boulainvilliers el «gobierno feu- traordinario eco obtenido por sus panfletos bido a la incapacidad de inscribir, e incluso
mento aparecer como obvia, es porque se dal-. Esos tratados más que una institución da una idea a la vez de la sorpresa y de la de pensar, el pasado nacional en un dere-
dedujo a posteriori de todo lo que supues- política estudian una institución civil, un indignación de la opinión pública. El tema cho público y civil reformado. Nada mejor
tamente explicaba, a saber, la violencia de sistema unilateral de rentas y de obligacio- de los «siervos del Ju ra. se halla constante- que el rechazo absoluto de la -feudalidad-
los sentimientos antiseñoriales de los cam- nes periódicas en provecho del señor, ins- mente presente en la denuncia de la tiranía ilustra esta incapacidad, una feudalidad en-
pesinos en 1789. Pero se alimenta. tambi én critos en antiguos contratos y que cargan leudal a finales del siglo. Otro episodio ca- tendida como un sistema social fundado so-
con el espectáculo que ofrecen los juristas especialmente sobre el campesino y acceso- pital es la publicación en 1776 del libro del bre la violencia pun., sin autoridad pública
del siglo XVIII, esos cartesianos del Dere- riamente sobre el burgués. En lo esencial ha fisiócrata Boncerf sobre Les inconoéniants y sin leyes. En un curioso Eloge de Mon-
cho, que consagraron tantos y tantos es- desaparecido la contrapartida política pues- des droits féodaux. En esta ocasión se hace usquieu, escrito el año 1785, Marat, que
fuerzos a simplificar y racionalizar los dife- to que el poder real sustituye poco a poco una crítica en nomb re no de la humanidad para entonces ya es una extraordinaria caja
rentes usos consuetudinarios, sobre todo en al de la aristocracia feudal. En los casos en ultra jada, sino de la eficacia económica. de resonancia, describe las leyes feudales
lo referente a los derechos señoriales. Pero que subsiste, como en las justicias señoria- Una buena productividad agrícola presupo- como -esas leyes sanguinarias que, llevadas
no se trata de que contesten su fundamen - les, es inútil y el tiempo le ha dejado úni- ne el ejercicio de la mod erna propiedad pri- de los bosques de Alemania a toda Europa,
to, al contrario, el principal trabajo de los camente su carácter opresor. En todos los vada, desembarazada de las absurdas res- hicieron gemir al género humano tan largo
que llamamos -feudalis tas», que subrayan casos el principal logro del esfuerzo reali- tricciones -fe udales • . La obra está escrita en tiempo bajo la op resión de una multit ud de
la antigüedad y validez de los derechos, es zado por el pensamiento jurídico y admi- un tono moderado y erudito, lo que no le tiranuelos•.
un intento de referir la infinita variedad de nistrativo consiste en haber puesto en evi- evitó la cólera del parlamento de París, que Para convencerse de que en los años que
las costumbres a algunos prin cipios genera- dencia esta pane de la herencia feudal que la hizo quemar con toda solemnidad. Pero preceden inmediatamente a la Revolución ,
les extraídos del derecho roma no y de de- gravita sobre la masa de la sociedad civil, es el espíritu de la época, encarnado en T ur- la «[euda lid ad» condensa en sí todas las
finir con precisión tales principios elimi- decir, el sistema del señorío rural ejercido got , protege al autor, y hará que un poco maldiciones del Antiguo Régimen, basta
nando las contradicciones, y, finalmente, en beneficio de una clase que en contrapar- más tarde (1779) el Rey en persona declare con la consulta de los dos famosos panfle-
hacer de todos estos elementos feudales un tida no ofrecía ninguna contraprestación la abolición de lo que aún quedaba de ser- tos de Sieyes que aparecieron respectiva-
sistema coherente e inteligible. Cuando en política. Desde este punto de vista el pro - vidumbre en los dominios de la Corona. mente en noviembre de 1788 y en enero de
1773 se reedita el famoso Tro ít é des fi ef s, blema de la impopularidad de los derechos En las dos últimas décadas de lo que lue- 1789, el Essai sur les príoiléges, y Qu'est-ce
de Dumoulin, una obra que data de finales feudales a fin del siglo XVIII es totalmente go se llamará el Antigu o Régimen la pala- que le Tíers-Etat i Su repercusión es el me-
del siglo XVI, los juristas de la época de las diferente del de su peso real y, hasta es po- bra - feudalidad.. termina por encarnar todo jor testimonio de aquello en lo que se ha-
Luces, y al frente de tod os Guyot, el más sible, como lo vio admirablemente Tocque- cuanto para los contemporáneos es negati- bían convertido la palabra y la realidad en
sabio feudalista de la época, saludan albo- ville, que tales derechos hayan sido tanto vo. La aristocracia frente a la igualdad, la la opinión pública al final de una larga de-
rozados a su gran predecesor. Esta volun- más detestados cuanto que eran residuales: opresión frente a la libertad, el privilegio riva política y semántica.
tad plurisecular de racionalizar el derecho «Cuando ya había dejado de ser una insti- frente a la unidad , la tradición «gó tica- En ambos textos la idea de feudalidad es
consuetudinario desemboca finalmente en tución política, la feudalidad seguía siendo frente a la razón, la barbarie frente a la ci- inseparable de la idea de privilegio ; como
la segunda mitad del siglo XVIIJ en una pro- la mayor de todas nuestras instituciones ci- vilización, la anarquía frente al orden. El tal es incompa tible con el concepto de ley
ducción literaria consagrada a la manera de viles. Aun reducida a esto excitaba todavía que esté cargada con tal peso de maldicio- que presupone la universalidad y, por tan-
renovar y modernizar los - terriers» (es de- mayores odios, por lo que se ha podido de- nes se debe a que está situada en el punto to, la igualdad de los individuos ante un de-
cir, los registros que contenían el inventa- cir con toda verdad que la destrucción de de encuentro de las dos evoluciones esbo- recho común. Tiene su origen en una bár-
rio de los derechos señoriales). una pane de las instituciones de la Edad zadas antes, y a que en ella cristaliza una bara Edad Media, que ignora los principios
Tod o esto explica que la idea de feudali- Media había hecho cien veces más odioso doble serie de desgracias acumuladas. Del verdaderos sobre Jos que debe cimentarse la
dad, renovada y modernizada, pareciera lo que aún quedaba de Medieval. (L 'Anden conjunto de los debates y escritos consagra- sociedad y, consiguientemente, la existencia
aún más temible. Su elaboración , o más R~gim~ et la Révolution, tomos 1-11). dos al «gobierno feudal. brota una conde- de una nobleza opresora que ha usurpado
bien, su reelaboraci ón a través del pensa- En realidad el tema de los restos odiosos na radical, común a los defensores del ab- los derechos de la nación, que se trata de
miento jurídico, hace aparecer con toda cla- de la feudalidad era un lugar común de la solutismo y a los historiadores de la demo- restaurar: -En la noche de la barbarie y de
ridad el desplazamiento que se da en el sen- filosofía de las Luces antes de llegar a ser cracia, a Linguet y a Mably. Por otra parte la Ieudalidad se han podido destruir las ver-
tido de la palabra, que no designa tanto lo una bandera de la insurrección campesina. la tentación de renovar el derecho feudal en daderas relaciones entre los hombres, se han
que es propiamente - Ieudal- cuant o lo que La parte más famosa de esta amplia litera- el nivel civil aI~menta en la opinión ilustra- podido trastornar todas las naciones y co-
Ideas 582 Feudalidad

rrompee toda justicia pero ante la llegada la filosofía del siglo: . EI pueb lo está impa, gimen feudal», pero la lectura d~1 te~to in-
esta época y su empleo indistintamente
de la luz debe huir todo lo absurdo gótico, ciente por ob tener justicia y cansado de la como nombre o adjetivo, nos hacen com-
dica bien a las claras la extraordinaria elas-
y desaparecer y aniquilarse los restos de la opres ión por lo que tiene prisa en destruir prender que se trata de algo realmente nu-
ticidad de la definición q ue incluye no so-
antigua ferocidad.» Como se trata de resta- esos títu los, monumen to de la barbarie de lament e las supervivencias de «manos clear en la representación que los propios
blecer a los individuos en sus derechos nuestros padres. Seño res, seamos justos. revo luciona rios van creando de su acción.
muertas», o servidumbre personal, las jus-
cons tituyen tes, el abate vigila para que los Tráigansenos aquí esos títulos que humilla n Lo mismo que aristocracia y aristócrata,
ticias seño riales y todos los derechos feuda -
privilegiados, que por definición están al la especie humana... Señores, ¿quién de en- feudalidad y feudal se oponen a igualdad e
les, sino también los diezmos, ingresos pro-
margen del orden social, sean excluidos de tre nosotros en este siglo de las luces no ha- individuos iguales, como Antiguo Régimen
piamente eclesiásticos que nada tienen que
la verdadera representación de la nación, la ría una hoguera expiatoria con esos infames se opone a lo que está naciendo. Remiten a
ver, ni de lejos, con las leyes feudales . En
del Tercer Estado: «Pido, sobre todo, que pergaminos, quién no acercaría la antorcha un mundo social caracterizado por la jerar-
el cuerpo del decreto sigue luego la supre-
se preste mucha atención a los numerosos para hacer con todos ellos un sacrifico so- quía y el privilegio de nacimiento, en el que
sión de la venalidad de los oficios y de los
agentes de la feudalidad ... se habría perdi- bre el altar del bien público?» y sigue más los intereses particulares de los diferentes
privilegios, no solamente fiscales, sino de
do todo si los mandatarios de la feudalidad adelante: -No es p reciso remontarse, seño- cLWquier naturaleza, en provecho de la cuerpos constituyen otras tantas pantallas
llegaran a usurpar la dip utación del orden res, a los orígenes y a las causas que han igualdad de todos ante la ley. frente a la soberanía del p ueblo . El decreto
del común." Para el vicario de Chartres, producido la pro gresiva servidumbre de la del 11 de agosto de 1789 que suprime de
La «destrucci ón del régimen feudal» el
feudalidad se ha convertido prácticame nte nación francesa, ni demostrar que única- arriba abajo la estru ctur a ..feuda l» de la so-
11 de agosto confiere a esta fó rmula un muy
en sinó nimo de aristocracia y antónimo de mente la fuerza y la violencia de los gran- ciedad anterior, confiere a la Revolución
vasto significado, qu e abarca la estructura
nación; es una herencia contra la que hay des nos han sometido a un régimen feudal. fra ncesa un carácter de individualismo ra-
entera de la antigua sociedad . Imp lica, más
que recons truir un orden social basado en Sigamos el ejemplo de la América inglesa dical, percibido 'como condición indis pen-
allá de las pervivencias de l señorío rural,
la razón y la igualdad. compuesta únicamente por propietarios li- una renta como el diezmo, asimilada a di-sable de la igualdad democrática. Como la
Ahora bien, en pocos meses la doctrina bres, que no conocen ningún rasgo de la aristocracia, la - feudalidad- se ha converti-
chas pervivencias a título de deducción par-
de Sieyes se convierte en la doctrina de la feudalidad .• do en el negativo de este mundo nuevo.
ticular en provecho del orden privilegiado
Revolución. Cuando a principios de mayo He aquí, pues, a la feudalidad transfor- que constituye la Iglesia. Concierne tam-Desde esta perspectiva no es importante
los diputados se reúnen en Versalles, llevan mada en «régimen» que contiene todo el que su liquidación haya sido algo más lenta
bién a instituciones pos teriores al período
en su cartera los cuadernos de sus elecro- proceso de servidumbre pasado de la na- que su abolic ión . Los textos de agosto del
feudal, como la venalidad de los oficios, que
res. Una gran parte de tales cuadernos pid e ción. Así como los debates del mes de ju- 89 fueron complementados en 1790 y 1791
data del siglo XVI. En general es una con-
de una u otra forma la abolición de los de- nio habían transferido el poder soberano dena de una sociedad mucho más reciente co n varios decretos adicionales: sólo en ju-
rechos feud ales. Los pri meros meses, en del rey a la Asam blea, los textos del 4 al 11 lio de 1793 fueron abolidos sin indemniza-
que la feuda lidad, p ues ha sido puesta en es-
cambio, están ocupados por el debate entre de agosto van a revoluc ionar la naturaleza ción los derechos feuda les declarados red i-
cena por la monarquía absolu ta. En efecto,
los órdenes y el nacimiento de la nueva so- jurídica de la sociedad civil. En efecto, el as- mibles y el precio de los oficios suprimidos
para construir el Estado centralizado y pa-
beranía porque la cuestión del poder es algo pecto más intersante de los discursos pro- en 1789 se fue devolviendo a sus propieta-
gar sus costos el rey de Francia no dejó de
previo a toda respuesta. Además, tampoco nunciados y de las decisiones adoptadas a rios en los años siguientes. Pero en realidad
pedir dinero prestado a sus súbditos garan-
es seguro que los diputados quisieran aden- lo largo de esa semana memorable es la di- todo está dicho ya a comienzos de agosto
tizándoles privilegios en contrapartida. Los
trarse en una liquidación expeditiva de la námica colectiva que lleva a todos los dipu- privilegios no se concedían a individuos,con la «abo lición del régimen feudal ». En
- feudalid ad • . Cuando la revuelta rural gol- tados a una ruptura espectacular con el pa- sino a órdenes, cuerpos o comunidades queefecto, la Revolución inscribe en sus ban-
pea a la puerta de la Asamb lea, a fines de sado y el sentimiento de todos de que ese deras una victoria tan radical como la re-
conformaban el tejido social. Claro que al
julio-comienzos de agosto, los diputados pasado maldito tiene por común denomina- conquista de la soberanía operada en junio-
multipl icar poco a poco las ventajas parti-
están preparados para discutir la Declara- do r el «r égimen feudal ». Poco importa en julio cuando pone fin por decre to a los
culares, las exenciones, las distinciones, rea-
ción de los Derechos del Hombre, otra ese momento que muchos de los derechos princ ipios o rganizativos de la sociedad an-
les u honoríficas, la monarquía absolu ta ha-
cuestión previa, aunque sea filosófica , a la feudales abo lidos se declaren simplemente bía ido creando poco a poco una sociedad tigua, aunque haya de indemnizar con di-
regeneración del viejo reino. Pero la noche redimibles. Lo que cuenta, incluso en el nero a las víctim as de su audac ia. Victoria
de castas, en la realid ad y en las mentes. Ese
del 4 de agosto, mientras sopesan los ries- caso de que la propiedad feudal pasa sim- tan radical, pero más fácil, más rápida y más
tipo de socieda d en la que el rango no tiene
gos de una represión, el vizconde de Noai- plemente a ser propiedad burguesa, es que duradera porque con la soberanía del pue -
nada que ver con el servicio público, sino
lles y el duque de Aiguillon lanzan la idea el prosaísmo de los intereses viene recubier- blo los franceses inauguraron una empresa
que se aferra sobre todo a la idea de la di-
de abolir los derechos feudales. Un diputa- to por el ropaje de un pasado detestable y que sufrirá muchos bandazos y retrocesos
ferencia social, es lo que los hombres del 89
do de Basse-Breragne, comerciante en Lan- de una sociedad regenerada: El decreto fi- terminaron por designar con el término demien tras que con los decretos de agosto
divisiau, Le Guen de Kerengal es quien da nal del 11 de agosto declara que . la Asam- -feudalidad•. fundamentaron para los siglos venideros,
el tono del debate, como una coronación de blea Nacional destruye enteramente el t é- La misma P?pularidad de la palabra en sob re la tumba de la feudalidad, la moder-
Ideas S84 F"siÓ<nllas

na sociedad de individuos. Francois Fu- DOYLE, WILUAM, «Was there an Aris to- simples y claros de la verdad [...). pero de- ración específicamente fisiocrática -el im-
RET. cratie Reaction in Pre -revolurionary bemos a su virtuosa obs tinación el habe r puesto territo rial universal y único- no
France} », en Past and Present, núm . 57, llevado a los franceses a reflexionar sobre la puede disociarse, en efecto, en 1789, de la
Véase también: ANTIGUO RÉ GIMEN. 1972. ciencia del gobierno. A su constancia en gran corriente liberal del siglo XVIII de crí-
ARISTOCRACIA, BARNAVE, FlSl ÓCRATAS, FORSTER, ROBERT, The House ofSaulx-Ta- ocupamos mucho tiempo con los mismos tica a los impuestos sobre el consumo, acu-
MARAT, MONTESQUIEU, NOCHE DEL 4 tJannes: Yersailles and BUTgundy temas debemos la divulgación de estas sados, desde Boisguilbert y Vauban, de fre-
DE AGOSTO, SIEYES, TOCQUEVILLE. VOL- (1700- 1830). Baltimore y Londres. john ideas, tan simples que se han vuelto vulga- nar los inte rcamb ios y, por 10 tanto, de obs-
TAlRE. Hopkins Press, 1971. res: que la libertad de la industria es la úni- taculizar el desarrollo económico . Aunque
LE T ROSNE. GUILLAUME-FRAN<;OIS. De ca que hace su pr osperidad ; que los talen- haya privilegiado el impuesto territorial, la
Orientación bibliográfica l'administration provinciale el de la ré- Constituyente no piensa realmente en con-
tOSno deben estar sometidos a ninguna tra-
A U L AR D , A LPH O N SE, L a R év ol ut íon fo rme de l 'ímpót, Bále, 1779. Co ntiene la ba; que la libertad de las expo rtaciones de vertirl o en impu esto único: no prevé otra
Franeaise el le régime[éodal, París, F. AI- - D issertario n sur la féod alité ». granos es la fuente de su abundancia; que cosa que exigirle 240 millones para un pre-
can, 1919. MABLY. GABRIEL BONNOT. ABATE DE, no se deben crear impuestos sobre los ade- supuesto total de casi 500. Si el rechazo de
BOULAINVILLlERS. CO NDE HENRJ DE, Hu- Observations sur l'bistoíre de France, Gi- lantos del agricul tor, sino sobre lo que le los impuestos indirectos es unánime, todos
toire de l'Ancien gouvemement de la nebra, 1765. queda después de haberlos recuperado> los debates financieros, desde la Constitu-
Pronce, La Haya y Amsterdam, 1727. MACKRELL, J. Q. C; The Altack on «Feu- Su influencia parece innegable, ante todo, yente al Directorio, atestigua n por último
BOUTRUCHE, ROBERT, Seigneurie et féoda- delísm» in Eighteenth-Century France, en el terreno fiscal. Cuando la Asamblea una gran indecisión doctrinal en materia fis-
lité. 2 vols. , París. Aubier, 1968- 1970. Londres, Routledge & Kegan Paul: To- Constituyente vota el principio de unidad cal. Los acontecimientos, por otro lado,
BURKE, P., -Sco ttish Historians and [he ro nto , University of T o ro nto Press, del impuesto di recto y el rechazo de cual- permiten no zanjar el fondo de la cuestión.
Feudal System: The Conceprualizarion 1973. quier impuesto sob re el cons umo, .parece Durante veinticinco años, el Estado vivirá
oí Social Change.., en Studíes on Vo/tai- MONTESQUIEU, CHARLES-LOUIS DE, L'Es- atestiguar la penetración de las doctrinas fi- de expedientes: contribuciones patrióticas,
Te and the Eigbteentb Century, vol. 191, prit desIo ís, 2 vols .• Ginebra, 1748, libros siocráticas . Consecuentes con su teoría eco- asignados, venta de los bienes nacionales,
1980. XXX y XXXI. nómica del producto neto, los fisiócratas no tributos sacados de los países ocupados. Tal
habían cesado de defender una moderniza- pragmatismo está muy lejos del rigor de las
ción del sistema impositivo en esa direc- prescripciones de Quesnay. Las propu estas
ción. Al instaurar al propietario de bienes fisiocrá ticas no penetraron, de hecho, real-
raíces como figura indi sociablemente eco- mente en la sociedad revoluc ion aria más
FISIOCRATAS nómica y po lítica central, estimaban que de- que en lo qu e tenían de contenido genér i-
bía ser el ún ico en pagar el impuesto. To- camente liberal. Pero cuando se examina el
dos los proyectos de reforma de los años detalle, más técnico, de las med idas econó-
¿En qué medida influye ron las tesis fisio- po cerrado, doctrinario, casi esotérico, en- 1780 se inscriben ya, claramente, en la pers- micas y financie ras, se percibe por el con-
cráticas en los hombres de 1789? No hay cerrado en la repetición incansable de fór- pectiva q ue los fisiócratas habían trazado. traric que, por regla general, apenas fueron
una respuesta simple y global a esa pregun- mulas perentorias y abstractas. Las flechas Un proyectO de edicto, elaborado en 1782, seguidas. Quesnay no tuvo influencia sob re
ta. Si algunos individuos, a cuya cabeza se irónicas y acerbas que Voltaire les había anotaba en su preámbulo lo siguiente: «la los hombres de 1789 salvo en aquello que
encuentra Dupont de Ne mo urs, pueden su- lanzado en L'H omme aux quarante écus base del impues to es el terri torio, cuyos va- le acerca a Adam Smith o al abate Galiani,
gerir a priori la existencia de un trazo de habían modelado el sentido común de tod a lor es renacien tes son los únicos qu e pu eden pero no en aq uello en que se distingue de
unión entre «la escuela - y la Constituyen- una generación . En 1789, más todavía tal reproducirlo . Sea cual sea la forma en que ellos. Así los repetidos ataq ues contra la
te, enseguida se impone una constatación vez que en los años 1760, no se habla de aparezca el impuesto, sólo el territorio lo secta no tienen nada de contradictorio en el
firme : los constituyentes no cesaron de ma- Quesnay y de sus discípulos sino para ca- soporta y lo alimenta» . En 1878, durante la juicio formulado po r Rabaur-Saint-Etienne
nifestar su hostilidad respecto a los fisiócra- lificarlos con desprecio de «secta» o de gran crisis de los notables, Calonne retoma- sobre el papel positivo de los fisiócraus.
uso Recordando ese periodo, Dupont de «partido economista». rá asimismo el principio de la universalidad Pero no es eso lo más importante. Es, en
Nemours escribe a jean-Baprisre Say : A pesar de ese rechazo de las personas, del impuesto terri torial. Pero esa aspiración efecto , en el do minio de las concepcio nes
«Cuando en la Asamblea N acional se trata- ¿habrán sido marcados los constituyentes a una fiscalidad simplificada, equitativa y políticas don de los fisiócr atas asumi eron un
ba del com ercio y las finanzas, se empeza- po r las ideas fisiocrát icas? Rabaut-Saint- econ ómicamente neutra, mediante la pues- papel mayor al esbozar el marco intelectual
ba con violentas invectivas contra los eco- Etienne lo sugiere en su Précis d'histoire de ta en práctica de un impu esto de bienes raí- en qu e los constituyentes pensaron la ciuda-
no mistas.» ¿C uáles eran las razones de esa la Révolution [rancaise. -Se ha reprochado ces pagado po r tod os los pro pietarios, ¿es danía.
hostilidad? Ante todo sociológicas o cultu- a los economistas -escribe- un lenguaje realmente un legado propio de la doctrina La teoría económica de los fisiócratas les
rales. Se veía a los fisiócratas como un gru - místico, poco conveniente a los oráculos fisiocrática? Pa!ece poco seguro. La apor- servía de punto de apoyo para definir la na-
Ideas Jacobinismo
620 621
con su anunciación revolucionaria. Mona LEROY, MAXIME, Les précurseurs franfais giados. Desde Versalles a partir del 6 de oc- tos de la Asamblea Nacional a cuya ejecu-
OZOUF. a
du socialisme de Concorcet Proudhon tubre «este club bretón.. se instala en París ción se dedicarán especialmente todas estas
Véase también: BABEUF, B ARNAVE, París, Editions du Temps Pr ésent, ' al mismo tiempo que el rey y la Asamblea; sociedades...
CONDORCET, FISIÚCRATAS, L IBERTAD, LICHTENBERGER, ANDRÉ, Le socialisme et además tiene su sede a dos pasos de ésta, en El club de París tiene, pues, vocación de
MIRABEAU, MONTESQUIEU, R OBESPIERRE, la Réuolution Francaise. Etude sur les la biblioteca del convento de los Jacobinos, sociedad-madre. Concede acreditaciones
R OUSSEAU, SAN5-CULOTTES, SIEYES, SU- a
idées socialistes en France de 1789 1796 roe Saint-Honoré. De ahí el nombre de «Ja- po r las que se enfrentan varios clubs de una
FRAGIO, T OCQUEVILLE, VOLTAIRE. París, 1899. ' cobinos .. con el que el club pasará a la his- misma ciudad, como en Burdeos o Marse-
MABLY, G ABRIEL BONNOT, ABATE DE, De toria, aunque inicialmente y durante toda la lla. Tal prerrogativa le conf iere el derecho
Orie ntación bibliográfica l' étude de l'histoire, a Monseigneur le etapa de la monarquía constituyente el club de legitimar a otras sociedades, lo que es
CLERMONT-ToNNERRE, STANISLAS-MA- prince de Parme, M aestricht, 1778. se intitula ..Sociedad de los Am igos de la inicio de un control. Sin embargo en esta
RIE-ADELAIDE, CONDE DE, O euo res R OEDERER, PIE RRE-LoUIS, L'éspra de la Constitución" . época la rue Saint- Honoré no ejerce hege-
Completes, París, año 111. Réuolution de 1789, París, 1831. La cotización es relativamente elevada, monía política sobre las sociedades provin-
DUMONT, LOUIS, Homo hierarchicus. Es- Rosso, C ORRADO, Mythe de l'égalité et ra- los miembros de la Sociedad originariamen - ciales, en las que no pasan fácilmente las
sai sur le syst éme des castes, París, Galli- yonnement des Lumiéres, Pisa, Libreria te son casi todos parlamentarios, su objeti- consignas de París. La hegemonía la conse-
mard, 1967. Goliardica, 1980. vo es preparar y defender el conjunto de guirá después de la derrota de los Girondi-
- , Homo aequalis, París, Gallimard, 1976. SAGNAC, PHILIPPE, La législation cioile de disposiciones legislativas que integran la nos el 31 de mayo de 1793. De todas for-
EsPINAS, ALFRED, La philosophie sociale du la Réuolutién Francaise (1789-1804), Pa- Constitución de 1791; rasgos todos ellos mas la posibilidad de ejercer la hegemonía
dix-buitiéme siécle et la Réuolution, Pa- rís, 1898. que definen un cuerpo reclutado por coop- surgió muy pronto. A finales de 1790 la So-
rís, 1898. SIEYES, EMMANUEL, Essai sur les priviléges, tación, formado por burgueses patriotas y ciedad de París ha entregado credenciales a
GARAUD, MARCEL, Histoire générale du s.l., 1788. nobles liberales , dispuestos a defender sin casi 150 filiales, desigualmente repartidas
droit privé [raneais, de 1789 a 1914, to- - , Qu'est-ce que le Tiers Etat?, Ginebra, reserva el nuevo orden contra el bando aris- por el país, pero suficientemente numero-
mo 1, La Réoolution et l'égalité civile, Droz, 1970. Trad. cast.: ¿Qué es el Tercer tocrático, pero también contra la puja revo- sas como para constituir una red nacional,
París, Recueil Sirey, 1953. Estado?, Madrid, Alianza Editorial, 1989. lucionaria. En ese cuerpo se encuentra la dotada de un [ournal des Amis de la Cons-
flor y nata del partido patriota, de Mira- titution, publicado por Choderlos de La-
beau a Robespierre, de La Fayette a Pétion cios, encargado del correo París-provincias,
pasando por el tri unvirato Duport, Barna- provincias-París. Existe además un comité
ve, Alexand re de Lameth . Su actividad es de correspo ndenc ia, el más importante del
JACOBINISMO ante todo parlame nt aria, consagrada a la club , que vela por las relaciones entre la so-
discusión de los textos que habrá n de ser ciedad-madre y las filiales, controlado por
debatidos en la Constituyente, aunque se Barnave y sus amigos. Ya todo el mundo
Antes que un concepto, una tradición o donde ocupa puestos y misiones diversas, haya admitido como miembros a un núme- sabe que la conquista del poder se juega en
un estado de espíritu, la palabra «Jacobinis- comienza el jacobinismo del 93, el de Cou- ro creciente de no diputados, pero que con París y, también, que París necesita enlaces
mo .. evoca la historia de un club cuya ac- thon, Saint-just, Dumas, etc., que se ve obli- frecuencia llegarán a serlo como Brissot y de opinión con las provincias. Ninguno de
ción, esencial desde el comienzo de la Re- gado a desgastar a Robespierre y desgastar- tantos otros. Rápidamente el club de la rue los líderes de Constituyente descuida fre-
volución, es tan dominante entre 1792 y se con él.» De hecho el club se debilita des- Saint-Honor é se conviene en una caja de cuentar el club . Ni Mirabeau, ni La Fayet-
1794 que el adjetivo jacobino viene a signi- pués de Termidor, siendo objeto de descon- resonancia' nacional, única en su género, de te, ni Barnave , ni Robespierre. Es en los ja-
ficar en esa época y para el futuro partida- fianza para la administración y los poderes la política revolucionaria, en la medida en cobinos donde Alexandre Lameth destru-
rio de la dictadura de Salvación pública. hasta que se cierra en noviembre de 1794. que se halla rodeada de sociedades filiales ye, el 2 de marzo de 1791, la influencia de
Esta historia se desarrolla en tres períodos, A partir de mayo-junio de 1789 su obje- en provincias, tal como está previsto en su Mirabeau dejando caer sobre él la acusación
que Michelet caracterizó a través de sus tivo inicial era la reunión privada de un cier- reglamento: «Solamente una sociedad esta- de colusión con los «aristócratas... También
hombres : «H ubo, ante todo, un jacobinis- to número de diputados, los bretones en blecida junto a la Asamblea Nacional, y que por medio de los Jacobinos el «triunvirato ..
mo primitivo, parlamentario y nobiliario, el primer lugar, a los que se fueron sumando agrupe un gran número de diputados de di- Larneth, Barnave, Duport asienta su poder
de Duport, Barnave y Larneth, que eliminó otros «patriotas" sin ningún orige n geográ- ferentes provincias puede ofrecer un centro sobre París y la Revolución en la primera
a Mirabeau. H ubo un jacobinismo mixto, fico panicular, que antes de las sesiones de común a las que se establezcan en todo el mitad del mismo año .
el de los periodistas republicanos, los orlea- la Asam blea decidían mantener una con- reino; recibirá sus inst rucciones y les trans- Pero la huida del rey altera los datos de
nistas, Brissot, Lacios, etc., en el que pre- ducta común, práctica anglosajona, que mitirá los puntos de vista resultantes de la la situación. Varennes abre la crisis del ré-
dominó Robespierre. Finalmente cuando contribuyó a la cohesión y a la victoria de unión de las Luces y los intereses; les trans - gimen que trae consigo la división de los Ja-
esta legión se disuelve en la administración los Comunes sobre los dos órdenes privile-
.
mitirá, sobre todo, el espíritu de los decre- cobinos. En ese momento nadie, ni siquie-
Ideas Jacobinismo
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ra Robespierre, reclama la República, pero nas iniciales que siguen a la escisión la In-. gue siendo intelectual y burgués, pero a troso comienzo, radicaliza la Revolución,
en París se está desarrollando impulsado por mensa mayoría de las sociedades de prov] partir de ahora las sesiones del club son pú- es, una vez más, el club de los jacobinos el
el Club de los «cordeliers.. un movimien- " I In- blicas, sometidas consiguientemente, como que se encuentra en disposición de unificar
eras sigue a os - Ieuillants... En sus notas algo
to para conseguir la destitución del Rey. El posteriores Barnave deplora que la nue a la Asamblea, a las arengas e invectivas de y orquestar los movimientos de las seccio-
movimiento es duramente reprimido por la sociedad no fuera capaz de consolidar es: los activistas parisinos desde las tribunas. El nes parisinas y de las federaciones provin-
Guardia Nacional el 17 de julio. La ante- éxito por falta de espíritu de perseveranc' e club consolida su red nacional bajo la en- ciales a favor de la destitución del Rey. En
víspera, la Asamblea Constituyente ha res- de publicidad y de actividad en lo que éllll:~ seña del sufragio universal y busca extender julio se abandona la línea legalista en favor
taurado oficialmente a Luis XVI en sus ma « la correspondencia de los "feuillams". el magisterio de su opinión entre las socie- de otra que preconiza la elección de una
funciones, borrando su huida y sustituyén- En contraste con eso «el Club de los Jaco~ dades populares que han brotado un poco nueva Asamblea Constituyente, es decir, de
dola por una ficción, el rapto del rey. Al ob- binos quedó compuesto por un gran núme- por todas partes. Se dota de una organiza- una Convención y, por tanto, en favor de
tener esta votación, sin la cual toda la cons- ro de espíritus ardientes, periodistas o libe- ción interna más fuerte con la creación de una segunda Revolución.
trucción constitucional elaborada desde el listas en su mayoría, que ponían toda su nuevos comités, como el «comité de infor- No existen pruebas escritas sobre una
89 caería por tierra, Barnave retoma por su gloria y cifraban su existencia en conservar mes" y el «comité de vigilancia.. que se aña- participación directa del club en la insurrec-
cuenta la política de Mirabeau, tan comba- el crédito de su club y asegurarle la victo- den a los ya existentes, pero el de corres- ción del 10 de agosto a través de un direc-
tida por él mismo. Pero automáticamente se ria... Militantes contra parlamentarios. Esta pondencia sigue siendo el principal de to- torio clandestino, aunque tal participación
ve enfrentado al ala izquierda de los Jaco- es la explicación de que a lo largo del vera- dos ellos, el corazón del aparato jacobino. es verosímil. La jornada se encuentra dema-
binos, Robespierre y Pétion, que es asimis- no se invierta la relación de fuerzas en be- En él tiene su puesto en adelante, entre siado señalada por los militantes jacobinos
mo el ala izquierda de la Constituyente. Al neficio de la primitiva sociedad que recon- otros, Robespierre, Brissot, Carra, Des- como para que no haya habido ninguna
día siguiente de la votación, el 16 de julio, quista su audiencia. Ciento cincuenta clubs moulins, Claviére, Collot d'Herbois, Bi- concertación previa. También se encuentra
vísperas a su vez de la represión con des- provinciales entran en su órbita, contra me- lIaud-Varenne. Los futuros Montañeses y a los Jacobinos en los puestos de mando
cargas de fusilería en el Champ de Mars, y nos de cien en la de los - feuillants ». Este re- los futuros Girondinos, los futuros «enra- después de la caída de las Tullerías.
ante el riesgo de que el club desautorice a flujo constituye uno de los puntos de infle- gés- y los futuros indulgentes, sin hablar La contribución esencial de la sociedad es
la Asamblea, Barnave abandona la reunión xión esenciales en la Revolución francesa del robespierrismo. En una palabra, todo el la de haber sido el crisol en que se formó
de los Jacobinos con la mayor parte de los un año antes del lO de agosto, que consti- futuro de la Revolución unificado durante el espíritu del 10 de agosto, mezcla de des-
miembros que son parlamentarios. Es la es- tuye su consagración. Y no es que los Jaco- algún tiempo. Esencialmente el club no está precio de las leyes y de idealismo republi-
cisión. Quienes abandonan la reunión se binos sean ya todopoderosos. No tienen destinado a preparar los debates de la cano, en un revuelto de sospecha generali-
van a fundar, al lado mismo, la «Sociedad ningún poder sobre la Constituyente que Asamblea, tiene en cambio una vocación zada y utopía igualitaria donde se puede en-
de los amigos de la Constitución con sede retoca por última vez su obra en sentido más general, la de ser otra Asamblea, que a contrar los rasgos específicos de la pedago-
en los "[euillants?», otro convento para otra conservador. En las elecciones legislativas su vez puede ser una contra-Asamblea. La gía robespierrista. Lo que hace de los Jaco-
política más burguesa y moderada que pre- de septiembre de 1791 no consiguen más lógica revolucionaria hace desaparecer pro- binos una potencia dominante en el mo-
tende terminar la Revolución por la ley. Los que un éxito relativo. Sus candidatos son gresivamente la lógica de los «Amigos de la mento en que se desvanece la Legislativa es
que se quedan, con Robespierre a la cabe- aplastados en París, y si en provincias co- Constitución » , que han encontrado una voz, para ellos la
za, tienen el campo despejado para inclinar nocen mejor suerte, en la nueva Asamblea Desde ese momento, en efecto, los Jaco- voz de la Nación, la del abogado de Arras,
el club despoblado hacia la alianza con el no cuentan con más de ciento cincuenta di- binos son la sede de la Revolución, tanto pedagogo más que insurrecto, aunque, eso
movimiento popular parisino, siempre y putados de su obediencia (los «feuillants.. como la nueva Asamblea enteramente po- sí, pedagogo de la insurrección. Su espíritu
cuando logren conservar su -red provincial. pueden ·reivindicar otros -tantos). Pero la so- blada de hombres nuevos. Es en su viejo es el espíritu de la segunda Revolución.
Pues bien, lo van a conseguir durante el ciedad parisina ha cambiado de líderes y, convento donde se desárrollan los grandes Ellos son quienes designan la diputación
verano, capitalizando el prestigio de la ca- más aún, de función. De club de discusión debates políticos, sobre todo la paz o la parisina elegida en la Convención. La nue-
sa-madre, manejando hábilmente el tema de ha pasado a ser máquina política al servicio guerra, tanto como en el Manege, donde se va Asamblea Constituyente elegida en sep-
la unión y retomando el tema del sufragio de una segunda revolución . Con el debate reúnen los diputados. En los Jacobinos es tiembre, inaugura el período jacobino de la
universal en contra del censo electoral, tema sobre las Convenciones nacionales, a partir donde Brissot moviliza, en torno a la idea Revolución francesa.
que nunca hasta entonces había figurado de agosto de 1791, se abandona toda refe- de una cruzada emancipadora, lo que pos- Hasta el 31 de mayo de 1793 el club es
entre sus consignas. El paso de todo el apa- rencia a la ley constitucional. teriormente serán los Girondinos. Es allí la sede del conflicto entre Girondinos y
rato jacobino de las manos del triunvirato Se abre así un nuevo período de su his- donde Robespierre, en la hora de su más Montañeses. Las filiales de provincias en la
a las de la izquierda, diputados y activistas toria caracterizado por la conquista del po- profunda soledad, pronuncia en diciembre mayor parte de las zonas de la futura re-
mezclados -Robespierre, P étion, Condor- der y su ejercicio. La cotización anual se de 1791 y enero de 1792, sus tres grandes vuelta federalista están aún en manos de
cet, Brissot- es un episodio poco conoci- mantiene relativamente elevada (24 libras), discursos contra la guerra y contra su rival. Brissot. Pero la rue Saint-Honoré es toda
do y, sin embargo, decisivo. En las serna- el reclutamiento se ha renovado aunque si- y cuando la guerra, después de un desas- de Robespierre desde septiembre-octubre
Ideas 624 625 Jacobinismo

