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Fecha: 17 de Febrero de 2019

Título del Sermón: En el nombre de Jesucristo, levántate y anda

Versículo Bíblico: Hechos de los Apóstoles 3:1~10

Hch 3:1~10 1Pedro y Juan subían juntos al templo a la hora novena, la

de la oración. 2 Y era traído un hombre cojo de nacimiento, a quien ponían

cada día a la puerta del templo que se llama la Hermosa, para que pidiese

limosna de los que entraban en el templo.3 Este, cuando vio a Pedro y a

Juan que iban a entrar en el templo, les rogaba que le diesen

limosna. 4 Pedro, con Juan, fijando en él los ojos, le dijo:

Míranos. 5 Entonces él les estuvo atento, esperando recibir de ellos

algo. 6 Mas Pedro dijo: No tengo plata ni oro, pero lo que tengo te doy; en

el nombre de Jesucristo de Nazaret, levántate y anda. 7 Y tomándole por

la mano derecha le levantó; y al momento se le afirmaron los pies y

tobillos; 8 y saltando, se puso en pie y anduvo; y entró con ellos en el

templo, andando, y saltando, y alabando a Dios. 9 Y todo el pueblo le vio

andar y alabar a Dios. 10 Y le reconocían que era el que se sentaba a pedir

limosna a la puerta del templo, la Hermosa; y se llenaron de asombro y

espanto por lo que le había sucedido.

Después del Pentecostés, los discípulos de Jesús fueron llenos del

Espíritu Santo e iban por todos lados predicando el evangelio.


Un día, Pedro y Juan iban al templo a orar según la costumbre de los

judíos, y en la puerta del templo estaba un hombre mendigando, éste era

cojo de nacimiento. É l, para vivir, tenía que pedir limosnas, por lo que

todas las mañanas era llevado hasta la puerta del templo, y se quedaba

todo el día sentado, pidiendo ayuda a las personas que pasaban.

Pero cuando Pedro y Juan pasaron ante él, repentinamente en el corazón

de Pedro surgió la convicción de que ese hombre podía levantarse y

caminar. El Espíritu Santo le dio a Pedro el don de discernimiento de la

Palabra, por lo tanto él supo que el cojo se levantaría y caminaría. Pedro

le dijo al cojo: míranos, y el cojo les miró. El cojo extendiendo su mano

habrá pensado ¿cuánto dinero me dará este hombre?, Pedro continuó

diciendo: “No tenemos plata ni oro”. El cojo al escuchar esas palabras se

habrá decepcionado mucho, y preguntándose: Si no tiene oro ni plata,

¿ Por qué me dijo que le mire? Sin embargo, en ese instante, Pedro con

mucha convicción le dijo: “Te doy lo que tengo, en el nombre de Jesucristo

de Nazaret, levántate y anda”, y sujetándolo de la mano le levantó al cojo.

El poder del Espíritu Santo empezó a manifestarse, y sus rodillas y

piernas se fortalecieron. El cojo, sorprendido por el milagro, dejó de

mendigar y pedir limosnas, y solo alabó a Dios saltando de un lugar a otro.

El cojo tenía como objetivo resolver su problema de manera temporal,

pero por medio del poder del Espíritu Santo su problema fundamental se
había resuelto. Si Pedro le hubiese dado algunas monedas, el cojo habría

resuelto el problema de ese día, y seguiría teniendo el problema

fundamental de no poder caminar, y mendigando todo el día.

Jesucristo vino a este mundo para resolver los problemas eternos y

fundamentales, en lugar de los temporales y pasajeros.

Pedro sabía exactamente lo que tenía, pues dijo: No tengo plata ni oro,

pero lo que tengo te doy; en el nombre de Jesucristo de Nazaret, levántate

y anda.

Es muy triste ver en la actualidad que muchas iglesias y creyentes tienen

plata y oro, pero no saben utilizar el poder de Jesús, todo esto se debe

porque no saben lo que tienen. Por eso, hoy veremos ¿ Qué es lo que

tenemos?

