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¿ Sabes escuchar ?

¿ Sabemos escuchar atentamente a la persona que nos está hablando ?


¿ Estamos escuchando realmente a esa persona o, por el contrario, estamos
más centrados en lo que nuestra mente nos cuenta de la conversación ?

Nuestro yo suele estar posicionado entre nosotros y nuestro interlocutor. Se


manifiesta de forma muy sutil. Parece que estamos escuchando a la otra
persona cuando realmente no dejamos de enjuiciarla ni de escucharnos a
nosotros mismos. A la mínima oportunidad que surja dejamos claro las
inconsistencias, las incoherencias y los errores del otro. Si además nos
sentimos amenazados por su discurso nos empeñamos entonces en dejar
clara nuestra opinión al respecto. En ese momento ya no escuchamos, sino
que estamos, en el mejor de los casos, esperando el hueco y la oportunidad
para interrumpir. Suele surgir en nosotros la necesidad de defendernos o la
de mostrar nuestras opiniones.

También puede ocurrir que simplemente nuestra mente esté alejada de la


conversación, de forma que nos asaltan pensamientos y emociones que nada
tienen que ver con el presente.

Aunque nos ocurra ésto, la habilidad para escuchar es perfectamente


entrenable. De hecho, estamos diseñados para escuchar. Decía Mark Twain
que si tuvieramos que hablar más que escuchar tendríamos dos bocas y una
oreja.

Aquí propongo un ejercicio para que podamos explorar nuestra forma de


escuchar cuando hablamos con un amigo:

• Respira profundamente.
• Mira a la otra persona a la cara, manteniendo el contacto visual.
• Centra la atención en sus gestos, en su voz.
• Atiende plenamente lo que está diciendo.
• No lo interrumpas y anímalo a que siga hablando con expresiones del
tipo “bien”, “continúa”, o devolviéndole partes de su mensaje con tus
propias palabras.
• Si te surge una emoción desagradable, o la necesidad de intervenir o
defenderte, no juzgues, observa esa emoción o necesidad, déjala pasar y
vuelve a centrarte en la escucha.
Lo importante no es llevar a cabo el ejercicio tal como aquí se describe, sino
que una vez así realizado seas consciente de la dificultad que hayas
encontrado. Recuerda que al tratarse de una oportunidad para conocerte
mejor debes ser amable contigo mismo y procurar no juzgarte por el
resultado del ejercicio.

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