de 1792 y. además, prefigura lo que serán mavera de 1792, cuando entran a fonnar de la indivisible soberanía de la representa- val en la prep aración de las maniobras y en
los Jacobinos del año 11, no simplemente parte del ministerio. peligrosamente ex- ción nacional . En ambos casos, lo central es el magisterio de las ideas. En los Jacobinos
una sociedad política sino una milicia que puestos a Jos ataques de Robespierre. Esta la función depuradora del club. «El pueblo se encuentra, por todas estas razones, como
ha encontrado su jefe a través del cual ser- «preparación» comienza a contabilizarse ha perdido el derecho de elegir a sus ma- el pez en el agua. En 1793 comienza a per-
vir a la Revolución. Se han rebautizado desde el otoño, cuando Brissot es expulsa- gistrados en las fechas y en las formas lega- cibir los dividendos de su largo trabajo de
como «Sociedad de los Amigos de la Liber- do solemnemente de los Jacobinos en OCtu- les; las sociedades asumen el de depurarles dedicación a la sociedad y de su paciente la-
tad y de la Igualdad», controlan una red de bre. algo más de seis meses antes de que los sin regla y sin cesar» (Augustin Cochin, Les bor de reconstrucción del verano de 1791.
varios miles de clubs provinciales y con sti- Girondinos sean expulsados de la Conven- Aetes du gouvernement réuolutionnaire ). Se En la Sociedad invierte sin cansancio todo
tuyen un ejército de cien a doscientos mil ción (31 mayo-2 junio) . La votación va pone así en funcionamiento una democra- cuanto él es, puesto que entre él y los Ja-
militantes que se ha convertido en instru- acompañada de una explicación, enviada a cia directa inédita, en la que los Jacobinos cobinos existe una relación de identidad, de
mento fundamental de la centralización todas las sociedades afiliadas que reconstru- representan in vivo la ficción revoluciona- forma que desde los inicios de la Conven-
reencontrada del poder revolucionario, con ye toda la actividad pasada del encausado a ria del pueblo. es decir. un pueblo unánime ción hasta el 9 Termidor la historia de los
la que desde 1791 han revestido a las insti - partir del papel de conspirador y enemigo y, por consiguiente, en estado de aurode- Jacobinos podría escribirse sobre dos regis-
tuciones. La Francia del año 11 no tiene del pueblo que se le adscribe . «j amás el fu- puración permanente. puesto que la exclu- tros distintos y, sin embargo, unidos. El
constitución y la ausencia de leyes fijas hace ror del espíritu de cuerpo- escribe Miche- sión tiene por fin purgar al soberano de sus primero sería el del papel desempeñado por
ver con claridad dónde reside realmente la let a propósito de esta pieza, -el fanatismo enemigos ocultos restableciendo por este la Sociedad y sus militantes en la política ci-
fuerza. En todo aquello que partiendo del conventual. la locura de las fraternidades medio la unidad amenazada. Se vota a mano vil y militar de la Salvación pública en Pa-
impulso nacional de 1789 ha podido ser o excitada a puerta cerrada y un estilo que alzada por principio. porque el secreto con- rís, los departamentos y los ejércitos . Papel
organizado y casi sometido a régimen. el avanza sin contradicción posible desde la viene únicamente a los complots. Las deci- esencial, que revitaliza a través de la dicta-
derecho es sustituido por el hecho. calumnia hasta los límites del absurdo. en- siones deben tomarse antes de la reunión dura de París sobre el país, una centraliza-
Para 1793 la Revolución popular lleva ya contraron nada semejante-o del club. en los conciliábulos de los jefes, y ción característica del Absolutismo. reno-
mucho tiempo muerta. como tan claramen- La expulsión de Brissot es, efectivamen- deben ser ratificadas por el fanatismo o el vada por la Revolución del año 11. El se-
te lo ha visto Michelet, - el pueblo se ha re- te, una buena muestra entre cientos, de los seguidismo de la tropa. Por su parte, las gundo nos llevaría a estudiar el magisterio
cogido en sí mismo - escribe «tanto en la procedimientos que caracterizan al club en provincias han de seguir a la casa madre. En de ortodoxia ejercido por la Sociedad sobre
ciudad como en el campo». Esta es la hora este período de su historia, cuyo mejor ana- este aspecto los Jacobinos constituyen una la Convención, por una parte, y sobre el
por excelencia de las pequeñas oligarquías lista, después de Michelet, es, sin duda al- corporación infinitamente más poderosa conjunto de la opinión revolucionaria, por
del activismo, últimas figuras de una ola. guna, Augustin Cochino En efecto, en este que la Montaña. Esta izquierda parlamen- otra. El proceso del rey se desarrolla pri-
que prosperan sobre la base del miedo a la período de la Revolución en que el pueblo taria de la Convención, de contornos un mero en los Jacobinos. como a continua-
guillotina. el cansancio provocado por el pierde sus derechos constitucionales, el club poco desvaídos, no coincide plenamente ción se harán el de la Gironda, el de los «en-
desorden y el conservadurismo de los nue- se transforma en una máquina de producir con los Jacobinos, dado que un cierto nú- rag és», el de los <hebertistas », para termi-
vos intereses. Entre estas oligarquías la de unanimidad ocupando como procurador mero de diputados Montañeses no se hallan nar con el de los Dantonistas. Las institu-
los Jacobinos es la más burguesa, la más na- todo el espacio de la voluntad popular. Su inscritos en la roe Saint-Honoré; compar- ciones del - gc biem o revolucionario- no
cional. la mejor organi zada. la más discipli- magisterio y su ortodoxia funcionan unas ten, no obstante. con ellos la obsesión de la hacen otra cosa que traducir en sentencias
nada. infinitamente más fuerte que ninguna veces como sustituto de los sufragios nor- Salvación pública y la preocupación por la de muerte con uno s meses de retraso las ex-
de cuantas brotan y se desarrollan en unas malmente expresados por el pueblo sobera- alianza entre la burguesía y el pueblo. pero comuniones del club . La soberanía del pue-
u otras circunstancias a su izquierda en no, y otras como un duplicado de la elec- con frecuencia se mantienen al margen del blo osciló durante mucho tiempo entre la
nombre de la puja igualitaria o antirreligio- ción democrática. Hay ocasiones. por ejem- fanatismo partidista. Por su parte, el club Convención, las secciones parisinas. la Co-
sa. A través de ellos y de su actividad se plo ellO de agosto de 1792, o el31 de mayo no es solamente el ejército civil de la Revo- muna y los Jacobinos para encontrar, final-
opera en gran medida la selección de los de 1793. en que los Jacobinos provocan y lución y su brazo secular, sino también su mente. en éstos su refugio más seguro. Du-
equipos dirigentes de la dictadura revolu- luego celebran la intervención del «pueblo - tribunal. el guardián de la ortodoxia que re- rante algunos meses, entre la ejecución de
cionaria. desde la liquidación de los Giren- en contra de su propia representación con- parte la excomunión, que a su vez es el fun- los Dantonistas en abril de 1794 y finales
dinos en la primavera del 93. hasta la de los siderándose centinelas de la democracia di- damento del Terror. Desde todas estas pers- de julio del mismo año la soberanía encuen-
Hebertistas y los Dantonistas, en la prima- recta y de la inalienable voluntad popular. pectivas es como si su identificación con tra su encamación en la dictadura personal
vera del 94. Los «escrutinios depuradores- Por el contrario, en otras ocasiones, como Robespierre hubiera estado escrita de ante- del primero entre los Jacobinos.
de los Jacobinos señalan ya de antemano a en el período que transcurre entre la caída mano. El abogado de Arras está dotado de La caída de Robespierre el 9 Termidor
los vencidos por el mero hecho de denun- ' de los Girondinos y el9 Termidor, se cons- un «genio» a la vez suspicaz y abstracto, no significa el fin inmediato de la sociedad
ciarles ante la opinión. Los Girondinos, por tituyen en guardianes intransigentes de la maniobrero e ideológico. No le gusta la ac- porque los «termidorianos» vencedores que
ejemplo, están en el banquillo desde la pri- mayoría robespierrista en la Convención Y ción directa. pero, en cambio, no tiene ri- a posteríori detestan a Robespierre, en su
Ideas 626 Jacobinismo
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mayoría le han servido y después de su caí- nante la figura central de la autoridad pú- lica, la religión de la igualdad y finalmente, Si leemos por ejemplo a Buchez, socia-
da se mantienen como repu blicanos firmes, blica, sobera na e indivisible, dominando a la asociación clandestina o pública, según lista cató lico, disidente del saintsirnoní-
hostiles a todo exceso de «moderantismo». la sociedad civil, lo cual, después de todo los casos, de activistas profesionales de la sono, autor de una monumental Histoire
Sin embargo, la presión de la opinión con-
tra el Terror y sus responsables obliga a la
no deja de ser una paradoja si es verdad que
la historia del club de los Jacobinos es la de
a:
política revolucionaria. Pero aporta im.is- parlementaire de 14 Réoolution [rancaise
(1834-38) que hasta la obra de Michelet será
rno el Terror, inseparable de la 1 Republica
Convención a ordenar el cierre del club el una incesante usurpación de la Convención y de la sangrienta dictadura que se ejerció la biblia de especialistas, aficionados y mi-
12 de noviembre de 1794. Un decreto de que estaba legalmente investida de la sobe- en nombre de la virtud . Al mismo tiempo litantes, los Jacobinos prefiguraron la socie-
1795 ordena transformar «el inmueble de ranía del pueblo a través de la elección de que cristaliza en una tradición política va dad socialista del mañana, en tanto que 1789
los j acobinos-Sainr-Honor é» en mercado septiembre de 1792. Tal paradoja, aparte de creando también un polo de rechazo, espe- y la Declaración de Derechos son única-
público con el nombre de «Mercado 9 lo mucho que se ha hablado de la debilidad cialmente entre la burguesía y el campesi- mente el fundame nto del individualismo
Terrnidor» . de la tradición jurídica en Francia y la vaga nado, pues si la Repú blica parisina es tam- burgués, que es cuanto se necesita pa~a de-
Después de la de los Jacobinos, vino la tiranía de los recuerdos históricos, viene a bién el Terror, la libertad lógicamente finir un mercado, pero no una SOCiedad.
historia del jacobinismo. Comenzó inme- expresar asimismo al cabo de dos siglos una tendrá que buscar asilo en otras partes. Este Desde entonces este Jacobinismo tardío
diatamente como si se tratara de un recuer- especie de aburguesamiento del Jacobinis- sentimiento explica en gran parte la confis- hace estallar la unidad de la Revolución,
do en acción, celebrado o detestado, encar- mo que ha pasado del estado de patrimo- cación de las jornadas de julio de 1830 por como prenuncio simple de otra emancip~­
nación de lo mejor y lo peor de la Revolu- nio revolucionario al estatuto de propiedad parte del orleanismo antes de que 1848 ción futura; mientras se rechaza 1789 hacia
ción. Ya en 1796 Babeuf intenta movilizar nacional. Una vez llegado a este eminente revele a las clases propietarias un retoño del el pasado, los Jacobinos repr~sentan el f~­
a los nostálgicos del año II con su complot estadio de dignidad histórica , el concepto Jacobinismo aún más peligroso, el sociali~o. turo . U n poco más tarde Louis Blanc escrr-
a la vez comunista y neojacobin o. Es el año ha perdido todo carácter subversivo y cual- En efecto, las ideas socialistas o comurns- birá que la primera revolución francesa es
en que Joseph de Maistre publica sus Con- quier sentido preciso, como acabamos de tas que a partir del Renacimiento brotan u.n obra de Voltaire y la burguesía, y la segun-
sidérations sur 14 France que, en el cora- ver. Pero su capacidad de evocar en los es- poco por todas partes, recibien una especie da de Rousseau y el pueblo, estableciendo
zón de esa histori a maravillosamente mal- píritus las virtudes de un Estado fuerte, de confirmación histórica por parte de la una versión posjacobina de la Revolución,
vada que es la Revolución francesa, hacen portador del progreso e imagen imprescrip- Revolución francesa a través de Babeuf. posterior a la de Buchez y contrapuesta
de los Jacobinos unos salvadores intrínse- tible de la nación, le permite unir su tradi- Basta con extender la idea de igualdad al te- punto por punto al «ochentainuevismo» de
camente perversos, pero al menos, salvado- ción a la que le precede y a la que le sigue, rreno económico y social, dando el paso los historiadores liberales de la Restaura-
res, porque después de ellos Francia está soldando así lo que la Revolución había esta vez del ciudadano al hom bre, para ate- ción, como Guizot y Thiers, que además
prepara da para la regeneración. Por su ca- desgarrado . La tradición jacobina reencuen- rrizar en la crítica de la propiedad privada. son los hombres políticos del régimen de
pacidad de encarnar cuanto de más radical tra un aire de familia como puente entre la Los Jacobinos no recorrieron este trayecto julio. Esta tradición auto ritaria y estatista
hubo en la Revolución francesa y, por con- antigua monarquía y el estado napoleónico. hasta el final, sino que se ciñeron a preco- del socialismo francés no es la única puesto
siguiente, la Revolución misma, el jacobi- Y tan perfectamente que es capaz de hacer nizar la limitación de las riquezas; en esa ti- que Proudhon, por ejemplo, establece una
nismo se transmite a los dos siglos siguien- sitio a la derecha y dividir a la izquierda, midez ve Babeuf la señal de su fracaso. Sin conexión totalmente contrapuesta a la del
tes a la vez como leyenda, historia, tradi- agradar a gaullistas y comunistas y trazar embargo el mismo Babeuf sigue fiel a su jacobinismo en la que vincula la realización
ción, herencia, teoría y práctica. una línea divisoria en el seno del Partido So- inspiración cuando imagina su complot en de la igualdad con la destrucción del Esta-
La elasticidad semántica del término en cialista. forma de un grupo de partisanos muy or- do y la autogestión. De todas formas la del
la política francesa de finales de nuestro si- Pero antes de convertirse en una referen- ganizados que se apoderan, como en un Jacobi nismo es la dominante, y es ella so-
glo xx, atestigua el trabajo del tiempo. Ja- cia confusa, en el siglo XIX el Jacobinismo golpe militar, de la maquinaria centralizada bre todo y ante todo la que en 1848 repre-
cobinismo, o jacobino, pueden designar en fue el centro de conflictos políticos e inte- del Estado. La creencia jacobina en la om- senta a la izquierda revestida con los gran-
política y, según los casos, predilecciones lectuales muy agudos. Entre la Restaura- nipotencia del político desemboca en la idea diosos recuerdos de 1793, fantasmas tanto
muy diferentes tales como la indivisibilidad ción y la fundación de la III República, el de un partido revolucionario. El fracaso de más terroríficos cuanto que amenazan no
de la soberanía nacional, la vocación del Es- jacobinismo es parte del bagaje del partido 1796 no constituye ningún obstáculo para sólo la libertad, sino también la propiedad.
tado a transformar la sociedad, la centrali- republicano por diversos títulos y en dife- que el legado de Babeuf llegue a las socie- La represión de junio pone fin a la presión
zación gubernamental y administrativa, la rentes grados, configurándose como una dades secretas de la Restauración, que cons- de este socialismo neojacobino sin eliminar
igualdad de los ciudadanos garantizada por herencia indivisa donde se encuentran a la tituyen el humus para el desarrollo de la su penetración y dominio sobre las clases
una legislación uniforme, la regeneración de vez la soberanía del pueblo una e indivisa, idea socialista. Esta, a su vez, reconoce ex- populares urbanas, sobre todo en París, ni
los hombres por medio de la escuela repu- la Asamblea todopoderosa elegida por su- plícitamente su filiación jacobina, pero, el intenso miedo que inspira a las clases po-
blicana o, simplemente, el regusto altivo de fragio universal, la nación francesa como además, se engalana con un rasgo nuevo sesoras y al campesinado . Este miedo so-
la independencia nacional. Sobre toda esta mascarón de proa de la emancipación de los para su interpretación de la Revolución brevive a su objeto después de junio y ex-
nebulosa de sentidos se alza siempre domi- pueblos, la hostilidad contra la Iglesia cató- francesa, a saber, la crítica radical de 1789. plica en gran medida la elección el 10 de di-
Ideas 629 Jacobinismo
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ciembre del sobrino de Napoleón como profesor con título, Aulard, será el hom bre lanca de energía. Los Jacob inos fueron esa iniciados que manejan los hilos de la orga-
presidente, preámbulo del golpe de Estado de este solemne calderón. máquina y esa energía. " nización. La dialéctica de la manipulación
del 2 de diciembre de 1851. Si dejamos de lado el siglo XIX francés y Máquina que domina todo el proceso po- de los partidos por un reducido número
Bajo el Segundo Imperio una parte del su teatro, repertorio inigualado de la dra- lítico y, ante todo, la Convención. En efec- oculto tras la fachada de la democraci a, ha
campo republicano saca las lecciones del maturgia política moderna, el siglo XX to, el club no solamente siguió de cerca la sido explorada asímismo en la época de Co-
fracaso de la II República tratando de exor- muestra la impronta sobre nuestro tiempo elección de los diputados, hasta el punto de chin por Ostrogorski y R. Michels. Pero los
cizar en todo el país el espectro de una re- de un legado más universal del jacobin is- hacerle elegir, como a los de París, en su Jaco binos de la etapa más significada cons-
pú blica dictatorial y repartidora. Tal es el mo, la del partido revolucionario, cuya ma- prop ia sede, sino que se pronunció sobre su tituyen el inicio de un tipo especial de par-
sentido del libro que Edgar Quinet consa- triz se encuentra en el convento de la rue conducta y decidió de antemano las expul- tido en la medida en que más que terreno
gra a la Revolu ción. El apoyo que presta al Saint-Honoré. Esta filiación no ha dejado siones. Cuando el 2 de junio la Convención de discusión, son el templo de la ortodoxia.
joven abogado republicano Jules Ferry, exi- de obsesionar a los bolcheviques rusos des- sufrió la amputación forzada de la fracción De ello se deduc e la unan imidad obligato-
liado junto al lago de Ginebra, es totalmen- de los primeros momentos de su escisión en girondina, los cañones de Hanriot no eran ria, la enfermedad de la sospecha y los es-
te inequívoco. A los ojos de este futuro pa- el partido obrero socialdemócrata (1902), más que el brazo secular del club. El club cru tinios depuradores, así como la obsesión
dre fundado r de la III Repúb lica, la crítica tanto que su histor ia y su modelo de parti- enuncia lo verdadero, lo justo, lo qu e hay de ser el pueblo, el mandato imperativo a
del Jacobinismo y del Terror son la condi- do representan el princ ipal enlace a través que creer, exactamente igual que una Igle- los representantes elegidos y la usurpación
ción básica para un consenso nacional en del cual el precedente jacobino ha creado sia, y convoca a los herejes a una confesión de la soberanía nacional. Michelet se en-
tomo a la República. En 1871 la hum illa- escuela en el mundo de las revoluciones co- pública antes de condenarlos a la nada ab- cuentra a disgusto con la capitulación de la
ción nacional nacida de la derrota, exhuma- munistas o cornunistizantes, arco iris muy soluta entregándolos a la guillotina. Hay Convención el 2 de junio en la que se pier-
rá por últim a vez en la Comuna de París diverso desde muchos puntos de vista, pero que creer al club aunque cambie de opinión de abiertamente lo que quedaba de un de-
este neojaco binismo socialista, aunque que puede referirse y reducirse a una única y se contradiga, porque es fe y no razón lo recho público revolucionario. Para él se tra-
mezclado con otras muchas corrientes. So- fuente si se considera desde el pu nto de vis- que exige: «Aunque la situ ación experimen- ta de una reencarnación del fanatismo cle-
bre sus ruinas Jules Ferry y los republica- ta del concepto y el papel del partido. tase cualquier tipo de cambio que les impu - rical en la rue Saint-Honoré, en lo que ve
nos «oportunistas" fundan , con la compli- Esa fuente se encuentra en el Club de los siera desviaciones en su doctrina, los Jaco- una tragedia de la Revolución francesa.
cidad de los orleanistas, una República que Jacobinos en sus mejores momentos, la Sal- binos seguían afirmando la unidad .» Esta fe, Necesaria, pero tragedia.
es más heredera de 1789 que de 1793. vación Públ ica, el triunfo de la Montaña y por encima de todas las circunstancias, su- y sin embargo el club de los Jacobinos
No queremos decir, sin embargo, que en el reinado de Robespierre. Para compren- puestamente necesaria y suficiente para so- tendrá muchos imitadores. En el siglo XIX
el patrimonio de la Tercera República no derlo hay que partir de Michelet , el histo- breponerse a ellas, reposa sob re la identi- forma parte no sólo de la leyenda de la Re-
haya nada de la heren cia jacobina. Los re- riador más francés de la Revolución, a ve- dad entre Jaco binos y voluntad pop ular, así volución, sino de sus lecciones. Las socie-
pu blicanos tendrán que aceptar una Cáma- ces, incluso, el más estrechamente nacional, como sobre la necesidad de una vigilancia dades revolucionarias de militantes conven -
ra alta, el Senado , pero mantienen no obs- porque él es quien más profundamente ha política incesante para desenmascarar los cidos de que la tran sformación del hombre
tante la idea de la todopoderosa soberan ía analizado lo que de más universal hay en la sucesivos disfraces del complot aristocráti- y del mundo está en el punto de mira de su
del pueblo, encamada en la representación. democracia jacobina. Michelet detest a lo co. El club es la vanguardia de lo que ma- 'acción, son un patrimonio jacobino común
Tendrán también que conceder mucho a la que él denomina la «secta" jacobina con su ñana será la República, una vez purgada de a toda la Europa continental del siglo XIX.
filosofía orleanista de los intereses, pero fanatismo, su espíritu inquisitorial y su en- todos sus enemigos y constituida por ciu- La etapa que se abre en 1815 con la derrota
también guardarán de sus glorio sos antece- trega al ascético Robespierre, pero detesta, dadanos iguales y virtuosos , regenerados de la Revoluc ión francesa, ha transforma-
sores de la rue Saint-H onor é la precedencia asimismo, que se le separe de la Revolu ción. por la educación y el servicio de la patria . do ya en dos puntos el carácter de esta
del ciudadano sobre el hombre privado y el A los ojos de Michelet es la «secta" lo que En conclusió n, Michelet expone dos herenc ia. En adelante tales sociedades se-
papel pedagógico del Estado y, consiguien- sustituy e al pueblo sublime del 89 en una ideas esenciales. En primer lugar ve a los Ja- rán clandestinas y trabajarán ocultas en la
temente, el de la escuela en la formación del versión instrumental y, por consiguiente, cobinos como una oligarquía militante que sombra de la cland estinidad , pero su nece-
ciudadano. Resum iendo, en este momento necesaria de la Revolución en un país que suplanta al puebl o cuando habla en su nom- sidad viene dada po r un ord en de conside -
se instaura duraderamente la República ba- se descompone poco a poco, desmoraliza- bre. Inicia asi una línea de análisis en que raciones diferentes a las justificaciones vá-
sada en una versión ecuménica de la Revo- do y amenazado: «A falta de una asociación profundizará sistemáticamente medio siglo lidas para fines del siglo XVIII. La Revolu-
lución francesa. En ella el legado Jacobino natural que diera a la Revolución la unidad después un historiador de otra orientación, ción había transformado poco a poco la
aparece desembarazado de la sangre y la vivient e, se necesitaba una asociación arti- Augustin Cochino Esta oligarquía se reclu- práctica jacobina en la de un partido fana-
violencia, pero no es olvidado ni, mucho ficial, una línea, una conjuración que al me- ta exclusivament e po r el asentimiento de sus tizado y dom inant e; ahora bien, tal evolu-
menos, deshonrado. Por otra parte la Re- nos le dota ra de una especie de unidad me- propios miembros y se encuentra sometida ción iba contraco rriente de sus principios
volución francesa definitivamente ya do- cánica. Era necesaria una máquina política a las indicaciones de su aparato y su, o sus que excluían la noción de partido en tanto
mesticada entra en la Sorbona. El primer de gran fuerza de acción, una potente pa- líderes, los profesionales de la política, los S1ue agregado de intereses particulares por-
Ideas 631 Libertad

que fonnaban una pantalla entre la volun - (L O UlS), BUCHEZ, CLUBS y SOCIEDADES sentimiento de sus miembros: la misma su- dividual (juzgaban entonce s la libertad más
tad del ciudadano y la soberanía pública. POPULARES, COMITÉ DE SALVACIÓ N PÚ- misión hobbesiana se justificaba en el argu- deseable que la virtud) como del bienestar
Antes de ser la vanguardia de la Revolución, BLICA, CONDO RCET, DANTO N, D EMO_ mente de que era más ventajoso hacer por social (juzgaban la virtu d más deseable que
por la fuerza de las cosas los Jacobin os ha- CRACIA, «FEUILLANTS», GIRONDINOS la libertad el sacrificio de las libertades . la libertad). Ellos son, por lo demás , cons-
bían sido un producto imprevi sto del curso G OBIERNO REVOLUCIONARIO, JORNADA~ La Revolució n, al definirse como ruptu- cientes de realizar dos revoluc ion es. Escu-
de la misma. Por el contrario, el siglo XIX REVOLUCIO NARIAS, L A FAYElTE, M AIS_ ra en relación al Antiguo Régime n lleno de chemos a C ambo n en el mom ento de la dis-
europeo tiende a hacer del partido revo lu- TRE, MAR AT, M ARX, MICHELET, M ON _ servidumbres, po ne la libertad, a la vez, al cusión de la Constitución girondina: «no-
cionario una cond ición previa de la revolu- TAÑESES, QUINET, RO~ESPIERRE , SANS-CU_ princip io y al final de su empresa. Al prin - SOtrOS no habíamos hecho más que la revo-
ción, haciendo remontar aguas arriba la ma- LOTIES, SOBERANíA, SUFRAGIO,TERROR cipio: si puede tener lugar, es en razón de lución de la libertad, nosotros hemos hecho
gistratura de ideas y de volunta d que los Ja- (EL) , V ARENNES. la anterioridad de los ind ividuos indepen- la de la igualdad enco ntrada bajo las ruinas
cobinos habían ejercido solamente aguas dientes , capaces, porque están hechos según de un trono».
abajo . Orientación bibliográfica el patrón divino , de determinarse a sí mis- La inm ensa fortuna de esta periodización
Paradójicamente, dado que las dos con- mos y de producir voluntariamente una so- en la histo riografía de la Revolución radica
cepciones son cont radictorias, une a esta AULARD, ALPHONSE, La société des [aco- ciedad. Al final: porqu e su fin último es, no en la simp licidad del esquema: puesto que
creencia en el poder demiúrgico de la ac- bins. Recueil de documents pour l'bistoí- solamente proteger la libertad individua l el bagaje intelectual de los revolucionarios
ción política la idea de que la historia tiene re du club des Jacobins de París, 6 vols., contra el despo tismo, sino hacerla florecer. comportaba dos ideas de la libertad, ellos
un desarrollo inevitable que se supone rea- París, 1889-1897. La paradoja es entonces el destino de la lo han puesto en práctica en do s Revolu-
lizado por esta acción. Por este medio la vo- BRlNTON, CRANE, The Jacobins: An Essay libertad individual bajo la Revolución fran- ciones distintas. Se puede, sin embargo,
luntad se atrae rápidamente el concurso de in the New Hístory, Nueva York , Mac- cesa, y ese bandazo hacia el despo tismo que apostar que las cosas no ocurrieron verda -
la ciencia, universo intelectual y político Millan, 1930. nadie ha expresado mejor que Edgar Qui- deramente así: las representaciones de la li-
muy diferente al de la Revolución france- COCHIN, AUGUSTlN, Les sociétés de pensée net: «H ay en estos años un prodigio que no bertad que ellos enco ntraban en el canasti -
sa. y sin embargo de ella extrae su inspira- el la democratie modeme, París, Plon, se volverá a encontrar en ninguna part e, llo de la filosofía del siglo no eran tan sim-
ción y su modelo a través del club de los Ja - 1921 (reed . París, Copernic, 1978). [...] un a edad de o ro escrita sob re el um- ples; y los actos de la Revol ución no se su-
cobinos. KENNEDY, M 'CHAEL, Tbe Jacobins Clubs bral; po r otra parte, para po nerla en prác- ceden uno detrás de ot ro como el golpe de
Marx, seguido de Lenin, el inventor de la in th e French Reooluiion: The First tica, una implacable Némesis... Todas las martillo del teatro.
variante subjet ivista del marxismo, cons ti- Years, Princeron, Prince ton University histo rias de la Revolución giran alrededor Las luchas políticas del siglo XVIII se ha-
tuyen las principa les etapas de este itinera- Pres s, 1982. del enigma de una libertad q ue inaugura un bían desarrollado en nombre de las liberta-
rio aún mal explorado. A través del bo lche- MICHELET, JULES, Histoire de la Révolu- despo tismo inédito. O bien pon en el reco- des amenazadas po r el absolutismo . Las li-
vismo, el partido jacobi no ha ten ido un her- tion Pmncaise, libro IX, caps. 3 y 4. nocimiento de la libertad a cuenta de las cir- bertades: un pro digioso plural históri co,
moso siglo xx. Prancois FURET. cunstanci as exteriores , imperiosas pero ilustr ado por un a resplandeciente literatura
contingentes, manera de eludir el prob le- de Bculainvilliers a Montesquieu. No esas
Véase también: ASAMBLEAS REVOLUCIO- ma, tan pronto como aparece . O bien, reve- «libertades», sinón imo de exencion es, in-
NARIAS , BABEUF, BARNAVE, BLANC lan en los actores de la Revolución, desde mu nidades , privilegios de los que disfru ta-
sus pr imeros pasos, una intención despóti- ban bajo el Antiguo Régimen los comunes,
ca, la oculta intención siniestra de convertir las órdenes, las universidades, los cuerpos
la libertad en esclavitud. O bien, aún , cuen- y comunidades. La garantía de estas liber-
tan una Revolución en dos actos que ilus- tades parti culares parecía sustentarse en el
LIBERTAD tran por tumos las dos concepciones anta- fraccionamiento de la sociedad en estamen-
gonistas de la libertad producidas por la fi- tos intermediarios, en la cascada de los ran-
losofía del siglo: una subordinaba los fines gos, en la salvaguarda de las tradiciones, de
morale s a la libertad, y no toleraba en con - las que la nobleza se sentía la muralla na-
La palabra libertad, había dicho T urgor en había que dar al Estado para preservar al secuencia ninguna renuncia a este pr imer tural. Cuando se crean las Asambleas pro-
1770, «contie ne en sí misma el catecismo máximo la libertad de cada uno. Y las res- bien; la otra, de tradición aristo télica, so- vinciales, Loménie de Brienne defenderá
político de una multitud • . A lo largo de puestas q ue le había aportado la filosofía metía la vida hum ana a un fin virt uoso y aún la separac ión de los estamentos en
todo el siglo se había asimilado , en efecto, política, por diferentes que hayan podido justificaba así, por adelantado, las restric- nombre de estas libertades plura les, cons us-
a hacer de la libertad la piedra de toq ue del ser, habían sido todas en nombre de la li- ciones impues tas a la libertad. Y, en efecto, tancia les, según él, de la mona rquía france-
buen gob ierno, desde que Hobbes había bertad. N inguna sociedad política legítima los hombres de la revolución tan pronto ha- sa (cuyo trabajo a largo plazo sugería, sin
planteado la pregunta de saber la fonna que parecía entonces poder sob repasar el con- cían derivar el derecho de la soberanía in- embargo, una cosa bien distinta ): «sin este
....

Ideas 641 Luces

pero tam bién pe rm ite salvar lo adquirido en no han abandonado el pr ograma enCOntra_ '" Révo/utum Franeaise (1789-1804), Pa- Aran, Ecole des Hautes Études en
1789 (no se eq uivo caro n de principi os). La do en Rousseau y en los fisiócratas a la vez. rís, 1898. Sciences Sociales. París, primavera de
libertad revolucion aria no ha sido vencida A pesar de las voces qu e les advierte n de de- SKINNER, QUENTIN, eEnglish Liberty », 1987.
por un a idea falsa, sino por el anacro nismo jar la sociedad a sí mism a. siguen mos tran_ conferencias en el Instituto Raym ond-
de los mediocres. U na vez analizado y con- do también muy poca confianza en el libre
jurado este anacro nismo, la libertad moder- juego de los intereses individuales. y COnt i-
na se confirma co mo un movimiento irresis- núa n contando con una voluntad vinuosa
tib le y tan irreversibl e como la Revolu ción . para o rganizar y d irigir lo social. No renun-
Se pu ede. por tanto , concluir qu e Tenni- ciaron - rasgo qu e les sobrevivirá en la his- LUCES
dor trae de nuevo sin ambigüedad los hom - tori a y en la política fran cesa- a enconrra-
bres y las obras a una de las libertades del la fórmula d e un a política racional. Mona
siglo preced ente, la libertad negativa, desli- OZOUF. El 11 de julio de 1791, los restos de Vol- bezas » se oponía la imagen de jean-jacques,
gada de la virtu d. N i la libera ció n existen- taire fueron solemnemente tr asladad os al amigo de la naturaleza, alma sensible. sabio
cial. ni el libe ralismo intelectual son capa- Véase también: ASAMBLEAS REVOlUCIO. Panteón, antes iglesia Sainte-Cenevieve. legislado r que clamaba por una ciudad d e
ces de arrancar a los terrn ido rianos d e la mi- NARIAS, BURKE, CONSTANT, DERECHOS Puesta en escena grandiosa: enorme carro- libertad y de la justicia.
to logía activista y un an imista de la Revolu- DEL H OMBRE, FISIÓ CRATAS, JA COB INIS- za a la antigua so bre la que estaba dep osi- Dejando a un lado las circunstan cias en
ción. No se resignan a con ceder la libert ad MO, M l RABEAU, M ONTESQ UlEU, Q UIN ET, tado el sarcófago, rodeado de jóvenes alum- que se inscriben, dejando a un lado también
completa de prensa, a pesar de los d iscur- ROBES PIERRE, srevss, SO BERANÍ A, STAEL nos de las Academias, en traje romano; lar- su explotación por fines políticos coyuntu-
sos sobre el horror de la tiranía y las recla- (M ME. DE), T ERMlDORIANOS, TERROR (E L). go cortejo, donde se percibía la estatua de rales, ambas ceremonias tenían una signifi-
macione s para que no se retr ase más la li- Voltaire por Houdon llevada sobre unas an- cación simbólica común: por ellas la Revo-
bertad. Se atendrán a una libertad limitada, das, y en el que participaban «los ciudada- lución rendía homenaje y justicia a sus pre-
O rientació n bibliográfica nos del arrabal Saint-Antoine armados con cursores e inspiradores. El discurso, el ri-
en nom bre de un a arg umentación q ue ya
sirvió mucho y que d esar rolla Lo uvet . La li- BELIN, J EAN , La logique d'une idée -fo rce. sus picas»; este entierro en el Panteón im- tual y el lenguaje simbólico ut ilizados du-
bertad ap rovechará a los enemigos de la Re- L 'idée d'ut ilít é sOCÜJle pendant la R évo- presionó profundamente y constituye un rante las dos cer emonias insistían co n fuer-
volució n, y, ad emás ¿por q ué va a haber to - /utio n Francaise (1789-1792), París , Her- momento álgido en la hist oria de las fiestas za en los vínculos que unían la Revolución
tal libertad en el cuerpo social cuando no la mann, 1939. revolucionarias. La ceremonia precedía en al «siglo ilustrado - encarnado por Voltaire
hay en la natu raleza? Un o sien te qu e esto s B EllN, JE AN, L es d éma rcbes de la pensée dos días solamente a una conmemoración y Rousseau, y la nación regenerada se re-
hombres no llegan a ad mitir la liberaliza- sOCÜJle d'apr és des tex tes inédits de la pé- doble, la de la toma de la Bastilla y la de la conocía en el «gran hombre.., aquel cuya
ción completa del espacio políti co, po r es- riode rév olutionnaire, París. Hennann, Federación de 1790; celebrada en un a at- fama , gloria y méritos consistían en el ta-
tar conti nuamente o bsesionados por una re- 1939. mósfera tensa tre s semanas después de la lento y los servicios hechos a la humanidad
p resent ación nefasta de las division es de la BERLlN , SIR ISAIAH, Two Coneepts 01 Li- fuga de Varennes, ponía en imágenes la pro- y no en el nacimiento, Jos títu los her edita-
opinión públi ca. D esearían la libertad, pero berty, Oxford, Clarendon Pr ess, 1958. funda unidad entre dos combates por la li- rios o las hazañas guerr eras.
no han ro to nunca con la imagen y la espe- CONSTANT. BEN]AMIN. De s reactions poli- bertad, la del «siglo ilustrado > y la de la Na- Ambas ceremonias resumían en sí mis-
ranz a de un legislador que tu viera una au- tiques, s.l., año V (1797). reed . en C ons- ción regenerada. Tres años más tarde, el 20 mas y ponían en imágenes una doble repre-
to ridad suficient e para unificar la realidad tant, Ecrits et diseours politiqu es, publi- de vendimiario del año III (11 de octubre sentación, la de la Revolución y la de las
pululante y rebelde. cados por O livier Pozzo di Borgo, to- de 1794), el Panteón acogía los restos de Luces, entre las que se inst alaba un juego
La soluc ión qu e encuent ran a esta con - mo 1, Par ís. Jean-Jacque s Pauverr, 1964. Rousseau. La ceremonia corona una histo- de espejos. Situándose bajo el emblema y
tradicción es bien co noc ida, la peda gogía. DUCLOS, PI ERRE. La notion de Constitu- ria rica en peripecias; el proyecto. prepara- los auspicios del «siglo ilustrado », la Revo-
Puesto qu e aún es demasiado pron to para tión dans l'oeuvre de l'AssembJée consti- do durante el Terror, no se realizó hasta lución se o torgaba unos orígenes y un au-
esperar en la libertad espontánea de los se- tu ante de 1789, París, Dal loz , 1932. después del 9 Tennidor; veinte días ante s ment o de legitimidad ; pon ía fin a largos si-
res, pero co mo es de masiado tarde para MANENT, PIERRE, Hínoire intellectuelle du habían enterrado en el Panteón a Marat (y glos de tin ieblas. de tiran ía y de prejuicios;
constr eñirles, queda educarlo s para la liber- libéralisme. D íx lecons, París, Ca lmann- en el marco de la misma cerem onía hab ían reivindicaba para sí una tradición, la del de-
tad. De ahí. la fijación en la pedagogía en Lévy, 1987. . sacado del Panteón las cen izas de Mirabeau, sarrollo de las letr as y de la reivind icación
la época term ido riana. Ello demuestra qu e M ARTIN, KI N GSLEY. The Rise 01French LI- el primer gran hombre de la Revolución que de la libertad, historia completamente re-
unos hombres que acaban de renunciar a la bera/ Th ought: A Study 01 Po/itiea/ldeas había accedido a él). De súbito la fiesta en ciente y relativ amente breve, pero rica del
violencia de la guillot ina no pu eden poner f rom Bayle to Con dorcet, Nueva York, honor de Rou sseau se co nvertía. de alguna futuro que anunciaba. De golpe se daba una
su espera nza más que en la dulc e violencia New Yo rk U niversity Press, 1954. manera, en un a manifestación anti-Marat : identidad y un a co ntinuidad: más allá de las
de la educación. Pero m uestra también que SAGNAC, PH ILIPPE, La Jégislation dviJe de al recuerdo de aquel qu e exigía «cien mil ca.
.
vicisitud es de su pr opi a histori a, podía
Ideas 642 643 Luces

siempre invocar sus orígenes como su Sin embargo, cuanto más pasamos de esa comme l'un des premiers auteurs de la R é- terio impenetrable. La idea de conspiración
justificación última; por eso, la vuelta a esos imaginería global a las cuestiones específi- volution (1791), L. S. Mercier se harta de filosófica y masónica tendría un hermoso
orígenes se le ofrecería de modo permanen- cas, tanto más se transforman en problemas demostrar, durante centenares de páginas, futuro. Pero también del lado revoluciona-
te como fuente de renovación y de grandeza. las metáforas; por eso en la historiografía quejas obras de Rousseau anuncian la Re- rio se buscaba de forma incansable las ra-
Imaginería de la Revolución, e igualmen- se han discutido con mucha frecuencia tres volución y formulan su programa. No duda mificaciones de la «conspiración» aristocrá-
te de las Luces (o mejor dicho, del «siglo grupos de cuestiones: ¿Anunciaron las Lu- Mercier en evocar, además, su propio libro, tica y clerical, para explicar las vicisitudes
ilustrado», del «siglo filosófico», «siglo de ces la Revolución y los «filósofos» fueron L'an 2440 (1770), una novela utópica, para de la Revolución.
la razón»; el término Luces [«Lumieres»], precursores? ¿Animaron en 1789 las ideas afirmar, con tod a modestia, que ya había Mucho más raros eran los que «descar-
equivalente del Aufklarung alemán y del y los valores de las Luces las pasiones re- previsto el desarrollo mismo de los aconte- gaban» a los «filósofos» . J. J. Mounier, jefe
Enligbtenment inglés, es de uso relativa- volucionarias e impulsaron, por tanto, has- cimientos revolu cionarios, empezando por de fila de los «monárquicos», polemizaba
mente reciente; más adelante, sin embargo, ta su extremo la crisis política? ¿Influyeron la toma de la Bastilla. Del lado de la con- con el abate Barruel desde su exilio (De l'in-
lo utilizaremos por comodidad de expre- las divergencias entre las doctrinas de los trarrevolución, el abate Barruel, jesuita, de- fluence attribuée aux philosophes, franc-
sión, a riesgo, en ocasiones, de cierto ana- «filósofos» sobre los enfrentamientos entre sarrolló a su vez la tesis de la responsabili- macons et illuminés, sur la Révolution de
cronismo). Hacer descansar, por toda la las orientaciones políticas, especialmente dad de los «filósofos». En sus Mémoires France, 1801). Demostraba que la idea de
eternidad, a Rousseau al lado de Voltaire entre radicales y moderados, durante la Re- pour serv ir ti l'bistoire du jacobinisme conspiración va dirigida a los espíritus «pe-
era levantar acta de reconciliación, pasar volución? Cuestiones estas que merecerían (1797-1798), expone, a lo largo de tres den- rezosos y superficiales»; que los «filóso-
por encima de divergencias, querellas y una redefinición porque su tenor mismo sos volúmenes, la idea de una conspiración fos» jamás llamaron a la revuelta; que su
conflictos que los habían separado en vida, traduce la preocupación por establecer una filosófica y masónica en el origen de la Re- objetivo no era alterar el orden social
considerándolos secundarios respecto a la convergencia entre dos finalidades , la de las volución. Apoyándose en citas de Voltaire, sino, por el contrario, protegerlo contra
unidad fundamental de las Luces, fondo co- Luces y la de la Revolución. No comparti- de Rousseau, de Diderot, de la Encyclop é- los cataclismos modernizándolo y refor-
mún de ideas, valores y modelos formado- mos esa preocupación: en el centro de nues- die, etc., demuestra que desde mediados del mándolo.
res. Era también ofrecer una representación tro interés se encuentran la cultura y las siglo XVIII existe y actúa una conspiración Mounier tenía, desde luego, razón. Las
ideal de las Luces, como movimiento con- mentalidades políticas del período revolu- que trata de alterar el orden social, los «fi- «profecías» de los «filósofos» no son, por
tinuo cuya finalidad, preparar la Revolu- cionario en sus relaciones con la herencia lósofos» son ~\1S jefes, y las logias masóni- regla general, más que figuras retóricas,
ción, aseguraba una unidad a la sucesión de de las Luces, y sólo desde esta óptica dis- cas (en especial los «iluminados» de Bavie- otras tantas llamadas a prevenir perturba-
hombres y generaciones. Al rendir home- cutiremos los problemas de los orígenes ra) forman una verdadera red de subver- ciones. Claro que las ideas políticas de las
naje a las Luces, la Revolución apelaba a los culturales de la Revolución, así como los sión. C riticar la religión y el clero, la fami- Luces podían llegar hasta la exploración de
Voltaire y a los Rousseau, por así decir, de la función de las ideas de las Luces en lia y la moral , la nobleza y el trono era el alternativas utópicas al orden existente.
como testigos, a fin de que se reconocieran el desencadenamiento de la Revolución y trabajo de zapa de esta conspiración que Pero en la medida en que es posible hallar
en la obra que esa Revolución había reali- en sus conflictos políticos. Intentemos, sin preparó, desde muy antiguo, el ataque fron- una denominación común a estos proyec-
zado, a fin de que reencontraran en ella sus embargo, retomar esas cuestiones, aunque tal que se desencadenó finalmente en el tos múltiples, no es en modo alguno la de
ideas y su mensaje. sólo sea por su larga tradición historiográ- sño 89. llamada a una revolución sino la de incita-
La exaltación al Panteón de Voltaire y de fica. Estas dos búsquedas de aternidad de la ción a las reformas. En el horizonte de ex-
Rousseau no era más que el momento álgi- ¿Llamaban los «filósofos" a la Revolu- Revolución , po r op uestas que sean ideoló- pectativas de las Luces, antes de la crisis del
do de la difusión de esa doble imaginería de ción, eran sus precursores y, por consi- gicamente, atestiguan que la Revolución se- 89, se encuentra el ideal de un Estado re-
la Revolución y de las Luces; a fuerza de re- guiente , son sus responsables? Esas cuestio - guía siendo para sus contemporáneos un formador y de una política de reformas; la
petirse y retomarse en muchos discursos, nes surgen ya en el período revolucionario acontecimiento sorprendente y, en el fon- que más se acercaba a ese ideal era la de un
ceremonias y alegorías, se volvió un tópico y muy a menudo se les da una respuesta po- do , incomp rensible. Prese ntarla como la Turgot e incluso la de un José 11.
y una figura retórica capaces de reconciliar, sitiva. Para ello se busca apoyo en textos realización de pre visiones e ideas ilustradas Así pues, los «filósofos» no fueron «pre-
al menos por una vez, a revolucionarios y «proféticos», como las célebres frases de era un modo de racionalizar el fenómeno cursores» de la Revolución; el valor expli-
contrarrevolucionarios. En efecto, un Ro- Rousseau: «N os acercamos al estado de cri- revolucionario (las sectas místicas que en cativo del concepto de «precursor» es, en lí-
bespierre y un De Maistre podían admitir sis y al siglo de las revoluciones. Considero esa misma época proliferaban no tenían ne- neas generales, muy débil. Un «precursor»,
que las Luces habían dado a luz a la Revo- imposible que las grandes monarquías du- cesidad de tales profecías laicas; se conten- ¿no es precisamente aquel que no puede
lución; el uno para exaltar tanto a la madre ren todavía mucho tiempo; todas han bri- taban, simplemente, con el Apoc alipsis). El . enunciar lo que se cree que piensa? Dicho
como al retoño, el otro para denunciar a los llado, y todo estado que brilla está en su de- abate Barruel no hacía otra cosa; como re- esto, resulta difícil sobrestimar la impor-
dos. El período revolucionario legó esa clive» (Emile, libro IlI, Rousseau , Oeu- sultado de una conspiración, la Revolución, tancia de estas ideas de reformas para la
imaginería a sus historiadores y toda una ores, ed. de la Pléiade, tomo IV, n. 468). obra de las tinieblas, se volvía inteligible al formación de nuevas mentalidades polí-
historiografía la retomó y amplificó. En su obra De j.-j. Rousseau considéré tiempo que conservaba su carácter de mis- ticas. Para la madura~ión de éstas, un fon-
Ideas Luces
645