1. El nombre de Jesucristo

Nosotros tenemos el nombre de Jesús. El nombre de Jesús tiene poder

y autoridad. Jesús nos dio su nombre, y por medio de su precioso nombre

podemos echar fuera demonios y sanar enfermedades. Las personas que

no utilizan el nombre de Jesús no tendrán ningún beneficio. Jesús nos dio

su nombre para usar el poder que hay en él, por lo tanto, debemos usar

el nombre de Jesús.

El nombre de Jesús tiene un poder increíble pues nos libra y salva del

pecado. Jesús con corona de espinas, fue calvado en sus manos y pies,
una lanza perforó su costado, derramó toda su sangre y agua, y de esa

forma murió en la cruz cargando el pecado de toda la humanidad.

En el libro de Isaías 53:5~6, dice:

Is 53:5~6 5 Mas él herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros

pecados; el castigo de nuestra paz fue sobre él, y por su llaga fuimos

nosotros curados. 6 Todos nosotros nos descarriamos como ovejas, cada

cual se apartó por su camino; mas Jehová cargó en él el pecado de todos

nosotros.

Jesucristo cargó con nuestros pecados y murió en la cruz para redimirnos

y justificarnos. Ahora, todo aquel que le acepte al Señor Jesús como

salvador personal puede ser salvo de sus pecados y tener la vida eterna.

En el nombre de Jesús reprendemos y echamos fuera los demonios.

Jesús nos prometió diciendo como está escrito en el evangelio de San

Marcos 16:17~18, así:

Mr 16:17~18 17 Y estas señales seguirán a los que creen: En mi nombre


18
echarán fuera demonios; hablarán nuevas lenguas; tomarán en las

manos serpientes, y si bebieren cosa mortífera, no les hará daño; sobre

los enfermos pondrán sus manos, y sanarán.

Si echamos fuera a los demonios con nuestras propias fuerzas, ellos no

se irán. Solamente por medio del poder del nombre de Jesús los
demonios huyen, por lo que debemos reprenderles y echarles fuera en el

nombre de Jesús.

En el nombre de Jesucristo sanamos enfermedades. Jesucristo es el

mismo ayer, hoy y siempre. Hoy, Jesús está sanando enfermedades

corporales, del corazón y de la vida. É l está aquí sanando cada una de

nuestras heridas y enfermedades. En Jeremías 33:3, dice:

Jer 33:3 3 Clama a mí, y yo te responderé, y te enseñaré cosas grandes

y ocultas que tú no conoces.

Clamemos a Dios y pidamos su sanidad por medio del poder del nombre

de Jesús

También, somos libres de la pobreza y maldición por el poder del nombre

de Jesucristo. Mientras vivimos en este mundo como verdaderos

cristianos tendremos una vida próspera en todo, salud y prosperará

nuestras almas. Jesús cargó con nuestras maldiciones y nos libró de cada

una de ellas. Si creemos en él podemos gozar una vida de bendición

recibiendo la bendición de Abraham.

Asimismo, en el nombre de Jesús nosotros vencemos a la muerte. Todos

alguna vez nos enfrentaremos a la muerte. No obstante, para los que

creemos en Jesús la muerte no es el fin.

Jesús dijo en San Juan 11:25, así:


Jn 11:25 25 Le dijo Jesús: Yo soy la resurrección y la vida; el que cree en

mí, aunque esté muerto, vivirá.

La muerte no es el fin, al contrario, es el comienzo de la vida eterna. Por

lo tanto, no tenemos que temerla, sino vivamos con la esperanza de la

resurrección y la vida eterna.

El nombre de Jesús tiene poder, es el nombre del Hijo de Dios. En el

nombre de Jesús están todas las virtudes y ventajas, incluyendo el

quíntuple evangelio y la triple bendición.

2. El Espíritu Santo está con nosotros

Nosotros le tenemos al Espíritu Santo. Una de las cosas más aterradoras

de la vida es la soledad. Muchas personas podrán haber solucionado los

problemas básicos, como ser comer, beber y vivir, pero aún no han

podido resolver el problema de la soledad, por lo que sufren de depresión

y muchos dolores. A pesar de tener familias y amigos, hay personas que

siguen sientiéndose solos y sumergidos en la depresión.