do común de ideas y de esperanzas, de de ponerse. Un poder reformador tal encar- sis, definen sus apuestas y su salida, su pro- bres del 89 no tenían que enfrentarse a los
valores y de expectativas, tenía más efec- naría ~n cierto modo el poder soberano que pio papel y el de sus adversarios, a través mismos problemas que los «filósofos» a los
to que los proyectos mismos de talo cual la sociedad posee respecto a sí misma; cues- de valores y conceptos elaborados por las que se referían. Estos teorizaban y raciona-
reforma que se habían acumulado a lo largo tionaría las jerarquías que sólo se legitiman Luces. Dan un significado global a la crisis lizaban la política, aquéllos se encontraban
del siglo. por la tradición y las autoridades que sQlo mediante el lenguaje y las representaciones ante un fenómeno político y social inédito,
En realidad, las reformas se pensaron se apoyan en prejuicios. El poder político heredadas de las Luces: ese significado en- dotado de su propio dinamismo y que pro-
como otras tantas respuestas prácticas a las investido con todas estas esperanzas, eleva- frentaría el derecho a lo arbitrario, la liber- ducía sus propios conflictos y pasiones.
cuestiones que preocupan a las Luces: do a la categoría de instancia decisiva de in- tad al despotismo, la justicia a los privile- Ante sus ojos y con su propio concurso, se
¿cómo redefinir y racionalizar el orden so- novación racionalizad ora y capaz de abrir gios. Significado que, debido incluso al ca- volvía cada vez más complejo, difícilmente
cial? ¿Cómo cambiar al hombre, su espíri- el espacio social al ejercicio crítico de la ra- rácter universal de los valores implicados, manejable, incluso francamente incontrola-
tu y su corazón? La realización de los pro- zón, no podía hacer otra cosa que servir a comprometía un acercamiento pragmático a ble. Y es precisamente esa singularidad del
yectos de reformas incumbiría al poder ilus- la emancipación del individuo y reconocer los problemas concretos que se hallaban en fenómeno revolucionario, su característica
trado; de golpe, situar tales esperanzas en los derechos inalienables del hombre como el centro del conflicto, radicalizaba las po- social, sin embargo, lo que los conceptos le-
las reformas era reconocer implícitamente condición de su propia legitimidad. siciones y remitía todas las cuestiones de- gados por los «filósofos» debían ocultar
la política como instancia decisiva de todo En !a crisis del 89, las ideas y las repre- batidas a una sola, la de la transformación mucho más que ilustrar .
cambio social. Debido a su diversidad y a sentaciones elaboradas por los «filósofos» del poder político considerado precisamen- Para dar una significación a los aconteci-
su multiplicidad, los proyectos de reformas desempeñan un papel múltiple y complejo. te como instancia decisiva del reacondicio- mientos que se encadenan y que conocen
traducían dos convicciones que se confun- Los artífices del 89 no eran revolucionarios namiento del orden social. Definir de este una aceleración brutal, la mayoría de las ve-
dían: las instituciones y los hombres son in- en el sentido en que nosotros entendemos modo los envites de la crisis era pensar en ces se los engloba bajo el nombre de revo-
definidamente transformables; el cambio no ese término. La revolución ni la quisieron la ruptura del derecho positivo como vuel- lución. De modo imperceptible, la Revolu-
puede operarse más que por la política, y, ni la imaginaron; se deslizaron a ella sin que ta a unos valores originales que le son an- ción empieza a adquirir una especie de fi-
por lo tanto, las capacidades de acción ellos mismos se dieran cuenta. Las ideas y teriores, y los únicos capaces de dar una le- nalidad propia. Lo que la resume es la Re-
transformadora serían, a su vez, cuasi ilimi- los valores legados por las Luces poseen una gitimidad al poder. generación de la Nación , sinónimo de re-
tadas. Al teorizar la política y al inyectarle importancia extrema para comprender tal Además, los publicistas del partido pa- torno a los orígenes y de cumplimiento de
sus esperanzas, los «filósofos» producían la deslizamiento, a la vez por lo que manifies- triota se sirven con bastante libertad de los una promesa indefinida de libertad, de rup-
representación de un poder que por sus ac- ta con toda evidencia y por lo que ocultan. legados ideológicos e intelectuales de los tura con el pasado nefasto y de apertura a
tos había de ser capaz de aportar a todos En el 89, como sabemos, la crisis del régi- «filósofos». Extraen sus ideas de manera un futuro feliz. Para los ideólogos del
los problemas sociales, e incluso morales, men se presenta, ante todo, bajo un do- muy ecléctica de autores diversos, sin pre- 89, el poder constituyente transcribe de for-
respuestas tan firmes como racionales: de ble aspecto: financiero (el déficit y el peli- ferencias exclusivas, combinando argumen- ma definitiva a la práctica los conceptos de
ahí que la política y sobre todo el Estado gro inminente de bancarrota del Estado) e tos en función de las necesidades polémicas contrato social, de soberanía nacional, de
se convirtiera en objeto de sus solicitudes. institucional (convocatoria de los Estados del momento. A través de folletos cada vez voluntad general, y redefine, de entrada, el
Claro que no cualquier Estado, sino aquel Generales, institución cuyas tareas, compe- más numerosos se pone en circulación todo orden social, hace conjugar en política a
que fuera el instrumento privilegiado de la tencias y modo de funcionamiento exigían un fondo de ideas de las Luces; además, las partir de entonces razón, libertad y justicia.
expansión del espíritu ilustrado. Así pues, una redefinición). El «Partido patriota» y primeras reuniones de los Estados Genera- La confianza en la política, en sus capaci-
imaginan un poder que pueda hacer suyas sus «publicistas», que influyen en la opi- les ponen en contacto directo, a menudo dades de acción casi ilimitadas, y las es-
las ideas «filosóficas» y las pueda poner en nión pública, abordan y discuten estos pro- por vez primera, a «patriotas ilustrados». peranzas engendradas por las primeras ex-
práctica a fin de reformar la sociedad. La blemas sobre un terreno profundamente la- De ello resulta a la vez un intercambio de periencias revolucionarias se combinan de
fórmula política de semejante poder no so- brado por Montesquieu, Rousseau, Mably, ideas cada vez más intenso y una concerta- este modo hasta confundirse en otras tan-
brepasa, la mayoría de las veces, la de cier- y removido por la obra constitucional de ción sobre las acciones que van a poner en tas certezas: que la Revolución dispone
to absolutismo ilustrado; la moderación, si los Estados americanos. En efecto, leyendo práctica. La variedad y la riqueza de ese siempre de medios suficientes, intelectua-
no la timidez política, se alía sin embargo la masa de folletos publicados con motivo fondo de ideas engendran en los ideólogos les y políticos, para dominar y resolver
perfectamente con el sueño utópico de una de la convocatoria de los Estados Genera- la convicción, comúnmente compartida por los problemas que hace surgir; que una
sociedad distinta, la de la felicidad social en les, y consultando, sobre todo, las actas de la nueva opinión pública, de disponer de vez definido racionalmente su objetivo, se
que desembocará la redefinición del orden la Asamblea nacional, en especial de sus pri- herramientas intelectuales apropiadas a la atendrá a él firmemente y engendrará su-
social. La voluntad reformadora habría de meros debates, nos choca el notable cono- situación, suficientes tanto para compren- ficientes energías para realizarlo; que acele-
reunir en un todo la política y la moral; así, cimiento de la literatura política de las Lu- der la crisis como para dominar sus conse- rar su marcha, romper las resistencias con-
pues, hasta la legitimidad del poder estaría ces, que es la de las nuevas élites políticas. cuencias. Ahora bien, en gran parte se trata tra las que choca es, por tanto, acercarse a
vinculada a la causa a cuyo servicio habría Sus portavoces e ideólogos perciben la cri- de una ilusión ideológica. Porque los hom- sus objetivos últimos. El exceso de violen-
Ideas
6-17 Luces
cia verbal , de reivindicaciones y amen azas, ni limitan su sobe ranía; Fra ncia es, desde
de recriminaciones y promesas que se ejer- luego , una nación ant igua, pero los franca , tesq uieu, Rousseau y las constitucio nes bre todo, en cierto estilo de pensamiento,
ce. en el verano y el otoño del 89, a tr avés ses regenerados forman un pueblo que ha americanas, que por la necesidad a que así como en un conjunto específico de re-
de los folletos. la prensa, las asambleas, etc., recupe rado su primera juventud. Por ello respondía, la de redefinir el campo político pr esenta ciones y expectativas, que co njuga-
no procede sólo del desencadenamiento de no tienen neces idad de imitar ningún mo- en t érm inos de libenad y de dere cho . To- ban política y moral. El discurso peda gó gi-
las pasiones y de la lucha por el poder. Pa- delo, sea el que fuere ; abren por sí mismos memos otr o ejemplo qu e tamb ién reapa re- co revo lucionario proporciona un ejempl o
rad ójicam ente también está anim ado p or la una era nueva y o frecen al mundo un ejem- ce con bastante frecuencia en la historiogra- notable de esa herenc ia persistente co mo un
cert eza. ampliamente compartida. de que la plo de alcance universal, como lo demues- fía: es un hecho que Robespierre manifes- fondo común de ideas a lo largo de la Re-
Revolu ción, deb ido incluso a sus pri ncipios tr a y pr oclama la declaración de Jos dere- taba por Rousseau una admiración particu- vo lución, por encima de sus virajes . Desde
fundadores y. por tanto, a su finalidad, es cho s del ho mbre. lar y que en pleno T erro r se escudaba en su sus inicios, la Revolu ción se ve ot orgar una
esencialm ente racional, es decir, co ntrola- ¿Influye ro n sobre la oposición entre u- obra oponiéndola a la de volraire y los en- vocación pedagógica, la de regenerar la na-
ble. Dicho en otros término s, radicali zar- la dicales y moderados d urante el período re- ciclopedistas. Sin embargo no por ello se ción y fonnar un pueblo nuevo, )' esa mi-
crisis, llevarla. hasta sus últimas consecuen - volucionario las divergencias entre las doc- debe concluir que el Contrato social co ntie- sión ejerce una irresistible fascinación sob re
cias no seria sino el medio más eficaz para trinas po hricas y morales de los . filó sofos»? ne en germen el jacobinismo y el Terror. los sucesivo s poderes. La herencia de las
alcan zar rápi d am ente el desenlace feliz . El de bate que acabamos de evoca r nos lleva Por otra parte, Ro bespierre no es el único Luces puede reconocerse fácilmente ahí : se
Ce rtezas ilusorias. C omo sabemos, una vez al corazón mismo de esa pregunta, a la que en referi rse a Rou sseau : la presencia difus a trata menos de ideas tom adas de tal o cua l
iniciad a la revolución , la idea misma de lle- parece sugerir una respuesta positiva. En del Contra to social es fácil de constatar en obra que de la transmisión del imp ulso pe-
varl a a puerto, de realizar las esperanzas que efecto, a menudo, hasta hacer de ella un cli- todo el pensamiento político revoluciona- dagógico que atravies a las Luces, de su sue-
hab ía despen ado, se convi erte en un factor ché, la historiografía vuelve sobre la oposi- rio, en un Sieyes y en la ob ra de la Cons- ño de producir hom bres nuevos, libres de
que la dinamiza y, po r ello, la hace cada vez ción entre dos tendencias del pensamiento tituye nte (Burke lo observó de modo per - preju icios, perfeccionados a la medida de su
meno s d ominable. revoluci onario: una, liberal , empirista y re- tinente), en Brissot qu e sólo juraba por tiempo. Los peda gogos, ilustrados y revo -
Desde luego, a esta voluntad de rad icali- formista, que se inspiraba en Voltaire y Roussea u, y en Madame de Staél, Ultimo lucionarios, creían con una misma fe en las
zación animada por una especie de - fana- Montesq uieu; la otra, dogmática, radical, ejemplo: el pensamien to liberal revolucio- capacidades cuasi ilimitadas de la educación
tismo de la razón » se opo nían tendencias que conjugaba soberanía popula r y dicta- nario se había formado , desde luego , en la y en la energía tr ansform adora de la Revo -
más moderadas que tam bién se jactaban de dura revo lucionaria, y se inspiraba en Rous- escuela de Montesquieu y de Condorcet. lución . De esta form a peda gogía y política
tod a una herencia de las Luces: reformis- seau. A veces se habla de dos fases respec- Sin embargo acusa su orig inalidad realmen - fue ron dos modos de trabajo de la Nación
mo, empirismo, sen tido de lo real. Así, en tivas de la Revolución : la que estaría influi- te a tr avés de su reflexión sobre el Terror, soberana sobre sí misma; de p ron to , el Es-
agosto- septi embre de 1789, durante el pri- da por el Espíritu de las ley es y que acaba- al tratar de explicar cómo pod ía la Revolu- tado -Nación se define como un Estado
mer debate constitucional, cuya importan- ría en 179 1, Y la otra, marcada por la die- ción , partiendo de los pr incipios del ochen- educa do r. Las Luces han iniciado la Revo-
cia para la sucesión de los acon tecimientos rad ura y, por lo tanto, por la influencia de ta y nu eve, llegar a las prácticas del año 11, lución, y es a las Luces a quien correspon-
es dificil sob restimar, lo s «monárqu icos», Ro usseau y, sobre to do , cuando se esfuerza por ima- de term inarla : esta ide a reaparece a menu -
partidar ios de un sistem a representativo ba- Es evident e que la época de las Luces es ginar un espacio político democrático que do , como una especie de máxima, en el dis-
sado en la coe xistencia de un a asambl ea bi- la del desarro llo de la filosofía política: no estarí a cerrado a cualquier pos ible vuelta del curso revo lucionario. El debate pedagógico
cameral y de un po der real fuerte, se refe- . y 1: . - ealismo moderno sin la obra de Terror gracias a un dispositivo instituc io- es casi perma nente y los pro yectos de ed u-
rían, a la vez , al ejemplo d el régimen liberal Monresq uieu y de Smith; no hay pen sa- nal. A partir de esta experiencia un Sieyes cación públ ica que invent an una pedagogía
ofre cido por Inglaterra, a la continuid ad de mient o democ rático moderno sin el Con- o un Constant se entregan a la crítica de la ilustr ada al servicio de la Nac ión soberana
las tradiciones políticas france sas, y a la au- trato 50C.WI. Dicho esto, la reflexión y la idea de soberanía ilim itada del pueblo y, y, por tanto, de la de mocracia, so n innu-
to ridad de Loc ke, de Vol raire, de Mont es- t' r,u.:tica po líticas de la Revolución son algo po r tanto, del Contrato social. Dicho en merab les. La intención peda gógica no
qu ieu , etc. Argumentos que rápidamen te muy distinto (le la aplicación de tal o cual otros t érminos, la Revolució n p royectó so- p re s ide só lo las gran d es creacio nes repu ·
fueron barrid os en el transc urso d e un de- d octrina. C o m o hem os ob servad o , los bre las Luces la sombra de sus desgarra- bh canas propiamen te esco lares, destinadas
bate que vio escindiese al Part ido Patriota hombres del 89 se servían muy libremente mientos y de sus conflictos; en 1799 será d i- en especial a form ar nuevas élites para el
y dividirse a la Asamblea misma en una ..de- de Id herencia de las Luces. Tenían que fícil, por no decir imposible, leer a Montes- Estad o -Nación (Esc uela Pol itécni ca, Es-
recha.. y una «izquierda ». El cambio que ha afrontar pr oblem as inéditos, y cuanto más quie u y a Rousseau de la misma form a qu e cuel a No rmal, etc. ). El pr o yect o d e intr o-
de operarse no p uede ser una restauración co nsciente eran de ellos más ganab a en ori- di 1. años antes. du crr en el co razó n mi smo de la vid a co-
de las tradiciones del pasado sino que de be ginalidad su pensamient o. La D eclaración Las Luces legaron , pu es, a la Revolución tid iana un di sposit ivo pedag ógico inreli-
afirmarse preci samente co mo una revolu- de los De recho s del Hombre se explica a la vez menos y más que un a o varias doc- gen te guía tanto la introducció n del calen-
ción, una ruptura radical; las tr adiciones en menos por sus pré stam os, entre los que trin as políticas, sistemas qu e no habrían es- dario revol ucio nario v del sistema métri-
nad a compro meten la libertad de la nación se encuentran a un tiempo Locke y Mon - perado más que su transcripción a la prác- l a de pesas }:medida;, como la d e inst itu -
nca. La herencia que dejaron consis tía, so- cio nes encargad as d e racionaliza r lo s espí-
Ideas Montesquieu
649

ritus y hace urunfar el universalismo de bargo, como contrapeso, la figura de un Viase también: BURKE, CONDORcrr, Nueva York, Schocken Books, 1970.
las Luces. Marat recuerda que la cultura revoluciona- CONSTANT, DERECHOS DEL HOMBRE, Es- DÉRATHÉ,. ROBERT,Jean-Jtlcqu~s Roussetlu
A fuerza de afinnar sin cesar que la Re- ria es here-dera igualmente de los efectos de TADOS GENERALES, MAISTRE, MARAT, MI- er /¡;¡ science politique de son temps, Pa-
volución y las Luces se co rresponden nece- la desint egración intelectual de las Luces, de RABEAU, MONTESQUlEU, REGENERACiÓN, rís. Presses Universiraires de France,
sanamente, el discurso revolucionario tra- esas ideas turbias que amalgaman el ocultis- REVOLUCiÓN, ROBESPIERRE, ROUSSEAU, 1950.
duce un a doble mitología. Mito logía de las mo y las paraciencias, que, a ejemplo del SIEYES, VOLTAIRE. EGRET, JEAN. La Pré-Réoolutíon Franeaíse
Luces: el «siglo ilust rado- ha alum brado la mesmerismo, marcaban los decenios ante- (1787-1789), París, Presses Universitaires
Revolu ción aunque lo s portavoces de ese si- riores a la Revolución . Hija de su siglo. la Orientación bibliográfictl de France, 1962.
glo no la hayan previsto ni deseado. Mito- Revolución no recibió de él en herencia sólo GROETIlUYSEN, B ERNARD, Philosophie de
logía de la Revolu ción: mensajera de las Lu- la cultura de las élires. La cultura política
BACZKO, BRO NISLAW, Une éducation POUT la Rév olution Frsncaise, París, Galli-
ces, la Revolu ción señala un nuevo pun to del períod o revolucionario reproduce tam-
la d émocratie . Textes et projets de l'épo- mard, 19 56 .
de partida de la historia, d ero ga el pasado y que r éuolutionna ire, París. G arn ier, Les origines intellectuels
bién las estru ctur as profundas de las men- MORNET, DANIEL,
no hace sino trad ucir a la práctica las ideas 1982.
talidades del An tiguo Régimen, según mo- de la Réoolution Franeaise, París, Ar-
más avanzadas de su tiempo. En el Museo dalidades propias. La Revolución presenta CASSIRER, ERNST, La philosophie des Lu- mand Col in. 1933. Trad . cast .: Los oríge-
de los monumentos históricos de Lenoir la precisamente la notable particularidad de mitres, trad . del alemán y presentada por nes intelectuales de la Revolución Fran-
época anterior a la Revolución. y por tanto instalar un espacia politico moderno en un Pierre Quillet, París, Payard, 1966. (Tí- cesa (1715-1787), Buenos Aires, Paid ós,
la que la anuncia. era simbolizada por sajas entorno cultur¡;¡J ampliamente tradicional. rulo original: Die Philosophie der Aufk- 1969.
cuya luz resplandecien te hacía dispersarse La buena nueva republicana se difunde a Lirung. ) Trad. cast.: Filosofía de la Ilus- STAROBINSKI,JEAN, 1789. Les emblémes de
las tinieblas... menudo a través de las re-des tradicionales traci ón, México, 1943. la raíson, París, Flarnmarion, 1973.
Que la Revolución haya sido hija de su de la cultura oral; los virajes politicos revo- DARNTON, ROBERT. M~smerism and the
siglo es una obvie-dad. Co ntrariamente, sin lucionarios hacen que se despierten los vie- End o{ the Enlighunment in France,
embargo, a las representaciones que vehicu- jos pánicos y miedos colectivos, rumores y
ló la mitología revolucionaria, las Luces no fantasmas. A los sucesivos pod eres revolu-
se reducen a las grandes figuras que las sim- cionarios les costará comprender las resis-
bolizan, de igual forma que la cultura del si- tencias con que chocaban sus pro yectos so-
glo XVIII no se limita a las Luces. Cieno bre todo porque estaban convencid os de
que la Revolución hereda de la obra de Vol- haberlos concebido en nombre del pueblo
taire y de Rousseau. Pero también hereda y para su mayor bien. Para explicarlos, no
de eso que a veces se denomina las «bajas les quedaba sino reactivar la oposición en-
MONTESQUIEU
Luces», esa masa de libelos y de panfletos tre un poder civilizador y un pu eblo que
escandalosos sob re las amantes de Luis xv había que civilizar.
o sobre los desenfrenos del clero, cuyo mal Todo mito es portador de su propia ver- A veces se ha presentado la Revolución cios destructores», suaviza las costumbres y
gusto rivaliza con la violencia verbal y que, dad . La Revo lució n, ¿heredera de las Lu- como un enfrentamiento entre los discípu - lleva a la paz. La Revolución opta, sobre
en el último cuarto del siglo. inundan el c~? Desde luego, pero dispone de la heren- los de Montesquieu y los de Rousseau; y todo en el periodo 1792-94, por la repúbli-
mercado clandestino del libro y zapan in- cia a su manera. generalmente se llega a la conclusión de que ca austera y virtuosa alabada por Rousseau.
cluso los fundamentos del régimen. Los Las ideas y los valores de las Luces in- la influencia de Rousseau aventaja a la de Finalmente, en este esquema, opondremos
panfletarios, escritores fracasados, si no fra- tervienen como referencia permanente en Montesquieu. El Esprit des lois había pues - el liberalismo de Montesquieu, su posicio-
casados a secas. forman una intelligentsia los conflictos políticos e ideológicos del pe- to de manifiesto las «relaciones necesarias» namiento a favor de la división de poderes.
frustrada y marginada que constituirá para ríodo revolucionario. Pero sobre los sinuo- que vinculan las leyes de un pueblo a sus a la indivisibilidad de la soberanía y a la su-
la Revolución una reserva potencial de cua- sos caminos de la Revolución se opera tam- condiciones naturales de existencia y a su premacía del poder legislaúvo tal y como
dros . A esta intelligentsía sobrante. a los Fa- bién su transm utación, el cosmopo litismo historia; Montesquieu aconsejaba al «legis- las considera Rousseau. La preeminencia
bre d'Eglantine y Colla , d'Herb ois, a los se transmuda en nacionalismo conquista- lador» que acomoda ra sus instituciones a las del cuerpo legislativo sobre el poder ejecu-
Brissot y H ébert, la Revolución les ofrece- do r. el pacifismo en militarismo. la toleran- circuns tancias. Por el contrario. por su vo- tivo, ilustra da por la Revolución en su con-
rá la posibilidad de acceder a la política y cia en fanatismo, la libertad en Terror. La luntarismo y su preocupación de crear las junto y consagrada por sus constituciones,
conjurar así su marginación. Cier to que la Revolución somete las ideas heredadas a sus instituciones a part ir de los únicos princi- sería el resultado de la influencia de'Rous-
figura de un Co ndorce t simbo liza la cont i- propias coacciones, las amalgama con sus pios de lo que debe ser, la Revolución sería seau.
nuidad entre la época del desarro llo de las propios mitos. las moldea sob re sus propias heredera de Rousseau. Montesquieu elogia- Este esquema presenta una simplicidad
Luces y el período revolucio nario. Sin em- formas. Bronislaw BACZKO. ba el comercio porque «cura de los prejui- satisfactoria para la mente. Aunque es váli-
Ideas Nación
661

dad de acción. En cambio nuestros adver- parece «absurdo». El fundamento raciona - Orientación bibliográf= MOUNIER, jEAN-jOSEPH, Nouoelles Obser-
sarios actuarían de otra forma para retener lista del rechazo del equilibrio aparece cla- uations sur les Euus Généraux de Fran-
la unidad de acción. Confundiéndola, como ramente en los escritos de Condorcet ante- Obras de MONTESQU1EU: ce, s.l., 1789.
hemos dicho, con la acción única. primero riores a 1789. Condorcer enuncia este argu- Oeuwes completes, 3 vols., París, Nagel, MOUNIER, jEAN-jOSEPH. ConsiJérations
no quieren más que un tipo de obreros para mento simple y aparentemente perentorio: 1950-1955. sur es Gcuvememems, et principalemenr
consagrarse a todos los trabajos; después, al «Para refutar este sistema absurdo --escri- CONDORCET, MARlE -jEAN-ANTOINE-NI. sur celei qui omuient á la France, París.
darse cuenta de que puede haber abusos en be-- nos limitaremos a una sola reflexión: un COLAS DE CARITAT, MARQUÉS DE, Ob- 1789, y Archives parlementaires, serie 1,
esta acumulación de confianza y de pode- esclavo que tuviera dos dueños, que a menu- seruations sur le -oingt-neuoieme livre de tomo VlII, 1875, pp. 407-422.
res, ¿qué hacen? Aconsejan al propietario, do estuvieran divididos entre sí. ¿dejaría de l'Esprit des lois (17..); Lettres d'un bour-
SIEYES, EMMANUEL, «Opini ón du 2-Ther-
en cuanto la casa esté terminada, que llame ser esclavob -. La revolución ha rechazado geois de New Haven (17..) (12); l d ées sur
midor IB -. en Paul Bastid, Les discouTS
a una segunda cámara de albañiles, igual- del pensamiento de Montesquieu la idea de le despotisme a l'usage de ceux qui pro-
de Sieyes dans les débats constitutionnels
mente válida para todo, con el fin de reha- que es posible hacer surgir el respeto de las noncent ce mor sans í'entendre (17.•) (12);
de l'an Hl, ed. crítica, París, Hachette,
cerla de arriba abajo ». reglas universales y racionales del enfrenta- Exposition des principes et des motifs du
Este texto de Sieyes, al igual que la pro- miento organizado de las fuerzas y de los plsn de constiuaion (17..) (12), en Cor- 1938.
pia constitución, muestra dónde se encuen- intereses. En el pensamiento de Montes- dorcet, Oeecres, ed . realizada por TROPER. MI CHEL, La séparation des pou-
tra la separación entre el pensamiento de quieu los intereses y las fuerzas no produ- Prancois Arago y Anhur Condorcet- tJoirs et l'h ístoire constitutionnelle
Montesquieu y la Revolución. No se refie- cen espontáneamente lo racional y lo uni- O'Connor, 12 vols., París, 1847-1849 Iranfaise, París, Librairie Générale de
re al principio de la división del poder que versal sino que deben ser organizados de (signatura entre paréntesis). Droit et de j urisprudence, 1973.
la mayoría de los revo lucionarios, en el una manera de terminada. En este sentido, [Debate sobre el proyecto del Comité de VILE. M. j. C.• Cons tiuuionalism and tbe
año 111. adm iten; sino sob re las modalida- la acción voluntaria y racional del «legisla- constitución, agosto-septiembre 1789] en separation 01 powers. Oxford, Clarendon
des y la naturaleza de esta divisió n. Sieyes dor- es indis pensable¡ pero el racionalismo Archives parlementaires, serie 1, to- Press, 1967.
propone dividir el pod er del mismo modo eficaz no consiste. según él, en querer ra- mo XV, 1883, pp. 317-420.
q ue se divide el trabajo. La división del tra- cionalizarlo todo, sino en dedicar un a pane
bajo no pre tende establecer una relación de a lo no racio nal y a lo no universal.
fuerzas ent re los ór ganos, sino ajustarlos De este modo, en última instan cia es cier-
ent re ellos, otorgándo les funciones distin - to qu e la revo lución se distancia de las en-
tas y complementarias. Para sancionar las señanzas de Monte squieu. Esto no impide
pos ibles int ru sion es de un ó rgano en las que, al mismo tiemp o, le deba mu cho en NACION
funciones at ribuidas a o tro, Sieyes propon e muchos puntos (la definición de las fun cio-
la creación de un «jurado constitucional... nes estatales. la co ncepción de la funci ón ju-
Desde el pun to de vista de la división del d icial). La simp le medida de las respectivas To do el mundo estar á de acuerdo, sin COi la Patria, con sus connotaciones más
trabajo entre los o rganismos del Estado, el y
influencias de Mon tesq uieu de Ro usseau duda, en que ha sido la Revolu ción la que emotivas y sentime ntales; Francia, en fin,
respeto de la constitución no surge de la ac- o lvida estos pu ntos. Pero . lo que es aún más ha dado al térm ino Nación su sinergia y su cuya identidad permanece rebosante de una
ción de esos mismos organismos, sino de su grave. ocu lta un hecho esencial: los dos vigor. Le corresponde el haber cuajado los larga historia, de cultu ra y de voluntad.
común sumisión a un organismo superior. pensadores no desempeñan el mismo tipo tres sentidos. El social: un cuerpo de ciu- En una amplia panorámica y sob re un
Por tanto, nos volvemos a encontrar con el de papel. El debate en torno a Montesquieu dadanos iguales ante la ley; el sentido jurí- perfil de larga duración, «nación- puede
problema crucial percibido por los monár- es de técnica constitucional y jurídica. dico: el poder constituyente en oposición al aparecer como la rápida precipitación y la
quicos en 1789: ¿realmente se puede hacer mientras que Rousseau , ante todo, da a la poder constituido; el sentido histórico: un politizaci ón, sobre un marco social súbita-
surgir un poder superio r imparcial en caso revolución imágenes y consignas que expre- colectivo humano unido por la continuidad. mente trastornado. y un marco territorial
de conflicto entre las panes? san una visión global del hombre y de la so- un pasado y un futuro. Corresponde asi- rápidamente sacralizado, de dos acepciones
Este rechazo del sistema de equilibrio ca- ciedad . Bemard MANI N. mismo a la Revolución el haber dado su diferentes llegadas desde lo más remoto de
racteriza a la Revoluci ón en su conjunto. El propio dinamismo a este conjunto con unos los tiempos: la acepción amplia, religiosa y
racionali smo desempeña un papel much o compo nentes en lo sucesivo inseparables bíblica, vehiculada por la Vulgata y la leo-
más importante que la adhes ión a la unidad respect o al mundo que le rodea: el Reino. gua erudita, portadora de la tradición apos-
del poder. En efecto, parece más racional del que procede pero contra el cual se eri- tólica -gentes et nationes- que hace de la
atribuir a cada ó rgano una función definida Véase también : C ON DORCET, CONST! · ge¡ la República, ampliamente marcada por nación solamente un~ de las grandes divi-
que organizar una o po sición entre los dis- ruCIÓN, M ARAT, M O NÁRQmcos, Rous- la fonna del Régimeo; el Estado, siempre siones naturales de la especie humana sali-
tintos ó rganos. El sistema del «eq uilibrio» SEAU, SIEYES. contaminado de mercantilismo monárqui- da de las manos del Dios creador. Y la acep-
Nación
Ideas 662
la idea de nación a lo largo del siglo XVIII a conocer un éxito fulgurante pero incluye
ción restri ngida que , al contrario, liga la na- tad , felicidad y virtud, tomadas de los re- se debe. más q ue a estas discusiones de fi- en el pri ncipio mismo de la nación un ger-
ción a su raíz -s-nascí. nacer-, y une la no- cuerdos de la Antigüedad . de la Inglaterra lósofos. a la tradición parl amentaria y a los men de exclusión, legitima de antemano la
ción a la pequeña comunidad, a la familia y de Bolingbroke -The Idea 01 a Patriot reformadores del Estado . Los Parlamentos guerra civil y, al crear la Nación, crea la pa-
a su lugar; acepción vivida. que ligará defi- King había aprecido en 173&- o de la re- oponen a la arbitrariedad real y al recuerdo tología nacional .
nitivamente la nación al sentimiento de la pública de las Provincias Unidas. Voltaire del absolutismo estilo Luis XIV, para el El advenimiento casi oficial de la «N a-
patria, oasis de libertad en el desierto hostil cosmopolita, desco nfía de patria, portadora cual ..la Nac ión no forma cuerpo en Fran- ción.. es pues exactamente contemporáneo
del gran mundo. U na patria qu e tomará for - de la estrechez nacion al y pura ilusión bajo cia.. y «reside enteramente en la person a del a los comienzos mismos de la Revoluci ón,
ma, como es natural, en el exilio y en la emi- el despotismo -«Se tiene una patria bajo Rey.., el contrato ancestral que liga la mo- es decir. a la reunión de los Estados Ge ne-
gración y a la cual C hareaub riand, siguien- un buen rey, pero no se tiene bajo uno narq uía a esa obscu ra potencia de la «na- rales. Desd e el momento en q ue éstos re-
do a Du Bellay, exaltará en el tono que se malo... dice el Dia ionnaíre phílosopbique, y ción ..; mientras qu e los fisiócrat as y los eco- chazan el apelativo utilizado desde har ía si-
sabe. Esta do ble definición aparece ya cla- no utiliza «nación.., como Montesqu ieu, nom istas difunden la idea de un «co nsumo glos par a denominarlos y desbordan las li-
rament e con el reagrupamient o por «nacio- más qu e en un sentido descriptivo : «Las na- nacion al.., de un «comercio nacion al», de mitadas razon es que habían motiv ado su
nes.. en las universidade s del siglo XIII y es ciones del Norte de Europa... «Inglaterra, una «circulación nacion al.., de un «interés convocatoria. se consuma la ruptura con el
todavía la que fija, a comienzos del si- esa nación espiritual y animosa .. (Siécle de nacional .. e incluso de una «educación na- que se iba a llamar en el verano el «Anti-
glo XVIII, el primero de los diccionarios, el Louis XIV, ed. Pl éiade, pp . 629 Y 617). cional ... guo Régimen... y surge la Nación. Los man-
Tr ésor de la langue fram;aise de Jean Ni- Ro usseau por el contrario la acepta y de- Para que «N ación.. con solide el conteni- datarios de los tres ó rdenes tr adicio nales no
cot: «Gentes de diversas naciones reu nidas fiende incansa blemente la idea de un «ca- do polémico y político que con llevaba el tenían por misión más qu e remediar la cri-
en una villa para habitar juntos... Una no- rácter nacional .. de cada pueblo, que es ne- término «Patria.. y multiplique súbitamen- sis financie ra y encon trar recursos suple-
ción. pues. ambivalente. mu y amplia y eru- cesarlo mantener y respetar. Acabará inclu- te su carga revolucionaria. fue necesaria su mentarios. Desde el momen to en que a pro-
dita a la vez que mu y restringida y popu- so por avanzar la necesidad de un juramen- cristalizació n en la campaña que precedió a pósito de cuestio nes de procedimiento con-
lar. lejos del significado moderno q ue no- to cívico, como el que propone, por ejem- la reun ión de los Estados Ge nerales. y el di- cernientes a la verificación de los poderes,
sot ros le damos, pero do nde ya están pre- plo, en su Projet de constitu tion pour la luvio de panfleros y folletos qu e la acom- se empr end e la sustitución de los Estados
sentes los tres componentes qu e la Revolu- Corse, para todo ciudadano de la isla: - Yo pañó . Esto es lo q ue se deduce de los son- Generales de la antigua mo narquía, funda -
ción va a amalgamar porque llegan a ser sú- me uno en cuerpo. bienes y voluntad y con deo s semánticos, como los de Eberhardt- dos sob re la distinció n y la desigual impor-
bitamente actuales y necesarios: un compo- toda mi fuerza a la nación corsa, par a per- Schmirt en los 93 folletos que tiene conta- tancia de los órdenes, por un a asamblea ho-
nente geopolítico, neutral y plura l, qu e su- tenecerle en plena propiedad, yo y tod o lo bilizados de septiembre de 1788 a mayo de mogénea de delegados elegidos po r el pue-
pone la coexistencia de otras nacione s en el que de mí depende. Juro vivir y mori r por 1789, de los de Beatrice Hyslop en los cua- blo, la Na ción ha expresad o ya su propia
marco de la C ristiandad; un compo nente ella.. (O euvres comp letes. P léiade , ro- dernos de parroq uias o los de Régine Ro- tom a de conciencia. La aut oinstitución apa-
evangélico, de potencialidad universal y re- mo IlI, p. 913). El Abate Coyer, por su bien en los cuadernos de bailía de Semur- rece en el discurso de Mirabe au relativo a
ligiosa; y un componente terr enal y cerca- lado, lo había dejado ya dicho en sus Dis- en-Auxois. La idea nacional estalla por to- la denominación de la Asamblea: «Es nece-
no, que subraya bien el Diaíonnaire de I'A- sertations sur le vieux mot de patrie et sur das partes . La «nación en asamb lea.. es i~­ sario constituirnos --dice el 15 de junio de
cadémie (1694): •T od os los habitantes de la narUTe du peuple (1775), Grim ms se ha- vestid'! de grandes pod eres, el estab leci- 1789-. estamos todos de acuerdo; ¿pero
un mismo Estado. de un mismo país. que bía alineado con Voltaire y. para concluir, miento de un presupuesto. la redacción de cómo? ¿bajo q ué forma >, ¿bajo qué deno-
viven bajo las mismas leyes, y usan la mis- la Encycíopédíe, en 1765, tomos Xl y XII, las leyes, la modificac ión de la legislación minación? ¿en Estados Generales? El tér-
ma lengua... Definición muy próxima a la había fijado la doctrina sintética y equidis- religiosa e incl uso la redacción de una co ns- mino sería impropio..... Y reclama «el prin-
que da Furetiere (1690): ..Dícese de un gran tante mediante la pluma del caballero de tituc ión. Pero , sin d uda, nadie como Sieyes cipio de la repr esentación naciona l, base de
pueblo qu e habita una misma extensión de Jaucourt . N ación es un «Té rm ino colecti- en Qe'ese-ce q ue le T iers-Euu (enero 1789) toda constitución... para pr opon er a sus co-
terreno, comprendido en ciertos límites o vo. del cual hacemos uso para expresar una ha formulado con tanta claridad y una agre- legas el proclama rse «represe ntantes del
de igual modo bajo una cierta dominación.., cant idad considerable de gente que habita sividad tan incisiva la idea de base so bre la pueblo francés .. antes que «D iputados co-
y q ue todavía recogerá íntegramente T révoux un país de una cierta extensión , encerrado que se iba a edificar la nación revoluciona - nocidos y co mp robados de la nación fran-
en 1771. en ciertos límites, q ue obedece a un mismo ria, según la cual «si se eliminara el orden cesa... Es sabido que como resultad o del de-
En estas fechas. no obstante, nación, y gobierno .. y qu e se distingue, añade, por su privilegiado la nación no sería algo menos , bate, el 17 de junio, sobre un a moción de
todavía más patri a, eran el o bjeto de una lu- «carácter particular... Es una definición bas- sino mucho más.... Esta auda z idea mide la Sieyés , los Estados Generales renu ncian a
cubración mucho más intensa por parte de tante neutra, que no va acompañada del tér- profundidad de un resentimiento histórico: su apelativo o riginal para institu irse en A s-
los pensadores del siglo XVIII, a la cual ha- mino «nacio nal.., mient ras q ue «Patria... «El T ercer Estado constituye una nación semblée nationale. Geo rges Gusdorf tiene
bía contribuido en parti cular , en los años muy elabor ada, aparece en el mismo autor completa... La frontera se sitúa en el inte- razó n al subrayar que {oda el trabajo cons -
1750, la controvers ia entre Voltai re y Rou s- acompañada de «patriota.. y «patriotismo ... -rior de la comunidad nacional . La idea iba titucional, legislativo y reglamentario de las
seau. A patria se asocian las ideas de liber- De hecho, el mante nimiento y desarrollo de
Nación
Ideas 665

asambl eas de la República se inscribe en esta trans fonnarse las figur as de la N ación, pero patri a en la suela de los zapatos> No se ro-septi embre de 1792, de la insurrección
trans formación terminológica. su existen cia misma como marco de refe- puede superval orar este elemento. porque del 10 de agosto qu e termina de privar al
Estas primeras semanas son capitales. renc ia y forma de existen cia-con junta ya no con él se agudiza y profundiza el recelo que rey de los poderes que todavía le quedaban
Hasta ese momento, la idea de nación no se pondrá más en cuestión. Pero este «re- pueda sentir la nación de potencias agresi- a la política de Salvación Pública instaurada
inspiraba ni solidaridad orgánica ni co n- curso de poder colectivo» (Alphonse Du- vas. Esta agresividad había de volverse con- por la Comuna de París, y a las matanzas
ciencia colectiva, ni confi gura ción política. pront] no es un episodio de la peripecia re- tra el rey, y todavía más contra la reina, de septiembre y la victoria de Valmy, don -
El nuevo régimen crea de golpe su nuevo voluci on aria qu e no la haya nutrido de im- dado que Luis XVI iba a - traicionar... el ju- de el _¡Viva la Nación!... de las trop as de Ke-
marco de legitimidad . La transformación en pulsos afectivos. El libreto estaba escrito al ramento hech o a la con stitu ción y el pacto llermann, rápidam ente seguidos po r la abo-
Asambl ea N acion al sanciona la inversió n de levantarse el telón pero la historia le ha que le sometía a la Na ción. Había de vol- lición de la realeza y la pr oclamación de la
la escala po lítica de valor es, confiando de pu esto música. No hay un solo día de la dé- verse contra el enemigo exterio r en nombre República magnificó, en el acontecimiento
facto la sobe ranía a la represent ación nacio- cada qu e no haya puesto su nota y su acen- del «derecho de los pueblos a disponer de y en la imaginería , el significado del com-
nal. - Ei clero no es la nación --declara Ra- to a la gran o rquestación nacional. Indique- sí mismos > y por una extrapolación a lo me- bate. El pr oceso y la muerte del rey, cuatro
baut Saint- Etienne siguiend o a Sieyes-, el mo s solament e los tem as principales. nos atrevida de la «declaración de paz al meses más tarde, saludados por Robe spie-
clero es un conjunto de doscientos mil no- El primero, con toda seguridad es ese de- mundo ... que la Asamblea había votado el rre como «un acto de pro videncia nacio-
bles o plebeyos consa grad os al servicio de safo rtunado complejo tejido en tomo al 22 de mayo de 1790: «La Naci ón francesa nal..., acaban por separar el dú o inviable y
los altares y de la religión [...]. La noble za «extranjero», derivado de lo que podríamos renuncia a emprender ninguna guerr a con provisional del rey y la nación, 10 que no
no es la nación ... El mismo acto de elimi-
)l. denominar el teorema de Sieyes. Ha aboli- el objetivo de conquista y no emple ará ja- hace más que dejar a ésta ante los rigores
nar el Tercer Estado sanciona a su vez la de- do la fro ntera abstracta y sagrada, demasia- más sus fuerzas contra la libertad de nin- de su propio destino y la exigencia de su
saparición del antiguo vocabulari o y el ad- do evidente para necesitar ser subrayada, gún pueblo.... Esta agresividad, en fin, ha- prop ia unidad.
venimiento de la Na ción , confirmado en la que separaba desde tiempo s inmemoriales bía de dirigirse sobre todo co ntr a los ene- U nidad, es el segundo de los temas cons-
noche del 4 de agosto por la abo lición de al rey de sus súbditos, en beneficio de un a migos interi ore s, que se limitaban al prin- titutivos de la identida d nacional. Sin duda,
los derechos feudales y de tod as las fo rmas pluralidad de fronteras infinitamente más cipio y por definición a los aristóc ratas y la más importante de las líneas de fuerza,
de privilegios. Lapidari o, el artículo 3 de la sensibles y más concretas. Fronteras terri - privilegiados por oposición a los «patrio- ya que a través de ella la nueva nación se
Declaración de Derechos del Hombre y del toriales que definen claramente un espacio tas... y los «nacionales..., pero qu e la acele- un e a la más antigua . Pero tamb ién aquí su
Ciudadano ratifica la inversión de lo nega- de soberanía, y qu e han acreditado la idea ración del proceso revolucionario, la obse- invocación ha jugado con significad os con-
tivo en positivo . «El principio de toda so- propagada po r toda la histo riografía del si- sión por el compl ot y la lógica cada vez más tradictorios y realizado fun cione s múlti-
beranía reside esencialmente en la Naci ón .... glo XIX, e incluso de un a buena parte radical de la autoinstitución revolucionaria ples, todas esenciales y las más de las veces
Pero si queremos medir la penetración que del xx, de lo difuminado e incierro de los multiplicaron indefinidamente. conjuratorias,
había adquirido el término y su efecto de límites de la Francia del Antiguo Régimen, La Nación incorporó durante much o Hay que señalar en primer lugar un ele-
arrastre. más allá de los textos canó nicos, así como han alimentado el mito de las fron- tiempo este movimiento de doble sentido, mento no enunciado con patriótico ímpetu
veamos la carta . sacada a la luz po r jacques teras naturales. Es necesario esperar a los en- ho stilidad-fraternidad, y la Revolución pero poderosamente activo , com o es la li-
G odec hot, de un oscuro habitante de Com- foques más recientes (por ejemplo, de Bernard exaltó , en lo épico y en lo trágico, en la rea- gazón al secular esfuerzo de la mo narq uía
piegne , que describe a un abogado de Do uai Gue née y Dani el Nordman en Les Lieux lidad, en la leyenda, cada uno de los episo- un ificadora , qu e se tradu ce en el artículo
los acontecimientos qu e acaban de desarro- de m émoíre, tomo 11, La Nation , volumen dios que más estrechamente anud aron esa pr imero del títul o 11 de la Co nstitució n de
llarse en París, dos días despu és de la tom a 2) para hacer justicia a este tema incor - dialéctica complementaria y contradictoria. 1791: - El Reino es uno e indivisible..., que
de la Bastilla. Señala la formación de una po rado a la identidad nacion al. Frontera ju- C ad a fech a aparece retrospectivamente prefigura el artículo que retomará la Repú-
«tropa nacion al..., escribe que se han «reci- rídica, que define claramente una pobl ación como simbólica empe zando por ejemplo, blica. Se trata del temor con stant e, una vez
bido en ella los derech os en nombre de la de individuos iguales en sus der echos y en por citar sólo las más gloriosa s, el 14 de ju- liquid ado el Antiguo Régimen, a dilapidar
Nación ... y qu e «todas las tropas son para sus deberes y sobre los cuales se ejerce una lio y el 4 de agosto, los días 5 y 6 de octu - la herencia adquirida aunque se reniegue de
la nación ... . auto ridad que ya no se va a basar en los bre en los que se hace volver al Rey de Ver- ella; y la obsesi ón brutal por las piezas cla-
Co n esta transferencia radical de sob era- usos y costumbres, sino en la ley. Fron tera salles a París. dando así a la nación su co- ve del edificio que le reemplazaba: «La Na-
nía, del rey por derecho divino fuent e de psicológica, infinitamente más sutil y ver- razón y su hoga r. La «huida... a Varenn es ción, la ley, el rey.... La mística nacional se
tod o poder a un a Asamblea represent ativa sátil. que hace de la N ación un valioso re- no adquiere tod o su significado si no es en ha fijado ráp idamente en la simbó lica uni-
fuente de tod o poder, se adquiere definiti- fugio, la extensión de la comunidad, su lu- relación con este «repatriamiento» . Pero si dad de la Asamblea. la constitució n, la es-
vamente el entramado esencial de la nación . gar, un símbolo de pertenencia y de reco- hubie ra que bu scar necesariamente una fe- carapela, y luego de la bandera , la divisa, el
La Asamblea podrá rescindir sus poderes, no cimiento. un instru mento para enraizar- cha a la explosión de eso qu e Alph on se D u- himno , la fiesta. El momento decisivo en la
sucederse los regímenes y las cons titucio- se a la tierra y al suelo, y cuy a fórmula nos pront llamar á el «pánico nacional ..., se im- afirmación uni taria de la- nueva conciencia
nes, variar la relación de los pod eres y la proporcion a Mirabeau : - U no no lleva la pondría con toda evidencia la crisis de agos- nacional pu ede fijarse, esta vez sin riesgo al-
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guno, en la celeb ración so lemne de la Fies- sos y medidas, qu e caló d efinitivamente en tagiarse por imitación y repetición . N o era prende có mo la N ación, tal y com o los
ta de la Federación en el Champ de Mars, las costum bres, y la del calendario repuhl i_ la primera vez qu e Fr ancia había realizado Constituyen tes la fundaron so b re los dere -
la pr imera fiesta nacional de Franci a en el c~no, que tr ?pezó ~on las resiste ncias ya sa- la experiencia de su elección . Es propio chos del hombre y el derecho de los pue-
senti do estricto del térm ino, que hace cul- bidas. Las diferencias tan llamativas entre el también de toda nación el creerse única. En blos a disponer de sí mismos, ha podido re-
minar el relato de Michelet en un solemne a~biente fe~tivo y la unidad pasional que este sent ido, por el contrario, la experien- sistir la metamorfosis romántica que ha ins-
calderón. La 'idea misma de Federación anide en las Jornadas revolu cionarias por Un cia revolucionaria repite y concentra todos pirado, mucho más allá del idealismo y de
como indi ca perfe ctam ente G usd orf, co~ l~do, y por ot ro el rigor centralista, la gla- los momentos cruci ales de su historia ante - la concepción alemana de la N ación, todo
rrespon~ e a la afirm ación de la unidad y ho- cial pu esta en escena de lo s edificios Cons- rior, cuando hab ía unido su identidad a la el movimiento de las nacionalidades. La na-
mogeneidad entre tod as las pa rtes constitu- tituc ional es y los planos de los legisladores, reivindicac ión de la libertad y su existencia ció n revolucion aria ha sido la matriz de
yent es del país, dotadas hasta ese momento no encuentran su explicación más qu e en la a la lucha a mu ert e co ntra la o presión ex- tran sformación de un uni versal abstracto en
de est atus po líticos y admi nist rativos mu y obsesión por la unidad. tran jera : las cru zad as y las Luces. Lo extra- un universal concreto. Esta mezcla inext ri-
diferentes. herencia de los aconteceres de la La un idad es tam bién y po r encima de ño es que esta vez lo haya hecho bajo el sig- cable de aq uello que Barruel bautizar á en
historia. Correspo nde a la oc upac ión del es- todo el gran movim iento po r el q ue la N a- no de la nación y qu e un princ ipio de se- 1798 co mo «nacionalismo», ya censurado
pacio nacional . al aseguramient o de los «en- c~ón de los filósofos, los abogados, los ju- paración, de encuad re, de co mpa rtimenta- sin utili zar el ténnino po r Volt aire, y de ex-
claves liberados», a la anexión al territorio n stas y los con structores del sistema se ción, de identificación singularizante, de pan sionismo universalista explica bastant e
~acional de Alsacia, Sabaya y Córcega. La unen en la prueba de la guerra, del territo- part icularismo co munitario haya pod ido bien, a la postre, los giros de la políti ca ex-
fiesta expre sa la desapari ción de las fronte- rio invadido, de la Vend ée sublevada, de! ser, al mismo tiempo, una instancia de ge- terior de la Revoluc ión, a saber la forma en
ras int eriores, la abolición de las disparida- pod er amenaza do , de la penuria generaliza- neralización. Francia no es un iversal, como la que la declaración d e paz al mundo pudo
des regionales, la exaltación del co nsenti- da, a la nación profunda de campesinos y Michelet lo ha hecho creer, irr itando al res- recub rir progresivamente una po lítica de
mient o mutu o q ue somete la Francia unida pequeños p rop ietar ios mo vilizada de pron- to de las naciones. Pero es la Nac ión que ha oc upación terri to rial, revestida de expa n-
a una autoridad libreme nte aceptada. El p ri- to al reflejo an imal de «la pa tria en peligro ». tenido lo unive rsal en su p ro pio part icula- sió n liberad ora, y cómo la alianza con las
mer 14 de julio no h abía consagrado más Es ahí, en la req uisición pe rmane nte de to - rismo. En ese lugar, en esos días, con esos repúblicas hennan as llegó a con vertirse en
que la destrucc ión de lo antiguo, represen- do s los fr anceses en el coraz ón trágico del térm inos, en esa lengua, por esos hombres, una guerra declarada po r Fr ancia, que en-
tado po r la fo rtaleza monárqu ica. La fiesta verano de 1793, ent re el 20 de agosto que con esos gestos, y no por otros, ahí es do n- sangrentó Eu ropa durant e vein te años. Vi-
nacional de la Federac ión, en pr esencia del conte mpla la «leva en masa» y el 5 de sep- de se han proclamado esos pri ncipios, so- cisitudes de la «G ran N ación».
nuevo rey consti tu cional y co n el con cur so tiembre qu e «sitúa el Terror al orden del bre los cuales se ha constituido la N ación, Q ueda tomar la medida, esquemática-
activo del clero sella, con provisional un a- día», cuando se sellan , con la sangre de los una nación partic ular. Pero esos principios, mente, de la hipot eca que la Revo lución ha
nimidad, la nuev a alianza y la frágil con cor- sold ados y de los sospechosos, con el he- por lo que tenían de abstracto , se han reen- hecho pesar sobre e! modelo nacional fran-
dia ent re franceses recon ciliados. roísmo y en la gu illotina , las nupcias de la carnado...Aquí empieza el país de la liber- cés. Todo se debe a lo instantáneo y a la ra-
Tenemos a co ntin uación la labor podero- Revolu ción co n la Nación , el gran encu en - tad .• La N ación francesa ha capitalizado , en dicalidad de la tr ansferencia de la soberanía
sament e un ificad ora de la misma Revolu- tro de la Nación revolu cion aria con la Na- el mismo movimiento, un potencial de abs- mo nárquica a la soberan ía nacio nal, co n to-
ción, qu e p ro vocó el ent usiasmo y la admi - ció n «eterna» de los momentos gloriosos de tracción so bre un po tencial de expo rtación. das las consecuencias que implicaba este re-
ración de todos los espíritus esclarecidos de su historia. Ahí, en la incandescencia de la Hay ahí, a despecho de todas las explica- torno.
Euro pa y del mundo . En algu nos meses la Naci ón ahora ya trascendente ha quedado ciones históricas posibles, un mister io que Al po ner en pie rápidamente el espectro
Revo lución pasó po r el rasero unificador y abolido, si no para la hi storia, sí al men os no es fácil de exp licar y que remite a lo más ret rospe ctivo del Antiguo Régimen , mien-
c~ntral izador la inmensa d iversidad y los se- para la memoria, todo aquello qu e la llama- insondable de la capacidad movilizadora y tras que su desap arición en cuan to tal venía
dim ent os de tod as las natu ralezas y époc as da perman ent e a la unidad enmascaraba personificado ra de la N ación. Los textos, a ' ser la condición primera de su adveni-
q~e . estaban repr~sentados en el Antiguo como reacció n a las amenazas constantes de los principios y los cód igos revolu cionarios miento , la Nación so berana se privó desde
Régimen, constit uido en un tod o único por dislocaci ón , a la explosi ón del hiperindivi- que lo han axiomatiz ado no han sido más lo s comienzos, y po r principio, de ocho si-
su remisión a la nada. Los d ebate s so bre la d ualismo revolu ciona rio y a las realidades que la estricta ap licació n en e! o rden polí- glos de con tinuidad temporal que consti-
departam entalización tal y como los ha ana- del desgarramiento social. tico de la ideo logía de las Luces. Pero el tuían su verdadera legitimid ad. Confiar la
lizad o M .-V. Ozouf- Ma rig nier pu eden El últim o elemento de la madeja nacio- marco en el que la nación hu nde sus raíces fue nte de todo poder a la ..Naci ón - supo-
queda r como el mejor ejempl o de este es- nal devanada po r la RevoJución lo cons ti- y se desarro lla la co nciencia y la ideol ogía nía que ésta ya existía. Esta cesura funda-
píri tu geomé trico, cargado de realismo y de tuy e lo un iversal, y en ello hay que desta- nacio nales so brepasa con mucho el de la po- cional es capital para com p rende r el mode-
utopía de buen sent ido y de lógica llevada car también el mo vimiento de doble senti - lítica y la razón. Las metáforas ineficaces lo nacional francés . En cualquier fecha sim-
hasta el delirio. Y también dos años más tar- do q ue le da su especi ficidad , el uno dir igi- que lo descri ben sin defini rlo parten de lo bó lica en que situemos el advenimiento de
de , las dos reformas gemelas, divergentes, do hacia la do miciliación singul ar del fenó- vegetal, de lo bio lógico , de lo instin tivo, de la nación , y tod as, Jo hemos visto, pueden
sm emb argo, en sus d estinos: la de los pe - meno , el Otro hacia la posibilidad de con- lo religioso . De lo contrario, no se com- y pr etenden aspirar al honor, la Revo lución
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ha impreso una dinámica de la continuidad golpe. la realidad nacional histórica y po lí- del pasado mo nárquico visib le. creando un franceses nunca se han enco ntrado a gusto,
nacional y de su unidad sobre la negación tica francesas en un espacio conflictivo irr e- patrimonio monumental y archivístico con entre las que no han podido jamás escoger,
de su unidad y de su propia continuidad. ductible. Es el conflicto fundamenul de la el baldón de lo feudal, peto arrebatándose- y que han oscilado entre los dos polos po-
Este mecanismo ha tenido consecuencias de antigua Francia con la nueva. de la Francia lo al «vandalismo» para colocarlo bajo la sibles . De un lado la despersonalización del
larga duración. En lo tocante a la Nación, religiosa con la laica, de la Francia de iz- protección de la nación; movilizó el terri- poder y el abandono de la soberanía, dele-
Francia no ha conocido dos mitades de una quierdas con la Francia de derechas. que re- torio, cuadriculado por la departamentali- gada por la imposibilidad de un verdadero
sola, sino dos naciones completas. cada una p resentan mucho más q ue opciones o cate- zación y sacral izado por la invasión de los con trol, abocado al riesgo de la usurpación
de las cuales podía p retender una original i- gorias po líticas. fonnas de identidad nacio- eenemjgos de la libertad •. Esta ap ropiación parlamentaria -ya se opere esta usurpación
dad absoluta ante la otra: la Nación monár- nal. reutilización imaginaria de materiales por profunda que haya sido, es tal vez me- de la soberanía nacional en nombre del pue-
quica. que se había beneficiado de una ex- antiguos. No fonnas rivales dentro de un nos importante que la apropiación por la blo o de las Luces o de la Razón. Por otro
cepcional longevidad dinástica desde la su- consentimiento mutuo. sino figuras exclu- imaginación y la representación. Con la es- lado. la tentación de una repersonalizació n
bida al trono de Hugo Capeto en el 987, Y sivas y antagónicas de la nación misma. cuela primaria y el enraizamiento refunda- del poder y el abandono de la soberanía de-
de la expresión plena del absolutismo con Cada una de las facciones de la N ación. al dar de la Tercera República es, a la inversa. legada en manos de un depositario provi-
Luis XIV; Y la Nación de tipo revoluciona- estimarse única detentadora legítim a de su toda la historia nacio nal la que se refonnu- dencial. co nside rado como encarnación de
rio, que se disti nguía de todas las preceden- to talidad , ha perseguido a muert e a la otra. la en fu nción d e los t érm ino s, de los con - las aspiraciones profundas de la voluntad
tes, inglesa. holandesa o americana por la r ha vivido con la obsesión de no desertar ceptos y de las ideas de la Revolución, que popular. La impotencia o la dictadura del
radicalidad absoluta de sus principios y su ante los intereses superiores de la patria. so- llega a ser el hogar del sentido y el punto gobierno de las élites censitarias de la Cons-
capacidad exportadora. bre todo en caso de gue rra. Auténtico dé- omega de la aventura nacional. tituyente a la monarquía napoleónica la Re-
Esta duplicación nacional, que no tiene ficit cívico de los franceses. la -Unión sa- El segundo y más decisivo de los efectos volución habrá recorrido tod a la gama de
equivalente en ningún otro lado. ha obse- gradas d isipó el recelo en 1914. pero la de la Revolución so bre el modelo de for- experiencias posi bles de representación na-
sionado a Francia en su historia. en su iden- <divina sorpresa. de 1940 no s mostró su mació n nacio nal ha sido la dialéctica inevi- cional y todas las formas p rovisionales de
tidad y en su continuida d. Le ha dado al tér- realidad. tab le de lo muerto y lo vivo, la articulación la Nación.
mino mismo de «Nación- un a riq ueza de La tend encia de la Revolució n fue -se- de los dos tipos de soberanía, monárq uica Esta inadecuación intrínseca de la Nación
contenido y una autonomía de significado gundo efecto sobre el modelo-e- a mo nopo- y democrática. cuyas co ndic iones y conse- consigo misma ligada a las circunstancias de
que no pertenece más qu e a Francia; y es lizar la idea nacio nal y a cen trar so bre el cuencias han sido señala das tan clarame nte su advenimiento no explica solamente la
una de las razones qu e co n toda segu ridad acont ecimient o revolucio nario lo esencial por Marcel Ga uche t. larga inestabilidad de la vida gubernamen-
confieren a la relación qu e Franc ia mantie- de sus referencias. Ante todo referencias Al hacer que la sobe ranía nacional susti- tal. El imp erialismo revolu cionario enc uen-
ne con su pasado su o riginalidad y su cen - simbó licas. ya que la totalidad de los sím- tu yera radicalmente y sin etapas a la so be- tr a tambi én aquí su fuente. como lo indica
tralidad; es decir. con su histori a y co n la bo los nacio nales - Declaración de Dere- ranía mon árquica, es decir, un po der surgi- G auchet tam bién con una frase; el expa n-
política, eternamente encargadas de recoser chos, band era, 14 d e julio, Marsellesa, la di- do desde la base a uno surgido desd e arri- sionismo de la nación revolucionaria parti-
la túnica desga rrada del pasado nacional y visa- aparecieron en un tiempo réco rd. au- ba. una noción abstracta. invisible y nece- cipa del mismo «desencadenamiento del
de rehacer una Fra ncia con dos Francias, reoladas de lo inaugural para ser rápi da- sariamente representat iva a una fonna de principio nacional. principio de realización
una sola Nación con dos naciones. una his- mente asimilados por la dramaturgi a revo- autoridad concentrada de manera visible en de lo universal dentro de lo particular. des-
toria con dos historias. La creación revolu- lucionaria . Pero también fórmulas o rato - el rey. q ue encarna ba en su persona las fun- viado en este momento por el reto m o del
cionaria, o su recreación, ha hecho de eso rias. referencias de acontecimientos, un re- cion es imperson ales del Estado y la Nación, antiguo sentido de lo universal. (p. 292).
que estaba .ya allí. desde tiempo inmemo- pertorio gest ual. sacra lizaciones insti tucio- la Revolución no obedecía a una simple falto de encontrar su equilibrio interior y
rial una perpetua apuesta. oscilante entre nales comenzando por las instituciones ma- geometría de inversión. El desenganche tra- su plena realizac ión. La guerra de conquis-
una existencia juridica mínima y una esen- yores encargadas de la defensa nacional y jo consigo en herencia las contradicciones ta se ha inscrito en el programa de la na-
cia histórica máxima. de definición siempre de la fonnación del ciudadano. el ejército. inherentes al poder monárquico remitién- ción revolucionaria como la colonización
incierta. El problema nacional alemán ha al que la práctica de la amalgama dio rápi- dose ipso [acto al problema de la represen- dentro del programa de la nación republi-
surgido. como en Italia. de su plu ralidad damente su carác ter nacional. r la Ed uca- tació n nacional la dialéctica del poder per- cana. Ha habido G ran Nación porque. bre-
geográfica; el español. de la alternancia de ción llamada nacion al. rápidamente pre feri- sonal y de su ejercicio imp erso nal, de la que vemente. no ha habido nación .
su grandeza y su decadencia; el inglés. de da a la Instrucción pública. La identifica - había vivido la monarquía. y de la que ha- El bloqueo de la Nación sobre la Revolu-
su pluralidad religiosa. El problema nacio- ción revolucionaria de la nación fue incluso bía muerto. La instauración brutal del prin- ción finalmente ha fijado toda la imaginería
nal francés de la reduplicación interna de su mucho más lejos. Afectó a los bienes y a la cipio abstracto de la soberanía -nacional•• política francesa del siglo XIX. como tan
definición nacional. redistribución de las riquezas mediante la que postulaba una despersonalización del bien lo ha mostrado Franccis Furet. Y ha-
La negación imposible de la primera Na- nacionalización de las del clero y parte de poder inauguró una amplia deriva de las bria incluso que añadir: europea. Pero ¿lIe-
ción por la segunda ha instalado. de un solo las de los emigrados; incorporó el conjuntO formas de representación. con las que los ga a puerto la Revolución con la fundación
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Regeneración

de la Tercera República, co mo dice en la úl- iZ9uierda en el marco de una Quinta Repú- GUSDORF, GEORGES, " Le cri de Valmy .. en
tima frase de su Réuolutioni (Hachette, blica para que se desmorone, sin haber de- Communications, núm. 45, Elements pour
1988). De hecho es para ver desarrollarse, a saparecido todavía, la impronta con que la une histoire de la nation, París. Le Seuil ,
su izq uierda y a su derecha, la doble puj a Revolución marcó a la Nación. A la vista de 1987.
del socialism o y del realismo maurassiano, todos se está delineando hoy un nuevo mo- H YSLOP, BEATRICE, French nationalism in
cuyo relevo tomarán más adelante, al día si- delo por el que también la Nación revolu- 1798 according to tbe Gene ral Cahiers,
guien te de la revolución rusa y la crisis de cionaria entra en el puerto. Nueva York, Columbia Universiry Press,
los años treint a po r una pa rte, el co munis- El his toriado r se inclina, co mo ante e! 1934 ; 2.· ed. , Nueva York, Octagon
mo y el fascis mo asce nde nte por otra. El es- monumento a lo Trágico mod erno, ante e! Books, 1968.
cenario primitivo de la nación revolucion a- volcán histórico qu e el fenó me no ha levan - OZ OUF-MARIGNIER, MARIE-VIC, La re-
ria se ha alime ntado co nt inuamente con las tado, las fuerzas que ha desencadenado, la presentation du territoire fr an cais ti la fin
nue vas apo rtacion es del siglo xx. h.e catombe que ha prov ocado y los sacr ifi-
De hech o , para que se difumi nara el mo- CIOS a los que ha obligado. Pero el ciuda da-
delo nacional que alime ntó la Revolución no se une aquí al historiador para verlo co -
dejara de tener vigencia el teorema de Sie- locado en el m useo de antigüedades nacio-
yes y naciera una nueva geometría nacional, nales, consciente de lo que le debe, pero sin REGENERACION
fue necesaria la lenta conjunción de aco nt e- lamentarlo. Pierre NORA.
cim ient os de la segunda mitad del siglo xx,
la Segunda Guerra Mundial y el pu jante as- Veáse también: ANTIGUO R ÉGIMEN, La idea del hombre nuevo, al estallar la
La palabra, con su extraordinaria carga
censo de los do s Imperios, la Unión So vié- AsAMBLEAS REVOLUCIONARIAS, CALENDA- Revolución, no tiene nada de nueva . Todo
energética, surge de la marea de folletos, li-
tica y los Estados Unidos, portadores cada RIO, D EPARTAMENTO, DERECHOS DEL el siglo XVIII ha soñado en torno a las imá -
belos y panfletos, a veces anónimos, que
uno de una forma diferente de simbio sis en- H OMBRE, EJÉRCITO, ESTADOS G ENERA· genes del segundo nacimiento. El hu rón
acompaña a la reunión de los Estados Ge-
tre Nación y Revolución. Fue necesaria la LES, FEDERACiÓN, FISIÓCRATAS, FRONTE- que pone e! pie en tierra civilizada, el hom-
nerales como esas " C art as del Tercer Esta-
síntesis gaulliana y los dos momentos cla- RAS NATURALES, MIRABEAU, PROCESO bre que llega de la profun didad de los bos-
do al Sr . Necker- , esos ..Credo del Tercer
ves de su gobierno, cargados, no ob st nte , DEL R EY, REPÚBLICA, R EVOLUCiÓN, ques, el ná ufrago qu e aborda las islas afo r-
Estado », donde se declara creer en "la vida
de ambig üedades. El primero aseguró el ROUSSEAU, SIEYES, VOLTAI RE. tunadas, el ciego de nacimiento qu e recupe-
eterna de la monarq uía fra ncesa, regenera-
restablec imiento de la Repú blica, pero tam - da por los Estados». El m ismo Rey, en la ra la vista so n otras tantas exp eri encias que
bién la grata so rp resa qu e co ns tituyó la pre- O rientación bibliográf ica
cart a qu e d iri ge a los tres órde nes para pe- ayudan a espec ular so bre la inocen cia reco -
senc ia de Francia en el camp o de los ven- AUL ARD, ALPHONSE, L e patriotism e dirles urgen cia en la verificac ión de sus po - brad a. Pe ro se tratab a en todos estos casos
cedores. El seg undo, de un lado , asegura la [ran cais de la Renaissance ti la R éoolu - deres, asume también la ob ra regenerado ra: de ficciones, destinad as a hacer sentir, co mo
descolonización y proporciona a Francia el t1011, París, E. C hiron, 1921.
" la Asamblea Naciona l, qu e he co nvocado escribe Morelly, ..lo falso de la práctica or-
primero de los sistemas institucionales o- D UPRONT, ALPHONSE, - Du sentirnent na- para que se ocupe conmigo de la regenera- dinaria-. Los filóso fos m ismos, convenci-
bre el cual hay un acuerdo práctico de la tio nal- , en Michel Francois (baj o la dir. ción del Reino » , (E n aq uello s mo mentos, e! dos de qu e el m ult ifo rme enemigo de! pre-
mayoría, pero de otro frena la co ns trucció n de) , La France et les Francais, París, G a- reyes para la opinión pública " Luis XVI el juicio había penetrado tan adentro que no
de Europa por la cr ispaci ón de la so beranía lIima rd , «Encycloped ie de la Pléia de .., regeneradur.., al que algunos proyectan ele- se podía luchar contra él en campo abierto,
nacional de tipo tradicional; disimula la dis- 1972. var estatutas.) La regeneración del reino, la creían en la utilidad de los arreglos parcia-
m inu ción real de poderío mediante la en- FURET, FRAN<;:OIS, La Reuolution, t. 4 de expresió n e característica de los primeros les, pero no en una renovación ética o po-
trada de Francia en el gru po de potencias I'Histoire de France Hachette París Ha- días de la Revolución. cuando se emplea ge- lít ica. Sólo Rousseau es e! único que rompe
nucleares y reviste la desaparición real del chette, 1988. " nera lme nte el sustantivo -como en los cu a- con este resp eto por lo posible y ésta es una
mo~e1o revolucionario con el antigu o len- G AUCHET, MARCEL, «Les "Letres sur dernos de quejas-e- con un genitivo qu e su- de las razones qu e hacen que la Revolución
guaje de la grandeza. Lenguaje no o bstante l'Histoire de France" d 'Austin Thierry >. braya la carga, pero amortigua el sentido . frances a sea suya desde el primer momen-
bastante ecuménico por ser a la vez de en Pier re Nora (bajo la d irección de), Les Se habla entonces de regeneració n de la ad- to. Pues es la ruptura revolu cionaria la que,
Luis XIV y de Danton, de Bossuet y de Lieux de mémoire, t . 2, La Nation, ler nunistraci ón, del orden público, del Esta - por su cará cter brutal e inéd ito , abre el ca-
Michelet. Ha sido necesario, en fin , el de - vol., París, Ga llimard, 1986. do , de Francia. Pero enseguida se hablará mi no a la idea de la regeneración y le da su
sarro llo y su cri sis, el declive del parti do co - GODECHOT, J ACQUES, «Nat ion, pa tri e, sólo de lá regeneración , un pro grama sin lí- irresist ible po de r de ar rastre . Has ta los rea-
mu nista y la me tamorfosis de una derecha nationalisme, patrio tisrne en F ranc e au mites , p ues ésta es a la vez física , política, listas , como Mirabeau , q ue no se privan de
mo de rna dispu esta a ace ptar la herencia re- xv rue siecle», Annales historiques de la moral y so cial, co n las p retensiones de crear reco rd ar qu e «un hábil cultivador no pre-
vol ucionaria; el ejercicio del poder por la Revolution [rancaise, núm . 206, 1971. nada menos que un " pueblo nue vo " . ten·de n unca d ar a luz por sí mismo las flo-
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sobre un principio abstracto, el adveni- era aplicable más que a unidades polít icas
REPUBLICA miento brutal de la sobe ranía nacional restringidas com o las ciudad es antiguas o
opuestO a la soberanía monárqui ca anima- Gin ebra en la época moderna, las ciudades
La palabra es inseparable de la Revolu- yen en Asamblea Nacional. Repúblicas pro- do por una poderosa aspiració n.a la i~u.a!­ italianas o, a lo más, en los Países Bajos.
ción y de sus dos momentos fuerte s: 1789 piamente dichas. en cambio, no solamente dad ciudadana, mezclada con la impcsjbili- pero no convenía en un gran país de vein-
y la sustitución de la sobe ranía monárquica ha habid o cinco. con mod ificaciones inter- dad de la dem ocrac ia direc ta en un gran ticinco millone s de habitantes donde la mo-
por la sobe ranía nacional , 1792 y la caída nas y retoqu es a los textos con stirucionalse país; pero un principio que no traía ningu- narquía her editaria de derech o divin o esta-
de la monarquía. Por este título ha conser- equivalentes a transfonnaciones de régi- na regla de aplicación práctica, ningún cri- ba arraigada desde hacía siglos y perman~­
vado siempre en la tradición francesa un men . Solamente en el periodo revoluciona, terio interno de estabiliza ción, nin gún ele- cía viva. Finalmente, que los Estados Uni-
contenido emocional inten so y un conteni- rio se pueden contar una República girondi, mento de arraigo histórico y social. Si se do s habían aclimatado la Repúbli ca porque
do institucional débil. De un lado, la pala- na, una República montañesa, una República quiere examinar la República por lo qu e ha carecían de tradición monárquica - lo que
bra nos remit e a la patria amenazada y a la tennidoriana, dir ecrorial, consular e inclu- sido, es decir, su vía de acceso. la única que les hab ía permitido establecer un ejecutivo.
cruz ada de la libertad, es la República la que so imperial. Francois de Neufchateau, por Fran cia ha conocido para la democracia po- independiente del legislativo- y porque se
siempre «nos llama», - Parfs no es París sino ejemplo, después del plebiscito del l O [ri- lítica moderna. se ve enseguida su diferen - trataba de un estado federativ o. Este credo
cuando arranca su empedrado•. De otro, mario del año XIII, que declara hered itaria cia co n el modelo inglés. en donde la evo- no lo pon ía en duda nadie más que los es-
una palabra neutra, la res publica, un régi- la función impe rial, felicita a Napoleón por lución democrática se ha operado a través casos partidarios de una dem ocraci a directa
men eternam ente a la búsqueda de sí mis- un resultad o qu e, dice, - ha hecho llegar a del manten imiento de la función mon árqui- alreded or de Marat y de L'Ami du Peuple
mo, ya qu e puede ser asociado a la mon ar- puerto el navío de la Repúbl ica». Pero la ca. y tambi én la diferen cia con el model o o en el Club de los -cordeliers-, alrededo r de
quía constitucional - la de julio se presen- fonna del régimen nunca ha definido sufi- americano, donde la experien cia democrá- Franc ois Roben, jefe del comité central de
taba com o la «mejo r de las Repúbl icas- cientemente la Repúbl ica. Su ident idad pro- tica ha arraigado desde un princ ipio en la las sociedades populares, con siderado como
como al Terror y al golpe de Estado, e in- funda, en razón misma de su plasticidad po- representaci ón local. La democracia inglesa el verdadero jefe de un partido republicano
cluso al cesarismo ; hay documentos oficia- lítica, la deb e a su cultura. y a su tradi ción . está fundada sobre una histo ria, la demo- desde que en diciembre de 1790 publica su
les que un tiemp o después de 1804, toda vía Ha habid o una fiJosofía republicana, que se cracia americana sobre un principio. Lo a
Republicanisme adapté la France donde se
llevaban el extraño encabezamiento de: ha encontrado con el idealismo kantiano y propio de la democracia republicana fran - indignaba por el carácter inviolable y sagra-
«República Francesa , Napoleón Empera- ha ido enriqueciénd ose a lo largo del si- cesa es ser, a la vez, un principio y una his- do de la persona del rey, sostiene la nece-
dor.• De un lado, el duro perfil de Rude y glo XIX. Ha habido una moral y una reli- tor ia. De ahí ese ritm o de dos tiempos, diás- sidad de mandatos imperativos y ve en
el pecho generoso y heroico de - la libertad gión repu blicanas, inauguradas po r Lanthe- tole y sísto le, qu e ante s y desp ués de la caí- «cualq uier otra instituc ión distinta al repu-
guiando al pueblo». Del otro el inocente as- nas (Nouvelle Déclaration de la morale ré- da de la monarquía ell Ode agosto de 1792, blicanismo un crimen de esa nación" ,
pecto de la Mariann e tan quer ido para Mau- publicaine, 1793) y por Volney (La loi na- ha hecho batir al corazón revolu cionario de Co rriente muy minoritaria en esa época .
rice Agulhon, en las apacib les salas de nues - turelle, 1793) Y que no han dejado de pro- la Repú blica. En cualquier caso hasta la crisis de Varen -
tro s ayuntamientos. República, palabra gas- du cir una bibli oteca de catecismos. H a ha- En apariencia la República está comp le- nes (21 de junio de 1791) incluso los que
tada y desgastad a y, sin embargo, el régi- bido una economía republ icana, un derecho tamente ausente de la monarquía constitu- luego serán heraldos pu ros y duros de la re-
men que meno s nos divide. República, pa- republicano, una historia republicana cuyo cional y del régimen establecido por la pública montañesa hacen protes~s de su
labra mágica que no ha perdido nada de su monumento levantará Lavisse. Ha habido Con stituyente y respetado por la Legislati- ho stilidad al espíritu de la República, com o
poder simbó lico y movilizador. incluso una ciencia republi cana. El apren- va. Intelectualmente se vive de la herencia el Saint-just de L 'esprit de la Révolution,
De su doble nacimiento. la Repúbli ca dizaje en la Repúbl ica ha sobrepasado am- del siglo XVIll . Una vez instalada la Repú- aun cuando en ese momento, anota Mada-
arrastra su contradicción fundam ental, la de pliamente la constitución de esa razón re- blica habrá que hacer lógicament e referen- me Roland en sus memorias, - Ios jacobinos
ser una cult ura po lítica plena, y una fonna publi cana cuyo inventari o critico ha redac- cia a Mably o a Rou sseau, como a sus an- entran en convulsión ya sólo co n el nom -
po lítica vacía. Lo esencial del stock donde tado C laude Nicclet. La famosa «síntesis» tepasados y fundadores, pero quedan en pie bre de la República». Perrieres denuncia en
la Repúblic a estabilizada va a encontrar su de la Tercera se ha traduc ido por la oc upa- tres certidumbres adqu iridas . En primer lu- la Asamblea ela ridícula quimera de una re-
herencia - a saber la soberanía nacional y ción del espacio. del tiemp o, y de los espí- gar que la República, un nombre que ape- pública francesas, y Robespierre se indig-
la representación política. así com o los De- ritus. Y se ha aculturado por una autocele- nas se salía del círculo de las discusiones na: -que se me acuse si se quiere. de repu -
rechos del H om bre. la bandera tricolor, la bración o mnipresente, cuy a referencia pri- eruditas. seguía vinculada principalmente a blicanismo, yo declaro que abo rrezco toda
divisa-e, se adqui ere muy rápido, antes de mera y última ha sido precisamente la exal- la idea antigua de la res publica. la de una especie de gobierno donde reinen los fac-
la República, bajo el régimen de la monar- tación de su heren cia revolucionaria. ciudad cuyo resa n e mora l, en referencia a ciosos -, Los Constituyentes hicieron todo
qu ía con stitu cional; y si queremos buscarle Herencia doble, pu es. La Repú blica en la monarquía. reposaba sob re la virtud cí- lo posible para evitar por una pane la caída
un límite, desde el 17 de junio de 1789, efecto ha representado para Fran cia una ex- vica. Luego, que la idea de Repúbli ca, es de- en un sistema abiertamente democrático,
cuando los Estados Generales se autoinstiru- periencia pura, un partir de cero fundad o cir la de un gobierno di recto del pueblo, no aunque sólo fuera por la distinci ón entre
República
Ideas 682 683
ciudadanos activos y pasivos y por el sufra- 1791-, escribió en un «Fragment d' an icle La crisis de Varennes inaugu ra, así pues,
Co nstituyentes empeñados en el r:'anteni-
gio censi tario: y por otra para mantener a sur la Révolution ... : «¿Q ué era en el fondo miento de la función real, y la realidad po- un año de parodia y de doble juego. El 14
toda costa y hasta la ficción, el fantasma de por naturaleza sino una introducción a la lítica y psicológica de la corte, tanto en Ver- de septiembre de 1791, Luis XVI viene al
una función monárquica. La posición de República? Desde el momento en que se salles como en las 'Fuller ías. Desde la san- Manege a jurar solemnemente «Emplear
Sieyes, tal y como se la encu entra en el cé- empezó por no adoptar la constitución in- ción otorgada a regañadientes a los decre- todo el poder que se le ha delegado en ha-
lebre discurso delI? de septiembre de 1789, glesa como un establecimiento provisional tOS del 5 al 11 de agosto, Luis XVI está cer ejecutar y mantener la Constitución....
es perfec tamente representantiva de esta bajo cuya protección se debía preparar la pensando en escaparse y sólo Necker le.di- Pero a partir de noviembre, el p~~r tren
pos tura. Par a Sieyes, la Rep ública es sinó- o rganización de un nuevo sistema social , de decre tos girondinos de la Legislativa re-
suade. Tod avía da su sanción a la Constitu-
nimo de democracia direc ta a la ant igua. La era imposible evitar el que tarde o tempra- ción civil del clero (el 12 de julio de 1790), nueva el equívoco. El Rey acepta dar a sus
solución está en el ..gobierno represenrati- no se llegara a la idea de una República, que pero el decreto sobre el juramento cívico hermanos, sobre todo el Conde de Pr even-
vo -, en el cua l la representación queda in- era la idea política más generalmente respal- impuesto al clero, el cisma religioso, y lue- za, la orden de regresar a Francia y consien-
vestida de la soberanía del pueblo. En el dada y más profundamente arraigada en las go la condena de la Constituc ión civil del te fácilmente en «req uerir .. al Elector de
problema de la relación ent re la rep resent a- mentes... {Ecríts de jeunesse (1816- 1828), clero por el Papa (marzo-abril de 1791) ago- Tréveris a que disperse las -concentracio-
ción y la soberanía del pueblo es partidario Mouton, 1970, p. 459). Ahí se encuentra en tan su buena voluntad y culmina su cam- nes... de emigrados; pero se niega a sancio-
del abandono del mandato imperativo y de efecto las dos ideas maestras, que, por vo- nar el ultimátum a los sacerdotes refracta-
bio en Varennes.
la independencia de los diputados, cada uno luntad de romper el abso lutismo mo nárqui- Es en este mom ento cuando la idea de la rios para que en ocho días presten juramen-
de los cuales representa a la nació n entera, co, consagran lo que . po r oposición a las República, hasta entonces limitada a lo~ me- to bajo pena de ser tratados como sospe-
y no a sus mandantes. Pero con el mismo democracias de tipo inglés -pero también dios extremistas del Club de los «cordeliers.., chosos y privados de su pensión. Desde este
vigor se declara hosti l a to da forma de veto ho landesa, belga, suiza. e incluso americ a- toma cuerpo y cristaliza rapidamente, be- mo mento, las dos lógicas se separan resuel-
real, absol uto o suspensivo, porq ue no ve na--, se pu eden llamar el credo de la escue- neficiánd ose de la conve rsión repentina de tamente; para no encontrarse más que en
en él <ninguna o tr a cosa más que una lettre la revo lucio naria, como lo hace Laboulaye Condorcet, que acaba de leer en el círculo un malentendido, la guerra, a la que emp u-
de cachet 1} , lanzada contra la voluntad ge- en su prefacio a las Questions eonstitution- social, el 12 de julio , el siguiente texto: De jan los Jacobinos -excepto Robespierre:-
neral [... J. Yo busco con cuidado qu é razo- nelies (1872). A saber que la Asamblea es la République, ou un roi est-il n écessaire ti para radicalizar la Revo lución, y .• el com l~é
nes pueda habe r al menos especiosas, en los soberana por delegación del pueblo sobera- la conseruation de la liberté donde refu- de las Tullerias..., por el co ntrario, para li-
argumentos de los que creen en la uti lidad no; de tal manera que como el pueblo no ta, puntO por punto, lo s argumentos clási- quidarla. Luis XVI. con un ministerio .gi-
del veto y confieso que no encuentro nin- tiene más que una voluntad. no debe haber cos de los «amigos de la realeza». Es la rondino (Durnouriez, Roland) se decide
guna ». Es sabido que la Constitución no le más q ue un a Asamb lea única, y como, ade- u nión de las Luces a la República. Doscien- po r la política de lo peor, que va a impo -
seguirá en este puntO, sino que concederá más, goza de un as competencias ilimitadas, tos noventa diputados den uncian la suspen- nerse. La guerra (el 20 de abril de 1792) y
la nueva serie de decretos que entraña van
al rey un veto suspensivo, aunque sujeto a puede, según las necesidades ejercer el po- sión provisional del Rey de sus fu~ciones
que toda orden llevara la contrafirma de un der judicial y, por ejemplo. instruir el pro- como un peligroso einte rim republicano ..., a acelerar el p roceso favorec iendo la movi-
ministro, al jurament o de la Constitución, y ceso del rey como lo hará la Convención. manipula do por un partido que ten dría a la lización po pular y refor zand o los clubs y
otorgá ndole la t rans mis ió n heredi taria A saber también que el poder ejecutivo cabeza a La Fayette . Este se declara púb li- los poderes extraparlamentarios. Lu is XVI,
co mo una conces ión que acentuaba su ca- debe ser un poder subalterno, el simple mi- camente calumniado. aunque en sus Mé- de nuevo, consiente el licenciamiento de su
rácter decorativo. nistro de las vol untades de la Asamblea, dis- mcires confiesa sus veleidades rep ublica nas guardia constituc ional (29 de mayo) , pero
A pesar de todas las precauciones toma- pues to a conce derle las prerrogativas de fa- (ed. de Bruselas, tomo 1, pp. 369-371). En no se decide ni a la depo rtación de lo s sa-
das para quebrantar el abso lutismo alejan- chada q ue garantizan la d ignidad de la fun- casa de su amigo íntimo La Roc hefoucauld, cerdotes refractarios (27 de mayo) ni a con-
do el espectro de la democracia directa, la ción . Dupont de Nemours había propuesto en- vocar veinte mil federados nacionales y vo-
Constitución de 1791 sancionaba una doc- Toda la viabilidad del sistema, de un tonces la República y el suceso, en efecto, luntarios en París (8 de jun io). Su rechazo
trina en la que es imposible no ver el ger- equi librio teórico perfecto, reposaba, así según confiesa, había «republicanizado.. a provoca la insurrección pop~la~ ?eI 20 de
men y la esencia de un orden ya republica- pues. en definitiva sobre la capacidad prác- una docena de Constituyentes, que clasifi- junio. encamada por dos prmctpros des.de
no. Augusto Comte lo comprendió perfec- tica de Luis XVI de aceptar una función ca en «po líticos... y «anarq uistas.... La inven- ahora inconciliables frente a frente, la dig-
tamente: «N o cons ideremos más que el es- que de monarq uía no tenía más que el nom- ción por la Asamblea de la tesis del rapto nidad real físicamen te escarnecida , y qu e
píritu y el conjunto de la Constitución de bre, y que, en el fondo, no estaba simple- del rey. su negativa a tratar a Luis XVI con esta ofe nsa recupera popu laridad , y la
mente disminuida, sino completamente como culpable y llevarle a juicio (15 de ju- República democrática en la persona ~.el
subvertida. Se sabe lo que fue de todo ello. lio), desactivan ofi cialmente la idea, pero carnicero Legendre. Con la proclamación
.. Lenre de cadm: escrito con el sello real que con-
tenía una orden de prisión o destierro sin juicio (Petit
El cam ino recorrido por el espíritu público provocan la agitación popular del C hamp solemne de - la patria en pel igro ... (11 de ju-
en algunas semanas es sobrecogedor y es- de Mars (17 de jul io) y su represión. La ver- lio), dirigida al pueblo directamente po r la
Roben ). Preferimos mantener el ori ginal francés a falta
de un equivalente castellano. (N. del T.) candaloso el contraste entre la ilusión de los dadera división pane de aquel momento. Asamblea que de esta forma parece den un-
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ciar la incapacidad del Rey, la corriente an- raciones creadas a lo largo de un año según tucton . La primera. la de Condorcet, pro- do en el corazón de la idea republicana el
tirrealista se hincha con la corriente patrió- las circunstancias; el Comité de Seguridad puesta en la prima~era ~ue arrastrada por la «sentimiento sublime.. que supone preferir
tica, provincial y comunal, apoyada por las Nacional instaurado desde octubre de 1792 expulsión de los Grrondmos de la Asamblea, el interés público a todos los intereses par-
sociedades populares, la Comuna de París, el Tribu nal revolucionario instalado el io d; el 2 de junio de 1793. La segunda, votada ticulares. • ¿Cuál es el principio fundamen-
las municipalidades del Este y del Sur. El marzo de 1793 pero organizado definitiva- el 24 de junio, precedida de una nueva De- tal del gobierno democrático y po pular
manifiesto de Brunswick, conocido en Pa- mente en septiembre, el Comité de Salva- claración de Derechos del Hombre, funda - -preguntaba Robespierre en su discurso
rís el 3 de agosto, provoca el desenlace. Con ción Pública institu ido el 6 de abril, en el da sobre la preponderancia de una Asam- del 5 de febrero de 1794--, es decir el re-
la insurrecci ón del 10 de agosto , desaparece que Robespierre entra en julio ampliándose blea elegida por sufragio universal, y cuyas sorte esencial que le sostiene y le hace mo-
hasta la apariencia de compromiso. La abo - sus poderes. En apariencia son medidas cir- leyes están sometidas al control dire~to ~e1 verse? Es la virtud. Yo hablo de la virtud
lición de la realeza decretada por la Con- cunstanciales. «El principio del gobierno pueblo reunido en sus asambleas pnmanas pública que obró tantos prodigios en Gre-
vención ya en su primera sesión pública (2 1 constitucional es el de conservar la Repú- no será aplicada nunca. En cuanto a la so- cia y en Roma, y que debe producirlos mu-
de septiembre de 1792) no entraña sin em- blica -c-declara Robespierre el Iü de ocru- beranía nacional, su violación se con suma cho mis asombrosos en la Francia republi-
bargo la proclamación del nuevo régimen . bre-e, el del gobierno revolucionario es el con la capitulación de la Asambl ea ante las cana... La moral como - fundsrnento único
L¡ Convención se limita a ratificar el esta- de fundarla... Pero en los hechos, esta fun- secciones parisinas de la Comuna y el ulti- de la sociedad civil», dice también el 7 de
do de hecho decretando al día siguiente que dación debía consagrar su fin, o desembo- mátum de su jefe Hanriot en que intima a mayo de 1794; el sueño de una transparen-
en adelante los documentos oficiales se fe- car en la aniqui lación de los tres grandes la Convención a amputarse expulsando 29 cia social y de una perfecta adecuación del
charán a partir de . eI año primero de la Re- principios constitutivos de la esencia del or- diputados girondinos. Se había dado un individuo y de la sociedad tal y como Saint-
pública .., y a conjurar el vacío y la amena - den republicano: la separación de poderes, paso decisivo para quitar a la soberanía su Just lo describe en sus Fragments sur les
za de dislocación, reemplazando el 22 de especialmente del legislativo y el judicial; el legitimidad nacional y sustituirla por una lnstitutions républicaines; la libertad indivi-
septiembre la fórmula de «La Realeza una respeto de la ley basado en la aplicación de legitimidad puramente popular expresada a dual como participación obligada en la vida
e indivisible- (artículo 1 del títul o 11 de la una const itució n; y la integridad de la so- través de la red de los comités de vigilan- púb lica; en el apremio, el episodio mon ta-
Constitució n de 1791) po r la fórm ula de la beranía nacion al, por el intermediario de su cia, de las sociedades populares y de los ñés ha enco ntrado la visión de la antigua
«República francesa una e indivisib le.• representación elegida. ¿Confusión del po- agentes nacionales, sometidos ellos mismos ciudadanía q ue constituye el fondo del ac-
Toda la suerte ulterior de la República re- der legislativo y del judicial? Se ha discuti- a la dem agogia de los activistas de las sec- tivismo republicano.
volucionaria, en sus dos fases separadas por do mucho si el proceso del Rey, asumido ciones y los clubs, cuya presión no cesará Pero la guerra al favorecer la confusión
el 9 Termidor, lleva la marca y el peso de po r la Convención misma, y su ejecución hasta Te rmidor. La Repúbl ica se ha cons- de los enemigos del exterio r y los del inte-
este ad venimiento por defecto. La Repúbli- cons tituy en la ruptura ilegal del contrato truido sobre la negación de su principio al rior , ha dado otro rasgo esencial al repu bli-
ca no logrará darse leyes a las que pueda constitucional (Kant), o el acto inaugural de identificarse con la defensa de la Revolu ción canismo a la francesa, esa dialéctica del todo
conformarse, zamarreada como está entre la la nueva soberanía nacional inco mpatible en estos tres puntOS mayo res. y de la parte, que sin duda es lo qu e más
democ racia di recta, en nomb re de la cual se con la de la monarquía (Michelet). La cues- En este sentido, la República ha podido ha contribuido al expansionismo nacional y
fundó, y una soberanía delegada en los re- tión está abierta. Queda que, en el orden de aparecer desde su nacimiento como un ré- a la exportación de la Revolución. La sobe-
presentantes, que la somete a elecciones. lo simbó lico y en el de la realidad, la eje- gimen de excepción, unido a la guerra y ranía del pueblo se expresa en ella, como en
Pasa del «gobie rno revolucio nar io.. a un ré- cución de Luis XVI introduce en la vida comprometido por el Te rro r. En esta ex- el Contra to social, bajo la forma de una vo-
gimen medido en golpes de Estado . política el pr incipio de la muerte del adver- cepción ha encontrado sin embargo dos ras- luntad gene ral y unitaria y no, como en la
El primero, después del proceso y la sario . Queda también que el proceso con- gos que le han conferido su permanencia y tradición anglosajona, en una modalidad
muerte del rey, se identifica con el destin o ducido por la Asamblea sin recurrir a ins- su verdad; a saber se ha confundido con la superior de conciliación de los intereses
de una Revolución convertida en ley y fin tituciones especiales inagura el mecanismo defensa de la patria y ha hecho reposar el particulares. Se capta su aplicación concre-
de sí misma. Nace bajo la doble presión de que en dos años, y hasta la ley del 22 pra· conjunto de su sistema sobre la exigencia de ta por ejemplo en el juicio de jaurés: • Toda
la salvación nacional y de la demagogia po - dial (22 de junio de 1794). había de trans- la virtud. La República, bajo su forma mo n- Franc ia aclamaba el 14 de julio, y casi toda
pular, y encuentra su verdadera encarnaci ón fonnar el aparato legislativo y gubernamen- tañesa, ha conocido la primera movilización ratificaba el 10 de agosto no por una sumi-
en el trágico verano de 1793. Con «El Te- tal en una vasta máqu ina judicial, puesto en masa al servicio de la nación en peligro, sión estúpida al hecho consumado, sino
rror al o rden del día .. (5 de septiembre); con que la única verdad era ley de la República su primera forma de arraigamiento nacio- únicamente porque la fuerza de una parte
la declaración de que . El gobierno provi- había llegado a ser la aplicación sin fallo de nal y patriótico. De Valmy a Verdun, e in- del pueblo se había puesto al servicio de la
sional de Francia será revolucionario hasta la justicia revolucionaria y de sus medidas cluso a la Resistencia y a la Francia libre , voluntad general fraccionada por un puña -
la paz- (10 de octubre); con la organización de excepción . este resurgimiento plebeyo ha recomenza- do de privilegiados, de cortesanos y de fe-
definitiva del gobierno revolucionario por La Co nvención, como la Con stituyente, do en todos los momentos mis so mbríos de lones. » Instalando la «traición- en el cen-
el decreto del 14 frimari o (4 de diciembre), no fue elegida despu és de la deposición del la angustia de la República. Adem is y so- tro misjno de su identidad, la República,
que coordina y sistematiza la serie de insti- rey mis que para hacer una nueva consri- bre todo, el extremismo jacobino ha situa- bajo su forma jacobina y montañesa, se
....