Todos aquel que cree en Jesús y confía en él no se siente solo. Jesús

antes de ascender al cielo prometió enviar un consolador, como dice en

San Juan 14:16~17,

Jn 14:16~17 16 Y yo rogaré al Padre, y os dará otro Consolador, para que

esté con vosotros para siempre: 17 el Espíritu de verdad, al cual el mundo


no puede recibir, porque no le ve, ni le conoce; pero vosotros le conocéis,

porque mora con vosotros, y estará en vosotros.

Jesús murió y resucitó, y envió al Espíritu Santo como lo había prometido.

El Espíritu Santo está con nosotros, nunca no nos desampara ni mucho

menos nos deja solos. Siempre confesemos diciendo: “El Espíritu Santo

está conmigo. No estoy solo, él está conmigo”.

El Espíritu Santo es nuestra compañía y consuelo. Con él venceremos

cualquier problema y adversidad que se nos enfrente.

3. Extiende una mano de amor

Confiados en el poder del Espíritu Santo y en el nombre de Jesús

debemos ayudar y levantar a las personas. Si miramos a nuestro

alrededor hay mucha gente que están sin fuerzas y desvanecidos en el

camino de la desesperación.

El cojo estaba sentado en la puerta del templo y no podía usar sus piernas,

por lo que no podía ir a donde quería ir, y no podía hacer lo que quería

hacer. No obstante, no solo el cojo no puede usar sus piernas. Hoy en

día, hay miles de personas que están atadas por las cadenas del pecado,

atadas a la injusticia y corrupción, atadas a las enfermedades, atadas a

la pobreza, atadas a la muerte, y son incapaces de levantarse.


El cojo no puede moverse, no puede vivir solo, necesita la ayuda de

alguien. Cada uno de nosotros también vivimos como este cojo, pero nos

levantamos en el nombre de Jesús, y ahora es el momento que

extendamos nuestras manos hacia los demás.

Nosotros tenemos el nombre sobretodo nombre, el nombre de Jesús de

Nazaret, por lo cual debemos acercarnos a las personas que están

sumergidas en la desesperación y desesperanza, entregándoles el plan

de salvación, el poder del evangelio y del nombre de Jesús, para así

levantarles de ese lugar.

El grito de amor de Pedro para que el cojo de nacimiento se levantara y

caminara fue el grito de amor de Dios para restaurarle a la perfección.

Pedro y Juan fueron utilizados como un canal de amor de Dios.

Cada uno de nosotros debemos convertirnos en un canal de amor de Dios

para todas aquellas personas que están sentadas en el camino de la

desesperación a causa del pecado, injusticia, enfermedad, maldición y

muerte. Tenemos que predicarles el evangelio, levantarlos en el nombre

de Jesucristo, traerlos a la iglesia y ayudarlos a vivir una nueva vida. Esa

es la vida de amor que Dios desea que vivamos.

Todos, más en estos días, necesitamos a Jesús para vivir en esta tierra.

Dondequiera que vayamos, debemos hablar y predicar de Jesús, pues él


es el único que resuelve los problemas fundamentales y eternos de la

vida.

Espero que cada uno de nosotros nos encontremos personalmente con

Jesús, y nos levantemos de la desesperación que nos encontremos por

medio de su santo y poderoso nombre. Y al mismo tiempo, deseo que

seamos de instrumentos para levantar a las personas decaídas siendo

de gran bendición.

Oremos: Dios Padre lleno de gracia y misericordia. Todos nosotros

necesitamos el poder del nombre de Jesús, necesitamos su

presencia en nuestras vidas. Te confesamos Dios que nuestras

vidas son como el cojo mendigando en la puerta del templo, por lo

que necesitamos de Jesucristo y su ayuda. En este momento,

queremos ser llenos de tu Santo Espíritu para levantarnos y

levantar a otros. Somos débiles, por lo que necesitamos de tu

ayuda, guía y fortaleza. Guíanos y guárdanos Señor.

Todo esto te lo pedimos en el nombre de Jesucristo. Amén.

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