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constituyó sobre la unificación fantasmagó- la toma de la Bastilla sigue siendo el centro Se trata de dividir funcionalmente el traba- La historia de la República del año 1II
rica de un «pueblo» contra «los enemigos de su imaginería, no es solamente por con- jo legislativo entre los Quinientos encarga- está, pues, inscrita en sus orígenes . Nadie
de la libertad»; sin que hubiera ningún cri- memorar un acto inaugural, sino porque se dos de elaborar las leyes y los Ancianos mejor que Benjamin Constant y Germaine
terio legal que permitiera decidir de una vez mantiene como el símbolo de un eterno (dos veces menos numerosos, y con más de de Staél con sus obras escritas entre 1796 y
por todas dónde se establecía la frontera en- programa. 40 años de edad), de votarlas. Todos los re- 1798 para comentar sus callejones sin sali-
tre los defensores y los enemigos de la Re- Después de la caída de Robespierre, el presentantes son elegidos por el pu~blo~ a da. Ambos son republicanos termidorianos,
pública. El poder era quien lo decidía . «To- 9 Termidor (27 de julio de 1794), seguido condición de que el elector sea propIetariO, vinculados a los principios de 1789, hosti-
das las asociaciones que nos hacen la gue- de una potente reacción pública contra el incluso muy pequeño propietario. Este po- les al retorno de los Borbones y de la aris-
rra -acabará por decir Robespierre el 7 de Terror, la Convencción regresa a su misión der legislativo en dos ramas elige un poder tocracia, y plenamente conscientes del he-
mayo de 1794-, descansan sobre el cri- original, que es la de fundar la República ejecutivo colegial, en buena doctrina repu- cho de que el Terror y la guillotina han ale-
rnen. » Esta dinámica de la exclusión no es, en la ley constitucional. La situación inte- blicana: cinco Directores, elegidos por los jado la opinión pública de la República. Por
en cierto sentido, más que el último resul- rior y exterior se ha enderezado, las tropas Ancianos a propuesta de los Quinientos, lo demás , en el momento en que inician sus
tado exasperado en el paroxismo revolucio- francesas conquistan toda la orilla izquier- nombran a los ministros y ejercen las fun- comentarios de la política bajo el Directo-
nario de la definición de Sieyes, en Qu'est- da del Rin, la Alsacia a Holanda. En la ciones ejecutivas cuyas atribucciones se re- rio, en 1796, el complot de Babeuf ha mez-
ce que le Tiers Etat? -es decir antes inclu- primavera y el verano del 95, la Conven- parten. Otra disposición, típicamente repu- clado a la herencia republicana del año 11
so del desencadenamiento de la revolu- ción elabora la Constitución del año 111, blicana, el retorno frecuente ante el pueblo (la famosa «Constitución de 1793») la idea
ción-, según la cual el Tercer Estado tenía destinada a sustituir la del 93, que nunca soberano y la rotación rápida de los gober- comunista, redoblando el temor retrospec-
en sí mismo «todo lo que es necesario para fue aplicada. nantes, las Asambleas son renovadas por tivo del Terror y de un cuestionamiento de
formar una nación completa. Es el hombre La discusión está dominada por Daunou tercios todos los años, y los Directores por la propiedad. La pretensión de Constant y
fuerte y robusto uno de cuyos brazos está y Sieyes, y por la voluntad de exorcizar el quintos. de Staél es, por el contrario, arraigar el ré-
aún encadenado»; es «todo, pero un todo espectro del Terror, inseparable de ese régi- Desde el principio, la Convención teme gimen republicano del año 111 en la conser-
trabado y oprimido». Está claro que esta men sin leyes, de esa «anarquía», en el sen- el veredicto de la opinión, que se ha incli- vación de los intereses y de lo que llaman
definición de la nación por la exclusión de tido propio del término, que había sido la nado hacia la derecha desde el 9 Termidor. opinión, el estado de las fortunas, las cos-
los privilegiados no descansaba en aquella dictadura del año 11. En su discurso del Ha vencido al Terror, pero recuerda que tumbres y los espíritus nacido de la revo-
época sobre una lucha social ni sobre inte- 2 Termidor (20 de julio de 1795), Sieyes cri- también ha sido su instrumento, puesto que lución de 1789. Su problema es separar la
reses materiales. Iba dirigida contra un or- tica la soberanía ilimitada que los montañe- ha votado la muerte del rey y la reconduc- idea republicana de los dos primeros años
den y pretendía ser un principio unificador ses habían atribuido al pueblo sobre el mo- ción mensual del «gran Comité de Salvación de la República, y mostrar el carácter arti-
de derecho. De ahí el retroceso del mismo delo del rey del Antiguo Régimen . Propo- Pública », de septiembre de 1793 a julio de ficial, anacrónico de la dictadura de
Siey és sobre las consecuencias sacadas de ne una magistratura especial, que él llama 1794. ¿Cómo iba a asumir el riesgo de ex- 1793-1794 en relación con los principios de
sus principios en la discusión sobre la «jurado constitucional», cuerpo elegido en- poner la República naciente o renaciente a 1789; el régimen del año III no está ya ba-
Constitución del año III (julio-agosto cargado de controlar la constitucionalidad un electorado al que sospecha cada vez más sado sobre la pareja virtud-terror, sino so-
1795). Ello no impide que este «modelo del de las leyes. Pero su concepción general se sumergido en tendencias realistas? Esta ló- bre la garantía dada por la ley a la igualdad
Tercer Estado » para retomar la expresión mantiene fiel al racionalismo de las Luces, gica política le conduce a votar, antes de se- civil, sobre la representación de los intere-
de Bernard Manin y Alain Bergougnioux, hostil a todo sistema constitucional funda- pararse, la disposición según la cual los dos ses en el gobierno de la sociedad y sobre la
haya constituido en gran parte la identidad do según el espíritu de Montesquieu, sobre tercios de los futuros miembros de las educación de los ciudadanos.
montañesa de la República, y que la temá- una pluralidad de poderes que sehacen con- Asambleas del Directorio serán obligatoria- Y, sin embargo, los mismos Constant y
tica de Sieyes, constantemente recargada en trapeso recíprocamente; por el contrario se mente elegidos en su seno. Así se burla la Staél, a la vista del éxito realista en las elec-
el siglo XIX de un contenido nacional ideo- trata de concebir un conjunto de institucio- nueva ley republicana, antes incluso de ser ciones de la primavera del 97, se suman al
lógico y de clases, haya contribuido en gran nes que se ajustan como en un mecanismo aplicada. La Constitución del año 1II es golpe de Estado republicano del 18 fructi-
manera a soldar políticamente el consenso de relojería. El antiguo sacerdote no es se- bautizada con la represión del motín realis- dor (4 de septiembre) siguiente. Tres Direc-
republicano a la izquierda y a hacer del guido en varias de sus proposiciones, sobre ta del 13 vendimiario de 1795, donde el jo- tores sobre cinco, Barras a la cabeza, hacen
«pueblo», hasta el Frente Popular, y poste- todo en lo que concierne a su jurado cons- ven general Bonaparte, bajo la autoridad de un llamamiento al ejército para liquidar la
riormente hasta la Resistencia, al Frente re- titucional, cuyo texto final le disgusta; su Barras, se hace un nombre en París con la nueva mayoría de los Consejos y volver a
publicano e incluso al Programa común, el principal autor es Daunou, un ex oratoria- fácil victoria de los republicanos contra los un régimen de excepción , seguido de una
corazón y la verdadera patria de la Repú- no . La Revolución vuelve a la idea de dos reaccionarios de los barrios ricos. Los Con- última etapa de terror revolucionario. Me-
blica. La República ha tenido necesidad de Asambleas, descartada en septiembre de vencionales continuarán, así pues, gober- nos de dos años después el decreto de los
enemigos para definirse y afirmarse en su 1789, pero tomando la precaución de exclu- nando Francia bajo el Directorio. Además dos tercio s, los termidonianos no se perp e-
combate. Ha vivido de sus adversarios. Y si sión toda noción de Cámara aristocrática. cinco de ellos son elegidos Directores. túan en el poder más que gracias a las tro -
Idea.s 689 República
6118

pas de H oche. D esde Italia Bon aparte en- guienre del 19 Brurnario, la Revolu ción. sin en Fra ncia. sin embargo, se habían desarro- una simple mutación ..política... N i siquie-
vía en su apoyo a Aug ereau, uno de sus lu- saberlo, se estaba dand o un rey. llado bajo la Restaur ación y la mon arq uía ra falta la insu rrección sans-culo rte de la po -
gart enientes. Para defender la República Serán necesarios aún más de sesent a años , de julio como distintas de la idea repu bli- breza y el paro , las jornadas de junio del
co ntra lo s esfu er zo s de la contrarrevolu - despu és de la caída de Napoleón, para que cana, e incluso a menudo, reticentes u hos- 48. qu e traen nu evamente la guerra civil y
ció n y de la Iglesia ref ractaria no les será Franci a se instale duraderamente en las ins- tiles. Hay una distinción p rincipal que se- la sangre derr amad a. N uevo comienzo tea-
bast ant e co n un a p rime ra gener ació n de tituci ones republicanas. con la reestructura- para las revolu ciones políticas. como 1789 tral que no comporta ningun a de las cir-
fra nceses q ue intentan d esar roll ar por me- ción de la tercera Repúbli ca, en 1875-1877. o incluso 1793. de las revolucio nes sociales, cunstancias de «salvaci ón pública.. q ue
d io de la esc uela y las luc has cívic as. Les Como lo han not ado mu cho s observadores, destinadas a po ner fin a la pobreza y a la ex- hubo de atravesar la Revolución. Y cuando
hace falta un aliado a co rto plazo. el sol- el siglo XIX no ha cesado de rehacer la Re- plotación. Está mu y clara en los años un Bonaparte asume en todo ello el papel
dado. volución fra ncesa. En julio de 1830, la in- 1830-1840. ent re los republicanos del Na- principal. no es ya como héroe de la histo-
C ambio impo rt antísimo. Señalemos q ue surrección parisina ha inscrito la república tional y las d iferentes sectas socialistas. Los ria nacional y militar. sino más p rosaica-
aunqu e la República haya perdido el apo yo en sus ban deras, pero sus element o s más primeros no avanzan más que reivindicacio- mente. co mo elegido unive rsal. Así pues, en
de los saos-culones, rotos en 1794-1 795, co nservado res logran ent ronizar in extremis nes políti cas, y en pri mer lugar la amp lia- menos de un año , de febrero a diciem bre y
cuenta en todo caso y más que nun ca, co n a la dinastía Orléans, qu e esper aba su hora ción del sufragio , mientras que lo s segun- de Lamartin e al prínci pe-president e. la Re-
el de el ejército. A part ir de 1792, la Re- desde 1789...Monarquía republicana.., pero do s descon fían de las ilusiones de iguald ad p ública aparece com o to do lo contrario de
voluci ón france sa ha asociado a su ambición dema siado monárquica para lo que tenía de abstra cta qu e caract eriza por definición a un la gran reconciliación fraternal con la qu e
regen eradora un mesianismo emancipador republicana. pue sto que sucumbe a su vez cue rpo electoral. La crít ica de ..los De re- se había anunciado. T od as las familias de la
de la humanidad por medio de la .gran na- ante las barricadas par isinas en febr ero de chos del H ombre.. es un lugar común de la tradición revol ucion aria están allí. pero más
ción... La política militar y territorial es in- 1848. Ento nces comienza una segu nda re- lite ratura socialista. mient ras q ue la decla- divid idas que nu nca bajo la aparienc ia de un
separable de la batalla co ntra los reyes y los pú blica. qu e dura aún menos tiempo qu e la ración d el 26 de agosto de 1789 se manti e- consenso provisional alrededor de inst itu -
aristóc ratas. El oficio d e las arm as. antigua- prim era. pero que se termina como ella. con ne co mo un evangelio repu blicano. En es- ciones republicanas, los part idarios d e los
mente co to privado de la nobleza. se ha un segundo Bonaparte. Despu és de la caída to s años la ide a de la República significa. Borbo nes, los de los O rléans, los republi-
convertido en el medio po r excelencia para de Napoleón 111, en 1870. son necesario s contra el régi men de julio. el sufragio uni- canos mo derados , los repub licanos avanza -
la prom oción de Jos pleb eyos. A la caída d e aún var ios años, atr avesados por el aplasta- versal, la fo rmación d el ciudadano po r la es- dos, los socialistas de las múltiples escuelas,
Robespierre el formidable dinamismo social miento de la Comuna y una tent ativa de cuela y. por tant o. la independencia de la es- y finalmente un Bonapart e, para qu e no fai-
liberad o por la Revoluci ón se ha fijado en restauración de los Borbones, para que naz- cuela respecto de la Iglesia cató lica. Algo así te nadie. La situación es rad icalm ent e dis-
ese terreno al encontrarse cerradas sus sali- ca la tercera República, llevada a la pila bau- como una fraternidad cívica, capaz de con- tinta de la de finales del siglo XVIII; Fran -
das en el interior hacía la super apu esta re- tism al por Thiers y Gambetta, los orleanis- jurar a su manera bastante diferente de la cia no está en guerra pero las pasione s y las
volu cionaria. mientras que la República tas más liberale s y los republicano s más mo- de los socialistas, el indi viduali smo burgués tradi cion es están frent e a la m isma ecuaci ón
francesa es victoriosa en el exteri or. La vic- d erad os. y la d ivisión de la sociedad en clases. A la política : la monarquía, es el Antiguo ·Régi-
tori a. que aporta inseparablemente gloria. Esta larga historia se explica ant e tod o Rep ública no le gusta ni el mercado de los men; la Rep ública, es la aventu ra. D e don-
carrera y botín. anuda entre la idea republi- por los legados de la Revolución, qu e no ce- liberales. ni el cuartel de los socialistas. Para de sale. como medio siglo antes. la dictadu -
cana y la idea militar una alianza imprevi- san de trabajar las tradi ciones políti cas. Si evoca rla M ichel et no necesita de 1793. ra de Bonaparte .
sible para C onstant y para Madam e de la República sigue causando mied o a mita - pu esto q ue para él la fiesta de la Federación Para que la Rep ública reencuentre su
Sta él, persuad idos com o estaban de que el des del siglo XIX a un a gran parte de la opi- es la verd adera fecha de nacimiento de la oportunidad sera necesario qu e del fracaso
espíritu de conqu ista era ajeno a la soc iedad nión , es aún por las razones diagnosticadas República. de 1848 nazca bajo el segundo imperio una
modern a. De esta alianza sale Bon aparte, por Cons rant y Staél a finales del si- Febrero de 1848 marca, durante algun os nueva generación. desconfiada de la ret óri -
héroe de la República antes de ser su liqui- glo XVIII, porque está unida al recuerdo de días o algunas semanas. la aparición de esta ca de sus may ore s, más realista, para la cual
dador. la dictadura y del Terror. Lo dice Michelet, fraternidad. Pero la historia, los recuerd os la República no sea solamente el régimen de
Toda la diferencia entre Sieyes y él. en el y Quiner, y Georges Sand, y Hugo, y casi y las pasiones de los franceses resurgen en la libertad reencontrada. sino la imagen de
complot de Brumario en el año XIII, viene todo el mundo. La con signa de ..la Co nsti- la segunda República com o en un espejo del la con serva ción de los int ereses sociales. La
de que el nuevo Director. el prim ero que tuci ón de 1793.., tan frecuente en la izquier- pasado. La burguesía y la masa cam pesina Revolu ción queda ya lejos mientras qu e por
dio la señal de la revolución, ha dejado de da republicana de la Restaura ción . y que co- siguen temiendo la revolución par isina. tod as partes se acelera bajo este segundo
encarnarla diez años despué s; mientras que mienza a mezclarse aquí y allá con la idea portadora del desorden y amenaza de la imperio la muta ción eco nómica que hace de
el joven general co rso , indifer ente a 1789. socialista. no tiene nad a qu e pued a disuadir propiedad. Los republicanos están d ividi- Francia un país más rico y más moderno.
es el Washington de la República de 1799. a la opinión pública de la equi valencia en- dos entre la Gironda y la Montaña. La ma- La dictad ura del Estado centra l y d e sus
Pero Francia no es la joven República ame- tre República y Terror. yor parte de las iglesias socialistas no espe- prefecto s ha suprimido la libertad. pero ha
ricana y al plebi scitar a Bonaparte al día si- Las corrientes dominantes del socialismo ran nada buenos del sufragio universal, y de liberad o poco a poco a los campesino s de
Ideas 690 69 1 Repú blica

la tutela de los grandes notables locales, le- pasando por e16 de febrero de 1934, que ex- arraigar políticamente la República en el Orienta ciim bibliográ{=
gitimistas u orleanistas. Los ferrocarriles y plican bastante el reflejo de miedo jamás le- humus de la nación precisamente como AULARD, ALPHONSE, Histoire politique de
la escuela unifican la población q ue se ha- jano, aunque luego resulta injustificado, efecto del gaullismo que presidía este creci- la Réoobuíon Francaise, Origines et dé-
bitúa al sufragio universal. Los jóvenes re- ante las posibles confiscaciones de la Repú- miento y recogía sus fruto s. oeloppement de la démocratíe et de la ré-
publicanos que hacen su aprendizaje bajo el blica por los comunistas en la Liberación, Parad ójicamente, la estabilización defini - publique (1789-1804), París, 1901.
imperio, como Ferry o Gamberra, son unos por el general De Gaulle en 1958, por el tiva de la República ha salido muy recien- FURET, FRAN<;:OIS, La Cauche et la Révo-
incondicionales de la libertad, pero también putsch de Jos generales argelinos en 196J. temente de ese mismo desgaste, para ello ha lution Francaise au milieu du X/Xe tii-
espíritus atentos al progreso material e in- La República, en continuo retorno sobre sí sido preciso el declive del partido comunis- ele. Edgar Quinet et la question du jaco-
telectual . Son hijos de la Revolución, pero misma, no ha encontrado su equilibrio y su ta y la metamorfosis de la derecha moder- bínisrne (1865-1870). textos presentados
también son positivistas, discípulos de Au- aliento en Francia más que por su fijación nista, reconciliada con las adquisiciones de por Marina Valensise, París, Hacherte,
gusto Comte; para ellos la historia es una sobre un conjun to de valores siempre frá- la Revolución. Ha sido necesario el replie- 1986. Contiene textos escogidos de AI-
ciencia cuyos secretos han descifrado en sus giles, por la lema coagulación de una tradi- gue de todos los horizontes políticos so bre phonse Peyrat, Jules Ferry, Emile Olli-
libros. La República que funden enlazará ción y de un cuerpo de referencias, por la los valores-refugio de la República y la de- vier . Louis Blanc, Edgar Quinet, Jules
dos ideas incompatibles, los principios de) progresiva desaparici ón de los rechazos por fensa generalizada de los derechos del hom- Michelet.
89 y la edad positiva, los Derechos del principio que no habían cesado de pesar so- bre. Y finalmente, sobre todo ha sido nece- - , La Réoolutíon, torno IV de la Hist oire
Hombre y el gobierno del saber . bre su aceptación definitiva, a fin de cuen- sario la alternancia de 1981 y la nacionali- de France Hacbette, París, Hachette,
De esta fo rma los vencedores de Mac- tas, muy reciente. zación republicana de la Constitución que 1988.
Mahon, al día siguiente del 16 de mayo, República amenazada desde siempre en se creía hecha para un hombre. Signo de KATES, GARY, The Cerde Social, the Ci-
mezclan en la síntesis republicana de su interior por la inestabilidad gubernamen- esta evolución es el auge del poder del Con- rondins and the Frencb Reoolutíon, Prin-
1875-1880 la autonomía del individuo, tal, la impotencia parlamentaria y la paráli- sejo Constitucional, previsto por la Cons- cerón, Princeton Univers iry Press, 1985.
principio del mundo moderno, con la ne- sis institucional que han llevado dos veces titución de 1958 como _perro guardián .. del MANIN , BERNARD, Y ALAIN BERGOU-
cesidad de convertirlo en un ciudadano ilus- al Estado republicano al fracaso, una ante ejecutivo y conve rtido en guardián efectivo NIOUX, - L'exclu de la nation. La gauche
trado por la razón histórica, eco lejano del la invasión extra njera, otra ante la crisis ar- de la ley de la República. Curiosamente lo Iranca ise et son mythe de l'adve rsaire ..,
tema de la regeneración. D e ahí la impor- gelina. República desde el último fin de si- que más ha contrib uido a este enraizamien- Le Débat, octub re 1980.
tancia cent ral de la escuela, lugar por exce- glo, contestada del exter ior por la derecha to ha sido la acción y el estilo de los dos MATH IEZ, ALBERT, Le Club des Cordeliers
lencia de la educación cívica, a cond ición de naciona lista y la izquierda revolu cionaria, a principales presidentes de la V. Iron ía y ló- pendant la crise de Varennes et la massa-
verse desembarazada del oscurantismo cle- las que la Segunda G uerra Mundial y la Li- gica de la historia, con D e Ga ulle y Prancois ere du Champ-de-Mars, París, 1910.
rical, cerr o testigo de un tiempo pasado. La beración han dado , bajo la forma del gau- Minerrand , la repúblic a mon árqu ica enla- NICO LET, C LAUD E, L'id ée republicaine en
laicidad es como la espina do rsal de esta lIismo RPF y del comunis mo staliniano una zaba con la mo narq uía republ icana y, des- France, París, Ga llimard, 1982.
nueva civilización republicana, y Jul es fuerza de convocatoria y una capacidad de pués de doscien tos años de secuelas revolu- NORA, PIERRE (ba jo la d ir. de), Les lieux
Ferry, su educador, lleva la anto rcha. El su- unión que han podido reducir el consenso cionarias, se encontraba allí donde había de m érnoíre, tomo 1, La République, Pa-
fragio universal, vencedor en fin de la dic- republicano a un tercio de las voces, el es- querido llegar en sus primeros días. Pierre rís, Gallimard, 1984.
tadura de París, le da la bendición pacífica tiaje más pronunciado de su historia, en las NORA. RUDELLE, ODlLE, La République sbsolue
de la mayoría de los franceses . elecciones municipales de 1947. República (1870-1889). Aux origines de /'instabilité
Pero la República, dificultosamente ins- finalmente rota en su dinámica y desgasta- Véase también: CONDúRCET, CONS- constitut íonnelle de la France républicai-
talada, no tiene aún estabilidad, a pesar de da por su mismo éxito, disuelta en su prin- TANT, C ONSTITUCIÓN, DEM O CRACIA, »e, París, Publications de la Sorbonne,
las crisis que ha superado, aprovechadas cipio activo y como extrañamente meta- EJÉRCITO, GoBIERNO REVOLUCIONARIO, 1982.
para asegurar su dominio sobre el Estado; morfoseada, lenta. pero inexo rablemente, GOLPE DE ESTAD O, LA F AYETTE, WEILL, GEORGES, Histoire du pani repu-
a pesar de los esfuerzos gigantescos que ha por el más fuerte crecimiento que Francia LUIS XVI, MARAT, ROBESPIERRE, SIEYES, blíoune en France (1814-1870J, París,
desplegado para identificarse a la Naci ón , haya conocido en su historia. Los «Treinta SoBERANíA, STAEL (MME. DE). F. Alean, 1928.
impregnar la cultura y penetrar la. sociedad Gloriosos.., esa segunda revolución france-
por los grandes canales de la formac ión cí- sa, han tenido por doble y paradójico efec-
vica -escuela, servicio militar, formación to por un lado el desactivar los puntos de
de partidos-, la 111 República, habrá que fijación tradicionales de los conflictos polí-
recordarlo, jamás ha conseguido una verda- tico-ideológicos de la República para susti-
dera unanimidad en torno a sus principios. tuirlos por divisiones neutras en relación
Hay toda una letanía de fechas para testifi- con la identidad republicana -la economía,
carlo, desd e el affaire Dreyfus hasta Vichy la modernidad, la sociedad-; y por otro,
Ideas 692 Revolución
693

antagonismo, ni tampoco a la forma, exten- s órdenes; las historias de Inglaterra propo-


REVOLUCION sión o causa de las revoluciones, ha existi- nen las dos interpretaciones.
do ocasionalmente un esfuerzo negociador. La Revolución americana es, de forma
Los hombres de la Revolución buscaron francés cree que su patria ha alcanzado el Bossuet, al atribuir todos los cambios pro- más palpable, una «revolución feliz .. y el
frecuentemente en el pasado la profecía del punto de obediencia donde Inglaterra llega- ducidos en el mundo a causas perfectamen- papel que se reserva a la voluntad humana
gran acontecimiento que estaban viviendo . rá a su vez), a la pluralidad de las revolu- te identificables, con la excepción de «algu- es mucho más llamativo. No por ello deja
Coleccionaron los texto s que podían ates- ciones continuas, e incluso a la pasividad de nos golpes extraordinarios, en donde Dios de ser más significativo el ejemplo porque
tiguar la capacidad predictiva de grandes los hombres inm ersos en el oleaje tumul- quería que sólo apareciese su mano », ya ha- a pesar de estos caracteres muestra la per -
autores que la habrían previsto mucho an- tuoso de unos sucesos particulares -las re- bía encontrado el medio de unir lo extraor- sistente imbricación de los sentidos de la
tes. Búsqu eda algo artificial, que a menudo volucio nes- que jamás dom inan. dinario a un orden invisible. Mably, cuya palabra revoluci ón. Los comentarios más
saca las citas de su contexto, y decepci o- La Revolución es efectivamente en pri- obra rebosa de «revoluciones- diferentes, favorable s a la <Revo lución de América.
nante. aunque algunos raros escritos parez- mer lugar. en el siglo XVIII, el retorno de enlaza la historia superficial ---caótica- de continúan interpretándola como una res-
can proporcionar en el momento preci so la forma s ya aparecidas. Este término, dice éstas con una historia profunda, ésta sí que tauración . Las libertades inglesas, que el
demo stración esperada. A este respecto no Trevoux, es «sinónimo de período.., El sen- sometida a unas reglas, y donde nada resul- pueblo américano había probado, le habían
se presenta ninguno más elocuente que esos tido astrónomico es el primer sentido que ta verdaderamente inesperado, pues «es ne- capacitado para hacer una revolución, es de-
Droíts el deooirs du cítoyen, donde Mably, proporcionan los diccionarios. La Revolu- cesario que las pasiones, sucesivamente cir para querer volver a derechos anterio-
en 1750, hace dialogar en torno al sentido ción es un movimiento que conduce las co- exasperadas y tranquilizadas, preparen du- res. Pero esta vuelta al orden no preserva a
de la historia, a un francés y a un inglés, e sas a su punto de partida. Aplicado a las co- rante largo tiempo una revolución para que América de los desórdenes de una revolu-
imagina un mundo prometedor. A la fata- sas humanas. sugiere la vuelta eterna de al- llegue por fin el momento de ejecutarla •. ción diferente: •Temo ----dice Mably- que
lidad que el francés cree leer en toda histo- gunas forma s políticas debidamente inven- Voltaire distingue las revoluciones de los América va a verse empujada de nuevo a
ria, y singularmente en la de su país, el mi- tariadas. Pensar las revoluciones humanas tronos, sacudidas impresionantes sólo en una dura Revolución... Al lado de la feliz
lord inglés cont rapo ne una historia de la es- sobre el modelo de las revoluciones solares apariencia, de las revoluciones del espíritu revolución ordenada del retorno y la tran-
peran za y de la voluntad. El buen ciudada- tiene por efecto dotarlas de caracteres que humano o del carácter nacional, estas últi - quilidad, la revolución desordenada de la al-
no puede trabajar para que las revolu ciones hoy nos cuesta recon ocer, como la necesi- mas lentas, profundas, insensibles e irresis- teración y la agitación. En consecuencia,
sean «útiles a la patria ", En cuanto a los dad de volver a un estado anterior; la ine- tibles; lo que es una forma, si no de conci- siempre hay dos revoluciones.
consejos prácticos que prodiga a los fran- virabilidad : el orden y la regularidad; la pa- liar el orden y el desorden, sí por lo menos ¿Con qué quedarnos de esta oscilación
ceses, éstos constituyen un programa de un sividad que engendran en los hombres con- de separar las verdaderas revoluciones de las entre dos significados? Los hombres del si-
porvenir singular. Para sacudir la fatalidad denados a constatarlas pero en ningún caso otras. En último término, el siglo no acabó glo XVIII, que produjeron una numerosa li-
histórica, sólo es necesario la convocatoria a hacerlas, la ausencia de cualquier novedad. de delimitar bien entre las revoluciones vi- teratura sobre las revoluciones ---de Ingla-
de los Estados Generales y conseguir su Este sentido astronómico, siempre vivo sibles y las invisibles . terra, de Suecia, de España, de la República
permanencia porque con «el grito general aun en los pensadores más avanzados, como Es un hecho destacado que los dos acon- romana-, en una extensión que termina
de aprobación . que suscitará su reunión lo demuestra el ejemplo de Mably, se en- tecimientos que servían entonces de princi- por vaciar la idea de revolución de especi-
todo será fácil, la extirpación de los abu sos, cuentra por tanto cada vez más en compe- pal referencia -la Revolución inglesa y la ficidad puesto que la historia de las revolu-
el debilitamiento de la prerrogativa real, y tencia con un uso vulgarizador de! cual dan Revolución americana- no lograron sepa- ciones se convierte en la historia sin más,
la institucionalización de los derechos de la también testimonio los diccionarios. Las re- rar los significados concurrentes de la pala- hablan siempre de las revoluciones en plu-
nación . En esto consiste la Revolución. voluciones son las visicitudes de la existen- bra revoluci ón . La «gloriosa- Revolución ral. Cuando deciden estudiar una, la flan-
Por asombroso que pueda ser, e! texto de cia humana, los cambios extraordinarios de 1688 en ocasiones se la ve, desde el lado quean con un adjetivo --grande, asombro-
Mably no posee la claridad retrospectiva ocurridos en los asuntos públicos, los reve- hugonote, como una revolución retorno, sa, maravillosa , feliz- lo cual constituye
que luego se le atribuirá. Porque aunque ses de la fortuna de las naciones. No se tra- reencuentro feliz y reparador con las leyes una forma de conducirla a una vicisitud par-
Mably , solitario en su siglo, tiende a los ta aquí de la vuelta de lo mismo a lo mis- fundamentales subvertidas por el azar de la ticular dentro de un mundo de vicisitudes.
hombres de la Revolución un espejo donde mo, pero sí del surgimiento brusco y vio- historia y otras, desde el lado absolutista, A lo largo de los textos, desarrollan una s
reconocerse (se contempla la Revolución lento de la novedad. El carácter de impre - como una revolución más en la historia in- veces la idea de que las revoluciones apor-
como la voluntad de una nación ansiosa por visible predomina sobre e! de previsible, el glesa especialmente determinada por la al- tan cambios irreversibles en la vida de los
recobrar sus derechos), su texto sin embar- desorden sobre el orden, lo extraordinar io ternancia sobresaltada de reinados felices y hombres en sociedad, y otras la idea de que
go acarrea entremezclados los múltiples sig- sobre lo ordinario. de reinados desdichados. Restauración pro- dichos cambios, reversibles, reproducen
nificados entre los cuales el pensamiento del Entre estas dos acepcion es completamen- cedente del agitado curso del tiempo que una ley de desarrollo ciclíca. Pero están de
siglo aún no ha elegido. Mably continua re- te antin ómi cas, que los diccionarios utilizan trae el orden, o revolución inscrita en el acuerdo en verlas como producto de la fa-
firiéndo se a la revolución astronómica (el sin dedi car ninguna reflexión particular a su tiempo, que fomenta una nueva serie de de- talidad, sólo posibles de describir cuando ya
-
Ideas 695 Revolución
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han tenido lugar, objetos para e! análisis mar en cons ideración la idea según la cual vía más sorprendente, e! ejemplo americano ral y de! singular. Pierre Retar ha mostrado
pero no para la acción . El siglo XVIII no las la Revolución francesa pudo ser la restau- cuya paternidad se dedica a celebrar La Fa- que las Révolutions de París, e! periódico
marca con una connotación moral precisa, ración de un orden social anterior. Se pue- rene. Desde e! 23 de agosto, Rabaut Saint- de Prudhomme primeramente publicado sin
las revoluciones son buenas o malas, puede den encontrar, sin duda, textos ambiguos Etienne concedía que si los Constituyen- intención de periodicidad, recibe su título,
suceder que destronen reyes pero también tes querían imitar a toda costa, e! mejor rno- todavía tributario del sentido tradicional, de
que utilizan la palabra restauración, tales
que los restablezcan, que lleven aparejado son los que presentan a Luis XVI como delo era Pensilvania, pero para corregirse la intención de contar los múltiples trastor-
e! progreso o la regresión . No obstante, los restaurador de las libertades francesas. Pero en seguida: "iNación francesa, no estás he- nos sucedidos en París de! 11 al 18 de julio
hombres las temen, porque sean las que ¿qué se trata de restaurar exactamente? En cha para recibir ejemplo, sino para darlo! - de 1789. Luego, como la publicación sigue
sean, muestran la inestabilidad política, y ningún caso una determinada época de la Por lo demás e! tema de la incomparabili- y los lectores reclaman una síntesis, Pru-
ponen en evidencia lo poco que controlan revolución histórica, pues es sorprendente dad de las dos revoluciones había sido rá- dhom se la da en enero de 1790. Bajo e! tí-
los acontecimientos. Todos los pueblos han ver la pasmosa rapidez con que se abando- pidamente orquestado por Condorcet, que tulo C/c! de " fa. Reoolution, aparece un
"experimentado- alguna revolución, ésta es na la idea de una antigua cons titución, tan presta sus ideas y su pluma a un ciudadano texto donde las revoluciones están amalga-
(a pesar de algunas opiniones, como la de viva todavía en e! debate historiográfico del de los Estados Unidos lanzado a un para- madas y fundidas en una Revolución sin pa-
Voltaire que alcanza a imaginar un ho rizon- siglo XVIII. Queda, sin duda, e! prestigio le!ismo académico de las dos aventuras. El recido con ninguna otra, porque es "la re-
te en e! que pueda esperarse una revolución) inherente al sentimiento de enlazar, pero sin objeto de la Revolución americana era e! de volución de las almas y de los espíritus- El
la última palabra del siglo. Pluralista, escép- liberarse de una aristocracia extranjera, el de nuevo sentido ganó, pues, muy rápidamen-
embargo no se trata de enlazar con lo an-
tica, poco apta para conce bir qu e los hom- terior sino con lo fund amental . La Revolu- la Revolución francesa sacudirse una aris- te su ejecutoria de nobleza. Solamente los
bres puedan iniciar una revolución . ción francesa vive de esta idea Fue rte, que tocr acia do méstica . Los americanos no pre- contrarrevolucionarios contestan la unidad
La Revolución francesa ante todo es un sólo lo inicial funda. Si lo qu e se restablece tendía n más que rechaz ar las tasas impues- ejemplar y la singularidad del fenómeno
gran espectácu lo, qu e llena a los contempo- son los derechos de! hom bre, y éstos han tas por ho mb res qu e vivían a 1.500 leguas, viendo en la Revolución francesa, según la
ráneos de estupor. H ay testimonios abun- sido constantemente escarnecidos en la his- y los franceses el sistema fiscal por e! que definición de! diccionario de Buée, "un
dantes de la pr od igiosa impresión qu e pro- tor ia, se dest ro na con un mismo golpe to- algunos de ellos aplastaban a ot ros. Allí la trastorno qu e 'se produjo en 1789». Por lo
du ce, filósofos, periodistas, poetas ingleses do s los antecedentes histórico s. Lejos de Revolución no tenía que desanudar más que demás en todas partes el acont ecimiento
como Co leridge, estupefactos de ver "a reanudar la cadena de! tiempo, se sale de la un nudo muy flojo y tenía mucho que con- que tuvo lugar en Fran cia, por ser el pri-
Francia encolerizada levantar sus miembros histo ria para un alzar velas colectivo hacia servar, e! procedimiento criminal, por ejem- mero , como dir á Robe spierr e, fundado so-
gigantes», poetas alemanes como Klopstock una tierra nueva, y un comienzo absoluto. plo. Aquí, la Revolución tenía que desatar bre los derechos de la hum anidad, será con-
maravillados de ver sonreír en Francia «la Hannah Arendt sostiene que los hombres nudos muy apretados y no había nada qu e siderado como fa Revolu ción.
serenidad azul, en la vasta sup erficie de! cie- ent ran prim eramente en la Revolución con conservar. De manera que se hizo preciso, Este acontecimiento único es tambi én un
lo ». Incluso los hombres más rápidamente la ilusión de la restauración, es decir , de la explica Concordet, remontarse a pr incipios acontecimiento tot al. N o tiene sentido para
desengañados, expresaro n primero ante la continuidad, y solamente en un segund o más puros, más preci sos, y más profundos. una nación hablar de su revolu ción mien-
Revolución el senti mient o de lo nun ca vis- mom ento, segú n ella, es cuando ent ran en Los franceses, al contr ario qu e los america- tras no haya roto todas sus cadenas . En la
to . «[Q ué espectáculo, qu é actores! », escri- una ilusión to davía más fuen e en relación nos, tuvier on que declarar sus derechos an- revolución, no se trat a sólo de limitar un
be Bur ke a Lo rd Ch arlemont. Tod os la sa- con la expe riencia histórica, la de la rup tu- tes de poseerlos. Tuvi eron que derribar una pode r despót ico, de reformarlo o de llegar
ludaron como una escena inédita, cuya ba- ra. Aunque se le concede que en los prime- sociedad que conserva ron los americanos. a acuerdos, ni siquiera se trata de limitarse
laustrada fue br uscamente franqueada por ros días de la Revolución francesa habita la La Revolución francesa, a diferencia de la a la esfera del poder político . Hay Revolu-
las fuerzas colectivas, irr upción imprevista ilusión de una resta uración, no du ra más de Revoluc ión americana, fue una refundación ción cuando los hombres pretenden resol-
de un pueblo entero levantad o para destruir una mañana. Desde sus primeros pasos, la no sólo de! cuerpo político sino de! cuerpo ver con ella todos sus problemas a la vez,
la tiranía. Una vez "dado" este maravilloso Revolución se piensa como la liberación de- social. políticos, sociales y también morales, y
espectáculo, como en e! teatro, ya nada será cisiva de todos los modelos históricos. Por tanto, se trata de un espectáculo quieren cambiar ellos mismos por entero.
como antes. El simple hecho de que la re- Nada lo demuestra mejor que la rapidez que no tuvo ejemplos donde mirarse, de Así, Chateaubriand, en e! Essai sur les R é-
volución haya tenido lugar y de que el vie- con la que destrona e! ejemplo inglés (en su una inauguración total. Los autores de uolutions, rechaza e! uso de la palabra para
jo mundo se haya derrumbado tan rápida y discurso de 4 y 5 de septiembre de 1789 so- la Revolución francesa, al decidir que es designar los cambios de dinastía, las guerras
fácilmente, delante de ella, produce un re- bre la sanción real, Mounier observa con es- eso lo que la conviene en revolución, civiles, "e! movimiento parcial de una na-
toque vigoroso en los significados un poco tupefacción que e! conjunto de la Asamblea desprestigian las revoluciones en plural ción momentáneamente sublevada-o No
negligentemente propuestos por e! si- dirige «una mirada de desprecio so bre la -polvareda de cambios insignificantes- , y quiere retenerla más que «si e! espíritu de
glo XVIII. Constitución de Inglaterra cuando no hace sólo valoran una, la Revolución. En los pri- los pueblos cambia - o
¿Restauración o instauración? El primer todavía un año hablábamos con envidia de meros meses de la Revolución, sin embar- Liberada de los trastornos singulares y de
efecto de! gran espectáculo es e! de no to- la libertad de los ingleses-) y, hecho toda- go, persistió una duda sobre e! uso de! plu- las catástrofes políticas paniculares, esta
Ideas 696 691 Revolución

Revolución total se halla por lo mismo se enreda, desviada de sus fines y sin alcan- y la vanidad de los ho mbres a los que la Re- mantener esta revolución, es decir, cuando
abierta a lo universal . Se trata aquí de otra zar su desti no original; por otra parte, los volución proporciona un teatro inesperado, se sale del orden de las sociedades pacíficas.
cosa muy distinta de los derechos panicu- días que pasan hacen resurgir los recuerdos interesados por lo mismo solamen te en su En efecto, la ley revolucionaria no está he-
lares, com o los derechos de los ingleses en del Antiguo Régimen, costumbres inexnr- prosecución. La única manera de detener la cha para ellas, sino para terminar con la re-
nombre de los que se sublevó el puebl o pables o voluntades malvadas de hombres máquina es la Constitución. Solamente ella sistencia de los partidarios de la realeza. No
americano. Incluso de otra cosa distinta de y mu jeres que permanecen fuera de la re- permitirá distinguir entre - Ios que qui eren es por tanto otra cosa que «una ley de cir-
la libertad francesa. La Revolución escapa a voluc ión o se agitan contra ella, y qu e es un gobierno estable y los que no quieren cunsuncias » , si el calificativo ya no fuera
su tierra natal al menos por dos rasgos que preciso aún convencer o vencer, una - hi- más que revolución y cambio porque cre- tan ridículo que fue preciso. admite Con-
analiza Boissy d'Anglas. el primero haber dra - renaciente sin cesar, por usar la [uerte cen en la confusión como los insectos en la cordet, reemplazarlo por el de «revolucio-
sido la obra de un pueblo entero. no de al- imagen de los mismos revoluc ionarios. O corrupci ón ». Así se deshace la solidaridad nario» . La sinuosa demostración de Con-
gunos; el segundo, querer volver al hombre bien, el tiempo va demasiado rápido: la Re- de la Revolución y de la Constitución, tan dorcet nos revela su perplejidad ante medi-
a su destino primitivo. Por ello es una pro- volución es un movimiento de arrebato Ver- fuene en 1789, puesto que oponía la Revo- das revolucionarias tan evidentemente liga-
mesa sin fronteras, abierta a un porvenir ili- tiginoso que no se deja dominar. En el pri- lución a un Antiguo Régimen que no tenía das a la excepción. Se puede ciertamente
mitad o. mer caso, el impulso revolucionario no pue- Constitución. Así se deshace tamb ién la justificarlas, puesto que van dirigidas con-
El prodigioso espectáculo había conlleva- de desplegarse libremente, ante la cantidad idea de la Revolución como garantía contra tra esos hombres que buscan «prod ucir una
do escenas repul sivas, difíciles de borrar del de obstáculos que encuentra delante de sí. lo arbitrario. En el espíritu de Bamave, la revolución en sentido contrario•• pero es
espíritu . Todavía en 1791, en su Esprit de En el segundo caso produce miedo su fe- revolución ha vuelto al sentido peyorativo preciso permanecer sensible a lo que com-
la Réoolution, Saint-Just, testigo poco sos- cundidad en acontecimientos imprevisib les. del siglo XVIII, el de una vicisitud de la que ponan de desordenado y guardarse de una
pechoso de hosti lidad, expresa el traumatis- Aquí como allí, es impos ible termin ar la hay que temer todo, a la vez el paso ade- actitud detestab le q ue consiste en abrigarse
mo que le causó el espectáculo de la mu- Revolución, imposible de cumpl ir en el pri- lante y la vuelta atrás, la rebelión y la reac- detrás de la necesidad, -Ia excusa de los ti-
ched umbre jugando con trozos de carne mer caso. de acabar en el segundo. ción; lo uno engendra lo otro. rano s». El fin soñado por Condorcet es
humana . La Revolución ha expulsado de su Así pues, el descubrimiento de la histo - Con la «revolución del 10 de agosto _, siempre el de terminar la revolución, pero
tentativa de aurodefinición esos desórdenes. ria revolucionaria tra nsforma la idea de Re- nueva peripecia, salta el último eslabón que a diferencia de Dupon y de Bamave, su-
Se siente fundadora de un orden, de donde volución. Retengamos solamente algunos unía la Revolución al Antiguo Régimen , la bordina esta finalización a una ilegalidad
procede su vínculo con la empresa cons ti- episodios significativos de estos retoq ues. conservación de la mo narquía a la que apa- provisional.
tuyente, que , como dice Hannah Arend r, le Uno, el debate de la prim avera y vera no de rentement e se habían visto ob ligados los ac- C uando ya existe un gobierno revolucio-
es cons ustancial. Es preciso. por tanto, dis- 1791 so bre la Co nstitució n, pr esidido por tores por «las cost umbres y el voto de la na- nario, la argumentación qu e le justifica no
tinguir aquí entre la constitución en acto, la obses ión de terminar la Revolu ció n, ex- ción», como decía Barnave . La nueva revo- es fundamentalmente distinta de la de Co n-
pode r que se da la Revol ución en sus co- presado reite rativamente por D uport en lución impon e una nu eva definición, difícil corde r, aun cuando ro mpe con sus acentos
mienzos y por el que se libera del tiempo, mayo y por Barnave en septie mbre. Dupo n ejercicio al que se entrega Ccncordet, em- de precaución. Por su parte los Jacobinos
y la constitución promulgada, resultado so- parte de la intuición de que ..lo que se lla- peñado en comparar el destronamiento de oponían la ley revolucionaria -fundado-
metido en adelante a la alteración histórica. ma revolución, ya está hecho », pero teme dos reyes constitucionales. Jacobo 11 y ra- a la ley constitucional conservadora y
Ahí está en efecto el punto capital. La Re- no sea q ue su impulso permanente vuelva Luis XVI, para demostrar que el segundo proclamaban la convicción -Vergniaud ya
volución francesa en su aurora se piensa y en realidad a las combinaciones del Antiguo está menos contaminado de irregularidades la había identificado muy exactamente-e- de
se vive como una salida de la histor ia, que Régimen, pues «todo movimiento es circu- que el primero, porque un pueblo entero, que la energía de la defensa nacional impo-
tan bien comprendió Michelet: .EI tiempo lar tanto en el mundo mor al como en el o al menos una «fracc ión considerable del ne «mantener aún toda la efervescencia de
no existía, el tiempo había perecido.• El mundo Físico», he aquí reaparecido el viejo pueb lo», se aparta menos del o rden común la Revoluc ión», un «aún» q ue parece intro-
descubrimiento de que también eHa tiene sentido astronóm ico. En cuanto a Bamave, de la ley que una «asociació n panicular de ducir entre los equipos sucesivos de la Re-
una historia, que es un proceso alargado en nadie menos preparado que él para asociar ciudadanos. cuando se dirige a un príncipe volución nada más que una divergencia de
el tiempo. que conlleva sus días fastos y sus la idea de Revolución a la de desorden, pues extranjero. Todo el esfuerzo de Condorcet apreciaciones sobre el momento propicio
días nefastos, sus sorpresas y sus pericias, él la unía a la acción constante y regular de consiste en circunscribir y relativizar el de- para terminarla, a la vez que utilizan tauto-
es turbadora para los hombres que la viven. causas perfectamente identificables y recha- sorden revolucionario. Algunos meses más lógicamente el adjetivo revolucio nario para
El tiempo de la Revolución les parece ir, ya zaba las «causas accidentales », siempre bue- tarde, la palabra revolución y el adjetivo re- designar todo lo que es conforme con la Re-
demasiado rápido, ya de masiado lento, nas, según él, para determ inar -Ia época. de volucionario ---éste creado expresamente volución.
como si nunca llevase bien el ritm o. Dema- las revoluciones. Pero la inquietante radica- para la Revolución francesa, la única revo- Sin embargo entre Condorcet y Saint-
siado lento, pues a medida que la revolu- lización de la Revolución le hace cambiar lución que «torna la libertad como obje- Just se inicia una nueva deriva de la palabra
ción avanza, la acción de los hombes se ve su análisis; ahora tiene que atribuirla preci- to_ le inspiran reflexiones análogas. Una Revolución. Condorcet, un poco patético,
cogida en una red de relaciones donde ella samente a los accidentes, como la ambición leyes revolucionaria cuando se propone no quiere ver en las leyes revolucionarias
Ideas 699 Revoluci ón
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más que una renuncia limitada a la legali- lución misma, está aceptando que la ilega- bre todo, flotar una dud a mor tal sobre la in- visto cómo la insur rección armada de la Co-
dad, porque está orientado hacia ..e! tiem- lidad defina la Revolución. Se comprende terpretación de este final : «se hab la de la al- muna ob ligaba a capitular a la Convencción
po en que no tendremos necesidad de ha- también viendo la derivación de! ajetivo tura de la Revolución. ¿Quién fijará esa al- y la segunda vio a la Convencción tomar su
cerla• . Si este último cerrojo salta en Ro- ..revolucionario• . Durante mucho tiempo rura?. Esta incertidumbre deja prever que revancha sobre la Comuna. Las dos jorna-
bespierre y Saint-Just con e! aplazamiento había servido para calificar toda medida la Revolución siempre está por hacer, que das se contrapesan pues, como se apresura
de la Constitución recién nacida, se debe a enérgica: así Bar ére pedía a la Convención uno no puede detenerse en e! camino bajo a establecerlo e! informe de Barere: «el 31
que para ellos la Revol ución ya no se defi- en la pri mavera de 1793, que actuase y s; pena de «cavar su tum ba», que la pureza del de mayo e! pueblo hizo su revolución ; el
ne como un espectáculo prodigioso cuya declarase «cuerpo revolucionario», desig- proyecto revolucionario debe ser restitu ido 9 Termidor la Co nvención nacion al hizo la
contemplación basta para arrebatar al indi- nando en este contexto lo expeditivo y lo en su integridad, cada instante, que nadie la suya. La libertad aplaudió igualmente a las
viduo y convertirlo, sino como un trabajo arbitrario. El ..instrumento revolucionario. juzga, en una palabra que habrá que «revo- dos • . Esta forma de presentar los hechos
que recibe su sentido de la existencia de es la guillotina. Y si entre todos los ríos lucionar la Revolución . permanentemente. pasando la esponja sirve para mostrar que
enemigos de la Revolución. Ahora bien, és- franceses, e! Loira es especialmente «revo- Aquí se alcanza la máxima desviación res- e! 9 Termidor es ..la última tormenta de la
tos son de una especie muy particular. Por lucionario», es por su docilidad para arras- pecto de la imagen y la idea que se había po- Revolución ». No arrastrará una nueva pe-
una parte, están en todos los sitios, en e! in- trar los aho gados de Carrie r. pularizado en los inicios de la Revolución, ripecia porque equilibra una antig ua peri-
terior y en e! exterior de la República e in- La segunda consecuencia es la de impo- la imagen de una Revolución como espec- pecia. Puede, pues, pr etender significar ese
cluso en la conciencia de cada revoluciona- ner una revolución en e! interior de cada in- táculo maravilloso dotado por sí mismo de final de la historia revolucionaria que cada
rio, pues la hostilidad a la Revolución co- dividualidad, puesto que e! enemigo de la una irresistible fuerza de arrastre y de con- equipo en e! poder estaba esperando.
mienza con la más pequeña reticencia en e! Revolución está alojado en cada uno de los vicción y con la idea de la Revolución como Resulta, por tanto, claro que nada está
respeto a la vida común o con la simple in- actores . El gobierno revolucionario, lejos la instauración de la libertad por la ley. Lo verdaderamente terminado. Los años que
diferencia. Por otra, renacen incesantemen- de ser ún~camente instrumento de guerra y que subsiste basta, no obs tante, para com- siguen a Termidor son ricos en golpes de
te de sus cenizas, porque, dice Saint-j ust, de conquista, lo es del «paso de! mal al bien, prender por qué es pr ecisament e en los re- Estado, victorias y derrotas alternadas de!
en e! orden moral sucede como en e! orden de la corrupción a la probidad, de las malas cuerdos par oxísticos del episodio jacobino ejecutivo y del legislativo, con cambios
físico: ..los errores pueden desaparecer costumbres a las buenas». Al definirlo así donde se alimenta con predilección la le- generosamente decorados de la palabra re-
como se evapora la humedad de la tierra, en. su informe sobre la policía general, yenda de las revoluciones. La ruptura con volución, como e! agrio 18 fructidor, que
pero pronto aparecen como la humedad Samt-Just hace depender la culminación de el pasado constantemente recordada en los pretende su vuelta a los epítetos lisonjeros
vuelve a caer de las nubes». la Revolución de una transformación radi- juramentos y la unidad mítica de un pue- de jornadas precedentes. El discurso que
Esta naturaleza de los enemigos de la Re- cal de los corazones y los espíritus. «Es pre- blo virtuoso, constantemente movilizado en acompaña estos cambios busca, en efecto,
volución, a la vez volátil y obstinada, en- ciso qu e cada ciudadano experi mente y obre la purga de «facciones», compo nen una re- bor rar la indecente plu ralidad de nuevas ve-
traña al ,menos tres consecuencias. La pri- en sí mismo una Revolución igual a la que presentación simple y fuerte de la que los nidas (especialmen te present ando cada una
mera es Imponer la consubstancialidad de la ha cambiado la faz de Francia»; este obje- revolucionarios posteriores harán su escena de ellas como una vuelta al equilibrio, ga-
Revolución y la ilegalidad, puesto que la tivo de la Comisión de vigilancia lionesa, en originaria. rantÍa de un verdadero fin de la Revolución)
Revolución no terminará con sus enemigos noviembre de 1793, muestra hasta qué pun- Llega Termidor y ..e! tirano. es abatido. y camuflar su ilegalidad. Pero no puede im-
más que por la acción violenta, absuelta en to la palabra Revolución había tomado el Después de la revolución de! 14 de julio, la pedir que de esta inquietante multiplicación
toda ocasión por la idea de que «se les debe senti do de una transformació n person al e del 10 de agosto, la del 31 de mayo es una nazca un nuevo sentimiento del tiempo re-
permi tir todo a los qu e van en la dirección íntima, convers ión indisolublemente priva- revolución más, qu e llega un poco cansada volucio nario, ya no es la instantaneidad de!
de la Revolución», como afirma Saint-just. da y pública. a inscribirse en esta letanía, engalanada no prodigio, ni la larga paciencia y esfuerzo de
Tal es e! sentido de la célebre exclamación La tercera consecuencia se deduce de las obstante de adjetivos eufóricos que ya han los hombres en tensión hacia su propia re-
de Robespierre en respuesta a la acusación otras dos: el enemigo no podrá ser derro- servido para sus predecesoras: aforrunada, creación, sino la alternancia sincopada de
de Louvet e! 5 de noviembre de 1792: tado y la empresa revolucionaria no estará grande, asombrosa. A veces, incluso, testi- revoluciones y reacciones que escaFan al
«¿Q uieres una Revolución sin Revolu- acabada jamás. ¿Dónde debe pararse la Re- monios inesperados se afanan en darle un control de las voluntades humanas. Desde
ción ?» Ese día Ro bespierre sugiere otra volución? Saint-J ust reto ma esta cuestión sentido inaugu ral: el 18 [rucrido r del los días que siguen a Termidor, la Sociedad
cosa muy distinta a la simp le imposibilidad temible, que to dos los actores de la Revo- año Il, Babeuf sugiere «no comp utar el de los Jacobinos anunc ia que desp ués de
de llevar a cabo una revolución more geo- lución habían tratado en un momento u tiempo desde hace cinco años, sino sola- una tan larga comprensión es preciso espe-
métrico y sin recurrir a la ilegalidad. En otro y a la que algunos, como Barnave, ha- mente desde un mes y algunos días de re- rar «una reacción poderosa y proporciona-
efecto, al marcar con una ilegalidad necesa- bían dado una respuesta precisa. El hace re- volución». La primera racionalización del da a las desgracias que hemos tenido que
ria todas las medidas de la Revolución, y troceder este final a un futuro ilimitado, acontecimiento consiste en hacer de la nue- deplorar• . Con e! reparto de! tiempo revo-
declarar ilegales todas las grandes jornadas porq ue la Revolución no se cierra más que va Revolución una inversión simétrica de la lucionario entre revolución y reacción y la
ident ificándolas para terminar con la Revo- con «la perfección de la felicidad», Deja so- jornada de! 31 de mayo: la primera había entrada en la escena política de unos perso-
Id eas 700 Revoluci ón
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najes nuevo s, los <reaccionarios.., cam bia electiv o-e- perm anece inscrita en la marcha qu e si la Revolu ción vuelve a comenzar, se expo rtable a voluntad en el tiempo y en el
de nue vo el uso de la palabra revolu ción . hacia adelante de la humanidad y nadie pue- debe a que es ..siempre la misma ». espacio, que saca su fuerza de su plasti ci-
La larga alianza del ad jetivo revoluci on ario de o lvidarla jamás. «Yo la llamo feliz a pe- ¿Cuál es esa extraña revo lución, siemp re dad indefinida.
con las medid as de excepción llega a ser sos- sar de sus excesos porque yo fijo mi mira- la misma y qu e, sin embargo, siempre se re- Al efecto de arrastre de una revolu ción
pechosa, tanto qu e en el año Hl, el Comité da en sus resultados... hace? N o es exactame nte la Revolu ción siemp re en todas partes y válid a, es pr eci-
de Seguridad General propone desterrarla Interpretación mesurad a, d irigida a salvar francesa, sino otra Revo lución a la vez co n- so, fina lmente , añadirl e la fuerza amb igua
del lengu aje po lítico . En cua nto al sustan - la Revolución d el desastre de sus peripecias tenida y oculta en ella, cuyos rasgos esbo - que el concepto de revo lución saca de la fu-
tivo, vuelve el sentido anárquico y plu ral y a sacudi rse la fatalidad de la creencia se- zó el Marx de La Sagrada Familia: «El mo- sión en él de dos ideas anti nómi cas. Una,
del siglo XVIII. Lo qu e el ho mbre común gún la cual los fran ceses «necesitan un vimiento revolu cion ario qu e comenzó en to mada de la descripción del siglo XVIII, es
retiene a partir de ahora del episodi o revo- amo •. En cambi o iba a ser desacreditada 1789 en el Círculo Social tu vo como repre- la de la necesidad irresistible d e la Revolu -
lucionario, es lo que Eschaseriaux llama en por el futuro inmediato que para terminar sentant es princip ales, en medio de su evo- ción (el pensamiento tradici on alista encon -
el C onsejo de los Quinientos «la fiebr e ar- la Revolución mantenía en reserva la figur a lución , a Leclerc y Rou x, sucumbió final- tr ará ahí también uno de sus temas) que sir-
diente y pasajera de las revo lucion es, el ho - de un nuev o déspota. Además había de ser mente, aunqu e sólo por un instante con la ve a los revolu cion ario s para justificar el sa-
rro ros o int erre gno de las leyes... Lejos de descon ocida por los siglo XIX y XX que cons piració n de Babeuf, pero ya había he- crificio hero ico de los indi viduos al gran
ser un acontecimiento ún ico, la Revolución prefiriero n la interpretación jaco bina, pues cho nacer la idea co munista qu e Buonarro - acontecimiento y para abso lver po r adelan-
ha vuelto a ent rar en el de recho com ún de aun que la palabra revol ución haya reco rri - ti, el amigo de Babeuf, reint rodu jo en Fran- tado todos los medios que emp lea. Aho ra
la inesta bilidad po lítica. do un a prodigiosa carrera semán tica, exten- cia desp ués d e la revolución de 1830. Esta bien , esta idea se vincu la ínt imame nte , al
En medi o de tod o este v ért igo algunos se diénd ose a las situaciones más incongruen- idea, desarr ollad a en to das sus consecuen- precio de d ificu ltades nun ca verdaderamen-
dedic arán a salvar el espíritu de la Revolu- tes y a los cambi os más irrisorios, su signi- cias, constituye el principio del mundo mo - te explora das, a la del poder absoluto de los
ción. Todo el esfuerzo de C onstant irá di- ficación en medio de las metamorfosis per- derno. » En realidad, se trata, no tanto de hombres sobre sus destinos. La revolu ción,
rigido a romper el par infernal revolución- manece asombrosamente fiel a la que fijó el una idea cuanto de una promesa, la pr om e- a la vez símb olo may.or del historicismo y
reacción , pero est o sólo es posible distin - episodi o jacobino. Los revolu cionarios pos- sa de la igualdad de lo s hombres, la misma o bjeto del acti visrno indi vidu al, aconteci-
guiendo dos tipos de revolu ción. C uando teri ores reformaron tod as las ideas jaco bi- en efecto que la de la Revolu ción jacobina mient o absolutamente humano y qu e sin
- el acuerdo entre las institucion es y las nas, la co nq uista del aparato del Estado, el (po r poco que en ella se descifre una anti- emba rgo desborda completamente a los
ideas de un p ueblo se encuentra destruid o », volunta rismo polít ico y hasta aquellas cuyo cipación de la critica de las libertades for - ho mb res, to ma de estas repr esent aciones
ent onces las revolu cion es son inevitables. fracaso fue evidente com o la fusión de los males y de la p ro piedad privada) qu e, sin contradictorias su extr aordinari o pod er de
Tales revolucion es legítimas y razon ables, individuos en un colectiv o supuestamente emb argo , hay qu e volver a empezar porque fascinació n. Mona OZOUF.
se inscriben en la marcha necesaria del es- animado por una voluntad única y su mo- enton ces hubo solamente un tímido borra-
píritu humano, y no están condenadas a ser vilización permanente; en adelante y por dor de la igualdad verd adera. Véase también: ANTIGUO RÉGIMEN, BA-
seguidas de una reacción. Esta no se pro- mucho tiempo, no se experimenta la revo- Por lo mismo la Revolu ción francesa es BEUF, BARNAVE, BURKE, C ONDORCET,
duce más qu e cuando las revoluciones en- lución , se hace la Revolu ción . En el reper- algo muy distinto de su heren cia histórica, CONSTANT, CONSTITUCIÓN , IGUALDAD,
loq uecen y tr aspasan su p unto normal de torio revolu cionario escogi eron co n predi- a la qu e no es reductible. Marx mostrará J ACO BINISMO, JORNADAS REVOLUCIONA -
llegada, revoluciones malas en tonc es, q ue lecció n el libreto de la Convención, copia- que la clase revo lucion aria francesa revistió RIAS, MARX, REVOLUCiÓN AMERICANA,
acarrean reaccion es, la arbit rariedad qu e su- ron su voca bu lario, end osaron el espo lio de los intereses particulares co n un discurso RO BESPIERRE, VOLTAIRE.
cede a lo arbitrario y favorece paradó jica- sus actores y pensaron su h istoria a través prerendidarnent e uni versal. Pero este falso
ment e una nue va revol ución . Si se sabe dis- de sus peripecias. 1848 tuv o sus Girondi- ro paje, parad ójicamente, ha dado a la fic- Orientación bibliográfica
tin guir la revolu ción buena de la mala, en- no s y su Montaña. También la Comuna de ción su realid ad y a la ilusión su porvenir.
ton ces se pueden estabilizar las institucio- París tuvo sus Montañeses, y sus berb enís- Los futuros revolu cionarios han podido re- ARENDT, HANNAH, Essai sur la R éoolu-
nes y no «desespe rar de la libertad... ¿A qu é ras en la pers on a de los blanqui stas . La re- cob rar la verdad subversiva oculta bajo los tion, tr ad. del inglés por Michel Chestien ,
género ha pert enecido la Revolu ción fran- volución rusa tu vo sus chuanes, su leva en disf races y pon erla al servicio d e otra revo- París, Ga llimar d , 1967. T rad. cast.: Sobre
cesa? La pregunta impone una nueva d iso- masa y, una vez más, sus Girond inos , pues lució n, consagrada, ésta sí. a la igualdad la Recolución, Mad rid, Alianza Editorial ,
ciación ent re la apue sta y el p roceso, que Lenin utilizó este epíteto para infam ar a real. Por tanto, sin embargo, como la igual- 1988.
ha sido de sastr oso porque los revolu ciona- T rot ski y Bern st ein. Así pues, la Revo lu- dad no puede ser objeto de un acta, dado BAKER, x srru MICHAEL, ..Revolution .., en
rios, obsesionados por los recuerdos de la ción francesa nun ca termin a de reproducir- qu e la naturaleza y la historia siemb ran por Co lin Lucas (bajo la dir . de), The Frencb
Anti güedad, han so brepadaso sus objetivos se o de parodiarse. Al enigm a de un a Re- toda s panes las diferen cias, y es en cambio Revolution and the Creation of Modern
siendo ellos mismos los que han llamado volución convertida en tradi ción, cuando su una esperanza sin cesar decepcionada, y sin Political Culture. tomo 11, The Political
una reacción. Pero la apuesta -la sustitu- vocación es eman cipar a los hombres de la cesar reanimada, la revolu ción de la igual- Culture 01 the Frencb Revolution, O x-
ción del sistema hered itario po r el sistema trad ición, Tocqu eviUe respond e sugiriendo dad es ent onc es una empresa interminable, ford, Per gamo n Press, 1988.
Ideas 702 Revolución american a
703

BOISSY D'ANGLAS, FRAN<;:OIS-ANTOINE, volution poli tique-, Annales historiques americana, exactamente lo mismo que el discusión en 1789; sin embargo, a pesar de
Quelques id ées sur la liberté, la R éoolu- de la R éuolution Francaise, núm . 39, eclesiástico unita rio Price y el publicista estas consideraciones, sus controversias
tion, le Gouuernement républicain et la 1967. americano Paine, que se convirtieron en sus anuncian también los debates más específi-
Constitution [ra ncaise, s.l., 1792. - , D iscours, réuolutions et bistoire. Repre- adversarios duran te la Revo lución france- camente ame ricanos, como el que opone a
BUÉE, ADRIEN-Q UENTIN, Nouuea u Die- sentat ion s de l'histoire et discours sur les sa; aho ra bien, uno s y otros consideraro n los amigos de Jefferson a los de j ohn Ad ams
a
tionn aire, pour servir l'intelligence des r éuolutions de I'A ge classique aux Lum i é- siempre, no sin razón, que su actitud fun- durante la campaña electoral de 1800. Un
termes mis en vogue par la R éuolution, res, París, Union Générale d'Edi tions, damental no había cambiado y todos en- dis cípu lo alemán de Bu rke, Fr iedrich
París, 1792. 1975. contraban en la comparación ent re Francia Gen tz, había publica do, algún tiempo an-
CONDORCET, MARIE-JEAN-ANrOINE-NI- HABERMAS, JÜRGEN, - D roit naturel et Ré- y América, dónde apoyar sus argumenta- tes, un ensayo que sistematizaba las ideas
COLASDECARITAT, MARQUÉS DE, R éfle- volution-, en Habermas, Th éorie et pra- ciones. Par a Burke, la Revolución ameri - de Burke, para mostrar que la Revolución
xions sur la Réoolution de 1688 et SIIr ce- tiqu e, tomo 1, trad. del alemán por Gé- cana es la hija legítima de la «G loriosa Re- francesa era un hecho sin precedente, in-
lle du 10 ao út 1792, s.l., s.a. rard Raulet, París, Payot, 1975. volución ,. inglesa : defiende frente al mismo comparable con la Revolución americana.
CONSTANT, BEN]AMIN, Des r éactions poli- MABLY, GABRIEL BONNOT, ABBÉDE, - O b- Parlamento los principios que le dan su Esta no había buscado más que preservar
tiques , s.l., año V, 1797, reed. en Cons- servations sur le gouvernement et les lois fuerza (<<no taxarion without rep resenta - contra los abusos los derechos que los ciu-
tant, Ecrits et discours politiques, publi - des Etats-Unis d'Arnerique», en Oeuures rion») y, sobre todo se apoya en una larga dad anos america nos, como súbditos britá-
cados por O livier Pozzo di Borgo, to- completes, tomo VIII, Lon dr es, 1789. experienc ia históri ca de libertad qu e da a nicos, habían adquirido desde hacía tiemp o.
mo 1, París, j ean -j acques Pauvert, 1964. - , ..Des droits et des Devoi rs du citoyen», sus revindicaciones un a significación con- Ah ora bien, este libro fue traducido por
DÉCOUFLÉ, ANDRE-C LÉMENT, Sociologie en Oeuures completes, to mo IX, Lon- servadora y no subv ersiva; se opo ne to tal- John Quincey Admas (el hijo de John), para
des réuolutio ns, París, Presses Universi- dres, 1789. mente al espíritu «metafísicos» de la Revo- desacreditar a Jefferson, sospechoso de sim-
taires de France, 1968. RÉTAT, PIERRE, "Forme et discours d'un lución francesa, en el que la afirmación de patizar con las tesis francesas; la idea de una
ELLUL, JACQUES:Autopsie de la Reuolu- journal révolutionnaire; les "R évolutions la transcendencia de los «derechos del oposición radical entre las dos revoluciones
tion, París, Calmann-Lévy, 1969. de Paris" en 1789,., en Claude Labrosse, Hombre» es potencialmente destructora del no era extraña a algunos de los fundadores
FURET, FRAN<;:ols, Penser la R éuolution Pierre R état y Henri Duranton, L'ln s- orden social europeo. Para Paine, por el de la República americana, pero no era más
Francaise, París, Gallimard, 1978. trument périadique. La [onction de la contrario, la defensa de la Revolución fran - que un pumo de vista en el interior del de-
GOULEMOT, JEAN MARIE, " Le mot "r évo- presse au dix -buiti éme si écle, Lyon, Pre- cesa (en su libro Les droits de I'Homme que bate político america no; del lado de Jeffe r-
lution" er la forma tion du concept de r é- ses U niversitaires de Lyon, 1986. responde a las Reflectio ns de Burke) es la son y de sus amigos, por el contrario, se po-
continuació n del combate qu e él había lle- dían condena r los desarrollos de la Revolu-
vado en 1776 por la Revolu ción amer ica- ción francesa (del Terror al Imp erio), pero
na, en su célebre panfleto Le sens com mun. las críticas se hacían más a la acción de los
Es de América de donde los franceses han franceses (su impru dencia, su prec ipitación,
aprendido, con La Fayett e, a amar la liber- incluso su fanati smo) que a sus principios.
tad. Retrospectivamente la Revolución La Revolución americana, moderada en su
REVOLUCION AMERICANA francesa confirma así, para Paine, la inter- desarrollo, no era menos radical que la Re-
pretación «radical» de la insurrección ame- volución francesa .
ricana que había dado en su panfleto Le sens Del lado francés, la actitud con respecto
La historia de las relaciones entre las dos lución francesa fue aceptada por los acto- commun: la defensa de la libertad no pasa a la experiencia americana no es menos am-
grandes revoluciones de fines del si- res de 1776, y de la que inversamente, la por el mantenimiento de la Constitución in- bivalente. Antes de 1789, la Revol ución
glo XVIII, la francesa y la americana, ilustra comparación entre Francia y América ha glesa (compromiso incoh erente ent re la de- americana se perci be por la mayo r parte de
admirablemente uno de sus rasgos capita- venido a aclarar en Francia el pensamiento mocracia, la aristocracia y la mon arqu ía) los «Filósofos » (con la excepción significa-
les: los contemporáneos comprendiero n rá- revolu cion ario . sino, por el co ntrario, por la soberanía po- tiva de Voltaire), como una victoria de la
pidament e las posturas del períod o, lo que Uno de los primeros efectos de la Revo- pular, y la Revolución ame ricana no es le- «Razó n» pero, de otro lado , aparece extra-
explica la rapidez con que se hiceron esque- lución francesa en el mundo anglosajón ha gítima más que porque los pue blos tienen ñame nte moderada, atada como estaba al
mas interpretativos que , desde entonces, no sido el de mostrar la amb igüedad de las re- originariamente el de recho de deshacerse de sistema «gótico» de la «C ommon Law» o a
han dejado de dominar en las controversias. voluciones inglesa y americana, haciendo sus gobernantes, desde el momento en que instituciones arcaicas como el bicameralis-
El más simple, si se quieren comprender las estallar la unidad de los liberales dividido s estiman que han violado sus derechos. mo. De ahí, en Mirabeau, Turgot o Con-
relaciones complejas que unen las dos tra- por 1789, aunque habían estado unidos en Para Burke y Paine, formados en la tra- dorcet, una rápida decepción ante la obra
diciones que nacieron entonces, es, sin la defensa de los insurrectos de América. En dición inglesa, era desde el principio el sig- constitucional de los americanos, incluso
duda, partir de la manera en que la Revo- 1776 Burke había defendido la Revolución nificado de esta tradición lo que estaba en antes de la Convención de Filadelfia .
Ideas 724 725 Soberanía

ANTRAIGUES, EMMANUEL-LOUIS-HENRI de 1792 (VIII); 2 de diciembre de 1792 STAEL, GERMAINE DE, Lettres sur les ou- TRÉNARD, LOUIS, «La diffusion du Con-
DE LAUNAY, COMTE D': M émoire sur les (IX); 25 de febrero de 1793 (IX); 24 de vrages et le caractére de j.-j. Rousseau, trat social», en Etudes sur le Contrat so-
Etats généraux, leurs droits et la maniére abril de 1793 (IX); 10 de mayo de 1793 París, 1789. cial de j.-j. Rousseau (véase Soboul).
de les conuoquer, s.l., 1788. (IX); 14 de junio de 1793 (IX); 25 de di-
ANTRAIGUES, EMMANUEL-LoUIS-HENRI ciembre de 1793 (X); 17 de pluvioso del
DE LAUNAY, COMTE D': Mémoire sur les año II (5 de febrero de 1794) (X); 18 [lo-
mandats impératifs, Versalles, s.d. real del año II (7 de mayo de 1794) (X).
- , Mémoire sur la constitution des Etats de Trad. cast.: Discursos e informes en la
la province du Languedoc. .., impreso en Convención. Introd. de Agustín García
Vivarais, s.d. Tirado, Madrid, Ciencia Nueva, 1968.
BARNY, ROGER,j.-j. Rousseau dans la Ré- ROUSSEL, JEAN, ].-}. Rousseau en France
volution Francaise (1787-1791), tesis de apr és la Révolution (1795-1830), París,
Armand Colin, 1972.
SOBERANIA
doctorado, 5 vols., Universidad de París
X-Nanterre, 1976. SAINT-JUST, LOUIS-ANTOINE DE, Esprit de
la Révolution et de la constitution de la
CONDORCET, MARIE-JEAN-ANTOINE-NI-
COLAS DE CARITAT, MARQUÉS DE, Let-
France (1791), en Saint-Just, Oeuvres, Que el principio de soberanía nacional movido por las guerras de religión, no se
París, G . Lebovici, 1984. sea el corazón mismo de la Revolución trataba de saber si existían o no límites al
tres d'un théologien ti l'auteur du diction-
naire des trois siécle (1774), en Condor- - , Informes, en Oeuvres: 10 de octubre de francesa, es algo sobre lo que no hay ne- poder real, sino si, por deferencia a esos lí-
cet, Oeuures, ed. establecida por Francois 1793; 8 de ventoso del año 22 (26 de fe- cesidad de insistir. Que el principio haya mites, la monarquía debía rendir cuentas
Arago y Arthur Condorcet O'Connor, brero de 1794); 11 germinal del año II sido creado -y puesto en práctica- por la ante otro poder humano. Es el miedo a la
12 vols., París, 1847-1849, tomo V. (31 de marzo de 1794); 26 germinal del transferencia de la soberanía absoluta del anarquía, consecuencia necesaria, según él,
año II (15 de abril de 1794). rey a la nación es una obviedad que merece de la doctrina de la resistencia legítima de
LAKANAL, JOSEPH, Rapport sur j.-j. Rous -
SIEYES, EMMANUEL, Qu'est-ce que le Tiers ser repetida. Y explorada. los monarcómacos, el que incita a Bodino
seau fait au nom du Comité d 'instruction
Etat? (1789), precedido del Essai sur les En la Revolución francesa, muchas co- a sostener que para preservar el orden so-
publique (29 de fructidor del año II, 15
prioil éges (1788), París, 1888. Trad. cast.: sas dependerían forzosamente de las dificul- cial, era preciso ejercer una voluntad sobe-
de septiembre de 1794), París, 1794.
¿Qué es el Tercer Estado?, Madrid, Alian- tades conceptuales y políticas que compor- rana suprema. Para ser suprema, afirmaba,
MACDoNALD, JOAN, Rousseau and the za Editorial, ' 1988. taba el hecho de reivindicar para la nación esta voluntad debía ser necesariamente uni-
French Revolution (1762-1791), Londres,
- , [Fragmentos sobre Rousseau Jen Char - una idea de soberanía elaborada en nombre taria. Y para ser unitaria, le hacía falta ne-
U niversity of London, The Athlone les-Augustin Sainte-Beuve, «Etude sur de la monarquía absoluta a lo largo de los cesariamente ser perpetua, indivisible (lue-
Press, 1965. Sieyes», Causeries du lundi, 3: ed., Pa- dos siglos que siguieron a los desórdenes de go, inalienable) y absoluta; independiente
MERCIER, LOUIS-SÉBASTIEN, De lean ]ac- rís, 1851, tomo V. las guerras de religión. Guerras que ha- en consecuencia del juicio o del mandato de
ques Rousseau consid éré comme un des SOBOUL, ALBERT, Les sans-culottes pari- bían suscitado en Bodino la primera formu- otros; el soberano no podía ser llevado a
premiers auteurs de la R éuolution, 2 siens en l'an I I, Histoire politique et so- lación moderna de esta idea . juicio ante la ley; unas leyes anteriores no
vols., París, 1791. ciale des sectiones de Paris, 2 juin 1793 9 podían atarle en el libre ejercicio de la vo-
Pétition ti l'Assembl éeNationale concernant thermidor año 11, La Roche-sur- Yon, Como las doctrinas de los monarcóma- luntad legislativa -atributo supremo del
demande de la translation des cendre s de H. Potier, 1958 (también París, Cla- cos por él rechazadas, la teoría de la sobe- poder soberano, cuyo principio Bodino en-
j. j. Rousseau au Pantb éon franr;aise (27 vreuil, 1958, reed. 1962, con el subtítulo ranía de Bodino se apoya sobre las premi- contró profundamente gravado en la máxi-
de agosto de 1791), París, 1791. de Mouvement populaire et gouverne- sas conceptuales de una tradición constitu- ma legal tradicional de los reyes de Fran-
ROBESPIERRE, MAXIMILIEN, Le d éfenseur ment révolutionnaire). Trad. castellana cional ambigua. Durante siglos, los teóricos cia: car tel est notre plaisir (porque esa es
de la constitution, núm. 1, en Robespie- en Alianza Editorial. 1987. constitucionales franceses habían insistido nuestra voluntad).
rre, Oeuvres, 10 vols., París, Pre sses Uni- - , «C lasses populaires et rous seauisme sobre el hecho de que el monarca estaba in- En tanto que «poder absoluto y perpe-
versitaires de France, 1960-1967, to - sous la Révolution», Annales historiques vestido de la plenitudo potestatis en tanto tuo de una República», la soberanía, tal
mo IV. de la Révolution Franr;aise, 1962. que emperador en su dominio propio; pero como la veía Bodino, podía teóricamente
- , Discursos, en Oeuvres (los tomos van en- - , «J.-J. Rousseau et le jacobinisrne», en habían subrayado también en que este po- ser ejercida por un príncipe, una clase do-
tre paréntesis): septiembre de 1789 con- Etu des sur le Contrat social de j. -j. Rous- der absoluto estaba limitado por la ley di- o
minante, el pueblo en su conjunto. Pero
tra el veto real (VI); abril de 1791 sobre seau, Publications de l'Université de Di- vina y natural, por la cos tumbre y los pro- el objeto de los Seis libros de la República
el marco de plata (no pronunciado) (VII); jon, núm. 30, París, Les Belles Lettres, cedimientos legales, así como por la cons- era demostrar que no podía ser efectiva más
10 de agosto de 1791 (VII); 2 de enero 1964. titución del reino. En el agrio debate pro- que en una verdadera monarquía. Un po-
@

Ideas 727 Soberania


726

der soberano colectivo de todos o solam en- pre servar y mantener en buen o rden- an- los lugart enientes de D ios; porque : «son bierno judicial comenz ó a dejar paso al go-
te de algunos no tendría jamás la unidad in- tes que la expresión eficaz de una voluntad dioses, y participan de alguna mane ra de la bierno administrativo a través de la inst itu -
dispensable a la autoridad del soberano . legislativa suprema. En cuanto al gobierno, independencia divina». Por otra, Bossuet cionalización de los intendentes en las pro-
Esta unidad d e volunta d no podría hallar su tiene esencialmente una función judicial: ponía e! acento sobre el hecho de que el or- vincias y de los ministros y sus despachos
plena realización más que en la per son a de dar a cad a uno lo debido en una multipli; den social y la unidad polí tica no existían en Versalles; a través de la transfonnación
un «Príncipe elevado por encima de todos cidad de corporacione s, de órdenes y de es- más que a través de la persona de! príncipe de las - hasta entonces- exigenci as fisca-
los súbditos , cuya majestad no sufre ningu- tados, d ond e los derechos, responsabilids , y no emanaban más que de su voluntad. les extraord inarias en obligac ione s recu -
na división ». Aunque Bodin o niega a los des y privilegios, se inscriben en el orden eLlna multitud de hombres se con vierte en rrentes de la vida social organizad a por me-
súbd itos el der echo de restringir el ejerci- tr adicional de las cosas. una persona, cuando están representados dio de nuevos mecanismos impositivos que
cio de la soberanía fijándo le u nos límites, Los primeros teóricos de la monarquía por un solo hombre, o una so la persona.., minaban los privilegios locales y per sona -
estaba lejos, sin emb argo, de negar su exis- absoluta desvían, pue s, la tradición consti- había afirmado H obbes en e! Leoiatban . les; a través de la sustitu ción de las prácti-
tencia. Como representantes de Dios en la tucional france sa, pero no desembarazan , Para él, por otra parte, el pueblo no llega a cas locales de participación por un mando
tierra, los príncipes están sometido s a la ley sin embargo, la doctrina de la soberanía de ser uno más que en el acto de sujecció n al cent ralizado. En el corazón de este nuevo
divina. Como detentadores de un pod er sus presupuestos religiosos, filosóficos y ju- soberano. El reyes soberano porque el Es- sistema administrativo hay un lazo funda-
co nstitucionalmente establecido, están so- rídicos. La mon arqu ía abso luta per siste en- tado existe solamente en y por su per sona men tal entre la guerra y el biene star social,
metidos a las leyes fundamentales que re- qui stad a en el interior de un orden metafí- individual ; él es la única persona verdade- entre la imposición y la imponibilidad . De
gulan la sucesión del trono y la inalter abi- sico, con stitucional y jurídico que tiene ramente pública; es la única voluntad ver - la misma mane ra que el producto de un im-
lidad del dominio real. En el ejercicio legí- com o función hacer respetar; la soberanía dadera mente pú blica: - el príncipe... es una pues to dependía de la capacidad de la po-
timo de su so beranía están también some- queda fundamentalmente limitada por los persona pública, todo el Estado está en él, blación de pagar, la organización de la gue-
tid os a la ley natural, a los principios que presupuestos de este orden. Con el reinado la voluntad de todo el pueb lo se encierra en rra depend ía de la capacidad de la adminis-
exigen que se respete por encima de todo la de Luis XIV, sin embargo, el poder sobe- la suya». tración de producir la prosperidad. Para
libertad y propiedad de los súbditos en un rano comienza a sustraerse al orden jurídi- A estas inflexiones responderán unos movilizar los recur sos sociales el gob ierno
orden social parricularist a. co que teóri camente estab a o bligada a p re- cambios en las represent aciones solem nes estaba también ob ligado a maximizarlos.
Es consecuencia de la natu raleza esencial serva r. Sin negarle bajo ningún concepto, de la monarq uía. Las ceremonias de entra- Así, la función de los inte ndentes y de
de la sociedad estar compuesta de una mul- comenzó a separase de él. En términos mo - das reales hacían del mon arca un elemento sus agentes no se limita rá sólo a extraer los
tip licidad de órdenes y de estados, de co- dernos, el Estado (en tanto que instrumen- en un orden jur ídico complejo y ponían el recursos de sus localidades ; deberán tam-
munidades y de co rporaciones, de provin- to activo del poder) comienza a diferenciar- acento sobre las definiciones mu tuas de la bién hacer fructific ar y mejorar la pro duc-
cias y de países; tal es la hipó tesis funda- se de la sociedad . coron a y del reino, límites const ituc ionales tividad agrícola, estimulando el comercio y
mental de Bodino, así como de los teó ricos Bossuet ilustra perfectamente este proce- del poder real. Abandonando estas ceremo - la ind ustria, relanzand o la cons tr ucción de
de la soberanía monárquica. La soberanía so. La politique tir ée des propres paroles de nias por unos rituales de Co rte, Luis XIV rutas y canales; en un a palab ra, maxim izar
que define el bien público, está ahí precisa- /'Ecriture sainte ofrece un destacado con- proclam aba la existencia de un espacio po- la prosperidad y el bienestar social. Por un
ment e par a establecer el orden y la unidad traste con respecto a Bodino porque da lítico nuevo, emanado más directamente de despla zam iento típico de los objetivos, esta
en una multiplicidad de órdenes y de esta- la espalda a la tr adición constitucional fran- la persona del rey . D e un rey representante relació n entre los fines y los medios se in-
do s. Sin ella, no podrían ser mantenidos. cesa. En la defen sa de la monarquía abso- y garante de los principios jurídicos del or- virt ió en el cu rso del siglo XVIII. La rique-
Esta función de orden en una sociedad con- lut a por Bossuet , la historia bíblica ocupa den social (uno de cuyos elementos seguía za nacional deja de ser un medio para la
cebida como una amalgama de cuerpos di s- el lugar de la historia de la monarquía fran - siendo el rey), el acento se desplaza hacia guerra y se co nviert e en un fin en sí mis-
pares es fundamental en la teoría de la mo - cesa como campo de elección del debate po- un rey del que derivaba el o rden social mo . De ello resulta una nueva ética admi -
narquía absoluta. Dicho de otra forma , el lítico, la autoridad de las Escrituras reem- como de su verdadera fuente . El rey ya no nistrativa que comenzaba a situar en el cen-
poder legislativo real -poder d e dictar le- plaza al precedente con stitucional y la ra- ent raba en sus ciudades para celebrar las tro del gobierno, no tanto la funci ón judi-
yes o modifi car arb itrari amente las leyes- zó n abstra cta a los título s jurídicos. De sli- obligaciones mutuas del monarca y de los cial primoridal de pre servar el Estado, en-
es señal de sob eranía pero no se concibe su gado s de esta fonna de la tradición con sti- súbd itos ; en adelante, se lanzaban a tod o el tidad pasiva, cuanto la aut oridad ad minis-
ejercicio más q ue en los límite s de una con - tucional , las pretension es a una soberanía reino órdenes procedentes de la corte para tr ativa soberana tend ente hacia el interés
cepción relativamente estrecha de la función mon árqui ca no podían menos de acrecen- que se cantaran solemnes Te Deum en ho- comú n. En este contexto , la definición de
guberna mental, destinad a a mantener la o r- tarse. Por una parte, Bossuet , radi calizaba nor de los éxitos militares del rey . soberaní a co mo poder legislativo activo
ganización legítim a de los hombres y de las e! carácter sagrado de! poder real, y en con - Pero prec isamente esos éxitos estaban ha- cambia tamb ién. En nombre de un a co ncep-
cosas en el int erior de un orden social cons- secuencia su inde p end encia respecto al ciénd ose posible gracias a la capacidad cre- ción eudemo nista del bien general, elabo ra-
tituido. En este senti do, el Estad o es una mund o soc ial con st ituido. Nadie pod ía ciente de la corona para movilizar los re- da progresivamente po r las Luces, el sobe-
entidad pasiva - realidad social que se de be co nte ntarse con dec ir de los reyes que era n cursos sociales al servicio del Estado . El go- rano podía recomponer la socied ad tr adi-
Ideas Soberanía
728 729

cional en función de las necesidades, e in- domini o legi slativo, debería finalmente tiva, abstracta, del pueblo. En la doctrina dad fundada so bre los principios del indi-
cluso tran sformar un reino estructurado concluir en la exigencia de los Estado s Ge- de Rousseau, como en la de los teóricos vidualismo poseedor, expresión de unas re-
por los principios de la jerarquía, del privi- nerales com o ún ica y última expresión ins- monárquicos, la soberaní a es indivisibl e e lacion es verdaderas entre los hom bres y con
legio y del parti culari smo en una comuni- tituci onal de la voluntad nacional . Por lo inalienable: no puede ser ni delegada ni re- el uni verso natural. A partir de un Estado-
dad integrada de ciudadanos útiles. El po- mism o se con sideraba que la soberanía ema- presentada sin destruir la unidad de la per- pod er político, que actúa sobre la sociedad
der soberano ya no sostenía simplemente el naba del cuerpo de la nación , y que su ejer- sona a la que es con sustancial. De ahí el re- corporativa, perseguían llegar a un Estado-
orden social desde el interior; actuaba so- cicio se confería, por contrato mutuo entre chazo teóric o de la representació n, no me- intermediario administrativo, que derivara
bre la sociedad desde el exterior. el rey y la nación, a un monarca que lo ejer- nos enfático que el repudio de la monarquía su autoridad de la sociedad civil moderna,
En el curso del siglo XVIII, estos desarro- cía so metiéndose a las prescripciones de este absoluta. Una vez conferido a un mon arca, constituida en sociedad de individuos ga-
llos, portador es de pr ofundas contradiccio- contrato, el cual incluía el principio de res- o confiado a unos repre sentantes, afirmaba rantes, para articular sus interes es y satisfa-
nes en la cultura política del Anti guo Régi- peto a la legislación; el monarca podía ser Rou sseau, el poder soberano es inmediata- cer sus deseos. La int roducción de la repre -
men, se expresan en múltiples conflictos en- denunciado por la nación en caso de no res- mente parti cularizado ; no existe com o vo- sentación mediante la creación de asambleas
tre la nueva élire admini strativa de los mi- petar los términos del contrato. Esta Con- luntad general, sino como voluntad pani- provinciales fue la clave para la transforma-
nistros y de los intendentes y la élite judi- cepción esencialmente negativa, defensiva, cular. Es preciso también recalcar que, en ción del gobierno, anticipada por persona-
cial más antigua de los funcion arios . Ello de la soberanía de la nación, iba a desplazar la doctrina de Rous seau, como en la de los jes como Turgor, Dupont de Nemours,
contribuirá a la emergencia de un discurso indefectiblemente el lugar de la identidad teóricos monárquicos, la autoridad sobera- Condo rcet, Le Tr osne y, finalmente, C a-
de oposición a la mon arqu ía absoluta, en el pol ítica (y por tanto de la soberanía) del rey na, aun siendo absoluta en el sentido de que lonne. Más qu e forz ar un cuerpo pasivo e
que el absolutismo es asimilado a lo arbi- a la nación. La reafirmaci ón de la nación no puede estar limitada por otras volunta- inanimado , sería más fácil - hacer mover un
trario, y la administración real al - desporis- como actor históri co y político aparecía ya des o leyes previas , tiene límites. La volun - cuerpo vivo» haciend o nacer la representa-
mo ministerial». de manera flagrante en la literatura panfle- tad general -para conseguir una voluntad ción de los intereses sociales presente s en
¿Cómo el orden social iba a reasimilar el taria que precede a la reunión de los Esta- general verdadera, exenta de toda particu- las asambleas provinciales . Ni nación cor -
poder soberano? A este problema -que dos Generales. laridad- debe ser general en su ob jetivo porativa tan cara al nacionalismo parlamen-
dominó la vida política del Anti guo Régi- Rou sseau tenía, por supuesto , un lengua- como en sus orígenes, «partir de todos para tario, con sus derechos constituidos histó-
men en sus últimos decenios- diversas for- je mu y diferente. Descanando los hecho s aplicarse a todos ». rica y jurídicamente, ni puebl o soberano de
mas de discurso político respondieron con históricos y los títulos jurídicos, disolvía la De hecho, Rous seau reuni fica de esta for - Rou sseau, con stituido en persona colect iva
distinta s solucione s. La primera y más ex- sociedad tradi cional de los órdenes y de los ma poder soberano y orden social reivindi- y abstracta, para ellos la nación debía ser una
tendida, apelaba a los recursos conceptua- estados en una multiplicidad de individuos, cando la soberanía para el cuerpo del pue- sociedad dinámica de propietarios que tra-
les de una tradición constitucional france- para reconstruirla analíticamente en comu- blo, en tanto que persona colectiva, abstrac - bajaran para el bienestar individual bajo el
sa, poco a poco eclipsada desde el siglo XVI, nidad política de ciudadanos iguales ante la ta. La creación de la voluntad general era el saludable cayado de una administración
y reafirmaba las pretension es de la «nación » ley. Para Rou sseau, com o para H obbe s, acto constituyente del orden social verda- ilustr ada y racion al, en perfecta armo nía
a tran sformarse en un cuerpo histórico do- esta tran sformación de la multiplicidad en dero ; su mantenimiento como voluntad ge- con las necesidad es sociales. En último t ér -
tado de una identidad política y de der e- unidad no podía cumpli rse más que me- neral verdadera era la cond ición de una mino, la voluntad sobe rana se transforma-
chos colectivos. En los años 1750 y siguien- diante una sumisión absoluta e irrevocable existencia social perenne y su destrucción ría en expre sión racional de las necesidade s
tes, la monarquía absoluta fue convocada de cada individuo a una persona única. Pero implicaba la disoluci ón simultánea del or - sociales. La teoría fisiocr ática tendía a di-
una vez más a la sala de audiencias para par- Rousseau -al no encontrar ningún ... med io den social. En el discurso político de Rous- solver el poder en la sociedad en nombre
ticipar en el debate histórico, jurídico y aceptable entre la más austera demo cracia y seau, la soberanía y la sociedad volvían a ser del interés social.
con stitucional. El arsenal histórico de los el hobbismo más perfecto-localizaba esa consustanciales.
«derechos de la nación », reabierto desde el persona no en la natural de un monarca, A partir de este punto de vista, result a es- Para simplificar todo lo posible, la sobe-
comien zo por Le Paige, ofrecía las princi - sino en la persona colect iva del cuerpo de clarecedor comparar los argumentos de ranía nacion al ha nacido en el mom ento en
pales armas ideológic as que servir án a las ciudadanos en su conjunto. De ahí la fór - Rousseau con los que presentaban los fisió- que la Revoluci ón francesa tran sfiere el po-
contestaciones parlamentarias siempre más mula del contrato social, en que cada indi - eraras y sus discípulos, quienes conjuraban der soberano de la corona a la nación . Pero
radicales de los años 1750 y 1760, a los pan- viduo se da a todos, actuando simultánea- la disyunción creciente entre el poder so be- ¿a qué nación? ¿La del constitucio nalismo
fletos anti Maupeau de pr incipio de los año s ment e en tanto que miembro del todo para rano y el o rden social, buscando tran sfcr- parlamentario ?, ¿La de los fisiócratas? Y
1770, y a la propaganda antimi nisterial del recibir a todos los o tros. mar el ejercicio del pod er soberano en re- ¿qué soberanía? ¿La soberanía nacional re-
períod o prerrevolucionario. Este discurso, El Contrato social tran sfiere la soberanía gla de la naturaleza. En una sociedad con s- sidual de la teoría par lamentaria, con cebida
que evoluciona hacia una justificación más elaborada por los teóricos de la monarquía tituida jurídicamente (entendamos, artifi - esencialmente co mo fuente última y límite
política del papel de los magistrados, sím- absoluta ---con todos sus atributos- de la cialmente) en ó rdenes y en estados, desea- de la auto ridad monárqu ica? ¿La soberania
bolo del consentimiento de la nación en el persona natural del rey a la persona colee- ría introducir el orden natural de una socie- popular directa de la teoría roussoniana, en-
4

Ideas 730 731 Soberania

tendida como voluntad automancamente ria, sus verdadero s miembros son los indi - tir como ser colectivo, abstracto. cada vez el núcleo de los debates con stitucionales de
portadora de .tod o orden social verd adero? viduos aún libre s de títulos históricos, esos que la voluntad general cesa de operar. Pero fin del mes de agosto y del mes de septiem-
¿La soberanía transformada de la teoría fi- hombres del Tercer Estado aún no descali- Sieyes da la vuelta a esta lógica. La amena- bre de 1789. El recha zo del veto real abso-
siocr ática, en el sentido de expresi ón racio- ficados por la acumulación históric a de pri- za de la disolu ción de la asociación, a través lut o y del equ ilibrio de poderes propuestos
nal de Jos intereses sociales? vilegios. La nación de Sieyes, como el p ue- de la desaparición de la voluntad general, por Mounier y los monárquicos, significa-
De hecho, cada uno de esto s d iscursos blo de Rou sseau, es una asociación de ciu- no apare ce simplemente en su texto. No ba un recha zo radic al de su pretensión a que
concurrentes se volverán a encontrar en el dad anos ind ividuales iguales ante la ley. sostiene qu e el despotismo y el priv ilegio la nación fuer a una fuente residual de la so-
gran debate suscitado por el gobierno el Pero, ¿cu ál es la naturaleza de esa asocia- destruyen la nación sustituyen do una vo- beranía más que su agen te activo. En ade -
5 d e julio de 1788, en la discu sión públi ca ción ? Rasgo llamativo del Tiers Etat, mien- luntad general por unas voluntades particu- lant e, la so beranía debería ser ent endid a
so bre las fórm ulas más convenientes para la tras qu e dota a la nación de numeroso s atri - lares. No afirma que los franceses hayan ce- como directa e inmediatam ente inhe rente a
convocato ria d e los Es tados Generales. butos pertenecient es al pu eblo de Rou sseau, sado (o cesarían) de ser una nación al dar la nación . ¿Pero cómo se podía garantizar el
Posteriormente , conve rgerán en la formu- en part icular la unidad y la universalidad de su aprobación a unas formas de rep resent a- ejercicio directo e inm ediato de un a volun-
lación más podecosa y más pconunciada de una asociación de ciudadano s iguales uni- ció n. Recha za simplemente esas formas tad soberana y unitari a en una vasta socie-
la doctrina de la soberanía nacional , el pan- dos juntos por una voluntad común, no in- como ilegítimas, porque son incompatibles dad donde la demo cracia dire cta era impo -
fleto de Sieyes Qu 'est-ce que le Tíers Etat? siste de ninguna forma en un cont rato so- con la realidad de la identi dad naciona l. sible? ¿Cómo mantener la indivisibilidad y
El texto de Sieyes se adueña de la nación cial qu e sería la base lógica de su ser colec- - U na nación no pu ede decidir que no será la inalienabilidad de la soberanía de la na-
históri ca, la desembaraza d e las trampas tivo. En este panfleto, Sieyes postula la exis- la nación ... De ser ficticia, la nación pasa a ción frente a la necesidad de la repr esenta-
con stitucion aiistas y la dota de la so beranía tencia inicial de «un número más o menos ser una realidad primordial. ción ? A lo largo de los debate s Sieyes sos-
del puebl o , inmediata y activa, de la teoría co ns ide rable de indi viduos aislados que tu vo que la voluntad nacion al no podía ex-
rou ssoniana. De hecho , transforma la na- qui eren reunirse... Esta primera etapa en la Qu'est-ce que le Tiers Etat? co nstituía presarse más qu e en una asambl ea represen-
ción en puro ser político. Bossuet había fo rmación de la sociedad política está pues una obra maestra de retórica políti ca. Pero tativ a; so lamen te en ella era posible formu-
ofrecido una visión metafísica de los reyes, caracterizada por el ejercicio de las volun- Sieyes era incapaz de co ntro lar todos los lar, por medio de la discusión entre los di-
Sieyes la sustituye por una visión puramen - tade s individuales: Ol la asociación es obra significados de su panfleto. Como tod o es- putados de la nación ente ra, una voluntad
te secular - pero no menos metafísica- de suya ; ellas so n el o rigen de todo poder... crito de este orden, decía más, y meno s, de común liberada de los intereses parciales de
las naciones, primeras ocupantes de un or - Per o no entra en juego ningún contrato so- lo que su autor pretendía. A medida que su una multiplicidad de circunscripcion es elec-
den natural último, que no conocen trabas cial para especifi car la nat uraleza y las con- levadura comenzaba a fermentar en el dis- torales. Se estaba reformulando en términos
en el ejercicio majest uoso de su voluntad diciones del acto de asociación. Esta ten- curso político francés, encontraría unas de rep resentación la exigencia roussoniana
soberana. «Se deben concebir las naciones dencia a naturalizar la sociedad política más prolongaciones que Sieyes no había previ s- de que la voluntad general había de ser ge-
sobre la tierra como ind ividuos fuera del que a subrayar sus orígenes contractuales se to. El principio de soberanía nacion al debía neral en su origen y general en su objeto .
lazo social, o como se dice , en el estado de refuerza aún más cuando Sieyes, en los co - adquirir una expresión explícita creciente en No obstante los argumentos anteriores del
natu raleza [... J. C omo no existen más que mien zos del Tiers Etat, recurre a un lengua- acciones revolucionarias tales como la crea- Tiers Etat, esto significaba que la voluntad
en el orden natural, su voluntad, para sur- je más próximo a los fisiócratas que a Rous - ción de la Asamblea Nacional, el Juramen- general no podía ser cons iderada como una
tir tod o su efecto, no tiene más necesidad seau, caracterizando la nación como orga- to del Juego de la Pelota, la noche del 4 de voluntad po sitiva independiente y antece-
qu e contener las características natu rales de nización social y económica, fundada en el agosto , la declaración de los Derecho s del dente que se transmitiría desde las asam-
una voluntad ... Por una inversión especta- ord en natural, y sos tenida por la produc- H ombre, y los primeros debates de la bleas primarias hasta la Asambl ea N acional
cular , la nación , creada en el curso de los si- ción y la distribución d e recursos indi spen - Asamblea que enunciaban los fundamentos a tra vés de la repre sentación. Al contrario,
glos por los esfuerzos constantes del Esta- sables para las necesidades humanas. de una co nstituc ió n elabo rada sobre la afir- Sieyes afirmaba que no había una volun tad
do mon árquico, ahora resulta serle metafí- H ay un a buena razón en esta llamat iva mación de que «la so beran ía es una , indi vi- comú n fue ra de la asam blea nacional: la na-
sicamente prev ia. La lógica de Qu'est-ce elisión del argument o central del Contrato sible, inaliena ble e imprescriptibl e. Pertene- ción no era una más que en la persona co-
que le Tiers Etat? amenazaba el orden es- social. En Qu'est-ce que le Tiers Erat? Sie- ce a la N ación... Pero la pue sta en prác tica lectiva de su cuerp o representativo unitario.
tablecid o d e las relaciones internacion ales yes apunta no a la afirm ación de la arrifi- de est e pr incipio d iferirá radicalment e de la De ahí lo absurdo, desde este punto de vis-
tan radi calm ent e como su bvertía el o rden ciosidad o la fragilidad de un ser moral crea- que p recon izaba el auto r del Tiers Etat de ta, de sos tener un veto suspensivo.
inst itucional de la monarquía francesa. Des- do por co ntrato, sino a la realidad esenc ial una manera que ya revelaba las dificu ltades Aceptan do el veto suspensivo, sin emba r-
de que se ado ptó esta lógica, la historia de d e la nació n y de su volun tad común : Ol la qu e los revolu cionarios estab an encomran- go, la Asamblea constituye nte optaba por
la humanidad ya no había de diferenciarse volunta d nacional ... no tiene necesidad más do en sus esfuerzos por tansferir la so bera- un a visión mu y diferente de la operación de
de ·la de la auto de termin ación nacional. q ue de su realidad para ser siempre legal; nía de la coro na a la nación. la soberanía nacional, una operac ión qu e
Si, como ser colecti vo la nación pertene- ella es el o rigen de tod a legalidad.• En la ¿Cómo debería ejercer la nación la sobe- pa rtía de la hipó tesis de una volunta d gene-
ce a un orden natural anterior a coda histo- teo ría de Rou sseau, el puebl o deja de exis- ranía nuevam ente p roclamada? Aqu í resid e ral existente en tanto que voluntad anter ior
Ideas 732 733 Soberanía

positiva inherente al cuerpo de la nación en- curso sans-culotre, se encuentra la ambigüe- fin, su derecho de insurrección, el de impo- ja. Especificaba los procedimientos según
tera. Ahora bien. a partir del momento en dad fundamental de los significados políti- ner la voluntad popular a una Asamblea di- los cuales los proyectos de ley serían some-
que se considera la soberanía como inhe- cos y sociales del término pueblo. El pue- vidida, como ellO de agosto de 1792; o pur- tidos a referéndum popular, a petición de
rente al cuerpo de la nación, surge automá- blo -soberano es el pueblo-cuerpo político, gar el cuerpo representativo de los diputa- varias asambleas primarias. Recomendaba
ticamente el peligro permanente de su des- cuerpo total de ciudadanos unidos por la dos refractarios y restaurar la unidad que igualmente la creación de un jurado nacio-
viación por la Asamblea representativa unanimidad de su voluntad común. Pero es debía necesariamente reflejar esta voluntad, nal (elegido en el mismo plazo y de la mis-
-eventualidad de que una voluntad parti- también el pueblo-cuerpo social, el pueblo como en las jornadas del 31 de mayo al 2 ma manera que la Asamblea legislativa) en-
cular sustituye a la voluntad real de la na- de los trabajadores, cuya existencia común de junio de 1793. cargado de decidir acerca de los diputados
ción. De ahí la función constitucional del se define por la materialidad de sus relacio- Con estas reivindicaciones por justifica- acusados de ejercicio abusivo o desleal de
rey. ese otro «representante» de la nación, nes con la naturaleza física y por lo inme- ción. la acción insurreccional del pueblo de su mandato. La Convención adoptó aunque
en el ejercicio del veto suspensivo. A él co- diato de sus necesidades. Cada miembro, París llevaba también a su punto crítico el restringiéndolas las disposiciones concer-
rresponde suspender la aceptación de todo cada sección, puede entonces hablar por el problema revolucionario de la inalienabili- nientes al referéndum popular sobre la le-
acto del cuerpo legislativo sospechoso de no conjunto. La relación común con la natu- dad de la soberanía nacional. Que se justi- gislación, pero retrocedió ante el proyecto
ser conforme a la voluntad general de la na- raleza sirve también para definir al pueblo. fique el movimiento insurreccional como la de jurado nacional, pues habría reducido e
ción. hasta que ésta se haya expresado efec- Los sans-culottes dirigen contra el rico y el última negativa de un pueblo unitario a per- incluso inhibido la acción de la Asamblea
tivamente. ocioso la lógica que Sieyes había utilizado mitir que unos mandatarios traidores usur - legislativa introduciendo en el ejercicio de
El veto suspensivo no era más que la pri- contra los privilegiados. La nación sobera- pen su inalienable voluntad soberana. o que la soberanía una confusión tan peligrosa
mera de las tentativas hechas por la Revo- na. que tiene su fundamento en el trabajo se le denuncie simplemente como la preten- como el desacreditado veto suspensivo. En-
lución para reconciliar la inalienabilidad de sobre las cosas, está exclusivamente com- sión ilegal de una parte del pueblo a ejercer tonces ¿cómo «garantizar al pueblo contra
la soberanía nacional con la práctica de la puesta de los que se empeñan activa y útil- el poder de la nación entera, en ambos ca- la opresión del Cuerpo legislativo»? Encar-
representación. Esto es, por supuesto 10que mente en este trabajo. «y es una verdad evi- sos, el problema es el mismo: cómo elimi- gado de reconsiderar el problema. el Comi-
lleva a destruir la monarquía, nueva revo- dente. que la Nación es sans-culotte y que nar por medios constitucionales la necesi- té de Salvación pública presenta una varian-
lución motivada por el sentimiento de que el pequeño número de los que tienen en sus dad de recurrir a la insurrección. Es el pro- te de las exigencias de los sans-culottes,
en las manos de Luis XVI el veto se está manos todas las riquezas. no son la Nación; blema expuesto a la Convención por Con- cada diputado sería juzgado, al fin de cada
transformando en instrumento de frustra- no son más que privilegiados, que están to- dorcet al presentar la Constitución girondina sesión. por las asambleas primarias que le
ción de la voluntad general. En el lugar de cando el fin de su privilegio» dice en sep- a comienzos de 1793, y por Hérault de Sé- habían elegido; el diputado cuyos actos fue-
la persona representativa del rey. cuya ac- tiembre de 1793 la Sección del Observa- chelles con la Constitución montañesa tras ran desaprobados ya no sería elegible ni po-
ción debería garantizar la expresión de la torio. las jornadas del 31 de mayo al 2 de junio . dría tener acceso a otro oficio público. Pero
voluntad general, la insurrección del 10 de Esta concepción de la soberanía popular La Constitución girondina ofrecía una también esta proposición fue denunciada,
agosto de 1792 instala al pueblo mismo, en- inalienable tuvo importantes consecuencias solución tan compleja como completa con como amenazadora para la integridad de la
cargado de la vigilancia directa y constante y no fue la menor la exigencia de que los ac- la propuesta de someter las acciones del soberanía popular. porque podía darse el
de los diputados. La soberanía popular tos legislativos fuesen sometidos a la san- cuerpo legislativo al juicio razonado del caso de que un enemigo de la nación fuese
reemplaza a la soberanía nacional. ción popular directa antes de su aceptación. pueblo entero reunido en asambleas prima- honorablemente absuelto y condenado su
Tal como lo expresaron los sans-culottes, De ello se resintió inmediatamente la polí- rias. Pero esta tentativa de hacer inútil la in- verdadero amigo. ¿Habrían desaprobado a
la soberanía popular implicaba varias cosas. tica revolucionaria. porque los diputados de surrección convirtiendo la revolución en sus pérfidos diputados la Gironda o la Ven-
Por encima de todo, significaba que debe- la Asamblea Nacional se convertían en una institución permanente ypacífica ape- dée? La Convención, una vez purgada, juz-
ría entenderse el poder soberano, «impres- mandatarios antes que en representantes, nas tuvo aceptación por parte de la Con- gó que no, y rechazó el que una parte del
criptible. inalienable. indelegable» como in- pues como se lo recordaban las innumera- vención. Para Saine-jusi, los mecanismos pueblo, cualquier parte, tuviera el derecho
herente. directa e inmediatamente. al cuer- bles peticiones procedentes de las secciones, destinados a producir la voluntad general de «privar a la nación entera de un repre-
po de ciudadanos reunidos permanente- eran enviados a la Asamblea no para deci- resaltaban demasiado la marca del raciona- sentante estimado». Excepto la insurrec-
mente en las seccion es. donde se encuentra dir en nombre del pueblo sino para asumir lismo de Condorcet. Robespierre, a su vez, ción, no parecía quedar ningún medio de
el pueblo, en la materialidad de su existen- su voluntad soberana. De ahí el derecho del condenó el recurso constante a las asam- salir del laberinto que constituía la cuestión
cia y en lo positivo de su voluntad. con su pueblo a interpelar, controlar y censurar las bleas primarias: fatigar al pueblo con for- de una soberanía popular inalienable. Los
unidad fuera del alcance de las distinciones decisiones de la Asamblea, a llamar a los di- malidades democráticas equivalía a un com- Convencionales se consolaron de esta de-
facciosas entre ciudadanos activos y pasi- putados individualmente a rendir cuentas plot para minar esa soberanía. rrota teórica con una sentencia práctica :
vos. y su voluntad liberada de las sujeccio- cada vez que se consideraba necesario; a re- El proyecto de Co nstitución montañesa «En todo caso. ahí está el puebio.»
nes impuestas por el sistema tortuoso de las vocar, reenviar, condenar y reemplazar a de 1793 preveía asegurar el ejercicio de la Ahí está el pueblo. Pero ¿está el pueblo
elecciones indirectas. En el centro del dis- gusto los mandatarios desleales. De ahí. en soberanía popular de forma menos comple- en todas partes? Y ¿todo el mundo es el
Ideas 734 735 Soberanfa

pueblo? Al citar con inquietud la Vend ée, Convención. Cada uno de los socios debía meros en den unciar sus implicaciones exa- miradores de la virtud política clásica,
el deba te de la Convención sobre el jurado imponer la unidad al otro cada vez que des- geradas . Su discurso del 2 Termidor, del Rousseau y Mably. Engañados por su idea
nacional apuntaba ya otro problema crucial, falleciera. Esta fue la lógica fundamental del año III, tomaba de nuevo el tema de la re- irrealizable de que los pueblos modernos
propio del concepto de soberanía nacio- Te rror. Ninguno lo expr esó mejor que Ro- presentación y hacía una aplicación racio- podrían recuperar la soberanía colectiva que
nal/popular. La concepción de la soberanía bespierre. Ella de mayo de 1793, afirmaba nal a los hechos políticos del pr incipio de gozaban los ant iguos, los revo lucionarios se
nacional defendida por Siey és exigía sola- que ..el pueblo es bueno, pero sus delega- la división del trabajo, fun damento de la so- hallarán inevitablemente apresados en ..ese
mente que los diversos intereses se trans- dos son corru ptibles; es en la virtud y en la ciedad moderna. Sieyes sostenía ahora que inexplicable vértigo que se ha denominado
fonnaran en voluntad unitaria por delibe - soberanía del pueblo donde hay que buscar al reclamar la soberanía usurpada por sus el reino del Terror... Esta reflexión liberal
ración de la Asamblea Nacional. Pero la no- un preservativo contra los vicios y el des- reyes, el pueblo francés se había contami- sobre el Terror contiene dos argumentos
ción de soberanía que había ado ptado la pot ismo del gobierno». Pero ese preserva- nado por el virus del poder ilimit ado, ab- decisivos: una crítica del principio de sobe-
Co nstituyente acepta ndo el veto suspensi- tivo contra los errores del gobierno, debía soluto y arbitrario: ..parecía decirse, con ranía popu lar funda da sobre la teoría de la
vo -reforzado por los sans-culottes y su ser él mismo preservado por el gobierno. una suene de fiereza patriótica, que si la so- voluntad general , y una afirmación de la se-
visión de los dipu tados como mandata- Este fue el argumento decisivo en favor del beranía de los grandes reyes es tan podero- paración esencial que se debe mantener en-
rios-iba mucho más allá. Esto implicaba Terror. El 25 de diciembre de 1793, y lue- sa, tan terrible, la soberanía de un gran pue- tre el Estado y la sociedad. Constant no nie-
que la unidad de la Asamblea emanaba di- go el 17 de febrero de 1794, Robespierre blo debía ser otra cosa muy distin ta ... Pero ga la co nveniencia de que el gobierno legí-
rectamente de la unidad del cue rpo de la na- afirmaba que el gobie rno popular enco ntra- en realidad, al crea r la sociedad po lítica, los timo depend a de la voluntad general toma-
ción/pueblo. La voluntad de la nación so- ba su resorte pr incipal en aque lla virtud por individuos no habían transferido todos sus da en el sent ido amplio de consentimiento
berana debía ser tan unitaria como inaliena- la cual las voluntades individuales se iden- derechos a la comu nidad. como tampoco le común de los gobernados; pero rechaza una
ble. El cuerpo del pueblo debía encamar la tificaban con la volun tad general. Un go- habían conferido la suma de sus poderes in- visión de la voluntad general conducente al
misma unidad que se trataba de imponer a bierno sin virtud republicana podía recupe- dividua les; al con trario, había n retenido ejercicio de un poder soberano ilimitado. El
l~s dip utados; no se po dían tole rar diferen- rarse desde el pueb lo; pero si esta virtud se esos derechos, no po niendo en com ún más mayor error de los part idarios de la sobe-
eras en su seno. perd ía en el p ueblo, la misma libertad era que un poco de poder necesario para su sos- ranía colectiva, según él, había sido dirigir
En esta lógica, la unidad es la condición la que perecía. De ahí el imperativo para la tén. La política no consistía tampoco en el sus ataq ues contra los detenradores del po-
de la soberanía; la nación es unánime o no Convención, sus comités, y sus agentes de ejercicio unitario de una voluntad arbitra- der absoluto, no contra el poder mismo. En
es nada . De ahí la aversión permanente, a sostener y de reforzar la virtud política del ria: «nada es arbitrario en la naturaleza mo- vez de pretender su destrucción, sólo se les
lo largo del período revolucionario, a cual- pueblo. Por el terror, que ..no es otra cosa ral y social, lo mismo q ue en la natu raleza ocurrió pensar en tra nsferirle al pueblo en -
quier fo rma de activid ad política que ame- que la justicia pronta, severa, inflexible... física.... La concentración del poder sobera- tero: «Era u n azo te, pero lo consid eraron
nazase la unidad de la voluntad sobe rana una emanación de la virt ud», se trataba cla- no, y no su alienació n, se con virt ió en el como un a conquista. Dotaron co n él a la so-
med iante el enunc iado explícito de volun- ra e impera tivamente de eliminar la disiden - mayor obstáculo político; la limitación del ciedad entera.» Tenían razón en sostener
tades particulares o de intereses parciales . cia y el desorden. poder, su dife renciación, su puesta al servi- que ningún individuo o grupo tenía el de-
De ahí la tendencia constante a concretar la Pero ¿cómo distinguir entre el pueblo y cio de los intereses y de las necesidades so- recho de some ter al resto a su voluntad par-
unid ad por medio de la exclusión. Desde el sus enemigos cuando ..la aristocracia se ciales, se transformó en el objetivo princi- ticular; pero se equivocaban al sugerir que
princip io, la revol ución consti tuyó la na- cons tituye en sociedades populares y el or- pal del hecho social. Con esta recapitu la- la sociedad en tera ejerciera una soberanía
ción sobera na extirpándose una aristocracia gullo con trarrevolucionario esconde bajo ción de los temas fisiocráticos de su pensa- ilimitada sobre sus miembros.
privilegiada. Pero la lógica de una voluntad los andrajos sus complots y sus pu ñales »? miento inicial, Sieyes reafinnaba la priori- Según Consram , Rousseau había intuido
unitaria, reforzada por la guerra y la divi- El miedo a la diferencia se lleva hasta el dad de un discurso de lo social, fundado so- el peligro de un poder monstruoso que él
sión interna, extendió poco a poco la cate- punto de que toda acción política es conside- bre la noción de distribución diferencial de había invocado en nombre del pueblo y por
goría de ..aristocracia... mientras restringía rada como la expresión verdadera o poten- la razón , de los intereses y de las funciones ello había declarado q ue la soberanía no po-
su categoría simétrica la «nació n... o el ..p ue- cial de una voluntad subversiva e inmoral y en la sociedad civil moderna . d ía ser ni alienada, ni delegada, ni represen-
blo ... Denuncias, purgas, llamadas a la jus- el resulta imposible circunscribir el Terror. Este mensaje fue captado ante todo po r tada . De hecho era declarar que no podía
ticia revolucionaria contra los enemigos de Benjamín Consrant, cuyos escritos darán al ser ejercida nunca. Buscando sustituir una
la nación, alargarán indefinidamente la lista La experiencia política del Terror no ima- liberalismo francés su fonna clásica. Para noción de autoridad política limitada a la ti-
de sospechosos. ginada y no imaginable, hasta entonces sus- Constant la clave de l Te rror está en la con - ranía de la voluntad general, Constant se
Sin embargo , al exigir una ley de sospe- cita una crítica sistemá tica del concepto de fusión entre la libertad de los antiguos (el veía llevado a negar el lenguaje del volun-
chosos, los sans-culottes pedía n de hecho soberanía. Sieyes, cuya obra había situado eiercico co lectivo de la volu ntad soberana) taris mo político. Volviendo al d iscu rso fi-
que la Convención purgase al pueblo de to- tal vez más que ninguna otra la soberanía y la libertad de lo, modernos (la seguridad siocrárico, sos tenía que la sociedad no esta-
dos los elementos de desunión, exactamen- nacional en el centro del discurso revolu- de los pequeños goces privados), cuyos ba constituida por el ejercicio de la volun-
te como el pueblo había purgado antes a la cionario, en ese momento es de los pri- principales responsables son los grandes ad- tad, sino que reposa sobre las relaciones na-
Q

Ideas 737 Vandalismo


736

rurales entre los ho mbres; las leyes no son s~ ejercicio inalienable en el cuerpo unita-
más que la declaració n de esas relaciones so-
VANDALISMO
n o de la nación/ pueblo. Pero su esfuerzo
ciales naturales. Si esto es así. legislar po r el por.llena~ .esas condiciones de unid ad y de
libr e ejercicio de una voluntad soberana inalienabilidad había alimentado la lógica Vandalismo es uno de los raros neolo gis- destruidos: las obras de Bouch ardo n en Pa-
-se~al de la doctrina de la soberanía, de del Terror, tran sform ando una teoría de la mo revolucionarios cuyo autor y las cir- rís; la tumba de Turenne en Franciade (es
Bodmo a la Revolución francesa- entra ña libertad colectiva en pr áctica del despo tis- cunstancias en que lo inventó se conocen a decir, Saint-Denis ; sin embar go, ob serve-
un malentendido fund ament al sobre la na- mo . La distinción moderna entre el Estado la vez. El abate Gr égoire, obispo constitu- mos que apenas se evoca la destru cción de
turaleza propi a del or den social. ..La ley no y la sociedad y la insistencia liberal so bre cional de Blois, uno de los diputados más las rumbas reales); la degradación de la ca-
está a dispo sición del legislador. No es su su necesaria separación ha sido la respu esta influyentes de la Asamblea Constituyen te, ted ral de Chartres, dejada al descubi erto
obra espo ntánea. El legislador es al o rden histórica a esta experiencia. Keith M. BAKER. miembro de la Convenció n, creó esa pala- tras haberle quitado el plomo del tejado; bi-
social lo qu e el físico a la naturaleza..: di- bra en el año 11 y la lanzó en una serie de bliotecas ente ras, confiscadas en los claus-
cho de otra forma, un observado r, no un Véase también: A NTI GUO R ÉGIMEN informes pr esent ados a la Co nvención para, tros y castillos, que se pudren en depósitos
creado r de leyes. A SAMBLEAS REVOLUC IONARIAS, CONS~ como dice en sus Memorias, ..matar la húm edos; la magnífica biblioteca de Saint-
El Terror , por tanto, ha revelado la tira- TANT, CONSTITUCiÓN, D EMOCRACIA cosa... es decir, denun ciar y detener la des- Ge rmain-de- Prés devorada po r las llamas;
nía inherenrea toda noció n de voluntaris- ELECCIONES, F ISIÓCRATAS, NAC iÓN, RO: trucción de los bienes culturales, monu - una Virgen de H oud on destruida en Ver-
mo político, una tiran ía qu e no puede ser BESPIERRE, R O USSEAU, SANS-CULOITES, mentos y cuadr os, libros y cartas, etc., ani- dún, un busto antiguo de Júpiter ro to en
conjurada más que por el establecimiento SIEYES, SUFRAGIO, T ERROR (E L). quilados como otros tantos símbolos de un Versalles; magníficos naranjos que se quiso
de una separación absoluta entre el Estado pasado nefasto, de la feudalidad, de la ..ti- vender en el departamento del Indre so pr e-
y la s?c iedad civil, una frontera sagrada que Orientación bibliográfica ranía real.., de los ..prejuicios religiosos... texto de q ue los republicanos necesitan
prot eja esa parte de la existencia hum ana BACOT, GUiLLAUME, Ce rré de Malberg el Empleado ocasionalmente po r prime ra vez manza nas y no naran jas, etc. No se trata,
que debe estar fuera del alcance de tod o po- l'origine de la distinction entre souverai- en enero de 1794 (21 nivoso del año 11). por tanto, de casos aislados, sino de una
der político. Allá dond e los revolucion arios neté du peuple et souwerainet énationale, en el inform e de Grégoire sobre las inscrip- ..fogos idad destructora» que se ha abat ido
soñaban con un orden social que sería la ex- París, C N RS, 1985. ciones de los monumentos públ icos, el tér - sobre el país entero. En la larga lista citada
presión transparente de la voluntad hum a- BAK ER, KEITH M . (bajo la d ir . de), The mino van dalismo, sin embargo, no iniciará por G régoire (muy incompleta, sin embar-
na, Co nstant insistía sobre la esencial oscu- French Reoolut ion and the Creation of su fulgurante car rer a hasta después del go, pues podía ser. como hoy sabemos, mu-
ridad e impermeabilidad de la sociedad ci- Modern Political Culture, tom o 1, The 9 Termidor, gracias sobre todo a los tres In- cho más amplia e impresionante) a los he-
vil para el Estado. Political Culture o[ the Old Regime, Ox- f ormes sobre el vandalismo presentados por chos reales se añaden rum ore s y fantasmas;
Con este alegato por una necesaria línea ford, Pergam on Press, 1987. Grégoire en nombre del Comité de Instruc - en París se proponía quemar la Biblioteca
de demarc ación entre la sociedad y el Esta- C ARRÉ DE M ALBERG, R AYMOND, Contri- ción Púb lica (respectivamente el 14 [ruc- N acio nal, lo mismo qu e en Marsella se qui -
do, la doctrina de la so beranía volvía a su bution a la théorie généra le de l'E« tidor, el 8 brumario del añ o 1I y el 24 so incendiar tod as las bibliotecas; existe el
pun to de partida. Los pri mero s teóricos ab- tat, 2 vols., París, Sirey, 1920-1922; reed. frimario del año 111). Rápidamente asi- proy ecto de derribar todos los monu men-
solutistas habían puesto el acento sobre la 2 vol s., París, C N RS, 1962. milado, el neologismo entra definit ivamen- tos qu e honran a Francia.
necesidad de una autoridad soberana unita- FRANKLlN, JULIAN J ., l ean Bodin and the te en los circuitos discursivos; vuelve una y De un informe a otro, Gr égoire da a su
ria qu e sostu viera la sociedad desde el inte- Rise o[ Absolutist Theory, Ca m brid ge, otra vez en los debate s de la Convención, neologismo una extensión cada vez más am-
rior, una autoridad que aunque suprema, Inglaterra, Cambrid ge University Press, en la correspo ndencia públi ca y pri vada. El plia, y esa tendencia sigue amplificándose
estaba igualmente limitada por la naturale- 1973. ..hacha del vandalismo .., el ..furor del van- en los innumerables escritos qu e rep iten y
za del orden social, del q ue era a la vez con- SINGER, BRIAN, Society, Theory and the dalismo » so n otras tantas expresiones que, difunden el térm ino. El vandalismo no se
dición y expresión esencial. El crecimiento French Reooletion: Stu dies in the Reoo- en adelante, se co nvierten en moned a co- reduce sólo a los monumentos y objetos de
del Estado administrativo activo había per- lutionary Ima ginary, Nueva York, Sto rriente . En el origen de un cliché, los infor- las artes y las ciencias sobre los que la ..bar-
turbado este sentido de la soberanía con- Martin 's Press, 1986. mes marcan de este modo una etapa impor- barie paseaba el hacha ... El «vandalismo.. es
sustancial al o rden social, e impul sado a la SoBOUL, A LBERT, Les sans-culottes parí- tante en el despliegue del discur so sobre y asimismo «un verdadero fanatismo q ue se
sociedad a reclamar un poder soberano que síens en l'an l/. Hístoire politique et so- Contra el vandalismo revolucion ario. Con - empeña en cambiar inútilmente el nombre
parecía deber amenazarla desde el exterior ciale des sections de París, 2 juin 1793 trariam ente a las denuncias anteriores sobre de los mun icipios.. y cuya manía llega a tal
más qu e sostenerla desde el interior . 9 thermidor an 11, La Roche-sur- Yon , la degradación de monumentos, que resul- punto que pronto ..la llanura de Beauce se
Amalgamando las más radicales de estas H . Porier, 1958 (también París, C lavreuil, taban tan generales como borrosas, la re- llamará Montañ a»; es también esa otra ma-
tesis con la teoría de la voluntad general, los 1958, reed. 1962, con el subtítulo Mou- quisitoria de Gr égoire se prol onga median- nía de cambiar los nomb res, de sustituir
revolucionarios habían intentado reabsor - uement populaire et gouve rnement réoo- te una larga lista de mo num entos, ..o bjetos Jacquot por Brutus, y Pierrot por Ar istide.
ber la sobe ranía en la sociedad localizando lutionnaire). de las ciencias y de las artes- que han sido El «vandalismo» es, sob re todo, un ..siste-
Tratados de Basilea Yde La Haya (1795)
Acontecimientos 142 143
4 vo Is., París, Hachette, 1937-1940,
institución del contrato social no puede ser por Madame de Sta él, Benjamin Constam ROBESPIERRE, SANS-CULOTTES, SIEYES, SO·
BERANÍA, STAEL (MME. DE), VENDÉE (LA).
vo l. 3. I .
más que el producto de voluntades libres. y Guizot. E GEORGES «Foules révo unon-
Esta facultad ilimitada atribuida a la acción Esta explicación del Terror no es incom- LEFE~VR 'en CENTR~ INTERNATIONAL DE
nai res", ..'
política abre un campo inmenso a la radi- patible con un tipo de interpretación más Orientación bibliográf ica SYNTHESE, La Foule (Quatneme Se,mal-
calización de los conflictos y al fanatismo sociológica, que se puede hallar también en ne Internationale de Synthese). París, F.
militante. Cada individuo puede en adelan- Constant y Sra él. Un capítulo apasionante C ARON, PIERRE, Les Masacres de ~eptem­ Ale an, 1934 ; incl uida en LEFEB~E, Et~'­
te apropiarse del viejo monopolio divino, el de las Consid érations sur la R éuolution b e París Maison du Livre Fran¡;als, 1935. des sur la Révolution franrralse, Par ís,
de crear el mundo humano, con la ambi- [rancaise (libro m, cap . 15) sugiere, en CO~~ANT: BENJAMIN, Des effets de la Te- Presses Universitaires de France, 1954;
, 1797' reed . en CONSTANT,
ción de recrearlo. Por eso, si encuentra obs- efecto, que el Antiguo Régimen no dejó so- rreur, P ans, , r d reed . 1963. f h T
táculos a su proyecto, los atribuye a la per- lamente en herencia una concepción de la Ecrits et discours politiques, ed. rea Iza a LUCAS, C OLlN, The Structure o t e e-
versidad de voluntades adversas más que a so beranía, sino también la dureza de sus re- or Olivier Pozzo di Borgo, 2 vols., Pa- rror: The Example of Jav~gues. and tbe
la resis te ncia de las cosas: el Terror no tie - laciones sociales. La sociedad aristocrática, ~ís, J ean -J acques Pauvert , 1964, t. 1, Loire, O xford , Oxíord Umverslty P ress,
ne Otro objeto que el de superarlas. constituida por la m o narq uía y castas feroz- págs. 95-1 12. . 1973.
Finalmente, la Revo lució n pone al pue- mente celosas de sus privilegios, legó las GREER, DONALD, The Incldence of t.he Te- MARX, KARL Y FRIEDRICH E G~LS, «~a-
blo en el lugar del rey. Para devolver al or- brasas de su violencia a la Revolución, q ue rror during tbe French Revolutlo :' A n taill e c r it iq ue co nt re I~ Revo~utlo~
den social su verdad y su justicia, descono- hizo con ellas un incendio : «Como las di- Stati stical I nterpretation, C ambnd ge francaise- . La Sainte Famille, París Edi-
cidas por el Antiguo Régimen, ha restitui- ferentes clases de la sociedad no habían te- (USA), Harvard University Press, 1935. tions Sociales, 1969, VI, C. Ed . esp .: La
do al pueblo su lu gar legítimo, durante lar- nido relac iones entre ellas en Francia, su H EGEL, GEO RG FRIEDRICH WILHELM,,«La sagrada fam ilia, Crític a, 1978. ,
go tiempo usurpado por el rey, el de la so- mutua antipatía era tanto más fuerte ... En liberté absolue et la T erreu r- , La Pb éno- OZOUF, Mona, L'Ecole de la France, Pam,
beranía. Lo qu e de acuerdo con Rousseau ningún país los gentilhombres han sido tan ménologie de 1'esprit, trad. por J~an Gallimard, 1984, pp . 109-127: « G u~rre
llama la vo luntad general es a la vez radi- extraños al resto de la nación : sólo aborda- H y pp oli t e , 2 vo ls ., P ar ís , Aubi er , e t T erreur dans le di scours révolutlon-
calmente diferente del poder monárq uico, ban a la segunda clase para ofenderla... La 1939-1941; reed . 1977 , t. 2, cap. VI , ~'.c.
naire". .
por su modo de formación, e idéntico a él, misma escena se repetía de un rango a otro; Ed. esp.: Fenomenología del espzntu, Q UINET, Edgar, La RévolutlOn, París,
por la extensión de su jurisdicción. La so- la irritabilidad de una nación muy impulsi- FCE, 1981. 1 1865 , Libros XV I Y XV II .
beranía absoluta del rey ha del ineado de an- va inspiraba a cada uno la envidia hacia su HERRIOT, EDOUARD, Lyon n'est P lIS,
temano la de la democracia. Obsesionada vecino, hacia su superior, hacia su amo; y
por la legitimidad, la Revolución es tanto todos los individuos, no contentos con do -
menos propensa a fija r límites a la autori- minar, se humillaban unos a otros." Así, el
dad pú blica cuanto que la ha liberado del «T erro r " puede ha ber tenido en parte sus TRATADOS DE BASILEA y DE LA HAYA (1795)
control divino sin reglamentar su ejercicio orígenes en un fanatismo igualitario nacido
con mecanismos de neutralización recípro- de una patología no igualitaria de la antigua
ca de los poderes, al estilo americano. sociedad. Pues nada impide pensar que el Haya de! 16 de m ayo , y ter m inar co n el. se-
Antiguo Régimen y la Revolución no ha- Ent re ab ril y julio de 1 795.1~,República Tratado de Basi lea entre Prancia y
Desde 1789 vivió con la idea de una nue- yan acumulado sus efectos en la génesis de francesa logró restar a la coahClOn tre~ po- gun do 1" d I R
España (22 de julio). Pero la ogica e a e-
va soberanía absoluta e indivisible, q ue ex- la dictadura sangrienta del año II. Francois . A deci
tencias. ecir ver d ad , n o era la primera . , no depende de las fechas de l ca-
vo IUClo n
vez, pues e! G ran D uque de Toscana -~I
. b
cluye el pluralismo de la representación, FURET. lendario: entre Holanda y P ruSia hu o .una
opinión que supone la un idad del pueblo. hermano mismo del emperador- habla diferencia radical. Por una parte un c dlct~­
Como esta unidad no existe -y el federa- concertado en febrero un tratad o qu e le ga- do», un verdader o protectorad o ;. por. a
lismo girondino ha mostrado que las fac- Véase también: ASAMBLEAS REVOLUCIO· rantizaba la neutralidad. Pero era poco pa ra no carente de rencencras,
otra, un acuerdo , . ,
ciones no dejan de conspirar en la som- NARIAS, BARNAVE, COMITÉ DE SALVACIÓ la Francia revolucionaria: necesitaba conso- entre potencia y potencia. Aquí al.teraremos
bra-, la función del Terror, como las de- PÚBLICA, COMUNA DE PARÍS, CONSTANT, lida r sus fronteras, disponer de ~us tr?pas la cronología par a ir de lo más Simple a lo
puraciones, es restablecerla constantemen- CONTRARREVOLUCIÓN, DANTON, DERE- y lograr que un país regicida pudiera d iSCU-
más complejo.
te. En 1795, en la discusión de la Constitu- CHOS DEL HOMBRE, GIRONDINOS, Go- tir con los reyes. Se dio este paso en tr~s et~­ El Tratado de La Haya apena.s ~erece su
ción del año m, Sieyes hará de los errores BIERNO REVOLUCIONARIO, GUIZOT, HE- pas, no sin dificu ltades. La cronolog la eXI- nombre. Francia d ictó las condlcl~nes . Las
de la Revolución sobre el concepto de so- BERTISTAS, JACOBINISMO, KANT, giría empezar por e! primer Tratado d~ Ba- antiguas Provincias Unidas hablan ~ue­
beranía uno de los orígenes del Terror (dis- LUIS XVI, MARAT, MARÍA ANTONIETA, silea firmado con Prusia e! 5 de abnl de dado desgarradas, como desde dos sl~los
curso del 2 termidor): idea que será re- MARX, MICH ELET, MONTAÑESES, PROCE· 1795 abordar luego las negociaciones con atrás, y aun antes de! 14 de julio de 1789,
tomada y sistematizada un poco más tarde SO DEL REY, QUINET, REGENERACIÓN, Hol;nda, coronadas por e! Tratado de La
Terror (E l)
Acontecimientos
130 131
ment in the Age of the Frencb R evol~­
do por el vencedor, y los ciudadanos de los das por carret er os tambi én requisado s. . . Germany: Occupation and Resis-
11 tion, Cambridge (USA), Harvard Uni-
países co nquis tados las presas ideales y mu y Naturalmente, es tentador ado ptar el len ~ tl 0 m. the Rhineland, 1792-1802, Ox-
tance m ver sit y Pre ss, 1979.
atractivas. Pero aunque esto pueda decirse guaje misionero de los revolucionarios y d Clarendon Press, 1983. .
for 'ESHOUWER ROBERT, L'arrondise: _ Occupants-uccupés, 1792-1815. Collo-
d e cua lq u iera de lo s ejérc itos d el si- co nsiderar a la Re volución francesa, que lle-
glo XVIII, las fuerzas fran cesas, sencilla- DEULE Brabant sous 1'oc cu pa tton
' . ~ue de Bruxelles, ~9 y. ~O ~e enero de
vaba la libert ad , la igualdad y la frate rnidad
ltle1lt d e d . . 1968 Bruselas, Umverslte LIbre de Bru-
mente porque eran numerosas, jóv enes e al co nt inente europeo , en térm ino s ideole, . 1794-1795, aspects a mlm stra- ·
rra1lralse, . .• xelles, Institut de Sociologie, 1969. .
inexperimentadas, eran especialmente temi - gicos . Quizás habría cierta verdad en este J'. ' ~o m iq u es Bruselas, Univer sit é
tifs et eco" , . l RU FER, ALFRED, La Suisse et la Reoolution
das por las comunidades civiles que atrave- punto de vista, si tuviéramos sólo en cuen- Libre de Bruxelles, Institut de SOCIO 0-
[rancaise, selección preparada por Jean-
saban. Aunque sus generales eran co nscien- ta el largo plazo. Sin embargo, e~ su época, René Suratteau, París, Societ é de s Etudes
gie 1964. 1 R'
tes de la grav e amenaza que suponía el pi- muchos euro peos, tanto campesinos en sus , JA CQUES
DROZ, ,
L 'Allemagn e et a . evo-. Robespierristes, 1974. .
llaje para la discip lina militar , reconoc ían cabañ as co mo nobles en sus palacios, juz- lllti01l franraise, París, Presses Univers r- SCHAMA, SIMON , Patriots and Liberators:
que en algunos casos no les quedaba más re- garon a la Revolución por los actos de los taires de France, 1949. . Revolution in tbe Netbeilands, 1780-1813 ,
medi o que cerrar lo s ojos, pues dada la es- políticos, administradores y soldados que OT MARIAN NE Partnets m Reoolu-
casa fiabilidad de los convoyes de víveres, les envió. Con gran inquietud viero n caer EL~I
uon:
'Unl'ted lrish:nen and France, New Nueva York, Knopí, 1977. .
TAS SIER, SUZANNE, Histoire de la Belglque
los soldados, si querían su bsi stir, tenían qu e so b re ellos pet iciones siemp re renovadas de Haven, Yale University Press)9~2. . sous l'occupation [ranqaise en 1792 et
robar y saquear. De este modo, el pillaje se requisas y órdenes perentorias para que al- G O DECHOT, JACQUES~ La C:ran e atlOn. 1793, Bruselas, Falk hijo, G . van Cam-
conve rt ía en una requ isa of iciosa, y las tro- ber gasen en sus comunidades a tropas cada L'expansion révolutlOnnalre de la :rance
penhout, sucesor, 1934.
pas se llevaban caballos, ganado, dinero, vez más hambrientas e indi sciplinadas. Cre - dans le monde de 1789 a 1799, Pans, Au - WOOLF, STUART, A History .of l taly,
ropa de cam a, vestidos y batería de cocina. yero n los rumores más alarmant es sob re lo bier, 1956. . . 1700-1860: The Social Constramts of Po-
Los campos eran sistemáticamente expolia- franceses y se imaginaban a los revol ucio- G OO DWIN , ALB ERT, The Fnends of L,- litical Cbange, Londres, Methuen, 1979.
do s y el ganado recogido para alimentar a narios co mo ateos y bandidos, que profa- berty: The English Democratic Move-
batall ones de hambrientos. Pero además, el naban iglesias y lugares sagrados. No vie-
pillaje solía estar acompañado por escenas ron a la Revolución con ojo s de agradeci-
de violencia y borracheras, cuando las tr o - miento, sino como un pueblo conq uistado
pas momentáneamente libe radas de la d is- ve a sus dominadores, y esta conquista, de-
cip lina cuart elaria se encontraban con la de- bido a las circunstancias, no rep resentaba TERRO R (EL )
sarmada po blación civil. Constantemente para ellos la libe rtad y mucho menos la fra-
llegaban qu ejas de los territorios ocupad os , ternidad. En realidad, el recu erdo más du-
autores». Po co después, una delegación de
acerca de so ldados dese nfrenados e indisci- radero que co nservaron muchos pueblos de El 5 de septiembre de 1793 la Conve~­
los Jacobinos retoma el mismo ~iscurso, en
plinados que caían sobre las viviendas, ro - Europa de aquellos años, fue una mezcl a de ción puso _el Terror» e~ vigor.. Est,o quena
una versión menos [rurn en t aria : es .a l~s
bando todo lo que les atraía y entregándo- miedo e insegu ridad, una imagen imborra- decir qu e organizaría, slstematlzan.a y.ace-
«traidores» a quienes es necesario gUIlloti-
se a actos gratuitos de vandalismo, golpe an- ble de ocupación militar y miseria. En tales [erar ía la represión de los adversanos m.te-
nar . Y para dar satis facción. ~olemne a .l?s
do y violando. Pocos tuvieron que respon- condiciones, no es sorprendente que lucha- rieres de la República e inici aría el casti go
mi litantes parisinos, el Co mit é de Salvaci ón
der ante la justicia, a pesar de las raras ini- ran co ntra sus conquistadores y que de un expeditivo de «to dos los traidores». Pero
pública implanta el Terror. •
ciativas represivas que tomaban, unas veces sent im iento de reacción antifrancesa brota- e ta declaración brutal e ingenua, este vo t?
Las circunstancias que rodean esta ce-
diputados en misión -como Saint-just en se un espíritu nacionalista. Tampoco e raro inaugural del Terror, se produce en condi-
lebre votación indican que antes .de ser ~~
los ejérc ito s del Es te y del Norte- y otras que, en cuanto tuvieron ocasión, tantísim ~s cione particulares. Desde la mañ ana, los
conjunto de instituciones rep~esl~as, utili -
generales que trataban de restablecer un mí- de ellos la aprovechasen arrojando a las LI- sans-culones invaden la Asamblea y recla-
zadas por la República para ~lqul.~ar a sus
nimo de disciplina. El problema no llegó a gas Patriotas tan poco representativas que man a la vez pan y guillotina, la guillotina
adversarios y asentar su doml~a~lO~ s~~re
reso lverse nunca y los ejércitos franceses si- la Revolución les había impuesto po r la para tener pan . Lo que qui eren, y l~ 5~e
el temor, el Terror fue una relv,~d'cacl~~ ,
guiero n saqueando durant e toda la décad a, fuerza. Alan FORREST. lendrán unos días más tarde, es un «ejer cí-
fun dada en con vicciones y creenCIas pol íti-
con gra n p erjuicio y justificada ira de innu- to revolucionario » del interior, destinado a
Véase también: EJ ÉRCITO , B URKE, CA 1- cas, un tipo de mentali~ad característico del
merables bel gas, italianos o ren ano s. Y PAÑA DE ITALI A, FI C HT E, FRONT ERAS A· hacer restituir a los acaparadores y a los
enemigos de la República lo que habían ad- activisrno revolucionano.
como di ce Blanning co nmovedorarngpte, T URALES, K ANT , R EVO LUCI Ó N AMERICA· Como tal, es anterior a la dictadura del
en este últim o caso, - para te rminar, el b o - quirido por medios ilícitos, gracias a la ame-
A. año n, a la República y a l~ guerra co n Eu -
tín debía ser encaminado ha cia los alma- na~ante máquina que llevar á entre su s ba -
Orientaci én bibliográf ica ropa. Existe desde los c~mlenzos del vera-
cenes franceses en ca rre tas requisad as, ti- gaJes, «el instrumento fatal que cerc ena de
no de 1789, ligado a la Idea de qu e la Re-
rad as por cab allos requisados y conduci - BLANNIN G, T . C. W., The French Revolu- Un solo golpe los complots y la vid a de sus
......

Acontecimientos
Terror (El)
132 1.13
volució n está amenazada p or un co m p lot . nad a de lo s peligros q ue hace correr Justicia, D anton, se ha abstenido de toda in-
su nega tivo, su anverso, su antiprinc' ,
aristocrático, al q ue só lo medidas expediti- Este diiscurso imaginano
' " de la sociedadIplO ' qUil a .
tervención, y has ta el girondino Roland es-
l Revolució n el complot de los enemIgos
vas pueden poner fin. Las violencias popu- bre el poder hace del complot aristoc . ~o- a a riores Y de los traidores del interior. Al cribe el 3 de septiembre: «Ayer fue un día
lares que se producen en París la jornada . ratlco le . 1
una d e ~as flg.uras centrales de la me ntalidad 'onl rar '
io las seis semanas que separan a sobre cuyos sucesos probablemente haya
del 14 de julio obedecen ya a esta especie revolucionaria; es de una plasticidad ca " a de las Tullerías de la reunión de la que echar un velo. » Algunas semanas más
Il1
finita, ~propiada par~ la interpretació~ I~~
de lóg ica semieconómica y sem ipolítica que lCO venció n, el 20 de sep tiembre, señalan la tarde, las matanzas de septie mbre serán uno
c~racteriza a la acción de la multitud pari- on da del Terro r en Ia po lím'ea revo luciUCIO- de los tem as de la luch a ent re Girondi nos y
cualq uier circ unst ancia, y se alimenta enlra
siense : el asesinato del ministro Foullon de . d e Ias am biigue
exce Ienc la .. d a d es de la por . Montañeses; pero acto seguido, los p olíti-
~oué, el 22, seguido por el de su yerno, el naria,
tud real. acn, Pero no todavía como política de la Re - cos de la Revo lución asumen la responsabi-
Intendente de París, Bertier de Sau vigny, es Se lo encuentra también, en una fo lución, puesto que la Asamblea Legisla- lidad del suceso como se acepta lo inevi-
un castigo sumario con el que se sacia la ob- . ona
menos cancaturesca que en Marat o en I tiva no es más que una soberanía en sus- table.
- co rdeliers-, en la Asamblea Constituyen~
sesión del acaparamiento del trigo y del De hecho, el Terror se va instalando poco
penso, Y el poder real ha pasado a las rna-
en la .boca de sus dip utados, y allí alimen:~
complot de Versalles. En septiem bre, co n os de los venc edores del 10 de agosto, la a poco como un sistema represivo o rgan i-
Ma rat y L 'Ami du Peuple, la idea terrorista
ya la Idea de una nec esari a res tr icció n de los ~oll1una de Par ís, co nstit uida por el anti- zado desd e lo alto e instit ucionaliza do, en
hall a su p eriódi co y su hombre. El 6 de oc-
d.erec~o~ del ho m bre, en caso de emergen- uo Comi té Insu rreccio nal completado me- el año 1793, a med ida q ue los Mo ntañeses
tubre, los parisienses traen de vuelta a París se apoyan en los activistas de las secciones
cia p ública. Se lo puede ver, por ejemplo, dianle eleccio nes a la medida; en total cerca
no tanto a un rey cuanto a un rehén: ven en febrero de 1790, cuando se pro d uce el d lrescientos miembros que forman la flor parisinas para asegurarse el control de la Re-
en el retorno «d el panadero, de la panadera nata de la militancia parisina. Bajo su pre- volución. La cuestión de saber si el proceso
debate sobre el derecho de emigrar: «Mes-
y del mozo de panadero" la garantía del fu- dames -, tías de Luis XVI, han sido arres- ión, la Legislativa vota el 17 de agosto la y la ejecución del Rey constituyen su pre-
tu ro abasteci mie nto de París, así co mo su instauración de un tribunal de exce pción, ludio o incl uso su p rimer acto es difícil de
tad as en Bo rgo ña po r las autoridades loca-
co nt ro l sobre las activ idade s del Rey y los seguida por documento s qu e ponen fuera dirimir. Se pu ede resp o nder por la afirma-
les, cua ndo se d irigían a Rom a, De ahí la
m anejos de la Reina y de su entorno.
d iscu~ión q ue se produce en la Asamblea, de la ley a los sacerdotes refractarios. Bajo tiva, co n Ka nt, si se ve en la muerte de
Esta sospecha general y sistemática es in- $U autoridad directa, las secciones parisien- Luis XVI la ruptura ilegal del contrato
que finalmente se pronuncia a su favor, en
separable de una sobreestima constante del se co nstituyen en otros tantos comités constitucional por la Convención; o, por el
nombre de los derechos del hombre, pero
carácter deliberado de los actos y de los me - d vigilancia, que multiplican las indagacio- contrario, por la negativa, con Michelet, si
que deja aparecer también la fuerza de la te-
dios incomparables del adversario; el corn- n y los arrestos. El cas tigo de los «culpa- se considera el proceso como la afirmación
sis contraria, en nombre de la situ ación de
p,lot se ali me~ta de la idea de la ornni po ten- exce pción . A l año siguie nte , la huida del bles- está a la o rde n del día. A fines del mes solemne de la nue va so beranía, la del pue-
era del enem igo, a la cual, sin em bargo , el de agosto, las mal as noticias qu e llegan de blo , incompatible con la anti gua, la del R ey.
Rey y el reto rn o de Varennes so n la demos-
p uebl o deb e hacer fracasar. Es una repre- tración pú blica de los verdaderos senti- las fronteras agu dizan el sentim iento de cer- Sea como fuere, el juicio y la ejecució n de l
sentación que se encuentra en estado bruto mientos de la familia real. El pequeño com- CO y la obsesión punitiva, que son el origen Rey son objeto de un debate circunstancia-
en el pueblo humilde urbano, pero que no plot -mal preparado y mal ejecutado- d las matanzas a las que se entrega la rnul- do y profundo, sin ir acompañados de la
está ausente de la mente de muchos dipu- constituye para la opinión revolucio naria I litud en las prisiones parisienses, entre el 2 creación de instituciones extraordinarias.
t~~os, p ues tiene.sus raíces en la cultura po- prueba del gran complot, universal, omni- el 6 de septiembre. Pero cualquiera que sea su solidez jurídi-
lítica nue,va. Al Igual que la Revolució n y pr esente y tod op oderoso. La Re volución ya Este episod io lú gubre ilustr a el mecan is- ca, rep resenta en el plano político un a vic-
ese cambio por el cu al el pu ebl o se ap rop ia no tiene verdaderamente un rey cons titu- ~o ,psicológ ico y político del T error. Las toria esenc ial de la Montañ a. D esde sep-
de un po der arrebatado al rey y a Dios, cional, pese a la ficción provisio nal del V1cumas son so bre to do presos de derecho tiembre, los Girondinos presionan po r el re-
también el universo político que ella inau- «r apto» ; no obstante, de este mo narca ven- común (casi las tres cuartas partes de ellos, lajamiento de la represión y de las medidas
gura está poblado únicamente por volunta- cido, cautivo pero restaurado, hace un ene- bre más de mil muertos) y los asesinos coercitivas . Los Montañeses afirman la
des, sin dejar nada, en adelante, fuera del migo formidable, difícil de vence r, apoya- n los vencedores del 10 de agosto, tende- alianza con los militantes de las secciones y
control de los hombres. El espacio del po- do pronto p or los reyes de Europa. ~os. artesanos, guardias nacionales, federa- ponen en práctica una política terrorista. El
de r nuevo es oc upado íntegramente por el La guerra en efecto m ultiplica las cosa ~s, arrast rad os por la o bses ió n de la trai- 21 de en ero señaló un a gran victo ria sim-
pu ebl o, que ha recuperad o medi an te su ac- que están en juego y los temo res. Borr~ ?,e - C10~, No hub o nin guna o rden llegad a de ból ica en esta dirección. En la prim avera,
ción sus d erechos im p rescriptibles. Pero no finitivamente la línea que separa OpOSIClon arnba' nmguna
' . . m dirscer ruibl e; Ia
mstruccion los fracasos militares de Dumouriez (segui-
deja de estar amenazado por un antipoder y traición. Hace de los nobles y lo sace~­ ~nsa echa leña al fuego, y la idea de liqui- dos por su paso al enemigo), el desencade-
abstracto, omnipresente y matricial como la dotes refractarios enemigos de la pat ria. L~­ I a los traidores es una vieja cantinela de namiento de la guerra de la Vendée y las di-
n~ción, pe,ro ocult? mientras que ella es p ú- quida rápidamente la ficción real q ue habla aral
d , pero la multitud no necesita ningún ficultades económicas en París abrieron el
blica, particular mientras que ella es univer- I er ' 'hl
sobrevivido al episodio de Va rennes, pero o VISI e para o rganizar esta matanza en camino a esta política.
sal; y nefasto mientras q ue ella es b~ena, Es el rey caído , des p ués del 10 de agosto, na " rma de parod ia de jus ticia. El Mi nist ro de
El 11 de mar zo la Convenció n crea un
Acontecimientos Terro r (El)
134 135
Tribunal Revolucionario para juzgar a los para acelerar su funcionamiento. Está d' . . expeditiva de ejecuciones colectivas, les espantados del carácter de esta justicia
sospechosos; el 21 se crean Comités de vi- did . lVI_
loen cuatro secciones, de las que d 01J .
en Lyon o Ia Ven dé ee. ASI, ' pues, e I revolucionaria: «Desafiaremos las insinua-
gilancia, encargados de controlar, en el pIa- Iunci . lttaneamente,
á comO ciones pérfidas con las que se quiere tachar
uncronan simu y constitu' dOs . cicio del Terror es obra de un abigarra-
no local, a los «sospechoso s», categoría de- e¡er ., d . de severidad extrema las medidas que pres-
por dieciséis jueces encargados de la .. o d tejido de instituciones ImprOVisa as : tn -
jada ampliamente a su juico; el 28 se codi- " di
truccion ' sesenta jurados ylOs·
e surnario, b~nJles espec iales organizados según el mo: cribe el interés público. Esta severidad sólo
fican, agravándolas, las leyes contra los emi- acusa dor pu' bl'ICO y sus sus titutos, todos~ delo de París se crearon en Arras, ~a~bral, es tem ible para los conspiradores, para los
grados, pasibles de la pena de muerte si no m brados por la C o nven ción a pro pue -st Roch efo rt y Toulouse en el in vier no enemigos de la libertad .»
B ,
vuelven a Francia, y privados de sus bien es. de los do~. Comi tés . La subordinación s:~ dere1793-1 794; pero laa rnavo
mayo rí
n a de.e.los
os orga-
é La ley del 22 prad ial fue revocada al día
La filosofía de estas medidas fue bien resu - po~er polt.t~co s~ ?a ya desd.e el principio; s de represión fu eron «com isio nes ex- siguiente del 9 Termidor. Perd ido su so-
mida po r Danton, qu e pi en sa en las ame n a- 0 0 ordinarias», CIVI . '1es o mi'1'rtares, creadas porte político y detestad o por la o p inió n
la mstruccion , r ápida, no es Ind ep endie m a
z~s de sep tiem bre: "Seamos ter ribl es p ara los deb ates so n apresurados y un decreto de, trd boc en las zo nas dee guerra
zuerra ciCIVI'J y que pública, el Tribunal Rev olu cion ario su spen-
disp en sar al pu eblo de ser lo .» La exp ulsió n octu bre del 93, dest inad o a ahoga r la defen~ ,·Juzgaban sin apel ación. Sólo a partir de la di ó sus activ ida des. Reorgani zad o má s tar-
fo rza da de los Girondinos de la Conve n- sa de los dip utados G iro nd inos, los limita a ~rimavera d~1 94 el Tri bunal Revolu~iona­ de, perdió p ara siem p re el tipo de legitimi-
ció n, el 2 de junio, acelera la evolució n te- tres días. La parte autónoma del T ribunal río de París Intenta llevar cada vez m as a su dad y de atroz utilidad q ue le dio durante
rro rista dando una garantía suplementa ria y consiste en poder liberar a ciertos acus ados. foro los crímenes contrarrevolucionarios; dieciséis meses, co n la idea del gobierno de
capital a las exigencias de los sans-culottes; desl:'u.é~, el acusado se juega la cabeza, pue~ las leyes del 2 germinal (16 de abril) y del excepción, el Terror puesto al orden del día.
la situación interior y exterior a comienzos los JUICIOS, muy pronto, sólo dictami nan la 19 [lor eal (8 de mayo) coronan la evolución Ello da origen a un nuevo orden de cues-
de l verano justifica una dictadura de los co- absolución o la muerte. Se llega al veredic- dindo le la jurisdicción exclusiva sobre tiones, que se relacionan menos con las ins-
mités, el envío de representantes provistos to en deliberación secreta y por mayo ría de ello . tituciones del Terror revolucionario que
de poderes extraordinarios a las p rovincias votos, pero el decreto de marzo esp ecifica E a primavera de 1794, un año después con su papel y su balance.
rebeldes y a los ejércitos, medidas fuera del que los jueces deben «o p inar en voz alta.' de la creación del Tribunal, es, además, la Lo mejor es p art ir de París con los datos
de recho común. Pero, una vez más, es la in- Michelet comenta, seguido por Luis Blanc; época de la ins titucionalización administra- que se tienen sobre el Tribunal Revolucio-
vasió n de la Asam blea por los m ilita ntes de «El Terror está en esta frase, más que en tiva del Terro r, po r la terrible ley del 22 nario. Leyendo los balances mensuales de
las secc io nes, el 5 de septiembre, lo q ue im- to do el esq ue ma» (X, 4). pradial (10 de junio), cuyo esbozo es de su actividad, desd e su origen hasta la caíd a
planta el Terror. Pero el Te rro r no se basa en una so la ins- Couth on. La ley renueva la mayo ría del de Robespi erre , se co m p rue ba qu e entre
El T error es en adelante un siste ma de go- titu ción , por sim bólica qu e sea. Es también personal del Tribunal Revolucio na rio en ma rzo y septiem bre de 1793 esta activ idad
biern o; o, mejor dicho, entra a fo rmar par- un medio de gobierno omnipresente po r el funciones, empezando por el ministerio fis- es reducida, aunque ya se car acte riza por la
te esenc ial del go biern o revolucionario, cual la dictadura revolucionaria de París cal, dirigido desde el co mienzo por Fou- elección entre la muerte o la absolución: en-
co mo su brazo . debe hacer sent ir su m an o de hierro en to- quier-Tinville : su noved ad resid e en la re- tr e cinco y quince co nde nas a mu erte po r
Su estr uctura administrati va es simpl e. das p art es, en las provincias y en los ejérci- definición de la m isión y la o mn ipotenc ia mes y, co mparativamente, mu ch as m ás ab-
Inclu ye, en la cús p ide, los dos Comités, y tos. Actúa mediante «el ejército revo lucio- exterminadora de este temible tr ibunal. El so luc iones. E l número de «asu ntos» aume n-
más particu larmente el Comité de Seguri - nario », creado en septiembre, gran cantera artículo 4 de la ley afirma que el Tribunal ta en octubre, es deci r, justamente después
dad General, que tiene vocación de vigilan- de activistas bajo la autoridad del sans -cu- · se instituye para castigar a los enemigos de las medidas que siguieron a la jo rna da
cia y de policía; en la base, una vasta red de lotte Ronsin, gendarmería política del París del pueblo »: esta especificación más polí ti- sans-culotte del 5 de septiembre; la implan-
comités revolucionarios locales, encargados de las secciones en las ciudades y los cam- ca que jurídica anuncia procedimientos más tación del Terror, la ley sobre los sopecho-
de localizar y detener a los «sospechosos», pos de la República, con un ojo sob re el expeditivos que propiamente judiciales. El sos y también la reorganización y renova-
y de entregar los certificados de civismo. acaparador y el otro sobre el famoso «sos- texto suprime la instrucción (art. 12) fun - ción del Tribunal. En efecto, en el mes de
~on tar.eas complementarias, porque es la pechoso ». Tiene su principal instrumento dando el acta de acusación en simples de - septiembre el número de jueces se aumenta
incapacidad de presentar tal certificado la en el representante en misión, delegado por n~nci as (art . 9); quita al acusado la asisten- de cinco a dieciséis, y el de los jurados de
que marca por excelencia al «sospechoso» , la Convención yel Comité de Salvación Pú- CIa de un abogado (art, 16) y transforma la doce a sesenta. El tribunal del 10 de marzo
es decir, al enemigo del régimen, o simple- blica para organizar la victoria de la Revo- audiencia en u na fo rmalidad al suprimir es renovado co mpletamente; en el otoño,
ment e a su adversario p oten cial. Además, lució n en las fro nte ras y extermi na r a los también la audició n de los testigos. El artí- no q uedan de él más qu e el acusado r p úbli-
un a o leada de denuncias ap rovecha esta in- enemigos de la Rep úbli ca en las regiones re- ~ulo 13 dice: «Si existen p rue bas material es, co Fo uq uier-Tinville y sus dos ay u dantes.
citació n de la auto ridad pública. Estos «sos- belad as o en gue rra contra Par ís. Pu es ese '~ depend i entemente de la prueb a testimo- El co nt ro l de los dos C omités se hace di s-
pech osos" so n juzgados por tribunales ex- rep resentante tiene plenos pod eres para nial, no se oirá a testi gos... » Robespierre, crec io nal. Las cifras dan testimonio enton-
trao rd inarios ; en París el p rincipal de ellos crear en cada lugar tribun ales civi les o mi- que preside la sesió n del 22 p rad ial, va a ces del gran impulso dad o a la re presió n:
es el T ribunal Revolucion ario , creado en litares extraordinarios enca rgados de acele- I~ tribuna de la A samblea para apoyar a su ciento noventa y tr es guillo tinados d urante
marzo del 93, reo rganizado en septiem bre rar la represión, sin h ablar de una justicia ftel Co ut hon contra algu nos convenciona- los dos últimos meses del otoño y co m ien-
Terror (El)
Acontecimientos 136 137
en trece departamentos del oeste, ~ e! 20, %
zos de enero. Entre estos «co ntrarrevolu- ción de las carretas de la muerte que los his- vincias. Esta cronología ~ugiere una prime- e! Valle de! Ródano. Detallare aqUl e!
cionarios», no sólo encontramos a María toriadores han llamado el «G ran Terror». ra interpretación de conjunto. . en " d
caso de Lyon y e! de la represlOn ven eana.
Antonieta, Madame Elizabeth, el Duque de Es útil comparar este balance del Terror En efecto, el período menos s~ngnento,
En Lyon, la guerra de clases SU?:rpuso
Biron , ex general de los ejércitos de la Re- en París, sacado de los datos del Tribunal decir verdad muy poco sangn~nto, del sus efectos a los de las luchas pol íticas; .el
pública, o al ex duque de Orléans, conver- Revolucionario, con un estudio estadístico ~:rror -si se acepta fijar su ~omlenzo en conflicto entre la Gironda y la. Montana
tido en vano en Felipe-Igualdad, sino tam- de las víctimas del Terror a escala nacional zo , con la creación del Tnbunal Revo-
bién a los miembros de los partidos derro- presentado en 1935 por el historiador ame- marionario y las primeras me did
I as desa Iva- forma parte de! antagonismo SOCIal entre e!
IUCI . I pueblo bajo y los ricos. La cruzada de los
tados de la Revolución, a todos los Giron- ricano, Donald Greer. Tal estudio, que " n pública- es el de la pnmavera
Clo . , y eI ve- pobres encuentra su Savonarola en el ~o­
dinos arrestados o sospechosos desde la pri- coincide. además, con dos trabajos anterio- rano del 93. Ahora bien, es ~sl~lsmo e pe- merciante piamontés Chalier, que se paso al
mavera, Brissot y Vergniaud los primeros, res, llega a la cifra de dieciséis mil seiscien- , do más crítico de la República. Los pru-
~ C d' V servicio del pueblo obrero en contra de la
más los restos de lo que había sido el gru- tas víctimas ejecutadas a consecuencia de . os y los austriacos toman on e,. a-
sian . l' I ciudad mercantil. Chalier fue derrotado en
po «Ieuillant- , Bailly y Barnave. La gui - una condena a muerte emitida por un tri- lenciennes Y Maguncia en JU 10, y a situa- la alcaldía por un girondino, en novlem?re
llotina exorciza el pasado de la Revolu- bunal de justicia revolucionaria (dos mil ción interior es catastrófica: es el mom~nto de 1792, pero los Jacob~n~s eran .mayoma-
ción, al mismo tiempo que el Antiguo Ré- seiscientos veinticinco de ellas, como se aca- de la revuelta federalista, ~os campesmos rios en el Consejo Municipal y, finalmente ,
gimen. ba de ver, en París). El número de deten- vendeanos victoriosos, los insurrectos rea-
En el otoño, el Tribunal juzga ya a más ciones efectuadas desde marzo del 93 hasta impusieron en marzo del 93 a u~ ho~bre
listas se adueñan de Lyon, Marsella y Tou- de Chalier. El 29 de mayo los Glrondmos
de un centenar de sospechosos por mes, fines de julio del 94 es mucho más elevado,
Ion, Sin hablar de las amenazas de" las sec- P se toman la revancha (en el moment~ en que
pero todavía absuelve a más de la mitad. En cercano sin duda al medio millón de per- ciones parisinas sobre la ConvenclOn. or
van a ser eliminados en París), gracIas a ~~a
marzo, coincidiendo con el aumento del sonas: cifra que da una idea de la sacudida el contrario, cuando se eleva rápidamente. la
insurrección provocada por la recaudaclo~
número de sospechosos en prisión, y el de colectiva que provocó una oleada represiva rva de las condenas a muerte y de las ~Je­
de un impuesto excepcional. De ~os enerm-
los acusados que deben comparecer, se pro- de tales dimensiones; indica también que no ~~ciones, en octubre, la República ha SIdo gos de la dictadura par!sina, la CIudad pasa
duce la inflación relativa de las penas de solamente hubo absoluciones sino, aquí y salvada en la frotera norte por las batallas
a las manos de los realistas, que la contro-
muerte, pronto seguida por un incremento allá, otras penas aparte de la muerte, y que de Hondschoote (8 de septiembre) y de
lan durante todo el verano; pero las tropas
vertiginoso del número absoluto de proce- muchos «sospechosos» permanecieron en . . (16 de octubre)'Lyon
WattlgnIes . se recu- de la Convención la recuperan e! 9 de oc-
sos. Hay diferentes razones para estos dos prisión sin ser juzgados hasta el 9 Terrni- pera el 9 de octubre, el Gran Ej ército de los
fenómenos. El primero se debe a la agudi- dor. Las víctimas del Terror pertenecían a campesinos vendeanos e.s derrotado en tubre. '11 ff
Entonces es convertida en «VI e a ran -
zación de la lucha de las facciones en los todas las capas sociales, con diferencias que Cholet e! 17. Puesto en vigor el. 5 de sep- chic" simbólicamente arrancada a su pasa-
primeros meses de 1794 y a la radicaliza- se relacionan con la naturaleza de los con- tiembre, e! Terror -si se le co~sldera .e~ su do maldito, condenada además a una des-
ción de los conflictos por el poder, que lle- flictos; más campesinos en la Vend ée, más relación con la guerra, extenor y clvll-:- trucción parcial, limitada a las "casas .d e los
varán finalmente a la guillotina, primero a burgueses en París, Lyon o Nimes, En pro- aparece, como una respuest.a t~rdía a un~ SI- . ». Couthon , el vencedor de la Ciudad,
los hebertistas, y luego a los dantonistas (fi- porción a su número relativamente peque- rrcos
tuación en vías de restableCImIento. El diag-
dirige la represión en octubre co~ una mo-
nes de marzo-comienzos de abril). La ño, las clases superiores y el clero fueron nóstico es aún más evidente si ~e . toma en deración relativa. Pero en novl~mbre es
muerte se ha convertido en el castigo gene- los más afectados. consideración que culmina en dlclen: bre y
reemplazado por Collot .d '.~erb01s y .~ou­
ralizado de los conflictos políticos. El se- La curva cronológica nacional de las eje- enero, y que se reinicia ~on t~da su mten- ch é, que multiplican los ,1U1CIOS exp~dltlvos
gundo es, al menos en lo esencial, el resul- cuciones presentada por Donald Greer da sidad en la primavera, bajo la dictadura per-
y las ejecuciones sumanas. Se comienza .a
tado del decreto del 2 germinal, votado a cifras bajas o muy bajas durante la prima- sonal de Robespierre, cuando.ya n~da ame-
destruir las grandes mansio~es d~ las aveni-
propuesta de Saint-jusr, citado antes, que vera y el verano del 93, exactamente como naza a la Revolución en el mterior y ~os das al borde de! Saona; vanos mtle~ de sos-
centralizó la justicia revolucionaria en Pa- en París . Pero lo que sigue es diferente: el ."
ejercttos d e IR
a epu' blitea toman . la ofensiva pechosos son guillotinados, fustlados o
rís. Corona esta evolución la ley del 22 máximo de condenas a muerte se sitúa, con en las fronteras: la ley de pradlal y e! « G :~n ametrallados colectivamente. El Terror
pradial, que acelera el mecanismo del Te- mucho, en los dos meses de diciembre del Terror» pierden toda apariencia de relaci ón
rror judicial, cerca de setecientos juicios en 93 Y enero del 94, con cerca de 3.500 eje- dura hasta marzo del 94. .'
con la salvación pública. La historia de! Terror re~olucI?n.ano en
pradial, y cerca de mil en mesidor (21 de ju- cuciones en cada uno . La curva trágica des- Se puede comprender con dos ~j,emplos,
la Vendée obedeció a la mIsma. ~oglca y la
nio-21 de julio), ochocientos de los cuales ciende luego por debajo de mil de febrero que permiten romper la abst:accl?n de la
misma cronología. Se trat~ ,tamblen ?e la re-
terminaron en ejecuciones. Las prisiones a mayo. La diferencia con los datos propor- curva nacional. En efecto, las SituaCIOnes ~o­
presión de una insurrección, ~~ ~as grave
parisienses están abarrotadas: contienen cionados por el Tribunal Revolucionario de cales o regionales de la Francia revolucl~­
que debió arrostrar la RevoluclOn, y, co~o
más de ocho mil «sospechosos» a principios París concierne, pues, a la mitad del perío- naria con relación al Terror fueron mu y di-
en Lyon , no solamente de una rep~eslOn
de termidor. Sólo la caída de Robespierre, do, los meses de diciembre y enero, cuan- versas. En los datos que da Greer, más de
posterior a la victoria, sino que llego a su
el 9 (27 de julio), detiene esta multiplica- do el Terror llega a su máximo en las pro- la mitad de las ejecuciones tuvieron lugar
Acontecimientos
138 139 Terro r (E l)
cul~inación varios meses después de la vic-
tO~la . En efecto, la rev uelta de la Vendée co- toriador debe recu rri r a co mpa raciones zos electoraJes fijados por la Constitución. años . Pero esta historia se puede escribir
treI os censos antenores ' y los pOsterio en-
ml~nza en marzo del 93 Y la fama de sus vic- En septie mbre de 1797, el ejército de A u- tam bién de un modo menos cronológico,
cuya va
lid
I ez
'.
sigue SIendo
res
hipotética. Po;
tonas llenó toda la primavera y e! comien- gereau invade París, a petición de! Director tratando de restituir los diferentes tipos de
zo de! otoño. Pero se atenúa muy pronto, o~r~ pa~e, estos documentos no permiten Barras, para salvar la República de una ma- interpretación de! que ha sido objeto el Te-
a. ~a~tJr de media dos de Octu bre, cuando el dIstingUIr entre tres tipos de mo rtalid ad'. 1os yoría parlamentaria realista; e! golpe' de rror.
ejercito camp esin o es ap lastado en C holet m uertos en Ia guerra (de una parte y de Estado de! 18 fr ucti dor (5 de septiembre) El más corriente consiste en redu cirlo al
y pasa. al norte del Loira, con la esperanza otra), los muertos en la represión terrorista es la señal para adoptar una serie de medi- conjunto de circunstancias exteriores a la
de un~rse a una flota inglesa anclada en (condenados por un tribunal o simplemen_ das de "salvació n pública", donde la depor- Revolución: e! Terror no sería más que el
Gra~vil.le, antes de qu e Jo que resta de él te m~sacrados) y, por último el déficit de tación a la Guayana ha reemplazado al pa- producto de la situación trágica en la que
sea liquidad o en diciembre en las batallas de natalidad
, y el exceso de mortalidad qu e SI- . tíbulo, pero los sacerdotes refractarios so n se halló la República en 1793, ins trumento
Le Mans y de Savenay. Ahora bien el Te- gUIeron a los años de la guerra. De modo los que pagan mayores costos. La educación terrible, y sin embargo necesario, de salva-
r~or ~evolucionario -que es menes~er dis- que ?O es posible ofrecer un dato numérico revolucio naria de la nación prosigue su cur- ción pública. Rodeada de enemigos exterio-
tinguir de las crueldades y las matanzas per- preciso en lo que concierne a las víctimas so, y e! golpe civil y militar de! 18-19 Bru- res e interiores, la Convención no habría te-
perradas en el fuego de las bat allas- arre- del !error en la Ven d ée ; pero si se to man maria de 1799 constituye su coronación nido otra opción q ue basar en e! temor a la
CIO .entre enero y marzo de 1794, co nj unta mente la acción de C arr ier en N an- mediante la instauración de un régimen gu illotina un a mov ilizac ión general de los
SI ya la guerra fue implacable de una y tes y las columnas informales de Turreau _que culmina e! Terror reemplazando la re- hombres y los medios. Es una interpreta-
otra p~rte, I~ que comienza después es de e~ orden de magnitud de los muertos se si~ volución permanente por la guerra perma- ción que se encuentra en los termidorianos
~n caracte~ diferente : es una repre sión ma- tua en. las decenas de miles de individ uos. nente» (Marx, La Sagrada Familia). desde e! período que siguió a la caída de Ro-
siva o rgam~ada desde lo alto, po r orden de Es ta CIfra, con mu ch o la mayor qu e haya En e! siglo XIX, e! recu erdo de! Te rror besp ierre y que tu vo un br illante porvenir,
la Convencion, con e! fin de destruir, no so- de pO,nerse. en la cuenta final de! Terror re- dio una violencia particular a las luchas ci- pues se la encuentra todavía en la mayor
lam~~te a los reb~ldes, sino también a la po- ~oluclOnano, es desconocida por la estadís- viles, al mismo tiempo que cargó con pa- parte de los manuales escolares de nuestra
blaci ón , las gra njas, los cultivos, las aldeas tica de Donald G ree r, basada sobre todo en siones suplementarias la gran querella entre enseñanza pública por razones fáciles de
y tod o lo qu e constit uyó la cuna de los condenas a muerte; en lo esencial deb e ser el Antiguo Régimen y la Revolu ció n. Al compre nder: en efecto, tiene la ventaja de
..ban do leros agrega da al balance, lo cual lo agrava seria - ofrecer a la tradición republicana finalmen-
. ». La guillotina ya no basto' mente.
asociar el advenimiento de la democracia a
para s~~eJante tarea, y en diciembre Carrier una dictadura sangrienta, dio argumentos a te victoriosa una Revolución justificada en
rec.urno a los ahogamientos colec tivos en el los contrarrevolucionarios e inspiró temo- su episodio terrorista, puesto que la respon-
LOI ra. P~ro a partir de en ero empiez a a apli- ~a herencia ~e! Te rror enve nenó todo el res a los liberales; entorpeció o dividió a los sabi lidad de él cae sobre sus adversarios.
carse la Idea expuesta por Barere en el ve- per íod o postenor de la his toria revolucio- repub licanos y aisló a los socialistas. En la Por ello, se la encuentra ent re muc hos de
r~no, y que consiste en "destru ir la Ven- nana y, más allá de él, toda la vida política Francia posrevolucionaria, la monarquía es los que asumen la herencia de! 89, como
dee:: las tropas republicanas se dividen en francesa del siglo XIX. En efecto, e! Terror sospechosa a causa del Antiguo Régimen; medio de escapar al dilema de contradecir-
van~s col umnas, cad a un a con un itin erari o merodea alrededor de la escena política a pero la República no logra separar su ima- se o renegar de ella.
partIcular y c~n .la misión explícita de que- tod ? lo largo de l períod o termid orian o. Los gen de la sangre que se ha vertido en su La tesis de las «circunstancias» a menu-
~ar tod.o e! ?abltat >: exterminar las pobla- realIStas también hicieron de él un arma de nombre. Cuando termina por instalarse, fi- do va acompañada de otra idea, según la
cienes, incluido, muieres y niños, Esta es- venganza, un instrumento para e! ajuste de nalmente victoriosa en la década de 1870, cual el Terror corresponde a un período en
pantosa operación d uró has ta el mes d ~ue~tas locales, allí donde la población se es porque los republicanos han vencido a el que suben al poder capas sociales dife-
mayo, y su lúgub re balance de be ser añadj~ 1n~llna a su favo r y do nde las tro pas rep u- sus propios demonios y presentan una ver- remes de la burguesía culta : el bajo pueblo
d? a las pérdidas de la guerra propiamente bllcan,as están dispersas, como en el Valle sión pacífica de sus grandes antepasados, de urbano de los oficios, de donde salen los acti-
dicha: e! terntono de la Vd ' 'J' ~el Rod~no, Los republicanos habrían que- la que se ha exorcizado e! espectro de la gui- vistas sans-culortes, y que Mignet, por ejem-
. , " en ee mI uar-
(entre e! Loira mferior, el Maine y el L ' r!do ,olVIdarlo para arraigar las nuevas ins- llotina. Será necesario esperar el trasplante plo, dando la voz cantante a la historiogra-
1 V dé otra, tIIUClon es del año 111 en la ley .' BenJamm . ,
a en , e~ y De ux-Sevres) perdió el 20 % bolcheviq ue y el desarrollo de una extrema fía liberal, llama la «plebe» o la «mu ltitud»,
de su habl.t:lt y un porcentaje importante de Constant y Madame de Staél hacen deno- izquierda comunista para que e! culto de! por oposición a la burguesía de 1789. Así,
su poblaclon. dados esfu,erzos, entre el 9 Termidor y e! Terror, asociado al de Robespierre, se esta - las circunstancias habrían llevado a primer
La esti~ación , numérica de las pérdidas 18 B~m~no, para exorcizar ese fantasma de blezca en e! siglo xx como una necesidad plano una segunda revolución, que no tie-
hur:nanas.sigue SIendo o bjeto de po lémica. la gUIllotina q ue atormenta a la República. revolucionaria y prospere medio siglo a la ne la dignidad histórica de la primera, pues-
~s,l~poslble hacerla COn un mínimo de pre- Pero son esfuerzos perdidos. Termidor ha sombra del ejemplo soviético. to que no es burguesa ni liberal; no tiene
cisron, por .una doble serie de razones, hec~o renacer la amenaza realista y la vio- Existe, así, una historia de la historia de! más que una necesidad circunstancial, es de-
Como no existen fuentes específicas, el his- J~ncla contrarrevolucionaria, y el Directo- Terror, ligada a las vicisitudes de la historia cir, subordinada al curso principal de los
no no puede asumir en la legalidad los pla- política francesa de los últimos doscientos acontecimientos, que es definido por los
Terror (E l)

Acontecimientos 140 \.1\ medio de desarrollo de la ideología y e! es-


der la influencia de! fanatismo terrorista so- tab lecimiento progresivo de las institucio-
principi?s de 1789 y el adve nimiento de la vención. De"modo que existe , efec ti vamen bre e! co njunto de lo s dip utados Monta- nes terroristas. Pero esta ideología, presen -
bu.rgu~sla . Per? el carácter plebeyo de este te, una re1aci ón ent re la guerra civil y 1T - te en la Revolución desde e! 89, es anterio r
rror, pero en el . interior de esta relació ñeses.
episodio permite comprender có mo el T - T cio n e-
el También se trata de una exigenci a de la a ellas y a una realidad independiente de
rrror
. es también el producto d e re flei e
ejos po- error no constituye un instrumento d . guerra civil, en la que e! exterminio general ellas, que atañe a la cultura revolucionaria
It;COS elementales, igualitarios y pu nitivos nado a poner fin a la guerra civi l esn, reclamado por e! autor puede hallar al me-
posteri o r a ella, y el Te rro r la ex:i~~es es
francesa a tr avés de varios desarr ollos de
a . ~ vez, dese~cadenados po r las derrotas nOSsu or igen , si no to d a su razó n. Pero des-
ml1l~ares y ,I~s Insurrecciones interiores. El luga r de extinguirla. No se le puede ar .eb e.n ideas .
una d ., " . n uir de el otoño de! 93 hasta la primavera del 94, La primera es la de la regeneración del
Ant~1uo R égimen no supo dar educación al h evocion
. patnotlca sin caer en la mco
. - como lo ha demostrado Mona O zouf, e! hombre, por la que la Revolución francesa
Pue o, y en el momento de su caída paga erencia, puesto que esto sería también s discur so sob re la necesidad de! Terror aban- se emparenta co n una anunciación de tipo
d uramente por ello. tar la hipótesis
d h - por lo demás ine xacta-, en- dona e! terreno circuns ta ncial de la guerra rel igioso pero de un mo do seculariza do .
Pueden hallarse sin dificu ltad los elemen- .e que. ay. un~ Francia contrarrevoluciona- civil para hallar un fundamento más pro - Lo s actores de los acontecimientos, en efec-
to s de la r~alidad histórica qu e sirven de na. NI atribuirle el mérito de la sal " fundo: nada menos que la Re volución mis- to, concibieron su propia hi storia como una
de la oatri . d vacio n
aroyo a las Interpretaciones de este tipo En ~ a. patria ni . el mantenimiento de la Re- ma. Desde fines de marzo Y la liquidación ema ncipación de! hombre universal. No se
e ect o, el Terror se desarrolló en el . pu ~lica, p ues Interviene después de la vi de los heberti stas, que po ne fin a la dem a- trataba de reformar la soc ieda d francesa,
de I R I ., curso t El bli e a VIC-
a evo uc ion francesa, en una coy untu- ona. rep u icano Q uinet escribía ya gogia sangrienta de lo que queda de! sans-
~867: t:~
sino de restablecer e! pacto social sobre la
~a de amenaz.a, exterior e interior, y a causa «El Gran Terror apareció casi en C14lotismo, e! Terror, convertido en instru- libre voluntad de los hombres: Francia no
I e una. o~seslOn por la traición de parte de as partes después de las victo rias. e. AfIr- mento exclusivo del clan robespierrista, ya era más que el primer acto de este aconte-
?S «an sto cratas» y del «co mplot aristocrá- ~ a:em os entonces que las ha producid o ? sólo es ob jeto de una racion alización com- cimiento decisivo. Ahora bien, esta ambi -
tico ». ~o ~esó de jus tificarse a sí mismo en cD lremos que en nuestro s sistemas el efec- pleja, a veces filosófica. No forma ya ta nto ció n verdaderamente filosófica presentaba
es~os ~~rmlnos, como indispensable para la to precede a la causa? " (E. Quinet Criti- parte del arsenal de la victoria cuanto de un e! carácter excepcional de hallarse siempre
sa vacron de la patria. Y se implanta y ejer- que de la Révolution ). ' anhelo de regeneración. cogida en e! testimonio de la historia real ,
ce .en no mbre de l Estado y de la R ' bl' En cuant~ a la explicación por el pap el Además, e! m om ento ya no es e! de una como una pro mesa religiosa qu e h ubi era
ba I " d epu ica
JO a pres~on e los militan tes sans-c ulot- de la mentalidad popular, ésta sólo ex lica ciudad asediada, pues las fro nteras está n
ci~rto
aba ndo nado la prueba de su ver dad al em-
Ites. En. septiem
. bre de 1792 ' Ias matanzas d e una parte de los hechos. Es bien despejadas Y la guerra civil sofocada. La uti - pirismo de los hechos. Es en esta diferencia
as pnslOnes parisienses mostraron a ' como se ha ~I.Sto, que Ia presion
. • para esta -'
extr~mfs pun1~~
lidad más visible de la gu illo tina ya no es e! donde nace la idea de una regeneración,
podían llegar las pasiones ~~:cer una dictadura .t~rrori sta proviene so- exte rmi nio de lo s enemigos declarados, sino pa ra salvar la distancia que no cesa de se-
vas e p ~ eblo; un año des pués, en parte todo de los m ilitantes sans-culottes el de las «facciones»: los h eb erti st as, luego parar la Revolu ció n de su ambición, a la q ue
para
I canalizar
. , estas pas iones , la con venc lOn
., Per.o no es tan fácil establecer la línea divi~ los dantonistas. El Terror se intensifica tan- sin embargo no puede renunciar sin dejar
d os c~mJtes hacen del Terror una bandera
Y sonaI entre «p ueblo » y élites políti I icas, entre to más cuanto que e! gru po robespierrista de ser ella misma. Si la República de ciuda-
e gobierno. cu tu~a «pop ular» y cu ltura «sabia». Marat no encuentra apoyo a su izquierda, entre los danos libres no es posible todavía, es por-
Sin ~mbargo, ni las circunstancias ni la por ejem plo , a quien se puede considera; activistas, ni a su derech a, en la opinión pú - que los hom b res, pe rvertidos por la histo-
me nta lidad. política del pueblo bai aJo b astan ~omo uno de los más puros ideólogos del blica; es e! gobierno de! temo r, que Robes- ria pasada, son malvados; mediante e! Te -
para exp licar el fenómeno. er~or, ~pertenece a una o a la otra? Este pierre teoriza y co nviert e en el gobierno de rro r, la Re volución -historia inédita, toda
L~ , «circunstancias" , en efecto, tienen semisabio, ~ue denuncia desde 1789 el la virtud. Nacido para exterminar a la aris- nueva- hará un hombre nuevo .
tambi én una cronología. Presentan los ries - «complot ar istocr ático » y reclama incansa- tocracia, e! Terror te rmina siendo un medio O tra idea qu e dice lo mismo , o que llega
~~: mayores. para la Revolución a com ien- ~ Iemente los p at íbulos, está en medio de las de reducir a los malvados y de combatir e! al mismo resultado, es qu e la polít ica lo
y a med iados del verano del 93, en un os « c~ltu ras " , De igual modo H ébert y los crimen. En adelante es coextensivo con la puede todo. El universo revolucionario está
"!o~ento en que el Tribunal Re voluciona- shebertisras,
_ que lo relevan en P ans ' y d e- Revolución, es inseparable de ella, pues sólo poblado de volunt ades, enteramente anima-
no tiene una actividad realmente mini em~~nan un papel tan importante en la re- él permitirá algún día crear una República do por un co nflicto de intenciones buenas
Por I . I ima.
I e contr~~IO, e Terro r se intensifica co n d I direpublicana en la Vende' e. E n realil-
dpreslon de ciudadanos. y proyectos nefastos: la acció n no es jamás
; recup~raclOn y con las victorias, a partir a ,e iscurso del Terror está en 1793 De modo qu e no es posible reducirlo a inci erta, e! poder nunca es inocente. Como
. e ? ctu re. Llega a su plenitud durante el 1a bo~~ dee. casi
CasI . todos los líderes"de e la n
Re- las circunstanci as qu e rodearon su naci- comprendió Marx, después de Hege!, la R e-
Inv~erno , con Lyon sometida desde hacía voluci ón, ~ n cl u l d os los qu e no tienen nin - miento, se trate de la situación en la que se volución francesa es e! teatro donde se des-
vanos meses,. la Vendée vencida, pero a la guna relaci ón privilegiada con e I acnvrsmo . . juega la salvación pública o de la presión pliega en su pur eza e! vo lu nta rismo políti-
que hay q~e Incendiar; y un poco en todas san
I s-culotte,
. , los legistas,los ubrguese s d e de! pueblo ba jo urbano. No es qu e esta s cir- co moderno; e! acontecimiento no deja de
p~rtes, alli donde hubo enfrent am iento s os C ?mltes y d e la Convención . Bast a oí r cunstancias no ha yan ten ido ninguna in- ser fiel a su idea ori ginal, segú n la cu al la
~lOlentos, al azar de las iniciativas de los mi- a Barere
" en el veran o del 93 pe d iIr Ia d es- fluencia ; evid entemente, sirviero n co mo
nantes locale s o de los enviados de la Con- truccion total de la Vendée para comp ren-

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